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Introducción
Creemos que, con este aporte, que es más para ser vivido que
pensado, nuestros estudiantes, profesionales presentes y futuros, tienen a
su disposición la posibilidad de aventurarse en el camino de la vida, con
la audacia y tenacidad que hace de cada uno, un auténtico agente de
transformación del mundo donde quiera que estén.
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Con la Iglesia, entendemos por espiritualidad la vida vivida según el
Espíritu:
Espiritualidad que expresa el camino de Paula en la Iglesia, según
el Evangelio y que definimos como:
Una forma de ver, relacionarse y actuar,
el fruto de una OPCIÓN,
que nace y se alimenta continuamente
de una PROFUNDA EXPERIENCIA DE DIOS
EN JESUCRISTO,
personal y comunitario,
que nos identifica y nos unifica en la Iglesia
como la Familia Dorotea,
ser una voz profética en nuestro mundo.
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discernimiento: un medio para buscar, encontrar y realizar el bien revelado
por el Corazón de Dios. El conocimiento íntimo del Señor nos permite crecer
en esa fe y confianza necesarias para mirar y amar la realidad según el modo
de ver de Dios.
El capítulo 3 nos revela cómo la relación íntima y profunda
de Paula con Jesús se refleja y se traduce en cómo se relaciona con todas las
criaturas y con toda la creación. Una forma de relacionarse que permite
mostrar la cualidad del amor que circula entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
El Amor contemplado se convierte en Amor encarnado en las relaciones
cotidianas, porque sólo en el amor dado y recibido está la realización, la
felicidad y la plenitud de la vida humana.
Un amor, que, como nos revela el capítulo 4, se traduce, para
Paula, en lo concreto de la vida cotidiana, en una forma de actuar. De hecho,
la forma de actuar revela las intenciones más profundas y dice mucho más
que las palabras que pronunciamos. Paula nos dice con fuerza que no basta
con hacer el bien, sino que nuestra búsqueda solo encuentra descanso en el
mayor bien posible, participando en la misión de Jesucristo a través de la
educación, un lugar donde se hace visible el Amor paciente con el que fuimos
amados.
Estamos seguros de que vale la pena sumergirse en la espiritualidad
de Paula Frassinetti y dejarnos tocar y transformar para ella. Una
espiritualidad que nutre la vida/misión y asegura y fortalece el c uerpo
comunitario.
Que nos lleve a ser cada vez más mujeres y hombres auténticamente
educadores comprometidos con la realidad de nuestro tiempo y la
transformación de nuestro mundo, convencidos de que «educar bien es
transformar el mundo y conducir a la vida verdadera» (Constituciones 1851,
§207).
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Capítulo 1
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I - Experiencia de Dios en Jesucristo según nuestra
espiritualidad
Dios es para Paula, la Divina Providencia que dispone todo para nuestro
mayor bien.
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“…anímese, Dios la ayudará, pero esté muy unida a El. Rece mucho. Cuanto
más sobrecargada esté por las ocupaciones, eleve con más frecuencia su
corazón a Dios, de Quien le vendrá toda luz, toda gracia, todo auxilio”. (C.
324,3)
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“Verdadero camino a seguir” y, a la vez, “…nuestro Pedagogo, Maestro
y Guía” (C. 98, 4) que nos orienta y acompaña en este camino.
“Diga a todas (…) que les aconsejo que estén siempre alegres”.
(C. 869,15)
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“Desearía que el Pesebre y el Monte Calvario fuesen dos
escuelas que Vds. frecuentasen, para aprender las preciadas
lecciones que a todos da el Corazón Santísimo de Jesús”. (C 665,
3)
Y así, con El y como El, Paula solo desea realizar, con total amor, la
Voluntad del Padre.
