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Artículo de investigación
*Correspondencia: poo.fernando@gmail.com
https://doi.org/10.24215/2422572Xe142
https://revistas.unlp.edu.ar/revpsi
Revista de Psicología es una publicación de la Facultad de Psicología (Universidad Nacional de La Plata, Argentina)
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Cuatro desafíos para la enseñanza de la psicología
Poó y Ostrovsky
Resumen
Criticar los saberes y las prácticas disciplinares desde una perspectiva decolonial implica
un ejercicio de revisión constante e imaginación propositiva. Quienes nos dedicamos a la
docencia universitaria y proponemos programas de estudio en carreras de psicología nos
enfrentamos a una serie de desafíos derivados de la necesidad de conjugar los
requerimientos curriculares y la pregnancia de lo heredado con la revisión constante de lo
impartido. La mirada decolonial nos permite repensar nuestra localización geopolítica y las
perspectivas asumidas. En este trabajo presentamos algunos de esos desafíos que
identificamos como un conjunto de problemas a revisar en la enseñanza de la psicología.
El primero de ellos consiste en la pregunta por la identidad, el segundo subraya el carácter
interseccional de la perspectiva decolonial, el tercer desafío se centra en el problema del
lenguaje y el último se ocupa de la tensión entre la autonomía y la dependencia académica.
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Quienes enseñamos psicología, una carrera que en Argentina ya cuenta con algo
más de medio siglo de egresados, tenemos desafíos antiguos y nuevos, y algunas
preguntas recurrentes como ¿qué tipo de ciencia es la psicología? (Vilanova, 2003).
Hay distintas inquietudes acerca de la formación de los psicólogos, algunas pueden
centrarse en aspectos concretos como el análisis de los niveles de concreción de
curriculum o las mejores estrategias pedagógicas a utilizar (Camilioni, 2018),
mientras que otras revisten el carácter de orientaciones generales como las
recomendaciones sobre la necesidad de incorporar áreas emergentes y perspectivas
críticas poco presentes en los planes de estudio y en los programas de las
asignaturas. Al respecto, este trabajo, antes que focalizarse en cuestiones técnicas
de pedagogía universitaria, se centra en preguntas que nos hacemos los profesores
a cargo de materias a la hora de elegir bibliografía, hacer determinados énfasis y
privilegiar algunos temas sobre otros. Creemos que este es un insumo necesario y
relevante, aunque no suficiente, a la hora de crear y modificar los planes de estudio
de las carreras de psicología.
Durante las décadas del 60 y del 70 surgieron críticas epistemológicas en el seno de
la psicología hacia los enfoques teóricos y metodológicos positivistas y neo-
positivistas de la disciplina que abrevaron en los cuestionamientos al positivismo
lógico como filosofía sobre la que podría construirse la ciencia. Las críticas no
fueron solo teóricas, sino que también tuvieron contenido político. Señalaban la
poca o nula utilidad práctica de la investigación psicológica y social. Estas críticas
surgieron casi de manera simultánea en el hemisferio norte como en el hemisferio
sur. Ejemplo de ello fueron la aparición de los movimientos de Salud Mental
Comunitaria en Estados Unidos, la incipiente psicología comunitaria en América
Latina (Montero, 2004) la psicología de la liberación de Martín Baró (2006) o la obra
pedagógica de Paulo Freire (1970).
