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Nivel Secundario

Materia: HISTORIA

Profesor: MARTÍN LUIS VIDAL

Alumno: .........................................

Curso: Cuarto Año

Año: 2023
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1- EL MUNDO DE POSGUERRA

LAS NACIONES UNIDAS


Hacia el otoño de 1944, representantes de los Estados Unidos, Gran Bretaña, la
Unión Soviética y China se reunieron en Dumbarton Oaks (una mansión de la ciudad de
Washington), para fundar una Asamblea General de Naciones (las futuras Naciones
Unidas), con carácter consultivo, y un Consejo de Seguridad con poderes ejecutivos,
integrado por diez naciones aunque dominado por miembros de carácter permanente,
que serían precisamente los cuatro países mencionados.
En ese mismo año, en Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) los
representantes de 44 países se encontraron para acordar, cuando concluyera la
guerra, la creación de un nuevo orden económico mundial.
En la Conferencia de Yalta (febrero de 1945) se ajustaron los detalles de la
convocatoria a la Asamblea acordada en Dumbarton Oaks. A ella asistieron las
naciones aliadas que combatían al fascismo.
El 25 de abril, en San Francisco (Estados Unidos), se inició la Conferencia de las
Naciones Unidas (la guerra estaba a punto de finalizar en Europa, no en el Pacífico) y
se firmó el acta fundacional. Su objetivo central fue (y es) crear y sostener un
sistema de seguridad colectiva, basado en la cooperación voluntaria de sus Estados
miembro.
Recién el 26 de junio de ese año, se dio a conocer la Carta de la Organización de
las Naciones Unidas, firmada por los delegados de 50 países.

El 2 de marzo de 1945, cuando todavía faltaban dos meses para finalizar la


guerra en Europa, los periódicos norteamericanos anunciaban con grandes titulares lo
que su Presidente había relatado, ese mismo día, al Congreso de su país. “¡Yalta!,
prueba de la fuerza, de la unidad y del poder de decisión de los aliados”, imprimía el
New York Tribune; “¡Los tres grandes -así eran llamados Estados Unidos, Gran
Bretaña y la Unión Soviética- cooperan en la paz como en la guerra!”, señalaba el Times
Magazine; “¡Yalta!, la mayor victoria de las Naciones Unidas”, afirmaba el Record de
Philadelphia. El entusiasmo era grande. Roosevelt, de regreso de Yalta, informó a los
congresales sobre lo acordado en los siguientes términos:
“… En los duros meses que nos esperan, me gustaría conocer vuestros
sentimientos a propósito de esta construcción de la paz internacional que hemos
realizado en Yalta, Stalin, Churchill y yo, en unidad de pensamiento y trabajo.
Queremos, con un mismo corazón, asegurar la paz al mundo del futuro. Las decisiones
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tomadas en Yalta ponen fin al sistema de la política unilateral de las alianzas
restrictivas. Os proponemos sustituirlo por un organismo universal del que todos los
estados pacíficos puedan, con el tiempo, llegar a ser miembros. Nosotros no sabemos
tomar medidas a medias. ¡Si no aceptamos nuestra responsabilidad en el terreno de la
cooperación internacional, entonces deberemos asumir la responsabilidad de otro
conflicto mundial en el que nuestra civilización correría el riesgo de zozobrar!...” dijo
Roosevelt.
En poco tiempo, la realidad sepultó estos propósitos. Roosevelt murió el 12 de
abril, sin siquiera poder presenciar el final del conflicto. El bombardeo atómico de
Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de 1945, con un saldo de,
aproximadamente, 250 mil víctimas por cada ciudad, les otorgó a los Estados Unidos
una superioridad militar evidente e indiscutida. En noviembre, Molotov, ministro de
Relaciones Exteriores de Stalin, en un discurso emitido por radio a todo el mundo,
declaró que si Estados Unidos mantenía el secreto de la bomba atómica (y pretendía
ser, de este modo, la única potencia atómica) surgiría un desequilibrio de poder a
favor de una nación, y ese desequilibrio impediría la cooperación universal que los
norteamericanos decían querer. La paz, propuso Molotov, sólo sería posible si se
rompía el secreto. El 15 de ese mes, Harry Truman, nuevo presidente de los Estados
Unidos y sucesor de Franklin Roosevelt, y Clement Attlee, primer ministro británico
(que había reemplazado a Winston Churchill), respondieron negativamente la solicitud
de Molotov. Esta decisión puso en marcha una rivalidad nuclear entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética, que se acentuó a partir de 1949, con el descubrimiento
por parte de esta última de la bomba atómica, hecho que estremeció al mundo durante
décadas.
Desde mucho antes, existían evidencias de un distanciamiento claro. En marzo
de 1946, de visita en los Estados Unidos, Winston Churchill había anunciado en la
Universidad de Fulton (Missouri): que desde Stettin en el Báltico, hasta Trieste, en el
Adriático, un telón de hierro ha caído sobre el continente.

 Carta de las Naciones Unidas


Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos: a preservar a las generaciones
venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la
humanidad sufrimientos indecibles; a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres
y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas; a crear condiciones bajo las cuales puedan
mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras
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fuentes del Derecho internacional; a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida
dentro de un concepto más amplio de la libertad y con tales finalidades: A practicar la
tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales; a asegurar, mediante la aceptación de
principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza armada sino en servicio del
interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso de todos los
pueblos, hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios ...

El año de las definiciones fue 1947. En marzo, el Presidente norteamericano


anunció ante el Congreso estadounidense la doctrina Truman, que consistía en apoyar
a los pueblos libres que se resistían al sometimiento ejercido por minorías armadas.
En ese mismo año, el ideólogo soviético, Andrei Jdanov, respondió a la doctrina
Truman. Aceptando que el mundo estaba dividido en dos bloques, acusó a los Estados
Unidos y a sus aliados de planear una nueva guerra imperialista para destruir el
socialismo. Surgió así un sistema internacional bipolar, en el cual una parte del mundo
quedó bajo la dirección de los Estados Unidos y la otra, de la Unión Soviética. Con
distintos grados de intensidad esta división se mantuvo, prácticamente, hasta la caída
del muro de Berlín, en 1989, y la disolución de la Unión Soviética en 1991. Sin embargo,
esta hegemonía estadounidense-soviética no debe entenderse, únicamente, como
producto del resultado de la Segunda Guerra Mundial o de una falta de acuerdo entre
las naciones vencedoras.
La aparición gradual de Rusia (más tarde convertida en Unión Soviética) y de los
Estados Unidos, como potencias mundiales, y la decreciente importancia de los
estados europeos comenzaron a ser evidentes a finales del siglo XIX y a comienzos
del XX.
Simultáneamente, Europa, que había perdido su primacía política, militar y
económica en el mundo, procuró superar su debilidad mediante la unidad. Para ello,
buscó construir un mercado único, con el fin de posibilitar una mayor producción,
mejorar su nivel competitivo y crear empleo.
Estos objetivos comenzaron a cobrar forma con la creación de la Comunidad
Económica del Carbón y del Acero (CECA), en 1951. Alemania, Francia, Bélgica,
Luxemburgo y los Países Bajos se unieron, por primera vez en la historia de Europa, en
una comunidad internacional con el objetivo de crear un mercado único para el carbón
y para el acero gracias a la eliminación de discriminaciones en materia de precios y de
transportes, facilitando el intercambio entre los países fundadores en los sectores
mencionados.
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Otro escenario cambiante luego de 1945 fue Asia, donde las transformaciones
se anunciaban como inevitables. Allí era inminente el fin de los imperios coloniales
inglés y francés. Los Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron para extender
sus zonas de influencia en los nuevos estados que surgían. En Latinoamérica, los
acuerdos de posguerra no tardaron en aparecer. En 1948, el Pacto de Bogotá
(Colombia) creó la Organización de Estados Americanos (OEA). El mundo de
posguerra se caracterizó por la aparición de innumerables organizaciones
internacionales, de mayor o menor alcance regional y variados fines, pero todas
tendiendo a asociar esfuerzos para, de este modo, adecuarse y acompañar un tiempo
marcado por una acelerada internacionalización de la vida y de la economía. Muy
rápidamente, ese mundo de posguerra ingresó en una era de bienestar. El crecimiento
económico en industrias de bienes de consumo -consecuencia de la reconvención de la
industria bélica- y el reclamo de las masas de una mejora concreta en sus niveles de
vida lograron que en la mayoría de los países de Occidente, como así también en los
que integraban el bloque soviético, se comenzara a vivir mejor. Esta época -en
especial, la década del 50- es hoy recordada como la de los años dorados.

LOS AÑOS DORADOS


En los Estados Unidos, la floreciente situación económica de los años 50 facilitó la adquisición
de empleos para los jóvenes, que se vieron favorecidos por mejoras salariales. Esto tuvo que
ver con la baja natalidad de los años 30 (los de la depresión). En Gran Bretaña, la
incorporación de la juventud en el consumo también se hizo sentir. En 1959, ya trabajaban
cuatro millones de jóvenes y sus gastos representaban el 5 % del consumo de la nación. Las
casas de vestir y las empresas discográficas dirigieron su mirada hacia ellos. En la producción
y la cultura, la juventud comenzó a ocupar un espacio hasta ese momento inexistente. La edad
dorada fue la que asistió al nacimiento de una música para jóvenes, que querían diferenciarse
de los adultos: El rock & roll fue el primer síntoma de la existencia de una cultura
estrictamente juvenil. No sólo era un nuevo estilo musical. El contenido irreverente de sus
letras, su ritmo nervioso y sus pasos de baile, acelerados y frenéticos, representaban mucho
más. En los 50, aumentaron constantemente las tareas vinculadas a la provisión de servicios: la
educación, la salud y el comercio, junto a la distribución de energía eléctrica. La mujer, que
desde la Primera Guerra Mundial venía incorporándose, en forma paulatina al trabajo, ahora lo
hizo masivamente en bancos, tiendas y oficinas.
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 La consolidación de los bloques: La doble hegemonía.
El origen griego de la palabra hegemonía se relaciona con la actividad militar:
"conducir" o "guiar”, "estar al frente”, "comandar”, "dirigir”. Un poder hegemónico, por
lo tanto, es aquel que tiene la capacidad de imponerse.
En términos de relaciones internacionales, la hegemonía implica la supremacía de
uno o varios Estados sobre otros debido a su potencial económico, militar o político.
Las potencias hegemónicas de la segunda posguerra encabezaron dos bloques
integrados política y económicamente, apoyados en sistemas militares y alianzas
multilaterales y bilaterales.
Las bases del bloque occidental en Europa fueron dos: el Plan Marshall y la
OTAN. El Plan Marshall fue un sistema de ayuda económica lanzado por los Estados
Unidos en 1948 para estabilizar las arruinadas economías de Europa y dotarlas de
cierta prosperidad. Se esperaba, de este modo, que los países europeos no se
sintieran atraídos por el modelo soviético y que los partidos comunistas perdieran el
apoyo de la población. De hecho, la presión del gobierno estadounidense sobre Francia
e Italia, por ejemplo, logró que los comunistas fueran expulsados de los gobiernos de
coalición formados en ambos países. Pero cumplir con el objetivo político requería,
también, concretar el propósito económico: había que estabilizar las arruinadas
economías europeas y dotarlas de cierto nivel de prosperidad. Esto apuntaba, además
a colaborar con la economía estadounidense: si los europeos, por falta de dinero, no les
compraban a los Estados Unidos, esta nación se perjudicaría. Por ello, el Plan Marshall
estipulaba que el dinero que se les entregara a las naciones europeas sería utilizado,
en caso de que tuvieran que importar mercaderías, solo para comprarles a los Estados
Unidos. Así, sus inversiones superaron los treinta mil millones de dólares.
La Alianza del Atlántico Norte (OTAN), por su parte, era una alianza militar
formada en 1949 por los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Italia,
Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Portugal, Noruega, Dinamarca e Islandia, a los que años
después se sumaron Grecia y Turquía (1952), la República Federal Alemana (1954) y
España (1981).
Los Estados Unidos promovieron más alianzas en otras zonas del mundo. En
1947 se firmó el Pacto de Río de Janeiro con países latinoamericanos; en 1954, el
Tratado de Asia del Sudeste (OTASE), entre los Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán, y en 1955, el Pacto
de Bagdad (CENTO) entre Turquía, Irak, Irán, Pakistán y Gran Bretaña. También
hubo acuerdos bilaterales, como los firmados con Corea del Sur, en 1953, con Taiwán,
en 1956, y con Japón, en 1961.
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Esta serie de pactos les permitió a los Estados Unidos instalar bases militares
dirigidas contra la URSS por todo el planeta y controlar las principales rutas del
tráfico marítimo internacional. El sistema de alianzas también incluía la asistencia
técnica y la ayuda económica, lo que reafirmaba la posición de liderazgo de los Estados
Unidos en su bloque.
El bloque oriental siguió esquemas similares. Las dos organizaciones principales
fueron el Pacto de Varsovia y el COMECON.
El Pacto de Varsovia, por su parte, era la alianza militar del bloque comunista.
Se creó en 1955 y estaba formado por la URSS y los países de la Europa oriental,
excepto Yugoslavia. En 1968, Albania abandonó la alianza.
Ambas alianzas establecían la asistencia militar de todos los Estados
integrantes si alguno de los Estados firmantes era atacado.
El COMECON o CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) era un sistema de
integración económica formado en 1949 por la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungría,
Bulgaria, Rumania, Albania y la República Democrática Alemana, posteriormente se
integraron Mongolia y Cuba, y Albania se retiró de la organización. Su objetivo era
coordinar las políticas de planificación económica y la asistencia técnica mutua.

 La política externa de la Guerra Fría


Los Estados Unidos, a la cabeza del bloque occidental, teóricamente
favorecieron la adopción de sistemas democráticos dentro de su bloque. Esto funcionó
en parte en Europa occidental. Sin embargo, los principios democráticos (soberanía
popular, elecciones libres, división de poderes, reconocimiento de libertades y
derechos a la ciudadanía y pluralismo político) no siempre existían en el sur de Europa,
ni en países de América Latina, Asia y África. Allí, los Estados Unidos toleraron
dictaduras y hasta las fomentaron si consideraban que eran necesarias para frenar el
avance del comunismo.
En cuanto al sistema económico, el bloque occidental mantuvo la economía
capitalista, basada en la propiedad privada y la existencia de un mercado libre. La
principal novedad en materia económica fue la intensificación del intervencionismo del
Estado en la economía. Muchos gobiernos occidentales comenzaron a controlar los
sectores económicos básicos y fomentaron la inversión y el consumo para favorecer el
desarrollo económico.
Los regímenes del bloque oriental que se implantaron en Europa con el
patrocinio de la URSS se autodenominaron democracias populares. Se distinguían por
tener en común sistemas de partido único (aunque existía el sufragio universal),
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limitaciones a los derechos de expresión o reunión, predominio del Partido Comunista
sobre las instituciones políticas, y una economía planificada, manejada por el Estado.
Este manejaba empresas industriales, comerciales y financieras, fijaba la producción
industrial y agrícola y controlaba el comercio exterior.
En ambos bloques, cualquier instrumento para sostener gobiernos afines era
válido: presiones políticas, ayuda militar, asistencia técnica, subvenciones económicas
e incluso la intervención directa (mediante la provocación de golpes de Estado o
invasiones).

 La política interna
Más allá de la política internacional, la Guerra Fría se convirtió también en una
cuestión de política interna. Esta situación fue más intensa en las zonas de influencia
directa de cada bloque. Cualquier oposición, disidencia o reinterpretación fuera de los
cauces de la ideología oficial se consideraba una infiltración alentada por el enemigo y
era duramente reprimida y marginada.
En la Europa oriental, la Guerra Fría ayudó a consolidar el modelo soviético a
costa de la represión de revueltas que buscaban otras variantes del socialismo, como
sucedió en Polonia, Hungría y Checoslovaquia. En cuanto a los movimientos por los
derechos civiles en los países del este de Europa, se consideraban en Moscú como
operaciones encubiertas de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA).
También en los Estados Unidos las disidencias fueron combatidas, como
demostró la "caza de brujas”. Con este nombre se designaba la persecución de
personas sospechosas por sus ideas progresistas, realizada por el senador
conservador Joseph McCarthy en los años 50. McCarthy creó el Comité de
Actividades Antiamericanas, que comenzó la persecución de aquellas personas
sospechosas de ser comunistas. Se confeccionaron "listas negras" con nombres
obtenidos por rumores o delaciones sin confirmar. Directores y actores de cine,
escritores, deportistas, científicos y empleados estatales, entre otros, fueron
víctimas de esta persecución.
Las creencias, reales o no, de que había infiltrados del bando contrario en el
propio territorio les dio gran impulso a dos instituciones: la soviética KGB y la
estadounidense CIA, ya mencionadas. Ambas agencias utilizaban el espionaje para
conseguir información acerca de su rival y, también, para proporcionar información
falsa acerca de sí mismas.
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 Las fases de la Guerra Fría
En la mayoría de las cronologías de la Guerra Fría, la etapa considerada como de
máxima tensión comentó con la crisis de Berlín, en 1947, y tuvo un pico de tensión
entre 1950 y 1953, con la Guerra de Corea. En la misma época tuvo lugar un hecho que
exacerbó los ánimos: la Revolución China.
Berlín estaba dividida entre los cuatro vencedores del nazismo, pero estaba
prevista la unificación con un régimen democrático. Sin embargo, el proceso resultó
muy distinto. Al finalizar la Segunda Guerra, también el territorio alemán, en su
totalidad, fue dividido en cuatro. En 1947, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
decidieron unir sus zonas y crearon un Estado alemán, llamado República Federal
Alemana. La respuesta soviética fue el bloqueo de ciudad de Berlín hasta octubre de
1949. El abastecimiento de la parte occidental de Berlín debió realizarse a través de
un puente aéreo.
Esta acción dejó en punto muerto la posible reunificación del país y, de hecho, la
división quedó ratificada en octubre de 1949, cuando se proclamó la República
Democrática Alemana en la zona soviética. Esta situación de Alemania dividida en dos
Estados perduró hasta 1990.

EN PROFUNDIDAD

La carrera armamentista
La Guerra Fría también
tuvo una perspectiva
económica. Ambos bloques
coincidieron en la utilización
que daban a la industria
armamentista como soporte
de sus economías. El estado
permanente de alarma hizo
que exportaciones de
armamento se convirtieran en
un gran negocio para los
países desarrollados. Las superpotencias no solo construyeron tanques, aviones, helicópteros y
submarinos cada vez más poderosos y devastadores, sino que compitieron para asegurarse el
control del espacio (la llamada "carrera espacial") y el monopolio del conocimiento en materia
de física nuclear. En este terreno, durante algunos años los estadounidenses fueron los únicos
que contaban con la bomba atómica y la bomba de hidrógeno (más poderosa aun), pero en poco
tiempo los soviéticos también lograron producir esas armas de destrucción masiva. La
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competencia por construir armamentos cada vez más destructivos y de mayor alcance derivó
en una carrera armamentista que se basaba en el temor a que la otra gran potencia tuviera
más y mejores armas y estuviera en condiciones de imponer sus condiciones y de destruir a
sus enemigos. El gran peligro de esta carrera armamentista era que la capacidad bélica
acumulada era tal que podía provocar la destrucción de todo el planeta. El miedo a la
destrucción nuclear era expresado en el concepto de "destrucción mutua asegurada", cuya
sigla en inglés era MAD, que también significa "loco". Se resumía así el clima vivido durante la
primera fase de la Guerra Fría. Y como dijeron muchos observadores de la época, se trató de
un verdadero "equilibrio de terror".

Desde mediados de la década del 50, el fin del monopolio nuclear por parte de
los estadounidenses, el reemplazo de Truman por Dwight Eisenhower en la presidencia
y la muerte de Stalin abrieron el segundo período de la Guerra Fría, que se extendió
hasta el final de los años 70, denominado de coexistencia pacífica. En él se llevaron a
cabo numerosas negociaciones.
En efecto, los dos bloques entendieron la necesidad de organizar conferencias
internacionales sobre limitación de armamentos. La visita de Nikita Kruschev (sucesor
de Stalin) a los Estados Unidos en 1959 y la cumbre de París en 1960 supusieron la
primera aproximación entre las dos grandes superpotencias.
Si bien se supone que en este período primó la negociación, se vivieron
conflictos de máxima intensidad, como la crisis de los misiles en Cuba (durante el
gobierno de John F. Kennedy en los Estados Unidos), en 1962, y la guerra de Vietnam.
El despliegue de los misiles soviéticos en territorio europeo y la posterior
subida de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos en 1981 trajeron
consigo el último rebrote de la Guerra Fría (tercera etapa). De hecho, Reagan
respaldó la creación de un escudo espacial para proteger al territorio de los Estados
Unidos de los misiles soviéticos. Esta Iniciativa de Defensa Estratégica se denominó
popularmente "guerra de las galaxias"

2- EL BLOQUE ORIENTAL

 La Unión Soviética
Durante casi treinta años la política soviética estuvo dirigida por Josef Stalin,
quien controlaba el Partido Bolchevique, la administración y la policía del Estado.
Entre 1934 y 1938, el líder soviético emprendió una serie de depuraciones internas -
los juicios de Moscú-, en los que viejos dirigentes del partido bolchevique fueron
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obligados a confesar delitos, sufrieron la cárcel y la deportación a campos de trabajos
(los gulags), o murieron ejecutados.
Algunas de las características del estalinismo fueron: el abandono de la
democracia interna del Partido Bolchevique de tiempos de Lenin; la prohibición de las
discusiones colectivas; las restricciones a la libertad de desplazamiento de las
personas -la misma quedó sujeta a autorización estatal, incluso para cruzar las
fronteras hacia otros países de Europa del Este- y la fuerte presencia de la policía
política (KGB), como poderoso organismo de seguridad del Estado en todos los órdenes
de la sociedad. Así, el Estado socialista que debía fundarse sobre las relaciones
fraternales y el poder del proletariado, tuvo un desvío totalitario.
Durante el régimen estalinista la cultura quedó supeditada al Poder, se impuso la
censura en las obras científicas y literarias. El marxismo, en su versión oficial, fue
difundido en los manuales de enseñanza, y se adoptó una doctrina artística,
supuestamente superadora de la cultura decadente occidental, cuya influencia fue
rechazada. Los escritores soviéticos debían producir literatura realista y socialista,
con "héroes positivos". También se pretendió desarrollar una ciencia oficial que
demostraría ser superior a la de Occidente y que ignoraba la nueva física gestada allí.
Las obras de Albert Einstein estuvieron prohibidas durante mucho tiempo, hasta que
fueron rehabilitadas en 1959. También el psicoanálisis de Sigmund Freud.
Stalin proclamó su política de "construcción del socialismo en un solo país", y
su prioridad fue la realización acelerada de industrias básicas. Esta política dirigida
con objetivos de producción se cumplió con un costo elevado para los soviéticos. Fue
una industrialización forzada, planificada por el Estado, a expensas de la explotación
de campesinos y el sufrimiento de los pueblos de la URSS, que soportaron todo su
peso. También dispuso la colectivización forzosa de la tierra en inmensas granjas o
cooperativas agrícolas estatales (koljoses) y una colosal mecanización (cosechadoras y
tractores).
El líder soviético creó un poder a su medida y un culto público a su personalidad.
Hasta su muerte, en 1953, dirigió los destinos de la URSS durante la Segunda Guerra
Mundial, participó en las conferencias de los "aliados" y ordenó el bloqueo de Berlín
que dio comienzo a la Guerra Fría. Su sucesor, Nikita Kruschev, criticaría duramente
el militarismo y la cultura bélica creada por inspiración de Stalin; sostenía, en cambio,
la idea de que la guerra era evitable y que era posible la coexistencia pacífica con el
bloque Occidental.
Europa del Este -bajo la influencia de la URSS- estaba integrada por ocho
naciones: Polonia, Hungría, Albania, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, Checoslovaquia y
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Alemania Oriental. Este bloque de países -conocidos en Occidente como "países
satélites" de la URSS- estuvo bajo el poder de gobiernos comunistas o de alianzas de
partidos con predominio de los mismos. Tenían regímenes políticos de partido único. La
cooperación entre los llamados "países del socialismo real" tuvo lugar al integrarse al
Comecon, creado en 1949, en respuesta al Plan Marshall estadounidense, y al adoptar
el modelo soviético de economía planificada por el Estado. Sin embargo, la integración
dentro del bloque soviético no era voluntaria. Los socialistas húngaros se levantaron
contra el estalinismo en octubre de 1956, pero en noviembre de ese año su gobierno
fue masacrado por la llegada de los tanques soviéticos; miles de húngaros murieron en
lucha o fusilados, y decenas de miles se exiliaron.

 China. Se agranda el bloque oriental


Durante el período de máxima tensión de la Guerra Fría tuvo lugar un hecho que
preocuparía, y bastante, al bloque occidental: la Revolución China había triunfado y,
con ella, el bloque comunista crecía. Pero ¿cómo se había llegado a este suceso?
A comienzos del siglo xx, la aparente solidez de la monarquía imperial china
comenzó a resquebrajarse. En 1911, grupos revolucionarios nacionalistas y
antiimperialistas organizaron un Gobierno Provisional Republicano que obligó al
emperador a abdicar en 1912, tras lo cual se proclamó formalmente la República. A
pesar del cambio de sistema de gobierno, ni las estructuras socioeconómicas de la
sociedad china, ni el poder de los grupos tradicionales sufrieron grandes cambios.
En la década del 20, Chiang Kai-chek (líder del partido nacionalista chino o
Kuomingtang) llegó al poder gracias a la ayuda del ejército y de la burguesía.
Sus opositores, los comunistas, formaron pequeños grupos guerrilleros que
fueron el origen del Ejército Rojo. Entre sus miembros se encontraba Mao Zedong,
quien en 1931 fundó la República Soviética China en las montañas de Kiangsi, al
sudeste del país.
La invasión de Japón -que ocupó Manchuria en 1931 y siguió avanzando hasta
tomar Beijing- hizo que el gobierno y los comunistas se unieran para organizar la
resistencia. La guerra duró hasta la capitulación de Japón al final de la Segunda
Guerra Mundial, en 1945.
Durante la guerra, Mao se dedicó a preparar una revolución con los campesinos
como actores principales, ya que los obreros eran un grupo muy pequeño.
Al finalizar la guerra, con el campesinado, unos pocos trabajadores urbanos y la
pequeña burguesía, Mao se enfrentó a la clase dirigente, a la gran burguesía, a la clase
terrateniente y a las fuerzas del imperialismo, representadas por las empresas
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extranjeras. El ejército de Mao, junto Partido Comunista, peleó contra las fuerzas de
Chiang Kai-chek y la fuerza aérea estadounidense entre 1946 y 1948. En enero de
1949 la victoria fue de los revolucionarios. En octubre, en la plaza de Tiananmen, Mao
proclamó la República Popular China mientras Chiang Kai-chek se refugiaba en la isla
de Formosa (Taiwán), con la protección de los Estados Unidos. De este modo, el país
quedaba dividido en dos Estados: la República de China (o China Nacionalista), con el
mando de Chiang, y la República Popular China, con el control del Partido Comunista
encabezado por Mao.
La República Popular se basó en la adaptación de los principios de Marx y Lenin
a las particularidades de la realidad china (el denominado maoísmo) y en la adopción de
seis criterios esenciales: la unión de las distintas nacionalidades existentes; la
transformación hacia una sociedad socialista; la instauración de una dictadura popular
democrática; la imposición de un centralismo político; la dirección a cargo del Partido
Comunista y la búsqueda de una solidaridad socialista internacional.
La Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino -una especie de Asamblea
Nacional- nombró a Mao como presidente del consejo de gobierno y designó a Beijing
como capital. En 1954 se sancionó, además, la primera Constitución china, que tuvo
muchos puntos en común con la soviética. En su preámbulo establecía que China era "un
Estado de democracia popular, dirigido por la clase obrera y basado en la alianza entre
los obreros y los campesinos”.
El primer programa de gobierno, sin embargo, no era íntegramente comunista
sino que se trataba de un régimen de transición. Esta transición implicaba una alianza
de pequeños campesinos, intelectuales, obreros, pequeños propietarios y burguesía
nacional; la participación de todos los partidos y de todas las clases sociales en el
gobierno; una reforma agraria y la nacionalización de las actividades básicas, así como
la conservación de un amplio sector libre, en el que se respetaba a las empresas no
monopólicas.

 Las reformas económicas en la República Popular China


En su origen, la nueva República tuvo una economía mixta en la que funcionaba
un sector socializado) un sector libre y un sector intermedio: el de las cooperativas.
La reforma fundamental para lograr el sector socializado fue la reforma
agraria. Sin embargo, esta reforma no se llevó a cabo de modo completo para
salvaguardar la situación de los campesinos que más producían para el mercado. Por
eso solo se confiscaron los bienes rurales de los grandes propietarios y los de las
colectividades religiosas. Pero incluso los campesinos más ricos pudieron conservar las
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tierras que cultivaban y solo perdieron las que cedieron en arrendamiento. En cuanto a
los bosques, los lagos, las grandes plantaciones de té y algunas haciendas, quedaron en
propiedad del Estado.
Los beneficiarios de la reforma fueron los pequeños campesinos y los
asalariados. No obstante, la distribución no fue igualitaria sino que tuvo en cuenta los
intereses de la producción: aquellos que ya tenían ganado y herramientas para llevar a
cabo las tareas agrícolas recibieron una mayor cantidad de tierras que los demás.
No obstante, para la independencia y el mejoramiento del nivel de vida de China,
la reforma agraria no era suficiente: era necesario el desarrollo industrial. Para
lograrlo, se adoptó una política de socialización progresiva de los medios productivos y
se respetó cierto capitalismo privado. Solo se nacionalizaron los bancos y las empresas
claves.
El sector cooperativo, considerado el paso intermedio antes de la propiedad
colectiva, adquirió gran desarrollo en la pequeña industria, en el artesanado y en la
agricultura. Al principio, el sector se conformó como equipos de ayuda mutua para el
trabajo en común y, posteriormente, se transformaron en cooperativas de producción.
Pasados los primeros años de la Revolución China, la economía aún estaba lejos
de una colectivización integral. No obstante, el Estado ejercía una inspección
reguladora sobre sus sectores fundamentales. Como se admitía la necesidad de una
organización del desarrollo económico mediante la planificación a largo plazo, pronto
se pusieron en marcha los planes quinquenales.

EN PROFUNDIDAD
Los planes quinquenales
El primer plan quinquenal (1953-1957) tenía como objetivos la colectivización agraria
y la transformación de China en un país industrial. El desarrollo de la industria pesada y de los
bienes de producción (carbón, energía, acero y maquinarias) fueron los puntos más
importantes. Si bien la industrialización tuvo un gran avance en este período, fue difícil
mantenerlo en el largo plazo, ya que implicaba una importante migración del campo a la ciudad,
y grandes cantidades de dinero, que se obtenían mediante préstamos otorgados por la URSS.
El segundo plan quinquenal (1958-1962) aspiró a acelerar el ritmo marcado por el
primero. Apenas comenzado dicho plan, el gobierno lanzó el llamado "Gran Salto hacia
Adelante". Mediante la profundización de la colectivización, y utilizando la gran cantidad de
mano de obra disponible, China buscó igualar la producción británica de acero (símbolo de la
industria) sin depender de la importación de maquinarias. Los esfuerzos debían centrarse en
la instalación de pequeños hornos en las comunas populares. Este esfuerzo gigantesco -que se
realizó sin la suficiente capacitación de los campesinos y sin la tecnología adecuada, y que, por
15
lo tanto, dio como resultado un acero de baja calidad- fue realizado a la par que se llevaba a
cabo la colectivización forzada. Esta implicó la reagrupación de los campesinos chinos en
nuevas unidades de unas 5.000 familias cada una, donde la propiedad individual fue abolida.
Cada comuna tenía a su cargo una o varias tareas: producir acero, lograr la quintuplicación de
la producción agrícola, reforestar terrenos.
Durante esta etapa, el gobierno les exigía a las comunas cantidades cada vez mayores
de productos agrícolas, que se utilizaban para pagar la deuda con la URSS. Los jefes locales, a
su vez, para satisfacer al gobierno central, sobreexplotaban a los campesinos. En este
contexto, las malas cosechas que tuvieron lugar durante aquellos años provocaron una
catástrofe: la escasa producción tuvo que ser entregada en su totalidad a Beijing, dejando a
las comunas sin poder cubrir sus necesidades básicas. Así, la consecuencia más tristemente
recordada del "Gran Salto" es la Gran Hambruna china (1958-1961), en la que millones de
personas murieron por inanición.
El tercer plan quinquenal estuvo signado por los efectos de la Revolución Cultural.
Esta fue una campaña de reafirmación ideológica puesta en marcha en 1965. En ella se alentó
al ejército y a los jóvenes a condenar a todos aquellos cuyos actos se apartaban de los
lineamientos revolucionarios. La revolución cultural abrió una nueva etapa en la historia de
China, caracterizada por un igualitarismo riguroso, un fuerte rechazo al individualismo y al
elitismo intelectual.
El cuarto plan quinquenal (1971-1975) se caracterizó por la búsqueda de una mayor
descentralización en las administraciones provinciales y locales, que debían crear en sus
territorios los núcleos de las industrias de carbón, acero, abono, cemento y maquinaria
agrícola. En 1976, la muerte de Mao cambiaría el panorama.

