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EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS
Héctor J. M. Morrás
Ediciones
Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria
Fotos de tapa. Diferentes niveles de percepción en el estudio de los suelos.
A la izquierda, representación cartográfica en uno de los primeros mapas de suelos del país.
En el centro, perfil de suelo pampeano que se ha descripto y muestreado.
A la derecha, una muestra de suelo observada al microscopio.
LA CIENCIA DEL SUELO
EN ARGENTINA
EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS
1
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LA CIENCIA DEL SUELO EN ARGENTINA
EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS
ÍNDICE
RESUMEN ........................................................................................................... 7
ABSTRACT ...................................................................................................... 8
I-INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 9
II- EVOLUCIÓN HISTÓRICA ............................................................................ 11
II.1-SIGLO XIX .................................................................................. 12
II.1.1-Primera Época ......................................................... 12
II.2-SIGLO XX ................................................................................... 14
II.2.1-Segunda Época (1900-1940) ................................. 15
II.2.1.1-Primer período (1900-1919) ............... 16
II.2.1.2-Segundo período (1920-1939) ........... 20
II.2.3-Tercera Época (1940-1979) ................................... 21
II.2.3.1-Primer período(1940-1959) ................ 22
II.2.3.2-Segundo período (1960-1979) ........... 23
II.2.4-Cuarta Época (1980-?) ........................................... 29
II.2.4.1-Primer período (1980-2000?)............... 29
II.2.4.2-Segundo período: >2000? El futuro .. 35
3
IV-ESTADO ACTUAL DE LA CIENCIA DEL SUELO EN ARGENTINA ......... 49
IV.1-La evolución y la situación actual de acuerdo a los
Congresos de la AACS .............................................................. 49
IV.2-Discontinuidad temporal y concentración espacial ............. 52
IV.3-Los recursos destinados a la investigación en suelos .... 54
IV.4-Los recursos humanos. La educación en Ciencia del Suelo 55
IV.5-Relación con otras Ciencias y entre subdisciplinas.
Yuxtaposición de perspectivas ................................................. 59
IV.6-Los problemas a superar. Algunos ejemplos
ejemplificadores ....................................................................... 60
IV.6.1-El modelo conceptual “la Pampa”: la
simplificación de la realidad ...................................... 61
IV.6.2-La heterogénea fertilidad de la Pampa.
Olvido y redescubrimiento ......................................... 62
IV.6.3-Las inundaciones en la Pampa. Los
conocimientos en la biblioteca ................................... 63
IV.6.4-La Siembra Directa. El modo de actuar
“detrás de los acontecimientos” ............................... 65
IV.7-Enseñanzas derivadas de los ejemplos .............. 66
4
V.2.3.1-El concepto de
multidimensionalidad y el análisis
estructural ...................................................... 77
V.2.3.2- Comprensión del rol y del
funcionamiento del suelo ............................. 78
V.2.3.3- Evaluación y conservación
integrada de los recursos del ambiente ....... 80
V.2.3.4-Integración de los conocimientos
básicos y las prácticas agronómicas ............. 82
V.2.3.5-Actitudes y estrategias de la
comunidad científica .................................... 85
VI-CONCLUSIONES ........................................................................................ 87
BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................... 89
5
LA CIENCIA DEL SUELO EN ARGENTINA.
EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS
Héctor J. M. Morrás,
INTA-CIRN, Instituto de Suelos,
(1712) Castelar.
hmorras@cirn.inta.gov.ar
RESUMEN
7
ABSTRACT
8
I-INTRODUCCIÓN
9
análisis de la situación actual como de la prospectiva se mantienen en
un nivel alto de generalización, que requerirá para cada caso una
profundización a nivel de detalle.
La presente versión del trabajo es esencialmente similar a la edi-
tada en formato electrónico en las Actas de dicho Congreso de Puer-
to Madryn, a la que se le han efectuado algunos agregados y correc-
ciones, y se le han incluído diversas figuras.
10
II-EVOLUCIÓN HISTÓRICA
11
producen normalmente de manera progresiva. En consecuencia, tan-
to por la existencia de ciertos momentos con hechos relevantes, por
un lado, como por la facilidad para el análisis y memorización por
otro, proponemos una división de esta historia en períodos de veinte
años. Además, y dado que estamos en el ámbito de la Ciencias Natu-
rales, nos parece que también es posible asociar esas etapas con las
etapas de desarrollo de los seres vivos superiores, en particular el
Hombre.
II.1-SIGLO XIX
II.1.1-Primera Época
12
estudios de suelos. Así, en un discurso en la Cámara de Diputados
apoyando la creación de la Oficina de Tierras y Colonias dice: ”Noso-
tros gastamos una gran suma de dinero en agrimensores que esploren
y mensuren los terrenos situados al Oeste del meridiano 5° de Buenos
Aires. Sin embargo, señor Presidente, estas operaciones no tendrán
todo el resultado que de ellas podría esperarse, porque no se ha agre-
gado a los agrimensores el botánico, el zoólogo y el mineralogista,
quienes han de examinar y constatar la riqueza de los terrenos
esplorados. La oficina de Tierras puede completar el trabajo de los
agrimensores haciendo estudiar los terrenos mensurados por el botá-
nico, el zoólogo y el geólogo que le votemos en este presupuesto.”
En otro sitio, referido a cuáles son los criterios que deben guiar
la ubicación de las colonias, Zeballos (op.cit.) dice refiriéndose a las
“tierras”: “¿Es acaso necesario indicar la importancia de la elección
de este elemento de producción cuando se trata de fecundarla con
los otros dos elementos de aquella: el capital y los brazos?... Las tie-
rras deben ser clasificadas metódicamente con arreglo a sus aptitudes
de producción, según su composición química y los climas...”. Dice
luego: “Además de la clasificación y estudio general de las tierras
colonizables, es necesario hacer el estudio parcial de cada zona para
ofrecer a la inmigración en formas volantes y a la ciencia en libros
perdurables nociones completas de: I. Geología, estudio de las capas
terrestres del punto de vista de su antigüedad, formación, composi-
ción geognostica y química, aptitudes productoras, restos de la tierra
y flora prehistóricas y estudio especial de las aguas subterráneas de
las capas superficiales y artesianas..”, y describe luego los elementos
del ambiente que deben ser estudiados (flora, fauna, antropología y
arqueología, clima y descripción topográfica). Asimismo provee
Zeballos un cuadro con análisis de suelos de dieciocho colonias agrí-
colas en su mayoría de Santa Fe, que “contiene el termino medio de
varios análisis” de “publicaciones oficiales y estudios de varios quími-
cos”. (Figura 1). Estos párrafos reflejan por un lado la clarividencia de
este polifacético hombre publico que planteaba la necesidad de es-
tudiar las “tierras” desde distintas perspectivas, y por otro lado la
existencia hacia 1883 de algunos análisis de suelos de distintas loca-
lidades y, aparentemente, también algunos realizados por laborato-
rios privados.
13
Figura 1. Este Cuadro es un facsímil del publicado en el libro de E. Zeballos
editado en 1883, el que sería uno de los primeros con datos analíticos de
suelos argentinos.
II.2-SIGLO XX
El nacimiento del siglo XX constituye el inicio de una nueva eta-
pa en la Ciencia del Suelo en el país. Esta referencia temporal no es
arbitraria. Mas allá de la coincidencia con un hito cronológico y de la
practicidad para el análisis que ello implica, dos elementos, uno in-
ternacional y otro local, sugieren la utilidad de este punto de refe-
rencia.
Por un lado, sabemos que el libro de Dokuchaev sobre “el
Chernozem ruso” publicado en 1883 es generalmente aceptado como
14
el hito inicial de la Ciencia del Suelo. Sin embargo su difusión en
Occidente fue lenta. Una vía de presentación de las ideas de Dokuchaev
fueron las Exposiciones Universales en París, en 1889 y 1900. Por otra
parte, hubo que esperar las traducciones a otros idiomas occidentales
realizadas en las primeras décadas del siglo, para que las ideas del
precursor ruso fueran difundidas y aceptadas (Boulaine, 1978; Pedro,
1984; 1986). En consecuencia, a inicio del siglo la Ciencia del Suelo ya
había aparecido como tal a nivel mundial y se hallaba en proceso de
difusión.
Por otro lado, en la Argentina, en 1898 se crea el Ministerio de
Agricultura de la Nación y su primer responsable el Dr. E. Frers propo-
ne entre sus primeros objetivos realizar “el mapa de suelos de la Re-
pública Argentina”. De allí que, tras otras reorganizaciones del Mi-
nisterio, en 1901 se produce la designación de P. Lavenir, que inicia su
labor en la nueva Sección Tierras, dependiente de la División de Quí-
mica de ese Ministerio (Molfino, 1948; ISA, 1950; Gómez, 1984; Puricelli,
1996; Imbellone 1996). He aquí que el nuevo siglo se inicia con una
política de Estado claramente definida e implementada para el estu-
dio de los suelos en el país. Así, tanto los eventos internacionales
como nacionales sugieren que el nacimiento del siglo puede conside-
rarse también el nacimiento de la Ciencia del Suelo en el país, es decir
–en nuestra visión- ya como ciencia individual aunque todavía no
independiente. Diversas etapas de desarrollo tendrán lugar.
15
II.2.1.1-Primer período (1900-1919)
16
te enmarcada en una política de Estado tendiente a promover la la-
bor de colonización y desarrollo agropecuario del país. Este proceso
fue, no obstante, conflictivo lo que puede apreciarse en una extensa
bibliografía sociológica (v.g. Kusnir, 1980; Barsky et al, 1980).
Nos parece sumamente importante destacar que en este perío-
do se producen lo que entendemos fueron los primeros mapas de
suelos del país. Uno de ellos fue realizado por E. Raña (1904) sobre la
Provincia de Entre Rios, usando algunos criterios geológicos,
fisiográficos y sobre todo edafológicos, entre estos últimos tanto cri-
terios morfológicos como analíticos; de este modo el autor pudo dis-
tinguir las principales zonas de suelos de la Provincia y sus caracterís-
ticas de fertilidad (Figura 3). Un trabajo similar fue realizado por H.
Miatello (1904) sobre los suelos de la Provincia de Santa Fe, aunque
en este caso plasmado en un mapa de fertilidad por Departamento
provincial (Figura 4). Los resultados de ambos trabajos, obtenidos con
esfuerzo y métodos primitivos, han sido esencialmente corroborados
mucho mas tarde con mayores y mejores medios. También en el mis-
mo año (Huergo, 1904) se publicó una descripción del ambiente y de
los suelos, incluyendo datos analíticos, del noreste de la Provincia de
Buenos en donde se distinguieron tres áreas, una de ellas correspon-
diente a la parte norte de lo que hoy conocemos como Pampa Ondu-
lada, la segunda correspondiente a la parte sur de la misma área, y la
tercera correspondiente a los suelos al oeste del Rio Salado, es decir a
la Pampa Arenosa; en este caso el autor no provee un mapa pues
señala que “por falta de datos no podemos indicar de una manera
precisa los limites ocupados por cada tipo de tierras arables que he-
mos descripto”. En los tres casos los datos analíticos fueron obteni-
dos en el laboratorio del Ministerio de Agricultura de la Nación que
dirigía P. Lavenir.
Por otro lado, durante este período desarrollan su labor en el
país destacados geólogos y naturalistas extranjeros y argentinos que
se interesaron desde su óptica en los materiales superficiales, en par-
ticular los de la región pampeana. Una extensa lista de estos científi-
cos es citada por Ameghino (1910). Debe mencionarse también la
importante labor que inicia en este período J. Frenguelli, que contri-
buye al conocimiento del material parental de los suelos pampeanos
(Frenguelli, 1938).
Desde el punto de vista educativo, la primera cátedra sobre sue-
los (Agrología) se crea en 1912 en la Universidad de La Plata (Puricelli,
1996). No obstante es de suponer que anteriormente los conocimien-
tos sobre suelos se transmitieran en otras cátedras. Debe recordarse
17
Figura 3. Mapa de suelos de la Provincia de Entre Ríos elaborado por E. Raña
y publicado por el Ministerio de Agricultura de la Nación en 1904. La dife-
renciación de las cuatro zonas se efectuó en base a características
morfológicas, granulométricas y químicas de los suelos.
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Figura 4. Mapa de suelos de la Provincia de Santa Fe elaborado por H. Miatello
y publicado por el Ministerio de Agricultura de la Nación en 1904. Los crite-
rios de diferenciación fueron morfológicos, químicos y granulométricos, ela-
borándose por Departamento y siendo presentados como un mapa de nive-
les de fertilidad.
19
que P. Lavenir se inició en el país en 1887 como docente en Tecnolo-
gía Agrícola en el Instituto de Agronomía y Veterinaria Santa Catali-
na, y luego fue Profesor en varias cátedras de la Facultad de Agrono-
mía de La Plata (ISA,1950).
Otros comentarios y referencias sobre actividades de esta épo-
ca puede encontrarse en la publicación del ISA (1950) y en los traba-
jos de Prego, Molfino, Puricelli e Imbellone ya citados.
II.2.1.2-Segundo período(1920-1939)
El período de expansion territorial en la region pampeana para
la actividad agropecuaria continúa hasta mediados de la decada del
20. En adelante la agricultura y la ganadería competirán entre ellas
para la utilización de las tierras, dirimiéndose ese conflicto a favor de
la agricultura (Barsky et al, 1980).
El estudio de los suelos continúa desarrollándose con dos enfo-
ques en gran parte disociados. Por un lado se hallan los trabajos que
provienen de la Química Agrícola y que tienen un enfoque Agrológico.
Recordemos que este término significa Ciencia de los Suelos Cultiva-
dos (Boulaine, 1971; Pedro, 1986). El suelo es aquí considerado como
un material, y químicos y agrónomos estudian sus propiedades rela-
cionadas con la fertilidad. Sin embargo, son pocos los trabajos pro-
ducidos en esta etapa en el Ministerio de Agricultura de la Nacion
respecto al estudio de los suelos desde esa perspectiva (Molfino, 1948).
De hecho, y según lo señala A. Arena, la investigación agrológica
quedó practicamente detenida desde el retiro de Lavenir en 1928 hasta
1939 en que se crea la División de Suelos (ISA, 1950).
No obstante, en la Provincia de Santa Fe paralelamente se desa-
rrolla una importante actividad desde 1933 en el Instituto de
Edafología dependiente del Gobierno provincial y que mas tarde, en
1937, se transformará en el Departamento de Química Agrícola y
Edafología. La variedad de temas abordados tanto en química y física
de suelos como en relevamiento y cartografía de suelos y ambientes,
así como la cantidad de publicaciones realizadas (M.I.P.F., 1937) ha
merecido que se conociera a este grupo como “la escuela de Santa
Fe” (Puricelli, 1996).
