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Hoy el libro de los Hechos nos presenta a Pablo predicando en la sinagoga de Antioquía de Pisidia.

Esta Antioquía es
distinta de Antioquía la grande, la capital de Siria en aquella época, de donde vienen los apóstoles Pablo y Bernabé.
Juan Marcos los ha abandonado después de la evangelización de la isla de Chipre.
La ciudad se encontraba casi en el centro de la península de Anatolia, en lo que hoy es Turquía. No era ni tan
grande ni tan importante como su homónima, pero desde allí se podían alcanzar muchas otras ciudades y regiones
de esas provincias de Anatolia.

Oímos a Pablo predicando en la sinagoga. Era el sitio habitual de reunión de los judíos en cualquier lugar en el que
se encontrasen. Tenían las reuniones principalmente los sábados, y en ellas leían la Ley (la Toráh, nuestro
Pentateuco) y los demás libros de sus escrituras, oraban y mantenían viva su fe, sus tradiciones y su identidad como
pueblo.

Para que la reunión sinagogal fuera posible tenían que asistir por lo menos 10 varones mayores de edad (12-13
años). Las mujeres asistían a las asambleas pero no participaban activamente en ellas. Todavía hoy en día los judíos
asisten a sus sinagogas en todos los lugares del mundo por donde se encuentran, podemos decir que es esa
institución la que les ha permitido superar tantas dificultades y persecuciones como han tenido que sufrir a lo
largo de los siglos. También Jesús, según relatan los evangelios, predicó muchas veces en las sinagogas de las aldeas
de Galilea, incluso en alguna de ellas liberó a un poseso del demonio que lo atormentaba.

Pues bien, Pablo y sus compañeros de misión, al llegar a una ciudad lo primero que hacen es predicar a los judíos en
su sinagoga, si es que la hay en el lugar. Solo después de que los judíos han escuchado el mensaje y algunos han
creído, pero la mayoría lo han rechazado, es cuando los apóstoles se dirigen a los paganos. El libro de los Hechos
nos presentará siempre, a partir de ahora, esta especie de método misionero.

La predicación de Pablo comienza con una síntesis de la historia de la salvación en Hch 13, 16-25, que la liturgia ha
omitido, concentrándose en la parte final de su discurso:

La afirmación rotunda de que la salvación obrada por Dios en Jesucristo muerto y resucitado está destinada en
primer lugar a los judíos. Y la invitación perentoria a abrazar la fe. Vuelven a resonar, en las palabras de Pablo, los
elementos del “kerygma”, del núcleo esencial de la fe cristiana:

Los acontecimientos centrales de la vida de Jesucristo, su muerte, sepultura y resurrección, con la mención
también de las apariciones del resucitado, que aquí no se especifican.

El autor de Hechos había recogido, seguramente, tradiciones muy firmes sobre la predicación de los apóstoles, sobre
las cuales él creó un poco artificiosamente estos discursos que pone en boca de sus personajes. Decimos esto como
respuesta a quien pueda preguntase por la forma como se conservó el recuerdo de tales predicaciones, en una época
que no conocía todavía los actuales medios de grabación, y en un medio que probablemente no podía permitirse el
recurso a estenógrafos profesionales.

Para nuestra edificación debemos destacar el ardor misionero de los apóstoles que no merma a pesar de las largas
distancias que tienen que recorrer, ni de las hostilidades que, como veremos, enfrentaron a lo largo de sus
correrías. San Pablo nos enseña, además, que es Jesucristo el centro de la fe cristiana: su muerte y su resurrección
son el fundamento de nuestra fe. Muerte que fue por nosotros, para perdonar nuestros pecados. Resurrección que
corroboró su enseñanza y reveló a los discípulos su gloria de Hijo de Dios.

