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Julio Arrieta
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Libros con títulos como 'Sea feliz estoicamente', 'Estoicos en la oficina', 'Claves para
una maternidad estoica' o 'El arte de vivir como un estoico' llenan los estantes, lo
que probablemente sorprendería a Marco Aurelio, que escribió sus ahora tan
populares 'Meditaciones' solo para él mismo, como se refleja en su título original
en griego ('Cosas para sí mismo'), y ahora resulta que son un 'best-seller'.
La estoica fue una escuela filosófica fundada en Atenas a principios del siglo III a.C.
por el filósofo chipriota Zenón de Citio, de cuyas enseñanzas apenas se conservan
unos fragmentos recogidos por otros pensadores. El estoicismo de moda ahora es
una versión reciclada y puesta al día a partir, sobre todo, del llamado estoicismo
nuevo o estoicismo romano, posterior, y cuyos principales representantes son los
tres mencionados al comienzo de este artículo junto con Musonio Rufo y Sexto de
Queronea.
Simplificando mucho, los estoicos pensaban que los seres humanos no podemos
controlar lo que pasa a nuestro alrededor pero sí podemos desarrollar la
capacidad de controlar lo que pensamos o sentimos sobre lo que nos pasa. «Eran
realistas sobre nuestros límites. Advertían que aunque desees intentar persuadir a
los demás para que hagan lo que tú quieres que hagan, o que actúen como tú
quieres que actúen, en última instancia esto escapa a tu autocontrol», escribe
Brigid Delaney, periodista de 'The Guardian' y autora de 'Cómo dejar de
preocuparte: ser estoico en tiempo caóticos' (ed. Paidós).
Tiempos convulsos
Delaney recuerda que Zenón y sus seguidores vivieron en tiempo convulsos, tanto
o más que los nuestros, y supieron afrontarlos desarrollando un sistema de
pensamiento basado en el dominio de las pasiones y el sufrimiento, la capacidad
de aceptar las circunstancias inevitables tal y como se presentan, el cultivo de las
virtudes y el «estar de acuerdo con la naturaleza». «El estoicismo me resultó
increíblemente útil y sorprendentemente práctico», asegura Delaney.
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«El rasgo más distintivo del estoicismo es su practicidad: se inició bajo la
apariencia de una búsqueda de una vida feliz y con sentido. Por eso no resulta
sorprendente que sus textos fundamentales sean ejemplos de claridad», insiste el
biólogo y filósofo Massimo Pigliucci, autor de 'Cómo ser un estoico' (Ed. Ariel).
«Epicteto, Séneca, Musonio Rufo y Marco Aurelio nos hablan con un lenguaje
sencillo». Aunque, como advierte Pigliucci en su libro, «puede que el estoicismo,
como cualquier filosofía de vida, no sea atractivo ni funcione para todo el mundo».
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