Además de los mapas hechos en Santa Fe, existen en este perío-
do algunas otras contribuciones desde la perspectiva de los suelos
como cuerpo natural. Debe citarse en particular el mapa de la Provin-
cia de Corrientes realizado en 1929 por los especialistas italianos
Bonarelli y Longobardi, que se lo ha considerado hasta ahora la pri-
20
mera cartografía de suelos realizada en la Argentina (Gómez, 1984).
No obstante como señalamos antes, y aunque con un criterio mas
agrológico, el mérito de haber efectuado los primeros mapas de sue-
los posiblemente sea de H. Miatello y de E. Raña por los trabajos que
efectuaron en Santa Fe y Entre Ríos respectivamente. Por otra parte,
a fines de este período y principios del siguiente aparecen los prime-
ros mapas esquemáticos de suelos de todo el país, realizados por au-
tores extranjeros básicamente compilando distintos tipos de infor-
mación, y en el marco de estudios que abarcan otros países de
Sudamérica. Es así que posiblemente el primer mapa general de sue-
los de la Argentina sea el realizado por Mathei (1936), siguiéndole a
este unos años mas tarde los trabajos de Hardy (1945) y Vessel (1946).
Finalmente, Sagardoy (1996) refiere la existencia de dos trabajos
documentados en microbiología de suelos realizados en la Universi-
dad de Buenos Aires. Por su parte, Puricelli (1996) considera que en
este período sigue existiendo una “brecha entre la técnica agronómica
y la práctica agropecuaria”, citando como ejemplo la difusión de las
rotaciones y las extensas fijaciones de dunas en la costa atlántica de
Buenos Aires, sin la intervención aparente de especialistas en suelos.
21
Este proceso que tiene lugar a nivel internacional, a partir sobre
todo del fin de la Segunda Guerra Mundial y que da lugar a la “mo-
derna” Ciencia del Suelo (Mermut y Eswaran, 2001), se produce tam-
bién en la Argentina, pudiéndose reconocer aquí dos períodos.
22
En 1954 se crea en Arrecifes el primer Distrito de Conservación de
Suelos del país (Prego, op.cit.; Puricelli, 1996).
De este período puede también mencionarse el trabajo de
relevamiento y análisis de suelos efectuado por el Instituto de Quími-
ca e Investigaciones Agropecuarias de la Facultad de Agronomía y
Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires. Este grupo publicó en
la década del 40 varios informes sobre suelos del centro y norte del
país, pudiéndose citar como ejemplo el realizado sobre suelos de la Provin-
cia de Córdoba (Paulsen, 1947).
Es claro que en este período de posguerra empieza a manifes-
tarse la influencia de los Estados Unidos de América, también en la
Ciencia del Suelo. El Servicio de Conservación de Suelos del USDA
constituye un modelo de referencia. Desde el punto de vista de la
taxonomía, la Clasificación de Baldwin, Kellog y Thorp de 1938 em-
pezará a ser utilizada y será la referencia para los genetistas y cartó-
grafos. Una obra fundamental será el libro de Jenny de 1941 sobre
los factores formadores del suelo.
Podríamos sintetizar diciendo que este período de gran impul-
so en el desarrollo de la Ciencia del Suelo internacional, en el país fue
marcado por la labor de investigación y relevamiento de suelos reali-
zados por el Instituto de Suelos y Agrotecnia en el ámbito nacional, y
por el Dpto. de Química Agrícola y Edafología específicamente en
Santa Fe.
23
En la Universidades, dedicadas fundamentalmente a la ense-
ñanza, aparecen también varios grupos de investigación destacados
en las cátedras específicas de las Facultades de Agronomía y en las de
Ciencias Naturales, como por ejemplo en la Universidad de Buenos
Aires, o tomando incluso la forma de Institutos como en la U.N. de
Cuyo con sede en Mendoza (Instituto de Suelos y Riego), la U. N. del
Sur con sede en Bahía Blanca (Instituto de Edafología e Hidrología) y
la U. N. de La Plata (Instituto de Pedología). Merece mencionarse el
contraste en la denominación de estos dos últimos Institutos, que
refleja diferencias en la orientación de sus trabajos, el primero con
importante influencia de un nucleo de químicos y el segundo de un
grupo de geólogos y naturalistas.
En el ámbito privado merece mencionarse la creación en los úl-
timos años de la década del 50 de los grupos CREA (Consorcios Regio-
nales de Experimentación Agrícola) en los que se desarrollaron acti-
vidades de experimentación tecnológica (Puricelli, 1996).
Por iniciativa de profesionales, en particular de la Facultad de
Agronomía de la UBA ligados al manejo y conservación se crea en
1957? la Asociación Amigos del Suelo, entidad que sin embargo tuvo
una actividad acotada y se disolvió recientemente.
Por el contrario un hecho que sí resultó de gran importancia fue
la creación de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo en 1960.
Esta Asociación jugó de allí en mas un rol fundamental para lograr la
interacción y la actualización de los especialistas en suelos a través
de la actividad de sus diversos Comités y Subcomités y de las diversas
categorias de reuniones que fue organizando (nacionales, regiona-
les, por especialidad), como posibiltando la difusión de sus trabajos a
través de distintos medios (Actas de congresos, Boletín , Revista). El
origen de la AACS se encuentra en la incorporación en 1958 de un
grupo de 35 integrantes del Instituto de Suelos y Agrotecnia a la So-
ciedad Internacional de la Ciencia del Suelo, creando la Sección Ar-
gentina de la misma. La iniciativa tuvo favorable repercusión y poco
después, al incorporarse importante número de asociados, se fundó
la actual AACS en la Asamblea extraordinaria celebrada el 2 de sep-
tiembre de 1960 (Caravello, 1980).
Es así que, previamente, en 1959 tuvo lugar en Buenos Aires la
Primera Reunión de la futura AACS, la que constituye la primera con-
vocatoria científica abierta a todos los especialistas en suelos del pais.
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Estas convocatorias, denominadas en un principio Reuniones y a par-
tir de 1983 Congresos, tendrán lugar de aquí en mas aproximada-
mente cada dos años. A través de las Actas de los Congresos empezó
así tambien a quedar registrada la mayor parte de la producción de
investigación en suelos realizada en el país.
La publicación de los trabajos de investigación en suelos se rea-
lizaba en gran parte a través de diversos medios institucionales, ha-
llándose dispersos junto con artículos de otras temáticas agronómicas,
químicas o geológicas. Un caso diferente, y aunque no el único sí el
más destacable, lo constituyeron desde el período anterior las publi-
caciones específicas del Instituto de Suelos y Agrotecnia, a través de
las cuales se difundió la importante producción de este grupo. Por
ese motivo resulta interesante mencionar la edición a partir de 1964
de la Revista de Investigaciones Agropecuarias publicada por el INTA,
con una Serie específica dedicada a “Clima y Suelo” y abierta a auto-
res externos a la institución.
Por su parte la AACS en el mes de Diciembre de 1967, editó el
primer numero del Boletín Informativo de la Asociación. En un prin-
cipio dedicado exclusivamente a transmitir noticias de la actividad
nacional e internacional, incoporó a partir del numero de septiembre
de 1973 una sección de Informaciones Técnicas a través de la cual se
publican diversos tipos de notas de investigación y difusión.
En el ámbito educativo, a nivel de grado se creó una Licenciatu-
ra en Edafología en la Universidad Católica de Santa Fe; esto refleja
el impulso de la Ciencia del Suelo en este período; no obstante la
influencia de esta Facultad ha sido escasa y la inserción de los egresados
se ha limitado al ámbito regional.
Por otro lado, es fundamental destacar la creación en el año
1967 de la primera Escuela para Graduados en Ciencias Agropecuarias
a través de un proyecto conjunto entre el IICA, la UNLP, la UBA y el
INTA, que tuvo su sede en el INTA de Castelar, y de donde salieron los
primeros posgraduados en Suelos a nivel de Maestría que se hayan
formado en el país. La actividad de la Escuela fue efímera, ya que en
1975 debió cerrar sus puertas (Rosell, 1983). Por su lado la Universi-
dad Nac. del Sur, a partir de una iniciativa del Instituto de Edafología
e Hidrología (Tschapek, 1970) creó en 1971 un Programa de Magister
en Ciencia del Suelo el cual posteriormente recibió cooperación del
INTA, y continúa hasta el presente (Rosell, op.cit.; INTA, sin fecha).
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De todos modos, durante este período hay una escasa propor-
ción de investigadores en suelos con estudios de Posgrado. Además
de algunos pocos profesionales con Doctorado provenientes de las
carreras de Ciencias Químicas y Ciencias Naturales, una decena de
estudiantes argentinos provenientes de la Agronomía obtuvieron su
Maestría en la Escuela de Castelar, probablemente dos o tres en la
UNS y alrededor de una docena obtuvieron su Maestría y/o Doctora-
do en el exterior. Una referencia, incompleta, de las tesis realizadas
por los investigadores durante este período figura en las recopilacio-
nes efectuadas en conjunto por la FECIC y el INTA (1990; 1992).
En particular por la acción del INTA a través de sus Estaciones
Experimentales distribuídas en todo el país, pero también a traves de
la labor de la Universidades y los otros organismos nacionales de
investigación, así como de los grupos CREA se produce el desarrollo
de tecnologías y conocimientos aplicados a la práctica agronómica.
Comienza aquí lo que se ha denominado el “período tecnológico”
(Gómez et al. 1998). En verdad en el campo argentino empieza a
producirse un importante cambio social y en los sistemas de produc-
ción que, hacia el fin del período, se va a manifestar en la generaliza-
ción del proceso de “agriculturización”. Desde las instituciones se
generan vínculos con el productor agropecuario, en una politica ten-
diente a incrementar la producción y a cerrar esa brecha que se seña-
lara para períodos anteriores. La Ciencia del Suelo participa clara-
mente de este proceso a través de aportes en diversos especialidades.
Durante este período se produce también la multiplicación y
modernización de los laboratorios de análisis de suelos. Esto tiene
lugar no solamente en las Universidades y en los nuevos organismos
de investigación (particularmente en el INTA pero también en el
CONICET a través del Laboratorio de Química Geológica y Edafológica-
LAQUIGE), sino que además comienza la creación de laboratorios en
el ámbito privado, tanto de instituciones como por ejemplo la Socie-
dad Rural Argentina, como de particulares.
En cuanto a los temas y los logros más relevantes en las distin-
tas especialidades de la Ciencia del Suelo durante este período, po-
drían resumirse de la siguiente manera.
En primer lugar a nivel internacional un hecho relevante, que
puede definirse como un hito que influirá de aquí en mas la Ciencia
del Suelo lo constituye la publicación dela 7ª Aproximación en 1960.
26
Si bien este sistema taxonómico influirá esta Ciencia en todo el mun-
do, la influencia en los paises europeos será relativamente lenta de-
bido a que gran parte de los países habian desarrollado sistemas de
clasificación propios; no obstante el peso específico de la 7ª Aproxi-
mación llevó a reconsiderar las clasificaciones nacionales e incluso
motivó intentos de desarrollar nuevos sistemas en algunos países.
La Argentina por el contrario, dado que no disponía de un siste-
ma propio de clasificación fue, a traves del Plan Mapa de Suelos de la
Región Pampeana puesto en ejecución por el INTA en 1964, uno de
los primeros y uno de los pocos países en adoptar de lleno el sistema
del USDA, es decir en forma permanente y como sistema primario
(Cline, 1980; Ferrer, 1986)
Por otro lado, la decisión de la FAO de documentar el recurso
suelo y que resultó en la publicación del mapa de suelos del mundo
(FAO-UNESCO, 1974) constituyó, junto con la leyenda elaborada, otro
importante punto de referencia en este período que ayudó tambien
al desarrollo de la actividad de relevamiento.
Sin duda, el Plan Mapa de Suelos del INTA constituye por varios
motivos un hito en el desarrollo de la Ciencia del Suelo a nivel nacio-
nal. Por un lado, a través de la provisión de importantes recursos
económicos, se generó en poco tiempo una gran cantidad de infor-
mación y se cubrió una extensa superficie con cartografía en escala
1:50.000, lo cual pocos países disponen. En segundo lugar, el Plan
formó una gran cantidad de personas, profesionales y técnicos, en
reconocimiento y clasificación de suelos; muchos de estos luego cons-
tituyeron equipos regionales de relevamiento y muchos también pa-
saron al ámbito universitario a cátedras de Suelos en todo el país. De
esta manera, el Plan tuvo también un rol formativo que irradió al
ámbito nacional y marcó la actividad en esta subdisciplina y en la
Ciencia del Suelo local en general. Segun Laya (1983) la Ciencia del
Suelo en Argentina tiene un antes y un después del curso de forma-
ción de edafólogos realizado por el INTA en 1964, destacándose por
el impulso logrado y las acciones realizadas la primera decena de
años que le siguió. La actividad de relevamiento se desarrolló tam-
bién a través de acciones de colaboración con las Provincias, en algu-
nos casos integrándose equipos mixtos como por ejemplo en Entre
Ríos y en el Chaco.
27
En relación a la publicación de los trabajos de relevamiento rea-
lizados durante este período, Gorgas (1996) señala que en una prime-
ra etapa se presentaban en los Congresos de la AACS segmentos o
resúmenes de los mapas que los equipos de reconocimiento realiza-
ban en forma sistemática. Estos trabajos se los podría definir como de
“cartografía pura”, siendo también abundantes en esta época los tra-
bajos con un componente fuertemente taxonómico. En este período
se realizaron también varios relevamientos para regadío en zonas
áridas. En una segunda etapa, hacia fines del período, aumentan los
trabajos cartográficos con contenido genético.
También hacia fines del período se incrementan los estudios de
mineralogía y micromorfología de suelos y se manifiesta un interés
sobre los materiales originales. En realidad los trabajos en estas disci-
plinas son escasos. En el país los investigadores dedicados a estos te-
mas y con el equipamiento necesario se concentraron en algunas pocas
instituciones localizadas sobre todo en Buenos Aires (Instituto de
Suelos del INTA, la Universidad Nac. del Sur, la Universidad Nac. de La
Plata) y en Santa Fe (Ministerio de Agricultura y Ganadería y en el
INALI-Conicet).
Hacia fines de este período y principios del siguiente, en algu-
nas provincias del centro y sur del país se llevan a cabo los primeros
trabajos cartográficos multidisciplinarios (Ferrer, 1986); el primero de
ellos fue realizado en la Provincia de La Pampa por un convenio entre
el INTA, la Provincia y la Universidad Nac. de La Pampa (1980).
