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TALLER SOBRE SITUACIÓN DE ENUNCIACIÓN

COMUNICACIÓN Y LENGUAJE II

ACTIVIDADES
1. Leer intencionalmente los textos: Los fantasmas del manicomio del barrio Aranjuez de
Medellín, (Pompilio Peña Montoya), Un símbolo azul (Daniel Samper Pizano) y El signo
de la bobada (Héctor abad Faciolince)
2. Analizar las situaciones de enunciación inscritas en ellos
3. Registrar las respuestas en el cuadro de apoyo.
SOLUCIÓN
1. LOS FANTASMAS DEL MANICOMIO DEL BARRIO ARANJUEZ DE MEDELLÍN
Por: Pompilio Peña Montoya
Escrito para La Pupila, periódico de la Comuna 4 de Medellín, Colombia. Enero de 2009.
- ¡Sáquenme de aquí! - gritó el vigilante pálido y con los ojos muy abiertos, al despertar, cuando
despuntaba el sol.

Una hora atrás, el hombre tomó su linterna y subió lentamente las ruidosas escaleras de madera
iluminando cada peldaño. Había estado escuchado desde hacía algunos minutos una serie de
ruidos confusos y golpes. Al llegar al descanso, dirigió el rayo de luz sobre las paredes del segundo
piso y de inmediato los sonidos desaparecieron, y todo a su alrededor se sumió en una atmósfera
cavernosa, como la del antiguo manicomio que allí funcionó hace 100 años, en una época en la
que la locura estaba atribuida a energías satánicas, y Medellín no pasaba de ser más que una
provincia de fincas y calles de piedra recorridas por mulas.

- ¡Quién anda ahí! -gritó el vigilante sin obtener respuesta.

Continuó subiendo los peldaños, atento a tener que encarar a un posible intruso, un ladrón, o un
niño que haya en la madrugada trepado por las altas paredes tras flaquear el enrejado para luego
colarse por uno de los ventanales. Así que se apoyó en la baranda y continúo su ascenso. Por
primera vez desde que comenzó a trabajar como vigilante nocturno del Comfama, notó que las
paredes de ladrillo macizo de la antigua estructura exhalaban un aroma terroso que le cosquilleaba
en la garganta, y que esa sensación le erizaba el miedo de hallarse como en un extenso laberinto.

- ¡Quién anda ahí! -volvió a gritar, pero sólo recibió como respuesta un frío golpe
de viento.

Al llegar al segundo piso caminó algunos pasos por el largo corredor que hoy une oficinas,
confiado, tal vez, de que los ruidos fueron el resultado de un ventanal entreabierto. Esas cosas
suceden con frecuencia. Si era así, no había nada que temer. Sin embargo, el piso de madera
rechinaba con una facilidad inquietante. Se detuvo en el acceso a una oficina. Miró a un lado y a
otro adivinando la forma de las cosas: muebles, escritorios, cuadros con fotografías antiguas de
dementes: nada extraño. Entonces desplazó lentamente el rayo de luz por el suelo y poco a poco
fue perfilando una sombra negra, humanoide sin duda, quieta en su actitud sepulcral. Y allí estaba,
emanado su aire lunático: un sacerdote sin rostro, sin cabeza, que le dijo con una voz de otro
mundo: "¿No dizque no me tienes miedo?".
Lo siguiente es una ráfaga de imágenes. El vigilante salió corriendo y el eco de sus propios pasos
le terminó de estremecer. Corrió por su vida. La mayoría de vigilantes no le tienen miedo a casi
nada en este mundo, pero aquel ser no era de esta tierra. Era ser perseguido por alguien con el
que no tienes oportunidad, donde ninguna arma sirve, donde el grito no tiene carácter de súplica y
los miedos son uno solo. La única certeza es correr, aunque en el fondo de tu alma sepas que no
servirá de nada.

Al llegar a las escaleras vio al fantasma a través de la luz que entraba por los grandes ventanales,
a un palmo de su mano, moteado por las sombras de los ramajes que se mecían afuera junto a la
entrada principal, y donde alguna vez, hace cien años, un poeta demente escribió los
versos más hermosos que luego se convertirían en himno.

Aterrado, bajó las escaleras con torpeza como si de repente sus piernas se hubieran astillado en
mil pedazos. Al llegar al primer piso buscó las llaves que colgaban de un clavo en la pared, y se
precipitó a la alta puerta de vidrieras de la salida. El juego de llaves era confuso, ninguna parecía la
correcta. Vio sorprendido que sus manos temblaban y que era difícil dominarlas. Volvió entonces la
mirada hacia las escaleras y allí estaba, corpulento, el fantasma objeto de su pesadilla.

El vigilante cayó desmayado. Una hora después, al despertar, pálido como una hoja de papel,
exclamó lo que fueron sus últimas palabras en aquel lugar: "Sáquenme de aquí".

