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Al principio del artículo, la autora hace referencia a cómo difiere la historia de la biología

de la historia de la física, señalando cómo esta última ha incluido una mayor cantidad
de “asaltos al sentido común” .Esto podría deberse en parte a la naturaleza intrínseca de
estas disciplinas, ya que la biología, generalmente, adopta una aproximación más
observacional y experimental. Esto, a su vez, conlleva al hecho de que, como se
menciona en el texto, estas teorías con una base más tangibles puedan ser más
fácilmente aceptadas.

Esto se puede ilustrar haciendo alusión a los ejemplos del artículo en el que se
menciona como la teoría de la relatividad fue más difícilmente aceptada que la
estructura del ADN, la cual fue respaldada por las imágenes cristalográficas de Rosalind
Franklin. También cabe destacar que la teoría de la relatividad fue más ampliamente
aceptada después de las observaciones del eclipse de 1919.

Foto de la difracción de ADN Foto del eclipse de 1919

Sin embargo, la teoría quimiosmótica de Mitchell parece ser una excepción ,ya que
como él mismo dijo en su conferencia Nobel al exponer los 4 postulados de la teoría
quimiosmótica “These postulates were almost entirely hypothetical and experimentally
unexplored when they were given as the basis of the chemiosmotic hypothesis in 1961”.

En esta teoría, Mitchell introduce, entre otros, el concepto de acoplamiento por


protocidad, ocurriendo este no por contacto directo entre los sistemas redox y ATPasa,
sino por el flujo de protones. A pesar de que esta se apoya en trabajos y conceptos
previos, como la cadena respiratoria simple de David Keilin o la teoría de acoplamiento
químico expresada por Slater, se fundamenta en una “idea feliz” del autor que
posteriormente fue validada. Este enfoque recuerda a las grandes teorías mencionadas
en el final del artículo y que suelen provocar un cambio de paradigma.

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