En el área de fertilidad y manejo de suelos, Puricelli (1996) seña-
la que a partir de 1962 múltiples ensayos de fertilizacion en trigo y
maíz realizados en la región pampeana confirmaron la deficiencia de
nitrógeno. Los trabajos sobre dotación y respuesta a la fertilización
con fósforo también se incrementaron. Puricelli (op.cit.) recuerda tam-
bién que un impulso en esta área surgió como consecuencia de la
aparición de la “agricultura permanente” hacia 1975, con lo que se
decidió evaluar de manera mas intensa el estado químico y físico del
horizonte superficial de suelos con aptitud agrícola. Por su parte
Echeverría (1996) señala que la institución de mayor aporte en temas
de fertilización durante este período fue el INTA. Sin embargo, en los
trabajos sobre fertilización en esta época no había suficiente análisis
crítico y estadístico de los resultados, ni una comparación sistemática
con los resultados de otros investigadores.
28
Respecto a los estudios en Microbiología y en Bioquímica,
Sagardoy (1986; 1996) y Alvarez (1996) coinciden en señalar que du-
rante este período los temas mas tratados han sido los referidos a
fijación biológica del nitrógeno y a los procesos de nitrificación, ha-
biendo asimismo una cantidad considerable de trabajos referidos a
mineralización del nitrógeno y del carbono. Los trabajos durante este
periodo provinieron principalmente del Instituto de Suelos del INTA,
de la FAUBA y de la UNNE.
En Física de suelos, Benavídez (1986) señala que en este período
se ha trabajado en metodología y puesta a punto de técnicas de aná-
lisis, y en la influencia de ensayos de labranza en el rendimiento de
cultivos. También a comienzos de la década del 70 empiezan a apare-
cer trabajos destinados a la caracterización física de sitios. Por su par-
te Garay (1996) y Pecorari (1996) indican que en este período los tra-
bajos estaban en gran parte orientados por un lado a establecer los
límites superior e inferior del agua disponible en suelo para las plan-
tas y, por otro lado, al estudio de aspectos de la formación y estabili-
dad de la estructura.
29
Asimismo, a partir de 1984 el INTA vuelve a iniciar programas
cooperativos con diversas Universidades para la implementación de
estudios de Posgrado (INTA, sin fecha). A través de esos programas el
INTA brindó apoyo y financiación mediante becas, fondos específicos
y docentes, afianzando así la relación con el posgrado en Suelos de
la Universidad del Sur y participando activamente en la creación del
posgrado en Suelos de la Universidad de Buenos Aires. Aproximada-
mente una década después el INTA, por sus propias restricciones eco-
nómicas, como por considerar que los programas de posgrado ha-
bían obtenido una dinámica y fortaleza suficiente, deja de financiar
los mismos, aún cuando continúa colaborando con la participación
de docentes e instalaciones.
Junto con este incremento de la actividad universitaria en la
investigación y formación en Ciencia del Suelo, se produce en este
período una modificación en los temas de interés de investigación en
el país. Entre las diversas causas, tres parecerían ser las principales:
por un lado, a nivel internacional se produce una modificación de las
prioridades, disminuyendo el interés por los estudios de génesis, por
el relevamiento y la cartografía, y surgen nuevas áreas convocantes;
en segundo lugar, a partir del año 1991 se produce un debilitamiento
en los recursos y la acción del INTA, en el cual la tarea de relevamiento
del Programa de Suelos constituía gran parte de la actividad que se
realizaba en el país; y en tercer lugar al crecimiento de los grupos de
suelos en las Facultades de Agronomía, ligados por supuesto con la
vertiente edafológica.
En la década del 90, se producen cambios notables. Por un lado
la Ciencia del Suelo en conjunto y a nivel internacional entra en una
etapa de cuestionamiento y de crisis existencial. Se produce así lo que
se ha llamado un cambio de paradigma, y nuevas áreas surgen como
prioritarias. Por otro lado, en la Argentina toman fuerza otras formas
de acción, en particular la colaboración y la realización de estudios
interinstitucionales y, tímidamente, los estudios interdisciplinarios.
Otro hecho de gran transcendencia para la difusión de la activi-
dad local lo constituye el lanzamiento en el año 1981 de la Revista
“Ciencia del Suelo”, publicada por la Asociación Argentina de la Cien-
cia del Suelo. Esta Revista, que ya tiene mas de 20 años de vigencia,
es una de las pocas que se publica en castellano y mantiene una
destacable calidad.
30
Durante este período los Congresos de la AACS han reflejado
los cambios cualitativos y cuantitativos que se han producido en la
Ciencia del Suelo en el país (Cuadro 1). Un análisis mas detallado se
hará mas adelante; no obstante puede mencionarse que en este pe-
ríodo se verifica un incremento notorio en la cantidad de contribu-
ciones así como un cambio en la proporción de las mismas entre las
distintas comisiones, lo que refleja las modificaciones producidas en
la proveniencia de los investigadores y en las nuevas prioridades en la
Ciencia del Suelo.
Conviene mencionar también la participacion que empieza a
darse en este período a conferencistas extranjeros en los Congresos
de la AACS. En general se produce una apertura a la ciencia interna-
cional, que se manifiesta también en la concreción de proyectos in-
ternacionales de investigación y en un notorio incremento de la par-
ticipación de investigadores argentinos en congresos en el exterior.
Además de los Congresos nacionales, la AACS alentó la organi-
zación de Jornadas Regionales de Suelos, las que tuvieron lugar pri-
mero en la Patagonia y luego en diversos lugares de la región
pampeana (Rafaela, La Plata, Buenos Aires).
Otro evento que conviene destacar es la realización en Buenos
Aires en el año 2000 del XI Congreso de la ISCO (International Soil
Conference Organization); si bien con un temática enfocada en los
problemas de degradación y conservación de suelos, este fue el pri-
mer Congreso realmente internacional de suelos en el país, que con-
vocó a unos doscientos cincuenta especialistas del exterior y otros
tantos del país (Di Giacomo, 2000).
En relación con la conservación de suelos, en 1984 se realizó en
Buenos Aires la Primera Conferencia Nacional sobre Erosión y Conser-
vación del Suelo y del Agua. Como consecuencia de la misma se fun-
daron también en ese año primero la Asociación Argentina para la
Conservación del Suelo y del Agua y luego el Centro de Promoción
de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA) (Prego, 1988).
Un logro conseguido en este período fue, luego de diversos pro-
yectos fallidos, la promulgación en el año 1981 de la ley nacional n°
22428 de Fomento a la Conservación de Suelos, que permitió
implementar una política conservacionista durante varios años, hasta
dejar de ser aplicada de hecho por falta de fondos (del Campo y
Puricelli, 2001).
31
Como consecuencia de la multiplicación de laboratorios de aná-
lisis de suelos iniciada en el período anterior, resultó necesaria la nor-
malización de los metodos analíticos utilizados. Esta necesidad se vió
reforzada por el incremento del consumo de fertilizantes producido
a principios de los años 80 (del Bello, 1991). Como consecuencia, a
mediados de 1982 un grupo de profesionales de la Asociacion Argen-
tina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA),
previendo la necesidad de enviar muestras de suelo a distintos labo-
ratorios, convocó a estos para comparar métodos y resultados (Da-
niel, 1983). Con el apoyo de la AACS a través de su Comité de Quimica,
empezaron a realizarse tareas de normalización entre un grupo de
laboratorios públicos y privados, dando lugar poco después a una
actividad que se denomino PROMAR (Programa de Métodos Analíti-
cos de Referencia). En diciembre de 1992 , por iniciativa de la Direc-
ción de Producción Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Gana-
dería de la Nación, se decidió ampliar la actividad anterior y organi-
zar el SAMLA (Sistema de Apoyo Metodológico para Laboratorios de
Suelos y Aguas), con sede en la AACS y coordinación de dicha Direc-
ción. (SAGyP, 1993). En un principio se asociaron voluntariamente a
esta actividad 25 laboratorios de suelos, llegando dos años despues a
participar 114 laboratorios públicos y privados (SAMLA, 1995).
Finalmente, entre los hechos institucionales, es importante tam-
bién destacar la fundación en 1986 de AAPRESID (Asociación Argen-
tina de Productores en Siembra Directa). La siembra directa tiene co-
mienzo en el país en la decada del 60 pero toma relieve en el ámbito
de la Ciencia del Suelo nacional en 1986 en el XI CACS realizado en
Neuquén, de la mano de los trabajos realizados en la EEA-Marcos
Juárez del INTA (Panigatti, 1996). A traves de la acción de AAPRESID
se difunde rapidamente en el país este nuevo sistema de producción,
que introduce numerosos cambios en la actividad agrícola, y consti-
tuye así una nueva e importante area de investigación para los espe-
cialistas locales en Ciencia del Suelo.
Respecto a la orientación, los temas convocantes y avances lo-
grados en la Ciencia del Suelo local diversos hechos caracterizan este
último período.
Como se mencionó anteriormente, en este período se da lo que
podríamos llamar “la crisis de los relevamientos”. Si bien se produce
una disminución notoria del trabajo de relevamiento de campo y de
32
la generación de información de base, se produce no obstante un
incremento en la generación de productos que usan aquella como
insumo (Gorgas, 1996). Así por ejemplo se produce un franco creci-
miento de actividades y productos relacionados con la Evaluación de
Tierras. Por otro lado, en este período se produce un gran cambio
metodológico a través de la utilización de la informática, los Sistemas
de Información Geográfica (GIS) y la mayor utilización de las imáge-
nes satelitarias. En particular a través de los GIS toma un impulso
notorio el procesamiento de la información analítica, generando
numerosos productos cartográficos. La geoestadística es otra discipli-
na que empieza a ser utilizada en conjunto con los métodos anterio-
res en los trabajos de suelos.
No obstante el menor interes relativo de los estudios de Génesis,
en realidad estos se afianzan a través del surgimiento de nuevas áreas
de interés interdisciplinario como los estudios sobre el Cuaternario,
la Paleopedología y los problemas del medio ambiente, y a través de
los desarrollos tecnológicos en el equipamiento analítico. Así tam-
bién en Mineralogía y Micromorfología, dos disciplinas estrechamente
vinculadas con los estudios genéticos, se incrementó claramente la
cantidad de investigadores localizados en distintas instituciones del
pais, en parte a través de la formación en esta temática mediante los
cursos de posgrado, y se difundió el uso de técnicas nuevas como la
microscopía electrónica y el microanálisis. Estudios sobre estos aspec-
tos del suelo aparecen con fuerza en medios de difusión y en reunio-
nes científicas de las ciencias geológicas, en particular en las de
Sedimentología.
Respecto a la Física de Suelos, Pecorari (1996) refiere que hacia
fines de la década del 80 se produce un cambio con la revalorización
y los nuevos conceptos sobre estructura, produciéndose a partir de
allí un incremento en los trabajos relacionados con la degradación
superficial de la estructura del suelo. Por su parte Garay (1996) señala
para este período la realización de estudios de los componentes del
balance del agua en suelos bajo cultivo, y luego la incorporación pro-
gresiva de trabajos de modelización de los procesos que determinan
el balance hídrico y la evaluación de la eficiencia del uso del agua por
los cultivos. Por otro lado, comienza a extenderse la aplicación de la
Micromorfología al estudio de las características y modificaciones de
la estructura y porosidad de los suelos en condiciones naturales y
bajo diversos sistemas de cultivo.
33
En relación a los trabajos sobre manejo de suelos, Panigatti (1996)
indica que en el X Congreso de la AACS en 1983 se manifiesta un
cambio dado por una mejor identificación del ambiente y los tipos
de suelos estudiados, y por integrar los resultados de varios años de
experimentación y análisis. Este autor también señala que, no obs-
tante la falta de profundidad y de continuidad que también se mani-
fiesta en los estudios, se observa en este período un claro incremento
en la participación de investigadores de las universidades y de la inte-
gración entre equipos de diversas instituciones, aún cuando los tra-
bajos tienen escasa interdisciplinariedad.
De manera similar, en el área de Fertilidad de suelos Echeverría
(1996) señala que en la década del 80 se incrementan los trabajos
sobre fertilización por parte de la Universidades, y en la década del
90 la mayor cantidad de aportes corresponde a tareas en conjunto
entre investigadores de la Universidad y del INTA. La mayor parte de
los trabajos se hallan referidos a la región pampeana y a los cultivos
de cereales (trigo, maíz y arroz), observándose ultimamente un incre-
mento en los estudios de suelos con pasturas. Señala tambien
Echeverría (op.cit.) que dado el proceso de agriculturización y pérdi-
da de nutrientes que se manifiesta en este período, concita atención
la respuesta de los cultivos al agregados de N así como la búsqueda
de métodos de diagnóstico. Así, a principios de los 80 se presentan
los primeros métodos de diagnóstico de requerimientos de fertilizan-
tes para el cultivo de trigo, obtenidos a través de redes de ensayos,
apareciendo luego para maíz, lino, girasol y verdeos invernales. Bási-
camente se apoyan en la evaluación de nitratos en el suelo o en las
plantas, estimándose la respuesta a través de ecuaciones de regresión
múltiple.
Respecto al fósforo, se trabajó asimismo en redes de ensayo,
utilizando como método de diagnóstico el P extractable del suelo
según el metodo de Bray y Kurtz y analizando la respuesta a la ferti-
lización por regresión multiple. Ha merecido la atención también el
grado de residualidad y eficiencia de utilización de los fertilizantes
fosforados. En este período se realizaron también diversos trabajos
en la Región Pampeana, tendientes a establecer y delimitar las áreas
con diferentes contenidos de distintas formas del fósforo (Morrás,
1999-a).
34
Respecto al Potasio se han realizado escasos trabajos en la Re-
gión Pampeana, sin duda debido al alto contenido del mismo en los
suelos de la región. Sin embargo se han realizado varios trabajos en
Corrientes y Misiones dado la deficiencia que allí se manifiesta, y se
ha estudiado la respuesta a la fertilización. No obstante, a finales del
período se intensifica el interés sobre este elemento, dando lugar a
un evento específico (FAUBA-INTA-IPI, 2001). Por otro lado, en la últi-
ma parte de los 90 ha surgido un notorio interés por el azufre de los
suelos y se ha comenzado a fertilizar con este elemento en diversas
áreas y cultivos. Asimismo se han intensificado los estudios sobre
microelementos en suelos. Estos trabajos versan tanto sobre las for-
mas solubles como sobre los niveles totales, estando relacionados tanto
con la nutrición vegetal, la génesis de los suelos y los problemas de
contaminación. Según Echeverría (op.cit.) en este período en los tra-
bajos se afirma el análisis estadístico de los datos de la mano de la
informática.
