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Introducción

Paula Frassinetti, educadora en su tiempo, es sin duda la


educadora de hoy. Su forma de educar es de tanta vitalidad, que
condensarla en pocos párrafos es difícil, dado el gran legado que nos ha
dejado.

Imbuidos por el deseo de contribuir a una formación integral de


nuestros estudiantes de educación superior universitaria científicamente
fundada y, al mismo tiempo, dotada de una sólida espiritualidad,
proponemos profundizar, con este documento, el legado que Paula
Frassinetti nos ha dejado.

Creemos que, con este aporte, que es más para ser vivido que
pensado, nuestros estudiantes, profesionales presentes y futuros, tienen a
su disposición la posibilidad de aventurarse en el camino de la vida, con
la audacia y tenacidad que hace de cada uno, un auténtico agente de
transformación del mundo donde quiera que estén.

Paula Frassinetti, la Educadora, nos revela, con lo concreto de su


vida y opciones, las intuiciones pedagógicas que han brotado de su ser, y
que constituyen para nosotros hoy una base para fundamentar nuestro
proyecto educativo.

Entre las muchas posibilidades, destacamos el diálogo, el


testimonio, la formación cultural y espiritual, el coraje y la audacia, el
camino del corazón y del amor, la bondad y la firmeza.

En su enorme epistolario podemos ver cómo el diálogo fue el


camino fundamental para la construcción de su proyecto educativo,
donde a menudo recomendaba que hubiera paciencia, prudencia,
equilibrio y que, en una actitud permanente de escucha se resolvieran las
dificultades de la vida cotidiana. Mirando lo concreto de la vida de los
educadores, el diálogo debe traducirse como respeto fundamental por el
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otro y eso es posible gracias a una actitud de escucha atenta y silencio
cuando el momento lo exige.
En cuanto al testimonio, Paula tenía como horizonte a Cristo,
apoyado por la fe, la esperanza, el amor y la acción, y a menudo recurría
al testimonio de los santos que servía de espejo para las acciones de la
vida cotidiana. Desde la visión de la educación dio orientación sobre
cómo tratar a los que están en dificultad, mientras aprovecha sus
habilidades y destrezas para la formación de los más jóvenes.
La formación cultural y espiritual de las hermanas fue una
preocupación constante y hoy se extiende a todos los laicos que
participan con las hermanas en la misión de Jesucristo. Priorizó ejemplos
de actitudes y afirmó: Para asumir una clase, no basta con ser instruido;
es necesario conocer perfectamente los fundamentos de las materias que
se enseñan para explicarlas a los estudiantes con brevedad, claridad y
precisión. Además, cada vez que los decretos oficiales exigían nuevos
diplomas, se preocupaba aún más por la formación, tratando de que todos
se adaptaran a los cambios.
A través de sus cartas, nos revela su pedagogía del aliento, donde
el coraje y la audacia son auténticas exigencias para asumir su misión y
alcanzar sus sueños. En una carta a la Maestra general de Recife, destacó
la pedagogía de lo positivo, subrayando el ánimo, la confianza y la
generosidad: “¡Ánimo, mi querida hermana Virginia: es grande y fuerte,
no quiera albergar en su pecho un corazón pequeño, sino que trate de
dilatarlo tanto como pueda!” (Carta 303,5).
En sus actitudes reveló constante ternura y afecto hacia todos
haciendo todo con amor. Para ella, el amor debe ser el recurso
metodológico de los maestros y así es fácil ver cómo el camino del
corazón y del amor es una intuición que se ha convertido en uno de los
principios de su práctica pedagógica que podemos considerar atemporal.
Pero, incluso si es así, esta intuición debe llevarse a cabo con equilibrio
entre la afectividad y la razón. A través de su propio ejemplo y
recomendaciones, Paula enseñó la importancia de la bondad y la firmeza
para ser utilizadas por todos en diferentes momentos de la toma de
decisiones.

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Con la Iglesia, entendemos por espiritualidad la vida vivida según el
Espíritu:
Espiritualidad que expresa el camino de Paula en la Iglesia, según
el Evangelio y que definimos como:
Una forma de ver, relacionarse y actuar,
el fruto de una OPCIÓN,
que nace y se alimenta continuamente
de una PROFUNDA EXPERIENCIA DE DIOS
EN JESUCRISTO,
personal y comunitario,
que nos identifica y nos unifica en la Iglesia
como la Familia Dorotea,
ser una voz profética en nuestro mundo.