3- EL BLOQUE OCCIDENTAL

 El Plan Marshall
A medida que las tensiones con la Unión Soviética aumentaban, el presidente
norteamericano, Harry Truman, y la clase dirigente de los Estados Unidos pensaban,
con mayor firmeza, adoptar una medida decisiva que evitara su pérdida de liderazgo
en Europa. Dos hechos político-militares contribuyeron a empujar a los Estados Unidos
a socorrer económicamente a Europa. El primero estaba dado por el debilitamiento del
poder británico en el Mediterráneo, el Golfo Pérsico, el océano Índico e incluso, en el
Pacífico. Los británicos ya no podían seguir asistiendo a griegos, turcos e iraníes
frente al acoso estalinista. Cada vez tenían menos recursos para mantener sus
numerosas bases en el Mediterráneo (Gilbraltar, Malta, Chipre, Libia y el Canal de
Suez). Flaqueaban en el Mar Rojo, Adén y en la India. La situación en China tampoco
era tranquilizadora: Hong-Kong había sido recuperada por los ingleses (luego de la
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guerra). Pero, hacia 1947, los ejércitos de Mao parecían incontenibles. La segunda
gran preocupación provenía de la constante expansión soviética en Europa occidental.
Nadie ignoraba que Italia contaba con un partido comunista fuerte y poderoso, y que
Francia, en menor medida, también. Hasta tanto había llegado su poder, que algunos
ministros de los gobiernos de coalición (gobiernos integrados por figuras de distintos
partidos políticos) italiano y francés pertenecían al partido comunista.
En marzo de 1947, Truman anunció su doctrina. Casi simultáneamente, el general
George Marshall (1880-1959), jefe de la diplomacia norteamericana, asistió a Moscú,
donde se realizaba una conferencia de ministros de Relaciones Exteriores de todos los
países aliados durante la guerra. En conversaciones con sus colegas occidentales,
Marshall advirtió que, de no mediar ayuda, Europa occidental podía caer bajo alguna
forma de dominación soviética.
En junio de 1947, Truman decidió enviar la ayuda, y el general George Marshall
se encargó de coordinarla. Las razones que llevaron a los estadounidenses a tomar esa
medida fueron esencialmente dos. La primera fue evitar que su propia economía,
después de la guerra se detuviera, e impedir que, por ausencia de demanda, bajara el
nivel de actividad industrial y laboral. Y a la vez, colocar las grandes sumas de capital
en créditos para contribuir a la recuperación de Europa. La segunda razón era evitar
la expansión soviética. En palabras del propio George Marshall: ... me pareció que los
soviéticos estaban haciendo todo lo posible para conseguir una completa quiebra en
Europa, estaban haciendo todo lo que ellos pensaban que podría crear una situación
turbulenta, [se debía] por lo tanto, contrapesar esa política negativa y restablecer la
economía europea.
En abril de 1948, Truman firmó el Programa de Recuperación Europea, se creó
la Administración de Cooperación Económica (EDA), organismo federal del gobierno
norteamericano constituido para centralizar la ayuda. Casi simultáneamente, se
constituyó en París, la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), para
que coordinara la distribución de la ayuda norteamericana. De ésta quedaron
excluidas, circunstancialmente, España y Finlandia por sus regímenes políticos
neofascistas y porque, durante la guerra, habían colaborado con Hitler. Diez y siete
mil millones de dólares, en forma de manufacturas y créditos, comenzaron a invadir
Europa.

LA AYUDA NORTEAMERICANA Y LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA DE EUROPA


Estados Unidos prestó ayuda económica, pero puso como condición la práctica de una
auténtica cooperación económica por parte de los países europeos que la recibirían. Los
17
norteamericanos apreciaron que, desde el mosaico de los pequeños mercados europeos
separados nada sería posible. Éste fue el punto de partida de la Organización Europea de
Cooperación Económica (OECE), creada en 1948, hasta llegar a la Comunidad Económica
Europea (CEE, en 1957) cuyo propósito fue construir un mercado único en Europa. Una de las
funciones más importantes de la OECE fue coordinar la distribución de la ayuda económica
norteamericana. La creación de la Comunidad Económica Europea en 1957, significó un gran
impulso para la economía y la integración de ese continente.

 El Macartismo en los Estados Unidos


Se llamó macartismo a la política de persecución ideológica que, hacia fines de
los años 40, se extendió sobre gran parte de la sociedad estadounidense. Sus víctimas
fueron todos aquellos que compartían ideas de cooperación social, de protección a los
sectores más necesitados de la sociedad, o quienes habían militado o mantenido algún
grado de relación con el partido comunista norteamericano. Incluso, algunos
fervorosos simpatizantes del New Deal de Roosevelt fueron objeto de todo tipo de
discriminaciones.
El macartismo no puede entenderse fuera del marco de la Guerra Fría
protagonizada por los Estados Unidos y por la Unión Soviética. En especial, a partir de
1947, cuando ese enfrentamiento se agudizó y llegó a una tensión extrema con el
triunfo de la revolución china y con el descubrimiento de la bomba atómica por los
soviéticos en 1949.
Dentro de ese marco, los sucesivos gobiernos norteamericanos manejaron la
situación política interna del país como si en éste se estuviese organizando una
gigantesca conspiración organizada por los comunistas. Esta actitud llegó a límites
inimaginables y grotescos en un país con tradición liberal y democrática, en los años
inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Comenzó una verdadera obsesión por exaltar los valores nacionales, sintetizada
en el espíritu individualista y aventurero del vaquero del Lejano Oeste difundida a
través de innumerables películas y series de televisión.
En este contexto, comenzó a desarrollarse la llamada caza de brujas, es decir,
la persecución a todas aquellas personas cuyos pensamientos fueran distintos de los
de sus denunciantes. El gran acusador de estos tiempos de posguerra fue el senador
republicano por Wisconsin, Joseph McCarthy, un político conocido en su ciudad por su
bajo nivel intelectual y sus maneras vulgares, que había tomado el tema del anti-
comunismo como modo de hacerse popular.
18
A partir de 1947, comenzó la persecución contra todo norteamericano
sospechado de comunista, entendiendo por comunista a toda persona que no aceptara
los valores tradicionales de la sociedad norteamericana. Se formaron dos comisiones,
una en la Cámara de Representantes (diputados) y otra en el Senado, las cuales
llamaban a declarar a distintas personalidades del mundo de la cultura. En 1951, el
Comité del Senado, presidido por McCarthy, comenzó a interrogar a gente que
desempeñaba actividades relacionadas con la cinematografía. Las causas de la elección
de la industria del cine como blanco de la campaña anticomunista fueron varias, entre
ellas, que muchos profesionales (directores, guionistas, actores) provenían de la
inmigración antifascista de posguerra y era necesario poner un cuidado especial en el
contenido de las películas, dada la enorme influencia ideológica del cine sobre las
masas. También por el efecto que provocaría en el público ver a algunas de sus
estrellas declarando ante el Comité que efectuaba esta investigación.
Se creó una especie de psicosis colectiva sobre la base del aparato de
propaganda y así, personas, revistas, radios y canales de televisión competían en
denunciar el pasado dudoso de tal o cual actriz, actor, escritor o director. De este
modo, surgieron las listas negras que impedían, a quienes figuraban en ellas, trabajar
en los Estados Unidos. A partir de entonces, toda persecusión ideológica se identifica
con el apellido del senador norteamericano.

 La Otan y el Pacto De Varsovia


La Guerra Fría fue protagonizada por dos grandes alianzas que aglutinaban a los
países más comprometidos con los Estados Unidos y con la Unión Soviética. El primero
lideró la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); y el segundo, el Pacto
de Varsovia.
La OTAN se formó el 4 de abril de 1949, en Washington. Estaba integrada
inicialmente por Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia,
Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Portugal y los Estados Unidos. En 1952, se
sumaron Grecia y Turquía, y dos años más tarde se incorporó Alemania Federal. Sus
objetivos eran la defensa colectiva de las libertades democráticas a través de una
estrecha colaboración política y económica. Su duración iba a ser de veinte años, pero
ha llegado hasta nuestros días con especial protagonismo, por ejemplo en la crisis de la
ex Yugoslavia durante 1999.
El Pacto de Varsovia se firmó el 14 de mayo de 1955 en la capital polaca. Se
integró con Albania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Rumania y la Unión
Soviética, un año después se sumó Alemania Oriental. Sus objetivos eran la ayuda
19
militar en caso de agresiones armadas contra algunos de sus integrantes y consultas
sobre problemas de seguridad y de política internacional. En realidad, se trataba de
una respuesta a la OTAN. Estas dos grandes alianzas se realizaron ante la necesidad
estratégica que planteaba un posible enfrentamiento bélico en el marco europeo. Pero
además por la imposibilidad económica y científica de que un solo país llevara adelante
los planes nucleares y espaciales que demandaba la carrera armamentista. La
organización interna de ambas alianzas generó un nuevo fenómeno, por lo menos para
el ámbito europeo: la pérdida, en muchos aspectos, de la soberanía, ya que las políticas
internacionales y militares de los países miembro estaba condicionada al acuerdo con
las direcciones de sus respectivas alianzas, incluso en los tiempos de paz. Pues la
movilización de tropas para entrenamiento y operaciones de rutina era decisión del
comando de la organización y no de los estados respectivos.
En el caso de la OTAN, por ejemplo, el Comandante Aliado Supremo en Europa
era la máxima autoridad militar de la alianza y ese cargo siempre fue ocupado por un
general norteamericano elegido por el Presidente de los Estados Unidos, con lo cual
los ejércitos de cada país eran controlados por la potencia más importante. En el
Pacto de Varsovia, ocurría lo mismo con respecto a la Unión Soviética. Estas
limitaciones de la soberanías de los Estados miembro generaron algunos problemas,
como la negativa de Francia a poner a disposición de la OTAN su flota del
Mediterráneo, en 1958, o la discusión generada entre Inglaterra y Estados Unidos en
1963, por la formación de una fuerza conjunta con misiles atómicos, cuyo riesgo
afectaba a los países europeos. En realidad, no sólo quedaban condicionadas las
fuerzas militares de cada país, sino también la economía y la política, ya que la
necesidad de mostrar la unidad ideológica dentro de los aliados frente al enemigo
común, llevaba a seguir los dictados de Estados Unidos o de la Unión Soviética, según
el caso.

 Japón en el Bloque Occidental


Al finalizar la guerra, Japón quedó bajo el gobierno militar de los Estados
Unidos, encabezado por el general Douglas Mac Arthur (1880-1964). La ocupación
norteamericana, a diferencia de lo que había sucedido en Alemania, fue unilateral, sin
la participación de la Unión Soviética ni de los otros aliados. Entre las primeras
medidas adoptadas, se realizaron procesos judiciales a los criminales de guerra, se
reformó la distribución de las propiedades agrícolas y se inició un proceso de
democratización. En 1946, se aprobó una nueva constitución basada en la de los
20
Estados Unidos y se dejó al emperador con muy poco poder real. A partir de 1949, se
inició el período de reconstrucción con la ayuda económica de los norteamericanos.
En 1955, los Estados Unidos impulsaron la llegada al poder del partido
Demócrata-Liberal japonés, con la minoritaria oposición del socialismo, ya que el
nacionalismo había prácticamente desaparecido como grupo de poder al finalizar la
guerra. La transformación de país semidestruido a potencia mundial, en el lapso de
veinte años, se debió a la necesidad de los Estados Unidos de tener una base
industrial para su participación en la guerra de Carea (1950-1953) primero y luego, en
la de Vietnam a partir de 1965, además de contar con un aliado anticomunista
incondicional en esa región. Por ese motivo, los Estados Unidos financiaron la
duplicación de la producción industrial japonesa entre 1949 y 1953.
Otro elemento por considerar para comprender la rápida transformación del
Japón, fue la aplicación del sistema de trabajo industrial, denominado toyotismo, con
el que se disciplinó a la clase obrera por medio de la propaganda, la organización de
sindicatos poco combativos, más cercanos a los intereses de las empresas que a las
necesidades de los obreros y a la represión.

 La Conquista del Espacio


También la competencia tecnológica -desarrollada en la carrera de armamentos
y la conquista del espacio- permitió a las dos potencias expresar su poderío. La
carrera espacial fue otro frente de la Guerra Fría. Los soviéticos se adelantaron a los
norteamericanos con el primer lanzamiento de un satélite artificial (el Sputnik I, en
1957) y luego el Sputnik II con el primer pasajero a bordo, -una perra llamada Laika-
que realizó una órbita alrededor de la Tierra. También los rusos enviaron el primer
hombre al espacio (Yuri Gagarín) en 1961. Los Estados Unidos crearon la NASA para la
exploración espacial y programaron, como meta, la llegada del hombre a la Luna,
propósito que lograron, en 1969, tres astronautas estadounidenses, en el Apollo 11.

 La carrera armamentista y el hambre en el mundo


Cuando los Estados Unidos arrojaron en Hiroshima la primera bomba atómica, el
6 de agosto de 1945 utilizaron como excusa la necesidad de emplear ese nuevo y
mortal invento para poner fin a la guerra. Sin embargo, para algunos observadores, el
hecho significó una demostración de fuerza para llamar la atención de quien todavía
era un aliado, pero que pronto se convertiría en el mayor enemigo: la Unión Soviética.
De esa forma, se inició la carrera armamentista que más fondos demandó a la
humanidad en toda su historia. Los Estados Unidos gastaban por año alrededor de 85
21
mil millones de dólares en su presupuesto militar, otro tanto hay que calcular para la
Unión Soviética, y a ellos hay que sumarles el presupuesto de los países aliados a cada
uno. A partir del desarrollo nuclear, los inventos se multiplicaron. En 1952, se probó la
primera bomba de hidrógeno (750 veces más poderosa que la arrojada en Hiroshima)
de los Estados Unidos, y un año más tarde lo hizo la Unión Soviética.
En 1957, se pusieron en órbita los primeros satélites artificiales. Como
consecuencia de este desarrollo, se impuso al mundo la necesidad de inversiones de
capital que superaron las posibilidades económicas de las potencias, lo que las obligó a
trabajar en conjunto con otros países. En el aspecto técnico, el avance fue
espectacular en las áreas de las comunicaciones, la electrónica y la cibernética. En lo
político y militar, el poderío alcanzado fue tan grande, que fueron imprescindibles
nuevos acuerdos, con el objetivo de mantener el equilibrio. Por otra parte, la
fabricación de armamentos militarizó a todos los países del mundo, ante la necesidad
de ubicar la producción. Esto fomentó el aumento del poder de los ejércitos, lo que
explica; en parte, la gran cantidad de gobiernos militares durante el período de la
Guerra Fría, sobre todo, en el Tercer Mundo.
La utilización de fondos para la carrera armamentista, incluso en los países
pobres, donde llegaban armas desde las grandes potencias, pero no alimentos o
medicinas, favoreció el crecimiento de la pobreza mundial. Mientras el hombre llegaba
a la Luna, en 1969, en Asia, África y en América aumentaban la mortalidad y la
desnutrición infantil.

¿QUÉ ES EL TERCER MUNDO?


Inicialmente, se utilizó el término "Tercer Mundo" para distinguirlo del "Primer Mundo",
compuesto por los países desarrollados del mundo capitalista, y del "Segundo Mundo"
integrado por los países del campo socialista. Para el economista Ismail Sabri Abdalla, el
Tercer Mundo: son todas las naciones que, durante el establecimiento del actual orden
mundial, no se convirtieron en ricas e industrializadas. La visión histórica es esencial para la
comprensión de los que es el Tercer Mundo, porque en definitiva éste es la periferia del
sistema producido por la expansión del capitalismo mundial.

 La política de los Estados Unidos hacia el Tercer Mundo en la posguerra


Una de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fue el nacimiento del
mundo bipolar: la Unión Soviética surgió como un centro con su propio espacio de
poder y los Estados Unidos, potencia indiscutida de la etapa, lideró el bloque
capitalista, conformado por las naciones de Europa y el Japón. La situación privilegiada
22
de los Estados Unidos le posibilitó a su Departamento de Estado diseñar una política
global sobre sus nuevas zonas de influencia que, debía abarcar tanto lo económico y
militar como las esferas políticas, ideológicas y culturales. En este sentido, participó
activamente en el diseño de políticas, prácticamente, en todos los países del Tercer
Mundo: desde Asia, pasando por África y América latina.
En los dos primeros continentes, la influencia se debía a la debilidad de las
potencias occidentales -sus aliados- que no podían trazar una política efectiva hacia
sus colonias asiáticas y africanas. Esa situación de los países metropolitanos implicó la
intervención norteamericana, activa o no, en su apoyo.
Mientras tanto, en América Latina, lo hizo por involucramiento directo, al
considerarla una zona de preocupación natural por sus cercanías político-geográficas.
Estas regiones fueron consideradas, políticamente, por el Consejo de Relaciones
Exteriores de los Estados Unidos como el “área grande”, que debía estar en función de
las necesidades norteamericanas, puesto que ellas eran el bastión de la defensa del
mundo occidental.

4- LA DÉCADA DE 1960: IDEAS CRÍTICAS Y REBELIÓN

La intervención de Estados Unidos en la guerra de Vietnam con su posterior


derrota en 1975 representó el acontecimiento más importante de la década de 1960,
no sólo por su amplia repercusión internacional, sino también porque cambió a la
sociedad norteamericana. Esta intromisión bélica sostenida por más de una década
generó movimientos masivos de protesta que movilizaron a medios universitarios, a
trabajadores y a las organizaciones afroamericanas.
En la década de 1960, la lucha de la comunidad negra contra el racismo y por los
derechos civiles se extendió rápidamente en los guetos de las ciudades del norte del
país y coincidió con la protesta estudiantil en las universidades. Así, en 1965, la
oposición a la guerra se convirtió en un movimiento de masas.
En 1968, el espíritu de rebelión se extendió también a Europa con la Primavera
de Praga (enero a agosto), la crisis en Polonia (marzo), el Mayo Francés. En América
Latina, el ejemplo de la Revolución Cubana marcaría la segunda mitad del siglo XX, no
sólo porque al desarrollarse en plena Guerra Fría transformó el orden impuesto por
Estados Unidos en el Caribe, sino también por su influencia política en todo el
continente.
Pese a la política exterior intervencionista que llevó a cabo Kennedy (1961-
1963) con el pretexto de la lucha anticomunista, ésta no fue lo suficientemente
23
agresiva para ciertos sectores del poder estadounidense. Las conclusiones de las
investigaciones oficiales sobre su asesinato en noviembre de 1963, no son
convincentes. Tras el magnicidio del presidente John Kennedy, sus sucesores Lyndon
Johnson (1963-1969) y Richard Nixon (1969-1974) profundizaron el intervencionismo
de su política exterior. En 1964, Estados Unidos intervino en Panamá, donde las tropas
norteamericanas reprimieron una manifestación de estudiantes panameños en la Zona
del Canal. En 1965, invadió Santo Domingo con el propósito de evitar "una segunda
revolución cubana" y presionó en la OEA para que los demás países acompañen la
intervención. Además Estados Unidos apoyó los golpes militares en Sudamérica; una
misión norteamericana colaboró con la captura y muerte del "Che" Guevara en Bolivia
(1967), y en 1973 intervino abiertamente en la caída del presidente socialista
Salvador Allende en Chile.

 La protesta de la comunidad negra en los Estados Unidos


Los "años dorados" de los que disfrutaron las clases media y alta
norteamericana al terminar la Segunda Guerra, con la prosperidad económica y el
boom del consumo, no se hicieron extensivos a la comunidad negra. Sus oportunidades
de empleo estaban relegadas, y la mayoría negra vivía en los estados sureños, donde
regía la política de segregación racial; la alternativa era emigrar a las grandes
ciudades del norte y concentrarse en los guetos. Sólo para cuestiones bélicas, el
gobierno había tomado medidas generales: en 1941 Franklin D. Roosevelt prohibió la
segregación racial en las industrias de guerra, y durante la guerra de Corea, su
sucesor Harry Truman tomó las primeras medidas contra la segregación de los
afroamericanos en el ejército y en la marina.
En esas décadas, las fronteras de clase y la condición racial coincidían
trágicamente en los Estados Unidos: 9 de cada 10 miembros de la población negra -
unos 22 millones- pertenecían a la clase obrera y constituían una minoría racial
segregada, incluso en los sindicatos. Sin calificación profesional, ocupaban los trabajos
más duros y menos remunerados, principalmente en el sector servicios (ascensoristas,
camareros, barrenderos, porteros, servicios postales, etc.). El malestar de la
comunidad negra se manifestó a través de los crecientes disturbios raciales y en la
conformación de movimientos masivos de protesta que se desarrollaron durante las
Presidencias de Kennedy, Johnson y Nixon.
24
 La segregación racial sureña
En todos los estados del Sur el racismo estaba institucionalizado. La doctrina
"iguales, pero separados" aprobada por la Suprema Corte en 1896, legalizaba la
separación de los servicios públicos para negros y blancos e imponía una segregación
obligatoria. Los estudiantes negros no eran admitidos en las escuelas para blancos y
los que deseaban continuar sus estudios tenían restringido el ingreso a las
universidades. En 1954 una disposición de la Corte Suprema estadounidense estableció
la integración escolar, pero esta medida no tuvo ningún efecto en los estados sureños.
El sistema de las escuelas segregadas para negros, ni siquiera respondía al principio de
"iguales pero separados" ya que no aseguraban la misma calidad que las instituciones
educativas para blancos.
Contaban con menos fondos e instalaciones, y estaban superpobladas. La
separación era estricta en los transportes urbanos (sólo podían utilizar los asientos de
atrás de los autobuses) y en los vagones-restaurantes del ferrocarril. En los edificios
públicos, los ascensores y lavamanos tenían carteles que indicaban su uso exclusivo
para blancos o negros. En las viviendas era usual que los contratos de alquileres
urbanos y de compra de propiedades tuvieran cláusulas racistas. Los comercios,
cafeterías, bares y bibliotecas públicas indicaban la exclusión de los negros con
letreros que estipulaban "blancos solamente". También las iglesias sureñas eran
segregadas.

 Martin Luther King y la lucha por la igualdad racial


El surgimiento de varios movimientos de protesta y la voz de los líderes negros
como Martín Luther King, Malcolm X, Stokely Carmichael y los Panteras Negras
expresaron desde distintas posiciones la resistencia a la segregación y al sistema de
opresión racial. Martin Luther King promovió la unión de las Iglesias negras sureñas,
un movimiento de inspiración religiosa y partidario de la no-violencia. King era pastor
protestante en la ciudad de Montgomery (Alabama), donde fundó la Conferencia de
Líderes Cristianos e impulsó la conquista de los derechos civiles para los miembros de
la comunidad negra en los estados sureños. La trayectoria pública de Martin Luther
King comenzó en diciembre de 1955, con el boicot de Montgomery, una campaña
organizada para eliminar la segregación en los medios de transporte urbano. En 1963,
King integró el comité organizador de la Marcha sobre Washington, que se transformó
en un hito de la lucha del Movimiento por los derechos civiles. También participó
activamente en el empadronamiento de la población negra para que ejerciera su voto
25
en el estado de Misisipi, el estado sureño más racista, y en la eliminación de los
humillantes letreros segregacionistas de los edificios públicos.
Estas expresiones de protesta activaron la acción del Ku Klux Klan que
defendía la supremacía blanca sureña. En el verano de 1964, fueron asesinados tres
jóvenes del Movimiento por los Derechos Civiles, hecho que conmocionó a la comunidad
negra.
Sin duda, Martín Luther King fue la figura más respetada del movimiento negro;
mantuvo audiencias privadas con los presidentes Kennedy y Johnson, y en 1964 recibió
el Premio Nobel de la Paz. Tenía una visión optimista acerca de la posibilidad de la
convivencia racial en la sociedad norteamericana; defendió la integración escolar,
residencial y laboral. Interpretaba que la cuestión racial era un problema jurídico y
que a través del Congreso y la reforma legislativa la comunidad negra obtendría
iguales derechos. En 1964 se debatió la Ley de Derechos Civiles que prohibía la
discriminación racial en los lugares públicos. La iniciativa contó con el apoyo del
presidente Lyndon Johnson, quien designó al primer juez negro de la Corte Suprema.
King se pronunció en contra de la guerra de Vietnam, padeció frecuentes
detenciones y varios atentados, y fue asesinado por un hombre blanco en 1968. Su
muerte desató una ola de disturbios e incendios en los guetos negros de todo el país.
En la década de 1960, los movimientos de protesta de la comunidad negra se
extendieron, de los estados sureños a los guetos de las ciudades del norte. La etapa
de la resistencia pacífica parecía llegar a su fin.

 La rebelión de los guetos negros


Malcolm X, líder del Movimiento de los Musulmanes Negros, dirigió su lucha en
el gueto de Harlem (en Nueva York). A diferencia de Martin Luther King, a quien
consideraba conciliador e integracionista, Malcolm X creía que la sociedad blanca
nunca concedería la integración plena a los miembros de la comunidad negra. Adoptó la
religión musulmana y culpó al hombre blanco por la degradación que sufría la
comunidad negra; consideraba necesario separarla de su influencia negativa. Su
liderazgo atrajo a los inmigrantes sureños desilusionados y a los jóvenes negros
confinados en los guetos urbanos de las grandes ciudades.
Las normas estrictas de la Nación del Islam ofrecieron un verdadero programa
de rehabilitación para los segmentos más bajos de los guetos, su rechazo a la cultura
blanca y el desarrollo autónomo de la cultura negra. La Nación del Islam prohibió la
entrada a los blancos en todos sus templos; fundó sus propias escuelas, centros
islámicos y comercios dirigidos por la comunidad religiosa. Alrededor de las mezquitas
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de las grandes ciudades, los musulmanes establecieron restaurantes, lavaderos,
almacenes, tiendas y hasta granjas en el Medio Oeste. Según Malcolm X, las reformas
legislativas no podían superar el racismo, tampoco se trataba de persuadir o de
remover la conciencia del blanco. Postulaba el separatismo total de la comunidad
afroamericana y la necesidad de fortalecer el nacionalismo: “revalorizar al negro ante
sí mismo” y las raíces africanas. Para simbolizar su nombre africano desconocido,
había reemplazado su apellido por una X. También el campeón mundial de boxeo,
Cassius Clay, cambió su nombre norteamericano por el de Mohammed Alí. Unos años
antes que Martin Luther King, Malcolm X fue asesinado mientras daba una conferencia
en Nueva York (1965).

 El Black Power
En la década de 1960, la expresión Black Power (Poder Negro) nació dentro del
Movimiento Estudiantil por los Derechos Civiles y se convirtió en el grito de los
jóvenes negros. La expresión tuvo un doble significado: desaprobaba tanto la idea de
la integración, como su alternativa nacionalista del separatismo negro.
Fundamentalmente, daba a la comunidad negra una conciencia positiva y una política
para sí misma: reclamar poder.
El Comité de Coordinación Estudiantil por la No violencia (SNCC) se formó en
1960, a partir de las protestas y sentadas estudiantiles en el estado de Carolina del
Norte. Tuvo un significativo atractivo para los jóvenes estudiantes negros nacidos en
los guetos, que accedieron a las universidades norteamericanas. El SNCC impulsó la
reforma de los contenidos de la enseñanza, para terminar con el complejo de
inferioridad y de "minoría negra", cuidadosamente instalado por la prensa blanca.
Reclamaba cursos de historia que cuestionaran el sistema de la supremacía blanca y la
cultura wasp (blanca, anglosajona y protestante) e introdujeran la verdadera historia
de la esclavitud en los Estados Unidos. Su líder, Carmichael, identificaba a los guetos
negros como "colonias internas" de los Estados Unidos, que debían liberarse, siguiendo
el proceso de descolonización de los pueblos africanos. Su libro Black Power fue
publicado en 1967. Carmichael luego se incorporó a los Panteras Negras y fue
candidato a Presidente en 1968. Los líderes del Black Power advirtieron que la
integración racial significaba la aceptación de la asimilación, debilitaba la identidad
negra (con ello, el orgullo de ser negro y el respeto del negro por sí mismo) y
prolongaba la dependencia de los blancos. Por otra parte, veían que la sociedad blanca
sólo estaba dispuesta a recompensar a unos pocos individuos, admitían una minoría de
negros que podían "conseguir posiciones" profesionales y buenos empleos. Sin
27
embargo, negaba el derecho de admisión a las mayorías afroamericanas que vivían en
los guetos.
En 1966 en el gueto negro de San Francisco (California) surgió el Partido
Pantera Negra (Black Panther Party). Dos jóvenes nacionalistas negros, Huey Newton
y Bobby Seale, fundaron el primer grupo de autodefensa para frenar la brutalidad
policial. Los Panteras comenzaron a ser conocidos públicamente por sus "patrullas
urbanas" en las calles de Oakland. Sus miembros adherían a la "revolución negra". Una
de sus primeras actividades fue la resistencia al reclutamiento y su participación
activa en el movimiento antibélico. Criticaron la alta proporción de muertes de
soldados negros "integrados" al ejército en Vietnam. Además denunciaron a Estados
Unidos como un país racista que nunca arrojaría bombas de napalm sobre una población
blanca, y que arrastraba a la minoría negra a una guerra para combatir en defensa del
sistema que favorecía a los blancos. Postulaban la alianza con los estudiantes blancos
politizados por la guerra de Vietnam y los movimientos de liberación del Tercer Mundo
(que propiciaban, por ejemplo, la descolonización del África Negra).
El Partido Pantera Negra fue percibido como un desafío al sistema de poder
norteamericano. En el contexto de la Guerra Fría, el movimiento fue acusado de
"antiamericano" por las agencias de inteligencia. En 1969, el director del FBI (Federal
Bureau of Investigations), John Edgar Hoover, calificó a los Panteras "como la mayor
amenaza a la seguridad interna del país".

