“Mamá, tienes sumido el hombro”:

la historia de una mujer en lucha

por el derecho al agua

A Efigenia
Con el deseo de seguir hallando historias
que dejan huella.

De
Sara Miranda
Alejandra Gasca
Víctor Ríos
 Introducción
Escuchar cambio climático quizá puede
remitirnos a, sin duda, un problema o una crisis
en el medio ambiente a nivel mundial, con
causas y resultados de índole social, económico,
de salud, e incluso históricos. Desde esta
mirada, el cambio climático puede resultar
inmenso, o en ocasiones y por desgracia, tan
grande como inaprensible o ajeno. Con una
óptica más inquieta, podríamos buscarlo y
hallarlo en lo cotidiano, en la construcción del
entorno, en la construcción de la vida. Es así
como consideramos muy valioso hablar de estos
cambios y transformaciones a partir de la historia
de una mujer que, más que nosotros, sabe lo que
significa observar el paso del tiempo en la
naturaleza, ha podido ver el deterioro, y ha
luchado por promover su cuidado y disfrute, de
una forma responsable.
En el ejercicio de caminar con la memoria,
Ella narra lo que significó ser parte de este
esfuerzo, en las experiencias con su familia y con
la comunidad; pero, sobre todo, aquello que
significa constituirse como mujer en lucha, desde
lo adverso, las motivaciones y las aspiraciones.
1 2
Descripción del Método
El presente trabajo pretende compartir los
resultados de un acercamiento al cambio
climático a lo largo del tiempo, a través de la voz
de una mujer que ha dedicado gran parte de su
vida a la lucha por la defensa del derecho al
agua, del territorio y los derechos de su
comunidad, en la alcaldía Tlalpan en la Ciudad
de México; para lo cual se planteó la pregunta
¿Cómo aparece el cambio climático en la vida
cotidiana de una mujer y su comunidad desde la
participación en una organización civil? El
objetivo fue conocer la experiencia de ser mujer
en la defensa del derecho al agua y al territorio,
para lo cual se realizó una historia de vida a partir
de 3 entrevistas en profundidad.
El recorrido
Por la historia del agua
El agua puede contarnos historias; y a su
vez, las historias nos hablan del agua. Les
podemos preguntar a nuestros padres, a
nuestros abuelos cómo era convivir con el agua
antes. Nos contarán de juegos, de cómo el agua
construyó a las comunidades, a las colonias; y
también de cómo faltó y se tuvo que llevar a los
hogares. Podemos platicar de cómo el agua
construye nuestra vida y, en excepcionales
casos, cómo puede construirse la vida alrededor
del agua.
A Ella la conocimos en el Movimiento
Popular de Pueblos y Colonias del Sur, cuando
su andar ya estaba consolidado en unísono con
la lucha. Ella es paciente de nuestro proyecto de
salud, pero es compañera, es amiga; y quisimos
dejar un cachito de su historia al futuro, a lo que
viene por delante: para hablar de un gran
problema global desde una voz con experiencia,
para que pueda servir a quienes caminan con y
detrás de nosotros.
Nació en Michoacán, en tierra campesina
de 1945. Desde chica aprendió a cargar un
cántaro grandote porque se necesitaba el agua,
para lavar trastes, poner el nixtamal, hacer de
comer; y para bañarse sabía escoger el agua de
otro pozo donde “no se sintiera tan buena como
para tomar”. Trabajó en el campo, con su
hermana y hermanos, y por la necesidad de
hacerlo, aprendió a cuidar borregas y amansar
novillos. Ahí vivió feliz, hija de un padre amoroso
de quien nunca recibió una mala palabra o un
golpe; y de una madre trabajadora, con quien
compartía cuidado y apapachos.
3 4
En enero de 1963, Ella llega a la Ciudad de
México, donde vivía su esposo; a la zona de
expansión del entorno urbano que ya llegaba a
los pueblos originarios en la alcaldía Tlalpan,
colindando con la sierra del Ajusco. Y el trabajo
con el agua, siguió: además de buscar los
lavaderos públicos para las colonias de la zona;
junto con su esposo, fue necesario acarrear el
agua desde, al menos, un par de colonias abajo
donde se encontraba una llave “Y mucho trabajo,
porque había que ir a traer el agua desde donde
la hubiera ¿No?” En los primeros esfuerzos por
suministrar agua a la colonia, algunos vecinos
organizaron faenas para colocar un tubo y un
hidrante en la calle principal, momento del que
se desprenden los primeros abusos y
acaparamiento del agua: la llave del hidrante
parecía abrirse a cambio de botellas de alcohol,
o se abría entre las 12 y las 5 de la mañana, y se
formaban cubetas y botes para ser de los
primeros en sacar agua. Ella no estuvo de
acuerdo “¿Y ‘ora vamos a velar la llave, a ver a
qué hora llega el agua? Híjole, no. ¡Hombre!,
pues ¿Qué les pasa? Siquiera pa’ tomar dejen el
agua”.
