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Profesora Mariana Villagrasa

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PROGRAMA DE HISTORIA PARA 5to. AÑO

Unidad 1. Europa y EEUU. De la Segunda Guerra mundial y el


nuevo mundo al fin del Estado de Bienestar
Las tensiones sociales y políticas europeas y el estallido de la segunda Guerra Mundial. Etapas del
conflicto bélico, escenarios y estados beligerantes
La derrota de los fascismos y la formación de un nuevo sistema-mundo a partir de los acuerdos de
Yalta y Bretón Woods
La Guerra Fría: dos sistemas en confrontación de baja intensidad
Europa Occidental: Reconstrucción, crecimiento económico y Estado de bienestar.
Estados Unidos: la "edad dorada" del capitalismo. El macartismo
El bloque soviético después del stalinismo
La crisis de los años 70 y el cuestionamiento al Estado de Bienestar.
El modelo neoconservador en el poder en Gran Bretaña y Estados Unidos. El nuevo orden
neoliberal: el "Consenso de Washington".

Unidad 2. Asia y África y el Mundo Bipolar


El proceso de descolonización en África y en Asia. El movimiento de No Alineados y el
"Tercer
Mundo"
La hegemonía norteamericana en cuestión: crisis económica y derrota en Vietnam.

Unidad 3. América Latina frente a las crisis de los populismos y el


mundo Bipolar
El subdesarrollo latinoamericano y la "Teoría de la Dependencia".
América Latina. Las transformaciones económicas. Auge y crisis de los populismos. La
Revolución Cubana y sus implicancias continentales. Relaciones con Estados Unidos.
América Latina: radicalización política y reacción militar. Análisis de los casos de Brasil (1964) y
Chile
(1973). El papel de Estados Unidos y la "Doctrina de la Seguridad Nacional"
Golpes y terrorismo de Estado en América Latina. Agotamiento del modelo de
industrialización por sustitución de importaciones. Crisis de la deuda e imposición del
neoliberalismo

Unidad 4. Argentina Desde el ascenso del peronismo hasta la


dictadura militar de 1976
Las condiciones políticas del golpe militar de 1943.
Cambios y continuidades del gobierno militar: el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), Juan Domingo Perón, los
sectores nacionalistas y liberales del ejército.
El movimiento obrero. El 17 de octubre y las elecciones. Una sociedad políticamente escindida: peronistas y
antiperonistas.
El primer peronismo: 1946-1955. Oposición y gobierno frente al nuevo escenario de la política de masas.
La Argentina pos-peronista (1955-1966). La democracia condicionada. El poder militar. El
peronismo
proscripto y la experiencia desarrollista. El movimiento obrero y sindical
Argentina: La dictadura de Onganía y sus sucesores (1966-1973): Radicalización del procesos
político.
El sindicalismo combativo y el "Cordobazo". Las organizaciones guerrilleras y la pol ítica por
las armas. Retorno y caída del peronismo (1973-1976)

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UNIDAD 1. EUROPA Y EEUU. DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y
EL NUEVO MUNDO AL FIN DEL ESTADO DE BIENESTAR

DE LA GUERRA FRÍA AL FIN DEL MUNDO BIPOLAR (1945-1991)


LAS CONSECUENCIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Al concluir la guerra no sólo Alemania estaba destruida. En conjunto, como resultado de los
combates, el hambre y el exterminio en los campos de concentración, murieron alrededor de
cuarenta millones de personas. La organización económica europea, basada en su potencial
industrial, estaba quebrada. El continente que había sido el centro comercial e industrial del
mundo, el polo más dinámico del capitalismo internacional, perdió su lugar de privilegio.
De ese mundo arrasado surgieron dos nuevas potencias hegemónicas que impusieron su dominio
sobre vastas regiones del planeta: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Entre el grupo de países
vencedores en la guerra —los Aliados—, ambos eran los que contaban con los recursos económicos
y militares más importantes. Su población y sus extensos territorios les proporcionaban la fuerza de
trabajo, las materias primas y las fuentes de energía necesarias para desarrollar sus industrias.
Estados Unidos había logrado, luego de la política de reformas de Fraklin D. Roosevelt —el New
Deal— transformarse en la primera potencia industrial del Occidente capitalista. La Unión Soviética,
por su parte, también había logrado grandes éxitos con sus programas de desarrollo industrial
durante el gobierno de Josef Stalin —los Planes quinquenales. Estadounidenses y soviéticos, los
representantes más exitosos de dos formas distintas de organización social y económica, se
lanzaron a ampliar sus áreas de influencia. El resultado de esta política de expansión fue la división
de Europa y del mundo en dos bloques enfrentados: el Occidental capitalista y el Oriental socialista.

La Organización de las Naciones


EL REPARTO DE EUROPA: LOS ACUERDOS DE
Unidas (ONU)
YALTA Y POTSDAM
El 26 de junio de 1945, los Unos meses antes de que finalizara la guerra, en
representantes de cincuenta Estados se
reunieron en San Francisco, Estados febrero de 1945, las potencias aliadas comenzaron a
Unidos y firmaron la Carta de las Nociones
Unidas. Se proponían hallar una fórmula
discutir cómo establecer un nuevo equilibrio interna-
de entendimiento en el nivel internacional cional. Ante la caída inminente del III Reich, la cuestión
para que los conflictos se resolvieran de
manera pacífica. En su primer artículo, la principal por resolver era la situación de Alemania y el
Carta decía: "Salvación de la paz mundial, posterior reparto de zonas de influencia entre las
defensa de los derechos del hombre,
igualdad de derechos para todos los potencias vencedoras.
pueblos, aumento del nivel de vida en En la primera reunión entre los líderes de las potencias
todo el mundo." La ONU se compone de
una Asamblea General, de la que aliadas —celebrada en Yalta— se resolvió el reparto de
participan todos los países miembros de Alemania en cuatro zonas de ocupación. Cinco meses
un Consejo de Seguridad, integrado por
Los Cinco Grandes -de manera después, en la conferencia de Potsdam, concluyeron las
permanente- y otros diez países —
elegidos de manera rotativa. Los Cinco
negociaciones: se ratificó la división de Alemania, se
Grandes -Estados Unidos, URSS, Gran delimitaron nuevas fronteras para Polonia y se fijaron
Bretaña, Francia y China— se reservaron
el derecho exclusivo a vetar cualquier las indemnizaciones de guerra.
decisión de la Asamblea

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La "cortina de hierro" Sin embargo, estas conversaciones y los acuerdos
alcanzados no pudieron ocultar la creciente tensión entre
El primer ministro británico los países vencedores. Eliminado, el enemigo común —el
Winston Churchill (1874-1965), III Reich— surgieron recelos y conflictos de intereses
miembro del Partido Liberal y
uno de los grandes de Yate y entre las potencias. Uno de los temas centrales de
Potsdam, consideraba que la discusión fue el tipo de Estado que debían tener los
creciente influencia soviética países antes ocupados por Alemania y ahora liberados.
sobre Europa Oriental hacía
Los Estados Unidos y Gran Bretaña impulsaban el
impenetrable la zona para las
potencias de Occidente. Para, establecimiento de Estados con regímenes políticos de
explicar la situación, Churchill democracia liberal, mientras que la URSS proponía
fue quien utilizó por primera vez organizar esos Estados según el modelo soviético. La
la expresión cortina de hierro,
que luego fije empleada para desconfianza mutua de unos y otros llevó a que
señalar la frontera ideológica rápidamente se conformaran dos bloques enfrentados,
que existía entre la Europa cada uno con su modelo de sociedad y con sus proyectos
Occidental capitalista y los de expansión. La etapa iniciada entonces se denomina
regímenes comunistas de
Europa Oriental. Guerra Fría

LA GUERRA FRÍA
Se llamó Guerra Fría al enfrentamiento que, luego de la Segunda Guerra Mundial, protagonizaron el
bloque de países occidentales capitalistas —liderado por los Estados Unidos— y el bloque de países
socialistas —bajo el control de la Unión Soviética. La particularidad de este conflicto fue que ambas
potencias evitaron enfrentarse directamente en el plano militar. Una confrontación global, con el
nuevo armamento disponible —la bomba atómica— hubiera tenido consecuencias imprevisibles. La
estrategia de las potencias consistió en atraer a su zona de influencia a otros países por medio de
alianzas político-militares o relaciones económicas. En ocasiones, esta forma de expansión provocó
conflictos armados localizados —como la Guerra de Corea, primero, y la Guerra de Viernam, más
tarde—, en los cuales las grandes potencias no se enfrentaban abiertamente sino como aliadas de
los distintos grupos locales.
Estados Unidos afirmó su liderazgo en el bloque capitalista occidental por medio de estrategias
económicas —el Pían Marshall— y alianzas militares —la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN). La Unión Soviética hegemonizó el bloque socialista oriental por medio del COMECON
—Consejo de Ayuda Económica Mutua— y del Pacto de Varsovia.

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EL “PLAN MARSHALL”
Finalizada la guerra, Europa quedó con su aparato productivo semi-destruido, sin stocks de
materias primas, endeudada con los Estados Unidos y con los países derrotados obligados a pagar
indemnizaciones de guerra. Las vías para salir de la crisis, desechada la alternativa de tipo fascista,
eran dos: seguir el modelo socialista de tipo soviético —rápida recuperación sobre la base de una
industria planificada por el Estado y la reducción del consumo— o promover un desarrollo
industrial de tipo capitalista, para lo cual resultaba necesaria una fuerte inversión de capitales que
sólo Estados Unidos estaba en condiciones de proveer. Los países del este europeo siguieron el
camino soviético, mientras que los de occidente mantuvieron su economía capitalista partir de la
implementación del Programa de Reconstrucción Europea, impulsado por el secretario de Estado
estadounidense George C. Marshall.
Este programa —conocido como el Plan Marshall— fue puesto en marcha en junio de 1947 y
estuvo destinado a promover la recuperación económica europea, a través del otorgamiento de
préstamos a bajo interés para la industria y el envío gratuito de artículos de primera necesidad
desde América hacia Europa. El Congreso de los Estados Unidos aprobó una ayuda de más de 13 mil
millones de dólares, el 70% de los cuales se gastó en comprar productos de ese país.
La asistencia de los Estados Unidos tuvo objetivos políticos y económicos. El principal objetivo
político era detener el posible avance del comunismo; además, recuperar Europa como un mercado
en el cual colocar su producción.

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LA INCORPORACIÓN DE JAPÓN AL BLOQUE CAPITALISTA OCCIDENTAL
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una bomba
La "reeducación” de los
atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima que causó japoneses
la muerte de 200.000 personas. El 9 de agosto, una nueva
Al mismo tiempo que el general
bomba atómica sobre Nagasaki provocó otras 122.000 Mac Arthur ponía en práctica las
víctimas. El Japón se rindió incondicionalmente a las reformas económicas y políticas,
el gobierno estadounidense
potencias aliadas. impuso a la sociedad japonesa
Luego de la rendición. Estados Unidos se hizo cargo del "políticas de reeducación". Éstas
consistieron en la introducción
gobierno de ocupación. El general Dougías Mac Arthur. de nuevas materias en los
jefe de las fuerzas de ocupación, difundió los objetivos planes de estudio escolares y el
envío de profesores
básicos que los aliados proponían para el futuro de Japón. estadounidenses encargados de
dictarlas con el objetivo- de
Entre éstos se destacaban el establecimiento de un "democratizar" las conciencias
gobierno "democrático, pacífico y responsable" y el de los jóvenes japoneses a
inculcar en ellos los valores de la
completo desarme y desmilitarización del país. "Civilización Occidental"
Las autoridades de ocupación aplicaron una serie de La influencia financiera e
ideológica de los Estados Unidos
reformas económicas, algunas de ellas basadas sobre contribuyó a que el Japón
viejos proyectos elaborados por japoneses progresistas — siguiera un rumbo muy distinta
del de los demás países,
como la reforma agraria, prevista desde los levanta- asiáticos, tanto por la
organización, capitalista de su
mientos campesinos de 1918. La ley de reforma agraria fue
economía como por sus
sancionada el 21 de octubre de 1946. Más de dos millones posiciones en política
internacional.
de hectáreas fueron repartidas entre casi cinco millones
de campesinos. Esta acción, base de la llamada
"agricultura de posguerra", significaba la concreción de otro de los objetivos del gobierno de ocupa-
ción: convertir al Japón en una sociedad fundamentalmente agrícola, con mayoría de pequeños
productores.
Sin embargo, la reforma más importante fue la promulgación de una nueva constitución, inspirada
en principios de la democracia liberal y occidental opuestos a la tradición milenaria del Japón. Esta
constitución fue promulgada el 3 de noviembre de 1946 —día en el cual en Japón se conmemora el
nacimiento del emperador Mei-ji, promotor de la modernización de la sociedad japonesa en la
segunda mitad del siglo XIX.
Pero las rápidas transformaciones que se registraron en el escenario internacional en los años de la
posguerra, originadas por la profundización del enfrentamiento entre el bloque capitalista y el
bloque socialista, llevaron al gobierno de ocupación a plantearse como objetivo primordial
convertir a! Japón en un "peón anticomunista" en el tablero mundial. Para alcanzar esa meta. Mac
Arthur dio marcha atrás con las reformas económicas y políticas y se abocó a conseguir una rápida
recuperación económica.
Estados Unidos se propuso
entonces transformar al
Japón en el "taller industrial
del Lejano Oriente".
Entre 1946 y 1951 el
gobierno de ocupación se
enfrentó con las
consecuencias no deseadas

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de la democratización política que había impuesto a través de la nueva constitución: la formación
del primer gobierno socialista en la historia del Japón y un importante crecimiento electoral del
Partido Comunista. Frente a esta situación y para evitar la consolidación de una fuerza política de
izquierda poderosa en momentos en que se iniciaba la Guerra de Corea, Mac Arthur ordenó la
llamada "Purga Roja".
Luego de la instalación de un gobierno afín a Estados Unidos, las autoridades de este país
negociaron con las de Japón un Tratado de Paz que se firmó en San Francisco (Estados Unidos) el 8
de septiembre de 1951. Entre otras concesiones a los intereses estadounidenses, el tratado
establecía la permanencia de tropas norteamericanas como fuerza de defensa ante un posible
ataque extranjero.
La firma de este tratado significó la incorporación del Japón al bloque capitalista occidental. A partir
de entonces, el país se convirtió en una gigantesca base militar estadounidense de importancia
fundamental en la guerra de Corea y, una vez finalizada esta guerra, en un punto estratégico para
controlar y limitar el avance comunista en la región.
Al mismo tiempo, esta situación resultó muy ventajosa para la recuperación económica de la
sociedad japonesa. Por una parte, Estados Unidos realizó fuertes inversiones de capital destinadas a
reconstruir y fortalecer el aparato industrial nipón. Por otra, el hecho de estar bajo la protección
militar de una superpotencia permitió a los japoneses realizar un ahorro significativo en gastos
militares y canalizar esos recursos hacia inversiones productivas destinadas a lograr la expansión de
las exportaciones.

LOS BLOQUES ENFRENTADOS: LA OTAN Y EL PACTO DE VARSOVIA


La profundización del
enfrentamiento entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética se
expresó en la creación de la
Organización del Tratado del
Atlántico Norte —OTAN — (1949)
y del Pacto de Varsovia (1955).
El 4 de abril de 1949, un grupo
inicial de doce países occidentales
reunidos en Washington y
liderados por Estados Unidos,
firmaron el Tratado del Atlántico
Norte. El objetivo más importante de esta alianza fue establecer una red de seguridad militar para
contener una posible expansión soviética — se la llamó "política de contención". También sirvió
para garantizar el predominio- estadounidense como primera potencia mundial en el plano militar.
Hasta 1952, año en que la URSS pudo desarrollar su armamento atómico, la superioridad militar de
Estados Unidos — que poseía la bomba atómica desde 1945 — no tuvo competencia.
Este Tratado significó un cambio notable en la política exterior estadounidense. Era la primera vez-
que, en tiempos de paz, Estados Unidos establecía una alianza militar fuera del continente. A partir
de entonces los estadounidenses asumieron el papel de "gendarmes universales", asignándose la
misión de luchar contra el "peligro comunista" en todo el mundo. La política exterior de Estados
Unidos y su propaganda ideológica a nivel mundial se basó en la idea de "contener el

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expansionismo soviético". La OTAN, cuyo primer comandante fue el general Dwight Eisenhower,
fue considerado como el complemento del Plan Marshall en el plano político-militar.
Estados Unidos reforzó su sistema de alianzas militares con la formación, en 1954, de la Orga-
nización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO). Los países de América latina también formaban
parte del bloque occidental, debido a la influencia económica y política que ejercía Estados Unidos
sobre la región. Luego de la Segunda Guerra, los gobiernos estadounidenses consideraron que
América latina era una zona de su exclusiva influencia.
La respuesta soviética a la creación de la OTAN fue el Pació de Varsovia, que consolidó la
hegemonía que la URSS ya había logrado sobre Europa Oriental en lo político y en lo económico.
Ambos pactos fueron mucho más que alianzas militares. Tenían por objetivo establecer acuerdos
permanentes de colaboración política, social y económica, a fin de garantizar la estabilidad de los
respectivos modelos de sociedad: el capitalista y el
EL MACARTISMO socialista soviético. Desde entonces, todas las
Como consecuencia de la Guerra Fría y relaciones entre los países quedaron enmarcadas en
del giro antisoviético de su política
un mundo bipolar. La guerra de Corea, iniciada en
exterior en los Estados Unidos se
1950, fue un ejemplo de esa bipolaridad: tropas
impuso una persecución ideológica
sistemática contra los comunistas, estadounidenses y de las Naciones Unidas —en apoyo
impulsada por el senador Joseph de Corea del Sur— se enfrentaron con los ejércitos de
McCarthy y conocida con el nombre del Corea del Norte y de China, asistidos por la Unión
“macartismo”. Soviética.
Un comité de Actividades
Antinorteamericanas se encargó de
investigar y juzgar a todos aquellos
considerados sospechoso de simpatizar
con ideas socialistas o comunistas. Se
desató lo que algunos denominaron una
“caza de brujas” especialmente contra
intelectuales y figuras destacadas del
ámbito cinematográfico. Los
“macartistas” consideraban que el cine,
por su gran influencia en la opinión
pública, debía estar particularmente
preservado de la “infiltración comunista”.
Frente al Comité declararon a sus
compañeros para no ser condenados,
mientras que los que se negaron a
hacerlo fueron encarcelados. El comité
funcionó entre 1947 y 1954.

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LA EDAD DE ORO DEL CAPITALISMO
A partir de la posguerra, y por un período de alrededor de treinta años, la mayoría de los países
capitalistas industrializados vivieron una fuerte expansión económica. La industria estadounidense
mantuvo el ritmo de crecimiento que venía experimentando desde la Segunda Guerra, mientras
que los países industrializados de Europa Occidental y el Japón reconstruyeron sus economías e
incrementaron los niveles de producción e inversión.
Sin embargo, la mayor parte de la población de los países de Asia, África y América latina no pudo
gozar de los beneficios de la expansión económica
de los países industrializados. Se fue estableciendo
así una brecha cada vez mayor entre la prosperidad
de los países del "primer mundo" y la realidad social
de pobreza y marginación de los habitantes de las
regiones periféricas del "tercer mundo".
La expansión económica capitalista se basó en la
consolidación de poderosas empresas
transnacionales que controlaron la producción y e!
intercambio comercial en forma monopólica. Estas
grandes corporaciones, de capitales de origen
estadounidense en su mayor parte, lograron
expandir sus negocios hacia todos los continentes, a
través de las llamadas "casas filiales". Las principales
inversiones de las empresas transnacionales se
localizaron en los sectores automotriz, petrolero y
bancario.
Al mismo tiempo, la actividad industrial se orientó
hacia la "producción en gran escala" de bienes y
servicios destinados al "consumo de masas". Así, por
ejemplo, en las sociedades industrializadas, se incrementó significativamente la demanda de
automóviles, bicicletas e
indumentaria, entre otros
artículos.

EL ESTADO DE BIENESTAR
Las nuevas pautas de producción
y consumo masivo produjeron
importantes cambios en las
sociedades y en los Estados de los
países capitalistas
industrializados. Los trabajadores
y los integrantes de los sectores
medios experimentaron una notoria mejoría en sus ingresos y aumentaron sus posibilidades de
lograr un ascenso social. Esto permitió, a su vez, que se mantuviera de manera sostenida el
consumo masivo que necesitaban las grandes empresas para continuar con la rentabilidad de sus

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inversiones.
Los Estados adquirieron en estos años un papel decisivo al intervenir con firmeza en los asuntos
económicos y sociales. Además de dirigir la economía y orientar la inversión, se hicieron cargo, por
ejemplo, de las empresas que no resultaban rentables para el capital privado pero eran
indispensables .para el desarrollo de la economía. Además, asumieron la responsabilidad de
amortiguar los efectos negativos de la industrialización sobre los sectores trabajadores.
Este nuevo tipo de Estado —
llamado Estado de Bienestar—
creó en la mayoría de los países
capitalistas mecanismos que ga-
rantizaron el consumo de los
sectores obreros y medios, a
través de seguros de
desempleo, leyes de salario
mínimo y la extensión de un
sistema de seguridad social.
Estas políticas, inspiradas en las
ideas económicas keynesianas,
no sólo apuntaron a atenuar los
efectos de las crisis capitalistas
sino que también sirvieron para
reforzar el desarrollo industrial.
Franklin D. Roosevelt comenzó
a desarrollar el Estado de
Bienestar en los Estados Unidos
antes de la Segunda Guerra. A
partir de la década de 1950,
este nuevo tipo de Estado se
afianzó en la mayoría de los
países industrializados de
Europa Occidental.

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LOS GOBIERNOS SOCIALDEMÓCRATAS Y EL “COMPROMISO DE CLASES”
Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, la expansión de la industrialización
capitalista y el afianzamiento de los regímenes democráticos en los países de Europa Occidental
pusieron a las organizaciones gremiales y políticas de la clase obrera frente a una disyuntiva: si
debían mantener una actitud de confrontación contra el "régimen burgués" o si, por el contrario,
debían participar en las elecciones y, a través de la lucha política, procurar obtener mejoras en las
condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. Finalmente, después de largos y profundos
debates, los principales partidos obreros europeos de orientación socialista comenzaron a
participar en las instituciones políticas de la democracia liberal. Los partidos obreros que optaron
por la lucha política comenzaron a ser denominados socialdemócratas.
Durante los primeros años del siglo XX y hasta la Primera Guerra Mundial- los partidos
socialdemócratas incrementaron su caudal electoral y llegaron a formar parte de los gobiernos de
algunos países de Europa Occidental, como Alemania, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca. Finlandia,
Noruega, Suecia, Austria y Bélgica. Sin embargo, para captar un electorado más amplio, poco a
poco los partidos socialistas tuvieron que abandonar la idea marxista de representar
exclusivamente a la clase
La Comunidad Económica Europea
obrera. Una de las causas
En 1957, seis países de Europa -Francia, Italia, Alemania
de este cambio de
Occidental, Bélgica, Holanda y Luxemburgo— fundaron la
orientación se debió a que,
Comunidad Económica Europea (CEE). Se proponían
en las sociedades de Europa
ampliar su poderío industrial, eliminando las barreras
Occidental, en general, el aduaneras para crear un mercado común, promover el
número de obreros indus- intercambio comercial y estimular la inversión productiva.
triales fue cada vez menor. Su objetivo político era conformar un sólido bloque que
Si bien continuaba la expan- reubicara a Europa Occidental como una tercera potencia,
sión de la industria, cada frente a la expansión de los capitales estadounidenses y la
vez era mayor el porcentaje "amenaza comunista" del vecino bloque de países de
de personas que trabajaba Europa Oriental. En 1973 se incorporaron a la Comunidad,
en oficinas, comercios o en Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca. Algunos países se
actividades independientes. resistieron a integrar la Comunidad porque consideraban
Este cambio en la estructu- que el levantamiento de las barreras aduaneras significaría
ra social de las sociedades la desprotección de sectores clave de su economía. En
europeas, en las que Noruega, por ejemplo, la población votó en un referéndum
(1972) el rechazo a ingresar en la CEE. En otros casos fue
crecían proporcionalmente
la propia CEE la que negó el derecho de incorporación a
las clases medias, planteó a
algunos países: Turquía y Grecia no fueron aceptados
los partidos obraros la
porque los miembros de la CEE consideraron que su
necesidad de impulsar
"atraso económico" perjudicaría a la Comunidad. Portugal
políticas de acercamiento y España también quedaron marginados por el carácter
programático con otros antidemocrático de las dictaduras de Salazar y Franco,
sectores sociales. respectivamente.
Después de la Segunda
Guerra Mundial, los partidos socialdemócratas encargados del gobierno en varios países de Europa
Occidental renunciaron definitivamente a concretar el objetivo de abolir la propiedad privada de
los medios de producción —una de las banderas del socialismo revolucionario durante el siglo XIX—
y se abocaron a asegurar la expansión de la producción capitalista. De acuerdo con la teoría

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keynesiana, la obtención de ganancias por parte de los empresarios era un requisito fundamental
para garantizar la distribución de la riqueza generada entre los sectores asalariados de la sociedad
en forma de salarios y gasto público y social —este último financiado, fundamentalmente, a través
de los impuestos.
La aplicación de políticas keynesianas permitió a los gobiernos socialdemócratas regular el
funcionamiento de la economía capitalista y evitar las crisis cíclicas, mantener el pleno empleo de
los factores productivos y atenuar las desigualdades que provocaba el capitalismo de libremercado
a través de políticas orientadas a asegurar el bienestar de los trabajadores y de la población en
general.
Éstas fueron las bases del llamado "compromiso de clases" —entre los asalariados y los
capitalistas— que contribuyó a la consolidación y expansión de la economía capitalista durante la
llamada "edad de oro", desde fines de la Segunda Guerra hasta comienzos de la década de 1970.

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EL MUNDO BIPOLAR: LOS ESTADOS UNIDOS FRENTE A LA UNION
SOVIÉTICA
EL BLOQUE CAPITALISTA: INTERVENCIONISMO MILITAR Y AYUDA
ECONÓMICA
A principios de la década de 1960 se profundizaron los conflictos internacionales entre el bloque de
países occidentales, encabezado por los Estados Unidos, y el bloque socialista, liderado por la Unión
Soviética. El clima de tensión bélica fue por entonces más preocupante que en los comienzos de la
Guerra Fría. Para muchos contemporáneos, el desarrollo de la tecnología atómica significaba el
riesgo de una tercera guerra mundial.
Desde entonces, los gobiernos de los Estados Unidos definieron su política exterior de acuerdo con
el principio de
La carrera espacial "contención del
La rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos originó entre comunismo", ya
estas potencias una "carrera" científica y tecnológica aeroespacial. En que
1957, los soviéticos lanzaron el primer satélite artificial -el Sputnik- y
consideraban
en 1961 realizaron el primer vuelo espacial tripulado por el ruso Yuri
que la lucha del
Gagarin. Los Estados Unidos respondieron con el Programa Apolo y
mundo
alcanzaron su mayor éxito el 21 de julio de 1969, cuando dos
occidental debía
tripulantes de la nave Apolo XI pisaron por primera vez el suelo lunar.
centrarse en la
defensa de los
''valores
democráticos
del mundo libre
frente al
expansionismo
comunista".
Esta estrategia
pasaba por alto
las diferencias culturales y étnicas de los distintos pueblos y sostenía que todas las sociedades
debían tomar como ideal el "modo de vida americano". Siguiendo estos principios —y con el
propósito de frenar el avance del "enemigo comunista"—los gobernantes estadounidenses
prestaron apoyo económico y militar a varios gobiernos autoritarios —como las dictaduras de
Fulgencio Batista en Cuba y la de Diem en Vietnam, por ejemplo.
En 1963, los Estados Unidos decidieron intervenir directamente con sus tropas en Vietnam para
sostener el gobierno anticomunista y pro occidental, que tenía su sede en la ciudad de Saigóri. La
guerra entre el ejército guerrillero comunista —el Vietcong— y los Estados Unidos duró casi ocho
años y culminó con la derrota de los norteamericanos. La muerte de cientos de miles de jóvenes
soldados estadounidenses y los cuantiosos gastos bélicos generaron un fuerte desprestigio interna-
cional para el gobierno de Estados Unidos y. un amplio movimiento de protesta antibélica entre la
juventud de ese país.
Para evitar que se produjeran revoluciones sociales y asegurar su hegemonía en el bloque
occidental, los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos consideraron que la intervención militar

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debía complementarse con planes de asistencia económica. El triunfo de la revolución socialista en
Cuba (1959) decidió a los Estados Unidos a ofrecer a los países de América latina una "Alianza para
el Progreso". Este plan, anunciado por el presidente John F. Kennedy en 1961, tenía como finalidad
promover el desarrollo económico de los países de la región. Sin embargo, el plan no logró el
consenso que el gobierno estadounidense esperaba. En muchos países latinoamericanos se sospe-
chaba que detrás de la propuesta de mejorar las condiciones de vida de la población se escondía la
intención de alinear a todos los gobiernos detrás de la política de los Estados Unidos

EL BLOQUE SOCIALISTA
Después de la Segunda Guerra Mundial. Stalin se propuso reafirmar las bases del Estado soviético y
consolidar el poderío de la URSS en el exterior.
En el plano económico, para contrarrestar la no aceptación del Plan Marshall, la Unión Soviética
lanzó su propio plan de ayuda para los países de Europa Oriental: el COMECON —Consejo de Ayuda
Muñía Económica. Con el objetivo de acrecentar el poderío militar del Pacto de Varsovia, la URSS
destinó una gran parte del esfuerzo productivo del país a la carrera armamentista y, para
compensar la amenaza de las bases estadounidenses situadas en Europa Occidental cerca del
territorio soviético, desarrolló un nuevo tipo de armas: los cohetes.
Al mismo tiempo y también con fines de defensa, Stalin logró establecer en su frontera occidental
un "cordón" de Estados organizados de manera similar al soviético. Una vez terminada la guerra en
1945, Stalin promovió la formación de gobiernos de coalición con participación de ministros
comunistas. De acuerdo con las características políticas de cada país, intervino con el objetivo de
lograr el establecimiento de un régimen de partido único y la organización de ¡a economía
siguiendo el modelo estalinista de colectivización rural y planificación industrial. A estos Estados —
Polonia, Checoslovaquia, Hungría. Rumania, Yugoslavia y Albania— se los llamó democracias
populares.
La tremenda solidez del modelo soviético se vio sacudida, sin embargo, por la muerte de Stalin,
ocurrida el 5 de marzo de 1953. La gran concentración del poder en su persona, la eliminación de
opositores y el culto a su figura habían servido para cohesionar al burocratizado Estado soviético.
La desaparición física de Stalin creó desacuerdos y fuertes tensiones entre los dirigentes y los
sectores de la burocracia que pretendieron heredar su poder. Se inició entonces un lento proceso
de desestalinización, cuya primera etapa se inició en 1956 bajo la dirección de Nikita Kruschev.
No obstante, durante las décadas de 1960 y 1970, la URSS continuó ejerciendo un férreo control
sobre el bloque de países de Europa Oriental. En 1968, el Partido Comunista Checoslovaco inició
una serie de reformas con el objetivo de democratizar el régimen y promover lo que algunos
denominaron "un socialismo con rostro humano". Durante la llamada Primavera de Praga se
consolidó un movimiento político y cultural que cuestionó la injerencia soviética y los rígidos
moldes ideológicos del estalinismo. En agosto de 1968, el gobierno de la URSS decidió la invasión
de Checoslovaquia y el ejército soviético ocupó la ciudad capital, Praga.

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CONFLICTOS SOCIALES Y OPOSICIÓN AL CAPITALISMO

A pesar del crecimiento económico que experimentaron los países capitalistas industrializados
durante la década de 1960, en esas sociedades se produjeron fuertes tensiones sociales y expre-
siones de descontento político por diversas causas. Los principales protagonistas de estas
manifestaciones de descontento fueron los jóvenes, las organizaciones sindicales del movimiento
obrero y otros grupos que consideraban que sus derechos no eran respetados. En muchas ocasio-
nes, estas muestras de crítica y oposición al sistema .adquirieron un carácter fuertemente
radicalizado y generaron violencia.
Uno de los movimientos de rebelión más significativos fue el conocido como el Mayo francés. Los
estudiantes de las universidades francesas se opusieron a los tradicionales y rígidos esquemas
educativos, a la moral conservadora que imperaba en el país en tiempos del presidente De Gaulle y
a los valores consumistas que imponía la "propaganda capitalista". Los sindicatos obreros
encabezados por dirigentes comunistas —que no
adherían a las propuestas de conciliación de la
izquierda socialdemócrata— se sumaron al
movimiento de protesta exigiendo mejoras
económicas inmediatas. En mayo de 1968, miles
de estudiantes y obreros salieron a las calles de
París y protagonizaron un movimiento
insurreccional en el que abundaron las tomas de
universidades y fábricas y los enfrentamientos
violentos con la policía. Aunque el movimiento se
diluyó rápidamente, provocó el deterioro político
del gobierno conservador encabezado por Charles
de Gaulle y sacudió los cimientos de la sociedad
El 28 de mayo de 1963, 250.000
personas se concentraron en
Washington. En eso oportunidad,
Martin Luther King pronunció te
siguientes palabras: "Sueño con que
un dios, en las rojas colinas de
Georgia, los hijos de los antiguos
esclavos y los hijos de los antiguos
propietarios de esclavos podrán
sentarse juntos a la mesa de la
fraternidad. (...). Sueño con que mis
cuatro hijos vivirán un día en una
nación donde no se los juzgará por el
color de su piel sino por el contenido
de su carácter. Esto es lo que sueño
hoy."
Por su parte Malcolm X afirmó: "No me
siento demócrata ni republicano y ni
siquiera me considero norteamericano.
Estoy hablando como víctima de este
sistema y no veo ningún sueño
americano, sólo veo una pesadilla".

15
francesa. Las movilizaciones de 1968 se convirtieron en un símbolo de la rebeldía juvenil.
En los Estados Unidos, se fortalecieron los movimientos en defensa de los derechos de la población
negra. Los principales líderes de las movilizaciones antisegrega-cionistas fueron Martin Luther King,
que propuso la batalla jurídica y la movilización no violenta, y Malcolm X, quien sostuvo la
necesidad de obtener la igualdad "por los medios necesarios", entre los que no descartó la
violencia.

LOS JÓVENES Y LA "CONTRACULTURA" HIPPIE


Durante la década de 1960 en los Estados Unidos —y luego en otras sociedades occidentales— se
produjo un movimiento social de carácter transformador. Amplios sectores de la juventud, a los
que se comenzó a denominar hippies, se rebelaron contra la sociedad de consumo capitalista y
buscaron una forma de vida alternativa. Rechazaron los valores del "'modo de vida
norteamericano" (the american way of lfe) y experimentaron nuevas formas de relaciones
interpersonales. Cuestionaron a la familia burguesa y practicaron la vida comunitaria y el amor
libre. Rescataron la importancia de las filosofías orientales y reivindicaron la búsqueda de la
interioridad individual a través de la meditación y del consumo de estimulantes —como la
marihuana y el LSD.
Los hippies consideraban que la difusión de los nuevos valores contribuía a la construcción de una
cultura alternativa —considerada "contracultura"— con respecto a la del sistema capitalista. La
nueva estética del hippismo se expresó a través de la música rock, del arte psicodélico y de la
adopción de vestimentas de formas y colores llamativos, alejados de toda formalidad.
En sus primeros años, el movimiento hippie fue la expresión de los intereses y las necesidades de
jóvenes blancos que rechazaban completamente el activismo político y que elegían como alternati-
va la huida de una realidad signada por la violencia y las injusticias. Fue así que muchos jóvenes
decidieron formar comunidades para aislarse del resto de la sociedad.
Con la guerra de Vietnam surgió un sector entre los hippies que adhirió activamente a muchas de
las movilizaciones antibélicas convocadas por los grupos juveniles politizados de la "Nueva Iz-
quierda Americana".
Con los años, el movimiento hippie fue perdiendo la fortaleza y la vitalidad de sus orígenes. Su
principal adversario, la sociedad de consumo, terminó incorporando muchos de sus símbolos. La
contracultura hippie fue, por lo tanto, reducida a una simple moda: jeans, polleras coloridas, discos
de rock, transformados en objetos comercializados en todo el mundo. A pesar de ello, sus
principios transformaron los
modos de comportamiento de
la vida cotidiana y la visión del
mundo de un amplio sector de
la sociedad. La lucha por la
libertad, la revalorización de la
naturaleza, la mirada crítica
frente a las tradiciones
conservadoras son valores con
los que muchos jóvenes
continuaron identificándose.

16
CRISIS CAPITALISTA Y REACCIÓN CONSERVADORA
Entre 1973 y 1975 finalizó el período de prosperidad y expansión de la economía capitalista. No se
trató de una crisis seguida de una depresión tan profunda como la de la década de 1930, ya que la
economía de los países industrializados siguió creciendo, aunque de manera más moderada, luego
de un breve lapso de estancamiento. Sin embargo, la producción industrial global cayó un 10% y el
comercio internacional se redujo un 13%. Las regiones que más sufrieron la crisis y que
experimentaron un serio estancamiento fueron las del Tercer Mundo.
Entre las complejas causas que originaron esta crisis, un factor fundamental fue la disminución de
las ganancias que obtenían las grandes empresas en relación con sus expectativas de acumulación
de capital. Este hecho originó, a su vez, una disminución de las inversiones productivas. La
disminución de las ganancias de los capitalistas se debía, en parte, al aumento de los costos de
producción que se verificó como resultado de las mejoras salariales y las conquistas sociales
obtenidas por los trabajadores en los años de prosperidad. Pero los costos se se habían
incrementado, sobre todo, como resultado de la fuerte competencia entre las empresas capitalistas
y la necesidad de realizar cuantiosas inversiones a fin de incorporar al proceso productivo
tecnología "de punta", en una fase del ciclo económico en el que no estaban dadas las condiciones
para recuperar rápidamente el capital invertido.
Algunas de las consecuencias de la crisis fueron
la inflación de precios —acelerada por el
incremento del precio del petróleo decidido por
los países árabes—, una retracción del consumo
y un paulatino aumento del desempleo.
La crisis económica dio la oportunidad a los
partidarios de políticas neoliberales y
conservadoras para criticar a los gobiernos que
aplicaban políticas keynesianás que justificaban
el intervencionismo estatal. Los partidos
socialdemócratas, que en esos años gobernaban
.en muchos países de Europa Occidental, con-
sideraban que la crisis pasaría rápidamente y
que debía conti-
nuar aplicándose
la receta
keynesiana,
garantizando el
pleno empleo y el
bienestar social.
Los grandes
grupos
económicos, ante
la evidencia de
que sus ganancias
no eran las previstas, presionaron para que se cambiara el rumbo de las políticas económicas. Su
objetivo era disminuir el costo de la mano de obra para recuperar rápidamente la rentabilidad de

17
sus inversiones. Reclamaron entonces el desmantelamiento del Estado de Bienestar y el retorno al
libremercado. Según los economistas neoliberales, como Milton Friedman —de la corriente
monetarista de Chicago—, los responsables de la inflación y del freno del crecimiento eran las
políticas sociales que "derrochaban" recursos, los salarios altos y los "gastos excesivos" de los
Estados.
Estas presiones facilitaron la llegada al gobierno, en la década de 1980, de partidos políticos
conservadores, que intentaron superar el estancamiento y "sanear" la economía aplicando medidas
de corte liberal. La llegada a la presidencia de los 'Estados Unidos del representante del Partido-
Republicano, Ronald Reagan (1981-1988) y el gobierno de la primer ministro Margaret Thatcher en
Gran Bretaña (1979-1990) indicaron el notable avance de las fuerzas conservadoras y el retroceso
de los partidos socialdemócratas.

Margaret Thatcher’s First Visit to Washington of the Reagan Presidency. 20/01/1981

18
LA CRISIS DEL SOCIALISMO EN LA UNION SOVIETICA Y EL FIN DEL MUNDO BIPOLAR
Los últimos años de la década de 1970 se caracterizaron por la búsqueda por parte de la Unión
Soviética de una distensión en las relaciones con su tradicional rival capitalista, los Estados Unidos,
Desde entonces, las dos principales potencias dieron pasos importantes hacia la limitación y el
control de los armamentos nucleares y pudieron evitar enfrentamientos directos, pese a la
profundización de la Revolución Cubana y al proceso de descolonización que se extendió por Asia y
África y dio lugar a la formación de nuevos Estados socialistas.
Sin embargo, durante la década de 1980, la tensión entre la URSS y los Estados Unidos pareció
reavivarse. La derrota estadounidense en Vietnam y la consolidación de Estados socialistas en Asia
y África parecieron alterar el equilibrio político mundial. Durante esta etapa —a la que suele
llamarse Segunda Guerra Fría— las superpotencias trasladaron sus enfrentamientos a los países del
Tercer Mundo.
Desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, Reagan se propuso demostrar la superioridad
militar y política de su país frente a la Unión Soviética. Impulsó un vasto plan armamentista y un
despliegue tecnológico espacial, convencido de que los soviéticos no estaban en condiciones
económicas y científicas de equipararlo. Por otra parte, con el objetivo de dejar atrás el trauma de
la derrota en Vietnam, los Estados Unidos realizaron una serie de intervenciones militares contra
objetivos relativamente fáciles: la ocupación
LA PERESTROIKA
de Granada (en el Caribe), en 1983. Un ataque
aéreo a Libia en 1986 y la invasión a Panamá Mijail Gorbachov -jefe del Estado soviético
desde 1985- fue el responsable de la reforma
en 1989. política conocida como la Perestroika, que
El fin del mundo bipolar sobrevino con el profundizó la desestalinización iniciada años
derrumbe del modelo soviético de antes por Kruschev. La Perestroika consistió en
una
organización de la sociedad en 1991. La crisis reorganización de la economía soviética, por
de la URSS se aceleró a partir de 1985, cuando medio de la creación de áreas económicas
regidas por el libremercado —lo que significaba
el jefe del Estado, Mijail Gorbachov, puso en abandonar la férrea centralización estatal de la
práctica un proceso de reformas —conocido economía. También se propuso democratizar la
corno la Perestroika— con el objetivo de vida política, muy burocratizada y sujeta al
control de los funcionarios del Partido
desmantelar el modelo social y político Comunista. A esta apertura política se la
impuesto durante el período stalinista. denominó Glasnost. -transparencia. Estas
reformas abrieron paso a la posibilidad de que
La crisis del socialismo soviético se debió a un muchos de los Estados que formaban parte de
conjunto muy variado de factores: los gastos la Unión Soviética reclamaran por sus derechos
que debió afrontar la URSS para sostener el de independencia nacional. Las reformas y los
reclamos sectoriales y nacionalistas culminaron
equilibrio militar durante la Guerra Fría; las con la disolución, en 1991, de la URSS. En su
limitaciones de la propia economía planificada lugar, y con un territorio más reducido, fue
creada la Confederación de Estados
soviética, cuyo funcionamiento era muy poco Independientes (CEI) cuyo principal integrante
eficiente debido a las múltiples trabas es la Federación Rusa.
burocráticas y a los escasos incentivos para
aumentar la producción; el retraso tecnológico respecto de países capitalistas como los Estados
Unidos, Alemania y Japón; y la dificultad para competir con el ritmo productivo de las empresas
capitalistas privadas, debido a que las empresas del Estado soviético debían preocuparse por
asegurar un mínimo nivel de bienestar a sus trabajadores y, con ello, aumentaban sus costos de
producción.