 El Movimiento Hippie
El movimiento hippie, que en principio se desarrolló en los Estados Unidos, para
luego extenderse, fundamentalmente, a los países industrializados de Occidente, tuvo
su origen en las profundas alteraciones de la sociedad y en la cultura norteamericana
desde fines de la Segunda Guerra Mundial.
A partir de 1945, la generalización de políticas económicas de corte keynesiano,
basadas en el impulso del Estado a la demanda, junto con la organización del proceso
de trabajo en cadena (fordismo), que permitió elevar prodigiosamente la
productividad, permitió a los trabajadores acceder, como nunca antes, al mercado de
bienes de consumo durables: automóviles, electrodomésticos y vivienda.
El Estado de Bienestar aportó mucho al mejoramiento en las condiciones de vida de las
clases medias y populares. Estos sectores sociales dejaron de estar desocupados
gracias al pleno empleo e, incluso pudieron acceder a un sistema de seguridad social
garantizado por el Estado. El Estado de Bienestar transformó en servicios públicos lo
28
que antes eran consumos privados difícilmente accesibles para la mayor parte de los
trabajadores (sanidad, educación, etc.).
Fue en la década de los 50 cuando comenzó a apreciarse un cambio en la forma
de actuar de los jóvenes norteamericanos. El panorama social con el cual comenzaron
los 50 no era demasiado atractivo; las esperanzas de libertad y justicia habían
naufragado, y habían sido reemplazadas por la intolerancia macartista, la Guerra Fría,
e incluso por nuevas guerras, como la de Corea.
La protesta juvenil se fue incubando dentro de una sociedad que, en pocos años,
experimentó notables transformaciones en sus formas de organización. Los 60 fueron
años de gran prosperidad económica. De 1963 a 1970, se incrementó notoriamente la
producción industrial y la de los alimentos, el carbón, la metalurgia básica, los
productos agrícolas y la gasolina. Se ingresó así en una etapa de consumo de masas.
Artículos privativos, hasta ese momento, de una minoría, se abarataron. Fue el caso
del automóvil, del teléfono y de los electrodomésticos, que comenzaron a constituirse
en símbolos del status personal.
Al mismo tiempo que se producía una explosión demográfica, la institución
familiar sufrió una fuerte crisis. La familia dejó de ser el núcleo de contención
afectiva que siempre fue, porque los valores deseables se comenzaron a buscar fuera
de ella. En los 60, cobraron fuerte impulso dos grandes movimientos: el de liberación
femenina, y el de la lucha contra la discriminación racial. En este marco, millones de
jóvenes comenzaron a ensayar experiencias no convencionales. Consideraban mediocre
y aburrido el mundo e iniciaron incursiones hacia la naturaleza y la vida espiritual. A
este fenómeno se lo denominó movimiento hippie.
Junto con los cambios registrados en la familia, la rebelión juvenil coexistió con
la llamada revolución sexual. En los 60, la difusión masiva de las píldoras
anticonceptivas, junto con las grandes transformaciones operadas en las conductas
sociales, facilitaron un cambio profundo en las relaciones sexuales. A los hippies no les
interesó transformar la sociedad, pretendían crear una sociedad nueva.
Retirándose de una sociedad a la que condenaban, los hippies se reunieron en
comunas, constituidas como organizaciones libres y sin jerarquías, en contraposición
con la sociedad burguesa. Los valores básicos eran la tolerancia y el amor.
Fue en el rock que el movimiento hippie encontró un modo de expresión. Se
realizaron gigantescos festivales, como el de Woodstock en 1969, en el cual se
reunieron, durante tres días, medio millón de jóvenes. Durante la década del 60, el
inconformismo hippie se manifestó, entre otras cosas, en la oposición de los jóvenes, a
la guerra de Vietnam.
29
5- LA GUERRA DE VIETNAM (1964-1975)

 Los conflictos en Indochina


Durante la Segunda Guerra Mundial, la colonia francesa de Indochina fue
invadida por los ejércitos japoneses. En 1945, tras la capitulación nipona, el Vietminh -
un movimiento armado de resistencia anticolonialista- proclamó la independencia de la
República Democrática de Vietnam, más conocida como Vietnam del Norte. Ha Chi
Minh (1890-1969), líder de la resistencia y político comunista, fue designado
presidente del nuevo Estado y estableció su sede de gobierno en la ciudad de Hanói.
Al finalizar la guerra, Francia recuperó el control sobre la región sur de su
colonia y no aceptó la existencia de un Estado independiente en el norte. En
consecuencia se inició la Primera Guerra de Indochina (1946-1954), que enfrentó a las
fuerzas del Vietminh contra el ejército francés. El 8 de mayo de 1954, la lucha
concluyó cuando las fuerzas del Vietminh tomaron Dien Bien Phu, principal base militar
francesa ubicada en el noroeste del país.
De inmediato, los delegados de Vietnam del Norte, Vietnam del Sur, Francia, los
Estados Unidos, Gran Bretaña, la China y la Unión Soviética se reunieron en la
Conferencia de Ginebra con el propósito de discutir el futuro de Indochina y estipular
el nuevo equilibrio de fuerzas en Extremo Oriente. Los acuerdos más importantes que
se establecieron fueron:
 la división de Indochina en tres Estados independientes: Laos, Camboya y
Vietnam;
 la partición temporal de Vietnam en dos regiones, una al norte, bajo régimen
comunista, y otra al sur, con sistema capitalista; y la celebración de un
referéndum para definir la reunificación de Vietnam en el plazo de dos años.
En 1956, Vietnam del Sur, protegida por los Estados Unidos, se negó a convocar
a ese referéndum y los acuerdos de paz se desintegraron. En este contexto una nueva
agrupación armada nacionalista, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur
(más conocido por su abreviatura, Vietcong), organizó insurrecciones en el sur del
territorio respaldadas por el gobierno de Ho Chi Minh. Entre 1956 y 1975, se
desarrolló la Segunda Guerra de Indochina o Guerra de Vietnam, que enfrentó él
Vietnam del Norte y el Vietcong contra el gobierno de Vietnam del Sur. Esta guerra
estuvo signada por la presencia creciente de tropas estadounidenses, que a fines de la
década de 1960 llegaron a sumar más de un millón de hombres, y el bombardeo
sistemático de Vietnam del Norte.
30
 La Guerra
El conflicto que más protestas despertó en el bloque occidental fue la guerra
de Vietnam (1964-1975). El rol hegemónico dentro de su bloque, la teoría de la
contención y el interés de las empresas estadounidenses que tenían bajo su control la
explotación de materias primas en Vietnam, llevaron a los Estados Unidos a
inmiscuirse en una guerra que, contrariamente a lo esperado, resultó un fuerte golpe
para su liderazgo. Esta guerra fue, en realidad, una continuación de la guerra de
Indochina, en el marco de la Guerra Fría. Como leíste anteriormente, en 1954, se
independizaron Camboya, Laos, Vietnam del Norte (comunista) y Vietnam del Sur (pro-
occidental).
El régimen de Vietnam del Sur (con capital en Saigón) se caracterizó por la
corrupción, los métodos dictatoriales y los problemas económicos y sociales. Para
oponerse a ello surgió la guerrilla del Frente de Liberación Nacional (FNL), conocida
como Vietcong.
El gobierno vietnamita del norte (con capital en Hanoi) se organizó con la
dirección de Ho Chi Minh, quien impulsó la reconstrucción económica del país y una
radical reforma agraria. Este gobierno, además, comenzó a ayudar al Vietcong con
provisiones y armas.
En un clima de enfrentamiento cada vez más agudo, hacia 1960, el FLN y
Vietnam del Norte recibieron recursos bélicos, pilotos y técnicos de la URSS y de la
China de Mao, en tanto que el presidente estadounidense John F. Kennedy envió
asesores militares a Vietnam del Sur para instruir a las tropas. En agosto de 1964, dos
confusos incidentes en los que se enfrentaron destructores estadounidenses y lanchas
torpederas de Vietnam del Norte, provocaron el enfrentamiento. Lyndon B. Johnson,
sucesor de Kennedy, ordenó atacar a la flota norvietnamita y en marzo de 1965
desembarcaron los primeros marines en Vietnam del Sur.
El gobierno estadounidense presentó el conflicto como una cruzada del “mundo
libre” contra el totalitarismo y, de este modo, consiguieron que varios países enviaran
tropas o contribuyeran con suministros y equipamiento médico. En 1967 el gobierno
estadounidense comenzó a percibir que la guerra tal vez no iba a concluir con una
victoria. En octubre de ese año, 200.000 manifestantes reclamaron la paz frente al
Pentágono, en Washington.
La Guerra nunca fue formalmente declarada, a pesar de ello, el Capitolio
autorizó, los cada vez más abultados, gastos de defensa. A lo largo de las Presidencias
de Kennedy, Johnson y Nixon se movilizaron millones de soldados para cumplir un año
de servicio militar en Vietnam, ya que el gobierno solo podía enviar conscriptos al
31
extranjero por no tratarse de una guerra declarada. EE.UU. también reclutó soldados
en los territorios de Puerto Rico, Guam, y Filipinas. En 1968 la cantidad de tropas
estadounidenses en Vietnam alcanzó su máximo: 500.000 hombres. Estados Unidos
bombardeó fábricas, vías férreas, puentes y depósitos de combustible de Vietnam del
Norte, en la ofensiva conocida como "Operación Trueno Arrollador", que pretendía
cortar la llamada "ruta Ho Chi Minh", mediante la que se facilitaban armas a los
comunistas del sur.
En 1968 los norvietnamitas y el Frente de Liberación Nacional lanzaron la
llamada Ofensiva Tet (Año Nuevo vietnamita) en las ciudades de Vietnam del Sur:
80.000 soldados del FLN atacaron la embajada y casi todas las bases
norteamericanas, además de las ciudades más importantes de Vietnam del Sur,
incluyendo Saigón. Este avance manifestó la voluntad de resistencia del pueblo
vietnamita y contribuyó a derribar el mito de Estados Unidos como potencia
invencible. En 1969, murió Ho Chi Minh, el legendario líder vietnamita que había
luchado contra los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, contra el colonialismo
francés y contra la invasión estadounidense a su país.
El nuevo presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, extendió los ataques
a Laos y Camboya, países a los que bombardeó para interrumpir las líneas de
abastecimiento del Vietcong. Finalmente, y ante la falta de resultados satisfactorios,
en 1973, se acordó la retirada de las tropas estadounidenses. Los comunistas, por su
parte, tomaron el poder en Laos y Camboya, y Vietnam fue unificado y convertido en la
Republica Socialista de Vietnam desde 1976.

EN PROFUNDIDAD
De estrategias diversas y armas temibles
La estrategia norteamericana comenzó con una incomprensión del conflicto que enfrentaba: se
la consideró una guerra tradicional, con batallas en campo abierto y victorias rápidas. Sin
embargo, todo resultó completamente distinto. La estrategia norvietnamita, en tanto, evitó
los combates en campo abierto –en los que la artillería norteamericana era temible- y
privilegió el movimiento constante con ataques sorpresivos, trampas y emboscadas. Los
vietnamitas se escondían con facilidad en su medio ambiente y utilizaban un sistema de
túneles mediante el cual se desplazaban, por lo que a los soldados norteamericanos se les
complicaba mucho dar con los comunistas y defenderse de ellos. Pensando que los campesinos
refugiaban a los guerrilleros y les daban información para sus ataques, se portaban
brutalmente con la gente de las aldeas y en ocasiones llevaban a cabo feroces represalias,
como la “Matanza de My Lai”. Además de los bombardeos y el uso de ametralladoras,
granadas, minas y cohetes, los estadounidenses emplearon armas químicas como los
32
defoliantes o “agentes naranjas”. Este último no solo buscaba destruir la vegetación de la
selva en la que se refugiaba el enemigo sino, también, destruir los sembrados, y privar así a los
survietnamitas de alimentos. Su utilización provocó graves daños medioambientales y miles de
víctimas entre los civiles vietnamitas y entre los propios soldados estadounidenses que no se
habían retirado a tiempo de las zonas rociadas. A largo plazo, su efecto aun podía verse en los
campesinos: esterilidad, malformaciones en los recién nacidos… Desde 1965 también se utilizó
masivamente el napalm (gasolina gelatinizada), un arma incendiaria barata y que podía ser
arrojada fácilmente desde aviones comunes.

 La oposición a la guerra
En Estados Unidos, la creciente disconformidad con la guerra de Vietnam
comenzó a manifestarse en los campus universitarios, en el envío de petitorios y
cartas al Congreso, protestas en los centros de reclutamiento, en bases del ejército y
en los puertos de partida a Vietnam (San Diego y San Francisco, en California). En
1970, cuando el presidente Richard Nixon comenzó la invasión a las fronteras de
Camboya, desencadenó una nueva ola de protestas en Estados Unidos.
El movimiento de oposición y la huelga general en los colegios y universidades
sacudieron al gobierno con la mayor manifestación estudiantil de toda la historia
norteamericana. La canción de John Lennon, Dale una oportunidad a la paz (Give
peace a chance), se convirtió en el himno de una generación que se opuso a la guerra.
Pero la expresión más clara de desacuerdo fue la deserción y la resistencia al
reclutamiento. Los jóvenes que se negaban a ir a Vietnam huían a Canadá o a Europa, o
quemaban sus tarjetas de reclutamiento públicamente. Así, unos 500.000 se
convirtieron en transgresores de la Ley del Servicio Militar al no alistarse (una forma
de desobediencia civil), como el campeón mundial de boxeo Muhammad Alí. Recién
fueron amnistiados en 1977, durante la Presidencia de Jimmy Carter. Cientos de
jóvenes que regresaron de la guerra se pusieron al frente de las protestas pacifistas
y optaron por la devolución simbólica de sus medallas en el Capitolio. Otro tanto
ocurría en Vietnam: la desmoralización de las fuerzas inmovilizadas en los pantanos,
que enfrentaban las enfermedades, las selvas desconocidas y la hostilidad de las
poblaciones, también se manifestó en la deserción, en el consumo creciente de drogas
(el 25 por ciento de las tropas estadounidenses utilizaba heroína) e incluso en el
asesinato de oficiales impopulares. Durante la guerra murieron casi 60.000
norteamericanos.
La guerra de Vietnam fue la primera televisada (living room war), una guerra
librada "en directo" en todos los hogares de Estados Unidos. Algunos han interpretado
que el papel de la televisión y su cobertura hasta el punto de saturación, hizo que la
33
opinión pública adoptara una postura antibélica. Este precedente sería una de las
razones por la que los medios sufrieron una estricta censura militar durante
conflictos posteriores, como la guerra del Golfo.

6- CRISIS Y REESTRUCTURACIÓN DEL SISTEMA CAPITALISTA

A partir de 1973, la crisis del petróleo reavivó los temores producidos por el
recuerdo de la crisis del 30. Ante la caída de la producción, del consumo y del
crecimiento económico en general y frente a la reaparición de altos porcentajes de
desocupación, el aumento de la pobreza y la inestabilidad de las variables económicas,
se prefirió hablar de recesiones menores y momentáneas.
Las causas de esta grave crisis, que se prolongó hasta la década del noventa,
fueron explicadas de diferentes formas: por la crisis del petróleo (aumento del precio
de dicho producto), por los avances tecnológicos que provocaron desocupación y hasta
por la creencia de que los salarios habían aumentado demasiado. Es decir, se trató de
una crisis provocada por el funcionamiento del propio sistema capitalista: después de
más de veinte años de crecimiento sostenido se produjo un estancamiento y los
empresarios -para no dejar de ganar tanto- transfirieron la disminución de sus
ganancias a los otros sectores de la sociedad: los trabajadores, el Estado, etc. La
crisis fue causada por la propia estructura del sistema, influida por causas
coyunturales, como las mencionadas anteriormente.

 El Petróleo: Guerras y Crisis Energética


Durante la década del 60, los Estados Unidos atravesaban una importante crisis
económica, debido a la gran inflación y al bajo crecimiento generado por las
dificultades afrontadas durante la guerra de Vietnam.
En 1971, el presidente norteamericano Richard Nixon tomó una serie de
medidas, entre las que se encontraba la devaluación del dólar. Esta devaluación
perjudicó, entre otros, a los países exportadores de petróleo.
En efecto, el mundo occidental industrializado -que basaba gran parte de su
producción en la utilización del petróleo como fuente de energía- importaba este
combustible de los países árabes de Medio Oriente.
Ante la devaluación del dólar, estos países exportadores comenzaron a percibir
una disminución de sus ganancias. Ante esta situación, la OPEP (Organización de los
Países Exportadores de Petróleo) amenazó con aumentar el precio del crudo.
34
La gota que rebasó el vaso fue la ayuda de los Estados Unidos a Israel en su
conflicto con los países árabes durante la guerra de Yom Kippur (la cuarta guerra
árabe-israelí).
Una rama de la OPEP, conformada por los países árabes, decidió aumentar en un
70% el precio del barril y disminuir en un 5% la producción mensual. Además,
impusieron un embargo a la exportación de petróleo hacia los Estados Unidos y luego
hacia otros países occidentales.
La crisis se manifestó, en primer lugar, en una desaceleración de las tasas de
crecimiento del PBI: entre 1973 y 1981, el crecimiento anual del PBI de los países
industrializados fue del 1,9%, alrededor de la mitad de las tasas de crecimiento del
período 1945-1973.
En segundo lugar, en esos países se produjo un importante aumento de las tasas
de inflación, que alcanzaron un promedio anual del 6,7%.
En tercer lugar, se manifestó un sostenido incremento de las tasas de
desempleo. El pleno empleo había sido uno de los logros centrales de las políticas
económicas de los gobiernos de los países industriales de la segunda posguerra. Sin
embargo, la crisis económica de la década de 1970 abrió un período de altas tasas de
desempleo en los países industrializados, sobre todo en los europeos.
Este conjunto de problemas puso en dificultades a una gran cantidad de
empresas. Los gobiernos de los países industriales subsidiaron amplios procesos de
reconversión industrial que, en muchos casos, implicaron el cierre de empresas y hasta
de sectores industriales ineficientes en términos internacionales.
Ante la crisis, los gobiernos privilegiaron la contención de la inflación y la
mejora de sus estructuras productivas por sobre los gastos sociales, erosionando las
bases de los Estados de bienestar. En realidad, la combinación de un bajo crecimiento
y un alto desempleo puso en aprietos a los Estados, que debían enfrentar un aumento
de las demandas de asistencia social en un contexto de reducción de los recursos
fiscales.
En este marco, las ideas keynesianas que habían orientado las políticas
económicas de los países capitalistas industriales fueron objeto de fuertes
cuestionamientos.
Por otra parte, y aunque gradualmente, surgió una preocupación por el ahorro
energético entre las empresas privadas y los gobiernos, que fue positiva.
Por otro lado, los países miembros de la OPEP aumentaron considerablemente
sus ganancias, a las que se denominó "petrodólares". Esa enorme masa de dinero salió
de los estados árabes para incorporarse al sistema financiero occidental, que comenzó
35
a ofrecer préstamos a cualquier país que los solicitase. De esta forma, la mayoría de
las naciones en vías de desarrollo se endeudaron creyendo que pronto se recuperarían
de la "momentánea" crisis. En los años 80, este endeudamiento estalló cuando México
declaró la imposibilidad de pagar sus créditos.
Los países árabes conocieron una prosperidad nunca antes alcanzada, pero que
no sirvió para el mejoramiento sustancial de la mayoría de sus habitantes, sino para el
enriquecimiento de las minorías gobernantes. Por otra parte, compraron gran cantidad
de armamentos, recalentando aún más la región, donde históricamente los problemas
religiosos y raciales cada tanto estallaban en conflicto. Pronto surgieron incidentes
con Israel, la revolución iraní, las guerras entre Irán e Irak y la del Golfo.
Otro país que se benefició con la crisis fue la URSS, ya que contaba con
grandes reservas de petróleo que exportaba con enormes ganancias.
Desgraciadamente, gran parte de esos beneficios fueron utilizados para la carrera
armamentista.

 El Neoliberalismo y el Fundamentalismo del Mercado


Frente a la crisis iniciada en 1973, producto de la disminución de las tasas de
ganancias de las grandes empresas, se empezaron a cuestionar las ideas keynesianas
de intervencionismo estatal. El Estado, según los críticos, gastaba demasiado y era
eso lo que generaba la crisis, por lo tanto había que reducirlo. El keynesianismo
aseguraba que frente a la crisis había que seguir aumentando el poder adquisitivo de la
gente para aumentar el consumo y la producción, y por lo tanto, mantener el pleno
empleo, aunque eso generara una inflación controlada y disminuyera las tasas de
ganancias de los industriales. Los neo liberales decían que el aumento de las ganancias
era el único motor de la economía y por lo tanto se debían reducir los costos volviendo
al liberalismo tradicional con la reducción del Estado, disminución de los salarios y
eliminación de los puestos de trabajo innecesarios. En el enfrentamiento entre ambas
tendencias contrapuestas triunfaron los neoliberales.

 El Monetarismo
El monetarismo fue una de las expresiones neoliberales para afrontar la crisis
de los setenta. A pesar de defender la libertad en sus postulados teóricos, fue
aplicado por primera vez bajo la sangrienta dictadura militar de Augusto Pinochet, en
Chile, a partir de 1973. El modelo, que tuvo su origen en la Escuela de Chicago,
limitaba el papel del Estado a la emisión de moneda y al control de la oferta de dinero,
36
y renunciaba a todo papel de intervención económica. Por lo tanto, el crecimiento de la
economía del país pasaba a depender enteramente de la actividad privada.
El papel del Estado, protagónico en los años de mayor crecimiento de la
economía mundial (1950-1973), pasaba a un segundo plano produciendo consecuencias
sociales, como el crecimiento de la desocupación, el abandono de las coberturas
sociales, etcétera. Dicha política puso la economía al servicio del mantenimiento del
equilibrio de las variables económicas, en desmedro de su verdadero objetivo que era
el de mejorar las condiciones de vida de los seres humanos.

 La experiencia de Margaret Thatcher y Ronald Reagan


Siguiendo la tendencia neoliberal, Inglaterra inició con los gobiernos de la
primer ministro Margaret Tatcher (1979-1990) una serie de reformas que propiciaron
el renunciamiento del Estado a intervenir en los problemas económicos y sociales.
Privatizaciones, disminución de prestaciones sociales y del empleo público fueron
algunas de las medidas adoptadas por el gobierno. Mientras los despidos, la reducción
de los salarios y el empeoramiento de las condiciones de trabajo fueron aplicadas por
el sector privado. La fuerza de los sindicatos disminuyó frente a la crisis y a la
pasividad del Estado.
Inglaterra recuperó su economía, pero con el costo de tener el mayor
desempleo de su historia. A este modelo, donde prevalecía el mejoramiento de las
variables económicas sobre las condiciones de vida, pronto se lo conoció como
"thatcherismo", cuando en realidad se volvía al capitalismo clásico.
En los Estados Unidos, bajo la administración de Ronald Reagan (1980-1988) se
aplicó un modelo similar. Sin embargo, dado el poderío económico de este país, si bien
aumentó la desocupación y gran cantidad de pequeñas y medianas empresas cerraron,
las peores consecuencias recayeron sobre los países de su área de influencia, como los
de América latina.
A pesar de la defensa de la libertad de mercados, propugnada por los Estados
Unidos y Gran Bretaña, ambos mantuvieron estrictos controles aduaneros para
proteger sus producciones, cayendo en una contradicción que fue cuestionada por los
otros países que se vieron afectados.
Con el triunfo de los postulados neoliberales, comenzó a mediados de los 70 en
todo el mundo la crisis del Estado benefactor tal como había sido concebido por
Keynes, es decir, interviniendo activamente en la economía, no sólo como ente
controlador, sino como generador y distribuidor de riqueza. Esta situación hacía que
los presupuestos estatales fueran muy elevados, lo cual fue muy criticado por los
37
economistas, cuando a partir de 1973, disminuyeron las ganancias de las grandes
empresas, debido a que el ritmo de crecimiento del mercado no podía ser infinito y
sufría altibajos. Creyeron encontrar en la reducción de los gastos del Estado la
solución a la crisis.
A partir de entonces, los Estados, sobre todo desde los años 80, comenzaron a
aplicar planes de ajuste, y recortes presupuestarios en áreas como salud y seguridad
social, generando como principal consecuencia el aumento de la desocupación, ya que a
los despidos producidos por el propio Estado, se sumaban los de las empresas privadas
que soportaban la baja de sus ventas por la disminución del poder adquisitivo de los
trabajadores.
Otra consecuencia de esta política fue la privatización de todas las áreas que
hasta ese momento pertenecían al Estado, como así también la suspensión o el cierre
de servicios que, si bien cumplían una importante función social o de desarrollo,
dejaban de funcionar por ser deficitarios económicamente, como por ejemplo los
transportes o servicios educativos y sanitarios.
Con el desmantelamiento del Estado de bienestar y su papel regulador de las
relaciones entre trabajadores y empresarios, los sindicatos perdieron su poder
negociador ante las medidas neoliberales. El empobrecimiento de los trabajadores, el
cierre de empresas y la creciente desocupación, obligaron a los que estaban en
actividad a aceptar las nuevas condiciones de "flexibilización'' laboral. Éstas
consistían en la reducción de los salarios o el empeoramiento de las condiciones de
trabajo de los obreros para disminuir el costo del trabajo y así poder mantener o
mejorar el nivel de ganancias de los empresarios.
Excusados en que los gastos del Estado generaban inflación, se aplicaron
tremendos ajustes que terminaron con la combatividad de los trabajadores, que
aceptaban cualquier reducción ante la posibilidad de perder su empleo. Por otra parte,
la alta tecnificación de la industria trajo, entre otras consecuencias, la mayor
especialización de obreros y empleados con trabajo relativamente estable, pero
generó además de una gran desocupación, un tipo de trabajador en condiciones de
suma inestabilidad laboral, con trabajos sencillos y temporales.
El desempleo aumentó el número de trabajadores marginales o informales, con
trabajos artesanales de producción o de reparación, pequeños comercios y servicios
alternativos, como por ejemplo de transportes o seguridad. En definitiva, se
diferenciaron dos grandes tipos de trabajadores: unos muy especializados trabajando
en empresas que ofrecían cierta estabilidad al personal con mayor capacitación, y los
trabajadores "flexibilizados" con una gran inestabilidad laboral o directamente
38
desocupados. Evidentemente esta diferenciación hacía difícil una demanda unificada
de los trabajadores, porque mientras unos pedían empleos estables, otros hacían lo
imposible por no perder los suyos.

7- EL BLOQUE SOCIALISTA: CRISIS Y CAÍDA

Los comienzos de la década del setenta fueron aparentemente afortunados


para la URSS y los países comunistas de Europa central. La crisis petrolera favoreció
a la URSS por ser ésta uno de los más importantes productores de petróleo. Los
millones de dólares que ingresaron gracias a las exportaciones petroleras permitieron
aumentar las importaciones del Occidente capitalista y postergar reformas
necesarias. A su vez, las sumas incalculables de dólares de la OPEP comenzaron a
estar al alcance de aquellos países que lo requirieran, y, a través del sistema bancario
internacional en forma de créditos, la URSS accedió a ellos. Ante la inactividad del
Comecon (Consejo de Asistencia Económica Mutua), algunos países socialistas de
Europa central también se endeudaron. De este modo, Europa del Este importó cada
vez más capitales y tecnología de Occidente.
A partir de 1975, la URSS, bajo la conducción de Leónidas Brezhnev, aprovechó
la crisis coyuntural que afectaba la economía de las principales potencias de
Occidente, incorporando a la órbita soviética a estados tan lejanos como los de
Vietnam, Laos, Angola, Mozambique, Etiopía, Yemen del sur, Camboya, Nicaragua y
hacia 1979, luego de su invasión, Afganistán. Ese panorama, supuestamente favorable,
llevó a Brezhnev a pretender igualar la superioridad en armamentos que poseían los
Estados Unidos, lo cual requería de un esfuerzo que la URSS no estaba en condiciones
de hacer.
A comienzos de la década de los 80 la situación cambió y se tornó cada vez más
desfavorable para la URSS. Ya en 1977, la situación en el Cercano Oriente había
sufrido un vuelco espectacular, cuando el presidente egipcio Sadat, olvidando las
buenas relaciones que su antecesor Nasser había mantenido con la Unión Soviética,
buscó un acercamiento con los Estados Unidos y un año después firmó los acuerdos de
Camp David, comenzando una política de entendimiento con Israel.
Por la misma época, el socialismo reapareció en distintos países europeos, e
incluso llegó al gobierno. Así lo hicieron Mario Soares en Portugal (1976); Francois
Mitterrand, en Francia (1981) y Felipe González, en España (1982). Sin embargo, el
hecho de que fueran electos partidos socialistas no significaba el triunfo del
comunismo. Dentro del comunismo europeo comenzó a expresarse una fuerte división.
39
Algunos de sus partidos anunciaron la intención de maniobrar independientemente de
Moscú.
A la URSS comenzó a costarle demasiado caro mantener su condición de
superpotencia. Con un producto nacional bruto de un tercio del de los Estados Unidos
debía atender a las tropas estacionadas en Europa Oriental, la frontera China, el
arsenal nuclear, la carrera misilística y espacial, el cuerpo expedicionario soviético en
Afganistán y conceder ayudas económicas indispensables a sus aliados políticos, que
últimamente habían aumentado.
Sin embargo, esto no era lo peor. El más agudo problema se encontraba en una
economía que, lejos de alcanzar a la estadounidense, acentuaba aún más su retraso, y
en una política social que en lugar de avanzar hacia un distribucionismo más equitativo,
como correspondería a un régimen comunista, profundizaba las desigualdades entre el
trabajador común y el gran dirigente soviético.
La problemática económica ocupó un lugar central en la evolución política y
económica de la URSS. La burocratización que tanto había preocupado a los líderes de
la revolución de octubre de 1917, se había recalentado durante la época de Brezhnev.
En 1983, muerto Brezhnev y con Andropov en el poder, la misma prensa soviética
aceptaba que, durante el año 1982, el ausentismo había causado la pérdida de 125 mil
horas de trabajo, lo que significaba que 66 millones y medio de soviéticos -
prácticamente la mitad de la población activa- no trabajara durante un año.
En cuanto a su estructura industrial, la maquinaria de la URSS, 25 % más
pesada que la de Occidente, exigía para su funcionamiento una provisión mayor de
materias primas, acero y energía. Algunos expertos estimaban que el aparato
industrial soviético consumía cuatro veces más energía que el de los países de
economía capitalista. Mientras tanto, los sucesos ocurridos en los Estados Unidos
comenzaron a presentar un perfil cada vez más desfavorable para la URSS. Ronald
Reagan adoptó medidas que afectaron a ésta.

EL SALTO TECNOLÓGICO DE LOS ESTADOS UNIDOS Y OCCIDENTE


Como contracara del escaso dinamismo de la economía soviética, hacia comienzos de 105 70,
en los Estados Unidos y en Occidente estalló la revolución informática. En el Sillicón Valley
(Valle del Silicio, California), en 1971, la Compañía norteamericana Intel fabricó el primer
procesador. Cuatro años después, los microprocesadores aparecieron en el mercado. En 1979,
los chips (microprocesadores que redujeron el tamaño de los ordenadores) almacenaban 10 mil
palabras, años más tarde contenían 100 mil palabras, la longitud de una novela formal.
Norteamericanos y japoneses comenzaron a trabajar en la producción de chips que guardaran
hasta un millón de palabras, es decir, el contenido de una pequeña enciclopedia. En 1982, la
40
revista norteamericana Time dedicaba una de sus portadas al ordenador personal, al que
calificaba de máquina del año. Años después el parque mundial de computadoras personales
alcanzaba valores que excedían los billones de dólares, La telecomunicación al vincularse a la
informática dio lugar al nacimiento de la telemática. Esta introdujo una revolución cualitativa
en el campo de las nuevas tecnologías. Ya durante la década de los 80, los usuarios, a través
de servicios canalizados por redes de telecomunicación comenzaron a dispones de información
archivada en bancos de datos. Estos avances tecnológicos llevaron a la aparición del robot, y
con él se introdujo la robotización de la industria del automóvil. En 1983, se estimaba que
había instalados 30 mil robots en el mundo, de los cuales 13 mil estaban en Japón.

Reagan duplicó el presupuesto militar norteamericano en la primera década de


los 80, e impuso un programa de alta tecnología al que denominó guerra de las
galaxias. Este programa exigió a la URSS la realización de un gran esfuerzo económico
y militar que la misma no estaba en condiciones de atender.
Pese a esta situación amenazadora, la economía soviética no daba señales de
reacción. Durante los 80, presentaba signos indisimulables de tercermundización, es
decir, de una economía donde las ventas de materias primas son mayores que las de
manufacturas. Hacia 1982, el total de exportaciones soviéticas de productos
manufacturados y maquinaria alcanzaba sólo el 13 %, siendo el resto materias primas,
productos energéticos y vodka. En noviembre de 1982 murió Brezhnev y fue sucedido
por Yuri Andropov como nuevo Secretario General del PCUS (Partido Comunista de la
Unión Soviética) y presidente del Soviet Supremo. La URSS presentaba la imagen de
una sociedad bloqueada que requería soluciones inmediatas y efectivas. Los sucesores
de Breznev, el citado Andropov y Konstantin Chernenko, nada hicieron para mejorar la
situación. Fue Mijail Gorbachov quien, a partir de 1985, cambió definitivamente el
rumbo. Inmediatamente después de ser designado Secretario General del PCUS, lanzó
su nueva política: la perestroika y la gladnost, con la primera enunció la modernización
de la economía y la sociedad soviética, con la segunda prometió transparencia
informativa. En menos de un año, Gorbachov logró remover no sólo el gobierno y
algunas administraciones locales, sino el mismo Poltiburó (principal Comité Ejecutivo
del Partido Comunista de la URSS). Sin embargo, el desafío mayor era sacar a la
URSS del aislamiento. La economía soviética no podía permanecer en lo que Gorbachov
denunció como era de estancamiento. No era sencillo modificar, en profundidad, el
régimen de vida de los soviéticos. Una gran parte del pueblo se sentía cómodo con un
sistema que les proporcionaba un subsistencia garantizada y una seguridad social, de
niveles modestos pero ciertos, una sociedad igualitaria social y económicamente,
exceptuando los privilegios de la alta dirigencia del partido.
41

LAS DIFICULTADES DE LA PERESTROIKA


Afannassiev, un dirigente reformista soviético explicó las dificultades que enfrentó la
perestroika de la siguiente forma: Nuestro sistema ha generado una categoría de individuos
mantenidos por la sociedad y más interesado en tomar que en dar. Esta es la consecuencia de
una política llamada de igualitarismo que […] ha invadido totalmente la sociedad soviética […]
Esta sociedad está dividida en dos partes, los que deciden y distribuyen, y los que obedecen y
reciben, lo que constituye uno de los mayores frenos al desarrollo de nuestra sociedad. El
Homo Sovieticus [. .. } es, a la vez, un lastre y un freno. Por un lado se opone a la reforma, y
por otro, constituye la base de apoyo del sistema existente.

Gorbachov calificó de estancamiento la era de Brezhnev, pero eran muchos los


que pensaban lo contrario, y la recordaban como una de las mejores épocas en las que
habían vivido. Por lo tanto la perestroika no enfrentó sólo la resistencia de la
burocracia soviética sino, también, la de gran parte del pueblo. Gorbachov y su equipo
diagnosticaron que el estancamiento era producto del aislamiento, y por ello apuntaron
a establecer un régimen de libertades que facilitara el contacto de los ciudadanos de
la URSS con otras culturas y países del mundo. La renuncia al uso de la fuerza por
parte de la URSS debilitó la dominación soviética en Europa del Este. Entre agosto y
septiembre de 1989, en Checoslovaquia y Hungría, miles de jóvenes y profesionales
emigraron hacia Alemania Occidental ante la pasividad de sus respectivos gobiernos.
Al poco tiempo se sumaron al éxodo los alemanes del este.
En realidad, hacia los años 80, en los países desarrollados de Occidente había
comenzado la revolución científico-tecnológica y el mundo se intercomunicaba cada
vez más. Era evidente que la URSS y los países del bloque comunista, si pretendían
rivalizar con ellos, no debían continuar con su economía centralizada, donde todas las
decisiones eran adoptadas por un pequeño grupo de dirigentes radicados en Moscú,
lejos de los centros de producción de la inmensa Unión Soviética. Pero, otorgar poder
de decisión a los dirigentes regionales, otorgarle mayor rango y fuerza a la economía
que a la política, era debilitar al partido comunista y a sus dirigentes. El régimen
soviético se había mantenido gracias al monopolio del poder político por parte del
partido comunista, a la vigilancia y la coacción. Se corría el riesgo de colapsar a la
URSS por pretender recuperar la economía, que fue lo que finalmente ocurrió.
La caída del Muro de Berlín en 1989, el abandono de Afganistán en 1990, la
revisión de la doctrina partidaria propuesta, en 1991, por el mismo Gorbachov, al
desconocer el papel del PCUS como único representante de la clase trabajadora
42
soviética, y el reemplazo de la URSS por una Comunidad de Estados Independientes
en 1992 constituyen las fases finales, y en cierto modo previsibles, de esta historia.

 La caída del Muro de Berlín


Alentados por las reformas de Gorbachov, a partir de octubre de 1989
proliferaron en Alemania Oriental los movimientos de protesta contra el régimen
comunista de Erich Honecker. Miles de ciudadanos optaron por abandonar el país por
las fronteras, recientemente abiertas de Hungría y Austria, mientras otros miles
continuaban la resistencia a través de huelgas y manifestaciones que culminaron en
noviembre con una enorme concentración de 2 millones de personas que se fueron
acercando al muro de Berlín y comenzaron a derribarlo. El 9 de noviembre el gobierno
permitió la libre circulación entre las dos Alemanias. La caída del Muro de Berlín,
inaugurado en agosto de 1961 con el fin de evitar el éxodo de la población de Berlín
oriental hacia occidente, era todo un símbolo del derrumbe del bloque comunista.

LA COMUNIDAD DE ESTADOS INDEPENDIENTES


El 31 de diciembre de 1991 se creó la CEI (Comunidad de Estados Independientes) formada
por Rusia, Ucrania, Belarús, Kazajstan, Kirguizistán, Tayikistan, Turkmenistán, Uzbekistán,
Armenia, Azerbaiyán y Moldavia. Quedaron afuera Georgia, Lituania, Letonia y Estonia. Sin
embargo, el colapso económico y los conflictos étnicos, llevaron, en 1992, a la creación de una
nueva organización política: la Federación Rusa.