A comienzos de la década del 80, la caída de los grandes relatos teórico-
epistemológicos que articularon gran parte del siglo XX cristalizó en propuestas
John Lennon
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del poder teorizada por Aníbal Quijano, la colonialidad del saber de Edgardo Lander
y Walter Mignolo y la colonialidad del ser postulada por Nelson Maldonado Torres
para introducir la colonialidad del género (Lugones, 2011). Desde su perspectiva, no
puede haber decolonialidad sin decolonialidad de género. Todas las formas de
colonialidad están entretejidas de tal manera que resultan inseparables la clase, la
raza y el género. Las categorías dominantes homogéneas, monádicas,
impermeables, funcionan como organizadoras de lo social, no como capas que se
van sumando, sino como coágulos de determinaciones que van complejizando y
creando subalternidades. El género, desde la mirada decolonial, no estudia una
relación unívoca de poder entre “mujeres” y “varones”, sino relaciones de poder
entre “mujeres” y “mujeres” y entre “varones” y “varones” mostrando relaciones de
poder intercategoriales. Bajo esta perspectiva, ser subalterno significa tanto ser una
persona inferior en posición o categoría como situarse por debajo en términos
económicos, sociales y políticos. Refiere tanto a la identidad como a dónde se está,
razón por la cual los sujetos subalternos ocupan una localización inferior, abyecta,
anómala que obstaculiza que su voz sea escuchada dentro del discurso dominante
(Almendra, 2014; Asher, 2019). De esta forma, las teorías decoloniales se han
enriquecido en la intersección con los estudios de género para poner en evidencia
que el sesgo existente en el discurso colonizador es tanto imperialista como
patriarcal. La confluencia de cada uno de los sistemas de dominación que atentan
contra la diversidad y pluralidad de valores condena a los sujetos desplazados a no
tener historia, ni conocimiento, ni voz propia.
Enseñar psicología desde una perspectiva decolonial teniendo en cuenta la
insterseccionalidad de las categorías que usamos consiste en criticar, junto a la
colonización científica, los sesgos patriarcales, sexistas y heteronormativos que
presentan bajo la apariencia de universalidad o neutralidad los textos que
trabajamos en nuestras asignaturas. Consideramos que no debería ser una capitulo
separado, como “la unidad de género”, o la “unidad decolonial” sino un modo de
abordar cualquier objeto de conocimiento que mostremos. Por ejemplo, cuando en
historia de la psicología se enseña que W. Wundt buscaba conocimiento sobre la Revista de Psicología, 21(2), 116–134 | 2022 | ISSN 2422-572X
mente en general, podemos señalar que dicha generalidad se investigaba a partir de
los informes de varones blancos y occidentales, pertenecientes a la elite académica
alemana finisecular.
El lenguaje de la ciencia
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There’s nothing about English that makes it intrinsically better for science
than any other language. Science could have gone just as far in Chinese or
Swahili. But many economic and geopolitical forces made English the
dominant language of research, for better or worse.
Ante esas escenas podemos formular varias preguntas vinculadas con el rol que el
lenguaje tiene en la generación del conocimiento científico, su legitimación, y
finalmente su incorporación (o no) en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Algunas de esas preguntas pueden ser: ¿Es correcto decir que el inglés es el idioma
de la ciencia? Si es así, ¿En qué momento se volvió el idioma predominante en el
mundo académico? ¿Por qué es necesario que un tesista o un aspirante a
investigador tengan la capacidad de entender ese idioma? ¿Por qué no se pide la
misma capacidad en otras etapas de la formación de un estudiante de psicología,
más allá de los cursos o exámenes obligatorios de traducción de textos técnicos en
idioma extranjero? ¿Por qué el castellano pareciera ser insuficiente para investigar,
pero no para convertirse en psicólogo o psicóloga?
de las ciencias naturales, con un crecimiento del ruso durante las décadas centrales
del siglo pasado y un descenso marcado a partir de la década de 1980. Durante el
período estudiado, el tercer idioma en importancia era el castellano, que para el año
2005 daba cuenta de la misma proporción de publicaciones que el francés.
