1501 y de 1503 a Ovando, y la Real Cédula del 20 de diciembre de 1503,
especificaban la libertad del indio, pero también el derecho de compelerlo,
mediante salario, para el trabajo en las minas o en los edificios, y para la labranza y granjería. En ese compeler está el destino de la población indígena, porque el indio rehuía el trabajo, y su rebeldía era ya motivo de justa guerra, y por lo tanto de esclavitud.