8- LAS ECONOMÍAS LATINOAMERICANAS EN LA GUERRA FRÍA

 El impacto de la Segunda Guerra Mundial en América Latina


Desde el momento en que ingresó Estados Unidos a la Segunda Guerra, presionó
a los restantes gobiernos americanos para que se sumaran a las filas de los aliados,
acusándolos -en caso de no hacerlo-, de pro nazis. También, por influencia de
Washington, en ese período muchos países de América Latina nacionalizaron
propiedades y empresas alemanas, que pasaron, de este modo, al sector público: es el
caso de importantes haciendas cafetaleras en Guatemala, y numerosas empresas de
ese origen radicadas en Argentina (en este caso, se decidió expropiar al "capital
enemigo", recién al finalizar la contienda). El Estado de Perú expropió todos los bienes
japoneses. Por otra parte, la guerra permitió acumular reservas de divisas, además de
estimular el proceso de industrialización, sobre todo en México, Argentina, Brasil y
Chile (ya que se acentuó el proceso de "sustitución de importaciones", es decir, la
43
industrialización para producir localmente lo que antes se compraba en el exterior). En
el resto de América Latina el crecimiento industrial fue más débil, prácticamente se
mantuvo el modelo económico agroexportador. Pero se obtuvieron buenos precios para
las exportaciones de alimentos y materias primas, cuya demanda aumentó a un ritmo
inédito, durante los seis años de la guerra. Estados Unidos necesitó la cooperación de
las naciones latinoamericanas, a través de las compras de minerales o insumos que
tenían una importancia estratégica para los aliados: el estaño de Bolivia, el cobre
chileno, el caucho de México y el petróleo de Venezuela.

LA TEORÍA DESARROLLISTA
El economista norteamericano Walt Rostow (1916-2003) formuló una teoría del desarrollo que
alentaba las esperanzas en un "despegue" de las economías del Tercer Mundo. Rostow
consideraba que las sociedades podían evolucionar desde una etapa tradicional de
subsistencia, donde la producción, fundamentalmente, estaba destinada al consumo y no al
comercio, y no tenían desarrollo tecnológico, hasta una etapa de consumo en masa. A la
primera etapa la identificó con la economía de los países subdesarrollados. Para que estos se
pudieran desarrollar, primero debían crear infraestructura de transportes e incrementar la
especialización del trabajo, a fin de poder "despegar económicamente". Esta segunda etapa
sería de transición. La tercera etapa, de despegue económico, implicaba mayor
industrialización y mayores inversiones, aunque había regiones diferenciadas dentro del mismo
país, en cuanto al crecimiento. En la cuarta etapa, de madurez, se diversificaba la economía
con innovaciones tecnológicas y menor dependencia de importaciones. Finalmente, la última
etapa sería la de consumo a gran escala, donde el sector servicios dominaría dentro de la
economía.

 El fin de la ilusión
La contienda bélica que tuvo lugar entre 1939 y 1945 había ocasionado una
notable contracción del comercio marítimo mundial y obstaculizado el suministro de
insumos y maquinarias, ya afectado desde el momento en que los países en guerra
orientaron su producción a las necesidades bélicas. Los Estados latinoamericanos,
entonces, ampliaron aún más su intervención en la economía (comenzada durante la
Gran Depresión de los años 30) por medio de la creación de flotas propias y de
organismos encargados del comercio con el exterior y de la promoción industrial,
entre otras iniciativas.
En algunos países de América Latina -como Brasil, México, Uruguay o la
Argentina- se había ampliado la industria sustitutiva de bienes livianos e intermedios
orientados al abastecimiento del mercado interno. Este desarrollo había sido
44
auspiciado por gobiernos sustentados en el apoyo de las masas, que se veían
beneficiadas con políticas que favorecían el aumento de los ingresos y con una
legislación favorable a sus derechos sociales.
Sin embargo, la industria latinoamericana nunca logró un desarrollo autónomo
sino que, por el contrario, el desarrollo de la industria liviana generó una nueva
dependencia externa, esta vez de equipos, maquinarias y combustibles.
Hacia mediados de la década de 1950, este modelo -y los gobiernos que lo
sostenían- entró en crisis. Por un lado, el tamaño de los mercados nacionales era
insuficiente para sostener la demanda de industrias en crecimiento. Por el otro, la
dificultad de producir en la escala necesaria para que los productos fueran
competitivos internacionalmente no permitió diversificar las exportaciones, por lo que
América Latina siguió sujeta a las oscilaciones de los precios internacionales de las
materias primas. De este modo, el descenso de los precios de los productos primarios
exportables y la creciente necesidad industrial de insumos y tecnología importados
evidenciaron las dificultades económicas de las naciones latinoamericanas.

 Los intentos del desarrollismo


Ante la crisis del modelo de industrialización sustitutiva, los nuevos gobiernos
que llegaron al poder a mediados del siglo XX cuestionaron la política de
redistribución de ingresos hacia los trabajadores y propusieron una profundización del
desarrollo industrial.
El principal centro de elaboración de estas propuestas llamadas desarrollistas
fue la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Según su concepción, los
países latinoamericanos no estaban plenamente desarrollados porque dependían de la
exportación de bienes primarios, y esta producción, además, generaba fuertes
desequilibrios regionales.
La propuesta desarrollista se centraba en el crecimiento de los sectores
siderúrgico, petrolero, energético y del sector industrial productor de bienes de
consumo duraderos -particularmente la industria automotriz- mediante la instalación
de plantas productoras europeas y, sobre todo, norteamericanas. Además de la
industria automotriz, también se incluían industrias productoras de bienes de capital
como tractores y material ferroviario, así como aparatos eléctricos y electrónicos
para el hogar.
Todas estas medidas se llevarían a cabo gracias a una apertura de las economías
nacionales a las inversiones extranjeras. Sin embargo, este crecimiento del sector
45
industrial no era, meramente, una ampliación de la etapa sustitutiva de importaciones
sino que incluía una diferenciación con respecto a ella.
En efecto, la capacidad de crear empleo de la nueva oleada industrializadora era
mucho más limitada que la anterior. ¿Por qué? Porque las nuevas industrias se
insertaron en ramas en las que la productividad del trabajo era más alta que en las ya
establecidas. Así, la presencia de estas nuevas industrias provocó el aumento de la
demanda de mano de obra de los obreros más calificados (y, por eso, mejor pagos),
pero no la de obreros en general.
Además, si hasta ese momento la prosperidad de las distintas ramas
industriales dependía, en su mayoría, del acceso de un público masivo y popular a los
bienes ofrecidos, esa situación se revirtió: las nuevas industrias producían a precios
notablemente más altos que en los países más desarrollados, pero debían satisfacer la
demanda de una población de ingresos más bajos y distribuidos de manera más
desigual que en aquellos países. Por estas razones, la producción se orientó hacia los
sectores más altos. Como consecuencia, se produjo un estrechamiento de la demanda
en un contexto en el que, para ser rentables, las industrias debían fijar un volumen
mínimo de producción. Dadas estas limitaciones, muy pocas naciones pudieron ingresar
a esta nueva etapa de industrialización de forma completa.
Muchos de los gobiernos identificados con el proyecto industrializador
buscaron en las insuficiencias socioeconómicas del sector rural las causas últimas del
estancamiento de la economía y la pérdida de velocidad del proceso industrializador
que, según ellos, residían en el atraso tecnológico y económico de la agricultura, que la
condenaba a una productividad muy baja. Este hecho, sumado al bajo nivel de vida
rural, estrechaba, aún más, el mercado interno. Por ello, la reforma agraria reapareció
como un tema urgente de varias agendas latinoamericanas y, de hecho, fueron puestas
en el centro de sus programas de cambio revolucionario en Guatemala y Bolivia.

 El Desarrollismo y la CEPAL
El proceso de industrialización de algunos países latinoamericanos se extendió
en las décadas de 1950 y 1960, es decir, a partir de la guerra fueron treinta años de
expansión, con breves períodos recesivos y con el aporte de capitales extranjeros,
principalmente, estadounidenses. En la posguerra, la industrialización fue sinónimo de
desarrollo económico y se puso en boga la teoría desarrollista, que proponía superar el
atraso de las economías latinoamericanas mediante el fomento y crecimiento de la
industria, recurriendo a las inversiones extranjeras.
46
En 1949, las Naciones Unidas crearon la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe o CEPAL, con el objetivo de estudiar, mediante estadísticas y
censos, la situación estructural y productiva del continente. Las investigaciones de la
CEPAL indicaron las características peculiares del desarrollo latinoamericano,
impulsado, hasta 1955, principalmente por las exportaciones demandadas durante la
guerra y la posguerra europeas. Sin embargo, en la década de 1950 se produjo un
estancamiento económico en la región, que los técnicos de la CEPAL atribuyeron al
deterioro de los términos de intercambio entre países centrales y periféricos.
Se habla de deterioro en los términos del intercambio cuando un país comienza
a cobrar menos por sus exportaciones y pagar más por sus importaciones. Por ejemplo,
en 1935, Brasil necesitaba exportar 20 bolsas de café para importar un automóvil;
hacia 1958, requería el equivalente a 200 bolsas de café. La CEPAL adoptó una
posición industrialista, y propuso un modelo de desarrollo planificado, con una activa
intervención estatal (lo cual motivó la oposición de los partidarios del liberalismo),
para superar el atraso agrario y crear un desarrollo industrial con crecimiento
autónomo.
Tanto el presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek (1956-1961), como el
argentino Arturo Frondizi (1958-1962), compartieron la postura desarrollista, y
promovieron la radicación de industrias extranjeras en distintas ramas: automotriz,
eléctrica y química, así como la firma de contratos con los poderosos trust petroleros.
Sin embargo, el proyecto de impulsar el "desarrollo de la industria nacional",
recomendado por la CEPAL, se transformó en una verdadera ilusión, ya que las
economías latinoamericanas nunca lograron un mecanismo autónomo de acumulación de
capitales: continuaron dependiendo de las divisas del sector exportador, requirieron
importaciones de maquinaria, equipos e insumos, y sufrieron la escasez de capitales
propios, por lo que quedaron supeditados al endeudamiento externo.
América Latina, pasada la breve euforia de la posguerra, volvió a su situación de
deudora de los países centrales, mediante los préstamos del FMI, y debido a las
consecuencias del deterioro de los términos de intercambio, que significaron un
déficit crónico en las balanzas de pago. La presencia del capital estadounidense o
imperialista, no sólo había aumentado significativamente en las estadísticas, sino que
era dueño y señor de las economías locales, a través de empresas subsidiarias,
monopolios y sucursales de bancos.
47
 La Teoría de la Dependencia Versus el Desarrollismo
Los economistas e intelectuales que formularon la Teoría de la Dependencia
(entre ellos André Gunder Frank, Fernando Henrique Cardoso y Theotonio Dos
Santos) afirmaban que no existía posibilidad de desarrollo de un capitalismo nacional
autónomo, en las condiciones existentes. El atraso económico de América Latina se
debía a su condición de dependencia de las grandes potencias, en especial de Estados
Unidos. Esta subordinación se efectivizaba mediante la alianza de las burguesías
nativas de los países dependientes, ligadas a los intereses imperialistas, que
transferían a los países centrales, el excedente generado en los países periféricos. Es
decir que la causa del subdesarrollo estaría dada por ese sistema de relaciones de
dominación: los países centrales explotaban a los países periféricos y los
transformaban en "satélites". En esta situación de dependencia no se permitía el
crecimiento, porque los países centrales se beneficiaban con la desigualdad: la
metrópoli expropiaba el excedente económico de sus satélites y lo utilizaba para su
propio desarrollo. Para los "dependentistas", el subdesarrollo latinoamericano era
consecuencia del imperialismo, de la dominación y de la dependencia de los monopolios
extranjeros. Criticaban a la CEPAL y a la teoría desarrollista que este organismo
propiciaba, ya que en las décadas de 1950 y 1960 se abrían las puertas a las
inversiones extranjeras, con la ilusión de modernizar e impulsar el desarrollo, pero en
lugar de obtener ese resultado, su saldo era el aumento de la deuda externa y la
desnacionalización de la economía.
En esas condiciones, en los países periféricos, el desarrollo resultaba
incompatible con los intereses de los países dominantes: la industrialización era un
privilegio de las metrópolis. El capital imperialista capturaba los mercados y se
apoderaba de los sectores claves de la industria, como el petróleo, la química y el
automotriz. Con las inversiones extranjeras la dependencia no se rompía, sino que se
acentuaba con la dependencia de insumos, la dependencia tecnológica, de maquinaria o
de nuevos capitales.
Según los teóricos de la dependencia, el subdesarrollo latinoamericano no era un
“estadio transitorio”, como planteaban quienes hablaban de países en “vías de
desarrollo”, sino parte del sistema capitalista mundial. Aunque estos países se
modernizaran y recibieran tecnología, como los ferrocarriles -símbolos del progreso
en los siglos XIX y principios del XX-, esto sería al servicio de los intereses
extranjeros. Por el contrario, el desarrollismo había permitido recibir con entusiasmo
la inversión (y en cierta medida invasión) del capital extranjero.
48
9- LA “REVOLUCIÓN LIBERTADORA”: EL PROYECTO DE LAS FUERZAS
ARMADAS DE DESPERONIZAR A LA SOCIEDAD ARGENTINA.

 Los apoyos sociales al Golpe Militar


El 16 de setiembre de 1955 se concretó el movimiento
militar que puso fin al gobierno peronista. El general Eduardo
Lonardi dirigía las operaciones desde Córdoba. En los días
siguientes, el puerto de Mar del Plata fue sometido a un
bombardeo naval y los rebeldes amenazaron con hacer lo
mismo con el puerto de Buenos Aires si el gobierno no se
rendía. Finalmente, el día 23 Perón se refugió en la embajada
de Paraguay y desde allí abandonó el país en un barco de esa
bandera. Ese mismo día, el general Lonardi fue designado
presidente provisional y el almirante Isaac Rojas lo acompañó
como vicepresidente.
Como en la mayor parte de los frentes que organizaron
golpes de Estado en la historia de nuestro país, los acuerdos
entre sectores eran muy limitados: todos coincidían en el
rechazo a Perón, pero diferían en sus objetivos. Estas
diferencias se hicieron presentes desde el inicio del gobierno
de la autodenominada Revolución Libertadora. El presidente
de facto, el general Eduardo Lonardi, encabezó el nuevo gobierno que se presentó
como provisional para indicar su decisión de restaurar el orden constitucional.
Rodeado de grupos nacionalistas católicos y militares, Lonardi establecía una
distinción tajante entre Perón y el peronismo, concentrando su crítica en el primero y
reservando una actitud abierta y de colaboración para con el segundo. Así, propuso un
"peronismo sin Perón" en un escenario en el que, según su lema, no habría "ni
vencedores ni vencidos”. Prueba de esta orientación fue la decisión de Lonardi de no
intervenir la CGT y de asignar como ministro de Trabajo a Luis Cerruti Costa, que
hasta ese entonces trabajaba como asesor legal de la Unión Obrera Metalúrgica. La
CGT, por su parte, adoptó una actitud de conciliación con el nuevo gobierno, actitud
que el propio Perón criticaría años más tarde. Sin embargo, la aparente armonía duró
poco.
El golpe militar que derrocó al gobierno peronista contó con el apoyo de la
mayoría de los miembros de las Fuerzas Armadas, la burguesía agraria y la industrial,
gran parte de los sectores medios, los partidos políticos de la oposición y la Iglesia
49
católica. Todos estos sectores de la sociedad argentina coincidían en caracterizar al
régimen peronista como una dictadura totalitaria. Por esta razón se sintieron
identificados con el nombre de “Revolución Libertadora” que los militares golpistas
dieron a la intervención que quebró el régimen democrático. Los jefes militares que
encabezaron el golpe se presentaron ante la sociedad como los verdaderos
representantes de la democracia y la libertad.

 Las posiciones frente al peronismo: El quiebre de la unidad


La unidad del frente opositor antiperonista estuvo basada en dos acuerdos
mínimos: la necesidad de desperonizar la sociedad argentina y la de cumplir una etapa
de reorganización política conducida por las Fuerzas Armadas para concluir con un
llamado a elecciones nacionales que restablecieran el régimen político democrático.
Pero esta unidad comenzó a resquebrajarse cuando el gobierno de facto asumió el
control del Estado y comenzó a tomar decisiones para enfrentar los problemas
políticos y económicos.
El general Lonardi -que había sostenido que en la Argentina pos-peronista no
había ni vencedores ni vencidos- era partidario, junto con otros miembros de su
gabinete, de establecer acuerdos con algunos sectores del gobierno depuesto. Pero
esta posición no era representativa de los sectores sociales más poderosos que habían
apoyado el golpe, ni contaba con el acuerdo de los otros jefes militares golpistas. El
almirante Rojas (que además de vicepresidente y vocero de la Armada era el
presidente de una Junta Consultiva integrada por representantes de los partidos
antes opositores) no estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de acercamiento ni
acuerdo con sectores peronistas. Finalmente, en noviembre de 1955, el general
Lonardi fue obligado a renunciar y reemplazado por el general Pedro Eugenio
Ararnburu, quien asumió como presidente de la Nación.
Así, los sectores decididamente antiperonistas tomaron el control del Estado.
Su objetivo era lograr una “desperonización” de la sociedad argentina a través de una
ferviente persecución política e ideológica. Comenzaba, así, una época signada por la
proscripción del peronismo que duraría 18 años.

Mientras tanto, Perón -exiliado, primero, en Venezuela, luego, en República


Dominicana y, desde 1960, en España- procuraba mantener su liderazgo entre sus
confundidos y dispersos partidarios, que habían desarrollado clandestinamente en la
Argentina la denominada "resistencia
50
 Aramburu: la política “gorila”
El ala nacionalista es desplazada por el sector liberal, siendo designado
presidente “provisional” el Gral. Pedro Eugenio Aramburu. Continuaba como
vicepresidente el contralmirante Isaac F. Rojas, de la Marina.
Con el cambio se agudizó la represión contra el peronismo, tratando de que “por
decreto” desapareciera de la faz de la tierra. En el Decreto 4.161 se establecía la
prohibición de toda actividad peronista, convirtiendo en delito el simple hecho de
nombrar a Perón y a Eva Perón, tener sus retratos o portar sus símbolos, cantar la
“marcha” peronista, etcétera. Se cometió la barbaridad jurídica de instaurar una
cláusula proscriptiva contra una persona en particular (Perón), cuando las leyes deben
ser iguales para todo el país. Además, se intervino la CGT, se asaltaron los locales
partidarios, se encarceló a los dirigentes más representativos, se secuestró el
cadáver de Evita. A esta política tan cerradamente antiperonista se la llamó “gorila”.
Los pasos siguientes fueron aprobar las recomendaciones económicas del Plan
Prebisch, que desnacionalizaba la economía y derogar por decreto la reforma
constitucional efectuada en 1949. Se anulaba con ella el artículo 40, que priorizaba la
función del Estado como protector de nuestros recursos económicos, y que constituía
un obstáculo para la política liberal. Se volvía al siglo pasado, declarando “vigente la
Constitución Nacional sancionada en 1853, con las reformas de 1860, 1866 Y 1898”.

Documento 1
Decreto ley 4161. 5 de marzo de 1956.
Considerando: Que en su existencia política el Partido Peronista, actuando como instrumento
del régimen depuesto, se valió de una intensa propaganda destinada a engañar la conciencia
ciudadana [...].
Art. 1.° Queda prohibida en todo el territorio de la Nación:
a) La utilización, con fines de afirmación ideológica peronista, efectuada públicamente, o
propaganda peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados o grupos de
individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, sociedades, personas jurídicas públicas
o privadas de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos,
obras artísticas, que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales
pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del peronismo. Se
considerará especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía retrato
o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el
nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones "peronismo",
"peronista", "justicialismo", "justicialista", "tercera posición", la abreviatura PP, las fechas
exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales "Marcha de los Muchachos
51
Peronistas" y "Evita Capitana" o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente
depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos.

 La política económica
a) El debilitamiento del Estado
La principal característica de la política económica que se inicia con la
“Revolución Libertadora” es que se deja de considerar al Estado como centro de la
economía, para trasladar ese foco de atención al capital privado. El Estado ya no sería
lo importante, sino simplemente un complemento de la actividad privada. Por ello se
desmonta el IAPI, se le quita al Estado el manejo de los depósitos bancarios y el
control de cambios para el comercio internacional. Pero los capitales privados
argentinos no eran muy fuertes en ese momento, por lo que se le dio a los capitales
extranjeros la oportunidad de venir a nuestro país.
Según el economista brasileño Celso Furtado, esta política de debilitamiento del
Estado como centro autónomo de decisiones no lleva a fortalecer la iniciativa privada,
sino que implica renunciar a la formación de un sistema económico que sirva a los
intereses de la colectividad nacional.
b) El F.M.I. Y la economía mundial
Estados Unidos se afianzó como potencia económica mundial cuando estaba
finalizando la Segunda Guerra Mundial. En la Conferencia de Bretton- Woods (944)
impuso su propia moneda, el dólar, como “patrón” para todas las operaciones
comerciales internacionales, y dio origen a dos instituciones que tienen actualmente
una importancia fundamental en la economía mundial: el Banco Internacional para la
Reconstrucción y el Desarrollo (B.I.R.D.) y el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.).
Éste es un organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas
(O.N.U.), creado para ayudar a los Estados miembros a equilibrar su balanza de pagos.
Su sede está en Washington.
Perón se había negado a asociar a la Argentina al F.M.I. porque prefería negociar
préstamos en forma bilateral con los países con que comerciábamos, a su juicio más
convenientes que los empréstitos del F.M.I., que condicionaban toda la política
económica del país. El rechazo norteamericano a esta postura independiente de
Argentina se tradujo en inconvenientes posteriores para la venta de granos a los
países europeos que estaban auxiliados por los Estados Unidos con el plan Marshall.
c) El informe Prebisch
Mientras el FMI reclamaba la utilización de medidas ortodoxas, paralelamente,
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estaba formulando
52
una política alternativa. Este organismo dependiente de la ONU había sido fundado en
1948 para analizar las problemáticas económicas de la región y aportarles soluciones a
ellas. Según la CEPAL, los países "desarrollados" podían ayudar, a los que estaban "en
vías de desarrollo”, a eliminar los factores de atraso mediante adecuadas inversiones
en los sectores clave, mientras que estos debían acompañar las inversiones a partir de
reformas "estructurales", como la agraria.
En octubre de 1955, convocado por Lonardi, llegó a Buenos Aires el economista
argentino Raúl Prebisch (imagen), director de la CEPAL. Después de un rápido
examen, Prebisch presentó un informe en el que señalaba que la Argentina atravesaba
por una grave situación económica heredada del peronismo. Sostenía que los
principales problemas eran la falta de modernización del equipamiento del agro y de la
industria petrolera (que ocasionaba una gran ineficiencia en ambos sectores), la
carencia de infraestructura en el transporte y la energía, el déficit de la balanza
comercial y la inflación.
Poco después, Prebisch presentó un Plan de Recuperación Económica. Este
combinaba medidas de corte ortodoxo tendientes a lograr la estabilización con otras
que buscaban profundizar la industrialización.
Entre las medidas propuestas se incluía la reducción de personal, de gastos de
funcionamiento y de obras públicas del Estado; una devaluación del peso; la
privatización de empresas estatales consideradas ineficientes (como Aerolíneas
Argentinas); un aumento de impuestos; el fomento de la producción agropecuaria; la
actualización de tecnologías agropecuarias mediante la creación del INTA (Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria): una mayor inversión en la industria petrolera;
la promoción de la industria siderúrgica; el fomento a las inversiones extranjeras y el
ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional.
Mediante estas medidas se buscaba, por un lado, impulsar la producción de
aquellos bienes para disminuir las necesidades de importación (especialmente
combustibles líquidos, hierro y acero). Para ello, era necesario apelar a la cooperación
financiera internacional, pública o privada, también necesaria para realizar obras
públicas como la ampliación de las usinas energéticas y de otros servicios generales de
la economía. Por otro lado, las mencionadas medidas buscaban lograr un aumento de las
exportaciones agrícolas ya que el dinero proveniente de ellas debía utilizarse para
pagar los créditos solicitados al exterior.
Estas medidas implicaban un giro radical con respecto a las medidas económicas
intervencionistas de Perón y despertaron variadas críticas. Proscripto el peronismo,
estas partieron de intelectuales que se aglutinaron para denunciar lo expuesto por el
53
director de la CEPAL. Tal vez las críticas más conocidas fueron las realizadas por
Arturo Jauretche, en El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje y la autodenominada
campaña industrialista.
Todas las críticas denunciaron las políticas económicas -y sociales- del gobierno
como ineficaces y reaccionarias, identificándolas -por su énfasis en las exportaciones
y su impulso al sector agropecuario- con la experiencia de la década del 30. De todos
modos, el gobierno de Lonardi (y luego el de Aramburu) siguieron las sugerencias de
Prebisch. Los resultados fueron un aumento notable del endeudamiento del país que
nunca fue acompañado de la estabilización esperada.
d) El ingreso argentino al F.M.I.
El corolario de un informe tan negativo fue el ingreso al F.M.I. de la Argentina,
para ser socorrida por sus préstamos. Pero esto condicionó la economía nacional,
porque para recibir créditos se deben cumplir las pautas de política económica interna
que marca el F.M.I. Siguiendo las recomendaciones de Prebisch, nosotros debíamos:
 Alentar la producción rural, transfiriendo al agro una mayor proporción del
ingreso nacional.
 Convocar a capitales extranjeros.
 Restablecer el mercado libre de divisas.
 Eliminar progresivamente el control de precios sobre artículos de primera
necesidad.
 Privatizar empresas comerciales e industriales del Estado.
 Comprimir el nivel de ocupación industrial (es decir, que haya menos obreros
industriales, supuestamente para que vuelvan a trabajar al campo).
Se conocían de antemano las consecuencias negativas que estas medidas tendían
para nuestra economía. El ministro de Aeronáutica le envió a Aramburu un informe el
30 de noviembre de 1956 donde le aclaraba que el plan provocaría el aumento del
costo de vida, la disminución de nuestras exportaciones, la disminución de nuestras
reservas de oro, la disminución del área sembrada de nuestros cereales, la baja de los
valores de la Bolsa, la continuación de evasión de divisas, la reducción del comercio con
los países limítrofes, el obstáculo al desarrollo industrial, el aumento general de los
productos importados, etcétera. Sin embargo, se aplicó. El subsecretario del
Ministerio de Comercio era, en ese momento, Álvaro Alsogaray.

 La Resistencia peronista
Con la puesta en práctica de la política económica implementada por la
Revolución Libertadora, los trabajadores perdieron muchas de las conquistas que
54
habían obtenido durante el peronismo. Pero, además, la Revolución Libertadora se
había propuesto la reestructuración del sistema de negociaciones salariales: se
buscaba atar los salarios a la productividad. Si a ello sumamos la fuerte persecución
del gobierno de Aramburu hacia cualquier gesto que pudiera catalogarse de peronista,
podremos entender la fuerte resistencia que el gobierno de facto ocasionó, sobre
todo, entre los trabajadores.
a) La oposición peronista
Caído Perón, e iniciado su exilio en Paraguay, Venezuela, Santo Domingo y luego
España, los peronistas obran de diferentes modos durante el largo período de
dieciocho años en que su líder está proscrito del panorama electoral. En un principio,
se vislumbran tres posturas:
 La Resistencia, llevada adelante por los obreros organizados en comisiones
internas en las fábricas, o por grupos barriales que agrupaban gente de
distintas ocupaciones.
 El Golpismo. Oficiales y suboficiales peronistas del Ejército pensaban que, si se
conectaban
con los sindicatos, podían volver a la situación de 1943. Esta línea estaba
apoyada por unos cuatro mil sindicalistas proscriptos.
 La Negociación. Políticos y sindicalistas peronistas trataron de negociar con los
sectores legalistas del gobierno y del Ejército para volver a una situación de
pleno derecho constitucional.
Perón en un principio estuvo desconectado de los peronistas que, en forma
espontánea y muy desorganizadamente, mostraron su repudio al golpe militar
“libertador”. En enero de 1956 hace llegar sus directivas para todos los peronistas,
pidiéncloles que se organicen secretamente bajo la forma de resistencia.
b) La represión al sector obrero
Al caer Perón habían existido manifestaciones y tiroteos en distritos obreros
de las principales ciudades industriales: en Capital Federal, en Avellaneda, en Berisso,
en Ensenada, en Rosario, hubo heridos y muertos. En octubre, cuando los
antiperonistas ocuparon locales sindicales, los obreros dispusieron numerosas huelgas
sin el acuerdo de los dirigentes gremiales y fueron detenidos. También con las huelgas
del 13 Y 14 de noviembre (en las que el ausentismo llegó al 75% en Buenos Aires y al
95% en las principales industrias) hubo miles de huelguistas arrestados y choques con
saldo de muertos en Rosario.
En abril de 1956 se aprobó el decreto 7107 por el cual se excluía de cualquier
actividad gremial a los que hubiesen participado del Congreso de la CGT en 1949, o
55
tenido posiciones de liderazgo entre 1952 y septiembre de 1955. La proscripción
también caía sobre todos los dirigentes del disuelto Partido Peronista y de los
sospechosos que estaban siendo investigados por el gobierno.
c) La productividad y el sabotaje
Los empresarios sentían que los obreros tenían demasiado poder en el gobierno
de Perón, y que su autoridad había disminuido -, Por eso, al apoyar a la Revolución
Libertadora, uno de los objetivos de los industriales fue recuperar el control de sus
fábricas, a, fin de aumentar sus ganancias por medio de un incremento de la
productividad. Los altos sueldos del período peronista no incentivaban al obrero a
esforzarse más, y los empleadores querían lograr que parte del sueldo estuviera en
relación a lo producido.
Para lograr esto, se despidió en masa a los delegados de las fábricas, se
suprimió la jornada de seis horas para el trabajo insalubre, se quitó la provisión de
ropa protectora, y en muchos casos la copa de leche. Con las huelgas, que se
multiplicaban, aumentaban los arrestos y los despidos. Por ello se difundió la actividad
de sabotaje: daños causados a las maquinarias, y bajo nivel de producción.
El sabotaje partía de la iniciativa individual, y consistía en la “caída” de una llave
inglesa en el mecanismo de una máquina en funcionamiento, o de un cigarrillo en el
taller de pintura de la planta. También se puso vidrio molido en latas de conservas, u
otras maneras de arruinar productos envasados, y se desmejoró la calidad de las
mercaderías.
d) Los “comandos nacionales de resistencia”
Según Juan Vigo, figura importante de la resistencia en ese período, existían el)
el Gran Buenos Aires en abril de 1956 unos doscientos “comandos”, de los que
formaban parte aproximadamente 10.000 hombres. Muchos de ellos estaban formados
por obreros de una fábrica o grupo de fábricas, siendo sus jefes líderes sindicales.
Existían también innumerables células clandestinas de amigos que vivían en el mismo
barrio, y que pintaban consignas en paredes, distribuían volantes, difundían rumores
falsos que desestabilizaran al gobierno, etc. Si se considera que el solo hecho de
mencionar la palabra “Perón”, de escribir “PP” (Partido Peronista) o de llevar una foto
de Evita o de Perón en la bicicleta era, un delito reprimido con prisión de treinta días
a seis años, desarrollar esta actividad suponía riesgos y era considerada una forma de
protesta. También se intensificó el empleo de bombas contra objetivos militares,
edificios públicos, ferrocarriles o plantas de electricidad. La mayoría de las bombas
eran rudimentarios artefactos hechos de sustancias químicas básicas alojadas en
casos improvisados, y se las conocía con el nombre de “caños”.
56
Dirigentes peronistas presos en 1956 se escaparon de la cárcel de Río Gallegos,
como John William Cooke, Héctor Cámpora, Jorge Antonio y Patricio Kelly; se
refugiaron en Chile. Desde allí montaron una radio clandestina que comenzaba sus
emisiones diciendo “Aquí Radio Justicialista desde algún lugar de la Patria”; su
objetivo era fortalecer el espíritu de lucha de los peronistas, hablando de resistencia,
movilización, sabotajes, huelgas, guerra de guerrillas e insurrección armada
e) El levantamiento del general Valle
El 9 de junio de 1956, un grupo de militares y civiles, encabezados por los
generales Juan José Valle y Raúl Tanco intentaron ocupar la Escuela de Mecánica del
Ejército. Al mismo tiempo, se realizaron acciones aisladas en la Ciudad y en la
provincia de Buenos Aires, así como en la provincia de La Pampa con el objetivo de
crear las condiciones propicias para la vuelta de Perón al país. El intento concluyó,
luego de unas pocas horas, con el fracaso del movimiento.
Como respuesta, el gobierno dictatorial declaró la ley marcial, que determina la
suspensión de las garantías individuales dispuestas en la Constitución y la delegación
de facultades extraordinarias a las fuerzas armadas. Así, en las siguientes horas, se
llevaron a cabo fusilamientos en Lanús, La Plata, Campo de Mayo, la Escuela de
Mecánica del Ejército, la Penitenciaría Nacional y José León Suárez. Allí, un grupo de
obreros fueron ejecutados, hecho que fue investigado por el periodista y escritor
Rodolfo Walsh, quien, con el material obtenido, escribió Operación Masacre. A través
de su investigación fue posible conocer los detalles y las irregularidades del hecho.