Dicho esto, el capítulo 1 nos muestra cómo la espiritualidad que


Paula nos confió está enraizada en una profunda experiencia de Dios en
Jesucristo, marcada por la disponibilidad a dejarnos formar continuamente
por la acción del Espíritu y por las situaciones concretas de la vida. Dios es,
para Paula, Aquel que cuida de las personas y que tiene todo para su mayor
bien, por lo que es fácil para él buscarlo y encontrarlo tanto en grandes
eventos como en pequeñas cosas. Este camino personal se vive junto con los
demás, siguiendo el sueño de Dios de hacer de la humanidad la gran familia
de todos sus hijos.
De esta profunda experiencia de Dios brota, en Paula Frassinetti,
continuamente, la opción, la elección de un modo adecuado de ver,
relacionarse y actuar. Así, el capítulo 2, Una forma de ver, nos revela cómo
Paula asimila y asume los sentimientos del Señor que se convierten en su
criterio para mirar e interpretar la realidad que vive. Considerar la realidad
como el lugar de la manifestación de la Voluntad de Dios y tomar decisiones
según Su Voluntad era lo que Paula deseaba de manera apasionada y a esta
búsqueda dedicó toda su vida. El instrumento privilegiado que se nos ofrece
para esta búsqueda, que continúa desde la misma mirada, es el

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discernimiento: un medio para buscar, encontrar y realizar el bien revelado
por el Corazón de Dios. El conocimiento íntimo del Señor nos permite crecer
en esa fe y confianza necesarias para mirar y amar la realidad según el modo
de ver de Dios.
El capítulo 3 nos revela cómo la relación íntima y profunda
de Paula con Jesús se refleja y se traduce en cómo se relaciona con todas las
criaturas y con toda la creación. Una forma de relacionarse que permite
mostrar la cualidad del amor que circula entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
El Amor contemplado se convierte en Amor encarnado en las relaciones
cotidianas, porque sólo en el amor dado y recibido está la realización, la
felicidad y la plenitud de la vida humana.
Un amor, que, como nos revela el capítulo 4, se traduce, para
Paula, en lo concreto de la vida cotidiana, en una forma de actuar. De hecho,
la forma de actuar revela las intenciones más profundas y dice mucho más
que las palabras que pronunciamos. Paula nos dice con fuerza que no basta
con hacer el bien, sino que nuestra búsqueda solo encuentra descanso en el
mayor bien posible, participando en la misión de Jesucristo a través de la
educación, un lugar donde se hace visible el Amor paciente con el que fuimos
amados.
Estamos seguros de que vale la pena sumergirse en la espiritualidad
de Paula Frassinetti y dejarnos tocar y transformar para ella. Una
espiritualidad que nutre la vida/misión y asegura y fortalece el c uerpo
comunitario.
Que nos lleve a ser cada vez más mujeres y hombres auténticamente
educadores comprometidos con la realidad de nuestro tiempo y la
transformación de nuestro mundo, convencidos de que «educar bien es
transformar el mundo y conducir a la vida verdadera» (Constituciones 1851,
§207).

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Capítulo 1

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I - Experiencia de Dios en Jesucristo según nuestra
espiritualidad

La primera y fundamental característica de la espiritualidad de nuestra


Fundadora es su actitud ante Dios.

Dios es para Paula, la Divina Providencia que dispone todo para nuestro
mayor bien.

La alusión a la Divina Providencia aparece muchas veces en su rico


Epistolario. No se trata, sin embargo, de una providencia que actúa a
distancia, desde un cielo lejano: la providencia es la experiencia de un Dios
que misteriosamente cuida de los hombres, que no abandona a sus hijos ni
siquiera en los momentos más difíciles y oscuros. También en las noches
más oscuras somos objeto de una providencia que nos sigue paso a paso. La
confianza en la providencia es la experiencia de todo hombre y mujer que
intuye que la vida no es toda maldición, toda fatiga, toda desgracia o toda
dicha, sino que está regida por algo más grande que nosotros, la vida está
sostenida por la certeza del cuidado de Dios cualquier cosa que acontezca y
en cualquier situación que podamos encontrarnos.