Esta historia corresponde a la de Juan Peñaranda Urrego, un vigilante que fue asustado por lo que
él considera un fantasma. Él es corpulento y de mirada astuta, pero aquella vez, asegura, se sintió
vulnerable y aterrado. Antes de trabajar como vigilante en el Comfama de Aranjuez,
donde funcionaba el antiguo Manicomio Municipal, escuchó todo tipo de rumores sobre
apariciones. No hizo caso. No creía en ellas. Hasta aquella noche.

Los fantasmas, según la creencia popular, son almas en pena que quedaron ancladas en este
mundo sin oportunidad de entrar a la gloria del cielo o a la condena del infierno. Fueron mujeres y
hombres que tuvieron, por lo regular, una muerte desventurada. Lo que poco consignan los
historiadores es que, en efecto, las paredes del antiguo manicomio atestiguaron más una muerte,
de un suicidio. Los locos eran miembros de familias ilustres que hacían grandes ofrendas a las
Hermanas de la Caridad, monjas anacrónicas que se sentían en el Medioevo, cuando aún en las
plazas públicas quemaban vivas a las personas acusadas de brujería.

Los dementes estaban, pues, al mal cuidado de estas monjas que imponía la fe de las
oraciones, los choques eléctricos y los baños de agua fría para alivianar la locura. La razón y la
realidad, juguetes del delirio. Y tal vez no sea difícil terminar de enloquecer allí: a finales del siglo
XIX había recluidos allí 883 enajenados. Muchos de ellos terminaron durmiendo a lo largo de los
corredores de la casona, al lado del edificio donde hoy se dan las apariciones, pues sólo se
construyeron 132 celdas, cada una de dos metros y medio por cuatro de largo, sin ventanas, sin
cuadros, rígidas y gruesas paredes que se tragaban los lamentos y las locuras.

En lo que hoy es la biblioteca del Comfama (donde era la cocina y la lavandería del manicomio)
han aparecido: una mujer que lleva de la mano a una niña, un niño que corretea por los pasillos y
atraviesa pareces. Incluso hay personas que afirman que a eso de las 4:00 de la madrugada puede
verse la fantasmagórica imagen de un hombre que pasea por la arbolada enfrente de la
edificación principal. Suicidas, paranoicos, maniáticos, exhibicionistas, depresivos, neuróticos,
esquizofrénicos y psicóticos, todos en un mismo lugar. Se paseaban con camisas de fuerza
y batas largas. Muchos terminaron de enloquecer allí. Entre ellos, algunos locos famosos del
Medellín de comienzos de siglo como el Ñato Narciso, Joaquín Costillares, Carlos
Hernández, Indalecio Calle y Epifanio Mejía, el poeta autor de la letra del himno antioqueño, quien
duró 34 años allí, hasta morir en 1913.
Sea cual sea el origen de estas apariciones, ciertas o no, causan sensación entre los amantes de
la historia y los abuelos del barrio. Los ruidos en las noches se siguen escuchando, aseguran los
vigilantes, pero ya ninguno se atreve a subir al segundo piso.

3. Cuadro de apoyo

1. Título del texto -Antes de la lectura:

Los fantasmas del Presencia de espectro de un manicomio ubicado en el barrio


manicomio del barrio Arajuez Medellín.
Arajuez Medellín

-Después de la lectura:

Historia de un vigilante que vio un fantasma en un antiguo


manicomio.

2. Autor Pompilio peña Montaño (periodista con educación superior o


universitaria, clase media-alta y escritor del periódico la pupila).

3. Lector Personas que les gustan las historias de misterio o terror y


lectores del periódico la pupila.
Nivel de educación: Medio o alto.

4. Enunciador Un periodista que cuenta un suceso ocurrido a un vigilante de


un antiguo manicomio.

5. Enunciatario Personas que les gustan las historias de terror y misterio.


6. Polifonía (Cuántas y Voz Propia: Pompilio peña Montoya Voces
cuáles voces) Explique Indirectas: personas que afirman haber visto fantasmas

Pompilio peña Montoya voces directas: sacerdote sin rostro


Juan peñaralta virriego juan peñaralta virriego
Sacerdote sin rostro
Personas que afirman
haber
Visto fantasmas

7. Lo dicho Es un fragmento de una historia paranormal

8. Lo referido Los fantasmas, según la creencia popular, son almas en pena


que quedaron ancladas en este mundo sin oportunidad de
entrar a la gloria del cielo o a la condena del infierno.

9. Modo de organización
discursiva. Narrativa

10. Género discursivo


Periodístico

11. Intención o Propósito


comunicativo. Informar al lector con una historia paranormal

12. Punto de vista. Neutro por que guarda una posición neutral al contar la historia
Explique sin afirmar, pero tampoco sin poner en duda lo sucedido.
Aliado porque a los lectores les va a gustar la trama de la
13. Rol asignado al lector. historia por que se van a tratar de imaginar lo que vivió el
Explique vigilante.