19
El 9 de noviembre de 1989, el Muro de Berlín, un símbolo de la ruptura entre los bloques
capitalista y socialista, comenzó a ser destruido por los habitantes de las dos Alemanias. Para
algunas, la caída del Muro representaba la derrota definitiva del socialismo frente al
capitalismo. Para otros, lo que se derrumbaba era el modelo soviético de socialismo, pero no el
proyecto del socialismo tradicional: una economía basada en la propiedad social y en la gestión
planificada de los medios de producción, distribución e intercambio. El historiador Eric
Hobsbawm, en su libro Historia del siglo XX, vincula el colapso de la Unión Soviética con el
hecho de que "el experimento soviético se diseñó no como una alternativa global al capitalismo
sino como un conjunto específico de respuestas a la situación concreta de un país muy vasto y
muy atrasado en una coyuntura histórica particular e irrepetible"' y con que, además, "el
fracaso de la Revolución en todos los demás lugares dejó a la Unión Soviética con su
compromiso de construir el socialismo en un país donde las condiciones para hacerlo no
existían en absoluto". Por estas razones, para Hobsbawm, la Revolución de Octubre sólo pudo
dar lugar a un tipo de socialismo rudo, brutal y dominante. Pero, desde su punto de vista, el
fracaso del socialismo soviético no empaña la posibilidad del desarrollo, en el futuro, de otros
tipos de socialismo.

20
GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA, FRAGMENTACIÓN Y CONFLICTOS SOCIALES
EL FINAL DE UNA ÉPOCA

En la última década del siglo XX se inició un proceso histórico muy complejo y difícil de analizar,
tanto por la velocidad con que se produjeron los cambios como por la contemporaneidad de las
transformaciones. Se trata de uno de esos momentos excepcionales de la historia en los que las
personas advierten que están viviendo en un mundo que en pocos años se ha transformado
radicalmente, y en los cuales, en el lapso de una vida, es posible observar y participar de notables
modificaciones en el plano general de la vida social y en el más cotidiano de la vida privada. La
profundidad y la velocidad de estos cambios hacen que, para muchos, se trate de una época de
grandes incertidumbres, en la que todas las formas de vivir y de pensar que parecían sólidas se
desmoronan.
Muchos historiadores, economistas, politólogos y sociólogos están de acuerdo en que, entre 1989 y
1991, finalizó una época. La disolución de la Unión Soviética, el final del mundo bipolar y de la
competencia entre el capitalismo y el socialismo parecen indicar que los ejes que organizaron gran
parte de la vida social del siglo XX se han modificado profundamente.; Sin embargo, resulta muy
difícil, en estos momentos determinar con precisión cuáles serán las orientaciones y los resultados
de este proceso histórico que se proyecta hacia el tercer milenio. Podemos identificar esos
cambios, pero no estamos en condiciones de evaluar sus alcances y el impacto que tendrán sobre la
vida de las sociedades y de los individuos en las próximas décadas.

LA ILUSIÓN NEOLIBERAL DEL "FIN DE LA HISTORIA"


Las grandes transformaciones que se produjeron en el mundo entre 1914 y 1991 estuvieron
profundamente relacionadas con la coexistencia y los conflictos entre el capitalismo y el socialismo,
tanto en el plano internacional como en el interior de cada sociedad. Aunque no todos los cambios
que protagonizó la humanidad en esas décadas tuvieron relación directa con el enfrentamiento
entre esas dos distintas formas de organizar la sociedad y el Estado, tal eje permite articular una
explicación abarcadura de muchos de los problemas que vivieron las sociedades contemporáneas
durante el "corto siglo XX".
A partir de 1991, luego de la disolución de la Unión Soviética, numerosos investigadores e
intelectuales intentaron construir diversas explicaciones sobre la orientación general del proceso
histórico que se inició entonces.
En la década de 1990 fue frecuente el uso de términos y expresiones tales como "posmodernidad",
"fin de la historia" o "muerte de 4as ideologías"; Estos conceptos, aunque no eran exactamente
sinónimos, compartían un mismo supuesto: que la crisis del modelo socialista soviético significaba
el fin de la "era moderna". Quienes sostenían esta idea, afirmaban que la "modernidad" había sido
una época en la que habían predominado los conflictos sociales, los cambios permanentes y el
estallido de guerras y revoluciones, pero que esta época había finalizado con el "derrumbe del
comunismo", hecho que había abierto la puerta para que el capitalismo y la democracia liberal se
transformaran en la base de un "nuevo orden mundial", sin conflictos y sin expectativas de
revoluciones sociales. En ese "mundo posmoderno" —afirmaban—desaparecerían, además, las
ideologías, porque ya no sería necesario que las personas compartieran una visión totalizadora del
mundo. Según este punto de vista, la humanidad arribaría, así, al "fin de la historia", a una era sin
cambios significativos, donde todos hallarían su lugar, de manera pacífica y sin conflictos, como
21
consumidores y ciudadanos libres, gozando plenamente de sus derechos. I Sin embargo, en muy
poco tiempo, estas ilusiones se desvanecieron. Resultó evidente que hacia el final del segundo
milenio la historia no se había detenido: los conflictos sociales no desaparecieron y estallaron
nuevas guerras y diversas crisis de grandes magnitudes. Fue entonces que comenzó a difundirse un
nuevo concepto para explicar la situación mundial: la globalización.

DEFENSA Y CRITICA DE LA GLOBALIZACIÓN

En los últimos años del siglo XX, el concepto de globalización ha sido utilizado con diferentes
intenciones y significados. Para algunos intelectuales, periodistas y dirigentes políticos, el concepto
de globalización expresa una idea muy similar a la del "fin de la historia". Los que acuerdan con este
enfoque, piensan que el mundo se ha transformado en una "aldea global" a la que, poco a poco, las
nuevas tecnologías, los medios de comunicación y la economía libre de mercado modelan como un
mundo homogéneo, en el que todos los pueblos comparten formas similares de organizar sus
relaciones sociales, sus Estados y sus culturas. Este punto de. vista "optimista" acerca de la glo-
balización es defendido, en distintas partes del mundo, por los partidarios del neoliberalismo
económico y político. Para quienes adhieren a las ideas neoliberales, la globalización es, además, un
hecho "inevitable", resultado de la "mayor eficacia" que demostró el capitalismo liberal —basado
sobre los principios del libre mercado— frente al socialismo y al capitalismo organizado por un
Estado de Bienestar.
Quienes rechazan el paradigma neoliberal también utilizan el concepto de globalización para
explicar los cambios mundiales ocurridos a partir de la última década del siglo XX. Pero desde su
punto de vista, el mundo globalizado no es un mundo homogéneo. Para los críticos del
neoliberalismo, la globalización es un proceso histórico en el que se han profundizado las
desigualdades entre los países y en el interior de las sociedades. Para ellos, entonces, la glo-
balización no es el "fin de la historia" sino una etapa en la que se producen y producirán nuevos
conflictos; la "muerte de las ideologías", en realidad, esconde la idea de que hay una ideología que
está triunfando —el neoliberalismo— y, por eso, es necesario oponerle un conjunto de nuevas
ideas. Desde este punto de vista, el capitalismo de libre mercado no ha triunfado porque no ha
resuelto los problemas de la distribución desigual de la producción y del conocimiento y no ha so-
lucionado la situación de miseria en la que viven millones de personas en todo el mundo. Algunos
advierten también que las democracias liberales que predominan en Occidente lograron que todos
los ciudadanos gocen de derechos políticos, pero que, paradójicamente, son muchas las personas
que no se sienten representadas por las instituciones democráticas y que descreen de la
participación política o de los dirigentes de los partidos políticos.

CAPITALISMO Y GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

Quienes rechazan el paradigma neoliberal consideran que la globalización es una nueva forma de
acumular capital —es decir, un nuevo régimen de acumulación—, diferente del que caracterizó a la
economía capitalista durante la mayor parte del siglo. Desde este punto de vista, se trata de una
nueva estrategia de organización de la producción capitalista que permite a las empresas
transnacionales obtener cuantiosas ganancias y que afecta profundamente a los sectores

22
asalariados y populares.
Para fundamentar su posición, los críticos del neoliberalismo y de las supuestas "ventajas" de la
globalización capitalista han analizado cuáles son los factores que convierten a las empresas
transnacionales (ET) y a los grupos económicos más concentrados y poderosos en los beneficiarios
exclusivos de la globalización de la economía. Estos factores están relacionados con las nuevas
formas de organización de la producción y con mecanismos institucionales. El extraordinario avance
de las telecomunicaciones ha hecho posible que los directores de las ET puedan controlar todas las
etapas del proceso de producción aunque estén localizadas en diferentes —y muy distantes unos
de otros— sitios del planeta. Esta posibilidad ha permitido a las grandes empresas y grupos
económicos explotar al máximo las características particulares de los mercados de trabajo de cada
país, lo que les permiten reducir costos. Por ejemplo, las etapas del proceso productivo que
requieren el empleo de personal altamente calificado son desarrolladas en aquellas sociedades en
las que se registran altos índices de acceso a la educación técnica y universitaria. En cambio, las
tareas que demandan el trabajo de gran número de obreros sin conocimientos especializados son
localizadas en países donde el nivel de los salarios es muy bajo. Además, en general, con el objetivo
de aumentar su tasa de ganancia, los grandes grupos económicos ponen como condición para la
entrada y radicación de nuevas inversiones de capitales extranjeros la diminución del llamado
"costo laboral" y presionan también para que los gobiernos garanticen la libre circulación de los
capitales, una de las claves del funcionamiento de la economía capitalista globalizada.
Al mismo tiempo, cada vez más, las "misiones" que envían los organismos financieros
internacionales —como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial— para "monitorear"
la marcha de los planes económicos de los países que recibieron préstamos, condicionan la
aprobación de nuevos créditos al establecimiento de un conjunto de medidas que son presentadas
como "requisitos indispensables" para que el país sea considerado "confiable" y "seguro" y sea
posible la radicación de las inversiones extranjeras. Entre las medidas exigidas por estos
organismos, generalmente, se incluyen la "flexibilización laboral" (que consiste en un proceso de
reforma de las leyes que protegen los derechos de los trabajadores y que, una vez consumada,
permite abaratar las indemnizaciones por despidos, extender la jornada laboral, reducir los salarios,
fraccionar las vacaciones o disminuir los aportes patronales para los sistemas de seguridad social),
reformas impositivas, que aumentan la presión fiscal sobre los sectores de menores ingresos, o
planes de reducción del gasto público en general y en las áreas de salud, educación y asistencia
social en particular.

NEOLIBERALISMO Y "PENSAMIENTO ÚNICO"


Desde principios de la década de 1980, la amplia difusión y aplicación —por convencimiento o por
imposición— de los postulados del neoliberalismo económico como organizadores de las relaciones
entre la sociedad y el Estado en casi todos los países del mundo —centrales y periféricos,
capitalistas desde siempre o ex socialistas—, contribuyó a consolidar un "pensamiento único".
Desde los centros de poder económico comenzó a difundirse la idea de que el neoliberalismo era el
único sistema de pensamiento que ofrecía respuestas y soluciones a los problemas y los desafíos
que enfrentaban las sociedades de todo el planeta. Tanto los gobiernos y los grupos dirigentes'-
como el conjunto de la población de los países del mundo, a través de muy diferentes medios y en
muy diferentes formatos, comenzaron a recibir, cada día, a lo largo de varios años, el mensaje de
que así como "la globalización era inevitable" y "había llegado para quedarse", del mismo modo,

23
para "adaptarse" a ella, no había otra posibilidad más que aceptar los principios del neoliberalismo
y las reformas y reorganizaciones en todos los planos de la vida social que su aplicación originaba.
De este modo, los grupos económicos y políticos interesados en impulsar y concretar esas reformas
lograron imponer la idea de que la "globalización económica" era un "proceso natural", regulado
por "leyes naturales" y, por lo mismo, resultaba imposible oponerse a ella o intentar modificar la
situación.
Hasta mediados de la década de 1990, las sociedades, los Estados y los gobiernos que se negaban a
aceptar el neoliberalismo económico y político como única opción, eran considerados como
"inviables" por los centros de poder internacionales.

PROPUESTAS Y ADVERTENCIAS PARA SALIR DEL PENSAMIENTO ÚNICO


En octubre de 1996, un grupo de economistas de variado origen institucional y orientaciones
políticas se reunió en París (Francia) con el propósito de renovar el debate sobre política económica
y elaboró una declaración denominada "Llamado de los economistas para salir del pensamiento
único". Desde entonces, en diversas partes del mundo se han constituido numerosos foros de
discusión y debate que se proponen encontrar alternativa al pensamiento neoliberal y formular
propuestas concretas tendientes a mitigar en el presente y evitar en un futuro más o menos
próximo los devastadores efectos económicos y sociales de la globalización capitalista. También la
Iglesia Católica —a través del Papa, Juan Pablo II, obispos de los distintos países y continentes y
miembros de diversas órdenes religiosas— ha dado a conocer numerosos documentos en los que
denuncia y condena severamente las injusticias que produce la aplicación de las "recetas"
neoliberales —y los altos niveles de corrupción económica y política con los que, en muchos casos,
es acompañada. Estos documentos incluyen, además, llamamientos especialmente dirigidos a los
poderes económicos y políticos del mundo exigiéndoles acciones —como la distribución de las
tierras y la condonación total o parcial de la deuda externa, por ejemplo— destinadas a lograr una
"globalización de la justicia".

LOS EFECTOS POLÍTICOS Y ECONÓMICOS DE LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA


LOS PAÍSES SOCIALISTAS Y LOS PAÍSES NO ALINEADOS FRENTE A LA GLOBALIZAOÓN
CAPITALISTA

Las reformas neoliberales y conservadoras que, desde principios de la década de 1980, impusieron
las empresas transnacionales crearon las condiciones para la ampliación del capitalismo de
libremercado. Sin embargo, en la consolidación de ese proceso fue un factor decisivo el derrumbe
del socialismo en la Unión Soviética y en Europa Oriental —proceso en el que, a su vez, tuvieron
una gran incidencia las contradicciones que enfrentaban, las economías centralmente planificadas
en el mercado internacional regulado por leyes capitalistas. Los dirigentes de los ex países
comunistas del bloque soviético impulsaron una rápida apertura de sus economías y aplicaron
reformas liberales que permitieron la entrada de capitales extranjeros y la difusión de relaciones de
producción capitalistas. Estos hechos tuvieron, además, una gran incidencia en la consolidación del
neoliberalismo como "pensamiento único".
La disolución de la URSS también provocó serias dificultades en las economías de otros países
socialistas, como Cuba. La economía cubana, si bien continuó organizada mayoritariamente sobre
24
la base de la propiedad estatal de los medios de producción y de la planificación centralizada, sufrió
serios inconvenientes porque dependía en gran medida del comercio con la URSS y del sostén
económico soviético. En la República Popular China, donde el Estado continuó bajo la dirección del
Partido Comunista Chino, se aplicaron algunas reformas para crear "zonas de economía de
mercado" —especialmente en la producción agrícola— y se permitió la inversión de capital privado
extranjero en algunas áreas, con el objetivo de incorporar tecnología "de última generación". Es
decir que, frente al avance de la globalización capitalista, en los países socialistas se registraron dos
-tendencias: una compleja y traumática transición hacia el capitalismo en el bloque europeo
soviético y un proceso de reformas en el marco del socialismo en China y en Cuba.
La globalización capitalista también se vio favorecida por la disgregación política del bloque de
países del Tercer Mundo. El fin del mundo bipolar hizo que se fuera diluyendo la idea de que
resultaba necesario que los países del Asia, África y América latina conformaran un "bloque no
alineado". Frente al evidente predominio político y económico de los Estados Unidos en el nivel
internacional, muchos gobiernos de países del Tercer Mundo abandonaron las posiciones
antiimperialistas —muy difundidas en las décadas de 1960 y 1970— y abrieron sus economías a la
entrada masiva de los capitales de las empresas transnacionales y de los grandes bancos

EL DEBILITAMIENTO DE LOS ESTADOS NACIONALES


En el proceso de expansión capitalista cumplieron un papel muy importante el FMI y el Banco
Mundial, dos entidades financieras supranacionales que cuentan con el respaldo político del
gobierno de los Estados Unidos. Los gobiernos de algunos países de! Tercer Mundo optaron por un
decidido alineamiento político con los Estados Unidos y adhirieron explícitamente al ideal de la
globalización capitalista, argumentando que de ese modo sus países estarían en mejores
condiciones de integrarse al "Primer Mundo" de los países desarrollados.
El notable predominio militar de los Estados Unidos y de sus aliados dé la OTAN fue otro factor que
incidió en la generalizada aceptación de las orientaciones neoliberales. La fuerza di-suasoria
ejercida a través de la presencia de tropas en las fronteras o en las costas o la intervención militar
directa —como en la guerra del Golfo Pérsico y en las invasiones a Panamá y Granada en América
latina— disminuyeron las probabilidades de que los gobiernos tomaran decisiones contrarias al
"orden globalizado".
La adopción de los postulados del neoliberalismo económico y político provocó el debilitamiento de
los Estados nacionales, en particular en las sociedades periféricas. En América latina, las políticas de
"ajuste estructural" que, desde la década de 1980, a partir de la crisis de la deuda externa,
aplicaron los gobiernos militares y civiles, disminuyeron gravemente la capacidad de intervención
estatal en la economía. Los procesos de "reforma del Estado" que los organismos financieros
exigieron como condición para mantener el flujo de créditos y préstamos, generalmente, incluyó la
venta y la privatización de las empresas públicas, la eliminación de los controles y las regulaciones
estatales y la descentralización de la economía. Al mismo tiempo, casi como si se tratara de un
círculo del que resulta muy difícil salir, la debilidad de los Estados nacionales profundiza la
vulnerabilidad de estas economías y sociedades, ya que sin la intervención del Estado y sin
controles estatales, la posibilidad del desarrollo autosustentado se aleja cada vez más y el "bien
común" del conjunto de la población queda relegado frente a los intereses de los capitales
internacionales.

25
LA DESIGUAL DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y EL AUMENTO DEL DESEMPLEO
A pesar de la existencia de múltiples factores que tienden a organizar la producción capitalista con
características relativamente uniformes, el desarrollo de numerosos conflictos en todo el planeta
muestra que la globalización es un proceso histórico sumamente contradictoria. Los cambios
económicos, políticos y tecnológicos evocan una fuerte fragmentación en el interior de cada
sociedad y de ello resulta un mundo globalizado sumamente heterogéneo.
Los conflictos y las tensiones obedecen a causas muy diversas y resulta difícil ofrecer un panorama
de conjunto de todos ellos. Sin embargo, una gran mayoría están relacionados con las profundas
desigualdades que se registran en la distribución de los beneficios de la economía capitalista
globalizada.
Las crisis bursátiles, que se suceden en lapsos cada vez más cortos, tuvieron y tienen un impacto
negativo mucho mayor sobre las economías de los países periféricos, ya que los países
desarrollados cuentan con mecanismos institucionales para atenuar sus efectos.
Por otra parte, el supuesto de que la globalización significaría la expansión absoluta del libre
mercado no se ha verificado. Estados Unidos ya no es el único centro de la economía capitalista,
sino que debe competir duramente con la industria del Japón y de Europa Occidental. Entre estos
tres centros de la economía mundial capitalista se ha establecido una fuerte disputa por la
supremacía económica y, por esta razón, es frecuente que los Estados de los países centrales
establezcan barreras proteccionistas, formen bloques de países que funcionan como mercados
cerrados y apelen a la presión política en los foros internacionales para buscar beneficios
económicos.
Por su parte, las
políticas
neoliberales han
ahondado la brecha
entre países ricos y
países pobres. Las
periferias pobres del
mundo capitalista se
han retrasado en el
plano tecnológico,
se ha incrementado
de manera notable
su deuda externa con los organismos de crédito internacionales y tienen serias dificultades para
lograr el crecimiento de su producción industrial.
Además de esta creciente desigualdad, en muchos países periféricos se produjo un espectacular
crecimiento de los índices de desocupación, que expulsó a millones de personas del mercado de
trabajo y del consumo de bienes y servicios. Este ensanchamiento de la distancia entre ricos y po-
bres se está profundizando también porque las políticas neoliberales desarticularon las estructuras
estatales que, en los tiempos del Estado de Bienestar, aseguraban la protección social a los sectores
asalariados. El deterioro de los salarios, la precarización de los contratos de trabajo y la restricción
del consumo son algunas de las características más salientes de la exclusión social que sufren estas
sociedades.

26
En muchos países industrializados también creció de manera notable el desempleo, pero los
efectos de las políticas neoliberales no son tan graves porque en ellos subsisten planes de
asistencia social —tales como seguros de desempleo y subsidios— que atenúan los efectos de la
exclusión social.
El desarrollo tecnológico también se ha constituido en un factor de fragmentación. Al mismo
tiempo que acelera las comunicaciones y "acorta las distancias", contribuye a establecer una
barrera entre quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías y quienes no. Así se profundiza la
desigualdad en las oportunidades para obtener los conocimientos que permiten una mejor posición
en el mercado de trabajo.

27
UNIDAD 2. ASIA Y ÁFRICA Y EL MUNDO BIPOLAR

EL PROCESO DE DESCOLONIZACIÓN DELTERCER MUNDO: MOVIMIENTOS DE LIBERACIÓN,


REVOLUCIONES Y NACIONALISMOS

EL PROCESO DE DESCOLONIZACIÓN

Tercer Mundo: ¿subdesarrollo o pobreza?

El término Tercer Mundo fue utilizado por primera vez por el economista francés. Alfred Sauvy,
hacia 1950, para designar a los países que no pertenecían en el plano político-militar ni al
bloque occidental (el Primer Mundo) ni al soviético (el Segundo Mundo). Con el tiempo, el
término extendió su significado al plano económico-social y fue sinónimo de pobreza o de
subdesarrollo. Estos dos conceptos no son equivalentes. Quienes sostienen que el Tercer
Mundo es un conjunto de países subdesarrollados, suponen que están atrasados
económicamente respecto de los países más avanzados o industrializados y, por lo tanto que el
subdesarrollo se resolverá cuando, poco a poco, esos países vayan superando la etapa de
atraso y logren industrializarse. Los que afirman que se trata de países pobres sostienen que
no se trata de un problema de, "etapas" sino de cómo se organiza la economía capitalista
mundial: los países ricos crecen gracias a que obtienen recursos de los países pobres, razón
por la cual, los países pobres no podrán dejar atrás sus problemas económicos mientras no
rompan la dependencia que los ata a los países industrializados.
.

Durante las primeras décadas del siglo XX se consolidaron las relaciones de dominación y
explotación de los Estados coloniales europeos sobre las sociedades africanas. Al mismo tiempo, se
acentuó la penetración del capitalismo imperialista en gran parte del Asia.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la debilidad de las potencias europeas creó
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condiciones favorables para que los pueblos dominados se sublevaran contra el orden colonial o
contra los intentos de injerencia imperialista. En poco más de veinte años, entre 1947 y 1970, casi
todas las colonias europeas de Asia y África lograron independizarse. Gran Bretaña, Francia,
Holanda, Bélgica y Portugal perdieron las posesiones coloniales que durante muchos años les
habían permitido apropiarse de importantes recursos económicos. Un conjunto de características
comunes permiten englobar todas esas luchas en un único proceso de descolonización.
En todos los casos, los grupos que impulsaron esas luchas sostuvieron principios nacionalistas, que
rescataban las tradiciones culturales locales y las oponían a la ideología occidental. Ello dio lugar a
que se organizaran movimientos de liberación nacional, agrupando a todos aquellos que, más allá
de sus diferencias, coincidían en la necesidad de romper los lazos coloniales. Estas ideas naciona-
listas, a diferencia de los nacionalismos europeos, no tenían propósitos expansionistas, sino de
reivindicación de la cultura autóctona.
A pesar del antioccidentalismo de estos movimientos, en muchos casos adoptaron ideas originadas
en Occidente y las combinaron con su propia mentalidad.
Esto se debió no sólo a la influencia de los largos años de dominación sino también a que algunos
de los líderes independentistas pertenecían a las familias locales más importantes, las que enviaban
a sus hijos a estudiar a las metrópolis. Estos jóvenes de las élites africanas y asiáticas tenían una vi-
sión más amplia del problema colonial y utilizaban el potencial revolucionario de ideas europeas,
como el socialismo, para orientar sus luchas.
Algunos movimientos de liberación nacional proclamaron el carácter socialista de los nuevos
Estados —China y Vietnam, en Asia, y Ghana, en África, por ejemplo.
La lucha anticolonial se vio favorecida por la debilidad militar y económica de las potencias
colonialistas al finalizar la Segunda Guerra. Las potencias europeas priorizaron la reconstrucción de
sus economías en el área metropolitana, por lo que no contaban con los recursos suficientes como
para mantener un costoso aparato de dominación en las colonias integrado por tropas,
administradores, técnicos.
Cuando las colonias no reportaban a las metrópolis un rédito económico muy importante como
para invertir recursos en sostener una guerra que asegurara el dominio, los europeos prefirieron
aceptar el pedido de independencia de la población local. Éste fue el caso de la mayoría de las
posesiones francesas en África. Pero si una colonia tenía importancia estratégica —como la
Indochina francesa— o en ella residía una importante población de colonos europeos que se
resistía a perder sus privilegios —como en el caso de Argelia, que era una colonia de poblamiento—
la guerra resultó inevitable.
En consecuencia, la lucha anticolonial no se llevó adelante de la misma forma en todos los países.
En algunos, el conflicto se resolvió de manera violenta, al cabo de una guerra, mientras que en
otros no se generalizó el uso de las armas y el proceso de transición hacia la independencia se
resolvió de manera pacífica.
La renuncia de las metrópolis a mantener el dominio político en muchas colonias no significó el final
de su influencia económica en Asia y en África. El vínculo colonial desapareció en el plano político,
pero no en el económico. En algunas ex colonias, las metrópolis conservaron su influencia. Las
metrópolis lograron que algunas colonias se dividieran en varios Estados en el momento de
independizarse. Además, las economías de los nuevos Estados independientes eran muy débiles y
no tenían un desarrollo industrial propio, pues habían sido reducidas a la condición de productoras
de materias primas. Por esta razón continuaron, necesitando el aporte de capitales de los países

29
centrales, lo que obstaculizó las decisiones autónomas en política económica y profundizó la
dependencia.

LOS PAÍSES DEL "TERCER MUNDO" Y EL "MOVIMIENTO DE LOS NO ALINEADOS"


Los países descolonizados de Asia y África intentaron coordinar una política internacional conjunta
en las reuniones celebradas en Nueva Delhi —India, 1949— y en Bandung —Indonesia, 1955. A
estos encuentros asistieron los jefes de los gobiernos de un conjunto de países de diferentes
características étnicas y religiosas y con distintos sistemas de organización económico-social. [Pero
todos tenían en común el hecho de haber alcanzado recientemente su independencia —por medios
violentos o relativamente pacíficos— y el deseo de constituir un grupo que se mantuviera alejado
de las disputas entre los bloques militares dominantes.
En la Conferencia de Bandung se reunieron, entre otros, Chou En-lai —jefe de gobierno de China-,
Achmed Sukarno —presidente de Indonesia—, Gamal Abdel Nasser —el líder egipcio—, Jawaharlal
Nehru —el primer ministro de la India— y el general Vó Nguyén Giap —héroe de la resistencia
vietnamita. Fueron muchas las diferencias que debieron vencer hasta llegar a un acuerdo final. El
panarabismo de Nasser, cargado de un fuerte islamismo, se contraponía a los recelos que los indios
sentían frente a los islámicos de Pakistán. Otros líderes, partidarios de organizar Estados
democráticos al estilo occidental, temían acercar sus posiciones a las de los representantes de
gobiernos socialistas como el de China y el de Vietnam.
Finalmente, los participantes de la conferencia emitieron un comunicado conjunto en el que
plantearon la necesidad de cooperar económicamente, defender los derechos del hombre y la
autodeterminación de los pueblos, promover la paz mundial, reconocer la igualdad de todos los
pueblos y naciones, respetar el principio de no intervención y no injerencia en los asuntos internos
de los otros países, rechazar la dependencia económica y cultural, promover la cooperación cultural
y condenar el racismo en Sudáfrica. En un mundo que salía de una guerra mundial, el contenido
pacifista y antiimperialista de la Conferencia de Bandung tuvo una recepción favorable por parte de
los gobiernos de las potencias mundiales. Esta reunión fue un hito que marcó la entrada en el esce-
nario internacional de los países del llamado "Tercer Mundo".
En 1961, en Belgrado – Yugoslavia- se realizó otra reunión, esta vez con la presencia de
representantes de países latinoamericanos y europeos —como Yugoslavia, país socialista que había
abandonado el bloque soviético. En pocos años, otros países se sumaron a los afroasiáticos con el
propósito de encontrar una vía alternativa para resolver sus problemas económicos y evitar la
dependencia de los principales centros de decisión mundial. En la Conferencia de Belgrado quedó
constituido el Movimiento de Países No Alineados.
Este agrupamiento provocó un cambio en las relaciones internacionales. Los "No Alineados"
propusieron una redefinición del conflicto en el nivel mundial. Desde su perspectiva, este conflicto
no debía ser definido como una confrontación entre "Occidente" y "Oriente" —es decir, entre el
capitalismo y el socialismo—, sino entre el "Norte" desarrollado y el "Sur" subdesarrollado, es decir,
entre los "países ricos" y los "países pobres".) La debilidad económica de estos Estados dificultó la
aceptación internacional de sus definiciones y propuestas políticas. También debilitó al movimiento
el hecho de estar integrado por países socialistas que no pertenecían al bloque soviético y países
capitalistas dependientes que muchas veces, se vieron obligados a negociar en condiciones de
inferioridad frente a los países centrales.
El desarrollo del proceso de descolonización permite explicar, desde una perspectiva global, los

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aspectos principales del proceso histórico que protagonizaron las sociedades africanas y asiáticas
desde mediados del siglo XX. Sin embargo, no alcanza para explicar la complejidad de los cambios
ocurridos en un mundo tan variado como el afroasiático. Algunas transformaciones —como las que
culminaron con la Revolución socialista en China (1949), por ejemplo— estuvieron relacionadas
más con conflictos internos que con la expansión colonialista europea.

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INDIA: LA INDEPENDENCIA PACÍFICA Y LA PARTICIÓN DEL PAÍS
Como ocurrió en casi todas las colonias del Imperio Británico, la independencia de la India se realizó
a través de un proceso relativamente pacífico.
La sociedad india tenía características muy particulares, por la diversidad religiosa y lingüística de su
población y por la rígida división de sus habitantes en castas. A pesar de las diferencias y los con-
flictos internos, desde fines del siglo XIX la mayoría de los indios expresó sus deseos de
independencia a través de los reclamos y las luchas que organizaron el Congreso Nacional Indio —
que agrupaba a los indios de religión hindú— y la Liga Musulmana.
Durante el período de entreguerras se fue consolidando el liderazgo nacionalista de Mahatma
Gandhi, que promovió la lucha antibritánica por medio de métodos no violentos, como la
resistencia pasiva, la desobediencia civil, las huelgas de hambre y el boicot al consumo de
productos ingleses.

Las intensas campañas de Gandhi y del partido del Congreso Nacional Indio convocando a la
desobediencia civil hicieron que las autoridades británicas tuvieran serias dificultades para
mantener el orden social.
Finalmente, el 15 de agosto de 1947, el gobierno británico reconoció la independencia de la India.
Pero Gran Bretaña puso como condición que la ex colonia se dividiera en dos Estados: uno habitado
por hindúes y otro habitado por musulmanes. Detrás del argumento de la pacificación estaba el
deseo británico de dividir al movimiento independentista, a fin de poder mantener alguna
influencia en la región. Gandhi se opuso a la partición y llegó a proponer que todo el poder quedara
en manos de la Liga Musulmana. Sin embargo, el propósito separatista del líder musulmán
Mohammed Ali Jinna y el objetivo británico de dividir el territorio tuvieron más fuerza que .el
proyecto de Gandhi. La India fue dividida en dos Estados: la Unión India —una república
parlamentaria dirigida, tras el asesinato de Gandhi, por su discípulo Jawaharlal Nehru— y Pakistán
—un Estado musulmán, gobernado por una dictadura militar y con su territorio partido en dos
zonas separadas por más de 1.500 km entre sí: Pakistán Occidental, habitada por pueblos de lengua
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urdu, y Pakistán Oriental, de lengua bengalí
El pacifismo de Gandhi fue uno de los rasgos que diferenció al proceso independentista indio. La vía
no violenta hacia la independencia evitó que la lucha fuera sangrienta y dio gran unidad al
movimiento anticolonialista. Sin embargo, ésa fue también una de sus debilidades. Los británicos
pudieron imponer una salida negociada que provocó la partición del país. Además de fracturar al
movimiento independentista, la partición agravó aún más las miserables condiciones de vida de su
numerosísima población. En sólo tres meses, más de diez millones de personas debieron
trasladarse, obligadas, hacia el Estado que les tocó en suerte, según fueran hindúes o musulmanes.
Esta gigantesca movilización generó tensiones y enfrentamientos violentos, avivados por los odios
religiosos y de castas. Gandhi fue asesinado en 1948 por un grupo ultranacionalista hindú que lo
acusó de haber aceptado la partición de la
India.
En marzo de 1971 estalló un conflicto entre el
gobierno central de Pakistán y la Liga Awatni,
integrada por pakistaníes orientales que
reclamaban un gobierno autónomo con sede
en la ciudad de Bengala. El reclamo de los
bengalíes independentistas fue violentamente
reprimido por las tropas del gobierno pakistaní
—fueron asesinadas más de un millón de per-
sonas— y forzaron a diez millones de bengalíes
a refugiarse en la India.
La situación derivó en una guerra entre la
India, que contaba con el respaldo de la URSS,
y Pakistán. Al cabo de catorce días de comba-
tes, los bengalíes lograron que se reconociera
a Bangla Desh como un nuevo Estado
independiente.
La carrera armamentista en la región se
intensificó, sostenida con pertrechos bélicos
provistos por los Estados Unidos, la URSS,
China, Francia y Gran Bretaña. La rivalidad entre India y Pakistán se reactivó en 1998, cuando cada
país hizo demostración de su poderío militar frente al otro

ARGELIA E INDOCHINA: LA DESCOLONIZACIÓN VIOLENTA


Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Francia debió resignar el control político de sus vastos
dominios coloniales en Asia y África. En la mayoría de los casos, el gobierno francés prefirió otorgar
la independencia que los habitantes de las colonias reclamaban y mantener su influencia
económica y política. Con el apoyo de la ex metrópoli, en 1958, once nuevas repúblicas
independientes ingresaron a la Organización de las Naciones Unidas con el status de miembros de
la Comunidad Francesa.
En Argelia e Indochina, en cambio, la independencia fue el resultado de violentas guerras de
liberación nacional.

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ARGELIA
Argelia obtuvo su independencia luego de una guerra anticolonial cruenta y prolongada, durante la
cual el orden colonial fue defendido más activamente por los pobladores argelinos de origen
francés que por la propia metrópolis. En la colonia francesa de Argelia, situada en el norte de África,
en la región del Magreb —rica en minerales y apta para el cultivo— vivían, junto a unos nueve
millones de pobladores árabes de religión musulmana, aproximadamente un millón de colonos de
origen francés. Muchos de éstos habían nacido en Argelia, estaban arraigados allí, eran propietarios
de tierras, comerciantes, profesionales o empleados de la administración colonial. Estos argelinos
franceses —llamados "pieds-noirs" (pies negros)— organizaron una fuerte resistencia y se
enfrentaron al movimiento independentista.
En 1954, el mismo año en que las fuerzas colonialistas francesas fueron derrotadas en Indochina, se
inició la guerra de liberación en Argelia, organizada y dirigida por el Frente de Liberación Nacional
de Argelia (FLN). Desde el principio, la lucha adquirió un carácter de extrema violencia. En ella se
enfrentaron los militantes del FLN y grupos de civiles armados organizados por los pieds-noirs. El
gobierno de Francia, presidido por el general Charles De Gaulle, intentó una salida negociada para

evitar que el conflicto se agravara. Pero la presión de los colonos no lo permitió.


Grupos de militares y civiles partidarios de la "Argelia francesa" crearon una fuerza paramilitar
represiva —la OAS, Organisation de l'Armée Secrete— contra pobladores árabes y aplicó
sistemáticamente la tortura
En mayo de 1961, el gobierno francés rompió con el sector más intransigente de los pieds-noirs e
inició negociaciones con el gobierno provisional de la República de Argelia a cargo del FNL.
Finalmente, en marzo de 1962, fueron firmados los Acuerdos de Evian, se pactó un "alto el fuego" y
Francia reconoció a Argelia como un Estado soberano e independiente En el transcurso de ese
mismo año, tanto los ciudadanos franceses como los argelinos, mediante sendos referendos,

34
aprobaron los acuerdos. En 1963, Ahmed Ben Bella, uno de los fundadores y dirigente del FNL, fue
elegido presidente de la república.

INDOCHINA
La colonia de
Indochina era
una importante
fuente de
ingresos para el
Estado francés y
para
empresarios
particulares —
propietarios de
plantaciones en
las que
producían
caucho. Era
también el
principal centro
comercial y base
de operaciones
de Francia en el
Lejano Oriente.
Estas
circunstancias explican por qué la metrópolis decidió emplear la fuerza militar para intentar
conservar el control de su colonia.
El deterioro del poder francés se inició durante la Segunda Guerra, cuando el expansionismo
japonés desestabilizó la situación en la región. La invasión japonesa a Indochina activó el
movimiento de resistencia de la población nativa contra el dominio colonial francés. Un dirigente
comunista indochino, Ho Chi Minh, organizó un ejército popular integrado por campesinos —el
Vietminh—, que hostigó por medio de una guerra de guerrillas a los invasores japoneses. Tras la
derrota de Japón en la guerra mundial, el Vietminh ocupó Hanoi, la capital de Indochina, forzó la
abdicación del emperador y, el 2 de septiembre de 1945, proclamó la independencia de la
República Democrática del Vietnam (Vietnam del Norte), presidida por Ho Chi Minh. Francia
reconoció oficialmente al nuevo Estado pero la imposibilidad de lograr acuerdos políticos y
económicos satisfactorios para la ex metrópolis provocó un nuevo enfrentamiento armado, que se
inició en diciembre de 1946. Con el apoyo de Francia, en 1949, se instauró el Reino de Vietnam
(Vietnam del SurX con capital en Saigón. Los Estados Unidos reconocieron oficialmente al régimen
de Saigón en 1950 y enviaron asesores militares para entrenar a los survietnamitas en el manejo del
armamento estadounidense. La ofensiva militar francesa obligó a los guerrilleros norvietnamitas a
retirarse a las zonas rurales y montañosas. En 1954, después de años de luchas sin un frente
definido de combate, se produjo la batalla final de Dién Bien Phu en la que los franceses fueron
derrotados.

35
En la Conferencia de Ginebra, celebrada en 1954, Francia reconoció la independencia de Indochina,
pero la ex colonia fue dividida en tres Estados: Laos, Camboya y Vietnam —este último dividido por
el paralelo 17 en Vietnam del Norte y Vietnam del Sur, hasta las "elecciones libres" que debían
realizarse en 1956 con el propósito de unificar el país.

