Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Posted by ictus under religion | Etiquetas: amor al sacrificio, amor y cruz, cruz y gozo, la cruz de
cada dia, seguir con la cruz |
Leave a Comment
¿Es lo mismo «tomar la cruz de cada día» que «tomar la cruz cada día»? ¿de qué
habla esa tan citada frase de Jesús en la versión de Lucas 9,23?
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.»
Así la refiere Mateo (16,24); lo mismo repite Marcos (8,34), y Lucas (9,23) que
sin embargo añade “cada día”: «tome su cruz cada día». En este trabajo me ocuparé de
ese “cada día” del que habla Lucas.
Los evangelios, bien lo sabemos, no reproducen palabra por palabra todo lo que
Jesús hizo y dijo, así que lo que reproducen debemos entenderlo en sentido “fuerte”, no
meramente historicista o biografista; cada gesto evocado, cada palabra de Jesús
recordada tiene la intención de hacernos penetrar mejor en la persona de Jesús, en su
mensaje, y no sólo en él, sino en lo que haremos con nuestra vida de cara a él.
San Lucas añade a la frase recordada una expresión:
«cada día».
Tal vez -y es sólo una hipótesis- los primeros cristianos leyeron la frase de Jesús
y la relacionaron específicamente con las persecusiones de las que eran objeto dentro
del judaísmo, cuando aún el cristianismo se entendía como una secta dentro del propio
judaísmo (es decir, antes de los años 80).
Tal vez -y sigo poniendo hipótesis- la redacción de esta frase en san Lucas sea
ya de las ediciones más tardías, de los años 80, y la expresión “cada día” sirvió para que
los cristianos vieran que Jesús no se refería solamente a la excepción de las
persecusiones sino al estado normal y cotidiano de cualquier cristiano, en tiempo de
persecusión y en tiempo de pacificación: seguir a Jesús es cargar, junto con él, y cada
día, la cruz que él cargó.
De hecho, las persecusiones seguirían por mucho tiempo más, no ya de parte
del judaísmo sino del Imperio, así que los cristianos no tendrían ocasión de olvidar
estas palabras de Jesús.
La cruz «de cada día»
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada
día, y sígame.»
¿Pero cuál es la diferencia? ¿Por qué esto -que lo hemos escuchado muchísimas
veces- no es lo mismo que lo que dice san Lucas, sino una variante “aggiornada”?
Hablar de la cruz “de cada día” pone el acento en la cotidianidad, más que en la
cruz… supone entender de nuevo la palabra “cruz” como una metáfora (tal vez como la
entendieron los primerísimos discípulos, antes de la Pasión) de las dificultades y
sinsabores de esta vida que nos toca. Ya lo dice la Salve: estamos inmersos en un valle
de lágrimas, y no hay consejo más sano que no abrigar falsas expectativas en las
bondades del mundo, sino tomar el sufrimiento que cada nuevo día nos depara con
determinación y valor; consejo muy loable, aunque no específicamente cristiano.
También podría ocurrir que este sano consejo se convierta en una suerte de
tapadera: no te quejes, no te hagas oír, no luches contra las injusticias del mundo, no
abogues por ninguna “causa perdida”, porque estamos en un valle de lágrimas, y hay
que aprender cada día a sobrellevar el dolor y el oprobio, ya se encargará Dios de
premiar y castigar [no ahora, después... nos sea que se enoje «Il Padrone»]… y entonces
el consejo ya no sólo no es específicamente cristiano, sino que deviene lisa y llanamente
contrario al mensaje, a la obra y al ejemplo de Jesús.
Y a partir de allí su sangre habla, y, a juzgar por Hebreos, esa sangre “habla
mejor que la de Abel” (12,24)
La humillación y el silencio de Jesús nada tienen que ver con una resignación
ñoña, con una licuefacta actitud de borregos en un anónimo rebaño de sufrimiento. El
silencio de jesús en su pasión es un silencio elocuente, es un silencio que crea el espacio
en torno donde se escucha clara, potente, fuerte, rotunda, la palabra de la cruz.
No hay sino una verdadera cruz: la de Jesús
La cruz… porque no hay muchas cruces, así como no hay muchos nombres bajo
los cuales podamos ser salvados; hay una cruz: la de Jesús, la que quienes queremos
seguirlo debemos tomar: cada día, como enseña el evangelio. pero no cada día una
distinta, sino cada día la misma, la única que salva, la de Jesús.
Sí, aceptar el sufrimiento de cada día y ofrecerlo puede ser una buena manera
de llevar la cruz de Jesús. Aunque también puede ser una actitud estoica, es decir, de
una moralidad a la altura del paganismo. Muy ejemplar, pero únicamente humana.
Cuando los primeros cristianos cantaban salmos frente a los leones en el circo,
probablemente no ponían esa carita de bobos de los actores de películas “peplum”
(copiadas de la afeminada imagenería dieciochesca), esos salmos eran resignación
cristiana, y llevaban no a que los espectadores se quedaran tranquilos sino a que se
cuestionasen y se preguntasen “¿de dónde les viene esa fuerza?”, y en último término a
que vieran a Jesús reflejado en esa resignación que habla mejor que la sangre de Abel.
La cruz de cada día sólo es cristiana si es siempre la misma cruz: la de Jesús, el
elocuente silencio y la resignación que no calla ni otorga. La justicia y la verdad en el
mundo deben ser seguidos, asaltados y conquistados. Puede que muchos hombres -
cristianos o no- se sientan convocados a ello, puede que muchos intenten transformar
el mundo y logren muchos objetivos buenos, pero nosotros estamos obligados a ello por
nuestra fe: esa transformación radical del mundo fue la obra de Jesús, la obra de su
cruz, esa única que debemos cada uno tomar cada día, si de verdad queremos seguir
siendo llamados “discípulos”.
http://testigo.wordpress.com/2009/03/09/que-es-tomar-la-cruz-de-cada-dia/-01/11/2011