Como vemos, los datos parecen indicar que existe un giro monolingüístico en las
ciencias (al menos las naturales), desde un reducido plurilingüismo al predominio
del inglés. En este punto, es interesante tener alguna noción sobre qué ocurrió en
el caso de la ciencia psicológica. Una primera clave, al menos en el contexto de este
trabajo, está en la historia del Congreso Internacional de Psicología (Rozenzweig et
al., 2000) que tuvo lugar en Francia en 1889 en el marco de la Exposición Universal
de París. Su Presidente de Actas fue Théodule Ribot, pero la idea original fue de
Julián Ochorowicz, un psicólogo polaco que publicó en 1881 en la Revue
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investigadores cuyos trabajos estaban indexados muestra que para el año 2006 el
85% provenían de Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Canadá, Australia y
Nueva Zelanda, y el 15% restante de Austria, Alemania, Suiza, Holanda, Francia,
España, Italia, y China (Krampen, 2009). Por otra parte, según Krampen (2009), la
sobrerrepresentación del predominio de autores anglo-americanos es aún mayor en
el ISI-Web of Science. En base a estos datos el autor cuestiona la afirmación de que
esas bases de datos sean internacionales, como suelen promocionarse.
En una primera aproximación, esta somera revisión de la evidencia parece
llevarnos a responder de manera positiva a la pregunta sobre si el inglés es el
idioma de la ciencia, y, por ende, de la psicología mainstream. Sin embargo, es
necesario no sacar conclusiones de manera apresurada. En primer lugar, solo
refiriéndonos a la información revisada aquí, debemos tener en cuenta que las bases
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La formación
Otra de las preguntas que formulamos se refería a la relación entre el predominio
del inglés y la formación de los psicólogos. García (2009) señaló que entre las
carencias de la formación de los psicólogos se encuentra la baja capacidad para leer
en inglés y al mismo tiempo la baja exposición a trabajos de investigación, tanto
locales como extranjeros. En la misma línea, Moya y Di Doménico (2012)
mostraron la ausencia de literatura en otros idiomas distintos al castellano en los Revista de Psicología, 21(2), 116–134 | 2022 | ISSN 2422-572X
programas de estudios de las asignaturas del ciclo básico de tres universidades
públicas de Argentina (UBA, UNLP, y UNMdP), así como la escasa inclusión de
ponencias en congresos y artículos científicos. Esta situación parece indicar un
divorcio entre la actualidad de la disciplina, generalmente accesible en revistas y
eventos científicos, y aquello que aprenden los futuros profesionales. Podría
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2004, Vilanova, 1997; Vilanova, 2003). De acuerdo con Mignolo (2004), la relación
desigual entre las naciones, típica de la colonialidad del poder, es coherente con el
establecimiento de una jerarquía de saberes. El conocimiento científico (que
acompañó la expansión de occidente) aparece como la forma valida, objetiva, o
universal de entender la realidad. Los conocimientos autóctonos, típicamente no
científicos tienden a ser invisibilizados frente a los conocimientos presuntamente
“verdaderos” que surgen de la aplicación del método hipotético deductivo y el
contraste de hipótesis por medios cuantitativos, o a través de metodologías
cualitativas más cercanas a las aproximaciones culturalistas (Kim, 1990; Valles,
1999). Para Mignolo, la colonialidad del saber establece una jerarquía de
racionalidades: en primer lugar, la ciencia y la filosofía, como prácticas epistémicas
racionales; luego la teología, como práctica epistémica no racional; y, por último,
los mitos y la magia, como prácticas epistémicas irracionales. Los saberes
subalternos son los más silenciados en el devenir colonial del saber.
La teología no reviste interés en el marco de este trabajo, sin embargo, sí la tienen
otros saberes subalternos que se conocen en la actualidad como psicologías
indígenas (indigenous psychologies) (Kim, 1990). Parece poco probable que
podamos aprender todos los idiomas necesarios para acercarnos a las psicologías
de pueblos de África o Asia (Haslam y Kashima, 2010; Naidoo et al., 2002;
Nsamenang, 2007) o a las psicologías de los pueblos originarios de América. Frente
a esto, una lingua franca para la ciencia se presenta como una buena opción. La
demanda de habilidades lingüísticas se reduciría a conocer un solo idioma, además
del materno. Pero eso nos enfrenta con otros problemas, en nuestro caso, los que
surgen del predominio del inglés y de su vínculo directo con las epistemologías
euronorteameamericanas. Por otro lado, podríamos tomar la decisión política de
desestimar el conocimiento en inglés, pero deberíamos evitar posiciones ingenuas.