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en la estima y veneración por el Papa, Vicario de Cristo:
“… yo, por la gracia de Dios, no siento otro deseo, sino que las
Hermanas den mucha gloria a Dios… y que sean de mucho
provecho para el prójimo, con sus trabajos, para que Jesús sea
conocido y amado por todos cuantos se les acerquen. (C. 303, 3)
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II - Itinerario formativo para una experiencia de Dios en
Jesucristo
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“En esto se hizo visible entre nosotros el amor de Dios: en que
envió al mundo a su Hijo único para que nos diera vida. Por esto
existe el amor: no porque amáramos nosotros a Dios, sino porque
él nos amó a nosotros y envió a su Hijo…”. (1Jn 4, 9-10)
“…amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que anima a una respuesta de amor total hacia Dios y hacia los
hermanos”. (Cf Rm 5,5,)
“La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo
de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en
un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue
su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha
hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita
mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede
esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo
cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con
el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos
«discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos
misioneros». Si no nos convencemos, miremos a los primeros
discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada
de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado al
Mesías!» (Jn 1,41). La samaritana, apenas salió de su diálogo
con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos
creyeron en Jesús «por la palabra de la mujer» (Jn
4,39). También san Pablo, a partir de su encuentro con
Jesucristo, «enseguida se puso a predicar que Jesús era el Hijo
de Dios» (Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros?”. (EG 120)
“Educar para nosotras, significa dejarnos poseer por la
pedagogía del Evangelio que lleva al hombre a descubrir que es
amado por Dios, a creer en ese amor y a crecer como persona
hasta la plenitud de la madurez en Cristo”. (Cons. 26)
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Mostrar al mundo este Dios Amor compromete toda nuestra vida en caminos
de Amor y Bondad, de Paz y Justicia, de Belleza y Verdad…
Pero el amor gratuito y generoso, se alimenta en el contacto y familiaridad
con la persona amada:
“En la oración se da aquel diálogo con Cristo que nos hace sus
íntimos: Permaneced en mí y yo en vosotros. (Jn.15,4)…
Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nos abre, a través de
Cristo y en Cristo, a la contemplación del rostro del Padre”.
(N.M.I. 32)
“La palabra de Dios es la primera fuente de toda espiritualidad
cristiana. Ella alimenta una relación personal con el Dios vivo y
con su voluntad salvífica y santificadora”. (V.C. 94)
“La necesidad y la importancia fundamental de la oración nace
de nuestra participación por el Espíritu en el Misterio de
Jesucristo, que vive en íntima comunión con el Padre su infinito
amor a los hombres”. (Cons. 35)
“La asimilación progresiva del espíritu de los Ejercicios de San
Ignacio nos forma en una oración que nos lleva a la unidad de
vida y nos enseña a amar a Dios en todas las cosas y todas las
cosas en Dios. Para ello son imprescindibles tiempos fuertes de
oración personal y comunitaria”. (Cons. 37)
La familiaridad con Dios crea el deseo creciente de conocer su voluntad y
un dinamismo constante para colaborar con ella. “Secundar enteramente la
divina voluntad”, como Paula, en una sociedad en que el individuo se hace
el centro absoluto de todo, es un gran desafío que forma parte del testimonio
de la vida cristiana, hoy.
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“Mi manjar es cumplir la voluntad de quien me envió”. (Jn. 4,34)
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Jesús es el camino que conduce al Padre y que llama a un seguimiento que
orienta su existencia y que pide un compromiso total para vivir en intimidad
con El y seguirlo a donde quiera que vaya. (cfr. V.C. 18)
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn. 14, 5)
“Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo
no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de
colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo,
aun en medio de las pruebas. En esta línea, todas las expresiones
de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero
que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. No se trata de
fomentar un relativismo estético, que pueda oscurecer el lazo
inseparable entre verdad, bondad y belleza, sino de recuperar la
estima de la belleza para poder llegar al corazón humano y hacer
resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado. Si, como
dice san Agustín, nosotros no amamos sino lo que es bello, el Hijo
hecho hombre, revelación de la infinita belleza, es sumamente
amable, y nos atrae hacia sí con lazos de amor”. (EG 167)
Seguir a Jesús es fuente de una alegría que se mantiene en los momentos de
dificultad y es expresión de la libertad de los hijos de Dios.