Respecto a la Biología de suelos, en el período reciente ha habi-
do un desarrollo en temas muy poco tratados anteriormente, como
aquellos referidos a biomasa microbiana, fraccionamiento de la ma-
teria orgánica, desnitrificación, flujos de carbono, y se produjo tam-
bién un incremento en estudios de descomposición de residuos. Es de
notar el interés que despierta recientemente la fauna del suelo,
generándose diversos trabajos en particular relacionados con la siem-
bra directa. Sagardoy (1996) menciona que en el X Congreso de la
AACS en Mar del Plata en 1983, se manifiesta el cambio producido en
al área de Biología de suelos por la incorporación de nuevos grupos
de microbiólogos y también por la aparición de nuevas temáticas.de
trabajo. Asi surgen estudios en enzimología y estudios de la influen-
cia de pesticidas sobre algunos parámetros biológicos. Asimismo se
produce en este período la incorporación de nuevas técnicas de aná-
lisis como el uso de los isótopos N15 y C14. Según Alvarez (1996) en
este período ha crecido la proporción de artículos presentados en los
Congresos de la AACS referidos a la dinámica del C y del N respecto al
total de artículos del Congreso, pasando de ser aproximadamente un
5% en el período precedente a un 10% en éste.
35
de crisis existencial particularmente en algunas subdisciplinas, la ges-
tación de un nuevo modelo que se ha venido dando a nivel interna-
cional, así como los cambios que se perciben a nivel local indican que
efectivamente estamos iniciando una nueva etapa. El tema general
del Congreso Internacional de Montpellier en 1998 (Las relaciones
suelos-hombres: pasado, presente y futuro) y el del último realizado
en 2002 en Bangkok (Ciencia del Suelo: confrontando nuevas reali-
dades en el Siglo XXI), el del Congreso de la AACS del año 2000 en
Mar del Plata (El suelo sustenta la vida) , el del último Congreso de la
AACS del año 2002 en Puerto Madryn (Ciencia del Suelo-Ambiente-
Sociedad) así como el del próximo a realizarse en Paraná (Cambios en
el uso de la tierra. Educación y sustentabilidad), indican claramente
que los miembros de esta comunidad científica están sentando ya las
bases para la construcción de un nuevo período de desarrollo de la
Ciencia del Suelo en el mundo y en el país.
36
III-EL PRESENTE Y EL FUTURO. PROSPECTIVA Y
PRIORIDADES
37
Pedro (op.cit.) indica que en España, Edafología es el nombre oficial
de la Pedología. También Ibañez et al. (2000) señalan que en España
no se suele discernir entre Edafología y Ciencias del Suelo, usándose
indistintamente.
Un problema particular lo presentan las denominaciones que
combinan las palabras Ciencia y Suelo. “Ciencia del Suelo” es la de-
nominación de esta ciencia para la Sociedad Internacional homónima,
desde su cuarta Conferencia realizada en Roma en 1924 (Tschapek,
1970). Según Pedro (op.cit.) “Ciencia del Suelo” involucra todo aquello
que no toma en cuenta el estudio de los medios naturales y que con-
sidera el suelo ante todo como factor de producción. Este término
sería la continuación de los antiguos Química Agricola y Agrología.
Este autor propone el término “Ciencia de los Suelos” para designar
la totalidad de la Ciencia que hace de los suelos los objetos funda-
mentales de su estudio. Por su parte, Ibañez et al. (op.cit.) indican
que utilizan “Ciencias del Suelo” en su sentido mas amplio, que in-
cluye los aspectos básicos y aplicados. En fin, Queiroz (1998) se pre-
gunta si no debería utilizarse “Ciencias de los Suelos”, aun cuando
no la define claramente. El colmo de este problema terminológico se
observa en la denominación que ha tenido hasta el año 2002 nuestra
Unión Internacional (Ex ISSS) en distintas idiomas: en Inglés se de-
nomina International Union of Soil Sciences (de Ciencias del Suelo)
en tanto en francés se la denominó U.I. de la Science du Sol (de la
Ciencia del Suelo) y en castellano también es la U.I. de la Ciencia del
Suelo.
En síntesis, tenemos cuatro variantes (Ciencia del Suelo, Ciencia
de los Suelos, Ciencias del Suelo, y Ciencias de los Suelos) que a veces
son utilizadas indistintamente y otras con connotaciones diferentes.
En nuestro caso nos parece que el término mas adecuado es el
de “Ciencia del Suelo” tal como se denomina nuestra Asociación Ar-
gentina. “Ciencia” debería utilizarse en singular, con el sentido
abarcativo y comprensivo de todas las subdisciplinas que tienen al
suelo como objeto de estudio. “Suelo” también debería utilizarse en
singular, con el sentido de totalidad que le da escribirlo en mayúscu-
la, tal como ocurre con otras ciencias (del Agua, de la Atmósfera, del
Hombre).
No debemos dejar de señalar que hay quien (Keeny, 2000), en
virtud de los conflictos en que se encuentra actualmente nuestra Cien-
38
cia, y que analizaremos a continuación, se pregunta si no debería
quizás cambiársele la denominación.
39
el concepto de básico o aplicado es subjetivo y depende de la motiva-
ción del investigador mas que de la naturaleza de sus investigacio-
nes. Para el caso de la Ciencia del Suelo, Ibañez (1998) e Ibañez et al.
(2000) sostienen que “la búsqueda de áreas de investigación donde
encontrar refugio son manifestacioones evidentes de debilidad” y
que “si en verdad el suelo es un cuerpo natural, un ente “real” con
sus propias leyes de organización, debe avanzarse en su conocimien-
to global desde una perspectiva holística”. Esto es lo que propone
también Fischli (1998), quien señala que la Ciencia del Suelo no debe
examinarse en términos de ciencia básica o ciencia aplcada, indican-
do que sería mas productivo acercarse al problema desde otro ángu-
lo, holístico e integrador de todas las disciplinas y niveles.
En consecuencia, todavía a esta altura del desarrollo de la Cien-
cia del Suelo parecería necesario insistir en que ésta es una ciencia
autónoma con aspectos o disciplinas aplicadas. Jamagne et al. (1998)
resaltan que “la Ciencia del Suelo existe por ella misma y no solamen-
te por sus aplicaciones”. Por un lado esto se basa en que el objeto de
estudio, el suelo, “es un cuerpo natural con sus propias leyes de
autoorganización” (Ibañez, 1998). Por otro lado, la Ciencia del Suelo
ha desarrollado ya sus conceptos y métodos de estudio específicos a
ese objeto. Como señalaba Piñeiro (op.cit.) “lo que caracteriza en
esencia a una ciencia, no es su juridiscción, sino su modo de indagar”.
En última instancia y como resume Fujisaka (1998), “el objetivo de la
Ciencia del Suelo, como el de toda otra ciencia, es el de generar co-
nocimiento”.
40
Por nuestra parte adherimos a estas dos últimas posiciones en-
tendiendo renovar en la acepción de “reemplazar por una cosa nue-
va y similar”, “cambiar” o “rejuvenecer” (Petit Robert, 1981), no en la
acepción de “regenerar” o de “volver una cosa a su primer estado”
(Real Academia Española, 1970). Es claro que cualquier sistema agrí-
cola introduce un disturbio en el suelo natural, particularmente los
sistemas de agricultura competitiva (Gallardo, 2000-a). Como señala-
ran Jenny (1941) y Amundson y Jenny (1991) el Hombre es un factor
formador de suelo; en consecuencia desde la intervención del Hom-
bre el suelo de alguna manera se aparta de la linea evolutiva ante-
rior. El suelo así dificilmente vuelva a su estado primigenio: en este
sentido es no renovable, sobre todo mientras sea cultivado; además
los suelos pueden perderse en su totalidad por erosión y en otros
casos ciertas modificaciones son irreversibles. Pero un suelo “degra-
dado” sí es renovable en el sentido de “recuperarlo”, agregando ade-
más que esa posibilidad es también función del tipo de suelo, del
tipo de daño o degradación, de la tecnología disponible, etc.
41
(Ibañez et al., 2000) en realidad ha sido un matrimonio conflictivo,
que no terminó de sintetizar sus diferentes perspectivas.
Sin embargo la situación actual es diferente. La crisis de identi-
dad de la Ciencia del Suelo, afectada desde siempre por su conflicto
con las visiones eminentemente prácticas de los agrónomos (Piñeiro,
1965), se encuentra ahora además afectada por la relevancia y priori-
dad de los problemas ambientales que han comenzado a absorber
los recursos destinados anteriormente a otras áreas, entre ellas a la
Ciencia del Suelo (Ibañez et al.,2000).
Debemos agregar que no solo “se siente” afectada la Ciencia
del suelo (deberíamos ver si realmente lo está), sino que tambien el
modelo agronómico productivista se encuentra cuestionado. Como
señala Tessier (2002) la consideración de los suelos como un medio de
producción ha llevado a descuidar su estado y su función ambiental.
La agricultura competitiva es detrimental de la calidad y biodiversidad
de los suelos (Gallardo, 2000), de allí las demandas y criterios de
sustentabilidad que han surgido recientemente.
La situación aparece así doblemente paradójica. Por un lado la
Ciencia del Suelo ha producido el conocimiento sobre las propieda-
des y funcionamiento de los suelos y su rol como componente del
medio natural y en el funcionamiento de los ecosistemas. Desde siem-
pre, una preocupación y un area fundamental dentro de esta ciencia
ha sido la conservación del recurso suelo. Una primera paradoja es
que la Ciencia del Suelo se halla en competencia con los problemas y
las temáticas de investigación “ambientales” que ella misma, junto
con otras ciencias, ha contribuido a conocer y poner en evidencia.
Una segunda situacion paradójica la señalan Ibañez et al. (2000) al
constatar que la crisis en la consideración social y de los recursos que
recibe la investigación edafológica se produce en el mismo momento
en que la sociedad demanda una mayor y más diversificada informa-
ción sobre suelos.
“La pregunta es: de qué manera la Ciencia del Suelo puede
contribuir a entender la reconocida complejidad de los problemas
del planeta, del cual es suelo es un componente fundamental”
(Cattizone, 1995). En consecuencia, en realidad la Ciencia del Suelo
parecería estar en una situación de oportunidad para continuar su
desarrollo, lo que debería implicar la resolución de sus conflictos in-
ternos y la asimilación y enfrentamiento de las nuevas demandas y
42
desafíos. Como señala Catizzone (1998) “todo el mundo está de acuer-
do en que la Ciencia del Suelo debe cambiar”. De allí la búsqueda de
un nuevo modelo conceptual y metodológico, es decir de un nuevo
paradigma válido para esta centuria.
43
suelo es el lugar de encuentro de la materia, de la vida y de la socie-
dad” (Queiroz, 1998). El suelo es ya entonces considerado no sólo
como un componente de la biósfera sino como “ un bien social; él
representa la base física, química, biológica de la vida humana; el
suelo es un legado del pasado hacia las generaciones futuras” (Bridges,
1995)
De esta manera surgen y se difunden los conceptos recientes de
agricultura y desarrollo “sustentables”. Debe hacerse notar sin em-
bargo, que “ los conservacionistas de suelos han estado planteando
la esencia de la “sustentabilidad” agrícola mucho antes que este con-
cepto recibiera su relativamente reciente énfasis como un nuevo “pa-
radigma” (El-Swaify, 1999).
Es claro que la agricultura hace contribuciones fundamentales
para la economía global, pero hay un creciente consenso que la agri-
cultura no es solo una empresa productora de alimentos. La agricul-
tura tiene importantes impactos en el ambiente y debe hacerse res-
ponsable por mantener y mejorar la calidad del ambiente que afecta.
De allí que la agricultura debe ser sustentable (El-Swaify, op.cit.). Esto
implica una eficiente utilización de recursos finitos, y conciencia que
los sistemas naturales se encuentran en un delicado equilibrio (Gorgas,
1996).
Junto con el concepto anterior ha surgido el mas general de
desarrollo sustentable. Este ha sido definido de varias formas: Skidmore
et al., (1997) mencionan que hay 67 definiciones diferentes en una
lista elaborada en el ITC de Holanda. No obstante, claramente el con-
cepto corresponde a una linea de pensamiento “naturalista” que da
al ambiente y al resto de las especies una importancia vital para man-
tener el equilibrio de la biósfera, en oposición a un pensamiento “uti-
litario” en el que el ambiente vale solo para producir bienes econó-
micos (Viglizzo, 1994). El concepto intenta en consecuencia equili-
brar los frecuentemente antagónicos ideales de crecimiento econó-
mico y de conservación del medio ambiente. Esto implica que el de-
sarrollo debe considerar las distintas dimensiones del ser humano:
social, económica, ecológica, política, cultural y espiritual. En otros
términos, que debe haber una armonía entre el ambiente, la socie-
dad y la economía (Merenson, 2001)
44
III.1.6-Cómo abordar el nuevo paradigma.
45
conocimientos fundamentales que permiten compreder el funciona-
miento; la tercera (D3: Uso y manejo del suelo) sería el segmento
aplicado de la Ciencia del Suelo, que debe asegurar que los suelos
sean utilizados de manera sustentable, en tanto la cuarta (D4: Políti-
cas en suelos y cuestiones ambientales) debería conectar e integrar
las actividades científicas tradicionales con los nuevos problemas y
campos de actividad (IUSS, 2000)
III.1.7-La interdisciplina
Si bien existe una ley general que dice que “el todo precede a
las partes”, el método reduccionista pretende a traves de las partes,
llegar al todo. Este es el método habitual en la Ciencia del Suelo, que
ha dado lugar a una gran cantidad de especializaciones (Pedro, 1986;
Queiroz, 1998).
La reciente toma de conciencia de los investigadores en suelos,
así como los integrantes de otras disciplinas científicas, de la comple-
jidad de interrelaciones entre los diversos compartimentos del medio
físico, y entre los diferentes dominios de la actividad humana (Jamagne
et al, 1998), ha llevado no obstante a valorizar y establecer como
necesario el abordaje interdisciplinario de los estudios del suelo y del
ambiente.
El trabajo interdisciplinario presenta diferentes niveles sucesi-
vos de complejidad: multidisciplina, interdisciplina, transdisciplina.