Una señora vecina comenzó a trabajar
para que se reconociera la instauración de la
colonia y se pudieran solicitar servicios como
agua y drenaje. Se acercó a ella para proponerle
una visita a la institución encargada del tema, en
aquel entonces, dentro del Distrito Federal; su
contrapropuesta fue la organización y
participación colectiva: “Vamos a hacer mejor
una junta, de las que, de la gente que hay por
acá, invitarlas y decirles ¿Por qué no nos
reunimos? ¿Por qué no nos organizamos? Para
que reconozcan a la colonia y nos vayan dando
los servicios”. En el primer esbozo de organizar,
los asistentes sugirieron elegir un representante,
alguien estudiado que pudiera trabajar y hablar
por la comunidad. A continuación, el recién
elegido presidente de la mesa solicitó $25 por
lote para iniciar la regularización; situación con la
que no estuvieron de acuerdo y se le instó a
dimitir del puesto.
“¿Porque es estudiado cree que tiene todos
los derechos? No, además, nosotros no
tenemos dinero para estar todavía dándote para
que te vayas a tomar el refresco por allá. Ahora
sí creo que a uno lo ven pobre y más pobre lo
quieren ver, como para arrodillarse, y pues no.
No es que uno fuera tonto ni que no supiera,
sino que más bien, nunca lo dejaron que
sobresaliera, que exigiera sus derechos, como
5 6
que era mejor ‘no, usted no hable, usted no
diga".
De tal modo que entre tres mujeres
organizaron su mesa; sin embargo, hubo
diferencias, ella no estaba de acuerdo con la
forma de abordar las problemáticas por parte de
sus compañeras, quienes proponían dar regalos
a los licenciados:
- "Oigan ¿Y si para diciembre les llevamos
un regalo a los que nos atienden?"
- "¿Les va a llevar regalo?"
- “Es que para que nos atiendan y nos
metan los papeles”
- "Fíjese que yo no estoy de acuerdo, no
estoy de acuerdo, perdóneme, pero no
estoy de acuerdo"
- "Ay, si, pa' motivarlos",
- "Ellos tienen su salario, nosotros no. Yo
no estoy de acuerdo con eso, ni tengo
dinero para estarles dando algo, los flojos
que están ahí, yo no".
Al poco tiempo, conoció la organización
que comenzaba a operar en San Pedro Mártir,
que en ese momento iniciaba la lucha por
defender las tierras de la expropiación por la
instalación del Colegio Militar. Propuso a sus
compañeras unirse a esa organización,
invitación que no fue aceptada; por lo que decidió
separarse de sus vecinas e integrarse al
Movimiento Popular de Pueblos y Colonias del
Sur. Desde ahí, en conjunto con otros habitantes
de la zona, realizaron un arduo trabajo Por
justicia y vida digna para todas y todos; partieron
desde identificar los problemas y necesidades de
las comunidades, organizarse, demandar y
resistir por el derecho a la tierra, al agua, a la
habitación u ocupación de sus colonias y
pueblos.
Al vivir en la zona, conocían el desarrollo
de las barrancas, el cauce natural de la bajada
del agua, así como la importancia de la filtración
del agua pluvial; observaron la ocupación y el
deterioro de esta zona de recarga de agua para
la Ciudad: la tala de árboles por la industria del
papel, la falta de sistemas de drenaje, el aumento
en la construcción de viviendas en las orillas de
las barrancas, la generación de basura, la
contaminación del agua de manantial que corría
por el Río San Buenaventura debido a que fue
utilizada para lavar, y la ausencia de un sistema
de captación para el agua pluvial, fueron algunos
7 8
de los problemas que identificaron y requirieron
su denuncia y acción.
“Son muchas cosas que nosotros vimos y
que podemos contar cómo se ha ido
deteriorando todo, todo este tiempo, todo lo que
ha sido la bajada de los manantiales, y por qué
se han ido acabado algunos manantiales, hay
muchas cosas; que las conozco porque fui a
verlas, nos juntamos un grupo de mujeres y
órale, ahí nos fuimos, en toda esta zona, desde
Ajusco, Topilejo, hasta parte de Xochimilco, por
acá por Santiago, acá hasta San Nicolás,
Padierna, todo eso lo recorrimos”
Para Ella, cada momento de la lucha ha
sido importante. Se denunció la tala de árboles
en la Sierra de Ajusco, logrando cancelar una
concesión de alrededor de 90 años que fue
otorgada a la fábrica de papel Loreto y Peña
Pobre. Dentro del movimiento, se organizaron en
grupos, ella formó parte de la comisión de Agua,
drenaje y Barrancas. Se dieron a la tarea de
encontrar desde dónde nace el manantial, para
seguir el recorrido del agua por las barrancas.