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En efecto, es el Espíritu quien suscita el deseo de entrar en este camino con
la mirada y el corazón apasionados, y es el Espíritu quien alimenta el deseo,
orienta la respuesta y la conduce hasta la madurez de la identificación con
Cristo.
“Y vieron aparecer lenguas como de fuego, que se distribuían
posándose sobre cada uno de ellos. Quedaron todos llenos de
Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas diversas, según el
Espíritu les impulsaba a expresarse”. (Act. 2,3; cfr. todo el
Capitulo)
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hacer caso de su ignominia y está sentado a la derecha del trono
de Dios”. (Heb. 12,2)
“…si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda él
solo. Mas si muere produce abundante fruto”. (Jn. 12, 24)
“El grito de Jesús en la cruz (…) no traiciona la angustia de un
desesperado; es la oración del Hijo que ofrece su vida al Padre
en el amor, por la salvación de todos”. (N.M.I. 26)
“La búsqueda de la belleza divina mueve [los creyentes] a velar
por la imagen divina deformada en los rostros de tantos
hermanos y hermanas, rostros desfigurados por el hambre,
rostros desilusionados por promesas políticas; rostros
humillados de quien ve despreciada su propia cultura; rostros
aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; rostros
angustiados de menores; rostros de mujeres ofendidas y
humilladas; rostros cansados de emigrantes que no encuentran
digna acogida; rostros de ancianos sin las mínimas condiciones
para una vida digna”. (V.C. 75)
“… nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la
intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida
social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las
instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los
acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién
pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san
Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no
podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e
individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el
mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de
nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde
Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con
todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con
sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y
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todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y
del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no
puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia».
Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a
preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se
trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo
positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en
ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del
corazón amante de Jesucristo. Al mismo tiempo, une «el propio
compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social las demás
Iglesias y Comunidades eclesiales, tanto en el ámbito de la
reflexión doctrinal como en el ámbito práctico»”. (EG 183)
“La conciencia de la situación de pecado que divide a los
hombres, nos obliga a comprometernos por la justicia en
solidaridad efectiva con la causa de los pobres…”. (Cons. 17)
Dios Trinidad quiso asociar íntimamente a María al Misterio de la Salvación:
Hija predilecta del Padre, Esposa del Espíritu Santo, Madre del Verbo hecho
carne, Madre de la Iglesia…
Y quiso que su maternal guía y protección fuese instrumento privilegiado en
nuestro proceso de identificación con Cristo y en la misión de la Iglesia de
anunciar y construir el Reino.
Comprender profundamente este lugar de María en la economía de la
Salvación, contemplarla con los ojos del corazón, encontrarse diariamente
con ella para confiarle la vida y pedirle consejo, recurrir con filial
confianza a su maternal protección…, no sólo nos ayudará a amar siempre
más a su Hijo, sino también a “darlo a conocer y a amar por muchos
otros”, como lo vivió y enseñó Paula.
“¡Bienaventurada la que ha creído! Se cumplirá lo que se le ha
dicho de parte del Señor”. (Lc. 1,45)
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“La Madre de Jesús le dijo: no tienen vino… Dijo la Madre de
Jesús a los criados: haced lo que El os diga”. (Jn 2, 3 y 5)
“…la Santísima Virgen… aquella que, después de Cristo, ocupa
en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a
nosotros”. (LG 54)
“Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la
Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer
en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que
la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los
fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse
importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa
a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió
vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar
en nuestra búsqueda de justicia. Es también la que conserva
cuidadosamente «todas las cosas meditándolas en su corazón»
(Lc 2,19). María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios
en los grandes acontecimientos y también en aquellos que
parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en
el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de
todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es
nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para
auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de
justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es
lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le
rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la
Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos
los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo”.
(EG 288)
“María, íntimamente unida a su Hijo en la obra de la Redención,
nos enseña a seguirlo en su total respuesta al Padre y a los
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hermanos y nos anima a integrar en la vida el misterio del dolor,
con la esperanza firme de la resurrección”. (Cons. 9)
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Capítulo 2
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I - Un modo de ver según nuestra espiritualidad
Ver todo como Dios lo ve sólo es posible a quien, como Paula, vive de fe, a
quien proyecta en su mirada la luz que brota de su relación íntima con Dios.