Sin embargo, el abordaje del nuevo modelo requiere ir más alla de la
multidisciplina, es decir de la simple adición de lo que pueden pro-
veer cada una de las disciplinas involucradas; la necesidad es la de
actuar según un método de interdisciplina, el que debe tener un ca-
rácter holistico o un valor agregado ligado a la confrontación de esas
disciplinas (Latham, 1998) Como señala Koohafkan (1986) se trata de
priviliegiar de aquí en mas el abordaje sistémico, poniendo en rela-
ción los hechos científicos provenientes de diversas disciplinas y de
establecer “puentes” no solo entre distintas disciplinas sino también
al interior de la Ciencia del Suelo.
Esta pluridisciplinariedad, como también se la denomina, impli-
ca para los investigadores trabajar en las interfaces, en las fronteras
entre las distintas ciencias. Esto requiere actitud para afrontar el ries-
46
go e interesarse en el diálogo (CCIFQ-INRS, 2001). Para que esto sea
posible, las instituciones buscan o deberían buscar, el establecimien-
to de estructuras y mecanismos útiles para asegurar la interdis-
ciplinariedad. Un ejemplo lo constituye la organización actual del
INRA de Francia (2001), en el que la definición de objetivos y áreas
temáticas se realiza no según las disciplinas tradicionales (suelos, in-
geniería rural, hidrología, etc.) sino según ejes de investigación
multidiciplinaria.
Finalmente debe tenerse en cuenta que el nuevo paradigma de
la sustentabilidad de la agricultura y del ambiente encierra también
desafíos respecto a la identidad de la Ciencia del Suelo, así como
hasta ahora lo ha hecho el paradigma agronómico. Reale et al. (1995)
dicen que “este paradigma es actualmente declarado y aceptado en
muchos artículos concernientes a la ciencia del suelo, pero un análisis
cuidadoso del contenido y de la lógica de estos artículos revela que
lo que inicialmente se declaró es sólo una apariencia externa. Las
propuestas que surgen son usualmente una lista de recomendaciones
para obtener un mejor conocimiento de la génesis, clasificación y
cartografía, a través del uso de la mineralogía de suelos, física y quí-
mica, biología, estudios de fertilidad, tecnología de suelos usando
nuevos y muy sofisticados equipamientos y metodologías, la mayor
parte de ellos resultando en un puro ejercicio académico”. Esta frase
permite dos lecturas y conclusiones. Por un lado la posibilidad del
“gatopardismo” allí denunciado existe y constituye un descrédito in-
conveniente. Sin embargo, una segunda lectura nos dice también
que sostenedores de la holística y la sustentabilidad pueden no com-
prender también la necesidad de estudios básicos, que se realicen
conservando el suelo, cuerpo natural, como objeto de estudio. Como
dice Pedro (1986) el método tradicional de investigación no es para
descartar, pero sí debe evitarse la deriva que lleva por ejemplo a ha-
cer física “sobre” el suelo, en lugar de hacer física “del” suelo. En
última instancia, aún desarrollando nuevos conceptos, modelos y
metodologías, la Ciencia del Suelo es enteramente una ciencia. El
cambiar etiquetas agronómico-productivistas por otras ecológico-
ambientales no resuelve nada (Ibañez, 1998). Enfin, como señalan
Jamagne et al. (1998), apoyándose como siempre en ciencias de base
pero asociándose además a otras disciplinas del medio natural y de la
sociedad, es necesario que la Ciencia del Suelo conserve su identidad.
47
IV- ESTADO ACTUAL DE LA CIENCIA DEL SUELO EN
ARGENTINA
49
Desde el punto de vista cualitativo se observan también inte-
resantes modificaciones a lo largo del tiempo (Figura 5). Algunas de
las áreas temáticas han mantenido una proporción mas o menos cons-
tante de contribuciones como es el caso de Física y el de Manejo y
Conservación de Suelos. Un cambio notable lo constituye la disminu-
ción en la proporción de las contribuciones en la Comisión de Géne-
sis, Clasificación, Cartografía y Mineralogía, que se nota a partir del
IX Congreso de 1980 en Paraná. Inversamente puede allí detectarse
un ligero incremento de la proporción de contribuciones en Química
y Fertilidad. A partir del siguiente Congreso de 1983 en Mar del Plata
se constata un incremento en la proporción de las contribuciones en
Biología de suelos. En esta reunión se organiza una Mesa Redonda
sobre la Enseñanza en Ciencia del Suelo, trabajos sobre este tema se
presentan en 1998 en el Congreso de Carlos Paz, deviniendo final-
mente en una Comisión específica en el Congreso del año 2000. Asi-
mismo es de remarcar la aparición de una nueva Comisión sobre Con-
taminación desde el Congreso de 1998. Estas variaciones cualitativas
se corresponden también con los períodos historicos que hemos men-
cionado. La disminución de las contribuciones en Génesis y Cartogra-
fía y el incremento de las de Química y Fertilidad que se producen
alrededor del año1980, en coincidencia con el inicio de la Tercera
Epoca que hemos identificado, se relacionan con la disminución de
las actividades de Relevamiento, con el incremento de la fertilización
derivada de la agriculturización y con el notable incremento de con-
tribuciones de la Universidad. La reciente aparición de las Comisiones
de Contaminación y Enseñanza están reflejando también las nuevas
temáticas de interés internacional.
Puede resultar interesante efectuar una comparación con la evo-
lución de las contribuciones en los Congresos de Suelos en Brasil. De
acuerdo a un trabajo mas acotado de Queiroz (1998), en el período
1961-71 las contribuciones en las Comisiones de Química y de Fertili-
dad representaban en conjunto el 48% del total, con una clara
predominancia de la segunda (37%). Por el contrario, las contribu-
ciones en Conservación representaron solo el 3% del total. Por el
contrario en 1996, en ocasión del XIII CLACS en Aguas de Lindoia, las
contribuciones específicamente brasileñas en Química, en Fertilidad
y en Fertilizantes representaron sólo un 29%, en tanto las contribu-
ciones en Conservación se incrementaron a un 20% del total. En cuanto
50
a los trabajos de la Comisión de Génesis se redujeron de un 29% en el
período 1961-71 a un 10% en el año 1996. Esta variación de la Comi-
sión de Génesis y Cartografía es equivalente a la que se ha dado en
nuestro país y en el mundo en general. Por el contrario, las variacio-
nes relativas entre los temas de Fertilidad y de Conservación de sue-
los, diferentes a las producidas en la Argentina, reflejan cuestiones
específicas: la baja fertilidad de los suelos tropicales, a diferencia de
los argentinos, ha llevado desde un inicio en Brasil a una mayor dedi-
cación al estudio de estos temas; en la actualidad, quizás un mejor
conocimiento de esta cuestión y un incremento de los problemas de
degradación resultantes de la agriculturización y expansión de la
frontera agrícola, ha llevado a una mayor dedicación a los estudios
de Conservación de suelos.
Cuadro1.
Comisión/Año Bs.As. Mendoza La Plata Tucumán Santa Fe Córdoba Bahía Bl. Bs.As. Paraná
1959 1962* 1965 1967 1969 1971 1975 1978 1980
Física 1 9 9 10 4 10 1 7 9 13
Quím. y Fertil.2 13 29 35 12 14 22 37 34 47
Biología 3 12 8 5 7 8 1 16 11 11
Gén.Cart. Min.4 33 24 8 23 40 28 67 32 26
Man. y Cons.5 24 29 20 14 22 17 12 24 15
Enseñanza 6 - - - - - - - - -
Contamin. 7 - - - - - - - - -
Varios 7 6 - 1 - - - - -
Totales 98 105 78 61 94 69 141 110 112
Cuadro 1 (continuación)
Comisión/Año M. del P. Neuquén Corrient. Bariloch. Mendoza Sta.Rosa Carl.Paz M.del P. Madryn
1983# 1986 1988 1991 1993 1996 1998 2000 2002
Física 1 16 20 13 13 24 18 8 32 15
Quím. y Fertil.2 36 30 37 51 81 59 61 106 109
Biología 3 24 17 17 27 29 26 28 49 29
Gén.Cart. Min.4 32 21 22 41 49 33 18 24 39
Man. y Cons.5 32 13 23 31 65 35 47 65 81
Enseñanza 6 5 - - - - - 3 5 12
Contamin. 7 - - - - - - 14 21 31
Varios - - - - - - - - -
Totales 140 101 124 163 248 171 179 302 316
51
1
Física: inicialmente se denomino Física y Físico-Química. A partir de 1983 se denominó
solo Fisica . Se incluyen en esta Comisión las contribuciones en la Comisión de Riego y
Drenaje que existió en los Congresos de 1986 y 1988. Para el caso del Congreso del 2002 se
contabilizaron los trabajos específicos incluídos en la Comisión de Física, Química y Físico-
química (Comisión I).
2
Química: se incluyen aquí las contribuciones de las Comisiones de Química y la de Fertili-
dad y Nutrición Vegetal que sesionaron separadas hasta 1983. A partir de 1986 se consti-
tuyó una sola Comisión denominada de Química, Físico-química y Fertilidad. Para el caso
del Congreso del 2002 se contabilizaron aquí los trabajos específicos de la Comisión I, más
los de la Comisión III (Fertilidad de Suelos y Nutrición Vegetal) así como en las Mesas
Redondas y Simposios relacionados con Química de Suelos.
3
Biología: se denomino así hasta 1980. En los Congresos de 1983, 1986, 1988 y 1991 se
denominó Microbiología y Bioquímica. Luego volvió a su denominación inicial.
4
Génesis, Clasificación, Cartografía y Mineralogía: se incluyen aquí las contribuciones en la
Comisión de Mineralogía que funcionó aparte hasta 1980, uniéndose a la Comisión mayo-
ritaria a partir de 1983. En el caso del Congreso del 2002 se incluyen las contribuciones de
las Mesas Redondas y el Simposio relacionados con los temas de la Comisión.
5
Manejo y Conservación: hasta 1980 se denominó Comisión de Tecnología, cambiando
por su actual denominación a partir de 1983. Para el Congreso de 1983 se incluyen aquí las
presentaciones en la Mesa Redonda sobre la Ley Nacional de Fomento a la Conservación
de Suelos. Para el caso del Congreso del 2002, donde pasa a llamarse de Manejo y Conser-
vación de Suelos y Aguas, Riego y Drenaje, se incluyen los trabajos sobre riego suplementa-
rio allí presentados así como los de las Mesas Redondas relacionadas con la temática de la
Comisión.
6
Enseñanza: Para el Congreso de 1983 corresponde a la Mesa Redonda sobre Enseñanza
de la Ciencia del Suelo. En 1998 se constituyó como Comisión. En el Congreso del 2002 se
contabilizan también las contribuciones de la Mesa Redonda sobre el tema.
7
Contaminación: se constituyó como Comisión a partir de 1998. Para el caso del 2002 se
incluyen las presentaciones en la Mesa Redonda relacionada.
*1962 y # 1983: estos fueron al mismo tiempo el 1° y el 8° Congreso Latinoamericano de la
Ciencia del Suelo, respectivamente. No se incluyen en las cifras las contribuciones de auto-
res extranjeros.
52
%
60
Física
Quimica y Fertilidad
Manejo y Conservación
50 Gén.,Clas.,Cart.,Min.
Educación
Contaminación
Biología
40
30
20
10
0
1959 1962 1965 1967 1969 1971 1975 1978 1980 1983 1986 1988 1991 1993 1996 1998 2000 2002
53
captar recursos económicos y humanos y organizar y sostener así gru-
pos de investigación. Sin embargo en nuestro país, los escasos recur-
sos económicos disponibles y la gran inestabilidad social y política de
la Nación y de las instituciones, impide en muchos casos la constitu-
ción de equipos de trabajo no obstante la existencia de recursos hu-
manos. Es así que en muchos casos investigadores de nivel no logran
consolidar un grupo y dejar descendencia. También hay casos donde
grupos pequeños pero activos llegan a desaparecer completamente.
En el mejor de los casos, luego de la desaparición del investigador o
del grupo, las instituciones llegan a incorporar un reemplazo, en gene-
ral con menos experiencia y que debe en soledad rehacer el camino.
Este lamentable fenómeno implica una constante ruptura con
el pasado y la incapacidad de progresar de manera sostenida; utili-
zando una figura del ámbito económico, este modelo constituye la
antítesis del modelo “capitalista” de acumulación, en este caso de
conocimientos y tecnología. La historia que hemos descripto de la
Ciencia del Suelo en el país, refleja altibajos institucionales y demues-
tra que este fenómeno no solo está relacionado con la situación
económica, sino fundamentalmente con la situación política y los di-
versos intereses que afectan la evolución del país.
Otra característica que presenta esta disciplina en el país, que
acompaña por supuesto a la realidad socio-económica, es la diferen-
cia de desarrollo entre las distintas regiones. Como queda claro a
traves los Congresos de la AACS (vg. Di Giacomo, 1998), la mayor
parte de los grupos y de la actividad están concentrados en la región
Pampeana. Además de los nucleos más antiguos y fuertes localizados
en la provincia y en la ciudad de Buenos Aires, en las otras provincias
de la región se han ido constituyendo grupos de investigación en el
ámbito universitario durante la Cuarta Epoca que hemos menciona-
do. Otra región donde se manifiesta una importante actividad
distribuída entre distintas instituciones (Universidades, CONICET e
INTA) es en el norte de la Patagonia. En el resto de las regiones la
actividad es menor, realizándose en algunas provincias del norte del
país o del extremo sur una actividad mínima de investigación local en
suelos. Si bien la concentración de capacidades no es en sí contrapro-
ducente, siendo por el contrario necesario contar con grupos con
masa crítica, esa diferencia indica que hay regiones del país cuyo re-
curso suelo ha sido escasamente estudiado.
54
IV.3-Los recursos destinados a la investigación en suelos
Es claro que las restricciones económicas que sufre la actividad
científica en el país, responden no sólo a los comparativamente esca-
sos recursos disponibles en la economía nacional, sino a una política
de Estado que no prioriza adecuadamente las inversiones en Ciencia
y Tecnología. A título de ejemplo podemos traer los comentarios de
del Campo y Puricelli (2001) referidos a la legislación en conservacion
de suelos. Estos autores señalan que la “preocupación de las autori-
dades es solo declarativa”; que la situación es la del “Estado ausente”
y que éste “ha abandonado las políticas activas en manos del merca-
do”.
Resulta interesante referir aquí el análisis realizado por Pardley
et al. (1989) sobre la investigación agronómica en Sudamérica, cen-
trado sobre los organismos específicos como el INTA en la Argentina.
Según los autores, los recursos económicos de estas instituciones, cal-
culados por investigador, han sido intermedios entre los países más
pobres y los más desarrollados. La tendencia que tuvieron los recur-
sos a incrementarse durante las décadas de 1950 y 1960 disminuyó
después de los años 70 y en algunos caso hubo recortes de los mis-
mos. Como conclusión general los autores indican que “las severas
fluctuaciones en los recursos económicos son indicativas de un am-
biente de investigación altamente inestable”. Esta conclusión es apli-
cable por supuesto a la Ciencia del Suelo.