La llamada a estar “tranquilas en los brazos de la Divina Providencia”, es


una expresión frecuente en Paula, para quien Dios es también Padre,
Misericordia, “nuestro buen Dios”:

“Dios ve nuestras necesidades y es nuestro Padre y eso basta”.


(C. 324,2)

Paula vive permanentemente y con transparente sencillez, en unión con este


Dios, no sólo en los momentos de oración, sino también en las pequeñas
cosas cotidianas y en los grandes acontecimientos de la Historia confusa y
conturbada del siglo XIX italiano. Es esta actitud de fondo, esta permanente
unión con Dios, la que unifica toda su vida y le abre el horizonte de
comprensión del misterio humano:

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“…anímese, Dios la ayudará, pero esté muy unida a El. Rece mucho. Cuanto
más sobrecargada esté por las ocupaciones, eleve con más frecuencia su
corazón a Dios, de Quien le vendrá toda luz, toda gracia, todo auxilio”. (C.
324,3)

Esta centralidad de Dios en su vida, la manifiesta Paula en su búsqueda


apasionada, con todo su ser, de la Voluntad de Dios.

“única perla que procuramos”, “brújula” que orienta la vida,


“alimento cotidiano”, “nuestro paraíso”,

son expresiones que la caracterizan, que brotan de su ser más profundo,


porque son vividas antes que pronunciadas y que tienen como fin:

“su mayor gloria y provecho del prójimo”, “meta de todas


nuestras obras, palabras y aspiraciones”.

Como es propio de la Espiritualidad Ignaciana, Paula centra su incondicional


amor a Dios en la persona de Jesucristo, “Verbo Eterno” hecho “carne para
enseñarnos el bello secreto del amor”. (C. 272,2)

El amor personal a Jesucristo, vivido en profunda intimidad, es el centro, el


eje y el motor del camino espiritual de Paula y se concretiza en su más fiel
seguimiento.

Jesús es para Paula

Modelo que imitar siempre y lo mejor posible:

“…por el gran deseo que tienen de hacerse semejantes, de algún


modo, a Jesucristo su adorable modelo… a fin de que, con la
ayuda de su gracia, nos esforcemos en imitarlo cuanto nos sea
posible, siguiéndole en todas las cosas, porque El es el verdadero
camino que conduce a los hombres a la vida”. (Cons. 1851,
Sumario 11)

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“Verdadero camino a seguir” y, a la vez, “…nuestro Pedagogo, Maestro
y Guía” (C. 98, 4) que nos orienta y acompaña en este camino.

“No hay circunstancia en nuestra vida en que no veamos a


nuestro buen Jesús ir delante, enseñándonos no sólo el camino
sino también la forma de recorrerlo, sosteniéndonos además en
los pasos más difíciles”. (C. 262, 6)

“Con El recemos, con El trabajemos, comamos, descansemos,


hablemos, pensemos. En fin, hagamos todo en compañía de
Jesús”. (C. 301,5)

El amor personal de Paula a Jesús es vivido en profunda intimidad y sellado


en alianza:

“…mi Jesucristo sabe que conmigo puede estar tranquilo: hace


muchos años que hicimos nuestro pacto y por eso puede hacer de
mí y de las cosas que me pertenecen, lo que quiera, pues siempre
tiene mi aprobación”. (C. 620,4)

Amor que es fuente de profunda alegría:

“Recorran con alegría el camino que lleva a la verdadera y


perfecta santidad”. (C.867,9)

“Diga a todas (…) que les aconsejo que estén siempre alegres”.
(C. 869,15)

Amor que se concretiza en el seguimiento de Jesús en la totalidad de su


Misterio, desde su Encarnación y Nacimiento, que contempla con particular
ternura, pasando por su entrega incondicional de amor al “Corazón
Santísimo de Jesús”, hasta su Cruz Gloriosa, prueba máxima de Amor, a la
que Paula da su adhesión total de corazón.

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“Desearía que el Pesebre y el Monte Calvario fuesen dos
escuelas que Vds. frecuentasen, para aprender las preciadas
lecciones que a todos da el Corazón Santísimo de Jesús”. (C 665,
3)

“En el Corazón dulcísimo de Jesucristo está todo cuanto se puede


necesitar: fortaleza para las débiles; ánimo para las tímidas; luz
y consejo para las titubeantes y miedosas y para todas, humildad,
caridad, paz, alegría y todas las cosas”. (C. 665, 2)

Y así, con El y como El, Paula solo desea realizar, con total amor, la
Voluntad del Padre.