Ahí, en el brote de agua de entre dos piedras, el
agua empezaba a correr, a escurrir y comenzaba
a ensuciarse por el paso de vacas y borregos de
la gente de esa zona; de tal modo que solicitaron
al gobierno regente cubrir y proteger el arroyo
hasta donde ya comenzaba a ser entubado. Así
colocaron un alambrado de malla.
Paso siguiente fue el recorrido por las
barrancas San Juan de Dios y San
Buenaventura, para la que vale la pena precisar
que más que barranca, ella lo nombra río pues
corría agua de manantial por ahí. La principal
fuente de contaminación de las barrancas era y
son aguas negras, las viviendas de la zona no
contaban con drenaje, sólo había fosas y por
parte del gobierno, ni se instalaba drenaje ni se
brindaba orientación o capacitación para el
tratamiento de las fosas. Se instauró una planta
tratadora en el Ajusco, que ella y sus
compañeras visitaron, y concluyeron que no era
suficiente para todo el deshecho de la zona,
además de no contar con mantenimiento y
terminar el proceso de trata de aguas,
desechando los residuos a las barrancas.
“Entonces dígame ¿Qué planta tratadora es?
Pues no, eso es mentira, por ahí hasta
encontramos una caja de difunto y dice usted,
pues bueno ¿Dónde está el gobierno? ¿Qué
hace?”
9 10
Las barrancas requerían colectores
marginales, para dejar bajar el agua limpia hasta
los canales de Cuemanco, pues, así como el
drenaje de la zona contamina el agua de las
barrancas, también lo hace con el agua de lluvia.
Identificaron que en la zona entre San Andrés y
San Pedro, a falta de drenaje, se hicieron
cárcamos o zanjas, que son llenados con aguas
negras durante todo el día y por la noche, se
abren hacia las barrancas, provocando una
terrible contaminación y un gran riesgo sanitario.
Se luchó e insistió en la instalación de drenaje y
la construcción de un colector marginal. No hubo
respuesta. Se construyó un centro de salud en
San Pedro, atrás, está la barranca “Decíamos
‘¡Es que no puede ser un centro de salud con
agua de drenaje a un lado!”, pues así está”.
Era necesario un sistema de captación de
agua pluvial, para aprovechar y almacenar el
agua más limpia de lo que estaba en las
barrancas, y para evitar que estas se
desbordaran. Con el pavimento y el crecimiento
urbano, se descuidó la filtración del
agua “Entonces, las bajadas son las bajadas, de
esas, el agua cuando llueve mucho, pues se lleva
lo que encuentra y se trae todo lo que viene
desde el Ajusco”. Las características del suelo
facilitaban la filtración de agua a los mantos, así
que se entregó un proyecto a las autoridades,
una propuesta para la instalación y capacitación
para captación de agua pluvial en las azoteas de
los hogares, además de ubicación de espacios
de filtración en las colonias, “pero el gobierno
siempre puso resistencia a lo que nosotros
pedíamos. ‘Es muy caro, no podemos, no hay
presupuesto’, o sea, siempre no había nada”. Así
que no fue promovido.
El cambio climático en la construcción
de la vida
“Por ejemplo, aquí su pobre casa, está hecha
de dos aguas así, una para este lado y la otra
para el otro lado ¿Y sabe qué tengo allá del
otro lado? Un bote enterrado, y ahí se va el
agua de lluvia, y la de drenaje, aparte. Acá,
otro bote, baja el agua y recoge la de aquí, la
de allá, y se va también.
Entonces, nosotros, los que quisimos, no todos
¿Verdad? Por ejemplo, aquí, la casa es así,
una parte se va el agua para acá y otra parte
se viene al agua para acá. Y mi esposo ahí
Además de estos riesgos y problemas, la
lucha por el agua trajo consigo abusos y todo eso, de todo lo que hacían”.
acaparamiento. En estas colonias y pueblos, si
no hay desabasto, hay cobros altos por el
11
consumo. Además, tanto el terreno como el agua
fueron concentrados en unas cuantas manos.
“Da tristeza ver cuánto desastre ecológico en
zonas que son de recarga, porque aquí es zona
de recarga, pero pues el que tiene dinero, tiene
sus privilegios, sus casas bien bonitas con harto
terreno y todo, y no importa a quién esté
afectando”. El agua era una lucha continua, en
Ejidos de San Pedro se abrieron alrededor de 4
o 5 pozos, al preguntar de qué pozo se
suministraría agua a las colonias aledañas, la
administración informó que esos pozos eran de
uso exclusivo del Club de Golf México, además
de suministrar agua al espacio residencial de lujo
Tlalpuente.
“¿Cuándo van a tener agua para los pobres? Si
ahí necesitan ¿Verdad?
