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Habilidades lingüísticas. Prof. Rubén Piper.

El misterio de la mansión Sombría

La vieja mansión Sombría llevaba años abandonada, o al menos eso creían todos los
habitantes del pueblo. Situada en lo alto de una colina que daba a un frondoso bosque, la
enorme casona tenía fama de estar embrujada. Se contaban historias de extraños ruidos y
luces provenientes de las ventanas durante la noche. Por eso, nadie se atrevía a acercarse.

Pero la curiosidad pudo más que el miedo para un grupo de jóvenes del pueblo. Tom, Lucy,
Marco y Nina decidieron entrar a la mansión una noche para comprobar si las historias eran
ciertas. Cuando llegaron, forzaron una ventana y entraron sigilosamente. Adentro todo estaba
oscuro, pero con sus linternas alumbraron largos pasillos con pinturas y antigüedades
cubiertas de polvo.

De repente, un fuerte portazo los sobresaltó. Provenía del piso de arriba. Tom quiso regresar
pero Lucy lo retó a seguir. Subieron las escaleras que crujían y recorrieron habitación por
habitación, encontrando más objetos antiguos, arañas y ratas. Pero nada de fantasmas.
Cuando llegaron al final del pasillo, había una vieja puerta de roble. Al abrirla, vieron algo que
los dejó atónitos.

Ahí, en una habitación iluminada y limpia, había un hombre sentado frente a una mesa llena
de frascos, tubos de ensayo y otros artilugios científicos. El hombre gritó furioso: “¿Quiénes
son ustedes? ¿Cómo se atreven a entrar aquí?”. Los jóvenes no respondieron, estaban
petrificados. El hombre ordenó: “¡Largo de aquí ahora mismo o llamaré a la policía!”.

Los cuatro salieron corriendo de la mansión y juraron no decirle a nadie lo que vieron. Pero el
secreto los carcomía por dentro. Así que una semana después, regresaron. Esta vez entraron
con mucho cuidado para no ser descubiertos. Lograron llegar otra vez hasta la misteriosa
habitación, pero estaba vacía. Revisaron los papeles que había sobre la mesa y se dieron
cuenta que eran fórmulas químicas indescifrables. ¿Qué estaba tramando ese hombre?

De repente, escucharon pasos acercándose. Rápidamente se escondieron debajo de la mesa.


Vieron cómo el hombre entraba, vestido con una bata de laboratorio y guantes, cargando una
caja metálica. La depositó sobre la mesa y sacó un frasco con un líquido fosforescente,
examinándolo a contraluz.

En ese momento, la caja se movió sola y emitió un leve quejido. El hombre dijo: “No te
preocupes, pronto estarás listo”. Los jóvenes se horrorizaron, había una criatura viva ahí
dentro. Cuando el hombre salió de nuevo, escaparon de la mansión y fueron directo a la
policía a denunciarlo todo.

La policía registró la mansión pero no hallaron nada sospechoso. El laboratorio y la misteriosa


caja habían desaparecido. Nadie les creyó a los jóvenes. Pero ellos sabían que habían
presenciado algo maligno, aunque no pudieran probarlo. Desde ese día, la vieja mansión
Sombría permaneció abandonada para siempre.

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