María, íntimamente unida al Misterio de su Hijo, fue para Paula, desde el


primer momento de su existencia y hasta el final de su vida, la presencia
materna que la acompañó siempre

Con frecuencia recomienda esta misma devoción, uniendo a María a los


principales Misterios de la vida de Jesús:

“…les sugiero una verdadera devoción a María Santísima,


nuestra Madre querida. Recurran a ella en todas sus necesidades,
estudien sus virtudes para imitarla y pídanle con gran fervor que
las una a la Cruz de su Jesús…”. (C. 224,5)

“Jesús en su pasión y nuestra querida Madre, María Dolorosa,


estén siempre delante de nuestros ojos, en nuestra mente y en
nuestro corazón”. (C. 93,1)

“Los Corazones Santísimos de Jesús y de María… sean su refugio


en todas las necesidades y la escuela donde aprendan la práctica
de todas las virtudes…”. (C. 764,4)

Siguiendo fielmente a Jesús, Paula vive con intensidad su pertenencia a la


Iglesia, a la que ama profundamente. Esta vivencia la recibió de sus padres
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que la bautizaron el mismo día que nació, y después la fue descubriendo y
profundizando, principalmente, en las habituales conversaciones con sus
hermanos seminaristas; en Quinto, ayudando a su hermano Párroco D. José;
comprometida en la acción pastoral de la Pía Obra…

Y siempre manifestó un profundo “sentido de Iglesia”, que se evidenciaba


en algunas circunstancias:

participando activamente en los acontecimientos eclesiales:

“¿Cómo demostraremos nuestra gratitud y reconocimiento a


Dios, por habernos hecho ver un día tan alegre y bonito, como
fue el de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen
María, nuestra querida Madre?… Si alguna vez he deseado, con
vivísimo deseo, verlas a todas reunidas en Roma, fue ciertamente
ese día”. (C. 102,1)

“Rece y pida que recen mucho por el Sagrado Concilio [Vaticano


I]”. (C. 400, 18)

en tiempos de persecución, atenta a sus problemas y dificultades:

“No nos olvidemos de rezar más de lo acostumbrado, por las


necesidades de la Santa Iglesia ¡que son tan grandes!… y
ofrezcamos con frecuencia al Eterno Padre la Sangre de su Hijo
Unigénito, a fin de obtener la paz para todo el mundo católico”.
(C. 93,4)

en la relación y comunión eclesial con Obispos y sacerdotes:

“Ese Padre es muy bueno, lleno de unción y de celo… Sírvase de


él lo más que pueda, por supuesto con los debidos permisos de
Mons. M., a quien saludará de mi parte y a quien pido le dé
señales de respeto y de confianza, y considere como padre,
consultándole las cosas que pueden suceder…”. (C. 418,2)

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en la estima y veneración por el Papa, Vicario de Cristo:

“Tal vez mañana seamos admitidas a la audiencia del Papa,


momento tan deseado, para poder rendir homenaje a aquel que
hace las veces de Cristo en la tierra”. (C. 57,2)

El Reino es siempre el horizonte de Paula:

“… yo, por la gracia de Dios, no siento otro deseo, sino que las
Hermanas den mucha gloria a Dios… y que sean de mucho
provecho para el prójimo, con sus trabajos, para que Jesús sea
conocido y amado por todos cuantos se les acerquen. (C. 303, 3)

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II - Itinerario formativo para una experiencia de Dios en
Jesucristo

El primer paso para vivir de Dios y transmitirlo a nuestra humanidad, es


aceptarla y amarla tal cual es. Como parte de ella, somos llamados a vivir
nuestra relación con Dios desde la fe, acogida como gracia.

