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Serie Cade Creek

Happy para siempre 1

Granjero en el Dell 2

La Llama de un Bombero 3

Jonny se Bueno 4

Comenzando Algo 5

1
Sinopsis
Hank Vaught tenía un pasado, uno que le hacía temer las relaciones.
Cuando el hombre en que está interesado traiciona su confianza, Hank se
niega a tener algo que ver con él. Pero el destino tiene su manera de hacer
que un hombre lamente las decisiones tomadas apresuradamente. Cuando
la vida de Sammy está en peligro, Hank es el primero en correr a su rescate.
Conseguir que Sammy acepte a hablar con él de nuevo podría ser más
difícil que encontrar al pirómano serial que está hostigando a Cade Creek.
Podría ser casi imposible.

Sammy Heldmon quería a Hank con una necesidad que nublaba cada
decisión que tomaba. Sin saber lo que hizo para que Hank le diese la
patada, Sammy intenta seguir adelante con su vida. Sin nada que perder,
cede ante la presión familiar y se marcha de Cade Creek. Pero incluso ese
consuelo le es negado cuando se encuentra comprometido a una mujer que
necesita ser rescatada más que él.

El deseo unió a Hank y Sammy. La traición los mantiene separados.


¿Pueden aprender a confiar el uno en el otro o su oportunidad en el amor
terminará antes de que pueda siquiera comenzar?

2
Prólogo

— ¿Quieres entrar a tomar café?

—Me encantaría—. Hank Vaught sonrió.

Siguió a su cita dentro de la casa, sin apreciar el cómodo lugar porque su


atención estaba centrada en el hermoso rubio frente a él. Aunque habían
salido unas cuantas veces para conocerse, ésta era su primera cita oficial, y
Hank no quería que la noche llegase a su fin.

La piel de Sammy estaba sonrosada cuando se giró y se apoyó en la cocina.


— ¿Cómo quieres tu café?

Hank no tenía ningún interés en tomar una taza de café, y dudaba que
Sammy lo tuviera, pero si el hombre necesitaba jugar el juego, Hank lo
seguiría. —Sólo un poco de azúcar—. Hank le guiñó el ojo. —Me gustan
las cosas dulces.

Sammy se le quedó mirando un momento antes de que sus expresivos ojos


se llenasen de diversión. — ¿De verdad te funciona esa frase?

Hank se acercó hasta fijar a Sammy contra el mostrador. —No lo sé—,


admitió inclinándose hasta que sus labios estaban a un aliento de distancia.
— ¿Funciona?

Sammy tragó tan duro, que Hank lo pudo escuchar. —Oh sí, funciona.

—Es bueno saberlo—, Hank dijo antes de bajar su boca, cubriendo la de


Sammy en un beso hambriento. Sus lenguas se enredaron, unieron, con
fuerza, hambrientos. Agarró el pelo de Sammy, sosteniendo al hombre
mientras devoraba su boca.
3
Hank sabía que Sammy podía sentir su dura longitud presionar contra él.
Un pequeño gemido de Sammy, y Hank estaba listo para caer a sus pies y
venerarlo. Estaba tan excitado que su polla latía contra su cremallera.

Sammy se giró en los brazos de Hank, arrimándose y acariciandole el


cuello. Hizo que la piel alrededor de la garganta de Hank hormiguease.
Puso su polla tan dura como un tubo de acero. Cuando Sammy gimió de
nuevo, Hank sintió endurecer su polla incluso más, y eso que pensó que no
era posible.

—Mmm…hueles tan bien que dan ganas de comerte—, Sammy gimió.

¡Infiernos!

—Ahora, eso es una promesa—. Hank rió y despacio levantó la camisa de


Sammy sobre su cabeza, y luego la suya, arrojando las dos al suelo antes de
alcanzar los pantalones de Sammy. Rápidamente los tenía desabrochados y
abajo alrededor de sus tobillos.

Hank se arrodilló entre las piernas de Sammy, sus manos rondando la dura
y magnífica polla cuando se inclinó a lamer las gotas de pre semen de la
cabeza. Queriendo mejor acceso, Hank sacó los pies de Sammy de sus
pantalones y los tiró a un lado, extendiendo las piernas de Sammy hasta
que prácticamente se sentó a horcajadas sobre Hank.

Podía oír los profundos gemidos de Sammy, sentir sus manos agarrando
con fuerza su pelo cuando tomó la longitud entera en su boca. Despacio,
movió su lengua por la cabeza y a su alrededor, deslizándola hasta
envolver su longitud entera.

Hank comenzó a lamer, chupar y tragar la polla de Sammy. Los gemidos de


Sammy aumentaron de volumen y sus manos se apretaron en el pelo de
Hank.

Levantando la mirada, Hank observó con admiración como la cabeza de


Sammy cayó a sus hombros y soltó un largo gemido mientras rápidamente
montaba sus caderas hacia Hank. Sabía que Sammy estaba cerca. Le
quería desesperado. 4
Rápidamente lamió su dedo. Alcanzó tras Sammy y presionó su dedo entre
las mejillas del culo, buscando su pequeño agujero fruncido. Supo el
momento en que lo encontró porque los lloriqueos de Sammy se hicieron
más altos, sus embestidas más feroces.

Hank presionó su dedo en el apretado anillo de músculo lentamente,


moviéndolo un poco antes de añadir un segundo dedo. Cuando comenzó a
bombear sus dedos dentro de Sammy, su boca envolviendo su polla,
escuchó a Sammy gritar.

—Hank…voy a…

Hank aceleró la succión en la polla de Sammy, moviendo sus dedos más


rápido en su culo cuando lo sintió llegar a la cumbre, gritando
profundamente mientras llenaba la boca de Hank con su liberación.
Continuó chupando hasta que tragó la última gota que Sammy tenía para
dar.

Finalmente, sacó sus dedos de Sammy y le golpeó en el culo. —Inclínate


en el mostrador, precioso—. Tenía planes para Sammy, grandes planes,
planes que envolvían su polla en el culo de Sammy.

Sammy se giró y se inclinó en el borde del mostrador de la cocina, alzando


su culo en un gesto que hacía doler los dientes de Hank. Miró sobre su
hombro mientras esperaba a que Hank le reclamase, sus ojos azul celeste
expectantes, rogando que le poseyera.

Hank se puso de pie y se quitó los pantalones, sacando el condón de su


bolsillo antes de lanzarlos por encima de sus hombros. Aún cuando se
envolvía el condón en la longitud de su polla, sus ojos estaban centrados en
el culo de Sammy. Necesitaba entrar allí, y necesitaba entrar allí ahora,
pero necesitaba hacerlo bien.

Su cuerpo entero parecía estar dispuesto a esperar y miró a su alrededor


hasta que localizó una botella de aceite en la estantería. La cogió, abrió la
tapa y echó unas gotas por la hendidura del culo antes de dejar la botella.
5
Volviendo a Sammy, envolvió sus dedos en su polla y la presionó contra la
apretada entrada. Agarrando sus caderas, empujó dentro de él mientras que
atraía hacia sí las caderas hasta que recorrió todo el camino.

Cerró los ojos un momento, saboreando la sensación de Sammy


envolviéndole, y luego comenzó a empujarse dentro de él para salir de
nuevo. Podía sentir a Sammy retroceder contra él cuando aumentó la
velocidad de sus embestidas.

Sabía que iba a ser rápido. Necesitaba a Sammy demasiado. Abriendo los
ojos, comenzó un rápido ritmo de embestidas. Los gemidos de Sammy
comenzaron de nuevo y Hank supo que se estaba poniendo difícil de nuevo.

—Tócate, bebé. Quiero que te vengas conmigo.

Cuando Sammy alcanzó bajo él para comenzar a acariciar rápidamente su


polla, los movimientos del hombre se volvieron frenéticos. Hank embistió
hacia adelante, impulsando sus caderas con tanta fuerza en Sammy que se
alzó de puntillas.

—Vente para mí, bebé—, susurró en su oído cuando comenzó a llegar a su


clímax.

Soltó un fuerte rugido cuando la cabeza de su polla se ensanchó,


derramando su liberación. Hank sintió a Sammy unirse, sus músculos
pulsando a su alrededor hasta sentirlo como una mordaza en su polla. Hank
se adentró en Sammy una última vez, yendo tan profundo como pudo. El
agarre de los músculos en su pulsante polla aumentó el nivel de su orgasmo
y envió más estremecimientos a Hank, prolongando su propio clímax hasta
que sus piernas comenzaron a temblar.

Hank se acomodó sobre Sammy, descansando su cabeza contra la nuca. Sus


piernas temblaban. Rodeó con sus brazos a Sammy, gentilmente
acariciando su estómago húmedo. Sintió a Sammy acurrucarse contra él, y
sus suaves manos cubriendo las suyas.

Hank levantó la cabeza y miró hacia abajo a la soñadora cara ruborizada


contra el mostrador. — ¿Cama? 6
Una mano se elevó y señaló.

Hank rió mientras se apartaba de Sammy y el hombre se deslizaba al suelo.


Se deshizo del condón en el cubo de basura de la cocina, luego agarró su
ropa y cogió a Sammy en sus brazos, llevando a su nuevo amante en la
dirección que el hombre le había señalado.

Aunque no se había tomado su tiempo para mirar la casa de Sammy, la


confortable cama que dominaba el dormitorio captó su atención.

Era enorme, lo que era perfecto porque Hank no era un tipo pequeño.

Hank acostó a Sammy, tiró su ropa al suelo, y luego subió a la cama detrás
de él, acurrucándose hasta que su polla semidura quedó encajada entre las
mejillas del culo de Sammy.

—Tienes quince minutos y eres mío de nuevo.

La profunda risa de Sammy agitó a Hank y le hizo sonreír a la vez. —De


acuerdo.

—Puede que cinco.

Los ojos azul cielo de Sammy brillaban de felicidad cuando le miró sobre
su hombro. —Incluso mejor.

Hank con cuidado salió de la cama y recogió su ropa. Acababa de tener una
noche que dudaba olvidase jamás y quería sorprender a Sammy con un
desayuno en la cama. Bueno, café y pasteles de Kafari´s Koffee Korner, en
todo caso. Si él le preparaba el desayuno, era capaz de matarle. Hank no
podía cocinar una mierda.

Además, Sammy se merecía que le echasen a perder un poco. Había


mencionado a un ex amante que fue menos que generoso, una de las 7
muchas razones por las que era un ex, pero no había entrado en grandes
detalles.

Considerando que Hank había conocido al hombre cuando fue a apagar un


incendio y terminó teniendo que quitar las esposas que retenían a Sammy al
armazón de una cama de hierro, decir que su ex no era generoso era el
eufemismo1 del siglo.

No se llegó a probar que el ex de Sammy hubiese comenzado el incendio,


pero todo el mundo sabía que lo hizo. Hank estaba agradecido de que
hubiesen enviado lejos al tipo.

Sammy merecía más que ser mimado. Merecía ser feliz, y si Hank tenía
algo que decir al respecto, él sería quien hiciese feliz a Sammy. Adoraba al
hombre, y fue así desde que comenzaron a hacerse amigos. ¿Quién iba a
imaginarse que el pequeño y lindo enfermero por el que había estado
bebiendo los vientos cada vez que iba al hospital sería el hombre que
robaría su corazón?

Hank se terminó de vestir y luego se inclinó para dar un beso en el hombro


a Sammy antes de salir de la habitación, con los zapatos en la mano. En el
salón, se sentó en una silla frente al sillón para atarse los zapatos,
levantando la mirada mientras lo hacía. Una imagen sobre la estantería
junto a la silla captó su atención debido a la sonrisa en la cara de Sammy.
Estaba junto a otro hombre, uno con el pelo oscuro. A pesar de que no se
sostenían las manos ni nada parecido, había una familiaridad entre ellos
que hizo a Hank sentirse mal del estómago.

¿Quién era el extraño de la imagen?

La mirada de Hank se fue a la puerta de la entrada cuando escuchó moverse


la manija. ¿Trataba alguien de irrumpir en la casa de Sammy?

Hank silenció el gruñido construyéndose en su garganta y se dirigió a la


puerta. Se presionó contra la pared y esperó. La manija de la puerta sonó de

1
Un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable o menos ofensiva que sustituye a
8
otra palabra de mal gusto o tabú.
nuevo y después giró. Sólo los años de entrenamiento para permanecer
tranquilo en situaciones peligrosas le impidieron saltar a la vista hasta que
un hombre rubio pasó por la entrada.

Hank agarró al intruso y lo estrelló contra la pared frente a él, presionando


su cuerpo más grande contra el hombre y lo retuvo allí.

—Casa equivocada para irrumpir, imbécil.

—Mi-mi casa—, el hombre jadeó.

Hank se quedó inmóvil. —No te creo.

—Pregunta…pregunta a Samuel.

Hank agarró al hombre y le balanceó mientras hablaba, — ¿Quién infiernos


eres tú?—, preguntó aunque reconoció al hombre casi al instante de su
imagen en la estantería.

Los ojos del hombre se alejaron más allá en la casa. — ¿Dónde está
Samuel?

Las fosas nasales de Hank llamearon. —Sammy está durmiendo.

Los mismos ojos que habían estado llenos de temor hace un momento se
estrecharon con furia cuando regresaron a Hank. — ¿Durmiendo?—, El
hombre gruñó. — ¿Cómo infiernos sabes eso?

Hank arqueó una ceja. — ¿Cómo crees?—. Dudaba que su significado


pudiera ser omitido por un ciego.

— ¡Hijo de puta!—, el hombre gritó y lanzó un puño. Pasó junto al hombro


de Hank cuando se agachó.

Hank subió y agarró al hombre, balanceándole de nuevo hasta empujarle a


la pared una vez más. —Hazlo de nuevo y vamos a tener un problema
serio.

— ¡Suéltame!—, el hombre gruñó forcejeando con Hank.


9
—Voy a preguntarlo una vez más—, Hank dijo con voz severa, la misma
que usaba cuando trataba de poner a salvo a una víctima de un incendio
desorientado por el humo. — ¿Quién eres tú?

— ¡No tengo que decirte una mierda!—, el hombre contestó. —Sal como
un infierno de mi casa antes de que llame a la policía. Y si alguna vez
vuelves a acercarte a Samuel, juro que…

Hank agarró al hombre y le estrelló en la pared. —Responde a la maldita


pregunta antes de que te haga atravesar la pared.

— ¡Soy su familia!

Hank dejó caer sus manos y dio un paso atrás. Sus ojos se fueron a la
imagen enmarcada en la estantería, una agonía de combustión lenta
reemplazando la ira en su tripa. — ¿Es tu amante?

— ¿Su qué?

Hank miró al hombre. — ¿Eres el amante de Sammy?

El hombre parpadeó varias veces antes de asentir lentamente. —Sí, soy el


amante de Samuel.

—Estás mintiendo—. Tenía que hacerlo o las últimas pocas horas no


significaron nada.

El hombre sacó la cartera de su bolsillo trasero. La abrió y sacó una


fotografía, mostrándola. La garganta de Hank se obstruyó cuando cogió la
foto y la miró. Era una imagen parecida a la que había sobre la estantería
excepto que en esta, un Sammy más joven y el hombre frente a él estaban
abrazados y miraban a la cámara, sonriendo.

Dios, Sammy se veía tan feliz.

— ¿Hace cuánto que estáis juntos?

—Años—. La respuesta fue inmediata, cortante, como un cuchillo.

Hank sabía que Sammy había estado viéndose con alguien. Sabía que 10
Sammy tuvo una relación durante un tiempo, pero no sabía que llevaban
años juntos. Había tenido la impresión de que era el tipo que intentó
quemar su casa, y que no se estuvieron viendo tanto tiempo.

Al parecer estaba equivocado.

— ¿Y ese hombre con el que estaba Sammy hace unos meses?—, Hank
levantó la mirada justo a tiempo para ver al tipo hacer una mueca. —
¿Quién era?

—Fue un error—, el tipo dijo. —Sammy y yo tuvimos una pelea. Se


descontroló un poco. Él hace eso.

— ¿Se vuelve salvaje?—. Hank estaba comenzando a hacerse una imagen


de Sammy y su tiempo juntos que no le gustaba. — ¿Qué quieres decir
exactamente con eso?

El hombre cuadró los hombros como si tratase de encontrar coraje. —


Samuel se enfada y se va con otros chicos. Cuando se calma, regresa.
Samuel siempre regresa—. Los ojos azules del hombre, muy parecidos a
los ojos de Sammy y sin embargo no vagaron por Hank hacia arriba y hacia
abajo. —Eres del tipo con que le gusta enganchar, también. Eres sólo un
tipo en una larga lista de tipos con los que ha tonteado Sammy. Pero no
durará. Eso nunca ocurre con Samuel. No se puede comprometer con nada.

Los dientes de Hank comenzaron a rechinar al invadirle la cólera


nuevamente. — ¿Por qué infiernos estás con él entonces?

El hombre se encogió de hombros. —Le amo.

La honestidad total en los ojos del hombre rompió algo dentro de Hank. Le
habían engañado antes y le rompieron su corazón, y por alguien con quien
estaba mucho más involucrado. Ni de coña iba a quedarse alrededor y
permitir que le ocurriese de nuevo.

Sin otra palabra, se dio la vuelta y salió, sin recordar que tenía la foto del
tipo en su mano hasta que estaba en su camioneta. Fue a romperla, pero
entonces paró. Hank no tenía ni idea de lo que le hizo meter la maldita cosa 11
en la guantera, pero lo hizo, rogando poder olvidar lo feliz que se veía
Sammy en los brazos de otro.

Y cuánto esa felicidad rompió el corazón de Hank.

12
Capítulo 1

Sammy Heldmond observó como las puertas dobles que daban a la entrada
de ambulancias se abrieron de golpe y metieron apresuradamente una
camilla. Su garganta se obstruyó cuando vio que pasaron la camilla por
delante de él hasta un cubículo de cuidados críticos en la sección
restringida de la sala de urgencias. Un momento después, una segunda
ambulancia llegó y condujeron otra camilla.

Un tiroteo en Cade Creek.

Cosas como esa simplemente no ocurrían, no aquí. Oh seguro, había un


accidente ocasional de caza y tal pero muy raras veces disparaban a alguien
a propósito, y ahora tenían dos pacientes con herida de bala.

Sammy sabía que iban a necesitarle para intervenir cuando la familia y


amigos llegasen. Los doctores necesitaban tiempo para evaluar las heridas
y asegurarse de que los pacientes heridos sobrevivieran. Una vez que
supiesen que sus pacientes no iban a morir y tuviesen una mejor idea de a
lo que se enfrentaban, alguien saldría a hablar con la familia.

La mejor forma en que Sammy podía ayudar era calmar a la familia y


asegurarse de que los doctores tenían toda la información que necesitaban
para tratar a sus pacientes. Sabiendo esto, cogió dos portapapeles y adjuntó
los cuestionarios médicos que tenía que rellenar la familia.

Cuando la puerta de entrada a la sala de urgencias se abrió y varias


personas entraron precipitadamente, el corazón de Sammy se hundió. Una
cosa que él odiaba de trabajar en la sala de urgencias de un pequeño pueblo
era que conocía a todos los que entraban. Algunas veces era realmente 13
complicado separar sus sentimientos personales de sus obligaciones
profesionales.

—Sammy—, Jonny tomó aire y corrió al mostrador de ingreso.

—Han traído a Russ. Le han disparado.

Infiernos.

—Los doctores están atendiéndole, Jonny—, Sammy respondió.

Cogió el portapapeles. Probablemente no era el mejor momento para


mencionarlo pero necesitaba conseguir la información para los doctores. —
Necesito que rellenes esto.

Si era posible, la cara de Jonny se volvió incluso más sombría. —Yo


no…no sé nada de esto.

—Sólo rellena lo que puedas, Jonny. Conseguiré el resto del expediente


médico de Russ.

—Podría ayudar con algo—, Mitch dijo por detrás de Jonny. —He llamado
a los padres de Russ y deberían estar aquí pronto. Ellos pueden ayudar a
rellenar el resto.

—Debería saberlo, sabes—. La temblorosa mano de Jonny cogió el


portapapeles y fue a una de las sillas. —Estamos casados. Debería saber
esto.

Sammy parpadeó varias veces para deshacerse de las lágrimas que


amenazaban con brotar en sus ojos ante la mirada perdida en la cara de
Jonny. Conocía al hombre bien porque trabajaban en la misma profesión.
Jonny a menudo se acercaba para charlar cuando un paciente se quedaba
dormido. Era desgarrador ver su elegante boda cubierta de sangre.

— ¿Cómo está Hank?

La mirada de Sammy se dirigió a Benjamin Brody y a su marido Neason.


Todo en su interior, hasta lo más profundo de su alma, se paralizó. — 14
¿Hank?

Por favor. No permitas que sea mi Hank.

—Hank Vaught—, Brody dijo. —También le dispararon.

—Empujó a Russ para sacarle del camino—, Neason añadió, sus pestañas
revoloteando mientras parpadeaba para alejar las lágrimas. —Hank
probablemente haya salvado la vida de Russ.

Sammy tragó para pasar el bulto formado en su garganta antes de


responder. —Me temo que no puedo dar esa información. Voy a necesitar
permiso de quien sea su contacto de emergencia antes de poder decir nada.

La cara de Neason cayó, pero Brody asintió como si entendiese. —Creo


que el jefe de bomberos es el contacto de emergencia de Hank.

— ¿Jack?

Brody asintió.

—Voy a llamarle—, Sammy dijo alcanzando el teléfono, y marcó el


número del jefe de bomberos Jack Helmond. Parecía que Jack tardaba una
eternidad en responder al teléfono. Sammy sabía que el hombre solía estar
ocupado ya fuese en el trabajo o en casa con su compañero Chester, pero si
no respondía al teléfono pronto, Sammy iba a chillar.

—Hola, Sammy, ¿qué ocurre?—, el hombre preguntó cuando finalmente


contestó.

—Ha habido un tiroteo—, Sammy dijo rápidamente. —Han disparado a


Hank Vaught y Russ Bozeman. Creo que estás anotado como contacto de
emergencia de Hank. Necesito que vengas al hospital.

— ¿No se casaba Russ hoy?

—Sí—. Sammy echó un vistazo a la gente reunida en torno a Jonny, todos


vestidos con sus mejores ropas. —No sé exactamente lo que ha ocurrido,
pero creo que el tiroteo ha tenido lugar en la boda. Alguien dijo que 15
dispararon a Hank cuando intentó apartar a Russ del camino.

— ¡Infiernos! De acuerdo, voy para allá.

—Date prisa, Jack. No hay nadie aquí para tomar una decisión médica por
Hank.

—Estoy entrando en la camioneta. Encenderé las luces.

—Date prisa, Jack—. Sammy colgó y se tomó un momento para centrarse.


Su desesperación para ir a comprobar a Hank era aplastante. Necesitaba
mantener la calma. Respiró hondo unas cuantas veces más y luego se
dirigió hasta una de las enfermeras. —Necesito entrar. ¿Puedes vigilar el
mostrador?

Sally le miró, sonriente. —Seguro.

—El jefe de bomberos viene de camino—, Sammy dijo. —Déjale pasar


cuando llegue.

—De acuerdo.

Sammy dio la vuelta al mostrador de ingreso y fue hasta el pequeño grupo


reunido, a espera de noticias. —Jonny—. La angustia en la cara pálida del
hombre cuando levantó la vista por poco destrozó el corazón de Sammy.

—Voy a entrar y ver si el doctor puede decirme algo. Vuelvo enseguida.

—Gracias.

Asintió y se dio la vuelta, manteniendo sus pasos a un controlado ritmo


regular mientras se dirigía a las puertas dobles que daban al área médica.
Marcó el código para abrir la puerta y luego esperó. La actividad en el área
de atrás era ajetreada, como debería ser si hubiese dos víctimas de disparo
en la sala de emergencias.

Sammy atravesó las puertas y fue a la estación de enfermeros establecida


en el centro de los doce cuartos del área médica. Era evidente que un
paciente estaba en el cuarto doce y el otro en el cuarto diez. Ahí es donde 16
estaba localizada toda la actividad.

Se acercó, y estuvo escuchando y observando. Catalogó todos los


procedimientos médicos que ocurrían frente a él, pero su cerebro se negaba
a procesar exactamente cuáles eran. Todo lo que podía ver era la sangre
que impregnaba la camisa de Hank cuando se la cortaban. El monitor del
corazón decía que Hank estaba vivo, pero cómo iba más allá del alcance de
Sammy. Podía ver la herida que el doctor intentaba tratar, los bordes
dentados de piel donde una bala había destrozado la carne.

Hank no debería estar vivo.

Y aún lo estaba. Era testimonio de lo fuerte que el hombre era, algo que
Sammy siempre había sabido. El aire había dejado su mundo la primera vez
que puso sus ojos en Hank Vaught, y desde entonces se quedaba sin aliento
cuando estaba cerca de él.

Había tenido una cita, una noche de éxtasis en brazos de Hank y luego el
hombre había salido corriendo. Sammy apenas podía conseguir que Hank
le mirase hoy en día. Las palabras entre ellos eran forzadas y cortas, Hank
dejaba su lado tan rápido como podía sin ser grosero.

Sammy no era estúpido. Sabía lo que eso significaba, y por mucho que
dañase su corazón, tenía que respetar los deseos de Hank. Hank no le
quería. Era tan simple como eso.

Sammy sabía en su interior que había hecho algo para ahuyentar a Hank,
pero como el hombre se negaba a hablarle más que unas pocas frases, no
sabía lo que era. Además de haberle dado la patada, el no saber lo que hizo
tan mal era lo que más le confundía.

Si Hank se hubiese molestado lo suficiente en explicar lo que había hecho


mal, Sammy podría haberlo arreglado. Ya que no se lo explicó, Sammy
sólo podía conjeturar que lo que hizo fue tan ofensivo que Hank apenas
podía permanecer en la misma habitación que él, o a Hank simplemente no
le importaba. Ambas ideas le causaban dolor, y Sammy no sabía cómo
hacer mejorar las cosas. 17
Estaba muy seguro de que su radar estaba roto. Al parecer elegía
enamorarse de hombres que querían tratarle como una mierda.

Su primer amante fue tan abusivo, posesivo, y controlador que Sammy


apenas podía respirar sin pedir permiso primero. Aún se enfermaba del
estómago cada vez que pensaba en los seis meses que pasó con ese imbécil.
Dio al hombre su virginidad y su corazón. Le pagó por su devoción casi
muriendo cuando Tim se volvió loco, le esposó a su cama de hierro forjado,
y trató de quemar la casa con él dentro. Sólo por pura suerte los bomberos
llegaron a él antes de que muriese.

Irónicamente, así fue como conoció a Hank.

Enamorarse de Hank no fue una elección mucho mejor que Tim. El


hermoso bombero podría no haber intentado matarle, pero el dolor de
corazón era el mismo. Habían salido esa única noche, y entonces Hank le
mostró un mundo de éxtasis que nunca creyó posible.

Sammy se despertó solo, con Hank negándose a contestar sus llamadas.


Habían pasado semanas y aún no sabía por qué Hank le había dejado.
Siempre que intentó atrapar al hombre y hablar con él, Hank simplemente
se alejaba.

Pero por mucho que Sammy no quisiera admitirlo, por mucho que Hank le
hubiese hecho, Sammy aún tenía sentimientos por el hombre. Dolía ver al
grande y fuerte bombero tumbado en una camilla sangrando. Sin importar
cuánto desease que fuese de otra forma, Sammy sabía que estaría devastado
si algo le ocurriese a Hank.

Cuando el doctor gritó y cogió las palas, Sammy presionó las palmas de sus
manos contra la pared de cristal que separaba el pasillo del cubículo
individual de emergencia. Su mundo se detuvo cuando vio al doctor
presionar las palas del desfibrilador en el pecho de Hank.

— ¡Listo!

Lágrimas saltaron de los ojos de Sammy cuando el cuerpo de Hank se 18


sacudió por la fuerza de la descarga eléctrica en su sistema. Sabía que todo
el mundo estaba conteniendo su respiración al igual que él mientras sus
ojos iban al monitor, esperando, con esperanza, y rogando.

Blip…blip…blip…Sammy se hundió contra el cristal cuando el monitor


mostró los signos del corazón, las pequeñas líneas púrpura elevándose en
forma de arco en la pantalla. Rápidamente se secó las lágrimas de los ojos y
observó al doctor dar las palas a la enfermera y empezar a gritar órdenes.

Llevaban a Hank al quirófano.