Los capítulos 13 al 17 constituyen en el evangelio de San Juan lo que se suele llamar “Discursos de despedida”.
El evangelista ha puesto en boca de Jesús una serie de discursos que semejan su testamento, así como en el AT los
patriarcas y los grandes personajes al morir se despedían de su familia, haciéndole recomendaciones y anunciándole
aquellas cosas que Dios les concedía conocer anticipadamente (por ejemplo Jacob: Gn 49, 1-28; José: 50, 24-25;
Moisés: Dt 33, aunque todo el libro puede considerarse como sus testamento; David: 1Re 2, 1-9; etc.), así Jesús se
despide de sus discípulos, los prepara para enfrentar su ausencia, les revela el sentido de lo que le va a sobrevenir: la
muerte ignominiosa de la cruz. También les anuncia su glorificación ya próxima y la venida del Espíritu Santo. No
faltan las recomendaciones e incluso el mandamiento: el de amarse los unos a los otros. Las lecturas del evangelio de
san Juan que hacemos a partir de hoy, corresponden a esta sección de su obra.

En el pasaje que hoy hemos escuchado, los primeros versículos del capítulo 14, Jesús promete a sus discípulos que,
a pesar de la separación que se avecina, estarán definitivamente juntos con su maestro. Por eso deben permanecer
firmes en la fe en Dios y en la fe en Cristo, sin que les tiemble el corazón. La imagen de la casa paterna donde se
reúnen los hijos les es presentada por Jesús como imagen de esa vida de entrañable unión que les promete. Una casa
paterna con muchas moradas, donde hay sitio holgado para todos. El camino que conduce a esta casa ya les es
conocido a los discípulos, a pesar de la desconcertada pregunta de Tomás. El camino es Jesús y Dios Padre nos ha
querido mostrar ese camino, nos ha puesto en él, para que lleguemos más seguramente a su regazo amoroso.

Aquí podríamos evocar la canción de los muchachos exploradores: “no es más que un hasta luego, no es más que un
triste adiós, muy pronto junto al fuego nos reunirá el Señor”. Jesús consuela a sus discípulos por su próxima ausencia
que, según las medidas de Dios, será una breve ausencia, e incluso estará colmada por la presencia confortante del
Espíritu.

Esas palabras de Jesús también son para nosotros, hoy. También nosotros erramos muchas veces el camino y
preguntamos, desconcertados, por dónde se va a la casa paterna. También a nosotros nos parece, a veces, que Jesús
esta ausente. Cuando experimentamos las dificultades de ser cristianos, de permanecer fieles al Evangelio. Y a veces
experimentamos también la confusión del mundo, de tantas verdades contradictorias y efímeras. Y la muerte es
nuestra experiencia cotidiana: la de los pobres y oprimidos, la muerte de tantos seres humanos a causa de la guerra,
las muertes absurdas, tempranas, accidentales. Nuestra propia muerte que se nos aparece como la meta ineludible,
casi siempre temida e indeseada. Las palabras de Jesús deben sernos luz y esperanza: “Yo soy el camino, la verdad y
la vida”.

Dios lo resucitó de entre los muertos.

Pablo, en la sinagoga de Antioquía, se dirige a sus hermanos judíos. Les recuerda un hecho
negativo y otro positivo. El hecho negativo es que “los habitantes de Jerusalén y sus
autoridades no reconocieron a Jesús…aunque no encontraron nada que mereciera la muerte,
le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar”. Así fue, lograron crucificar a Jesús, el que de
parte de Dios gastó su vida en proclamar un mensaje de amor, de perdón, el que había
curado a cuantos enfermos se le acercaron, el que había tendido su mano a todos,
principalmente a los pobres, a los descartados por la sociedad, el que aseguraba que Dios es
un Buen Padre, que perdona al hijo menor, al hijo mayor y a todos los pecadores… ¿Qué mal
hizo Jesús?
Les recuerda también una estupenda noticia: Dios ha resucitado a su Hijo Jesús y se apareció
a sus allegados. Este Jesús cumple su promesa de resucitarnos a todos sus seguidores a una
vida de total felicidad, aquella para la que Dios nos ha creado.

