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¿Por qué y para qué la ética?

Reflexión personal por Ana Maria Bustamante Chavez para la clase de Ética de los
negocios parcial final.

Siempre he sido fiel creyente de que uno debe pasar por la vida siendo amable, floreciendo
al paso, procurando no pasar por encima de los demás, pero tampoco dejando que pasen por encima
de uno.
Mi madre siempre dijo que debemos mantenernos humildes, y que debemos saludar
mientras vamos cuesta arriba, pues son esas personas las que pueden ayudarnos a levantarnos si
rodamos de regreso, cuesta abajo. “Cosechas lo que siembras”, pero mi mami no contó con que no
siempre es así, no todas las personas te extienden la mano, no todas las personas son amables, no
todo el mundo florece al paso y no siempre uno cosecha lo que sembró. Es por eso por lo que
considero que la ética es de vital importancia para la construcción de buenos seres humanos, buenos
ciudadanos y profesionales que desde sus labores contribuyan a que este mundo sea un lugar más
agradable de habitar.
Sin embargo, considero que parte de convertirse en un ciudadano ético, es también
reconocer que uno mismo no es el ejemplar de la aplicación ética en la sociedad, y que, en el afán
de nuestras dinámicas sociales, uno peca de ser una de esas personas detestables a las que tanto
gusto de criticar en esta clase, es en el reconocimiento del no ser buena persona que se puede
encontrar razones para serlo.
Detrás de toda persona que desempeña el papel de “inadaptado” en la sociedad hay una
historia, cada persona tiene sus desencantos con la miseria humana en menor o mayor medida, pero
si hay algo que hace que una persona comience dicho rol, es el hecho de haber encontrado quien le
devolviera la esperanza y se la hayan arrebatado de repente.
Un abandono, una decepción, la presión de ser algo que no eres, la muerte de un familiar
cercano, el no disfrutar de la infancia, estos, y muchos factores más son los mayores incentivos para
los “inadaptados” del mundo. A veces solo es el deseo de poder nacido de la ambición o la carencia
de afecto por parte de los suyos.
No estoy buscando justificaciones, ni diciendo que esta manera de actuar sea del todo
correcta, siempre hay una manera de redimirse, nunca es demasiado tarde, pero desde la empatía
podemos comprender que no todos manejamos el dolor y el enojo de la misma manera, y que es
absurdo enojarse por gente “inadaptada”, cuando nosotros mismos lo hemos sido alguna vez aunque
sea en nuestras vidas.
Retomando dicha tesis, podemos llegar a la conclusión de que todos tenemos versiones que
asustan en menor o mayor medida, todos hemos ejercido como “inadaptados” en la sociedad, y
aunque en rehabilitación (dígase del esfuerzo que uno hace por ser mejor persona) las recaídas son
placenteras. Porque solo en medio de la dinámica social concurrente colombiana, del: “el que me la
hace me la paga”, uno disfruta colarse en las filas cuando ve a un colado, así como disfruta recoger
el billete del piso que la señora está buscando, con la excusa de que a uno también se le ha perdido
plata y eso le pasa a todo el mundo. Creo firmemente que todos hemos deseado tener una
discapacidad cuando no encontramos lugar en el estacionamiento.
Así que sí, por más bueno que uno se quiera retratar debe aceptar que en algún punto ha
sido un inadaptado más en esta sociedad, que es la suma de muchos individuos cada uno con sus
situaciones motivo para ser lo que todos somos.
Considero que en nuestra cultura ciudadana es necesario comportarse como un inadaptado
de vez en cuando en pro de la supervivencia individual, “al bonachón se lo comen vivo”, y ser un
inadaptado, así como ser una persona ética, supone un arte, el arte de ser inadaptados, que
paradójicamente es la única forma de adaptarse al estilo de vida citadino.
Parte primordial del arte de ser inadaptados, es que no se trata únicamente de actuar como
un inadaptado, sino, saber alternar dichos comportamientos con una dosis de amabilidad y bondad.
Es hallar el balance entre contribuir a la miseria humana para protegerte a ti mismo, y contribuir a la
esperanza humana, diría que, para no quedarte solo, pero tiene un mayor nivel de profundidad, y es
que solo te nace hacerlo, tener bondad sin un objetivo fijo. A estos periodos de bondad, los llamo la
“Rehabilitación”.
Cuando un inadaptado, tiene la capacidad de saber con quién actuar como tal, y con quien
ser bondadoso, al conectarse con su intuición alcanza el nivel máximo de este arte, algo así como el
“(IN)Adaptado Supremo”, sin embargo, para alcanzar dicho nivel se debe ser primero un
“Inadaptado en rehabilitación”, digamos que es el nivel anterior al escalón máximo.
Un inadaptado en rehabilitación es una persona que siendo consciente de la cultura
ciudadana que habita decide que no quiere seguir habitando el mundo bajo estas premisas, y decide
que quiere ser una mejor persona.
Entonces regresa a la vida de esta persona, los valores que aprendió en casa o en su escuela,
o en ambas o en ninguna, sino que alguna vez escuchó por ahí eso de que hay que ser “buena
gente”, la cosa, es que decide ser un ciudadano correcto, un empleado honesto y fiel, un padre,
madre, hermano, hijo correspondiente y responsable con su familia.
La pregunta inicial es por qué y para qué la ética. Porque discernir lo correcto de lo
incorrecto, es la única manera de que avancemos en conjunto, irónicamente la preocupación
individualista de ser una mejor persona nos abre paso a que comunitariamente avancemos.
En medio de una sociedad egoísta e individualista, es necesario volver a pensar en el bien
colectivo, se hace indispensable que existan personas que procuren hacer lo correcto, que se alejen
de la tan mencionada corrupción y comiencen desde sus posiciones a hacer algo al respecto. Y todo
el mundo lo piensa, es la opinión popular, pero son pocas las personas que realmente optan por este
estilo de vida.
Quiero ser una mejor persona, es mi preocupación constante. Quiero ser una mejor hija, una
mejor hermana, una mejor amiga, que las personas que me necesiten puedan, en efecto, contar con
mi ayuda en el momento pertinente, devolver con creces la atención y el cariño con el que me
educaron mis padres y mis hermanos.
Deseo como profesional, romper un poco la cadena absurda del utilitarismo propio, y desde
el ejercicio servir correctamente a quienes tenga que servir, utilizar mi voz para las razones que
necesitan la atención de las personas, poner mi granito de arena en que este mundo no obligue a las
personas a querer dejar de vivir en él.
Deseo como ciudadana, poder interesarme y hacer algo al respecto por aquellos que están
siendo olvidados por quienes deberían ayudarlos, que la indignación se sienta cada vez menos y que
la impotencia deje su lugar habitual ante tantas problemáticas que nos rodean y que nublan el diario
vivir.
Romper con la cultura de la inadaptación por sobrevivencia y tomar posturas éticas en la
cotidianidad pintan el panorama de esperanza y nos dan razones para querer encaminar nuestra
sociedad a un mejor futuro.

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