- ‘Es que tenemos los caballos de pura
sangre y necesitan bañarse’
y los vimos cómo los bañaban, porque los
jalábamos a los tipos estos de la
delegación, a que fueran a ver, delante; lo
que pasa es que yo nunca he usado un
celular, pero era para sacar fotografías de
12
 Los contrastes eran grandes: mientras Ella y
sus compañeros recorrían los manantiales, las
barrancas, visitaban las presas del sistema
Cutzamala y los pozos, para saber dónde y cómo
se gestionaba el agua pues había escasez; el
Residencial Tlalpuente no pagaba el suministro
al ser tomada directamente de la bajada de los
manantiales del Ajusco. Situación similar ocurrió
con los hoteleros. Junto a la carretera federal a
Cuernavaca, comenzaron a asentarse varios
“hoteles de paso”, para los que se creó un
depósito exclusivo de agua, mientras que las
colonias Volcanes, Las Águilas, el Mirador, hasta
la Tlalcoligia y el mismo pueblo de San Pedro
Mártir, no tenían agua. Así que decidieron, entre
todos, levantar la tubería. Luego de esto, los
hoteleros solicitaron el diálogo.
- “¿Qué es lo que quieren?
- ‘El agua’
- ‘No, es que nosotros les podemos…’
- ‘El agua, señor, ustedes se están robando
nuestra agua y nosotros no lo vamos a
permitir, porque ustedes son negocios y
nosotros son para la vida ¿Qué le
parece?’
- ‘Pero que le podemos dar…’
- ‘Mira, no es nada más para nosotros, si
usted está dispuesto a darle a todo el pueblo lo
13
que le pidamos, a todo el pueblo, oiga, no nada
más a nosotros que estamos aquí
representando al pueblo ¿No? Entonces
nosotros luchamos por el agua y queremos el
agua y eso es lo que queremos y ya”.
Los hoteleros no volvieron a buscarlos para
el diálogo. Sólo se logró suspender la dotación
de agua a los hoteles por un tiempo. El trabajo
en la lucha por el agua fue muy duro para Ella,
implicó acompañar a las personas a que les
colocaran sus tomas de agua casa por casa,
revisar las tuberías hasta dónde iban y de donde
venían. Fue un largo recorrido, caminó por toda
la zona, junto con sus compañeros, junto a sus
compañeras, varias mujeres, algunas de ellas ya
fallecieron, pero su trabajo sigue.
Considera que hablar del calentamiento
global es muy importante, ha sido su trabajo
desde hace muchos, y cree que, en todos los
casos, debería poderse contar lo que se ha vivido
y trabajado, por qué y donde se ha hecho. Sobre
todo, para que los jóvenes, los hijos, y otras
personas lo conozcan, y que la lucha trascienda,
que se visibilice lo que se ha hecho no por una,
dos o tres familias, sino todas aquellas que
habitan la zona del Ajusco, e incluso, la Ciudad.
Cada vez hay menos tierra, menos espacios,
14
pero “No podemos olvidar ni tapar el pozo,
porque ¿De dónde tomamos agua?”. Podríamos
hablar del impacto en cifras que tiene el
calentamiento global alrededor del mundo, las
zonas que se han dañado, las especies que se
han perdido, los océanos que se han
contaminado; el deterioro y la falta de cuidado ha
dejado huellas, sabe dejar marcas, marcas que
podemos hallar incluso, en el cuerpo:
“Se asustó mi hijo, ora el otro día, porque le
pregunté
– ‘Yo no sé qué traigo aquí ¿Qué me picó?’,
– ‘Mamá, tienes sumido el hombro’
– ‘Sí, lo tengo sumido’
– ‘Pero ¿Por qué?’
– ‘Porque cuando estaba chica, cargaba el
cántaro así, aquí (señalando su hombro),
después que me vine aquí, que no había agua,
cargaba los botes de 20 litros, con un palo y con
una cadena o lazo, lo que fuera, y aquí me lo
ponía, y mira, la clavícula se me fue, doblando,
se me fue yendo de lado".
15
Por ser mujer en lucha… o la lucha de ser
mujer
¿Qué hay detrás de una vida de
movimiento y lucha? O más bien ¿Cómo es vivir
en lucha siendo mujer? Si bien es cierto que los
derechos son para todos y todas, que todos
tenemos derecho a acceder al agua; es
innegable que las realidades para hombres y
mujeres son distintas en varios aspectos, no nos
toca lo mismo. ¿Qué significa entonces ser mujer
en un movimiento que lucha? ¿Cuáles son
aquellos escenarios que son distintos para
nosotras? ¿Por qué Ella decidió pertenecer y
vivir en lucha? Quizá no podamos encontrar
claras respuestas, pero podemos esbozar cómo
las motivaciones y vicisitudes se entretejen para
crear una forma única y excepcional de
construirse como mujer, de contar una sola
historia.
Pensamos en la denuncia de injusticia, la
fuerza y el cuidado que se requieren para ver por
la familia, por las y los vecinos de la colonia, por
la comunidad. Ella habla de una toma de
conciencia, que necesitó de la participación de
todos y todas para ver por las necesidades,
aunque muchas veces, la propia familia no lo
acepte; y aunque no vaya en sintonía con lo que
16
esté socialmente dispuesto, pues creció en una
sociedad acostumbrada a que la mujer debe
atender y esa debe ser su labor.