Sammy se aseguró de estar fuera del camino cuando rápidamente sacaron


la camilla con Hank y la llevaron hacia los ascensores para subirle a
cirugía. Cuando el doctor salió, Sammy agarró su brazo.

—Doc, ¿puede darme alguna información de la condición de Hank?

—La bala atravesó su pecho—, el Dr. Berkley respondió. —El daño es


muy severo, especialmente en el punto de salida en su espalda. Creo que la
bala podría haber perforado su pulmón pero no lo sabré seguro hasta que le
abra.

—Sé que Hank tiene un tipo raro de sangre—. Lo había mirado. —


Organizaré una donación de sangre.

El Dr. Berkley sonrió. —Eso estaría bien, Sammy. Sé que tenemos en


reserva debido a la ocupación de Hank, pero un poco más no haría daño.

Sammy esperó a que las puertas del ascensor se cerraran para ir al otro
cubículo ocupado. El otro doctor de guardia trabajaba en Russ, pero la
sensación de urgencia que rodeaba en el aire en torno a Hank no estaba.

Sabiendo que Jonny probablemente se estaría volviendo loco, Sammy entró


en el cubículo. —Doctor, el marido de Russ está afuera en la sala de espera.
¿Hay alguna información que pueda darle sobre la condición de Russ?

El doctor de cabello moreno ni siquiera levantó la mirada, lo que podía ser


bueno o malo, dependiendo de lo malas que fuesen las heridas de Russ. Era
nuevo en el personal del hospital por lo que Sammy no sabía cómo 19
reaccionaría el hombre ante la pregunta de Sammy.

—Necesito que su familiar más cercano firme un consentimiento que me


permita operar. El Sr. Bozeman tiene una fractura de clavícula que necesita
ser tratada al igual que la herida de bala—. El hombre le miró. — ¿Crees
que puedes manejar eso, enfermero?

Sammy estrechó los ojos. —Sí, señor.

—Entonces ponte a ello—. El hombre se sacó los guantes del hospital de


sus manos y los tiró dentro de una bolsa de disposición cercana. —Quiero
tenerle fuera de cirugía a las dos. Tengo que estar en el campo de golf a las
tres.

Sammy a duras penas mantuvo los labios cerrados. Quería decir al doctor
que estaba seguro que Russ lamentaba haber sido disparado e interferir en
su juego de golf. Pero comenzar un drama en la sala de emergencias no era
bueno para nadie. Y esta no sería la primera vez que el doctor salía con el
pensamiento de que era mejor que todos los demás. Sammy dudaba que
fuese la última tampoco.

Una de las otras enfermeras le dio una mirada a Sammy que le hizo sonreír.

Linda no era buena aceptando a imbéciles. Sammy llevaba trabajando con


la mujer mayor unos años y si había algo de lo que estaba seguro es que
haría pagar al doctor por su actitud de superioridad. Los doctores en Cade
Creek General conocían el valor de su personal de enfermería.

Sammy asintió a Linda y luego se dio la vuelta para regresar a la sala de


espera. Cogió un permiso para cirugía y un bolígrafo y se lo llevó a jonny.
Los dos hombres estaban casados. El papeleo administrativo podría no
estar firmado todavía, pero por lo que a él concernía, Jonny era el familiar
más cercano a Russ.

Cuando alcanzó a Jonny, Sammy se agachó en frente del hombre lloroso.


—Hey, Jonny. Acabo de hablar con el doctor. Russ va a ponerse bien.
Necesitan llevarle a cirugía porque la bala ha fracturado su clavícula, pero 20
tiene a uno de los mejores doctores trabajando en él—. Una pequeña
mentira piadosa no estaba fuera de lugar en este escenario. —Una vez que
lo hayan solucionado, debería estar como nuevo. Necesitará unas semanas
para recuperarse, pero tendrás de nuevo a Russ conduciendo su tractor en
nada de tiempo.

El aliento de Jonny tartamudeó al coger aire. — ¿Va a ponerse bien?

Sammy sonrió. —Sí—. Dios, Sammy oraba porque Russ fuese a estar bien.
El doctor imbécil no parecía estar terriblemente preocupado. —Como te he
dicho, la mayor parte del daño está en su clavícula—. Sammy puso el
sujetapapeles delante de él. —Necesito que firmes esto, dándonos permiso
para que el doctor opere a Russ.

—Yo…yo…—, Jonny se quedó mirando al papel blanco como si estuviese


escrito en un idioma extraño. —No sé si se supone que debería hacerlo yo.
No habíamos llegado siquiera a salir de la iglesia cuando le dispararon. Y
si…

—Jonny—. Sammy sujetó la mano temblorosa de Jonny. — ¿Eres el


marido de Russ?

Jonny frunció el ceño. —Creo que sí.

Sammy rió intentando aligerar la tensión. — ¿Lo crees?

—Dijimos `Sí quiero y cambiamos anillos pero…

—Están casados—, Brody dijo acercándose. —Lo juraré sobre la biblia.

—Suficiente para mí—. Sammy le ofreció el bolígrafo a Jonny. —Firma


con tu nombre de casado.

—Mi…—. Los ojos de Jonny se redondearon como si acabase de dar


cuenta de algo. —Jesús, soy Jonny Bozeman ahora.

—Entonces firma así.

Una vez que Jonny firmó la hoja de consentimiento, Sammy le dio una
palmadita en su mano y se levantó. Echó un vistazo alrededor de la sala de 21
espera, que estaba llena con más personas que cuando estuvo allí de pie.
Cade Creek siempre se unía cuando uno de los suyos lo necesitaba.

Y uno de los suyos los necesitaba ahora mismo.

— ¿Puede prestar todo el mundo atención, por favor?—, Sammy gritó en


voz alta. Sabía que probablemente no debería compartir, pero aquéllos
reunidos eran amigos y familia. En el libro de Sammy, eso significaba que
necesitaban saberlo. —Van a llevar a Russ a cirugía, pero el doctor es muy
optimista. A parte de la herida de bala en su espalda, tiene fractura de
clavícula. El doctor cree que estará bien después de que lo atiendan.

Varios suspiros sinceros de alivio se oyeron por la habitación.

—No se puede decir lo mismo de Hank Vaught. La bala ha causado un


daño significativo y le han llevado rápidamente a cirugía mientras que
hablamos. Hank tiene un tipo muy raro de sangre y me han pedido que
organice una donación de sangre. Hank ha perdido mucha sangre y el
doctor quiere asegurarse de que hay suficiente en la cirugía.

Sammy respiró cuando varias personas dieron un paso hacia adelante. Dios,
amaba vivir en este pueblo. —Una enfermera saldrá en un momento para
comenzar a extraer sangre a quien quiera donar—. Sammy tragó el bulto
formado en su garganta ante la disposición de ayudar de aquéllos que
estaban en la sala de espera. —Y gracias.

Sammy mantuvo sus lágrimas en la bahía hasta que tuvo el impreso de


consentimiento e informó al personal de cirugía que todo estaba en orden, y
pidió a una enfermera que comenzase a extraer sangre, entonces se dirigió a
la sala de descanso de enfermeros y buscó una esquina. Deslizándose en el
suelo, Sammy envolvió sus brazos en sus piernas y enterró la cara en las
rodillas, dejando que las lágrimas descendiesen por su cara.

Preocuparse por alguien que no sentía el mismo afecto no significaba que


Sammy dejaría de preocuparse por Hank. Sólo significaba que el dolor de
corazón que sentía cuando Hank fue herido se viera agravado por el hecho
de que no tenía derecho a estar a su lado mientras el hombre luchaba por su 22
vida. No era quien tenía que firmar el impreso de consentimiento. No podía
tomar decisiones médicas por Hank.

Infiernos, ni siquiera podría visitarle.

Sammy era enfermero en la sala de urgencias, no enfermo de planta. No


tenía motivo alguno para estar en la planta de Hank una vez que el hombre
se recuperase. Tenía que sentarse y ver como otros cuidaban al hombre.

Y eso dolía casi tanto como el rechazo de Hank.

23
Capítulo 2

—A-agua—. Hank rogaría si fuese necesario. Su garganta estaba tan seca,


que apenas podía respirar. Algo frío y húmedo pasó entre sus labios. Hank
gemía mientras chupaba los trocitos de hielo hasta que se derretían y
descendían por su garganta. —Más—, susurró en voz ronca cuando se
terminaron.

—Sólo un poco—, una voz tranquila dijo sobre él.

Después de tragar el siguiente puñado de trocitos de hielo, Hank abrió los


párpados. El cuarto era sombreado, no oscuro pero tampoco brillante. Hank
se tomó un momento para tratar de orientarse. Necesitaba averiguar dónde
estaba porque esto no se parecía a casa.

Él no tenía paredes verde menta.

—Hank—. Hank movió los ojos cuando una cara apareció en frente de él.
No estaba preparado para mover su cabeza aún.

—Jefe.

— ¿Sabes dónde estás, Hank—, Jack preguntó, la preocupación


manchando su cara y estrechando su frente.

— ¿No en casa?

—No—. Jack rió. —Estás en el hospital, Hank.

Hank pensó en esa información un momento. Permaneció quieto mientras


que rápidamente catalogaba todo lo que le dolía. Aparte de tener dolor de
cabeza, le dolía el pecho. Los dedos de los pies se movían bien. Las piernas
se levantaban y doblaban. Los dedos se movían y con facilidad los apretó 24
en un puño. Movió un brazo. El otro parecía estar conectado a algo.

Hank siguió la línea clara insertada en su mano hasta la bolsa de líquido


claro que colgaba sobre un poste plateado. Tenía sentido que estuviese
recibiendo fluidos de algún tipo si estaba en el hospital. Probablemente le
habían puesto medicinas fuertes si no estaba gritando de dolor.

— ¿Incendio?

—Te dispararon, Hank.

Hank abrió ampliamente los ojos. — ¿Disparado?—. ¿Cómo infiernos le


habían disparado?

— ¿Recuerdas algo?

—No.

—Estabas en la boda de Russ y Jonny. Jeff Murkily se volvió loco. Intentó


disparar a Russ para poder hacer sentir a Jonny tan mal como él cuando
encerraron a Brad. Al parecer viste lo que estaba ocurriendo y empujaste a
Russ para sacarle del camino antes de que Jeff pudiese dispararle en la
cabeza—. Jack hizo una mueca. —Desafortunadamente, no te escapaste
indemne.

— ¿Russ?—, Dios, estaría devastado si asesinaron a Russ, especialmente


en la boda del hombre. No creía que Jonny pudiese superar la pérdida de
Russ. El hombre vivía y respiraba por Russ Bozeman.

—La bala fracturó su clavícula. El doctor tuvo que intervenir para fijarla
pero está bien—. Jack inspiró y sus ojos recorrieron el cuerpo de Hank. —
Tú, no tanto.

— ¿Cómo es de malo?

—Fue malo, Hank. La bala causó mucho daño. Entró por tu lado izquierdo
y perforó tu pulmón antes de salir por tu pecho y golpear a Russ—. Los
labios del jefe temblaron al encontrarse con la mirada de Hank de nuevo.
—Tu culo gordo es probablemente lo único que salvó al hombre. Si la bala 25
no te hubiese atravesado primero habría matado a Russ.

—Me alegra haber podido ayudar—. Realmente lo decía en serio pero


sabía que las palabras eran erróneas cuando Jack le frunció el ceño. Los
medicamentos para el dolor comenzaban a disminuir su efecto y empezaba
a doler otra vez. — ¿Qué es lo que no me has dicho?

—El doctor consiguió reparar tu pulmón y el daño que hizo la bala pero vas
a tener que estar en cama unas semanas.

—Mierda.

—Ahora mismo estás en la Unidad de Cuidados Intensivos. Estás aquí


desde que saliste de cirugía hace dos días. Vas a permanecer aquí hasta que
termine la semana por seguridad y luego probablemente te moverán a un
cuarto privado. Una vez que el doctor te permita dejar el hospital, tienes
unas semanas de recuperación por delante antes de que puedas regresar al
trabajo.

Eso iba a apestar. Hank nunca lo hizo bien cuando le dejaban a su aire. Se
aburría fácilmente, y ahí era cuando normalmente terminaba haciendo algo
estúpido, como saltar en frente de una bala o saltar de un acantilado o algo
igual de peligroso.

—Una vez que salgas del hospital, tenemos una lista llena de gente que ha
firmado para venir a ayudarte a casa.

— ¿No podéis dejarme morir en paz?—, ¿Por favor? Odiaba molestar a la


gente.

—No—. Jack sonrió. —Eres un héroe local, Hank. Si la gente no hubiese


firmado para sentarse contigo, habrían firmado para cocinar y llenar tu
frigorífico.

—Infiernos—. Ahí se iba cualquier idea que pudiese haber tenido de estar
un tiempo solo. Supongo que saltar de la montaña más cercana estaba
fuera.
26
—Quería advertirte que los equipos de televisión de la ciudad han invadido
cade Creek. El Sheriff Riley asignó un oficial para sentarse fuera de tu
cuarto para evitar que te molestasen, pero están acampados fuera de tu
casa.

Doble maldición. — ¿Para qué infiernos?

—Como te dije, eres un héroe, Hank. Te dispararon cuando evitaste que un


hombre fuese asesinado el día de su boda.

— ¿Y?

—Y es algo grande.

—No, no lo es—, Hank discutió. —Cualquiera habría hecho lo mismo—.


El peor panorama sobre esa atención empezó a tejerse en la cabeza de
Hank, haciendo que le doliese incluso más que cuando abrió los ojos.
Había algunas personas que preferiría no supiesen a dónde se había
mudado.

— ¿Puedes hacer que se vayan, Jack?

—El Sheriff Riley está tratando de librarse de la prensa y toda esa mierda.

Hank gruñó.

—No van a estar aquí para siempre, Hank. Una vez que el alboroto se
calme, se irán a otra historia más jugosa.

O no. Hank inspiró despacio porque rápido dolía. —Hay algunas cosas que
probablemente deberías saber—. Por mucho que Hank quería mantener su
pasado para sí mismo, su jefe Jack tenía derecho a conocerlo. Y seguro que
saldría si la prensa seguía indagando. —Hubo un pequeño escándalo en
casa. Fue una de las razones por las que me mudé a un pueblo tan pequeño
como Cade Creek.

Apareció un profundo ceño en la cara de Jack. —No había nada en tu ficha


personal.
27
—No era nada ilegal. Sólo embarazoso.

La ceja oscura de Jack se elevó. — ¿Tan embarazoso que sólo has sentido
la necesidad de contármelo después de trabajar juntos casi dos años?

—No era algo que quería divulgar—. Aún no quería, pero estaba
malditamente seguro de que la mierda iba a golpear en cualquier momento
y quería que su jefe estuviese preparado cuando ocurriese.

—De acuerdo.

Hank inspiró lenta y entrecortadamente de nuevo. —Aproximadamente un


año después de que me uniera al departamento de bomberos en casa, me
involucré románticamente con un hombre llamado Doug. Llevábamos unos
tres meses durmiendo juntos cuando me enteré que Doug no sólo estaba
casado, sino que estaba casado con el jefe del departamento de bomberos.
Concedido, estaban separados cuando comenzamos a salir, pero en algún
momento, se reconciliaron. Doug nunca me lo dijo.

—Jesús—. Jack se restregó la mano por su cara. — ¿Y no lo sabías?

Hank quería decir que no pero…—Mirando hacia atrás, las señales estaban
allí. Las llamadas de teléfono privadas que no quería que escuchase a las
altas horas de la noche, las veces que no podía encontrarlo, las citas
canceladas, el secretismo de todo. Debería haberlo sabido pero estaba tan
ciego por lo que sentía que no lo vi hasta que fui a una recaudación de
fondos para el departamento de bomberos y Doug y su marido aparecieron
juntos.

Las cejas de Jack se dispararon hacia arriba. — ¿No pensó que os podíais
encontrar en algún momento?

—Creo que para entonces no le importaba—. Y eso aún duele después de


todo este tiempo. —Cuando me enfrenté a Doug por lo que estaba
ocurriendo, me dijo que yo fui una simple aventura mientras él y su marido
estaban separados. Ahora que volvían a estar juntos, ya no me necesitaba.
28
—Mierda.

—Empecé a buscar un nuevo trabajo al día siguiente.

Jack estuvo callado durante un momento mientras que digería todo lo que
Hank le dijo. Finalmente, dijo, —Comprendo que podría haber sido
doloroso y todo eso, pero no comprendo dónde está el escándalo. Tuviste
una aventura con un hombre casado. ¿A quién jodidos le importa?

—Estaba casado con el hijo del gobernador—. Hank no estaba seguro de


haber visto los ojos de alguien girar así. Parecía que estaban a punto de
salirse de su cara. — ¿Jack?

— ¿Dormiste con el yerno del gobernador?

Hank asintió con la cabeza lentamente. —La prensa va a estar sobre esto en
cuanto alguien haga la conexión.

—Probablemente—, Jack asintió. El hombre no se veía para nada feliz. —


Pero lo manejaremos.

—No lo entiendes, Jack. Alguien tenía fotos de mí y de Doug juntos. Aún


no sé como las consiguieron a no ser que alguien siguiese al marido del
hijo del gobernador, pero ese no es el punto. Filtraron esas fotos a la
prensa.

—Oh, infiernos.

Hank hizo una mueca por la sorpresa en la cara de Jack. —El escándalo fue
aplastado por el gobernador, pero no antes de que mi cara apareciese en
todas las noticias locales. Si un reportero aquí recuerda mi cara y pone mi
nombre junto a ese escándalo, toda la mierda va a regresar de nuevo, sólo
que esta vez, probablemente sea de índole nacional.

—Y los rumores comenzarán sobre el tiroteo en una boda de dos hombres


gay.

Jack asintió. —Veo por qué te tiene esto tan preocupado.


29
—Quizás debería irme—. No quería irse. Había construido una vida aquí.
Amaba Cade Creek, y esa era una de las razones por la que lo consideraba.
No quería que Cade Creek sufriese por su metedura de pata. Si los medios
se enteraban de que podía haber un escándalo aquí, invadirían como una
plaga de langostas. Nadie estaría a salvo.

—Tengo que decirte, Hank, que creo que lo estás tratando erróneamente.

— ¿Huh?—, Hank miró a Jack confundido.

—Tuviste una aventura con un hombre casado. Y qué. Era el marido del
hijo del gobernador. De nuevo, ¿Y qué? Sólo es noticia porque permites
que sea noticia. Deja de estar avergonzado por lo que ocurrió, asume tus
errores, y sigue adelante.

Hank se quedó con la boca abierta. — ¿Qué? ¿Quieres que haga una
entrevista y que confiese abiertamente lo estúpido que fui?

—No diría una entrevista, pero no esconderlo tampoco—. Jack comenzó a


caminar, paseando por los pequeños confines del cuarto de la UCI. —Sigue
tu vida con normalidad. Si alguien pregunta sobre ello, enfréntalos. Sí,
tuviste una aventura. ¿Y qué?

—Me etiquetarán como un rompe hogares.

—Si recuerdo bien el último cotilleo político—, Jack dijo, —el hijo del
gobernador sigue aún casado. No rompiste nada. Y dijiste que estaban
separados en ese momento.

— ¿Crees que a la prensa le va a importar eso?

—No, probablemente no, pero, Hank, este hombre tomó algo tuyo una vez.
Huyendo, estás permitiendo que te lo arrebate de nuevo. ¿Es eso lo que
quieres?

—No, pero…—. Hank selló sus labios cuando la puerta se abrió y entró
una enfermera.

—Sr. Vaught—. La mujer sonrió. —Soy la enfermera Darla. Es bueno 30


verle con los ojos abiertos. ¿Cómo se siente?

—Como si me hubiesen disparado—. Hank quería reír pero estaba fuera de


sus posibilidades en este momento.

— ¿Cómo está tu nivel de dolor?—, la enfermera preguntó mientras le


tomaba el pulso.

—Empeorando—. Hank estaba cerca de apretar los dientes.

—De acuerdo—. Darla alcanzó por encima y apretó unos cuantos botones
en el monitor junto al poste de la intravenosa. —Deberías sentirte mejor en
unos momentos—, Sonrió a Hank de nuevo. Dios, ¿Por qué estaban tan
felices las enfermeras? —El doctor vendrá a hablar contigo dentro de poco.
Hasta entonces, tu amigo va a tener que irse. Necesitas descansar.

Jack palmeó su mano. —Hablaremos después, Hank.

Hank asintió, sin molestarse en contestar. El medicamento para el dolor


estaba golpeándole más rápido de lo que pensaba y ya estaba comenzando
a sentirse mejor. Sólo quería cerrar los ojos y dormir un poco más, puede
que olvidar que su vida estaba a punto de arder en llamas, y ni siquiera él
podía apagar el incendio.

—Hola, Sr. Vaught—, alguien dijo mientras una luz brillante iluminaba los
ojos de Hank. Se sacudió hacia atrás, levantando su mano para protegerse
de quien fuese. — ¿Cómo se siente hoy?

—Me siento como la mierda—, Hank respondió. — ¿Cómo se siente


usted?

El hombre rió. Debía estar relacionado con las enfermeras. —Soy el Dr.
Berkley. Te cosí después de que intentaste parar la bala con tu pulmón.
31
—Gracias—. ¿Qué más podía decir al hombre que probablemente salvó su
vida? —Si tu casa se incendia, llámame.

Las oscuras cejas del hombre se elevaron. —Creo que escuché a alguien
mencionar que eras bombero. ¿Asumo que tenían razón?

—Sí—. Hank de repente tuvo un pensamiento que le heló hasta los huesos.
—Mi pulmón perforado no va a impedirme ser bombero, ¿verdad?—.
Como que necesitaba sus pulmones para respirar oxígeno y apagar
incendios.

—No creo, pero sólo el tiempo lo dirá. La parte dañada era pequeña y pude
coserla. Debería sanar relativamente bien. De lo que necesitamos ser
cuidadosos es de que no haya infección y de no hacer un esfuerzo excesivo
hasta que hayas sanado completamente.

Los ojos de Hank se estrecharon. —Defina esfuerzo excesivo—. Quería


datos concretos.

—Nada de escalada o saltar puentes.

De acuerdo, podía hacer eso.

—Durante las próximas dos semanas, ningún esfuerzo de ningún tipo. Me


gustaría que tu ritmo cardíaco permanezca relativamente normal durante un
tiempo. Nada que haga a tus pulmones trabajar horas extras, al menos no en
los próximos días. Necesitan tiempo para sanar.

— ¿Me está permitido respirar?

—Sólo treinta minutos al día—, el doctor dijo con una expresión tan seria
que Hank casi le creyó. Cuando los labios del doctor temblaron, Hank rió,
sintiéndose como un bobo. Era bueno saber que el hombre tenía sentido del
humor.

—De acuerdo, doctor, lo tengo. No excederme por un tiempo.

—Sólo trata de tomártelo con calma el próximo par de semanas. Pasaré a


verte todas las semanas hasta que te dé el alta y después te quiero de nuevo 32
en mi oficina en dos semanas. Hasta entonces, no saltes de aviones sin un
paracaídas.

—Sí, no lo haría con un paracaídas así que…

El doctor dio una palmadita en el hombro a Hank. —Voy a arreglar que te


muevan a una habitación regular y te veo mañana por la mañana.

—Que no sea muy temprano—. Hank bostezó. —Necesito mi sueño


reparador.

33
Capítulo 3

Sammy tragó el bulto de temor formado en su garganta mientras se


aproximaba a la estación de enfermeras en la tercera planta. Hank llevaba
en el hospital varios días y Sammy se estaba volviendo loco. Necesitaba al
menos poner los ojos sobre el hombre y ver por sí mismo que Hank estaba
vivo.

Sonrió a la enfermera, reconociéndola de las reuniones de personal. —Ey,


Darla, ¿puedes decirme cómo lo está llevando Hank Vaught? Es bombero
en el equipo de mi primo.

Sammy sabía que probablemente podría haberlo averiguado él mismo pero


no le parecía bien mirar el expediente médico de Hank sin su permiso. Pero
eso no significaba que no pudiese preguntar a una de las enfermeras de
planta.

—Ey, Sammy—. La enfermera sonrió mientras cogía una tabla y lo


revisaba. —El Sr. Vaught está respondiendo bien a su tratamiento. El
doctor le cosió y no ha habido ninguna infección. Probablemente irá a un
centro de rehabilitación en unos días.

Las cejas de Sammy se dispararon hacia arriba. — ¿Un centro de


rehabilitación?

—Según tengo entendido su compañero de piso se acaba de casar por lo


que Hank vive solo. El doctor no le quiere solo por un tiempo. Necesita
descansar. Ya que no hay nadie que cuide de él, el doctor se negó a darle el
alta a menos que accediese a ir a un centro de rehabilitación.

—Yo le cuidaré—. Las palabras salieron de la boca de Sammy antes de que


pudiese pararlas. Estaba tan sorprendido como la enfermera. 34
— ¿Quieres cuidar del Sr. Vaught?—. Los labios de la enfermera
mostraban diversión. —No sabía que fueseis tan cercanos, Sammy.

No lo eran a pesar de lo mucho que Sammy deseaba que fuese diferente. —


Sólo somos amigos, Darla, pero sé cuánto odiaría Hank estar tumbado en
un centro de rehabilitación. No lleva bien que otros le digan lo que hacer.
Sanará más rápido en casa en su propia cama.

— ¿Contigo diciéndole lo que hacer?

Sammy sonrió. Aunque no fuese divertido sabía que podía ser un poco
obstinado cuando se trataba de hacer de enfermero. —Puedo ser más
obstinado que él.

Darla rió. —No es a mí a quien tienes que convencer, Sammy.

Los ojos de Darla se desviaron a las otras dos enfermeras de servicio antes
de mirar a Sammy de nuevo. Hablaban en voz baja, los dos sabiendo que
no estaban permitidas las horas de visita. Sammy tendría que entrar a
hurtadillas. —Está en el cuarto tres veinticuatro.

—Gracias, Darla—. Sammy esperó a que las otras dos enfermeras mirasen
a otra parte y estuvieran ocupadas antes de apresurarse a bajar el pasillo
hasta el cuarto de Hank. Nunca había estado tan agradecido de que no
crujiesen sus zapatos de enfermero como cuando abrió la puerta y vio que
el hombre estaba profundamente dormido.

Sammy entró en el cuarto y cerró la puerta. Hace mucho que se había


vuelto inmune al usual olor químico estéril en un hospital. El fuerte aroma
a almizcle que le golpeó cuando se giró, era sorprendente, no sólo por
cuánto hizo que su estómago se apretase de necesidad sino por lo fuerte que
el aroma era. Sammy ciertamente no había esperado eso.

Inspiró superficialmente, tratando no tomar demasiado aire. Necesitaba


tener la mente clara ahora mismo. Aunque ya no luchaba por cada aliento,
Hank aún estaba tumbado en una cama de hospital, herido. Recuperándose.

Hizo que el corazón de Sammy doliese al ver al fuerte hombre tumbado en 35


una cama de hospital como estaba. Hank era una fuerza a tener en cuenta.
Los primeros recuerdos que Sammy tenía del hombre eran de verle por el
hospital, pero nunca tuvo la oportunidad de hablar realmente con él hasta
que Hank y Raff le rescataron de su casa ardiendo. Conocer al hombre
mientras estaba desnudo y esposado a su cama, su ex tratando de matarle,
no había sido la primera elección de Sammy.

Pero al menos se conocieron. Eso fue un comienzo. Por un tiempo, Sammy


consideró que su encuentro podría ser el principio de algo maravilloso. La
actitud de Hank después de pasar una noche juntos le mostró que estaba
equivocado, sin importar cuánto desease que fuese de otra forma.

Sammy caminó hasta el borde de la cama y observó a Hank. Su corazón


latía un poco más rápido, su boca seca. Saber que Hank ya no estaba
conectado a una máquina para respirar o en la Unidad de Cuidados
Intensivos era lo único que le mantenía cuerdo.

Aunque su cara estaba pálida, Hank parecía respirar bien. Sammy podía ver
la subida y bajada regular de su pecho. Podía ver el borde de la venda que
cubría el pecho de Hank en el escote de su bata de hospital. Líquidos claros
recorrían una línea por un tubo en lo alto de la mano de Hank hasta una
bolsa que colgaba sobre el poste de la intravenosa.

Estaba sanando.

Lentamente.

Sammy desesperadamente quería alcanzar y tocar al hombre, acariciar con


sus dedos la cálida piel de Hank, para asegurarse de que el hombre estaba
vivo.