En efecto, Paula vivió apasionadamente en la “fe y fe viva” que aconseja a
sus hijas:
“Dios que la mandó ahí, pensará a su tiempo en todas las
necesidades, por lo tanto “fe y fe viva”. (C. 268,4)
“…esté tranquila por Vd y por nosotras: vivamos de pura fe,
cuanto sea posible”. (C. 532,8)
“…aprenda a vivir de fe y no se deje engañar por el demonio”.
(C. 294,6)
Esta actitud permanente la lleva a reconocer en la vida “los signos” de la
presencia de Dios y a descubrir y asumir en los acontecimientos sus “divinas
disposiciones”. Profundizando siempre más la mirada de Dios, entrando en
su dinamismo, descubre y asume Paula lo que El le “dice” en cada momento.
Es su modo de vivir la fe, es su modo de comprender la vida que nace del
amor y que da la verdadera paz.
“Dios sea bendito también por esto ya que, con toda seguridad,
no ha sucedido casualmente, sino por disposición divina y para
nuestro bien”.
(C. 747,1)
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“…de que gran paz goza el corazón vacío de sí mismo y poseído
solamente por el amor de Dios!”. (C. 316,3)
Desearla y, por eso, buscarla. Paula, sin emplear la palabra, vivió en continuo
discernimiento, usando los medios que le son propios, para descubrir lo que
Dios quería de ella y de su Instituto, en las diversas situaciones, y así poderlo
cumplir.
“Rece y pida que recen… para que el Señor se digne darnos oído
fino, inteligencia clara y voluntad dócil, para que podamos
secundar enteramente la divina voluntad”. (C. 467,3)
Hijas de la Santa Fe, primer nombre del Instituto, expresa con claridad la
fuerza-luz de los orígenes: un Instituto, en la Iglesia, que vive y transmite la
fe, que sirve al crecimiento de la fe, “al modo de ver de Dios”.
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Y fueron motivos apostólicos los que le llevaron a cambiar el nombre
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II - Itinerario formativo para un modo de ver según nuestra
espiritualidad
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compete suscitar la participación de todos en la búsqueda común, en orden
a que las decisiones sean tomadas en conformidad con la Voluntad de Dios.
Para leer los tiempos, para leer nuestro tiempo, es necesario observar los
signos, no “en el cielo”, sino en nuestro mundo, en todas las realidades
humanas. Se trata de elevar los ojos y de escrutar una realidad, que es, al
mismo tiempo, cotidiana y nueva, para interpretarla. Para reconocer los
signos de los tiempos es necesario creer y comprender que es el mismo y
único Espíritu de Dios quien actúa en el universo, en la historia y en el
corazón de las personas. Leer los acontecimientos humanos para encontrar
los signos de Dios.
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unificarse. Las palabras de Jesús sugieren que es la relación con Él, mediante
la escucha de su Palabra la que da unidad y hace bueno el propio servicio.
“La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida,
o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un
momento más de mi existencia. Es algo que yo no puedo
arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión
en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que
reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión
de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.” (EG
273)
Jesús consiguió escuchar la llamada del Padre incluso en medio del ruido
ensordecedor de la violencia y de la injusticia. En esa situación, continuó
revelando el Amor y manifestando misericordia y perdón.
Continuó obedeciendo al Padre en situaciones negativas, injustas,
pecaminosas… que lo condujeron a la muerte. También en las situaciones
difíciles tenemos que seguir buscando el “modo de ver de Dios”, cómo
comunicar su amor y hacer fluir la vida.
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Capítulo 3
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I - Un modo de relacionarse según nuestra espiritualidad
Amar como Jesús amó y nos enseñó a amar, es el valor, el criterio definitivo
que Paula asumió en su vida y que marcó profundamente su modo de
relacionarse con Dios, con las personas, con la creación.