 El movimiento obrero se reorganiza


Ante el fracaso de la sublevación militar, muchos comandos de la resistencia
que la habían apoyado, abandonaron la idea de la lucha armada. Solo algunos grupos que
respondían a Cooke insistieron en los combates directos, el resto se dedicó a la
reorganización de los sindicatos.
De hecho, en 1957, aprovechando la normalización de algunos gremios, se
constituyó la Comisión Intersindical. Uno de los objetivos de la Comisión era presionar
al gobierno para que permitiera elecciones libres en los sindicatos, liberara a los
dirigentes sindicales presos y restableciera el funcionamiento de la CGT. Para lograr
dichos objetivos, la Intersindical llamó a una huelga general para el 12 de julio de
1957. Como respuesta a la medida (acatada por 2.500.000 de trabajadores), el
interventor de la CGT, Alberto Patrón Laplacette, convocó a un congreso para
normalizar la CGT, en septiembre de 1957.
57
Durante este congreso se hizo evidente que la mayoría de los sindicatos tenían
afiliación peronista. Los gremios antiperonistas decidieron, entonces, retirarse del
congreso, y los 62 sindicatos peronistas que quedaron formaron las 62
Organizaciones. De este modo, los sindicatos se convirtieron en la única institución
legal que tuvo el peronismo en el período de la resistencia. Si bien Perón conservaba,
desde el exilio, todo su poder simbólico, debió dejar
hacer y tolerar ciertas desobediencias de parte de los
sindicalistas.
De hecho, el surgimiento de nuevos dirigentes
sindicales, formados en las duras luchas de esos años -y
no con la tutela del Estado, como había sucedido durante
el gobierno de Perón- fue una de las novedades del
período.

 Hacia el restablecimiento de la legalidad


democrática
Dos años después del golpe, el gobierno militar
enfrentaba una crisis económica y una creciente presión
social. En este marco, las Fuerzas Armadas decidieron
llamar a elecciones generales con el propósito de
restablecer el régimen democrático. Pero como paso
previo, plantearon la necesidad de convocar a una
Convención Constituyente. Para Aramburu, esta
convocatoria tenía dos objetivos: sin duda, buscaba
legalizar la derogación de la Constitución peronista de
1949 -lo que había sido hecho por decreto- y restablecer
la Constitución Nacional de 1853. Pero, además, las
elecciones iban a servir como muestra del caudal de
votos con los que contaba cada fuerza política y cuál era
la adhesión real al peronismo proscrito.
Los resultados de las elecciones de constituyentes fueron una señal clara de la
profunda crisis de legitimidad institucional que originaba la proscripción política del
peronismo.
El escenario político, en tanto, había sufrido profundos cambios. En 1956 se
produjo la división de la UCR entre los seguidores de Arturo Frondizi, que formaron la
Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y la que se denominó Unión Cívica Radical
58
del Pueblo (UCRP), cuyos principales dirigentes eran Ricardo Balbín, Amadeo
Sabattini y Miguel Ángel Zavala Ortiz.
Siguiendo las directivas de Perón, en las elecciones para constituyentes el voto
en blanco se ubicó en primer lugar, con el 25% de los votos. La UCRP se ubicó en
segundo lugar, seguida por la UCRI.
Los resultados de las elecciones para constituyentes dejaron en claro que el
peronismo mantenía una importante cantidad de votos, que la UCRP era la primera
minoría dentro de los partidos legales y que la UCRI tenía cierto caudal electoral y
también presencia en todo el país. Teniendo en cuenta estos datos, Arturo Frondizi
llevó a cabo una exitosa maniobra con vista a las elecciones presidenciales de 1957. El
candidato a presidente por la UCRI propuso a Perón un pacto por el cual el peronismo
votaría la fórmula de los intransigentes a cambio de la promesa de normalización de la
CGT y de la legalización del peronismo cuando Frondizi ocupara la presidencia.
El acuerdo le permitía a Perón tener un rol muy importante en la política
argentina, que hubiese sido inimaginable tres años atrás; para Frondizi, en tanto era la
posibilidad del triunfo electoral.
Las negociaciones del pacto fueron secretas, pero sus resultados fueron
públicos. Así, en febrero de 1958 el Comando Táctico Peronista (órgano del peronismo
durante el exilio de Perón) emitió una declaración que señalaba que la mejor fórmula
para enfrentar al "grupo de ocupación" era votar a Frondizi, candidato que " ha
declarado solemne y públicamente su propósito de rectificar la política económica
antinacional, restablecer las conquistas del justicialismo y permitir la expresión
política y sindical de la masa popular”.
Gracias a este apoyo, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez se impuso
ampliamente en las elecciones de febrero de 1958 con el 49% de los votos. Los
radicales del pueblo, por su parte, consiguieron el 29 % de los sufragios. La UCRI
triunfó en todas las provincias, obtuvo una amplia mayoría en la Cámara de Diputados y
la totalidad de la de Senadores.
Aramburu recibió fuertes presiones de los militares del ala más dura del
antiperonismo que reclamaban que Frondizi no asumiera. Sin embargo, Aramburu
resistió y el nuevo presidente se hizo cargo de sus funciones el 1º de mayo de 1958.
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10- ELECCIONES, PROSCRIPCIONES Y ÁRBITROS: FRONDIZI PRESIDENTE
(1958-1962)

 La estrategia de las Fuerzas Armadas: Tutelar a los Gobiernos


Democráticos
Después de los resultados de las elecciones a constituyentes de 1957, las
Fuerzas Armadas se convencieron de que habían fracasado en su intento de
desperonizar a la sociedad argentina. El fortalecimiento de la adhesión al peronismo y
el repudio a todas las prohibiciones por parte de las bases sindicales llevaron a los
militares a tomar la decisión de prescindir políticamente del pueblo peronista en el
futuro.
Para llevar adelante este propósito consideraron indispensable custodiar los
logros políticos de la “revolución libertadora”: la proscripción y la prohibición del
peronismo. Con este fin, las Fuerzas Armadas controlaron de cerca las decisiones de
los gobernantes civiles que asumieron la presidencia de la república en los años
siguientes, para evitar cualquier intento de acuerdo y apertura que significara la
legalización de la actividad política del peronismo.

 La política económica de Frondizi


El principal objetivo del gobierno de Frondizi era promover el desarrollo
económico del país, lo cual significaba impulsar con celeridad la industrialización. En
realidad, esta idea estaba vinculada con otras políticas de la época que se practicaban
en varios países de América Latina. Uno de los ejemplos más notables fue la gestión
del presidente brasileño Juscelino Kubitschek, cuya consigna era "alcanzar 50 años en
5 años”. Este lema quedó demostrado en la nueva capital para el Brasil, que fue
construida en solo 5 años. Este clima de época era mencionado por Frondizi, quien en
1957 afirmaba que la gran preocupación del momento histórico que se estaba viviendo
era "el desarrollo de los pueblos no desarrollados”. Aclaraba, además, que "desarrollo"
implicaba diversificación interna de la producción total y no un mero aumento de la
producción primaria.
La meta de los desarrollistas era construir un país industrial y moderno, de
acuerdo con los ejemplos contemporáneos de los Estados Unidos y de la Europa de
posguerra. No solo criticaban el modelo agroexportador tradicional sino que, además,
enfatizaban la insuficiencia del modelo de sustitución de importaciones instrumentado
a partir de la década del 30. Sostenían que la industrialización argentina se había
60
limitado a la industria liviana y, para remediado, proponían fomentar el sector
energético, la petroquímica y la siderurgia.
El motor de la propuesta desarrollista era impulsar el desarrollo de la industria
pesada –metalurgia, siderurgia y petroquímica- con el aporte de inversiones de capital
y tecnología extranjeros. Profundamente relacionado con esta meta estaba el objetivo
de modernizar el campo, mejorando la mecanización de las tareas rurales, De este
modo, era posible aumentar la producción del sector agropecuario, lo que produciría un
aumento de los saldos exportables y un mejoramiento en el saldo de la balanza
comercial. Al mismo tiempo, se incrementaba la demanda para las nuevas máquinas-
herramientas producidas ahora en el país.
Pero impulsar la industrialización requería de grandes inversiones por lo que
Frondizi (que anteriormente había sostenido posiciones nacionalistas y
antiimperialistas) modificó su línea y decidió auspiciar la apertura de la economía
argentina a las inversiones extranjeras. La justificación de este cambio de posición se
basaba en una distinción que el presidente realizaba entre el "nacionalismo de fines" y
"nacionalismo de medios”.
De acuerdo con esta distinción, no resultaba tan importante el origen del capital
sino la finalidad a la que se lo destinara. Según Frondizi, "un capital que viene a
fortalecer la estructura agraria solamente, a impedir el desarrollo industrial, es un
factor negativo. Sin embargo, el capital que llega a obtener ganancias -como es
vocación de todo capital-, pero que al mismo tiempo nos libra de la importación de
combustibles o de la importación de materias primas esenciales, como en el caso de la
petroquímica, juega un papel positivo."
En este marco, el gobierno de Frondizi firmó una serie de contratos de
explotación de yacimientos petrolíferos en la Patagonia, cuyas cláusulas y tramitación
fueron discutidas por la oposición. El objetivo declarado de estos contratos era lograr
en poco tiempo el autoabastecimiento de petróleo, meta que casi se alcanzó hacia
1962. Asimismo, la sanción de una nueva y generosa ley de inversiones extranjeras
facilitó la llegada al país de un valioso flujo de inversión extranjera: se radicaron en el
país varias filiales de empresas multinacionales del sector automotor y gracias a esto
la producción de este rubro tuvo una notable expansión: en 1959, la producción alcanzó
alrededor de 30.000 vehículos por año; en 1965, esta cifra era de 200.000. También
se fortaleció la industria química, la metalúrgica, la petroquímica y las de maquinarias
eléctricas y no eléctricas.
El crecimiento industrial de los años desarrollistas tuvo importantes éxitos,
aunque también mostró notorias debilidades: las nuevas plantas, que producían para un
61
mercado interno protegido frente a las importaciones, eran ineficientes en
comparación con las equivalentes de los países desarrollados. A pesar de estas
dificultades, la Argentina experimentó un gran crecimiento de su sector industrial,
que fue de un promedio de un 6% anual entre 1953 y 1974.
En el sector primario, la creación del Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA), durante el gobierno de la Revolución Libertadora, constituyó un
importante estímulo para la modernización del agro.

 La integración
El programa de Frondizi no se limitaba a la promoción de la industrialización y al
auxilio del capital extranjero. El presidente aspiraba, además, a crear una nueva
relación entre los trabajadores, los empresarios y el Estado, que se sintetizaba con
una palabra: integración. Desarrollo e integración eran, en el pensamiento de Frondizi
y de su equipo de colaboradores, dos caras de la misma moneda. Juan José Real, uno
de los principales difusores del desarrollismo, definía la relación entre desarrollo e
integración de la siguiente forma: "maquinarias, materias primas, energía, a las que
debían agregarse la tecnología adecuada y una nueva relación entre empleadores y
trabajadores, eran la base adecuada del desarrollo”.
Esta idea guardaba cierta continuidad con las políticas ensayadas por Perón
durante su segundo gobierno, cuando se había intentado modificar las relaciones entre
obreros y empresarios con el objetivo de aumentar la productividad del trabajo sin
afectar las bases del apoyo social y la fortaleza organizativa de los sindicatos.
De hecho, durante su mandato, Frondizi adoptó algunas medidas que procuraban
acercar los sindicatos al gobierno. La más importante fue la normalización de la CGT y
de los sindicatos con la Ley de Asociaciones Profesionales. Esta legislación
conservaba los aspectos básicos del modelo de organización sindical del régimen
peronista.
Sin embargo, el conjunto del proyecto integracionista chocaba con grandes
dificultades. Por un lado, las orientaciones de la política económica que el gobierno
adoptó a partir de diciembre de 1958 -cuando puso en marcha un plan de
estabilización económica con la gestión de Álvaro Alsogaray como ministro de
Economía- entraban en conflicto con los asalariados y con sus representantes.
Un segundo factor que dificultaba el acercamiento entre los dirigentes
sindicales y el gobierno era la actitud de Perón. En efecto, la política integracionista
podía ser vista como un intento de Frondizi de apropiarse de la base social de Perón,
relegando al ex presidente a una situación de irrelevancia en la escena política
62
nacional. Así, en este terreno, el éxito de Frondizi implicaba la pérdida de la influencia
y del poder de Perón, por lo que éste y sus dirigentes pasaron a una abierta oposición.
En este contexto, durante el año 1959, las medidas de estabilización adoptadas
por el gobierno fueron resistidas por la mayoría de los sindicatos a través de
importantes huelgas. El punto más alto de la conflictividad social se produjo cuando el
gobierno presentó al Parlamento un proyecto de privatización del frigorífico Lisandro
de la Torre. Esta decisión fue respondida con la ocupación de la planta -alentada por
Cooke-, seguida por una huelga general de 48 horas. La represión gubernamental
provocó un endurecimiento de los sindicatos, que declararon un paro por tiempo
indeterminado. Los principales dirigentes sindicales fueron arrestados y la huelga fue
finalmente controlada con la intervención militar. El frigorífico retomó sus actividades
en manos privadas y la mitad de los trabajadores fueron despedidos.
El abandono definitivo de la política integracionista se vio reflejado en la
aplicación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), que les otorgaba a
las fuerzas armadas la posibilidad de actuar contra cualquier tipo de disturbios,
incluyendo los de los trabajadores.
En este contexto, un importante sector de la dirigencia sindical decidió
reorientar su estrategia y adoptar posiciones más negociadoras. Así, en 1960, Frondizi
y los sindicalistas pactaron la normalización de la CGT, que implicaba tanto un avance
en el aspecto organizativo del sindicalismo como un respaldo a las posiciones más
negociadoras.

 Resistencia obrera y guerrillera


Las consecuencias sociales de la política implementada fueron el abrupto
descenso del nivel de vida (el salario real fue el más bajo de dos décadas) y el
pronunciado aumento del desempleo. Si bien al comenzar su gobierno Frondizi había
otorgado un aumento de salarios del 60%, éste pronto fue devorado por la inflación.
En cuanto Perón confirmó la traición de Frondizi a lo estipulado, denunció el
pacto y le retiró su apoyo. Los gremios endurecieron su posición, perdiéndose
solamente en septiembre de 1959, setenta y tres millones de horas de trabajo obrero
por huelgas. La más importante fue la del Frigorífico Lisandro de La Torre, al que
Frondizi quería privatizar a través de una licitación internacional. La huelga de -
bancarios duró 69 días, existiendo también paros de trabajadores de Correos, YPF,
metalúrgicos, ferroviarios, etc.
Los sabotajes fueron llevados a cabo por células o individuos aislados,
incendiando la planta de almacenaje de la Dirección de Gas del Estado en Mar del
63
Plata, atentando contra la Shell-Mex de Alta Gracia donde ardieron millones de litros
de nafta y gas oíl, poniendo bombas, etcétera.
En 1959 se inicia la primera guerrilla peronista, denominada “Uturuncos” (que
significa “hombres-tigres” en quechua), para hacer la revolución sin depender de los
diletantes militares peronistas. Sus miembros son en general de clase media, que
buscan desalojar a Frondizi del gobierno, entregarle el poder a Perón, anular los
contratos petroleros y entregar la CGT a los obreros. Toman la comisaría del pueblo
de Frías, en Tucumán, apoderándose de armas. No son realmente apoyados por la
dirigencia peronista y quedan aislados. Poco después son rodeados por la policía,
huyendo la mayoría a Bolivia.

 El plan CONINTES
La presión militar durante el gobierno de Frondizi es constante y descarada.
Habían aceptado el triunfo de Frondizi sólo porque su desgaste durante el gobierno de
Aramburu les imposibilitaba seguir gobernando directamente. Pero, sin estar en el
gobierno, fueron el verdadero “poder detrás del trono”. Los militares obligaron a
Frondizi a tomar una serie de medidas antidemocráticas de represión, entre las que se
cuenta la implantación y prórroga sin limitación de tiempo del estado de sitio, y la
declaración del estado de Conmoción Interna del Estado en 1958 (es decir, antes de la
aparición de la guerrilla).
La acción de los Uturuncos da pie a la aplicación pública del plan CONINTES· en
marzo de 1960, subordinando las policías provinciales a los respectivos comandos
militares zonales, y, luego poniendo a los civiles “peligrosos” bajo jurisdicción militar.
Los acusados de terrorismo y subversión eran sometidos a jurados militares. Los
obreros en huelga podían ser llevados por la fuerza a los cuarteles, rapados y
obligados a trabajar para mantener el servicio. Con la represión del CONINTES
pierde terreno la “resistencia” peronista, y lo ganan los “integracionistas” (que querían
un entendimiento con el gobierno, partidario de la “Integración” de un peronismo sin
Perón en un gobierno desarrollista) y la corriente “electoralista”, que pide la
presentación de partidos neoperonistas en las próximas elecciones.

 ¿Un Peronismo sin Perón?


Entre 1958 y 1966, el país tuvo una democracia "a medias" pues, aunque se
llevaron a cabo elecciones, el partido peronista estaba proscripto para participar de
ellas y su líder debía permanecer en el exilio.
64
Para Perón, la situación resultaba muy complicada. Por un lado, a fines de los
años 50, era evidente la hegemonía peronista en la clase obrera; por otra parte, se
había producido la apertura de ciertos espacios de legalidad política para el peronismo
a través de la autorización a partidos denominados "neoperonistas" para participar en
elecciones provinciales y parlamentarias.
Estas dos situaciones lejos de reforzar el liderazgo de Perón, creaban las
condiciones para el surgimiento de dirigentes alternativos que, si bien carecían del
ascendiente de Perón sobre el electorado, contaban con otros recursos.
La figura que tuvo perfil propio dentro de la nueva dirigencia sindical y que
consolidó un liderazgo notable dentro del peronismo fue el metalúrgico Augusto
Timoteo Vandor. Este dirigente había participado activamente en la resistencia
peronista durante el gobierno de la Revolución Libertadora, pero luego cambió su
postura y pasó a representar al sector más negociador y más fuerte del sindicalismo.
Su estrategia se sintetizaba en la fórmula "golpear y negociar”. Su capacidad
organizativa -y la fortaleza del sindicato que conducía- le permitió transformarse en
el principal dirigente peronista del país a tal punto que, en el apogeo de su trayectoria,
llegó a plantear el proyecto de un "peronismo sin Perón".
Los partidos neoperonistas, en tanto, eran de alcance provincial y estaban
encabezados por antiguos dirigentes políticos del peronismo. En algunos casos,
apoyados por el sindicalismo, consiguieron ganar varias elecciones.
Para controlar esta situación, la estrategia de Perón desde su exilio consistió en
impedir que cualquiera de los sectores peronistas predominara claramente, y en
evitar, al mismo tiempo, la fuga de dirigentes hacia el gobierno de turno. En el caso del
sindicalismo, Perón alentó al ala dura, es decir, la menos proclive a las negociaciones
para contrarrestar la influencia vandorista. Entre los dirigentes de este sector del
sindicalismo se encontraba el textil Andrés Framini.

 Los planteos militares


La relación con los militares fue el principal inconveniente que debió enfrentar
Frondizi. En un comienzo, el sector más antiperonista de las fuerzas armadas intentó
que Frondizi no asumiera la presidencia y, apenas este asumió, se dedicó a conspirar
activamente contra un presidente que había llegado al gobierno con los votos
peronistas.
Para los altos jefes militares Frondizi debía ser vigilado no solo en aquellos
asuntos ligados directamente con el funcionamiento de las fuerzas armadas sino
también en otras áreas de gobierno como la política económica o las relaciones
65
exteriores. Los militares, por ejemplo, presionaron con éxito al presidente para que
desplazara a Rogelio Frigerio de la Secretaría de Relaciones Económicas y Sociales
para imponer, más tarde, al capitán Álvaro Alsogaray como ministro de Economía.
Además, los militares desconfiaban del estilo audaz e impredecible de Frondizi,
que en poco tiempo había pasado de posiciones propias de la izquierda antiimperialista
a la defensa de las inversiones norteamericanas, y consideraban que, en el fondo,
Frondizi era comunista.
Pero, sobre todo, los oficiales de las fuerzas armadas no se resignaban a
abandonar su papel protagónico en la vida política. Cada acción del gobierno se
convertía en un pretexto para que algún sector militar expresara su opinión para
presionar al gobierno. Durante su mandato, Frondizi fue objeto de más de 30
"planteos" militares, que no eran otra cosa que presiones para que el presidente
adoptara una decisión que algún sector militar consideraba conveniente.

 La política exterior
Al principio de su presidencia, Frondizi intentó llevar adelante una política
internacional independiente, pero después fue cediendo a las presiones
norteamericanas y de nuestro Ejército. Frondizi apoyaba la Alianza para el Progreso
impulsada por el presidente de Estados Unidos, Kennedy, pero los conservadores
afirmaban que esta Alianza envalentonaba a los reformadores sociales, que ellos
querían alejar.
En enero de 1959 había triunfado la revolución cubana, que expulsó al dictador
Batista (protegido por Estados Unidos). El socialista Alfredo Palacios fue a visitar
Cuba, y basó su campaña para senador por Capital Federal en la defensa de la
revolución cubana. La izquierda y parte del peronismo lo votaron, y Palacios ganó las
elecciones. Frondizi vio que, si quería reconquistar esos votos, debía volver a una
política exterior más independiente. Por ello hizo un acuerdo con Janio Quadros,
presidente del Brasil: ambos estarían dispuestos a defender los tradicionales
principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, frente a la política
intervencionista que propiciaba Estados Unidos.
Estados Unidos presionó a los países latinoamericanos para condenar la
revolución, y los Cancilleres se reunieron en Punta del Este para tratar, dentro del
marco de la OEA (Organización de Estados Americanos), la situación cubana.
Argentina se oponía a dejar aislada a Cuba, porque consideraba que ello fomentaría la
presencia rusa en la isla. Sin embargo, fue aprobada la inmediata exclusión de Cuba de
la OEA por 14 votos a favor (Uruguay, Paraguay, Perú, Colombia, Venezuela, Panamá,
66
Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Haití, República Dominicana
y Estados Unidos); 1 en contra (Cuba) y 6 abstenciones (Argentina, Brasil, Chile,
México, Ecuador y Bolivia). Además de esto, Frondizi tuvo la osadía de recibir en la
Argentina, al brazo derecho de Fidel Castro, el argentino Ernesto “Che” Guevara.
El malestar de las Fuerzas Armadas creció, pese a que el Ministro de Relaciones
Exteriores, Miguel Ángel Cárcano, sostuvo que la expulsión de Cuba contrariaba la
Carta de la OEA, creando un peligroso antecedente. El almirante Isaac Rojas afirmó,
por el contrario, que le estábamos haciendo favores al comunismo y que, oponiéndose a
la “unidad continental”, estaba comprometiéndose el prestigio de nuestra nación.
Presionado, Frondizi rompió relaciones con Cuba. Los que reaccionaron en
manifestaciones fueron esta vez los estudiantes universitarios, solidarios con el
pequeño país latinoamericano.

 Elecciones de 1962
El peronismo continuaba proscrito: en las elecciones para senador en Capital
Federal, hubo 200.000 votos en blanco, y otros, dijimos, sufragaron por Palacios.
Perón cambia entonces su estrategia, y decide autorizar las listas de candidatos
neoperonistas.
Frondizi piensa que, en 1962, es hora de cumplir con lo prometido levantando
proscripciones, aunque “no se tolerarán intentos tendientes a restaurar
totalitarismos”. Pensando en acaparar los votos conjuntos del antiperonismo, se
hicieron algunas elecciones aisladas para medir las fuerzas, y obtuvieron victorias
electorales para el partido oficial en Formosa, Santa Fe y La Rioja. En marzo se
elegían los restantes gobernadores y la mitad de la Cámara de Diputados.
Las elecciones significaron un duro revés para Frondizi: si bien había triunfado
en Capital Federal, Corrientes, Entre Ríos Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra
del Fuego, y la- UCRP ganó en Córdoba y Chubut, el peronismo (bajo el nombre de
“Unión Popular”) ganó en las provincias de Buenos Aires, Tucumán, Chaco, La Pampa,
Misiones, Neuquén y Río Negro.
Conociendo la posición antiperonista del Ejército, Frondizi se apresuró a
intervenir las provincias en donde éste había triunfado, “para garantizar la forma
republicana de gobierno”. Ante esta incongruencia del presidente, renunciaron todos
los ministros y secretarios de Estado.
67
 El golpe militar
El diario La Prensa, vocero del sector más reaccionario, condenó las
“consecuencias fatales de una pésima política”. Las fuerzas conjuntas del Ejército, la
Marina y la Aeronáutica, decidieron la destitución del jefe de Estado. Frondizi buscó
ayuda en Aramburu, que no se la dio, y que declaró a los periodistas que “la renuncia
del presidente no significará la quiebra del orden constitucional porque en la
Constitución están previstas todas las circunstancias de sucesión del gobierno”.
Pese a estas presiones, Frondizi respondió “No renuncio ni doy parte de
enfermo ni me voy de viaje. Sigo siendo el presidente”. Por ello, las Fuerzas Armadas
anunciaron el 29 de marzo de 1962 que “el presidente de la República ha sido depuesto
por las Fuerzas Armadas”. Con custodia, lo retiraron de la residencia presidencial de
Olivos y se lo condujo detenido a la isla Martín García.
Sin una estrategia clara, se apresuró a jurar como presidente ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación el presidente del Senado José María Guido.

11- EL GOBIERNO PROVISORIO DE JOSÉ MARÍA GUIDO: LA PSEUDO


DEMOCRACIA Y LA PRESIDENCIA DE ARTURO ILLIA

El gobierno de Guido era caracterizado de “isabelino” porque, como la monarquía


inglesa, reinaba sin tener realmente el poder. Éste estaba netamente en manos de los
militares, que le iban señalando qué debía hacer. Pero los militares se dividieron en dos
sectores: azules y colorados. Los colorados o “gorilas” fueron los que dominaron al
principio al gobierno de Guido, y luego les tocó el turno a los azules o pseudo
legalistas. Las luchas entre estos sectores las detallaremos un poco más adelante,
pero la consecuencia de estos vaivenes fue la inestabilidad del gabinete presidencial:
durante el breve gobierno de Guido juraron en total cincuenta ministros y secretarios
de Estado.
Presionado por la Marina (el sector más “gorila” de las Fuerzas Armadas), el
Poder Ejecutivo anuló los comicios del 18 de marzo y envió quince interventores. El
peronismo mostró legalmente su rechazo a esta situación: por medio de un acta,
Framini (gobernador electo por la provincia de Buenos Aires) constaba que se le
impedía hacerse cargo del puesto ganado en las elecciones. El presidente Guido
declaró estar “identificado plenamente con los ideales de la Revolución Libertadora” y
dispuso el receso del Congreso y la caducidad de las autoridades de los partidos
políticos.
68
Para eliminar la influencia del voto peronista, se estableció que para las
próximas elecciones se pondría en funcionamiento el sistema de representación
proporcional. Éste permite que mayor cantidad de partidos obtengan bancas en el
Congreso, por lo que, al tener los partidos más chicos posibilidad de acceder a
diputaciones, se atomizaría el electorado restándole posibilidades o fuerzas al
peronismo. De todos modos, éste estaba inhibido de actuar porque se lo consideraba
un “totalitarismo”, y los partidos “totalitarios” estaban prohibidos. Más directamente,
se volvió a poner en vigencia el decreto 4161 de Aramburu, por el que se proscribía
cualquier símbolo peronista o la simple mención del nombre de su líder.

 Azules y Colorados
A partir de la “revolución libertadora”, las Fuerzas Armadas estuvieron
atravesadas por el enfrentamiento entre dos facciones rivales, que se identificaron
como colorados y azules, colores que distinguían a los bandos en las maniobras
militares. En 1962, los militares colorados eran profundamente antiperonistas; y los
azules estaban de acuerdo con permitir un acceso condicionado a ciertos dirigentes
peronistas con e! fin de lograr la normalización institucional.
El enfrentamiento se había originado por las distintas posiciones que estas
facciones militares tenían en relación con la participación de! Peronismo en la vida
social y política de la sociedad argentina. Pero hacia 1962, el conflicto se había
profundizado. Cada bando luchaba para lograr el control sobre el conjunto de las
Fuerzas Armadas y, de ese modo, estar en condiciones de ejercer la tutela sobre el
gobierno y establecer el rumbo que debía seguir la política nacional.
Desde el derrocamiento de Frondizi, el gobierno de Guido estaba controlado por
los colorados, integrados por la Marina y la infantería y la artillería del Ejército.
Azules eran la Fuerza Aérea y la caballería del Ejército.
Los enfrentamientos entre estas facciones tuvieron una primera etapa que fue
caracterizada como una batalla de declaraciones. Durante unos meses, los jefes de
distintos cuerpos y guarniciones dieron a conocer bandos, proclamas, radiogramas y
comunicados con el objetivo de hacer conocer a sus subordinados y al conjunto de la
sociedad sus ideas sobre qué era lo que debía o no debía hacer el gobierno y –
consecuentemente- cuáles eran los pasos que debían seguir las Fuerzas Armadas para
asegurar las acciones deseadas,
Cuando el 6 de setiembre de 1962 el Poder Ejecutivo, bajo tutela colorada,
disolvió el Congreso Nacional, el conflicto se profundizó. Muchos civiles consideraron
69
que con este acto el gobierno había perdido la legalidad y le retiraron su apoyo. Desde
entonces, los colorados comenzaron a ser considerados abiertamente golpistas.

 Los azules imponen su autoridad


Mientras tanto, los azules estaban más preocupados por el estado deliberativo y
la indisciplina que se registraba en los cuarteles. El general Juan Carlos Onganía se
decidió a enfrentar a los colorados y restablecer la autoridad y el respeto por los
mandos naturales en el interior de las Fuerzas Armadas, paso necesario para que
éstas abandonaran la política y se concentraran en su capacitación profesional. En el
plano político, proponía “mantener y afianzar al Poder Ejecutivo y asegurarle libertad
de acción a fin de concretar en el más breve plazo la vigencia de las disposiciones
constitucionales” –la normalización institucional-.
El 22 de setiembre la Fuerza Aérea bombardeó una concentración colorada en
San Antonio de Padua y hubo enfrentamientos de tropas en plaza Constitución y en los
parques Chacabuco y Avellaneda. Finalmente, el comando colorado se rindió y el
presidente Guido designó al general Onganía como comandante en jefe del Ejército.
Desde su nuevo cargo, Onganía controló una reestructuración del gobierno.

 Hacia las elecciones generales de julio de 1963


Las crisis militar y política profundizaron la crisis económica y, en enero de
1963, el ministro de Economía Álvaro Alsogaray explicaba que el país se encontraba en
estado de emergencia. Anunció que los sueldos y los aguinaldos se pagarían en cuotas
mientras que la inflación crecía y el gobierno firmaba acuerdos con el FMI. En ese
clima de desorden y confusión generalizada, el gobierno comenzó a impulsar la
campaña electoral para elegir nuevas autoridades constitucionales.
En los primeros meses de 1963 también tuvo lugar el Congreso Normalizador de
la CGT, que eligió como nuevo secretario general a José Alonso. La nueva conducción
cegetista emprendió una política agresiva de denuncia y acción directa. En este marco,
la campaña electoral estuvo atravesada no sólo por el ya tradicional enfrentamiento
entre peronistas y antiperonistas –ahora llamados gorilas-, sino también por
numerosas huelgas y conflictos en muchos gremios.

 Las candidaturas
Los principales partidos políticos –la UCRI y los partidos Conservador Popular,
Federal, Demócrata Cristiano y Unión Federal- decidieron constituir un Frente
Electoral Nacional y Popular, que incluía al Movimiento Justicialista (nombre que se
70
habían dado los peronistas proscritos). En marzo de 1963 se reunieron en la que
llamaron la Asamblea de la Civilidad y firmaron un Acta de Coincidencia. Esta decisión
volvió a plantear la cuestión de los límites de la proscripción del peronismo.
En abril de 1963, un grupo de militares encabezados por el general Benjamín
Menéndez se sublevó con el fin de hacer saber la oposición de un sector de las
Fuerzas Armadas al retorno del peronismo, concretado a través del otorgamiento de
la personería electoral a la Unión Popular, nombre que se dio el Frente. En realidad, el
movimiento había sido impulsado por el almirante Rojas y los jefes de la Marina, pero
éstos no se pronunciaron públicamente. Onganía controló a sus subordinados.
Sin embargo, las presiones militares y las disidencias entre los integrantes del
Frente sobre la fórmula para presidente y vice terminaron quebrando la unidad y
debilitando sus apoyos electorales. Frondizi mantuvo su compromiso con la Unión
Popular que llamó a votar en blanco. La UCRI llevó como candidato a presidente a
Oscar Alende y la UCRP consagró la fórmula Illia-Perette,
Por su parte, algunos grupos de derecha impulsaron la creación de otro Frente:
Unión del Pueblo Argentino –UDELPA- que impulsó la candidatura del general Pedro E.
Aramburu.
Finalmente, las elecciones se realizaron el 7 de julio de 1963 y la Unión Cívica
Radical del Pueblo obtuvo la mayor cantidad de votos: el 25% del electorado eligió la
fórmula Illia-Perette. La UCRI obtuvo el segundo lugar, con el 16%, y UDELPA el
tercero, con el 7,5%. Sin embargo, el porcentaje de votos en blanco alcanzó más del
19%, constituyéndose, en realidad, en la segunda fuerza.