Infiernos, quería tocar a Hank, y eso era exactamente lo que no podía


hacer. Hank no quería que le tocase. El hombre lo había dejado más que
claro. Como médico, Sammy podría tratar a Hank hasta que el mundo se
cayera a pedazos. En un nivel personal, estar de pie por encima del hombre
mientras dormía era probablemente lo más cercano que estaría para tocar a
Hank de nuevo. 36
Sammy se quedó mirando al hombre que dormía hasta que sus manos
comenzaron a hormiguear por tenerlas apretadas con tanta fuerza. Se forzó
a apartarse de Hank e ir a la puerta. Cada paso era insoportable. Sammy
sentía que una parte de él aún estaba en esa cama.

— ¿Sammy?

Sammy se quedó helado con la mano en la puerta.

—Hola.

Sammy fingió una sonrisa en su cara que no sentía, y entonces se giró. —


Hola—, dijo al regresar hacia la cama, parando fuera de su alcance. —
Quise pasarme y ver como lo llevabas.

—He estado mejor—. Había un destello de confusión en los ojos marrones


de Hank como si no pudiese comprender por qué Sammy estaba allí.
Probablemente no podía. —Con ganas de salir de aquí.

—Sí—. Sammy rió de verdad, sabiendo exactamente cómo se sentía Hank.


—La mayoría de la gente no soporta estar en un hospital. La comida es
horrible y el café es incluso peor.

El té no estaba mal, pero sólo si lo traía de casa y usaba el agua caliente de


la cafetería del hospital. El té instantáneo no era realmente té, pero era
mejor que el café.

— ¿Qué haces aquí?

La sonrisa de Sammy flaqueó. —Como te dije, quería asegurarme que


estabas bien. Eso es todo—. Sammy fingió mirar su reloj y regresó a la
puerta. —Tengo que irme o llegaré tarde a trabajar. Me pasaré a verte
después.

O no.

—Me alegra que estés bien, Hank—. Sammy se giró, y salió de la


habitación, prácticamente corriendo para escaparse cuando escuchó a Hank
gritar su nombre cuando la puerta se cerró tras él. Sammy no paró. Siguió 37
hasta alcanzar las escaleras y bajó apresurado a la primera planta.

Para el momento que alcanzó la sala de enfermeras y se preparó para su


turno, su corazón latía con normalidad de nuevo. Se tomó un momento y
apoyó la cabeza en su armario. Tenía que estar loco para considerar la idea
de cuidar a Hank hasta que el hombre estuviese de nuevo sobre sus pies. A
penas podía estar en la misma habitación con el hombre más de unos
minutos. No sobreviviría a estar bajo el mismo techo con él. Sólo que no
sabía cómo salir de ello ahora que había dicho algo. Quizás Darla olvidaba
que había dicho nada.

Podía tener la esperanza.

Sammy levantó la cabeza y se apartó del armario cuando escuchó abrirse la


puerta del cuarto. Agarró su estetoscopio y salió del vestuario. —Ey,
Sally—, dijo cuando vio a la enfermera sentarse en la pequeña mesa. —
¿Cómo está yendo el día?

—Tranquilo.

Tranquilo estaba bien.

—Genial—. Sammy colocó su estetoscopio en el cuello y salió afuera. Se


detuvo un momento junto a la puerta de la sala para fichar y luego se
dirigió a la parte delantera de la sala de espera y se puso a trabajar. En unos
minutos, las demandas de ser un enfermero en la sala de emergencias
empujó los pensamientos de lo que iba a hacer respecto a Hank al fondo de
su mente.

Para cuando regresó a la sala de espera, habían transcurrido varias horas y


no había pensado ni una vez en Hank, no hasta que Darla entró con un
portapapeles en su mano.

—Justo el hombre hermoso que estaba buscando—. Sammy sonrió


débilmente. — ¿Qué puedo hacer por ti, Darla?

—Tengo los papeles del alta del Sr. Vaught aquí—. Levantó el
portapapeles. —Necesito información tuya si aún planeas llevarle a casa 38
contigo.

Sammy deseaba decirle que había cometido un error. Sin embargo, se


encontró cogiendo el portapapeles. Lo dejó sobre la mesa y comenzó a
leerlo. Él estaba más en la zona de ingresos, no en la de altas. No sabía bien
lo que era necesario.

— ¿Qué necesitas de mí?—, preguntó alzando la vista.

—Si el Sr. Vaught no va al centro de rehabilitación, el doctor va a querer


saber a donde va. El Sr.Vaught no puede ser dado de alta hasta que el
doctor tenga toda la información.

—Darla, no he tenido tiempo para hablar con Hank de esto.

—Cariño, ese hombre es un sueño. Si pudiese llevarle a casa conmigo, lo


haría, pero no puedo. Mi novio tendría un ataque. Eso te deja a ti si no
queremos que el guapo bombero vaya a un desconocido centro de
rehabilitación de la ciudad.

Sammy levantó las cejas. — ¿Este sitio está en la ciudad?

—Bien, por supuesto—, Darla respondió mientras le ofrecía un bolígrafo.


—Cade Creek no tiene un centro de rehabilitación.

Infiernos.

Sammy cogió el bolígrafo y comenzó a rellenar los papeles del alta de


Hank. Sabía que el hombre vivía en un apartamento en la segunda planta.
En la condición de Hank, no le convenía subir y bajar escaleras. Tendrían
que ir a casa de Sammy hasta que el doctor dijese otra cosa.

Él vivía en un bungaló de 1920 de un solo piso. Sammy puso su dirección e


información de contacto y luego regresó el portapapeles a la enfermera. —
¿Necesitas algo más de mi?

—El doctor va a querer hablar contigo sobre la medicación del Sr. Vaught,
y su rehabilitación—. Darla dio un golpecito con la cima del bolígrafo en el
portapapeles. Su sonrisa era un poco extraña, como si estuviese encantada 39
por dar esa información a Sammy.

Y eso era extraño.

—Puedo hacer un hueco después de mi turno.

—Perfecto—. La sonrisa de Darla se ensanchó. —Avisaré al doctor que


estarás disponible entonces.

—Gracias—, Sammy respondió y vio girar a la mujer y salir sin decir una
palabra. Esta podría haber sido la conversación más extraña que había
tenido. No conocía a Darla muy bien pero no creía que le preocupase de
una u otra forma que se llevara a Hank con él a casa. ¿Pero qué sabía él?
Estaba firmando el papeleo para llevar a casa a un hombre que no quería
tener que ver nada con él.

Claramente era un idiota.

La boca de Sammy estaba seca, como el desierto en Death Valley2. Tragó


unas pocas veces para humedecer su lengua, pero no estaba funcionando.

Su nivel de ansiedad estaba en la estratosfera. La vista del doctor


aproximándose por el pasillo hacia él no ayudó a aliviar sus tensos nervios.

—Dr. Berkley—. Sammy saludó al hombre.

—Sammy, ¿cuántas veces te lo he dicho? Trabajamos juntos. Puedes


llamarme DB.

Sammy se sonrojó. —Sí, doctor.

DB rodó los ojos. — ¿Preparado para llevarte a tu paciente a casa?


2
El valle de la Muerte (en inglés: Death Valley) es una cuenca ubicada al sureste de California (Estados
40
Unidos). Según los científicos, este lugar es el más caliente y el más seco del mundo.
—Tan preparado como puedo estar, supongo—. Sammy cogió la bolsa con
las medicinas que el doctor había ordenado recetar junto con las
indicaciones sobre el cuidado de Hank. —Tengo todo lo que me pidió, mas
cosas que instalé en casa.

Sammy consiguió arreglar que le llevaran una cama de hospital a su casa


para que Hank pudiera estar inclinado hacia arriba e incorporarse cuando lo
necesitase sin salir de la cama. Los primeros días, debía hacer reposo total
en la cama. Si después de eso iba bien, podía comenzar a dar pequeños
paseos y estar levantado periodos de tiempo más largos.

Esperaban que pudiese mantenerse en forma mientras que sanaba.

Si todo salía como querían, Hank estaría de nuevo sobre sus pies en tres
semanas, y luego regresaría a trabajar un tiempo después.

Sammy se encogía cada vez que pensaba en enviar a Hank a un centro de


rehabilitación donde no conocía a nadie. Le parecía cruel cuando había
tanta gente aquí en Cade Creek dispuesta a ayudarle. Mientras que había
usado sus vacaciones para tomarse libres las próximas dos semanas,
Sammy tenía una lista enorme de gente que iba a quedarse con Hank
cuando estuviese en el trabajo cuando se terminase su tiempo libre.

Sólo rogaba estar haciendo lo correcto.

Sammy siguió al doctor Berkley al cuarto de Hank, quedándose junto a la


puerta. Sintió la mirada de Hank sobre él casi instantáneamente, y la ira
detrás de ella. Le tomó cada onza de valor que tenía permanecer donde
estaba.

— ¿Qué hace él aquí?—, Hank preguntó con una voz al borde del gruñido.

—Sammy ha venido a llevarte a casa—, el doctor dijo y comenzó a hacer


una rápida comprobación a las constantes de Hank. —Se ha ofrecido a que
te quedes con él mientras que te recuperas.

— ¡Oh infiernos, no!


41
Algo se quebró en el interior de Sammy mientras miraba fijamente a Hank,
la pequeña esperanza que le quedaba de haber podido tener algo especial
entre ellos marchitandose y muriendo. Todo lo que había querido era amar
a Hank. Había meditado muchas veces sobre el tiempo que se conocieron
buscando en los recuerdos alguna pista. Y aún, no sabía lo que había hecho
mal. No sabía por qué Hank le odiaba tanto y estaba comenzando a no
preocuparle.

Sammy dio un paso adelante y tiró la bolsa de los medicamentos y las


instrucciones sobre su cuidado a los pies de la cama. Sus manos temblaban
cuando cogió los papeles del alta y los rompió por la mitad, tirando los
trozos a la cama.

—Que te den, Hank—. Por la esquina de su ojo vio a Hank quedarse con la
boca abierta mientras se giraba al doctor. —Si tiene tantas ganas de ir a un
centro de rehabilitación en la ciudad, déjale. Yo he terminado aquí.

Sammy pensó que su salida fue bastante digna. Salió del cuarto y bajó por
el pasillo antes de que las lágrimas contenidas se liberasen y deslizasen por
su cara. Sammy fue directo a las escaleras, bajándolas lo bastante rápido
para que fuera peligroso.

Quería alejarse lo máximo posible de Hank Vaught. El otro lado del planeta
le parecía bastante bueno ahora mismo.

Sammy sabía que pasó a unas cuantas personas en su carrera a su coche.


Incluso escuchó a alguien gritar su nombre. Simplemente no le importaba
quien era. Lo único en su mente era llegar a casa donde podría lamer sus
heridas en privado y puede que averiguar cómo tener una vida sin el
hombre que había llegado a importarle tanto.

El viaje a casa fue un borrón lleno de lágrimas. Sammy recordaba dejar el


hospital y entrar en la carretera. No recordaba nada excepto el profundo
dolor en su pecho. Estaba realmente sorprendido de haber llegado en una
sola pieza.

Cuando salió del coche y se dirigió a la casa, sus pasos vacilaron y casi 42
deseó no haber llegado a casa de una sola pieza. —Noah, ¿qué haces aquí?

El hermano que no había visto en casi tres años se levantó de donde había
estado sentado en el porche y caminó hacia él. —Es hora de regresar a
casa, Samuel. Tu familia te necesita.

Abrió la boca para decir que su familia estaba aquí, pero entonces, como si
una lamparita se hubiese encendido sobre su cabeza, Sammy comprendió
que no había nada que lo retuviese aquí. No tenía ningún motivo para
quedarse en Cade Creek. La vida que había esperado sólo estaba en su
imaginación.

La resistencia que había puesto contra las demandas de su familia en los


últimos años se agotó en un momento. Había estado luchando por algo
demasiado tiempo sólo para descubrir que por lo que había estado luchando
no era lo que pensó que sería. Y ahora, no parecía que hubiese algo contra
lo que luchar.

Los hombros de Sammy se derrumbaron y se rindió a lo inevitable. —


Necesitaré un par de horas para empacar.

43
Capítulo 4

Hank fue a la estación de bomberos unas cuantas veces durante su


recuperación, pero nada se sentía tan bien como entrar al sitio por su primer
turno después de casi tres meses. No podía esperar a volver a trabajar y
comenzar a sentirse útil de nuevo.

Parecía que su recuperación hubiese durado una eternidad. Hank sabía que
parte de ello había sido su maldita culpa. Pasar cuatro semanas en un centro
de rehabilitación en la ciudad, lejos de sus amigos y atascado con extraños,
no había ayudado mucho. Si Jack y algunos de los otros que conocía en
Cade Creek no hubiesen ido a verle cada pocos días, probablemente se
habría vuelto loco.

Una vez que fue a su casa, su recuperación progresó mucho más rápido que
en el maldito sitio de la ciudad. La rehabilitación era rehabilitación sin
importar donde se hiciese, pero la recuperación iba mucho mejor cuando
estaba rodeado de gente que conocía y con la que se sentía cómodo. Ir a un
centro en la ciudad y estar rodeado de extraños había añadido una semana a
su rehabilitación.

Nunca tendría que haber rechazado a Sammy. Fue un idiota y lo supo en el


momento que Sammy rompió por la mitad los papeles del alta. El dolor en
la cara del hombre le hizo abrir los ojos. Hank había pasado la mayor parte
de su recuperación intentando llegar a un acuerdo sobre sus sentimientos
por Sammy, y la posibilidad de poder haber estado equivocado sobre el
hombre.

Ahora si sólo pudiese conseguir que Sammy le hablase. Hank se había


acercado a su casa unas cuantas veces, incluso atreviéndose una vez a
llamar a su puerta. No hubo ninguna respuesta, tampoco hubo respuesta a 44
sus numerosas llamadas de teléfono.

Hank saludó con la mano a los chicos que holgazaneaban frente a la


televisión cuando entró, no sorprendido en lo más mínimo al ver a Arson
tumbado en el sofá entre dos de los bomberos, roncando como un tronco.
Parecía que no había cambiado mucho.

—Ey, Hank—, Raff gritó. — ¿Regresas?

—Sí—. Hank sonrió e hizo una pausa. —El doc me ha dado el visto bueno.

Los ojos de Raff le comprobaron como si pudiese ver el agujero de bala a


través de la ropa de Hank. — ¿No hay daño permanente?

—No. Doc dijo que la cirugía volvió a juntar todo y que la rehabilitación ha
arreglado el resto. Estoy listo para seguir.

—Genial.

Hank no podía estar más de acuerdo.

Señaló la oficina del jefe. —Voy a presentarme.

—Nos pondremos al corriente cuando regreses.

Hank sonrió, contento de estar entre amigos. —Suena bien—. Su sonrisa


no era tan brillante cuando entró a la oficina de Jack. Mientras que
necesitaba presentarse al hombre, realmente quería ver si Jack sabía lo que
ocurría con Sammy.

Golpeó sus nudillos en la puerta abierta cuando llegó. —Ey, Jack, ¿tienes
un minuto?

—Ey—. Jack sonrió poniéndose de pie y rodeó su mesa, ofreciéndole la


mano. Una vez que se saludaron, Jack se apoyó en el borde de su mesa,
señalando con su mano para que Hank se sentase en la silla frente a la
mesa. — ¿Te sientes bien para regresar al trabajo?

—Lo estoy—. Hank se sentó en la silla que le señaló Jack, descansando sus
manos informalmente en su regazo aunque no sintiese nada de ello 45
informal. Sentía su pecho como si tuviese un elefante sentado sobre él. —
El doctor me dio el alta la semana pasada.

—Sí, lo sé—. Jack rió. —Tuve que firmar tus papeles.

—Cierto—. Hank sintió sonrojarse.

Jack rió de nuevo, regresó a su mesa y se sentó. Escribió algo en su teclado


y luego miró la pantalla del ordenador. —Te he puesto un horario de
cuarenta y ocho horas, seguidas de veinticuatro de descanso durante la
próxima semana. Después de eso, si sientes que puedes manejarlo, te
pondremos de nuevo en una rotación de jornada completa.

—Jack…

Jack levantó la mano, parando a Hank. —Dale una semana, Hank, para ver
como te sientes. Regresas después de lo que podría haber sido una herida
mortal, y aunque el doctor diga que estás preparado para volver a trabajar,
dudo que comprenda enteramente la tensión que nuestro tipo de trabajo
pone en el cuerpo humano.

Hank elevó la ceja. —Es un doctor.

Jack rió. —No es dios, Hank. Se pone los pantalones en una pierna a la vez
igual que nosotros.

Hank estaba bastante seguro de que el Dr. Berkley tenía habilidades


mágicas. El hombre salvó la vida de Hank cuando todo el mundo dijo que
debería haber muerto.

—Quiero que te lo tomes con tranquilidad al principio, Hank. En una


semana, podemos revisar tu horario y ver si estás bien para añadir más
horas—. Jack juntó sus manos, y las puso sobre la mesa. —Sólo quiero
asegurarme de que no te lanzas a algo antes de que estés preparado.

—De acuerdo, te escucho—. Por mucho que no le gustase, Hank le


comprendía.
46
—Volverás a hacer turnos completos en un abrir y cerrar de ojos.

Hank sonrió, su estrés aliviándose. Ser bombero fue todo lo que siempre
quiso desde que era niño. Nunca había querido ser otra cosa. No sabría
como ser algo más.

— ¿Tuviste problemas con los medios de comunicación después de


irme?—. Al ser transferido al centro de rehabilitación había llevado a los
rastreadores de noticias de nuevo a la ciudad. Hank rezaba por que dejasen
Cade Creek en paz.

—Hay uno o dos que aún siguen husmeando—, Jack respondió. —Pero les
hemos mantenido ocupados con otras cosas. Parece que la vida en un
pequeño pueblo es más interesante de lo que pensaba.

Hank elevó una ceja, un frío temor asentándose en su estómago. — ¿Oh?

—Hubo un alboroto en el Rusty Nail que dio pie a chismorreos durante una
semana.

Ambas cejas se dispararon hacia arriba en sorpresa. — ¿En serio?—. Se


sentó hacia delante en su asiento, apoyando sus codos en las rodillas. —
Cuéntame, cuéntame—. Quería todos los cotilleos jugosos.

—Ya sabes que Harvey James compró el Rusty Nail hace unos pocos años.

Hank asintió rápidamente.

—Parece ser que se presentó una banda de moteros e intentó apoderarse del
lugar, echando a patadas a los vecinos. Harvey les mostró que se
equivocaron en sus acciones…—. Una gran cantidad de diversión llenó la
voz de Jack cuando sonrió. —Sacó a uno de ellos por la ventana delantera.

—Infiernos.

—Lo extraño es que oí que los conocía.

— ¿A los moteros?

—Sí—. Jack asintió. —Solía salir con ellos. Es por lo que pensaron que 47
simplemente podían presentarse y apoderarse del lugar.

—Infiernos—, Hank dijo de nuevo, dejándose caer hacia atrás en su silla.


—Consigues que te disparen con una pequeña bala y te pierdes todo lo
bueno.

—Sí, bueno, estoy seguro de que Russ y Jonny estarían más que felices de
ponerte al día en todo. Recibiste una bala salvando la vida de Russ.

Hank realmente deseaba que todos dejasen de recordarle eso.

Se alegraba de que Russ estuviese bien pero no le gustaba que le


recordasen ese momento. Volvería a hacerlo de nuevo si la situación
ocurriera de nuevo, aunque puede que intentase no recibir un disparo en su
pecho la próxima vez. Semanas a su espalda y meses de terapia física le
absorbieron a un nivel inimaginable.

— ¿Cómo va por aquí todo?— Hank preguntó, esperando conseguir


noticias de Sammy sin preguntar directamente. No quería contestar las
preguntas que su interés suscitaría.

—Bien—, Jack contestó mientras apartaba una pila de papeles y luego


cogía su taza de café. —Las cosas han estado relativamente tranquilas en su
mayoría. Alguien quemó el establo de Gus Fletcher, pero parece que
podrían haber sido un par de chicos enredando por allí. El sheriff está
investigándolo.

Hank asintió antes de hacer la pregunta para la que realmente quería una
respuesta y no la estaba consiguiendo. — ¿Cómo está Sammy? No lo he
visto por aquí desde que he regresado.

— ¿Sammy?—. La expresión de Jack se volvió cautelosa, solemne. —Hace


semanas que Sammy regresó a Boston. Pensé que lo sabías.

— ¿Sammy se ha ido a Boston?—. Hank susurró mientras que el mundo


desaparecía bajo sus pies. — ¿Por qué?—. Aún cuando lo preguntó, estaba
bastante seguro de saberlo. Aún podía ver el dolor en la cara de Sammy
48
cuando el hombre salió del cuarto del hospital. — ¿Va a regresar?

— ¿Honestamente?—, Jack preguntó. —No lo sé. Avisó en el trabajo y me


pidió que mirase para poner su casa en el mercado pero…

— ¿Pero qué?— Hank preguntó cuando Jack parecía indeciso sobre


continuar.

—Las últimas veces que he hablado con él por teléfono, parecía…no


sé…distraído—. Jack se encogió de hombros antes de levantar su mano y
frotarse la cara. De repente parecía cansado. —Sé que las cosas en su casa
no eran fáciles para él. Es por lo que vino a Cade Creek.

Hank no sabía mucho de los motivos por los que Sammy se alejó de su
familia, sólo que se habían producido problemas y no había hablado con
ellos en un largo tiempo. Le pareció extraño que al menos no lo hubiese
hablado con Jack. Eran primos.

—Si había problemas, ¿por qué regresaría?

—Nunca pensé que fuese a volver—, Jack admitió con una mueca. —Me
llamó después de irse y me pidió que empaquetara lo que quedara en la
casa y lo almacenase, dijo que regresaría a por ello más adelante.

— ¿Lo hizo?—, Hank preguntó. — ¿Ha venido a por ello, me refiero?

—No, no todavía.

— ¿Entonces todavía podría haber una posibilidad de que vuelva a Cade


Creek?

La frente de Jack se arrugó al fruncir el ceño. — ¿Por qué te preocupa


tanto, Hank?

Y esto sería por lo que nunca quería empezar a hacer preguntas.

No quería que su jefe se metiera en sus asuntos personales. Jack y Sammy


eran primos. Si Hank la fastidiaba, Jack estaría sobre él y podía repercutir
en el trabajo. 49
— ¿Puedo contestarlo en otro momento?—, ¿Por favor? —No estoy
preparado para tratarlo contigo aún.

Las cejas de Jack se alzaron. — ¿No estás preparado para tratarlo conmigo
aún?

—No.

— ¿Cuándo piensas que vas a estar preparado?—. El tono de Jack no era


enfadado, no era feliz, simplemente estaba ahí. Hank no podía decir por su
expresión facial lo que estaba pensando.

—No estoy seguro. Tengo que pensar.

— ¿En Sammy?

Hank asintió. —Sobre lo que siento por él y lo que quiero hacer sobre lo
que siento por él.

Los ojos de Jack se estrecharon a pequeñas ranuras. — ¿Cómo de bien


conoces a mi primo?

Hank suspiró y miró fijamente a Jack. Había algunas cosas sobre las que no
estaba listo para hablar con Jack, y la única noche que pasó en la cama de
Sammy estaba en lo alto de esa lista. Podría no saber exactamente lo que
sentía por Sammy pero sabía que los detalles íntimos de lo que fuese su
relación, no eran para compartir.

—De acuerdo—. Con los ojos bien abiertos, Jack apoyó la espalda en su
silla. —Entonces, ¿quieres que diga a Sammy que te llame o qué?

Hank rió en silencio mientras se pasaba una mano por su pelo, frustrado,
nervioso. —O qué.

50
Hank gimió por el dolor que atravesó su espalda y brazos cuando se quitó
la pesada chaqueta de extinción de incendios. Algunas veces la maldita
cosa parecía pesar una tonelada, y aquéllas veces casi siempre venían
después de regresar de una llamada de emergencias.

El incendio de hoy fue premeditado, dos establos en lados opuestos del


pueblo comenzaron a arder con aproximadamente diez minutos de
diferencia. Si el sheriff alguna vez descubría quién provocaba los
incendios, iba a colgarle por las bolas. John Riley estaba cabreado. Hank no
estaba mucho más feliz. Hasta el momento, nadie había resultado herido.
Habían sido principalmente contenedores de basura y establos, un par de
graneros vacíos. Todos daños materiales. Pero tarde o temprano, si los
incendios continuaban, alguien iba a resultar herido o muerto.

Hank colgó su chaqueta, luego sacó los pies de sus botas y las dejó frente a
su taquilla. Se dio la vuelta y se sentó en el banco que había entre las dos
paredes de taquillas. Estaba de vuelta a un horario normal ahora, aunque
casi deseaba que no fuese así. Sabía que su cansancio venía del aumento
del número de llamadas que estaban atendiendo, pero a veces se preguntaba
si se estaba haciendo demasiado mayor para esta línea de trabajo.

Sus dolores tenían dolores.

Alzó la vista cuando escuchó voces y vio a Ari y Vinnie entrar en el


vestuario. Se veían tan sucios como se sentía él. Frunció el ceño cuando los
dos hombres inmediatamente dejaron de hablar, cada uno yendo a su
taquilla.

¿Se había perdido algo?

El silencio le estaba asfixiando. Hank se desvistió tan rápido como sus


cansados músculos se lo permitían y luego cogió su toalla y bolsa de ducha
y fue a una de las duchas. Hacía mucho que había dejado de dar
importancia a estar desnudo en el vestuario o en las duchas con otros
bomberos. Eran sus amigos, y aunque todos eran hombres guapos, sentía 51
que era grosero excitarse en la ducha con sus compañeros de trabajo.

Hank se quedó bajo el rociador de la ducha unos minutos, inclinando su


cabeza hacia delante para que el agua cayese en su nuca. La temperatura
estaba tan caliente como podía resistir. No sabía cuánto tiempo estuvo allí,
pero cuando Vinnie y Ari entraron, cogió su champú y comenzó a lavarse
el pelo.

Después de lavarse el pelo y limpiar su cuerpo, Hank se enjuagó y luego


cerró el agua de su ducha.

Envolvió una toalla en su cintura y salió de la zona de las duchas. Ponerse


ropa limpia siempre se sentía mucho mejor después de eliminar la suciedad
y mugre de luchar contra un incendio. Ayudaba a relajar los músculos un
poco pero no tanto como una buena noche de sueño haría.

Hank fue a cerrar su taquilla cuando se dio cuenta que había olvidado su
bolsa de aseo en la ducha. Ya que todavía no se había puesto los zapatos,
decidió apresurarse y cogerla. Supo que era un error antes de dar el primer
paso dentro de la ducha.

Hank se quedó allí un momento, mirando a los hombres en el otro lado del
cuarto. Aunque no se describiría como un voyeur, no podía evitar mirar a
los dos hombres desnudos mientras se besaban y restregaban. Eran una
vista bonita. La piel más oscura de Ari un profundo contraste con el tono
dorado de Vinnie. Donde Ari era más delgado y esbelto, Vinnie era
fornido, musculoso y con pelo. El contraste entre los dos hombres hizo que
observarles restregarse el uno al otro fuese incluso más atractivo.

Cuando la cabeza de Ari cayó hacia atrás y el hombre gimió, Hank de


repente se dio cuenta de que estaba observando algo muy privado. Era un
momento íntimo entre Ari y Vinnie. Por muy hermoso que fuese para ver,
estaba mal quedarse allí y entrometerse en su privacidad.

Conseguiría su bolsa más tarde.

Hank regresó al vestuario y fue rápido a su taquilla. Cogió sus zapatos, 52


cerró la taquilla, y salió de la habitación. Se sentía un poco sonrojado
cuando fue a la sala de estar. Tiró sus zapatos bajo una de las sillas y fue a
la cocina por algo para beber. Sólo quería sentarse y ver fútbol o cualquier
otra cosa aburrida.

Justamente estaba cogiendo una botella de agua del frigorífico cuando


escuchó un estruendo en la oficina de Jack. Preocupado de que Arson
hubiese hecho algo, Hank cerró de golpe el frigorífico y fue corriendo a la
oficina de Jack.

Alcanzó la puerta y se hizo a un lado justo a tiempo cuando una grapadora


salió volando del cuarto. Chocó en el suelo. Hank cuidadosamente se
asomó en la oficina, preocupado de ser golpeado por otro objeto de oficina.