LA GUERRA DE VIETNAM
Los acuerdos de Ginebra habían establecido que, en 1956, debían realizarse "elecciones libres" para
reunificar los dos Vietnam. Pero frente al seguro triunfo de Ho Chi Minh, el gobierno de Saigón, a
cargo de Ngo Dinh Diém —quien, con el apoyo de los Estados Unidos, había abolido la monarquía y
se había proclamado presidente —de la República de Vietnam—, anunció que su gobierno se
negaba a celebrar las elecciones para la reunificación con el argumento de que existía la
probabilidad de un fraude electoral.
Al mismo tiempo, el presidente de los Estados Unidos, Dwíght D. Einsenhower declaró su temor de
que si Vietnam del Sur caía bajo el control de Ho Chi Minh se produciría un "efecto dominó" y se
establecerían regímenes comunistas en todos los-países asiáticos. Para evitar esta situación,
Einsenhower ofreció ayuda económica directa a Vietnam del Sur y asesores militares
estadounidenses comenzaron a entrenar a las tropas survietnamitas. A partir de entonces, Diem
estableció una férrea dictadura para "eliminar la subversión comunista" t inició una brutal perse-
cución contra sus opositores.
En enero de 1957 se quebró el alto el fuego pactado en Ginebra y se reanudaron los
enfrentamientos entre Vietnam del Sur y Vietnam del Norte. A lo largo de ese año, los
simpatizantes comunistas que habían emigrado al norte tras la división del país, regresaron al sur.
Estos activistas
organizaron el Vietcong —abreviatura de Vietnam Congsan (en vietnamita, "Vietnam rojo")—, una
organización guerrillera que, a partir de 1959, comenzó a realizar sabotajes contra instalaciones
militares estadounidenses y el gobierno de Diém. En 1960, Vietnam del Norte proclamó su
intención de "liberar a Vietnam del Sur del yugo opresor de los imperialistas estadounidenses y de
sus secuaces" y el Vietcong intensificó sus ataques —según denunció el gobierno de Saigón,
apoyado por tropas regulares norvietnamitas. Para demostrar su independencia, el Vietcong creó
su propio brazo político, llamado Frente Nacional de Liberación (FNL).
En 1961, el recientemente electo presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy ordenó el envío
de marines y de ayuda militar para sostener al régimen de Diém, cada vez más desgastado por su
incapacidad para derrotar a los comunistas. Diém finalmente fue derrotado y hasta 1965 se
sucedieron más de diez gobiernos que no lograron restaurar el orden. Mientras tanto, aumentó
considerablemente el número de tropas estadounidenses en territorio survietnamita.
En 1965, aprovechando un incidente entre naves estadounidenses y lanchas torpederas
norvietnamitas en el Golfo de Tomkin, el presidente Lyndon B. Jonhson —sucesor de Kennedy,
asesinado en 1963— ordenó el inicio de los bombardeos sistemáticos sobre Vietnam del Norte.

36
Niña vietnamita abrasada tras un ataque con napalm. 1972. PH: Nick Ut,

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CHINA: LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE MAOTSÉ-TUNG
Durante el siglo XIX, el imperio chino fue un mercado codiciado por las potencias europeas y, más
tarde, por Japón y los Estados Unidos. Aunque China no fue colonizada, las luchas sociales y
políticas que se produjeron en las primeras décadas del siglo XX estuvieron relacionadas con la
intervención de potencias extranjeras. Al finalizar esas luchas, China se convirtió en un Estado
socialista de gran influencia entre los países del Tercer Mundo.
El proceso histórico que culminó con el triunfo de la revolución socialista se inició en 1911, cuando
una rebelión intentó reemplazar el antiguo imperio por una república. Pero ésta no logró
consolidarse debido al poder económico y militar que tenían los grandes terratenientes —los
"señores de la guerra"—, que se negaban a aceptar un gobierno centralizado. Por entonces, la
sociedad china era mayoritariamente rural, con un 85% de campesinos, escasa industrialización y
débil urbanización.
Finalmente, en 1923, se impuso un gobierno que unificó el país, con el apoyo de dos fuerzas: los
nacionalistas del Kuomintang (Partido Nacional del Pueblo), dirigidos por el general Chiang Kai-
shek, y los comunistas, liderados por Mao Tsé-tung. La alianza duró poco tiempo. El Kuomintang,
apoyado por sectores medios y burgueses, era partidario de "occidentalizar" China y poner en
marcha una reforma política moderada. Los
comunistas, en cambio, proponían transformaciones
sociales y económicas profundas, tales como repartir
los latifundios entre los campesinos sin tierra. En
1927, el general Chiang Kai-shek, apoyado por los
terratenientes y por los Estados Unidos, expulsó a los
comunistas del gobierno e instauró una dictadura
militar.
El Partido Comunista Chino (PCCh) inició entonces una
activa campaña en las zonas rurales y movilizó a los
campesinos contra las tropas del gobierno, ocupando
las tierras de los grandes latifundistas. De este modo,
los comunistas lograron simultáneamente organizar el
Ejército Rojo para enfrentar al Kuomintang y repartir
las tierras entre los campesinos.

Mao Tse Tung

LA "LARGA MARCHA" Y LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA


El gobierno desplegó sus tropas sobre los territorios controlados por los comunistas. Frente a esta
ofensiva, en octubre de 1934, 100.000 personas, entre soldados y oficiales del Ejército Rojo y
comunistas seguidores de Mao, iniciaron una marcha —llamada la Larga Marcha— hacia el norte
del país. Los comunistas chinos recorrieron 9.600 kilómetros, luchando permanentemente contra
las fuerzas del Kuomintang, el hambre y la enfermedad. Finalmente, en octubre de 1935, Mao y los
8.000 sobrevivientes instalaron su cuartel general en la región de Yenán, donde organizaron una
república de carácter socialista.
Entre 1937 y 1945, la invasión japonesa detuvo momentáneamente la guerra civil. Las fuerzas del
Kuomintang y del Partido Comunista se aliaron para luchar contra el enemigo exterior. Cuando el
fin de la Segunda Guerra Mundial marcó el fin de la guerra con Japón, la lucha se reanudó.
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En la región que estaba bajo el mando de Chian Kaishek, la situación de pobreza de la población se
agravaba, mientras que el general y su familia ejercían el poder de manera despótica. La ayuda
financiera de los Estados Unidos —que, con el propósito de evitar el "avance comunista", enviaba
dinero, armas y medicamentos al Kuomintang— no era suficiente y parte de esa ayuda quedaba en
manos de los funcionarios y los oficiales del régimen dictatorial. El gobierno se desacreditó
rápidamente y la crisis se profundizó.
El deterioro del Kuomintang fortaleció la posición política de los comunistas liderados por Mao —
quienes aparecieron como los únicos que habían enfrentado al enemigo japonés, sin asistencia
exterior— y favoreció la difusión de sus propuestas de cambios revolucionarios para mejorar las
condiciones de vida de los campesinos. En sus discursos, Mao logró articular ideas nacionalistas con
una propuesta de cambio social.
En 1949, el Ejército Rojo logró controlar todo el territorio del país y proclamó la creación de la
República Popular China. En el plano económico, las primeras acciones más importantes del nuevo
Estado fueron la extensión de la reforma agraria en todo el país —se expropiaron campos a los
terratenientes que no trabajaban sus tierras y a los que empleaban mano de obra asalariada—; la
nacionalización de la industria de capital extranjero y la elaboración de un "Plan Quinquenal" para
desarrollar rápidamente la industria pesada.
Ante las dificultades para producir la cantidad de alimentos necesarios para una población de más
de 500 millones de habitantes, en 1958, Mao impulsó la política llamada del "Gran Salto Adelante".
Con el propósito de lograr el aumento de la producción agrícola e industrial, avanzó hacia la
completa colectivización del campo —fueron eliminadas las cooperativas y toda otra forma de
propiedad privada— y movilizó a la población comprometiéndola en la organización de "comunas"
que debían alcanzar el autoabastecimiento. La experiencia fracasó por dos años de malas cosechas
y la precariedad tecnológica e industrial de las comunas.
A pesar de las dificultades que enfrentó, después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado
socialista chino se convirtió en una de las grandes potencias del mundo. Aunque su poderío
industrial y tecnológico no era equivalente al de los Estados Unidos y la URSS, su enorme peso
demográfico lo convirtió en la principal potencia militar del Oriente.

LA "REVOLUCIÓN CULTURAL"
Desde principios de la década de
1960, los dirigentes del Partido
Comunista Chino (PCCh) discutieron
sobre cuál era la orientación
económica y política que debía seguir
el proceso de construcción del
socialismo en China. Mao consideraba
que debía profundizarse la co-
lectivización rural y la eliminación de
todas las diferencias sociales.
Advertía que en el PCCh se había consolidado un sector de "burócratas" que tenía privilegios y
abusaba de su poder político. Mao acusó a este sector de cometer "desviaciones liberales",
"aburguesar el Partido" y servir a los dictados de la "camarilla" que gobernaba la URSS.

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Las ideas de Mao fueron resistidas por los máximos dirigentes del Partido, que impulsaban la
introducción de "incentivos materiales" para aumentar la producción y se oponían a que toda las
tierras fueran de propiedad colectiva.
La lucha ideológica entre los "maoístas" y los "jerarcas" del Partido estalló en agosto de 1966, cuan-
do los partidarios de Mao en el ejército, las milicias, las universidades y las comunas agrícolas
lanzaron una campaña de debates y movilizaciones de masas para expulsar del PCCh a "los
dirigentes que seguían el camino capitalista". Durante varios meses, la sociedad china vivió en un
estado de agitación y discusión al que.se denominó "Revolución Cultural". Según Mao, este
proceso, protagonizado por los sectores más jóvenes del PCCh, debía aniquilar a los denominados
"cuatro viejos": las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de
pensar.
Los enfrentamientos entre los maoístas, que pensaban que la revolución necesitaba de un amplio
debate ideológico, y los partidarios del "pragmatismo" condujeron a acciones de gran violencia y
muchas personas murieron en esos meses. Ante la amenaza de la completa desorganización del
PCCh y la generalización del caos social, Mao moderó sus propuestas y, luego de reafirmar su
liderazgo y de "purgar" a los "burócratas", logró estabilizar la situación política.
En 1976, luego de la muerte de Mao, retomó el poder la línea "pragmática", liderada por Deng Ziao
Ping. A partir de entonces se inició un proceso de" "desmaoización", que incluyó la limitación de las
expresiones opositoras a través de un duro control político por parte de la dirigencia del PCCh y la
introducción de reformas económicas orientadas a establecer en China sectores de "economía de
mercado" que funcionan con relaciones de producción capitalistas y están abiertos a las inversiones
de capital extranjero.

EL MEDIO ORIENTE: LOS ENFRENTAMIENTOS ENTRE ÁRABES Y JUDÍOS


Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras reorganizaron el mapa europeo
con dos propósitos: debilitar a Alemania y también "llenar" los grandes "espacios vacíos" que
habían dejado en Europa y en la región llamada Medio Oriente la derrota y el hundimiento
simultáneo de los imperios ruso, austrohúngaro y turco. Turquía se convirtió en una república y vio
reducido su territorio a la meseta de Anatolia y el resto de los territorios de la región fueron
repartidos entre Gran Bretaña y Francia según principios imperialistas convencionales, excepto en
el caso de Palestina. En este caso, durante la guerra y para obtener el apoyo de la comunidad judía
internacional, el gobierno británico había prometido establecer "una patria nacional" para los
judíos. -
Desde 1920, las organizaciones sionistas que luchaban por la creación de un Estado judío en
Palestina presionaron al gobierno británico exigiéndole que cumpliera su promesa. Muchos judíos,
perseguidos y segregados en Europa, se agruparon alrededor de la consigna de Theodor Herzl,
fundador del sionismo político, de "dar a un pueblo sin tierra una tierra sin pueblo".
La región de Palestina estaba habitada por población, en su gran mayoría, de origen árabe. La
llegada masiva de inmigrantes judíos a la región provocó tensiones y enfrentamientos entre los
palestinos árabes y las autoridades británicas. La política de exterminio nazi en Europa aumentó el
flujo de inmigrantes y, al finalizar la Segunda Guerra, árabes y judíos reivindicaron su derecho a
tener un Estado propio.
En 1947, la Asamblea de las Naciones Unidas decidió la división de Palestina en dos Estados, uno

40
árabe y uno judío, cada uno con sus territorios fragmentados en tres partes, y definió la creación
del Estado de Israel, como "una reparación hacia la nación judía dispersa por todo el mundo". La
decisión no satisfizo a los grupos sionistas más intransigentes, que se negaban a negociar con los
árabes, ni a los palestinos de origen árabe que veían al Estado judío como una imposición sobre un
territorio que consideraban propio.
Cuando en 1948 se proclamó la creación del Estado de Israel, con capital en la ciudad de Tel Aviv, la
Liga Árabe le declaró la guerra. La Liga Árabe estaba integrada por Argelia, Egipto, Arabia Saudita,
Irak, Jordania, Yemen, Siria y Libia, que la habían fundado en 1945 con el objetivo de reforzar los
lazos de solidaridad entre los Estados árabes, coordinar su política exterior y constituir una alianza
de defensa colectiva.
En 1949; Israel ocupó casi la totalidad del territorio que había pertenecido a Palestina, excepto una
franja de tierra sobre la costa del Mediterráneo —la llamada "franja de Gaza"— que fue controlada
por Egipto y los territorios al oeste del río Jordán —llamados Cisjordania—, que quedaron bajo el
control de Jordania.
Desde entonces y durante las décadas siguientes, se desarrollaron varias guerras entre Israel y uno
o varios de los países integrantes de la Liga Árabe. Entre esas guerras, la tercera y la cuarta, en
particular, tuvieron importantes repercusiones internacionales. En junio de 1967, en la llamada
Guerra de los Seis Días, Israel se enfrentó con Egipto, Jordania y Siria. Israel destruyó la capacidad
aérea de los países árabes y, luego de seis días de combates, controló la totalidad de la península
de Sinaí, la franja de Gaza, Cisjordania (con la totalidad de la ciudad de Jerusalén) y los estratégicos
altos del Golán, en Siria. De este modo conquistó un territorio cuatro veces mayor que el que tenía
en 1949 e incluyó en sus nuevas fronteras una población árabe de un millón y medio de personas.
Otra consecuencia de la guerra fue el bloqueo del tráfico por el Canal de Suez hasta 1975. En
octubre de 1973, ante la negativa de Israel de devolver los territorios conquistados durante la
Guerra de los Seis Días, Egipto y Siria lanzaron un ataque simultáneo y por sorpresa (el día en el que
se iniciaba la celebración de la fiesta religiosa judía de Yom Kippur, el "Día del Perdón") contra las
tropas israelíes que controlaban los territorios ocupados. Las tropas árabes penetraron en territorio
israelí y las fuerzas israelíes entraron en Egipto y en Siria. Quince días después, los bandos
enfrentados acataron el alto el fuego acordado en la ONU. Si bien Israel se consideró vencedor
desde el punto de vista bélico, el conflicto desató una fuerte crisis política interna y Egipto
consideró que había obtenido un "triunfo psicológico" sobre Israel.
La llamada Guerra de Yom Kippur puso de manifiesto la situación de aislamiento en la que se
encontraban los Estados Unidos después de su retirada de Vietnam. Luego del ataque de Egipto y
Siria, Israel solicitó ayuda a los Estados Unidos. Todos los aliados europeos de la OTAN, excepto
Portugal, se negaron a autorizar que aviones estadounidenses emplearan para ese objetivo las
bases aéreas conjuntas establecidas en sus territorios.
Esta guerra también marcó el inicio del uso del petróleo como elemento de presión en el conflicto
de Medio Oriente. Desde octubre de 1973 hasta marzo de 1974, los países árabes que integraban la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) —fundada en 1968— mantuvieron el
embargo de las exportaciones petroleras a las potencias occidentales que apoyaban a Israel. A
partir de entonces, la OPEP descubrió que, cortando el suministro de petróleo o amenazando con
un embargo de crudo, podía lograr que el precio del petróleo se multiplicara.
Otro aspecto de los enfrentamientos entre los árabes y los israelíes es el relacionado con las
actividades de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fundada en 1964 por grupos de

41
refugiados árabes y varias organizaciones guerrilleras. Desde entonces, con el objetivo de movilizar
al pueblo palestino a fin de "recuperar su hogar usurpado" y llamar la atención de la comunidad
internacional sobre la causa palestina, la OLP organizó numerosas acciones militares —guerrilleras y
terroristas—, tanto en Israel como en otros países del mundo.

EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO
En las últimas décadas del siglo XX, en el Medio Oriente se desarrollaron, además, enfrentamientos
entre distintos países árabes, originados por la llegada al gobierno en algunos de ellos de grupos
fundamentalistas islámicos. Estos grupos se oponen a establecer alianzas políticas y/o militares con
los Estados Unidos y las potencias capitalistas europeas, a quienes consideran interesadas en lograr
algún grado de control sobre la riqueza petrolera de la región.
Los fundamentalistas islámicos consideran que todas las leyes del Estado deben someterse a los
principios religiosos del Corán —el libro sagrado de los musulmanes— y rechazan también la
adopción de costumbres y formas de vida propias de las sociedades europeas y americanas. En
algunos casos, los conflictos incluyen a minorías cristianas que viven en países árabes.

LA INDEPENDENCIA DEL ÁFRICA SUBSAHARIANA: NEGRITUD Y PANAFRICANISMO


La independencia de la mayoría de los pueblos del África negra – así llamada la región situada al
sur del desierto del Sahara— se produjo alrededor de 1960. A pesar de la decisión de las metrópolis
de permitir el autogobierno en las colonias, el proceso de descolonización fue complejo. Influyeron
en ello la gran diversidad de pueblos y de lenguas que coexistían en un mismo territorio —algunas
tribus estaban enfrentadas desde hacía décadas— y la presencia de colonos europeos que se
negaban a aceptar la formación de gobiernos locales.
En la colonia inglesa de Gold Coast, que luego de su independencia adoptó el nombre de Ghana, el

42
líder del movimiento anticolnial Kwame Nkrumah defendió el valor de la negritud, como elemento
de integración frente a los opresores blancos europeos, y la necesidad de lograr la unidad de todos
los pueblos de África.
El caso del Congo Belga tuvo rasgos particulares. Inicialmente, la colonización del Congo fue
realizada por una empresa privada en la que participaba el rey Leopoldo de Bélgica. Esta empresa
explotaba caucho, cobre, cobalto, diamantes y marfil. Al morir el rey, el territorio pasó a ser
controlado por el Estado belga. Apenas iniciada la lucha nacionalista, y para sorpresa de los líderes
negros, el gobierno de Bélgica decidió abandonar de inmediato su única posesión colonial. Tras la
proclama de la independencia, en junio de 1960, estalló una guerra civil entre los distintos grupos
que integraban el movimiento anticolonial. El primer ministro de la nueva República del Congo,
Patrice Liiminnlu que había solicitado ayuda al gobierno de la URSS, fue asesinado y la provincia de
Katanga se separó. Ante la inminencia de una guerra interior, intervinieron tropas de las Naciones
Unidas —los cascos azules. En 1965, el coronel Mobutu logró imponerse en todo el país, que míos
años después adoptó el nombre de Zaire.

SUDÁFRICA Y EL “APARTHEID”
El actual territorio de la República de Sudáfrica fue objeto de largas luchas entre los nativos zulúes y
bantúes, los colonos holandeses que se habían establecido en él y Gran Bretaña. Finalmente, desde
principios del siglo XX, pasó a estar bajo dominio británico.
Después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña reconoció el derecho del
pueblo de la colonia a elegir sus autoridades locales. Pero para asegurar su continuidad en el
gobierno, en 1948, los blancos, que eran minoría (tres millones frente a once millones de población
nativa), prohibieron a los negros participar de las elecciones. Desde entonces, e incluso después de
1961, cuando Sudáfrica se separó de la comunidad de colonias británicas, los gobernantes blancos
sudafricanos aplicaron el apartheid. Éste era un sistema de gobierno que defendía la superioridad
blanca y la segregación (o separación) de las personas de color negro. Para transitar por el país, los
negros debían llevar siempre un permiso o salvoconducto, sin el cual terminaban en la cárcel.

43
Había, por ejemplo, medios de transporte, escuelas y barrios destinados a los blancos y otros des
tinados a los negros, quienes en casi su totalidad eran pobres. Aunque era mayoría, la comunidad
negra no podía participar del gobierno.
La lucha de la población
EL PANAFRICANISMO negra contra el apartheid
Kwame Nkrumah, el líder de Ghana —primer país negro fue organizada por el
independiente— defendió el panafricanismo, es decir, el ideal de Congreso Nacional
un África unida. Afirmó: "Hay quienes sostienen que África no
puede unirse porque carecemos de los tres ingredientes Africano (CNA), liderado
necesarios para la unidad: un pueblo, una cultura y una lengua por Nelson Mándela.
comunes. Es cierto que hemos estado separados durante siglos. Obligados a actuar en la
Las potencias coloniales fijaron hace tiempo los límites territoriales
que nos separativa menudo en forma bastante arbitraria. Algunos clandestinidad, los
de nosotros somos musulmanes, algunos cristianos; muchos creen militantes del CNA
en dioses tradicionales de su tribu. Algunos hablamos francés
algunos inglés o portugués, para no mencionar a los millones que iniciaron, en 1961, una
sólo hablan uno de los cientos de lenguas africanas diferentes. resistencia armada contra
Hemos adquirido diferencias culturales que afectan nuestras el gobierno de la minoría
posibilidades y condicionan nuestro desarrollo económico. (...) Sin
embargo, me impresiona cuánto tenemos en común. No es sólo blanca. La matanza de
nuestro pasado colonial, es algo mucho más profundo. Puede opositores que realizaba
describirse del mejor modo posible como un sentido de unidad en
lo africano." la policía sudafricana y las
leyes racistas provocaron
reclamos y pedidos de condena en la ONU por parte de numerosos países del mundo. Finalmente,
la resistencia popular y la presión internacional forzaron al gobierno de Pieter Botha a liberar a
Mándela y a abolir el apartheid en 1991. En 1994 se celebraron las primeras elecciones en las que
pudieron votar los negros y Mándela fue elegido presidente de Sudáfrica.

44
UNIDAD 3. AMÉRICA LATINA FRENTE A LAS CRISIS DE LOS
POPULISMOS Y EL MUNDO BIPOLAR

LA DISCUSIÓN SOBRE EL DESARROLLO ECONÓMICO EN AMÉRICA LATINA


LA CEPAL Y SU PROPUESTA DE IMPULSAR UNA "INDUSTRIALIZACIÓN DELIBERADA"
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas, por medio de su
Consejo Económico y Social, creó distintas comisiones de estudio con el objetivo de obtener
información sobre la situación económica y social que atravesaban los diferentes países del mundo.
Como resultado de la preocupación generalizada por la reconstrucción de las economías que
habían sido devastadas por la guerra, se crearon la "Comisión Económica para Europa" y la
"Comisión Económica para Asia y el Lejano Oriente".
En este contexto, las delegaciones de América latina se movilizaron para que la ONU creara
también una comisión para la región. Los latinoamericanos sostenían que era necesario resolver
algunos problemas relacionados con el desarrollo económico, aunque éstos no surgieran directa-
mente como consecuencia de la guerra. Finalmente, en 1948, se creó la Comisión Económica para
América latina (CEPAL), que en poco tiempo produjo un conjunto de estudios realizados con un
enfoque innovador que impusieron un punto de vista latinoamericano en el análisis de la realidad
económica de los países del continente.
La CEPAL tomó como eje de su análisis las
características de las relaciones entre los
pases centrales y los países periféricos,
analizó la evolución histórica de los
términos de intercambio económico entre
ellos y llegó a la conclusión de que se
trataba de un intercambio profundamente
"desigual" generador de un continuo
"deterioro de los términos de intercambio",
altamente desfavorable para los países de
América latina. Para los investigadores de la
CEPAL, la división internacional del trabajo
— considerada por los economistas li-
berales ortodoxos como "natural" —
resultaba más ventajosa para los países centrales productores de manufacturas industriales que
para los países periféricos productores de bienes primarios.
Sobre la base de estos fundamentos teóricos, la CEPAL recomendó a los gobiernos de la región
impulsar la industrialización, con la convicción de que esta actividad complementaría el crecimiento
económico basado hasta entonces en la expansión de las exportaciones e inauguraría una fase de
"desarrollo autosustentado". Los investigadores de la CEPAL consideraban "autosustentada" una
economía capaz de producir, a través de su propio funcionamiento, los capitales necesarios para
asegurar el crecimiento económico, disminuyendo progresivamente la necesidad de inversiones de
capital extranjero —indispensables, sostenían, para producir el "despegue" económico.
Pero, al mismo tiempo, llamaban la atención sobre las características de la industrialización que los
gobiernos latinoamericanos debían impulsar si querían alcanzar el desarrollo autosustentado. La

45
CEPAL consideraba que el proceso de industrialización "espontánea" destinada a sustituir
importaciones que se había registrado en varios países de América latina durante el período de
entreguerras los años de la Segunda Guerra Mundial, contrariamente a lo esperado, en el mediano
plazo, había agravado el desequilibro de la balanza comercial, ya que había generado un in-
cremento de la demanda de bienes de capital importados.
Para superar los inconvenientes que había provocado la industrialización espontánea, los
investigadores cepalinos aconsejaban poner en marcha un proceso de industrialización "delibe-
rada". La meta de esta nueva fase de la industrialización debía ser lograr la integración vertical de la
industria y producir localmente los bienes de capital e insumes necesarios para la fabricación de las
manufacturas industriales destinadas al consumo del mercado interno. Según la CEPAL, la
concreción de este proceso de profundización industrial requería la planificación estatal de la
producción industrial y una fuerte in-
LAS TEORÍAS DE LA MODERNIZACIÓN
tervención del Estado en otras áreas de
En la década de 1950, surgió la llamada “sociología la economía. Hacia 1955, los economistas
de la modernización”, dedicada al estudio del
cambio social – político, ideológico y cultural – en de la CEPAL recomendaron a los
aquellas sociedades que no habían experimentado gobiernos latinoamericanos, además, la
el proceso de “modernización” relacionado con la redistribución de la renta hacia los
industrialización capitalista registrada en Europa
Occidental y en los Estados Unidos y que tampoco sectores populares, decisión que,
habían emprendido la vía soviética hacia la explicaban, provocaría la ampliación y el
industrialización. Es decir, el conjunto heterogéneo
de sociedades que por la misma época recibió el fortalecimiento del mercado interno,
nombre de “Tercer Mundo” – constituido por los proceso que, a su vez, estimularía nuevas
nuevos Estados surgidos en África y Asia como inversiones productivas.
resultado de los procesos de descolonización y por
los países latinoamericanos. Estos estudios estaban El pensamiento cepalino significó una
interesados en encontrar respuesta a dos preguntas revolución en el pensamiento económico
que sintetizaban las preocupaciones de la época en
relación con la problemática de la modernización: de la época y dio un fuerte impulso a los
¿Por qué el pasaje de la sociedad tradicional a la gobiernos latinoamericanos que, por
sociedad moderna no se había producido – o sólo entonces, intentaban consolidar un
había tenido lugar parcialmente como en los países
latinoamericanos – en algunas sociedades? Y ¿Qué nuevo modelo de crecimiento económico
tipos de acciones conscientes podían favorecer la "hacia adentro".
transición de lo tradicional a lo moderno?
En 1962, W.W. Rostow – que fue asesor en política
económica del presidente Kennedy – en su libro Las
etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no
comunista, afirmó que para obtener la calificación de
“moderna” una sociedad debía atravesar distintas
“etapas” y formuló la llamada “teoría de los estadios
de desarrollo económico”. Esta obra ejerció una
gran influencia en las teorías de la época que se
propusieron explicar la situación de las sociedades
latinoamericanas y, a la vez, indicar la orientación
deseable que debían tener las propuestas de
cambio social impulsadas por los diversos actores
sociales y políticos.

46
EL FINANCIAMIENTO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
GINO GERMANI Y LAS SEIS
ETAPAS DE LA TRNASICIÓN
DELIBERADA
DESDE LA “SOCIEDAD
TRADICIONAL A LA “SOCIEDAD La CEPAL de los años cincuenta consideraba que las
MODERNA” EN AMERICA
LATINA economías latinoamericanas requerían una promoción
deliberada de los gobiernos a la industrialización y que
En 1962, Gino Germani, sociólogo
italiano radicado en la Argentina,
los flujos de capital extranjero eran útiles para facilitar
publicó la primera edición de su la superación de obstáculos que enfrentaba el
libro Política y sociedad en una desarrollo industrial. Pero, desde su punto de vista,
época de transición. De la sociedad
tradicional a la sociedad de masas. tales flujos debían estar formados en su mayor parte
En esta obra desplegó su teoría de por "capital público" controlado por los Estados
la modernización específicamente
relacionada con la "evolución
nacionales. La industrialización debía generar
Histórica y política de las independencia respecto de las exportaciones primarias
sociedades de América latina en inestables y estancadas y la CEPAL no veía
general y de la Argentina y Brasil en
particular. Para Germani, el contradicción en utilizar el capital extranjero,
“desarrollo” era la última etapa a la canalizado a través del gobierno, para conseguir este
que las sociedades
latinoamericanas, llegarían luego de objetivo. En las formulaciones elaboradas durante la
completar su transición a las década de 1950, los economistas cepalinos no
“sociedades tradicionales" (que consideraban, todavía, las restricciones sobre las
habían sido o eran) "sociedades
modernas" (que iban a llegar a ser). opciones de política interna que podía significar la
Pero para alcanzar esta meta, los concurrencia de inversiones de capital extranjero.
países latinoamericanos tenían que
seguir los pasos dados por las
sociedades industrializadas LA ESTRATEGIA DESARROLLISTA DE
europeas y estadounidense. Según
Germani, la evolución política de los PROFUNDIZACIÓN INDUSTRIAL
países de América latina podía ser Las grandes reservas acumuladas durante la guerra
descripta como una serie de seis habían permitido incrementar la importación de bienes
etapas sucesivas Las seis etapas
en que "dividía" el proceso de de capital para modernizar y ampliar la capacidad
transición entre la sociedad
productiva de la industria latinoamericana. Sin
tradicional y lar moderna eran las
siguientes: 1) Guerras de liberación embargo, esta fase de importante crecimiento eco-
- y proclamación formal de la nómico generó "cuellos de botella" que dificultaron su
independencia; 2) Guerras civiles,
profundización: en la mayoría de los casos, este desa-
caudillismo y anarquía, 3)
Autocracias unificadoras; rrollo se concretó fundamentalmente en la industria
4)
Democracias representativas con liviana, en tanto la industria pesada creció muy
participación “limitada” u
“oligárquica”, 5) Democraciaslentamente, como para satisfacer la demanda local. Lo
representativas con participación mismo sucedió con la producción de combustibles. En
ampliada, 6) Democracias
1956, el 62% del acero consumido en la región era
representativas con participación
total; y, como una posible importado.
alternativa a las aludidas formas de La industria liviana —con el sector metalúrgico en
democracia: revoluciones
nacionales-populares”. primer lugar— se transformó también en
"importadora" y volvió a generar los problemas de
desequilibrio de la balanza comercial para cuya
solución había surgido. El crecimiento de la población y el posterior estancamiento de la
producción agropecuaria redujeron considerablemente la capacidad de importación de metales y
combustibles. Frente a este cuadro de situación, los gobiernos de varios países latinoamericanos —
47
México, Argentina y Brasil durante la década de 1950 y Venezuela, Colombia y Perú, más tarde—
comenzaron a considerar las recomendaciones de las teorías desarrollistas. Estas aconsejaban
impulsar la expansión de las industrias básicas —tales como la del petróleo, la química, la
siderúrgica y de maquinarias—, a fin de abastecer al país de los bienes industriales que necesitaba y
terminar definitivamente con la dependencia externa. Las teorías desarrollistas sostenían además
que, luego de cubrir totalmente la demanda interna, la industria liviana, apoyada en una sólida
infraestructura, podía proporcionar nuevos rubros de exportación. La expansión de la industria
pesada, agregaban, permitiría también modernizar el campo a través de la mecanización de las ta-
reas rurales. Desde la perspectiva desarrollista, de ese modo, era posible aumentar la producción
del sector agropecuario, incrementar los saldos exportables, mejorar la balanza de pagos y, al
mismo tiempo, expandir la demanda de las nuevas máquinas-herramienta producidas ahora en el
país.
Pero poner en marcha la estrategia desarrollista requería importantes inversiones de capital. En la
mayoría de las sociedades latinoamericanas, los Estados no contaban con las reservas de capital
necesarias y los sectores capitalistas locales o no disponían de los capitales suficientes o no estaban
dispuestos a invertirlos según lo exigía la coyuntura.
La crisis del comercio internacional que se registró en los primeros años de la década de 1950
provocó serios problemas a los gobiernos de las alianzas policlasistas que, por esa época, venían
desarrollando políticas económicas nacionalistas y populistas, ya que afectó la principal fuente de
financiamiento de capitales que ellos controlaban. A los precios decrecientes de la mayoría de los
bienes exportables (excepto el petróleo), se sumó la caída de las exportaciones.

EXPECTATIVAS POR LA POSIBILIDAD DEL DESARROLLO AUTOSUSTENTADO.

“Al terminar la Segunda Guerra Mundial, parecía que algunos países de América latina estaban en condiciones
de completar el proceso de formación de su sector industrial y de iniciar, además, transformaciones económicas
capaces de lograr un desarrollo autosustentado.
Esta posibilidad, sólidamente apoyada por la coyuntura económica, se formuló teóricamente en los escritos más
notables sobre el desarrollo económico que se han producido en América latina. Se pasaba así, tanto en la
práctica como en la teoría, de una fase en la que la industrialización se concebía como un recurso
complementario en un proceso de desarrollo –basado en la exportación de productos primarios – y como una
especie de alternativa forzosa para los períodos de contracción del mercado internacional, a una formulación
teórica y a un conjunto de expectativas apoyadas en la convicción de que el industrialismo sucedería a la
expansión de las exportaciones e inauguraría una fase de desarrollo autosustentado. Este debería basarse en
los estímulos del mercado interno y la diferenciación del sistema productivo industrial, lo que conduciría a la
creación de una industria propia de bienes de capital.

Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América latina, 1969

LA TRANSNACIONALIZACIÓN DE LAS ECONOMÍAS LATINOAMERICANAS


En estas condiciones, los gobiernos latinoamericanos se vieron forzados a recurrir a la participación
de nuevos capitales extranjeros para financiar la profundización industrial —o sostener el desa-
rrollo de la industrialización que habían iniciado, en el caso de las sociedades que la habían
comenzado a desarrollar más tardíamente.
Contrariamente a lo que estimaban las teorías desarrollistas, la llegada de los nuevos capitales
provenientes del exterior que, durante la década de 1960, se radicaron en el sector industrial de las
economías latinoamericanas a través de inversiones extranjeras directas (IED) —es decir, ya no
canalizadas a través de los Estados nacionales—, no eliminó la dependencia de los insumes im-
portados; en algunos casos, incluso, la agravó. La instalación de filiales de nuevas empresas
48
transnacionales en los diversos países latinoamericanos aceleró el proceso de concentración de la
actividad industrial en beneficio del capital extranjero y provocó la consecuente subordinación de
las burguesías industriales locales a los intereses externos. Por otra parte, las IED profundizaron la
descapitalización de las sociedades latinoamericanas, ya que originaron una importante
transferencia de divisas al exterior en concepto de remesas de utilidades de las empresas
transnacionales, de servicios de préstamos otorgados y de derechos por el uso de tecnología
(royalties o pagos por know-how).
La transnacionalización de las economías latinoamericanas tuvo, además, consecuencias políticas.
Antes de decidir su radicación en un país de América latina, los inversores extranjeros exigieron a
los gobiernos ''seguridad" para sus inversiones. Con este propósito, entre otras condiciones,
reclamaron la completa subordinación de la fuerza laboral y el control de las tendencias combativas
del sindicalismo.
Las experiencias políticas protagonizadas por varias sociedades latinoamericanas durante la década
de 1960 pusieron de manifiesto que las medidas tendientes a favorecer las inversiones de capitales
extranjeros frecuentemente entraban en contradicción con los intereses de los sectores asalariados
y las masas populares.

LA DISCUSIÓN SOBRE LAS CAUSAS DEL SUBDESARROLLO Y LA DEPENDENCIA


LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA
Desde otro marco teórico, Osvaldo Sunkel y Pedro Paz contestaron a Gino Germani y a los
investigadores y políticos que sostenían la "teoría de la modernización" con la "teoría de la
dependencia". Estos autores afirmaron que el desarrollo y el subdesarrollo eran las dos caras de la
misma moneda. Y, todavía más: que el subdesarrollo de unas sociedades era la condición necesaria
para el desarrollo de otras.. Desde el punto de
vista de estos investigadores, en el marco del
capitalismo, las •sociedades latinoamericanas
no tenían otra salida que el subdesarrollo
Estas ideas fueron tomadas por numerosos
movimientos y organizaciones que por esos
años protagonizaron luchas políticas y armadas
que tenían como objetivo el establecimiento del
socialismo en los países de la región: para
terminar con la dependencia —que entendían
era impuesta desde el exterior— sostenían que
era necesario terminar con el capitalismo.

EL ANÁLISIS INTEGRADO DEL DESARROLLO


En 1969, la obra de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América
latina, propuso un análisis integrado del desarrollo que complejizó el debate. Esta obra era,
además, una de las primeras que se apartaba del enfoque que entendía lo ocurrido en América
latina como derivado exclusivamente de factores externos y en términos de desviaciones del
supuesto modelo de desarrollo económico y político que habían cumplido los países de Europa y los
49
Estados Unidos. Por el contrario, los autores consideraban más
adecuado un procedimiento metodológico que centraba el
análisis en las condiciones específicas de la situación
latinoamericana.
Este enfoque permitió una profunda revisión del concepto de
dependencia; La novedad teórica consistió en dejar de pensar la
de pendencia como una determinación mecánica de lo interno
por lo externo. Cardoso y Faletto propusieron, en cambio,
considerar que en cada sociedad periférica hay grupos sociales
locales que, en cada época, se benefician con la relación de
dependencia y que los resultados de la lucha política y las
alianzas sociales conformadas para gobernar determinan la
profundización de la dependencia o el aumento de la
autonomía.
La incorporación de la dimensión histórica en el análisis del
desarrollo permitió a Cardóse y Faletto diferenciar
conceptualmente las nociones de periferia, subdesarrollo y
dependencia, tres conceptos que en el lenguaje cotidiano —y también en el lenguaje político— son
utilizados en forma indistinta. La diferenciación que proponen los autores es la siguiente.
Los conceptos de centro y periferia indican la función que cada economía cumple en el mercado
mundial como resultado de su vinculación histórica. Desde el siglo XVI, a partir de la formación de
la economía-mundo capitalista, fueron sociedades centrales aquellas cuyas economías se
especializaron en la producción de manufacturas industriales y sociedades periféricas, aquellas
cuyas economías se especializaron en la producción de productos primarios para la exportación. La
incorporación de esta dimensión histórico-estructural es fundamental para comprender por qué el
mantenimiento de estos términos del intercambio durante casi cuatro siglos —entre América latina
y Europa y los Estados Unidos— originó un proceso de capitalización creciente en las economías
centrales y un proceso de continua descapitalización relativa en las economías periféricas.
Analíticamente, los autores definen los conceptos de desarrollo y subdesarrollo en relación con el
grado de diferenciación del sistema productivo de cada sociedad nacional. Desde este punto de
vista, es más desarrollada una economía que, además de su sector primario, ha desarrollado su
sector secundario que una que no lo ha hecho.
Y, finalmente, definen dependencia en relación con el grado de autonomía que tiene el sistema
político de cada sociedad nacional para tomar e imple-mentar decisiones de política económica que
afecten el sistema productivo o el consumo interno. Para Cardoso y Faletto, el mayor o menor
grado de autonomía política está profundamente relacionado con la necesidad de contar con
inversiones de capital extranjero para desarrollar el sistema productivo y también con las
condiciones requeridas por los inversores extranjeros para decidir la radicación de sus capitales en
el país.
Cardoso y Faletto, en 1969, afirmaban que, en cada sociedad periférica, la dependencia tenía un
sustento interno: las relaciones de dominación que ejercen sobre el conjunto de cada sociedad los
grupos sociales que se benefician de la vinculación con el exterior.

50
LA REVOLUCIÓN CUBANA
CRISIS DEL AZÚCAR, AGITACIÓN SOCIAL Y REPRESIÓN

La crisis económica mundial de 1930 y la posterior depresión afectaron gravemente la economía


cubana, basada en la mono-producción y exportación de azúcar. Los convenios internacionales
entre los países productores de azúcar establecieron la restricción de la zafra y, en los años
siguientes, las exportaciones cubanas cayeron a niveles muy bajos. También disminuyeron las
inversiones y aunque las empresas azucareras continuaron transfiriendo ganancias a los Estados
Unidos, miles .de cubanos trabajaban exclusivamente a cambio de la comida. En este contexto, el
Partido Comunista cubano impulsó la organizó del Sindicato Nacional de Obreros de la Industria
Azucarera y la formación de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). El presidente
Gerardo Machado intensificó la represión, pero el agravamiento de la crisis económica profundizó
el descontento y luego de una serie de huelgas generales, Machado fue forzado a renunciar.
Las fuerzas antímachadistas se hicieron cargo del gobierno y establecieron un triunvirato presidido
por un intelectual liberal integrante del Partido Revolucionario Auténtico, que prometió una
gestión de orientación socialista. Sin embargo, las matanzas de obreros en las centrales azucareras
continuaron. En 1940 se realizaron elecciones y el sargento Fulgencio Batista, jefe del ejército, fue
elegido presidente de la República y contó con el apoyo de vastos sectores de la sociedad cubana.
Durante los cuatro años de su gobierno se incrementó la formación de sindicatos de orientación
comunista; sin embargo, no recibió el apoyo necesario para su reelección, ya que los sectores
medios lo acusaron de haber traicionado la revolución
EL ASALTO AL CUARTEL de 1933 y apoyar los intereses del antiguo régimen.
MONCADA Desde entonces, aunque Cuba se benefició con la gran
Después del golpe de Estado demanda de azúcar que se registró en los años de la
encabezado por Fulgencio Batista guerra y la posguerra, durante los gobiernos que se
en 1952, el abogado Fidel Castro
presentó un recurso ante los
sucedieron hasta 1952, la corrupción administrativa se
tribunales de Justicia demostrando generalizó y las nuevas inversiones de capitales
que Batista había violado las leyes, estadounidenses agravaron la dependencia económica
pero fue rechazado. Castro convo-
có entonces a un grupo de 70 de Cuba.
jóvenes universitarios y organizo A principios de la década de 1950, los sectores medios y
con ellos un ataque sorpresa al
cuartel Moneada, una base del
populares urbanos, escandalizados por la corrupción, se
ejército con una dotación de 1.000 sumaron a la oposición al gobierno —encabezada por
soldados con el propósito de los obreros del azúcar.
apoderarse de las armas. El plan
incluía, además, hacer un En las elecciones de 1952. el Partido Ortodoxo, que
llamamiento al pueblo a través de la nucleaba la oposición de los sectores medios urbanos,
radio y convocarlo a derrocar al
dictador. El asalto se concretó el 26
presentó como candidato a Fidel Castro. Batista
de julio de 1953 y los rebeldes también se presentó como candidato, pero cuando
fueron derrotaron. Fidel Castro y su advirtió que ni él ni sus adversarios del Partido
hermano Raúl, que participó en la
acción, fueron encarcelados Revolucionario Auténtico tenían posibilidades de ganar,
durante dos años. optó por el golpe de Estado y el 10 de marzo de 1952
tomó el poder.