 Illia Presidente. (1963-1966)


En este contexto, en las elecciones realizadas en 1963 (en las que seguía
vigente la proscripción del peronismo), Arturo Illia, de la UCRP, llegó a la presidencia.
Desde el comienzo de su mandato tuvo que enfrentar muchas dificultades. En primer
lugar, las contradicciones entre las facciones del partido radical complicaban la toma
de decisiones políticas. Por otro lado, muchas de sus medidas eran paralizadas en la
Cámara de Diputados, en la que el presidente solo tenía la minoría.
Desde esta posición de debilidad, Illia procuró gobernar con un estilo moderado,
evitando conflictos y mostrándose tolerante. Este estilo, sin embargo, fue calificado
por sus detractores como lento e inoperante.
No obstante, la actuación del gobierno en materia económica parecía desmentir
estas críticas. En efecto, Illia logró un crecimiento del mercado interno, una
71
progresiva distribución del ingreso, un considerable aumento de las exportaciones, una
reducción de la deuda externa y una mejora en el índice de empleo.
El problema era que muchas de las medidas llevadas a cabo chocaban con
intereses de diferentes sectores económicos. Por ejemplo, en nombre de la soberanía
nacional, Illia anuló los contratos petroleros firmados por Frondizi, y esto provocó el
rechazo de los inversionistas extranjeros y de los frondizistas.
Además, intervino en el terreno socioeconómico a través de la Ley de Salario
Mínimo Vital y Móvil y estableciendo límites al aumento de precios, lo que generó la
disconformidad de la Unión Industrial Argentina. A su vez, un proyecto de ley que
congelaba el precio de los medicamentos derivó en la oposición de los laboratorios.
La relación de Illia con los militares también era complicada. Por un lado, porque
la UCRP estaba vinculada a los colorados, y el mando del ejército estaba a cargo de los
azules. Por otra parte, debido a la decisión de Illia de favorecer la progresiva
incorporación del peronismo provocaba una gran resistencia entre los militares, tanto
de uno como de otro bando.
De este modo, militares y empresarios, con la activa participación de dirigentes
frondizistas, conspiraron en la organización de un golpe de Estado contra Illia. Una
agresiva campaña de prensa procuró desacreditar al gobierno y al sistema
democrático.
¿Cuál era la actitud del sindicalismo y de la clase obrera, mientras tanto? En
1964, la CGT lanzó un plan de lucha, organizado y dirigido por Vandor. Su objetivo
expreso era la obtención de mejoras salariales y otras reivindicaciones obreras entre
las que se encontraba el levantamiento de la proscripción del peronismo. Pero, además,
tenía por finalidad bloquear el proyecto del gobierno de limitar el poder de las
organizaciones sindicales a través de reformas de leyes sindicales, de un control más
estricto de su vida política interna.
El método consistió en una sistemática ocupación de fábricas. Según las
estimaciones de la CGT, en cinco semanas fueron ocupadas unas 11.000 plantas. Este
plan de lucha fue una demostración del poderío del sindicalismo vandorista ante el
gobierno de Illia, pero también ante los empresarios y, aun, frente a Perón.
En efecto, Perón encontraba dificultades cada vez mayores para ejercer su
liderazgo a distancia y se veía obligado a realizar un juego táctico complicado entre el
conjunto de grupos (entre los cuales el de Vandor era el más importante) que se
manifestaban leales a su conducción y, al mismo tiempo, buscaban ampliar sus bases
independientes de poder. Illia buscó aprovechar esta situación ya que su propósito era
derrotar a los peronistas en elecciones sin proscripciones.
72
El desafío al liderazgo de Perón se hizo evidente después del frustrado
"operativo retorno" -el intento de la CGT de traer al presidente depuesto de regreso
al país, impedido por el gobierno-, que tornó verosímil la posibilidad del "peronismo sin
Perón" Las elecciones para gobernador de Mendoza, en abril de 1966, fueron el
escenario de este desafío. Vandor apoyaba a Serú García, candidato de un partido
neoperonista local y principal dirigente del peronismo provincial. Perón, por su lado,
tomó partido por Ernesto Corvalán Nanclares, de escaso predicamento en la provincia.
Inesperadamente, el candidato de Perón se impuso sobre el vandorista. El proyecto
político de Vandor quedaba, así, trunco.
La derrota del proyecto vandorista contribuyó a que se esfumaran las
posibilidades de una continuidad civil del gobierno de Illia puesto que el "peronismo sin
Perón" -el único tolerable para los militares- se había revelado como una ilusión. Se
allanaba, así, el camino para un nuevo golpe de Estado.
La alternativa (apoyada por la prensa) era la de una nueva fórmula política y
militar cuya cabeza era el general Onganía. El golpe anunciado llegó, finalmente, el 28
de junio de 1966. El presidente Illia fue expulsado de la Casa de Gobierno; los
miembros de la Suprema Corte, los gobernadores y los intendentes electos fueron
destituidos, el Congreso y las Legislaturas provinciales fueron disueltos y la actividad
de todos los partidos políticos fue prohibida, y sus bienes fueron confiscados. La
Junta de comandantes, que organizó y ejecutó el golpe, mantuvo el poder durante 24
horas y, luego, lo entregó al general Onganía. La denominada Revolución Argentina
tomaba el poder.

EL "VANDORISMO"
"Vandor personificó el paso de este y sus sindicatos, de una posición de franco
antagonismo al statu quo posterior a 1955, a una actitud de aceptación de la necesidad de
llegar a un acuerdo con esa situación y encontrar un espacio dentro de sus límites. El
'vandorismo' llegó a ser sinónimo, tanto en el plano político como en el sindical, de negociación,
pragmatismo y aceptación de los hechos crudos de la realpolitik que gobernaba a la Argentina
desde 1955. En lo político, el vandorismo significó el empleo de la fuerza política y la
representatividad que los sindicatos tenían como fuerza dominante del peronismo y que
también tenían por ser el único sector legal de movimientos para tratar y negociar con otros
factores de poder.
La imagen de poder e influencia dentro del sistema fue simbolizada en el plano formal,
por las frecuentes conversaciones entre el gobierno y líderes sindicales en torno de temas
económicos y sociales, y, en el nivel informal", por el número no menor de consultas entre
Vandor y otros sindicalistas con políticos, jefes empresariales, prelados y altos oficiales del
73
ejército. La imagen del líder sindical [...], en el momento de entrar en la Casa Rosada o el
Ministerio de Trabajo o de visita en el Ministerio de Defensa para celebrar consultas con
jefes de las fuerzas armadas, llegó a ser un elemento dominante [ ... ] y, puesta de relieve sin
cesar por los medios de prensa, reforzó la visión de los sindicatos peronistas como parte
fundamental si bien conflictual, del sistema social y político".
James, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-
1976. Buenos Aires, Sudamericana, 1988.

 La anulación de los contratos petroleros


Frondizi firmó contratos petroleros con empresas multinacionales que trajeron
numerosas pérdidas a YPF, y por consiguiente a nuestro país. Los decretos de Illia de
noviembre de 1963 anulando los convenios, fueron confirmados por la investigación
desarrollada en marzo de 1964 por la Cámara de Diputados. Para revocarlos se
argumentó que con los mismos se habían violado las leyes, contrariando los intereses
de la Nación y amenazando seriamente la seguridad del Estado al facilitar a empresas
extranjeras el acceso a estudios que aludían a su reserva energética.
Fue una medida antiimperialista, que inmediatamente provocó oposición en los
Estados Unidos al temer los legisladores norteamericanos que los demás países
sudamericanos siguieran el ejemplo argentino. Los frondizistas criticaron esta medida
diciendo que se ignoraba el logro más importante de su gobierno: el
autoabastecimiento.

 El crecimiento económico
Illia trató de soslayar en su gobierno los fuertes condicionamientos del FMI.
Después de dos años de fuerte recesión, se dio un crecimiento desacostumbrado del
PBI, incrementándose la producción industrial en un 18,7% en 1964 y 28,6% en 1965,
además de haber obtenido buenas cosechas. En realidad no es que la industria hubiera
crecido en términos reales, sino que se estaba recuperando la capacidad ociosa que se
había producido por la crisis y los despidos en los años anteriores; pero en líneas
generales fue positiva su política económica.
El ministro de Salud Pública Oñativia propuso una ley sobre medicamentos, para
recortar el poder de los laboratorios, regulando y controlando e! aumento de los
precios, tanto en sus etapas de producción como comercialización. Los laboratorios
multinacionales ejercieron gran presión contra el gobierno, ya que calificaban al texto
legislativo como “monstruoso decreto”.
74
Los empresarios monopolistas, los banqueros y los productores rurales
desconfiaban del gobierno de Illia, y se oponían al mismo. No existía un clima propicio
para las inversiones extranjeras, y el gobierno prefería controlarlas, para no abultar
la ya importante deuda externa. Los hombres de negocios hablaban de “déficit fiscal”
y tomaban a las leyes sociales aprobadas por Illia como si fueran atentados contra la
Nación; decían que la Ley de Salario Mínimo, Vital y Móvil tenía efectos inflacionarios,
y que el control de precios al consumidor era “totalitario”. El cártel (organización de
empresarios de una rama de la producción con el fin de dominar y monopolizar. El
mercado) de la libre empresa declaró inconstitucional y fuera de la ley a la
intervención del Estado en la vida económica. El boicot empresarial hacia el gobierno
se llevó adelante negándose a pagar los impuestos y las cargas sociales, lo que saboteó
el plan de recuperación económica del Gobierno radical.

 La relación entre gremios y gobierno


Los gremios se habían hecho poderosos con Perón, porque éste los necesitaba
como factor de presión para llevar a cabo su política económico-social. Cuando Perón
fue depuesto, se intervino a los gremios y se permitió que hubiera más de un sindicato
por rama de actividad, a fin de divididos para que perdieran fuerza. Pero vimos que
siguieron actuando de distintos modos a través de la “resistencia”. Frondizi, tal como
le había prometido a Perón en el pacto de Caracas, hizo la Ley de Asociaciones
Profesionales, por medio de la cual se volvía al sindicato único por rama de actividad, y
se le daba gran poder económico a la cúpula sindical porque ésta recibía no sólo los
aportes por afiliados sino también los correspondientes a las obras sociales. El interés
por el control de este dinero generó una “burocracia sindical”, a menudo corrupta, que
prefería pactar con el gobierno o con los dueños de las fábricas y perpetuarse en
comicios internos fraudulentos, antes que ceder el espacio a listas opositoras. El
gobierno consideraba que esta situación era mucho más manejable que una cúpula
revolucionaria; los dirigentes, en cambio, sabían que el gobierno podía cambiar las
leyes y dejarlos a ellos afuera. Pero tampoco podían perder el apoyo de los obreros,
que eran los que les daban ese poder de negociación frente al gobierno, y debían
luchar por sus objetivos. De todos modos, no todos los sindicalistas eran
“negociadores”: la “izquierda”, más revolucionaria se oponía a Vandor.

 La presión creciente de Onganía


Onganía había adquirido poder tras su victoria contra los “colorados”, durante el
gobierno de Guido. Consideraba el triunfo de la UCRP como una derrota, ya que estaba
75
(junto con los otros militares azules) más ligado a los sectores frondizistas y social-
cristianos. Consideraba la prudencia de Illia y su respeto por el diálogo como vacío de
autoridad, inmovilismo e indecisión. Bajo un aparente de “legalismo”, se dedicó los
primeros tiempos del gobierno radical a cohesionar el Ejército, en un proceso de
“profesionalización”, donde debían suprimirse las diferencias internas y llegar a una
estricta obediencia a los mandos.
Su disconformidad con la política de Illia no se demostró al principio, pese a que
éste dejaba de lado a los militares –sin tener en cuenta que sólo gracias a ellos, que
habían proscripto al peronismo, es que la UCRP había llegado al gobierno-. Le parecía
que su gobierno caía en la inacción, por la no represión militar a los conflictos
laborales (en cambio, por medio del Poder Judicial, Illia había procesado y embargado
los bienes de 119 dirigentes gremiales que hicieron tomas de fábricas). Tampoco había
implantado el Estado de Sitio. Ni quiso enviar tropas argentinas a Santo Domingo,
donde habían intervenido los norteamericanos con sus “marines” (pese a que, para
evitar enfrentamientos con Estados Unidos, no se rechazó abiertamente la
intervención, y en la OEA la Argentina apoyó la creación de una fuerza
interamericana).
Por presión del Ejército, el gobierno había firmado un Tratado de Asistencia
Militar con Estados Unidos en mayo de 1964, mediante el cual la Argentina había
recibido armamento norteamericano por el valor de 18 millones de dólares entre 1964
y 1965, para hacer la “conversión estratégica” del Ejército. Por esto, el Ejército se
opuso a las “veleidades antiimperialistas” de Illia con la anulación de los contratos
petroleros o la ley sobre medicamentos, por miedo a que tomasen los norteamericanos
represalias con las entregas de armas.
Onganía, alineado con los Estados Unidos en la lucha anticomunista, participó en
la V Conferencia de Ejércitos Americanos en 1964 en West Point, donde expuso su
“doctrina”: las Fuerzas Armadas son “apolíticas, no deliberantes, y subordinadas a la
autoridad legítima”, pero su deber es “preservar los valores morales y espirituales de
la civilización occidental y cristiana”. Dichos valores se sustentan con la conformidad
al sistema de dominación impuesto por los Estados Unidos; todo antiimperialista puede
llegar a ser un ateo marxista a quien se deba perseguir. Es decir, el Ejército no podía
apoyar a un gobierno cuya política contradijera sus misiones fundamentales. La
obediencia debida del Ejército a las autoridades civiles cesa “si se produce al amparo
de ideologías exóticas, un desborde de autoridad que signifique la conculcación de los
principios básicos del sistema republicano de gobierno o un violento trastrocamiento
del equilibro e independencia de los poderes”. En una de sus primeras actuaciones
76
públicas como Comandante en Jefe, Onganía estableció una alianza con el gobierno
militar brasileño (que había derrocado al constitucional de Joao Goulart en abril de
1964) para la lucha contra el comunismo, en 1965. Había querido enviar tropas a Santo
Domingo en apoyo de Estados Unidos, e Illia se lo impidió.
Cuando Illia nombró, en noviembre de 1965, a un nuevo Secretario de Guerra
que era de un rango menor que Onganía, éste presentó su renuncia. Fue reemplazado
en la Comandancia del Ejército por el general Pistarini, quien duró pocos meses en el
puesto porque se desató la crisis. Desconoció órdenes del Presidente, por lo que éste
quiso relevarlo de su cargo; el Ejército se rebeló, asumiendo el poder la Junta de
Comandantes en Jefe el día 28 de junio de 1966. El 29 se hacía cargo del gobierno el
general Juan Carlos Onganía.

 La cultura durante la década del ´60


La década del 60 fue uno de los períodos de renovación cultural más
importantes del siglo XX. A continuación, te presentamos algunos de los aspectos más
sobresalientes que llegaron a la Argentina.
Una de las cuestiones que debemos tener en cuenta para comprender el proceso
de renovación es el proceso de expansión de empresas trasnacionales o
multinacionales, sobre todo de origen norteamericano (petroleras, automotrices, de
artículos para el hogar, supermercados y cadenas hoteleras). La radicación de estas
empresas en América Latina coincidió con las políticas desarrollistas impulsadas por
los gobiernos locales a fines de los años 50 y en los 60.
En la Argentina, además, este fenómeno se combinó con el desarrollo del sector
de servicios y de la clase media asalariada con una buena capacidad de consumo. Pero
el proceso no termina allí: junto con la expansión internacional de empresas, se
produjo una intemacionalización de las pautas culturales. En efecto, muchos hábitos y
costumbres comenzaron a mostrar similitudes en las grandes ciudades del mundo
occidental (París, Nueva York, San Pablo o Buenos Aires, entre otras).
La tendencia a la uniformidad tuvo como contrapartida una fragmentación
interna de las sociedades, que no siempre correspondía con la división en clases
sociales. Por ejemplo, a fines de la década, un joven roquero de clase media de Buenos
Aires tenía más elementos en común con un roquero londinense que con su padre
porteño. Pero incluso dentro de la cultura juvenil argentina, si bien existían
costumbres similares como el pelo largo y la ropa informal, algunos jóvenes engrosaban
las filas del movimiento de rock nacional, mientras que otros se sumaban a la militancia
en partidos de izquierda.
77
Surgió, además, un nuevo modo de diferenciarse entre tanta uniformidad de
pautas culturales. La marca se convirtió en el modo de distinguirse. En efecto, durante
la década del 60, las marcas adquirieron un valor sin precedentes y cada una de ellas
pasó a tener un significado particular, y a ser un símbolo de mayor o menor prestigio.
Junto a la marca surgió otra señal de distinción: el diseño. Los diseñadores de modas,
de autos, de muebles o de interiores pasaron a ser personas con un altísimo prestigio.
La televisión y la publicidad fueron los instrumentos de difusión de las nuevas
pautas culturales. El primer canal de la Argentina fue el 7, que era estatal y se instaló
en 1951. En la década de 1960, con la inauguración de otros tres canales de aire -9, 11
y 13-, se produjo la gran expansión de la televisión.
El otro instrumento fue la publicidad, que se profesionalizó. Se comenzó a
estudiar la composición del mercado, de sus segmentos, gustos y capacidad adquisitiva.
Así se podían detectar deseos y expectativas de los posibles consumidores, al mismo
tiempo que se evaluaba cuál era el medio más apto para promocionar un producto
destinado a un público determinado.
Otro rasgo del período fue la gran expansión de la matrícula universitaria, es
decir, el aumento de la cantidad de estudiantes. Las empresas comenzaron a demandar
una mejor formación de sus empleados jerárquicos, y los jóvenes de la próspera clase
media descubrieron que, para desarrollarse profesionalmente, era necesario estudiar
en la universidad. Al mismo tiempo, se produjo el ingreso masivo de las mujeres a esta
institución.
En poco tiempo, las universidades se convirtieron en uno de los principales focos
de renovación cultural de la Argentina: añadieron laboratorios modernos y carreras
nuevas -Sociología y Psicología-, se promovieron becas de estudio al exterior y sus
científicos comenzaron a ser reconocidos internacionalmente. Además, durante el
gobierno de Frondizi se había autorizado la creación de nuevas universidades en el
país.

12- ONGANÍA Y LA REVOLUCIÓN ARGENTINA (1966-1970)

 El “problema” del peronismo


La década 1955-1966, signada por la Revolución Libertadora y sus democracias
condicionadas por la proscripción del peronismo, terminó con la misma insatisfacción
de los sectores que habían generado el golpe diez años atrás. Los gobiernos, con
mayor o menor caudal represivo, no habían podido “desperonizar” al pueblo. Éste, sin
78
tener la capacidad de tomar el gobierno, tenía la fuerza como para desestabilizar a los
sucesivos gobiernos que trataban de imponer una fachada democrática.
Al fracasar estos sucesivos intentos, Onganía se presentó como la solución para
diferentes grupos –que a continuación analizaremos- con un gobierno autoritario que
no se consideraba “provisorio” hasta una pronta salida democrática sino que, por el
contrario, no se fijaba tiempos: “no hay plazos, sino objetivos”. Se auto-titulaba,
pomposamente, “Revolución Argentina”. La campaña de la prensa contra Illia fue
alevosa.

 El consenso golpista
Cuando ya el periodismo había habituado a la opinión pública al tema del golpe,
los militares comenzaron a hablar públicamente sobre el mismo. Illia, por debilidad,
impotencia o para no dar imagen de autoritario, dejaba hacer.
El sindicalismo vandorista, que no pudo luchar contra Perón en las urnas, pensó
que tendría más chance en un gobierno autoritario, donde no existiera la competencia
de los partidos políticos. Así, la CGT se constituiría en la única organización popular
permitida. Por eso comenzó a tener reuniones con representantes del Ejército ya en
marzo de 1966. En el momento del golpe, Perón no se quiso comprometer en una
condena o en un apoyo desde afuera del país, y prefirió esperar para ver cómo se
desenvolvían los acontecimientos: ordenó “desensillar hasta que aclare”.
Los partidos políticos permitidos (a excepción de la UCRP, por supuesto) aunque
no apoyaban abiertamente el golpe, tampoco lo condenaban: si había elecciones en
1967 el pueblo se dividiría entre quienes tenían posibilidades de ganar (el peronismo y
la UCRP), quedando los partidos pequeños afuera de la contienda electoral.
Sintetizando esta ambigüedad, la democracia cristiana expresó: “El gobierno se
merece un golpe, pero el país no”. En cambio, los antiperonistas que temían la victoria
aplastante del peronismo en las urnas en 1967, sostenían decididamente la
insurrección.
Apoyando el discurso desarrollista de Onganía, los sectores empresariales
grandes, pequeños y medianos, dieron también su aval al golpe. Ya habíamos visto que
las empresas transnacionales se oponían al gobierno de Illia por su política petrolera y
de medicamentos. Los grandes productores agropecuarios exportadores también en un
principio respaldaron a Onganía.
Finalmente, a nivel internacional contaba con el visto bueno de los Estados
Unidos, que sostenían la dictadura militar brasileña de Castelo Branco y todo otro
modelo similar que no fuera contrapuesto a sus intereses en América Latina. Onganía
79
ya se había aliado con Brasil en 1965 para la lucha conjunta contra el comunismo y la
subversión izquierdista.
Con este consenso, no hubo reacción civil o militar cuando un destacamento de
la Policía Federal, armado con lanza gases, expulsó a Illia de la Casa Rosada de
gobierno sin ni siquiera ponerlo preso, el 28 de junio de 1966.
Esta nueva intervención de las FF. AA. se diferenció de las anteriores. En esta
oportunidad no se trataba de la iniciativa de una facción de algunas de las tres
fuerzas: por primera vez, encabezadas por sus comandantes, actuaban unidas, como
corporación.

 Los objetivos de Onganía


El primer paso consistió en la disolución de toda la legalidad anterior: decretos
para destituir al presidente y el vicepresidente, miembros de la Corte Suprema,
gobernadores, intendentes, Congreso Nacional y Legislaturas provinciales. Para
demostrar que la situación iba a ser duradera, junto con la desintegración de los
partidos políticos se les confiscaron y vendieron sus locales y bienes.
La Constitución tendría vigencia sólo en aquellos puntos que no se
contrapusieran con los fines trazados en el Acta de la Revolución Argentina. El
Estatuto de la Revolución Argentina fijaba las pautas de la nueva legalidad. Según el
mismo, el Presidente sería designado por la Junta Revolucionaria, sin plazo de
gobierno, y tendría las facultades legislativas que por la Constitución corresponden al
Congreso. Asimismo tendría la función de designar a los gobernadores, y la posibilidad
de remover “por esta única vez” a los jueces de los distintos Tribunales Superiores de
cada provincia.
Pese a que afirmaba que no tenía plazos sino objetivos, éstos no aparecían
claramente expresados, excepto en lo que se refería a la lucha contra el comunismo y
la “infiltración marxista”.
La obsesión por la “moralidad” llegaba a extremos irritativos: cualquier
expresión de “libertinaje” (besos en público, minifaldas, pelo largo, oscuridad en los
boliches, chistes sobre la autoridad) podía ser sancionada porque se afirmaba que la
inmoralidad abría la puerta a la subversión marxista. Con este pretexto, la censura se
abatió sobre todas las manifestaciones culturales: cine, radio, televisión,
publicaciones, teatro, etcétera.
La acción “revolucionaria” consistiría en un “programa de reordenamiento y
transformación” tendiente a reimplantar el liberalismo económico y la economía de
mercado pregonada por Álvaro Alsogaray. Para modernizar el país se debía limitar la
80
intervención del Estado en la economía y abrir el país a las inversiones extranjeras, ya
que la competencia externa ayudaría a bajar los costos. En primer lugar, para el
gobierno existiría un “tiempo económico” luego vendría un “tiempo social” y por último
el “tiempo político”

 Los tiempos del gobierno militar


Desde el gobierno, Onganía anunció que el ordenamiento del país debía
realizarse gradualmente y según una secuencia prefijada. Para el jefe de la “revolución
argentina”, el tiempo económico tenía prioridad sobre e! tiempo social y el tiempo
político.
Onganía declaró que el tiempo económico se extendería todo lo que fuese
necesario hasta lograr paz social y estabilidad económica, realizar grandes obras de
infraestructura para “la modernización y la integración física del país”, racionalizar la
administración pública, mejorar la situación presupuestaria de las provincias y sentar
las bases de concordancia y respeto a la autoridad. Luego, en su debido momento,
llegarían los ajustes de contenido social: en el tiempo social sería posible distribuir
con justicia los beneficios de un desarrollo hecho posible por el ordenamiento que se
lograría en el tiempo económico. Y, finalmente, cuando se hubieran alcanzado los
objetivos anteriores, llegaría el tiempo político: allí culminaría la “revolución argentina”
mediante la transferencia del poder político a las instituciones de un Estado que sería
muy diferente del Estado liberal democrático que existía hasta el 28 de junio de
1966. Onganía entendía que en el tiempo político debería lograrse el ensamble del
Estado con la comunidad organizada, sobre otras bases que no serían los partidos
políticos.

 El Proyecto Económico del Gobierno de Onganía


Para los grupos capitalistas más concentrados y particularmente para las
empresas transnacionales del sector industrial, hacia 1966 la normalización del
funcionamiento de la economía capitalista en la sociedad argentina se había convertido
en un objetivo vital. Según los capitalistas, la inflación alteraba y obstaculizaba sus
planes de inversión. También advertían los técnicos que la inflación dificultaba
profundizar la modernización.de la estructura industrial del país.
De acuerdo con las ideas económicas vigentes en la época, esta modernización
industrial consistía en eslabonar una estructura industrial integrada: esto significaba
producir en el país no sólo los productos destinados al consumo final de la población
sino los insumos y los bienes de capital necesarios para producirlos –como máquinas,
81
herramientas y tecnología-, que hasta entonces eran de origen extranjero y se
importaban. A pesar de las cuantiosas inversiones extranjeras directas en algunos
rubros y las inversiones del Estado en otros, en 1966 todavía era importante la
necesidad de insumos importados en numerosos renglones de la actividad industrial

 El problema de la inflación y el desarrollo


A mediados de 1966, Onganía, los militares y grupos con poder económico que
apoyaron la “revolución argentina”, estaban convencidos de que el origen de la inflación
estaba relacionado con las demandas de los sectores populares, que no aceptaban la
disminución de sus niveles de salarios y de consumo y se movilizaban para defender
sus logros. También la relacionaban con la intervención del Estado en la economía –
como había ocurrido en los gobiernos de Perón y el de Illia- para satisfacer esas
demandas.
Los economistas coincidían en que la inflación era uno de los problemas más
graves que enfrentaba la economía argentina, pero no acordaban sobre cuáles eran sus
causas y cuál era la mejor forma de eliminarla.
Para los economistas liberales y neoliberales –entre los que se encontraban
Álvaro Alsogaray y Roberto T. Alemann-, la inflación se originaba cuando había una
cantidad de moneda circulante mayor que el valor de las mercaderías que se podían
comprar, razón por la cual los precios subían. Por esto, sus propuestas para eliminar la
inflación consistían, básicamente, en decisiones de política monetaria. Desde el punto
de vista de los economistas liberales y neoliberales, el Estado, a través de
devaluaciones, fijación del tipo de cambio, retenciones a las exportaciones,
otorgamiento de créditos, congelamiento de salarios, control de precios y tarifas, por
ejemplo, podía reducir o expandir la cantidad de moneda de la que disponía cada uno
de los diferentes sectores sociales para gastar, ahorrar o invertir en el mercado
interno. Teóricamente, a través de los instrumentos de la política monetaria el Estado
podía inducir una disminución de la demanda y llegar a controlar la inflación. Desde
este punto de vista, la intervención del Estado debía limitarse sólo a fijar la política
monetaria y a controlar las demandas de los sectores populares. Asegurado el libre
juego del mercado, sostenían estos economistas, la llegada de nuevas inversiones de
capital extranjero impulsarían el desarrollo de la modernización industrial.
Para los economistas estructuralistas, que acordaban en muchos aspectos con el
enfoque de la CEPAL –como Aldo Ferrer y Marcelo Diamant-, en cambio, la inflación, el
déficit fiscal y el desequilibrio en la balanza comercial y de pagos eran
manifestaciones del problema estructural que afectaba a la economía argentina: el
82
estancamiento de las producciones del sector agropecuario y el sector industrial no
integrado. Por esto, desde el punto de vista de los estructuralistas, el manejo de la
política monetaria era insuficiente para controlar la inflación. Para alcanzar esta meta,
las políticas de gobierno debían proponerse remover los obstáculos que producían el
estancamiento y lograr un crecimiento industrial integrado. Afirmaban que una vez
alcanzados estos objetivos, la inflación quedaría controlada. Para los estructuralistas,
la política monetaria debía ser usada como una herramienta más de la política de
desarrollo: es decir, como un medio para lograr la canalización de recursos hacia las
actividades económicas cuya expansión resultaba necesaria y no con el sólo fin de
estabilizar la moneda. Por eso –recomendaban- los gobiernos nunca debían decidir la
política monetaria separada de un plan de desarrollo liderado por el Estado y
concertado con los diferentes sectores sociales. Además, proponían redefinir la
función del sector agropecuario e incorporar el progreso técnico y científico como
base del desarrollo industrial autosuficiente; y consideraban además que los capitales
extranjeros podían resultar útiles, pero no estaban de acuerdo en desmantelar la
intervención del Estado en la economía para crear el clima propicio que alentara
inversiones desde el exterior.

 El pragmatismo de Krieger Vasena: estabilización sin recesión


En diciembre de 1966, Onganía nombra como Ministro de Economía a Adalbert
Krieger Vasena, un técnico vinculado con los centros financieros internacionales. El
nuevo ministro de Economía era de orientación neoliberal pero sus propuestas se
caracterizaron por un pragmatismo que le permitió combinar estrategias de diferente
orientación doctrinaria.
Krieger Vasena anunció su Plan de Estabilización y Desarrollo el 13 de marzo de
1967. La medida más espectacular del Plan fue la devaluación del 40% del peso moneda
nacional. Según el ministro, ésta sería la última devaluación: explicó que como se
trataba de una “devaluación anticipada” (el porcentaje era mayor que el necesario para
equiparar el peso al dólar) esperaba “reducir paulatinamente las presiones
inflacionarias y especulativas contra nuestra moneda”, lo que contribuiría a la
reactivación de la economía del país.
Además, estableció retenciones a las exportaciones agropecuarias y disminuyó
los aranceles a las importaciones. Desde el punto de vista del ministro, estas medidas
buscaban no sólo beneficiar al sector industrial sino también limitar el impacto de la
devaluación sobre el poder adquisitivo de los salarios. La disminución, a través de la
devaluación, de los precios de la carne y los derivados del trigo que eran los productos
83
agropecuarios exportables y la disminución de los productos importados,
contribuyeron a mantener el valor del salario real.
Días después, Krieger Vasena decretó la suspensión de las convenciones
colectivas de trabajo –que establecían la posibilidad de que los trabajadores
discutieran con los patrones aumentos de salarios por rama de actividad-; y otorgó un
aumento de salarios del 15% a los trabajadores de los sectores privado y estatal,
anunciando que sería el último hasta diciembre de 1968. Al mismo tiempo, firmó un
acuerdo voluntario de precios con ochenta y cinco empresas industriales líderes
productoras de bienes de mayor consumo en el mercado interno. A cambio de su
compromiso de no aumentar los precios les ofreció ventajas especiales en materia de
créditos bancarios.

 Los éxitos y fracasos del plan económico


El Plan incluía muchas de las medidas que tradicionalmente habían formado
parte de los planes de ajuste y estabilización aplicados desde 1955. La novedad surgía
de su combinación con otras que resultaban inéditas. Una de las originalidades,
aciertos, de la política económica de 1967 fue que atribuyó la causa principal de la
inflación no al exceso de demanda sino a los costos de los factores de producción y a
los comportamientos especulativos de los actores. Sobre esta base, el plan de Krieger,
en lugar de restringir, aumentó la circulación monetaria y el crédito bancario. Estos
últimos estuvieron destinados, sobre todo, a la construcción de viviendas y al consumo
personal y fueron tomados por los sectores de ingresos medios de la población.
Además, por primera vez desde 1955, un plan de estabilización incluía
retenciones a las exportaciones agropecuarias. Desde el punto de vista político esta
medida significaba la subordinación de la burguesía agropecuaria a la dirección
económica de la burguesía industrial. Pero, además, los ingresos provenientes de las
retenciones a las exportaciones fueron apropiados íntegramente por el aparato
estatal y se convirtieron en una pieza clave del éxito económico del Plan. Fueron la
base de un importante capital que el Estado invirtió en obras públicas.
Al mismo tiempo, el aumento de la recaudación impositiva y las medidas para
racionalizar y hacer más eficientes el gasto público y las empresas estatales
contribuyeron a la reducción del déficit fiscal y, de este modo, aumentó el monto del
ahorro del gobierno nacional, que también fue destinado a inversiones.
La inversión pública realizada por el Estado fue el motor que mantuvo el nivel de
actividad económica, impulsó el crecimiento que se registró en 1968 y evitó los
efectos recesivos, resultado de la aplicación de los planes de estabilización
84
tradicionales. Krieger entendía que estos datos eran fundamentales para restituir la
confianza de los capitalistas nacionales y extranjeros. De todos modos, la inversión
privada creció moderadamente durante 1967 y 1968 –menos que la estatal- y fueron
casi nulas las inversiones extranjeras directas.
Históricamente se había subsidiado a las producciones regionales, como la
industria azucarera en Tucumán o la algodonera en el Chaco. Esto no se consideró
“racional” por el gobierno de Onganía, que aduciendo una crisis de superproducción de
azúcar, eliminó los subsidios. Según Alain Rouquié fueron motivos políticos los que
llevaron al cierre de once ingenios azucareros, y se eliminó la resistencia de los
sectores afectados mediante la represión y el autoritarismo militar. El resultado fue
la concentración de la producción azucarera del país en pocas manos.
La disminución del poder adquisitivo de los obreros –cuyo salario real se
achicaba aunque creciera la producción- se volcó en contra de las industrias que
dependían del mercado interno: no tenían a quien venderle lo que fabricaban y se
arruinaron. Entre 1965 y 1973 se declararon en quiebra 11.600 empresas.
Sin embargo, el producto bruto interno (PBI) siguió creciendo, lo que indica que,
mientras muchas empresas fracasaban, otras obtenían inmensas ganancias. Es por ello
que se habla de carácter selectivo de la recesión: no afectaba a todas las empresas
por igual, sino que se beneficiaron las más importantes.