Jack hablaba con alguien con su teléfono móvil, mientras paseaba dando
zancadas.

— ¿Jack?—, preguntó vacilando.

Jack le miró. Frunció el ceño y le hizo señas a Hank para que cerrase la
puerta. Hank entró en la oficina y cerró la puerta, apoyándose en el marco
mientras esperaba a que Jack terminase la conversación.

—No, no lo entiendo—, Jack dijo con su voz inquieta mientras seguía


paseando. — ¡No está bien y sabes que es… No!—, Jack se pasó la mano
por sus rizos castaños. —Mira. Sabes que él no…No, lo siento. Sí, llámame
con los detalles. Adiós, Mamá.

Las cejas de Hank fueron cerca del nacimiento de su pelo cuando Jack
lanzó el teléfono a su mesa. El tic en la apretada mandíbula del hombre no
estaba bien. Jack estaba cabreado, más furioso de lo que Hank recordaba
haberle visto.

— ¿Qué ocurre?—, Hank preguntó. La mirada que Jack le envió hizo que
su estómago se apretase. — ¿Se trata de Sammy? ¿Está bien?

Las fosas nasales de Jack se ensancharon mientras inspiraba


profundamente. —Se casa.
53
Hank agarró el marco de la puerta para mantenerse en pie cuando sus
piernas amenazaron con ceder. — ¿Qué has dicho?—. Ni de broma podía
haber escuchado bien a Jack.

—Con una mujer.

—Pero…—, Hank frunció el ceño. —Pero es gay—. Hank estaba seguro


de ello. —Nunca se casaría con una mujer.

—Bien, según mi madre, es la hija de un amigo cercano de la familia.


Sammy la conoce desde la infancia. Y aquí está lo bueno—. Los puños de
Jack se apretaron como si apenas pudiese controlar la ira. —No sólo
Sammy está comprometido a esta mujer, sino que se casan porque tienen
que hacerlo.

Hank frunció el ceño, confundido. — ¿Qué tienen que hacer?

—Tienen que casarse, Hank—. Jack hizo una mueca como si estuviese a
punto de decir a Hank que su mundo iba a explotar. —Está embarazada.

¡Boom!

54
Capítulo 5

Sammy escuchó la puerta abrirse detrás de él cuando estaba sentado


mirando por la ventana. Simplemente no le importaba quien fuese. En
realidad sólo deseaba que quien fuera se fuese. Quería un poco de tiempo
para él. Se sentía como si estuviese de luto. Su vida estaba a punto de
cambiar y no del modo que él quería. Nada en su vida iba como él quería, y
Sammy ya no podía luchar más.

Estaba profundamente cansado.

Sammy apoyó su cabeza en la fría ventana, siguiendo una gota de lluvia


con la yema de su dedo mientras descendía por el cristal. Había llegado la
primavera. Las flores florecían. Los niños empezaban a correr y jugar en el
exterior. Los pájaros gorjeaban. La naturaleza estaba de fiesta.

Y sin embargo, nada de ello hizo que Sammy se sintiera mejor. Su corazón
latía con normalidad, pero había un dolor allí como si estuviese muriendo
lentamente. Sammy no se sorprendería si su corazón dejase de latir en
cualquier momento. Casi lo desearía. Entonces su infierno habría
terminado.

Sammy no era ni por asomo un mártir, por lo que aún tenía problemas para
comprender exactamente por qué permitió que le convenciesen para casarse
con la novia embarazada de su hermano.

Uno, Phoebe era la novia de su hermano… su hermano casado. Dos, a


Sammy no le iban las chicas. Y tres, Phoebe estaba malditamente
embarazada. En menos de veinticuatro horas iba a ser padre de un niño que
no era suyo. El niño podría ser biológicamente de otra persona, pero la ley
le reconocería como el padre.
55
Sammy no estaba seguro de cómo se sentía por ello. Sabía que ser gay no
le impediría tener niños en algún momento de su vida, si era lo que decidía
hacer. Pero nunca pensó que se encontraría en esta posición.

Su hermano era un imbécil. Era tan simple como eso. Había sido infiel a su
mujer, embarazado a su novia, que era su cuñada, y ahora, en vez de
responsabilizarse de lo que había hecho, había presionado a Sammy para
que lo hiciese él.

La cuestión era, que le gustaba Phoebe. Era una joven dulce que había
caído en una situación de la que no sabía como escapar. Había llorado en
los brazos de Sammy mientras le contaba lo devastada que estaba cuando
descubrió que estaba embarazada. No sabía lo que iba a hacer,
especialmente cuando la familia comenzó a presionarla para que se casara
con Sammy.

Aún no sabía como iba a tratar con su hermano. Noah se había


aprovechado del fuerte sentido de familia de Sammy, y los dos lo sabían. Si
Sammy no tuviese la fuerte creencia de que la familia no abandonaba a la
familia, simplemente se habría negado. Pero aunque su familia le hubiese
abandonado, se negaba a ponerse a su nivel. Phoebe y su sobrino le
necesitaban, y estaría allí para ellos.

Y no es como si tuviera una oferta mejor. En el tiempo que había estado en


Boston, no había escuchado una sola palabra de Hank. Aunque no hubiese
ocurrido nada más entre ellos desde la única noche que pasaron juntos, y en
el hospital, eso sólo le decía que no le importaba al hombre.

La única persona de la que había tenido noticias era de Jack, y estaba


cabreado. Sammy había ido a su tía y la había pedido que invitase a Jack y
Chester a la boda porque no tenía el valor necesario para hacerlo él mismo.
Pero quería a alguien a su lado. Necesitaba alguien a su lado. Jack podría
estar enfadado con él, pero el hombre nunca le abandonaría.

—El sastre está aquí para la prueba.

Sammy suspiró y se alejó de la ventana. No estaba de ninguna manera 56


sorprendido por el ceño en la cara de su madre. Dudaba haberla visto
sonreír desde que era un niño pequeño. No sabía cuando perdió toda la
felicidad su madre, pero era una persona infeliz.

—Estaré allí.

—No le hagas esperar, Samuel—. Delilah Helmond se dio la vuelta y salió


del cuarto sin decir nada más. Parecía hacer todo lo que estaba a su alcance
para hablar lo menos posible a Sammy.

Gran sorpresa.

Sabiendo que no tenía otra elección, Sammy salió por la misma puerta que
su madre y bajó las escaleras a saludar al sastre. No comprendía por qué no
podía simplemente ir a la tienda de alquiler y sólo alquilar un esmoquin.
¿Por qué tenían que hacerle uno a medida? No es que fuese a llevar la
maldita cosa de nuevo.

Los eventos sociales eran como una plaga…había que evitarlas a toda costa
bajo pena de muerte, especialmente los eventos sociales organizados por
sus padres.

No estaban exactamente en lo alto de la escala social, pero seguro que lo


querían. Hacían todo lo que estaba en su poder para dar la apariencia de
una familia adinerada. Ponía enfermo a Sammy, y era una de las cosas por
las que terminó alejándose de casa. No podía soportar la pretensión.

Y sin embargo, aquí estaba participando en una de las mayores


pretensiones que su familia había perpetrado. Era un idiota por participar,
un idiota certificado. Era la única explicación. Necesitaba que le
examinasen la cabeza, y podría hacerlo en cuanto alejase a Phoebe de su
familia.

La pobre chica estaba abrumada. La familia de Sammy y su padre habían


llegado y tomado decisiones sobre su vida sin hablar con ella, o ni tan
siquiera preguntarla si quería casarse con alguien de quien no estaba
enamorada. 57
Sammy sabía que interiormente Phoebe tenía una fortaleza de acero. Lo
descubrió cuando supo que se negó a renunciar a su bebé y permitir que su
padre lo criase. Sólo no había podido averiguar por qué había accedido a
casarse con él. Puede que fuese para dar a su niño un apellido, o un padre, o
porque la asustaba criar a un niño ella sola.

Cualquiera que fuese el motivo, Sammy estaría allí para ayudarla, porque
su familia estaba seguro que no. Estaba bastante seguro de que una vez que
la ceremonia de boda hubiese terminado y el certificado de matrimonio
estuviese registrado, y `la vergüenza´ eliminada del nombre de la familia,
lo más probable era que Phoebe no supiese nada de ellos de nuevo.

Estarían solos Sammy, Phoebe y el bebé.

Sammy aún intentaba decidir si regresar con ella a Cade Creek o quedarse
en la casa que el padre de Phoebe les había comprado. No quería quedarse
en Boston. Echaba de menos Cade Creek. Pero Hank estaba en Cade Creek
y no estaba preparado para ver al hombre. Puede que dentro de un tiempo,
pero no aún.

Una vez en la parte de abajo, saludó al sastre y luego estuvo tomándose


medidas y viendo muestras de color. Para cuando terminó, le dolían sus
músculos por sostener sus brazos. Cómo hacía le gente esto en una base
diaria, nunca lo sabría. Estaba bastante seguro de que los sastres tenían
algún tipo de vena sádica.

—Necesitamos hablar del catering, Samuel.

Sammy rodó los ojos. El sastre apenas había salido por la puerta y su madre
ya le estaba presionando sobre otro detalle. Él no era quien quería la gran
boda lujosa, y sabía que Phoebe tampoco. Ellos se fugarían si pudieran.

— ¿De qué se trata ahora, madre?

Los ojos de Delilah centellearon con furia, aunque no mostraba ni una


pizca de ella en su cara. —El servicio de catering necesita saber si quieres
que sirvan pollo o salmón en la recepción. 58
—No me importa—. Realmente no le importaba.

—Samuel, tienes que…

Sammy acalló a su madre girándose a mirar por la ventana. La vista era


prácticamente la misma que la de su cuarto en la planta de arriba.

Estaba sombrío afuera, húmedo, lloviznando lo suficiente para mantener a


la gente dentro de sus casas.

Era deprimente.

Pero de nuevo, la depresión hacía que todo se viese con bruma


últimamente. Sammy no había sentido alegría en una simple cosa desde
que dejó Cade Creek. Desde luego, su momento antes de dejar Cade Creek
tampoco había sido bueno.

Su vida apestaba.

— ¡Samuel!

— ¿Qué?—. Samuel se dio la vuelta para mirar a su madre, notando


rápidamente la cara sonrojada y los labios apretados. Dios, estaba a punto
de descargar toda su ira. —Lo siento, Madre. Temo que estoy un poco
distraído en este momento. Simplemente trataba de decidir si aplicar en el
hospital o en un consultorio privado.

Delilah le desestimó con la mano. —Olvida todo eso. El padre de Phoebe


ha dispuesto para ti una posición de dirección en su compañía de muebles,
una posición adecuada al hombre que está casado con la hija del propietario
de la compañía.

Sammy se quedó con la boca abierta. —Soy enfermero—. Nunca quiso ser
algo más. Amaba ayudar a la gente cuando más lo necesitaba, como en la
sala de emergencias. Era bueno en lo que hacía.

Delilah elevó su perfectamente depilada ceja, pero sólo una de ellas, la que
decía a Sammy que mantuviese la boca cerrada. —Nunca más—. Sus ojos
se estrecharon como si pensase que Sammy discutiría con ella. —Desmon 59
Carson no quiere que su yerno trabaje con la escoria de la sociedad.

¿La escoria de la sociedad? ¿En serio? ¿Quién hablaba de esa forma?

—Obviamente has olvidado quien eres, Samuel Helmond—, Delilah


continuó. La mujer se estremeció como si imaginarse el pueblo de Cade
Creek la enfermase. —Y no es de extrañar cuando has estado viviendo con
todos esos paganos en ese lugar olvidado de Dios.

Samuel apretó los dientes. Si tenía que escuchar una palabra más sobre
cómo había arruinado su vida, iba a chillar. Era su vida, infiernos. Podía
arruinarla si quería.

—Mira, Madre…

—Harás lo que te digan—, Delilah terminó por él. —Tu padre y yo


soportamos tu pequeña fase cuando huiste, pero es hora de que hagas lo
correcto para esta familia.

— ¿Casándome con Phoebe para esconder la mierda de mi hermano?—,


Sammy apretó su mandíbula, parpadeando por el dolor que explotó en su
mejilla cuando su madre le golpeó. Se limpió la sangre de la esquina de su
boca. —Soy gay, Madre. ¿Cómo infiernos crees que va a funcionar esto?

Sammy había accedido porque estaba demasiado afligido para decir que no
al hombre cuando Noah se le acercó. No fue hasta que estaba junto a
Phoebe en su fiesta de compromiso que la realidad de la situación le
golpeó, y para entonces, no sabía como salir de ello.

—Si quieres ser gay, sé gay. He oído que está de moda en algunos círculos
sociales hoy en día—. Delilah rodó los ojos. Comenzó a mover la mano
también, como si necesitase moverse para poder hablar.

Sammy deseaba que se sentase sobre ellas y cerrase la boca. —Pero me


niego a permitir que sigas actuando como un delincuente. Escuela de
medicina, lo acepté, pero podrías haber sido un doctor, Samuel, o por lo
menos psicólogo. ¿Pero enfermero? ¿De verdad? ¿Qué pensará todo el
60
mundo?

Bien, eso explicaba por qué sus padres no parpadearon cuando salió. No les
importaba. Su elección de carrera por otro lado, eso no estaba permitido.
Estaba por debajo del apellido Helmond.

—Creo que la elección de mi carrera es el menor de nuestros problemas,


Madre. Noah tuvo una aventura y metió a una chica en problemas. ¿Eso no
te preocupa?

—Tu hermano no ha avergonzado a esta familia convirtiéndose en un


enfermero. Fue a la escuela de medicina y se convirtió en doctor.

Sammy se quedó mirando atónito a su madre. — ¿Qué tiene eso que ver
con que Noah haya dejado embarazada a Phoebe?

—Tu hermano está bajo mucho estrés. Tiene necesidades que Jenna no
puede satisfacer a todas horas. Sus acciones son comprensibles bajo las
circunstancias.

—Oh, estoy seguro de que Jenna está encantada con eso.

La mandíbula de Dalilah subió, su cara mostrando manchas cuando


palideció. —Tu padre es uno de los mejores cardiólogos de la ciudad.
Aprendí a aceptar sus pequeñas indiscreciones con el conocimiento de que
siempre regresaba a casa conmigo. Ha mantenido nuestro matrimonio
fuerte cerca de cuarenta años.

A Sammy se le revolvió el estómago, las náuseas dejando un sabor amargo


en su boca. — ¿Mi padre te es infiel y se lo permites?—. Estaba
comenzando a pensar que no conocía a nadie de su familia como pensaba.
Su padre y su hermano jodían todo y dejaban que las mujeres de la familia
sufriesen las consecuencias de sus acciones mientras que ellos salían y se lo
pasaban bien.

— ¿Es porque soy gay?—. Sammy preguntó. — ¿Es eso por lo que está
bien que padre y Noah anden jodiendo por ahí pero yo tengo que pagar por
61
ello?

Delilah resopló. —Samuel, no me importa que seas gay. Al igual que tu


padre y hermano han hecho, puedes tener relaciones con quien desees. Sin
embargo, no traerás vergüenza a esta familia. Harás lo que sea necesario
para mantener nuestra buena reputación.

—No tenemos una buena reputación—. Sammy levantó sus brazos en


frustración. —No podemos estar más jodidos.

Delilah salió disparada de su silla. —Es suficiente, Samuel. No voy a


escuchar que me levantes la voz un momento más.

Sammy desesperadamente quería discutir con su madre que ella también


estaba levantando la voz excepto que quería terminar con esta
conversación. Estaba cansado de enterarse de secretos oscuros de la
familia. Eran desagradables.

—Informaré al servicio de catering que prefieres pescado. La prueba es


mañana por la tarde. Espero que estés allí.

—Sí, Madre—. Esperó a que saliese de la habitación antes de sacar su


teléfono y marcar a la única que persona que necesitaba escapar de la
familia Helmond más que él. —Phoebe, tenemos que hablar.

62
Capítulo 6

Hank estacionó frente al apartamento de Jack y Chester y salió de su


camioneta. Cogió su bolso de viaje y cerró la camioneta. Viajaría con Jack
y Chester al aeropuerto.

No tenía sentido llevar dos vehículos cuando se dirigían al mismo sitio.

La boda de Sammy.

Sólo que iban por diferentes razones. Jack y Chester iban a Boston para
asistir a la boda. Hank iba para pararla, o al menos intentarlo. No le
importaba que Sammy estuviese involucrado con algún otro tipo. Hank al
menos quería poder defenderse e intentar balancear los sentimientos de
Sammy en su dirección.

Pulsó el intercomunicador y se anunció. Cuando la puerta sonó, la abrió y


subió a toda prisa las escaleras hasta la segunda planta. Chester le esperaba
en la puerta de su apartamento.

—Ey, Chester.

—Hank—. Chester se hizo a un lado, para que Hank entrase al


apartamento, y luego cerró la puerta tras él. —Jack aún está empacando,
por lo que tenemos unos minutos. ¿Te apetece tomar algo?

— ¿Tienes de esa limonada del bombero?

Chester rió y se dirigió a su cocina gourmet. —Puede que quede algo.

—Genial—. Hank amaba esa cosa. Había estado intentando sonsacar la


receta a Jack durante años. El hombre seguía diciendo que se la daría, pero
nunca parecía ocurrir. 63
Hank dejó su bolso cerca de la puerta de la entrada y siguió a Chester a la
cocina. Encontró un sitio en la isla, apoyando sus brazos en la dura
superficie de madera. — ¿Has estado antes en Boston?

Chester negó con la cabeza. —No, ¿y tú?

Hank asintió. —He ido unas cuantas veces, pero soy un tipo más del
noreste.

Las cejas de Chester se elevaron. — ¿Del noreste?

—Piensa en la Nueva Inglaterra.

— ¿No es Massachusetts parte de Nueva Inglaterra?

—Lo es—. Hank asintió y cogió el vaso de limonada de Chester. —Piensa


en un área más fría.

— ¿Maine?

Hank se dio un toque en la nariz.

—Huh—, Chester dijo como si la respuesta tuviese sentido para él.

—Debe ser el motivo por el que te permitieron conducir el camión de


bomberos en invierno. Estás acostumbrado a conducir en la nieve.

Hank se encogió de hombros.

—Te preguntaría qué estás haciendo en Cade Creek, pero nos hallamos
entre bastantes reporteros para imaginarlo.

Hank se estremeció. Aún había un reportero en la ciudad que no desistía.


Hank estaba muy seguro de que el tipo le había disparado un localizador
GPS en el culo, porque seguía apareciendo en cualquier sitio al que iba,
incluso cuando atendía una llamada.

—Lo lamento.

— ¿Quieres hablar de ello?


64
—No hay mucho que contar—. Hank tomó un sorbo de su limonada y se
puso de pie, comenzando a pasear casualmente por la planta principal del
apartamento más fantástico en que había estado antes. Chester había hecho
un gran trabajo diseñando el lugar. A Hank no le importaría vivir en algo
así, asumiendo que pudiese encontrar el dinero.

—Aunque pueda resultar embarazoso, algunas veces es bueno tener amigos


que conozcan tus secretos más profundos y oscuros. Ser el único puede
llevar a situaciones en las que nadie quiere verse—. Por un momento, algo
desgarrador se mostró en la normalmente feliz cara de Chester. —Hablo
desde la experiencia personal, como bien sabes.

Hank se giró para mirar por la ventana calle abajo. Llovía, sólo una
pequeña llovizna, pero a Hank siempre le había gustado la lluvia.
Normalmente significaba el fin del invierno y el comienzo de la primavera.

— ¿No te habló Jack del problema que tuve en mi antigua casa?—, Hank
preguntó dándose la vuelta.

Hank negó con la cabeza, sorprendiendo a Hank. Había pensado que Jack
al menos se lo habría contado a Chester. Eran pareja.

—Digamos que caí por el tipo equivocado y no lo descubrí hasta que fue
demasiado tarde.

Chester alzó su mano. —He estado allí.

Hank rió. —Sí, supongo que has estado allí.

El ex marido de Chester se volvió loco y trató de convertir a Chester en su


esclavo BDSM. Estaba cumpliendo una larga condena en la prisión federal
por usar su técnica de “golpear hasta obtener la sumisión” en un par de
personas, una de las cuales no sobrevivió. También, secuestró a Chester y
tuvo un tiroteo con las fuerzas del orden locales para añadir a sus actos
criminales. No saldría en un tiempo cercano.

—Unos años atrás, comencé a salir con un tipo. No lo supe en ese


momento, pero estaba separado de su marido, quien resultó ser uno de mis 65
superiores. Dicho superior resultó ser el hijo del gobernador.

—Infiernos.

—Sí—. Hank sonrió tristemente y se giró de nuevo a la ventana. —Vine a


Cade Creek para alejarme de todo eso y ahora me persigue.

— ¿Sabías que estaba casado?

—No. No lo supe hasta que apareció en una fiesta de jubilación con su


marido.

— ¿Tu superior?

Hank asintió.

— ¿Y no viste la conexión?

Hank se giró, frunciendo el ceño. — ¿Qué conexión?

—Odio decir esto, Hank, pero a mí me parece que este tipo salía a
propósito con uno de los subordinados del marido para vengarse de él. Tú
fuiste el desafortunado que eligió.

Hank abrió la boca para discutir, para decir a Chester lo equivocado que
estaba, y entonces recordó cómo se sentía por Sammy y comprendió que lo
que había sentido por Doug no era nada comparado a eso. Los dos
sentimientos no estaban en el mismo hemisferio.

—Tienes razón—. Hank pasó la mano por su pelo y dejó caer su cabeza
atrás, mirando fijamente al techo. —Tienes razón. Me la jugó.

—Lo siento.

—No lo sientas—. Cuando Hank sonrió a Chester, fue sincero. —


Realmente aligera parte de la culpa de mi pecho. Durante los dos últimos
años pensé que era un destroza hogares. Ahora, comprendo que Doug fue
un capullo.

Chester le sonrió. —Me alegra haber sido de ayuda. 66


Hank rió y tomó otro sorbo de limonada. Chester era increíble. El hombre
había atravesado un infierno y había reconstruido su vida un paso a la vez.
Encontrar a Jack fue maravilloso para él, pero Chester estaba en camino de
sanar antes siquiera de conocer al jefe de bomberos.

—Me alegra que Jack te encontrase.

—Te refieres a que me sacase de mi diminuta lata como coche.

Jack en realidad se había olvidado cómo se conocieron Jack y Chester, pero


ahora que pensaba en el accidente de coche, estaba impresionado de que
hubiese sucedido en absoluto. El compacto VW3 de Chester se convirtió en
un trozo de metal retorcido. Chester no había salido de él indemne, pero
había salido con vida. Fue afortunado.

—Entonces—, dijo mientras miraba por la enorme sala de estar, — ¿Qué


clases de cocina tienes planeadas?

—Oh—. Chester se frotó las manos, mostrando excitación cada parte de su


delgado cuerpo. —Estamos planeando una noche de comida casera. Quería
enseñar a la gente cocinar comida casera sin que obstruyan sus arterias.

—Me apunto—. Antes de que comenzase a tomar las clases de cocina de


Chester, no podía cocinar nada sin usar un microondas. Ahora, cada vez
comía más comidas que cocinaba con sus dos manos. Le dio una sensación
de libertad que nunca antes tuvo en la cocina.

Mientras Chester seguía hablando sobre las clases de cocina que había
planificado, Hank miraba a su alrededor, de nuevo sorprendido con el
apartamento de dos plantas. Las escaleras de caracol que iban a lo largo de
una pared, le fascinaban. Conducían a un dormitorio tipo loft en lo que una
vez fue un apartamento en la tercera planta. Chester lo abrió creando un
apartamento loft diseñado con un concepto de espacio abierto.

El corazón de Hank golpeó su pecho cuando vio las fotografías enmarcadas


en la pared. Una en particular captó su interés. Su mano temblaba mientras
67
3
VW: Volkswagen
señalaba la foto de Sammy y su amante abrazados, los dos hombres
sonriendo mientras miraban a la cámara.

—Chester, ¿No son éstos Sammy y su amante?—. No sabía por qué lo


preguntaba más que el hecho de que tenía un deseo ardiente de localizar al
hombre y plantar su puño en la cara del tipo.

—Ese no es el amante de Sammy—. La voz de Chester era risueña y


alegre. —Ese es Noah, el hermano de Sammy.

Hank no podía respirar. Se giró, y miró sobre su hombro a Chester. — ¿Ese


es el hermano de Sammy?—. Preguntó, mientras señalaba la fotografía de
nuevo. Tenía que estar seguro. — ¿Este hombre de aquí, el que abraza a
Sammy?

Chester asintió. —Sí.

—Me dijo que era el amante.

— ¿Hizo qué?

Hank miró a la base de las escaleras donde Jack había parado para dejar las
maletas. —Sammy y yo en cierta medida comenzamos a salir hace un
tiempo. Una cosa llevó a la otra y pasé la noche con Sammy. Cuando me
desperté al día siguiente, quise ir a por café y pasteles para nosotros.

Chester sonrió. —Qué lindo.

Sí bueno…

—Ese tipo—, Hank señaló la foto por tercera vez, —Entraba a la casa. En
realidad pensé que estaba entrando por la fuerza hasta que me mostró una
foto, esa foto, y me dijo que era el amante de Sammy y que habían tenido
una pelea, y que Sammy se había ido a buscar a alguien con quien joder
para vengarse de él.

—Que fue exactamente lo que Doug te hizo—, Chester dijo, —aunque no


lo supieses en ese momento.
68
Hank casi perdió el equilibrio y se apoyó contra el alféizar de la ventana.
¿Era eso por lo que le había herido tanto lo que había hecho Sammy? ¿Por
lo que se enfadó tanto? Sintió ganas de matar al tipo por reclamar ser el
amante de Sammy.

—Por Dios—. Hank tragó duro cuando de repente todo tuvo sentido para
él. —Quería matar a ese tipo.

— ¿A mi primo Noah?—, Jack apretó la mandíbula un momento, una dura


mirada en sus ojos verdes. —He tenido ese sentimiento más de una vez—.
Hank alzó una ceja.

—Noah creció siendo el niño de oro, el que tenía potencial para hacerse un
nombre dentro de la medicina. Debido a ello, le dieron prácticamente
cualquier cosa que quiso mientras creció. Ahora está casado y es uno de los
doctores más importantes en Boston. Hizo a sus padres sentirse orgullosos
y dudo que eso haya cambiado.

— ¿Dónde exactamente deja eso a Sammy?—, Hank preguntó.

Jack resopló con ira. —En el mismo sitio que cuando crecíamos, limpiando
los líos de Noah.

Hank de repente no podía tragar. — ¿Crees que esa chica con la que se va a
casar está embarazada del niño de Noah?

—No lo dudo—, Jack respondió. —A Sammy no le van las partes de las


chicas.

Hank se pasó la mano por la cara cuando lágrimas brotaron de sus ojos.

No le avergonzaría que Jack las viese pero no estaba preparado para


compartir todo lo que sentía, principalmente porque no estaba seguro de lo
que estaba sintiendo. Furia, sí, sin duda. Alivio, también. Pero también
había un poco de tristeza por lo que Sammy debió vivir durante los años
por ser considerado un ciudadano de segunda clase por su hermano.

No le parecía justo. 69
Sammy había traído felicidad y paz a muchas personas a lo largo de los
años. Su tiempo como enfermero en la sala de urgencias sacó todo lo bueno
y dulce que había en el hombre, y eso fue con gente que apenas conocía o
simplemente extraños que necesitaban un toque suave. Para aquéllos a los
que realmente conocía, no había nada que parase al hombre.

Lo daba todo.

Hank quería hacer algo por él una vez. Quería ser quien trajese una sonrisa
a la cara de Sammy, hacer que el hombre se sintiese especial. Quería ser
quien sostenía a Sammy en sus brazos mientras que sonreían a la cámara.

—Si pensamos ir—, Chester dijo mirando su reloj, —necesitamos ponernos


en marcha. Nuestro avión sale muy pronto, y si lo perdemos, no podremos
conseguir otro vuelo hasta después de la boda y…

Hank miró fijamente a Jack cuando el teléfono del hombre sonó. Jack sacó
el teléfono de su bolsillo, frunció el ceño cuando miró la pantalla, y
contestó. — ¿Hola?

Hank fue a la cocina para aclarar su vaso y dejarlo sobre el escurreplatos.


