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La formación del Derecho Común Europeo

TEMA 1. ¿QUÉ ES EL IUS COMMUNE?

1. CUESTIONES GENERALES
Se puede decir que Europa se configura sobre los pilares del pensamiento filosófico, científico y artístico
griego, del Derecho romano, las instituciones germánicas y de la ética social cristiana.

1
El Imperio romano de Occidente cae en poder de los pueblos germánicos en el año 476. Considera la
doctrina que es el Derecho Romano vulgar , y no el derecho clásico, el que es asumido por los pueblos
germánicos.
El Imperio Romano de Oriente (Bizantino) continúa existiendo hasta el año 1453, en que Constantinopla
es invadida por los turcos. La invasión islámica, de amplios territorios colindantes con el Mediterráneo,
hace del solar europeo, un campo de enfrentamiento entre civilizaciones diferentes, que dura siglos.

El feudalismo y los antagonismos entre las monarquías partidarias y contrarias al Sacro Imperio Romano
es otra de las características del medievo europeo. El renacimiento de la idea del Imperio Romano
(renovatio o translatio imperii) se asocia, en el siglo IX, al poder papal, que lucha contra el invasor
musulmán, y se concreta en la coronación del rey franco Carlomagno en la Navidad del año 800 (los
francos habían invadido la antigua Galia romana, con posterioridad a los visigodos), como único
emperador, por el Papa. Nace así el llamado Sacro Imperio Romano que pasa a denominarse, en el siglo
X, Sacro Imperio Romano Germánico, al asociarse la corona germánica al Imperio.

Históricamente Europa es una aspiración y una realidad. Con relación a Europa como aspiración política,
la caída del Imperio de Occidente y la aparición del Imperio Musulmán y el Imperio Bizantino, hacen que
Europa se dé cuenta de lo que ha perdido y recuerde con añoranza la época del Imperio Romano, en que
Roma era la dueña del mundo y acogía en su seno a una infinidad de pueblos, a los que había donado su
lengua, su cultura, su derecho y su prosperidad.

En cuanto a Europa como realidad cultural, Jean Monnet, en la última etapa de su vida, insistía en que, si
volviera a nacer y al emprender la unidad europea, no empezaría con lo económico, sino con lo cultural.
Porque culturalmente Europa ha sido y es una unidad. Esa unidad cultural de Europa es el “anima et ratio
mundi” y sus raíces son el pensamiento griego, que por primera vez y para siempre, reconoció en el
hombre “la medida de todas las cosas”; el pensamiento latino Honeste vivere,naeminem laedere et jus
sum cuique tribuere ("Vivir honestamente, no dañar al otro y dar a cada quien lo que le corresponde"); y

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el pensamiento cristiano que ha elevado al hombre a la dignidad divina llamándole hijo de Dios. De estos
pensamientos han nacido en la Edad Moderna la tolerancia de la fe (libertad religiosa), la libertad
política, el gobierno democrático, tres valores supremos que representan la gran conquista de nuestra
civilización.

Esa unidad cultural fue obra principalmente de las universidades, aunque en ella tuvieran también un
papel importante los comerciantes (derecho mercantil).

1.1. Causas de la caída del Imperio Romano


El final del Imperio Romano se caracterizó por pasar a convertirse en un gran compendio de territorios,
casi impracticable con la forma de gobierno tan centralizada que habían llevado los emperadores hasta
el momento. Por ello el emperador Teodosio (379-395), fuertemente debilitado con una invasión a larga
escala de godos y bárbaros y después de ganar dos guerras civiles muy destructivas, a su muerte legaba
a sus dos hijos el Imperio dividiéndolo en dos (esto recuerda al pensamiento germánico en el cual los
jefes dividían sus propiedades entre todos los hijos, dándonos una idea de que todo estaba cambiando).
A Arcadio lo que pasaría a denominarse Imperio Romano de Oriente o Bizancio y a su hermano Honorio
el Imperio Romano de Occidente.
De este modo, Roma dejaba de estar totalmente unida, debido a que poco a poco fueron cambiando sus
políticas, su economía e incluso la religión:

La economía en el Imperio Romano


La política económica llevada a cabo desde el inicio de las conquistas de la República en Roma, fue la de
sacar de las demás provincias y territorios conquistados todo lo de valor que pudiera ofrecer la tierra
(minas, madera, comida, etc.), y enviarlo a la capital.
Con el avance del tiempo, ya en el Bajo Imperio, los emperadores se vieron en la necesidad de proteger
la frontera de las invasiones que estaban produciéndose de los pueblos germanos. Por ello, apostaron a
las legiones en la frontera, pero éstas debían de ser alimentadas, mantenidas y pagadas. De tal forma
que gran parte de lo que llegaba de las provincias era remitido a la frontera para poder calmar a todos
los soldados apostados.
Otra de las características económicas de la última época del Imperio Romano de Occidente era su
comercio, que debía satisfacer los lujos de los ricos ciudadanos romanos mediante bienes procedentes
de oriente, a través de la denominada ruta de la seda. Estos gastos desmesurados no se vieron
compensados con ingresos ya que eran destinados a los soldados mantenidos en las fronteras del
Imperio. Esta situación provocó un progresivo empobrecimiento de Roma.
Por tanto, en el final del Imperio romano la economía era deficitaria, debido a que se perdía entre los
abusos de los más ricos y el mantenimiento del costoso ejército romano.

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La política en el Imperio Romano
En la política encontraremos, en el Bajo Imperio, un gran caos provocado por una espiral de deposiciones
de emperadores, debido a la poca fuerza militar que disponían y a los juegos de poder de los jefes
bárbaros (que buscaban enlaces con miembros de las familias aristócratas romanas, buscando solamente
su propio beneficio).
A esto le debemos sumar que el Bajo Imperio fue una época en la cual se dejaron de anexionar nuevos
territorios ante la falta de recursos que hemos mencionado anteriormente. Se estableció una frontera
fija que debían de defender las legiones, pero con el paso del tiempo esa frontera comenzó a retroceder
a pasos agigantados. Para cuando se destituye al último emperador romano, podemos decir que Roma
no gobernaba ni la península itálica (Flavio Rómulo Augusto, llamado despectivamente por sus
detractores «Augústulo», fue el último emperador romano de Occidente (475–476).).
La corrupción en Roma también era una constante, así la elección de un nuevo emperador era una
cuestión no resuelta, pues nunca se determinó claramente el procedimiento de elección de un nuevo
regente. La elección siempre era un debate entre el emperador antiguo, el Senado, la Guardia Pretoriana
(el ejército privado del emperador) y el ejército. Al final, la Guardia Pretoriana se hizo con el poder de
elegir al nuevo emperador, y éste posteriormente los recompensaba.
Esto comenzó a generar problemas como en el año 186, cuando la Guardia estranguló al nuevo
emperador. Entonces la “práctica de vender” el trono al mejor postor se hizo una institución.

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La sociedad en el Imperio Romano
Dentro de las causas de la caída del Imperio romano tenemos que hablar del cambio que se fue
produciendo dentro de la sociedad. Los primeros en notarlo fueron los humiliores
(campesinos/artesanos), debido a que fueron sufriendo cada vez más las subidas de impuestos del
Estado, el cual necesitaba de forma urgente cobrar en especie (alimentos, herramientas, armas...).
Por ello, para poder escapar de las obligaciones, decidieron ceder las tierras a los honorati (señores
terratenientes), para pasar a trabajarlas como arrendados. A cambio, además, recibían la protección del
nuevo señor de las tierras, ante los abusos de los agentes imperiales.
El declive moral en Roma también contribuyó a acelerar la caída del Imperio. Incluso durante la Pax
Romana (período estable y relativamente pacífico). Asimismo, son conocidas las prácticas de
emperadores como Calígula y Nerón que, son históricamente famosos por sus derroches de dinero en
lujosas fiestas, donde los invitados comían y bebían vino y licores hasta enfermarse.
Sin embargo, existe otra teoría que apunta a la adopción del cristianismo como religión del Imperio
como causante de la transición o del paso de ser una República brutal, con una férrea resistencia a los
invasores, a pasar a convertirse en una población más interesada en la vida después de la muerte, que
vivir en el presente. Esta es una teoría más bien ideológica, ya que el cristianismo también sirvió como
cohesión para el Imperio romano en el momento de dividirse en Roma y Constantinopla.
El entretenimiento popular más famoso durante esta época era ver los combates de los gladiadores del
Coliseo romano.
La continua interacción de la gente en este entorno, donde el contacto con cuerpos muertos y la sangre
eran frecuentes, esparcían una gran cantidad de enfermedades. Los más afectados eran las personas que
vivían en las calles, contagiándose de una gran cantidad de enfermedades.
La salud pública de la clase alta de Roma se vio muy afectada por el cambio de los acueductos a tuberías
de plomo como método para llevar el agua a las viviendas de los más acaudalados. Esta nueva
infraestructura trajo consigo el envenenamiento del agua que, aparte de la muerte, fue la causante de
enfermedades como la pérdida de memoria o la infertilidad y otra serie de afecciones mermaron
seriamente a los ciudadanos romanos.
En el aspecto social, durante el declive del Imperio Romano de Occidente, otro hecho significativo es que
los jefes y hombres importantes de las tribus bárbaras que entraban en la frontera y que iban formando
los futuros reinos europeos, fueron teniendo contratos matrimoniales con la aristocracia romana. Esta
práctica pasó a denominarse la crisis de los emperadores. Así, pasaron a ser meros títeres de los jefes
bárbaros que, cuando no les eran útiles para sus propósitos, procedían a asesinarlos.

2. ¿QUÉ ES EL IUS COMMUNE?


El Derecho común nace en la Edad Media1. Pero ciertamente la Edad Media fue un momento
especialmente importante para el Derecho, porque en ella surgió el derecho común europeo (Ius

1
Una edad comprendida entre dos grandes periodos: el periodo clásico greco-romano y la llegada del Renacimiento y de la
Modernidad.

5
Commune). Pero no es un fenómeno exclusivamente medieval, porque se sitúa su comienzo en el siglo
XII, casi en la mitad del periodo, y sus efectos llegan hasta el siglo XVIII.
Por lo tanto, el Derecho común europeo2. El Derecho común se denomina:
● Ius commune para acentuar su carácter cultural transnacional o europeo, o
● Ius utrumque para subrayar su doble procedencia: el Derecho romano y el Derecho canónico.

Surge como consecuencia del renacimiento económico, ciudadano y cultural, que tiene lugar en el S. XII
en los diversos conocimientos de entonces: la Filosofía, la Teología, la Medicina y el Derecho. Aflora en
Italia en el S. XI, adquiere sus primeras formulaciones en Bolonia en el S. XII, y desde Bolonia va
ascendiendo paulatinamente a toda la Europa Occidental.

Se caracteriza, en primer lugar, porque es una cultura de libros. Parte del Corpus Iuris Civilis (Digesto,
Código, Novelas e Instituciones de Justiniano) y el Corpus Iuris Canonici (Decreto de Graciano, Decretales
de Gregorio IX, Libro VI, Las Clementinas y las Extravagantes comunes y las de Juan XXII) analizados con
el método escolástico y termina en otros libros, elaborados bajo una gran variedad de géneros jurídicos
literarios: Glosas, Comentarios, etc. Frente al predominio de la oralidad de siglos anteriores, ahora se da
cada vez más importancia al texto escrito.

En segundo lugar, en cuanto a su contenido, el Derecho Común inicialmente se nutre solo del Derecho
Romano Justinianeo. Pero, posteriormente, va incorporando otros derechos, primero el Derecho
Canónico, después el Derecho Feudal y finalmente algunas instituciones consuetudinarias3 del antiguo
Derecho medieval, así como algunas instituciones nacidas en los “Iura propria”4.

El Ius Commune en tercer lugar, se expresa, tanto en el lenguaje oral como en el escrito, en una lengua
única, universal, común a todos los juristas: el latín. Todos los juristas europeos se expresaban en la
misma lengua y habían estudiado el derecho con unos planes de estudios similares en toda Europa.
Este Ius Commune se enseña de manera análoga en todas las Facultades de Derecho Europeas. La
Universidad nace en el Medioevo como el “tercer poder” dentro de la cristiandad, frente a los otros dos
grandes poderes: Pontificado (el Papa) e Imperio. La Universidad nace con una vocación universal, por
encima de las fronteras políticas e ideológicas entonces existentes. Esa vocación de universalidad debe
ser nota esencial de todo universitario. El universitario tiene que ser un hombre sin fronteras, ni
ideológicas ni nacionalistas, un hombre abierto a todo.

2
Es una cultura jurídica desarrollada a partir de los textos conocidos de Derecho romano y de Derecho canónico, a los que se
añade el Derecho feudal y el Derecho mercantil.
3
Que se rige por la costumbre.
4
Derecho propio.

6
Las universidades medievales no nacen como instituciones nacionales, de un reino, sino como
instituciones universales. Al principio generalmente están fundadas por una o las dos autoridades
universales, Papa y Emperador, y por ello los títulos que expiden tienen valor en todo el mundo
conocido. La licencia que conceden al finalizar los estudios es una “licencia ubique docendi” es decir, de
enseñar en todo el mundo.
Entre las diversas Facultades de Derecho europeas hay un intercambio permanente entre profesores y
alumnos, la llamada “peregrinatio accademica”. Es frecuente, por ejemplo, encontrar españoles que
estudian Derecho sucesivamente en Mérida, Montpellier, Siena, Bolonia y obtienen su licenciatura o
doctorado en Ferrara, por ser menos costosa que en Bolonia. Profesores españoles enseñan no solo en
las universidades hispanas. Lo que actualmente pretende, entre otros, el proyecto Erasmus, era entonces
una realidad.
Es la época dorada del Derecho, la época del Ius Commune, el fenómeno cultural más importante de la
historia por su duración cronológica (del S.XII al S. XVIII), por su extensión geográfica (domina en toda
Europa y en sus colonias) y por su influencia en la sociedad, ya que configura durante siete siglos sus
instituciones políticas y sociales.

El Derecho común europeo: la justificación del estudio de la formación del Derecho común europeo es
entender las raíces de nuestro Derecho, entender de dónde procede para luego profundizar en cómo es
y cómo funciona.
El Derecho Común ofrece respuestas a interrogantes jurídicos siempre presentes, aporta nociones y
conceptos, cuestiona las preguntas y las respuestas. Y aunque los juristas que lo pergeñaron apenas se
parecen a los juristas de hoy en día, no está de más tener en cuenta las problemáticas pasadas y las
respuestas a las mismas para tratar de integrar las instituciones europeas, y los Estados europeos
generan de forma incesante a lo largo del tiempo. Porque, a fin de cuentas, el saber implica clasificación
y los juristas, ahora y antes, son clasificadores de información, localizadores de lo jurídico y de lo justo,
integradores de todos los materiales finalmente resultantes, ordenadores del caos.

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La conclusión de esto es la aparición, de un “sistema de Derecho Común”, que no era sola y simplemente
el Derecho romano que retoma su vigencia y el Derecho canónico potenciado por los papas, sino estos
dos elementos como puntos de arranque y además los Derechos propios ya dados y vigentes, el Derecho
feudal, las costumbres y las consecuentes elaboraciones doctrinales alrededor de cada uno de esos
ordenamientos coexistentes y contrapuestos, y, sobre todo, las complejas relaciones que a partir de
entonces fueron establecidas entre todos esos ordenamientos jurídicos.

3. ESPAÑA. HISTORIA DEL DERECHO ESPAÑOL.


Podemos dividir la historia del Derecho Español en los siguientes períodos:

● Edad Antigua: la Romanización y cristianización de España (218 a.C- 409)

● Temprana Edad Media: la aportación germánica (400-711). Derecho Hispanovisigodo y colección


canónica Hispana.

● Alta Edad Media: la formación del Derecho castellano-leonés (711-1217). Invasión musulmana y
la Reconquista.

● Baja Edad Media: la recepción del Derecho común (1217-1474)

● Edad Moderna (1474-). Los Reyes Católicos, la Casa de Austria y la Casa de Borbón.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 2. PRESUPUESTOS HISTÓRICOS-JURÍDICOS

1. INTRODUCCIÓN
El derecho común nace en la Edad Media. La Edad Media es el periodo comprendido entre la caída del
Imperio Romano de Occidente (476) y el fin del Imperio Bizancio (1453). El derecho común nace en la
Edad Media, pero no es un fenómeno exclusivamente medieval porque su comienzo data en el siglo XII
hasta el siglo XVIII. Es una cultura jurídica desarrollada a partir de los textos conocidos del Derecho
Romano y el Derecho Canónico, a los que se añade el Derecho Feudal.

2. HOMBRE, SOCIEDAD Y AUTORIDAD EN LA EDAD MEDIA


La edad media tiene tres etapas:

1. Hasta el siglo XI, etapa de organización, se consolidan las grandes instituciones protagonistas.
2. Hasta finales del siglo XII de afirmación o plenitud.
3. De superación en la que se produce una progresiva gestación de una nueva época histórica.

La costumbre prevalece sobre el derecho escrito. Al nacer nuevas relaciones jurídicas hay que adaptar
nuevos derechos que van pasando oralmente. La costumbre no está en una ley escrita, un juez dicta una
sentencia en base a través de un testigo, mayor de aquella época, un comportamiento determinado y
constante, un inquisitio. Por otra parte, también se podía la laudamenta curiae, establecer una máxima
jurídica, la sentencia se dicta delante del pueblo después de escuchar los legos del jurado, gente que
sabía de derecho. Y se convertía en costumbre y se aplicaba en futuros pleitos.