51
LA ORGANIZACIÓN DEL MOVIMIENTO 26 DE JULIO Y EL INICIO DEL PROCESO
REVOLUCIONARIO
Estados Unidos reconoció al nuevo gobierno de inmediato. Pero Batista no contó con el apoyo del
poderoso Partido Revolucionario Auténtico y enfrentó la oposición de los sectores medios urbanos
identificados coa el Partido Ortodoxo y de la mayoría de los obreros y campesinos. Sin apoyos
políticos, transformó su gobierno en una dictadura sostenida por una generalizada y profunda
represión.
Entre tanto, Fidel Castro, apoyado por grupos de jóvenes universitarios, comenzó a organizar un
plan de lucha armada con el objetivo de derrocar a Batista. Su primera acción fue el asalto al cuartel
Moneada, que fracasó. Hacia fines de 1955, luego de dos años de cárcel, Castro se reunió en
México con un grupo de revolucionarios cubanos y de otros países latinoamericanos que se habían
unido a la lucha contra Batista y fundó el Movimiento 26 de julio. Durante casi un año se
enfrenaron en la táctica de la guerra de guerrillas y planificaron el regreso a ¡a isla con el propósito
de derrocar al dictador.
De acuerdo con el plan, la llegada de los revolucionarios debía producirse el 30 de noviembre de
1956, en coordinación con un levantamiento civil en Santiago de Cuba, organizado por los
integrantes del Movimiento que se encontraban en la isla. Pero el ambo del yate "Granma" se
demoró y el levantamiento civil fue aplastado. Las fuerzas de Batista —integradas por 12.000
soldados y oficiales entrenados en la guerra de Corea que contaban con aviación moderna y apoyo
logístico estadounidense— esperaron el
FIDEL Y EL "CHE". desembarco y lo reprimieron con bombas de
Desde 1951, el argentino Ernesto napalm. Batista anunció que la invasión había sido
Guevara -como estudiante de medicina,
primero, y como médico, más tarde— liquidada y que Fidel Castro había muerto en
recorrió varios países de América latina. acción. En realidad, Castro junto con 12 compa-
En 1954 integró la defensa civil del
gobierno de Albornoz en Guatemala y
ñeros —entre los que estaba Ernesto Guevara— se
ese mismo año se unió a los cubanos refugiaron en la Sierra Maestra, un cordón
del Movimiento 26 de Julio exiliados en montañoso al oeste de la isla.
México. En 1955 conoció a Fidel Castro
y desde entonces participó, activamente
en el proceso que condujo al triunfa de la
Revolución Cubana. Hasta su salida de
Cuba, en 1965, fue junto con Fidel uno LOS GUERRILLEROS DE LA SIERRA MAESTRA Y
de los máximos dirigentes del proceso EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN
revolucionario. Hasta su muerte,
ocurrida en Bolivia en 1967, el "Che" Durante los primeros meses de 1957, el grupo de
mantuvo una línea de pensamiento guerrilleros se reorganizó y en el interior de la
cuestionadora de las burocracias de Sierra Maestra comenzó a instalar bases que
izquierda, despreciativa del poder como
un fin en sí mismo, riguroso en la incluían cultivos de alimentos y cría de ganado,
construcción de la moral revolucionaria y hospitales de sangre, emisoras de radio, fábricas de
en la búsqueda de una coherencia
absoluta entre lo que se piensa, se dice y cigarrillos, zapatos y armas, y centros de
se hace, y estuvo permanentemente alfabetización. También imprimían el periódico. El
preocupado por la gestación de un cubano libre, dirigido por el comandante Ernesto
"hombre nuevo" y la solidaridad entre los
hombres. "Che" Guevara.
Desde principios de 1957 hasta fines de 1958, los
guerrilleros de la Sierra Maestra desarrollaron múltiples acciones de guerra de guerrillas y libraron
encarnizados combates contra el ejército de Batista. A lo largo de estos dos años, recibieron el
apoyo de numerosos campesinos, a quienes entregaban las tierras que trabajaban. Entre los
52
sectores urbanos, el movimiento guerrillero sólo contó con el apoyo de estudiantes universitarios;
el movimiento obrero no comunista apoyó al gobierno; el Partido Comunista se declaró neutral y
los sectores medios urbanos y el movimiento obrero comunista se sumaron a la revolución cuando
ésta había triunfado.

A fines de 1958, los guerrilleros lograron abrir un segundo frente en el este de la isla y lograron
aislar a la mayor parte de las fuerzas gubernamentales, establecidas en la ciudad de Santa Clara. El
30 de diciembre de 1958 se rindió Santa Clara, sitiada por la cuarta columna del ejército
revolucionario comandada por el "Che" Guevara. El Movimiento 26 de julio y el Partido Socialista
Popular, de orientación comunista, declararon la huelga general en todo el país. El 1° de enero de
1959, Batista huyó a los Estados Unidos y luego los
guerrilleros entraron en La Habana, aclamados por la
población.
Fidel Castro asumió como "primer ministro" y
designó como presidente a Manuel Urrutia Lleó,
representante de las clases medias urbanas. Pero la
orientación de los cambios económicos en general y
de la reforma agraria en particular, provocó el
alejamiento de los sectores moderados. En julio de
1959, Urrutia exigió la convocatoria a elecciones y
Castro lo destituyó. En los meses siguientes se
registró un éxodo hacia Miami (Estados Unidos) de
los integrantes más acomodados de dichos sectores.
El comunista Osvaldo Dorticós Torrado fue
designado presidente. En los hechos, Dorticós se
ocupó de las relaciones internacionales y Castro
asumió la conducción del proceso de las transforma-
ciones económicas y sociales revolucionarias.

HACIA LA CONSTRUCCIÓN DEL SOOALJSMO


La transformación del orden
económico y social de la sociedad
cubana que puso en marcha la
Revolución de 1959 se concretó a
través de la reforma agraria, la
nacionalización de las empresas de
capital extranjero y la
nacionalización general de la
industria.
Las primeras medidas que tomó el
Estado revolucionario tuvieron
como objetivo disminuir la
desocupación y concretar una
efectiva redistribución del ingreso a

53
través del aumento de los salarios y la rebaja de las tarifas de servicios públicos y de los alquileres.
Pero el primer paso hacia la transformación del orden social fue la reforma agraria sancionada ea
mayo de 1959. Esta reforma se diferenció de otras que se realizaron en América latina porque no
pretendió dividir la tierra: estableció un límite máximo de extensión de 67 hectáreas para las
explotaciones individuales y de alrededor de 400 para las colectivas —que pasaron a ser adminis-
tradas por una cooperativa o granja del Estado. El principal objetivo de la reforma fue eliminar la
renta de la tierra que pagaban cerca de 100.000 pequeños plantadores y transferir al Estado,
representado por el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el control de todas las
propiedades medianas y grandes —que sumaban más de 11 millones de hectáreas y fueron
divididas en 1.500 unidades autónomas. En 1963, una segunda reforma agraria nacionalizó todas
las propiedades de más de 67 hectáreas.
La reforma agraria afectó los intereses económicos de las empresas estadounidenses radicadas en
la isla y durante 1960 se sucedieron una serie de agresiones económicas y militares de parte de los
Estados Unidos contra Cuba —circunstancias en las cuales Cuba contó con el apoyo de la Unión
Soviética. Como respuesta, el gobierno cubano expropió las compañías de capital estadounidense.
El gobierno norteamericano decretó entonces un embargo comercial sobre todas las mercaderías
—excepto productos alimentarios y medicinales— destinados a la isla.
En diciembre de 1960, Cuba firmó tratados comerciales y de asistencia técnica con Rumania, la
República Popular China, Alemania Oriental y Hungría. Estos tratados multiplicaron los mercados
para el azúcar y posibilitaron, a través de
convenios de trueque, la instalación de
fábricas montadas por soviéticos y
alemanes orientales.
En enero de 1961, Fidel Castro declaró el
carácter socialista de la Revolución Cubana
y los Estados Unidos rompieron relaciones
diplomáticas. En los años siguientes,
presionado por el bloqueo, el gobierno
cubano se vio forzado a posponer el
desarrollo de la industrialización y a
intensificar la producción agraria para el
abastecimiento del mercado interno y para
la exportación.

54
EL IMPACTO POLÍTICO E IDEOLÓGICO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA EN AMÉRICA LATINA
LA RADICALIZÁCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES: LAS ORGANIZACIONES
GUERRILLERAS

EL MOVIMIENTO DE SACERDOTES DEL TERCER MUNDO


A partir de 1959, el
triunfo de la Revolución
En 1962, el papa Juan XXII convocó al Concilio Vaticano II –y a Cubana y la difusión de
través de sus encíclicas propuso acercar la Iglesia a los problemas
sociales y económicos que vivía la población mundial. Los las ideas de Ernesto
documentos finales del Concilio, que expresaban las conclusiones Guevara tuvieron un
de la reunión de los obispos de todo el mundo, señalaban la
importancia de que la Iglesia – como institución y tanto su jerarquía
amplio impacto en los
como todos los fieles que la componían- estuviera atenta a los procesos políticos que
“signos de los tiempos”, es decir, a las formas a través de las cuales protagonizaron las
en esos años “Dios hacía oír su voz y marcaba el rumbo a seguir en
el camino de la evangelización”. La Iglesia latinoamericana fue una sociedades lati-
de las que impulsó con mayor fuerza las transformaciones noamericanas en la
orientadas a acercarse al “Pueblo de Dios”. Después del Concilio,
el obispo brasileño Helder Cármara lideró un grupo de quince
década de 1960.
obispos de América latina, Asia y África que redactó y publicó un Guevara discutió las
documento titulado Mensaje a los pueblos del Tercer Mundo, estos teorías de la "transición
obispos denunciaban la situación de explotación que vivían los
pueblos subdesarrollados y responsabilizaban de esto a los países pacífica" del capitalismo
industrializados. También se comprometían a construir una Iglesia al socialismo y planteó
que priorizara los problemas sociales y reclamaban al Vaticano en
ese sentido.
que la mera presencia de
Estas ideas encontraron rápidamente eco entre sacerdotes de un "foco" guerrillero
diferentes partes del mundo y especialmente de América latina. podía "hacer madurar las
condiciones objetivas
prerrevolucionarias"
hacia una situación
revolucionaria. Con estas
ideas, el "Che" se alejó
de la posición,
predominante en la
época, que sostenían los
partidos socialistas y los
partidos comunistas que
promovían la transición
progresiva y pacífica
hacia el socialismo a
través de alianzas electorales con partidos progresistas.
La idea de la lucha armada, reinstalada a nivel continental por la Revolución Cubana, contribuyó al
surgimiento de la llamada "izquierda revolucionaria", que se enfrentó con la desde entonces
considerada "izquierda tradicional". Durante las décadas de 1960 y 1970, además, en los partidos
comunistas de toda América latina surgieron "fracciones" de izquierda guerrillera o foquista. El
mismo proceso experimentaron partidos no marxistas, como el Partido Liberal de Colombia —de
donde surgió el "Ejército de Liberación Nacional"— y el peronismo en la Argentina —de donde
provenían las "Fuerzas Armadas Peronistas" y los "Montoneros". En unos casos se trató de frentes
55
armados de campesinos; en otros, de una combinación entre la lucha rural y la urbana. Los
"Tupamaros" uruguayos fueron los primeros en desplegar acciones de guerrilla urbana. Las
organizaciones guerrilleras que actuaron en la Argentina, luego de algunos intentos frustrados en
zonas rurales, desplegaron sus acciones casi exclusivamente en las ciudades.
En Guatemala, El Salvador, la Argentina, Uruguay, Colombia y Nicaragua —en algunos casos,
durante la década de 1970 y en otros, durante la de 1980—, los grupos guerrilleros llegaron a
convertirse en fuerzas políticas importantes, pero en el único país donde lograron alcanzar el poder
fue en Nicaragua. En la Argentina y en el Uruguay fueron derrotados militarmente y en Guatemala y
El Salvador, después de largos años de guerra, decidieron abandonar la lucha armada, organizarse
como partidos políticos de izquierda y participar en los procesos políticos a través de las
instituciones de la democracia liberal.

LA VÍA PARLAMENTARIA HACA EL SOCIALISMO: EL GOBIERNO DE SALVADOR ALLENDE EN


CHILE
En septiembre de 1970, el socialista Salvador Allende,
candidato de la Unidad Popular (una alianza entre el
Partido Comunista, el Partido Socialista y el Movimiento
de Acción Popular Unitaria — MAPU—, integrado por
estudiantes, universitarios e intelectuales desprendidos
de la Democracia Cristiana y del Partido Radical) obtuvo
1.075.616 votos; Jorge Alessandri, candidato del Partido
Nacional (que agrupaba a los sectores liberal
conservadores), 1.036.273, y la Democracia Cristiana,
82.4.849. Dada la escasa diferencia de votos entre
Allende y Alessandri, correspondió al Congreso Nacional
elegir al presidente. Después de casi dos meses, con el
apoyo de los demócratas cristianos, Salvador Allende
asumió la presidencia de la república. Por primera vez en
En su discurso del 5 de la historia de América latina, una coalición de izquierda
noviembre de 1970, Salvador
Allende afirmó: “De los
trabajadores es la victoria. Del
pueblo sufrido que soportó por
siglos y medio, bajo el nombre
de independencia, la explotación
de una clase dominante incapaz
de asegurar el progreso y de
hecho desentendida de él. Pero
ha llegado por fin el día de decir
basta. Basta de explotación
económica. Basta a la
desigualdad social. Basta a la
opresión.
Salvador Allende murió
intentando impedir el ingreso de
los militares al Palacio del a
Moneda.

56
que había hecho explícito su propósito de construir el socialismo llegaba al gobierno por vía electo-
ral. La "vía chilena al socialismo" consistía en utilizar las instituciones del Estado democrático liberal
para llevar adelante una transición gradual y pacífica hacia el socialismo.
El 5 de noviembre de 1970, Allende anunció la nacionalización de la industria del cobre —el
principal recurso económico del país, controlado hasta entonces por dos empresas
estadounidenses— y el control por parte del Estado de las minas de salitre, hierro y carbón. El plan
de liquidación de empresas extranjeras monopólicas se extendió, además, a la industria del
cemento, la industria textil, la Compañía de Teléfonos —filial de la poderosa ITT— y la naciona-
lización de los bancos. Todas estas acciones fueron realizadas a través de leyes sancionadas por el
parlamento. En pocos meses, el 50% del valor total de la producción pasó a formar parte del "área
de la propiedad pública",
Otro de los objetivos fundamentales del gobierno de Allende fue la redistribución del ingreso a
favor de los sectores trabajadores. Con este fin, otorgó un importante aumento de salarios, dispuso
el control de los precios, se organizaron planes de asistencia alimentaria y se construyeron
viviendas que fueron entregadas a obreros y campesinos. La desocupación bajó, aumentó la
producción y el costo de la vida se abarató. Allende también completó el proceso de reforma
agraria que había comenzado el anterior gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei y, de este
modo, legalizó la ocupación de los latifundios que los campesinos habían iniciado desde la asunción
del gobierno de la Unidad Popular. Una nueva ley estableció la extensión máxima de las unidades
productivas en 80 hectáreas.
El 11 de septiembre de 1973, el gobierno de Salvador Allende fue derrocado por un sangriento
golpe militar, encabezado por el general Augusto Pinochet, que contó con la posteriormente
comprobada participación del gobierno de los Estados Unidos y algunas empresas transnacionales.

Noviembre de 1971. Fidel Castro cumplía su tercer día de visita al Chile de la Unidad
Popular de Salvador Allende

57
LAS RESPUESTAS DE LOS SECTORES DOMINANTES
LOS ESTADOS UNIDOS Y LA "ALIANZA PARA EL PROGRESO"
Después de la Revolución Cubana,
El "Che" fue el delegado cubano en la reunión especial de la
el gobierno de los Estados Unidos Organización de los Estados Americanos (OEA) que se
consideró como una seria amenaza realizó en Punta del Este (Uruguay) en 1961, en la cual
John F. Kennedy presentó el programa de la "Alianza para
para sus intereses la instalación de el Progreso". En esa reunión, Guevara atacó el programa y
un gobierno aliado de la Unión denunció que la ayuda ofrecida no estaba destinada a
promover un verdadero desarrollo económico a través de
Soviética en la región latinoameri-
una industrialización masiva y escamoteaba la solución de
cana. Además de decidir acciones fondo: "Es de hacer notar, señores delegados —dijo—, que
concretas contra el nuevo el tema de la industrialización no figura en el análisis de los
señores técnicos. Para los señores técnicos, planificar es
gobierno —que fueron desde la planificar la letrina. Lo demás, ¡quién sabe cuándo se hará!"
expulsión de Cuba de la OEA, el Y agregó: "¿Por qué no se dan dólares para equipos,
dólares para maquinarias, dólares para que nuestros países
establecimiento de un bloqueo
subdesarrollados, todos, puedan convertirse en países
económico por parte de casi todos industriales, agrícolas, de una vez? Realmente, es triste".
los países latinoamericanos,
excepto México, hasta un intento de invasión militar a la isla que fracasó—, el gobierno de los Esta-
dos Unidos Cambien puso en marcha una estrategia para evitar la propagación de este upo de
experiencias en otros países de la región. Con este propósito, en 1961 el presidente John F.
Kennedy lanzó la "Alianza para el Progreso".
La Alianza para el Progreso estaba pensada como un programa de ayuda económica a los países
latinoamericanos —caracterizados como "en vías de desarrollo"— que se materializaría en créditos
que debían ser usados por los gobiernos para mejorar las condiciones de vida de los sectores más
pobres de cada sociedad. Los fundamentos de este plan suponían que la amenaza del
establecimiento de gobiernos anticapitalistas y aliados de la Unión Soviética estaba relacionada con
los niveles de pobreza y miseria en los que vivía la gran mayoría de la población de los países
subdesarrollados del Tercer Mundo. Desde el punto de vista del Departamento de Estado de los
Estados Unidos, estas condiciones permitían que los militantes comunistas presentaran al
socialismo como una eficaz vía para superar las desigualdades sociales y económicas y que tal
mensaje fuera bien recibido por sectores mayori-tarios de las sociedades latinoamericanas.
A partir de este diagnóstico, la Alianza para el Progreso buscó generar las condiciones para la
estabilidad política a través de la reforma social y el achicamiento de las desigualdades económicas
entre las sociedades desarrolladas y las que se encontraban en vías de desarrollo. Esperaba que el
impulso del desarrollo
económico tuviera como
resultado la consolidación de la
democracia política como
forma de gobierno.
Sin embargo, la mayoría de los
fondos prometidos no fueron
entregados y los que llegaron
no fueron aplicados a los
objetivos previstos. A lo largo
de la década de 1960, los
países latinoamericanos

58
tuvieron cada vez más dificultades para avanzar en el desarrollo económico y la consolidación de
regímenes democráticos. Por lo contrario, fueron cada vez más numerosas las dictaduras militares
que tomaron el gobierno.

LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL


La Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) surgió en el contexto del conflicto entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética, en condiciones de paridad de armamento nuclear de las dos potencias,
y fue aplicada en los países del Tercer Mundo- que estaban bajo influencia estadounidense. Según
los principios de esta doctrina, los Estados Unidos y sus aliados militares en la OTAN tenían la
responsabilidad de mantener él equilibrio frente a la URSS y su sistema de alianzas, y los gobiernos
de los países periféricos que formaban parte del bloque capitalista debían evitar que el "peligro
comunista" , más en general, "la subversión", ganara terreno en sus respectivos territorios.
Para las fuerzas armadas latinoamericanas, la adopción de la DSN significó abandonar la Doctrina
de la Defensa Nacional, que concebía la organización de las fuerzas armadas del país según el
concepto clásico de "nación en armas" y consideraba como hipótesis de guerra la provocada por un
enemigo externo a las fronteras nacionales. La DSN, en cambio, aceptaba la integración de las
fuerzas armadas nacionales en los dispositivos internacionales de defensa creados por los Estados
Unidos y definía como hipótesis de conflicto los provocados por un "enemigo interno". Establecía
como tarea de las fuerzas militares locales controlar las fronteras ideológicas, vigilar las actividades
políticas de la ciudadanía y, eventualmente, reprimir las manifestaciones políticas de los ciu-
dadanos que, desde su punto de vista, fueran "subversivas".
Desde la década de 1940, la Doctrina de la Defensa Nacional había puesto énfasis en la necesidad
de la autosuficiencia económica del país y las fuerzas armadas se habían comprometido en la
protección de la industria nacional con el objetivo de garantizar las necesidades estratégicas de

LA SEGURIDAD DEL HEMISFERIO OCCIDENTAL

Los operativos de maniobras militares conjuntas entre las fuerzas armadas estadounidenses y
las de países latinoamericano fueron parte de la política pro hemisférica de los Estados Unidos.
Después de la Revolución Cubana, los Estados Unidos intensificaron las actividades de la Junta
Interamericana de Defensa (JID) – creada en 1948- a través de Programas de Ayuda Militar
(PAM). Estos se canalizaban a través de convenios de asistencia material en equipos y
armamentos, los que justificaron el establecimiento de misiones militares que, con el pretexto de
supervisar la utilización del esa asistencia, se instalaban en puntos clave de los comandos de
las fuerzas armadas locales. La JID también programó un Plan de Defensa Continental para
enfrentar la “amenaza subversiva”. A partir de 1959 se puso en marcha un nuevo mecanismo:
las conferencias de ejércitos, armadas o fuerzas aéreas americanas que nucleaban a las más
altas jerarquías de las instituciones castrenses de la región.

59
abastecimiento y asegurar el control nacional sobre el sistema de decisiones globales en la
economía. Para esta doctrina no había defensa nacional posible sin base industrial propia y sin
control estatal sobre las decisiones básicas de inversión. En la década de 1960, la adopción de la
DSN modificó sustancialmente las ideas sobre la relación entre defensa, seguridad, y desarrollo. La
nueva doctrina militar contenía una concepción de nación que aceptaba la subordinación
económica -a los .Estados Unidos como consecuencia de la subordinación estratégica. "Desde
entonces, las fuerzas armadas latinoamericanas siguieron sosteniendo la necesidad de profundizar
el desarrollo industrial, pero en su gran mayoría aceptaron la injerencia de los capitales extranjeros
en las decisiones económicas. AI mismo tiempo, en varios países como en Perú, Panamá y la
Argentina se diferenciaron grupos de militares que adherían a los principios del nacionalismo
económico y manifestaron posiciones antiimperialistas.

LA DISCUSIÓN SOBRE LAS RELACIONES ENTRE MODERNIZACIÓN ECONÓMICA,


DEMOCRACIA POLÍTICA Y AUTORITARISMO

En los primeros meses de 1968, el libro de Samuel P. Huntington, El orden político en las sociedades
en cambio —escrito con el auspicio del Centro para los Asuntos Internacionales de la Universidad
de Harvard, de los Estados Unidos— presentó un punto de vista opuesto al de la Alianza para el
Progreso en relación con el problema del orden político en las sociedades en vías de desarrollo.
El propósito fundamental del trabajo de Huntington era explicar las causas de la violencia y la
inestabilidad política que en las décadas de 1950 y 1960 experimentaban países en Asia, África y
América latina. En contradicción
con lo que suponía la Alianza para LA BRECHA ECONÓMICA Y LA BRECHA POLÍTICA
el Progreso, a partir del análisis
Según Huntington, durante la década de 1960, los gobiernos
comparativo realizado, de las sociedades en vías de modernización eran incapaces
Huntington verificaba que en las de controlar a los gobernados y de controlarse a sí mismos.
Por eso afirmaba: “El problema principal no es la libertad,
sociedades en las que había más sino la creación de un orden público legítimo. Puede haber
inestabilidad política — orden sin libertad, por supuesto, pero no libertad sin orden.
La vigencia de la autoridad es previa a su limitación y,
manifestada en golpes de Estado,
precisamente la autoridad es lo que escasea en esos países;
revoluciones militares, sus gobiernos se encuentran a merced de intelectuales
insurrecciones y movilizaciones alienados, coroneles estrepitosos y estudiantes revoltosos”.
A partir de este diagnóstico, Huntington formulaba una
populares— también se advertencia: “Esa creencia de autoridad es lo que a menudo
registraban indicadores de un son capaces de superar los movimientos comunistas y sus
similares. Quizás no concedan libertades, pero sí ofrecen
importante grado de desarrollo
autoridad en una palabra crean gobiernos que pueden
económico y modernización social gobernar. Mientras los norteamericanos se esfuerzan
—como, por ejemplo, una mayor trabajosamente para reducir la brecha económica los
comunistas ofrecen a los países en vías de modernización
distribución de la riqueza entre un método ampliamente probado y experimentado para
todos los habitantes, aumento del franquear la brecha política. En medio de la violencia y los
conflictos sociales en que esos países se debaten por lo
porcentaje de la población
menos les presentan cierta seguridad de orden político”.
empleada en la industria y el
sector servicios, mayores índices
de alfabetización y escolarización,
60
urbanización, expansión de los medios masivos de comunicación, entre otros. A partir de estos
datos, Huntington consideró que, después de la Segunda Guerra Mundial, muchas sociedades del
Tercer Mundo habían comenzado a experimentar un proceso de desarrollo económico que había
producido cambios económicos y sociales" veloces y desordenados y que eran estos cambios los
que habían generado la movilización política de nuevos grupos sociales. Según el autor, esa
movilización, finalmente, erosionaba la eficacia y la legitimidad de los gobiernos que no satisfacían
las nuevas expectativas. Por esto —concluía la causa de la violencia y la inestabilidad política no
estaba originada por la falta de desarrollo económico sino por el lento desarrollo de las
instituciones políticas tradicionales, que no estaban en condiciones de contener y canalizar las
demandas de igualdad en la participación política.
La conclusión más importante de la obra fue que la democracia liberal, con sus instituciones
basadas sobre el sufragio universal, no podía garantizar el orden necesario para asegurar la
continuidad del desarrollo económico. Y que ésta era la razón fundamental por la que muchas
sociedades en vías de desarrollo optaban por gobiernos de orientación socialista: según
Huntington, el socialismo sí podía asegurar el establecimiento de una autoridad eficaz.
En las conclusiones de la obra se podía leer una recomendación a los dirigentes políticos de los
Estados Unidos de la década de 1960: para asegurar la estabilidad política —y el sistema capitalista
de producción— en las sociedades en vía de desarrollo era necesario no el otorgamiento de
créditos sino la instalación de "gobiernos con autoridad" que estuvieran en condiciones de asegurar
"un orden" aunque fuera a costa ^-en mayor o menor grado— de la libertad política. La justificación
estaba basada en que sólo después de un período de "aprendizaje" por parte de la sociedad, sería
posible la consolidación del desarrollo económico y la democracia política.
Estas ideas tuvieron una fuerte repercusión en los ámbitos académicos y políticos estadounidenses
y latinoamericanos. Algunos sectores políticos justificaron la instalación de dictaduras militares en
varios países de América latina proclamando la "ineficacia" de la democracia política.
Durante las décadas de 1960 y 1970, efectivamente, en casi todos los países de América latina se
instalaron gobiernos autoritarios de un nuevo tipo que declaraban clausurada la democracia
política al mismo tiempo que se proponían profundizar la modernización económica.

LOS GOBIERNOS MILITARES DE LA DÉCADA DE 1960


Durante la década de 1960, en un gran número de países de América latina, las fuerzas armadas
dieron "golpes militares" y se hicieron cargo del gobierno.
Si bien la situación económica, social y política de cada país era diferente y cada sociedad
enfrentaba problemas particulares, la actuación de las fuerzas armadas tuvo algunos mismos
objetivos en todos los casos.
Las acciones de los focos guerrilleros que habían surgido en diversas y distantes regiones de
América del Sur y América Central fueron percibidas por los sectores dominantes como una seria
amenaza para sus intereses económicos. Al 'mismo tiempo, y de acuerdo con los postulados de la
Doctrina de la Seguridad Nacional, las fuerzas armadas los identificaron como los "enemigos
internos" que debían aniquilar para evitar que "subvirtiera" el orden capitalista y el "modo de vida
occidental y cristiano" y facilitaran la penetración del "comunismo internacional".

61
En el plano económico, las acciones de los gobiernos militares también compartieron algunas
orientaciones generales. Antes de las intervenciones de los militares, la gran mayoría de las
sociedades enfrentaban altas tasas de inflación, desequilibrios en la-balanza comercial y de pagos y
déficit fiscal. Al mismo tiempo, como resultado de los "planes de estabilización" que los gobiernos
habían intentado aplicar para solucionar esos problemas (y que incluían medidas tendientes a
MILITARISMO Y DICTADURA EN AMÉRICA LATINA restringir el consumo de los
sectores populares, como,
“En 1964, en la V Conferencia de Ejércitos Americanos –
por ejemplo, del congela-
realizada en el instituto militar de West Point en los Estados
Unidos- el entonces comandante en jefe del ejército miento de los salarios), se
argentino, general Juan Carlos Onganía, proclamó el derecho habían multiplicado las
de las instituciones militares a intervenir en la política interna
de las sociedades a las que pertenecían cuando los movilizaciones y los reclamos
gobiernos constitucionales violen las respectivas cartas de los sindicatos y los
magnas, no cumplan las leyes y/o no den soluciones a los
partidos políticos en general.
problemas nacionales. La después llamada doctrina West
Point fue incorporada a la Doctrina de Seguridad Nacional y Frente a esta situación, en el
estableció una relación netamente intervencionista entre plano político y social, las
fuerzas armadas y sistema político. Sobre estas bases en las
décadas de 1960 y 1970 en América latina, fueron fuerzas armadas organizaron
numerosas las experiencias militaristas que establecieron la represión contra los grupos
dictaduras como forma de gobierno y excluyeron de la
guerrilleros y prohibieron o
participación política a la población.
La dictadura es una forma de ejercer el poder del Estado que restringieron la actividad de
se caracteriza por la concentración de facultades los partidos políticos y la ac-
extraordinarias en un individuo o grupo.
En las décadas de 1960 y 1970, en América latina el tividad sindical, en particular
concepto de dictadura estuvo fuertemente asociado al la de orientación socialista y
militarismo de las fuerzas armadas de la región.
comunista. En el plano
De allí que el término “dictadura militar” es el más
frecuentemente utilizado para caracterizar los gobiernos de económico, los militares
facto establecidos por las fuerzas armadas después de los siguieron políticas antiinfla-
golpes de Estado.”
Torcuato Di Tella. Diccionario de ciencias sociales y cionarias y procuraron
políticas, (cood), 1989 equilibrar la balanza de pagos
con el propósito de
restablecer la "confianza" de
los sectores capitalistas locales y extranjeros. Pero, al mismo tiempo, mantuvieron las políticas
orientadas hacia la profundización industrial que venían desarrollando los gobiernos anteriores.
Con este fin, en algunos países, como Brasil y la Argentina, los gobiernos militares ampliaron la
apertura de la economía a las inversiones de capital extranjero. En otros, como Perú, por ejemplo,
iniciaron o completaron la nacionalización de algunos sectores clave de la economía, razón por la
que contaron con la adhesión de una gran parte de las masas populares.

62
LOS GOBIERNOS MILITARES DE LA DÉCADA DE 1970
En la década de 1960, la mayoría de los golpes de Estado encabezados por las fuerzas armadas
habían tenido una intención preventiva y restauradora. En la década de 1970, las intervenciones
militares tuvieron una orientación más radical. Desde el punto de vista de los sectores capitalistas
de mayor poder económico que, en general, apoyaron los golpes, éstos resultaban necesarios para
evitar la destrucción del orden económico y social
LA PARTICIPACIÓN DE LOS capitalista. Durante los años sesenta, la instalación de go-
ESTADOS UNIDOS biernos "comunistas" aparecía como una amenaza
probable pero no inminente. En cambia,, en el Uruguay
Los golpes militares en América
latina, tanto en la década de 1960 entre 1972 y 1974, en Chile de 1973 y en la Argentina de
como en la de 1970, en general, 1976, ¡os grupos dominantes consideraron que los
contaron con el apoyo de los
gobiernos de los Estados' Unidos. partidos políticos y las organizaciones guerrilleras estaban
En algunos casos, además, como poniendo en juego la supervivencia de la condición
en el golpe que en 1973 derrocó al
capitalista de las sociedades.
presidente chileno Salvador
Allende, personal de los servicios
de inteligencia estadounidense
participó activamente en la
preparación. Un memorándum de la EL DISCIPLINAMIENTO ECONÓMICO Y SOCIAL
Central de Inteligencia de los Frente a este panorama, los militares y los grupos de
Estados Unidos de América (CÍA),
fechado el 16 de septiembre de civiles que los apoyaron se propusieron implantar un
1970, proporciona información nuevo orden social, político y económico. Con esta meta,
sobre el primer encuentro entre el
prohibieron la actividad de los partidos políticos y de los
¡efe de la CÍA y altos funcionarios
especializados en operaciones sindicatos y organizaron acciones militares para "liquidar"
encubiertas. El documento subraya definitivamente las organizaciones guerrilleras y toda otra
que la CÍA debía preparar en 48
horas un plan de acción para é! organización popular o personas consideradas
entonces consejero de Seguridad "subversivas" o "sospechosas". También se propusieron
Nacional, Henry Kissinger. Textual
"normalizar la economía". Para ello los gobiernos
mente se lee: "El presidente Nixon
ha decidido que un gobierno de militares encararon políticas económicas que significaron
Salvador Allende en Chile no es profundos quiebres con la orientación general que venían
aceptable para los Estados Unidos.
El presidente pidió a la agencia experimentando las economías latinoamericanas desde
(CÍA) evitar que llegue al poder o 1930, cuya meta era alcanzar el desarrollo
destronarlo. El presidente autorizó
autosustentado a partir de la profundización industrial.
diez, millones de dólares para este
fin"; Los equipos técnicos que se hicieron cargo de los
ministerios de Economía —integrados por economistas y empresarios estrechamente vinculados
con el capital transnacional— diseñaron políticas inspiradas en los principios del neoliberalismo
económico. Algunas de las medidas intentaban resolver los problemas de corto plazo —tales como
liquidar la inflación y controlar el déficit fiscal. Otras tenían metas a mediano y largo plazo:
abandonar la industrialización como sector dinámico del desarrollo económico y adecuar las
economías periféricas a la "nueva división internacional del trabajo", reorientando las inversiones
hacia la explotación del sector primario —minero en particular— y hacia las agroindustrias que
podían agregar valor a las exportaciones tradicionales.

63
La orientación de las políticas económicas adoptadas tuvo graves consecuencias para los sectores
populares de las sociedades latinoamericanas, que vieron seriamente restringidas sus posibilidades
de consumo y la satisfacción de sus necesidades básicas. Medidas de corto plazo, tales como la
liberación de todos los precios salvo el de los salarios, la eliminación de todos los subsidios a la
industria y al consumo popular y la completa apertura y
liberalización del mercado de capitales, además de LA "OPERACIÓN CÓNDOR"
producir una importante transferencia de ingresos desde "La 'Operación Cóndor' fue
diseñada en 1975 por el servicio de
los sectores asalariados hacia los sectores capitalistas más inteligencia chileno (DINA) como un
concentrados, provocaron una profunda reorganización sistema represivo que se proponía
exportar sus tareas a cualquier
del sector industrial. A su vez, este último proceso —más, parte del mundo. Así lo reveló un
en algunos casos, la completa apertura del mercado documento secreto del FBI — una
interno a las importaciones de manufacturas industriales agencia de seguridad del gobierno
de los Estados Unidos — que fue
extranjeras— provocó la quiebra de numerosas pequeñas desclasificado (es decir, abierto al
y medianas empresas y generó desempleo, en particular conocimiento del público) a
mediados de la década de 1 990.
entre los obreros industriales. En el marco del La 'Operación Cóndor' estaba
agravamiento de la crisis económica, el aumento de la Integrada por efectivos de Chile,
desocupación y la desestructuración del movimiento Brasil, la Argentina, Paraguay,
Uruguay y Solivia. Según el
sindical fueron otros elementos a través de los cuales las documento del FBI, los servicios de
dictaduras militares impusieron el disciplinamiento inteligencia de estos países se
propusieron eliminar conjuntamente
político y social. las actividades terroristas en la
La compleja situación económica internacional, las región y conformaron “grupos
decisiones que tomaron los sectores dominantes para especiales que viajaban a cualquier
parte del mundo para asesinar a
enfrentarla y los conflictos irr.er-nos que protagonizó cada terroristas o a los simpatizantes de
sociedad latinoamericana gobernada por una dictadura las organizaciones terroristas”.
Ese documento también explica
militar provocaron un mayor o menor grado de éxito en el cómo funcionaba el sistema: “Por
legro de los objetivos de corto y largo plazo que en cada ejemplo, si un terrorista o un
caso, se habían propuesto. Al mismo tiempo, durante la simpatizante de una organización
terrorista de uno de los países
década de 1970, todos les países de la región miembros de la Operación Cóndor
experimentaron un muy importante crecimiento de", en- es localizado en un país europeo,
un grupo especial es formado y
deudamiento externo, situación que agravó la enviado a buscar el blanco.
vulnerabilidad de sus economías y profundizó su Cuando la investigación ha sido
dependencia de les centros capitalistas. finalizada, un segundo grupo de la
Operación es despachado para
'sancionar' (raptar o matar) al
blanco. Los grupos especiales
pueden estar formados por
EL TERRORISMO DE ESTADO miembros de uno o varios países
En los diferentes países de América latina, las dictaduras del grupo'."
militares aplicaron planes sistemáticos de represión no
sólo contra los integrantes de los grupos guerrilleros sino también contra los dirigentes políticos,
sindicales y de diversos movimientos sociales y populares. Con modalidades particulares y
diferentes combinaciones en cada caso, durante la década de 1970 las fuerzas armadas llevaron
adelante la represión articulando, en diferentes proporciones, instrumentos jurídicos que
pretendían dotar de legalidad a las acciones represivas con operaciones militares y de seguridad,
más o menos clandestinas.

64
Algunas veces, utilizaron los mecanismos de excepción previstos en las propias Constituciones —
como el estado de sitio, por ejemplo—, aunque aplicados en forma irregular e irrazonable. Otras,
establecieron leyes inconstitucionales, inspiradas en los fundamentos ideológicos de la Doctrina de
Seguridad Nacional. Y en todos los casos, con más o menos intensidad y alcance, instalaron el
terrorismo de Estado y, al margen de toda legalidad, secuestraron, torturaron e hicieron
desaparecer a varios cientos o miles o decenas de miles de personas —según el país— y se
apropiaron de niños nacidos en cautiverio, la mayoría de los cuales hacia fines de la década de 1990
continuaban desaparecidos.
Además, los gobiernos militares de Chile, Brasil, la Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia
establecieron un sistema represivo conjunto, denominado "Operación Cóndor", con el objetivo de
hacer más eficaz y contundente la represión contra los "enemigos internos".

65
Unidad 4. Argentina Desde el ascenso del peronismo hasta el golpe
de estado de 1

EL PERONISMO: LA DEMOCRACIA DE MASAS (1943-1955)


El proceso histórico que se inició entre 1943 y 1945 significó un cambio decisivo en la historia
argentina del siglo XX. En esos años se va conformando un movimiento social y político —el
peronismo— que impulsó transformaciones que dejaron una profunda huella en nuestra sociedad.
Desde aquellos años, el peronismo fue un protagonista casi excluyente de la historia de la sociedad
argentina, tanto cuando Juan Domingo Perón estuvo al frente del Estado como cuando el
movimiento que él conducía fue proscripto o marginado de la escena política.
La irrupción del peronismo provocó importantes modificaciones en todos los planos de la vida
social. En el campo económico propuso un modelo basado en el desarrollo industrial, orientado
hacia el mercado interno con una fuerte intervención estatal, y en la redistribución del ingreso en
favor de los sectores asalariados. En el plano social llevó adelante una amplia política de reformas
que establecieron importantes derechos sociales para los trabajadores. En el plano político se
modificaron sustancial-mente las relaciones entre el Estado, las clases sociales y sus organizaciones
representativas. El Estado peronista asumió un papel protagónico como un actor político con
objetivos propios. La extensión de los derechos de ciudadanía al conjunto de la sociedad argentina
y la participación política activa de las masas obreras —hasta entonces excluidas o marginadas del
sistema político— fueron los pilares de la democracia de masas que proyectó el peronismo.
En el ámbito cultural se fue conformando una nueva cultura popular que incorporó las pautas y
tradiciones de los sectores sociales que se incorporaban al consumo y a la ciudadanía plena.

La
movilización
de las masas
obreras en la
Plaza de
Mayo fue uno
de las
característica
s de la lucha
política
argentina
durantelios
gobiernos de
Perón.