Tengo sed sitio - Sitire

"Sed tengo", "Sitio" en latín, es una de las siete palabra de Jesús en la Cruz. Es Su disponibilidad que
convoca a la nuestra, invitándonos al “sacrificio de la alegría”: a “hacer de tripas corazón”, para mirarlo a Él

Antioquia de Siria

Antioquía de Pisidia (en griego: Ἀντιόχεια τῇ Πισιδίᾳ, en latín: Antiochia Caesaria) fue una ciudad de Pisidia, en la
parte sur de las montañas entre Frigia y la propia Pisidia. Estrabón dice que Filomenio, otra ciudad fronteriza, estaba
en la parte norte1 (esta ciudad fue incluida en la provincia de Pisidia en el siglo IV). Se situaba un kilómetro al norte
de la moderna Yalvaç.
Los restos, numerosos, incluyen grandes edificios hechos con grandes piedras, probablemente iglesias, murallas, 20
arcos perfectos, un acueducto, parte de un templo dedicado a Dioniso y un pequeño teatro. Una construcción fue
tallada en la roca y forma una cámara cuadrada con bastantes restos de mármol y columnas; se piensa que podría
ser el anexo de un templo (probablemente el de Men Ascaënus, adorado en Antioquía).
Probablemente fue fundada como colonia de Magnesia del Meandro. Pasó posteriormente a
los persas, macedonios, seléucidas y en el 188 a. C. al Reino de Pérgamo. Volvió a los romanos poco después del
133 a. C. y en tiempos de Augusto fue hecha colonia con el título de Antiochia Caesaria. Fue visitada por Pablo de
Tarso y Bernabé apóstol. Asimismo, la ciudad tenía una numerosa colonia judía.

San Juan de los lagos virgen de lujan


a versión del cronista Tello

Antonio Tello escribió que para averiguar el origen de “una imagen milagrosa llamada la
Virgen de San Juan” habló con el cura responsable del lugar, Diego de Camarena, “el cual me
dijo y certificó que a una india llamada María Magdalena, que murió por 1643, la cual tenía más
de 110 años de edad, le dio noticia de que el P. Fray Antonio de Segovia le dio al dicho pueblo
dicha imagen, un religioso de San Francisco.

Había mucho tiempo que la dicha india llamada María Magdalena comunicaba y hablaba con la
Virgen Santísima y la veía en diferentes partes de la iglesia, porque tenía por devoción el barrerla
cada día. Sucedió, pues, que en el año de 1630, pasando por allí un hombre que venía a la
ciudad de Guadalajara de San Luis de Potosí, con su mujer e hijas, antes de llegar a San
Juan se le murió una de ellas.

» Llegado con ella al dicho pueblo, se fue derecho a la iglesia, rogando a los indios que fuesen
a llamar al cura para que enterrase a la difunta. Condoliéndose la india María Magdalena de las
lástimas que hacía la madre de la difunta, le dijo que se encomendara a aquella imagen de la
Virgen, porque siempre la veía en diferentes partes, y algunas veces le hablaba. La afligida mujer,
afectuosamente, con mucha fe y devoción, pidió a la Virgen Santísima la vida de su hija, y
poniéndola delante, resucitó y se levantó abrazándose a la imagen, y pidiendo a su madre que
no la sacase de allí» .

El texto (posterior entre 15 y 30 años al milagro) prosigue: “Queriendo [la familia] proseguir su


camino para usar su ejercicio en la ciudad de Guadalajara, que era oficio de volantín [artistas de
circo] con que pasaban la vida, viendo la imagen muy maltratada por la antigüedad del tiempo,
pidió al cura y los oficiales del hospital, el padre, se la dejasen llevar a Guadalajara para
aderezarla y vestirla”. Y finaliza: “este fue el origen de esta santa imagen y el principio de sus
milagros, o por mejor decir, el primero que se supo“.

Así, los hechos centrales de la historia están atestiguados por escrito entre 15 y 30 años después
de suceder:

– la imagen en el pueblo de San Juan de Lagos


– la india que la cuidaba
– la niña muerta (sin detallar como murió), que resucita ante la imagen
– la familia eran artistas circenses, en camino; había un padre, una madre y al menos dos hijas
– había un cura en el lugar de los hechos
Pero esta Crónica de Antonio Tello estuvo perdida muchos años en los archivos franciscanos de
Guadalajara y no circuló hasta finales del siglo XIX.