Los pueblos europeos cristianos viven en la cristiandad, es decir, en una sociedad temporal y
transnacional que forman los cristianos. La diferencia entre Cristiandad y la Iglesia Católica es que la
Iglesia es una comunidad sobrenatural guiada por los sacerdotes, mientras que la Cristiandad es una
sociedad temporal de los cristianos guiada por los jefes temporales: la Iglesia es el alma de la
Cristiandad.
La Cristiandad presupone que hay dos órdenes de autoridad en la sociedad: un orden espiritual y un
orden temporal. El primero está confiado por Dios al papa, los obispos y los sacerdotes y el segundo está
confiado al emperador, los reyes y los nobles. Se trata de una expresión concreta del denominado
dualismo cristiano.

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El dualismo cristiano se basa en el debate y estudio de las relaciones entre el poder espiritual y el
temporal a lo largo de toda la Edad Media. Los dos extremos opuestos al equilibrio del dualismo fueron
el hierocratismo5 y el cesaropapismo6.

El jurista medieval Paucapalea explica el origen del proceso judicial a partir de la Biblia sobre todo en su
primer libro, el Génesis: tras comer del árbol prohibido Adán y Eva, Dios llama a Adán y le inquiere por
el delito de desobediencia cometido, Adán responde intentando justificarse ante Dios.
Paucapalea estima que, aquí ya están presentes los elementos básicos del proceso judicial: citación de
Dios Adán, acusación o demanda y posibilidad de contestar la acusación o a la demanda.

En la Edad Media no existe propiamente Estado, pero sí existen autoridades políticas. El derecho común
europeo fue un puente para la creación del Estado.

3. FISIONOMÍA DEL DERECHO ALTOMEDIEVAL


3.1. Rasgos generales
Cada grupo social tenía su derecho propio, la existencia de un derecho para cada grupo social conforme
nuestra mentalidad, significa desigualdad incluso discriminación. En la Edad Media el Derecho propio es
la manifestación objetiva de la libertad de los grupos, la ventaja es que es un derecho más cercano a las
personas y el inconveniente es el fraccionamiento jurídico que contribuye a la inseguridad de la
aplicación del Derecho. Se centra en las cosas, en problemas específicos y no atiende al individuo sino al
grupo.
Grossi sostiene que los tres elementos que conforman el derecho medieval son la tierra, la sangre y el
tiempo.

El derecho medieval arranca de lo privado y al atribuirlo a sujetos socio-políticos generó el derecho


público.
En los siglos VII al X, desembarca en Europa la presencia del Derecho germánico. El derecho germánico
era distinto al derecho romano debido a su menor grado de maduración. La concepción germánica
procede de pueblos nómadas que posteriormente se hacen sedentarios, no aceptan un poder
centralizado o único y su autoridad son jefes militares en una casi continua situación de guerra. El
Derecho germánico se genera y perdura a través de la costumbre, la ley escrita no aparece como norma
5
El hierocratismo consiste en el ejercicio del gobierno temporal por parte de autoridades religiosas o espirituales, o el
predominio teórico y práctico del poder espiritual sobre el temporal. El hierocratismo fue la concepción de las relaciones entre
Iglesia-Estado. Dominante en la cristiandad medieval, especialmente entre los pontificados de Gregorio VII (1073- 1085) y
Bonifacio VIII (1294- 1303). El hierocratismo situaba al Romano Pontífice en una posición de predominio sobre emperadores y
reyes. (Superioridad del poder religioso sobre el temporal)
6
El cesaropapismo es la intervención del poder político imperial en la Iglesia Católica, tendencia de las relaciones
Iglesia-Estado, surgió con el emperador Constantino el Grande (272 337), quién promovió el Concilio de Éfeso y tomó para sí el
título de obispo exterior. Se asentó establemente en el Imperio Bizantino y caracterizó el régimen de las relaciones
Iglesia-Estado del imperio Carolingio. (Líder político ejerce autoridad en materia religiosa)

10
otorgada por la autoridad sino como una norma convenida entre la autoridad y el pueblo.
Refiriéndonos al Derecho privado es incapaz de abstracción ligado a situaciones de hecho dominado por
la exteriorización. La imposibilidad de abstracción jurídica del derecho germánico hace que no contenga
la categoría de la persona jurídica como entidad a la que se le imputan obligaciones y reconocen
derechos.

3.2. La Lex Visigothorum


La genialidad del derecho común Europeo es sintetizar el Derecho romano y el germánico. La labor de
síntesis se basa en las necesidades prácticas que plantea la sociedad. Es lo que sucedió en la España
visigoda con el Liber iudiciorum o Lex Visigothorum.
El Liber es la reglamentación jurídica de los habitantes del reino visigodo de Toledo. En él se dan cita al
juramento germánico con su valor moral cristiano, recogió un sentido de justicia vindicatoria penal, dio
gran peso a las instituciones eclesiásticas en la sociedad y fue una fuente básica del derecho hasta la
recepción del Derecho común coexistiendo con fueros, usos y costumbres diversos.
Fue promulgado por el rey Recesvinto en el 654, tras su revisión el Concilio de Toledo. Tiene un título
preliminar y 12 libros.

1. Explica qué es la Ley así como el derecho de legislar del rey y de los obispos, distingue a los
hombres libres y a los siervos.
2. Cargos jurisdiccionales.
3. Deroga la prohibición de matrimonios entre romanos y godos, regula el divorcio en caso de
adulterio y el régimen económico matrimonial de gananciales.
4. Legítima hereditaria que corresponde a los hijos o a los nietos.
5. Persona física que pudiera venderse a sí misma y recobrar posteriormente su libertad pagando el
precio de la venta.
6. Derecho penal.
7. Derecho penal.
8. Derecho de los daños y sus sanciones.
9. Derecho de asilo en lugar de culto de los fugitivos y de los desertores.
10. División de la tierra entre godos y romanos.
11. Médicos y comerciantes.
12. Herejía.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 3. FEUDALISMO E IMPERIO

1. LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA Y JURÍDICA: EL FEUDO


Para entender como se desenvuelve la tradición medieval es usual situarnos ante tres elementos con
relevancia política y jurídica: el papado, el imperio y el feudo.

1.1. El sistema feudal


La sociedad se ruraliza, en el Bajo imperio se desestabilizan los colonatos7, que darán lugar al señorío.
Los poderes locales ofrecen la seguridad que las autoridades imperiales no pueden otorgar. El
campesinado que necesita seguridad se dirige a un vecino más poderoso que puede garantizarla por
medio de hombres armados. Estos se comprometen a defenderle a cambio de una parte de la cosecha o
de los bienes obtenidos. El senior entonces tiene más riqueza y eso permite mejorar la protección. La
relación que une al senior con el campesino es un acuerdo de hombre a hombre, un contrato verbal
recíproco no sancionado por una autoridad superior, pero fundado en una promesa, en un juramento,
que no es sólo un acto con valor social sino inseparablemente un acto sagrado con valor religioso. Y esta
es la base del sistema feudal. Desde el punto de vista jurídico, cada feudo se revela como una unidad. La
compenetración de institutos jurídicos y sociales diversos: una relación personal (el vasallaje), una
relación real (el beneficio) y un elemento negativo vinculado a los anteriores: la inmunidad.
El vasallaje es una costumbre de origen germánico conforme a la cual el varón libre, desde el momento
en el que la asamblea del pueblo lo declara apto para el servicio de las armas (y en consecuencia con
capacidad de obrar), se vincula a un príncipe jurándole fidelidad y dedicando a él todas sus acciones en
paz y en guerra, a cambio, el príncipe se obliga a facilitarle las armas y el sustento o manutención. La
vinculación vasallaje-beneficio supuso una mutua influencia que otorgó estabilidad al feudo. El sistema
feudal no estuvo vigente de forma uniforme en toda Europa, sino que cada territorio tuvo sus
peculiaridades.

1.2. El feudalismo episcopal


Los reyes carolingios donaron abundantes iglesias en sus territorios, la iglesia catedral comprendía varios
edificios, tanto profanos como eclesiásticos, y derechos fiscales como censos, impuestos de mercado y
fabricación de moneda; afectados a fin religioso exclusivamente; Los inmuebles y los derechos fiscales
producían rentas de dinero o especie que ofrecían los medios de sostenimiento del obispo; el obispo

7
Los arrendamientos de inmuebles rústicos.

12
titular en activo era el «dueño» de la iglesia mientras ejerciera su cargo: iglesia y bienes anejos se
aglutinaban en el episcopatus8.

El feudalismo episcopal nace con el cesaropapismo del imperio carolingio y en los años posteriores se
consolida política y jurídicamente. Pero a la Iglesia católica le supone un grave deterioro, porque los
nombramientos episcopales, sometidos al príncipe temporal y por tanto no libres, supeditan el ejercicio
de una función espiritual otorgada por el sacramento del orden sagrado a la investidura laica. Y el
príncipe temporal tiene la última palabra sobre dicha investidura de forma que el rey o el emperador
solo admite a quienes estima idóneos políticamente, convirtiendo la dignidad episcopal en
manifestación de confianza o en un premio. El obispo se convierte en una pieza más del tablero de
ajedrez político del rey, sin importar necesaria o principalmente el ejercicio de una tarea religiosa. Con
ello se consolidaban también la simonía9 y el nicolaísmo10.
Los cargos eclesiásticos se obtenían por precio, por parentesco o por influencias, contraviniendo en
ocasiones incluso la normativa canónica y las condiciones de acceso al cargo. No es de extrañar entonces
que el clero careciera con frecuencia de vocación y de formación. La Iglesia católica se encontraba
sometida al vaivén de la política europea. Todo ello conduce a la guerra de las investiduras y a la reforma
gregoriana, que tienen una importante dimensión jurídica.

2. EL IMPERIO, PODER TEMPORAL DE LA CRISTIANDAD


La lucha del romano pontífice por no depender del emperador y la de los reyes por no depender del
romano pontífice lo que determina la fisonomía, función y contenido del Derecho común.
Pero el punto de partida no es otro que un ideal que regresa una y otra vez al imaginario europeo: ser
otra vez, como lo fue Roma, un gran imperio. La idea estuvo vinculada en cierta medida a la monarquía
carolingia.

2.1. De la monarquía al imperio carolingio


En el siglo VII los mayordomos de palacio de francos fueron el motivo por el cual el imperio arrancó.
Carlos Martel (688-741) consigue reunificar a los francos y frenar el avance árabe. Su hijo Pipino
(714-768) con el consejo y aprobación del papa Zacarías, convoca la asamblea del reino que depone al
rey merovingio Childerico III y proclama rey a Pipino, que fue ungido por San Bonifacio y los obispos
presentes. La unción del rey era un signo cuasi-sacramental de reminiscencias bíblicas; con ella se recibe
la sacralidad, el sello de la legitimidad de la Iglesia de la civilización romana. Pero esta primera
unción-consagración no fue la más importante: en el año 754 el Papa Esteban II renueva la unción de
Pipino al tiempo que el rey de los francos y sus hijos reciben el título de «patricio de los romanos» como

8
Término que abarca la función episcopal, la circunscripción territorial del obispo y el conjunto de bienes que el obispo tenía en
su poder por razón de su función como un todo indisoluble.
9
Acción o intención de negociar con cosas espirituales, como los sacramentos o los cargos eclesiásticos.
10
Matrimonio entre clérigos, concubinato.

13
signo de la alianza del papado con la monarquía franca frente a los lombardos que amenazan al
pontífice. La victoria del rey de los francos sobre Astolfo da paso a una donación territorial al papa.
La Donación de Constantino es un relato inventado en el siglo V (Leyenda de San Silvestre), ampliado en
otro documento conocido como la Constitución de Constantino, el emperador Constantino el Grande
(272-337), enfermo de lepra, fue curado por el papa San Silvestre mediante el bautismo. Agradecido por
la curación, concedió al Papa los honores e insignias propios del emperador e hizo entrega al papa y a
sus sucesores del palacio de Letrán, de las provincias de Italia y las regiones occidentales, estableciendo
el emperador para sí una nueva capital al Este retirándose de Roma, puesto que el emperador no debía
tener poder allí donde Dios ha establecido la residencia de la suprema autoridad de la Iglesia católica, es
decir del papa. Con ello, la transmisión del proyecto imperial romano descansará sobre el papa, no sobre
una autoridad secular. La Donación de Constantino se incluyó en las «falsas decretales11» justificando la
independencia del Occidente cristiano respecto del Imperio bizantino.
El reinado de Pipino es el punto de arranque del Sacro Imperio Romano. Su hijo Carlos, muy pronto
llamado Carlomagno (742-817), extiende sus dominios por Europa, desde la Marca Hispánica hasta
Hungría pasando por Alemania. Establece la capital en Aquisgrán, con una eficiente administración de su
palacio y de su reino. Mantiene la asamblea de los notables militares del reino y potencia los agentes del
rey denominados missi dominici, al menos dos (un obispo y un conde) con facultades de inspección en el
territorio visitado. Al frente de cada distrito, Carlomagno sitúa a un conde (comes). El vasallaje garantiza
la jerarquía reticular, porque aunque en origen el vasallaje sea un contrato privado, se traslada al ámbito
político como expresión del vínculo del súbdito (secular o eclesiástico) y el rey.
Por su parte, Alcuino de York (735-804) inspira la renovatio Imperii de Carlomagno: idea revolucionaria
sobre la tesis de que el Imperio romano no podía desaparecer sin que desapareciera el mundo y que, por
tanto. Alcuino sostiene que tres son las dignidades más altas del mundo: el Vicario de Cristo, el
emperador de Bizancio y Carlomagno mismo que, por voluntad de Dios, destinado a ser el rector del
pueblo cristiano y destacar sobre cualquier otra dignidad. Carlomagno va a Roma, repone el Papa y es
coronado por éste como emperador el 25 de diciembre del año 800. No se estimó este Sacro Imperio
como «traslación» del romano, sino como «renovación». Durante toda la Edad Media: la idea imperial
fue algo obsesivo que marcó la historia de los alemanes, de los italianos y, con menor intensidad. La
concepción de la Cristiandad como unidad: era la réplica política a la unidad religiosa.
El imperio proclamado en Roma el año 800 reuniendo en un corpus12 los reinos que el rey franco había
sometido no era propiamente una suma o adición de territorios regios: debía superarlos, disolverlos,
reconstituirlos en una unidad que tiene su expresión en la voluntad suprema y única del emperador. Y
esta voluntad, a su vez y en contra de los modelos políticos germánicos, debía desvincularse de la de los
súbditos y depender exclusivamente de Dios, por mano del Papa, el vicario de Cristo en la tierra. El
emperador es el protector natural y defensor de la Iglesia de Cristo. El imperio propugna una unidad

11
Las falsas decretales son un conjunto de documentos falsificados que fueron redactados en el siglo IX, con el objetivo de
proporcionar al Papa y a la Iglesia una base jurídica sólida para el ejercicio del poder. Estos documentos contienen una colección
de decretos papales y canónicos falsos, con el objetivo de dar la apariencia de que la Iglesia había tenido una autoridad
independiente desde los tiempos apostólicos. Aunque estos documentos son falsos, tuvieron un gran impacto en la Iglesia
medieval y en la política de la época.
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Colección de textos seleccionados y organizados para su estudio lingüístico y/o literario.

14
política, porque las raíces germánicas potencian el principio de personalidad del Derecho. El imperio
carolingio, supuso «la primera afirmación de la unidad política de Europa».
El imperio de Carlomagno tuvo un carácter personal que se sobrepuso a su valor institucional; junto a la
idiosincrasia política de los francos, se produce la división de los reinos entre sus hijos Carlos, Pipino y
Luis. Tras su muerte , su sucesor Ludovico Pío intentó repartir el territorio entre sus hijos. Después de su
muerte la guerra continuó entre Lotario, Luis Il y Carlos II hasta la conclusión del tratado de Verdún
(843). Con este tratado se establece la partición del Imperio en tres reinos: el reino occidental francés
(Carlos II), el reino oriental germánico (Luis II) y el reino central de Lotario, absorbido por los dos
anteriores. El título imperial atraviesa una época de rápidas sucesiones durante setenta años hasta que
en el 876 el reino oriental de los francos entra en desintegración. La división de Europa en una zona de
influencia francesa y otra de influencia germánica, que será la base de la cultura jurídica continental.

2.2. El Sacro Imperio Germánico


El reino germánico se hizo inseparable de la corona imperial: los germanos eligen al rey conforme a su
derecho y una vez que accede al trono de Aquisgrán, obtiene el poder real y el título de rey. Y después el
papa le consagra, recibiendo el imperio y el título de emperador. Con Enrique II duque de Sajonia
(876-936), podemos considerar que comienza su andadura el Sacro Imperio Romano Germánico. Otón el
Grande (912-973) fue coronado emperador por el papa Juan XII. Su hijo Otón II (955-983) fue a su vez
coronado emperador por Juan XIII. Otón III (980-1002) fue coronado por Gregorio V, trasladó su corte a
Roma y retomó la expresión carolingia Renovatio Imperii Romanorum.
El prematuro fallecimiento de Otón III conduce a la designación y consagración del duque Enrique de
Baviera, emperador en el año 1014 por el papa Benedicto VIII. Enrique II falleció sin descendencia,
rompiéndose la sucesión dinástica en Germania y en el Imperio. Durante su regencia, procuró la
deposición de los prelados indignos, promovió la reforma del monacato a través de la silenciosa
revolución de Cluny y frenó las ambiciones de los señores temporales mediante señoríos episcopales.
Conrado II (1024-1039) fue el primer emperador procedente de Franconia. Le sucede su hijo Enrique III
(1039-1056) con quien parece sustituirse el título de rey de los germanos por el de rey de los romanos;
tiene el papel que corresponde al emperador en la Cristiandad, esto le lleva a una política de
dignificación eclesiástica, sometiendo la jerarquía eclesiástica al poder imperial.Sin embargo, chocó
frontalmente con el papado; en el siglo XI la situación de la sede romana es desastrosa, porque hay hasta
tres papas en liza por el solio pontificio: Benedicto IX, Silvestre III y Gregorio IV. El último solicitó el apoyo
del emperador, que convocó un concilio, depuso a los tres papas rivales y nombró a un cuarto bajo el
título de Clemente II. El nuevo papa no es aceptado por la aristocracia romana, tras la muerte de
Clemente II regresa Benedicto IX a la sede de Pedro y vuelve a desatarse la crisis, lo cual lleva al
emperador a nombrar nuevo papa Dámaso II. Este papa muere, interviene el emperador por tercera vez
eligiendo papa a León IX, uno de los grandes reformadores del siglo XI. A la muerte de Enrique III, le
sucede su hijo Enrique IV, momento en el que se produce el punto álgido de la llamada «guerra de las
investiduras13».

