La fermentación alcohólica es un proceso biológico de fermentación en plena ausencia
de aire (oxígeno - O2), originado por la actividad de algunos microorganismos que procesan los hidratos de carbono azúcares: como la glucosa, la fructosa, la sacarosa, el almidón, etc. para obtener alcohol en forma de etanol (cuya fórmula química es: CH3- CH2-OH), dióxido de carbono en forma de gas y unas moléculas de ATP que consumen los propios microorganismos en su metabolismo celular energético anaeróbico. El etanol resultante se emplea en la elaboración de algunas bebidas alcohólicas, tales como el vino, la cerveza, la sidra, el cava, etc.1 Aunque en la actualidad se empieza a sintetizar también etanol mediante la fermentación a nivel industrial a gran escala para ser empleado como biocombustible.