La investigación bajo juramento de 1668

El sacerdote Juan de Contreras Fuerte declaró bajo juramento en la investigación de 1668 -unos
50 años después de los hechos- la versión que él conocía por la anciana india, a la que conoció.

» Pasando por este pueblo, como camino real para Guadalajara un volantín que ganaba su vida
aventurando la suya y la de los suyos, dando gusto con su peligro, él estuvo allí 4 o 5 días,
en cuya compañía estaba su mujer y dos hijas, a quienes enseñaba a voltear y hacer pruebas
sobre puntas de dagas y espadas. Estándose adiestrando para ejercitarse en Guadalajara en su
oficio, resbaló una de las hijas, al parecer la menor, y cayendo sobre la punta de la daga se
mató.

» Amortajada la muchacha la pusieron en la capilla para enterrarla. Juntáronse muchos indios e


indias para el entierro. Viendo tan sentidos a sus padres por el fracaso, una india ya anciana, que
se llamaba Anna Lucía -y testifica dicho Juan de Contreras Fuerte que la vio y conoció el año de
1634 [es decir, 14 años después del milagro], que entonces sería de 80 años, y de ella supo el
caso, les dijo que se consolasen, que la Cihuapilli -que quiere decir la Señora- le daría vida a
la niña, señal de que tenía experiencia de su poder, y que ya otra vez en este género lo había
demostrado.

» Y se entró en la sacristía y de entre las imágenes allí desechadas sacó esta bendita imagen que
hoy es tan milagrosa. Y se la puso a la difunta sobre los pechos, con toda fe y resolución. Y a
poco rato vieron todos los presentes el fin de todo, bullirse y moverse la niña. Cortáronle a toda
prisa las ligaduras de la mortaja y despojáronla de ella, y la que estaba difunta, al punto se
levantó buena y sana, con prodigio raro”.

Juan de Contreras explica que la india añadió que la imagen a veces no estaba donde la
dejaba. También explica que la familia milagrada fue a Guadalajara a buscar traje para la
imagen, pero unos benefactores misteriosos (quizá ángeles) le consiguieron esas ropas.
Juan de Contreras detalla que esto sucedió en el año de 1623.

Muchos otros testimonios

Los detalles de la versión de Juan de Contreras los repiten otros testimonios (no pocos) que bajo
juramento religioso contaron lo que sabían.

El capitán Luis López Ramírez, que fue allí teniente de alcalde mayor, declaró la misma historia,
que le habían contado muchas veces muchas personas.

El pintor Francisco Flores declaró que a él se lo contó un indio llamado Andrés, y que la


mujer de este indio fue la que pidió a la afligida familia poner una vela a esa Virgen, y que
rezaron ante su imagen “desde casi medio día hasta las cuatro de la tarde, presente el cuerpo de
la niña amortajada, y que aquella hora lo resucitó la Virgen”. Este Andrés sería, pues, el sacristán
del pueblo y esposo de la india devota.

El testigo Francisco Gutiérrez Rubio declaró que su esposa, Francisca de Mendoza [también


presente en la declaración] conoció a la familia milagrada: “un hombre con su mujer y dos hijas
niñas, que traían una cabra que bailaba, y también ellos hacían otras suertes; dijo la mujer de
este jugador de manos a Francisca de Mendoza cómo la Virgen de San Juan había resucitado
a una de aquellas niñas, señalando la que era, que sería de seis o siete años”.

Después la mujer enseñó a Francisca la imagen apolillada, que llevaban a arreglar a Guadalajara;
volvería a ver la imagen ya bien vestida a la vuelta, y más tarde en la parroquia de San Juan.
Además, la madre de la niña milagrada dijo a Francisca de Mendoza, entre muchas lágrimas,
que “esperaba en Dios que mucha gente había de venir en romería a visitar la imagen”.