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Conflicto entre el Papa y los príncipes feudales europeos en el siglo XI. El conflicto se originó debido a la disputa entre el Papa
y los príncipes sobre quién tenía el derecho de nombrar a los obispos y los abades de las iglesias y monasterios.

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En el año 1157 aparece por primera vez la expresión Sacro Imperio. «Alemán en sus fundamentos
pretendiendo tener profundas raíces romanas. Se dice que habría una continuidad perfecta entre el
Imperio romano, los emperadores francos y los germánicos. Los emperadores alemanes se proclaman
herederos del carolingio, e incluso Federico I logra su canonización».
La idea del imperio universal cristaliza con Federico I Barbarroja (1155-1190); pretende restaurar el
poder monárquico en Alemania y el poder imperial en Italia. Ante un nuevo nombramiento de dos
papas, donde intervendrá como árbitro, reúne un concilio en Pisa (1160) y declara a Víctor IV como
legítimo papa. El resultado fue desastroso porque la mayoría de Europa aceptó a Alejandro III, que
excomulgó al emperador. En 1164 muere Víctor IV y se elige un nuevo papa, Pascual III, a quien el
emperador se apresura a reconocer. Federico I reconoce al papa, le devuelve los Estados Pontificios, y el
papa le absuelve de la excomunión y reconoce las consagraciones episcopales en Alemania durante el
cisma. Pacificada Alemania y sometida Italia, Federico I se lanza a la empresa de la cruzada y muere en
Anatolia.
Federico II (1220-1239), centrado en el reino normando de Sicilia, excomulgado hasta tres veces por el
Papa Gregorio IX, que lo llamó el Anticristo.
La idea del Sacro Imperio Romano Germánico continuará una irregular existencia, su declive es
consecuencia de la división religiosa de Europa y de la consagración jurídica de dicha división en la Paz
de Westfalia de 1648. El Imperio nunca pretendió ser una unidad jurídica total, salvo en aspectos
puntuales de derecho público, y en cierto modo parte del éxito del Imperio radicaba en el
mantenimiento de un pluralismo jurídico. La unidad jurídica, sin embargo, se vislumbraba en algunos
más como un ideal teológico que político. La iglesia universal, concebida como unidad mística, el Corpus
Christi, es fruto de la redención, una obra divina por la que todos han sido reconciliados con Dios en un
espíritu, y que se contrapone a la realidad humana de la diversitas legum, la diversidad de las leyes, las
personas que viven en la misma ciudad o bajo el mismo techo, no tienen communem legem en los
asuntos temporales y, en cambio, en lo espiritual todos obedecen la una Christi lex. Multiplicidad de
leyes humanas, una sola ley de Dios: obstaculiza la redención.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 4. IGLESIA Y UNIVERSIDAD

1. EL PAPADO Y LA LIBERTAS ECCLESIAE


En la Cristiandad europea medieval, la cúspide del poder espiritual está ocupada por el papa o romano
pontífice, obispo de Roma.

1.1. El siglo de hierro


Para situarnos en el papel desempeñado por el papado en particular, y por la Iglesia católica en general,
en la formación del Derecho común europeo es preciso remontarnos al final del siglo IX y comienzo del
X, llamado «siglo de hierro del papado». Perdida la influencia del imperio carolingio, que ejerció en
buena medida una presión cesaropapista, la sede episcopal de Roma se ve manejada por facciones
feudales que dominaban la ciudad. Durante este tiempo, se produjeron una gran cantidad de cambios en
las sociedades europeas, incluyendo el colapso del Imperio Romano y la formación de nuevos estados y
reinos.
La invasión de los bárbaros, como los godos, los visigodos, los ostrogodos, los francos, los vándalos y los
búlgaros, tuvo un gran impacto en Europa durante este período, ya que estos pueblos se establecieron
en las antiguas tierras del Imperio Romano y establecieron sus propios reinos y sistemas políticos.
En el norte de Europa, los vikingos, los magiares y los eslavos también tuvieron un gran impacto en la
formación de nuevos estados y reinos.
En cuanto a la economía, se produjo un cambio hacia una economía agrícola y se desarrollaron nuevas
técnicas agrícolas y herramientas, como el arado de hierro. Además, se produjo un aumento en el
comercio y la producción artesanal, especialmente en las ciudades.
En cuanto a la cultura, el siglo de hierro es conocido por la aparición de la literatura épica y la poesía en
varias lenguas vernáculas, así como por el desarrollo de la arquitectura religiosa, como las iglesias y los
monasterios.
En resumen, el siglo de hierro fue un período de gran cambio y transformación en Europa, en el que se
produjo una gran cantidad de desarrollos políticos, económicos y culturales que sentaron las bases para
la Europa medieval y moderna.

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1.2. La reforma gregoriana
Se impone una tesis que podríamos resumir del siguiente modo: para lograr la reforma moral de la
Iglesia es necesaria su libertad de los poderes temporales; para lograr esa libertas Ecclesiae, el método
es reforzar la autoridad pontificia, que se monarquiza.
Tras los decretos de 1074 condenando la simonía y el nicolaísmo, en 1075 se produce la traducción
jurídica del programa gregoriano a través del decreto contra la investidura laica y los Dictatus14 Papae, 27
proposiciones que definen los derechos y prerrogativas del pontífice romano.
En los Dictatus se afirma la primacía y asistencia sobrenatural a la sede de Roma, así como la soberanía
del papa en la Iglesia católica. Por otro lado, late la tesis de la superioridad del sacerdocio sobre el
imperio que ya aparecía en el Adversus simoniacos.
El programa gregoriano, el fin, no postula una teocracia, sino más bien una hierocracia: «dirección y
control de los príncipes cristianos por la Sede Apostólica. La Iglesia era responsable de la salvación de
todos los hombres, y los príncipes debían ser los instrumentos para que en sus reinos fueran observadas
la ley moral y las normas canónicas.»
Tesis de las dos espadas: «En esta época la imagen de las dos espadas, cuyo origen se encuentra en
textos del Nuevo Testamento, se convierte en la base de una teoría política para explicar la relación entre
los dos poderes que rigen la Cristiandad. » Las dos espadas son el símbolo de los dos poderes de la
sociedad medieval: el espiritual y el material, cada uno ha de luchar con su correspondiente espada, la
moral y la física. ¿Qué hace la espada de la palabra? La primera respuesta es la predicación; pero muy
pronto aparece la segunda respuesta: la excomunión; la espada del sacerdote sirve para amputar el
miembro enfermo; es un uso judicial (dar una sentencia y ejecutarla) de la espada espiritual.
El Derecho también será un elemento básico para restaurar los poderes y facultades de la Iglesia de
Roma. No bastaban con las Colecciones anteriores, como el Decreto de Burcardo de Worms, sino que la
reforma gregoriana genera nuevos instrumentos jurídicos.

1.3. El conflicto o querella de las investiduras


El paradigma del conflicto entre el poder temporal y el espiritual con ocasión de la investidura laica se
sitúa gráficamente en el choque entre el papa Gregorio VII y el emperador Enrique IV.
El soberano alemán, en su calidad de 'patricio de los romanos', intimó a Gregorio a que renunciase al
papado. El pontífice, en el sínodo cuaresmal de 1076, excomulgó a Enrique, le desposeyó del gobierno y
desligó a sus súbditos del juramento de fidelidad. Ante esas sanciones, los príncipes alemanes
amenazaron al emperador con la deposición, si no se reconciliaba con el papa y obtenía en el plazo de un
año el levantamiento de la excomunión.
Tres días esperó Enrique, el perdón fue un acto de clemencia sacerdotal pero un error político, como los
acontecimientos no tardarían en demostrar. El papa vuelve a excomulgar al emperador, pero esta vez

14
Los Dictatus podrían considerarse una especie de programa o índice para el desarrollo de una posterior compilación jurídica
canónica de citas de la Biblia, de los Santos Padres, de los cánones conciliares y de los Decretos pontificios acerca de cada uno
de los puntos enunciados.

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Enrique IV nombra a Clemente III como papa e invade Roma. El papa Gregorio VII se refugia en el castillo
de Sant'Angelo, muriendo en el exilio en 1085.

1.4. El fin del conflicto: la aportación del Derecho


La lucha entre imperio y papado fue una lucha de ideas; las grandes cuestiones debatidas revistieron la
forma de problemas constitucionales. Ambas partes apelaron, para apoyar sus posturas, a la autoridad y
a la antigüedad, no a la razón. Ambas partes dedujeron sus ideales y sus armas argumentativas de la
literatura jurídica de la antigua Roma.
Al menos provisionalmente, la solución del conflicto de las investiduras llegó tiempo después con el papa
francés Calixto II (1065-1124) y el emperador Enrique V, que acuerdan un compromiso en Worms el año
1122.
El Concordato de Worms de 1122 tiene un importante trasfondo jurídico. En este sentido, la separación
de lo que corresponde a cada autoridad se refleja en los símbolos antes mencionados que, conforme al
Concordato de Worms, se entregan al candidato: la doble investidura del báculo y en anillo son
entregados por el papa.De forma que la investidura episcopal queda dividida, conforme a la doctrina de
Ivo, en tres momentos: la elección canónica, que corresponde al clero y al pueblo; la consagración
episcopal del electo, que es efectuada por obispo metropolitano, y por último la investidura de los
beneficios inherentes a la sede, que hace la autoridad secular.
La autoridad secular no queda relegada al final del proceso como quien debe conformarse con los
hechos consumados puesto que, como se indicó al principio, tiene derecho a asistir activamente al acto
de elección garantizando la regularidad del procedimiento, así como decidir la sanior pars en caso de que
la elección canónica resulte disputada.

1.5. La plenitudo potestatis15 en el papado: Inocencio III y Bonifacio VIII


La plenitudo potestatis es un concepto de derecho romano que se refiere a la idea de que el poder
temporal y espiritual está completamente en manos del Papa. Durante el Medioevo, este concepto se
utilizó para justificar el poder absoluto del Papa en asuntos tanto religiosos como políticos.
Inocencio III (1198-1216) es considerado como uno de los Papas más poderosos de la historia. Durante
su pontificado, ejerció una gran influencia en la política europea y utilizó la plenitudo potestatis para
justificar su intervención en los asuntos de los reinos y estados de la época. Durante su mandato, el Papa
Inocencio III convocó el IV Concilio Lateranense, donde se establecieron las bases para el poder temporal
del Papa. También se dedicó a luchar contra los movimientos de herejía y apostasía, y logró unir a los
reinos cristianos de Europa en una cruzada contra los musulmanes.
Bonifacio VIII (1294-1303) fue otro Papa que utilizó la plenitudo potestatis para justificar su poder
absoluto. Durante su pontificado, Bonifacio VIII convocó el IV Concilio de Latrán y se esforzó por
establecer el poder temporal del Papa sobre los reinos de Europa. Sin embargo, su reinado también

15
Potestad plena

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estuvo marcado por conflictos con el rey de Francia, Felipe el Hermoso, quien finalmente lo capturó y lo
mantuvo prisionero hasta su muerte.
En resumen, la plenitudo potestatis fue un concepto utilizado por los Papas durante el Medioevo para
justificar su poder absoluto en asuntos tanto religiosos como políticos. Papas como Inocencio III y
Bonifacio VIII ejercieron gran influencia en la política europea de la época y utilizaron este concepto para
fortalecer su posición en el poder.

2. LA UNIVERSIDAD
El pensamiento de la época cifraba la importancia de los distintos saberes en razón de su objeto:la
teología tiene por objeto de estudio a Dios, se consideraba la ciencia más elevada. En la Alta Edad Media
la teología era una parte de la filosofía; así para Isidoro de Sevilla la filosofía es el conocimiento de las
cosas humanas y divinas, acompañado del deseo de llevar una vida irreprochable. La escolástica
medieval sitúa a la filosofía después de la teología porque se concibe la primera como el instrumento
que ofrece las categorías intelectuales al saber teológico, la razón se aplica al estudio para creer
conforme a la naturaleza racional, puesto que la fe busca la comprensión. Fe y razón están llamadas a
complementarse: es la premisa de la filosofía llamada cristiana que arranca con Agustín de Hipona
(354-430), cree para entender el mundo en toda su profundidad, y desemboca siglos después con
Anselmo de Canterbury (1034-1109),pienso para creer más y mejor. La Edad Media es una disgregación
de saberes o de ciencias humanas, la disgregación o emancipación de la ciencia jurídica.
En el siglo VIII Carlomagno funda la escuela palatina en Aquisgrán, al frente de la misma está Alcuino de
York. Reúne una importante biblioteca. Se denomina a este momento «renacimiento carolingio» porque
durante el reinado de Carlomagno se cultivarán las disciplinas artísticas, literarias y jurídicas. Se
desarrolló el empleo del latín medieval y la minúscula carolingia, se produjo la recuperación de la cultura
clásica latina. Alcuino de York clasifica las siete artes liberales clásicas en dos grupos, que permanecerán
después bajo la denominación de trivium (gramática, dialéctica y retórica) y quadrivium (geometría,
aritmética, astrología y música).Las escuelas monásticas, refugio del saber clásico en el medio rural
preponderante en la Alta Edad Media. Con el cambio del año 1000, sin embargo, la ciencia se mueve
hacia la ciudad, donde se establecen las escuelas catedralicias, episcopales, etc., promovidas por la
autoridad religiosa y vinculadas a una catedral o a una iglesia.
Las universidades no fueron una creación ex nihilo sino que emergieron y tomaron forma poco a poco.
Dos elementos favorecieron su aparición: la consolidación de las ciudades europeas y la migración de la
sabiduría de los monjes al clero secular.
Al principio no se llamaban universidades (bula papal de 1464). Las universitates designaban un conjunto
de personas, unos collegia, corporaciones de estudiantes extranjeros para el autogobierno, la protección
y la defensa de sus intereses o también de maestros, posteriormente constituyen un Studium Generale.
El Studium Generale era un centro docente superior que reunía al menos estas tres características:
acoger estudiantes más allá de los confines territoriales de su población, impartir educación superior de
Teología, Derecho y/o Medicina y tener una pluralidad de profesores o maestros. En el plan de estudios
las artes liberales fueron los estudios propedéuticos que luego iban seguidos por el Derecho (Bolonia).

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En España el primer studium data de 1213 en Palencia, impulsado por el rey Alfonso VIII, seguido del de
Salamanca (1219). La lengua de enseñanza fue el latín.

2.1. Bolonia y el estudio del Derecho


En el siglo XII, Bolonia es especialmente famosa por sus estudios jurídicos, como París lo era por la
Teología o Salerno por la Medicina. Bolonia se constituyó de abajo arriba, es decir, desde los estudiantes
hacia los profesores y de éstos hacia los papas y emperadores. Los profesores de Bolonia eran personas
particulares a los que estudiantes pagaban para aprender Derecho.
1088 se fundó la Escuela de Bolonia. Se atribuye la fundación a la condesa Matilde de Toscana. La
Constitución Autentica Habita promulgada por Federico Barbarroja (hacia 1155) a favor de los
estudiantes boloñeses instauró el derecho a ser juzgado por las autoridades universitarias en vez de por
los tribunales locales.
En la Escuela de Bolonia destacarán en primer lugar Pepo e Irnerio; Irnerio no solo fue maestro teórico:
intervino en su época como abogado y como juez y su docencia fue continuada por los llamados «cuatro
doctores»: Búlgaro, Martín Gosia, Hugo de Porta Ravennate y Jacobo de Boragine e de Porta Ravennate.
Se constituyó así en Bolonia la escuela de los glosadores.
En Bolonia se enseña el Corpus luis Civilis y el Corpus luris Canonici; llegó a haber estudiantes de toda
Italia y de otras naciones de Europa. Se dividían desde el siglo XIII en la universitas de los citramontanos
(más acá de las montañas, los romanos, toscanos y lombardos) y la de los ultramontanos (más allá de las
montañas, los alemanes, franceses, ingleses o españoles) y terminaron fusionándose en la práctica en el
siglo XIV.
El rector, de al menos 25 años de edad, asistido por sus consejeros representantes de las distintas
naciones, establece los acuerdos de remuneración con los profesores, determina con ellos el plan de
estudios a desarrollar, establece el calendario de las lecciones y de los días festivos y sigue el
cumplimiento de los acuerdos adoptados. A las ciudades no les interesaba que los profesores y/o los
estudiantes marcharan a otras localidades porque esto significaba una pérdida importante de ingresos
del «turismo académico».
En el siglo XIV el cardenal Gil de Albornoz creó en Bolonia el Colegio de San Clemente, con lo que creció
la afluencia de estudiantes españoles.
En cuanto al horario, las clases se dividían en ordinarias (por la mañana, impartidas por los maestros
consagrados) y extraordinarias (por la tarde, impartidas por profesores más jóvenes). En cuanto al tipo
de clases, estas podían ser lectiones, repetitiones y disputationes.
➔ Las lectiones o lecturae de los profesores consistían en el comentario a un texto legal; se leía el
texto, se fijaba su significado, se relacionaba tal texto con otros semejantes.
➔ Las repetitiones consistían en una exposición y discusión más detallada sobre alguna cuestión
particular.
➔ Las disputationes eran ejercicios orales en los que un profesor, mantenían una tesis para un
posterior debate.