Al contarnos su historia, Ella se preguntaba
de dónde había sacado la fuerza para luchar,
para caminar, para recorrer, para resistir. Quizá
desde niña, cuando junto con uno de sus
hermanos, le tocó amansar un novillo, cuando le
tocó sentir terror de pegarle a un toro con un par
de cuernos puntiagudos: “¿Qué le podía hacer
un golpe de una chiquilla de 9, 10 años? Na'más
medio que cerraba los ojos y ¡Eh! Le entraba
¿No? ¡Y le tenía un miedo! Yo creo por eso ya
después, ya ni me tuvo miedo porque él sintió
que yo le tenía miedo”.
Desde chica supo de la necesidad de
trabajar para la familia, a ella la enviaban a
trabajar con sus tíos, y expresa con un poco de
coraje que sus padres no recibían un pago más
que lo que les quisieran dar, a cambio de su
trabajo, además de sus alimentos. Desde
entonces expresó desagrado por las injusticias,
ella y su familia sembraban en el campo para un
señor que era el dueño de las tierras, y sentía
tristeza y coraje cuando, llegado el momento, el
señor se llevaba en una camioneta todo el maíz
o frijol que se sembraba
17
“Y a nosotros nos dejaba un rinconcito
chiquito, yo le decía - ‘¡Papá no, así no!’, -‘Él es
el dueño de la tierra’-decía- ‘Él es el dueño de la
tierra".
Conoció a su esposo, oriundo de
Michoacán, a los 18 años, quien desde el
principio le dijo que él con la persona que le
guste, se quería casar, a lo que ella respondió
que primero se tenían que conocer. Un 15 de
septiembre su esposo se presentó con su padre
en casa de ella, y tras un plazo pactado de 3
meses y medio, celebraron la boda en enero de
1963. Estuvieron juntos 59 años. Migró a la
Ciudad de México “Y ahí vengo para acá, sin
conocer nada ni nada, pero bien aventada
¿No?”, a vivir en casa de la familia de su esposo.
Vivir en casa de su suegra no le gustaba,
fue la primera nuera, y por corresponderle y por
colaborar, se encargaba de los quehaceres,
donde entre todos los hijos “se juntaba un
trasterío que ¡Dios mío!”. El trabajo era tanto y
tan constante, que a veces rebasaba sus
fuerzas; además, no tenía una buena relación
con la familia de su esposo.
“Yo a mi esposo le decía ‘Si no me querían
¿Para qué me trajiste?’
18
 - ‘Pero es que yo te quiero, es que yo te
quiero’
- ‘Sí, pero me metiste con tu familia, me
hubieras llevado a otro lado’
- ‘Pues es que no lo pensé’ y todo eso".
Cuando se embarazó por primera vez, Ella
lloraba mucho, no le gustaba estar en donde
estaba y se sentía sola; cuando él nace, ya no se
sintió sola, tenía a su hijo. Cuenta que entonces
no había control “no había nada que le dijera a
uno ‘Para embarazarte necesitas que te
recuperes de este bebé’ o lo que sea, no, nadie,
y pues yo no sabía”, por lo que se embarazó muy
pronto de su segundo hijo “y yo decía ‘Ay ¿Pero
por qué, por qué me embaracé?’ Yo quería criar
otro poquito todavía a mi niño el mayor”. La
familia de su esposo la regañó mucho por su
segundo embarazo. Su segundo hijo falleció a
los dos años.
Tras una fuerte discusión con la familia, le
dijo a su esposo que se iría a un par de cuartos
que él estaba construyendo, y aunque no tenían
puertas, ventanas o piso, le dijo que se iba, y
que, si eso era lo que él quería, que se quedara.
19
“Yo digo que siempre que la mujer quiera hacer
algo en bien de ella y de los demás, lo puede
hacer, lo puede hacer, porque fuerzas, no sé de
dónde salen, no lo sé, pero yo ahí dije ‘Me voy,
me voy’. Y ahí vengo con mis chiquillos, porque
ya tenía el tercero”
Así, tras 7 años, ella y su esposo se
apartaron de su familia, llegaron a dos cuartitos
con una cocinita. Recuerda que era una vida muy
limitada, que mejoró poco a poco, más expresa
que cuando se casó “pensaba que me iba a
casar y que aquí en la ciudad iba a ser diferente,
pues no ¿Cuál diferente? También era muy, muy
limitado todo, todo”.