Su intimidad con Jesús dio a Paula la comprensión profunda del Misterio del
Amor y la gracia de encarnarlo en su vida.
“Haced que, con Vuestra Gracia, yo me haga una perfecta
imagen de Jesús, que me haga toda a todos, para ganarlos a
todos para Jesucristo; que no viva ya para mi misma, sino que
sólo Jesús viva en mi”. (Fórmula de la Profesión Perpetua de la
Madre Fundadora)
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“…[debe] movernos la interna ley de la Caridad y el amor que
el Espíritu Santo suele grabar e imprimir en los corazones”.
(Cons. 1851, Prólogo)
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común, trata con el prójimo sin pretensiones, sin afectación y
sin artificio…”. (Cons. 1851,119)
“…De manera que quien trate una vez con las Hermanas desee
volver de nuevo”.
(cfr. Cons. 1851,238)
“Siempre era cariñosa con todas, pero era evidente que sus
predilectas eran las menos dotadas… Yo prefiero a la otra, como
me sucede siempre con las niñas menos agraciadas y esto tanto
porque generalmente son menos queridas como porque en las
mismas me parece ver la pura imagen de Dios, sin marco”.
(Mem. 73)
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II - Itinerario formativo para un modo de relacionarse según
nuestra espiritualidad
Este dinamismo trinitario es para nosotros una llamada urgente a vivir el don
del amor, con y como lo vivió Jesús.
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Es la comunidad, la familia y las relaciones el ámbito más inmediato para
concretizar nuestro amor universal y construir la comunión a que somos
llamados en el modo como Paula la vivió y nos la transmitió.
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Pero, tratándose de un camino humano, es normal que aparezcan momentos
de tensión o conflicto que es necesario procesar y superar con el diálogo, el
perdón, la reconciliación sincera que lleva a emprender de nuevo la marcha
con la mirada puesta en el horizonte del Reino.
“Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen
adelante como si nada pasara […]. Otros entran de tal manera
en el conflicto que quedan prisioneros […]. Pero hay una
tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto.
Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el
eslabón de un nuevo proceso”. (EG 227)
“De este modo, se hace posible desarrollar una comunión en las
diferencias, que sólo pueden facilitar esas grandes personas que
se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los
demás en su dignidad más profunda. Por eso hace falta postular
un principio que es indispensable para construir la amistad
social: la unidad es superior al conflicto. La solidaridad,
entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así
en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los
conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una
unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por
un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la
resolución en un plano superior que conserva en sí las
virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”. (EG 228)
El amor se hace visible también en el modo de entrar en relación:
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“Amar también es volverse amable […]. Quiere indicar que el
amor no obra con rudeza, no actúa de modo descortés, no es
duro en el trato. Sus modos, sus palabras, sus gestos, son
agradables y no ásperos ni rígidos. Detesta hacer sufrir a los
demás. La cortesía «es una escuela de sensibilidad y
desinterés», que exige a la persona «cultivar su mente y sus
sentidos, aprender a sentir, hablar y, en ciertos momentos, a
callar». Ser amable no es un estilo que un cristiano puede elegir
o rechazar. Como parte de las exigencias irrenunciables del
amor, «todo ser humano está obligado a ser afable con los que
lo rodean». (AL 99)
En esta línea, comprendemos más profundamente la actualidad de las
palabras del Apóstol Pablo:
Cuando el amor que nos mueve, descubrimos su rostro sobre todo en los
rostros de aquellos con los que El mismo se ha querido identificar:
“En verdad les digo: Siempre que hagan esto a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi me lo hacen” (Mt 25,40)
En la Cruz, Jesucristo nos reveló que Dios es Amor, que desea amar «hasta
el extremo», y hacerse compañero de todos los seres humanos crucificados,
próximo y presente en todos aquellos cuya dignidad de hijos e hijas no es
reconocida ni respetada.
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también se involucró en este dinamismo de misericordia y compasión hasta
el punto de hacer suyas las “preferencias de Jesucristo”.