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Puesto que los estudios de Derecho civil y Derecho canónico se basan en la lectura de textos jurídicos,
disponer de los mismos era imprescindible para el desarrollo de la enseñanza universitaria.
Tras cuatro o cinco años de estudio, el rector autorizaba que un estudiante pudiera empezar a impartir
algunas lecciones. Superado un duro examen oral ante los doctores, el estudiante obtenía el título de
licenciado. Con un total de seis años se podía alcanzar el doctorado; con diez años de estudio podía
alcanzarse el doctorado en Derecho civil y en Derecho canónico (Doctor Utriusque luris) tras superar un
examen público mediante un discurso y defensa, frente a algunos oponentes elegidos entre los
estudiantes, de una tesis sobre algunos aspectos del Derecho. Superado el examen público, el nuevo
Doctor tomaba asiento en la cátedra, se le entrega un libro abierto, cuyo contenido explicará en el
futuro, se le pone un anillo, como símbolo de su esposamiento con la ciencia y se pone sobre su cabeza
la birreta magisterial. Lo que se lograba al final de los estudios, ante todo, era la licencia para enseñar
(licentia docendi), ese privilegio especial del derecho de enseñar en cualquier otro lugar de la
Cristiandad.

2.2. El modelo de la Universidad de París


En París el modelo educativo se hizo de arriba abajo, es decir, el protagonismo es de los maestros, que
pugnan por su independencia respecto de las autoridades episcopales y logran también el apoyo de
papas y reyes.
Nace del magma de la escuela catedralicia y de las escuelas vinculadas a las Iglesias de la ciudad. El
profesorado iniciaba su carrera docente mediante la Inceptio, significaba la entrada formal del licenciado
en el desempeño de sus funciones, la toma de posesión mediante el ejercicio de la tarea conforme a la
tradición jurídica romana y el reconocimiento del nuevo profesor por parte de su maestro y de otros
colegas de profesión.
Los estudiantes parisinos gozaban de una jurisdicción personal académica y de un derecho de
suspensión de las actividades para exigir a la autoridad de la ciudad la reparación de agravios. La
Universidad de París en la Edad Media tuvo hasta cuatro ramas de estudio: Teología, Artes, Derecho (Civil
y Canónico) y Medicina. Honorio III mediante la Bula Super Speculam prohibió la enseñanza del Derecho
civil en la Universidad de París; con ello intentó acabar con la fuga de estudiantes hacia el Derecho en
detrimento de la Teología.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 5. CORPUS IURIS CIVILIS, IUS PROPRIUM

1. LA RECOPILACIÓN MÁS IMPORTANTE DEL DERECHO


“Proviniendo la más alta conservación de la República de dos órdenes de cosas, de las armas y de las
leyes, y tomando de aquí su fuerza, hizo que la raza afortunada de los romanos descollara sobre todas las
naciones, y á todas las dominara, así en los tiempos pasados, como Dios mediante hará que las domine
eternamente”. (Justiniano, 1871).
El emperador de Roma de Oriente, Justiniano, expresa la verdadera importancia de las leyes para la
civilización, así pues, ordena la creación del Corpus Iuris Civilis. Este cuerpo de derecho civil romano, de
gran suma importancia, es una recopilación de constituciones imperiales y jurisprudencia romana,
compuesta por el Codex de Justiniano, el Digesta, las Institututiones y las Novellae.

2. EL DERECHO JUSTINIANEO
La fase correspondiente al imperio de Justiniano (527-565) es importante debido a la labor de
conservación y transmisión del patrimonio jurídico acumulado por el derecho romano realizada por el
emperador Justiniano. El objetivo de Justiniano era restaurar la unidad y grandeza del Imperio Romano
tanto a través de las armas como de la legislación. Sin embargo, no pudo lograrlo debido a los problemas
internos del imperio. Justiniano llevó a cabo un proceso de profunda transformación del derecho al
codificarlo, sistematizando y compilando el Derecho Romano y haciendo patente una voluntad de
transformación e innovación.
Tras acceder al poder, en el 527 (su reinado duró hasta el año 565). Justiniano desarrollará un programa
político que es la formación de la idiosincrasia cultural y política bizantina. Sus bases ideológicas y
políticas serían las siguientes:

1. Eficaz Comitatus: el Reinado de Justiniano es un claro ejemplo de cómo éste, actuando como un
Dominus, se rodeó de personas de influencia que completaban sus ideales políticos: Teodora,
Belisario y Narsés, Treboniano, y Juan de Capadocia.
2. Hábil Diplomacia Política: en este periodo hubo una serie de interesantes equilibrios políticos
entre los estados del entorno de Bizancio. De todos los enemigos de los alrededores, Bizancio
supo mantener relaciones diplomáticas con la Persia sasánida, al Oeste, y Egipto y Sudán, al Sur
(donde la cristianización de algunas de las tribus se utilizó como vía para el control de rutas
comerciales de gran interés). A través de las relaciones comerciales con los turcos, Bizancio
estaba presente también en la India. Todo esto permitía a Bizancio un amplio conocimiento del
entorno internacional, que supo aprovechar.

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3. Eficaz Gestión Económica: junto al desarrollo cultural, la principal razón del éxito de Bizancio está
en una buena gestión económica, mejor que la que se había venido desarrollando
anteriormente, caracterizada por una excesiva presión fiscal. Bizancio contaba con impuestos de
tributación personal, impuesto sobre tierras estériles, y para el sufragio de gastos militares
4. Espléndido Aparato Legislativo: la labor jurídica que no fue una labor neutra sino orientada a dar
base jurídica a los planteamientos de la autocracia imperial. Treboniano, artífice del proyecto del
Corpus Iuris Civilis y del Codex Iustiniani, se dedicó a recoger material legislativo romano desde
época adriánea y que tanto ha tenido que ver en la preservación de todo este legado
administrativo a través de las Novellae y, de modo especial, de los Digesta, Pandecta o Instituta.

Entre los años 528 y 534 se desarrolla la actividad normativa y la obra compiladora del emperador. El
Emperador Justiniano ha sido uno de los personajes que más pasiones y más odios ha desatado, a la vez
que mayor literatura sobre su vida y obra. Algunos autores lo presentan como uno de los más grandes
Emperadores de la historia en el plano político, jurídico y religioso, objeto de veneración y de reverencia
por parte de sus súbditos, restaurador del orden y de la paz social, unificador de los territorios de
Oriente y de Occidente, teólogo insigne, autor de la unidad de las Iglesias, perseguidor y erradicador de
las herejías y de los cismas, creador de la más grandiosa obra legislativa jamás concebida, elegido por el
divino Dante entre todos los soberanos de la historia para encarnar humanamente su grandiosa
concepción política como el Emperador cristiano al que la Providencia había asignado la función de
reconstruir y de purificar la tradición jurídica del Imperio romano como instrumento de ordenamiento de
la ciudad terrena a los fines de la salvación eterna ... consagrándolo definitivamente a la inmortalidad. La
figura del Emperador Justiniano merece ser analizada, por varios motivos.
Nos hallamos ante un emperador que era percibido tanto por los ciudadanos del imperio como por
aquellos que formaban parte de su entorno más cercano como un gobernante fuerte y con gran
influencia en el ejercicio de sus actos. «Porque, ¿qué cosa hay mayor, qué más santa, que la majestad
imperial? porque si al presente solo el emperador es permitido hacer las leyes, también el interpretar las
leyes debe ser digno solamente de su autoridad imperial». Es más, la actuación del emperador no se
limitaba únicamente a un ámbito, como en este caso a decretar y formular leyes, además era la
autoridad máxima en estos temas y constituía ya de por sí una referencia a la que considerar, incluso sin
actuar directamente. Es decir, el Emperador pasa a ser solamente responsable ante Dios, el mismo Dios
que ha inspirado la redacción del código, estos hechos afianzan y acrecientan la autoridad del
Emperador, pues se entiende como el mismísimo representante de Dios ante la humanidad.
Por lo tanto, el Emperador se ve revestido así de un poder que viene a reforzar la idea de que su palabra
es la última, la más sabia y de la cual depende la decisión final de todos los asuntos. En palacio,
magistrados de todo tipo y habitantes del mismo, reconocerán entonces también el mandato divino del
código, la proposición es clara y contundente, todo nombramiento y cualquier tipo de acción tendrán
que ver primeramente con aquel poder fundamentado en las leyes del Imperio, leyes divinas y que en el
Emperador se verán en su mayor dimensión. Tan sólida es la base legal, que permite que el Emperador
se erigiera como la cabeza indiscutida del Imperio, tanto es así que, tal y como señala RUNCIMAN, «el
Emperador era el jefe supremo. Detrás de él venían los dignatarios y funcionarios del Imperio», de
manera que se reconoce claramente al Emperador como la gran figura excluyente del Imperio.

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El Emperador, se encuentra sobre el resto de los hombres, «su dignidad supera ampliamente a cualquier
otra».
«Si bien eres inaccesible para los hombres a causa de la grandeza del soberano poder terrenal, pero
deberías garantizar un fácil acceso para los suplicantes si tú piensas en el poder del Reino Celestial y
tienes abiertos los oídos para los necesitados, para que tú encuentres oídos abiertos en Dios». También
merece la pena detenerse en la influencia que ejerció el cristianismo sobre el emperador Justiniano. La
fe penetra en la conciencia social y a través de ella irrumpe en las leyes. Uno de los primeros y más
ambiciosos proyectos del Emperador seguidamente a su llegada al trono consistió en la elaboración de
una gran obra legislativa - conocida posteriormente, con el nombre de Corpus Iuris Civilis - capaz de
adaptar los viejos principios y normas romanos a las nuevas demandas y al nuevo espíritu.
Justiniano se propuso restablecer el orden y la unidad bajo el signo de la cruz. En el plano legislativo, tal
como se deduce desde los inicios de sus obras, Justiniano sintió la necesidad de reunir en un solo
cuerpo, claro y armónico, la ingente masa de disposiciones precedentes, tanto en lo referente a las
múltiples constituciones imperiales, como a las decisiones de los jueces, y de los inmensos volúmenes de
la antigua jurisprudencia, ofreciendo a quienes lo deseen los tesoros de las leyes. Y así lo ordenó, para,
con la ayuda de Dios, llevarlo a cabo por el bien de la república, culminando una labor que ninguno de
sus predecesores se atrevió a llevar a efecto, aun cuando lo consideraron necesario.

3. CODEX O COLECCIÓN DE LEGES


Los trabajos de la compilación comenzaron por la empresa de llevar a cabo una codificación de leges,
como ya había hecho el emperador Teodosio, aprovechando para ello las constituciones imperiales
recogidas en los Códigos Gregoriano y Hermogeniano, de fines del siglo III, y las leges posteriores.
A tal efecto, nombró Justiniano una comisión de diez personas, entre las que se encontraban Treboniano,
entonces y Teófilo, profesor de Derecho en la Escuela de Constantinopla; el 7 de abril de 529 fue
publicado el Código, que entró en vigor el 16 de abril del mismo año.
Sin embargo, esta primera edición del Código no ha llegado a nosotros, salvo algún fragmento, pero sí la
segunda, del 534, publicado ya después de aparecido el Digesto.
La necesidad de hacer una segunda edición del Código se debió a que después del 529 continuó la
actividad legislativa de Justiniano:

● Bien para dirimir las controversias doctrinales a que daban lugar los escritos jurisprudenciales
antes de la confección del Digesto (Quadraginta decisiones, del 530)
● Bien para aclarar las dudas de los compiladores encargados de la redacción de las Pandectas
● Para solucionar problemas que presentaba la administración del Imperio.

La redacción del nuevo Código fue encargada a una comisión presidida por Treboniano, y publicada el 16
de noviembre de 534 , para entrar en vigor el 29 de diciembre del mismo año.

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El Código se divide en 12 libros (el primero se ocupa del Derecho eclesiástico y Derecho público en
general, del segundo al octavo tratan de Derecho privado, el noveno de Derecho y proceso penal, y los
tres últimos de Derecho administrativo); cada libro se subdivide en títulos con sus respectivas rúbricas,
indicadoras de su contenido, y dentro de cada título se agrupan las leges por orden cronológico (las más
antigua es de Adriano y la más reciente de Justiniano).
Se emitieron muchas constituciones del Codex iustinianeus citadas en las instituciones. A la cabeza de
cada constitución imperial aparece el nombre del emperador que le dictó y el de la autoridad o
particular a la que estaba dirigida (inscriptio) hallándose a su final la fecha en que fue sancionada y su
lugar de emisión (subscriptio), siguiéndose un orden cronológico, siendo las más antiguas las de Adriano
y las más recientes las del propio Justiniano.

4. DIGESTA O PANDECTAE
Después de publicar el Codex, Justiniano decidió compilar los escritos jurisprudenciales (ius), esto es, la
producción más sobresaliente de obras de los juristas clásicos. El Digesto se elaboró en sólo 3 años (530
al 533).
Ese trabajo se lleva a cabo mediante la “Constitución Deo auctore”, el 15 de diciembre de 530, Justiniano
encarga a una comisión que recopile el ius.
Se publicaron el 16 de diciembre de 533, y entró en vigor el 30 de diciembre de ese mismo año.
Las Pandectas o Digesto, contienen la opinión de los juristas clásicos (de Paulo y Ulpiano principalmente)
que gozaron del ius publice respondendi (el derecho a dar consultas públicas).
El material se ordenó en un conjunto de 50 libros, subdivididos en títulos y cada uno de éstos en
fragmentos de obras de la Jurisprudencia, con indicación del autor, libro y obra de que proceden
(inscriptio).

5. INSTITUCIONES
Cuando la compilación del Digesto finalizaba, en 533, Justiniano encargó la realización de un Manual
destinado a la enseñanza elemental de derecho, con finalidad formativa, dirigida a proporcionar a los
jóvenes, que afrontaban los estudios jurídicos, las primeras nociones generales fundamentales, en el
primer curos de los planes de estudio de las Escuelas bizantinas. La obra tenía el objetivo de sustituir a
las Institutiones y a las Res Cottidianae de Gayo. Entró en vigor a finales del año 533, juntamente con el
Digesto.
Las Instituciones de Gayo así como las demás obras institucionales tardo-clásicas –de Paulo, Ulpiano,
Marciano y Florentino–, algunos pasajes del Digesto y algunas constituciones imperiales, formaban la
base de estas Instituciones. Los cuatro libros de las Institutiones aparecen divididos en títulos, cada uno
de éstos con una rúbrica indicadora del contenido. A diferencia del Código y del Digesto, donde se señala
expresamente la procedencia de cada texto, en las Instituciones el discurso se presenta en forma de
texto corrido, sin desvelar las fuentes de donde proceden los fragmentos, escrita en primera persona,
como si el propio Emperador hablara a los estudiantes.

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En cuanto al orden de materias, el primer libro trata de la temática de personas. El segundo libro, de las
cosas, la propiedad y los demás derechos reales y los testamentos. El tercer libro, de la sucesión
intestada, de las obligaciones derivadas de contrato y de las obligaciones en general. El cuarto libro, de
las obligaciones derivadas de delito, de los procesos privados y de los procesos públicos.

6. NOVELLAE
Aunque con la segunda edición del Código (534) se puso fin a la tarea compiladora, la actividad
legislativa de Justiniano no concluyó en aquella fecha; en realidad, ésta era para Justiniano tan sólo un
punto de partida, puesto que era necesario todavía continuar adaptando el Derecho recogido en la
compilación a las nuevas exigencias, completar el sistema e infundirle unidad, simplicidad y claridad, sin
contar con la urgencia de dictar medidas para la reorganización de la administración.
Tales son las razones que determinan la prosecución de la labor legislativa durante el periodo del 535 al
565, y especialmente del 535 al 540; el conjunto de estas disposiciones es conocido con el nombre de
Novellae constitutiones, o simplemente Novelas; la mayor parte de ellas están redactadas en griego,
algunas en latín, y otras en ambas lenguas, según los destinatarios; casi todas se refieren al Derecho
público; las relativas al Derecho privado suelen tener carácter interpretativo, aunque hay algunas
innovadoras. Parece ser que Justiniano pensaba ordenar una recopilación oficial de estas novellae leges,
pero tal empresa no se llevó a efecto; se hicieron solo publicaciones parciales, que sirvieron de base a las
colecciones privadas que han llegado hasta nosotros.

7. DERECHO ROMANO
El Corpus Iuris Civilis fue una compilación del derecho romano llevada a cabo por el emperador
Justiniano en el siglo VI. Esta compilación incluía el Codex, el Digesto o Pandectae, las Instituciones y las
Novellae Constituciones. La primera edición completa del Corpus Iuris fue realizada por Dionisio
Godofredo en 1583, y se denominó así para distinguirlo del Corpus Iuris Canonici.
El descubrimiento de la compilación de Justiniano fue un proceso complejo. Así, del Digesto aparecieron
inicialmente los 24 primeros libros (Digestum vetus) y en un segundo momento los últimos 12 (Digestum
novum). Después se pudo acceder a los libros intermedios que se designan con el nombre de Digestum
infortiatum, denominación debida quizás a Irnerio tras el descubrimiento: "ius nostrum infortiatum est!"
(nuestro derecho se ha completado). A estas partes se añade en la época del nacimiento del derecho
común europeo tres libros del Codex, las Novellae leges según la versión de 134 novelas (periodo
535-556) descubierta en Bolonia en el año 1100 y denominada Authenticum y los cuatro libros de las
Instituciones.
Con este conjunto tenemos la materia prima de la formación jurídica de esta parte del derecho común, a
la que se añade más tarde el Libri feudorum y algunas constituciones extravagantes de emperadores
romano-germánicos. Para Enrique de Sugusio, llamado Hostiense, jurista del siglo XII, la sabiduría legal
comprende los 50 libros de las Pandectas o Digesto, los 4 de las Instituciones, los 12 del Código y las 9
colecciones de las Novellae, añadiendo este jurista las Constituciones de los feudos y la colección

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Lombarda. Estas dos últimas nos colocan a las puertas de explicar otra importante fuente, más dispersa
que las anteriores, que es el "Ius proprium".