Es así como Ella se incorpora al
Movimiento, donde, a excepción de un par de
compañeros, no conocía a nadie. Su
compromiso con la lucha resaltó y fue reconocido
“Porque la verdad, yo si me metí en la lucha, de
veras me metí, que pues, aunque traía a la niña
chiquita o como fuera, yo le entraba. Porque mi
hija, muy chiquita, se me enfermó muy grave de
amibas y era por falta de agua, no era por otra
cosa. Entonces, yo decía ‘Pues bueno ¿Que
vamos a estar enfermándonos por la falta del
agua? No puede ser eso”.
20
 El cambio climático en la construcción
de la vida
“Mi hija se me enfermó feo, muy feo, muy mal,
porque, me decían los doctores
–‘Enséñeme sus manos’- y yo pues se las
enseñaba, las uñas cortas, y hasta eso limpias.
–‘¿Entonces por qué esta niña se enfermó tan
feo de amibiasis?’
- ‘¿Sabe por qué? Porque el agua que tengo
tiene gusano, y con eso lavo los trastes porque
no tengo más’
- ‘Pero es que ustedes, échele un chorro de
cloro’
- ‘Sí le echo un chorro de cloro ¿Y qué más?’.
A mí se me enfermó bien harto mi hija y a una
de San Andrés igual, la niña también se
enfermó bien feo de las amibas, y no era
porque no quisiéramos tener limpio, no sí, pero
no teníamos agua ¿De dónde? ¿Cómo?”
Su esposo no estaba de acuerdo con su
participación en el movimiento. Cuenta que se
iba cuando él se salía a trabajar, más la familia
de él le comentaba lo que hacía:
“– ‘Tu no quieres entender ¿Verdad? Hasta que
te metas en un lío’
21
– ‘¿Sabes qué? ¿Que a ti no te da tantita
preocupación que no tenemos agua, no
tenemos luz, no tenemos calles, no tenemos
nada? Porque mira, tu na'más dijiste ‘Ahí están
los cuartos y ahí nos vamos a meter como sea y
ya’, y tú te vas a trabajar – Incluso el día que me
trajo para acá, me trajo en la noche, no me
conectó ni estufa ni nada, dijo ‘Pus ahí, a ver
qué es, yo ya me voy a trabajar’ – Pues es lo
mismo que haces ahora, tú te vas a trabajar
¡Ah! pero sí quieres ropa limpia, sí quieres
comida, sí quieres que haya agua pa' bañarte…
No, eso es injusto.
– ‘Pues yo lo siento mucho, yo por eso acarreo
el agua de dónde sea’ – y sí, porque no solo a
mí me acarreaba el agua, se la acarreaba a si
mamá y a sus hermanas –
– ‘Pues fíjate que no’
– ‘Pues vas a andar yendo a San Pedro en
contra de mi voluntad’
– ‘Pues lo siento mucho, lo siento mucho, pero
si me voy a ir’ – y pues me fui, me estuve yendo
y él se enojaba.
– ‘Y no quiero que me digas nada de lo que
haces, si lo haces, si no lo haces, yo no sé".
22
 En una ocasión, cuando estaba en una
junta con el Movimiento, una de sus vecinas con
quien intentó organizarse la primera vez, mandó
a 10 hombres a sacarla de la junta, en ese
entonces estaba embarazada. Su esposo
comentó que al menos ahora que ya estaba
embarazada y con esa experiencia, ya se iba a
sentar en la casa. Ella dijo que no “cada hijo
necesita cosas y si nosotros no las tenemos para
dárselas, las tengo que luchar"
Mucho tiempo Ella sintió la falta de apoyo
de su esposo, de su familia. No quería que su
esposo dijera que nada más se andaba haciendo
tonta por allá. Para ella era triste no poder
compartir en su casa, con su familia, la alegría
que sentía al tener logros dentro del Movimiento,
o la tristeza al no conseguirlos. Su hijo mayor, al
casarse, advirtió a su esposa "una cosa te voy a
pedir, mi mamá es muy buena gente, pero no
quiero que hagas lo que ella hace"; más tarde,
cuando en el lugar al que se fueron a vivir faltaron
cosas, su nuera comentó que sí debió haber
aprendido de ella. Su esposo falleció durante la
pandemia, más en sus últimos 20 años de vida,
finalmente él también le entró al Movimiento,
participó de la lucha e hizo amistades, ella le dijo
"De lo que te perdiste todo el tiempo".
23
Menciona que, aunque su esposo mucho
tiempo no quiso saber qué hacía, ella se lo decía,
y él a ella. Una fortaleza de su matrimonio fue el
respeto, saber dónde y qué hace el otro, no por
limitación, sino por respeto a la otra persona,
entre hombre y mujer. Ella cuestionó las formas
de entender a los hombres y a las mujeres en su
tiempo; explica que tradicionalmente, las
mujeres eran menospreciadas dentro de las
mismas familias, sin autoridad, “como sin contar,
ni en la familia, ni en la sociedad, ni en nada”.
