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Por otro lado, la igualdad como valor tiene, también, una trascendencia
metodológica, pues se concede al criterio interpretativo igualitario un peso más
fuerte que a criterios derivados de otros intereses o valores que no estén
específicamente primados en el propio texto constitucional.
3. ALCANCE DE LA IGUALDAD.
En la medida en que el texto constitucional vincula, positiva y negativamente, a los
poderes públicos, no cabe duda de que el respeto a la igualdad les obliga; ahora
bien, debemos plantarnos cómo afecta a cada uno de ellos:
En definitiva, cuando nos encontramos ante una diferencia de trato debemos saber
si supera el canon de constitucionalidad: esto es, si esa diferencia de trato es
razonable, necesaria, proporcional y si es adecuada.
Y en relación con el Poder Judicial, cuando aplica la ley al caso concreto, por un
lado, se prohíbe a los órganos jurisdiccionales actuar con arbitrariedad. Por otro
lado, existe un derecho subjetivo por parte de los ciudadanos a obtener un trato
igual. Ello implica que un mismo órgano judicial no puede modificar
arbitrariamente, o sin justificar el cambio de criterio, el sentido de sus decisiones
en casos sustancialmente iguales.
En relación con esta vinculación son varias las cuestiones que podrían plantearse,
por ejemplo, ¿puede un club privado decidir que no acepta socios de etnia gitana?
¿puede una compañía aérea no permitir volar a un pasajero por su aspecto?
¿discriminan los hoteles solo para adultos o solo para homosexuales? ¿el derecho
de admisión en un local de restauración puede excluir a los que no lleven una
determinada vestimenta? ¿discrimina un negocio que solo permite la entrada
gratuita a las mujeres como reclamo? ¿puede una asociación no permitir la entrada
de mujeres? ¿puede un banco discriminar? ¿y un hospital privado? Todos estos
interrogantes exigen para su solución un test de proporcionalidad y de idoneidad,
y, además, su respuesta estará en función de la relevancia pública o meramente
privada del caso.
4. PROHIBICIÓN DE DISCRIMINACIÓN.
a) Causas.
El art. 14 CE establece las denominadas categorías sospechosas de la
discriminación, por ser las que mayor número de discriminaciones han generado
históricamente (nacimiento, raza, sexo, religión, opinión); pero no contiene una
lista cerrada, sino que está abierta a «cualquier otra condición o circunstancia
personal o social».
• Raza:
La raza ha sido, históricamente, una de las causas que ha generado un mayor
número de discriminaciones. En España, el Tribunal Constitucional la ha calificado
como una «perversión jurídica» [STC 126/86, caso Salazar, Rufino y Lobato (Tol
79672)].
• Sexo:
La Constitución española de 1978, por primera vez en la historia constitucional
española, proclama el reconocimiento de la mujer como sujeto de derechos, en
iguales términos que el hombre. Este reconocimiento constitucional de la igualdad
y, en consecuencia, la ineludible prohibición de discriminación por razón de sexo,
han tenido un impacto trascendental sobre todo el ordenamiento jurídico,
provocando la expulsión del mismo de todas aquellas normas y disposiciones que
contemplaban o perpetuaban situaciones de desigualdad de la mujer. Téngase en
cuenta que se partía de una situación en la que la mujer, por el hecho de ser mujer,
quedaba postergada en todos aquellos campos que trascendían de la esfera
estrictamente doméstica, y también en ella estaban discriminadas.
Con el objeto de transformar esta realidad también se han ido adoptando múltiples
medidas legislativas y políticas públicas de fomento de la igualdad de
oportunidades de las mujeres. Las diversas Directivas europeas han constituido un
avance muy significativo, entre otras cabe destacar la Directiva 2006/54/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la aplicación del principio de igualdad
de oportunidades e igualdad de trato entre hombres y mujeres en asuntos de
empleo y ocupación.