- UN SÍMBOLO AZUL (Daniel Samper Pizano)

Hace 127 años, cuando un joven con nombre de sociólogo, Levi Strauss, llevó por primera vez a Estados
unidos los pantalones más resistentes y ordinarios que se fabricaban en Europa, nadie podría pensar que los
bluyines llegarían a convertirse en la más conocida prenda del mundo. Los jóvenes defienden el bluyín. Los
viejos ortodoxos y envidiosos, lo atacan. No es difícil predecir que los jóvenes acabarán ganando, porque el
bluyín no es sólo una prenda cómoda y aguantadora, sino un símbolo. ¿Símbolo de qué?

Para responder esta pregunta, Stella Blum, curadora del departamento de trajes del Museo Metropolitano de
Arte de Nueva York, afirma: “La reciente locura mundial por los jeans es ejemplo de la nueva universalidad y
del movimiento que busca romper barreras geográficas, sociales y culturales”. Marshall McLuhan, el fallecido
pontífice de la teoría de la comunicación, afirmó que los jeans son un rompimiento y una protesta contra el
Establecimiento. El sociólogo inglés Jack Young explicó que esta prenda es de carácter esencialmente
masculino, pero “al ser usada por las mujeres, ceñida y con bragueta, la convierten en un desafío al pudor
convencional”.

Uno puede ponerle mucha tiza socio-Sico-sexológica al asunto, pero al final va a llegar a la misma
conclusión. Los bluyines tienen éxito porque son duraderos, porque son baratos, porque son bonitos, porque
son cómodos y porque tienen personalidad. Es decir, porque dicen algo sobre quien los usa. Los bluyines
tienen que ver con la libertad y con el anti convencionalismo.

Sin embargo, hay personas que consideran que hoy por hoy deambulan tantos millones de personas ataviadas
con bluyines que resulta paradójico que éste pueda seguir siendo un escudo anti convencional. Pero lo es. En
esta misma línea tengo un amigo descreído, de esos que insisten en no dejarse alienar, que sostiene que hoy
por hoy es tan grande la tajada presupuestal en publicidad de bluyines, que se produce un constante manejo
del subconsciente del consumidor que es manipulado, por lo que “en este sentido difícilmente podría el jean
simbolizar la libertad”. Pero la simboliza.
Y hay muchas pruebas de que la simboliza. La primera es la simpatía que el jean despierta entre los jóvenes.
La segunda es el rechazo que suscita entre los miembros estirados y tiesos de la sociedad. Hace unos años fui
invitado a colaborar con una subasta que se celebró en Cali a beneficio de la lucha contra el cáncer. Me
presenté al Hotel Intercontinental con mi mejor atavío: un bluyín recién comprado. No podía ser de otra
manera. Yo era presidente entonces de Fedayines, o sea la Federación de Amigos de los Bluyines. Nunca
pensé que un atuendo tan inocente pudiera despertar tanta ira. Al principio no querían dejarme entrar porque
no estaba de smoking.

El portero argumentando que era una orden expresa del hotel dijo que con bluyín no entraba. Dizque era
“exótico vestir así”. Cuando ya había resuelto irme, uno de los anfitriones del acto me hizo pasar al salón,
entre muchas miradas de sorprendida simpatía, varias de reproche y algunas de franca indignación.
Al día siguiente apareció un comentario en la primera página de un diario caleño. El enfurecido columnista
preguntaba si a mí “no me inspiraba respeto la sociedad de Cali” o si acaso me producía urticaria la
temperatura ambiente. Yo le contesté humildemente que las verdaderas razones de mi atuendo eran las de que
me producía urticaria la sociedad de Cali y me inspiraba respeto la temperatura ambiente. Después estuve un
año trabajando en Cali. Durante ese año no me desprendí de los bluyines ni una sola vez. Abolí el uso de la
corbata en “El Pueblo”. El uso de los primeros y la falta de la segunda me sirvieron de eterno y feliz pretexto
para no ir nunca al Club Colombia.

Inspirado en esta experiencia, me pregunto a veces si no nos irá mejor el día que elijamos un presidente que
use jeans.

3. Cuadro de apoyo

1. Título del texto -Antes de la lectura:

Una bandera de color azul


Un Símbolo azul

-Después de la lectura:

El uso de los bluyines

2. Autor
Daniel Samper Pizano (periodista, erudito universitario de clase
media- alta, miembro de la real academia española).
3. Lector Lectores del diario el tiempo y para las personas que usan
bluyín.
Nivel de educación: básico medio y superior
4. Enunciador Un periodista presidente de fedayines, ósea la federación de
amigos de los bluyines.