No podía exactamente dejar el cuarto para dar a Jack privacidad. Era un
apartamento de espacio abierto. Pero no tenía que quedarse allí de pie
escuchando.

Desde luego, cuando escuchó mencionar el nombre de Sammy, cambió de


opinión y se dio la vuelta, regresando y parandose delante de Jack,
escuchando vorazmente.

— ¿Qué infiernos quieres decir con que desapareció?— Jack gritó. —


¿Cuándo?

Hank mantuvo la respiración.

—No, desde luego que no. Te habría dicho si hubiese tenido noticias de él,
Tía Delilah. Pero no es así. De hecho, estaba a punto de ir al aeropuerto
para poder asistir a la boda.
70
Las cejas de Hank se elevaron cuando Jack apretó el puño.

—Porque Sammy me invitó, por eso.

Hank se mordió los labios, tratando de evitar la sonrisa que estaba


surgiendo. Aparentemente, la Tía Delilah no tenía la lista completa de
invitados. Iba a cagar gatitos púrpura cuando descubriese a Hank en la
boda.

—No, escucha tú—, Jack la cortó secamente. —Si Sammy se fue, estoy
seguro de que tenía una buena razón para irse. Si a mí me obligasen a
casarme con la novia preñada de mi hermano, me marcharía también.

Los ojos de Chester se pusieron enormes y llevó una mano a su boca.

Hank casi se muere de risa cuando vio la reacción del hombre. No estaba
seguro de quien era la Tía Delilah porque Jack podía tener más de una tía,
pero estaba comenzando a tener la fuerte sospecha de que era la madre de
Sammy.

—No, Sammy no me lo dijo. Me lo imaginé, Tía Delilah, al igual que estoy


seguro de que los demás lo averiguarán. Es bastante obvio. Sammy es gay
y todo el mundo lo sabe—. Jack rodó los ojos. —Sí, lo que sea.

A Hank se le cayó la mandíbula cuando Jack colgó a la mujer que chillaba.


—Probablemente vas a pagar por eso.

—Sí, probablemente—, Jack asintió. —Pero vale la pena. Dios, esa mujer
puede con mis nervios.

— ¿La madre de Sammy?—, Hank preguntó.

Jack asintió y marcó otro número en su teléfono. —La mujer podría hacer
que un santo pensase en cometer asesinato—. Sostuvo el teléfono en su
oído, soltando un suspiro un momento después. —Sammy, llámame
cuando lo recibas. Tu madre está montando un alboroto y quiero saber
como puedo ayudar.

—Supongo que significa que no nos dirigimos al aeropuerto—, Hank dijo 71


cuando vio a Jack colgar y guardar su teléfono en el bolsillo.

—No estoy seguro—, Jack respondió. —Si Sammy está perdido, dudo que
la boda vaya a tener lugar pero podría haberse ido para tener un poco de
tiempo a solas. Si estuviese a punto de casarme con la novia embarazada de
mi hermano, necesitaría mucho tiempo para estar a solas. Puede ser…—,
Jack metió la mano en su bolsillo cuando el teléfono sonó, alertándole de
que tenía un mensaje de texto.

Hank aguantó la respiración, viendo como se disparaban las cejas de Jack


mientras leía el mensaje de texto. — ¿Qué dice?

—Creo que deberíamos dirigirnos al aeropuerto después de todo.

El corazón de Hank se hundió. — ¿En serio?

—Es un número privado, por lo que no sé de quien es, pero dice que
Sammy llega a nuestro aeropuerto a las nueve.

— ¿Esta noche?

Jack asintió.

—Entonces, vamos—. Hank se dirigió a la puerta.

—No está solo, Hank.

Hank digirió ese pedazo de información, tratando de averiguar cómo se


sentía por eso con las emociones en tal caos. Finalmente, asintió. —De
acuerdo, lo entiendo, pero aún quiero ver a Sammy—. No iba a renunciar
hasta que Sammy le dijese que desapareciera…y posiblemente entonces
tampoco. Tenía un interés personal en localizar a Sammy.

72
Capítulo 7

Sammy sujetó con fuerza la mano de Phoebe mientras seguían al asistente


de vuelo por la terminal del aeropuerto. Phoebe había estado callada desde
que dejaron Boston, sólo respondiendo cuando Sammy la hacía una
pregunta. Sabía que tenía mucho en su mente, pero rezaba por que saliera
pronto de su depresión. No debía ser bueno para el bebé.

El bebé.

La mirada de Sammy se fue a la hinchazón redondeada del estómago de


Phoebe.

Estaba de mucho más tiempo del que pensó que estaría cuando su hermano
vino a él y le dijo que era tiempo de regresar a Boston. Posiblemente iba a
parir en el siguiente par de meses. Parecía que podía explotar en cualquier
momento. Estaba enorme, no es que fuese a decirle eso. Phoebe tenía
bastante en su mente.

De seguro que Sammy lo tenía. Se dirigía nuevamente a Cade Creek, sólo


que esta vez, no estaba solo. No podía venir dejando a Phoebe atrás. Sería
como dejar a un gatito en un estanque lleno de cocodrilos. La comerían
viva. Ayudar a Phoebe escapar de su familia probablemente le ganaría un
sitio en el cielo.

— ¿Tienes hambre?—, Sammy preguntó cuando llegaron a la zona de la


terminal y localizó algunos de los lugares para comer del aeropuerto. —
¿Quieres coger algo para comer?

Había llamado a Ruben y a Elijah James y les pidió que les recogiesen.

Esperaba que Elijah pudiese ayudarle con el papeleo legal necesario para
mantener a Phoebe a salvo de su familia y que Ruben pudiese ayudar a
73
Phoebe con el bebé. Sammy sabía que era demasiado para él y que
necesitaba ayuda.

—Podría tomar un ginger-ale—, Phoebe respondió y colocó la mano libre


sobre su estómago. —Estoy un poco mareada.

Sammy le sonrió y se giraron hacia uno de los puestos de comida. —


¿Quieres unas galletas, también?

Phoebe negó con la cabeza. Dios, era muy dulce e inocente.

Cómo terminó tan ingenua después de crecer rodeada por gente como la
madre de Sammy era un misterio que dudaba resolviese algún día. Debería
estar tan cansada como él.

Sammy llevó a Phoebe a una mesa con cuatro sillas y la ayudó a sentarse y
luego se puso a esperar en una fila para conseguir su ginger-ale. Aunque
dijo que no quería algo más, Sammy le cogió unas galletas…y chocolate.
¿Qué mujer embarazada en la faz de la Tierra rechazaría chocolate?

Eligió chocolate oscuro para estar más seguro.

No era estúpido.

—Aquí tienes, cariño—. Sammy dejó las galletas y el chocolate y luego


desenroscó la botella de ginger-ale antes de pasársela a Phoebe. —
¿Quieres sentarte aquí mientras recojo nuestro equipaje o vienes conmigo?

—Iré contigo—. Phoebe se movió pesadamente para ponerse de pie.

Sammy ofreció su brazo a Phoebe, queriendo darla algo para poder


estabilizarse. Le acarició la mano cuando agarró su brazo con fuerza. —
Todo va a ir bien, Phoebe. Te lo prometo.

—Me gustaría poder creerte.

—Amarás Cade Creek, y mi casa es lo bastante grande para nosotros tres.


Incluso tengo un gran patio en el que podemos poner una valla para que el
bebé tenga un sitio seguro en que jugar. Pondremos un columpio y un 74
tobogán, tal vez un arenero. Y puedes hacer muchas cosas aquí. Vas a
amarlo. Cade Creek es el sitio perfecto para criar un niño.

—No podría haberlo dicho mejor.

Sammy sonrió cuando paró y se giró. —Elijah, Ruben, muchas gracias por
venir—. Tiró de Phoebe para presentarles, envolviendo su brazo en la
cintura. —Esta es Phoebe Carson, mi prometida.

Las cejas de Ruben se dispararon a la línea del pelo. — ¿Estás


comprometido?

—Silencio, amor—. Elijah acarició la mano de Ruben y sonrió a Sammy y


Phoebe. —Felicidades a los dos.

—Gracias.

— ¿Habéis recogido el equipaje?—, Elijah preguntó.

—No, quise que primero tomase algo. Ha sido un viaje largo.

Elijah asintió como si lo entendiese perfectamente.

— ¿Por qué no me dais vuestros resguardos y voy a recogerlo? No tiene


sentido que Phoebe camine más de lo necesario.

Sammy pensó que era una idea fabulosa. Sacó los tickets y se los dio,
viendo como Elijah se marchaba a por el equipaje antes de girarse a Ruben.
— ¿Dónde está Alani?—. Había esperado que los hombres trajesen a su
hija con ellos.

—Oh—, Ruben respondió, —la dejé con Ma. No sabía cuánto espacio
necesitaríamos en el coche.

—No mucho—, Sammy dijo. —La mayoría de mis cosas aún están
almacenadas esperando a ser transportadas a Boston, y Phoebe no tenía
mucho.

Ruben elevó una ceja pero no dijo nada.


75
—Hablaremos de eso más tarde—, Sammy dijo en voz baja. —Me gustaría
llevar a Phoebe a casa donde pueda descansar.

Ruben le miró fijamente. —Uh, si tus cosas están almacenadas, ¿no va a


estar un poco vacía tu casa?

Sammy rió. —Ma dijo que podíamos quedarnos en el rancho hasta que
sacase mis cosas del almacén.

Ruben de repente era todo sonrisas cuando Elijah llegó con dos maletas. —
De acuerdo entonces. Vamos.

Sammy mantuvo su brazo como apoyo alrededor de Phoebe cuando


siguieron a Ruben y Elijah fuera de la terminal del aeropuerto.

— ¿Por qué no esperáis aquí?—, Elijah sugirió. —Iré corriendo por el


coche. Phoebe probablemente no debería caminar esa distancia en su
condición.

—Estoy embarazada—, Phoebe se quejó. —No enferma.

— ¡Ha!—, Ruben estalló en risas. —Obviamente nunca has criado un niño.


Créeme, es terminal. Nunca lo superarás.

Sammy sonrió cuando Phoebe le miró. —Ruben y Elijah tienen una niña
pequeña.

—Ah—. Phoebe asintió como si comprendiese.

Sonriendo, Elijah comenzó a ir al aparcamiento. —Iré por el coche—, dijo


antes de girar y alejarse.

Sammy acarició la mano de Phoebe cuando suspiró cansada. —No


tardaremos, cariño. Estarás con Ma Blaecleah en un abrir y cerrar de ojos.

— ¿Y a esa mujer no le importará?

—Mi Ma ama tener compañía—, Ruben la aseguró.

—Cuanto más, mejor. 76


—Piensa en mi madre—. Sammy se rió cuando Phoebe se estremeció en
sus brazos. —Ahora, imagina justo lo contrario y tienes a Ma Blaecleah.

—Ma es la mejor—, Ruben dijo. —Simplemente pregunta a cualquiera en


Cade Creek.

—La mujer tiene un verdadero corazón de oro, Phoebe. No tienes motivo


para estar nerviosa. Te amará.

La frente de Phoebe se arrugó escépticamente. —Aún con…—, señaló con


la mano su estómago redondeado.

—Estará especialmente encantada. Ama los bebés.

—Es cierto—, Ruben dijo. —Si tengo a Ma cerca, no tengo la mínima


posibilidad de sostener a mi propia niña.

—Es una niñera a tiempo completo—, Sammy dijo. —Sé de varias


personas que la tienen para cuidar los niños por ellos, incluidos Ruben y
Elijah.

—Ha criado a cinco niños—, Ruben añadió, —y después ella y Papá me


adoptaron hace unos años.

— ¿No eres un poco mayor para ser adoptado?—, Phoebe preguntó.

—Técnicamente, supongo que se podría decir, pero seguir perteneciendo a


mi familia de nacimiento ya no era una opción. Ma y Pa dijeron que
querían adoptarme y tomé el apellido Blaecleah. Soy un Blaecleah desde
entonces.

— ¿Pero no estás casado?

—Lo estoy—. Ruben sonrió. —Pero aún soy un Blaecleah. Estoy seguro de
que cuando Ma te conozca y sepa por lo que has pasado, va a tratar de
adoptarte también.

—Oh—. Phoebe se sonrojó y se apoyó en el brazo de Sammy. —No estoy


segura de eso. 77
Sammy rió, acariciándola la mano para tranquilizarla. —Todo va ir bien,
Phoebe.

Tuvo ganas de comerse sus palabras unos minutos más tarde cuando una
camioneta aparcó en la terminal detrás de Elijah y Hank salió. Jack y
Chester salieron del vehículo que paró detrás de la camioneta de Hank.

Sammy apretó los labios e inspiró por la nariz. Esto no podría estar
ocurriendo en un momento peor. Necesitaba acomodar a Phoebe antes de
pensar en lo que había hecho y desmoronarse. No importaba si vivía en
Cade Creek o Boston, su vida estaba a punto de ponerse muy interesante.

—Jack, Chester—. Sammy saludó a los dos hombres antes de que sus ojos
se moviesen a quien realmente quería mirar. Tragó duro. —Hank.

Sammy inhaló bruscamente cuando Hank fue directo a él, ahuecó su cara
entre sus grandes manos, y se inclinó para capturar sus labios. Sammy se
estremeció, una ola de lujuria atravesando su cuerpo, golpeando cada célula
de su cuerpo hasta que se preguntó si ardería en llamas.

Cuando Hank finalmente levantó la cabeza, sus ojos marrones centelleaban


con algo oscuro e intenso que Sammy no podía identificar, o lo temía.

—Cualquier cosa que necesites, bebé, estoy aquí para ti.

¿Huh?

Hank se apartó, pero sólo lo necesario para no dejar atónito a Sammy. Aún
se presionaban por un lado. El hombre sonrió y ofreció su mano. —Hola,
soy Hank Vaught.

Phoebe parpadeó y estrechó la mano a Hank. —Phoebe Carson.

— ¿Por qué no vamos al coche para que te puedas poner cómoda?

Sammy se quedó allí de pie con la boca abierta cuando Hank tomó la mano
de Phoebe y con delicadeza la atrajo a él antes de comenzar a acompañarla
al coche de Ruben. Sabía que tenía que estar aturdido. Tal vez había sufrido
alguna lesión de algún tipo en la cabeza. Era la única explicación que se le 78
ocurría. Hank Vaught le había besado.

—Pensaba que íbamos a llevar a Phoebe al rancho—, Rubén dijo.

—Eso íbamos a hacer—, Sammy respondió.

— ¿No crees que debería quedarse con la familia?—, Jack preguntó.

Sammy negó con la cabeza. —Su casa va a ser el primer lugar en que la
busquen. Está más segura en el rancho Blaecleah. Pa tiene un arma.

Jack elevó las cejas. — ¿Honestamente crees que vaya a necesitarla?

Sammy sólo le miró fijamente.

—De acuerdo—. Chester rió y chocó los hombros con Jack cuando se
sonrojó. —Os seguiremos.

— ¿Cómo supisteis que estábamos aquí?—, Sammy no había llamado a


nadie ni contestado el teléfono a propósito. Contra menos supiese Jack,
menos podría decir a la familia sobre dónde estaban Sammy y Phoebe.

—Alguien nos mandó un mensaje con la información de vuestro vuelo.

— ¿Quién?—, Sammy preguntó.

Jack se encogió de hombros. —No tengo ni idea. Era un número privado.

— ¿En serio?—, ¿Quién más sabía que habían tomado un vuelo a Cade
Creek? Sammy miró a su alrededor, de repente temiendo que les hubiesen
seguido. Hasta que pudiese tener todo el papeleo en orden, Phoebe estaba
en peligro de ser arrastrada a Boston a una vida que no se merecía.

Sammy estaba determinado a que Phoebe y su bebé tuviesen una


oportunidad en la vida. No una planeada por sus familias. —Tenemos que
irnos.

—Puedes venir conmigo—, Hank dijo cuando se puso delante de Sammy.

—Oh no—. Sammy negó con la cabeza enérgicamente. —Voy con


79
Phoebe…

Sammy se quedó con la boca abierta cuando vio el coche de Ruben y Elijah
alejarse con Phoebe dentro.

—Se reunirán con nosotros en el rancho—, Hank dijo.

— ¡No!—. No iban a poner a Sammy en una posición donde tenía que estar
al lado de Hank. Podría haber estado demasiado sorprendido para parar al
hombre cuando le besó al llegar, pero eso fue entonces y esto era ahora y…
Sammy apretó los dientes cuando vio alejarse el coche de Jack y Chester,
dejándole con Hank y su único medio de transporte. —Bien, vamos, pero
no toques.

—No prometo nada.

—Nunca lo haces—, Sammy gruñó cuando se dirigía a la camioneta, y


abrió la puerta. Antes de que pudiese subir, fue agarrado y girado,
quedando presionado en la puerta.

—Cometí errores, Sammy. Los dos lo hicimos. Y ocurrieron cosas de las


que no sabes nada—. Sammy nunca había visto tal ira en la cara de Hank
antes y no estaba seguro de querer verla de nuevo. —Te pido que me des el
beneficio de la duda y escuches lo que tengo que decir antes de que
rechaces lo que posiblemente sería la más grande historia de amor en la
historia de la humanidad.

La respiración de Sammy era temblorosa cuando inhaló pero no tanto como


sus piernas. Tenía miedo de mirar en profundidad las palabras de Hank.
Había salido dañado antes, por Hank, y casi le destruyó. No creía poder
reponerse a eso de nuevo. Se lamió los labios y susurró, —Hank…

—Por favor, Sammy.

Sammy suspiró, sabiendo que no podía negarse a la petición de Hank, sin


importar cuánto daño pudiese ocasionarle. —Sólo…sólo dame tiempo para
tratar esta situación con Phoebe y después hablaremos—. Asumiendo que
80
no saliese corriendo lo suficientemente rápido.

—Bastante justo—. Hank asintió antes de liberar a Sammy y dar la vuelta


al otro lado de la camioneta.

Sammy subió y cerró la puerta, poniéndose el cinturón de seguridad. El


silencio en la cabina de la camioneta mientras Hank conducía desde la
terminal del aeropuerto al rancho Blaecleah era asfixiante.

Sammy tuvo que inhalar profundamente varias veces hasta que sintió que
podía respirar de nuevo.

El área industrial que rodeaba el aeropuerto desapareció de la vista


mientras conducían, el campo haciéndose más prominente mientras más se
alejaban de la ciudad. Sammy empezó a sentir que le quitaban un peso de
su pecho cada vez que pasaban granjas y campos. Demasiado pronto,
dejaban atrás las granjas y se adentraban en las montañas que les llevarían
al hermoso valle que era Cade Creek.

— ¿Lo echaste de menos?

Sammy se encogió de hombros. —Más de lo que pensé.

—Cade Creek es muy diferente a Boston.

Sammy miró a Hank, confundido. ¿Cómo sabía el hombre dónde había


estado? — ¿Has hablado con Jack?

Hank se encogió de hombros. —Fui a tu casa un par de veces cuando no


devolvías mis llamadas. Me llevó algo de tiempo averiguar que te habías
mudado. Jack me informó del resto.

Sammy sintió que la lengua se le iba a pegar en el paladar. — ¿Fuiste a mi


casa?

—Necesitaba hablar contigo.

Sammy apretó los labios para evitar que se escapase la bilis que subía por
su garganta. Inspiró lentamente por la nariz y después expiró. Después de 81
apretar los puños, extendió los dedos en sus muslos.

—No parecías estar muy interesado en hablar conmigo cuando estabas en


el hospital.

—Estaba enfadado.

—No es una noticia de última hora, Hank.

Hank soltó una risita, pero fue un sonido amargo. —Dios, Sammy—.
Empujó los dedos por su pelo castaño, antes de frotarse la boca. —Estaba
enfadado contigo. Estar en la misma habitación era casi más de lo que
podía soportar.

Sammy se giró para mirar por la ventana cuando sus ojos se llenaron. No
sabía cuánto más de la honestidad de Hank podría manejar. Su estómago se
apretó como si le estuviesen rasgando desde el interior.

— ¿Recuerdas la noche que pasamos juntos?—, Hank preguntó.

Sammy tragó duro. —Sí—. Dudaba que lo olvidase jamás.

—Fue la noche más increíble de mi vida—, Hank dijo con voz temblorosa.
—Me desperté temprano en la mañana y me levanté. Quería ir a por café y
pasteles, y sorprenderte con el desayuno en la cama.

Sammy sonrió débilmente. —Me habría encantado eso.

—A mí también—, Hank respondió. —Nunca llegué a pasar de la puerta.

— ¿Por qué?—, Sammy movió la cabeza para mirar a Hank. —Cuando me


levanté, te habías ido. Ninguna nota, ni llamada de teléfono. Nada.

—Cuando estaba a punto de salir, un hombre entró en tu casa.

—No había nadie en mi casa cuando me desperté.

—Lo había cuando yo me levanté. Le agarré cuando estaba entrando y le


retuve en la pared hasta que me mostró una foto de vosotros dos juntos—.
Hank esperó un momento, sus labios más finos por presionarlos. —Dijo 82
que erais amantes y que habíais discutido, que yo sólo era un tipo en una
larga lista de tipos que habías follado cuando estabas enojado.

La sorpresa dejó a Sammy inmóvil hasta que Hank le miró.

— ¿Quién…que…no, eso no…yo nunca…

—Lo sé ahora, Sammy.

— ¿Por qué no lo hablaste conmigo?—, Sammy susurró angustiado. —


¿Por qué no me demandaste saber la verdad?

—Antes de venir a Cade Creek, estuve involucrado con un hombre.


Llevábamos saliendo cerca de tres meses cuando descubrí que no sólo
estaba casado, sino que me estaba usando para vengarse de su marido,
quien resultó ser mi superior en el departamento de bomberos.

Sammy respiró hondo. La angustia que sentía no era sólo por él, sino por
Hank también. —Estábamos destinados a fallar antes incluso de empezar,
¿cierto?

—No—. La mandíbula de Hank se endureció por un momento, un tic


temblando en su mandíbula. —No creo eso.

—Podrías haberme engañado.

—Como te dije, los dos cometimos errores. Tenemos que aprender de


nuestros errores y seguir adelante—. Hank le dirigió una sonrisa. Era una
pequeña sonrisa, pero alcanzó a sus ojos. —Lo superaremos.

— ¿Cómo?—. Las cejas de Sammy se dispararon hacia arriba cuando las


manos de Hank apretaron el volante hasta que crujió bajo sus dedos. —
¿Hank?

—Necesitamos aprender a comunicarnos, confiar en que esta relación es


algo que queremos los dos—. Hank le miró fijamente. —Y necesitamos
tener una relación exclusiva. Nadie más excepto nosotros dos.

—Uh…— A Sammy no le gustaría nada más, pero tenía que pensar en 83


alguien más. —No estoy seguro de poder comprometerme a eso—. Dejó
caer la mirada a su regazo, mirando sus dedos mientras los movía
nerviosamente. —Las cosas han cambiado, Hank.

— ¿Estás hablando de Phoebe?

—Sí.

Hank apoyó el codo en el marco de la ventanilla y se frotó los labios con el


dorso de sus nudillos. Una pequeña arruga plegaba su frente. Después de
un momento, redujo la marcha de la camioneta y paró a un lado de la
carretera. Alcanzó su bolsillo trasero y cogió su cartera, sacando una
pequeña foto, que se la pasó a Sammy.

— ¿Quién es el que está en la foto contigo?

—Mi hermano Noah—. El ceño de Sammy era más profundo que el de


Hank cuando alzó la mirada. — ¿Por qué tienes una foto de mi hermano?

—Esa es la foto que sacó el hombre que irrumpió en tu casa ese día—.
Hank clavó el dedo en la fotografía. —Era el mismo hombre de la
fotografía. Es quien me dijo que erais amantes.

Sammy se estremeció por la simple idea. — ¡Oh, infiernos, no!

Hank rió mientras conducía el coche de nuevo a la carretera. —Sí, no lo


descubrí hasta que estuve de pie en el salón de Chester y Jack, esperando
para ir al aeropuerto para poder volar a Boston y evitar que te casases.

— ¿Ibas a venir a Boston?

—Desde luego—. Hank dio un guiño a Sammy. —No podía permitir que
alguien más que yo se casase contigo.

— ¿Quieres casarte conmigo?—, Sammy se dio cuenta de que había


chirriado, pero no pudo evitarlo. Nunca en su más salvaje imaginación
pensó que Hank querría casarse con él.

—Bien—. Hank rió. Era un sonido nervioso. —Creo que necesitamos 84


conocernos un poco mejor primero, pero el matrimonio no está fuera de las
posibilidades en el futuro. Asumiendo que no te hayas casado con alguien
más.

—No lo estoy—, Sammy dijo rápidamente. —Quiero decir, no a menos


que…bueno, si las cosas entre nosotros…me refiero…—, Sammy llevó la
cara a su mano, gruñendo de frustración. —No sé lo que quiero decir.

— ¿Significa que tenemos una oportunidad?

—Sí—, Sammy suspiró cuando levantó la cabeza y miró al hombre con que
había soñado durante meses. — ¿Pero una oportunidad en qué?

Hank sonrió como si tuviese todas las respuestas del mundo. —De
comenzar algo.

85
Capítulo 8

Hank podía sentir la mirada de Sammy en él cuando entró al camino que


conducía al rancho Blaecleah. Hasta que él y Sammy pudiesen sentarse y
hablar, sólo ellos dos, no había mucho más que pudiese decir al chico.

Quería a Sammy en su vida. Necesitaba a Sammy en su vida. Y estaba a


punto de perderlo. Necesitaba algo que balancease las cosas en su
dirección, que Sammy le buscase para pedir ayuda en vez de a otros.

Hank aparcó la camioneta al lado del coche de Jack y apagó el motor.


Apoyó sus brazos en el volante y se giró para mirar a Sammy. —Entonces,
¿qué ocurre ahora, Sammy?

—Tengo que ayudar a Phoebe, Hank.

— ¿Casándote con ella?

Sammy se encogió de hombros. —Phoebe no quiere casarse conmigo más


que yo quiero casarme con ella. Sólo que estamos atrapados en una
situación de la que nos está costando salir adelante.

—Déjame ayudar.

Los labios de Sammy se curvaron. — ¿Quieres casarte con Phoebe?

—No, pero tampoco quiero que lo hagas tú.

— No lo planeaba.

Hank se giró y miró por la ventana frontal de la camioneta. Su garganta se


sentía apretada. —Si…si no vas a casarte con ella, ¿Qué vas a hacer?

—Eso, no lo he decidido todavía, pero espero que los Blaecleah puedan 86


ayudarme. Phoebe y ese bebé necesitan estar tan lejos de mi familia como
puedan.

—Cade Creek está bastante lejos de Boston.

—Mis padres y el padre de Phoebe deberían estar aquí en algún momento


de los próximos días, tan pronto como descubran que salí de Boston con
ella.

— ¿Por qué?—, Hank preguntó. — ¿Qué le importa a ellos?

—Tardé un tiempo en recomponer todas las piezas. Tuve que hacer algo de
investigación, pero reuní pistas con Phoebe, y junto a un montón de
espionaje a mis padres, lo que descubrí me pone enfermo.

—Cuéntame, bebé. Tal vez pueda ayudar.

—Aparentemente, mi padre y el padre de Phoebe hicieron algún tipo de


pacto cuando éramos niños para unir nuestros linajes y construir un gran
imperio. Jenna se casaría con Noah y yo con Phoebe. Noah llevó a cabo su
matrimonio, pero yo me declaré gay antes de que pudieran casarme con
Phoebe. El padre de Jenna entró en cólera. Amenazó con demandar a mis
padres por incumplimiento de contrato si no conseguían el nieto que se les
prometió.

— ¿Fue ahí cuando Noah la embarazó?

Sammy asintió. —Su mujer Jenna fue a él con algún plan estúpido para que
Noah dejase embarazada a Phoebe porque Jenna no puede tener niños.
Pensaba que si Phoebe daba a su padre un nieto, pararía el pleito y
compartiría la riqueza, por así decirlo.

La lamparita que se había apagado para Hank, bien podría haberle


explotado en frente de su cara. La respuesta a por qué estaban en el rancho
estaba frente a él. —Por eso quieres hablar con los Blaecleah, porque han
pasado por esto con la abuela de Alani.

—Sí. 87
— ¿Y qué esperas que ocurra?—. Esa podría ser la pregunta más
importante.

—Phoebe y el bebé necesitan estar en un lugar seguro donde ni mi familia


ni la suya puedan llegar a ellos. Ese bebé necesita crecer rodeado de gente
que le ame y le quiera, no gente que quiera usarle porque una dos linajes.

