fos -fundador junto a otros autores del pragmatismo filosófico norteamericano-. En su abultada trayectoria académica incursionó por varios temas, especialmente de filosofía, política y educación siempre recurrentes en sus obras. Considerado por muchos como el más importante representante del movimiento Escuela Nueva, fue el primero en formular el nuevo ideal pedagógico, afirmando que la enseñanza debería darse por la acción y no por la instrucción, como lo quería Herbart. Para él la educación continuamente reconstruye la experiencia concreta, activa, productiva de cada uno. Filosofía, política y educación -esa tríada indisoluble en el pen samiento de Dewey- se integran en un verdadero sistema de pensamiento abarcador y coherente. La filosofía -que es conce bida, desde su particular pragmatismo, como un medio de ajuste social, un poderoso instrumento para identificar e interpretar las posibles formas de vida que aquélla propone. Estas formas de vida, se supone, son cada vez más democráticas. La democracia, uno de sus conceptos más interesantes y origi nales, no es mero régimen de gobierno, “es más que una forma de gobierno; es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia comunicada juntamente'' (Dewey, 1946, 101). Ade más de una forma de vida, es un proceso de liberación perma nente de la inteligencia. La idea de que la democracia es el despliegue permanente de la inteligencia nace de la tesis según la cual la inteligencia es un atributo social y no individual; se desarrolla en la interacción. La democracia se caracteriza por promover las interacciones entre los individuos, por lo tanto ella la despliega en sus interacciones e interlocuciones. La educación se confunde con la vida misma, ella es la constante reconstrucción de la experiencia vital, un proceso permanente e inacabado, ligado a los fines de la propia sociedad. Concibe a la escuela como una “comunidad embrionaria" donde están pre sentes, de manera simplificada, todas las posibilidades que la vida social ofrece. En esta línea Dewey continúa con la concepción pragmatista con sagrando la idea de enseñar por la acción puesto que ésta es la que promueve la experiencia. La enseñanza es, ante todo, un proceso formativo en el cual los niños y niñas desarrollan la ca pacidad de reflexión, no un producto de mera adquisición de con tenidos. “Adquirir es siempre secundario e instrumental respecto al acto de inquirir" (ídem, 167). Rechaza la idea de una escuela que prepare para la vida adulta, como lo venía sosteniendo la Escuela Tradicional, y defiende la idea de una escuela que pre pare para vivir plena y ricamente el momento presente y también una educación como proceso de búsqueda del desarrollo pleno de las propias potencias. Toma como punto de partida las actividades actuales de niños y niñas que, de modo natural y espontáneo, se producen en la casa y en la comunidad social donde están insertos. La esencia de su método, desarrollado en la Escuela Dewey en Chicago, reside en favorecer la manifestación espontánea de estímulos, orientaciones e intereses, que permitirán el paso de la actividad al apren dizaje. La actividad-trabajo, en este sentido, puede constituir el instrumento adecuado para cualquier aprendizaje científico. La educación concebida por Dewey era esencialmente pragmáti ca e instrumentalista. La idea eje de su pedagogía se encuentra en el concepto de “experiencia", es a través de ella que conoce mos verdaderamente la realidad. Para él, la experiencia concreta de la vida se presentaba siempre ante problemas que la educa d/os en el acto de pensar que ocurren ante un problema, por lo tanto el problema nos haría pensar. “Tales son los rasgos gene rales de una experiencia reflexiva. Hay: 1) perplejidad, confusión, duda, debido al hecho de que estamos envueltos en una situa ción incompleta cuyo carácter pleno no está todavía determina do; 2) una anticipación por conjetura, una tentativa de interpreta ción de los elementos dados, atribuyéndoles una tendencia a pro ducir ciertas consecuencias; 3) una revisión cuidadosa (examen,inspección, exploración, análisis) de toda consideración asequi ble que definirá y aclarará el problema que se tiene entre manos; 4) una elaboración consiguiente de la hipótesis presentada para hacerla más precisa y más consistente, porque comprende un campo más amplio de hechos; 5) apoyándose en la hipótesis proyectada como un plan de acción que se aplica al estado ac tual de cosas; haciendo algo directamente para producir el resul tado anticipado, y comprobando así la hipótesis" (ibíd., 170). De acuerdo con tal visión, la educación es esencialmente proce so y no producto, un proceso de reconstrucción y reconstitución de la experiencia, un proceso de mejoramiento permanente de la eficiencia individual. El objetivo de la educación se encontraría en el propio proceso. Su fin estaría en ella misma. La educación se confundiría con el propio proceso de vivir. Parte del supuesto de que la inteligencia humana es el recurso por el cual nuestra especie asegura su supervivencia; sin embar go ella no es, como vimos, un atributo individual sino social, su función específica es dirigir nuestros modos de comportamiento en la sociedad. Además, cree que mediante la comunicación rea lizada en las interacciones sociales la inteligencia se desarrolla permanentemente, no pudiendo alcanzar