5. Enunciatario

Para los que les gusta usar bluyines.

6. Polifonía (Cuántas y Voz Propia: Daniel Samper Pizano


cuáles voces) Explique
Voces Indirectas: portero
Los amigos cercanos del periodista
Al contradictor promedio
Un periodista

Voces directas: Stella Blum


Jak Young
Marshall me luhan

7. Lo dicho
El bluyín es un símbolo de libertad y anticonvencional.

8. Lo referido
El bluyín además de ser una prenda cómoda es la más usada
por los jóvenes y es un símbolo de libertad.

9. Modo de organización
discursiva. Argumentativo

periodístico
10. Género discursivo
11. Intención o Propósito Convencer y persuadir
comunicativo.

12. Punto de vista.


Explique Está en desacuerdo con las posturas tradicionalistas de la
sociedad que ven el uso de bluyín como un acto insolente, pero
muestra respeto al hacer referencias en el texto.

Aliados personas que usan bluyines


13. Rol asignado al lector. y oponentes las personas convencionalistas que discriminan por
Explique el uso del bluyín

EL SIGNO DE LA BOBADA (HÉCTOR ABAD FACIOLINCE)

El escándalo astrológico que se ha armado en estos días alrededor de un nuevo signo del zodíaco, es una señal
más de que vivimos un final de siglo invadido por tonterías supersticiosas.

Ahora algunos periódicos se deleitan en la suposición de que la astrología va a tener que cambiar. La
astrología no es otra cosa que habladurías sobre los astros. Una habladuría viejísima, anterior a Cristo, y que
es siempre idéntica a sí misma. Lo cual no es, como creen los astrólogos, una garantía de seriedad, sino todo
lo contrario. Lo típico de las creencias que no se basan en hechos reales sino en suposiciones, es que son
impermeables a la crítica.

Los astrólogos llevan siglos sin mirar al cielo. Porque ellos no están interesados en entender cómo es
realmente el universo. Lo que ellos aprenden es una retórica sobre la supuesta influencia de una supuesta
posición de los astros en el momento del nacimiento.

No hay astrólogos serios y astrólogos charlatanes. La astrología, toda, sin excepciones, es un pasatiempo
supersticioso sin pies ni cabeza. La astrología no puede entrar en crisis porque se le recuerde que en realidad
hay, por lo menos, otra constelación. Y no puede entrar en crisis pues la astrología no se basa en la
observación de un universo real sino en una tradición imaginaria. Una creencia supersticiosa es impermeable
a la crítica, es no falsable, sus afirmaciones no son falsas o verdaderas, son absurdas.

Y lo absurdo no entra en crisis: vive en una crisis de la que jamás sale. Discutir sobre la astrología es discutir
sobre un sin sentido. El problema es que cada vez parecemos más rodeados de charlatanes e ingenuos: por un
lado, las personas que engañan o se engañan, y por el otro las personas que sienten cierto gusto en dejarse
engañar.

Ganas de creer en algo misterioso. Ese es el signo de la bobada de los tiempos. Caídas las ideologías fuertes,
resquebrajada la autoridad de las religiones, cada vez hay más rebaños y pastores dedicados a la superstición.
Es triste: no los seduce el mundo como es, no les interesa indagar y tratar de explicarse los mecanismos de las
maravillas reales con las que convivimos, prefieren pedalear en la bicicleta sin cadena de las supersticiones.

3. Cuadro de apoyo
Titulo
- Antes de la lectura:
El signo de la bobada
Explicación de que es una bobada

-Después de la lectura:

La astrología como algo sin sentido

2. Autor
Héctor abad Faciolince (periodista y escritor universitario de
clase alta nivel de estudio superior miembro de la universidad
pontifica bolivariana)

3. Lector
Personas interesadas en saber como funciona la astrología
Nivel de educación: alta o superior

4. Enunciador Un periodista que da una opinión frente la astrología

5. Enunciatario
Para las personas que buscan una explicación ala astrología o
que están interesada en el tema
Voz Propia: Héctor Abad Faciolince Voces
Indirectas: algunos periódicos
6. Polifonía (Cuántas y
cuáles voces) Explique

7. Lo dicho
La astrología no es otra cosa que habladuría sobre los astros

8. Lo referido
No hay astrólogos serios y astrólogos charlatanes. La
astrología, toda, sin excepciones, es un pasatiempo
supersticioso sin pies ni cabeza

9. Modo de organización
discursiva. Argumentativa

10. Género discursivo


Periodístico

11. Intención o Propósito


comunicativo. Convencer al lector de que la astrología no es nada mas
mentira

12. Punto de vista.


Explique
Critica, porque él está dando su opinión de la astrología

13. Rol asignado al lector. Oponente, por ve la astrología como una bobada
Explique

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