8. FUENTES DEL IUS PROPRIUM


“La formación del Derecho común europeo no significa una especie de nuevo orden que partiera de
cero, la costumbre tiene un peso importante en la Edad Media y existen múltiples organismos
intermedios de Derecho público y de Derecho privado con su propia normativa que incluso el poder
político se ve obligado a respetar. El ius proprium se añaden a los ordenamientos jurídicos universales en
la conformación del Derecho común europeo. Estamos en una época de pluralidad de ordenamientos
jurídicos.

● El derecho feudal comprende «el sistema de derechos y obligaciones asociado a las relaciones
entre señor y vasallo y las tenencias de la tierra dependientes»
● Las Costumbres locales y fueros
● Los Estatutos municipales
● Los Estatutos corporativos y el Derecho mercantil:
➢ Estamos en una época en la que triunfa el fenómeno asociativo intermedio, las
corporaciones y los gremios. «Las actividades artesanales se encuadraban en
corporaciones gremiales. El gremio agrupa a los maestros de un determinado ramo; y en
el gremio se fijan normativamente (Ordenanzas gremiales) las condiciones del trabajo,
las condiciones alusivas a las materias a emplear y a cómo realizar el proceso de
transformación, el precio del producto y, desde luego, las relaciones de producción entre
maestros, oficiales y aprendices. Los mercaderes se agrupan en Consulados o en
gremios.»
«Los comerciantes italianos formaron gremios y establecieron reglas para la gestión de
los asuntos comerciales. Los pueblos italianos medievales se convirtieron en centros
comerciales, y las reglas desarrolladas en estos pueblos influyeron en el desarrollo del
derecho mercantil. La interpretación y aplicación del derecho mercantil se realizaba en
tribunales mercantiles donde los jueces eran comerciantes. Las necesidades del
comercio y los intereses de los comerciantes, no la compilación de Justiniano ni las de
los canonistas, eran las fuentes principales de este derecho. Sin embargo, los jueces
mercantiles consultaban juristas educados como una forma de evitar conflictos con los
tribunales reales. De este modo, el lenguaje y las instituciones del derecho romano
influyeron el derecho mercantil.»
Ocupa un lugar muy sobresaliente entre los estatutos corporativos, dentro de una
subclase de los mismos que son los estatutos marítimos, el Libre del Consolat de Mar,
compendio de leyes del derecho marítimo que regía el comercio en el mediterráneo. En
la compilación se condensan las influencias del derecho romano, griego, bizantino, rodio,
italiano, francés y español, bajo un espíritu unificador propio que hace de este
compendio el exponente máximo del Derecho común marítimo.

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El aspecto más importante radica en la regulación de los contratos marítimos. El precio
que se paga por el transporte de mercancías en la nave; la comanda como contrato
entre unos mercaderes o comitentes que confían sus mercancías o su dinero al capitán o
patrón de la nave para que, como comanditario, negocie con ellos en ultramar a cuenta
de los comitentes y mediante una retribución que consiste en una parte de los
beneficios.

29
La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 6. DERECHO CANÓNICO CLÁSICO

1. INTRODUCCIÓN
En el siglo XII hubo grandes cambios sociales. Aumentó la población europea siendo la teología y la
filosofía sus principales apoyos. Se consolidaron los estudios de Derecho y Medicina. La cultura clásica
afluye a Europa por dos vías: desde Oriente por el contacto con las Cruzadas y desde Occidente por la
traducción de obras clásicas. Se produjo el Renacimiento del siglo XII que estuvo precedido de otros dos
renacimientos : el carolingio y el otoniano.
La vindicación de la libertas Ecclesiae encuentra en el Derecho un elemento crucial para su
argumentación. El Derecho atiende a las nuevas necesidades de la sociedad. Graciano que concuerda
cánones discordantes para que la Iglesia afronte la compilación de su viejo Derecho y prepare la
emergencia del nuevo.

2. EL DERECHO CANÓNICO
2.1. Noción
El Derecho canónico se designa al ordenamiento jurídico de algunas iglesias cristianas. Cuando comienza
la formación del Derecho Común europeo todavía no se había producido el Cisma de Occidente (1378).
Pero sí había tenido lugar el Cisma de Oriente16 (1054), por el cual se separaron la Iglesia católica y las
Iglesias ortodoxas.
La historia del ordenamiento jurídico de la Iglesia católica se puede dividir en cuatro fases. La primera
corresponde al primer milenio desde el emperador Constantino y el Edicto de Milán (313), en qle que la
Iglesia, ya declarada collegium licitum.
La segunda fase supuso la traducción jurídica del dualismo gelasiano y representó un momento de
esplendor: el periodo clásico del Derecho canónico.
La tercera fase se extiende desde el siglo XVI hasta el XX.
La cuarta fase comienza en el siglo XX con el Código de Derecho Canónico de 1917 y continuó el código
de 1983 que se vio completado con el Código de Cánones de las Iglesias orientales de 1990.

2.2. Precedentes del Derecho canónico antiguo y altomedieval


Considerándose una institución de origen divino y, por tanto, superior a la autoridad temporal, la Iglesia
adopta entre sus fuentes jurídicas la Biblia, también denominada Sagrada Escritura. Está fuente

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Fue denominado así a una etapa en la historia de la iglesia católica, en donde se presentó una crisis de carácter religiosa, en la
cual tres obispos (papados) se disputaban la máxima autoridad de la iglesia.

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constituye el derecho de Constitución divina, Completada con la Tradición, es decir, las enseñanzas
cristianas no incluidas en la Sagrada Escritura. Dentro de la tradición, se distingue la tradición divina y la
tradición humana, que a su vez puede ser apostólica o eclesiástica .Además, la Iglesia considera que
existe una fuente de derecho qué es la ley natural, parte del derecho divino no derivado de la Sagrada
Escritura o de la Tradición.

El esquema básico de la teoría canónica de las fuentes distingue el derecho Divino del derecho Humano,
el divino a su vez se divide en derecho divino positivo y derecho natural; y el derecho Humano puede
ser eclesiástico o civil.

A partir del siglo IV se ve reforzada la autoridad de los obispos, que procuran la unidad disciplinaria en
sus circunscripciones. Los papás promulgaron normas canónicas con una terminología heredada del
derecho Romano: constituciones, edictos, rescriptos, decretos y epístolas o decretales. A principios del
siglo sexto se formaron diversas colecciones de concilios y decretales, como la Dionisiana (498 514).
En el siglo VIII la monarquía carolingia se apoyó en el Derecho Canónico antiguo a través de las
colecciones canónicas como la Dionisiana-Adriana (774). En esta época también se procede a la
redacción de nuevos libri poenitentiales, es decir, textos en los que se asesora los confesores acerca de
los pecados y las penitencias aparejadas. De este periodo destaca la llamada colección Hispana,
recopilación canónica de la Iglesia visigoda y se le atribuye su origen a Isidoro de Sevilla en el año 634.
En el siglo IX a un grupo de clérigos francos de la diócesis de Reims (probablemente de la Abadía de
Corbey) a elaborar una serie de normas canónicas falsas, las llamadas falsas decretales.
En el comienzo de la reforma gregoriana, es la entrada para el derecho canónico clásico, aparecen las
colecciones llamadas Gregorianas, dónde se pretende eliminar las colecciones particularistas francas y
germanas dando paso a un derecho canónico centralizado. En estas colecciones afirma la primacía

31
papal, la superioridad de la autoridad eclesiástica; entre las más célebres se encuentra los Dictatus
Papae.En el siglo XI destaca el Decreto de Burcardo de Worms.

2.3. El Derecho canónico clásico


En la conformación del Derecho Canónico clásico parecen darse cita a dos objetivos implícitos; conducir
de una forma flexible el derecho Canónico disperso temporal, y traducir en categorías jurídicas una
libertas Ecclesiae.

2.3.1. El Decreto de Graciano


Alrededor de 1142 Graciano empezó enseñando Teología en la Universidad de Bolonia, después
comenzó a impartir Derecho Canónico, su intención fue armonizar las contradicciones de los cánones de
las leyes eclesiásticas. No pretendió elaborar un texto canónico oficial, su trabajo nunca fue promulgada
por los papás; se dice que realizó la separación entre el derecho y la teología.
Irnerio en Bolonia glosa el Corpus Iuris Civilis de Justiniano, sin embargo Graciano elabora el corpus y
además lo glosa y lo comenta. La versión extensa del Decreto de Graciano tiene tres partes: distinctiones,
causae y consecratione. La división no se debe totalmente en origen al propio Graciano sino a su
discípulo Paucapalea.
1. La primera parte tiene 101 distinciones; las primeras explican las fuentes del derecho: derecho
natural, derecho divino, derecho secular y eclesiástico.
2. La segunda parte propone 36 causas donde se plantean diversos supuestos, comienza con la
simonía, los procesos y el patrimonio eclesiástico; y termina con el matrimonio y la penitencia.
3. La tercera y última parte se conoce como the consecration eh y consta de 5 distinciones sobre la
consagración de iglesias y altares, la Eucaristía, el ayuno, el bautismo y la confirmación.
La intención de Graciano es solucionar las contradicciones entre las distintas autoridades, para ello
propone unos principios o disposiciones del derecho y unos casos o acciones judiciales, en torno a los
cuales se agrupaban diversas cuestiones; Y para probar, contradecir o conciliar esas cuestiones
doctrinales introducir argumentos de autoridad en pro y en contra. No obstante Graciano atienda el
significado literal de las palabras atendiendo a su espíritu profundo al tiempo, aplicando el principio de
que la norma posterior deroga la anterior; al lugar, es decir al ámbito originario de la aplicación de
aplicando el principio de la norma Particular deroga la general; a las personas para quiénes habían sido
dados cada uno de los textos; a la autoridad dellafuente manteri al jerarquía normativa; y a la índole de
la disposición contraria: si es solo un consejo, una ley preceptiva, una excepción,, un dispensa o una
regla común. Por último, propone la solución del problema.
Respecto del momento, ya que se dice que el decreto surgió en el momento adecuado y el lugar
adecuado, aparece 20 años después del compromiso o concordato de Worms de 1122: el decreto
alimenta la polémica de la supremacía político-jurídica de la cristiandad por favor del Papado. El decreto
surge en Bolonia, capital académica del derecho en Europa donde los grandes juristas debaten sobre el
conflicto de las investiduras.

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2.3.2. Las colecciones intermedias o antiguas
Después de Graciano y antes del pontificado de Gregorio IX, transcurrió casi un siglo de fecundidad
legislativa por parte de las Decretales de los papas.
En este conjunto descuellan las que se llamaron 'cinco compilaciones antiguas', recibidas por su orden
por la Escuela de Bolonia, que son las siguientes:
1) El Breviarium extravagantium, de Bernardo de Pavía hecho entre 1187 y 1191, de especial
interés porque en él se introdujo la distribución de materias en cinco partes indicadas en el verso
que dice iudex, iudicium, clerus, connubium, crimen, que tanta fortuna había de alcanzar.
2) Las Decretales mediae (intermedias entre las que contiene la primera y las recogidas en la
tercera), de Juan de Gales, profesor en Bolonia.
3) La formada por Pedro Collivaccino de Benevento, remitida a la Escuela por el propio Inocencio III
en 1210, por lo cual fue la primera colección auténtica.
4) Una que quizá sea debida a Juan Teutónico y se realizó hacia 1217, con decretales de Inocencio
III y cánones de Letrán.
5) La compuesta por decretales de Honorio III, que fue oficialmente enviada por este mismo papa a
Bolonia en 1226.»

2.3.3. Las Decretales de Gregorio IX


El papa Gregorio IX decide sustituir las colecciones privadas de decretales que circulaban por una
colección única a modo de código universal de la Iglesia. Encomienda la elaboración de la obra a su
capellán Raimundo de Peñafort, que realiza una interesante labor de depuración, cita la primera palabra
de la decretal, suprime lo que no concierne a su objetivo y corrige lo que conserva; omite la exposición
de los hechos y retiene la regla de Derecho. La obra se divide en cinco tomos los cuales se dividen a su
vez en títulos y éstos en capítulos. Las Decretales también fueron conocidas con el nombre de Liber extra
o Liber Extravagantium en relación con el Decreto de Graciano.

2.3.4. Liber sextus


Recibe el nombre de Liber sextus pues viene a ser un suplemento a los cinco libros de las Decretales de
Gregorio IX. Se compone, a su vez, de cinco libros a los que se añade 87 principios o aforismos de
Derecho.No reúne toda la legislación universal posterior a las Decretales de Gregorio IX, tampoco
recogió la literalidad original de los textos coleccionados, pues solo conservó su sentido general;parece
confeccionado de una manera más acorde a la codificación moderna, y pone de manifiesto un mayor
progreso y perfección de la Ciencia jurídica.Es una colección auténtica, universal, una y relativamente
exclusiva.» Fue enviado a las Universidades de Bolonia, París, Salamanca y otras, dejando sin valor casi
todas las normas anteriores no recogidas.

2.3.5. Las Clementinae (Liber Septimus)


«En la sesión tercera del Concilio de Vienne (6 de mayo de 1312), Clemente V ordenó que se leyeran una
serie de constituciones; además, decidió ponerlas por escrito, aunque de forma no definitiva. Estas

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constituciones se enviaron a la Universidad, pero se prohibió su utilización fuera del ámbito académico,
mientras no estuviera preparada la redacción definitiva.»
» Juan XXII (1316 - 1334) revisó la colección y la aprobó el 25 de octubre de 1317, mandando fuera
entregada a la Universidad de Bolonia y de París.»
«Pretendía completar a las Decretales de Gregorio IX y del Liber sextus; aunque fue una colección oficial,
no tuvo pretensión de exclusividad, por lo que pudieron seguir vigentes las normas no recogidas en
ella.»

2.3.6. Las extravagantes


«Las decretales dadas a partir de entonces, que se llamaron extravagantes para indicar que estaban
fuera de esas tres colecciones auténticas, no fueron objeto de recopilación oficial. Algunas solían
añadirse a veces a los manuscritos de las Decretales, con lo que unas cuantas fueron comúnmente
utilizadas, sin que falte tampoco alguna colección privada, ni importante ni extensa, como fue la que con
veinte de esas extravagantes, todas del mismo papa, distribuidas en títulos y capítulos.»

2.4. El Corpus Iuris Canonici


«A la reunión de las colecciones, formando un conjunto con idea de abarcar todo el Derecho canónico,
se le designó con un nombre tomado del Derecho romano, como Corpus luris Canonici, que comprendía
lo necesario para el conocimiento, estudio y aplicación del Derecho de la Iglesia. Y desde los comienzos
del siglo XVI se editó ese corpus canónico así formado.»
»Más tarde, en 1563, se constituyó por la Santa Sede la comisión de los que son conocidos por el
nombre de correctores romanos, la cual, varias veces ampliada, llevó a cabo una detenida revisión de los
textos del Corpus luis Canonici, fijando una redacción que fue aprobada oficialmente (1 de julio de 1580)
de Gregorio XIII, que prohibió alterar el texto así determinado».
La ley canónica nunca tuvo la intención de regular la conducta humana por completo y de modo
exclusivo, sino que se repartió esta tarea con la ley civil, limitando su misión a la regulación de los actos
humanos espirituales, es decir, los relativos a la conciencia y la fe, y dejando a la ley civil la misión
tocante a los negocios temporales.
Sin embargo, la Iglesia había llegado a esta conclusión no por razonamiento abstracto, sino a través de
una gran experiencia, durante la cual se produjo la unión entre la ley romana, lex mundana por
excelencia y la lex eclesiastica.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 7. GLOSADORES, DECRETISTAS, COMENTARISTAS Y DECRETALISTAS

1. LOS GLOSADORES
Tradicionalmente, al exponer el trabajo de los estudiosos del Derecho común se establece una división
entre, por un lado, glosadores y comentaristas y, por otro, decretistas y decretalistas. Esta división
atiende al cultivo del Corpus Iuris Civilis y del Corpus Iuris Canonici. Sin embargo, con ser útil y desde
luego consolidada, la división no deja de ser artificiosa ya que el fondo metodológico y académico suele
ser coincidente.
«Legistas y decretistas afrontaron retos similares a partir de un bagaje intelectual común. Los primeros
se centraron en la compilación justinianea. Los segundos, en la tradición canónica del primer milenio
cristiano. Este hecho determinó la autonomía de escuelas, que no significó absoluta incomunicación.»
Nos referimos con este término, glosadores, a un amplio grupo de juristas que desde la segunda mitad
del siglo XI en adelante cultivaron en el norte de Italia el estudio y la enseñanza del Derecho romano en
su versión justinianea.
«Había varias razones para esta atención al Corpus Juris Civilis y la omisión de otros cuerpos de derecho
existentes.
Primero, existía la concepción del conocimiento propia de la Europa medieval que sostenía ‘somos
enanos sobre hombros de gigantes’. La sabiduría antigua de los gigantes se encontraba contenida en
grandes libros: la Biblia, las obras de los Padres de la Iglesia, las obras de Aristóteles. El gran libro de la
ley era el Corpus Juris Civilis y, especialmente, el Digesto. Su contenido era el derecho romano, la ley del
Imperio y de la Iglesia (porque la Iglesia vivió bajo la ley romana); por lo tanto, tenía detrás de sí la
autoridad del papa y del emperador temporal. Esto lo volvía muy superior, en fuerza y alcance, a la
legislación de un príncipe local, las regulaciones de un gremio o la costumbre local.
Segundo, los juristas reconocían la alta calidad intelectual del Corpus Juris Civilis. Veían que esta obra,
llamada por ellos la ‘razón escrita’, era superior a las compilaciones barbarizadas que se habían puesto
en vigor bajo la invasión germánica. El Corpus Juris Civilis no tenía sólo la autoridad del papa y el
emperador, sino también la autoridad de una civilización y una inteligencia obviamente superiores.»
La serie de los glosadores comienza con Pepo de Bolonia, si bien se considera que no es hasta Irnerio
cuando se puede estimar que comienza la llamada Escuela de Bolonia.
A Irnerio le siguen los llamados cuatro doctores Búlgaro, Martín, Jacobo y Hugo, que fueron consejeros
del emperador Federico Barbarroja. Con ellos comienza la etapa de los llamados glosadores por el tipo
de trabajo jurídico literario que desarrollan basado en la «glosa». Esta etapa termina con la Glossa
ordinaria de Acursio, profesor de Bolonia durante nada menos que 40 años.