66
LOS ORÍGENES DEL PERONISMO (1943-1945)

La irrupción del peronismo tuvo un carácter tumultuoso y, para la casi totalidad de la sociedad
argentina, sorpresivo. Las masas obreras que el 17 de octubre de 1945 entraron en la escena
política lo hicieron de manera abrupta, pero la génesis de este movimiento social debe rastrearse
algunos años más atrás.
Para comprender ese acontecimiento es indispensable tener en cuenta las profundas
transformaciones producidas en la organización de la economía y la sociedad argentinas. Desde
1930, la progresiva profundización del proceso de industrialización había originado el crecimiento y
la concentración de sectores asalariados urbanos en Buenos Aires, en Rosario y sus zonas
periféricas; y también planteó nuevos problemas en el ámbito de las relaciones laborales, entre los
trabajadores y sus empleadores. Fue cada vez más frecuente y necesaria la intervención del Estado
en esa relación, debido a la creciente complejidad y al volumen de los conflictos que se suscitaban
en el mundo del trabajo. El peronismo se fue gestando en ese marco de profunda reorganización de
las relaciones entre los trabajadores, los empresarios y el Estado.

LOS CONFLICTOS ENTRE LOS DIFERENTES SECTORES CAPITALISTAS


Desde principios de siglo, los diferentes sectores capitalistas del país discutían sobre cuál debía ser
el alcance del proceso de industrialización que buscaba sustituir las manufacturas industriales de
origen extranjero.
Hasta 1930, la Sociedad Rural Argentina (SRA) —que nucleaba y representaba los intereses de la
burguesía agraria conformada por los terratenientes y los comerciantes exportadores— había
apoyado el desarrollo de las industrias que consideraba "naturales" para la economía argentina.
Éstas eran las que se dedicaban a la transformación de las materias primas producidas por el sector
agropecuario. Pero se oponía al fomento de las industrias de la rama metalmecánica, a las que
llamaba "artificiales".
Por estas razones, hasta entonces, no habían sido muy profundos los enfrentamientos con la Unión
Industrial Argentina, institución que nucleaba y representaba los intereses de los industriales de la
provincia de Buenos Aires (quienes, en su mayoría, también estaban de acuerdo en no impulsar el
desarrollo de las "industrias artificiales"). Dado este entramado de intereses, la industrialización
que se había desarrollado no era, en definitiva, incompatible con los intereses de la burguesía
agraria. Pero la desorganización de los patrones tradicionales del comercio internacional vigentes
desde fines del siglo XIX, producida por la crisis económica mundial de 1930, acentuó la necesidad
de sustituir las manufacturas industriales de origen extranjero. Con este objetivo, en los años
posteriores a 1930, en la Argentina se verificó un sostenido desarrollo de nuevas industrias de la
rama metalmecánica.
Hacia 1945, la finalización de la II Guerra Mundial reabrió el debate sobre el desarrollo futuro de la
industrialización del país y enfrentó a los diferentes sectores capitalistas.
Para comprender mejor el proceso político que tuvo lugar en los años posteriores, es importante
tener en cuenta que, hacia 1945, el sistema productivo argentino estaba más diversificado que en
1930 y que se habían constituido nuevos actores económicos y sociales también en el interior de
los sectores capitalistas. Muchas de las nuevas industrias habían sido desarrolladas por pequeñas y
medianas empresas de capital local, que se diferenciaban de las del sector más concentrado de la
burguesía industrial, compuesto por empresas y grupos de capital local y multinacional. Y los

67
intereses de estas pequeñas y medianas empresas no estaban representados por la UIA.
Por otra parte, las concentraciones urbanas en el área pampeana, originadas por la
industrialización, fortalecieron el mercado interno y fomentaron el desarrollo de producciones
agroíndustriales de diferentes regiones del interior del país. Pero no todos estos productores e
industriales consideraban que la SRA o la UIA representaban sus intereses.

EL GOLPE MILITAR DE 1943 La "amenaza comunista" y el frente popular y


El golpe militar del 4 de junio de democrático
La posibilidad de una revolución socialista —la "amenaza
1943 se produjo en un clima social de comunista"— generaba temor en algunos sectores sociales
y, muchas veces, era agitada por los conservadores para
gran descontento y con una opinión justificar las acciones represivas del gobierno tendientes a
pública agitada por la contienda mantener el orden social. Sin embargo, en la Argentina no
existían condiciones favorables para esa alternativa. Hacia
bélica en Europa, que enfrentaba a 1943, el porcentaje de trabajadores sindicalizados y
los simpatizantes de los Aliados con politizados era bajo; las expectativas de progreso social
alejaron a muchos hijos de inmigrantes de las ideas
los del Eje. Una circunstancia política revolucionarias de sus padres; y los partidos de izquierda
tuvo un papel decisivo en la gesta- también estaban desprestigiados por participar en el
sistema político basado en el fraude.
ción del golpe militar: el intento del El Partido Comunista Argentino tenía entre sus objetivos
presidente Castillo, cuyo mandato promover en el futuro una revolución socialista. Pero a
partir de 1943, de acuerdo con los alineamientos
estaba próximo a expirar, de internacionales que fijaba la guerra mundial, su táctica fue
renunciar en lo inmediato a la vía revolucionaria y lograr la
designar como su sucesor al conformación de un frente popular y democrático, con el
entonces presidente del Senado, objetivo de participar en las elecciones para resistir el
avance del nazifascismo
Robustiano Patrón Costas. La muerte
de Marcelo T. de Alvear, en marzo de 1942, y la de Agustín P. Justo, en enero de 1943, habían
dejado a la clase dirigente tradicional sin dos de sus referentes más importantes.
La intención de Castillo generó un profundo desagrado en sectores civiles y militares: Patrón Costas
era miembro de una familia de terratenientes azucareros sáltenos, propietaria del ingenio El
Tabacal, y un partidario
declarado del fraude. El
periódico de extrema derecha
que sostenía su candidatura —
La Fronda— consideraba el
cuarto oscuro como un
anacronismo y sostenía que el
voto debía asumirse de manera
responsable y sin misterio.
La propuesta enfrentó a Castillo
con otros conservadores que
competían por la candidatura El 4 de junio de 1943, día en que los militares destituyeron a Castillo, grupos
presidencial; con los radicales, de militantes nacionalistas incendiaron colectivos de la Compañía Inglesa de
Transportes,
que entendían que se
intentaba consumar un nuevo fraude que los marginaba del poder; con los militares, que
desconfiaban de la política exterior del futuro gobierno, debido a que Patrón Costas evitaba
pronunciarse en favor o en contra de la neutralidad; y con los partidos de izquierda, por el perfil de
aristócrata y gran propietario rural del político salteño.
La intervención militar que destituyó al presidente Castillo, a la que sus promotores llamaron

68
"revolución", contó con el apoyo de sectores sumamente heterogéneos. Coincidieron nacionalistas
y proaliados, germanófilos y liberales, dirigentes de la UCR y políticos conservadores. La expectativa
de muchos era que el nuevo gobierno actuara frente a dos problemas: en el plano interno, que
pusiera fin a las prácticas fraudulentas y promoviese un pronto retorno a la legalidad
constitucional; y, en el plano internacional, que se apartara de la política de neutralidad, a la que
los pro aliados juzgaban como un alineamiento encubierto con Alemania.

LAS DIFERENCIAS EN EL EJÉRCITO


El presidente designado por los militares golpistas fue el general Arturo Rawson, quien formó un
gabinete de ministros con filiaciones político-ideológicas muy contradictorias. Luego de dos días de
difíciles negociaciones, Rawson no logró imponer su equipo de ministros y, el 6 de junio, el mismo
día en que iba a asumir formalmente la presidencia, debió renunciar. Entonces fue designado como
presidente del gobierno provisional el general Pedro Pablo Ramírez.
El sector militar de los coroneles del Ejército comenzó a tener mayor peso. Eran los oficiales de más
jerarquía con mando directo de tropa, muchos de los cuales participaban de una logia secreta, el
GOU, sigla que probablemente significaba "Grupo de Oficiales Unidos", y que nucleaba
mayoritariamente a oficiales de ideas nacionalistas.
La gestión del presidente Ramírez se desarrolló en un contexto político interno muy complejo, en el
que los diversos sectores que apoyaron inicialmente el golpe pugnaban por ver satisfechas sus
propias expectativas y objetivos. Las pujas entre pro aliados, germanófilos y neutralistas, por un
lado, y entre quienes propugnaban un retorno al liberalismo constitucional y quienes pretendían
modificaciones institucionales de tipo corporativista, por el otro, debilitaron la posición de Ramírez
y favorecieron la polarización política entre los militares.
Un sector tenía como referentes al ministro del Interior, el general Luis C. Perlinger, un oficial pro
alemán, profundamente antiliberal y anticomunista, y al ministro de Justicia e Instrucción Pública,
el doctor Gustavo Martínez Zuviría, un intelectual conservador del nacionalismo católico. Este
sector impulsó una acción de gobierno de carácter autoritario y conservador; entre sus iniciativas
hubo decretos para disolver los partidos políticos, establecer la educación católica obligatoria en las
escuelas, restringir a la prensa y perseguir a toda voz opositora.
El otro sector se organizó alrededor del liderazgo del coronel Juan Domingo Perón, miembro del
GOU y uno de los principales ideólogos del movimiento de junio pero que, sin embargo, ocupaba
un puesto de gobierno de segunda línea, como jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra. El 27
de octubre de 1943 Perón fue designado director del Departamento Nacional del Trabajo e inició
una política de acercamiento a los dirigentes sindicales obreros. Desde entonces, el gobierno
surgido del golpe militar del 4 de junio abandonó su política antiobrera (motivada por el
sentimiento anticomunista que predominaba en las Fuerzas Armadas) y comenzó a mostrarse
sensible ante las necesidades de los trabajadores y los requerimientos de sus dirigentes. La línea
que impulsaba Perón también se mostraba más flexible y abierta en el plano político, y proclive a
establecer contactos con figuras de la dirigencia política partidaria

69
EL PROYECTO DE PERÓN: DESARROLLO DE LA INDUSTRIA NACIONAL Y ARMONÍA DE
CLASES
EL ACERCAMIENTO AL MOVIMIENTO OBRERO: UNA NUEVA RELACIÓN ENTRE LOS
TRABAJADORES Y EL ESTADO

Las primeras medidas tomadas por Perón, que daban señales de la nueva relación que se establecía
entre los trabajadores y el Estado, fueron: ordenar la libertad de José Peter, dirigente comunista del
Sindicato de la Carne; derogar el Estatuto de las Organizaciones Sindicales, que el mismo gobierno
militar había sancionado y que limitaba y reprimía la acción sindical; designar a su colaborador, el
teniente coronel Domingo Mercante, hijo de un sindicalista ferroviario, como interventor de La
Fraternidad y la Unión Ferroviaria; y obligar a los empresarios a aceptar las demandas de aumentos
salariales, la reincorporación de despedidos y el cumplimiento de las 60 horas semanales de
trabajo.
Al mes de asumir sus nuevas funciones, el Departamento Nacional de Trabajo a cargo de Perón fue
elevado al rango de Secretaría de Estado y se convirtió en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Con
una estructura burocrática y recursos más amplios y con la ventaja de que su cargo ya no estaba
dentro de la órbita del Ministerio del Interior, Perón avanzó en la promulgación de una legislación
social y sindical que transformó sustancialmente la posición de los trabajadores frente a sus
empleadores y permitió un mejoramiento de sus condiciones de vida.

LA NUEVA LEGISLACIÓN
La nueva legislación establecida por la Secretaría de Trabajo y Previsión significó la satisfacción de
la mayoría de los reclamos históricos por los que el movimiento obrero venía luchando desde
principios de siglo. Las innovaciones más importantes fueron las siguientes: la "Ley de Despidos",
que establecía que todo trabajador tenía derecho a percibir una indemnización proporcional a su
antigüedad en caso de ser despedido sin causa; el establecimiento del seguro social y la jubilación,
que benefició a dos millones de personas; el "Estatuto del Peón", que estableció un salario mínimo
y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales; la
creación de Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, resultaron favorables a las
demandas obreras; la fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos
los trabajadores.
La Secretaría de Trabajo y Previsión, además, garantizó el cumplimiento de leyes que ya habían sido
sancionadas pero que en la práctica los empleadores evitaban cumplir, como la de indemnizaciones
por accidentes laborales, jornada de trabajo de ocho horas diarias y de cuarenta y cuatro horas
semanales y vacaciones anuales pagas.
Al mismo tiempo, también estableció el reconocimiento de las asociaciones profesionales, medida
que significó un fortalecimiento jurídico de los sindicatos como organizaciones de representación
de intereses. Este decreto tenía sus antecedentes en proyectos que los diputados socialistas habían
presentado en el Parlamento y su redacción, muy probablemente, fue una elaboración conjunta en-
tre funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión y dirigentes gremiales. El decreto estableció
la organización de los sindicatos por rama de industria; la afiliación sindical no obligatoria; el
otorgamiento de la personería gremial a un solo sindicato por rama, aceptando el funcionamiento
de otros, aunque sin personería; la autorización a los sindicatos para actuar en política y la
prohibición al gobierno para intervenir en la vida de los organismos sindicales.
70
Este conjunto de medidas y otras, como la reglamentación de la forma de pago de los salarios, la
prohibición del trabajo femenino antes de las siete de la mañana y una rebaja en los artículos de
primera necesidad, transformaron radicalmente la relación entre los trabajadores y el Estado.

LA BÚSQUEDA DEL APOYO EMPRESARIO


La base del proyecto de Perón para reorganizar la sociedad argentina era el desarrollo de la
industria nacional en el marco de la armonía entre las clases sociales. Con el propósito de lograr la
conciliación entre el capital y el trabajo, Perón buscó alianzas con los sindicatos obreros y con las
organizaciones de empresarios y, también, con los dirigentes de los principales partidos políticos.
Al mismo tiempo que ganaba espacio en las instituciones del Estado y crecía su prestigio entre los
oficiales más jóvenes, Perón procuraba ampliar los apoyos necesarios en el ámbito de la sociedad
civil.
Seguro de la adhesión de un gran número de trabajadores, intentó procurarse el apoyo de los
sectores capitalistas, en particular el de los empresarios industriales. En abril de 1944 fue creado el
Banco de Crédito Industrial. Se trataba del primer banco estatal dedicado a la promoción de la
industria. También se organizó la Secretaría de Industria y Comercio. El 25 de agosto del mismo
año, en un discurso pronunciado en la Bolsa de Comercio —que provocó muy variadas
interpretaciones por parte de los historiadores— Perón afirmó:

"Señores capitalistas, no se asusten de mi sindicalismo, nunca mejor que ahora estará seguro el
capitalismo, ya que yo también lo soy, porque tengo estancia, y en ella opéranos. Lo que quiero es
organizar estatalmente a los trabajadores, para que el Estado los dirija y les marque rumbos y de
esta manera se neutralizarán en su seno las corrientes ideológicas y revolucionarias que puedan
poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la posguerra".

LA OPOSICIÓN DE LA BURGUESÍA AGRARIA Y LA GRAN BURGUESÍA INDUSTRIAL DE LA


ARMONÍA DE CLASES AL CONFLICTO SOCIAL
El comunismo no era una amenaza real para los empresarios argentinos. En cambio, quien les
prometía ser el garante del orden capitalista era también quien promovía una legislación laboral
que afectaba sus intereses materiales inmediatos y estimulaba la participación y la organización de
los trabajadores. Por esta razón, los empresarios consideraron esta activación de los sectores
populares más riesgosa que una lejana revolución de inspiración socialista. Los miembros de la UIA
mostraron primero recelo y, luego, franca oposición a la tentativa de Perón de integrarlos en su
coalición política.
Los sectores representados por la SRA consideraban que el proyecto de desarrollo industrial de
Perón entraba en clara contradicción con sus intereses. Además, la intervención del Estado en las
relaciones entre peones y patrones —a través del Estatuto del Peón— los afectaba profundamente.

Por otra parte, algunos discursos de Perón contribuyeron a profundizar el clima de antagonismo
social. Al dirigir la palabra a obreros metalúrgicos, el 24 de septiembre de 1945, señaló:

"La Revolución Francesa terminó con el gobierno de la aristocracia y dio nacimiento al gobierno de
la burguesía. La Revolución Rusa terminó con el gobierno de la burguesía y abrió el camino al
71
campo de las masas proletarias. Es de las masas populares el futuro del mundo. La burguesía irá
poco a poco cediendo supuesto, y sus instituciones también irán modificándose y reformándose, de
acuerdo con las necesidades de. la evolución que llega ".

EL 17 DE OCTUBRE DE 1945
Los militares opuestos a Perón consideraron que había llegado el momento de deshacerse de la
figura más conflictiva del gobierno: el 8 de octubre lo obligaron a renunciar a todos sus cargos y el
12 de octubre lo trasladaron como detenido a la isla Martín García, bajo la vigilancia de la Marina
de Guerra.
La detención de Perón aceleró y profundizó la crisis política. El ex secretario de Trabajo y Previsión,
sin capacidad de maniobra política y despojado de sus cargos públicos, creía que su carrera estaba
prácticamente bloqueada.
Luego de una jornada de intensos debates en el local de la CGT, un grupo de dirigentes obreros
(algunos federados en la central obrera y otros autónomos) tomó la iniciativa de declarar una
huelga general y una movilización para el 18 de octubre.

El clima de movilización entre los obreros, especialmente en los suburbios industriales de Buenos
Aires, Rosario y La Plata, creció más allá de las previsiones de la central sindical y, en la mañana del
día 17 de octubre, un día antes de lo dispuesto por la CGT, desbordando a su conducción, grupos de
trabajadores comenzaron a movilizarse en los principales centros urbanos del país.
Hacia el mediodía confluyeron sobre la Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, nutridas
columnas de obreros, que manifestaban su adhesión a Perón y exigían su libertad. Al mismo tiempo
que la concurrencia en la Plaza de Mayo crecía y se registraban acciones similares en el resto del
país, se realizaron múltiples e intensas reuniones y negociaciones políticas. En ellas participaron los
hombres del gobierno (Avalos, Farrell y Mercante representando a Perón) y el Comité Nacional de
Huelga, constituido recientemente por la dirección de la CGT y sindicatos autónomos.
A medida que pasaban las horas, los sectores antiperonistas del gobierno, encabezados por Avalos,
se vieron obligados a ceder a las exigencias de Perón. La policía no dificultó la llegada de los grupos
de obreros al centro de la ciudad y no todos los militares estaban dispuestos a sacar las tropas del
Ejército a las calles para reprimir a los manifestantes. Con la intención de que la movilización
cesara, Avalos aceptó las
exigencias de Perón: le
concedió el uso de la radio
oficial para difundir un mensaje
y se comprometió a formar un
nuevo gabinete con hombres de
su confianza y a mantener la
convocatoria a elecciones sin
proscripciones.
Finalmente, luego de dejar el
Hospital Militar, a donde había
sido trasladado el día 15 con la
intención de aquietar los
ánimos, y a propuesta del Comité de Huelga, por la noche, desde los balcones de la Casa Rosada,

72
Perón dirigió un mensaje a la multitud. La palabra empleada por Perón para dirigirse al pueblo que
coreaba su nombre e iniciar su discurso fue "trabajadores". En las jornadas del 17 y el 18 de octubre
la presencia activa de los trabajadores en las calles de los grandes centros urbanos puso de mani-
fiesto que el peronismo se constituía como un movimiento de masas, con una clara identificación
social y política. Comenzaba a definirse una línea de ruptura y de conflicto social entre las masas
obreras por un lado y los sectores medios y la élite —terratenientes, grandes comerciantes exporta-
dores y gran burguesía industrial— por el otro; y ese conflicto adquiría una precisa definición
política que enfrentaba a peronistas y antiperonistas.
El protagonismo de las masas
movilizadas y de las organizaciones sin-
dicales en aquel momento fundacional
del peronismo sugieren que, para
comprender la significación histórica
del peronismo, no es suficiente ana-
lizar las ideas o las acciones de Perón.
Si bien éste ocupó un lugar central por
su condición de líder del movimiento,
las transformaciones sociales y
políticas que generó el peronismo sólo
pueden comprenderse en el marco de la lucha política entre los diferentes sectores de la sociedad
argentina.

LA SOCIEDAD Y EL RÉGIMEN POLÍTICO DURANTE LOS GOBIERNOS PERONISTAS (1946-


1955)
Ante la amenaza de una creciente movilización popular, el gobierno militar debió aceptar una salida
electoral y los comicios fueron convocados para febrero de 1946.
Frente a la consolidación de la alianza peronista, se fue estableciendo otra alianza social muy
poderosa, que bajo la dirección de los terratenientes y los grandes comerciantes exportadores
nucleaba a la gran burguesía industrial, a sectores militares industrialistas atemorizados por la
movilización obrera y a sectores medios urbanos. La casi totalidad de los partidos políticos
tradicionales establecieron un acuerdo para formar un frente electoral —la Unión Democrática—
que se convirtió en el representante político de este conjunto de intereses sociales. La UCR, el
Partido Demócrata Progresista, el Partido Socialista, el Partido Comunista y diversas fuerzas
conservadoras eligieron como candidatos de su fórmula presidencial a los radicales José Tamborini
y Enrique Mosca.

En torno del liderazgo de Perón se conformó una alianza social que aglutinaba a la gran mayoría de
los trabajadores —cuyo núcleo más sólido y dinámico era la clase obrera industrial—, a pequeños y
medianos empresarios y productores agrarios cuya producción estaba orientada hacia el mercado
interno y a sectores nacionalistas del Ejército.
Ante la ausencia de una estructura política partidaria propia y la dificultad para establecer acuerdos
con partidos o agrupaciones tradicionales, la candidatura de Perón a Presidente fue impulsada por
el Partido Laborista

73
El 24 de febrero de 1946, finalmente, la fórmula peronista obtuvo el 52% de los votos, superando
por más de 260.000 sufragios a la UD. El rotundo respaldo electoral le permitió al peronismo ob-
tener los dos tercios de la Cámara de Diputados, una muy amplia mayoría en el Senado y el go-
bierno de trece provincias, sobre un total de catorce. La única provincia en la que el peronismo no
triunfó fue Corrientes, posteriormente intervenida.

EL ESTADO PERONISTA Y SU INTERVENCIÓN EN LA VIDA SOCIAL UN MODELO


ECONÓMICO INDUSTRIALISTA CON REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

EL SUBSIDIO A LA INDUSTRIA NACIONAL

Los objetivos y las principales líneas de acción de la política económica del primer gobierno de
Perón quedaron establecidos en el Primer Plan Quinquenal. Con esta planificación económica, el
Estado procuraba incentivar el desarrollo de la industria y al mismo tiempo crear las bases que per-
mitieran una redistribución de la riqueza en favor de los asalariados, aumentando el nivel de
empleo, elevando el poder adquisitivo de los salarios y mejorando las condiciones de vida de los
trabajadores. Una de las claves fue el aumento del gasto social en las áreas de educación, salud y
vivienda.
A partir de 1946, el Estado peronista se propuso profundizar el proceso de sustitución de
importaciones de manufacturas industriales y fue perfeccionando un complejo mecanismo
institucional para fomentar el desarrollo de la rama metalmecánica y metalúrgica liviana. Estas
industrias comenzaron a producir artefactos para el hogar —la "línea blanca", como cocinas,
heladeras, lavarropas, licuadoras, ventiladores y otros electrodomésticos— y orientaron su oferta al
mercado interno.
El incentivo para crear nuevas industrias y ampliar las ya
existentes, por medio de líneas de crédito accesibles,
estaba profundamente relacionado con la expansión
sostenida del consumo interno. Y éste sólo podía ser ga-
rantizado por un aumento real de los salarios, por el
aumento de la capacidad de compra de los asalariados y
con un número cada vez mayor de trabajadores en
condiciones de gastar su salario.
Con estos objetivos, el Estado llevó adelante planes de
construcción de viviendas, hospitales y escuelas, y
garantizó —a través de las obras sociales, la afiliación
sindical y la expansión de planes de bienestar social— la
satisfacción de las necesidades básicas a numerosos
sectores de la población sin que éstos tuvieran que
utilizar una parte de su salario para hacerlo. De este
modo, la población disponía de un mayor volumen de in-
gresos que podía gastar comprando los productos industriales, y el aumento de las ventas
estimulaba a los empresarios a realizar nuevas inversiones. El sector privado y el Estado generaban
74
empleo y las obras públicas convertían al Estado en un consumidor importante. | Además de
aumentar ei gasto social, el Estado aumentó también la inversión pública en obras de
infraestructura y llevó adelante la nacionalización de importantes sectores de la economía: diversas
áreas, como los ferrocarriles, de propiedad británica; los teléfonos, adquiridos a la empresa
norteamericana ITT; el gas, las empresas de navegación fluvial, de ultramar y el transporte aéreo,
pasaron a ser responsabilidad directa del Estado.
Siempre con el propósito de mantener la mayor parte de la masa salarial disponible para la compra
de productos industriales, el Estado fijó precios máximos para los artículos de primera necesidad y
controló el valor de los alquileres y de los arrendamientos rurales.

Una visión crítica de la política económica peronista según el dibujante Tristón, de! periódico
socialista La Vanguardia: la vieja Argentina pastoril oculta tras las fachadas de las fábricas.

LAS DEBILIDADES DEL MODELO


La expansión de la producción y del consumo producidos por la puesta en práctica de este modelo
hizo difícil a sus protagonistas ver las debilidades, que se hicieron ostensibles luego de unos pocos
años de crecimiento sostenido.
La debilidad estructural más grave era la dependencia de estas industrias de los insumos
importados. Los bienes de capital —la mayor parte de las máquinas-herramientas y hasta las
chapas de acero— eran de origen extranjero. Esto significaba la necesidad de disponer de un fuerte
volumen de divisas para hacer frente a las
importaciones.
En este plano, la intervención del Estado estuvo
orientada a captar, a través de complejos
mecanismos institucionales, una parte de las
divisas provenientes de las exportaciones de la
burguesía agraria y derivarla por diferentes vías
hacia el sostenimiento del sector industrial.
Las características de esta intervención estatal
explican otras de las debilidades del modelo. Una
de ellas se derivaba del hecho de que la burguesía
agraria no participaba de la alianza social que
apoyaba al peronismo. Por lo tanto, si cambiaba la
relación de fuerzas en el proceso de lucha política,
los terratenientes y los comerciantes exportadores
tendrían la posibilidad de oponerse dejando de
invertir y haciendo caer el volumen de las
exportaciones y de los ingresos en divisas, lo que
efectivamente hicieron.
Por otra parte, los diferentes tipos de subsidios
garantizados por el Estado de algún modo protegieron a algunas industrias cuyas producciones
eran de baja calidad y sin posibilidad de competir en el exterior debido a la tecnología obsoleta que
utilizaban

75
LOS MECANISMOS DE INTERVENCIÓN ESTATAL
La intervención del Estado se concretó a través de una vasta red de regulaciones e instituciones
públicas. Sus principales instrumentos fueron el Banco Central y el Instituto Argentino para la
Promoción del Intercambio (IAPI).
El Banco Central fue nacionalizado (desde el Pacto Roca-Rünciman participaban en su dirección
representantes de bancos ingleses) al igual que los depósitos bancarios. Así, el Estado contó con un
instrumento que le permitió controlar la política financiera y orientarla hacia la actividad industrial.
Bajo la supervisión del Central, otros bancos canalizaron sus créditos hacia diversos sectores: el
Banco Hipotecario Nacional promovió la construcción de viviendas, el Banco de la Nación fomentó
el crédito para el agro y el comercio, la Caja Nacional de Ahorro Postal estimuló a los pequeños
abortistas y el Banco de Crédito Industrial fomentó la inversión en industria y minería. Por medio
del IAPI, el Estado controló el comercio exterior, fijando los precios de las exportaciones agrícolas,
regulando las importaciones y resguardando la producción nacional. El Estado fijaba los precios de
los cereales y, de este modo, evitaba que la gran burguesía comercial y terrateniente —como los
grupos Bunge y Born y Dreyfus— manejara el mercado por medio de prácticas oligopólicas. El IAPI
le permitió al Estado obtener un importante caudal de recursos que derivó hacia la industria y hacia
la inversión social. De esta manera, se produjo una transferencia de ingresos de los sectores
agroexportadores hacia la burguesía industrial y los sectores populares urbanos.
La política económica del Estado peronista presentaba una novedad: por primera vez los sectores
agroexportadores —grandes comerciantes y terratenientes— no tenían capacidad de decidir ni de
influir significativamente en las políticas públicas. Su entidad representativa —la SRA— adoptó una
actitud defensiva y de no cuestionamiento frente a un Estado que transfería parte de sus ganancias
tradicionales hacia otros sectores. Tanto la SRA como la Bolsa de Comercio tuvieron actitudes
conciliatorias con el gobierno de Perón. Mientras duró la etapa de expansión de la economía,
toleraron lo que consideraban una intromisión del Estado en sus negocios. Pero cuando en 1949
aparecieron los primeros síntomas de deterioro económico, estos sectores fueron pasando de
posturas antiperonistas discursivas hasta el apoyo a planes conspirativos para desestabilizar al
gobierno.

LA POLÍTICA SOCIAL
La euforia económica de los primeros años del gobierno peronista fue acompañada por una política
social que mejoró las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores y atendió las
necesidades de los sectores más desprotegidos.
El fuerte incremento de la inversión del Estado en las áreas de vivienda y educación se materializó
en la construcción de más de medio millón de viviendas y alrededor de 8.000 escuelas. El acceso al
sistema de educación pública de vastos sectores sociales, que hasta entonces sólo gozaban
formalmente de ese derecho, significó la reducción del analfabetismo al 3% de la población.
La acción social del primer gobierno peronista estuvo liderada por la esposa de Perón, María Eva
Duarte. Si bien su lugar institucional se reducía al pasivo y protocolar papel de primera dama, llevó
adelante una intensa actividad pública, por propia decisión y contando con el apoyo de los sectores
sindicales.
Su actividad política generó fuertes controversias en la sociedad argentina. Para los peronistas se
transformó en el símbolo de la justicia social. Para los trabajadores fue "Evita", "la abanderada de
los humildes". Sus enemigos políticos —a los que calificó en enérgicos discursos como "oligarcas y

76
vendepatrias"— la llamaron despectivamente "la Eva".
La acción de Eva Perón fue sumamente original y rompió con muchas convenciones sociales de la
época. La vida pública estaba reservada para los hombres y, excepcionalmente, para las damas de
la élite, que realizaban tareas de beneficencia. Una mujer de origen humilde, que ocupaba una
posición de poder poco clara desde el punto de vista institucional, generó el recelo y el odio de
algunos sectores sociales.
Para desarrollar sus planes de acción social, Eva Perón creó una fundación que le permitió
establecer un contacto personal directo y cotidiano con los sectores sociales más necesitados. La
Fundación Eva Perón, creada en 1948 en
reemplazo de la Sociedad de Beneficencia,
desplegó una intensa actividad: atendía pedidos
individuales, creaba hogares para niños y
ancianos, centros educativos, colonias de vaca-
ciones, policlínicos, ciudades estudiantiles,
proveía de materiales a hospitales y escuelas,
distribuía alimentos y construía viviendas
populares.

Eva Perón atendía personalmente en su


Fundación los pedidos de los sectores más
necesitados. Las obras de la Fundación se
solventaban con fondos provenientes de
donaciones particulares, de porcentajes de
ventas de entradas y de billetes de lotería, de
descuentos obligatorios que se realizaban dos
veces al año en los salarios y, en ocasiones, de

la exigencia de aportes a empresas


privadas. El manejo de estos
fondos y la propia iniciativa de Eva
Perón le permitieron a la
Fundación desarrollar una
actividad que difícilmente se
hubiera podido encauzar por los
canales institucionales
preestablecidos, sujetos a
controles y trabas burocráticas.

La política social peronista y el


papel protagonice de Eva Perón
reafirmaron el antagonismo entre peronistas y antiperonistas.
Eva Perón fue para los descamisados —como solio llamar a los trabajadores peronistas— quien los
dignificaba y llevaba a la práctica la justicia social. Para los opositores al gobierno se trataba sólo de
77
una actitud demagógica para conformar a los más pobres, de un reparto de dádivas que le permitía
a Perón ampliar su base electoral. La sidra y el pan dulce que los trabajadores recibían para las
fiestas de fin de año eran para algunos una demostración más de que el Estado se ocupaba de las
necesidades de los más pobres, mientras que para otros era el símbolo de un Estado que

La reforma constitucional de 1949


Una de las reformas políticas más importantes realizadas por el peronismo fue la sanción de
una nueva Constitución nacional. El 25 de enero de 1949, luego de la convocatoria a
elecciones, se reunió la Convención Constituyente. En ella, el peronismo tuvo una clara
mayoría, lo que le permitió imponer sus propuestas. Luego de dos meses de deliberaciones, se
aprobó la nueva Constitución nacional. En ella se incorporaron los derechos sociales
conquistados por el movimiento obrero y la legalización de los cambios económicos,
especialmente la política de nacionalizaciones del comercio exterior, de los combustibles y del
transporte. En el orden político se implantó la reelección presidencial y la instauración del voto
directo en los comicios nacionales. La oposición resistió a la nueva Constitución porque
consideraba que era el resultado del afán personalista de Perón, cuyo deseo excluyente era
lograr la reelección presidencial. Además, los socialistas se quejaron porque entre los derechos
de los trabajadores no figuraba el derecho de huelga y los conservadores denunciaron el perfil
excesivamente presidencialista de la reforma. La nueva Constitución finalmente fue aprobada y
tuvo vigencia hasta la caída de Perón en 1955.

derrochaba recursos para manipular la voluntad de" masas ignorantes".

LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LOS SECTORES SOCIALES


LAS RELACIONES CON LOS SECTORES CAPITALISTAS
A partir de la llegada del peronismo al gobierno comenzó a gestarse una profunda reorganización
de las relaciones entre los distintos sectores sociales y el Estado peronista.
Tanto la SRA como la UIA se habían enfrentado a Perón desde antes de 1946 y habían apoyado a los
candidatos de la Unión Democrática. El triunfo electoral del peronismo los obligó a rediscutir su
posición frente a la nueva coyuntura.
La UIA se dividió: algunos empresarios acordaban con el carácter industrializador del peronismo y
otros, en cambio, consideraban riesgoso el fortalecimiento del movimiento obrero mediante la
intervención estatal.
Entre 1943 y 1946, Perón había tratado de establecer vínculos de cooperación con la UIA. Pero el
proceso de lucha política llevó a que, una vez en el gobierno, buscara limitar su poder invitando a
participar en las discusiones sobre la política económica a los pequeños y los medianos empresarios
de todas las regiones del país cuya producción se orientaba hacia el mercado interno. El conflicto se
agravó cuando Perón intervino la UIA —en mayo de 1946— e impulsó la organización gremial de
los empresarios que orientaban su producción hacia el mercado interno como un actor autónomo,
independiente de la UIA. Este proceso concluyó en 1953, cuando la UIA fue finalmente disuelta por
el gobierno y se constituyó la Confederación General Económica (CGE).
Los terratenientes y comerciantes exportadores representados por la SRA, aunque tenían una clara
contradicción de intereses con el proyecto peronista, oscilaron entre las demandas puntuales y la
participación en conspiraciones para desestabilizar al gobierno.

78
LAS RELACIONES CON LOS TRABAJADORES
Los trabajadores se sindicalizaron masivamente y se organizaron creando comisiones internas por
fábrica. De este modo pudieron desarrollar una acción gremial muy dinámica, que compensó la
tendencia a la burocratización de los dirigentes más encumbrados. A medida que aumentaba su
nivel de representación y organización, la influencia del sindicalismo sobre las políticas del Estado
fue cada vez mayor. Sin embargo, la clase obrera obtuvo gran parte de sus conquistas sociales
luego de fuertes conflictos. Entre 1946 y 1949, coincidiendo con la etapa de auge económico, se
produjo una oleada de huelgas. Aunque la mayoría de ellas estuvo dirigida contra los empresarios y
no contra el gobierno, significaron una presión sobre el Estado, que no pudo desoír los reclamos de
los trabajadores.

LAS RELACIONES CON LOS SECTORES MEDIOS


La relación entre el Estado peronista y estos sectores fue muy conflictiva. Aunque muchos de sus
integrantes habían progresado en el plano económico, beneficiados por el proceso de expansión
del consumo de los sectores populares urbanos, su percepción valorativa del peronismo era muy
negativa. Algunos consideraban que su posición económica y social relativamente acomodada era
el fruto del esfuerzo propio y de sus padres —probablemente inmigrantes—, mientras que el
bienestar del que comenzaban a gozar los trabajadores peronistas no se debía a su esfuerzo sino a
la política demagógica y de despilfarro del gobierno peronista.
Muchos se consideraban superiores a los "cabecitas negras" y veían en los nuevos habitantes
urbanos una amenaza a sus posiciones de privilegio. Estos factores culturales acentuaron la
distancia entre el Estado peronista y amplios sectores de empleados públicos, docentes,
estudiantes universitarios, profesionales y comerciantes. Para estos sectores de la sociedad, la
situación de malestar aumentó a partir de algunas medidas tomadas por el gobierno: el uso
obligatorio de distintivos partidarios, la propaganda oficial a través de la radio y de los libros
escolares, la afiliación compulsiva al Partido Peronista para conservar un puesto público, la
monumentalidad de los actos oficiales y los nombres de Perón y Evita en innumerables edificios
públicos e instituciones convirtieron al Estado peronista en una presencia agobiante. Sin
organizaciones gremiales representativas de importancia, la mayoría de ellos depositó sus
expectativas de cambio en la acción opositora de los partidos políticos, principalmente en el
radicalismo y, más tarde, en la acción desestabilizadora de sectores de las Fuerzas Armadas y de la
Iglesia Católica.

EL PERONISMO Y LA IGLESIA CATÓLICA


Las buenas relaciones que habían caracterizado al primer gobierno de Perón con la Iglesia Católica
—apoyando, por ejemplo, la educación religiosa en las escuelas estatales— se deterioraron en su
segundo mandato. La creación de organismos en el campo de la acción social, como la Fundación
Eva Perón, provocó recelo en la institución eclesiástica, que vio en el Estado un competidor con sus
obras de caridad. A esto se sumaron una serie de medidas impulsadas por los diputados peronistas:
la sanción, por primera vez en el país, del divorcio vincular, la eliminación de las discriminaciones
legales entre los llamados hijos legítimos e ilegítimos, un decreto eliminando definitivamente la
educación religiosa en las escuelas del Estado y la suspensión de los aportes del Estado a la
enseñanza privada religiosa. Estas diferencias entre el gobierno peronista y la Iglesia culminaron en
fuertes enfrentamientos. El gobierno acusó a la curia católica de incitar a la violencia apoyando las
79
conspiraciones golpistas y provocando disturbios en las concentraciones religiosas, que tenían un
marcado tono político antigubernamental. La Iglesia, por su parte, criticó al peronismo por su
política anticlerical y por considerarlo responsable de incitar a la violencia en su contra. El punto
más crítico de este enfrentamiento se produjo cuando grupos de simpatizantes del gobierno
atacaron e incendiaron algunas iglesias en Buenos Aires, luego de que el gobierno acusara a
miembros de la Iglesia de quemar una bandera argentina cuando se desarrollaba el acto religioso
de Corpus Christi con una procesión en las calles de Buenos Aires.

LA DEMOCRACIA DE MASAS
El régimen peronista ha sido caracterizado por algunos investigadores como una "democracia de
masas". Para llegar a esta conclusión toman como dato fundamental la participación masiva del
conjunto de la clase trabajadora dentro del sistema político, tanto a través del sufragio —al que se
incorporaron por primera vez las mujeres en J 947— como a partir del desarrollo de organizaciones
de representación de intereses intermedias, como los sindicatos, las unidades básicas, las
asociaciones barriales y las entidades vecinales.
El fortalecimiento de los sindicatos y la vigencia efectiva de los convenios colectivos de trabajo —
por los cuales eran los sindicatos por rama los que discutían con los empresarios los salarios y las
condiciones de trabajo— abrieron nuevos espacios de discusión y contribuyeron a la demo-
cratización de las relaciones sociales en los lugares de trabajo. La elección directa de los delegados
de fábrica y de las comisiones internas posibilitó a los trabajadores el control de sus propias
organizaciones. De manera indirecta, la ampliación de la escolaridad y de la alfabetización al
conjunto de la población también contribuyó a consolidar este proceso.
Como contrapartida, en ocasiones el Estado intentó subordinar a las organizaciones sindicales,
limitando su accionar independiente y estableciendo una verticalización de sus estructuras y
cuadros de conducción. Al frente de muchos gremios fueron quedando los dirigentes más dóciles y
se acentuó de este modo una tendencia a la burocratización de la actividad sindical. Otra muestra
de esta tendencia fue que los sindicatos y la CGT comenzaron a ser considerados como una "rama"
del movimiento peronista y, por lo tanto, sujeta a las decisiones que emanaban de la estructura
partidaria cada vez más alejada del dinamismo de los primeros tiempos. Por su parte, los militantes
sindicales opositores, en particular los comunistas, sufrieron persecuciones y detenciones.
No obstante, a pesar del intento de subordinar al sindicalismo, las organizaciones obreras
mantuvieron márgenes de maniobra y de acción independientes de las decisiones del gobierno.

LOS ACTOS PÚBLICOS Y EL DIÁLOGO DIRECTO CON EL LÍDER


Otro rasgo distintivo de esta democracia de masas fue la realización de grandes concentraciones
públicas —las más importantes se realizaban en la Plaza de Mayo—, que se constituyeron en una
nueva y frecuente forma de participación política directa de los sectores populares. La tradición
inaugurada por los trabajadores el 17 de octubre de 1945 continuó durante los dos gobiernos de
Perón, aunque fue perdiendo su carácter inicial, cuando tenían la iniciativa !as organizaciones
obreras, y se fue transformando poco a poco en actos oficiales, de contenido análogo al de una
"fiesta patria". El Estado intentó asumir el control de estas celebraciones y convertirlas en actos de
convalidación de su política. Sin embargo, en ocasiones como el 22 de agosto de 1951, en el
llamado "Cabildo Abierto del justicialismo" —cuando fue propuesta la candidatura de Eva Perón a
la vicepresidencia— las organizaciones obreras demostraron que no estaban dispuestas a perder

80
por completo su capacidad de decisión política autónoma y organizaron el acto para presionar en
favor de sus propios intereses.