nunca una forma defi nitiva. Estos supuestos tendrán importantes consecuencias socioeducativas. • La educación es un proceso inacabado. • Los elementos centrales del aprendizaje escolar son las acti vidades propias de la niñez. • La educación aparece siempre unida a los objetivos de la pro pia sociedad debido a que ella es una función social. • La educación es en sí misma una forma de acción política cuya legitimidad dependerá de su definición por un determinado orden social. Ya que la construcción de la democracia sólo se puede lograr desde la educación, es necesario, por lo tanto, que los sistemas educativos sean también democráticos, la praxis educadora de berá fundarse en la razón y en los métodos científicos. Se trataba de aumentar el rendimiento del niño o niña, siguiendo los propios intereses vitales de los mismos. La escuela, enton ces, debería preparar a los jóvenes para el trabajo, para la activi dad práctica, para el ejercicio de la competición. En ese sentido, la Escuela Nueva, en muchos aspectos acompañó el desarrollo y el progreso capitalistas. Representó una exigencia de ese desa rrollo. Proponía la construcción de un hombre nuevo dentro del proyecto burgués de sociedad. La educación, según Dewey, debería prestar atención a las posi bilidades presentes que faciliten las futuras; el crecimiento es un avance hacia el futuro, haciendo cada vez más rica la experien cia presente. Además recomendaba el acercamiento de los do centes al conjunto de trabajadores en una misma “comunidad de intereses", o sea, trataba de relacionar la educación con los pro blemas sociales ya que la cuestión fundamental estaría relacio nada con la función social de la educación: “a medida que una sociedad se hace más ilustrada, comprende que es responsable no sólo de transmitir y conservar la totalidad de sus adquisicio nes existentes, sino también de hacerlo para una sociedad futura mejor. La escuela es el agente principal para la consecución de ese fin" (ibíd., 30). Otra de las ideas esenciales de la pedagogía de Dewey es la de crecimiento, pues constituye la característica de la vida y por lo tanto la educación es igual a crecimiento, la cual no tiene un fin más allá de sí mismo. El valor de la educación depende de la medida en que crea un deseo de crecimiento continuado y a su vez ofrece los medios para hacerlo efectivo. El ambiente desempeña un papel de extraordinaria importancia en esta concepción pedagógica, por lo cual la misión del educa dor consiste en proporcionarle a los niños y niñas un ambiente adecuado que estimule las respuestas necesarias y dirija el pro ceso de aprendizaje. De manera conclusiva afirma que el proceso educativo no tiene un fin más allá de sí mismo, y que el mismo es un proceso de reorganización, reconstrucción y transformación continuas. En su vasta obra están siempre presentes la filosofía, la política y la educación; una educación que se proyecta a la comunidad en un marco de formación democrática. Para Déwey la escuela de bería concebirse como un espacio de producción y reflexión de experiencias relevantes de vida social a través de las cuales se desarrolla en los niños y niñas una ciudadanía plena. Consideraba que la filosofía y la educación van de la mano, no pueden desligarse una de la otra; la filosofía es un medio de ajus te social, un método de descubrimiento y a la vez un instrumento de interpretación de los conflictos sociales. La educación era vis ta como un laboratorio donde se podrían comprobar las hipótesis de vida dictadas por la filosofía; “la educación es vida, y la indiso lubilidad de vida y educación constituye el propósito de la filoso fía, cuyo objeto es enjuiciar, a la luz de su significación social, los hechos constatados, proporcionando interpretación y crítica”(Beltrán, 2000, 48). Concibe el deber ser de la política de forma idéntica a la educa ción, en lo concerniente a su naturaleza y función, “ambas deben cultivar hábitos de suspensión de juicios, de indagación, de bús queda de pruebas concluyentes, de discusión antes que de pre juicio, de observación antes que de idealización convencional, de participación antes que de conformismo mediocre e indiferente; la política debe ser «la dirección inteligente de los asuntos socia les»" (ídem, 151). Según Dewey tres fuerzas controlan y mueven todas las asocia ciones humanas -sean estas corporativas, científicas, educati vas o la propia sociedad-; el hábito, la coerción violenta y la acción inteligente. En ese sentido sostiene que en épocas de estabilidad son preponderantes el hábito y la costumbre. Pero en épocas de crisis el hábito y la costumbre pierden efectividad y las sociedades se vuelven anémicas en el sentido durkheimiano; allí cobran un mayor protagonismo la violencia -para quienes quie ren mantener el status quo- y la inteligencia -para quienes quie ren promover el cambio-. Fue un acérrimo crítico de las “verdades irrefutables”, de las teo rías dadas por demostradas, de aquellos preceptos rígidos y ce rrados, establecidos por el liberalismo más tradicional, aunque “fue durante toda su vida un liberal declarado. Sin embargo, bus có siempre mediante la critica cuestionarlos caracteres modélicos que configuran la democracia liberal de viejo cuño" (Geneyro, 1991, 122). Se trata de un liberalismo humanista y radical.
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