“¿Qué te parece? ¿cuál de esto tres se hizo prójimo del que cayó
en manos de los bandidos? …El que tuvo compasión de él.»
Jesús le dijo: «Pues anda haz tú lo mismo»”. (Lc 10,36-37)
Amar la Tierra que Dios nos dio, contemplarla admirarla, cuidarla y ser
verdaderos educadores, también en el campo de la ecología, es hoy un gran
desafío, que pide de cada uno un verdadero proceso de conversión.
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Capítulo 4
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I - Una forma de actuar de acuerdo con nuestra espiritualidad
Para Paula, fue evidente desde el principio el propósito del Instituto que Dios
la llamó a fundar y las metas a alcanzar en todo lo que logró. Así lo fue
expresando, con insistencia, a lo largo de su vida y nos legó como una
hermosa herencia:
Así Paula vivió la convicción de que la misión confiada a ella, así como al
Instituto, es totalmente de Dios, y que "sin Él no podemos hacer nada";
por el contrario, con Él podemos hacer todo. Esta convicción de que Dios
es todo la lleva a dar un valor decisivo a la pobreza, que elige como "madre"
y "muro sólido" del Instituto. La certeza de que "la misión es de Dios" va
acompañada de sentimientos de profunda gratitud, de total confianza y de
abandono filial.
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"Sin Dios todos somos muy incapacitados para hacer el bien,
pero con Dios podemos hacer todo, todo". (C. 536.4)
"Los medios más efectivos ... ellos son los que unen a sus
miembros más estrechamente con Nuestro Señor Jesucristo, y
están dispuestos a dejarse gobernar enteramente por la mano
divina. Tales son las virtudes sólidas, la caridad, la justa
intención de servir a Dios, la unión con Él en los ejercicios de
piedad, el celo sincero de las almas, sin buscar otro interés que
la mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo". (Const. 51, 419)
«... Los medios naturales, que hacen que la persona sea más útil
para los demás, también contribuirán ... si se adquieren
únicamente para el servicio de Dios y no para confiar en ellos,
sino para que respondan a la gracia divina, según el orden de su
infinita providencia. Ella quiere que los dones naturales que
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nos da como criaturas, y también los dones sobrenaturales de la
gracia, sean guiados a su gloria". (Const. 51, 420)
Ser ardiente, es decir, consumarse siendo luz y calor para los demás, tanto
en la vida cotidiana como a través de las obras apostólicas que Dios la
inspiró, fue la aspiración y el deseo constante de Paula. Pero su propia
experiencia le dijo que esto sólo es posible para aquellos que se dejan invadir
por el santo Amor de Dios.
«... que el amor santo de Dios los investigue y los haga ardientes
antorchas que iluminan y calientan a los que vendrán." (C.
316.4)
Paula transmitió con su vida y sus palabras el celo apostólico que había en
su corazón.
No se contenta con hacer el bien a los demás, sino que, poseída por el amor
de Dios, movida por su gran celo y atraída por el "magis" ignaciano, busca
realizar, en todo momento y siempre, el mayor bien.
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"¡Que mis queridas hermanas sean tan amables con la bondad
de Dios para con ustedes, amándolo mucho!... Buscad también
que sea conocido y amado por vuestro prójimo, en tantos como
sea posible; y cuando no puedas ayudarlo con la acción,
ayúdalo con la oración y con sacrificios generosos que ofrecerás
a Dios para su beneficio". (C. 750.3)
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respeto y la confianza de todos al mismo tiempo". (Mem. pág.
589)
El camino del corazón y del amor es la pedagogía que Paula quiso utilizar
con todas las personas, con un solo propósito: ganar corazones y guiarlos
a Aquel para quien fueron creados.
«... buscarán, según la gracia que Dios les comunique, ganar los
corazones de las niñas y de todas las personas... y dirigirlos
enteramente a aquel para quien fueron creados". (Const. 51,
238)
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II - Itinerario formativo para una forma de actuar según
nuestra espiritualidad
La esperanza nos invita a soñar en gran tamaño, a desear con gran amor
actuar atraídos por lo que es grande, por la medida de Dios.