EL SISTEMA DE PARTIDOS Y EL PARLAMENTO


A pesar del triunfo electoral de 1946, la oposición nunca aceptó al peronismo como una fuerza
legítimamente democrática, sino que la consideró como la versión local del autoritarismo
nazifascista. Los partidos opositores — radicales, socialistas, comunistas, conservadores —
criticaron con dureza al gobierno y algunos de sus dirigentes incluso alentaron los intentos de
golpes de Estado que impulsaron sectores liberales de las Fuerzas Armadas. El gobierno de Perón
tampoco reconoció como interlocutores legítimos a los partidos políticos y prefirió abrir canales de
negociación con las entidades que
representaban intereses
corporativos. Acusaba a los políticos
opositores de no comprender "la
revolución nacional que el peronismo
encarnaba" y de conspirar contra los
intereses del pueblo. Ni unos ni otros
reconocieron el espacio
parlamentario como ámbito de
negociación para la búsqueda de
acuerdos. La lucha política se pobló
de epítetos descalificadores:
"cabecitas negras" y "aluvión
zoológico" fueron algunas de las
expresiones con que los
antiperonistas agredieron a los
simpatizantes del gobierno. Éstos
calificaban a sus adversarios de
"contreras", "cipayos" y "oligarcas";
después de 1955, se difundiría el
calificativo de "gorilas".
Esta debilidad de las instituciones
políticas para la representación de
intereses se daba, además, en una
VIEJO TRUCO. etapa de gran conflictividad social y
El dibujante del periódico socialista La Vanguardia,
Tristón, expresaba la idea que los simpatizantes de los de fuerte lucha política por la
partidos de la izquierda tradicional tenían sobre el apoyo distribución de la riqueza. Esta
popular al peronismo
experiencia contribuyó a que, en los
años posteriores, sectores
mayoritarios de la sociedad argentina — que recordaban también las largas décadas anteriores de
fraude y exclusión — no valoraran la democracia política.
La propia política partidaria también se hallaba menoscabada por el escaso dinamismo y la fuerte
verticalización del partido oficialista. La creación del Partido Peronista acentuó la centralización del

81
discurso político oficial y la burocratización de la estructura partidaria. La cómoda mayoría que
tenía el peronismo en ambas cámaras, acentuada en la elección de 1951, hizo que la lucha política
partidaria tuviera aún menos relevancia. Además, la relación directa entre el líder del movimiento
peronista y las masas obreras restaba capacidad de representación al partido.

LA CRISIS DEL MODELO ECONÓMICO Y DE LA ALIANZA SOCIAL PERONISTA


A partir de 1949, el modelo económico industrialista y redistributivo comenzó a sufrir algunas
dificultades que se agravaron en 1952.
La fase expansiva del proceso de sustitución de importaciones se detuvo debido a un conjunto de
factores. Los ingresos de divisas provenientes de las exportaciones disminuyeron porque fueron
menores las ventas a causa de la pérdida de mercados: los Estados Unidos protegieron su
producción agrícola y desplazaron a la Argentina de algunos de sus tradicionales mercados eu-
ropeos. También disminuyó el volumen de los productos exportables: a la disminución de los saldos
exportables que provocó el aumento del consumo interno se sumaron malas cosechas y liquidación
de hacienda como consecuencia de la sequía de 1951-52. Como consecuencia de esta situación se
restringieron las importaciones, decayó la producción industrial y se generó inflación —en 1951,
por ejemplo, el costo de vida aumentó un 37%— debido a que los salarios continuaron
aumentando y la producción de bienes decayó. Esta caída de las exportaciones agropecuarias
afectó el flujo de
divisas necesario
para mantener el
nivel de
importaciones de los
insumes que
requería la actividad
industrial para
continuar
desarrollándose. Y
en esta coyuntura, la
burguesía agraria no
estuvo dispuesta a
aumentar sus
inversiones para
mejorar los niveles
de producción de bienes exportables. En este contexto económico recesivo e inflacionario, se
agudizaron las tensiones sociales y la lucha política por la distribución de la riqueza. Los traba-
jadores, a través de las presiones ejercidas por los sindicatos, procuraron defender el nivel de sus
ingresos y, durante el período 1949-52 se produjeron numerosas huelgas por reclamos salariales.
Los empresarios que veían reducidos sus beneficios por los mayores costos de los insumes
importados y la disminución del crédito, se resistieron a otorgar aumentos salariales.

LA REELECCIÓN DE PERÓN Y SU SEGUNDA PRESIDENCIA (1952- 1955)


A pesar de las dificultades económicas, en las elecciones realizadas en 1951 el peronismo obtuvo

82
un triunfo arrollador. La fórmula encabezada por Perón obtuvo el 62% de los votos, contra el 32%
de la fórmula de la Unión Cívica Radical, encabezada por Ricardo Balbín. El resto de los partidos —
socialistas, comunistas, demócratas-— sumaron en conjunto el 4% de los votos. Estos resultados
permitieron al peronismo inaugurar un nuevo período gubernamental, contando con una sólida
mayoría en ambas Cámaras legislativas.
En la imagen, Perón y su esposa —quien murió pocas semanas después— recorren las calles de
Buenos Aires el día en que aquél asumió por segunda vez la presidencia de la Nación, el 4 de junio
de 1952

LAS RESPUESTAS A LA CRISIS: EL PLAN ESTABILIZADOR


Durante su segunda presidencia, Perón se propuso realizar cambios en la orientación económica,
con el objetivo de atenuar los efectos de la crisis. Los cambios ya habían comenzado en 1949 y se
profundizaron en 1953, con la puesta en marcha del Segundo Plan Quinquenal. Se trató de un plan
de ajuste, que intentó detener la inflación y aumentar la producción por medio de la reducción del
consumo popular, el congelamiento de precios y salarios —prolongando por dos años los convenios
colectivos entre trabajadores y empresarios—, el recorte de los gastos del Estado, los incentivos a
la producción y la exportación agropecuaria, la apertura a la entrada de capitales extranjeros y la
disminución de la presencia del Estado como empresario.
Los efectos de esta política tuvieron rápidos resultados: la inflación disminuyó, la actividad
agropecuaria mejoró y, en general, la producción recuperó los niveles anteriores a la crisis.
Contribuyeron a revertir la tendencia negativa el apoyo de los sindicatos al plan del gobierno
(aceptaron firmar convenios colectivos de más largo plazo) y la buena cosecha de 1952-53.
Sin embargo la tensión social se reavivó en 1954. Ya superada la fase recesiva y concluida la tregua
salarial, los sindicatos reiniciaron la lucha por la distribución del ingreso desplegando una intensa
ola de huelgas.
Frente al fuerte activismo y a la unidad organizativa de los sindicatos de trabajadores, los
empresarios presentaban un cuadro muy diferente, divididos en luchas entre fracciones con
intereses y posiciones políticas enfrentadas. Las organizaciones representativas de la gran
burguesía industrial se volcaron a una franca oposición cuando, en 1953, el gobierno le quitó la
personería jurídica a la UIA y sólo reconoció como interlocutor empresario a la CGE.

LA CRISIS POLÍTICA Y EL GOLPE MILITAR DE 1955


Las dificultades económicas y las tensiones sociales se combinaron con un panorama político cada
vez más conflictivo. El enfrentamiento entre los partidarios del gobierno y sus opositores se agravó
cuando Perón asumió su segundo mandato presidencial.
Si bien en las elecciones el peronismo se impuso a los partidos de la oposición por una diferencia
abrumadora, el gobierno sufrió un fuerte desgaste político. La reforma constitucional de 1949, que
permitió la reelección de Perón, obtenida gracias a la amplia mayoría de convencionales oficialistas,
provocó el deterioro de las relaciones con la oposición, ya que los representantes de la UCR se
retiraron de la Convención Constituyente.
Por otra parte, el intento de los sindicatos por imponer como candidata a vicepresidente a Eva
Perón generó la reacción de los sectores más conservadores, que presionaron al gobierno por
medio de las Fuerzas Armadas para que no se concretara la iniciativa. Desde entonces, los militares

83
se constituyeron en un actor político cada vez más activo e independiente del gobierno, que actuó
con autonomía, presionando y conspirando para quebrar la estabilidad institucional. Los sectores
liberales y del nacionalismo católico ganaron espacio dentro de las Fuerzas Armadas, a la vez que
establecieron relaciones y acuerdos con los partidos políticos opositores (radicales, conservadores,
socialistas).
La Iglesia Católica, que durante los primeros años de gobierno había mantenido una buena relación
con Perón, se fue distanciando y adoptó una posición de abierta oposición hacia el gobierno.
El resultado de estos conflictos políticos y de las tensiones sociales fue la reconstitución y el
fortalecimiento de la alianza social antiperonista, conformada por la gran mayoría de los sectores
medios —los más activos eran los estudiantes nucleados en la FUÁ—, la gran burguesía ligada al
capital local y extranjero —representada por la SRA y la CARBAP—, la Bolsa de Comercio y la UIA, la
Iglesia Católica y muchos sectores de las Fuerzas Armadas. En el plano político-institucional esta
alianza social se expresó por medio de duras críticas lanzadas por la casi totalidad de los partidos
opositores, en particular por la UCR, conducida por Ricardo Balbín.
Fuera del marco legal, se produjeron levantamientos contra el gobierno en diversas bases militares,
que culminaron el 16 de junio de 1955 con un bombardeo en horas del mediodía a la Plaza de
Mayo, cuyo resultado fueron cientos
de civiles heridos y muertos. A dicha
acción le siguió el ataque de
simpatizantes peronistas a locales
de partidos opositores y el incendio
de iglesias, considerados
instigadores de un golpe militar
contra el gobierno.
Estos hechos acentuaron el clima de
enfrentamiento político. El apoyo
social al gobierno quedó reducido a
un sector del empresariado, la CGE,
y a los trabajadores representados
por la CGT, que convocó por radio
en varias oportunidades a los
trabajadores a defender al gobierno.
Éstos se movilizaron el 31 de agosto
a la Plaza de Mayo y, en esa
oportunidad, Perón pronunció un
durísimo discurso, en el que "Alpargatas sí, libros no", según una caricatura de Tristón.

remarcó la necesidad de defender


las conquistas sociales a cualquier precio: "Hemos de restablecer la tranquilidad en el gobierno, sus
instituciones y el pueblo, por la acción del gobierno, las instituciones y el pueblo mismo. La
consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción
violenta con otra más violenta. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos".
Finalmente, el 16 de septiembre de 1955, otro levantamiento militar —que se autodenominó
"revolución libertadora"— encabezado por el almirante Isaac Rojas y los generales Pedro E.
Aramburu y Eduardo Lonardi destituyó a Perón y estableció un gobierno provisional.

84
LA CULTURA DE LOS SECTORES POPULARES
A partir de 1945, paulatinamente, se produjo un cambio importante en la vida cultural argentina.
Frente al tradicional europeísmo de la élite y de los sectores medios, que intentaban reafirmar su
ascenso social incorporando rasgos característicos de las minorías cultas, fue conformándose una
cultura popular distinta de aquélla y, en muchos sentidos, opuesta.
La cultura de los sectores populares adquirió un carácter nacional, dejando atrás la etapa en la que
predominó el aporte de los inmigrantes. El proceso de nacionalización se vio favorecido por la
disminución del flujo inmigratorio y por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que limitó por
algunos años la incesante llegada de productos culturales europeos. Al mismo tiempo, las
migraciones internas acercaron a la cosmopolita Buenos Aires las tradiciones culturales del interior
del país. La ciudad y los suburbios se poblaron de nuevas ropas, comidas, palabras, tonadas y
canciones.
Como ocurrió con el tango en los años veinte, la música popular del interior, el folclore, fue primero
el patrimonio exclusivo de los sectores populares y luego comenzó a ser aceptado por otros
sectores de la sociedad. La radio contribuyó a cambiar el gusto de muchos que se fueron habi-
tuando a ritmos y melodías que creían propias de la gente del campo.
Sin embargo, el rasgo más característico del panorama cultural en aquellos años fue la distancia e,
incluso, el enfrentamiento que se establecieron entre la "cultura nacional y popular" y la "cultura
oligárquica". Cada sector creó y defendió su propio ámbito de acción, sus propios códigos y
actitudes.
Los teatros, las universidades, los museos, las bibliotecas, la producción literaria continuaron siendo
los ámbitos en los que predominaron la élite y los sectores medios. Esta "Argentina de los libros" se
preparó para resistir el avance de la "Argentina de las alpargatas". La célebre expresión "alpargatas
sí, libros no", que cantaban los manifestantes peronistas en octubre de 1945, quedó grabada en la
memoria colectiva como el símbolo del conflicto social y cultural de la etapa peronista.
Para muchos trabajadores excluidos de un sistema educativo elitista, la cultura popular significaba
una reacción contra la élite y una afirmación de su propia identidad como pueblo. El Estado pero-
nista contribuyó a exaltar y difundir esta nueva cultura del trabajo, en la que el trabajador, el
obrero, el descamisado encarnaban valores positivos. En la visión de los antiperonistas, se trataba
de "cabecitas negras e ignorantes" que vivían del favor del Estado.

Junto a los antiguos potreros y


los pequeños estadios se
construyeron otros grandes y
modernos, como el Fortín de
Vélez Sársfield y el de Racing
Club de Avellaneda (en la
foto), al que se llamó
"Presidente Perón", y donde
se inauguraron los Juegos
Panamericanos el 25 de
febrero de 1951. En la revista
Mundo Deportivo (15/3/51)
podía leerse: "El flamante y
extraordinario estadio de
Racing está llamado a vibrar
en ocasión de cada
manifestación de jerarquía,
recibiendo en tal sentido un
bautismo que acaba de
consagrarlo como una de las
más hermosas realizaciones
del deporte nacional y, por
ende, como uno de los 85
estadios más queridos por el
pueblo".
LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO PERONISTA EN EL ÁMBITO CULTURAL

El conflicto cultural
también se expresó
en las instituciones
educativas. El
notable crecimiento
de la matrícula en
los tres niveles de
enseñanza significó
la incorporación
masiva de la clase
trabajadora a
nuevos espacios
culturales. La
acción del Estado
en ese ámbito acentuó aún más los conflictos. Medidas de propaganda oficial como la
obligatoriedad de leer el libro La razón de mi vida de Eva Perón o la presencia constante de los
nombres de Perón y Evita en los libros de lectura para la escuela primaria provocaban un rechazo
generalizado entre los sectores medios antiperonistas. Sin embargo, para quienes por primera vez
podían enviar a sus hijos a la escuela, recibir gratuitamente un libro de esas características era la
continuidad "natural" de su relación armoniosa con un Estado que se preocupaba por sus
necesidades. Lo que algunos sentían como una invasión o autoritarismo por parte del Estado, otros
lo percibían como un símbolo de reivindicación y de justicia social.
Otro rasgo característico de la cultura de la época fue la presencia cotidiana del deporte, como
práctica y como espectáculo masivo. El Estado lo promocionó por medio de los Torneos Infantiles
Evita, apoyando la profesionalización de los atletas y construyendo polideportivos y estadios. Los
triunfos de los deportistas argentinos en el exterior —como en el caso del automovilista Juan
Manuel Fangio o el maratonista Delfo Cabrera— fueron exaltados como logros de la política oficial

86
EL GOBIERNO DE LA "REVOLUCIÓN LIBERTADORA" (1955-1958)
LOS APOYOS SOCALES AL GOLPE MILITAR

El 16 de setiembre de 1955 se concretó el movimiento militar que puso fin al gobierno peronista. El
general Eduardo Lonardi dirigía las operaciones desde Córdoba. En los días siguientes, el puerto de
Mar del Plata fue sometido a un bombardeo naval y los rebeldes amenazaron con hacer lo mismo
con el puerto de Buenos Aires si el gobierno no se rendía. Finalmente, el día 23, Perón se refugió en
la embajada del Paraguay y desde allí abandonó el país en una cañonera de esa bandera. Ese
mismo día, el general Lonardi fue designado presidente provisional.
El golpe militar que derrocó al gobierno peronista contó con el apoyo de la mayoría de los
miembros de las Fuerzas Armadas, la burguesía agraria y la industrial, gran parte de los sectores
medios, los partidos políticos de la oposición y la Iglesia Católica. Todos estos sectores de la so-
ciedad argentina coincidían en caracterizar al régimen peronista como una "dictadura totalitaria".
Por esta razón se sintieron identificados con el nombre de "revolución libertadora" que los militares
golpistas dieron a la intervención que quebró el régimen democrático. Los jefes militares que
encabezaron el golpe se presentaron ante la sociedad como los verdaderos representantes de la
democracia y la libertad.
La unidad del frente opositor antiperonista estuvo basada en dos acuerdos mínimos: la necesidad
de desperonizar la sociedad argentina y la de cumplir una etapa de reorganización política
conducida por las Fuerzas Armadas para concluir con un llamado a elecciones nacionales que
restablecieran el régimen político democrático. Pero esta unidad comenzó a resquebrajarse cuando
el gobierno "de facto" asumió el control del Estado y comenzó a tomar decisiones para enfrentar
los problemas políticos y económicos.
El general Lonardi era partidario, junto con algunos miembros de su gabinete, de establecer
acuerdos con sectores del gobierno depuesto. Pero esta posición no era representativa de los
sectores sociales más poderosos que habían apoyado el golpe, ni contaba con el acuerdo de los
otros jefes militares golpistas. El almirante Rojas (que además de vicepresidente y vocero de la
Armada era el presidente de una Junta Consultiva integrada por representantes de los partidos
antes opositores) no estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de acercamiento ni acuerdo con
sectores peronistas. Finalmente, en noviembre de 1955, el general Lonardi fue obligado a renunciar
y reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, quien asumió como presidente de la
Nación.

LAS DECISIONES POLÍTICAS Y ECONÓMICAS DEL GOBIERNO MILITAR


Luego del desplazamiento de Lonardi, la "revolución libertadora" profundizó su orientación
antiperonista. El gobierno disolvió al Partido Peronista e intervino la CGT luego de que ésta
convocara a una huelga general. Desde el punto de vista de los militares, estas medidas soluciona-
ban unos problemas pero, al mismo tiempo, planteaban uno nuevo y fundamental: el de la
sucesión del gobierno militar en el marco de exclusión política de un partido al que adherían
sectores mayoritarios de la sociedad argentina.
En los planos económico y social, las decisiones no fueron tan contundentes como las tomadas en
el plano político. El gobierno del general Aramburu estuvo marcado por su carácter provisional.
Aramburu entendía que el gobierno militar debía administrar al país hasta que éste estuviera en
condiciones de darse un gobierno libremente elegido y que, por esa razón, no debía tomar

87
decisiones que limitaran la libertad de acción de aquél. Por esto, durante su gobierno no hubo
definiciones en relación con cuestiones fundamentales que, por entonces, estaban en debate en la
sociedad argentina. Algunas de estas cuestiones eran: liberalizar completamente la economía o
mantener algún grado de dirección por parte del Estado y, en tal caso, en qué áreas; ampliar el
sector nacionalizado de la economía o, por lo contrario, reducirlo; propiciar en el sistema educativo
la escuela oficial y laica o delegar funciones y fondos públicos a instituciones privadas,
preferentemente confesionales.
El gobierno suprimió los controles de cambio y la comercialización de las exportaciones con
intervención estatal y aplicó fuertes devaluaciones que beneficiaron a la burguesía agraria más
concentrada. También congeló los salarios y suprimió todo subsidio al consumo de los sectores po-
pulares. Mantuvo la política petrolera y, aunque no impulsó ningún plan para atraer inversiones
extranjeras, el gobierno gestionó y logró la incorporación de la Argentina al Fondo Monetario
Internacional (FMI), situación que abrió nuevas posibilidades de financiamiento externo. Como
resultado de estas medidas, los años de gobierno militar significaron un estancamiento del sector
industrial y una importante transferencia de ingresos hacia el sector agropecuario. Sin embargo, la
falta de un plan económico con objetivos definidos tuvo como resultado, hacia 1958, saldos cada
vez más deficitarios de la balanza comercial y una inflación descontrolada.

REPRESIÓN Y RESISTENCIA SOCIAL


Los fusilamientos de junio de 1956
Bajo el control del general Aramburu y el almirante
El 9 de junio de 1956, en varios puntos del Rojas, el gobierno militar dictó varios decretos que
país estalló una rebelión armada peronista, en
la que participaron civiles y militares. La
tenían como finalidad desintegrar al peronismo
asonada —que tuvo como centro el 7° como fuerza política y social. Además de la
Regimiento de Infantería de La Plata y la
guarnición de Campo de Mayo— fue conocida disolución del Partido Peronista, decretó también la
por el gobierno con anticipación: al cabo de inhabilitación de todos los dirigentes políticos y
unas horas fue aplastada. El gobierno
reaccionó violentamente: implantó la ley gremiales que hubieran participado del gobierno de
marcial y condenó a fusilamiento a los líderes Perón. Las autoridades militares confeccionaron
de la rebelión. La rebelión armada se inscribió
en un contexto de huelgas, sabotajes a la listas de dirigentes, delegados y militantes que
producción y desobediencia cívica contra los
fueron encarcelados. Una vez intervenida la CGT,
militares golpistas.
A pesar de que el levantamiento había sido las sedes de los gremios fueron controladas por
aplastado, el gobierno militar aplicó la ley
marcial. Treinta y ocho personas, civiles y
fuerzas de seguridad. También suspendieron las
militares, fueron fusilados: el jefe del convenciones colectivas de trabajo, lo que privó a
movimiento, el general Valle, en la
penitenciaría de la calle Las Heras, y un grupo los trabajadores de
de civiles en un basural de José León Suárez, negociar mejoras
en la provincia de Buenos Aires. Aramburu y
Rojas asumieron públicamente la salariales en un
responsabilidad de esta decisión, que período en el que el
justificaron como indispensable para evitar
reacciones similares. Estas acciones hicieron poder adquisitivo de
que los peronistas llamaran revolución los salarios decaía a
fusiladora al gobierno militar presidido por
Aramburu. causa de la inflación.
El fusilamiento de civiles realizado ilegalmente Frente a esta situación
por personal militar en J. L. Suárez puede
considerarse como un antecedente del de represión y
terrorismo de Estado que las Fuerzas
Armadas aplicaron más tarde y de manera
deterioro salarial, los
sistemática entre 1976 y 1983. trabajadores
organizaron y

88
protagonizaron acciones de resistencia. Muchos reaccionaron —casi individualmente—
rebelándose contra la prohibición del peronismo. Realizaban actos relámpagos en las calles, en los
que solamente cantaban la marcha peronista, arrojaban volantes favorables a Perón y, luego,
desaparecían rápidamente. Otros se nuclearon en los llamados comandos de la resistencia
peronista. Éstos fueron pequeños grupos que surgieron en todo el país, poco después de producido
el golpe militar, en forma casi espontánea dentro de las organizaciones de base ya existentes. Una
gran parte de sus conductores fueron dirigentes de segunda o tercera línea que habían escapado
del encarcelamiento por no ser muy conocidos. Los comandos de la resistencia más audaces
comenzaron a organizar sabotajes y elevar el tono de las protestas, haciendo es-tallar, en diversos
lugares, explosivos de fabricación casera, a los que llamaban caños.
En los primeros años de la "revolución libertadora", estos grupos no tenían conexión entre sí e,
incluso, muchos de sus miembros desconfiaban de la antigua dirigencia sindical. El intento por
establecer una relación orgánica partió del contacto establecido entre John William Cooke, que
había sido diputado peronista en 1946, y Perón, quien lo nombró su delegado. Entre 1957 y 1959,
las acciones de la resistencia fueron creciendo en organización: del rudimentario caño explosivo pa-
saron a la dinamita o al explosivo plástico; de la dispersión, a la planificación conducida por Cooke.

J. W. COOKE Y LA ORGANIZACIÓN DE LA RESISTENCIA PERONISTA


John William Cooke fue diputado
peronista en 1946, cuando tenía 25
años. Luego de 1955, fue
representante de Perón en la
Argentina y principal líder de la
resistencia peronista entre 1955 y
1959. Cooke consideraba que el
peronismo debía transformarse en
un movimiento revolucionario, con
estrategias insurreccionales, para
lograr la toma del poder. Enfatizaba
la necesidad de superar el
movimientismo por una organización
revolucionaria eficiente. Criticó lo
que él denominaba la burocracia sindical —que había crecido en torno del poder entre 1946 y
1955— y propuso separarla del peronismo. En el período de la resistencia, Cooke profundizó la
organización de los comandos y los vinculó con los sindicatos. A partir de su viaje a Cuba, en 1960,
sostuvo la necesidad de profundizar el foquismo. El foco o foco guerrillero fue una estrategia
político-militar que proponía convocar al pueblo, a las masas, a una lucha armada contra las clases
dominantes locales y el imperialismo, y suponía que, a partir del ejemplo revolucionario de un
núcleo de combatientes que se instalaba inicialmente en zonas serranas o selváticas poco pobladas,
comenzaba una lucha armada a la que las masas se incorporaban más o menos espontáneamente.
Cooke consideraba que el peronismo era un "movimiento de liberación nacional" que debía
conducir una revolución social en la Argentina.

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ELECCIONES, PROSCRIPCIONES Y ÁRBITROS: FRONDÍZI PRESIDENTE (1958-1962)
LAS ELECCIONES GENERALES DE 1958
Después de los resultados de las elecciones a
constituyentes de 1957, las Fuerzas Armadas se
convencieron de que habían fracasado en su intento por
"desperonizar" la sociedad argentina. El fortalecimiento
de la adhesión al peronismo y el repudio a todas las
prohibiciones por parte de las bases sindicales llevaron a
los militares a tomar la decisión de, en el futuro, prescindir
políticamente del pueblo peronista. Con este fin, las
Fuerzas Armadas controlaron de cerca las decisiones de
los gobernantes civiles que asumieron la presidencia de la
República en los años siguientes, para evitar cualquier
intento de acuerdo y apertura que significara la
legalización de la actividad política del peronismo.
De todos modos, el gobierno militar decidió convocar a
elecciones generales para 1958. Las acciones de la resistencia peronista, los problemas económicos
y el permanente discurso de los militares y sus aliados sobre sus intenciones democráticas le
dejaron poco margen al gobierno para permancer en el poder por mucho tiempo más. En febrero
de 1958, la campaña electoral estaba polarizada entre los candidatos de las dos fracciones del
radicalismo.
También era evidente que las Fuerzas Armadas no eran prescindentes, contrariamente a lo
expresado por sus miembros en público. El gobierno provisional apoyó a la Unión Cívica Radical del
Pueblo y a su candidato, Ricardo Balbín. Arturo Frondizi, como candidato de la Unión Cívica Radical
Intransigente, se postuló con un perfil claramente opositor al gobierno, buscando un acercamiento
con el peronismo político y levantando banderas antiimperialistas y populares que resultaron
atractivas para simpatizantes de partidos de izquierda y para un número considerable de
peronistas.
Sin embargo, tanto los civiles como los militares estaban convencidos de que la elección sería
definida por la decisión de los votantes peronistas. Aunque, tiempo después, las dos partes
negaron haber suscripto un compromiso, existen indicios que permiten sostener que Rogelio
Frigerio —estrechamente vinculado con Frondizi— y Perón llegaron a un acuerdo: a cambio de la
orden de Perón de votar a la UCRI, Frondizi se comprometía, una vez en el gobierno, a normalizar la
actividad de la CGT, la CGE y los sindicatos, y a permitir la participación de candidatos peronistas en
las elecciones provinciales.
Finalmente, Frondizi obtuvo el 44,9% de los votos, Balbín el 28,9% y los votos en blanco alcanzaron
el 9,2%. Los votos obtenidos por Frondizi en febrero de 1958 eran la suma de los votos que había
obtenido la UCRI y los votos en blanco en las elecciones de constituyentes de julio de 1957. Una
gran parte de los peronistas votó a Frondizi otorgándole una amplísima mayoría

EL PROYECTO DESARROLLISTA
Apenas asumió la presidencia, Frondizi tomó dos decisiones relacionadas con las promesas
preelectorales: decretó un aumento de salarios del 60%, que, en realidad, era un porcentaje casi
equivalente al nivel de aumento ya registrado de los precios, e impulsó una ley de amnistía que fue
90
aprobada por el Congreso. Aunque esta ley no dejó definida la situación legal del peronismo, per-
mitió a sus adherentes usar públicamente sus símbolos y legalizar sus organizaciones y actividades.
En el plano económico, el gobierno se propuso ejecutar el plan desarrollista, que habían elaborado
en forma conjunta Rogelio Frigerio, quien asumió como secretario de Relaciones Económicas, y un
equipo de empresarios y técnicos. El motor de la propuesta desarrollista era impulsar el desarrollo
de la llamada "industria pesada" —metalurgia, siderurgia y petroquímica— con el aporte de
inversiones de capital y tecnología extranjeros. Profundamente relacionado con esta meta estaba el
objetivo de modernizar el campo, mejorando la mecanización de las tareas rurales. De este modo,
era posible aumentar la producción del sector agropecuario, lo que produciría un aumento de los
saldos exportables y un mejoramiento en el saldo de la balanza comercial. Al mismo tiempo, se
incrementaba la demanda para las nuevas máquinas-herramientas producidas ahora en el país.
La aplicación del plan originó un importante crecimiento de las inversiones extranjeras y un notable
aumento en las producciones de acero, petróleo y automóviles. Sin embargo, el gobierno no pudo
evitar un proceso de fuerte inflación y serias dificultades en la balanza de pagos. Para resolver estos
problemas, Frondizi convocó como ministro de Economía a Alvaro Alsogaray —representante del
liberalismo económico más ortodoxo— y avaló la aplicación de un Plan de Estabilización. Los
elementos centrales de este plan eran el congelamiento de salarios y la eliminación de las medidas
regulatorias del Estado. Su aplicación generó disminución de los salarios de los trabajadores, deso-
cupación y agudización de los conflictos sociales.

INDUSTRIA NACIONAL, EMPRESARIOS E INVERSIONES DE CAPITAL EXTRANJERO


En noviembre de 1958, el Congreso de la Nación sancionó la ley 14.780 que autorizaba un nuevo
tipo de inversión extranjera: la inversión extranjera directa (IED). Ésta significaba un profundo
cambio en la inserción del capital extranjero en la economía del país. Los aspectos más importantes
en los que innovaba la ley eran los siguientes:
 los capitales extranjeros gozaban de los mismos derechos que las leyes acordaban a los
capitales nacionales;
 las inversiones se podían canalizar hacia la instalación de nuevas plantas o la ampliación de
las existentes;
 la incorporación de capital podía hacerse indistintamente en divisas, maquinarias o
equipos, productos semielaborados o materias primas;
 la inversión se computaba al tipo de cambio vigente en el mercado libre y las ganancias
anuales se podían transferir al país de origen, a ese mismo cambio, sin previa autorización;
 la repatriación del capital no tenía más limitaciones que las que se convenían en el
momento de autorizar la inversión.

91
LOS DEBATES POR LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
Durante los años posteriores al
gobierno de Frondizi,
intelectuales, economistas y
políticos debatieron sobre el
efecto que las IED tenían sobre
la industria nacional, ya que
eran muchas las empresas de
capital nacional que habían
pasado a ser controladas por
empresas transnacionales (ET),
que controlaban sectores
estratégicos de la producción
del país. Las ET eran empresas
cuyas casas matrices estaban
radicadas en el país de origen
del capital y tomaban las
decisiones que afectaban a las
filiales establecidas en
diferentes lugares del mundo.
La polémica giraba en torno de
los beneficios y de los conflictos
que generaba el desembarco de
las inversiones extranjeras. Para
algunos, las inversiones
extranjeras cumplían un objetivo de vital importancia para el desarrollo del país, generando un
aumento considerable en la tasa de crecimiento. Para otros, los costos de las inversiones foráneas
eran demasiado elevados porque generaban una excesiva transferencia de utilidades al exterior, lo
que producía dificultades inevitables en la balanza de pagos y perpetuaba la dependencia de los
capitales extranjeros en un grado peligroso.

92
EL PLAN CONINTES
Hacia mediados de 1959, las diferentes medidas de fuerza organizadas y puestas en práctica por
numerosos sindicatos complicaron la situación del gobierno frente a las Fuerzas Armadas. Frondizi,
entonces, buscó cambiar la imagen de un gobierno sin control y se decidió por la represión. Para
esto contaba con el Plan CONINTES (CONmoción INTerna del EStado), que permitía declarar zonas
militarizadas a los principales distritos industriales, como La Plata y otros partidos vecinos, y
autorizaba allanamientos y detenciones. Muchos gremios fueron intervenidos y otros tantos
protagonizaron extensas
huelgas. Los bancarios, por
ejemplo, paralizaron sus tareas,
durante dos meses, en señal de
protesta por el despido de
miles de trabajadores.

LA POLÍTICA DE RELACIONES
EXTERIORES
En el plano de la política
exterior, Frondizi se propuso
intensificar las relaciones con
los principales centros
mundiales de decisión y con
este objetivo realizó nume-
rosos viajes por diferentes
países de Europa y América,
incluidos los Estados Unidos.
Esta orientación de la política
exterior entró en conflicto con
la orientación aceptable para
las Fuerzas Armadas por el
modo en que el gobierno
encaró el tema de Cuba y las
relaciones interamericanas.
Hasta entonces la política de relaciones exteriores no había sido mayormente objetada.
Hacia fines de 1961 y principios de 1962, la entrevista secreta de Frondizi con el "Che" Guevara —
uno de los líderes de la Revolución Cubana— en la residencia presidencial y la posición
abstencionista de la Argentina en la reunión de Cancilleres de la Organización de Estados
Americanos (OEA), realizada en 1962, en la que se decidió la exclusión de Cuba del sistema intera-
mericano, fueron acontecimientos que alarmaron profundamente a los militares.
Hacia fines de febrero, las Fuerzas Armadas dieron a conocer su preocupación por la posición
internacional del gobierno. Por separado, cada jefe hizo un planteo al Presidente expresando sus
puntos de vista. Finalmente, el 8 de febrero, la Argentina rompió relaciones diplomáticas con Cuba.

93
EL DERROCAMIENTO DE FRONDIZI
A pesar de la dureza en la reacción con los sindicatos luego de la aplicación del Plan CONINTES, el
gobierno de Frondizi resultaba poco confiable para las Fuerzas Armadas. Su política exterior y su
pasado acuerdista con el peronismo preocupaban profundamente a los militares.
En 1962 debían realizarse elecciones en varias provincias del país. Frondizi permitió la presentación
de los candidatos peronistas porque pensaba que la UCRI podía llegar a obtener los primeros
lugares. Los triunfos que la UCRI había obtenido, durante 1961, en las elecciones de Catamarca, San
Luis y Santa Fe, eran la base de este optimismo.
En las elecciones de gobernadores de 1962, la que generaba más expectativas era la de la provincia
de Buenos Aires. Por la importancia del caudal de votos de ese distrito electoral y por el elevado
porcentaje de obreros industriales que en ella se concentraban, las Fuerzas Armadas consideraban
una prueba fundamental los resultados de esa elección. La victoria de los candidatos peronistas
resultó intolerable para los militares. En los días siguientes, el gobierno decretó la anulación de las
elecciones en la provincia de Buenos Aires (que habían dado como ganador al peronista Andrés
Framini) y decretó también la intervención de las provincias en las que habían triunfado los
candidatos del peronismo. Los militares no estaban dispuestos a tolerar la vuelta del "régimen de-
puesto" y el presidente Frondizi fue presionado con un nuevo planteo de las Fuerzas Armadas.
Frondizi llamó a los partidos políticos de la oposición a integrar un gabinete de unión nacional, pero
las fuerzas políticas rechazaron la invitación. También fue tibio el apoyo de la CGT a través de un
comunicado. El presidente reorganizó su gabinete con hombres cercanos a los militares y le solicitó
al general Aramburu que mediara en la crisis. Aramburu declaró ante la prensa que "la renuncia del
presidente no significará la quiebra del orden constitucional porque en la Constitución están previs-
tas todas las
circunstancias de
sucesión del gobierno". El
17 de marzo de 1962, las
tres armas pidieron el
alejamiento de Frondizi.
El presidente respondió:
"No renuncio ni doy parte
de enfermo ni me voy de
viaje. Sigo siendo el
presidente". Ante su
intransigencia, el 29 de
marzo, los jefes de las
Fuerzas Armadas
anunciaron al país que "el Presidente de la República ha sido depuesto por las Fuerzas Armadas".
De acuerdo con la ley de acefalía, dado que el vicepresidente Gómez no había sido reemplazado
después de su renuncia, el senador José María Guido (presidente provisional del Senado) juró ante
la Corte Suprema y asumió como presidente de la República.

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LOS CONFLICTOS POLÍTICOS Y SOCIALES DURANTE LA PRESIDENCIA DE ILLIA (1963-1966)
LAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO DE ILLIA
Después de las elecciones, los altos volúmenes de dinero negociado en la Bolsa de Comercio y las
declaraciones del presidente de la Sociedad Rural mostraron que los diferentes sectores de la
burguesía confiaban en "la marcha hacia la recuperación nacional". Sin embargo, estaban
pendientes de confirmación las intenciones expresadas en la campaña preelectoral de romper con
el FMI y anular los contratos petroleros firmados por Frondizi y ratificados por Guido bajo presiones
militares.
A su vez, un conjunto de importantes economistas convocados por la CGT coincidió en la necesidad
de adoptar una política de redistribución de la riqueza y controlar la inflación para mejorar la
situación de los sectores de menores ingresos.
El 12 de octubre de 1963, Illia asumió como presidente de la República, acompañado por un
gabinete integrado por hombres de la UCRP y también de la UCRI y de UDELPA. En su mensaje de
asunción, Illia manifestó su propósito de tender al crecimiento económico y a una más justa
distribución de la riqueza a través de la programación económica. También expresó su decisión de
eliminar la desocupación, defender la moneda y los salarios de los trabajadores, y sancionar un
Código de Trabajo y Seguridad Social.
El 15 de noviembre, el ministro de Economía Eugenio Blanco dio a conocer los decretos del Poder
Ejecutivo que declaraban nulos los
contratos de explotación, exploración y
perforación suscriptos entre YPF y trece
empresas extranjeras vigentes entre el 1
de mayo de 1958 y el 12 de octubre de
1963.
Esta decisión puso en crisis el apoyo de la
UCRI y de los grupos de mayor poder
económico vinculados con el capital
extranjero. Otros sectores de la sociedad,
que sí apoyaban políticamente la
anulación, criticaron el pago de las
cuantiosas indemnizaciones que
recibieron las empresas petroleras a
partir de esa medida.
Desde entonces, fueron cada vez más
frecuentes los enfrentamientos entre el
gobierno y los organismos financieros
internacionales como el FMI y el Banco
Mundial. Por otra parte, a pesar de las
medidas anunciadas, la fuerte alza de los
precios unida a la existencia de 750.000
desocupados y la liquidación de industrias llevaron a la CGT a adoptar un plan de lucha que quebró
la paz social.

95
EL PROYECTO ECONÓMICO
El proyecto económico del gobierno de Illia estaba basado en la intervención del Estado en la
regulación de la economía. En la práctica esta intervención pareció responder a necesidades e
intereses coyunturales. Por esto, era frecuente que una medida dejara sin efecto una anterior que
luego se volvía a retomar.
En febrero de 1964, el Congreso aprobó una ley que facultaba por un año al Poder Ejecutivo a fijar
precios mínimos y máximos y márgenes de ganancias. También creaba el Consejo Nacional de
Abastecimientos, en el que estaban representados el gobierno, los productores y la CGT.
Con estas medidas, el rumbo económico se alejaba del sostenido por ACIEL, basado en el libre
juego del mercado, como medio para distribuir los recursos. Cuando el gobierno estableció un
nuevo régimen cambiario que fijó límites y requisitos para las operaciones de cambio
(especialmente las relacionadas con las divisas provenientes de las exportaciones y las remesas de
fondos al exterior), ACIEL declaró su preocupación por el avance del dirigismo y el estatismo. La
CGE, en cambio, aprobó las medidas.
Hacia mediados de junio, el Congreso sancionó el régimen de salario mínimo, vital y móvil. Sin
embargo, las medidas tomadas para la reactivación de la producción primaria y del sector industrial
no tenían los resultados esperados. A medida que se agudizaban los conflictos sociales entre los
sindicatos y el gobierno, que incluían la ocupación de los establecimientos productivos, y crecía la
movilización de diferentes sectores de la sociedad en todo el territorio del país, los empresarios
capitalistas comenzaron a sentir amenazado el normal funcionamiento de la economía capitalista,
situación que les impedía prever sus ganancias futuras. Por este motivo, comenzaron a disminuir
sus inversiones para el mediano y el largo plazo y buscaron obtener los mayores beneficios en el
más corto plazo. Esta decisión provocó un aumento de la desocupación en el sector industrial,
factor que, a su vez, agudizó todavía más los conflictos sociales y políticos.