 La Resistencia de la Sociedad Civil


Transcurridos dos años del gobierno de Onganía, el Estado avanzaba imponiendo
políticas cada vez más autoritarias. Desde la prohibición de las actividades políticas
que dejó a todos los partidos políticos y sectores sociales sin poder participar en el
debate sobre los problemas del país y las políticas de gobierno-, llegaba ahora a no
aceptar ningún disenso, ni siquiera el que comenzaban a manifestar grupos y sectores
que habían apoyado y apoyaban el gobierno militar.
Las clausuras y censuras de los medios de comunicación que el gobierno no
controlaba, se multiplicaron. También fueron prohibidas las manifestaciones artísticas
o las situaciones de la vida cotidiana que no se ajustaban al orden establecido.
Pero en los últimos años de la década de 1960, el avance del autoritarismo por
parte del Estado controlado por un gobierno ilegítimo no tuvo el efecto esperado por
éste sobre la sociedad civil. Importantes sectores de la población –privados de los
canales institucionales de representación y participación propios de la democracia
política- encontraron nuevas formas de organización y participación para defender sus
intereses, expresar sus desacuerdos y hacer oír sus reclamos.
85

 La rebelión social en el interior y el Cordobazo


A principios de 1969, Onganía anunció que, cumplidos los objetivos del tiempo
económico, hacia fin de ese año, el gobierno de la “revolución argentina” se abocaría al
logro de los objetivos del tiempo social. Desde el punto de vista del gobierno, esto
significaba tomar medidas tendientes a mejorar la situación general de la población.
También anunció el próximo restablecimiento de las convenciones colectivas de
trabajo y la aprobación de un aumento de salarios. Esta última medida fue duramente
criticada por el sindicalismo –así lo hicieron la CGT de los Argentinos y la CGT
vandorista porque consideraban que el aumento anunciado era insuficiente.
Durante ese año, se reanudaron las protestas sociales en varias provincias. Los
estudiantes de las universidades del Nordeste y de Rosario plantearon sus reclamos y
oposición al gobierno de Onganía.

 El Cordobazo
Córdoba se había convertido en la capital industrial del interior. En ella estaban
instaladas la mayoría de las fábricas de automotores del país, una industria moderna
propiedad de poderosas sociedades extranjeras como Fiat y Renault. Esta última
había adquirido las instalaciones de Industrias Kaiser Argentina, IKA, de origen
estadounidense, radicada en Córdoba desde 1955 y dedicada a la producción de
automóviles. Los obreros industriales que trabajaban en esas plantas recibían salarios
más altos que el salario promedio industrial percibido en otras provincias. Como
resultado de todos estos factores, en la ciudad de Córdoba se profundizó el proceso
de urbanización.
En mayo de 1969, el Poder Ejecutivo Nacional dictó un decreto por el cual se
derogaban los regímenes especiales sobre el descanso del sábado inglés en Mendoza,
San Juan, Tucumán y Córdoba. Al mismo tiempo también anunció el congelamiento de
los convenios colectivos y de los salarios. En Córdoba, las regionales de SMATA –el
Sindicato de los Mecánicos de Automotores y Transportes de la Argentina, conducida
por Elpidio Torres-, de Luz y Fuerza –cuyo secretario regional era Agustín Tosco- y la
Unión Tranviarios Automotor –UTA, liderada por Atilio López- convocaron a una
asamblea general. Las conducciones de estos tres sindicatos, cuyos trabajadores
recibían los salarios más altos del país, lideraron la protesta. La sesión de esa jornada
terminó con un enfrentamiento con la policía y un llamado al paro general.
El 29 de mayo, obreros y estudiantes cordobeses y de otras provincias salieron
unidos a las calles de Córdoba. Ante la magnitud de la movilización, Onganía ordenó que
86
las Fuerzas Armadas se hicieran cargo de la represión. La protesta fue un hecho
localizado en la ciudad de Córdoba y como resultado de los enfrentamientos hubo
presos, decenas de heridos y 16 muertos, algunos ajenos a las manifestaciones. Entre
los muertos por la represión se encontraron el estudiante Daniel Octavio Castellanos y
el obrero mecánico Máximo Mena.
La protesta se extendió a otras provincias. Rosario fue declarada zona de
emergencia y colocada bajo jurisdicción militar. También se profundizaron los
conflictos en la provincia de Tucumán. El Cordobazo fue el inicio de un proceso de
agudización de la protesta social y la lucha armada que, desde entonces y por varios
años, se desarrolló en la sociedad argentina.

 Las consecuencias políticas del Cordobazo


El Cordobazo provocó varias renuncias en el gobierno. Fueron reemplazados el
general Imaz, Ministro del Interior y hombre de confianza de Onganía, y el ministro
de Economía, Adalbert Krieger Vasena.
Krieger Vasena fue reemplazado por Dagnino Pastore, un técnico alejado de las
expectativas de la CGE y la CGT pero que tampoco contaba con la confianza de la gran
burguesía industrial. Rápidamente disminuyeron las inversiones y se aceleró la
inflación.
Los sectores militares liberales liderados por Julio Alsogaray y Pedro E.
Aramburu comenzaron a planear el desplazamiento de Onganía del gobierno. Para la
gran burguesía industrial y la mayoría de las Fuerzas Armadas, los tiempos de Onganía
al frente del gobierno habían llegado a su fin.
Hacia 1970, estos sectores no tenían muy claro qué tipo de sistema iba a
reemplazar al instaurado por Onganía. No estaban de acuerdo con la política
negociadora de Onganía con los sindicatos, pero consideraban necesario encontrar una
salida política que contuviera la presión social y obtuviera cierto consenso –combinada,
afirmaban, con un grado de represión inevitable- entre algunos sectores de la
sociedad.
También para los sectores más conservadores, el Cordobazo había puesto en
evidencia las limitaciones del Estado burocrático autoritario implantado en 1966.
87
 La caída de Onganía
Después del Cordobazo, el
clima de violencia social se agravó.
El 30 de junio de 1969, el gobierno
declaró el estado de sitio en todo
el país. Esta medida, que
significaba la suspensión de las
garantías constitucionales de los
ciudadanos –vigentes porque el
Estatuto de la “Revolución
Argentina” que había reemplazado
a la Constitución Nacional no las
había suspendido fue justificada
para “dotar al gobierno del instrumento legal adecuado para asegurar la paz y el orden
en todo el territorio de la república”.
Sin embargo, entre junio de 1969 y mayo de 1970 se produjo una serie de
acontecimientos violentos y movilizaciones sociales que tuvieron profunda repercusión
en toda la sociedad y que terminaron de debilitar la posición de Onganía. Algunos de
estos acontecimientos fueron los siguientes: Augusto T. Vandor fue asesinado por una
organización guerrillera de la izquierda peronista; un dirigente del sindicalismo
combativo (Emilio Jáuregui, del gremio de prensa) murió como consecuencia de la
represión policial a una manifestación en la Capital Federal; fueron incendiados locales
de la cadena de supermercados Minimax, de propiedad de capitales extranjeros; se
multiplicaron las huelgas convocadas por la CGT de los Argentinos y la CGT Azopardo,
cuya dirección se reconocía como vandorista aún después de la muerte de Vandor; en
Rosario y Cipoletti la población protagonizó importantes movilizaciones en apoyo de
obreros en conflicto; el gobierno allanó y clausuró locales de la CGT de los Argentinos
y de numerosos sindicatos y ordenó la prisión de Ongaro y otros dirigentes del
sindicalismo combativo; también pasó a retiro a cuarenta oficiales en actividad por
considerarlos sospechosos de ser izquierdistas. Sin duda, el hecho decisivo que
precipitó la caída de Onganía fue el secuestro del general retirado y ex presidente
Pedro Eugenio Aramburu por los Montoneros en el mes de mayo de 1970. Aramburu
fue asesinado el 1 º de junio y su cadáver fue encontrado unos días después.
El 8 de junio, la Junta de Comandante dio a conocer un comunicado en el que
anunciaba que “las Fuerzas Armadas no estaban dispuestas a otorgar un cheque en
88
blanco al Poder Ejecutivo Nacional”. Finalmente, esa noche, Onganía presentó su
renuncia “bajo presión de las armas”, según escribió.

13- LA RADICALIZACIÓN DE LOS SECTORES MEDIOS

Las políticas del gobierno de Onganía profundizaron los conflictos en todos los
planos de la vida social. Las decisiones tomadas por el gobierno militar no sólo
afectaron en forma creciente los intereses de los trabajadores sino también los de
los sectores medios urbanos. El avance del autoritarismo que se manifestó en la
supresión de toda actividad política, en la intervención en las universidades y en la
censura y la represión de toda manifestación contraria a las ideas del gobierno
significó para estos sectores de la población el cierre de canales de expresión y
participación que se habían desarrollado y consolidado durante los gobiernos civiles
posteriores a 1955.
En este contexto, sectores mayoritarios de la sociedad, después de 1966, se
sintieron cada vez más atraídos por el peronismo porque lo identificaban como el
principal sector de oposición al gobierno. El tono cada vez más contestatario del
peronismo atrajo sobre todo a intelectuales y jóvenes, opositores al régimen militar.
Estos años fueron los de mayor crecimiento de los agrupamientos políticos
peronistas. Con el aval del propio Perón desde su exilio en España, las organizaciones
barriales y universitarias peronistas crecieron en forma considerable.
La Juventud Peronista (JP) se integró con jóvenes militantes provenientes de
muy diferentes sectores sociales y de orientaciones ideológicas diversas. La JP
reivindicó los años de lucha del peronismo desde 1955 y planteó como una de sus
principales banderas políticas el retorno de Perón. Los dirigentes y militantes de la JP
creían que el movimiento peronista sería el protagonista de la transformación de la
sociedad argentina en un futuro próximo y que el propio Perón, como conductor, sería
permeable a sus propuestas.
Pero la movilización y la radicalización de los sectores medios no sólo modificó
la composición social de los militantes peronistas. También originó importantes
cambios en la organización y la composición de diversas agrupaciones de izquierda.
Entre 1966 y 1968, se sucedieron numerosas escisiones entre los partidos de
izquierda y se conformaron nuevos grupos y partidos. Muchos de ellos tuvieron muy
pocos integrantes y duraron muy poco, pero pusieron en evidencia la crisis de las
formas tradicionales de organización de los partidos de izquierda y la búsqueda de
nuevos canales de expresión.
89
 El surgimiento de la guerrilla
Los orígenes de la guerrilla en Argentina se vinculan con las características que
tuvo el sistema político desde el derrocamiento del peronismo en 1955. Los años de
exclusión y represión social sobre el conjunto de los trabajadores, la instauración de
gobiernos civiles sin legitimidad durante el período 1955-1966 por la exclusión del
peronismo y la implantación de la dictadura de Onganía debilitaron la creencia de
sectores mayoritarios de la sociedad –tanto peronistas como no peronistas- en la
democracia política como régimen de gobierno. Al mismo tiempo, también influyeron
sucesos internacionales como la Revolución Cubana, la ruptura de la China comunista
con la Unión Soviética, y la lucha de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia.
En este contexto de transformaciones del pensamiento político, los métodos
revolucionarios se presentaron como una alternativa válida para algunos sectores,
sobre todo, los que criticaban a la democracia porque permitía la represión del
peronismo y la exclusión política de una parte importante de la población.
En el marco de estos cuestionamientos, algunas organizaciones políticas
comenzaron a debatir la posibilidad de buscar caminos diferentes de la democracia
política y del capitalismo para lograr un cambio de situación y una mejora en las
condiciones de vida de toda la población. Algunas agrupaciones tomaron como ejemplos
las experiencias revolucionarias socialistas de otros países del Tercer Mundo, como
Cuba o Argelia, o incluso de la Unión Soviética y China. Otras pensaron que era posible
lograr la instalación del socialismo adaptado a las peculiaridades de nuestro país y
lanzaron la propuesta de construcción de un socialismo nacional.
Al mismo tiempo, algunos grupos de los sectores medios comenzaron a
privilegiar la acción por sobre la teoría y consideraron la posibilidad de tomar el poder
mediante la lucha armada.
Los primeros grupos guerrilleros en nuestro país –tanto los de orientación
peronista como los marxistas- actuaron estimulados por el éxito de la guerrilla cubana
y se propusieron crear un foco revolucionario en zonas rurales. Pero sus intentos no
llegaron a consolidarse y se frustraron rápidamente. Estos primeros grupos fueron:
los Uturuncos –peronista, que operó en las provincias de Tucumán y Santiago del
Estero, entre 1959 y 1960-; el Ejército Guerrillero del Pueblo –de filiación castro-
guevarista, que actuó en Salta entre 1963 y 1964-; Y el Destacamento 17 de Octubre
–peronista, que actuó en Taco Ralo, provincia de Tucumán, en 1968.
90
 La izquierda peronista y la tendencia revolucionaria
En este marco de movilización social y debate intelectual, durante la década de
1960, en el interior del movimiento peronista comenzaron a diferenciarse grupos de
peronistas revolucionarios que conformaron la que fue llamada el ala izquierda.
Desde diferentes perspectivas y con una ideología imprecisa –y reconociendo
como antecedentes los fundamentos de la resistencia peronista formulados por John
William Cooke-, los peronistas revolucionarios comenzaron a pensar en el peronismo
como una variante nacional del socialismo. Todo este conjunto de militantes y
organizaciones fueron identificados por otros miembros del movimiento, y también por
ellos mismos, como la tendencia revolucionaria.

 Los Montoneros
La organización Montoneros fue creada hacia 1967 por un grupo de alumnos del
Colegio Nacional de Buenos Aires que, anteriormente, habían integrado Tacuara, una
organización estudiantil de orientación nacionalista católica. Sus fundadores fueron
Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus y Mario Firmenich, todo ellos militantes
de la Acción Católica Argentina y relacionados con algunos de los sacerdotes que en
esa época cuestionaban a la jerarquía de la Iglesia católica y declaraban su adhesión al
Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo.
Inicialmente, Montoneros incorporó a jóvenes provenientes del nacionalismo
católico y también a algunos pocos que habían militado en partidos de izquierda, como
Norma Arrostito que integró el grupo fundador. Desde este punto de partida, se
aproximó al peronismo como una manera de insertarse en un movimiento de masas.
Ellos buscaban acercarse al pueblo y advertían, el pueblo era peronista.
En los primeros años, el grupo montonero original no contó con teórico de
relieve, por lo que el pragmatismo, es decir, la obtención de resultados concretos, fue
la principal característica de sus estrategias de lucha política inicial.
Pero en su interior, había diferencias sobre la meta por la que luchaba la
organización. Algunos montoneros consideraban que el objetivo perseguido era la
construcción de una variante nacional del socialismo. Otros veían en peronismo una
forma socialista de la revolución nacional. Sin embargo, todos creían que la
contradicción principal en Argentina era la del nacionalismo frente al imperialismo, y
que los intereses del país estaban representados por una alianza popular, pero
multiclasista. Por esta razón, Montonero adoptó una estrategia en la que relegó a un
segundo plano la lucha de clases –dirigida a destruir las relaciones sociales
capitalistas- e impulsó la formación de un frente de liberación nacional.
91
En cuanto a su definición sobre el método de lucha, hasta 1972, Montoneros
planteó –en coincidencia con otras organizaciones guerrilleras peronistas y con el PRT
– la necesidad de desarrollar la guerrilla urbana, pero en marcada en una estrategia de
guerra popular. Esto significaba que no estaban de acuerdo con acciones armadas
aisladas: sus militantes, formados con mentalidad político-militar y con capacidad de
conducir –los cuadros- debían estar presentes en el proceso de lucha que se daba en el
nivel de las masas.
Durante los últimos años de la década de 1960, las organizaciones guerrilleras
peronistas FAR, FAP, Montoneros, adquirieron un gran protagonismo. Pero durante los
primeros años de la década siguiente, Montoneros se fue transformando, en los
hechos, en el principal referente de una gran parte de las agrupaciones que se
identificaban como JP.
Después de la muerte de Perón y en el proceso de agudización de los
enfrentamientos entre la derecha y la izquierda del peronismo que tuvieron lugar
durante 1974 y 1975, Montoneros profundizó el militarismo como estrategia de lucha
y se fue aislando cada vez más del resto de la población.
92

PROYECTO DE ARTICULACIÓN UNIVERSITARIA


REGRESO Y CAÍDA DEL PERONISMO (1970—1976)

OBJETIVOS:
 Analizar, comprender, aplicar y sintetizar los procesos políticos, económicos
y sociales de la Historia Argentina en el período 1970—1976, desarrollando
un pensamiento crítico de dichos procesos y estableciendo relaciones con
nuestra realidad.
 Desarrollar el aprendizaje autónomo del conocimiento para facilitar la
posterior inserción universitaria.

I- PARA ENTRAR EN TEMA

TAREA N° 1
1) Observe atentamente la siguiente caricatura. Colóquele un título, invente un
diálogo y explique a qué situación hace referencia.

2) Elaborar un texto argumentativo intentando explicar porqué el final de la


Revolución Argentina fue un terreno propicio para la formación de grupos
guerrilleros.
93
3) Lea atentamente el siguiente texto y responda las preguntas a continuación.
Era la una y media de la tarde del 29 de mayo de 1970. Las radios de todo el país
Interrumpieron su programación para dar cuenta de una noticia que poco después conmovería
al país. Habría sido secuestrado el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu. Esquivando
puestos policiales y evitando caminos transitados, una pick up Gladiator hacia Timote.
En este primer operativo firmado, Montoneros definió su proyecto y mostró un camino.
El “Aramburazo” logró, en ese sentido, la mayoría de sus objetivos.
El primer objetivo era el lanzamiento público de la Organización, se cumplió con éxito.
En cuestión de horas, días cuanto más, todos los argentinos supieron que las luchas peronistas,
las de la Resistencia; las del Plan de Lucha.
El segundo objetivo era ejercer la justicia revolucionaria contra el más inteligente de
los cabecillas de la Libertadora. Porque si Rojas fue la figura más acabada del gorilismo, Pedro
Eugenio Aramburu fue, en cambio, su cerebro y artífice. En Aramburu, el pueblo había
sintetizado al antipueblo. El vasco era responsable directo de los bombardeos a la Plaza de
Mayo, de las persecuciones y las torturas. Aramburu era culpable directo, además, del
fusilamiento de 27 patriotas durante la represión brutal de Junio del 56. Sobre él ejerció
Montoneros la justicia de ese pueblo.
Por primera vez el pueblo podía sentar a un cipayo en el banquillo y juzgarlo y
condenarlo. Eso hizo Montoneros. Mostró al pueblo que, más allá de las trampas, las argucias
legales y los códigos para reprimir a los trabajadores, había un camino hacia la Verdadera
Justicia, la que nace de la voluntad de un pueblo. Aramburu fue, además, culpable de un delito
que a los peronistas los había herido e indignado como pocas veces se indignó este pueblo.
Aramburu había sido el artífice del robo y desaparición del cadáver de la compañera Evita. El
pueblo lo sabía. Por esa intuición que lo caracteriza, el pueblo sabía, sin tener que preguntarle
a nadie, que Aramburu era culpable de ese robo y de la mutilación del cuerpo de la
Abanderada de los Trabajadores. Su recuperación, uno de los objetivos fundamentales del
Aramburazo, no se pudo lograr. La negativa del “fusilador” a confesar, amparándose en un
pacto “de honor” con otros gorilas, impidió que Montoneros supiera exactamente el paradero
del cuerpo.
El último objetivo del Aramburazo se inscribía en la situación política que vivía el país
en aquel momento. Aramburu conspiraba contra Onganía. Pero el proyecto de Aramburu para
reemplazar el régimen corporativista de Onganía era políticamente más peligroso. Aramburu
se proponía, la integración del peronismo al sistema liberal a través de “peronistas”
burócratas y participacionistas. Aramburu, en 1970 era un agente hábil del Imperialismo, un
hombre que intenta vaciar al peronismo de contenido popular, en una maniobra eleccionaria de
trampa. Usar al “peronismo de corbata” y a los traidores que aparecían como dirigentes para
aniquilar al Movimiento, para aislar definitivamente al General de los peronistas.
El ajusticiamiento de Aramburu era un viejo sueño nuestro. Concebimos la operación a
comienzos de 1969. Había de por medio un principio de justicia popular-una reparación por los
94
asesinatos de junio del 56-, pero además queríamos recuperar el cadáver de Evita, que
Aramburu había hecho desaparecer.
Fernando y el Gordo tocaron el timbre, rígidos en su apostura militar. Fernando un poco
más rígido por la “metra” que llevaba bajo el pilotín verde oliva. Los atendió la mujer del
General. No le infundieron dudas: eran oficiales del Ejército. Los invitó a pasar, les ofreció
café mientras esperaban que Aramburu terminara de bañarse.
Al fin apareció sonriente impecablemente vestido. Tomó café con ellos mientras
escuchaba complacido el ofrecimiento de custodia que le hacían esos jóvenes militares.
Las cortesías siguieron un par de minutos mientras el café se enfriaba, y el tiempo
también y los dos muchachos agrandados se paraban y desenfierraban, y la voz cortante de
Fernando dijo: Mi General, usted viene con nosotros. Así. Sin mayores explicaciones. ¿SI se
resistía? Lo matábamos. Ese era el plan, aunque no quedara ninguno de nosotros vivos.
Pero no, ahí estaba, caminando apaciblemente entre el Gordo Maza que le pasaba el
brazo por el hombro, y Fernando lo empujaba levemente con la metra bajo el pilotín.
Seguramente no entendía por nada. Debió creer que alguien se adelantaba al golpe que había
planeado, porque todavía no dudaba que sus captores eran militares.
Subieron al Peugeot y arrancaron hacia Charcas, dieron la vuelta por Rodríguez Peña
hacia el Bajo, y nosotros detrás. A la una de la tarde la radio empezó a hablar del presunto
secuestro. Ya estábamos a mitad de camino. Serían las cinco y media o las seis cuando
llegamos a La Celma, un casco de estancia que pertenecía a la familia de Ramus. El taxi se
volvió a Buenos Aires y nosotros entramos. La primera tarea de Ramus fue distraer la
atención de su capataz, el vasco Acébal.
Metimos a Aramburu en un dormitorio, y ahí mismo esa noche le iniciamos el juicio. Lo
sentamos en una cama y Fernando le dijo: -General Aramburu, usted está detenido por una
organización revolucionaria peronista, que lo va a someter a juicio revolucionarlo. Recién ahí
pareció comprender. Pero lo único que dijo fue: -Bueno.
Su actitud era serena. Si estaba nervioso, se dominaba. Para el juicio se utilizo un
grabador. Fue lento y fatigoso porque no queríamos presionarlo ni intimidarlo y él se atuvo a
esa ventaja, demorando las respuestas a cada pregunta, contestando. “no sé”, “de eso no me
acuerdo”, etc.
El primer cargo que le hicimos fue el fusilamiento del General Valle y los otros
patriotas que se alzaron con él, el 9 de junio de 1956. Al principio pretendió negar. Dijo que
cuando sucedió eso él estaba de viaje en Rosario. Le leímos sílaba a sílaba los decretos 10.363
y 10.364, firmados por él, condenando a muerte a los sublevados. Le leímos la crónica de los
fusilamientos de civiles en Lanús y José León Suárez. No tenía respuesta. Finalmente
reconoció: “Y bueno, nosotros hicimos una revolución, y cualquier revolución fusila a los
contrarrevolucionarios.”
Le leímos la conferencia de prensa en que el Almirante Rojas acusaba al general Valle y
los suyos de marxistas y de amorales. Exclamó “Pero yo no he dicho eso” Se le preguntó si de
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todos modos lo compartía. Dijo que no. Se le preguntó si estaba dispuesto a firmar eso. El
rostro se le aclaró quizá porque pensó que la cosa terminaba ahí. “Si era por esto, me lo
hubieran pedido en mi casa”, dijo, e inmediatamente firmó una declaración en que negaba
haber difamado a Valle y los revolucionarios del 56. Esa declaración se mandó a los diarios, y
creo que apareció publicada en Crónica.
Es posible que las fechas se me confundan, porque los que llevamos el juicio adelante
fuimos tres: Fernando, el otro compañero y yo. Ramus iba y venía continuamente a Buenos
Aires. De todas manera yo creo que el tema de Evita surgió el segundo día del juicio, el 31 de
mayo. Lo acusábamos, por supuesto, de haber robado el cadáver. Se paralizó. Por medio de
morisquetas y gestos bruscos se negaba a hablar, exigiendo por señas qua apagáramos el
grabador. Al fin, Fernando lo apagó. “Sobre ese tema no puedo hablar”, dijo Aramburu, “por un
problema de honor. Lo único que puedo asegurarles es que ella tiene cristiana sepultura”.
Insistimos en saber qué había ocurrido con el cadáver. Dijo que no se acordaba. Después
intentó negociar: él se comprometía a hacer aparecer el cadáver en el momento oportuno, bajo
palabra de honor. Insistimos. Al fin dijo: “Tendría que hacer memoria.” Bueno, haga memoria.”
Anochecía. Lo llevamos a otra habitación. Pidió papel y lápiz. Estuvo escribiendo antes
de acostarse a dormir. A la mañana siguiente, cuando se despertó, pidió para ir al baño.
Después encontramos algunos papelitos rotos, escritos con letra temblorosa. Volvimos a la
habitación del juicio. Lo interrogamos sin grabador. A los tirones contó la historia verdadera:
el cadáver de Eva Perón estaba en un cementerio de Roma, con nombre falso, bajo custodia
del Vaticano. La documentación vinculada con el robo del cadáver estaba en una caja de
seguridad del Banco Central a nombre del coronel Cabanillas. Más que eso no podía decir,
porque su honor se lo impedía.
Era ya la noche del 1 de junio. Le anunciamos que el Tribunal iba a deliberar. Desde ese
momento no se le habló más. Lo atamos a la cama. Preguntó por qué. Le dijimos que no se
preocupara. A la madrugada Fernando le comunicó la sentencia: “General, el Tribunal lo ha
sentenciado a la pena de muerte. Va a ser ejecutado en media hora.
Ensayó conmovernos. Habló de la sangre que nosotros, muchachos jóvenes, íbamos a
derramar. Cuando pasó la media hora lo desamarramos, lo sentamos en la cama y le atamos las
manos a la espalda. Pidió que le atáramos los cordones de los zapatos. Lo hicimos. Preguntó si
se podía afeitar. Le dijimos que no había utensilios. Lo llevamos por el pasillo interno de la
casa en dirección sótano. Pidió un confesor. Le dijimos que no podíamos traer un confesor
porque las rutas estaban controladas. Avanzó dos o tres pasos más. “¿Qué va a pasar con mi
familia?” Preguntó. Se le dijo que no había nada contra ella, que se le entregarían sus
pertenencias.
Ah, me van a matar en el sótano, dijo. Bajamos. Le pusimos un pañuelo en la boca y lo
colocamos contra la pared. El sótano era muy chico y la ejecución debía ser a pistola. Fernando
tomó sobre sí la tarea de ejecutarlo. Para él, el jefe debía asumir siempre la mayor
responsabilidad. A mí me mandó arriba a golpear sobre una morsa con una llave, para disimular
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el ruido de los disparos. “General –dijo Fernando-, vamos a proceder, -Proceda – dijo
Aramburu.
Fernando disparó la pistola 9 milímetros al pecho, Después hubo dos tiros de gracia,
con la misma arma y uno con una 45. Fernando lo tapó con una manta. Nadie se animó a
destaparlo mientras cavábamos el pozo en que íbamos a enterrarlo.
Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murió Aramburu.
Publicado en La Causa Peronista Nº 9 con fecha 3 de septiembre de 1974

a) ¿Cuáles fueron los objetivos planteados por Montoneros para secuestrar y


asesinar a Pedro. E. Aramburu?
b) ¿Qué cargos le imputa Montoneros a Aramburu?
c) ¿Cree usted que este hecho representa un acto de justicia popular o un
asesinato? Justifique su respuesta.
d) Elabore un texto (no menos de una carilla) reflexionando sobre la utilización
de la violencia, como método de participación política.

II- PARA ANALIZAR LA INFORMACIÓN

TAREA N° 1
1) Lea comprensivamente la siguiente selección de textos y subraye las ideas
principales de un color y las ideas secundarias de otro color.

EL FIN DE LA DICTADURA
Después del desplazamiento de Onganía, la Junta de Comandantes en Jefe de
las tres armas asumió el poder político y declaró su adhesión al régimen democrático y
representativo basado en los partidos políticos. Anunciaron también que en los
próximos días iban a: designar al ciudadano que se iba a desempeñar como presidente
de la República.
La Junta designó como Presidente al general Roberto Marcelo Levingston, que
se desempeñaba como representante del Ejército Argentino ante la Junta
Interamericana de Defensa, en Washington, y era desconocido para la opinión pública.
Desde el punto de vista de algunos sectores relacionados con el poder militar, la
designación de Levingston ponía de manifiesto que las Fuerzas Armadas estaban
haciendo tiempo mientras encontraban una alternativa política con posibilidades de
consolidarse y de resolver los conflictos sociales y políticos por los que atravesaba al
país.
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El 23 de marzo de 1971, Levingston fue relevado de su cargo, y el 25 de marzo,
la Junta de Comandantes decidió que el general Lanusse –uno de los representantes
más destacados del liberalismo militar- se hiciera cargo de la presidencia de la
República.

 El gobierno de Lanusse
La presidencia de Lanusse abría la tercera etapa de la “Revolución Argentina”,
en la que la política tenía un carácter prioritario. Con él, el gobierno de las Fuerzas
Armadas se presentó a la sociedad como partidario del restablecimiento de la
democracia a través de elecciones generales, levantó la prohibición de la actividad
política y los partidos y formuló la promesa de que habían acabado para siempre las
proscripciones. Los militares proclamaron que se iniciaba la era del juego limpio y que
no se tardaría en elegir un gobierno constitucional.

 El Gran Acuerdo Nacional (GAN)


Con esta meta, en las primeras semanas de julio de 1971, Lanusse dio a conocer
su propuesta política que denominó Gran Acuerdo Nacional (GAN). El GAN proponía un
acuerdo entre las principales fuerzas políticas a fin de restablecer las reglas del
juego electoral y del régimen político democrático y hacía una amplia convocatoria a
toda la ciudadanía para que participara activamente en este proceso. Para los
militares, el GAN significaba la posibilidad de encontrar una salida honorable para la
“Revolución Argentina” y organizar la retirada de los militares del poder político. Para
algunos sectores políticos, en cambio, el GAN daba paso a la normalidad constitucional
pero con el objetivo de mantener el control militar sobre el futuro gobierno
constitucional. La mayoría de los partidos políticos entendió que el GAN era una
propuesta impuesta por las Fuerzas Armadas, con el objetivo de lograr una
candidatura presidencial de unidad seguramente la de un militar retirado y, de ese
modo, asegurar el control de los militares sobre el proceso de transición hacia la
democracia.
Las organizaciones de la tendencia revolucionaria del peronismo y las
guerrilleras no peronistas rechazaron el acuerdo y profundizaron las acciones de
violencia contra objetivos militares y políticos.

 El retorno de Perón
Mientras todo esto sucedía, tanto Lanusse como todos los sectores políticos
comprendían que el éxito del GAN dependía de la decisión de Perón. En esa época,
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Daniel Paladino, el delegado personal de Perón, mostraba cierto grado de acuerdo con
el plan delineado por Lanusse. Pero los contactos entre Paladino y el Presidente de
facto comenzaron a ser cuestionados por el peronismo –sobre todo por su ala
izquierda- y también por la mayoría de la dirigencia política. Finalmente, en noviembre
de 1971, Perón reemplazó a Paladino por Héctor J. Cámpora –quien contaba con el
apoyo de la JP- y se distanció de Lanusse. El peronismo rechazó la propuesta del GAN
y organizó un frente político –llamado FRECILINA, Frente Cívico de Liberación
Nacional- desde el cual exigió al gobierno el establecimiento de un calendario electoral
sin proscripciones ni condicionamientos.
Frente a esto, Lanusse y los otros comandantes estuvieron de acuerdo en llevar
a cabo el proceso electoral, pero establecieron algunos condicionamientos: no podían
ser candidatos quienes no residieran en el país antes del 24 de agosto de 1972. Esto
significaba que Perón no podía ser candidato a presidente.
Lanusse desató el enfrentamiento frontal con Perón cuando, en julio de 1972,
afirmó: “Aquí no me corren más a mí, ni vaya admitir que corran a ningún argentino
diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan porque no quiere,
pero en mi fuero íntimo diré porque no le da el cuero.” La respuesta a este desafío fue
la decisión de la dirigencia peronista de organizar el Operativo Retorno. Finalmente, y
luego de 18 años de exilio obligado, el 17 de noviembre de 1972, Perón volvió a la
Argentina.

EL RETORNO DEL PERONISMO

 Las elecciones de marzo de 1973


La estrategia de Lanusse de imponer una salida política ordenada y condicionada
por medio del Gran Acuerdo Nacional fracasó. La negativa de Perón a negociar un
acuerdo político con los militares, la creciente movilización de los sectores populares y
las acciones de los grupos guerrilleros, precipitaron la convocatoria a elecciones
nacionales sin la proscripción del peronismo.
De todos modos, Lanusse intentó dificultar el retorno del peronismo al gobierno a
través de la legislación electoral. Además de la cláusula destinada a evitar la
candidatura de Perón, estableció la novedad del sistema de doble vuelta electoral-el
ballotage- esperaba así facilitar la alianza de los partidos antiperonistas en una
segunda vuelta, si el candidato peronista no lograba obtener más de la mitad de los
votos en la primera elección. Con esta estrategia, los militares buscaron preservar a
99
las Fuerzas Armadas de un descrédito aún mayor e institucionalizar los conflictos
sociales.
Por su parte, el peronismo organizó un frente electoral –el Frente Justicialista
de Liberación, FREJULI- con otros partidos menores –el Movimiento de Integración y
Desarrollo, el Partido Popular Cristiano y el Partido Conservador Popular- y eligió como
candidatos a Héctor José Cámpora, delegado personal de Perón, y a Vicente Solano
Lima.
El eje de la campaña electoral, desafiando abiertamente la cláusula restrictiva
de Lanusse, fue Cámpora al gobierno, Perón al poder. Las diversas agrupaciones que
constituían la Juventud Peronista y la organización Montoneros, que conformaban la
llamada tendencia revolucionaria del peronismo, protagonizaron los actos populares y
las tareas proselitistas preelectorales. Cámpora era un hombre confiable para el ala
izquierda del peronismo.
El peronismo se presentó como el referente político de los descontentos
acumulados tras muchos años de gobiernos militares y de distribución regresiva de la
riqueza.
Un vasto y heterogéneo conjunto de sectores sociales dio su apoyo al
peronismo, que se mostró como una fuerza política nacional capaz de resolver el
dilema que planteaba la consigna política más difundida en ese momento: liberación o
dependencia.
El 11 de marzo de 1973 se celebraron las elecciones y el FREJULI obtuvo el
49,5% de los votos. La fórmula radical encabezada por Ricardo Balbín obtuvo el 21,2 %
y, ante la contundencia del resultado electoral, decidió no competir en una posible
segunda vuelta.