Otro testigo, Francisco de Orosco y Agüero, declaró que conoció en Zacatecas al volantín y


que le refirió “todo el milagro de la Virgen y resurrección de la niña y aderezo de la milagrosa
imagen, según ya se ha contado”.

También testificó Inés de Mendoza, “española acomodada”, quien dijo que había conocido al
volantín, su mujer y sus dos hijas “ha mas de cincuenta años” y que de ellas supo el
milagro de la resurrección de la pequeña.

¿Se cumplió la profecía de la madre de la niña milagrada? Sin duda: esta imagen es la segunda
más visitada en México, recibiendo unos 8 millones de peregrinos al año, de los que 2
millones acuden el 2 de febrero, fiesta de La Candelaria. 

Su peregrino más famoso probablemente fue San Juan Pablo II, que acudió allí en 1990. Pío X
aprobó la coronación canónica de la imagen en 1904.

Exvotos reconociendo los favores recibidos en la basílica de la Virgen de San Juan

Así surgió la importante devoción


a la Virgen de San Juan de los
Lagos en México
Redacción ACI Prensa
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Procesión de la Virgen de San Juan de los Lagos. Cortesía: Archivo Histórico de la Catedral de San Juan de
los Lagos.

La Catedral Basílica de San Juan de los Lagos es el segundo templo más visitado por
peregrinos cada año en México, después de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y
su fiesta congrega a multitudes en las fiestas de la Candelaria, la Asunción y la Inmaculada
Concepción. ¿Cómo surgió esta devoción?

La ciudad de San Juan de los Lagos, en el estado mexicano de Jalisco, surgió como un
poblado a mediados del siglo XVI y era parte de la región conocida como Nueva Galicia.

En diálogo con ACI Prensa, el doctor Everardo López Padilla, responsable del Archivo
Histórico de la Catedral, explicó que la imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos fue
fabricada por el español Matías de la Cerda en Pátzcuaro, Michoacán.

“Fue traída a San Juan por un franciscano llamado Fray Miguel de Bolonia”, dijo López
Padilla. La imagen, que no era la titular del templo levantado en el poblado, quedó
arrumada en la sacristía durante unos 80 años.

Sería un milagro ocurrido en 1623 lo que sacaría la imagen de la Virgen de la sacristía y


despertaría la masiva devoción.

López Padilla señaló que “más o menos en diciembre de 1623, una familia de cirqueros
españoles venían de San Luis Potosí hacia Guadalajara. Era un papá, una mamá y dos
niñas. Lo que cuento está certificado en documentos que tenemos en la Catedral, porque
son juramentos, cerca de 100 testimonios certificados de españoles e indígenas”.

La familia de cirqueros se detuvo en San Juan de los Lagos para descansar. Una noche, una
de las niñas, de apenas siete años, se clavó una daga en el pecho mientras realizaba una
pirueta, muriendo al instante.

El responsable del Archivo Histórico de la Catedral de San Juan de los Lagos indicó que los
padres buscaron sin éxito un sacerdote en el poblado. En la época, el sacerdote más
cercano se encontraba en el poblado de Jalostotitlán, a 20 kilómetros.

Sin embargo, una indígena llamada Ana Lucía se les acercó a los padres de la niña y les dijo
“que no se preocupen, que la Cihuapilli, que en español quiere decir la Gran Señora, se las
va a devolver buena y sana”, relató López Padilla.

“La niña es colocada en la mesa del altar y ahí es llevada la imagen de la Virgen, que estaba
en cierto modo arrumbado en la sacristía del templo”, señaló.

“La Virgen fue colocada sobre el pecho de la niña, que ya estaba amortajada. Eso ocurrió
sobre las 12 del día. A las 3 de la tarde, dicen los documentos, la niña empezó a moverse
dentro de la mortaja”.

La niña, indicó el experto, fue encontrada por sus padres “buena y sana”, con nada más
que la cicatriz en el lugar donde se clavó la daga.

El doctor López Padilla recordó que cuando San Juan Pablo II visitó San Juan de los Lagos
en 1990, llamó a la imagen de la Virgen “una imagen resucitada y resucitadora. Resucitada
porque sale del olvido en esa sacristía de 80 años de estar arrumbada. Y resucitadora
porque le devuelve la vida a esta niña cirquera”.