• Otras causas:
Otras causas de discriminación que el artículo 14 CE menciona expresamente
como categorías sospechosas de discriminación son la religión y la opinión, que se
han reconducido, generalmente, al artículo 16 del texto constitucional. Y, en la
cláusula abierta referida a cualquier otra circunstancia personal y social se ha ido
reconociendo que la edad es uno de los factores a los que alcanza la prohibición
constitucional de fundar en ellos un tratamiento diferenciado que no se ajuste a las
exigencias de justificación y proporcionalidad.
Igualmente, la orientación sexual ha sido uno de los motivos que ha causado una
fuerte discriminación, recuérdese que incluso su práctica ha llegado a estar
penalizada; y en España, en el año 1954, se incluyó a los homosexuales en la Ley
de vagos y maleantes, estableciendo medidas de seguridad que, pretendían,
además, curar lo que se consideraba una desviación. Ha sido el TEDH el que
mediante importantes pronunciamientos ha contribuido a reparar esta
discriminación. Un buen ejemplo lo encontramos en la sentencia del caso Dudgeon
c. Reino Unido (1981), en la que falló que la prohibición de los actos sexuales
libremente consentidos entre personas del mismo sexo violaba el Convenio.
Por otro lado, se opera una inversión de la carga de la prueba; de forma que quien
sostiene la legitimidad constitucional de posibles diferencias de trato es quien
debe ofrecer el fundamento probatorio. Por ejemplo, en un despido que pudiera
estar causado por uno de estos motivos, incumbe al empleador acreditar que su
decisión obedece a motivos razonables y ajenos a todo propósito atentatorio del
derecho a no ser discriminado.
c) Clases de discriminación.
El ordenamiento prohíbe toda clase de discriminación, tanto la directa como la
indirecta:
• Discriminación directa es la derivada del tratamiento jurídico manifiesta e
injustificadamente diferenciado y desfavorable de unas personas respecto a otras.
Concepto que se recibió en la Ley 3/2007 cuyo art. 6.1 la define como la situación
en que se encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada, en
atención a su sexo, de manera menos favorable que otra en situación comparable.
Conceptuación que se ha hecho extensible a las demás causas discriminatorias.
a) Características.
Las medidas de Derecho antidiscriminatorio tienen unas características comunes
que las diferencian de otras medidas que orbitan en la esfera de la consecución de
la igualdad, como por ejemplo las medidas que meramente pretenden compensar
una desventaja individual, por ejemplo, la concesión de una beca de estudios por
razones económicas.
Ahora bien, son medidas que ayudan pero que no provocan un daño en otros
colectivos. En síntesis, estamos ante medidas que tienen como objetivo igualar las
situaciones de desequilibrio real, ofreciendo un trato favorable y justificado a un
colectivo que se encuentra desfavorecido desde el punto de partida.
Otros ejemplos son los incentivos económicos a las empresas para que contraten
a integrantes de determinados colectivos discriminados (género, edad,
discapacidad). O ayudas económicas a las mujeres para la creación de empresas,
en la medida en que tradicionalmente ellas han tenido más dificultad para
dedicarse a la actividad empresarial.
Por otro lado, las cuotas se reciben en la Ley 3/2007, que regula la presencia
equilibrada de mujeres y hombres en las listas electorales y en los nombramientos
realizados por los poderes públicos, modificando el art. 44 de la LOREG.
El Tribunal Constitucional ha venido a reconocer la constitucionalidad de estas
cuotas en las listas electorales, prevista, tanto en la Legislación estatal, como en
la de algunas Comunidades Autónomas condensa la posición mantenida en los
diversos pronunciamientos. Uno de los principales argumentos del Tribunal se
centra en que es legítimo el fin de la consecución de una igualdad efectiva en el
terreno de la participación política. Por tanto, exigir de los partidos políticos que
cumplan con su condición constitucional de instrumento para la participación
política, mediante una integración de sus candidaturas que permita la
participación equilibrada de ambos sexos, supone servirse de los partidos para
hacer realidad la efectividad en el disfrute de los derechos exigida por el art. 9.2 CE
(igualdad real y efectiva).