EL ENFRENTAMIENTO CON LOS SINDICATOS Y LA AGUDIZACIÓN DE LOS CONFLICTOS


SOCIALES
En enero de 1964, la CGT aprobó un Plan de Lucha que incluía la ocupación de los lugares de
trabajo y los centros de producción en el caso de que el gobierno no tomara las medidas
económicas reclamadas por la central obrera para solucionar los problemas más urgentes de los
trabajadores.
El diario La Prensa inició una campaña periodística contra el Plan de Lucha (calificaba a las
reuniones del Comité Confederal como "asambleas de la subversión"). Por su parte, los dirigentes
de ACEEL expresaron su preocupación al presidente.
La CGT respondió afirmando: "la única libertad que existe es la de morirse de hambre, y los
trabajadores no aceptarán amenazas; al contrario, lucharán hasta las últimas consecuencias para
obtener el logro de sus objetivos".
El plan de lucha contemplaba dos etapas. La primera consistía en una campaña de difusión,
organización y agitación. La segunda, en la efectivización de acciones de lucha directa y ocupación
de los centros de producción (agropecuarios, industriales y comerciales) por un tiempo que se
determinaría oportunamente. Entre mayo y junio de 1964, los trabajadores tomaron pacíficamente
más de 11.000 establecimientos.
96
Estos hechos debilitaron profundamente la autoridad del gobierno. El presidente se limitó a pedir
que imperara el orden. Los estudiantes universitarios se sumaron a la agitación. Mientras tanto, los
empresarios recurrieron a la curia metropolitana, que asumió la defensa del "derecho romano de la
propiedad privada".
Frente a la ausencia de acciones contundentes por parte del gobierno, en sectores de la sociedad se
fue instalando la idea de "un vacío de poder". La actitud, que fue entendida por algunos como
inoperancia, en lugar de contribuir a la pacificación profundizó los enfrentamientos. Mientras se
profundizaba el déficit en la balanza de pagos, el gobierno establecía el control de las tarifas
públicas de la electricidad y el gas. A la huelga del transporte se sumaron otros gremios; finalmente,
el gobierno autorizó el aumento en las tarifas del transporte. Entre tanto, eran cada vez más
frecuentes los atentados.
En mayo de 1965, en este marco de agudización de los conflictos sociales y con un millón de
desocupados, las elecciones para gobernadores profundizaron los enfrentamientos políticos entre
los partidos y entre los civiles y los militares.

LA SITUACIÓN EN EL MOVIMIENTO OBRERO PERONISTA: VANDORISTAS, INDEPENDIENTES Y


COMBATIVOS
En 1964, se profundizó el enfrentamiento entre los dirigentes sindicales peronistas que tenían
diferentes ideas sobre cuál debía ser la orientación de la lucha sindical y política del movimiento
obrero. Pero el conflicto también estaba relacionado con otras dos cuestiones: quién podía ser
reconocido como jefe del peronismo en el país —ante la ausencia de Perón— y cuál debía ser la
relación entre la rama sindical y la rama política del peronismo.
Augusto T. Vandor era dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y encabezaba las 62
Organizaciones, que formaban parte de la CGT. Además, Vandor se había convertido para el
gobierno y para la mayoría de los dirigentes políticos del país en la principal figura de referencia del
peronismo organizado. En julio de 1964, un grupo de dirigentes gremiales que se autodenominaron
independientes se enfrentaron con el secretario general José Alonso —que coincidía en sus
orientaciones con Vandor— y renunciaron a la CGT, que quedó integrada exclusivamente por los
gremios de las 62 Organizaciones. Los independientes, liderados por Armando March entre otros,
discrepaban sobre cuáles debían ser los objetivos del plan de lucha de la central obrera y sobre
quiénes debían decidir las acciones (si los dirigentes gremiales de acuerdo con el mandato de las
bases o los dirigentes políticos del movimiento peronista).
Desde el punto de vista de los independientes, el plan de lucha de la CGT debía proponerse
reivindicaciones puramente sindicales: temían que dicho plan de lucha llevara a una radicalización
espontánea de las masas obreras que terminarían siendo duramente reprimidas por el gobierno.
Para los dirigentes vandoristas de las 62 Organizaciones, en cambio, el plan de lucha, llevado
adelante por el movimiento sindical, era del peronismo en su conjunto para terminar con su
proscripción del sistema político. Y, para lograr esta meta, se proponían convertir al sindicalismo
peronista en un factor de poder que no pudiera ser ignorado por el gobierno y los sectores de
poder económico y político, por lo que estarían obligados a negociar.
El sector combativo del sindicalismo peronista, opuesto tanto a Vandor como a los independientes,
no estaba de acuerdo con restringir las reivindicaciones al plano puramente sindical, como los

97
independientes. Pero denunciaba que el plan de lucha era una estrategia del vandorismo —
partidario del pacto y el entendimiento con el régimen— para satisfacer intereses propios. Según
los combativos, frente al anuncio del retorno de Perón y el proceso de ocupación de fábricas, los
vandoristas se presentaban como los únicos que podían controlar las acciones del movimiento
obrero, y esto los ponía en posición de ser aceptados por el gobierno. Además, denunciaban
también que el objetivo final de Vandor era reemplazar a Perón como líder del movimiento.
Durante 1965, las diferencias entre estos sectores del sindicalismo peronista se fueron pro-
fundizando y se agravaron, a partir de octubre, con la llegada al país de María Estela Martínez, la
nueva esposa de Perón, conocida como "Isabel". Este acontecimiento enfrentó a Vandor con
Alonso, que en enero había sido reelecto secretario general de la CGT. Las 62 Organizaciones
acusaron a Alonso de crear una organización paralela —De pie junto a Perón—, mientras que los
representantes de los gremios navales, de sanidad, del calzado y los ferroviarios denunciaron "la
reiterada desobediencia de Vandor a las instrucciones de que es portadora la esposa del líder". En
febrero de 1966, Alonso fue expulsado de su cargo de secretario general, Vandor se entrevistó con
Isabel Martínez y propuso un acercamiento a los gremios independientes para fortalecer la posición
de la CGT. En mayo, el enfrenta-miento armado entre las fracciones de Alonso y Vandor llegó a
provocar muertos y heridos en los dos grupos.

EL DEBILITAMIENTO DEL GOBIERNO Y EL DERROCAMIENTO DE ILLIA


En enero de 1965, el Partido Justicialista obtuvo la personería política que le permitía actuar en
todo el país. Así, estuvo en condiciones de presentarse en las elecciones parciales que se realizaron
en varias provincias y en las elecciones nacionales en las que se elegían diputados nacionales,
legisladores provinciales y autoridades municipales. Aunque hubo algunos incidentes en algunas
provincias, las elecciones del 14 de marzo se realizaron con total normalidad. Diferentes partidos
ganaron en las distintas provincias. Pero en el conjunto del país, la elección se polarizó entre la
Unión Popular —nombre con el que finalmente participó el peronismo, que obtuvo 2.800.000 votos
y la Unión Cívica Radical del Pueblo, con 2.700.000.
En el marco de la crisis económica y social, la llegada al Congreso de los nuevos diputados
peronistas agravó la situación del gobierno de los radicales del pueblo: exigían leyes a favor de los
trabajadores sin proponer cómo financiar las políticas sociales. Por otra parte, las modificaciones a
la Ley de Asociaciones Profesionales que limitaba la participación de los sindicatos en la política
multiplicó, entre octubre y diciembre, los enfrentamientos entre los sindicatos y el gobierno. Entre
tanto, en noviembre de 1965, el general Onganía pidió su pase a retiro como comandante en jefe
del Ejército, y la tensión con las Fuerzas Armadas aumentó en los primeros meses de 1966 a partir
de la posición de "no intervención" que el gobierno argentino sostuvo en relación con la crisis en la
República Dominicana.
La situación era cada vez más compleja. A principios de año se conocían datos que indicaban
niveles récord en las exportaciones de trigo y en la producción de láminas de acero de SOMISA; que
el producto bruto interno había crecido casi un 8% durante 1965 y que el saldo de la balanza de
pagos había registrado una mejoría neta de 22 millones de dólares. Sin embargo, el conjunto de la
sociedad tenía la percepción de que la economía funcionaba mal; se multiplicaban las huelgas y los
sabotajes y comenzaron a generalizarse rumores sobre conspiraciones militares para derrocar al
gobierno. La sanción de una ley de medicamentos que establecía preferencias para los laboratorios
farmacéuticos de capital argentino frente a los extranjeros llevó a estos últimos a participar

98
activamente en el derrocamiento del gobierno.
Finalmente, el 28 de junio de 1966 un golpe militar encabezado por los comandantes en jefe de las
tres fuerzas derrocó al gobierno del presidente lllia. Una junta revolucionaria dio a conocer las
"causas y objetivos de la revolución argentina" y dispuso la disolución del Congreso nacional, de las
legislaturas provinciales y los partidos políticos; también los jueces de la Corte Suprema de Justicia
y los procuradores fueron separados de sus cargos.

LA CAMPANA DE ACCIÓN PSICOLÓGICA


En los años posteriores al golpe militar del 28 de junio de 1966, algunos de los periodistas
involucrados reconocieron que participaron en una campaña de "acción psicológica" contra el
gobierno de Illia. Ésta tenía como objetivos desgastar la figura del presidente y sus funcionarios,
crear en la sociedad una imagen favorable de los militares azules —en particular de Juan Carlos
Onganía— y generar consenso sobre la necesidad de una nueva intervención de las Fuerzas
Armadas en el gobierno del país.
En una campaña de acción psicológica, determinados grupos de poder (político, económico, militar
o ideológico) se convierten en grupos de presión y utilizan algunos medios de comunicación social
para construir imágenes, o centrar focos de atención sobre determinados temas, o suprimir el
tratamiento de otros.
La campaña contra Illia tuvo como principal operador a
la revista semanal Primera Plana (en sus números, 130,
140, 149, 164 del año 1965 y 175 del año 1966, por
ejemplo), cuyo primer director fue Jacobo Tim-
merman. Los temas desarrollados fueron,
fundamentalmente, la ineficiencia y la falta de
autoridad del presidente. En el plano internacional, los
columnistas llamaban la atención sobre la incapacidad
del gobierno para cumplir "la misión argentina en el
mundo" y relacionaban la posición no intervencionista
con "permisividad frente al avance comunista". Y en el
plano interno, marcaban la improvisación y falta de
liderazgo personal y lo relacionaban con la idea de
complicidad con el comunismo, de la que presentaban
Una caricatura de Flax (Lino Palacio),
como pruebas concretas la infiltración de guerrilleros publicada en el nro. 175 de la revista
en el territorio argentino. Repitiéndola hasta el Primera Plana (3 al 9 de mayo de 1966).
En ella aparece el presidente Illia
cansancio, lograron generalizar la idea de "vacío de dirigiendo un "Mensaje" que dice:
poder" y, a continuación, la necesidad de llenar ese "En una palabra, señores, ¡NADA!".

vacío con un verdadero líder.


Frente a la imagen del presidente Illia —"el hombre de la paloma"—, Primera Plana oponía la
imagen de Juan Carlos Onganía —"el general que no quería ser Presidente"— dotado de autoridad
y al que presentaba como el soporte de la legalidad.

99
LA "REVOLUCIÓN ARGENTINA" Y LA IMPLANTACIÓN DEL ESTADO BUROCRÁTICO
AUTORITARIO (1966-1970)

El 28 de junio de 1966 un
golpe militar encabezado por
el general Juan Carlos Onganía
derrocó al gobierno del
presidente radical Illia y
presentó la intervención de las
Fuerzas Armadas como la
impulsora de una profunda
transformación de la sociedad
argentina. El golpe militar, que
se autodenominó revolución
argentina, contó con el consenso de gran parte de la sociedad.
Onganía lideraba la comente paternalista de las Fuerzas Armadas y contaba con el apoyo de grupos
católicos de derecha. Pero también con el de importantes sectores políticos y económicos de
orientación liberal —civiles y militares— que coincidieron en la necesidad de reorganizar la
sociedad y el Estado. Todos estos grupos acordaron con la decisión de Onganía de disolver el Parla-
mento y los partidos políticos y reemplazar la Constitución Nacional por el Estatuto de la
Revolución Argentina.
Esta nueva intervención de las Fuerzas Armadas se diferenció de las anteriores. En esta
oportunidad no se trataba de la iniciativa de una fracción de alguna de las tres fuerzas: por primera
vez, encabezadas por sus comandantes, actuaban unidas, como corporación.
Desde 1930, los golpes militares habían contado con el apoyo de la burguesía agropecuaria, cuyos
intereses se vieron beneficiados por los gobiernos de facto. En 1966, las Fuerzas Armadas contaron,
además, con el apoyo de la mayoría de la burguesía industrial: particularmente el de los sectores
más concentrados del capital nacional y transnacional. Estos sectores capitalistas esperaban del
gobierno militar la subordinación política de los sectores populares, un elemento considerado
como requisito indispensable para la normalización de la economía y la profundización de la
industrialización.

EL ESTADO BUROCRÁTICO AUTORITARIO


A partir de 1966, las Fuerzas Armadas suprimieron la democracia política y comenzaron a aplicar
políticas económicas que beneficiaron a los sectores capitalistas más concentrados, favorecieron
una mayor transnacionalización de la economía y perjudicaron a los sectores populares. Sobre estas
bases organizaron un nuevo tipo de Estado, denominado Estado burocrático autoritario.
A partir del 28 de junio de 1966, las Fuerzas Armadas se erigieron como las responsables exclusivas
de los destinos del país, abandonaron la tutela del sistema político y asumieron el gobierno en
forma directa. Además, se propusieron despolitizar el tratamiento de las cuestiones sociales,
sometiéndolas a los criterios de la racionalidad técnica, que, proclamaban, eran "neutros y
objetivos". Estos nuevos roles y funciones cambiaron el tipo de relación que los diferentes actores
sociales habían mantenido con los militares hasta entonces.
100
El perfil claramente autoritario asumido por el gobierno de Onganía y el descontento provocado
por el plan económico fueron restando el apoyo de los sectores medios y obreros, y también el de
algunos sectores capitalistas. Hacia fines de 1966, el movimiento obrero y la casi totalidad de los
partidos políticos denunciaron los rasgos dictatoriales del nuevo gobierno y organizaron un intenso
proceso de resistencia social.

LOS TIEMPOS DEL GOBIERNO MILITAR


Luego de asumir la presidencia, Onganía anunció que el restablecimiento del orden en el país se
realizaría gradualmente y según una secuencia prefijada. Para el jefe de la "revolución argentina",
el "tiempo económico" tenía prioridad sobre el tiempo social y el tiempo político. Onganía declaró
que el tiempo económico se extendería todo lo que fuese necesario hasta lograr paz social y
estabilidad económica, realizar grandes obras de infraestructura para "la modernización y la
integración física del país", racionalizar la administración pública, mejorar la situación
presupuestaria de las provincias y sentar las bases de concordancia y respeto a la autoridad. Luego,
en su debido momento, llegarían los ajustes de contenido social: en el tiempo social sería posible
distribuir con justicia los beneficios de un desarrollo hecho posible por el ordenamiento que se
lograría en el tiempo económico. Y, finalmente, cuando se hubieran alcanzado los objetivos
anteriores, llegaría el tiempo político: allí culminaría la "revolución argentina" mediante la
transferencia del poder político a las instituciones de un Estado que sería muy diferente del Estado
liberal democrático que existía hasta el 28 de junio de 1966. Onganía entendía que en el tiempo
político debería lograrse el ensamble del Estado con la comunidad organizada, sobre otras bases
que no serían los partidos políticos.

LA FUNCIÓN DE LOS TÉCNICOS LIBERALES


La ideología de los militares paternalistas —basada en una concepción organicista de la sociedad y
preocupada por imponer la ley y el orden a todos los sectores sociales— era compartida por la
mayoría de los miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica. Pero se distanciaba profundamente
de la ideología liberal que tenían los sectores agroexportadores tradicionales y los grupos más
modernos, dinámicos y poderosos de la sociedad: la burguesía industrial dedicada a los grandes
negocios.
Estas diferencias fueron una de las causas de las tensiones que atravesaron el gobierno de Onganía
y, finalmente, lo llevaron a su colapso. Los paternalistas sabían que para alcanzar los objetivos
previstos para el "tiempo económico" necesitaban contar con el apoyo de los grupos más
poderosos de la economía nacional e internacional. Por esta razón, designaron a técnicos liberales a
cargo de la conducción de la economía. Pero la coincidencia inicial entre paternalistas y liberales,
civiles y militares, sobre cómo se debía ordenar la sociedad (despolitizando a los sectores más
conflictivos y promoviendo el aumento de las inversiones) no resultó suficiente para contrarrestar
las profundas diferencias que los separaban. Los liberales no estaban de acuerdo con las fórmulas
corporativistas que, si bien lograban la domesticación de los sindicatos, también significaban la
subordinación de la gran burguesía al Estado.

LA DESPOLITIZACION DEL ESTADO Y DE LA SOCIEDAD


La característica completamente novedosa del régimen de gobierno que implantó la "revolución
101
argentina", en relación con los gobiernos militares anteriores, fue el intento de despolitizar el
tratamiento de las cuestiones económicas y sociales. Los jefes militares y los empresarios que
apoyaban el nuevo gobierno militar consideraban que una de las principales causas de la crisis
económica y social que atravesaba el país eran los enfrentamientos entre los dirigentes de los
partidos políticos. Por esta razón, Onganía se propuso resolver los problemas del país a partir de la
organización del gobierno sobre la base de los criterios "neutros y objetivos" de la racionalidad
técnica.
Por esta razón, el nuevo tipo de Estado autoritario implantado por la "revolución argentina" fue
caracterizado como burocrático; reemplazó la política por la administración. La gestión de las
políticas de gobierno estuvieron a cargo de técnicos especializados en cada área, que se
desempeñaban como funcionarios administrativos. El gobierno entendía que el personal técnico, a
diferencia de los políticos, garantizaba la imparcialidad frente a los intereses sectoriales y un
reparto ecuánime del costo que toda la
sociedad argentina debía sufrir para
alcanzar el desarrollo.
El régimen de gobierno del Estado
burocrático autoritario significó el cierre de
los canales democráticos de acceso al
gobierno y también la supresión de la
ciudadanía de la sociedad argentina.

EL PROYECTO ECONÓMICO: LA
PROFUNDIZACIÓN DE LA
Los opositores recurrieron a formas no convencionales para INDUSTRIALIZACIÓN
expresar su disconformidad con el gobierno militar
Para los grupos capitalistas más
concentrados y particularmente para las empresas transnacionales del sector industrial, hacia 1966,
la normalización del funcionamiento de la economía capitalista en la sociedad argentina se había
convertido en un objetivo vital. Según los capitalistas, la inflación alteraba y obstaculizaba los
planes de inversión de los empresarios. También advertían los técnicos que la inflación dificultaba
profundizar la modernización de la estructura industrial del país.
De acuerdo con las ideas económicas vigentes en la época, esta modernización industrial consistía
en eslabonar una estructura industrial integrada: esto significaba producir en el país no sólo los
productos destinados al consumo final de la población sino los insumos y los bienes de capital
necesarios para producirlos, como láminas de acero, máquinas-herramientas, que hasta entonces
se importaban. A pesar de las cuantiosas inversiones extranjeras directas en algunos rubros y las
inversiones del Estado en otros, en 1966 todavía era importante la necesidad de insumos
importados en numerosos renglones de la actividad industrial.

Los economistas coincidían en que la inflación era uno de los problemas más graves que enfrentaba
la economía argentina, pero no acordaban sobre cuáles eran sus causas y cuál era la mejor forma
de eliminarla.
Para los economistas liberales y neoliberales —entre los que se encontraban Alvaro Alsogaray y
Roberto T. Alemann—, la inflación se originaba cuando había una cantidad de moneda circulante
102
mayor que el valor de las mercaderías que se podían comprar, razón por la cual los precios subían.
Por esto, sus propuestas para eliminar la inflación consistían, básicamente, en decisiones de política
monetaria. Desde el punto de vista de los economistas liberales y neoliberales, el Estado, a través
de devaluaciones, fijación del tipo de cambio, retenciones a las exportaciones, otorgamiento de
créditos, congelamiento de salarios, control de precios y tarifas, por ejemplo, podía reducir o
expandir la cantidad de moneda de la que disponía cada uno de los diferentes sectores sociales
para gastar, ahorrar o invertir en el mercado interno.
Para los economistas estructuralistas, que acordaban en muchos aspectos con el enfoque de la
CEPAL —como Aldo Ferrer y Marcelo Diamand—, en cambio, la inflación, el déficit fiscal y el
desequilibrio en la balanza comercial y de pagos eran manifestaciones del problema estructural que
afectaba a la economía argentina: el estancamiento de las producciones del sector agropecuario y
el sector industrial no integrado. Por esto, desde el punto de vista de los estructuralistas, el manejo
de la política monetaria era insuficiente para controlar la inflación. Para alcanzar esta meta, las po-
líticas de gobierno debían proponerse remover los obstáculos que producían el estancamiento y
lograr un crecimiento
industrial integrado.
Afirmaban que una vez
alcanzados estos objetivos,
la inflación quedaría
controlada. Para los es-
tructuralistas, la política
monetaria debía ser usada
como una herramienta más
de la política de desarrollo:
es decir, como un medio
para lograr la canalización
de recursos hacia las
actividades económicas cuya
expansión resultaba ne- LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS
cesaria y no con el sólo fin
El 29 de julio de 1966, Onganía puso fin a la autonomía universitaria
de estabilizar la moneda. con el objetivo de "prevenir a la sociedad de las influencias perniciosas
Por eso —recomendaban— de la infiltración comunista en las altas casas de estudio". Intervino las
universidades y prohibió las actividades de los centros de estudiantes
los gobiernos nunca debían que, en general, eran opositores al gobierno. Alumnos y profesores
decidir la política monetaria ocuparon algunas facultades y las fuerzas policiales reprimieron a los
estudiantes con extrema dureza. Esta jornada quedó en la historia de las
separada de un plan de luchas de los universitarios como "la noche de los bastones largos",
porque la policía desalojó y golpeó con palos, culatas de fusiles y
desarrollo lidera-do por el patadas a los alumnos y profesores que fueron obligados a abandonar
Estado y concertado con los las facultades con las manos en alto. Como respuesta a la intervención,
renunciaron todas las autoridades y muchos de los profesores y también
diferentes sectores sociales. del personal técnico y no docente. Algunos profesores e investigadores
Además, proponían redefinir se vieron obligados a emigrar para poder continuar su trabajo. Las
principales universidades del mundo enviaron mensajes de protesta al
la función del sector gobierno de Onganía.
agropecuario e incorporar el
progreso técnico y científico
como base del desarrollo
industrial autosuficiente;

103
consideraban, además, que los capitales extranjeros podían resultar útiles, pero no estaban de
acuerdo en desmantelar la intervención del Estado en la economía para crear el clima propicio que
alentara inversiones desde el exterior.

LA RESISTENCIA DE LA SOCIEDAD CIVIL


LA PROFUNDIZACIÓN DEL AUTORITARISMO
Transcurridos dos años del gobierno de Onganía, el Estado avanzaba imponiendo políticas cada vez
más autoritarias. Desde la prohibición de las actividades políticas —que dejó a todos los partidos
políticos y sectores sociales sin poder participar en el debate sobre los problemas del país y las
políticas de gobierno—, había llegado a no aceptar ningún disenso, ni siquiera el que comenzaban a
manifestar grupos y sectores que habían apoyado y apoyaban el gobierno militar. Las clausuras y
censuras de los medios de comunicación que el gobierno no controlaba se multiplicaron. También
fueron prohibidas las manifestaciones artísticas o las situaciones de la vida cotidiana que no se
ajustaban al orden establecido.
Pero en los últimos años de la década de 1960, el avance del autoritarismo por parte del Estado
controlado por un gobierno ilegítimo no tuvo el efecto esperado por éste sobre la sociedad civil,
importantes sectores de la población —privados de los canales institucionales de representación y
participación propios de la democracia política— encontraron nuevas formas de organización y
participació
n para de-
fender sus
intereses,
expresar sus
desacuerdos
y hacer oír
sus
reclamos.

Agustín Tosco. Sindicalista del Gremio Luz y Fuerza

LA RADÍCALIZACION DE LOS SECTORES MEDIOS


Las políticas del gobierno de Onganía profundizaron los conflictos en todos los planos de la vida
social. Las decisiones tomadas por el gobierno militar no sólo afectaron en forma creciente los
intereses de los trabajadores sino también los de los sectores medios urbanos. El avance del
autoritarismo —que se manifestó en la supresión de toda actividad política, en la intervención en
las universidades y en la censura y la represión de toda manifestación contraria a las ideas del
gobierno— significó para estos sectores de la población el cierre de canales de expresión y
participación que se habían desarrollado y consolidado durante los gobiernos civiles posteriores a
1955.
En este contexto, sectores mayoritarios de la sociedad, después de 1966, se sintieron cada vez más
atraídos por el peronismo, porque lo identificaban como el principal sector de oposición al go-
104
bierno. El tono cada vez más contestatario del peronismo atrajo sobre todo a intelectuales y
jóvenes, opositores al régimen militar.
Estos años fueron los de mayor crecimiento de los agrupamientos políticos peronistas. Con el aval
del propio Perón desde su exilio en España, las organizaciones barriales y universitarias peronistas
crecieron en forma considerable.
La Juventud Peronista (JP) se integró con jóvenes militantes provenientes de muy diferentes
sectores sociales y de orientaciones ideológicas diversas. La JP reivindicó los años de lucha del
peronismo desde 1955 y planteó como una de sus principales banderas políticas el retorno de
Perón. Los militantes de la JP creían que el movimiento peronista sería el protagonista de la
transformación de la sociedad en un futuro próximo y que Perón, como conductor, sería permeable
a sus propuestas.
Pero la movilización y la radicalización de los sectores medios no sólo modificó la composición
social de los militantes peronistas. También originó importantes cambios en la organización y la
composición de diversas agrupaciones de izquierda.
Entre 1966 y 1968 se sucedieron numerosas escisiones entre los partidos de izquierda y se
conformaron nuevos grupos y partidos. Muchos de ellos tuvieron escasos integrantes y duraron
poco tiempo, pero pusieron en evidencia la crisis de las formas tradicionales de organización de los
partidos de izquierda y la búsqueda de nuevos canales de expresión.

EL SURGIMIENTO DE LA GUERRILLA
Los orígenes de la guerrilla en la Argentina se
vinculan con las características que tuvo el
sistema político desde el derrocamiento del
peronismo en 1955. Los años de exclusión y
represión social sobre el conjunto de los
trabajadores, la instauración de gobiernos civiles
sin legitimidad durante el período 1955-1966 por
la exclusión del peronismo y la implantación de la
dictadura de Onganía debilitaron la confianza de
sectores mayoritarios de la sociedad —tanto
peronistas como no peronistas— en la
democracia política como régimen de gobierno.
Al mismo tiempo, también influyeron sucesos
8 de octubre de 196 7. El Che, capturado en Bolivia, a internacionales como la Revolución Cubana, la
pocas horas de ser fusilado. La derrota de la columna ruptura de la China comunista con la Unión
guerrillera comandada por Ernesto Guevara en Bolivia
frustró el intento de grupos armados revolucionarios Soviética y la lucha de Ernesto "Che" Guevara en
argentinos de establecer un foco insurgente en el
Noroeste. Bolivia
En este contexto de transformaciones del
pensamiento político, los métodos revolucionarios se presentaron como una alternativa válida para
algunos sectores, sobre todo los que criticaban a la democracia porque permitía la represión del
peronismo y la exclusión política de una parte importante de la población.
En el marco de estos cuestionamientos, algunas organizaciones políticas comenzaron a debatir la
posibilidad de buscar caminos diferentes de la democracia política y del capitalismo para lograr un
cambio de situación y una mejora en las condiciones de vida de toda la población. Algunas

105
agrupaciones tomaron como ejemplos las experiencias revolucionarias socialistas de otros países
del Tercer Mundo, como Cuba o Argelia, o incluso de la Unión Soviética y China. Otras pensaron
que era posible lograr la instalación del socialismo adaptado a las peculiaridades de nuestro país y
lanzaron la propuesta de construcción de un socialismo nacional.
Al mismo tiempo, algunos grupos de los sectores medios comenzaron a privilegiar la acción por
sobre la teoría y consideraron la posibilidad de tomar el poder mediante la lucha armada.
Los primeros grupos guerrilleros en nuestro país —tanto los de orientación peronista como los
marxistas— actuaron estimulados por el éxito de la guerrilla cubana y se propusieron crear un foco
revolucionario en zonas rurales. Pero sus intentos no llegaron a consolidarse y se frustraron
rápidamente. Estos primeros grupos fueron: Uturuncos, peronista, que operó en las provincias de
Tucumán y Santiago del Estero, entre 1959 y 1960; el Ejército Guerrillero del Pueblo, de filiación
castro-guevarista, que actuó en Salta entre 1963 y 1964; y el Destacamento 17 de Octubre,
peronista, que actuó en Taco Ralo, provincia de Tucumán, en 1968

LA IZQUIERDA PERONISTA Y LA TENDENCIA REVOLUCIONARIA


En este marco de movilización social y debate intelectual, durante la década de 1960, en el interior
del movimiento peronista comenzaron a diferenciarse grupos de peronistas revolucionarios que
conformaron la que fue llamada el ala izquierda.
Desde diferentes perspectivas y con una ideología imprecisa —que reconocía como antecedentes
los fundamentos de la resistencia peronista formulados por John William Cooke—, los peronistas
revolucionarios comenzaron a pensar en el peronismo como una variante nacional del socialismo.
Este sector del peronismo fue identificado por otros miembros del movimiento, y también por ellos
mismos, como la tendencia revolucionaria.

LOS MONTONEROS
La organización Montoneros fue creada hacia 1967 por un grupo de alumnos del Colegio Nacional
de Buenos Aires que, anteriormente, habían adherido a grupos estudiantiles de orientación
nacionalista católica. Sus fundadores fueron Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus y Mario
Firmenich, todos ellos militantes de la
Juventud Estudiantil Católica (JEC) y
relacionados con algunos de los
sacerdotes que en esa época
cuestionaban a la jerarquía de la Iglesia
Católica y declaraban su adhesión al
Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo.
Inicialmente, Montoneros incorporó a
jóvenes provenientes del nacionalismo
católico y también a algunos pocos que
habían militado en partidos de
izquierda, como Norma Arrostito que
integró el grupo fundador. Desde este
punto de partida, se aproximó al

106
peronismo como una manera de insertarse en un movimiento de masas. Ellos buscaban acercarse
al pueblo y, advertían, el pueblo era peronista.
En los primeros años, el grupo montonero original no contó con teóricos de relieve, por lo que el
pragmatismo —es decir, la obtención de resultados concretos— fue la principal característica de su
estrategia inicial de lucha política.
Pero en su interior había diferentes opiniones sobre cuál era la meta por la que luchaba la
organización. Algunos montoneros consideraban que el objetivo perseguido era la construcción de
una variante nacional del socialismo. Otros veían en el peronismo una forma socialista de la
revolución nacional. Sin embargo, todos creían que la contradicción principal en la Argentina era la
del nacionalismo frente al imperialismo, y que los intereses del país estaban representados por una
alianza popular, pero multiclasista. Por esta razón, Montoneros adoptó una estrategia en la que
relegó a un segundo plano la lucha de clases —dirigida a destruir las relaciones sociales
capitalistas— e impulsó la formación de un frente de liberación nacional.

LAS ESTRATEGIAS DE LUCHA


En cuanto a su definición sobre el método de lucha, hasta 1972 Montoneros planteó —en coinci-
dencia con otras organizaciones guerrilleras peronistas y con el PRT— la necesidad de desarrollar la
guerrilla urbana, pero enmarcada en una estrategia de guerra popular. Esto significaba que no
estaban de acuerdo con acciones armadas aisladas: sus militantes, formados con mentalidad
político-militar y con capacidad de conducir —los cuadros— debían estar presentes en el proceso
de lucha que se daba entre la masa del pueblo.
Durante los últimos años de la década de 1960, las organizaciones guerrilleras peronistas FAR, FAP,
Montoneros adquirieron un gran protagonismo. Pero durante los primeros años de la década si-
guiente, Montoneros se fue transformando, en los hechos, en el principal referente de una gran
parte de las agrupaciones que se identificaban como JP.
A partir de 1973, Montoneros organizó agrupaciones específicas para el trabajo político en cada
frente de masas: Juventud Peronista (JP) en el trabajo barrial; la Juventud Universitaria Peronista
(JUP) en la universidad; la Unión de Estudiantes Secúndanos (UES) en los colegios; la Juventud
Trabajadora Peronista (JTP) en el frente sindical y el Movimiento Villero Peronista (MVP) en las
villas de emergencia y barrios de sectores marginados. En ese mismo año, las FAR —de orientación
marxista— se fusionaron con Montoneros bajo el nombre de esta organización. Este hecho puso en
evidencia el predominio de Montoneros sobre el conjunto de las agrupaciones de la tendencia
revolucionaria.

EL MOVIMIENTO DE SACERDOTES PARA EL TERCER MUNDO


Las transformaciones alcanzaron también a la Iglesia Católica. Los cambios impulsados por los
papas Juan XXIII y Pablo VI y legitimados por el Concilio Vaticano II también estuvieron relacionados
con el proceso de radicalización y el clima generalizado de cuestionamiento al sistema capitalista
que vivió el mundo en los años de la década de 1960.
En 1962, el papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II —que sesionó entre 1962 y 1965— y a
través de sus encíclicas propuso acercar la Iglesia a los problemas sociales y económicos que vivía la
población mundial. Los documentos finales del Concilio que expresaban las conclusiones de la
reunión de los obispos de todo el mundo señalaban la importancia de que la Iglesia —como
institución y tanto su jerarquía como todos los fieles que la componían— estuviera atenta a los

107
signos de los tiempos: es decir, a las formas a través de las cuales, en esos años, "Dios hacía oír su
voz y marcaba el rumbo a seguir en el camino de la evangelización".
La Iglesia latinoamericana fue una de las que impulsaron con mayor fuerza las transformaciones
orientadas a acercarse al "pueblo de Dios". Después del Concilio, el obispo brasileño Helder Cámara
lideró un grupo de quince obispos de América latina, Asia y África que redactó y publicó un
documento titulado "Mensaje a los pueblos del Tercer Mundo". En el mensaje —que sentó las
bases del nuevo Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo— estos obispos denunciaban la
situación de explotación que vivían los pueblos subdesarrollados y responsabilizaban de esto a los
países industrializados. También se comprometían a construir una Iglesia que priorizara los
problemas sociales y reclamaban al Vaticano en ese sentido. Estas ideas encontraron rápidamente
eco entre los sacerdotes de diferentes partes del mundo y especialmente en América latina.

LA OPCIÓN POR LOS POBRES


En 1968, la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) se reunió en Medellín, Colombia, con
la presencia del papa Pablo VI, el primer pontífice que pisó tierra americana. Luego de las
deliberaciones, los obispos latinoamericanos expresaron, en los Documentos de Medellín, su
profundo convencimiento de que en la región los signos de los tiempos eran la pobreza y el
desamparo en los que vivía la mayoría de la población y que Dios hablaba a través de los hermanos
más pobres. En este contexto proclamaron su "opción por los pobres" y su compromiso en la
construcción de la "Iglesia de los pobres" en América latina. En los hechos esto significaba que sus
acciones estarían destinadas, esencialmente, a modificar las situaciones de injusticia que originaban
pobreza y miseria.
En 1971, la publicación del trabajo del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, Teología de la
Liberación. Perspectivas, profundizó el espíritu de Medellín.
Según la teología de la liberación, en la teología tradicional vigente hasta entonces la fe consistía en
la aceptación de una revelación divina que ya había sido interpretada infaliblemente por la
jerarquía de la Iglesia; se trataba —afirmaba— de una teología dogmática, ahistórica, jerárquica y
hecha de arriba hacia abajo. Para la teología de la liberación la revelación del mensaje divino se
daba, en cambio, en la historia, en la práctica, y no a través de las ideas. Desde este nuevo enfoque,
los protagonistas de la revelación no eran la jerarquía de la Iglesia sino los pobres, el pueblo pobre,
porque era ahí donde Dios se manifestaba y donde manifestaba sus mensajes a la humanidad o al
pueblo. Estas ideas tuvieron un gran impacto sobre la organización tradicional de las acciones de la
Iglesia: la teología de la liberación proponía que las acciones fueran comunitarias y que los
sacerdotes acompañaran a los pobres en sus acciones políticas, reivindicativas y revolucionarias,
pacíficas o violentas, según las necesidades de cada movimiento popular.

108
LA JUSTA VIOLENCIA DE LOS OPRIMIDOS
En los primeros meses de 1968, el equipo promotor de adhesiones al Mensaje de los obispos del
Tercer Mundo acordó con los 320 sacerdotes de diversas zonas del país que ya lo habían firmado la
realización de un encuentro, necesario para aunar criterios. La reunión se realizó en Córdoba, el 1o
y el 2 de mayo. Participaron 21 curas representantes de 13 diócesis. Como conclusión de la reunión
elaboraron un documento que enviaron al Papa y al Episcopado latinoamericano. En él afirmaban:
"Somos cada vez más conscientes de que la causa de los grandes problemas humanos que padece
el continente latinoamericano radica fundamentalmente en el sistema político, económico y social
imperante en la casi totalidad de los países". Citando la encíclica Populorum Progressio dada por el
papa Pablo VI, caracterizaban a ese sistema como "basado en la ganancia como motor esencial del
progreso económico [...] y la propiedad privada de los medios de producción como un derecho

Viviendas precarias en el Gran Buenos


Aires. La mayoría de los migrantes que
durante la década de 1960 llegó a
Buenos Aires no tuvo posibilidades de
acceder a una vivienda propia o
alquilada. Se instalaron en terrenos
baldíos y construyeron viviendas
precarias. Éste fue el origen de las
villas de emergencia o villas miseria,
como se las comenzó a denominar
(fotografía de Brenno Quaretti, cedida
por el CELS).

absoluto [...].". Luego sostenían:"[...] Es el sistema que desangra cada año el presupuesto nacional
de nuestros países [...], mientras nuestros pueblos siguen sumidos en el hambre, en la ignorancia y
el aislamiento porque no se cuenta con medios para montar industrias, edificar escuelas y construir
caminos". En su parte final advertía "[...] que en la consideración de la violencia en América latina
se evite por todos los medios equiparar o confundir la violencia injusta de los opresores que
sostienen este nefasto sistema con la justa violencia de los oprimidos, que se ven obligados a
recurrir a ella para lograr su liberación".

LA CRISIS DEL ESTADO BUROCRÁTICO AUTORITARIO (1970-1973)


LA REBELIÓN SOCIAL EN EL INTERIOR DEL PAÍS
EL ROSARIAZO
La ciudad de Rosario no permaneció ajena al proceso de levantamientos urbanos masivos que
tuvieron lugar en el interior del país en 1969. En los meses de mayo y septiembre esta ciudad fue
escenario de varios levantamientos. El Rosariazo —ocurrido en el mes de septiembre de 1969— se
originó a causa de un conflicto obrero que mantenía la Unión Ferroviaria Rosarina (UFR), como
109
consecuencia de los paros realizados los días 23 y 30 de mayo de ese año, dispuestos por la CGT.
Todo comenzó cuando Mario Horat, delegado gremial de la UFR, fue sancionado por las
autoridades de la empresa por negarse a firmar un apercibimiento a los trabajadores que
participaron de los paros. El "caso Horat" se convirtió en el desencadenante de las jornadas que en
los días 16 y 17 conmovieron a la ciudad de Rosario. El gremio ferroviario declaró una huelga por
tiempo indeterminado. En tanto el problema ferroviario crecía, los estudiantes realizaban actos y
movilizaciones en recordación del asesinato del estudiante Santiago Pampillón. Ante este
panorama y frente a la amenaza del gobierno de reprimir las demandas de obreros y estudiantes, la
CGT convocó a obreros, estudiantes, comerciantes, profesionales, intelectuales y al pueblo en
general a acatar el paro y la movilización dispuestos para los días 16 y 17 de septiembre. La
respuesta de la población fue contundente

EL CORDOBAZO
Córdoba se había convertido en la capital industrial del interior. En ella estaban instaladas la
mayoría de las fábricas de automotores del país, una industria moderna propiedad de poderosas
sociedades extranjeras como Fiat y
Renault. Esta última había adquirido
las instalaciones de Industrias Kaiser
Argentina (IKA), de origen
estadounidense, radicada en
Córdoba desde 1955 y dedicada a la
producción de automóviles. Los
obreros industriales que trabajaban
en esas plantas recibían salarios más
altos que el salario promedio
industrial percibido en otras
provincias. Como resultado de todos
estos factores, en la ciudad de
Córdoba se profundizó el proceso de
Un estudiante de la Facultad de Ingeniería de Córdoba golpeado por un
urbanización.
policía en mayo de 1969.
En mayo de 1969, el Poder Ejecutivo nacional dictó un decreto por el cual se derogaban los
regímenes especiales sobre el descanso del sábado inglés en Mendoza, San Juan, Tucumán y
Córdoba. Al mismo tiempo también anunció el congelamiento de los convenios colectivos y de los
salarios. En Córdoba, las regionales de SMATA —el Sindicato de los Mecánicos de Automotores y
Transportes de la Argentina, conducido por Elpidio Torres—, de Luz y Fuerza —cuyo secretario
regional era Agustín Tosco— y la Unión Tranviarios Automotor — UTA, liderada por Atilio López—
convocaron a una asamblea general. Las conducciones de estos tres sindicatos, cuyos trabajadores
recibían los salarios más altos del país, lideraron la protesta. La sesión de esa jornada terminó con
un enfrentamiento con la policía y un llamado al paro general. El 29 de mayo, obreros y estudiantes
cordobeses y de otras provincias salieron unidos a las calles de Córdoba. Ante la magnitud de la
movilización, Onganía ordenó que las Fuerzas Armadas se hicieran cargo de la represión. La
protesta fue un hecho localizado en la ciudad de Córdoba y como resultado de los enfrentamientos
hubo presos, decenas de heridos y 16 muertos, algunos ajenos a las manifestaciones. Entre los
muertos por la represión se encontraron el estudiante Daniel Octavio Castellanos y el obrero

110
mecánico Máximo Mena.
La protesta se extendió a otras provincias. Rosario fue declarada zona de emergencia y colocada
bajo jurisdicción militar. También se profundizaron los conflictos en la provincia de Tucumán. El
Cordobazo fue el inicio de un proceso de agudización de la protesta social y la lucha armada que,
desde entonces y por varios años, se desarrolló en la sociedad argentina.