55
vos de la Asociación, se tiene que en los últimos 20 años la cantidad
de socios ha oscilado, en números redondos, entre unos 350 y 450
(Cuadro 2). Los números fluctuantes indican que hay varias circuns-
tancias, entre ellas las económicas, que podrían influir en la cantidad
de miembros de la AACS. Resulta ilustrativo de nuevo comparar con
la situación en Brasil; de acuerdo a Queiroz (1998) la Sociedad Brasi-
leña de la Ciencia del Suelo cuenta con un poco mas de 4.500 miem-
bros, recibiendo los Congresos bienales cerca de 600 contribuciones.
56
recien fueron creados en la década del 70, la proporción de miem-
bros de la comunidad con estudios formales de posgrado no es muy
abundante. Con anterioridad y durante los primeros años de funcio-
namiento de los posgrados en el país, una pequeña cantidad de in-
vestigadores obtuvieron sus Maestrías y/o Doctorados en el exterior.
De acuerdo a las recopilaciones efectuadas por FECIC-INTA (1990;
1992) y Peinemann (2001) puede construirse el Cuadro siguiente. En
él hemos incluido, además de las tesis realizadas en los Posgrados
específicos en Suelos, algunas tesis sobre suelos o con gran propor-
ción de esta disciplina realizadas en otros posgrados como por ejem-
plo en los de Riego y Drenaje, Mecanización Agrícola, y Recursos
Naturales.
57
Posgrado en el INTA de Castelar. Considerando que en ese momento,
de acuerdo al Cuadro 2, habría unos 400 investigadores en Suelos,
esto indica que alrededor de un 6% de los mismos tenían un Posgrado
formal. Considerando ahora que para el año 2000 la cantidad de
investigadores se mantiene alrededor de 400, y suponiendo que to-
dos los investigadores incluidos en el Cuadro 3 se hallan todavía acti-
vos, esto nos indica que actualmente alrededor de un 30% de los
investigadores en Suelos tienen una formación académica de
Posgrado.
Estas estimaciones en primer lugar nos indican que en los últi-
mos 20 años ha habido un claro incremento en la cantidad de inves-
tigadores con formación superior, lo que sugiere un mejoramiento
de la calidad de la investigación en Suelos en el país. Sin embargo, la
proporción actualmente existente está lejos del nivel de formación
de la comunidad científica que existe en los países centrales.
En consecuencia, resulta necesario que las instituciones deman-
dantes y las formativas de investigadores, así como las de financia-
ción de la investigación, establezcan estrategias para incrementar los
estudios de posgrado en Suelos en el país y en el exterior. El primer
requerimiento es que haya una cantidad adecuada de becas para es-
tudiantes, las cuales actualmente son extremadamente escasas. En
segundo lugar, las Universidades deben adecuar sus cursos de Grado
y de Posgrado en Suelos al nuevo paradigma ambiental integrador.
Esto es necesario porque los estudiantes deben ya salir con una for-
mación y sensibilidad acorde con ese paradigma, como por el hecho
que el mismo ya se halla instalado en la sociedad y la adecuación de
los cursos permitiría posiblemente atraer un mayor número de candi-
datos a los mismos.
Así, en relación a los cursos de grado es necesario un cambio de
enfoque. Según el diagnóstico de la Comisión de Universidades Ibe-
roamericanas de Posgrado (CUIP, 1992), las carreras de ingeniería
agrónomica y forestal se orientan en forma significativa a dar solu-
ciones ingenieriles a agrosistemas altamente intervenidos. En estas
carreras, la influencia de los avances científicos y tecnológicos de la
“revolución verde” ha conspirado contra la jerarquización de los co-
nocimientos en ecología, siendo su orientación hacia la creación de
sistemas de alta artificialización.
58
IV.5- Relación con otras Ciencias y entre subdisciplinas.
Yuxtaposición de perspectivas.
59
queología. Es claro que en estos casos los estudios de suelos no res-
ponden en general a la perspectiva agronómica y suelen llevarse a
cabo de manera mas interdisciplinaria.
Además de la colaboración e integración entre disciplinas que
comienza a percibirse, es claro también una mejor integración den-
tro mismo de la Ciencia del Suelo. Así por ejemplo, Panigatti (1996)
refiriendose a los trabajos en Manejo de Suelos constata que en la I
RACS de 1959 la mitad de las contribuciones tenían un solo autor. Por
el contrario en la VII RACS en 1975 ya no hubo trabajos unipersonales,
en tanto a partir de la VIII RACS en 1978 se observa un inicio de ac-
ción entre varios organismos y en el XI Congreso de 1986 se incrementó
el número de autores por trabajo. Esta evolución en la referida Comi-
sión, se ha producido en el conjunto de las subdisciplinas tal como ha
podido contatarse claramente en los últimos Congresos de la AACS
(Di Giacomo, 1998; Varios autores, 2000).
Sin embargo, debe quedar claro que la evolución hacia el tra-
bajo en colaboración no significa realmente trabajo interdisciplinario.
Si bien un avance importante lo ha constituido el paso de la ignoran-
cia mutua a la colaboración entre diversas subdiciplinas de la Ciencia
del Suelo, el concepto de interdisciplina que se promueve y requiere
va mas allá e implica el abordaje integrado de la realidad desde dis-
tintas Ciencias y perspectivas.
60
ciencia y dinamismo. Conviene entonces alguna reflexión sobre al-
gunos problemas que debería ir resolviendo la propia comunidad
científica
La región Pampeana es sin duda el área mas estudiada del pais
por nuestra Ciencia del Suelo y donde se concentra la mayor parte de
la capacidad humana y de infraestructura. Sin embargo, algunos po-
cos ejemplos mencionados muy brevemente nos podrán dar una idea
tanto de la falta de conocimientos básicos, de la no utilización de
información generada, así como de la pérdida de oportunidades para
avanzar con respuestas a problemas prácticos.
61
que podríamos denominar el paradigma de la “unicidad y homoge-
neidad”, resultante de una generalización de algunos resultados
puntuales y a veces de una interpretación no totalmente apropiada
de los datos, ha sido asumido y constituye la base sobre la cual se
asientan todos los estudios de suelos de la región chaco-pampeana
en sus distintas subdisciplinas: física, fertilidad, manejo, e incluso en
la aplicación de modelos diversos.
Sin embargo, diversas contribuciones relativamente recientes a
diferentes escalas espaciales y siguiendo una perspectiva diferente,
muestran un panorama mucho mas complejo. Así, estudios
mineralógicos, geoquímicos y sedimentológicos, y el procesamiento
geoestadístico de diversos parámetros analíticos han permitido reco-
nocer diferentes asociaciones mineralógicas que no son debidas a la
pedogénesis. Por el contrario, los resultados obtenidos muestran la
heterogeneidad del material parental de los suelos pampeanos, la
que tendría su origen en la confluencia de aportes sedimentarios de
distintas fuentes. Esas diferencias entre los materiales son observa-
bles no solamente entre distintos sectores de la región, sino también
a escala de detalle dentro de una misma cuenca. Este modelo, que
podemos denominar el de la “multiplicidad y heterogeneidad”, y los
datos sobre los que se asienta, ha sido expuesto en diversas contribu-
ciones (v.g. Morrás, 1985; 1997-b; 1999-a; 2001-a; 2001-b; 2003; Iriondo
y Kröhling, 1996; Nabel et al., 1999; Zárate; 2002).
Este nuevo modelo, en el que se reconocen diferencias
composicionales y de origen, es desde ya de particular interés en la
comprensión de las condiciones ambientales y de los procesos
sedimentológicos y de formación de los suelos de la región. Por otro
lado, el reconocimiento de distintas mineralogías tiene asimismo enor-
mes implicancias en la comprensión del comportamiento físico y quí-
mico y en el manejo mas adecuado de los suelos pampeanos. Lamen-
tablemente el hecho de haber trabajado durante décadas asumiendo
un modelo de simplificación de la realidad, ha retardado el avance
en otros estudios básicos y aplicados, y ha influido negativamente en
algunos de sus resultados.
62
trado que la dotación de fósforo difiere según las regiones. En uno
de los primeros trabajos de la época moderna, Zafanella (1952) reali-
za una evaluación regional de la fertilidad y de su posible duración
en función de la produccion de distintos cultivos. En la década del 80,
y en relación con la agriculturización y el incremento de la fertiliza-
ción, se realizan numerosos trabajos en distintas éreas para determi-
nar los niveles de P asimilable y establecer zonificaciones parciales y
generales de la región (v.g. Darwich, 1983). Al mismo tiempo se reali-
zaron innumerables ensayos de fertilización para probar la respuesta
al agregado del fósforo.
Sin embargo, aparentemente los especialistas en fertilidad de
suelos de la segunda mitad del siglo XX, no tuvieron en cuenta el
trabajo monumental realizado a principios del siglo por Lavenir (1910)
en el Ministerio de Agricultura de la Nación, en el que se estudió el
contenido de fosforo total de todo el país. Esta información, analiza-
da y procesada cartográficamente casi un siglo después (Morrás, 1999-a),
permitía ya en esa época reconocer la existencia de diferencias de
fertilidad entre distintas áreas e incluso prever la necesidad del uso
de fertilizantes. El olvido, el desconocimiento de esos antecedentes,
llevaron a que la fertilidad fosfórica de los suelos pampeanos tuviera
que ser estudiada y “descubierta” con gran costo y esfuerzo muchísi-
mos años mas tarde.
Un caso similar es el referido a la información generada a prin-
cipios del siglo XX sobre el potasio y la materia orgánica de los suelos
pampeanos y que ha sido redescubierta recientemente (Morrás, 1996;
Morrás et al., 2000; Morrás y Cruzate, 2002).
63
Numerosos estudios han sido realizados en diversas disciplinas
(suelos, hidrología, geomorfología, clima, ingeniería, etc.) por diver-
sas instituciones; también se han generado planes y se han realizado
obras hidráulicas. Una obra remarcable integrando los estudios
geomorfológicos y de suelos ha sido el trabajo de Tricart (1973). En
materia hidrológica un importante documento ha sido producido por
el Coloquio Internacional sobre Hidrología de Grandes Llanuras
(Fuschini Mejía, 1984) y en cuanto al estado del recurso suelo resalta
el trabajo cooperativo liderado por J.Prego que produjo el libro El
Deterioro del Ambiente en la Argentina (FECIC -PROSA, 1988). Un
muy reciente e importante aporte de carácter multidisciplinario es el
libro publicado por la Universidad Nacional de La Plata (Maiola et al.,
2003), en el que se presentan las contribuciones efectuadas por diver-
sos especialistas en un Taller organizado por esa Universidad para
tratar específicamente el problema de las inundaciones.
Estos y otros documentos contienen una gran cantidad de in-
formación, la que ha sido el resultado de la producción de especialis-
tas en las mas diversas disciplinas trabajando, sin embargo, en gene-
ral aisladamente. Estos trabajos no tienen un enfoque interdisciplinario
por lo que no resultan de ellos propuestas integradas y con un peso
específico suficiente para abordar alternativas de solución de los ex-
cesos y deficiencias hídricas. Si bien existe un “Plan Maestro Integral
de la Cuenca del Salado” este contempla básicamente obras hidráuli-
cas, de conducción de excedentes hídricos y de protección de pobla-
ciones, pero no existen realmente proyectos y acciones destinadas a
soluciones de fondo que contemplen prácticas de uso y manejo del
suelo para disminuir los excedentes. La Secretaría de Agricultura y
Ganadería de la Nación por su lado, generó un Programa específico
(PROMPTA) cuyo objetivo sería atenuar y superar las consecuencias
de las inundaciones (Urdapilleta, 1995) pero que hasta el momento
ha sido de una acción marcadamente acotada. Por otro lado, y esto es
fundamental, es conocida la falta de decisiones políticas y de recur-
sos que permitan encarar soluciones reales y “sustentables”. Es así
que los problemas son recurrentes, como las grandes inundaciones
del 2001; estas generan ingentes pérdidas, en tanto se suscitan con-
flictos por obras hidráulicas que benefician a unos y perjudican a
otros.
64
Recientemente Casas (2001) señaló que las soluciones a este
serio problema ambiental deberían cumplir tres condiciones básicas:
en primer lugar las soluciones deberán ser integrales, abarcando los
aspectos agronómicos e hidráulicos; la segunda es que las soluciones
a implementar requerirán de inversiones de magnitud y sostenidas
en el tiempo; y la tercera es contar con la grandeza de los gobernan-
tes, que permita instrumentar soluciones más allá de la duración de
los mandatos de gobierno. A esto agregaríamos también la necesi-
dad de involucramiento de las instituciones científicas y técnicas, que
permitan generar desde si mismas proyectos sólidos e integrales con
los cuales generar el apoyo político y económico necesario.
65
rias, sumando también la colaboración de algunas empresas y grupos
privados, el sistema de investigación y extensión publico no supo cap-
tar y asumir el desafío de investigar oportunamente con mayor pro-
fundidad y tener una política de difusión del nuevo sistema. AAPRESID
por su parte inició una exitosa campaña de difusión asumiendo ade-
más los principios de conservación del recurso, de la sustentabilidad,
de la captacion de gases invernadero (“secuestro” de carbono) y de la
lucha contra el calentamiento del planeta, consignas todas que cons-
tituyen objetivos prioritarios actuales del sistema de investigación y
de la Ciencia del Suelo.
El enorme éxito de la siembra directa en la Argentina se explica
tanto por la percepción de la necesidad de controlar los procesos de
degradación, por la ventaja económica que supone el sistema para
los agricultores, así como por las condiciones de suelo y clima que
posibilitan la misma. Luego de un primer momento de sorpresa ante
la magnitud del fenómeno, gran número de investigadores se volca-
ron a la investigación y experimentación de los cultivos en siembra
directa, aportando información y experiencias para explicar los cam-
bios que ocurren en el suelo, para superar las restricciones y mejorar
las ventajas de este nuevo sistema agrícola. Mas allá de los aspectos
positivos de la SD, esta encierra en su práctica actual algunos
interrogantes respecto a las modificaciones físicas y químicas en los
suelos, así como los derivados de la gran dependencia de herbicidas y
de semillas genéticamente modificadas, lo que requiere una
profundización objetiva y desapasionada de las investigaciones so-
bre algunos componentes de este sistema de cultivo.