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Jesús vino a proclamar la BUENA NOTICIA de que es posible transformar
el mundo según el Corazón de Dios. Él mismo es el HOMBRE NUEVO que
vive y proclama los valores del Reino, nos ha dejado el Espíritu como
"Agente del Reino" y confía a la Iglesia la misión de vivir y enseñar que la
meta de toda actividad humana debe ser la construcción de este mundo
nuevo cuya ley es "verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz".
Como Paula estamos llamados a vivir hoy, con Cristo, la pasión por el Reino,
a poner a su servicio todos los dones de nuestra vocación, y así ser profecía
para nuestro mundo sin Esperanza.
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«... el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir
y dar su vida por el rescate de muchos". (Mt 20, 28)
El amor se manifiesta más en los hechos que en las palabras, enseñaba san
Ignacio de Loyola, por lo que colaborar con Dios significa, para nosotros,
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hacer gestos concretos de inclusión para "encarnar" los sueños de
fraternidad y amistad social.
" Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la
dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer
entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He
ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una
hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente.
[…] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude
y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante.
¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo
de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se
construyen juntos»[6]. Soñemos como una única humanidad,
como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta
misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de
su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos
hermanos.". (FT 8)
Quien descubre a Dios como el gran tesoro por el que vale la pena "venderlo
todo", le da el protagonismo de su propia vida; Con un corazón pobre,
agradecido y alegre considera todo lo demás secundario y, en lugar de los
"bienes" en su verdadero valor, los usa con discernimiento y al servicio del
amor.
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De esta libertad interior en continuo movimiento de conversión, de esta
tensión de esperanza, gratuidad, desapego, aceptación de límites, propios y
no relacionados, la alegría de compartir, la entrega generosa al servicio de
los demás, en particular de los pobres, de los pequeños...
Nace la llamada a vivir un estilo de vida sencillo, sobrio y austero, libre "de
la esclavitud de las cosas y necesidades artificiales, a la que arrastra la
sociedad del consumo...". (PdC 22)
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sanar, liberar y animar a madurar en la vida cristiana". (EG
169)
“El mundo existe para todos, porque todos los seres humanos
nacemos en esta tierra con la misma dignidad. Las diferencias
de color, religión, capacidades, lugar de nacimiento, lugar de
residencia y tantas otras no pueden anteponerse o utilizarse para
justificar los privilegios de unos sobre los derechos de todos.
Por consiguiente, como comunidad estamos conminados a
garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga
oportunidades adecuadas a su desarrollo integral.” (FT 118)
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que la parte, y también es más que la mera suma de ellas»". (FT
78)
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"El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que
implica la capacidad de vivir juntos y de estar en comunión. (...)
El amor fraternal sólo puede ser gratuito, nunca se puede pagar
a los demás por lo que han hecho, ni un adelanto por lo que
esperamos que haga. Por lo tanto, es posible amar a los
enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el
viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro
control. Así que podemos hablar de una hermandad universal".
(LS 228)
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"Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; hay una
diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo; hay
diferentes maneras de actuar, pero es el mismo Dios quien
realiza todo en todos. A cada uno se le da la manifestación del
Espíritu, para beneficio común. Al uno se le da, por la acción
del Espíritu, una palabra de sabiduría; a otro, una palabra de
ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu;
a otro, el don de curaciones, en el único Espíritu; a otro, el poder
de hacer milagros; a otro, profecía; a otro, el discernimiento de
los espíritus; a otro, la variedad de idiomas; a otro, finalmente,
la interpretación de idiomas. Todo esto, sin embargo, logra el
único y mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno, como le
plazca". (1 Cor 12.4-11)
"El amor implica entonces algo más que una serie de acciones
benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y
más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello,
más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro
por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo
en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles
la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta
a todos." (FT 94)
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«Santa Paula también os indicó el camino de la misión.
Así es como todos lo sabemos por experiencia, porque todos tuvimos la experiencia de
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