—Aquí está mi pregunta—, Hank dijo. — ¿Por qué importa eso? ¿Y qué si
el bebé combina las dos líneas de sangre? ¿A quién mierda le importa?

—Mi padre y el padre de Phoebe eran mejores amigos mientras crecían.


Cando mi madre apareció, los dos se enamoraron de ella. Mi madre eligió a
mi padre. El padre de Phoebe enfureció. Para aplacarle, mi padre accedió a
este estúpido pacto para que nuestras líneas familiares se convirtieran en
una, tal como habría ocurrido si el padre de Phoebe se hubiese casado con
mi madre en vez de mi padre.

— ¿Tienes idea de lo loco que suena eso?

Con los ojos bien abiertos, Sammy asintió. —Oh, sí.

— ¿Cómo se vio Phoebe envuelta en esto?

—No habla mucho de lo que ocurrió entre ella y Noah, pero tengo la
impresión de que tuvo un enamoramiento con él durante bastantes años.
Cuando comenzó a mostrar interés en ella, y a Jenna no pareció importarle,
Phoebe pensó que Noah iba a divorciarse de Jenna y fugarse con ella. No
fue hasta después de que se quedase embarazada que Phoebe descubrió que
Noah estaba haciendo esto para complacer a su mujer.

—Dios—. Hank negó con la cabeza, su corazón doliendo por la pobre


chica. —Tu hermano es un capullo.

—Sí—. Sammy suspiró y miró el exterior a través de la ventana. —Sólo


espero que no sea genético o ese bebé no va a tener una maldita
oportunidad.

88
Hank se sentó allí alucinando mientras escuchaba a todo el mundo discutir
la situación concerniente a Phoebe y Sammy y lo que pensaban que debían
hacer. Se oían voces sobre otras voces, dando todos su opinión.

Todos excepto Phoebe.

Hank se levantó y fue a donde Ma estaba sentada, tejiendo algo verde. —


¿Sería posible conseguir un poco de té para Phoebe y quizás un sitio
tranquilo para que se siente? Parece un poco abrumada.

—Sí, por supuesto.

Hank dio un paso hacia atrás cuando la mujer mayor se puso de pie. La
siguió a la cocina, se cruzó de brazos y se apoyó en el mostrador mientras
la observaba calentar una cazuela con agua.

— ¿Qué opinas de todo esto?

Ma le miró mientras sacaba un par de tazas del armario. —Creo que


algunas personas no se merecen tener niños.

—Aunque es agradable que pienses eso, me refería a su padre. Tenía el


deber de proteger a su hija, no usarla como una yegua de cría—. Ma negó
con la cabeza, y regresó a preparar el té.

—Lo que han hecho a esa pobre niña es inadmisible. Deberían


avergonzarse.

—Quiero ayudar pero no sé cómo.

Ma arqueó una ceja. — ¿Y por qué quieres ayudar?

Hank se tomó un momento para pensar con cuidado sus palabras. Sabía por
experiencia que mentir a Ma estaba fuera de cuestión. La mujer sabía de
alguna forma cuando alguien no estaba diciendo la verdad. Pero tampoco 89
sabía si le convenía contarla toda la verdad.

—Necesita ayuda.

—Cierto—, Ma asintió.

—Y un lugar seguro para criar a su niño.

—Cierto—. Ma asintió.

—Cade Creek sería perfecto.

—Cierto de nuevo—, Ma dijo.

Hank suspiró. —Y Sammy sería feliz.

Ma sonrió finalmente. —Y tú quieres que Sammy sea feliz.

Hank apoyó la parte de atrás de su cabeza contra el armario. —Dios, sí.

—No uses el nombre del señor en vano, Hank.

Hank sonrió, mirando hacia abajo a la mujer. —Sí, Ma.

Ma alcanzó una toalla para las manos y se las secó. —Y, ¿cómo podemos
ayudar a que tu Sammy se asegure de que Phoebe esté segura?

—No es mi Sammy—, Hank protestó, aunque fuese un débil intento.


Planeaba que Sammy fuese suyo tan pronto como pudiese arreglarlo.

— ¿Quieres que lo sea?

Hank hizo una mueca cuando su estómago se revolvió. —Más que


respirar—, susurró. —Pero la fastidié y lo hice a lo grande. No estoy
seguro de que haya una solución para esto en la que Sammy termine
perteneciéndome.

—Bien, te diría que Sammy es su propio dueño y que no pertenece a nadie,


pero sé a lo que te refieres con tus palabras. Si este asunto con Sammy
tiene que ser, será. Si no tiene que ser, no será, y ningún tipo de súplica por
tu parte cambiará eso. 90
—Entonces, ¿qué hago?—. Suplicar sonaba malditamente bien para él
ahora mismo.

Ma le dio una brillante sonrisa y se giró a quitar la tetera del fuego,


apagando el encendedor. —Creo que depende de ti y de Sammy.

Maldita sea.

—Sin embargo, si dependiese de mí, haría todo lo que estuviese en mis


manos para apoyar al hombre que quiero como mi pareja, aunque no
estuviese de acuerdo con ello.

El estómago de Hank se apretó. —No estoy seguro de poder ver a Sammy


casarse con otra persona.

—Si eso es lo que elige, puede que no tengas elección.

Hank apoyó la parte de atrás de la cabeza en el armario detrás de él,


mirando fijamente sin rumbo al techo. ¿Podría quedarse y ver a Sammy
casarse con Phoebe? Sammy le dijo que no planeaba seguir adelante con el
matrimonio con la mujer, pero eso podía cambiar si… Hank se puso
inmediatamente de pie cuando la dirección de sus pensamientos le
golpearon. Sammy sólo se casaría con Phoebe si no tenía otra elección.

Por lo que Hank necesitaba darle otra elección.

Hank sonreía abiertamente mientras se inclinaba y daba un beso en la


mejilla a Ma. —Gracias.

Ma sonrió. —De nada.

Le había dado su opinión.

—Ahora, ve a por Phoebe y tráela al comedor. Llevaré el té y algunas


pastas que trajo Chester.

—Sí, Ma—. Había un poco más de energía en Hank cuando regresó al


salón. Todos seguían hablando y la pobre Phoebe parecía querer esconderse
bajo el sillón. Hank fue directo hacia ella y se agachó, lo bastante cerca 91
para no tener que gritar para que pudiese escucharle.

—Srta. Phoebe, ¿le gustaría unirse a mí en la otra sala para tomar té?

El alivio en su cara dijo a Hank que había tomado la decisión acertada.

—Sí, gracias.

—Coge mi brazo y te ayudaré a levantarte—. Hank se puso de pie y luego


se aseguró de mantener su brazo rígido mientras ayudaba a Phoebe a
levantarse. Hank deslizó su brazo por su cintura, estabilizando a la mujer.
Cuando se giró, la habitación entera estaba mirando a los dos. — ¿Celosos
por no pensar primero en ofrecer té a una hermosa mujer?

Phoebe se rió, haciendo a Hank sonreír. Le dio una palmada en la mano


que había envuelto en su brazo y acompañó la mujer pesadamente
embarazada al comedor. Justo en ese momento, Ma entraba con una
bandeja cargada con té y un plato con pastas que hizo babear a Hank.

—Pensé que podrías necesitar un poco de paz y tranquilidad—, Hank dijo


mientras ayuda a Phoebe a sentarse y después cogió la que estaba al lado de
ella al final de la mesa.

Phoebe le miró desconcertada. —Sí, gracias.

Hank sonrió ante su confusión. — ¿Te ha hablado Sammy de mí?

—Mencionó a alguien, pero no me dio un nombre—. Phoebe se encogió de


hombros. —Podrías ser tú.

—Lo era—. Y Hank no podía estar más contento por eso. Significaba que
Sammy estaba pensando en él cuando se separaron. —Sammy y yo
tuvimos una breve relación antes de que se marchase a Boston—. Hank
inspiró calmadamente. —Y espero que volvamos a tener una relación de
nuevo ahora que está en casa.

Phoebe no dijo nada. Sólo continuó mirando fijamente a Hank, sus ojos
ilegibles.
92
—Por lo que necesito saber cómo asegurarme de que estés segura y
cuidada para que Sammy sea libre y pueda estar conmigo—. Hank rogó no
sonar como un completo idiota, pero quería que todo saliese a la luz. —
¿Cómo podemos hacerlo?

— ¿No me odias?—, Phoebe susurró, y Hank supo que estaba tratando con
alguien mucho más inocente de lo que había pensado en un principio.

—No, Phoebe—. Hank puso su mano sobre la suya más delicada, y la


estrechó delicadamente. —Sammy cree que eres maravillosa y confío en él.
Si dice que necesitas nuestra ayuda, la tendrás.

Los rizos rubios de Phoebe se movieron por su cara cuando ladeó la


cabeza. — ¿Por qué?—, preguntó. — ¿Por qué te importa? Soy una extraña
para ti.

—No lo eres para Sammy.

Cuando Phoebe se quedó en silencio mirando sus manos, Hank decidió


darle un momento. Cogió una taza, y preparó dos tazas de té, dejando una
frente a Phoebe. Cogió un platillo y puso un pastel en él, dejándolo frente a
Phoebe también.

—Sé de buena fuente que Chester hizo estos pasteles.

— ¿Chester?

— El primo de Sammy es mi jefe, el jefe de bomberos, aquí en Cade


Creek. Se llama Jack. Chester es el marido de Jack, y es un chef de
primera. Hace todos estos maravillosos pasteles para el Kafari´s Koffe
Korner.

—Jack y Chester…—, Phoebe arrugó la frente mientras echaba un vistazo


hacia atrás al salón. —Los conocí, ¿verdad?

—Sí. Jack es el tipo alto con pelo castaño rizado y Chester es el chico
delgado pegado a su lado.

Phoebe rió, con una sonrisa en sus labios cuando se giró. —Es un modo de 93
describirlos.

— ¿Me dejas que te pregunte algo, Phoebe?—, Hank dijo. —Si pudieses
imaginarte el mejor desarrollo de la situación, ¿cómo sería?

Phoebe suspiró profundamente como si tuviese el peso del mundo sobre sus
hombros. Sus ojos cayeron a la taza de té que sostenía entre sus manos
delgadas. —Quiero criar a mi hijo sin toda la presión que mi familia puso
en mí. No quiero enviarle a un internado ni a un colegio privado ni hacerlo
ir a un baile de debutantes. Quiero que juegue en el parque, y que se
ensucie y tener que castigarle porque haya empapelado la casa de alguien.

Hank rió. —Será mejor que el sheriff no te escuche decir eso.

—Te haces a la idea, sin embargo, ¿verdad?

—Sí. Quieres que tenga una infancia normal.

—Para ser honesta, no sé lo que es una infancia normal. Crecí siendo la


hija de Desmond Carson. En los círculos de mi padre, eso significa algo. Se
esperaba de mí que fuese la más lista, la más bonita, el mejor
comportamiento. Nunca se me permitió ser simplemente una niña.

—Y quieres que tu hijo sea un niño.

—Sí.

—Y, ¿Cómo hacemos que ocurra eso, Phoebe?—, Hank preguntó. Lo que
la mujer quería para su niño le sonaba malditamente bien a Hank. Era
simple en realidad. Amaba a su bebé y quería sólo lo mejor para él. Sólo
necesitaban averiguar cómo conseguirlo. — ¿Cómo hacemos que tu hijo
sea sólo un niño?

—Para empezar no dejes que mi padre pueda llegar a él—. Phoebe suspiró
y se inclinó hacia atrás en su silla. —Me enviaron a escuelas buenas, y me
hicieron socializar con la gente adecuada. Cada momento del día estaba
programado, decidiendo quienes eran mis amigos y con quién podía salir.
Mis deseos nunca se tomaban en cuenta, no es que alguna vez se me 94
ocurriese expresarlos. El disentimiento no estaba permitido en las filas—.
Su cara tomó una mirada severa. —Era una Carson, maldición, y era
malditamente mejor que me comportase como tal.

— ¿Actuando como tu padre?

La cara de Phoebe se sonrojó. —Sí, más o menos.

—Tengo la impresión de que la familia de Sammy no es mucho mejor.

Phoebe resopló. —La familia de Sammy es un calco de mi familia. La cosa


más inteligente que pudo hacer fue elegir ser enfermero en vez de doctor.
Le expulsaron tan rápido de la familia que no dio tiempo a que se asentase
el polvo antes de que convirtiesen su cuarto en una habitación de invitados.

—Pero le trajeron de vuelta al redil bastante rápido.

—Sólo porque fui estúpida y permití que Noah me dejase embarazada—.


Phoebe suspiró de nuevo. Cogió el pastel y separó un trozo, llevándolo a su
boca. Phoebe gimió, como Hank sabía que haría. —Oh, mi dios, son
divinos.

—Bueno, Chester es familia ahora, así que probablemente podrías


sobornarle para que te haga más.

Con los ojos bien abiertos, Phoebe agarró otro trozo y se lo metió en la
boca. Lo que quedaba del pastel desapareció a una velocidad alarmante.
Cuando terminó, Phoebe tomó un sorbo de té y luego se recostó en su silla,
acariciándose el estómago.

—Sobornar a Chester podría ser un problema. Estoy sin blanca. Mi padre


no tiene que darme mi fondo fiduciario hasta que cumpla los veinticinco y
para ello faltan otros dos años. Toda mi vida me han enseñado a ser la Sra.
Samuel Helmond, socializar y ser una buena anfitriona en el estilo de vida
de la alta sociedad que mi padre planeó para mí. No tengo ninguna
habilidad más allá de saber escoger los complementos para cualquier cosa y
planear una fiesta complicada para doscientas personas. Ni siquiera sé
95
poner a hervir agua. En mi mundo, los sirvientes lo hacían por ti.

Infiernos.

Hank de repente quería llamar a sus padres y darles las gracias por ser de
clase media. Hubo vacaciones en familia todos los años, ropa nueva antes
de comenzar la escuela, y comida en la mesa cada noche. El dinero suelto
venía de trabajos de verano y de una asignación por hacer tareas. No tenían
que ahorrar cada penique, pero tampoco entraba a raudales. Mirando hacia
atrás, comprendió que había sido una educación bastante buena.

—Entonces, creo que lo primero que necesitamos hacer es inscribirte en


algunas de las clases de cocina de Chester. Si puede enseñarme a mí a
cocinar algo sin usar el microondas, puede enseñar a cualquiera.

— ¿A cocinar? ¿En serio?—, Phoebe preguntó. — ¿Crees que eso importa


ahora mismo? Ni siquiera tengo un techo sobre mi cabeza.

—Sabes muy bien que Sammy nunca te dejaría tirada en la calle. Así que, o
bien te quedarás con él, aquí en el rancho, o conmigo. De una forma u otra,
vas a estar bien—. Hank sonrió. — ¿Próximo problema?

Phoebe rió. Parecía tan inocente cuando se apartó los rizos de su cara. Hizo
que Hank se preguntase en qué estaba pensando el hermano de Sammy
para siquiera intentar ir tras ella. Tenía más de veintiuno, pero parecía casi
una niña.

—Brody hará un anuncio en la iglesia el próximo domingo—, Hank


continuó. —Apuesto a que antes de que termine la semana, tendrás un
cuarto completo para el niño. Sé que Sammy tiene un cuarto de invitados
en su casa y yo tengo un apartamento de dos habitaciones con un cuarto
vacío, por lo que eres bienvenida a ese cuarto si quieres. Te ayudaremos a
instalarte.

— ¿Por qué haces esto?—, Phoebe preguntó desapareciendo la sonrisa de


su cara. — ¿Por qué eres tan agradable conmigo?

Hank suspiró. —No voy a mentirte, Phoebe. Quiero que Sammy sea feliz y 96
al asegurarme de que estás bien, le hará feliz—. Dios, sonaba como un
capullo. —Eso no significa que no me importe lo que te ocurra, pero mi
principal motivación es hacer feliz a Samy.

—Gracias.

Hank elevó las cejas. — ¿Por qué?

—Por ser honesto conmigo—, Phoebe respondió, mientras pasaba su dedo


por el borde de su taza de té. —Durante los últimos meses, la única persona
que ha sido honesta conmigo ha sido Sammy. Todos los demás están ahí
para intentar conseguir algo de mí.

Sí, era un capullo. —No puedo decir que no esté exactamente en esa
categoría, Phoebe.

—Pero has sido honesto—. Otra sonrisa cruzó la sonrisa de Phoebe. —Y lo


que tú quieres no se puede comprar con dinero, ni sobornos, ni amenazas o
robos. Sólo se puede dar.

—La felicidad no se puede dar, Phoebe. Es o no es.

—Vi la cara de Sammy en el aeropuerto—. Una extraña sonrisa curvó


hacia arriba aún más los labios de Phoebe. Era como si la mujer supiese
algo que él no sabía. —Prueba a besar a Sammy de nuevo y averigua si la
felicidad no se puede dar.

Hank parpadeó un momento antes de sonreír abiertamente como un idiota.


—Podría hacer eso.

97
Capítulo 9

— ¿Podrías hacer qué?—, Sammy preguntó cuando entró en el comedor,


escuchando el final de la conversación de Hank y Phoebe. Lo único que
tenían en común los dos era él, y era un poco inquietante. A saber lo que
podrían estar hablando.

Sammy paró detrás de una silla, apoyando sus brazos en el respaldo de


madera mientras miraba a Phoebe. Le alegraba ver algo de color de nuevo
en las mejillas de Phoebe, aunque no fuese tanto color como el que llenaba
las mejillas de Hank. Y eso hizo que realmente quisiera saber de qué
estaban hablando los dos.

La ceja de Sammy se arqueó cuando tanto Phoebe como Hank se echaron a


reír. — ¿Qué?

Phoebe se movió pesadamente para salir de la silla, con movimientos


lentos. —Voy a ver si puedo encontrar un cuarto de baño.

Las manos de Sammy apretaron con fuerza el respaldo de la silla cuando


vio a Phoebe salir de la habitación. Caminaba un poco más despacio de lo
habitual. Sabía que necesitaba algo de descanso después de su largo vuelo.
No habían estado exactamente dirigiéndose a una playa en Hawai. Habían
estado escapando.

—Va a estar bien, Sammy.

Sammy miró a Hank. —Desearía poder creerte.

—Puedes—. Hank arrastró su silla hacia atrás y se puso de pie. Sammy


rápidamente dio un paso hacia atrás cuando Hank fue hacia él. Cuando
Hank siguió acercándose, Sammy siguió retrocediendo hasta que golpeó la
pared. Hank invadió su espacio personal, apoyando sus brazos a ambos
98
lados de la cabeza de Sammy.

—Hank, ¿Qué…

Sammy gimió cuando sus labios fueron capturados, la lengua de Hank


lamiendo a lo largo de sus labios. El toque de los labios de Hank en los
suyos envió una sacudida por todo el cuerpo de Sammy. Cuando la lengua
de Hank le acarició los labios una segunda vez, y una tercera, los abrió,
levantándose para encontrar el beso de Hank.

Apartando sus labios de los de Sammy, Hank le miró a los ojos. —Haré
todo lo que sea necesario para hacerte mío, Sammy. No importa si ello
conlleva traer a Phoebe a nuestras vidas, o tratar con tu familia, o escapar
contigo y Phoebe hasta que encontremos un lugar seguro. Cualquier cosa
que necesites que haga, lo haré.

—Hank, yo…—, Sammy rodó los ojos cuando Hank presionó un dedo en
sus labios.

—Lo que no voy a hacer es permitir que te alejes de mí de nuevo.

Sammy apartó el dedo de Hank. —Hank, no puedo…

—Lo sé, y te apoyaré en todo lo que necesites, pero me niego a alejarme.


Permaneceré a tu lado, incluso estaré detrás de ti y te apoyaré, pero no me
alejaré.

—No te estoy pidiendo que lo hagas, Hank—. Sammy respiró


entrecortadamente cuando acarició el pecho de Hank y sintió lo duro que
estaba. Dios, recordaba restregarse contra ese impresionante pecho y no
podía esperar a hacerlo de nuevo, asumiendo que tuviese la oportunidad de
hacerlo.

—Pero necesito asegurarme de que Phoebe esté cuidada antes de hacer algo
más.

—Lo comprendo—. Hank se inclinó hacia adelante hasta que sus frentes
estaban pegadas, su expresión seria, pero un poco salvaje, desesperada. — 99
Sólo quiero que me dejes estar contigo mientras lo haces.

— ¿Y si termino teniendo que casarme con Phoebe?

— ¿Cómo te sientes sobre la poligamia?

Sammy comenzó a reírse hasta que vio la mirada en los ojos marrones de
Hank y comprendió que el hombre hablaba completamente en serio. —
Hank, te lo he dicho. No quiero casarme.

Las cejas de Hank descendieron al fruncir el ceño. — ¿Nunca?

—No lo sé, me refiero…—, Sammy se encogió de hombros cuando Hank


sólo se le quedó mirando de ese modo, que hizo a Sammy desear haber
mantenido sus palabras para él, excepto que no quería hacerlo. Necesitaba
ser honesto con Hank si querían tener una oportunidad de estar juntos en un
futuro. —Puede que algún día, pero no en un futuro cercano.

— ¿Pero algún día?

Sammy levantó la barbilla, endureciendo su mandíbula. —Si me lo pide el


hombre adecuado.

Una lenta, y acogedora sonrisa comenzó a extenderse en los labios de


Hank. —Cuando sea el momento adecuado, te lo pediré.

— ¿Sí?—, Sammy respiraba como si su corazón bombease un poco más


rápido.

Su boca se sentía seca. Los ojos de Hank le estaban comiendo vivo,


estudiándole, recorriendo cada centímetro de su cara. Cuando Hank
acarició con sus nudillos el lado de su cara, Sammy se giró y les dio un
beso antes de alzar la vista a Hank a través de sus pestañas. —Cuando me
lo pidas, puede que diga sí.

— ¿Oh, sí?—, Los ojos marrones de Hank centellearon como dos estrellas
acariciadas por el paso del sol. — ¿Qué puedo hacer para inclinar la
balanza en mi dirección?
100
Oh hombre, esa era una pregunta cargada de implicaciones, y Sammy tenía
cerca de tres millones de respuestas diferentes, todas involucraban una
superficie plana…o una pared, el suelo, un fardo de heno, el capó de la
camioneta de Hank. Sammy no era muy exigente. Cualquier cosa serviría.
Infiernos, ni siquiera tenía que ser una superficie plana. Sólo quería la
experiencia del éxtasis de estar en los brazos de Hank de nuevo.

—Quizás podríamos…

—Sammy—, alguien llamó desde la otra sala.

Sammy gimió y dejó caer la cabeza al pecho de Hank.

El pecho de Hank retumbó mientras reía y acariciaba la espalda de Sammy.

Sammy sintió la presión de labios en la cima de su cabeza antes de que


Hank hablase. —Mantén ese pensamiento, bebé.

—Lo he mantenido durante semanas—, Sammy respondió cuando levantó


su cabeza para mirar a Hank. Supo que su creciente deseo se reflejaba en
sus ojos cuando Hank inhaló profundamente, la mandíbula del hombre
endureciéndose mientras su mirada se encendía de excitación. —Puede que
meses.

—Sí—, Hank gimió. —Diría que eso es cierto.

— ¡Sammy!—, alguien gritó de nuevo.

Rodando los ojos y con la risa renovada de Hank sonando en sus oídos,
Sammy salió del salón. Sintió el suave roce del cuerpo de Hank cuando el
hombre paró justo detrás de él, lo bastante cerca para que sus cuerpos se
tocasen.

— ¿Me llamabas?

Ruben asintió. —Creemos que tenemos un plan.

¡Ya era hora!


101
—Soy todo oídos.

Ruben estaba casi rebotando sobre su asiento. —Ma y Pa van a adoptar a


Phoebe.

Sammy lentamente miró a Phoebe, inseguro de haber escuchado bien al


hombre. — ¿Cómo te sientes sobre esto?

—No van a adoptarme de verdad, tonto.

Phoebe se echó a reír como si la idea fuese ridícula. —Tienen una


habitación extra aquí y me la han ofrecido hasta que pueda valerme por mí
misma.

— ¿Pensé que ibas a quedarte conmigo?—, Sammy preguntó.

—Sabes que el primer lugar en que van a buscarme es en tu casa, y después


en la de Chester y Jack. Mi padre y tu familia no saben nada de los
Blaecleahs. Nunca me buscarían aquí.

Phoebe se encogió de hombros casualmente, aunque Sammy podía ver la


tensión en sus hombros. —Además, doy fe de que Pa y Ma pueden ser muy
protectores con la gente de su rancho.

—Y mi Pa tiene una escopeta—, Rubén añadió.

—Ma tiene una sartén—, Elijah añadió con diversión. —Y no la da miedo


usarla.

— ¿Es realmente lo que quieres, Phoebe?—, Sammy tenía que estar


seguro.

Phoebe estaba acostumbrada a acceder a lo que los demás le decían.

Rara vez, o nunca, hizo lo que quería.

—Por ahora sí—. Phoebe asintió. Sus manos acariciaban delicadamente su


estómago como si finalmente hubiese comenzado a calmarse después de
los últimos meses. —Me gusta estar aquí.
102
— ¿Me lo dirás si cambias de opinión?

Phoebe asintió.

—De acuerdo entonces—. Sammy sintió la mano de Hank en el medio de


su espalda, y supo que el hombre trataba de mostrar su apoyo como dijo
que haría. —Aún tenemos que ver lo que podemos hacer para que un
albacea maneje tu fondo fiduciario. Un albacea puede liberar fondos para
que vivas de ellos. Según su valoración, por supuesto.

—Mi padre nunca me dará ese dinero, Sammy, y lo sabes. Lo usa para
tenerme bajo su pulgar.

—Que es por lo que tienes el derecho de solicitar a las cortes otro albacea
de tu confianza para tus fondos—, Elijah dijo cuando se puso de pie y
comenzó a pasear. —Necesitaré que firmes una declaración jurada que
acredite el hecho de que no sientes que tu padre maneje adecuadamente tu
fondo fiduciario. ¿Puedes hacer eso?

Sammy asintió cuando Phoebe le miró. Sabía que buscaba asegurarse.

—Sí—, respondió.

— ¿Cuánto tiempo crees que tardarán las cortes en asignar a otra


persona?—, Sammy preguntó. —Proveeremos a Phoebe de cualquier cosa
que necesite, pero sé que quiere ser capaz de cuidarse por sí misma tanto a
ella como al bebé.

—Desafortunadamente, este no es un proceso rápido. Muchas veces, el


sistema judicial es tan lento que parece que va hacia atrás. Podría tomar un
par de semanas o incluso un par de meses antes de que escuchemos algo.
Todo depende de lo enérgicamente que el Sr. Carson luche contra esto.

—Entonces tardará una eternidad—, Phoebe murmuró. —Nunca renunciará


al control, no voluntariamente.

—No es decisión suya—, Elijah dijo. —Una vez que Phoebe me dé poder
notarial en este caso, puedo solicitar los papeles a la corte. Depende de lo 103
que digan, no tendrá con qué rebatirme.

Sammy no tenía ni idea de asuntos jurídicos. Su campo era más sobre


fracturas y sangre. Se quedó mirando a Elijah con confusión. — ¿Por qué
importa lo que digan los papeles de la corte?—, preguntó.

—Es el dinero de Phoebe, dejado a ella por su madre cuando murió.

—No, comprendo eso—, Elijah respondió. —Pero si los papeles del fondo
fiduciario declaran que Phoebe tiene que recibir una asignación para vivir
hasta que se la entregue, lo habremos logrado. Si simplemente declara que
Phoebe debe recibir el fondo fiduciario cuando cumpla los veinticinco, sin
pagas hasta entonces, podríamos tener un problema.

Phoebe jadeó. —Pero mi padre ha estado sacando dinero durante años.

Sammy no sabía lo que significaba cuando Elijah estrechó los ojos, pero no
podía ser bueno.

— ¿Sabes para qué usó ese dinero?—, Elijah preguntó.

—No expresamente—, dijo Phoebe. —Mi padre sólo me dijo que lo estaba
usando para mis gastos de manutención, que era por lo que mi madre había
establecido un fondo fiduciario en primer lugar, para asegurarse de que
estuviese atendida.

Elijah resopló y se acercó para sentarse al lado de Phoebe en el sofá. —


¿Sabías que en cualquier momento tenías derecho a exigir cuentas sobre
dónde se gastaba el dinero y que tu padre está legalmente obligado a
proporcionarlo? Tiene que documentar donde gasta cada penique.