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Glosas: concepto y tipologías
● Glosa
● Summae
● Lecturae
● Quaestiones
● Tratados

El conjunto de todas las glosas de un libro se denomina aparatus. Glosa ordinaria de Acursio (profesor de
Bolonia). Esta interpretación del Copus Iuris civiles fue aceptada hasta la Edad Moderna.
Características:
● Dota de una nueva autonomía a los estudios jurídicos, separándolos de la retórica y se realiza un
estudio sobre esos nuevos textos que se están descubriendo, sobre textos genuinos.
● Utiliza un método analítico, exegético, casuístico, que es la glosa, que son anotaciones que se
hacen al texto, al margen de él o entre líneas, para explicar, definir, aclarar y para referirnos a
otra parte del texto y entenderlo mejor. Con las glosas lo que se hace, en definitiva, es aclarar el
sentido del texto y fijarle un sentido.
● Se van acumulando glosas, encadenando glosas, de Irnerio y de otros juristas, esto se conoce
con el nombre de aparatus glosarum, mostrándonos así la interpretación medieval del texto, del
corpus justinianeo (del Digesto).
● Las glosas nacen oralmente, pegadas a las explicaciones orales del maestro en clase, no siendo
esta la única forma de trabajo, cultivan amplia gama de recursos literarios: los comenta,
comentarios del maestro; los lecturae, las notas tomadas durante las lecciones ordinarias
(apuntes de los alumnos); los summae, que ya no son anotaciones marginales son más amplias,
son un tratado escueto más sintetizado de una parte del texto, si es muy amplia se denomina
summa codicis; las reglas, regulae brocarda, son reglas doctrinales a partir de las cuales
desarrollan una cuestión jurídica; quaestiones disputate, que son discusiones orales, al margen
de la lecciones ordinarias, de problemas no resueltos directamente en las fuentes mediante la
alegación de argumentos a favor y en contra (autoridades) y la formulación de una solutio
(solución).

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En las primeras décadas del siglo XIII el impulso creativo de los glosadores, tras un siglo de febril y
fructífera actividad, llega a agotarse. «Para entonces ya se comparaba la multitud de glosas con una
plaga de langostas que devoraba los textos y, cuando los juristas empezaron a glosar la glosa, quedó de
manifiesto que el método había agotado su utilidad».
Los signos de decadencia eran manifiestos y fueron explicitados por Acio (Azón, Azzo, Azzone) de Bolonia
(1150-1230) a través de Summa Codicis, obra que vino a oscurecer la fama de cualquier otra.
Por supuesto Irnerio, pero también están sus discípulos los cuatro doctores, quattuor doctores, Jacobo,
Martino, Hugo, Búlgaro, estos fueron consejeros de Federico IV Barbarroja en su enfrentamiento contra
el Papa Alejandro III. Pertenecen al siglo XII. Otro fue Placentino, fundador de la escuela de Montpellier.

En el siglo XIII, hubo dos principales, Azzo que hizo una exposición sistemática del código, Summa
Codicis, y Accursio que realizó una Glossa Ordinaria, que fue una recopilación que tuvo gran utilidad y
una gran difusión. Ambos formaron el cénit de la escuela de glosadores, con estas obras se llega al punto
culminante, punto máximo.
Su anquilosamiento en el Derecho Justinianeo les impide discurrir al margen de estos textos y no tienen
en cuenta que fueron hechos para una sociedad más antigua. Pese a todo, hay que reconocer la gran
labor que desempeñaron en la creación del Derecho Común y la difusión de los textos romanos.

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2. COMENTARISTAS O PRÁCTICOS
La labor de los glosadores se puede decir que entra en crisis a mediados del s. XIII, su sistema ya no es
eficaz. En los últimos decenios del siglo XIII, la glosa cedió ante un nuevo género literario y un nuevo
método, representado por los commentaria. Por ello surgen los comentaristas con un nuevo método de
trabajo que tiene más o menos vigencia hasta el s. XVI.
Aparece un nuevo método, una nueva orientación, una transición hacia un nuevo sistema para estudiar
Derecho, la dialéctica.
Frente al interés por la letra de los glosadores, los comentaristas penetran en el sentido del texto. Para
los glosadores la clave estaba en la autoridad, mientras que para los comentaristas lo importante esta la
razón lógica, lo que permitía «una mayor libertad en el estudio y comprensión de los textos legales tanto
civiles como canónicos.» Estos estudios serán los verdaderos creadores de la jurisprudencia continental.
Los Glosadores y Decretistas eran docentes, los Comentaristas nuevos buscan la forma de aplicar el
derecho y el caso práctico.
La ciencia de los comentaristas ha de servir para resolver el caso práctico. Los comentaristas serán
docentes, pero a la vez prácticos, no como los glosadores que eran prácticamente docentes.

«Los juristas italianos de los siglos XIV y XV fueron los verdaderos fundadores de la jurisprudencia
continental, a saber, la ciencia del Derecho que tiene por objeto las técnicas que permiten resolver los
casos prácticos. Los nombres más significativos fueron los de Cynus de Pistorio (Cino de Pistoya, ca.
1270.1337), Bartolus ex Saxoferrato (Bartolo da Sassoferrato, 1314-1357), Baldus de Ubaldis (Bardus de
Perusio, Baldo degli Ubaldi, 1320 ó 1327-1400), Paulus de Castro (Paolo di Castro, siglo XIV-1441) y Jason
Mainus (Jasón de Maino, 1435-1519).»
«El método de los prácticos, al igual que sus descubrimientos, marcaron el punto de partida de una
metodología de la aplicación cotidiana del derecho que se aplicaba a todas las materias jurídicas, incluso
a aquéllas cuyas fuentes no eran romanas, como los estatutos comunales y las disposiciones normativas
imperiales.»
Parte de singularidad de esta nueva etapa del Derecho común europeo radica en abandonar la apertura
de la glosa para ajustarse a las reglas de interpretación ya netamente jurídica, orientada por la dialéctica,
para conjugar en plenitud los distintos componentes de ese derecho común: el Derecho civil, el Derecho
canónico y los Derechos propios, al servicio de una actividad práctica de consejo.
Esa conjugación de componentes se resolvía básicamente en considerar «el derecho romano como
derecho común (ius commune) para las cosas temporales, dejando al derecho canónico como ius
commune in spiritualibus, lo que explica la oposición no exclusiva de esos dos derechos generales
sintetizada en la expresión técnica utrumque ius; los derechos locales eran, por lo que a ellos respecta,
derechos especiales (iura propria) y sus relaciones con el derecho común obedecían a la regla romanista
de la especialidad.
Ese sistema permitía considerar de forma universal el conjunto del derecho vigente; tuvo como
consecuencia someter los derechos no romanistas a los principios de interpretación y a los valores
sistemáticos del derecho romano.»

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«La nueva dirección doctrinal desarrollada por los comentaristas recibió ya en aquellos siglos el nombre
de ‘mos italicus’ (estilo o modo italiano), porque fue en las Universidades y entre los juristas italianos
donde se consolidó y arraigó.
Conviene advertir que entre el método de los glosadores y el del ‘mos italicus’ no hubo una verdadera
antinomia ni diferencias radicales, sino más bien una transición gradual.»
Este nuevo sistema nace en la Universidad de Orleáns, Francia, y sus autores serían Jacques II de Révigny
y Pier Bellaperche.Fino de Pistolla lo traslada a Italia y será allí donde se desarrolle lo que se denominará
Mos Italicus y donde tendrá su edad de oro, su momento de plenitud en el siglo XIV de la mano de
Bartola de Sasoferreto y Baldo de Uvaldi, que serán los comentaristas por excelencia. A finales del siglo
XIV y en el XV aparecen Pablo de Castro y Jason de Maino. Este nuevo método recibió diversos nombres,
por un lado se les conoce con el nombre de post-glosadores, pero mejor denominarlos comentaristas ya
que su forma de trabajar son los comentarios consiliatores, pues utilizan en ellos muchas concilias,
consejos, otra denominación no muy utilizada será la de prácticos.
Los comentaristas fueron contemporáneos de un movimiento cultural llamado humanismo. Las
relaciones entre los intelectuales de ese movimiento y los comentaristas fueron conflictivas por la
distinta perspectiva con la que abordaron las obras de la Antigüedad clásica
El encuentro entre el humanismo y el Derecho común genera el llamado ``mos gallicus, el estilo francés,
que se desarrolla en el siglo XVI. El mos gallicus pretende «depurar la tradición jurídica desde la
Antigüedad, definiendo y situando históricamente sus diversas fases, con lo que se va revelando la
sustancial diferencia entre un derecho romano antiguo y el derecho común de procedencia medieval, y
considerando críticamente el método utilizado en cada una de dichas fases, comprendido el del ius
commune del que particularmente se critica, junto a sus pretensiones de identificarse con el ‘derecho
romano’, su escasa capacidad sistematizadora.»
Por lo demás, el mos gallicus aparece unido al fortalecimiento de las monarquías nacionales y también a
la división religiosa en Europa.

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3. DECRETISTAS
La distinción entre decretistas y decretalistas hace relación al objeto legal de estudio de ambos grupos:

● Para los decretistas,el Decreto de Graciano;


● Para los decretalistas, las colecciones de decretales posteriores al Decreto.

Los decretistas fueron los intérpretes del Decreto de Graciano. Su labor académica alcanza hasta la
promulgación del Liber Sextus o Decretales de Gregorio IX (1234). No se limitaron a glosar el Decreto,
sino que también pusieron éste en relación con los cánones de los dos grandes concilios de la época (III
Letrán 1179 y IV Letrán 1215) y con las cada vez más numerosas decretales pontificias recogidas en las
colecciones antiguas o intermedias.
El centro de esta etapa científica del Derecho canónico se encontraba, naturalmente, en Bolonia. Sin
embargo, es sorprendente cómo en periodo muy corto de tiempo aparecen otras escuelas europeas,
como la Escuela de Palencia (1178), la Escuela francesa (quizá a partir de 1144, con mayor presencia en
París a partir de la Summa Parisiensis de 1170), la Escuela franco-renana (a partir de 1166 con la
presencia de Gerardo Pucelle en Colonia), la Escuela austríaca (con la Summa Monacensis de Carintia
fechada en torno a 1175) y la Escuela anglonormanda (desde la introducción del Decreto de Graciano en
Inglaterra por Thomas Becket y con una importante escuela de maestros en Oxford a finales del siglo XII).
Siguiendo la estela marcada por los civilistas de la época, también los decretistas cultivaron la glosa,
escribieron sumas y apparatus de glosas. Manifestaron interés también por las fuentes del Derecho
romano, pues aportaban valiosas herramientas para su trabajo en el Derecho canónico.
El monje Graciano elaboró una obra necesaria para el Derecho de la Iglesia (Decretum Graciani o Decreto
de Graciano, que fue la obra base para el Derecho Canónico, dando autonomía a este derecho y
separándolo de la teología. Aunque no se promulgó oficialmente, ha tenido una gran difusión e
influencia.

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4. DECRETALISTAS
Con este nombre se designa a los canonistas que se dedicaron al estudio de las colecciones de
decretales, lo cual nos sitúa en un periodo de tiempo muy extenso: desde la segunda mitad del siglo XII
hasta el siglo XIX. Los decretalistas se solapan temporalmente con los decretistas, pues la distinción entre
ambos no es exclusivamente de carácter temporal, sino que se refiere a la materia de estudio, de
comentario y de análisis.
A raíz de la reforma de Gregorio VII, el Derecho de la Iglesia se va desarrollando a través de las
Decretales, que eran las que promulgaba el Papa para resolver casos que se le planteaban.
Ante el incremento del número de Decretales, se plantea la necesidad de su recopilación. Primero por el
Decreto de Graciano, y posteriormente con la Recopilación de Gregorio IX en 1230, conocida como liber
extra.
Esta etapa (de los decretalistas) se inaugura con Bernardo de Pavía y su Breviarium extravagantium que,
al igual que el Decretum, es una obra privada, no oficial, pero que marca un patrón temático para el
futuro.
La jurisprudencia canónica en este periodo de los decretalistas no es un área de protagonismo
eminentemente itálico, pues encontramos insignes autores ingleses, alemanes, húngaros, franceses y
españoles que estudian y enseñan en el alma mater studiorum (madre nutricia de los estudios) de
Bolonia, como Ricardo Ánglico, Pedro Hispano, Bernardo Compostelano o Juan Teutónico.
Estando en Bolonia, Raimundo de Peñafort escribe la Summa iuris canonici con una sistemática diferente
a la que trazara Bernardo de Pavía y que comprende siete partes:

● Los tipos o clases de Derecho,


● Ministerios canónicos,
● El orden judicial,
● Contratos y bienes eclesiásticos,
● Delitos y penas,
● Sacramentos y,
● Finalmente, la procesión del Espíritu Santo.

Al abordar el Derecho canónico, los Decretalistas trabajan sobre un derecho vivo, que está elaborándose
y aplicándose en ese momento. (...) los Decretalistas extienden su labor hasta más allá de las fuentes
últimas del Derecho canónico clásico, representadas por las Extravagantes de Juan XXII.»
A diferencia del Corpus iuris civili que no evoluciona, el Derecho Canónico sí evoluciona ya que se siguen
promulgando Decretales, por ello en el siglo XIII Bonifacio Octavio ordena recopilarlas. Esta recopilación
se conocerá por liber sextum.

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En el siglo XIV el Papa Clemente V ordena una nueva recopilación de las nuevas Decretales y cánones, se
conoce como liber sextimun o clementinus. Llega el momento que se terminan las recopilaciones
oficiales y se continúa con las privadas:

● Extravagantes posteriores a 1317 del Papa Juan XXII.


● Extravagantes comunes, se recopilan todas las que no estén recogidas en otro Decreto.

5. MÉTODO DE LOS JURISTAS MEDIEVALES


El método de los juristas medievales no era igual que el método de los juristas del Derecho romano.
El genio de los juristas romanos no fue descubrir conceptos sino advertir que eran legalmente
significativos depurándolos mediante casos particulares. «¿Puede un hombre estar en posesión de una
granja, sin recorrer cada una de sus partes? Ciertamente». «¿Retiene ese mismo hombre la posesión si
ha dejado la granja y se ha marchado de viaje, sin dejar a ninguno de sus familiares en ella? Ciertamente
retiene la posesión.»
«¿Qué significa ser negligente... ?» Los juristas no trataban de subsumir los hechos en un caso individual
mediante una regla abstracta o una fórmula, sino que procedían de forma casuística.
Al igual que los juristas romanos (y a diferencia de los filósofos, los físicos o los economistas) los juristas
medievales no trabajaron definiendo conceptos y elaborando lógicamente sus implicaciones. Ahora bien:
mientras que un jurista romano se sentía libre para saltar de los conceptos a las conclusiones
apoyándose sobre su propia autoridad, el jurista medieval presentaba sus conclusiones como
fundamentadas en la autoridad de los textos, incluso aunque los textos no resolvieran la cuestión de
manera explícita.
Los juristas medievales aplicaban el texto a las nuevas situaciones de tres maneras distintas.
● La primera era generalizar el alcance de un texto que trata de una situación para aplicarlo a otra
nueva.
● La segunda era limitar el alcance de un texto enunciado en términos generales distinguiendo
aquellas situaciones a las que se podría aplicar de aquellas a las que no.
● La tercera manera era moverse directamente, y por analogía, de situaciones expresamente
tratadas en los textos a nuevas situaciones.
Los juristas medievales pasaban del texto a su aplicación. Pero no por ello pensaban que cualquier
aplicación de un texto fuera igualmente obligada o persuasiva. De hecho, con frecuencia discutían y
buscaban la mejor solución.

Examinamos a continuación cómo se aproximaban a tres problemas:


● Si una persona es responsable al molestar a su vecino por hacer fuego en su propio terreno;
● Si es responsable al hacer una afirmación verdadera que daña la reputación de otro;

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● Y si es responsable al construir un molino de agua que corta o redirige la corriente de agua
dirigida a otro molino más abajo del río.
● Para resolver el primer problema, los juristas medievales generalizaban un texto;
● para resolver el segundo, limitaban un texto;
● y para resolver el tercer problema, aplicaban los textos por analogía.