66
siglo XX. Los olvidos a veces son deliberados: hoy en día en varios
Estados de los Estados Unidos de América se prohíbe la enseñanza en
las escuelas del evolucionismo de Darwin por cuestiones religiosas.
No obstante, si bien este tipo de errores son propios del Hom-
bre, es también responsabilidad de la comunidad científica, conocer
su existencia y tratar de evitarlos. Citando a Guibourg et al (1988)
“Conviene, pues, que sepamos cual es nuestro lugar en la corriente
de la ciencia, cuáles fueron los cambios y conflictos que nos han traí-
do hasta donde estamos y, por vía de extrapolación inductiva, qué
cambios y conflictos podemos esperar en el porvenir”. En el caso de
la Ciencia del Suelo en la Argentina, los ejemplos citados correspon-
den a diversas áreas: el primero puede considerarse un tema de inves-
tigación básica, el segundo está relacionado con una cuestión aplica-
da como es la fertilidad, el tercero tiene que ver con la aplicación de
conocimientos a la cuestión ambiental y el último está relacionado
con la tecnología agronómica. Estos ejemplos reflejan problemas de
generalización, acriticismo, discontinuidad y ruptura con el pasado,
aislamiento y autolimitación. Además de los problemas y limitacio-
nes que encuentra la sociedad derivados de la falta de conocimien-
tos, estos ejemplos son un muestrario de problemas derivados del
olvido o no utilización de los conocimientos ya generados.
En consecuencia, además de saber cuáles son los temas en los
que debe trabajarse, además de definir las prioridades, debe tenerse
en claro que el proceso en sí de investigación debe perfeccionarse. La
generalización es una etapa en el conocimiento y debe asumirse como
transitoria, continuando siempre los esfuerzos para encontrar la rea-
lidad íntima que siempre será mas compleja. La memoria debe man-
tenerse viva para capitalizar los pequeños y grandes aportes que se
van generando. En fin, es necesario involucrarse en la implementación
de soluciones y en el cambio de la realidad; como decía Piñeiro (1965)
refiriéndose también a nuestra Ciencia del Suelo “el problema debe
tomarse unicamente para resolverlo. Hay que estar inspirado en el
deseo de querer resolverlo”.
67
V-EL FUTURO PRÓXIMO DE LA CIENCIA DEL SUELO EN
ARGENTINA
69
V.1-Los nuevos desafíos del y para el desarrollo humano
70
una tasa muy baja. Sin embargo, sus recursos naturales se hallan so-
metidos a grandes y variados riesgos: deforestación y erosión en las
áreas subtropicales húmedas y subhúmedas, desertificación en la
Patagonia y otras áreas semiáridas, degradación de los suelos en la
región pampeana (Solbrig, 2000)
Por otro lado, la contaminación de los recursos no constituye
todavía en Argentina un problema de la dimensión de los paises cen-
trales. Sin embargo, la intensificación agrícola que ha comenzado
recientemente lleva progresivamente a un mayor uso de insumos. El
conocimiento anticipado de las consecuencias, da al pais la posibili-
dad de prepararse y adelantarse para mitigar los riesgos y desarrollar
tecnologías que no impliquen degradación y contaminación y asegu-
ren un desarrollo sustentable.
71
ocurrencia de eventos climáticos extremos (Canziani, 2000), como se-
quías más severas, inundaciones y tormentas más destructivas. Los
modelos climáticos también indican posibles cambios futuros en los
patrones temporales y espaciales de precipitación, con incrementos
en el número de días húmedos y en el porcentaje de agua caída du-
rante tormentas intensas. Una consecuencia del incremento en la
intensidad de las lluvias es el incremento de la erosividad (Nearing,
2000).
La agricultura es particularmente vulnerable al cambio climático.
Por otro lado los suelos juegan un rol fundamental en el ciclo global
del carbono. La cantidad de C almacenada en los suelos del mundo
como materia orgánica, es entre dos y cuatro veces mayor que el
carbon almacenado en la vegetación natural y plantas cultivadas (ISSS,
1990; El-Swaify et al., 1999). Dependiendo del tipo de uso y manejo,
el suelo puede ser fuente de emisión o bien un “sumidero” de carbo-
no (Lal et al, 1996). Ademas, el suelo y las formas en que éste se utiliza
producen la liberación de otros gases que también influyen en el
efecto invernadero, tales como el metano y el óxido nitroso (ISSS,
op.cit.; Morrás, 1999-b).
Algunas de las consecuencias del cambio climático sobre los
suelos no son fáciles de estimar; así por ejemplo, la pérdida de suelo
está condicionada por la biomasa que reduce el impacto de la gota
de lluvia; si bien la erosividad de las precipitaciones podría ser mayor,
ésta se vería contrarrestada por el incremento de la biomasa derivada
de mayor humedad y temperatura (Nearing, op.cit). Sí es claro no
obstante, que las prácticas agrícolas que producen un mayor secues-
tro de carbono y mitigan en consecuencia el calentamiento global,
también mejoran la calidad del suelo, la sustentabilidad y la produc-
tividad (Lal et al., op.cit.)
Este cambio climático que ya se ha iniciado y que podría inten-
sificarse, plantea también para la Ciencia del Suelo en la Argentina
varios desafíos. Diversos modelos predictivos dan resultados no siem-
pre coincidentes.
En consecuencia, al menos tres temas surgen para ser considera-
dos:
- cuáles serán los cambios en los sistemas de uso y manejo de las
tierras en relación con el cambio de las condiciones ambientales;
72
- cuáles serán los efectos de la elevación del nivel del mar en los
ecosistemas, en la producción agrícola y en la irrigación;
- cuáles serán los efectos del cambio climático sobre los proce-
sos de erosión.
73
El estudio y eficientización de las relaciones suelo-agua-agri-
cultura-ambiente constituye en consecuencia un campo privilegiado
de investigación interdisciplinaria para la Ciencia del Suelo en Argen-
tina, requiriéndose abordar diversos tipos de problemas y desafíos:
- en áreas de agricultura de secano, la condición de los suelos
para aumentar la eficiencia de captación del agua de lluvia, evitar el
desperdicio por escorrentía y los problemas de erosión. La irrigación
suplementaria, sus posibilidades y limitaciones, constituye un capítu-
lo de suma importancia;
- en áreas de agricultura bajo riego, la eficiencia del manejo del
agua y el control y recuperación de los procesos de salinización;
- en ambientes semiáridos las deficiencias de agua y el problema
de la desertificación, y en ambientes húmedos los excesos y el proble-
ma de las inundaciones;
- en áreas periurbanas la posibilidad de la reutilización agrícola
de aguas usadas (“servidas”) urbanas;
- en áreas urbanas, las consecuencias de la elevación de las napas,
de la contaminación de las mismas y de las aguas superficiales, y de
los riesgos del incremento del nivel del mar.
74
- incrementar de forma sustentable la productividad de la agri-
cultura
- evitar o recuperar la degradación y la contaminación de suelos
y aguas
- planificar y ordenar el uso del territorio
- reducir el efecto invernadero mediante el secuestro de C en los
suelos
- manejar los recursos hídricos
- conservar la diversidad biológica
Es claro que la prioridad relativa de estos objetivos generales
dependerá de las situaciones locales, constituyéndose así unos en
objetivos inmediatos y otros mediatos.
75
V.2.3-Estrategias conceptuales y metodológicas para
abordar el nuevo paradigma
76
V.2.3.1-El concepto de multidimensionalidad y el análisis
estructural
77
la distribución espacial de los mismos. Así, por un lado deben hacerse
esfuerzos para integrar las observaciones morfológicas y analíticas
del paisaje y del perfil con la observación microscópica. Por otro lado
debe avanzarse en la utilización de los sistemas de información geo-
gráfica, la geoestadística, los modelos matemáticos, los sistemas de
percepción remota, etc.
También se requiere realmente comenzar a trabajar en la inves-
tigación de la cuarta dimensión temporal. Los incipientes estudios en
paleopedología ofrecen un amplio campo de desarrollo, incentivado
por el interés en el conocimiento de la evolución del clima. Una he-
rramienta conceptual y metodológica para abordar el estudio de la
evolución temporal, es la interpretación dinámica de las relaciones
geométricas que existen entre las estructuras (Ruellan y Dosso, op.cit).
Esto posibilita el estudio de la historia del manto pedológico así como
el análisis de la evolución futura en función de la utilización.
Se ha dicho que la Cartografía y Clasificación generan los cono-
cimientos y los datos que deberán constituir uno de los pilares de las
nuevas estrategias orientadas a modificar el sustrato tecnológico
(Gorgas, 1996). En este sentido se requiere también la adaptación de
la información cartográfica a los requerimientos de los diversos tipos
de usuarios. La evaluación y representación cartográfica de la calidad
y estado de las tierras, la evaluación para usos alternativos a los
agronómicos o a los agronómicos habituales, la actualización y en
general el mejoramiento de la calidad de los mapas son tareas que
deberían ser intensificadas. Una tarea tendiente a mejorar la com-
prensión y la comunicación de la información sobre suelos debería
ser la difusión y uso de la WRB (Base Referencial Mundial para los
Recursos de Suelo) que se ha desarrollado recientemente.
78
el desafío hacia el futuro es lograr la acción interdisciplinaria. En
Química del suelo, el paradigma se ha desplazado de las reacciones y
procesos de los nutrientes de las plantas hacia los estudios en química
de suelos ambiental (Sparks, 2001). La heterogeneidad del suelo no
es mas considerada un obstáculo sino un real objeto de estudio
(Jamagne et al., 1998); esto implica también en química el estudio de
la variabilidad espacial y el estudio de los suelos no disturbados. En
Física de suelos los metodos experimentales son cada vez mas diver-
sos y sofisticados (Raats, 2001). Sin duda el sistema suelo-agua consti-
tuye la preocupacin mayor; se han logrado avances importantes en la
medición y el análisis de las propiedades hidrodinámicas de los suelos
y en los estudios de la porosidad y estructura. Los trabajos tanto en
Química como en Física muestran la importancia de la Mineralogía
de suelos, es decir de la naturaleza, origen y evolución de los consti-
tuyentes para la comprensión de las diversas propiedades edáficas y
su relación con el ambiente y el uso de los suelos (Jamagne et al,
op.cit). Los cambios mineralógicos en relación con condiciones am-
bientales, los procesos físico-químicos, la localización, movilidad y
biodisponilididad de metales, la polución con diversos tipos de con-
taminantes, la transferencia de agua y solutos, la interacción con la
materia orgánica, etc. son todos temas en que la mineralogía se inte-
gra con otras disciplinas (Chadwick y Chorover, 2001). En Biología de
suelos se ha producido en los ultimos tiempos una toma de concien-
cia de la comunidad científica sobre la importancia de la actividad de
los organismos vivientes en la formación del suelo, en la adquisición
de de sus caracteres y propiedades, así como en la transferencia de
materia, en las transformaciones y estabilización de los productos
orgánicos (Jamagne et al, op.cit.). El rol de la bioturbación en los
procesos de formación de suelos y del paisaje constituye un tema de
investigación básica que recién ahora comienza a desarrollarse
(Johnson, 2001). En microbiología ha habido notables desarrollos en
cuanto a la actividad de la masa microbiana, el estudio de los proce-
sos bioquímicos, la cuantificación e identificación de la notable di-
versidad de la flora microbiana del suelo (Insam, 2001).
Dentro de este variado, complejo e interesante panorama de la
actual Ciencia del Suelo, en nuestro medio local algunos temas re-
quieren un mayor impulso, como el estudio de los parámetros que
gobiernan las propiedades y dinámica hídrica de los suelos, tales
79
como las características y evolución de la estructura y porosidad, y de
los componentes minerales y orgánicos. En biología sería necesario
llenar los vacíos que existen en el conocimiento de la microflora y en
el rol funcional de la fauna del suelo. Los estudios sobre contamina-
ción recien se estan iniciando, y sería necesario investigar las
interacciones de los pesticidas con la materia orgánica y con los mine-
rales del suelo, y las posibilidades de la fitoremediación. En fertili-
dad, el mejoramiento de los metodos de diagnóstico, la modelización
de los ciclos, la dinámica y pérdida de nutrientes, el abordaje orgáni-
co-biológico de la fertilidad son otros tantos aspectos de interés.
Como se señaló, la investigación en suelos en Argentina debe
ganar en profundidad. Como señala Simonson (1991) se debe reducir
el tiempo y energía en la investigación empírica, en los estudios de
prueba y error, y debe haber un gran esfuerzo en la búsqueda de los
principios básicos.
Al mismo tiempo que se profundizan, los estudios deben estar
enmarcados en el concepto de la multidimensionalidad y de la varia-
bilidad espacial. También como señala Hillel (1991) debe considerarse
que la variabilidad espacial de los procesos puede no ser la misma
que la de las propiedades: en un ambiente abierto, la variación de un
factor inevitablemente conduce a la variación de otros factores; por
lo tanto las experiencias en suelos tienen que ser lo suficientemente
largas para observar todo los efectos.
El modelado de los procesos es una herramienta importante que
ayuda a testear conceptos y facilitar aplicaciones (Mermut y Eswaran,
2001). La variación en los suelos es compleja; la incertidumbre que se
deriva puede ser cuantificada y manejada a traves del uso de mode-
los; los errores de predicción de los modelos podrían ser disminuídos
integrando el conocimiento de los procesos con las determinaciones
(Heuvelink y Webster, 2001); deben tenerse presente no obstante las
limitaciones de esta herramienta, lo que lleva a Hillel (op.cit) a seña-
lar que debería ponerse menos énfasis en desarrollar siempre mode-
los mas sofisticados y poner por el contrario mas énfasis en retornar a
lo básico.
80
nor grado todo el planeta (Hurni et al., 1996); el control de las múlti-
ples formas de degradación es el gran desafío que la realidad y el
consecuente nuevo paradigma impone a la Ciencia del Suelo y a otras
ciencias ambientales. Los procesos de degradación de tierras tienen
hoy en dia un impacto y consecuencias negativas globales mayores
para la vida del hombre sobre la tierra que el mismo calentamiento
global por si solo (Pla, 2000).
Actualmente se cuenta con diversas herramientas para evaluar
la degradación de las tierras tales como el sensoramiento remoto y
los sistemas de información geográfica; asimismo se cuenta con mo-
delos empíricos tales como la USLE y la RUSLE para predecir la ero-
sión. Sin embargo el conocimiento de los procesos de degradación es
superficial, y los estudios se han concentrado sobre todo en los efec-
tos mas que en las causas. Por ello las diferentes herramientas han
contribuído poco a mejorar las estrategias de conservación, siendo
necesario pasar de evaluaciones y modelos esencialmente empíricos,
subjetivos y cualitativos a evaluaciones cuantitativas basadas en pro-
cesos hidrológicos (Pla, op.cit).