LOS ACTORES SOCIALES Y POLÍTICOS FRENTE AL CORDOBAZO


Luego del Cordobazo, algunas organizaciones representativas de distintos sectores sociales
analizaron los hechos con la intención de encontrar su significado.
Los empresarios de la Confederación General Económica y una parte del sindicalismo explicaron el
Cordobazo como el resultado de la aplicación de una política económica y social liberal que, por no
contemplar los costos sociales, generaba tensiones que se habían acumulado y que finalmente
explotaron en aquel episodio. Frente a esta situación, proponían la conformación de una alianza
social entre algunos sectores de las Fuerzas Armadas, los empresarios nacionales y los trabajadores.
Reconocían la importancia de las inversiones de capital extranjero pero sostenían la necesidad de
un mayor control sobre ellas. Ambas entidades entendían que las movilizaciones populares, que se
habían extendido en todo el país después del Cordobazo, podían servir como elemento para
presionar al gobierno y lograr cambios en la orientación de las políticas que favorecieran sus
intereses. Pero —según afirmaron— no estaban de acuerdo con la estrategia de violencia social
que había caracterizado a las jornadas del Cordobazo.
Los principales medios periodísticos y amplios sectores de la gran burguesía industrial tenían una
lectura diferente de la situación. Desde el punto de vista de estos sectores, los acontecimientos
ocurridos en el interior fueron el resultado de la falta de autoridad del gobierno frente a lo que
entendían era el avance del comunismo internacional. Criticaron que el gobierno no hubiera
desmantelado la capacidad de organización de los sindicatos y que no hubiera ordenado reprimir
con mayor dureza los desbordes sociales.
Desde el punto de vista de las organizaciones de la izquierda peronista y los partidos y agrupaciones
de izquierda no peronista, el Cordobazo significaba el comienzo de la revolución social que con-
ducía al país hacia el socialismo.
Por su parte, los partidos políticos tradicionales, el peronismo —de acuerdo con la opinión sobre el
tema que Perón había dado a conocer desde su exilio en Madrid— y el radicalismo —conducido por
Ricardo Balbín— pensaban que la violencia social tenía que tener como objetivo la recuperación de
la democracia. Sostenían que la vida política del país debía reencauzarse en las instituciones del
sistema republicano.
Para los sectores liberales más tradicionales, el Cordobazo representaba la pérdida del orden y la

El secuestro de Aramburu
El 29 de mayo de 1970, la organización Montoneros secuestró al general retirado
Pedro Eugenio Aramburu. El Comunicado Nro. I del "Comando Juan José Valle" de
Montoneros informó que había secuestrado a Aramburu para someterlo al juicio de
un tribunal popular. Lo acusaban de ser uno de los principales responsables del
golpe militar de 1955, de haber aprobado el fusilamiento y la represión de
peronistas, y por la desaparición del cadáver de Eva Perón. El Comunicado Nro. 4
del 1o de junio informó que "Aramburu fue pasado por las armas a las 8 de la
mañana". Su cadáver fue encontrado en las cercanías de la Capital Federal. En 111
septiembre de 1970, Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina —integrantes del
grupo fundador de Montoneros—-, que habían tenido una activa participación en el
secuestro de Aramburu, fueron abatidos en un enfrentamiento con la policía.
confirmación de la imposibilidad de consolidar un modelo económico de crecimiento y de
estabilidad sobre la base de los valores nacionales.

LA CAÍDA DE ONGANÍA
El 8 de junio de 1970, la Junta de Comandantes dio a conocer un comunicado en el que anunciaba
que "las Fuerzas Armadas no estaban dispuestas a otorgar un cheque en blanco al Poder Ejecutivo
nacional". Finalmente, esa noche, Onganía presentó su renuncia "bajo presión de las armas", según
escribió.
La Junta de Comandantes en Jefe de las tres armas —integrada por el general Alejandro A. Lanusse,
el almirante Pedro A. J. Gnavi y el brigadier Carlos A. Rey— asumió el poder político y declaró su
adhesión al régimen democrático y representativo basado en los partidos políticos. Anunciaron
también que en los próximos días iban a designar al ciudadano que se iba a desempeñar como
Presidente de la República.
En esta oportunidad, la Junta de Comandantes ponía su autoridad por encima de la del presidente
de la República que era designado por ella y ante quien debía responder por sus actos. Esto
significaba que el nuevo Presidente no iba a tener el mismo grado de autonomía con el que había
contado Onganía. La Junta designó como Presidente al general Roberto Marcelo Levingston.

LA GESTIÓN DE LEVINGSTON
La orientación nacionalista de Levingston alentó las expectativas de que el gobierno buscaba una
alianza entre grupos de la pequeña y la mediana burguesía —representados por la CGE— y los
sindicatos, en la medida en que éstos aceptaran jugar un papel subordinado.
Aplicó una nueva devaluación, estableció una retención a las exportaciones, bajó los aranceles de
importación y promovió un nuevo acuerdo voluntario de precios. Pero frente al avance de la
movilización popular y la presión sindical no pudo establecer el congelamiento de los salarios: sin
esta última medida, el plan fallaba en su base. Las propuestas del nuevo ministro no tuvieron
aceptación y fue reemplazado por Aldo Ferrer, un economista de la CEPAL. Ferrer no estaba
vinculado con las empresas extranjeras ni con los organismos financieros internacionales y sostenía
la necesidad de que el Estado liderara el proceso del desarrollo nacional, de acotar la influencia del
capital transnacional, de elevar los aranceles a las importaciones, y de aumentar el crédito para los
medianos y pequeños industriales. La gran burguesía industrial nacional y transnacional criticó esas
medidas y reclamó contra la incapacidad del gobierno para controlar la movilización obrera y
popular en Córdoba. La gestión de Ferrer logró disminuir las huelgas en el nivel nacional y su
política estuvo orientada a mejorar el ingreso de los sectores asalariados.
Pero la agudización de la rebelión social puso límites a la permanencia de Levingston en el
gobierno. Entre finales de 1970 y 1971, aumentó la cantidad e intensidad de conflictos sociales en
varias provincias del interior, en particular en la ciudad de Córdoba.
Sin soluciones para los graves conflictos sociales y políticos que se extendían por todo el país y ante
el descontento que producía entre los sectores capitalistas de mayor poder la orientación de la
política económica de su gobierno, Levingston terminó enfrentándose con la Junta de Co-
mandantes, haciendo responsable ante la opinión pública a Lanusse por la falta de orden y
seguridad. El 23 de marzo de 1971, Levingston fue relevado de su cargo, y el 25 de marzo la Junta

112
de Comandantes decidió que el general Lanusse —uno de los representantes más destacados del
liberalismo militar— se hiciera cargo de la presidencia de la República.

EL GOBIERNO DE LANUSSE
La presidencia de Lanusse abrió la tercera etapa de la "revolución argentina", en la que la política
tuvo un carácter prioritario. Con él, el gobierno de las Fuerzas Armadas se presentó a la sociedad
como partidario del restablecimiento de la democracia a través de elecciones generales, levantó la
prohibición de la actividad política y los partidos y formuló la promesa de que habían acabado para
siempre las proscripciones. Los militares proclamaron que se iniciaba la era del juego limpio y que
no se tardaría en elegir un gobierno constitucional.
Aldo Ferrer continuó en el Ministerio de Economía, comisionado para llevar a cabo una política de
honda sensibilidad social, tal como había anunciado la Junta de Comandantes al deponer a
Levingston.
Estas decisiones manifestaron el propósito del gobierno de las Fuerzas Armadas de buscar un
acercamiento con la dirigencia política. En este período, las Fuerzas Armadas y los sectores de la
gran burguesía industrial y agraria, representados en ACIEL y la Sociedad Rural, trataron de hallar
una solución negociada frente a la presión social de los sectores populares y al predominio político
del peronismo.

La masacre de Trelew
Uno de los hechos de mayor repercusión
durante el gobierno de Lanusse fue la
llamada "masacre de Trelew". El 15 de
agosto de 1972, en la cárcel de Rawson, en
el sur del país, se produjo un levantamiento
de veinticinco militantes políticos detenidos,
miembros de Montoneros, el ERP y las
FAR. Luego de unas horas lograron tomar
una parte del establecimiento y se
dirigieron al aeropuerto de Trelew. Seis de
ellos lograron huir hacia Chile. Los
diecinueve restantes se rindieron en el
aeropuerto ante las fuerzas de seguridad
de la Marina. Así, parecía, había terminado
el levantamiento. Sin embargo, el día 22 de
agosto a la madrugada los prisioneros
fueron fusilados por las fuerzas militares
que controlaban el penal. Sólo tres de ellos
—heridos gravemente— lograron
sobrevivir.

Un afiche en homenaje a los fusilados en Trelew el 22


de agosto de 1972.

EL GRAN ACUERDO NACIONAL (GAN)


Con esta meta, en las primeras semanas de julio de 1971 Lanusse dio a conocer su propuesta

113
política que denominó Gran Acuerdo Nacional (GAN). El GAN proponía un acuerdo entre las
principales fuerzas políticas a fin de restablecer las reglas del juego electoral y del régimen político
democrático y hacía una amplia convocatoria a toda la ciudadanía para que participara activamente
en este proceso. Para los militares, el GAN significaba la posibilidad de encontrar una salida
honorable para la "revolución argentina" y organizar la retirada de los militares del poder político.
Para algunos sectores políticos, en cambio, el GAN daba paso a la normalidad constitucional pero
con el objetivo de mantener el control militar sobre el futuro gobierno constitucional. La mayoría
de los partidos políticos entendió que el GAN era una propuesta impuesta por las Fuerzas Armadas,
con el objetivo de lograr una candidatura presidencial de unidad —seguramente la de un militar
retirado— y, de ese modo, asegurar el control de los militares sobre el proceso de transición hacia
la democracia.

EL RETORNO DE PERÓN
Mientras todo esto sucedía, tanto Lanusse como todos los sectores políticos comprendían que el
éxito del GAN dependía de la decisión de Perón. En esa época, Daniel Paladino, el delegado
personal de Perón, mostraba cierto grado de acuerdo con el plan delineado por Lanusse. Pero los
contactos entre Paladino y el Presidente de facto comenzaron a ser cuestionados por el peronismo
—sobre todo por su ala izquierda— y también por la mayoría de la dirigencia política de La Hora del
Pueblo. Finalmente, en noviembre de 1971, Perón reemplazó a Paladino por Héctor J. Cámpora —
quien contaba con el apoyo de la JP— y se distanció de Lanusse. El peronismo rechazó la propuesta
del GAN y organizó un frente político —llamado FRECILINA, Frente Cívico de Liberación Nacional—
desde el cual exigió al gobierno el establecimiento de un calendario electoral sin proscripciones ni
condicionamientos.
Frente a esto, Lanusse y los otros comandantes estuvieron de acuerdo en llevar a cabo el proceso
electoral, pero establecieron algunos condicionamientos: no podían ser candidatos quienes no re-
sidieran en el país antes del 24 de agosto de 1972. Esto significaba que Perón no podía ser
candidato a Presidente.
Lanusse desató el enfrentamiento frontal con Perón cuando, en julio de 1972, afirmó: "Aquí no me
corren más a mí, ni voy a admitir que corran a ningún argentino diciendo que Perón no viene
porque no puede. Permitiré que digan porque no quiere, pero en mi fuero íntimo diré porque no le
da el cuero".
La respuesta a este desafío fue la decisión de la dirigencia peronista de organizar el Operativo
Retorno. Finalmente, y luego de dieciocho años de exilio obligado, el 17 de noviembre de 1972
Perón volvió a la Argentina.

EL RETORNO DEL PERONISMO (1973-1976)


LAS ELECCIONES DE MARZO DE 1973
La estrategia de Lanusse de imponer una salida política ordenada y condicionada por medio del
Gran Acuerdo Nacional fracasó. La negativa de Perón a negociar un acuerdo político con los
militares, la creciente movilización de los sectores populares y las acciones de los grupos guerri-
lleros precipitaron la convocatoria a elecciones nacionales sin la proscripción del peronismo.

114
De todos modos, Lanusse intentó dificultar el retorno
del peronismo al gobierno a través de la legislación
electoral. Además de la cláusula destinada a evitar la
candidatura de Perón, estableció la novedad del
sistema de doble vuelta electoral —el ballottage—;
esperaba así facilitar la alianza de los partidos
antiperonistas en una segunda vuelta, si el candidato
peronista no lograba obtener más de la mitad de los
votos en la primera elección. Con esta estrategia, los
militares buscaron preservar a las Fuerzas Armadas de
un descrédito aun mayor e institucionalizar los
conflictos sociales.
Por su parte, el peronismo organizó un frente electoral
—el Frente Justicialista de Liberación, FREJULI— con
otros partidos menores —el Movimiento de
Integración y Desarrollo, el Partido Popular Cristiano y
el Partido Conservador Popular— y eligió como
Banderas de los organizaciones guerrilleras en
la reja de la cárcel de Villa Devoto, pocas horas candidatos a Héctor José Cámpora, delegado personal
antes de que los presos políticos fueran liberados
(25 de mayo de 1973). de Perón, y a Vicente Solano Lima.
El eje de la campaña electoral, desafiando
abiertamente la cláusula restrictiva de Lanusse, fue Cámpora al gobierno, Perón al poder. Las diver-
sas agrupaciones que constituían la Juventud Peronista y la organización Montoneros, que
conformaban la tendencia revolucionaria del peronismo, protagonizaron los actos populares y las
tareas proselitistas preelectorales. Cámpora—a quien los jóvenes peronistas apodaban el Tío—, era
un hombre confiable para el ala izquierda del peronismo, que se aprestó a rodear al candidato para
consolidar su influencia política. A la vez, generaba rechazo entre los dirigentes de la burocracia
sindical, que no participó con todo su poderío en la campaña debido a los pocos cargos que sus
hombres obtuvieron para ser candidatos en las listas de diputados.
El peronismo se presentó como el referente político de los descontentos acumulados tras muchos
años de gobiernos militares y de distribución regresiva de la riqueza. El FREJULI fue el portador de
los tradicionales reclamos obreros de justicia social, y para una gran parte de la sociedad argentina
el peronismo apareció como la expresión política de demandas antiautoritarias y democratizadoras.
La antinomia "Pueblo-Fuerzas Armadas" le permitió captar la adhesión de muchos votantes de los
sectores medios urbanos, quienes desde 1945 se habían pronunciado a favor de posiciones
antiperonistas.
Un vasto y heterogéneo conjunto de sectores sociales dio su apoyo al peronismo, que se mostró
como una fuerza política nacional capaz de resolver el dilema que planteaba la consigna política
más difundida en ese momento: "liberación o dependencia".

EL GOBIERNO DE CAMPORA
EL AUGE DE LA MOVILIZACIÓN POPULAR
Desde el triunfo electoral del 11 de marzo hasta la asunción del gobierno, el 25 de mayo, se vivió un
clima de gran movilización y agitación política. Los distintos sectores que conformaban el cada vez

115
más heterogéneo movimiento peronista pugnaban por ampliar su esfera de influencia, con la
finalidad de ocupar los puestos claves en el futuro gobierno.
Los sectores radicalizados del peronismo continuaron con su estrategia de movilización social y de
confrontación con los militares y anunciaron, por medio del dirigente juvenil Rodolfo Galimberti, la
necesidad de organizar milicias populares para asegurar el triunfo electoral y avanzar en el camino
de la liberación nacional. Sin embargo, Perón, desde España, desautorizó a Galimberti, quien
renunció a su cargo de representante de la juventud en el Consejo Superior Justicialista. La reacción
negativa de Perón revelaba que la estrategia del viejo caudillo apuntaba a tranquilizar la escena
política y a limitar el accionar de la tendencia revolucionaria
El acto de asunción de Campera, el 25 de mayo de 1973, fue acompañado por una gran
movilización popular en la Plaza de Mayo y manifestaciones en las grandes ciudades del interior del
país. Al finalizar el acto, en la Capital Federal, nutridas columnas de manifestantes encabezadas por
las organizaciones juveniles se dirigieron hacia la cárcel de Villa Devoto y exigieron la libertad de los
presos políticos. Luego de algunas horas de tensa espera, el gobierno decretó la liberación de todos
los detenidos. Este hecho provocó reacciones críticas desde diversos sectores políticos, debido a
que las nuevas autoridades tomaron la medida sin esperar a que se reuniera el Parlamento. Otros
sectores también manifestaron su inquietud y preocupación porque se dejaba en libertad a los que
consideraban responsables del clima violento de los años anteriores y a los que calificaban como
terroristas o extremistas.

PARTIDOS Y ALIANZAS ELECTORALES


A principios de 1973, el FREJULI era claramente la fuerza política más importante del país. Frente a
él, la segunda fuerza era la Unión Cívica Radical, liderada por Ricardo Balbín. El radicalismo, luego
del proceso político que había protagonizado entre 1955 y 1966, no tenía posibilidades de
presentarse como alternativa al régimen militar ni al peronismo.
La Alianza Popular Revolucionaria (APR) se formó con fuerzas de la izquierda tradicional. Estaba
integrada por el Partido Intransigente —que había surgido como un desprendimiento de la UCRI
frondicista y era liderado por Osear Alende—, el Partido Comunista y el Partido Revolucionario
Cristiano. Para la APR, la fórmula Alende-Sueldo (Horacio Sueldo era dirigente del PRC) era una
opción antidictatorial diferente del peronismo. La APR criticaba al peronismo porque, según su
punto de vista, La Hora del Pueblo había significado una transacción con los militares. Tampoco
estaban de acuerdo con el clima de agitación y las acciones de violencia que formaban parte de la
estrategia del peronismo para enfrentar al gobierno militar.
El espacio de la derecha fue ocupado por partidos y alianzas calificados por sus adversarios como
continuistas, porque muchos de sus integrantes eran de orientación conservadora y estaban muy
estrechamente relacionados con las Fuerzas Armadas.
El 11 de marzo de 1973 se celebraron las elecciones y el FREJULI obtuvo el 49,5% de los votos. La
fórmula radical encabezada por Ricardo Balbín obtuvo el 21,2% y, ante la contundencia del
resultado electoral, decidió no competir en una posible segunda vuelta.
Los militares, frente al riesgo de una mayor polarización del electorado a favor del FREJULI en una
segunda votación, prefirieron retirarse a los cuarteles y entregar el gobierno a la coalición
triunfante.

116
LA POLITIZACIÓN DE LOS ESTUDIANTES
La politización de los estudiantes secundarios acompañó el clima de radicalización de vastos
sectores de la sociedad. Se manifestó en la creación y fortalecimiento de los centros de estudiantes
y en el crecimiento de las agrupaciones políticas estudiantiles vinculadas con los partidos políticos.
La Unión de Estudiantes Secundarios (UES, ligada a Montoneros), la Federación Juvenil Comunista
(FJC, del Partido Comunista), la Juventud Guevarista (JG simpatizaba con grupos guerrilleros de
izquierda), la Juventud Radical Revolucionaria (JRR, expresión de un sector de la UCR), la
Tendendencia Estudiantil Socialista Revolucionaria (TERS, del partido Política Obrera, de tendencia
trotskista) eran las que más estudiantes convocaban. El gran crecimiento de la UES durante 1973
reflejó "la peronización" de amplios sectores de la clase media urbana.
Estas agrupaciones políticas y los centros de estudiantes tuvieron un papel protagónico desde que
Cámpora asumió la presidencia en mayo de 1973. La permanencia de muchos rectores que habían
sido designados durante los gobiernos militares fue cuestionada por los estudiantes, quienes
decidieron tomar los colegios hasta que las autoridades renunciaran. La decisión del ministro de
Educación Jorge Taiana de derogar el decreto que prohibía la libre agremiación de los estudiantes
facilitó la expansión de la participación gremial y política en los colegios.
Además de movilizarse por sus reivindicaciones específicas —como la modificación de los planes de
estudio, la puesta en práctica de la autodisciplina, el reclamo por el boleto estudiantil—, los
estudiantes participaron de los actos masivos convocados por los partidos políticos. También
organizaron sus propias marchas, entre las que se destacó la gran movilización realizada el 11 de
septiembre de 1973 en Buenos Aires, para repudiar el golpe militar del general Pinochet contra el
presidente de Chile, el socialista Salvador Allende. La gran cantidad de estudiantes que
abandonaron las aulas al ver pasar la
columna de las agrupaciones
convocantes demostró la importancia
que cobraba la participación política en
la vida cotidiana de los jóvenes.
Algunos centros de estudiantes y
agrupaciones políticas realizaron
trabajos de ayuda social en barrios
humildes y villas miseria, se vincularon
con clubes barriales y sociedades de
fomento y trabajaron en la reparación
de escuelas en zonas de escasos
recursos. Estas actividades reflejaban
que para muchos jóvenes la
solidaridad, la justicia y el esfuerzo
comunitario eran valores trascendentes
que los identificaban como generación.

EL ROCK COMO ESPACIO DE


IDENTIFICACIÓN PARA LOS
JÓVENES
117
La música de rock se constituyó también en un factor de identificación para muchos jóvenes, en
particular para los estudiantes secundarios. Eran muy escasos los discos editados de músicos de
rock extranjeros y apenas comenzaban a tener alcances masivos los grupos locales, pero aún no
constituían un negocio importante para las empresas grabadoras. Las radios no difundían ese tipo
de música y el único programa de televisión dedicado al rock —lo emitía el Canal 11 de Buenos
Aires— fue levantado luego de unas pocas emisiones, con el argumento de que "no era gente
civilizada, dejaban todo el estudio hecho una mugre", según declaraciones de un ejecutivo del
canal. La circulación de discos y casetes de mano en mano, la formación de innumerables conjuntos
de rock en colegios y barrios y los recitales fueron el canal alternativo para la difusión de la nueva
música entre los jóvenes. El festival B.A. Rock —su primera edición fue en 1970— celebrado en
1973 fue el evento musical masivo más importante de ese tiempo.
Un hecho artístico-político poco frecuente fue el Festival de la Victoria, un concierto de rock
realizado el 31 de marzo de 1973 para celebrar el triunfo electoral del FREJULI. Una heterogénea
concurrencia estimada en 20 mil jóvenes, conformada por militantes de barrios y colegios que
asistieron con sus banderas y por público típico de recitales, se reunió en la cancha de Argentinos
Juniors, en el barrio porteño de Paternal. La música de Billy Bond y La Pesada del Rock se confundía
con las consignas montoneras y la marcha peronista.
Pero no siempre la cultura del rock se relacionaba con la militancia política. En los colegios solían
distinguirse los jóvenes que solamente se identificaban con el rock de los más comprometidos con
la actividad política. El pacifismo y el apoliticismo de muchos rockeros marcaba diferencias con el
discurso más duro y combativo de los militantes. Sin embargo, existía un tono de época que los
reunía: la rebeldía, el deseo de cambio, la certeza de que un mundo mejor o una sociedad más justa
estaban al alcance de la mano.

LA TERCERA PRESIDENCIA DE PERÓN EL


REGRESO DEFINITIVO DE PERÓN
El 20 de junio de 1973 Perón regresó
definitivamente al país, dispuesto a consolidar el
ordenamiento institucional y el programa
económico puesto en marcha por el ministro
Gelbard.
Su llegada estuvo precedida por una gigantesca
movilización popular que se dirigió al aeropuerto
de Ezeiza. Se trató de la mayor movilización de
masas de la historia argentina y el número de
asistentes —algunos lo calcularon en más de un
millón— reveló la expectativa que gran parte de la
sociedad había depositado en la figura de Perón.
La presencia en los alrededores de Ezeiza de miles
La matanza de Ezeiza también tuvo un significado
trágico, porque fue la primera acción importante del de personas movilizadas por las agrupaciones de
terrorismo de Estado. Actuaron grupos de represión
parapoliciales organizados /Vega/mente desde el
la izquierda peronista, en un acto cuya
mismo Estado: los servicios de inteligencia del organización estuvo a cargo de los sectores
Ejército, el ministerio a cargo de López Rega y civiles
armados por comandos de extrema derecha. vinculados con la derecha del movimiento —el
coronel Jorge Osinde, jefe de los servicios de

118
inteligencia, el Comando de Organización de Alberto Brito Lima y los aparatos de seguridad de
algunos sindicatos— concluyó con un elevado número de muertos y heridos.
A partir de entonces, fue evidente que los conflictos en el interior del movimiento peronista no se
resolverían a través de la negociación y que los sectores más conservadores no estaban dispuestos
a compartir espacios de poder con los más radicalizados, a quienes comenzaron a acusar de
infiltrados marxistas. Frente a la patria socialista, los grupos conservadores oponían la patria
peronista y se autoproclamaban como los verdaderos custodios de la "ortodoxia" partidaria. El
ministro de Bienestar Social y secretario privado de Perón, José López Rega —a quien apodaban el
Brujo, aparecía como la principal figura del ala derecha del movimiento.
El primer discurso de Perón apenas llegado al país también reveló un cambio de orientación en su
política hacia el interior del movimiento. En una velada crítica a los grupos de izquierda, anunció
que "los peronistas debemos retomar la conducción de nuestro movimiento". Desde entonces, Pe-
rón alentó el avance de la burocracia sindical —hasta entonces castigada por haber negociado
muchas veces con los militares desoyendo al líder— y del grupo comandado por López Rega. Al
mismo tiempo, los funcionarios que simpatizaban con el eje JP-Montoneros comenzaron a ser
desplazados del gobierno.
El indicador más claro del avance de los sectores de la derecha fue la presión que ejercieron para
forzar la renuncia de Campera, invocando la necesidad de realizar de inmediato nuevas elecciones,
sin ningún tipo de proscripción, ya que Perón había regresado definitivamente a la Argentina.
Campera —quien renunció junto al vicepresidente Solano Lima— fue reemplazado
provisionalmente —ante el obligado viaje de turismo realizado por el presidente del Senado— por
Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados y yerno de López Rega

LA BATALLA IDEOLÓGICA DENTRO DEL PERONISMO


En agosto de 1973, Mario Firmenich, uno de los jefes montoneros, dirigió a los cuadros de la JP un
discurso que marcó un momento clave en la historia de las relaciones entre la izquierda del
peronismo y Perón. En ese discurso, Firmenich afirmó la coincidencia estratégica con Perón —el
frente antiimperialista— y señaló las diferencias ideológicas que los separaban del líder: "Tenemos
una contradicción ideológica con Perón, pero también tenemos una coincidencia estratégica". La
contradicción ideológica surgía de la diferente apreciación acerca del significado del frente
policlasista. Para los Montoneros esa alianza de clases sólo tendría un sentido revolucionario si era
conducida por la clase trabajadora organizada. En momentos en que Perón reforzaba la estructura
vertical de la CGT, consolidando la posición de la burocracia sindical, los Montoneros declaraban su
voluntad de transformar
internamente al peronismo, desplazando a la burocracia sindical, el principal enemigo en su
interior. "Si no organizamos ahí —dijo Firmenich—, si no tenemos organizada a la clase trabajadora,
no hay proceso de liberación." Reafirmando la identidad política peronista, los Montoneros y la JP
se dispusieron a librar una batalla ideológica en el seno mismo del movimiento.

LAS ELECCIONES DE SEPTIEMBRE DE 1973


La fórmula Perón-Perón logró un masivo respaldo en las urnas: obtuvo el 62% de los sufragios
frente al 21% del radicalismo. El peronismo agregó a su base electoral tradicional el apoyo de
muchos no peronistas que creían que la tercera presidencia de Perón era la única garantía de pacifi-

119
cación. El acercamiento entre Perón y Balbín fue un gesto político significativo. También contribuyó
a fortalecer esta imagen el tono de los discursos de Perón, en los que se presentaba como un
"elemento de unión para todos los argentinos" y el empleo reiterado de una nueva consigna "para
un argentino no hay nada mejor que otro argentino", en reemplazo del tradicional "para un
peronista no hay nada mejor que otro peronista".
El proyecto de Perón de liderar una política de pacificación y ordenamiento institucional que
ayudara a consolidar el programa económico se vio obstaculizado por la profundización de la lucha
entre fracciones antagónicas dentro del movimiento peronista y por las debilidades del programa
económico elaborado por Gelbard, además de la resistencia de las organizaciones obreras y de los
empresarios a dejar de lado sus intereses sectoriales.

LAS DIFICULTADES POLÍTICAS Y EL AVANCE DE LA DERECHA


Desde principios de 1974, los sectores de la derecha peronista se fueron consolidando dentro del
gobierno.
Después del ataque que realizó el ERP al cuartel de Azul en el mes de enero, Perón desplazó del
gobierno a los funcionarios relacionados con la tendencia revolucionaria que —designados en los
tiempos de Cámpora— todavía permanecían en el gobierno.
De manera simultánea con estos cambios en la composición de las fuerzas que integraban el
gobierno peronista, se fue afianzando una estructura represiva bajo las órdenes del ministro López
Rega. El ascenso, como jefes de la Policía Federal y de la Superintendencia de Seguridad, de los
comisarios Alberto Villar y Luis Margaride acentuó el carácter represivo de la policía y afianzó la
estructura organizativa de un grupo parapolicial conocido como la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina). Desde entonces, se sucedieron atentados contra militantes políticos, locales y medios
de prensa de sectores de izquierda. El caso que causó más impacto fue el asesinato del sacerdote
tercermundista Carlos Mugica —que desarrollaba su acción pastoral en la villa de Retiro de la
Capital Federal—, realizado por la Triple A en el mes de mayo de 1974.
En el contexto de un clima político en el que la violencia era cada vez más frecuente, los diputados
nacionales del bloque de la Juventud Peronista renunciaron a sus bancas. Al tiempo que perdía
todo poder institucional, la izquierda peronista liderada por Montoneros comenzaba a cuestionar
abiertamente la orientación política del gobierno de Perón.

LA RUPTURA ENTRE PERÓN Y LOS MONTONEROS


Durante la presidencia de Perón se acentuó el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha del
movimiento. Perón respaldó decididamente a los que se proclamaron como los ortodoxos —los
jefes de la CGT y el círculo de López Rega— y esto acentuó el distanciamiento entre el presidente y
los sectores de la tendencia.
El punto culminante de este proceso fue la ruptura pública entre Perón y los grupos de la Juventud
Peronista vinculados con la organización Montoneros durante el transcurso del acto en
conmemoración del Día de los Trabajadores —el 1° de mayo de 1974—, realizado en la Plaza de
Mayo. En un hecho que no tenía precedentes en la historia del peronismo, más de la mitad de los
concurrentes al acto —simpatizantes de los sectores de izquierda— cuestionaron a la esposa de Pe-
rón —corearon la consigna "Evita hay una sola"— e interrumpieron el discurso del líder
preguntando "¿Qué pasa, general, que está lleno de gorilas el gobierno popular?". La reacción de
Perón, que señaló a los jóvenes como "esos estúpidos que gritan" y alabó la lealtad de los viejos

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sindicalistas, sabios y prudentes, provocó la retirada de las columnas de manifestantes que se
identificaban con los Montoneros y la plaza quedó semivacía, aunque el discurso de Perón no había
concluido.
Este acontecimiento reveló las dificultades que Perón enfrentaba para mantener su liderazgo sobre
un movimiento político en el que se había producido una división ideológica —entre ortodoxos y
revolucionarios— y en el que cada sector tenía capacidad para actuar con autonomía.

LA MUERTE DE PERÓN
Perón intentó retomar la iniciativa y dar respaldo político al plan económico. El 12 de junio de 1974
pronunció un discurso por radio y televisión en el que puso en juego su liderazgo, amenazando con
renunciar en caso de no poder llevar adelante el programa de reformas. Denunció a los
"irresponsables sindicalistas y empresarios que violan el Acta de Compromiso Nacional y algunos
diarios oligarcas que están insistiendo en el problema de la escasez y del mercado negro. [...] No
hay que olvidar que los enemigos están preocupados por nuestras conquistas, no por nuestros
problemas. Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y
que seguiremos en esa tarea, sin fobia, pero hasta no dejar ningún engranaje decisivo en manos
extranjeras".
La violencia de la Triple A
Este mensaje fue seguido de una movilización
Las acciones más resonantes de los
"escuadrones de la muerte" —integrados por en la Plaza de Mayo que concluyó con el
miembros de la Triple A, los servicios de último discurso de Perón pronunciado desde
inteligencia de las Fuerzas Armadas y de la
Policía—durante 1974 fueron: los atentados los balcones de la Casa Rosada. En lo que
con bombas contra locales de la JP en el mes algunos consideran su testamento político,
de enero; los asesinatos de cinco dirigentes de
afirmó: "M único heredero es el pueblo".
cooperativas agrarias en Córdoba, del dirigente
villero Alberto Chejolán, del sacerdote Mugica, Unos días después, el 1° de julio, Perón
de militantes del Partido Socialista de los falleció. Su muerte aceleró el proceso de
Trabajadores y del Partido Comunista, y del
diputado de la izquierda peronista, el abogado deterioro político del gobierno. La ausencia del
Rodolfo Ortega Peña. Una bomba mató al hijo líder que lo-graba articular y conducir un
del rector de la UBA, Raúl Laguzzi; fueron
movimiento muy heterogéneo llevó a un
asesinados el abogado Alberto Curutchet; el ex
vicegobernador de Córdoba Atilio López, el ex primer plano a la lucha social y al
subjefe de policía del gobernador Bidegain, enfrentamiento violento entre las fracciones
Julio Troxler, el profesor universitario y teórico
márxista Silvio Frondizi, y numerosos militantes antagónicas del peronismo. Al morir Perón, el
y dirigentes gremiales en diferentes lugares del jaqueado programa económico perdió su
país. La Triple A también participó en el
último sostén político.
asesinato, en Buenos Aires, del general
chileno Carlos Prats y su esposa —exiliados
en la Argentina por haber simpatizado con el ISABEL PRESIDENTE LA DERECHA EN EL
gobierno del socialista Allende—, preparado
por el servicio de Inteligencia del dictador PODER
chileno Augusto Pinochet. A esta lista LA REPRESIÓN ILEGAL
incompleta hay que agregar a los artistas que
abandonaron el país luego de que fueran Luego de la muerte de Perón, la vicepresidente
amenazados de muerte, como Horacio María Estela Martínez asumió la presidencia.
Guarany, Nacha Guevara, Héctor Alterio, Luis
Politti y Luis Brandoni, entre muchos otros. Desde entonces, se acentuó el proceso de
derechización del gobierno y su progresivo
aislamiento, lo que agravó la crisis política. El
grupo de López Rega y los sectores más
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conservadores avanzaron sobre las principales áreas del Estado. El gobierno abandonó las
negociaciones y los acuerdos parlamentarios con las diferentes fuerzas políticas.
El mismo Estado alentó y organizó una política represiva ilegal, llevada a la práctica, entre otros,
por el grupo parapolicial conocido como la Triple A, con el objetivo de eliminar a la oposición social
y política. Las acciones de la Triple A agravaron el clima de persecución y violencia a través de
amenazas a figuras del campo de la cultura asociadas a ideas de izquierda —difundieron listas
negras de futuras víctimas— y asesinatos de dirigentes políticos y gremiales del peronismo revolu-
cionario y del clasismo. Al mismo tiempo, el gobierno expulsó a los pocos funcionarios vinculados
con la tendencia revolucionaria que todavía quedaban en la administración nacional y en algunas
provincias.

LA IZQUIERDA PERONISTA: ENTRE LA POLÍTICA DE MASAS Y LA LUCHA ARMADA


Luego de la muerte de Perón, las organizaciones de la tendencia rompieron por completo con el
gobierno, al que caracterizaban como "no peronista" y "antipopular". En un editorial de la revista La
causa peronista, el dirigente montonero Rodolfo Galimberti afirmó que el gobierno crea las
condiciones para la violencia, porque en vez de seguir el camino para la liberación sigue el de la
dependencia, y se preguntaba: ¿Llegó la hora de la guerrilla? Unos días después, la organización
anunció que, por decisión propia, pasaban a la clandestinidad. Esta decisión significaba que los
cuadros de la organización dejaban de operar en "la superficie" para no, decían, ser un "blanco
fácil" frente a los ataques de la Triple A y, al mismo tiempo, para estar en mejores condiciones de
retornar a la lucha armada.
El pasaje a la clandestinidad fue dificultoso para los militantes y los simpatizantes de las
agrupaciones que apoyaban a Montoneros. Estas agrupaciones de la JP que actuaban en los barrios,
en las fábricas, en las villas, en las escuelas y en las universidades eran las que le permitían a la
tendencia revolucionaria desarrollar lo que llamaban una "política de masas", indispensable para
obtener el apoyo de las mayorías populares a la "causa de la liberación nacional". Los militantes de
la JP, en su mayoría, no eran cuadros que podían, fácilmente, hacerse clandestinos, dejar de
aparecer de un día para otro en sus lugares de trabajo, de estudio o en su barrio. Para muchos de
ellos, la decisión de los jefes montoneros de clandestinizar y militarizar a sus organizaciones
significó quedar aún más expuestos a la represión ilegal de la Triple A.
El resultado de esta decisión de la conducción montonera provocó la dispersión de una parte de sus
militantes y tuvo graves consecuencias para el futuro del peronismo revolucionario. Desde
entonces, Montoneros retomó activamente la lucha armada. Sus acciones más conocidas fueron los
asesinatos de Arturo Mor Roig —dirigente radical que fue ministro de Lanusse— y del dueño del
diario El Día de La Plata, David Kraiselburd. Tuvo una gran trascendencia el secuestro de los
empresarios Juan y Jorge Born —dueños de Bunge y Born, la mayor empresa privada del país—, por
cuyo rescate Montoneros obtuvo 60 millones de dólares; y también la voladura del yate del
comisario general Villar, uno de los jefes de la Triple A, en el que murieron el jefe policial y su
esposa. El coronel Jorge Grassi fue el primero de una lista de diez oficiales del Ejército que murieron
en ataques de comandos guerrilleros en distintas ciudades del país durante 1974.
Montoneros, que había surgido como una organización político-militar, se fue reduciendo a una
estructura militarizada que no estaba en condiciones de hacer política. Consecuentemente, se fue
alejando de las luchas sociales de las que antes se había nutrido y que le habían permitido crecer.

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LA CRISIS ECONÓMICA Y EL "RODRIGAZO"
En el mes de junio de 1975, el ministro de Economía Gómez Morales fue reemplazado por Celestino
Rodrigo, un hombre del lopezreguismo. Su principal objetivo fue liquidar la influencia de los
sindicatos e implementar un plan económico de shock de orientación liberal. Este intento —inédito
en la historia del peronismo— fue conocido como el rodrigazo.
El 5 de junio, el ministro anunció un aumento de los combustibles del 175%, un incremento del 75%
en las tarifas eléctricas y otros servicios y una devaluación del peso respecto del dólar del 100%. Las
medidas significaban una fuerte transferencia de ingresos en favor de los exportadores
agropecuarios, un gran impacto sobre todos los precios internos y un violento recorte del poder
adquisitivo de los salarios. El gobierno decidió que trabajadores y empresarios discutieran
libremente las pautas salariales. Los sindicatos más poderosos lograron acordar aumentos
nominales de los salarios que en muchos casos superaban el 100%.
Como consecuencia de todo ello, la inflación se aceleró aún más y los salarios se deterioraron antes
de que entraran en vigencia. Ante la posibilidad de que el gobierno no homologara los aumentos
logrados en las paritarias, los sindicatos organizaron una importante manifestación para presionar
sobre el poder político.
LA CRISIS POLÍTICA
El triunfo de los sindicatos agudizó aún más la crisis política. El gobierno estaba condicionado por
los jefes de la CGT y ya no contaba con los apoyos políticos y sociales como para retomar la
iniciativa. El nuevo ministro de Economía, Antonio Cañero, y el ministro de Trabajo, Carlos Ruckauf
—abogado vinculado con la dirigencia de la UOM—, intentaron, sin éxito, restablecer una tregua
entre obreros y empresarios.
Los sectores capitalistas nucleados en la
APEGE hostigaron al gobierno
suspendiendo las exportaciones de carne y
muchos empresarios nucleados en la CGE
—que había sido desplazada de los
puestos de decisión— adoptaron una
actitud opositora. Un gobierno que no era
capaz de controlar los conflictos sociales,
sujeto a las presiones de la CGT y con un
futuro electoral incierto resultaba poco
confiable para los hombres de negocios.

LA CAÍDA DE ISABEL
Sin embargo, todas aquellas concesiones
no hicieron más que demostrar a los
grandes empresarios y a los militares que
el gobierno de Isabel no estaba en
condiciones de asegurar sus intereses en
el marco de un orden político estable. La
desarticulación de la alianza social
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peronista, la pérdida de identidad política y el descrédito del gobierno favorecieron la formación de
un frente golpista. Fueron inútiles los llamados a la "verticalidad" que realizaron algunos sectores
peronistas ortodoxos cercanos a la presidente, invocando su carácter de "heredera" del liderazgo
de Perón.
La casi totalidad de los sectores capitalistas y de las Fuerzas Armadas consideraron necesario
asumir el control de la situación antes que sostener a un gobierno que se mostraba incapaz de
detener los conflictos sociales. El temor de que la crisis política favoreciera una radicalización de las
luchas sociales precipitó el golpe militar. El 16 de febrero de 1976 la APEGE realizó un lock-out
patronal —una huelga de empresarios— al que se plegó una gran parte de los industriales que se
habían integrado a la CGE.
El reclamo de orden se extendió a vastos sectores de las clases medias urbanas, quienes brindaron
un implícito consenso a la intervención militar. La pasividad de la CGT, la incapacidad de los
partidos políticos para articular un frente sólido ante los golpistas y una opinión pública preparada
por los medios de comunicación que anunciaban semanalmente la inminencia del golpe militar,
fueron un marco propicio para que el
24 de marzo de 1976 las Fuerzas
Armadas interrumpieran el ciclo
constitucional e instauraran una
dictadura militar.

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