Entonces decidió compartir con sus hermanos,
con su esposo, con sus hijos que todos eran
personas y valían, sin importar cuáles fueran sus
tareas “Si a mí, siendo mujer, me pusieron frente
a la yunta a amansar un novillo, con la fuerza de
una niña de 9 años”, se trataba de ir aprendiendo
que tanto puede y vale la mujer, como el hombre.
Incluso cuando se asignó al hombre el rol de
proveedor, asegura que hoy ya no es lo mismo,
pues ella trabajó, vendió junto con su esposo,
aportó porque muchas veces ya no alcanzó. Y
también sabe que muchas veces, las mujeres no
observamos eso tan fácil “para nosotras era yo
me caso, soy ama de casa, soy esposa, soy
madre y a mí el que me tiene que proveer de lo
que necesito es mi esposo”, más asegura que
tenemos la misma libertad que los hombres. Ella
creía y cree en la organización, dice que ahora
24
sabe que no hay otra manera de lograr las cosas
si no es organizándose; y fue muy valioso para
Ella aprender que es importante “estar en un
lugar donde a usted la dejen hablar lo que trae
dentro”.
Se supo libre, no la sujetaron ni los hijos, ni
su esposo; si a veces, en broma, su esposo le
decía “¿De quién es (Ella)? ¿Verdad que mía?”,
respondía que no “Ni tú eres mío ni yo soy tuya,
déjame en esa libertad, no me digas eso porque
yo no quiero ser de nadie, ni de mi mamá ni de
mi papá soy, ellos me tuvieron, pero yo soy libre,
yo soy libre y yo soy libre”. Decidió que no quería
estar atada a algo, quería hacer lo que quería
hacer, y se abrieron alternativas, con su tiempo,
con su vida, con todo.
A partir de la experiencia que tuvo en la
lucha con el Movimiento, ella aprendió, y
aprendió mucho. Con los estudios sólo hasta
primero de primaria, sabiendo leer y escribir,
expresa que ha aprendido en la escuela de la
vida, siempre le gustó aprender y definía qué le
interesaba saber más adelante, comenta que le
gustaba saber de una y otra cosa, incluso para
no depender de alguien que se lo explicara. En
una de estas experiencias, solicitó a los de la
delegación que le enseñaran las divisiones, sólo
25
para enseñarle a su hijo a dividir; y así, tuvo que
aprender muchas cosas para poder enseñarlas a
sus hijos y que salieran adelante.
“Yo llegué aquí a México, con una ignorancia
total de todo, yo campesina, dígame de cómo
sembrar y yo les digo, díganme de cómo cuidar
la milpa, se los digo, cómo cuidar animales, las
borregas y todo eso, también. Y también de
sacar agua del pozo y acarrear agua del pozo y
llevarlo, ir a lavar al arroyo y eso. Pero aquí no,
yo no sabía nada, nada nada nada, es un
cambio, pero radical, totalmente”.
Aprendió a cómo hablar en representación
de otros, frente a los funcionarios. Le tocó
coordinar reuniones para expresar desde voz de
la organización, cuáles eran las demandas, los
puntos a tratar y las condiciones para los
acuerdos “Era, era pues, bonito, pero era con
miedo, yo no dormía toda esa noche”. Aprendió
de la mano de otras mujeres, que había razones
para no sentirse sola, recuerda con cariño
especial a dos mujeres que la cuidaban mucho,
la acompañaban a casa. Y, algo de lo más
valioso, fue aprender otra forma de ser mujer.
“Yo pensaba que eso era mi deber como
mujer. Atender al esposo, al hijo, a los hijos y ya
26
no podía hacer otra cosa. Mi palabra sentía que
no valía, que no tenía eco, que no tenía valor,
además que nadie me iba a hacer caso. Y
cuando descubro que es un potencial ser mujer
también, no solamente tener hijos, que es una
gran virtud también. Entonces, pasa que digo ‘Si
sí podemos, con mucho sacrificio, pero
podemos.
Sacrifique mucho, si ustedes quieren, a la
familia, a mi esposo, porque la finalidad de una
mujer, antes como yo la percibía, era de
atender, como que eso era lo fundamental. Y si
es, pero, después descubrí que no solamente
eso era lo fundamental, era que se tuviera lo
necesario y si no se tenía, ¿Cómo? ¿Nos
quedamos y todos nos amolamos aquí y aquí
nos estamos na'más sentados? Dije no”.
Cuenta que el sacrificio fue en atención,
porque se levantaba a las 5 de la mañana para
dejar la comida lista, aunque cuando volviera,
pudiera no alcanzar para ella; dejaba la ropa
preparada y el desayuno antes de la escuela,
“todo hacíamos: zurcir, porque los chiquillos
acababan los pantalones entre las piedras, aquí
a lo que fuera, todo, lavar, planchar, alzar,
recoger y todo. Y ¿de dónde, de dónde esas
fuerzas? ¿De dónde ese entusiasmo?”.