Los juristas medievales trabajaron con un cuerpo cerrado de textos antiguos, los textos del Corpus Iuris
Civilis.
Abundante legislación medieval afrontaba nuevos problemas de los que se ocupaban príncipes y
autoridades municipales. Pero esa legislación no formaba parte de Ius commune, el derecho basado en
el Corpus Iuris Civilis que, a los ojos de los juristas, era elemento común a todos los municipios y
ciudades.
En consecuencia, al efectuar sus razonamientos los juristas medievales se encontraban con problemas
que no tenían paralelo en el tiempo en el que los textos autorizados habían sido escritos y para
solucionarlos con esos textos tuvieron que ser creativos en extremo.
Un buen ejemplo de esto es precisamente la discusión en torno a lo que nosotros llevamos hoy en día el
conflicto de leyes. Supongamos que la normativa o costumbres de Bolonia, Padua y Módena son
diferentes entre sí. ¿Qué ley debe aplicarse cuando el pleito se lleva a una ciudad respecto de hechos
que han ocurrido en otra ciudad diferente, o entre sujetos de ciudades diferentes?
Habían distinguido entre Ius gentium que gobierna cuestiones tales como las ventas y se aplica a los
pueblos con independencia de su nacionalidad, del Ius civile que regulaba materias tales como el
matrimonio y se aplicaba sólo los romanos.
Habían dejado que súbditos del imperio observaran gran parte de sus propias normas pero no se habían
ocupado de cuestiones tales como si un tribunal romano podía aplicar o debería aplicar la ley ajena en
lugar de la ley propia.
Los juristas medievales pensaban que esta cuestión debía ser resuelta precisamente por el Ius commune,
un derecho común a todas las ciudades y municipios, en lugar de ser regulado por las normas de
cualquiera de esas ciudades o personas.
La preocupación de los juristas medievales no era solamente aplicar los textos a situaciones no
expresamente previstas. También intentaban explicar cada texto imponiendo un orden que los textos
romanos o canónicos no habían contemplado.
Dicho orden se lograba mediante la vinculación de los textos relacionados:
● A veces yuxtaponen textos que usan la misma palabra o expresión;
● Otras veces el significado de una palabra en un texto se identificaba o distinguía del significado
que esa misma palabra tenía en otro lugar;

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● Y en ocasiones adscriben un poder explicativo a un término que encuentran en un texto y lo
tratan como una llave para entender otros textos en los cuales está utilizando el mismo término.
● A veces crean un esquema. En ocasiones la vinculación de textos ilumina un área del Derecho
mejor que si se leyeran los textos por separado.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 8. LA RECEPCIÓN DEL IUS COMMUNE EN ESPAÑA

La conquista militar de Hispania por Roma duró dos siglos, desde el 218 a. C., al 19 a. C. La presencia
romana directa en España duró seis siglos. En el s. I de nuestra era, puede decirse que la Península
Ibérica estaba totalmente pacificada; es significativo que habiendo sido creadas en el 197 a. C. las
primeras provincias españolas, la Hispania Citerior e Hispania Ulterior o como se llamarán
posteriormente Tarraconense y Bética, Augusto creó una nueva provincia, la Lusitania, añadiéndose en el
s. IV la Gallaecia. Jurídicamente fue fortísima la influencia romana en Hispania.
Como sabemos, a España llegó el pueblo visigodo -el más culto y romanizado de los pueblos
germánicos-. Los visigodos en España encontraron una población profundamente romanizada que
lógicamente no opuso ningún obstáculo a la recepción del derecho romano vulgar aportado por las
compilaciones visigóticas, permitiendo el desarrollo autónomo de la tradición jurídica romana durante el
reino visigodo. Durante los s. VI y VII los visigodos habían consolidado en España un Estado unitario, que
se prolongó hasta el 711 en que quedó interrumpida la unidad política que había logrado España con
Roma y continuada por los visigodos, hasta que en 1492 los Reyes Católicos volvieron a reunificarla
acabando con el último reino musulmán de Granada. La reunificación jurídica fue más trabajosa dada la
fragmentación de los reinos cristianos durante la Reconquista, en los que también seguía operando un
fuerte núcleo romanístico que no pudo anular la dominación musulmana ni entre los cristianos
(llamados mozárabes) que siguieron viviendo en las ciudades conquistada por los invasores sarracenos
(musulmanes).
Los visigodos ya habían mostrado su vocación por el Derecho y la legislación en el Codex Euricianus, con
una legislación fuertemente romanizada, y sucesivamente en la Lex Romana Visigothorum ley territorial
para godos e hispano-romanos. Los visigodos respetaron el Derecho romano-vulgar de la población
hispana, Derecho que se venía practicando en las provincias occidentales desde el s. IV.
En el 654, el rey Recesvinto promulgó la gran ley para godos e hispano-romanos conocida como Liber
iudiciorum que con sucesivas adaptaciones estuvo en vigor, en varias regiones, hasta el s. XIII, y tuvo una
gran influencia en el derecho castellano y en la legislación del siglo XIX.
El problema de la recepción del ius commune en España es realmente complejo porque no se puede
hablar del tema sin conocer las particularidades de la fragmentación territorial y jurídica española, que
hizo que la recepción no fuera uniforme dependiendo de cómo iba avanzando la Reconquista en los
territorios dominados. Es un problema esencial esta recepción porque la influencia romanista en el
llamado Derecho romano vulgar en la Alta Edad Media y en el derecho común en la Baja, ha sido
determinante.
La ausencia de una situación unitaria conseguida por la monarquía visigótica interrumpida por la
dominación árabe en parte de España que se iba reduciendo a medida que avanzaba la Reconquista, hizo

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que la difusión del Derecho común no operara de igual modo que en otros países europeos durante la
Baja Edad Media en que el Derecho romano fue el denominador común de los derechos europeos
bajomedievales. El vigoroso principio princeps legibus solutus traído de la impronta romana atrajo el
apoyo de los reyes hispánicos a los principios romanísticos del ius commune con la idea de soberanía del
rey sobre los súbditos que encontraban en el ius commune del renacimiento jurídico medieval una base
firme para consolidar su poder. Pero la dispersión de los reinos hispánicos, y la dominación musulmana
en parte de España hizo que la recepción fuera prácticamente nula en Andalucía hasta la liberación de
Sevilla en 1248 por Fernando III el Santo, padre de Alfonso X el Sabio. De nuevo este gran inspirador de
Las Siete Partidas (1265) muy influidas por el romanismo de los glosadores, volvió a situar el ius
romanum ahora con aportaciones canónicas elemento primordial del Derecho hispánico.

De la época visigoda la figura más importante fue San Isidoro de Sevilla quien exalta con sus estudios, el
más importante titulado Originum sive etymologiarum libri XX vulgarmente denominado "Etimologías"-
la influencia romana. Y se suele afirmar que los códigos de esta época -Código de Eurico, Codex revisus
de Leovigildo, entre otros, tienen una gran huella romana. En cualquier caso, hasta el s. VII y tras la caída
en manos bárbaras de la península existe una clara separación entre la población de tradición romana,
que se regía por sus propias normas, y la población goda, que se rige por la Lex Romana Visigothorum.

Como ya se ha expuesto, en la época romana -s. II a.C. al IV d.C.- existió en la Hispania un Derecho
romano vulgar, no un Derecho clásico ni justinianeo, denominado así por ser un derecho clásico
simplificado, con componentes populares y provinciales. Tras la caída del Imperio Romano se instauran
en el continente europeo monarquías germánicas, considerándose a los visigodos en la península, los
continuadores de los emperadores romanos.
En los pocos documentados siglos VII al XII la población española bajo dominio musulmán siguió
rigiéndose por el Liber iudiciorum visigótico, de igual modo que las regiones que iban siendo liberadas de
los musulmanes, texto que al ir envejeciendo fue siendo sustituido por derechos locales tanto escritos
como consuetudinarios; también en la práctica había zonas en que había sido borrado aquel Derecho
local.
Puede decirse que, como consecuencia de la invasión musulmana y la lenta Reconquista, hasta el s. XIII,
dominaron en los territorios arrebatados a los árabes de un lado el Liber iudiciorum, pero a la vez las
ciudades liberadas se iban proveyendo de una legislación particular: Fueros, probablemente los
instrumentos más representativos del Derecho medieval español, significativos por su redacción escrita
que muestra la evolución jurídica española de la época. Cuando los Fueros comenzaron a recogerse en
colecciones oficiales, se advirtió más claramente la contraposición entre aquellos derechos territoriales y
el Derecho real, insertándose ambos sistemas en la legislación oficial del reino, especialmente el de
Castilla que se iba extendiendo cada vez más. A este derecho municipal hay que añadir el Derecho
señorial, principalmente en Cataluña donde sobre todo después de la Marca Hispánica de influencia
francesa, los condados catalanes promulgaban nuevas disposiciones hasta que acabó imponiéndose la
del conde de Barcelona de la que pronto empezaron a formarse distintas colecciones (Usatges).

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Sin embargo, el pueblo se resistió a la imposición de una ley general por lo que en el s. XIV el
"Ordenamiento de Alcalá" otorgó a "Las siete Partidas" el carácter de Derecho supletorio, y en el s. XVI, a
las "Leyes de Toro" el carácter de Derecho supletorio de tercer grado, después de las leyes reales y de los
fueros. También se prohibió cualquier alegación de las opiniones de los glosadores y comentaristas en
los tribunales, aunque ésta no se cumplió, y la ciencia jurídica española continuó recibiendo la influencia
italiana.

Por ello, en el año 1555 se autoriza la publicación de "Las siete Partidas" con una gran glosa en la que se
contienen opiniones de glosadores y comentaristas. Los siglos XVI y XVII se caracterizan por el cultivo del
Derecho Público, y la figura de mayor relieve fue el dominico Francisco de Vitoria, aunque el estudio del
Derecho Romano tuvo preponderancia en las universidades. Pero habrían de transcurrir otros cuatro
siglos de azarosa historia española para que cristalizase el primer proyecto de Código Civil de 1851, de
ascendencia francesa, pero de transparente textura justinianea.
Además, y al igual que ocurrió en el resto de Europa, contribuyó a la recepción del derecho común en
España la función que cumplieron las Universidades (Palencia y Salamanca en el s. XIII en Castilla, Lérida
en Cataluña a principios del XIV). Está documentada la frecuente presencia de estudiantes españoles en
las principales Universidades europeas (principalmente Bolonia), que traían consigo libros de Derecho
romano justinianeo con su aparato de glosas siempre referenciados al Corpus iuris justinianeo núcleo del
ius commune que sustituyó la regulación altomedieval de inspiración teodosiana, cuya consecuencia es
que al llegar el s. XII Hispania estaba preparada para recibir el influjo de la escuela de Bolonia a la que
acudían maestros y estudiantes españoles iniciando una tradición científica que perdura en nuestros
días, en que sigue activo y desarrollando una gran labor concediendo becas para estancia de dos años a
estudiantes españoles el Real Colegio de San Clemente de los Españoles, fundado en Bolonia el año 1364
por el cardenal Gil de Albornoz.
Como hemos podido apreciar, entre los siglos XIII y XV coexisten en España tres tipos de Derecho en
cada uno de los territorios con autonomía jurídica.
● El primer tipo fueron los derechos tradicionales, de creación consuetudinaria, formados por
costumbres escritas y no escritas, y por privilegios; los derechos tradicionales gozan de prestigio
por su origen antiguo y porque dan capacidad normativa a señores y a municipios.
● El segundo tipo es el derecho real, consistente en normas legales creadas por el rey, en
ocasiones en conjunción con las Cortes, asambleas estamentales que surgieron en el siglo XIII.
● Y el tercer tipo es nuestro ya conocido derecho común, creación de juristas a partir del Derecho
romano justinianeo y del Derecho canónico clásico.

Estos tres tipos de derechos interactúan de forma que en cada territorio peninsular generan un sistema
normativo propio. A continuación, revisamos la recepción en alguno de esos territorios.

En el reino de Navarra no hubo propiamente recepción del derecho común, sino influencia del mismo en
la Baja Edad Media. A partir del siglo XV resulta más patente la presencia del Derecho común entre
abogados y notarios, que encuentran en el Derecho romano-canónico soluciones que no facilitaba el

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derecho navarro consuetudinario.
En el reino de Aragón no existió una remisión explícita al Derecho común que reconociera su efectiva
vigencia. Pero sí que se recibe el derecho común por una peculiar vía, consistente en la cláusula de
supletoriedad2 en los Fueros de Aragón (1247) de Jaime I, una remisión al sentido natural y a la equidad,
que se interpretaba como envío al Derecho canónico y a las leyes romanas. Por otro lado, los más
importantes juristas de Aragón eran asesores o delegados del Justicia Mayor del reino, y recurrían con
frecuencia al Derecho común para completar lagunas de los Fueros o para interpretarlos.
De los territorios hispánicos, fue Cataluña el que recibió de forma más rápida e intensa el Derecho
romano. En el derecho catalán se establecieron normas de prelación o preferencia de fuentes jurídicas
para su aplicación. Y así, para los derechos locales o costumbres, aparecen las «leyes romanas». En 1251,
Jaime I promulgó una disposición conforme a la cual se prohibía la alegación de las leyes romanas y
canónicas en los juicios; curiosamente establece que, en defecto de costumbres y Usatges, se proceda
según el sentido natural, lo que para los juristas significaba (como en Aragón) acudir al derecho
romano-canónico. En 1410, en virtud del Capitol de Cort, esa remisión al derecho común como
expresión del sentido común o de la equidad cobró carta de naturaleza.

En Valencia, Jaime I se sirvió de la Costum o Furs de 1240 —régimen jurídico y privilegios de la ciudad de
Valencia— como Derecho local para muchas villas y poblaciones, hasta constituir en 1261 el derecho
general del reino, ley pactada entre el rey y las Cortes. Su texto advertía que en caso de que resultara
insuficiente para resolver alguna cuestión, se acudiera —de nuevo— a la razón natural y a la equidad: los
juristas valencianos interpretaron la cláusula como remisión al Derecho común. La historia posterior fue
una cierta tensión entre los monarcas y los juristas a la hora de admitir o de excluir el uso supletorio del
Derecho común, en la que terminan triunfando en la práctica los segundos.
La Corona de Castilla realizó una labor jurídica de unificación de forma que los territorios
progresivamente incorporados no conservaron o establecieron una peculiaridad jurídica propia
significativa. De hecho, el Ordenamiento de Alcalá de 1348 es el reflejo de esa tendencia a constituir un
sistema jurídico castellano único, con un orden de prelación: el propio Ordenamiento de Alcalá, los
fueros, las Partidas y la consulta al rey. El Derecho común se incorpora no como tal, sino como a través
del propio Derecho castellano de las Partidas; curiosamente, el Ordenamiento de Alcalá admitía el
estudio del derecho común, pero no su aplicación.

Un siglo antes esa labor jurídica unificadora tuvo expresiones en las obras jurídicas atribuidas al rey
Alfonso X: el Fuero Real, el Setenario, el Espéculo y las Partidas.
El Fuero Real era derecho municipal, y el rey intentó imponerlo a los territorios, sin éxito. Y para que los
tribunales del rey trataran de los pleitos entre castellanos, Alfonso X crea el Espéculo, redactado
probablemente entre 1255 y 1260, ley del rey, de su corte y de los jueces reales.
Las Partidas es el cuerpo legal castellano del siglo XIII, «el tratado jurídico más perfecto de toda la Edad
Media española y está a la altura de las mejores realizaciones en su género del resto de Europa»,
paradigma de la recepción del Derecho común. Redactado entre los años 1256 y 1265, integraría obras
previas, y es atribuido al propio rey, si bien «no se conocen, sin embargo, los nombres de la totalidad de

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sus colaboradores; entre ellos se ha hablado de una probable intervención de Jacobo de las Leyes, el
maestro Roldán, el arcediano Fernando Martínez de Zamora e incluso S. Raimundo de Peñafort. Las
fuentes de que se valieron los redactores de Partidas son realmente amplias. Entre las jurídicas hay que
resaltar las de Derecho romano, recibido por medio de los glosadores italianos (Azón, Acursio, Rotfredo);
de Derecho canónico (Decretales de Gregorio IX y sus comentaristas), de Derecho feudal (Libri
feudorum) y en menor medida de Derecho castellano. Junto a estos textos se utilizan en gran profusión
toda una serie de obras religiosas, morales, políticas, filosóficas, teológicas, etc., tanto de la Antigüedad
clásica (Aristóteles, Séneca, Cicerón) como orientales (Poridad de Poridades) y bíblicas. El estilo y
lenguaje utilizados en la redacción son los propios del romance castellano. La claridad y precisión de sus
expresiones están en función de esa finalidad didáctica ya mencionada, la cual se consigue además con
abundantes razonamientos persuasivos y consideraciones moralistas que dotan al texto no sólo de una
gran elegancia literaria, sino también de una fundamentación teológico- filosófica. El código resultante
está estructurado en siete libros (partes o partidas), cada uno subdividido a su vez en títulos (182) y
éstos en leyes (2.479). Las principales materias tratadas en ellos son:

● En el primero, las fuentes y Derecho eclesiástico;


● En el segundo, Derecho público;
● Organización judicial y procedimiento en el tercero;
● Derecho privado en los tres siguientes, y
● Derecho penal en el último.

En 1348 se alcanzó la vigencia plena de las Partidas al ser declaradas por el Ordenamiento de Alcalá
derecho supletorio del reino. “No es exagerado afirmar que las Partidas son la obra más famosa de la
historia de los Derechos hispánicos. Pronto adquirió un prestigio enorme entre juristas, políticos,
cronistas cortesanos y los más diversos escritores; para todos fue durante siglos obra de obligada lectura
y consulta. Fue traducida al catalán en el siglo XIV, al portugués y al gallego, e incluso —siglos después,
ya en el XIX y el XX— al inglés, aplicándose en territorios de los Estados Unidos de América que
pertenecieron a España.”
Además, cabría, en Castilla, destacar lo siguiente:

1. Siglos XIV-XVIII: destacan los juristas formados en universidades hispanas (Salamanca y


Valladolid), francesas (Aviñón) e italianas, sobre todo Bolonia. El Ordenamiento de Alcalá (1348),
el Ordenamiento de Briviesca (1387), Las Pragmáticas de Juan II (1427) y de los Reyes Católicos
(1499), y la Leyes de Toro (1505), son los hitos más importantes en esa política real.