 El gobierno de Cámpora: el auge de la movilización popular


Desde el triunfo electoral del 11 de marzo hasta la asunción del gobierno, el 25
de mayo, se vivió un clima de gran movilización y agitación política. Los distintos
sectores que conformaban el cada vez más heterogéneo movimiento peronista
pugnaban por ampliar su esfera de influencia, con la finalidad de ocupar los puestos
claves en el futuro gobierno.
Los sectores radicalizados del peronismo continuaron con su estrategia de
movilización social y de confrontación con los militares y anunciaron, por medio del
dirigente juvenil Rodolfo Galimberti, la necesidad de organizar milicias populares para
asegurar el triunfo electoral y avanzar en el camino de la liberación nacional. Pero la
reacción negativa de Perón, quien desde España desautorizó a Galimberti, que renunció
100
a su cargo de representante de la juventud en el Consejo Superior Justicialista,
revelaba que la estrategia de viejo caudillo apuntaba a tranquilizar la escena política y
a limitar el accionar de la tendencia revolucionaria.
El acto de asunción de Cámpora, el 25 de mayo de 1973, fue acompañado por una
gran movilización popular en la Plaza de Mayo y manifestaciones en las grandes
ciudades del interior del país. Al finalizar el acto, en la Capital Federal, nutridas
columnas de manifestantes encabezadas por las organizaciones juveniles se dirigieron
hacia la cárcel de Villa Devoto y exigieron la libertad de los presos político. Luego de
algunas horas de tensa espera, el gobierno decretó la liberación de todos los
detenidos. Este hecho provocó reacciones críticas desde diversos sectores políticos,
debido a que las nuevas autoridades tomaron la medida sin esperar a que se reuniera
el Parlamento. Otros sectores también manifestaron su inquietud y preocupación
porque se dejaba en libertad a los que consideraban responsables del clima violento de
los años anteriores y a los que calificaban como terroristas o extremistas.

 Expectativas y decisiones
Los acontecimientos vividos en esa jornada indicaron el tono que tuvo el breve
gobierno de Cámpora, signado por el auge de la movilización de los sectores populares,
la expectativa de cambios revolucionarios y la preocupación de los sectores más
moderados de la sociedad.
Las consignas referidas a la patria socialista y liberación o dependencia, aunque
no constituían un programa definido de gobierno, reflejaban el deseo de un cambio
revolucionario por parte de muchos militantes peronistas. Éstos confiaban en que el
nuevo gobierno, apuntalado por la movilización popular y las organizaciones
revolucionarias, concretaría esas aspiraciones. Si bien los grupos guerrilleros
peronistas abandonaron momentáneamente la lucha armada, el clima de agitación se
mantuvo por la multiplicación de medidas de acción directa; fueron frecuentes las
ocupaciones de fábricas y la toma de colegios y facultades que buscaban traducir el
resultado electoral en cambios rápidos y concretos en los lugares de trabajo o de
estudio.
Sin embargo, la designación de los ministros del gabinete de Cámpora, en el que
se manifestaba un equilibrio en el reparto de cargos entre los sectores de la izquierda
y la derecha del movimiento peronista y la estrategia de Perón de impulsar una política
acuerdista y conciliadora, señalaron un rumbo distinto. Los sectores radicalizados del
movimiento no lograron que su gran poder movilizador se tradujera en la ocupación de
espacios institucionales de gobierno. Estas tendencias opuestas provocaron un clima
101
político de fuertes tensiones, que agudizaron el enfrentamiento interno en el
movimiento peronista. Los conflictos se trasladaron entonces al ámbito del Estado,
donde comenzó a plantearse una dura lucha por la ampliación de los espacios de poder.

 El regreso definitivo de Perón


El 20 de junio de 1973 Perón regresó definitivamente al país. Su llegada estuvo
precedida por una gigantesca movilización popular que se dirigió al aeropuerto de
Ezeiza. Se trató de la mayor movilización de masas de la historia argentina y el
número de asistentes, algunos lo calcularon en más de un millón, reveló la expectativa
que gran parte de la sociedad había depositado en la figura de Perón.
La presencia en los alrededores de Ezeiza de miles de personas movilizadas por
las agrupaciones de la izquierda peronista, en un acto cuya organización estuvo a cargo
de los sectores vinculados a la derecha del movimiento, concluyó con un elevado
número de muertos y heridos.
A partir de entonces, fue evidente que los conflictos en el interior del
movimiento peronista no se resolverían a través de la negociación y que los sectores
más conservadores no estaban dispuestos a compartir espacios de poder con los más
radicalizados, a quienes comenzaron a acusar de infiltrados marxistas. Frente a la
patria socialista, los grupos conservadores oponían la patria peronista y se
autoproclamaban como los verdaderos custodios de la ortodoxia partidaria. El ministro
de Bienestar Social y secretario privado de Perón, José López Rega –a quien apodaban
el Brujo-, aparecía como la principal figura del ala derecha del movimiento.
El primer discurso de Perón apenas llegado al país, también reveló un cambio de
orientación en su política hacia el interior del movimiento. En una crítica a los grupos
de izquierda, anunció que “los peronistas debemos retomar la conducción de nuestro
movimiento”. Desde entonces, Perón alentó el avance de la burocracia sindical –hasta
entonces castigada por haber negociado muchas veces con los militares desoyendo al
líder- y del grupo comandado por López Rega.
Al mismo tiempo, los funcionarios que simpatizaban con el eje JP-Montoneros
comenzaron a ser desplazados del gobierno.
El indicador más claro del avance de los sectores de la derecha fue la presión
que ejercieron para forzar la renuncia de Cámpora, invocando la necesidad de realizar
de inmediato nuevas elecciones, sin ningún tipo de proscripción, ya que Perón había
regresado definitivamente a la Argentina. Cámpora –quien renunció junto al
vicepresidente Solano Lima- fue reemplazado provisionalmente –ante el obligado viaje
102
de turismo realizado por el presidente del Senado- por Raúl Lastiri, presidente de la
Cámara de Diputados y yerno de López Rega.

 Las elecciones de septiembre de 1973


Lastiri convocó a nuevos comicios presidenciales para el 23 de septiembre y la
fórmula del FREJULl estuvo integrada por Perón y su esposa, María Estela Martínez,
conocida como Isabelita. La fórmula contó con el apoyo del lopezrreguismo porque
colocaba en la primera línea de la sucesión presidencial a un miembro de su círculo, y
también con el de los dirigentes de la CGT, que celebraron el encumbramiento de la
esposa de Perón como una muestra de lealtad y verticalidad. Los sindicalistas volcaron
esta vez todo su aparato en la campaña proselitista. Los grupos ligados a Montoneros,
por su parte, fracasaron en su intento de impulsar la candidatura vicepresidencial de
Cámpora, y cuestionaron públicamente a Isabel, aunque apoyaron a Perón,
argumentando que “el primer término de la fórmula es la máxima aspiración por la que
hemos luchado estos dieciocho años”.
En los comicios del 23 de septiembre, el radicalismo presentó la fórmula Balbín-
De la Rúa y Francisco Manrique fue candidato por el Partido Federal.
La fórmula Perón-Perón logró un masivo respaldo en las urnas: obtuvo el 62% de
los sufragios frente al 21 % del radicalismo. El peronismo agregó a su base electoral
tradicional el apoyo de muchos no peronistas que creían que la tercera presidencia de
Perón era la única garantía de pacificación. El acercamiento entre Perón y Balbín fue
un gesto político significativo. También contribuyó a fortalecer esta imagen el tono de
los discursos de Perón, en los que se presentaba como un “elemento de unión para
todos los argentinos” y el empleo reiterado de una nueva consigna “para un argentino
no hay nada mejor que otro argentino”, en reemplazo
del tradicional “para un peronista no hay nada mejor
que otro peronista”.

 Las dificultades políticas y el avance de la


derecha
Desde principios de 1974, los sectores de la
derecha peronista se fueron consolidando dentro del
gobierno.
Después del ataque que realizó el ERP al
cuartel de Azul en el mes de enero, Perón desplazó
del gobierno a los funcionarios relacionados con la
103
tendencia que –designados en los tiempos de Cámpora- todavía permanecían en el
gobierno. El primer desplazado fue el gobernador de Buenos Aires, Oscar Bidegain,
acusado de actuar con “desaprensión” luego del ataque de Azul. En su reemplazo,
asumió la gobernación Victorio Calabró –el vicegobernador que había sido dirigente
sindical vandorista-, y este recambio fue apoyado por las Fuerzas Armadas, la cúpula
de la CGT y por el líder radical Ricardo Balbín, quien se pronunció “en defensa de las
instituciones” y sostuvo que, de ese modo, se evitaba una intervención federal en la
provincia.
La ofensiva política sobre el camporismo continuó en Córdoba. Allí el gobernador
Ricardo Obregón Cano, de la tendencia, y el vicegobernador Atilio López, dirigente del
sindicalismo peronista combativo comenzaron a ser hostigados. El apoyo de los
poderosos sindicatos clasistas cordobeses, encabezados por el secretario general de
SMATA, René Salamanca, y el de Luz y Fuerza, Agustín Tosco, no logró detener la
caída del gobierno provincial. Ésta se produjo luego de una insólita rebelión de la
policía de Córdoba, encabezada por el teniente coronel Navarro. El llamado navarrazo
–un golpe de Estado en escala provincial- que contó con el apoyo de la burocracia
sindical, de sectores de las Fuerzas Armadas y del lopezrreguismo, culminó con el
envío de un interventor federal que se hizo cargo del gobierno local. Poco tiempo
después también fue forzado a dejar su cargo el gobernador de Mendoza, Alberto
Martínez Baca.
De manera simultánea con estos cambios en la composición de las fuerzas que
integraban el gobierno peronista, se fue afianzando una estructura represiva bajo las
órdenes del ministro López Rega. El ascenso como jefes de la Policía Federal y de la
Superintendencia de Seguridad de los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride
acentuó el carácter represivo de la policía y afianzó la estructura organizativa de un
grupo parapolicial conocido como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Desde
entonces, se sucedieron atentados contra militantes políticos, locales y medios de
prensa de sectores de izquierda. El caso que causó más impacto fue el asesinato del
sacerdote tercermundista Carlos Mugica –que desarrollaba su acción pastoral en la
villa de Retiro de la Capital Federal-, realizado por la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina) en el mes de mayo de 1974.
En el contexto de un clima político en el que la violencia era cada vez más
frecuente, los diputados nacionales del bloque de la Juventud Peronista renunciaron a
sus bancas. Al tiempo que perdía todo poder institucional, la izquierda peronista
liderada por Montoneros comenzaba a cuestionar abiertamente la orientación política
del gobierno de Perón.
104
Los sectores de la tendencia realizaron un acto en el estadio de Atlanta el 11 de
marzo de 1974, para celebrar el primer aniversario del triunfo electoral de Cámpora.
El discurso central a cargo de Firmenich, fue un claro cuestionamiento al programa
económico del gobierno de Perón. El dirigente montonero señaló. “Hay que romper el
pacto social”.

 La ruptura entre Perón y Montoneros


Durante la presidencia de Perón se acentuó el enfrentamiento entre la izquierda
y la derecha del movimiento. Perón respaldó decididamente a los que se proclamaron
como los ortodoxos –los jefes de la CGT y, el círculo de López Rega- y esto acentuó el
distanciamiento entre el presidente y los sectores de la tendencia.
El punto culminante de este proceso fue la ruptura pública entre Perón y los
grupos de la Juventud Peronista vinculados con la organización Montoneros durante el
transcurso del acto en conmemoración del Día de los Trabajadores –el 1 de mayo de
1974-, realizado en la plaza de Mayo. En un hecho que no tenía precedentes en la
historia del peronismo, más de la mitad de los concurrentes al acto –simpatizantes de
los sectores de izquierda- cuestionaron a la esposa de Perón –corearon la consigna
“Evita hay una sola”- e interrumpieron el discurso del líder cantando “¿Qué pasa, Qué
pasa, Qué pasa, general, que está lleno de gorilas el gobierno popular?”. La reacción de
Perón, que señaló a los jóvenes como “esos estúpidos que gritan” y alabó la lealtad de
los viejos sindicalistas, “sabios y prudentes”, provocó la retirada de las columnas de
manifestantes que se identificaban con los Montoneros y la plaza quedó semivacía
aunque el discurso de Perón no había concluido.
Este acontecimiento reveló las dificultades que Perón enfrentaba para
mantener su liderazgo sobre un movimiento político en el que se había producido una
división ideológica –entre ortodoxos y revolucionarios- y en el que cada sector tenía
capacidad para actuar con autonomía. Antes de 1973 habían sido los sindicalistas
vandoristas y los neoperonistas los que intentaron apartarse del liderazgo de Perón.
Ahora los sectores juveniles demostraban su importancia como actores políticos y su
deseo de disputarle al propio Perón la dirección política del movimiento.

 Discurso del presidente Perón el 1° de mayo de 1974 desde los balcones de


la Casa Rosada
El discurso del presidente Perón el 1º de mayo de 1974 marca simbólicamente el
punto de inflexión y no retorno en el vínculo entre las organizaciones revolucionarias y
juveniles y el viejo líder, no tanto por el contenido del discurso sino porque reproduce
105
exactamente lo que puede leerse como la dinámica del “diálogo” entre Perón y la
multitud desde el nacimiento del peronismo en 1945. Pero el 1º de mayo de 1974 se
rompió ese diálogo, y evidentemente fue el propio Perón quien quiso hacerlo. Las
interrupciones del discurso son provocadas por los incesantes cánticos de las columnas
de Montoneros y Juventud Peronista, quienes al retirarse masivamente, hacia al final
del discurso, dejan notar que ocupaban casi la tercera parte de la multitud. Así como
el hecho fuera luego tendenciosamente interpretado como una “expulsión”, también
podría señalarse que a Perón se lo dejó con quienes él eligió quedarse: López Rega, la
burocracia sindical, la oligarquía. Si había otros caminos, tanto desde el viejo líder y
las erráticas políticas de gobierno, como desde las organizaciones revolucionarias y
juveniles –quienes radicalizaron sus posturas a partir del hecho- todavía hoy es una
incógnita histórica, ya que las lecturas e interpretaciones –aún transcurridos más de
30 años- continúan teñidas de subjetividades, parcialidades y emociones.
DISCURSO
HABLA PERON: “...Compañeros: hoy, hace veintiún años [se refiere a 1953] que
en este mismo balcón, y con un día luminoso como el de hoy, hablé por última vez a los
trabajadores argentinos. Fue entonces cuando les recomendé que ajustasen sus
organizaciones, porque venían días difíciles... No me equivoqué, ni en la apreciación de
los días que venían, ni en la calidad de la organización sindical, que a través de veinte
años... pese a esos estúpidos que gritan...
CANTICOS EN RESPUESTA: ¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, general, está lleno
de gorilas el gobierno popular! - ¡Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical!
HABLA PERON “...Decía que a través de estos veintiún años, las organizaciones
sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes
pretenden tener más mérito que los que durante veinte años lucharon...”
CANTICOS EN RESPUESTA: ¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, general, está lleno
de gorilas el gobierno popular!
HABLA PERON: “...Por eso compañeros, quiero que esta primera reunión del Día
del Trabajador sea para rendir homenaje a esas organizaciones y a esos dirigentes
sabios y prudentes que han mantenido su fuerza orgánica, y han visto caer a sus
dirigentes asesinados, sin que todavía haya sonado el escarmiento...
CANTICOS EN RESPUESTA: ¡Rucci traidor, saludos a Vandor! - ¡Qué pasa, qué
pasa, qué pasa, general, está lleno de gorilas el gobierno popular! - ¡Montoneros,
Montoneros, Montoneros!
HABLA PERON: “...Compañeros, nos hemos reunido nueve años en esta misma
plaza, y en esta misma plaza hemos estado todos de acuerdo en la lucha que hemos
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realizado por las reivindicaciones del pueblo argentino. Ahora resulta que, después de
veinte años, hay algunos que todavía no están conformes de todo lo que hemos hecho...
CANTICOS EN RESPUESTA: ¡Si este no es el pueblo, el pueblo donde está! -
¡Conformes, conformes, conformes, general, conformes los gorilas, el pueblo va a
luchar!
(En este momento comienzan a retirarse las columnas de Montoneros y Juventud
Peronista).

 Isabel Presidenta: la derecha en el poder


El 1 de julio, Perón falleció. Su muerte aceleró el proceso de deterioro político
del gobierno. La ausencia del líder que lograba articular y conducir un movimiento muy
heterogéneo llevó a un primer plano a la lucha social y al enfrentamiento violento
entre las fracciones antagónicas del peronismo

 La represión ilegal
Luego de la muerte de Perón, la vicepresidenta María Estela Martínez asumió la
presidencia. Desde entonces, se acentuó el proceso de derechización del gobierno y su
progresivo aislamiento, lo que agravó la crisis política. El grupo de López Rega y los
sectores más conservadores avanzaron sobre las principales áreas del Estado
El mismo Estado alentó y organizó una política represiva ilegal, llevada a la
práctica, entre otros, por el grupo parapolicial conocido como la Triple A –Alianza
Anticomunista Argentina (AAA)- con el objetivo de eliminar a la oposición social y
política. (Terrorismo de Estado)
Las acciones de la Triple A agravaron el clima de persecución y violencia a
través de amenazas a figuras del campo de la cultura asociadas a ideas de izquierda –
difundieron listas negras de futuras víctimas- y asesinatos de dirigentes políticos y
gremiales del peronismo revolucionario y del clasismo. Al mismo tiempo, el gobierno
expulsó a los pocos funcionarios vinculados con la tendencia que todavía quedaban en la
administración nacional y en algunas provincias.

 La “Triple A”
López Rega era cabo retirado de la policía, pero en mayo de 1974 fue ascendido
por decreto a Comisario General (quince grados en un solo paso). Desde el Ministerio
de Bienestar Social organizó la represión con la colaboración de agentes de la Policía
Federal que habían sido expulsados de la misma por “gangsterismo” (según Richard
Gillespie) y reincorporados con la presidencia de Perón. Al principio sus atentados no
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estaban reivindicados bajo ningún nombre; el nombre “Triple A” (Alianza
Anticomunista Argentina) fue empleado a partir de 1974. Sin embargo (según el citado
investigador extranjero) los ataques de la Triple “A” contra personas aisladas
comenzaron al parecer en noviembre de 1973, con la bomba que casi mata al senador
radical Hipólito Solari Yrigoyen.
Entre las primeras víctimas fatales se cuentan al diputado peronista
revolucionario Rodolfo Ortega Peña, los sobrevivientes de los fusilamientos de 1956
Horacio Chávez y Julio Troxler, el ex vicegobernador de Córdoba Atilio López, el
marxista Silvio Frondizi (hermano del ex presidente, que había denunciado la tortura y
matanza de numerosos guerrilleros del ERP); refugiados políticos latinoamericanos
como el chileno general Carlos Prats (comandante en jefe chileno bajo el gobierno de
Salvador Allende, depuesto por Pinochet el 11 de septiembre de 1973); dirigentes y
militantes montoneros, etcétera.
Si bien existía violencia guerrillera, los ataques de la Triple “A” no eran una
respuesta a la misma, sino que la mayoría estaban dirigidos a quienes hacían política de
izquierda siguiendo métodos legales, o a quienes simplemente defendían los derechos
democráticos existentes. Muchos actores y gente de la cultura, amenazados por la
Triple A debieron irse del país. Siguiendo al mismo historiador citado, “La Triple A no
hubiera podido lograr la mortal eficacia de que fue capaz a no ser por la tolerancia o
la participación activa del mando de la Policía Federal”.
Por eso los militares se mantuvieron tranquilos mientras López Rega tuvo
influencia en el gobierno. Cuando éste se tuvo que ir del país el 18 de julio de 1975
debido a la presión de la CGT, la visión del Ejército comenzó a cambiar.

 La izquierda peronista entre la política de masas y la lucha armada


Luego de la muerte de Perón, las organizaciones de la tendencia rompieron por
completo con el gobierno, al que caracterizaban como “no peronista” y “antipopular”.
En un editorial de la revista La Causa Peronista, el dirigente montonero Rodolfo
Galimberti afirmó que “el gobierno crea las condiciones para la violencia, porque en vez
de seguir el camino para la liberación sigue el de la dependencia” y se preguntaba
“¿Llegó la hora de la guerrilla?”. Unos días después, la organización anunció que, por
decisión propia, pasaban a la clandestinidad.
Esta decisión significaba que los cuadros de la organización dejaban de operar
en la superficie para no, decían, ser un blanco fácil frente a los ataques de la Triple
“A” y, al mismo tiempo, para estar en mejores condiciones de retornar a la lucha
armada.
108
El pasaje a la clandestinidad fue dificultoso para los militantes y los
simpatizantes de las agrupaciones que apoyaban a Montoneros. Estas agrupaciones de
la JP que actuaban en los barrios, en las fábricas, en las villas, en las escuelas y en las
universidades, eran las que le permitían a la tendencia revolucionaria desarrollar lo que
llamaban una política de masas, indispensable para obtener el apoyo de las mayorías
populares a la causa de la liberación, nacional. Los militantes de la JP, en su mayoría,
no eran cuadros que podían, fácilmente, hacerse clandestinos, dejar de aparecer de un
día para otro en sus lugares de trabajo, de estudio o en su barrio. Para muchos de
ellos, la decisión de los jefes montoneros de clandestinizar y militarizar a sus
organizaciones significó quedar aún más expuestos a la represión ilegal de la Triple A.
El resultado de esta decisión de la conducción montonera provocó la dispersión
de una parte de sus militantes y tuvo graves consecuencias para el futuro del
peronismo revolucionario. Desde entonces, Montoneros retornó activamente la lucha
armada. Sus acciones más conocidas fueron los asesinatos de Arturo Mor Roig –
dirigente radical que fue ministro de Lanusse- y del dueño del diario El Día de La
Plata, David Kraiselburd. Tuvo una gran trascendencia el secuestro de los empresarios
Juan y Jorge Born –dueños de Bunge y Born, la mayor empresa privada del país-, por
cuyo rescate Montoneros obtuvo 60 millones de dólares; y también la voladura del
yate del comisario general Villar –a quien se señalaba como uno de los responsables de
la Triple A-, en el que murieron el jefe policial y su esposa. El coronel Jorge Grassi fue
el primero de una lista de diez oficiales del Ejército que murieron en ataques de
comandos guerrilleros en distintas ciudades del país durante 1974.
Montoneros, que había surgido como una organización político-militar, se fue
reduciendo a una estructura militarizada que no estaba en condiciones de hacer
política. Consecuentemente, se fue alejando de las luchas sociales de las que antes se
había nutrido y que le habían permitido crecer.

 Violencia y represión ilegal


Al mismo tiempo, el accionar cada vez más indiscriminado de los grupos de
represión parapoliciales, los secuestros de empresarios y los atentados por parte de
las organizaciones guerrilleras peronistas –Montoneros y FAP- y de izquierda no
peronista –ERP- generalizaron el clima de violencia política.
La multiplicación de acciones violentas, en los años 1974 y 1975, incrementó los
temores que los sectores más conservadores tenían frente al retorno del peronismo al
gobierno y fue alejando a los más moderados de toda participación política. Para una
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gran parte de la sociedad; las acciones violentas constituían una guerra entre grupos
armados en la que no se sentía incluida ni representada.
Las organizaciones revolucionarias, que habían contado con una importante
adhesión hasta 1973, se fueron aislando progresivamente del conjunto de la sociedad
y reforzaron sus tendencias militaristas. El intento de Montoneros de formar un
partido político propio para presentarse en las elecciones al margen del Partido
Justicialista –el Partido Peronista Auténtico no resultó exitoso y demostró que tenían
serias dificultades para ubicarse en el marco institucional.
El último intento de Isabel para mantenerse en el gobierno fue profundizar la
política económica y la acción represiva que reclamaban los grandes empresarios y los
militares, preocupados por la falta de orden y autoridad.
Para cumplir el primero de los objetivos, designó ministro de Economía a Emilio
Mondelli, quien estableció aumentos de tarifas de los servicios públicos, una fuerte
devaluación del peso y un leve aumento de salarios. Se trataba de un plan que
redistribuía los ingresos de manera regresiva y beneficiaba a los sectores
agroexportadores tradicionales.
Para satisfacer los reclamos de orden y seguridad, el gobierno otorgó a las
Fuerzas Armadas un papel cada vez más importante en la “lucha antisubversiva”. De
este modo, suponía el gobierno, los militares se conformarían y aceptarían continuar
subordinados a las autoridades constitucionales.

 La caída de Isabel
Sin embargo, todas estas concesiones no hicieron más que demostrar a los
grandes empresarios y a los militares que el gobierno de Isabel no estaba en
condiciones de asegurar sus intereses en el marco de un orden político estable. La
desarticulación de la alianza social peronista, la pérdida de identidad política y el
descrédito del gobierno favorecieron la formación de un frente golpista. Fueron
inútiles los llamados a la “verticalidad” que realizaron algunos sectores peronistas
ortodoxos cercanos a la Presidenta, invocando su carácter de “heredera” del liderazgo
de Perón.
La casi totalidad de los sectores capitalistas y de las Fuerzas Armadas
consideraron necesario asumir el control de la situación antes que sostener a un
gobierno que se mostraba incapaz de detener los conflictos sociales. El temor de que
la crisis política favoreciera una radicalización de las luchas sociales precipitó el golpe
militar.
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El reclamo de orden se extendió a vastos sectores de las clases medias urbanas,
quienes brindaron un implícito consenso a la intervención militar. La pasividad de la
CGT, la incapacidad de los partidos políticos para articular un frente sólido ante los
golpistas y una opinión pública preparada por los medios de comunicación que
anunciaban semanalmente la inminencia del golpe militar, fueron un marco propicio
para que el 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas interrumpieran el ciclo
constitucional e instauraran una dictadura militar.

2) Elaborar un glosario que contenga: las palabras que desconozcan su significado,


los conceptos, las siglas y protagonistas que aparezcan en el texto. Todos los
significados deberán guardar relación con el texto.
Ejemplo:
Palabras Conceptos Siglas Protagonistas

Clasista: que Terrorismo de CGT: Confederación Rucci: Secretario


establece la Estado: consiste en General del Trabajo. general de la CGT
supremacía o la utilización, por 1970-1973.
preferencia de una parte de un Gobierno, Asesinado (se
clase social con de métodos ilegítimos presume) por
respecto a otra, por orientados a………… Montoneros.
ejemplo el
comunismo…….

3) Escriba al margen de cada texto palabras claves que en el momento de releer


los textos usted pueda reconstruir el contenido de los mismos.

TAREA N° 2
1) Elija dos o tres políticas llevadas adelante por el Estado Argentino que usted
considere representativas del período estudiado.

2) Realizar la siguiente entrevista a 3 personas sobre la década del 70 (estas


personas deben ser mayores de 55 años)
Entrevista:
a) ¿Qué recuerdos tiene de la década del 70?
b) ¿Participó en algún tipo de actividad política, ya sea en un partido, en la
facultad, en la parroquia, etc.?
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c) ¿Conoció a alguien que militara en algún movimiento político partidario? ¿Cuál
era ese movimiento? ¿Cuál fue su acción?
d) ¿Cómo juzgaría en pocas palabras la década del 70?

III- PARA APLICAR LA INFORMACIÓN

TAREA N° 1
1) Lea atentamente el monólogo del humorista Tato Bores e intente explicar los
conceptos remarcados en negrita. (Por qué Tato dice lo que dice)

UN MONÓLOGO DE TATO BORES


El siguiente es un fragmento de uno de esos monólogos -emitido el 12 de mayo de 1974-
, referido a los múltiples conflictos provinciales provocados por el enfrentamiento, entre
distintos sectores del peronismo.
"Llamé y escuché la voz agitada de mi informante, Sherlock, que me decía: -Tato, tiene
que viajar a las provincias para normalizarlas, hay muchos líos y sólo usted, Tato, pacifica,
verticaliza y ortodoxa. -Pero decíme, Sherlock, ¿a qué provincia viajo primero? -Elija usted
al azar, Tato, en todas es urgente su presencia de normalizador porque en la que no
quema, sale humo. Corrí al aeroparque y me tomé el primer avión para Santa Cruz, dispuesto
a comenzar las gestiones conciliatorias. ( ... ) En cuanto el gobernador Cepernic se enteró de
que yo, iba a bordo del avión, hizo cerrar el aeropuerto. Me arrojé en paracaídas y al tocar
tierra me vi rodeado por entusiastas jóvenes enrolados en la JP de las Regionales, que
apoyaban a Cepernic y me querían mandar de vuelta al avión. Por suerte, pude abrirme paso y
llegué hasta Cepemic. -Gobernador ¿qué pasa que los muchachos están con el ánimo tan
caldeado? -Vea, Tato, aquí no hay nada que normalizar, está todo normal. ( ... ) En Mendoza,
como, ustedes saben, la situación política está clarita como el vino tinto. Para que
tengan una idea: en la Cámara de Diputados, los dos bloques que más rivalizan son: ¡el
bloque justicialista y el bloque peronista! Y para que no haya motivo de confusiones, ¡el
vicegobernador de Mendoza se llama Mendoza! Me reuní inmediatamente con mi gran amigo
Eleuterio. Cardozo, delegado normalizador del justicialismo en la provincia cuyana, y lo
encontré más preocupado que acróbata con sabañones. -Tato, esto se va de las manos -me
confió-. El juicio político a don Martínez Baca parece que no prospera porque los radicales lo
apoyan y no. van a votar la iniciativa -¿Cómo anda la cosa en las Cámaras? -Renovamos las
autoridades. -¿Ya quién eligieron presidente en Diputados? -Elegimos a Julio. César
Ortiz. -¿Y es peronista? -Vea, Tato, sí, es peronista, pero no, peronista de los
peronistas. Es peronista justicialista. -Pero y los otros, ¿qué son? -Los otros son
peronistas, pero no son justicialistas. -¡Pare la máquina, don Eleuterio! A Martínez Baca
lo apoyan los peronistas y al vicegobernador Mendoza lo apoyan los peronistas... -Lo que
pasa, Tato, es que no son los mismos peronistas, -¡Eso les pasa por ser tantos! ( ... )
112
Para matizar la cosa, los estudiantes de Mendoza están en huelga en contra del
vicegobernador que está en contra del gobernador que está en contra del delegado
normalizador que está en contra de los diputados disidentes que están en contra de los
conservadores que están en contra de los radicales. Como ustedes pueden apreciar, la
situación es fluida. ( ... ) Dos horas más tarde aterrizaba en Córdoba. Aquí la cosa está
normalizada, pensé, ya que mi gran amigo don Duilio Brunello parece haber calmado todo.
Desde que se industrializó, Córdoba ha batido récords en materia de producción. Es increíble
lo rápido que se arman las cosas en Córdoba. Al llegar al casco céntrico me crucé con una
manifestación de los panaderos, que iba para el lado de allá, y otra de los gráficos que
venía para el lado de acá, más una de los estudiantes que bajaban por allí y se iban a
cruzar con otra de los de UTA, que subían por aquí. ¡Por suerte, con buen tino, el
intendente de Córdoba ha reforzado el servicio de semáforos para que las
manifestaciones no se atropellen! El martes a la noche los estudiantes ortodoxos ocuparon la
escuela de Ciencias de la Información, pero el miércoles fueron desalojados por los
estudiantes no ortodoxos, que a su vez la ocuparon. Acudí raudamente a dialogar con los
estudiantes. No me abrieron el portón, pero por la mirilla de la puerta mantuvimos un diálogo:
-¿Por qué ocuparon la escuela? -La ocupamos porque estaba ocupada y teníamos que
desocuparla. -Pero si la desocuparon, ¿por qué no la desocupan ustedes ahora? -Porque si
nosotros la desocupamos, los otros la vuelven a ocupar. Mientras hablábamos, se me acercó
una viejita. -Por favor, señor, ¿usted sería tan amable de ayudarme a ver si anda mi
nene por aquí. . .? Se pasa el día entero de facultad en facultad. -¿Su hijo es
estudiante, señora? -No, agente de la guardia de infantería. ¿Sabe qué lindo empleo?
¡Está conociendo todas las universidades del país!"

TAREA N ° 2
1) Elija tres temas de la guía de trabajo y realice una caricatura, dibujo o
collage que represente el concepto general del tema elegido. Colóquele un título y
un breve texto que explique la imagen.

IV- PARA SINTETIZAR LA INFORMACIÓN

TAREA N° 1
Elabore fichas resumen sobre cada uno de los textos trabajados en la segunda
parte de la Guía de Trabajo.
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TAREA N° 2
Confeccione una línea de tiempo sobre la Guía de Trabajo ubicando en ella los
sucesos que usted considere más importantes.

AUTOEVALUACIÓN
Elabore un juego de preguntas y respuestas sobre los contenidos trabajados en la
guía de estudio. Dicho juego se realizara de la siguiente manera. Tome una ficha
resumen y elabore una pregunta y debajo coloque tres opciones posible (a, b, c)
subrayando la opción correcta. (Intente elaborar las fichas sin consultar la guía)
V- REFLEXIONAR SOBRE LO APRENDIDO

1) Este modo de trabajar me parece….


2) Me gustó trabajar con la guía porque….
3) Lo que no me gustó fue……
4) Me resultó difícil….
5) El cambio que haría sería….
6) Quiero agregar que….

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