— ¿Y si no puede?—, Phoebe preguntó.

—Entonces está en problemas. Firmó papeles cuando se convirtió en


albacea de tu fondo fiduciario para cumplir lo que diga la ley, y proveer
documentación sobre adónde ha ido ese dinero si lo retira, es parte de ello.

Sammy ya estaba sonriendo cuando Phoebe le miró. —Así es como le


104
tenemos.

Elijah miraba de una a otro, al igual que todos los demás. —No estoy
seguro de entender—, Elijah dijo finalmente.

—Es muy simple, Elijah—, Sammy dijo. —Si gastó cada penique en
Phoebe o no, Desmond Carson no permitirá que nadie lo cuestione,
especialmente un abogado novato de un pueblucho en medio de la nada. Se
opondrá aunque se vea en una celda.

—Estaría loco para luchar contra una orden judicial.

—No podría haberlo dicho mejor—. Sammy rió. —Pero el quid de la


cuestión es que está loco. Desmond Carson se ha rodeado de hombres y
mujeres que preguntan cómo de alto cuando les dice que salten. Si no
sigues las reglas, se obsesiona locamente y no parará hasta que te destruya.
Está lo bastante loco como para gastar cada penique que tenga para destruir
a alguien que sienta que le ha insultado de algun modo.

—No es el dinero—, Phoebe dijo. —Es el respeto. No puede soportar que


le falten al respeto—. La cara de Phoebe palideció, sus ojos cayeron a su
regazo mientras agarraba el dobladillo de su camisa. —Temía regresar a
casa del internado durante las vacaciones porque sabía que si daba un paso
en falso, me golpearía.

Esto era nuevo para Sammy. Sabía que Desmond era un idiota. Nunca se
imaginó que el hombre fuese un idiota violento. — ¿Te golpeó?

—Oh, nunca donde alguien pudiese verlo—, Phoebe dijo rápidamente. —


Nunca haría que los demás pensasen que no éramos la familia perfecta.
Teníamos la responsabilidad de aparentar ante todo el mundo.

Sammy gruñó, apenas capaz de reprimir su indignación. Sintió la mano de


Hank acariciar su espalda. No podía creer lo enfadado que estaba. Su
familia podía ser opresiva y loca a veces, pero nunca le golpearon.

— ¿Mis padres lo saben?


105
—Lo dudo—, Phoebe respondió. —Realmente no hemos pasado mucho
tiempo juntos desde que mi madre murió. De hecho, no les vi más que unas
pocas veces en los pasados diez años.

—Sé que es una pregunta extraña a estas alturas—, Hank dijo, — ¿Pero
cómo te viste involucrada con Noah si no estuviste cerca de la familia de
Sammy durante años?

—Dije que no he estado con la familia de Sammy en años, pero veo a Noah
varias veces al año. Está casado con mi hermana.

— ¿Recuerdas?—, Sammy preguntó mientras miraba por encima de su


hombro al hombre. — ¿Que te dije que nuestros padres hicieron un tipo de
arreglo cuando éramos niños? Que Noah se casara con Jenna era parte de
eso.

Los ojos marrones de Hank se dirigieron a Phoebe. —Sammy dijo que


sospechaba que Jenna sabía sobre ti y Noah. ¿Es así?

Sammy no creía que fuese posible llegados a este punto, pero la cara de
Phoebe se volvió aún más pálida. Estaba tan blanca como el papel cuando
susurró, —Creo que fue Jenna quien organizó todo.

Sammy metió las manos en los bolsillos del suéter que Pa Blaecleah le
había prestado. El tiempo se volvía cada vez más y más caliente, pero las
noches aún refrescaban, lo suficiente para que fuese necesario ponerse algo
extra cuando estabas afuera.

Y ahora mismo, Sammy necesitaba ese algo extra. También necesitaba


estar unos minutos solo. Su vida estaba cambiando a un ritmo más rápido
del que podía seguir. Había sido perfectamente feliz viviendo la vida de un
sencillo enfermero en Cade Creek, teniendo citas ocasionalmente con la
106
esperanza de encontrar a alguien de quien enamorarse.

Ahora podría o no estar comprometido a una mujer que estaba embarazada


con el niño de su hermano, un niño que Noah parecía no querer. El padre
de Phoebe podría o no causarles problemas, y Hank había regresado a la
vida de Sammy, pero no sabía por cuánto tiempo o incluso si sería algo
duradero.

Estaba en el limbo.

Y hasta que viese a Phoebe establecida, seguiría en el limbo. No sentía


tener el derecho de hacer promesas a Hank cuando no sabía si iba a poder
cumplirlas. Ni siquiera podía regresar a su antiguo trabajo porque no sabía
si iba a quedarse en Cade Creek.

Sammy sentía que no sabía nada. Su cabeza le dolía de tratar de dar sentido
a todo. De ahí la razón de que estuviese parado ahí afuera en el porche de
Ma y Pa Blaecleah tratando de resolver su vida en vez de en el interior
donde estaba cálido y acogedor.

Era un idiota.

—Ey.

Sammy no necesitaba girarse para saber que Hank estaba detrás de él.
Había escuchado abrirse la puerta y luego cerrarse. Fue sorprendido por los
musculosos brazos que le abrazaron, atrayéndole contra el amplio pecho
que le calentaba desde la espalda al estómago. Se sentía bien estar abrigado
en los brazos de Hank, especialmente después de todo por lo que habían
pasado, y de lo que Sammy temía aún tenían que enfrentar.

— ¿Cómo lo estás llevando, bebé?

—No lo llevo—. Sammy rió. —Estoy muy seguro de que en este momento
estoy delirando.

— ¿Oh sí?—. La incipiente barba de Hank rozó el lado de su cara cuando


el gran hombre se arrimó más cerca. — ¿Puedo ayudar con algo? 107
—En realidad creo que eres parte del problema—. Sammy supo que sus
palabras hirieron a Hank cuando el hombre en el instante se puso rígido.
No pretendía herirle, pero tampoco iba a mentir. Estaba harto de fingir.

—Me gustaría poder decirte que todo va a ser sencillo, pero no es así. No
voy a irme, Sammy, así que vas a tener que encontrar un modo de tratar
conmigo.

Sammy tragó fuerte. Se alegraba de que Hank estuviese detrás de él. No


quería que el fuerte bombero viese las lágrimas reunidas en sus ojos.

— ¿Lo prometes?—, susurró con el aliento entrecortado.

—Sí—. Una palabra, tan simple, y sin embargo sostenía un significado tan
amplio que sacudió el corazón de Sammy. Sammy de repente necesitaba
sentir a Hank contra él, dentro de él, alrededor de él. Necesitaba sentirse
vivo y que lo que quería y necesitaba fuesen importantes.

Sammy se dio la vuelta en los brazos de Hank, mirando hacia arriba al


hombre con lo que estaba seguro era desesperación.

— ¿Me haces el amor?

— ¿Aquí?—, Las cejas de Hank se elevaron en su frente hasta el


nacimiento del pelo.

Sus palabras podrían haber mostrado duda, pero sus ojos miraban para
todas partes como si buscase un sitio donde estar a solas. —Vamos.

Sammy no tuvo elección de seguir o no a Hank.

El hombre tenía un agarre mortal en su mano. — ¿A dónde vamos?—,


preguntó mientras seguía a Hank al bajar los escalones de la entrada y
luego a través del patio.

—A algún sitio en el que pueda darte lo que necesitas.

— ¿Qué necesito?

Hank sonreía de oreja a oreja mientras le miraba por encima de su hombro 108
y tiraba de él hacia el granero. —A mí.

109
Capítulo 10

Sammy tocó el cuello de la camisa de Hank y empujó al hombre a uno de


los fardos de heno en el granero de los Blaecleah. Deslizó su mano
perezosamente por el frente del pecho de Hank a la vez que se lamía los
labios. Prácticamente podía oler la creciente excitación del hombre, los
ojos de Hank observando el pequeño movimiento de la lengua de Sammy.

Sammy no dijo una palabra y se montó sobre los muslos del hombre como
un experto jinete de rodeo. Por el deseo que podía ver ardiendo en los
profundos ojos marrones de Hank, no eran necesarias palabras. Hank sabía
exactamente lo que Sammy necesitaba.

Hank podía sentirlo en la dura polla presionando contra su culo.

Un involuntario estremecimiento recorrió el cuerpo de Sammy cuando las


grandes manos de Hank agarraron su cintura. Atrajeron a Sammy más
cerca. Su polla dolía, su necesidad creciendo cada segundo que pasaba.
Sammy sabía que si no tenía la polla de Hank en su culo en los próximos
sesenta segundos, iba a explotar sin él.

¿Y no sería eso lo más triste en el mundo?

Sammy sintió un atisbo de miedo cando su suéter de repente fue rasgado,


pedazos de tela volando en todas direcciones. Ese temor desapareció
cuando aquéllas maravillosas manos se movieron sobre su pecho,
descansando en sus pezones para agarrarlos y tirar de ellos.

La cabeza de Sammy cayó a sus hombros, y gimió. Era un sonido


ininteligible, pero totalmente nítido en su volumen. Un profundo gemido de
necesidad, la necesidad de Sammy. Hank parecía saber cuánto oprimir,
cuánto tirar, cuánta presión usar para llevar a Sammy al borde del placer. 110
Ese placer de repente le fue arrancado cuando Sammy sintió un profundo
dolor en su cabeza. Parpadeó sobresaltado, no por el dolor del agarre de la
mano de Hank en su pelo, sino por el calor que podía ver construyéndose
en los ojos marrones de Hank, volviéndolos más oscuros cada segundo que
pasaba.

Cuando Hank usó la mano que agarraba el pelo de Sammy para empujarlo
abajo entre sus muslos, no pudo evitar sonreír. Sabía lo que Hank quería.
Sammy rápidamente bajó la cremallera del hombre, atrapó su polla y la
sacó. Pudo sentir como se detuvo su corazón hasta que su mano liberó
completamente la polla de sus pantalones. Había olvidado lo grande que
Hank era. El hombre colgaba como un maldito caballo. Su polla era tan
gruesa que la mano de Sammy no podía cerrarse a su alrededor.

Sammy tragó saliva.

La mano que agarraba su pelo apretó con más fuerza. Cuando Sammy
levantó la mirada, las oscuras cejas de Hank estaban arqueadas, como si
estuviese retando a Sammy. Mirando fijamente a Hank, bajó despacio su
boca y tragó sólo la punta de la polla del hombre. Sus labios quemaban
cuando se estiraron alrededor del amplio contorno.

¡Oh, maldito dios!

Las gotas de pre semen que se reunían en la cabeza de la polla de Hank se


deslizaban por su lengua, bañandola con los más exóticos sabores que
había probado en su vida. Sammy había esperado que fuese agrio, porque
el semen de la mayoría de los hombres tenía un sabor amargo.

Hank sabía a especias.

Condimentado.

Irresistible.

Infiernos, sabía como la ambrosía de los dioses.

Sammy podía volverse seriamente adicto a chupar a este hombre en una 111
base regular. Podría incluso rogar por ello.

Rozaba su lengua por la cabeza de la polla mientras esperaba a que sus


labios se estiraran lo bastante para tragarlo. Era obvio que iba a costarle un
poco más de lo normal chupar a Hank.

Una vez que la boca de Sammy se había ajustado al tamaño de Hank, lamió
un largo camino desde la punta de la polla hasta la base y después bajó un
poco más. Sintió la mano de Hank apretar el agarre en su pelo cuando
chupó una de sus bolas dentro de su boca.

Oh sí, le gustaba eso. Sammy podía asegurarlo.

Se tomó su tiempo en chupar la otra bola dentro de su boca, rodándola


alrededor de su lengua antes de lamer los lados espesamente venosos. Para
el momento en que alcanzó la raja en la cabeza de la polla de Hank, otro
charco de pre semen se había reunido y goteaba por los lados.
Impacientemente lamió cada gota hasta que su boca explotó en sabor.

Otro largo y profundo gemido salió de los labios de Sammy mientras


tragaba despacio la vara de Hank en su garganta. Iba por la mitad de la
impresionante erección del hombre cuando tuvo que parar y respirar
profundamente por la nariz. Una vez que tenía más aire en sus pulmones,
continuó.

La lujuria que llameaba en los profundos ojos marrones de Hank cuando le


tragó hasta que su nariz estaba asentada en el vello púbico, alimentó el ego
de Sammy como nada hasta el momento. Le hizo sentir que podía
conquistar el mundo.

Quería más.

Sammy lentamente comenzó a mover su cabeza, succionando en sus


mejillas mientras movía sus labios por la gruesa polla. Quería saborear
cada centímetro mientras Hank llenaba su boca. Cuanto más subía y bajaba,
más fácil le resultaba tragarle hasta la base cada vez.

Sammy aún podía sentir las gotas del delicioso pre semen esparcidas por su 112
lengua cada vez que tragaba, y dios, era malditamente fantástico.

Cuando las bolas de Hank comenzaron a ascender apretadas contra su


cuerpo, aumentó la velocidad de sus movimientos, tragando la longitud en
su garganta cada vez más rápido, ahuecando sus mejillas cuando ascendía a
la punta.

Sammy sabía que Hank estaba muy cerca y quería que recordase esta
mamada como la mejor que había recibido jamás. Cuando su polla
comenzó a hincharse, abrió ampliamente los ojos y se silenció. Hank sonrió
y sostuvo la cabeza de Sammy en su sitio con una mano en la parte
posterior de su cabeza.

Sammy de repente no podía introducir aire en sus pulmones. Trató de


respirar por su nariz, pero estaba enterrada en el vello púbico de Hank
mientras Hank se introducía completamente en la garganta y se venía con
un fuerte y sonoro gemido.

Carga tras carga de semen disparaba en la boca de Sammy. Tragaba tan


rápido como podía, pero sentía gotas deslizarse por los bordes de su boca.
Ansiaba tragar cada gota, pero simplemente no podía. Cuando la presión en
la parte posterior de su cabeza se aligeró, Sammy levantó la cabeza, la
gastada polla saliendo de su boca con un sonoro plop, y lamió cada gota de
semen que pudo encontrar.

Cuando el Sr. Sexo listo para consumir estaba totalmente limpio, Sammy
cuidadosamente la puso de nuevo dentro de sus pantalones, pero no los
abrochó. Sammy realmente esperaba que su tiempo juntos no hubiese
terminado. Su necesidad había crecido mientras chupaba a Hank, y si no
conseguía una polla en su culo pronto, iba a gritar.

No sería una vista bonita.

Cuando de repente fue levantado del suelo e inclinado sobre el fardo de


heno más cercano, sabía que sus sueños estaban a punto de cumplirse.

Tuvo un repentino brote de temor cuando recordó lo grande que era el 113
hombre.

Iba a doler.

Los pantalones de Sammy bajaron por sus piernas de un tirón. Después


siguió rápidamente su camisa, y se quedó tumbado en la paja como una
exposición, su cuerpo desnudo excepto los zapatos en sus pies. Sus piernas
fueron separadas y Sammy sintió a Hank situarse entre ellas antes de poder
protestar.

Sammy rodó los ojos. Como si fuese a protestar.

No.

Se encontró haciendo lo único que nunca había hecho. Rogar. —Por favor.

Sí, estaba tan malditamente necesitado.

—Tengo que estirarte primero, bebé.

Las cejas de Sammy se elevaron cuando Hank sacó un paquete de


lubricante de un solo uso y un condón de su bolsillo.

—Fui Boy Scout—, Hank se quejó.

—Uh-huh.

Hank rió mientras rasgaba el paquete y derramaba una buena cantidad de


lubricante en sus dedos. Tiró el lubricante al heno.

El agudo gemido de Sammy llenó el granero cuando los dedos de Hank


entraron en su culo. Su cuerpo se puso rígido por un momento y luego se
arqueó.

Su corazón tronaba en su pecho.

Hank comenzó a empujar sus dedos en el apretado culo una y otra vez,
hasta que Sammy sintió estirarse el pequeño anillo de músculos y pulsar
contra los dedos de Hank.

—Te necesito, Sammy—, Hank susurró mientras sacaba sus dedos y se


114
colocaba frente a las mejillas del culo de Sammy. Escuchó un rasgado y un
momento después una gruesa polla presionaba en su culo, el ardor tan
intenso que por un momento, Sammy pensó que podría desmayarse. El
momento en que sintió los muslos de Hank rozar su culo, pensó que podría
saborear la polla del hombre en su garganta. Trató no estremecerse cuando
Hank se quedó quieto dentro de él.

Necesitaba que Hank se moviese, le follase, que hiciese algo. Estaba


empalado por una gigantesca vara y el hombre estaba allí quieto, sin
moverse. Estaba volviendo loco a Sammy. Su culo estaba tan ampliamente
estirado que sentía que podía partirse en dos y dolía.

El corazón de Sammy saltó a su garganta cuando sintió las manos de Hank


golpear las mejillas de su culo. Estuvo a punto de protestar. No estaba en
todo eso de los azotes. No era una de sus perversiones.

Y entonces aquéllas largas y poderosas manos le golpearon de nuevo


cuando el hombre comenzó a moverse. Cualquier protesta que Sammy
fuese a mencionar se perdió en el fuerte gemido de éxtasis que salió de su
garganta.

Cada centímetro de la masiva polla rozaba el punto dulce de Sammy


cuando el hombre salía y entraba de nuevo. Por un loco segundo, Sammy
se preguntó si la polla de Hank había sido diseñada específicamente para su
culo. Sentía que llenaba cada centímetro, como hubiese sido creado para
estimular cada nervio en su culo.

Era jodidamente fantástico, mejor aún de lo que había esperado.

Cuando sus caderas fueron agarradas y fue arrastrado hasta el borde del
fardo de heno y le alzó sobre sus rodillas, todo lo que Sammy podía hacer
era gemir. Su culo estaba siendo apaleado mientras que el hombre
aporreaba en él a un ritmo que era, francamente, asombroso. Sammy
apenas podía registrar el hecho de que Hank había salido antes de que le
invadiese de nuevo.

De repente fue levantado sobre los brazos del hombre. Entonces, Hank se 115
sentó, arrastrando a Sammy con él. Cuando su cuerpo se asentó sobre el de
Hank, la polla en su culo se deslizó aún más lejos, lo que sorprendió como
el infierno a Sammy. No creía que Hank pudiese hundirse más dentro de él.
Las piernas fueron extendidas hasta que envolvieron los muslos de Hank y
su espalda fue presionada contra el sudoroso pecho.

Todo pensamiento desapareció de la mente de Sammy cuando sintió una


mano envolver su polla. Estaba tan sensible que juraba pudo sentir un
hormigueo en sus bolas cuando comenzó a acariciarle.

Quizás fuese sudor.

A Sammy no le importaba.

De verdad.

Sólo necesitaba que esa magnífica polla no dejara de llenarle. Estaba tan
cerca que prácticamente podía saborearlo. Lo necesitaba tan enormemente.
Cada centímetro de su piel hormigueaba. Estaba sonrojado por el calor y
cada vez hacía más calor. Empezó a parecer que su interior estaba
hirviendo.

—Por favor—, rogó.

Sí, estaba rogando.

De nuevo.

No podía evitarlo. Se sentía malditamente bien. Nadie había follado así a


Sammy antes. Podía sentir su sangre bombear en su cuerpo mientras era
empalado por la polla de Hank una y otra vez, su pequeño apretado agujero
abusado gritaba en agonía al ser estirado más allá de la imaginación.

Y se sentía malditamente bien.

El fuerte grito de Sammy sacudió las vigas cuando su liberación llenó la


mano de Hank. El gruñido de Hank llenó los oídos de Sammy y el hombre
empujó su gruesa polla tan profundo dentro de su culo como podía. Nunca
116
saldría si fuese por él.

La mano de Hank acariciaba el pecho de Sammy y su trepidante jadear se


ralentizó hasta calmarse. La cabeza de Sammy cayó contra el pecho de
Hank. Sonrió cuando Hank alcanzó y apartó el pelo humedecido por el
sudor de su cara.

—Siempre te daré lo que necesites, Sammy.

117
Capítulo 11

Hank sonrió cuando Sammy hizo una mueca al subirse los pantalones. No
se alegraba de que sintiese dolor, pero seguro que estaba malditamente
orgulloso de cómo ocurrió. Aunque nunca lo admitiese, había algo
posesivo en follar a un hombre tan fuerte que lo recordaría al día siguiente.

— ¿Necesitas ayuda, mejillas dulces?

Sammy paró de abotonarse los pantalones y le miró. — ¿Mejillas dulces?

Hank se encogió de hombros, aunque mostraba una sonrisa en la esquina de


sus labios.

—Tienes que admitirlo, tienes unas mejillas muy dulces.

—Y tú puedes ser sustituido por un espacio vacío.

Hank reía cuando se acercó y atrajo a Sammy contra él. —No puedes
reemplazarme, Sammy, cariño. Nadie puede follarte como yo.

Hank deslizó su mano hacia abajo y alrededor de Sammy para agarrar una
de las mejillas del culo del hombre, dándole un firme apretón. —Nadie
puede hacerte sentir como yo.

Alardeaba, sí, pero era cierto, y los dos lo sabían. Sí, Hank podía follar
como una estrella del porno, pero más que eso, se preocupaba de Sammy, y
eso hacía la gran diferencia en el mundo.

La inhalación de Sammy era aguda, rápida. —Continúa así y nunca


saldremos de este granero.

Hank dio un beso a los labios de Sammy. —Necesitaremos más lubricante.


118
Sólo traje un paquete.

—Pensaba que fuiste Boy Scout.

—Lo fui—. Hank sonrió. —Pero incluso los Boy Scouts tienen que
reabastecer los suministros en cierto momento.

Los ojos azul cielo de Sammy centellearon de alegría, una fantástica


mirada. El estrés de los meses anteriores no había desaparecido de sus
hermosas facciones, pero había disminuido. Comenzaba a parecerse al
Sammy que había conocido hace varios meses.

—Por lo mucho que planeo tener tu polla en mi culo—, Sammy dijo, y


luego le dio un guiño y se apartó para terminar de vestirse, —podrías
querer pensar en invertir en una botella más grande.

Hank tragó, su excitación pasando de persistir a rabiosamente ardiente ante


la exploración de las pestañas de Sammy. Echó un vistazo a los fardos de
heno apilados cerca de la entrada al desván más allá del hombro de
Sammy, preguntándose cuánto tiempo podrían estar fuera de la casa antes
de que alguien saliese y comenzara a buscarles.

—Sammy,…—. A Hank se le fue la voz cuando vio una cortina de humo


ascender dando vueltas desde el borde de la pared donde había amontonado
una gran pila de heno. Dio un paso más cerca, observando, oliendo el aire.

— ¿Hank?

Podía oír la confusión en la voz de Sammy, el comienzo de la inquietud.


Simplemente no podía hacer nada sobre ello, no en ese momento.

Si estaba viendo lo que creía, y estaba bastante seguro de que era así,
entonces, estaban en serios problemas.

Hank caminó despacio por el desván hacia la pequeña columna de humo.


Contra más se acercaba, más se preocupaba. El humo se estaba
densificando, el espeso olor de algo ardiendo se estaba haciendo más
fuerte. 119
Cuando hank alcanzó la pila de fardos de heno, escuchó el inconfundible
zumbido de cuando algo se incendiaba. En un suspiro, las llamas saltaron la
pared trasera. El terror dejó a Hank inmóvil un momento antes de que su
necesidad de mantener a Sammy seguro le asaltase.

Se giró y volvió corriendo hacia la forma atemorizada de Sammy. —


¡Fuera!—. Estaría eternamente agradecido de que Donnell Blaecleah
hubiese puesto escaleras en el granero en lugar de una estúpida escalerilla.

—Corre a la casa, Sammy—, Hank gritó empujándole para que bajase más
rápido las escaleras. Tenía que sacar a Sammy del granero incendiado. —
Diles que llamen a Jack y que traiga el camión de bomberos número uno
aquí. Si el granero se incendia, va a llevarse consigo los edificios
circundantes.

—Ven conmigo—, Sammy suplicó cuando alcanzó la base de las escaleras.

Hank echó un vistazo al desván. No podía ver ninguna llama desde donde
estaba en ese momento, pero podía ver el humo. —No puedo, bebé—, dijo
cuando volvió a mirar a Sammy. —Tengo que ver si puedo apagar el fuego.

Rezaba porque nada que él y Sammy hubiesen hecho, hubiese comenzado


el fuego. Excepto joder sobre un fardo de heno, y llamear de lujuria, no
podía pensar en nada que hubiese inflamable.

— ¡Sammy, tienes que irte!

Una lágrima descendía por la mejilla de Sammy cuando se apartó,


señalando con un dedo a Hank. —Será mejor que regreses a mí, Hank
Vaught. Hemos llegado demasiado lejos para terminar así.

—Voy a estar bien, mejillas dulces.

—Te amo, Hank.

El corazón de Hank se apretó. De todos los momentos en que Sammy


podría haber dicho aquéllas pequeñas palabras especiales…—Te amo,
también, Sammy. ¡Ahora vete! 120
Esperó hasta que vio a Sammy desaparecer por la puerta y después se giró
a examinar el interior del granero. Sabía de cuando el granero había ardido
anteriormente que los Blaecleahs habían incorporado prevención de
incendios en el nuevo edificio.

Por lo que, ¿dónde infiernos estaban?

Hank localizó un grifo y un cubo. Sabía que era para dar de beber a los
animales, pero ahora mismo, podría ayudarle a extinguir el fuego, o al
menos minimizar el daño. Agarró el cubo de metal y empezó a llenarlo de
agua. Mientras que el cubo se llenaba, corrió por un lado de los cubículos y
regresó por el otro lado, asegurándose de que no había animales en el
granero.

La madera podía ser reemplazada, el ganado también, pero Hank sabía que
algunos de los chicos Blaecleah estaban muy unidos a sus caballos.

Odiaría que uno de ellos perdiese algo así.

Una vez que el cubo estaba lleno, Hank lo agarró y subió corriendo las
escaleras. El fuego no estaba ardiendo tan rápido como pensó que haría a
estas alturas, pero aún avanzaba a un ritmo constante. Hank arrojó el cubo
de agua al heno ardiendo. Apagó algunas llamas, pero no todas.

Necesitaba hacer algo más o todo el granero iba a arder.

Hank localizó unas grandes puertas dobles al fondo del desván. Miró
nuevamente a los fardos de heno ardiendo, y después a las puertas de
nuevo. Una idea comenzaba a formarse en su mente. Sabiendo que
posiblemente sería una mala idea, pero sin otra que se le ocurriese, Hank
fue corriendo a abrir las puertas. Volvió corriendo y cogió la horca de la
pared. Usando una fuerza que no sabía que tenía hasta ese momento, Hank
comenzó a empujar los fardos de heno ardiendo hacia la apertura.

Comenzó a asfixiarse por el humo a mitad de camino.

Con todas sus fuerzas, Hank tiró de sus últimas reservas y sacó los fardos
de heno por la apertura. No se le ocurrió mirar si había alguien abajo hasta 121
que escuchó gritos. Hank corrió al borde de la entrada y miró hacia abajo.
Lachlan Blaecleah tenía una manguera en la mano y estaba mojando a su
marido Asa, quien estaba sacudiendo heno humeante de su pelo.

Oops.

— ¡Sube esa manguera aquí!—, gritó. Mientras que había conseguido sacar
la mayor parte del heno ardiendo, no había podido deshacerse de todo. Un
poco de heno seco aún estaba ardiendo o humeando, y había una enorme
marca ennegrecida que subía por la pared donde las llamas habían ardido
en la madera.

Hank tosió un poco más, se giró y entró de nuevo al humeante granero.


Usó la horca para sacar tanto heno como fuese posible por las puertas,
asegurándose de comprobar que no había nadie abajo primero. Podía
escuchar las sirenas al fondo, y estaba muy seguro de que llegarían a
tiempo para encargarse de las llamas restantes o rescoldos antes de que
pudiesen hacer mucho más daño.

Sólo quería saber cómo había comenzado el incendio.

Para cuando Lachlan llegó a lo alto de las escaleras con la manguera, Hank
estaba en cuclillas junto a la pared ennegrecida observando los patrones de
las quemaduras. Podía ser sólo un bombero, pero había aprendido una o
dos cosas sobre cómo se originaban los incendios a lo largo de los años.

Cada instinto que tenía le gritaba que fue intencionado.

