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INSTITUTO TÉCNICO SUPERIOR COMUNITARIO

DISEÑO DE INTERIORES.

Nombre:
Griselda Alicia Rosario Beltre.

Matrícula:
2022-1790

Asignatura:
ETI-100 - ÉTICA PROFESIONAL

Sección:
07

Tema:
Desarrollar los Temas
´´Posibilidad de Perfeccionamiento de la Persona´´

Maestra:
Librada Altagracia Oneil Contreras

3er Periodo:
Unidad 12.
Posibilidad del Perfeccionamiento de la Persona.

La virtud Implica cultivar cualidades morales y éticas que contribuyen a su


desarrollo integral y a su bienestar. La virtud puede guiar a una persona hacia la
excelencia moral y ayudarla a tomar decisiones correctas en diferentes
situaciones.
Las virtudes cardinales son un concepto central en la ética y la filosofía moral
que tienen raíces en la filosofía griega antigua, especialmente en la obra de
Platón y Aristóteles. Estas virtudes son cualidades morales que se consideran
fundamentales para el desarrollo ético de una persona. Las cuatro virtudes
cardinales son la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. Cada una de
estas virtudes desempeña un papel crucial en la formación del carácter de un
individuo y en su búsqueda de perfección moral.

La prudencia es la capacidad de tomar decisiones correctas en situaciones


complejas mediante un juicio práctico y una deliberación cuidadosa. Implica la
sabiduría para discernir lo correcto de lo incorrecto y actuar de acuerdo con ese
discernimiento.
En el contexto del perfeccionamiento personal, la prudencia guía a la persona en
la toma de decisiones que les ayudan a avanzar en su camino hacia la excelencia
moral.

La fortaleza se refiere a la valentía y la resistencia ante la adversidad. Esta virtud


capacita a las personas para enfrentar los desafíos con determinación y
perseverancia, incluso cuando las circunstancias son difíciles.
En el proceso de perfeccionamiento personal, la fortaleza impulsa a la persona
a superar obstáculos y a seguir adelante en la búsqueda de sus metas y valores
más elevados.

La templanza se relaciona con el control de los deseos y las pasiones, así como
con la moderación en el comportamiento. Esta virtud ayuda a las personas a
encontrar un equilibrio en sus acciones y a evitar los extremos.
En el camino hacia el perfeccionamiento personal, la templanza les permite a las
personas mantener la compostura, la disciplina y la autodisciplina, lo que
conduce a una vida más equilibrada y armoniosa.

La justicia es la virtud que se centra en tratar a los demás con equidad y respeto,
así como en cumplir con las obligaciones y responsabilidades hacia la sociedad.
Implica actuar con rectitud y honradez, y buscar el bien común.
En el proceso de perfeccionamiento personal, la justicia guía a las personas a
tomar decisiones éticas y a contribuir de manera positiva a su entorno social.

En conclusión, el perfeccionamiento de la persona implica el cultivo de estas


virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Al integrar estas
virtudes en su vida diaria, una persona puede avanzar en su camino hacia la
excelencia moral y el desarrollo pleno de su carácter. El perfeccionamiento
personal no se trata solo de adquirir conocimientos o habilidades, sino también
de cultivar virtudes que promuevan una vida ética, significativa y satisfactoria.

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