En primer lugar, es importante entender que no solo europeos y americanos del
norte escriben en inglés. En segundo lugar, debe incluirse en este análisis la
política de traducción de obras al castellano (algo que excede el espacio para este
trabajo). Luego, no ignorar que el castellano es a la vez un idioma subalterno, el Revista de Psicología, 21(2), 116–134 | 2022 | ISSN 2422-572X
idioma del conquistador, y uno de tantos idiomas indoeuropeos. Si quisiéramos
incluir los saberes de los pueblos originarios en los planes de estudio, ¿cómo
definiríamos su inclusión? ¿qué saberes ancestrales serían incluidos y cuáles no?
¿quién tendría la capacidad necesaria para transmitir esos conocimientos? ¿en qué
idioma serían enseñados?
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indígenas) buscan destacar e incluir el contexto, antes que hacerlo desaparecer. Para
estos enfoques, describir y sistematizar los procesos a través de los cuales la mente
se constituye son tan importantes como explicar y predecir (Kim, 1990). En este
caso, mente y cultura se entrelazan. Este tipo de enfoques son marginales en los
planes de estudio actuales (García, 2009; Moya y Di Doménico, 2012).
Dentro de este panorama, es necesario señalar que los sistemas de acceso abierto
como Scielo, Redalyc o Latindex han cobrado importancia en América Latina.
Entre ellos, el portal Scielo ha sido promocionado por las agencias científicas
locales, algo que ha impactado en la participación de publicaciones en ciencias
sociales en estas bases de datos. Argentina, México y Brasil, lideran las
publicaciones en América Latina, un fenómeno que Beigel (2016) designó como
centralidad dentro de la periferia. Sin embargo, en psicología, a diferencia de otras
ciencias sociales, la tendencia de los investigadores nucleados en el CONICET es
a publicar en revistas del circuito mainstream, similar a lo que ocurre en las
ciencias naturales (Gantman, 2011).
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A modo de cierre
¿Qué decisiones tomamos cuando pensamos nuestros programas, dictamos clases
e intervenimos de distinto modo en la formación de futuros colegas? Las materias
que dictamos los autores de este trabajo, pertenecientes al ciclo básico de
formación, pretenden dar una visión de conjunto de la disciplina. Cuando
decidimos los contenidos podemos reproducir una galería de autores consagrados
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señalamos? No somos optimistas. Tal vez, nuestro principal desafío (que engloba
los cuatro planteados) sea construir nuestra propia y situada versión de la
psicología en proceso de deconstrucción.
Notas
(1) Este tal vez fue el punto culminante del moderado plurilingüismo que siguió al
abandono del latín como lingua franca del conocimiento y que les otorgó a los
lenguajes nacionales un estatuto de igualdad en la comunicación del saber.
(2) En el contexto de este trabajo la figura de un polaco que enseñaba en su país
natal, pero que escribía en francés señala que las dinámicas entre los lenguajes en
los que se comunicaba el conocimiento científico estaban presentes antes del
monolingüismo o del predominio del inglés. De hecho, esa etapa podría describirse,
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apelando al uso de terminología económica, como una fase oligopólica del lenguaje
científico.
(3) El portal de acceso libre Scielo ha sido objeto de promoción y jerarquización por
parte de los organizamos de ciencia y técnica de la Argentina con el objetivo de
jerarquizar las publicaciones en castellano a la par que aumenta su visibilidad.
(4) El CONICET es un ente autárquico cuyo surgimiento fue paralelo a la
universidad. Sin embargo, durante los últimos años, las dedicaciones exclusivas a la
investigación en las universidades han disminuido y ha crecido el número de
becarios e investigadores del CONICET. Estos investigadores, a la vez, se insertan
en gran medida en las carreras universitarias. De ese modo, coinciden en el interior
de las universidades dos lógicas evaluativas (cfr. Beigel, 2010).
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