Fueron los padres de la niña, que recorrieron el país con su espectáculo, quienes llevaron
el testimonio del milagro.

“A través del tiempo la devoción fue creciendo, al grado que se construyeron tres
santuarios hasta llegar el actual”, señaló.

El responsable del Archivo Histórico de la Catedral señaló que “en promedio” al año llegan
doce millones de peregrinos.

“Para esta fiesta de la Candelaria, durante 15 días se calcula la llegada de dos millones de
peregrinos”, dijo. “Tan solo en el día 2 de febrero el promedio de gente que ingresa son de
300 mil personas más o menos”.

“Y el 15 de agosto, fiesta de la Virgen de la Asunción, llegan entre millón y medio y dos


millones”, añadió.
San Juan de los Lagos y la Guerra Cristera

San Juan de los Lagos, en la región conocida como los Altos de Jalisco, tuvo también un
papel importante en la Guerra Cristera, el enfrentamiento entre civiles y el Estado
mexicano anticlerical a inicios del siglo XX.

López Padilla dijo que la guerra detonó en San Juan de los Lagos “cuando matan a un
adolescente, conocido como ‘el niño de las canicas’, que tenía un sombrero que decía Viva
Cristo Rey y Santa María de Guadalupe”.

El niño, recordó, jugaba a las canicas en la plaza principal de San Juan de los Lagos cuando
un soldado le ordenó quitarse el sombrero. “El joven se niega a quitárselo y lo matan a
balazos”, dijo.

Ante el asesinato del niño, “la gente se enciende y matan a ese soldado federal”, señaló.
Así fue que en San Juan de los Lagos y las ciudades cercanas “se levantan en armas los
rancheros y la gente de los pueblos”.

Además, para evitar ser dañada o destruida por las tropas federales, la Virgen de San Juan
de los Lagos permaneció “ocultada por nueve meses en una casa piadosa”.

¿Qué es el “Kerigma”?
La verdadera evangelización empieza con el Kerigma

La palabra “kerigma” tiene su raíz relacionada con los emisarios o mensajeros reales – los
“kerix” -, hombres que recorrían los reinos proclamando las noticias relacionada con la vida
palaciega.

En la tradición cristiana, la palabra kerigma se volvió sinónimo del primer


anuncio de las verdades de la fe. Los discípulos, tras la muerte de Jesús, salieron por las
ciudades y poblados anunciando el kerigma del Reino de Dios que, en las Escritura, se resume
así: Jesús de Nazaret murió, resucitó y fue exaltado a la derecha de Dios Padre.

Esta afirmación es el centro de la fe cristiana. Entre los apóstoles, san Pablo es llamado


muchas veces el gran misionero kerigmático, ya que él supo más que nadie proponer las bases
del Evangelio y el nombre de Jesús a muchos pueblos y muchas culturas diferentes. El kerigma
cristiano consiste en la presentación de Jesús con su tres grandes títulos: Salvador, Señor y
Mesías.

Todos los que desean seguir a Jesucristo pasan, necesariamente, por el anuncio primero de la fe,
por el despertar del amor a Jesucristo. El kerigma es, entonces, el primer anuncio del
Evangelio para aquellas personas que aún no conocen a Jesucristo. La palabra
anunciada no es una teoría. Es la Buena Noticia que revela el amor de Dios por la humanidad en
la entrega de su Hijo Jesús.

La verdadera evangelización empieza con el kerigma, que da vida nueva, experiencia de fe,
Buena Nueva y poder de espíritu. Sólo lo que son enviados tienen autoridad para anunciar el
kerigma. La evangelización tiene un proceso propio que no se debe invertir, bajo pena de perder
la fuerza intrínseca de la Palabra de Dios: primero, se debe presentar a Jesús, centro y
base de la Buena Nueva; después, y solamente después,  se deben exponer las
verdades, leyes y exigencias de ese Jesús.

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