En los últimos años se han popularizado los términos de cali-
dad y salud del suelo (Doran et al., 1994). En realidad estos no son
conceptos estrictamente nuevos; sin embargo a partir de una formu-
lación nueva y explícita, se ha comprendido mejor la importancia de
la calidad del suelo para la sustentabilidad, y se ha comenzado a avan-
zar en la identificación de indicadores para las diferentes funciones
del suelo. La comprensión de la calidad del suelo es fundamental
para la rehabilitación de los suelos y ambientes degradados (Mermut
y Eswaran, 2001) y deben seguir buscándose indicadores inequívocos
y si es posible simples, teniendo en mente que su aplicación será mas
bien regional que universal (Gallardo-b, 2000).
En la Argentina la degradación y erosión de las tierras es un
grave problema que afecta al menos un 40% de su superficie (FECIC-
PROSA, 1988; SAGyP-CFA, 1995). Estos procesos afectan todos los
ambientes. Diversos tipos de acciones deben encararse e intensificar-
se, tales como el monitoreo del estado y del uso de las tierras, la
búsqueda de indicadores de calidad y del grado de degradación, y
los estudios sobre contaminación. La información básica disponible
sobre los procesos de erosión eólica e hídrica es excesivamente esca-
sa, faltando mediciones directas y evidencias experimentales (Puricelli,
1996).
81
Como se mencionó anteriormente, el estudio de las caracterís-
ticas y de los procesos que tienen lugar en los suelos requieren una
estrategia basada en el estudio detallado de áreas piloto. Del mismo
modo, esta estrategia se requiere para la evaluación del estado, cali-
dad y evolución de los suelos y demas recursos naturales desde una
óptica conservacionista. Para todos estos objetivos deberían en con-
secuencia implementarse investigaciones interdisciplinarias en sitios
protegidos y representativos de distintas situaciones de suelos y am-
biente, donde se contara además con una infraestructura para el es-
tudio continuo de los procesos. Este tipo de acción, que además debe
ser interinstitucional, se ha implementado en algunos países, siendo
por ejemplo denominada en Francia “el Observatorio de la Calidad
de los Suelos” (Martin, 1998).
Además de la evaluación del estado de las tierras y de los estu-
dios básicos necesarios para diseñar estrategias de control efectivas,
se requiere la implementación de todas las acciones necesarias de
conservación y recuperación en función de la especificidad de cada
agro y ecosistema. En áreas de agricultura se requieren manejos
conservacionistas, un manejo adecuado de los bosques y agroforestería
en áreas forestales, en tanto que en los ambientes frágiles áridos y
semiáridos que ocupan la mayor parte de la superficie nacional se
necesita un especial esfuerzo en la lucha contra la desertificación;
como ya se mencionó, el manejo de los suelos en areas inundables
constituye un desafío; en todos los casos el suelo debe ser manejado
integralmente con los demás recursos naturales. La responsabilidad y
la acción del Estado es fundamental para la lucha contra este grave
problema que afecta al país. Tanto el Estado nacional como los Esta-
dos provinciales deben aportar los recursos necesarios para estudiar
esta problemática y generar políticas explícitas asignando recursos
específicos para la conservación de las tierras (Puricelli, 1999; del Campo
y Puricelli, 2001).
82
damentalmente en la calidad de los recursos y en la mano de obra.
Con la Revolución Verde se incrementó la producción por unidad de
superficie gracias al consumo creciente de insumos de diverso tipo.
Actualmente nos encontramos en una etapa en que la agricultura
debe ser sustentable, requiriendo el desarrollo de tecnologías de bajo
impacto sobre los recursos naturales, las que deben ser además efec-
tivas y rentables.
La agricultura argentina de secano actualmente ha encontrado
una respuesta a la demanda del momento a través del creciente uso
del cultivo en siembra directa. Las ventajas económicas, la mayor es-
tabilidad de la producción y el efecto en la conservación de los suelos
son innegables. Asimismo tiene gran interés desde el punto de vista
ambiental, como sistema para contrarrestar el incremento de los ga-
ses invernadero. Sin embargo este nuevo sistema plantea, como se
mencionó mas arriba, una gran cantidad de interrogantes. Por un
lado se encuentra su dependencia de algunos insumos específicos,
químicos y biológicos. Por el otro, numerosas propiedades del suelo
se modifican con la siembra directa las que, salvo por las evidencias
mas aparentes, nos son en gran parte desconocidas. Modificaciones
importantes físicas, hidrodinámicas, biológicas, químicas, físico-quí-
micas, etc. se producen tanto en relación con los sistemas de cultivo
tradicionales como en relación con los suelos no cultivados. Las res-
puestas del suelo y los cultivos a la implementación del sistema sin
duda tendrán diferencias según el tipo de suelos, el estado de los
mismos y las rotaciones utilizadas. En consecuencia, si bien ya se ob-
servan numerosos trabajos dirigidos a estudiar estos aspectos (como
se puede constatar en la Revista Ciencia del Suelo y en otras publica-
ciones especifícas, v.g. Panigatti et al., 1998; 2001), se impone un
sostenido esfuerzo de investigación con el fin de responder a nume-
rosas cuestiones básicas.
Una práctica que reconoce ya una importante difusión es el
riego suplementario en zonas húmedas y subhúmedas. Si bien el be-
neficio en cuanto a la producción agrícola es notorio, todavía el im-
pacto de esta práctica sobre la calidad de los suelos es incierto. De
hecho, dado el tipo de aguas subterraneas disponibles, diversos tra-
bajos dan cuenta de efectos negativos sobre el suelo debido al incre-
mento del sodio de intercambio (Chagas, 2000). De allí que se requie-
re intensificar los trabajos de monitoreo e investigación bajo diversas
83
condiciones de suelo y de uso, así como sobre el efecto de correctores
de aguas y suelos.
Como se mencionó mas arriba, existe en nuestro país un impor-
tante vacío de conocimientos y tecnología respecto a la utilización
de aguas residuales y al riego en áreas periurbanas, lo que constituye
un tema de gran importancia ambiental y económica. El riego contínuo
en areas secas ha generado situaciones disímiles, con áreas regadas
exitosas y otras con situaciones comprometidas; el uso del recurso
hídrico en general es poco eficiente; los problemas en estos casos son
fundamentalmente tecnológicos y de organización socio-económica
(Chambouleyron, 1986).
Los problemas de contaminación del ambiente constituyen un
tema reciente y de gran importancia en el futuro próximo de la Cien-
cia del suelo local. Deben realizarse por un lado tareas de monitoreo
de la contaminación del suelo, del agua y de la producción con pesti-
cidas y fertilizantes, y por otro lado estudios básicos respecto a los
factores edáficos relacionados con el comportamiento, persistencia y
transferencia de contaminantes en los suelos.
En relación con las nuevas demandas de calidad y de susten-
tabilidad, surge la agricultura orgánica como una respuesta alterna-
tiva (Gómez et al., 2000). La investigación local sobre los suelos y el
ambiente bajo estos sistemas es notoriamente escasa, y sin duda me-
rece ser intensificada.
La agricultura de precisión, por otro lado, constituye otro re-
ciente desarrollo tecnológico que contribuye a eficientizar el uso de
insumos y a obtener mayores rendimientos. Esta tecnología se apoya
todavía, sobre un número limitado de parámetros de la compleja rea-
lidad que es el suelo. Una mejor información sobre las características
y el comportamiento de los distinto suelos cultivados junto con el
desarrollo de este equipamiento redundará sin duda en una mayor
eficiencia del sistema.
En términos comparativos, la producción agrícola en Argenti-
na es baja por unidad de superficie, por lo que la tecnología es el
camino para producir mas, mejor y más barato (Puricelli, 1996). Sin
embargo, un desafío es incrementar o mantener la producción con
menores insumos, así como también el de reducir y remediar la de-
gradación del suelo (Greenland, 1991); en este marco, como señala
Menzel (1991) los efectos en el largo plazo del cultivo conservacionista
84
en la calidad del suelo, y su interacción con la calidad del aire y del
agua continuarán a ser importantes áreas de investigación.
85
limitante clave en nuestro país. Un camino necesario a recorrer, tanto
por responsabilidad social pero también para contrarrestar esta últi-
ma limitante, es la apertura de nuestra ciencia hacia el exterior de la
comunidad científica. Esta no es una cuestion local, es propia de nues-
tra Ciencia a nivel internacional. Como señaló Greenland (1991), la
Ciencia del suelo ha sido practicada demasiado tiempo en virtual os-
curidad del publico y de gran parte de la comunidad científica.
Simonson (1991) señala que la identificación de la Ciencia del Suelo
con la agronomía ha impedido forjar lazos efectivos con los usuarios
de los suelos que no se hayan vinculados con esta última, por lo que
debe generarse una colaboración efectiva entre científicos del suelo
y profesionales fuera de la agronomía. Esto implica salir de un cierto
aislamiento científico y temático (Ruellan, 1984). La imagen pública
del suelo es una imagen simple y debe ser enriquecida (Simonson,
op.cit) dado que esto también influye en el interés, en el uso y cuida-
do que la sociedad tendrá de este recurso. Movimientos internacio-
nales como los del Proyecto de Tutzing y las declaraciones de
Klingenthal (ver por ejemplo AACS, 1998) dan cuenta de esta necesidad.
En consecuencia, vemos que la Asociacion Argentina de la Cien-
cia del Suelo a través de sus diversas actividades y medios de comuni-
cación, debe tambien jugar un rol activo en la promoción de los
nuevos valores, en la vinculación interna y externa y en el acceso de
la sociedad al conocimiento de los suelos. Hacia adentro de la comu-
nidad de especialistas creemos que sería necesaria una mayor difu-
sión de los trabajos realizados sobre los suelos del país; si bien alguna
información aparece esporadicamente en el Boletín Informativo de
la AACS, esta es notoriamente incompleta. Hacia afuera, como he-
mos propuesto recientemente (Morrás, 2001-b), creemos que sería
útil y conveniente la edición de productos de divulgación científica
edafológica y ambiental, de utilidad para profesionales de otras áreas
y el público en general.
86
VI-CONCLUSIONES
87
vida sobre la Tierra, y en las consecuencias del modelo utilitario; este
nuevo consenso o modelo implica un mayor involucramiento en los
problemas de los agro-ecosistemas y de la sociedad, así como formas
de acción interdisciplinarias tanto entre distintas ciencias como entre
las subdiciplinas, que permitan un abordaje integrado del estudio
del suelo y de los recursos del ambiente.
A partir del análisis de la situación actual de la Ciencia del Suelo
en la Argentina y de las desafíos y requerimientos que plantea el
nuevo paradigma científico y el modelo de desarrollo, surgen hacia
el futuro diversas temáticas prioritarias a ser abordadas por las distin-
tas subdiciplinas, asi como estrategias conceptuales y metodológicas
para responder a la necesidad de una mayor profundidad e
integralidad de la investigación. Sintéticamente y entre otros aspec-
tos, resulta necesario profundizar en el estudio de la multidi-
mensionalidad espacial y temporal de los suelos mediante el análisis
estructural con el fin de comprender la organización, la variación
espacial y la dinámica de los suelos y el paisaje; profundizar el cono-
cimiento de las propiedades y de los procesos privilegiando las inves-
tigaciones en áreas testigo con el propósito de comprender realmen-
te y de manera integral el funcionamiento de los suelos; evaluar el
estado y la calidad de los suelos y del ambiente implementando las
políticas y las medidas de conservación y recuperación necesarias; y
avanzar en la integración de los conocimientos básicos con las prácti-
cas agronómicas y los problemas ambientales con el fin de incremen-
tar la producción disminuyendo los riesgos de degradación de los
recursos.
El suelo es un recurso y un capital fundamental para la Argenti-
na. Sin embargo este y nuestra disciplina son desconocidos para el
conjunto de nuestra sociedad. El cambio de esta situacion requiere
una actitud y proceso de apertura de nuestra disciplina hacia toda la
comunidad, lo que redundará en un mayor interés y demanda, posi-
bilitando un mayor desarrollo de la Ciencia del Suelo y una mejor
contribución y respuesta a los requerimientos de la sociedad vincula-
dos con este recurso.
88
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Esta publicación ha sido realizada
con el aporte de
EDICIONES INTA
F u n d a c i ó n
Departamento de Comunicaciones
Chile 460 2º piso C.P. 1098 Bs. As.
Copyright INTA, Julio de 2003
ARGEN
El suelo es un medio excepcional por su composición y
organización. Pero además el suelo, como el aire y el agua, es esencial para
la vida en la Tierra.
La Ciencia del Suelo, también denominada Edafología o Pedología,
constituye una disciplina científica relativamente joven, que ha hecho
contribuciones significativas para cubrir las necesidades de alimentos y
fibras de los seres humanos. Sin embargo, en los últimos años ha surgido
claramente que esta tarea debe realizarse teniendo en cuenta también el
ambiente y la salud del hombre y de los ecosistemas.
En este libro se analiza en primer lugar la evolución histórica de la
Ciencia del Suelo en la Argentina, en la que se puede diferenciar varias
etapas marcadas por cambios conceptuales, metodológicos e
institucionales. El balance es el de una ciencia que ha alcanzado un
desarrollo intermedio en el contexto internacional, habiendo en ello
influido tanto las condicionantes económicos y sociales del país como
aquellos propios del sistema y del modelo de investigación.
En segundo lugar, se analiza la situación actual de esta ciencia a
nivel internacional, la que se caracteriza por un proceso de cambio del
“paradigma agronómico” sobre el cual se había desarrollado, por un nuevo
paradigma en el que ambiente y sociedad toman relevancia.
Sobre esta base, se analiza luego el estado actual de la Ciencia del
Suelo en la Argentina, tanto en los aspectos temáticos como en los recursos
involucrados en esta disciplina. La educación, la relación con otras ciencias y
los problemas que deben superarse son también discutidos.
Finalmente, a partir del análisis de la situación actual y de los
desafíos y requerimientos que plantean el nuevo paradigma científico y
modelo de desarrollo, se mencionan temáticas prioritarias y estrategias
conceptuales y metodológicas que debieran considerarse e implementarse.
El suelo es un recurso y capital fundamental para la Argentina. Sin
embargo éste y la disciplina que lo estudia son prácticamente desconocidos
para la mayoría de nuestra sociedad. Este texto pretende ser una
contribución tanto para los especialistas como para aquellos que se
interesan por conocer cómo se estudia uno de los recursos básicos de la
Naturaleza.
H.J.M.M.