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DE LA CALLE AL CORAZÓN

entre las calles intranquilas de san juan de lurigancho , tuve una experiencia
que cambió mi vida y me sacó de mi zona de confort , ya que realmente
nunca me había acercado hacia una persona que vivía en la calle , mi
decisión de ayudar a esa persona me permitió ver la vida desde una
perspectiva diferente. En esta oportunidad tuve la suerte de encontrarme con
Walter , un anciano de 60 años que vive en condiciones precarias.

Decidí acercarme a Walter ya que sinceramente no encontraba a gente de la


calle en una zona tan concurrida , compre 4 galletas soda , agua y lleve
comida de mi casa. Me senté al frente de Walter y me agradeció por la
comida , esto dejó una impresión duradera en mi corazón , una sensación de
empatía y gratitud que no había experimentado antes.
No solo quería dar comida a personas necesitadas , sino también conocer su
historia , ya que a veces estas personas lo que más necesita es comprensión
y cariño , por lo que le pregunte sobre como acabo en esta situación.
Me contó que sus familiares le dieron la espalda por ser alcohólico , que las
malas juntas y la falta de dinero lo llevaron a la escasez en la que vive el día
de hoy. le dije palabras motivadoras para que pueda encontrar el sentido de
la vida.

Este momento me pareció conmovedor,reflexioné y agradecí por no pasar por


momentos tan difíciles.Cada individuo en situación de calle tiene una historia
de lucha y desafíos .
Mi contribución modesta fue sinónimo de reciprocidad para esta persona que
lo necesitaba, ya que pequeñas acciones , hacen a grandes personas .
No soy de las personas que van con una cámara a grabar a personas
necesitadas , opino que esto significa invadir su intimidad y su dignidad.

Ayudar a alguien en la calle no es solo dar comida; es compartir humanidad.


En cada gesto, creamos vínculos más fuertes y recordamos que todos
compartimos esta misma vida, sin importar las circunstancias.

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