Hank tomó la manguera de Lachlan y mojó las secciones más peligrosas,


asegurándose de empapar todo lo que podría continuar ardiendo. Tendrían
que estar atentos ante posibles rescoldos, pero Hank estaba seguro de que
había apagado todo.

Hank pulsó el botón de la manguera para cerrarla y se giró, encontrándose


a Lachlan mirando al techo. Alzó la mirada, curioso por lo que el hombre
miraba. —Jódeme, tenéis aspersores.

—Los pusimos la vez anterior que ardió el granero—, Lachlan dijo 122
mientras bajaba la cabeza para mirar a Hank. —Deberían haberse
accionado.

— ¿Tienes una caja de fusibles?

Lachlan frunció el ceño. —Sí, por supuesto.

—Llévame a ella.

Hank dejó caer la manguera al suelo y siguió a Lachlan escaleras abajo.


Jack y Vinnie subían corriendo justo cuando él llegó a la parte inferior.
Hank les señaló el camino por el que vino. —Un pequeño incendio de
heno. Conseguí arrojar la mayor parte por la ventana, pero podrían quedar
algunos rescoldos, Vinnie. Hay una manguera ahí arriba.

El hombre asintió y corrió escaleras arriba.

—Jack, necesito que vengas con nosotros.

Jack frunció el ceño, pero les siguió.

Lachlan les condujo hasta el almacén. Dentro, señaló a la caja de fusibles


en la pared. Hank miró a su alrededor hasta que localizó un rollo de
toallitas de papel. Cogió uno y abrió la caja de fusibles.

Los cables estaban cortados.

—Este es el motivo por el que tus aspersores no saltaron cuando comenzó


el fuego.

Jack se acercó, mirando detenidamente los cables. Sacó algo de su abrigo,


un bolígrafo, y movió los cables de un lado a otro. Era imposible pensar
que se hubiesen rasgado o aflojado. Tenían un corte limpio.

—Lachlan, llama a John—. Su cara era severa cuando se apartó. —El


incendio ha sido intencionado.

123
Sammy estaba al lado de Chester mientras esperaban que sus hombres
salieran del granero. Chester posiblemente había pasado por algo semejante
antes. Sammy no. Saber que el hombre que estaba comenzando a
preocuparle más que su próxima respiración podría estar en peligro, le dejó
sin aliento.

¡Sammy quería desmayarse!

—No.

Sammy miró a Chester. — ¿Huh?

—No—, Chester dijo. —No se vuelve más fácil.

— ¿Entonces, cómo infiernos lo haces?—, Sammy preguntó. —Estoy a


punto de perder la cabeza.

Chester se encogió de hombros como si no fuese para tanto. —Le amo.

Sammy miró de nuevo hacia el granero. Estaba seguro de que se estaba


metiendo en la misma maldita boca del lobo en que Chester vivía. Sus
sentimientos por Hank iban más lentos de lo que deberían en este momento
en su relación, principalmente porque básicamente estaban comenzando su
relación. No parecía importar que ya hubiesen dormido juntos. El sexo era
sexo, pero conocer a alguien con la intención de estar juntos era algo
totalmente diferente.

Sammy amaba a Hank, pero no sabía si iba a ser suficiente. El mundo


parecía conspirar contra ellos, y estaba aterrado de que el mundo fuese a
ganar.

—Allí están.

Algo obstruyó la garganta de Sammy cuando vio a Hank, Jack, y Lachlan 124
salir del granero. No le importaba quién le viese. Cruzó el patio y se lanzó a
los brazos de Hank. —Casi me matas del susto—. Sammy suspiró cuando
los brazos de Hank se cerraron a su alrededor, sus labios presionando en la
parte superior de su cabeza.

—Oh, cariño—, Hank dijo en su pelo, —ningún pequeño incendio de


granero va a poder con este viejo bombero.

—Sé que no puedes prometer eso, Hank—. Sammy se inclinó hacia atrás
viendo cómo los hombros de Hank se hundían. —Sé que lo que haces es
peligroso. Sólo que nunca lo vi tan de cerca antes—. Sammy tragó con
fuerza. —Asusta un poco.

—Puede ser, pero tienes que saber que estoy muy bien entrenado para esto,
Sammy. Y entrenamos constantemente. Siempre está la posibilidad de que
algo salga mal, pero nos esforzarnos malditamente para asegurarnos de que
cada uno de nosotros regrese a casa al terminar nuestro turno—. Una
pequeña sonrisa curvó los labios de Hank. Acarició la mejilla de Sammy.
—Y tengo una razón muy buena para asegurarme de llegar a casa sano y
salvo.

El corazón de Sammy bombeaba un poco más rápido. Sabía que Hank


estaba hablando de él, y extrañamente, estaba bien con eso. Se apoyó
contra Hank y le agarró, temiendo que si le dejaba ir, todo a su alrededor se
desmoronaría.

Su cara se sonrojó cuando Lachlan Blaecleah sonrió mirándole. — ¿Y, qué


exactamente estabais haciendo en mi granero?—, el hombre preguntó, con
un destello de picardía en sus ojos.

Hank se echó a reír. —Nada que no hayas hecho tú antes.

Lachlan se echó a reír y enganchó su brazo en la cintura de su marido. —


No hay nada como vivir en una granja.

125
Capítulo 12

—Hey, bebé, ¿dónde quieres esta extraña mesa pequeña?

Sammy levantó la mirada de donde estaba desempaquetando libros y


colocándolos en las estanterías del salón. Hank estaba allí de pie
sosteniendo una pequeña mesa de madera con forma de media luna. —Se
llama aparador, Hank. Va en el pasillo junto a la puerta de la calle.

—Oh cierto—, Hank dijo y comenzó a alejarse con la mesa. —Recuerdo


que estaba allí.

Sammy reía mientras negaba con la cabeza. Hank había estado dentro de
su casa exactamente una vez antes de que Sammy empacase todo y lo
almacenase. Dudaba seriamente que el hombre recordara donde estaba el
baño.

Sólo habían pasado unos pocos días desde que alguien trató de quemar el
granero con ellos dentro, y excepto para ir a trabajar, Hank no se había
apartado de su lado. Por todas las cosas que le habían ocurrido los meses
anteriores, se quedó pegado a Sammy. No importaba si estaban preparando
la cena, o lavando los platos, Hank estaba allí con él.

Se habían enfrentado al drama, al peligro, y a la pesada confusión


emocional.

Hank sacaba la basura y hacía la compra cuando regresaba a casa del


trabajo. Usaba el excusado mientras que Sammy se duchaba y dejaba sus
bóxers en el suelo. Nunca aclaraba su taza de café y comía galletas en la
cama en medio de la noche mientras veía películas antiguas de Cary Grant.

Era todo felizmente normal.


126
Se despertaba arropado por los brazos de Hank, luchaba por ser el primero
en usar el baño en la mañana, y se lamentaba del hombre y se cepillaba los
dientes antes de besarle. Iba a la cama por la noche rodeado por aquéllos
fuertes brazos, normalmente después de que Hank le hubiese follado hasta
que sus ojos giraban en su cabeza.

Y Sammy no cambiaría ni un segundo de ello por todo el dinero del


mundo.

Sammy no sabía cuando se había decidido que Hank se quedaría con él, o
viviría con él, según el caso. Poco a poco, más cosas de Hank se veían por
la casa. Pero Sammy no era capaz de decir a Hank que se marchase. Era
muy feliz teniéndole allí. La verdad sea dicha, si Hank quisiera mudarse y
renunciar a su apartamento, Sammy no diría que no. Lo único que ocurría
es que no estaba preparado para admitir eso a Hank.

Puede que dentro de un par de días.

— ¿Ey, Sammy?

— ¿Sí?—, Sammy se detuvo con un montón de libros en sus manos y miró


sobre su hombro. Contuvo la respiración, como ocurría muy a menudo,
ante la vista del guapo hombre en su salón.

Hank le hacía eso, desde su pelo rizado castaño hasta sus hermosos pies.
Quitaba el aliento.

—Voy a salir a correr y coger unos sándwiches de la cafetería. ¿Quieres


alguno en especial?

—Cualquiera que tenga bacon.

Hank sonrió. —Eres uno de los míos.

—Sabía que tendríamos algo en común.

Hank meneó sus cejas sugestivamente. —Se me ocurren unas cuantas cosas
que tenemos en común.
127
Rodando los ojos, Sammy dejó los libros que sostenía en su mano en la
estantería. —Ve, Romeo, aliméntame.

El sonido de la risa de Hank le siguió al salir de la habitación. Poco


después, la puerta de la entrada se cerró. Sammy se sentía alegre mientras
cogía otro montón de libros y los colocaba en la estantería. Los pasados
diez días habían sido mucho mejor que los meses anteriores.

Lógicamente, Sammy sabía que el caos no había terminado. Aún había que
pensar en un plan a largo plazo para Phoebe y el bebé, tratar con sus
padres, y descubrir quién estaba detrás de los incendios en Cade Creek.

Pero después de pasar las últimas noches en los brazos de Hank, Sammy
estaba comenzando a pensar que podían conseguirlo. Entre el apoyo
inflexible de Hank y los deseos de ayudar de sus amigos, tenían una
oportunidad.

Sammy sonrió cuando escuchó abrir la puerta de la entrada. Cogió otro


montón de libros y fue a ponerlos en la estantería. — ¿Olvidaste las llaves?

Sammy apartó la caja vacía y se detuvo en otra, cogiendo el cúter para


cortar la cinta de embalar. Sammy se dio cuenta de que Hank no le había
respondido, lo que era inusual en el hombre. — ¿Hank?

Miró sobre su hombro y jadeó cuando vio un arma apuntar en su dirección.


Se quedó helado de miedo. —Darla, ¿qué haces aquí?—. No hacía falta
decir en voz alta que quería saber lo que la mujer hacía allí con un arma en
su mano.

—Sabía que tarde o temprano volverías aquí—, Darla respondió. —Sólo


tenía que esperar.

Sammy tragó, y su miraba se movía entre el arma en la mano de Darla y


Darla. Apenas conocía a la mujer. ¿Qué tipo de rencor podía tener contra
él? ¿Le había quitado su turno en el hospital o algo?

—Levanta.
128
— ¿Qué?

—Ya me has escuchado—, Darla dijo en una voz inquietantemente


calmada. —Levanta.

— ¿Por qué estás aquí, Darla?—, Sammy preguntó y deslizó el cúter bajo
la caja y lo empujó dentro de su calcetín antes de ponerse de pie. Quizás si
la mantenía ocupada el tiempo suficiente, Hank regresaría.

— ¿Realmente vamos a jugar a entretenerla hablando?—, Dios, estaba tan


aterradoramente calmada, como si no sostuviese un arma frente a alguien.
Era espeluznante. —Sé que tu novio va a regresar pronto. No planeo estar
aquí cuando llegue.

Bueno, mierda.

— ¿Entonces qué es lo que quieres?

—Simple, en realidad—. Darla sonrió. Realmente era muy bonita cuando


sonreía. —Quiero que mueras.

— ¿Por qué?—, Sammy preguntó mientras se apartaba de la mujer


claramente loca. — ¿Qué es lo que te he hecho?

—Alejaste a mi prometido de mí.

Sammy paró. — ¿Quién?—, Sabía que no era Hank.

—Timothy.

Las cejas de Sammy se dispararon hacia arriba. — ¿Timothy Willis?

—Sí.

Se quedó mudo de la impresión.

—Se suponía que Timothy iba a casarse conmigo. No me importaba que


quisiera mantenerte a un lado. Compartir nunca fue un problema para mí.
Podríais haber follado hasta que se os cayesen las pollas. Pero ahora tomo
el mundo sabe que mi prometido estaba loco. 129
—No tenía ni idea de que estabais prometidos.

— ¡Mentiroso!—, Darla mostró los primeros signos de ira. —Te dijo que
nos íbamos a casar.

—Me dijo que iba a casarse con una mujer—, Sammy respondió. —Ahí
fue cuando rompí con él y se volvió loco. Me dejó inconsciente y me
esposó a mi cama. Después, prendió fuego a mi casa. Nunca te mencionó
por tu nombre.

—No te creo.

—No me importa.

Darla parpadeó como si no hubiera esperado esa respuesta. — ¿De verdad


no te dijo quién era yo?

—No—. Sammy movió enérgicamente la cabeza para negar. —Nos


habíamos sentado para cenar como hacíamos cada noche y de repente
anunció que se iba a casar. Al principio pensé que me estaba pidiendo
matrimonio y luego comenzó a hablar sobre que no cambiaría nada entre
nosotros excepto que tendría que pasar menos tiempo conmigo porque
tenía un deber con su nueva mujer.

Sammy endureció la mandíbula cuando se intensificó la necesidad de gritar


a la mujer. Aún le enfurecía el dolor que había sufrido cuando se sentó en
la mesa frente a Tim y escuchó al hombre hablar sobre su boda y sobre
casarse con una mujer de la que Sammy no sabía nada. De acuerdo, sólo
llevaban saliendo unos meses, pero Sammy pensó que estaban
construyendo algo juntos.

—Le dije que se fuese y no regresara. A ti podría no importarte compartir,


pero a mí sí.

—Bien—. Darla se pasó la mano por el lado de su cabeza. —Supongo que


eso cambia un poco las cosas.

— ¿Entonces, no vas a matarme? 130


—Oh no, voy a matarte. Tengo que hacerlo. Las autoridades aún no saben
con certeza que Timothy comenzó el fuego que incendió tu casa. Si ellos
piensan que hay un incendiario en serie en Cade Creek, no tendrán motivo
para seguir reteniéndole y vendrá a casa conmigo. Planeo casarme en Junio.

Estaba tan loca como Tim.

— ¿Fuiste tú quien comenzó los incendios?

—Sí—. Lo admitió tan libremente, haciendo que Sammy se preguntase por


qué estaba tan segura de que él iba a morir y no iba a poder reportar nada
de lo que escuchó a la policía. —Pero no soy una completa perra. Nunca
incendié un edificio con alguien dentro.

—Nosotros estábamos en el desván del granero de los Blaecleah cuando lo


incendiaste.

—Lo sé, pero se suponía que tenías que morir en ese incendio. Nunca
deberíamos haber llegado a esto. Una bala es mucho más complicado de
explicar que un incendio—. Darla se encogió de hombros. —Además,
esperé a que todos los animales estuviesen fuera del establo antes de
incendiarlo.

Sammy se cruzó de brazos. —Muy amable de tu parte.

Las palabras casi se atoraron en su garganta. — ¿Sabes cuánto daño a la


propiedad has causado? ¿O cuántas personas podrían haber resultado
heridas si alguien hubiese estado dentro de uno de aquéllos edificios?

—No soy estúpida, Sammy.

Eso era debatible.

—Siempre revisé primero.

Sammy se pasó una mano por su cara. De repente estaba muy cansado de
toda esta mierda. — ¿Por qué estás tan determinada a casarte con Tim si
sabes que no te puede ser fiel?
131
—Vale millones. Su padre es uno de los cardiólogos más prestigiosos en
Boston.

—No, mi padre es uno de los cardiólogos más prestigiosos en Boston. El


padre de Tim tiene un negocio de coches usados en Wyoming.

— ¿Qué?

Sammy sonrió disimuladamente. — ¿Qué, no te lo dijo?

—Pensaba…Tim dijo que tenía dinero.

—No, yo tengo dinero. Tim vivía conmigo—. Concedido, no era


extremadamente rico, pero trabajaba duro e invirtió dinero sabiamente. Se
las arreglaba bien. Pero esto ciertamente explicaba algunas discrepancias
en su cuenta bancaria que no había llegado a comprender. —Sospecho que
el dinero que Jim gastaba para agasajarte venía de mí. A penas le daba para
sobrevivir con su trabajo.

—Oh…— La cara de Darla se volvió pálida. Tragó repetidamente, como si


tratara de evitar vomitar. —Me mintió.

—Parece ser muy bueno en eso—. Sammy sin duda alguna había pensado
que el hombre se preocupaba por él, hasta que Tim le traicionó y luego
trató de matarlo. Su capacidad para confiar en Hank después de lo que Tim
le había hecho, le sorprendía cada segundo del día, pero Sammy sabía en lo
profundo de su alma que podía hacerlo.

También sabía que necesitaba alejar el arma de Darla o no saldría con vida
de esta. Lo sentía en sus entrañas. Sólo porque la mujer de repente hubiese
comprendido que fue tan traicionada como él, no quería decir que no
estuviese loca.

—Tim te traicionó, Darla, igual que a mí y probablemente a muchos otros.


Está loco. No le importa a quien usa para conseguir lo que quiere, y cuando
las cosas no salen como le gustaría, reacciona violentamente.

Sammy tragó. —Parecido a lo que estás haciendo tú ahora. 132


Darla bajó el arma pero la sostuvo agarrada con fuerza en su mano. —La
pelota está ya en movimiento, Sammy. No creo que pueda pararla ahora.

—Sí, puedes.

Sammy tragó cuando agitó el arma por el aire. Cada músculo en tensión en
caso de que necesitase caer al suelo.

— ¿Crees que van a soltarme después de todo esto?—. Darla preguntó.

—No, pero tener problemas por prender fuego a unos graneros vacíos es
mucho mejor que ir a prisión por asesinato.

—Van a quitarme mi licencia de enfermera.

—Sí, probablemente—. Esperaba que fuese así. Una mujer que podía tan
fácilmente prender edificios y apuntar con un arma a alguien, era la última
persona que debería tratar a personas en los peores momentos de sus vidas.

—Amaba ser enfermera.

—Por lo que recuerdo, eras muy buena—. Infiernos, ¿Qué sabía él? No
trabajaban en los mismos departamentos en el hospital. Darla era enfermera
de planta. Sammy era enfermero en urgencias. Sus caminos raramente se
cruzaban. Podría haber sido una asesina psicópata y no habría sabido la
diferencia.

Oh espera…lo era.

—Dame el arma, Darla—. Sammy extendió la mano, acercándose un poco


más. —Iré contigo a la comisaría para hablar con el Sheriff Riley. Estoy
seguro de que si te entregas y admites lo que has hecho, el juez no será tan
duro contigo. Tal vez sólo te mande servicios comunitarios e indemnizar. Y
no tendrías que cumplir condena.

—Te ponen entre rejas cuando tratas de matar a alguien, Sammy.

—Bueno, técnicamente no me has matado, no aún.


133
— ¿Y qué hay del granero?

— ¿Puede que no supieses que Hank y yo estábamos en el establo?—,


Sammy sugirió. —Y dijiste que primero te aseguraste de que todos los
animales estuvieran fuera.

—No les importará, Sammy.

—Sólo dame el arma, Darla. Nadie tiene que enterarse de esto.

—No me importa que la gente sepa que he perdido la cabeza, Sammy. Deja
que me encierren por intento de asesinato—. Una risa amarga salió de los
labios de Darla. —No quiero que sepan que fui engañada tan fácilmente
por Timothy.

Sammy se ocultó tras el sillón cuando Darla le apuntó con el arma y apretó
el gatillo. La explosión fue tan fuerte que le resonaban los oídos. Cuando la
maníaca risa de Darla se movió en su dirección, Sammy cogió un montón
de libros de la estantería y se los arrojó a la mujer. Cogía cualquier cosa
que tenía a mano.

Las balas salieron con potencia, colisionando en las paredes mientras Darla
apretaba el gatillo repetidamente. Sammy no tenía ni idea de cuántas balas
había en su arma. Ni siquiera sabía qué tipo de arma era. Era ruidosa. Eso
era lo que sabía.

Sammy alcanzó y agarró el cúter de su calcetín. Sacó la cuchilla hacia


afuera y atacó a Darla. La escuchó gritar y el arma cayó al suelo con un
sonoro ruido metálico. El repentino silencio era espeluznante. Sammy saltó
a por el arma antes de que Darla pudiese hacerse con ella de nuevo, no es
que fuese a hacerlo. Se sostenía la muñeca, goteando sangre de entre sus
dedos a un ritmo alarmante.

¡Mierda!

Sammy lanzó el arma a través del suelo, empujándola lejos de los dos. No
la quería en ningún sitio en que Darla pudiese poder sus manos encima, y él
no quería hacer nada con ella. Agarró los bordes de su camisa y arrancó un 134
trozo de tela antes de atarlo alrededor de la herida abierta.

—Déjala sangrar—, Darla gritó mientras intentaba alejarse.

Sammy se acercó y golpeó a la mujer en la cara. — ¡Cállate! He tenido


suficiente—, Sammy levantó su mano a la altura de los ojos, —de gente
como tú. Estoy malditamente cansado de que todo el mundo se entrometa y
trate de cambiar mi vida sin preguntarme si quiero cambiarla.

Sammy agarró otro trozo de tela y después ató juntas las manos de Darla,
asegurándose de evitar la herida en su muñeca. Extrañamente, Darla no
forcejeó. Simplemente se sentó allí y observó como caminaba a la mesita
de café y cogía su teléfono, marcando el número de la comisaría.

—Agnes—, dijo cuando la telefonista cogió la llamada, —Soy Sammy


Helmond. Necesito al sheriff y una ambulancia en mi residencia ahora
mismo.

— ¿Problemas, Sammy?

Los ojos de Sammy se fueron a Darla y después al arma a varios metros de


distancia. —Se podría decir que sí.

135
Capítulo 13

El corazón de Hank subió de golpe a su garganta cuando rodeó la esquina


de la calle de la casa de Sammy y vio las luces parpadeantes de la
ambulancia. La camioneta del sheriff estaba aparcada a su lado. Se detuvo
en seco frente a la casa de al lado y saltó, corriendo hacia la conmoción.

Desesperadamente observaba cada cara con que se cruzaba y entró


corriendo en la casa, buscando a su amor.

— ¡Sammy!

—Hank.

Se giró, tropezando cuando casi pierde el equilibrio. Vio a Sammy sentado


en la mesa del comedor. El Sheriff John Riley estaba sentado frente a él.
Un arma estaba dentro de una bolsa para pruebas sobre la mesa frente al
sheriff.

—Bebé, ¿qué ha ocurrido?—, Hank preguntó y llevó a Sammy a sus


brazos.

—Bueno, he descubierto quien ha estado causando todos esos incendios en


la ciudad—, Sammy dijo señalando al salón.

Hank echó un vistazo por delante de Sammy a la otra sala. Otro oficial
estaba de pie en el salón junto a un paramédico. Jamie Kent, si no se
confundía. Jamie trabajaba sobre una mujer que extrañamente se parecía a
su enfermera en el hospital.

— ¿No es…

—Resulta que Darla es muchas cosas—, Sammy dijo. —Enfermera, 136


pirómana, asesina…prometida de mi ex.

Hank se quedó con la boca abierta mirando a Sammy. — ¿El mismo ex que
trató de matarte esposándote a la cama y quemando la casa?

—Sí.

Los brazos de Hank se tensaron. —Juro por dios, que voy a atarte con cinta
adhesiva a mi lado. El único momento en que pareces no meterte en
problemas es cuando estás conmigo.

Los labios de Sammy temblaron, sus ojos brillaban con diversión. —Sería
un poco difícil apagar incendios cuando me tienes pegado a tu lado.

—Estoy seguro de que Jack lo comprenderá.

Sammy rió.

— ¿Cómo puedes reír?—, Hank estaba atónito, y enfadado, pero no con


Sammy. Quería destruir a la mujer que había ido tras Sammy.

—Esta mujer ha incendiado numerosos edificios, causado miles de dólares


de daño a la propiedad. Intentó matarnos—. Hank se horrorizó cuando vio
el arma sobre la mesa. —Y si no estoy equivocado, vino aquí a terminar el
trabajo.

—Porque no estoy muerto, y tú tampoco—. Sammy inhaló tan


profundamente que sus hombros se movieron. —No estoy muerto. No estás
muerto. Y estamos juntos. No creo que pueda pedir más que eso en este
momento.

Hank negó con la cabeza y abrazó fuertemente a Sammy.

El hombre había perdido la cabeza.

137
Hank estaba bastante seguro de que había muerto e ido al cielo. En las
últimas semanas, ni una cosa había ido mal en su vida. De hecho, todo
parecía ir perfecto. Oficialmente había dejado su apartamento y se había
mudado con Sammy. No estaban hablando de matrimonio ni nada en este
momento, pero esa conversación no estaba muy lejana en el futuro. Hank lo
sabía al igual que Sammy.

Por ahora, simplemente disfrutaban de la vida.

Phoebe se había instalado en el rancho Blaecleah y estaba a punto de


estallar en cualquier momento. Tanto Sammy como Hank habían
comenzado a asistir a clases de preparación al parto con ella y Hank
realmente estaba comenzando a ponerse nervioso por el nacimiento de un
bebé que ni siquiera era suyo. Phoebe les había elegido a él y Sammy como
padrinos, y eso era suficiente para Hank.

No habían aparecido los padres de Sammy, su hermano, ni el padre de


Phoebe. Todos sabían que iba a ocurrir en algún momento, pero por ahora
estaban dejando que Elijah lo manejase por los canales legales. Si hubiese
una confrontación, prácticamente tenían a todo Cade Creek para
respaldarlos. Todo el mundo se había enamorado de la dulce Phoebe.

Sammy había regresado a trabajar, asegurándose de que su horario de


trabajo se ajustase al de Hank. Los dos estaban muy a favor de estar juntos
en casa todas las noches para cenar. Con lo ocupadas que eran sus vidas,
era el único momento durante cada día que estaban juntos, sólo los dos.

Con ese conocimiento en mente, Hank paró en el supermercado de camino


a casa desde el trabajo y recogió los artículos de la lista de la receta que él y
Sammy habían aprendido. Habían asistido juntos a un par de clases de
cocina de Chester y ahora estaban capacitados para preparar una receta sin
que el profesor revisase sobre sus hombros.

Después de comprar los alimentos, Hank se dirigió a casa. Quería saltar a la


ducha antes de comenzar la cena. Primero, apestaba a humo y suciedad.
Segundo, esperaba ponerse cómodo y pasar la tarde acurrucado con su
amante ya sea en el sillón o en la cama viendo una película o algo igual de
138
mundano.

Hank esperaba con impaciencia las tardes que pasaban en casa. Le gustaba
aprender todo lo que había que saber de Sammy, desde cómo fue su día a
cuál era su color favorito. Sammy simplemente le fascinaba, y fue así desde
el momento en que se conocieron.

Hank sonrió cuando aparcó en la entrada y se dio cuenta que había llegado
antes que Sammy a casa. Esperaba poder tener todo desempaquetado y
entrar en la ducha antes de que Sammy llegase a casa. No le importaba
compartir la ducha con Sammy, pero sabía que dos cuerpos desnudos
llevaban a cosas más interesantes y quería asegurarse de que Sammy estaba
bien alimentado antes de eso.

Una vez que los comestibles estaban desempaquetados y Hank se había


duchado, se puso unos pantalones cómodos para estar en casa y se fue a la
cocina para comenzar a cortar los alimentos. Escuchó el coche de Sammy
parar en la entrada justo cuando había terminado de trocear las cebolletas
para las enchiladas.

Hank puso las cebolletas en un bol y luego enjuagó el cuchillo y la tabla de


cortar. Se secó las manos y lanzó el paño sobre su hombro antes de ir a la
puerta de la entrada, alcanzándola justo cuando Sammy la abría.

Sammy se tambaleó al parar en seco, sus ojos abiertos ampliamente.

—Hola, bebé, ¿Cómo te ha ido el día?

Sammy sonrió. —Acaba de mejorar.

Hank rió y se inclinó para darle un beso. —Me alegra haberte ayudado—.
Cogió el abrigo de Sammy y lo colgó en el armario. Se giró y agarró los
hombros de Sammy, dirigiéndole hacia la habitación.

—Toma una ducha y ponte algo más cómodo, o nada en absoluto. No soy
exigente—. Hank sonrió mientras sus ojos hambrientos se comían a
Sammy. Incluso nada más salir del trabajo, el hombre era guapísimo. —
Casi he terminado de trocear las verduras. Para cuando salgas, debería estar 139
metiendo las enchiladas en el horno. Tendremos veinte minutos enteros
para divertirnos antes de que la cena esté lista.

La ceja rubia de Sammy se arqueó en pregunta. — ¿Qué está pasando por


esa cabeza, Sr. Vaught?

Hank le dio un guiño. —Voy a comenzar algo.

Fin

140
Nuestro agradecimiento al Staff de

Créditos

Nimaria

Aniki

Clau

Morgana

Pervy

141

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