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Querida amiga

Sé que quizá te sientas sorprendida cuando esta carta llegue a tus manos, pero no
veía una mejor manera de darte las gracias por todo lo que has hecho por mi desde que te
conozco. Amiga, has sido, eres y serás una persona fundamental en mi vida, y quería
aprovechar este San Valentín para agradecerte el amor que me has dado, la amistad tan
sincera que me has demostrado.
Gracias por estar en los buenos momentos, en esos momentos de risas en los que ni
tú ni yo sabemos cómo parar, en los que hasta nos duele la tripa de reírnos. Hemos pasado
grandes situaciones que nos han hecho llorar de risa, hemos vivido momentos que jamás
se me van a olvidar porque incluso al recordarlos me vuelvo a reír una y otra vez.
Pero sobre todo quería darte las gracias por estar en los malos momentos. No sé
qué habría sido de mí si tú no hubieses estado dándome la mano en todos ellos. Ya sabes
que no he pasado por mis mejores momentos y que a veces me ha costado mucho salir de
esos baches, pero sin tu ayuda no lo habría podido conseguir.
Gracias, gracias y gracias por enseñarme el valor de la amistad verdadera. Gracias
por enseñarme a luchar por mis sueños, a no rendirme ante nada, a estar segura de mí
misma en todo lo que hago. Gracias por ayudarme a entender el mundo, la vida, desde una
perspectiva más optimista y alegre de la que yo tengo.
Nos unió la casualidad, y gracias a ella permaneceremos juntas para siempre. Este
San Valentín y todos los que llegarán quiero que sepas que, aunque las dos tengamos
pareja, tú siempre serás esencial y prioritaria en mi vida.
¡Gracias por ser la mejor amiga que se puede tener!

Verónica Romero

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