2. Siglo XVIII: en el siglo XVIII aumentan extraordinariamente las críticas contra el Derecho Común,
que habían sido iniciadas por el Humanismo y seguidas después por el Racionalismo y la
Ilustración. El Derecho Común está en franca decadencia ante las nuevas corrientes.

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3. Siglo XIX: en el siglo XIX las universidades se nacionalizan, los profesores y alumnos en cada
universidad son solo los nacionales, la lengua de enseñanza es solo la nacional o la propia del
país, y en cada universidad se enseña solo el Derecho propio de la respectiva nación. No solo se
propicia la existencia de normas positivas diferentes en cada nación, sino que, sobre todo, en la
formación de los juristas se silencia la tradición jurídica común europea y se resaltan las
diferencias de estilo, de métodos de trabajo, de formación profesional y de organización de la
actividad científica en las respectivas naciones.

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La formación del Derecho Común Europeo
TEMA 9. LA RECEPCIÓN EN FRANCIA Y ALEMANIA

FRANCIA
En realidad, en Francia el conocimiento y aplicación del Derecho Romano no quedó interrumpido, ya que
se continúa durante la Edad Media, a pesar de la caída del Imperio Romano, gracias a obras como el
Breviario de Alarico.

El impacto del feudalismo tanto en el plano político como en el del derecho público consistió, como en
Germania, en un fraccionamiento de la soberanía y a más largo plazo se tradujo en un debilitamiento del
poder central. El reflejo del feudalismo sobre el derecho privado fue el particularismo jurídico, nacido de
la desaparición progresiva de las leyes personales a las que sustituyeron numerosas costumbres locales
de aplicación territorial.

A partir del siglo XIII el feudalismo declina, por lo tanto, de una estructura sinalagmática de la sociedad
se mudaba a un sistema de privilegios que sólo la revolución aboliría definitivamente, el carácter
particularista del derecho privado no se debilitó. Pero si las costumbres locales siguieron
desarrollándose, junto al derecho feudal en declive y al derecho canónico, que nunca había dejado de
tener su importancia, hay que señalar el renacimiento de una legislación central real (aunque sólo
tuviera un débil impacto en el derecho privado) y en las ciudades la aparición de corporaciones de
comerciantes (cuyas costumbres comerciales habían alcanzado un elevado nivel técnico en el siglo XII)
que reclamaban la constitución de órganos judiciales especializados (como en París el Parlamento de los
burgueses) y compuestos en general por comerciantes y no por juristas. Finalmente, no hay que olvidar
la jurisprudencia elaborada de la Escuela de los ultramontanos.

En relación con el derecho romano se impuso como derecho común sólo en una parte de Francia: éste es
el origen de la distinción entre países de costumbres (o de derecho consuetudinario) y países de derecho
escrito. El ius scriptum era el derecho romano de Justiniano y los países de derecho escrito englobaban
el sur de Francia que ya había visto la instalación de los visigodos y de los burgundios, con excepción del
Poitou, del Berry y de la Alta Borgoña. La distinción entre países de costumbres y países de derecho
escrito se precisó en el siglo XVI. Ese reparto traducía en hechos una diferencia de nivel en la elaboración
del derecho local:

● El Norte de Francia (o Pays de Droits coutumiers), o derecho de costumbres. En el norte (Francia)


procedía ya a la redacción de algunas de sus costumbres. Se produce el rechazo a adoptar el

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derecho romano como derecho común, que se tradujo durante un tiempo en la prohibición
pronunciada por el papa Honorio III en 1219 a petición del rey de enseñar el derecho romano en
la universidad de París.

Respondía también a preocupaciones políticas de la monarquía, que quería evitar que el


reconocimiento de un derecho que se consideraba como el del Sacro Imperio Romano implicase,
al mismo tiempo el del vasallaje del rey de Francia respecto del emperador germánico.

● El Sur de Francia (o Le pays de Droit écrit), donde rige el propio Derecho Romano. El sur (Francia)
no tenía nada o casi nada que oponer al derecho romano que encontró, ahí, pues, un área de
expansión fácil. La llegada del derecho romano en el sur fue también favorecida por la
persistencia de una cierta tradición romanista. En efecto, el sur había soportado menos
fuertemente que el norte el desarrollo del feudalismo, una de cuyas consecuencias había sido la
de convertir en inadaptadas a las necesidades de la época las instituciones del derecho romano,
que se convertía por ese motivo en un derecho sabio, patrimonio de la gente de la Iglesia.

Pero el factor más decisivo fue quizá la voluntad misma de los reyes de Francia: para Felipe II
Augusto (1180-1270) la dominación del Languedoc y del sur de Francia en general pasaba por un
recurso al derecho romano que, juiciosamente utilizado, se convertía en un perfecto
instrumento de poder.

En el sur, la adopción del derecho romano como derecho común fue, por otra parte, el fruto de
la actitud favorable de la población respecto de las tradiciones romanistas. Para justificar la
aplicación del derecho romano en el sur, el Parlamento de París prefería a la ficción de los
ultramontanos, según la cual rex in regno suo est imperator, el expediente que consistía en
considerar al derecho romano como una costumbre particular, conforme al derecho escrito.

Esa diferencia de actitudes frente al derecho romano se traducía también en los planos dogmático y
técnico. Los países de derecho escrito consideraban las costumbres, en relación con el derecho romano,
como iura propria, a saber, como derechos especiales, que había que aplicar prioritariamente, pero
interpretar estrictamente y que no eran extensibles por vía de analogía ni fuente de principios generales.

Si los países de derecho consuetudinario no ignoraban el derecho romano, sin embargo, lo volvían a
traer al rango de ratio scripta, lo que significa que sólo recurrían a ella subsidiariamente, después de
haber agotado todos los medios ofrecidos por el derecho consuetudinario para colmar las lagunas.

El fraccionamiento del poder, propio del feudalismo, terminó definitivamente tras la guerra de los Cien
Años (1337-1453), cuando la monarquía francesa hubo concentrado en sus manos todo el poder público
y constituido un poder central fuerte. Para ello fue necesario que Luis XI (1461- 1483) impusiera su
autoridad en las provincias y venciese al duque de Borgoña, Carlos el Temerario (†1477). (...)

52
Hay que destacar la redacción de las costumbres francesas del siglo XIII (colecciones que delataban una
influencia más o menos acusada del derecho romano), entre las cuales hay que citar al Gran Coutumier
de Normandía (fue redactado entre 1254 y 1258, primero en latín como Summa de legibus Normanniae
o Summa de legibus in curia laicali, pero muy pronto traducido al francés) y las Costumbres de Beauvaisis
(1283) de Felipe de Rémy, señor de Beaumanoir (1246-1296). Finalmente, todas esas colecciones eran
más o menos contemporáneas del De legibus de Bracton.

En la Francia de los siglos XVII y XVIII hay que destacar los nombres de los romanistas Domat y Pothier.
Sus Tratados influyen decisivamente en la codificación napoleónica y, a través de ella, en el resto de los
códigos de las naciones europeas. Conviene recordar que, hasta la Revolución francesa, los territorios del
sur de Francia viven bajo la influencia del Derecho Romano y del ius commune medieval, droit écrit, y los
del norte, bajo la influencia del derecho germánico y la Costumbre de París, droit coutumier.

Napoleón lleva a cabo uno de los proyectos de los ideólogos de la Revolución Francesa: la codificación
del Derecho. Al modo romano, se hace nombrar primer ciudadano de la República, cónsul y emperador.
El mimetismo con la carrera política de Augusto es evidente: el cónsul Octavio Augusto, vencedor en la
guerra civil, se presenta como el primero de los ciudadanos en autoridad moral (auctoritas), pero con
igual poder que los demás magistrados (potestas). Es el comienzo del autoritarismo, del golpe de estado
incruento, que marca el fin de la República y el comienzo del Imperio.

El Código Civil de 1804, es considerado como el de mayor influencia en todos los códigos europeos e
iberoamericanos de los siglos XIX y XX. Está basado, en líneas generales en:
a) El Derecho Romano, sobre todo, en la parte correspondiente a obligaciones y contratos, tal y
como se desarrollaba en los Tratados de Domat y Pothier.
b) La Costumbre de París y el Derecho Germánico, en materia de relaciones patrimoniales entre
cónyuges y derecho hereditario.

ALEMANIA
Germania fue una provincia romana y los ríos Rin y Danubio frontera de su Imperio. Caído el Imperio
Romano hay que esperar al siglo X para que el rey germano Otón I se proclame continuador del Imperio
Romano a través de la fórmula de la translatio o renovatio imperii, lo que da origen al Sacro Imperio
Romano Germánico, idea que es mantenida, al menos formalmente, hasta el siglo XVIII.

El emperador del Sacro Imperio procura la aplicación del Derecho Romano justinianeo, si bien su poder
es cuestionado por una parte considerable de la nobleza y los señores feudales, partidarios de las
tradiciones locales y de las instituciones y costumbres germánicas. El sometimiento de los distintos
territorios a la corona imperial es más formal que real.

53
La Germania no había sufrido en la Antigüedad más que una romanización superficial, y de hecho
limitada a su parte occidental. La verdadera romanización de la Germania, más tardía, fue el fruto de la
dominación franca y de la predicación del cristianismo.

En un primer momento, las instituciones germánicas se mantuvieron pues sólidamente; pero el


desarrollo cultural tardío de los pueblos germánicos en relación con el resto de Europa no permitió a
esas instituciones estructurarse de forma duradera y tanto las antiguas leges barbarorum, cuyo rastro
casi se perdió, y sobre todo después del tratado de Verdún (843), fueron, por así decirlo, olvidadas. Por
esta razón las instituciones jurídicas concernientes al derecho privado siguieron sometidas a las
tradiciones de los órganos judiciales locales, lo que favoreció la formación de costumbres particulares de
cada comunidad, tanto en el campo como en la ciudad, pero impidió la formación de un derecho común
alemán.

Antes de asistir a la redacción de una nueva colección de derecho alemán, lo que no fue ni una obra
casual ni una simple colección de fórmulas, hubo que esperar al siglo XIII y al Sachsenspiegel (Espejo de
Sajonia), compuesto entre 1215 y 1253 por Eike Von Repkow, en lengua alemana, sobre la base de una
precedente redacción latina. El autor condensó en él sobre todo la experiencia que había adquirido en
los tribunales de Sajonia oriental, donde trabajaba en la redacción de pareceres de derecho. Gracias a la
riqueza de su contenido y a su larga aprehensión de fenómenos jurídicos, esta obra conoció un
importante éxito incluso más allá de las fronteras de Sajonia, en todo el norte y este de Alemania. Las
distintas versiones y adaptaciones que fueron realizadas para uso de los Estados del sur de Alemania
desembocaron en la redacción del Schwabenspiegel (hacia 1275) que fue concebido como un
compendio del derecho de Alemania en su conjunto.

Sin embargo, estas colecciones no consiguieron generar un Derecho común alemán. A diferencia de lo
que sucedía en Inglaterra, con una monarquía fuerte y estable, en Alemania faltaba una autoridad
política generadora de una jurisdicción centralizada, a lo cual se une que la altura científica de los juristas
alemanes en estos siglos no facilitaba tampoco esa tarea unificadora.

Cuando la cultura jurídica de los glosadores, de los comentaristas y de los ultramontanos expandió a
través de Europa la figura del jurista cultivado (a la que Alemania reservaba de hecho el término Jurist),
la credibilidad de los prácticos tradicionales sufrió un golpe decisivo y con ella la posibilidad de crear un
derecho común alemán. El derecho romano ocupó, pues, el lugar dejado libre por ese fracaso. Sin
embargo, hay que precisar que la idea de una unión del derecho romano al Santo Imperio había sido ya
emitida por los glosadores y que los soberanos, reconociendo el derecho romano como derecho del
imperio.

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A partir del siglo XIII comienza una etapa en la que los príncipes alemanes consolidan su poder y sus
privilegios. Los príncipes se sirven para su gobierno de una administración pública centralizada para la
cual requieren el trabajo de los juristas formados en las universidades y, por ello, en el Derecho común.
Tras haber ocupado los puestos de funcionarios, los juristas se expandieron por los tribunales donde era
inevitable que utilizasen el derecho en cuyo estudio habían sido formados y que era justamente el
derecho romano (...). Su presencia en los tribunales no sólo implicó la introducción de un nuevo derecho
de fondo, sino también la de un nuevo procedimiento.

El proceso propio del derecho común no conocía la distinción entre tribunal y juez (Richter -
Urteilsfinder), pues el procedimiento era enteramente conducido por un único órgano público
(Beamtenprozess) y se basaba esencialmente en actos escritos (quod non est in actis, non est in mundo).
Este último aspecto era de hecho una consecuencia de la importante duración del nuevo procedimiento.
Éste permitió, además, relegar al antiguo sistema probatorio (privilegio de la prueba, prueba ordálica17,
coniuratio) que dejó paso a un sistema moderno fundado en el principio de la carga de la prueba y
puesto en pie con medios racionales (salvo raras excepciones, como el juramento que no dejará de jugar
un papel particular en el proceso en Europa).

A pesar de la resistencia de algunas formas de proceso germánico, como la del proceso sajón fundado en
el Sachsenspiegel, el procedimiento propio del derecho común se hizo característico de los órganos
judiciales principescos. La fecha de la recepción del derecho romano en Alemania es tradicionalmente
fijada en 1495, año en que la dieta de Worms (asamblea) instituyó el Reichskammergericht (Tribunal de
la Cámara del imperio), que sancionaba jurídicamente la orientación de los jueces hacia el
profesionalismo, la preponderancia del derecho romano y del nuevo procedimiento. Ese tribunal se
sustraía al poder del emperador y tenía su sede en Francfort del Meno, ciudad alejada de la corte
imperial (que, por otra parte, no tenía sede fija, sino que gravitaba en aquella época en Viena).

Algunos juristas cultos que aplicaban el derecho romano trabajaban ya en el seno de los precedentes
órganos judiciales centrales del imperio (...) Pero la reforma de 1495 impuso que la mitad de los quince
jueces (assessores) del Reichskammergericht estaría constituida por expertos en derecho romano (...) y
que la otra mitad, cuyos miembros pertenecían a la clase de los caballeros, debía en la medida de lo
posible contar ella también con ‘expertos en derecho’, es decir en derecho romano (...) Además, el
parágrafo tres de esa ordenanza les imponía juzgar en primer lugar según ‘los derechos comunes’
(derecho romano y derecho canónico) y según los derechos locales solamente si su aplicación era
solicitada por las partes. (...)

La recepción del derecho romano en Alemania resolvió dos problemas:

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Prueba Ordálica. Modo de valoración de las pruebas cuyo fundamento y realización se basaba en la
creencia de la intervención de la justicia divina en la realización de determinadas pruebas a través de las
cuales los acusados podían demostrar su inocencia.

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● Por un lado, permitió la adopción de un derecho común en un país cuyo fraccionamiento
obstaculizaba la formación de un derecho nacional y,
● Por otro lado, representó el camino más corto para satisfacer la existencia de una racionalización
del derecho y de su práctica en un mundo donde los agentes tradicionales de la justicia no
poseían ni verdadera técnica ni la capacidad de crearla.

Cuando los juristas de los siglos XV y XVI hubieron acabado los trabajos preliminares, que implicaba la
recepción del derecho romano, la jurisprudencia alemana que les sucedió pudo encontrar su fisonomía
original y alcanzar un alto nivel. Los elementos que concurrieron a dar nacimiento a lo que será llamado
Usus modernus fueron numerosos.

En los siglos XVII y XVIII se producen las corrientes de pensamiento denominadas iusnaturalismo
racionalista y usus modernus pandectarum.

La reacción frente al iusnaturalismo racionalista, y su concepción del derecho formado por normas
abstractas, racionales, intemporales y conformes a la naturaleza del hombre, se produce en la Alemania
de los siglos XVIII y XIX, con la Escuela Histórica y con la Pandectística.

Para los componentes de la Escuela Histórica, cuyo máximo exponente fue Savigny, la historia, y en
especial la historia de cada nación, es el verdadero fundamento del derecho. Éste es un organismo vivo,
en constante cambio, no abstracto, formado no sólo por leyes, sino también por costumbres y por
tradiciones que sólo se pueden entender desde la historia.

Continuador de la Escuela Histórica es el Pandectismo, que recibe este nombre en atención a que
considera el Digesto o Pandectas de Justiniano, la obra por excelencia del pensamiento jurídico de todos
los tiempos (frente al derecho clásico). Los pandectistas, sobre la base del estudio de las fuentes
romanas, crean una nueva ciencia del derecho, que se articula en torno a conceptos como derecho
subjetivo, relación jurídica, institución jurídica, sistema, persona jurídica, capacidad jurídica, negocio
jurídico, etc., que se consideran válidos para todos los tiempos y lugares. Se pretende hacer de la ciencia
del Derecho una ciencia equiparable a las ciencias naturales o experimentales.
Como una relevante manifestación de la Pandectística, cabe considerar el Código Civil alemán (BGB),
aprobado por el Parlamento del Reich en 1896, y que entró en vigor el 1 de enero de 1900. El BGB
supone importantes innovaciones respecto al Código de Napoleón, en la medida en que recoge
soluciones propias de la tradición jurídica germánica, pero continúa teniendo una fuerte base
romanística, mayor todavía que la propia del Código civil francés, con importantes aportaciones del
derecho germánico, dado que al igual que los principales inspiradores del código francés son dos
romanistas, Domat y Pothier, el principal inspirador y, en este caso, también impulsor del código alemán
fue un romanista-pandectista: Windscheid.

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