27
Hablamos de la fuerza que se requiere para
hacer lo que se hizo, en la familia y fuera de ella,
para el bien de los demás. Y Ella iba, porque si
no, se moría. Cuando platicaba con algunas de
sus compañeras, había quienes le decían que no
se podían entregar a la lucha, pues estaba el
juicio de los hijos por dejarlos solos, aunque ellas
trataran de darles todo lo que necesitaran; se les
dejaba por andar haciendo cosas, y aunque
fuera por el beneficio de todos, pero se
descuidaba a la familia. Y a pesar de que estas
conversaciones, le hacían cuestionarse sus
motivaciones, Ella tiene convicción de lo que ha
hecho
“Yo no voy a dejar el movimiento, hasta
cuando yo ya no pueda porque lo tenga que
dejar, porque yo aprendí muchas cosas, sobre
todo a defenderme y aprendí que lo que hice,
no lo hice nada más para mí, lo hice para todos
los demás. Si lo reconocen o no lo reconocen,
ese es su problema de ellos, no el mío. Y que,
esto es lo que a mí me tiene contenta, a mí me
tiene contenta lo que hice, en todo lo que
participé y yo sí siento que después de que
llegué con tanta inseguridad, con tanta
ignorancia de muchas cosas, de muchísimas y
ese cambio radical de campo a ciudad que fue
terrible para mí, siento que aprendí mucho,
28
aprendí mucho yo misma a valorarme lo que yo
podía hacer y lo que estaba haciendo, yo decía,
"pues si sí puedo, sí puedo y aunque se enoje
mi esposo, pero sí puedo".
Por las últimas reflexiones
Cuando se conoce algo, resulta común
preguntarse ¿Por qué? Cuando le preguntamos
a Ella ¿Por qué? ¿Por qué dedicar gran parte de
su vida a la lucha? Pensó en la pobreza, en la
pobreza extrema en la que creció. Pensó en las
carencias, limitaciones y deseos que tuvo de
muchas cosas, y considera que eso la llevó a
pensar en otros, en quienes no están muy bien,
y que aún no saben defenderse, que aún no
saben cómo luchar para obtener lo que se
necesita. Además, encontró un lugar donde ser
feliz, y donde hacer felices a los demás a partir
de lo que aprendió a ser. El movimiento y la lucha
se convirtieron en su vida, halló satisfacciones y
beneficios, para ella, para su familia y para todos,
para todas. Tuvo la oportunidad de aprender, así,
cuando “uno se avienta a lo que sea y a reafirmar
aquello en lo que cree”. Y no sólo por satisfacción
personal, porque no lo hizo sola, sino porque
supo conocer y reconocer a las personas que la
rodeaban, a quienes vivían ahí mismo, con
quienes compartió la tristeza de no tener las
29
cosas necesarias para sus hogares, para sus
familias.
Hoy ya no la engañan, ya sabe y puede
hablar sobre lo que significa trabajar con y por
otros, cómo se exige aquello que no solamente
uno necesita. Conoce lo que significa el trabajo
colaborativo, el sentido de lo colectivo. Se
preguntó ¿Qué estaba haciendo por los demás?
Por el que necesitaba, el que no tenía voz; y ella
supo que su voz se había quedado, “pues ya en
conjunto con los demás, podíamos gritar,
podíamos alegar y podíamos decir muchas
cosas. A lo mejor sola nunca me animé, pero ya
con los demás sí. Y si lo logré acompañada, debo
acompañar a los demás, pa’ que también logren
lo mismo”
Advierte que la lucha por el agua jamás se
va a acabar, cada vez hay más escasez, y le
preocupa la privatización. Le importa transmitir a
sus nietos y bisnietos la importancia de cuidar los
recursos, como la luz y el agua, pues a quien le
ha faltado, sabe que es horrible. Más aún,
porque cuestan mucho trabajo y parece
interminable, pues la población crece y la
demanda de recursos también: “Cuiden el agua,
cuiden la luz, no por mí, por ustedes y por los que
vienen más adelante, porque nos costó tanto
30
trabajo, tanto trabajo”. Y agradece haberlo
hecho, finalmente espera que quienes vienen
detrás, lo gocen, así como ella lo ha gozado.

Le preocupa apreciar que los más jóvenes

parecen no tener un proyecto, no se expresan
inquietos por averiguar qué quieren y qué
pueden hacer, para ellos y para ayudar a otros;
pareciera que no hay ilusión por el futuro. Se
pregunta si se han terminado las ilusiones y las
ganas por hacer cosas, para conocer, aprender
y no sujetarse a algo o a alguien. Insiste en que
la lucha sigue, por el agua, por la salud, por la
educación, y va a seguir si así se busca, mientras
podamos ser capaces de alzar la voz por aquello
que falta. La lucha por justicia y vida digna para
todos, también se hereda. El secreto está en
aprender a sumar voces para decir “No estoy de
acuerdo”, y reconocer que, en la naturaleza, las
personas, las comunidades hay un sentido, tiene
sentido lo vivo.

31