Hemos de reconocer que, junto a lo que podríamos llamar “la enfermedad”


actual de nuestro mundo, existe también la vida; y, sobre todo, hemos de
creer profundamente que es éste y no otro, el mundo en que el Señor está
presente, que ama y que salva.
“Tanto amó Dios al mundo que le dio su propio Hijo Unigénito…
No envió Dios su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que
el mundo sea salvado por El”. (Jn. 3,16-17)
“La parábola del trigo y la cizaña (cf. Mt 13,24-30) grafica un
aspecto importante de la evangelización que consiste en mostrar
cómo el enemigo puede ocupar el espacio del Reino y causar daño
con la cizaña, pero es vencido por la bondad del trigo que se
manifiesta con el tiempo”. (EG 225)
“…convivir… con una sociedad donde, con frecuencia reina una
cultura de muerte, puede convertirse en un reto a ser con más
fuerza testigos, portadores y siervos de la vida”. (C.C. 13)
El Amor de Dios nos precede, vivir en su Amor es gracia que somos
llamados a acoger “con gratitud y humildad”, como don precioso que nos es
dado y que crea un dinamismo de fidelidad. (cfr Cons. 14)
De este modo, “enteramente poseídas por el Amor de Dios” podemos entrar
en ese inmenso Amor con que ama al mundo y aprender “a darlo a conocer
y a amar”.

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“En esto se hizo visible entre nosotros el amor de Dios: en que
envió al mundo a su Hijo único para que nos diera vida. Por esto
existe el amor: no porque amáramos nosotros a Dios, sino porque
él nos amó a nosotros y envió a su Hijo…”. (1Jn 4, 9-10)
“…amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que anima a una respuesta de amor total hacia Dios y hacia los
hermanos”. (Cf Rm 5,5,)
“La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo
de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en
un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue
su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha
hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita
mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede
esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo
cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con
el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos
«discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos
misioneros». Si no nos convencemos, miremos a los primeros
discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada
de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado al
Mesías!» (Jn 1,41). La samaritana, apenas salió de su diálogo
con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos
creyeron en Jesús «por la palabra de la mujer» (Jn
4,39). También san Pablo, a partir de su encuentro con
Jesucristo, «enseguida se puso a predicar que Jesús era el Hijo
de Dios» (Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros?”. (EG 120)
“Educar para nosotras, significa dejarnos poseer por la
pedagogía del Evangelio que lleva al hombre a descubrir que es
amado por Dios, a creer en ese amor y a crecer como persona
hasta la plenitud de la madurez en Cristo”. (Cons. 26)

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Mostrar al mundo este Dios Amor compromete toda nuestra vida en caminos
de Amor y Bondad, de Paz y Justicia, de Belleza y Verdad…
Pero el amor gratuito y generoso, se alimenta en el contacto y familiaridad
con la persona amada:

“Mientras subía a la montaña fue llamando a los que el tenía


pensados y se reunieron con él. Designó a doce para que
estuvieran a su lado y para enviarlos a predicar con poder de
expulsar a los demonios”. (Mc 3, 13-15)

“Acérquense a mí todos los que están rendidos y abrumados, que


yo les daré respiro. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que
soy sencillo y humilde: encontrarán su respiro, pues mi yugo es
soportable y mi carga ligera”. (Mt 11,28-30)

“La [nuestra] estructura interior… exige… una creciente


generosidad que sólo se puede alcanzar en una familiaridad
continua con Dios”. (Cons. 7)
“Hay un modo personal y único en que Dios se dirige a cada uno,
y un don particular que ha sido dado a cada uno para el bien de
todos”. (J. A. Guerrero, S. T. Abril 2003)
Vivir en “familiaridad continua con Dios”, como Paula, significa gratuidad
y fidelidad al encuentro personal y comunitaria con Dios, y al
descubrimiento de la presencia activa de Dios en lo cotidiano.
Significa una profunda y permanente apertura y disponibilidad de corazón.
Significa ponernos “en las manos de Dios” y dejarle hacer de nosotros lo
que Él quiera.
Para no arriesgarnos a buscar y encontrarnos solo a nosotros mismos en
todas las cosas, es necesario entrar en un proceso para salir de nosotros
mismos y ponernos verdaderamente en escucha para “buscar y encontrar a
Dios en todas las cosas”.
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“Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma,
con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en
tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las
atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal;
las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales”. (Dt 6,
4-9)

“En la oración se da aquel diálogo con Cristo que nos hace sus
íntimos: Permaneced en mí y yo en vosotros. (Jn.15,4)…
Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nos abre, a través de
Cristo y en Cristo, a la contemplación del rostro del Padre”.
(N.M.I. 32)
“La palabra de Dios es la primera fuente de toda espiritualidad
cristiana. Ella alimenta una relación personal con el Dios vivo y
con su voluntad salvífica y santificadora”. (V.C. 94)
“La necesidad y la importancia fundamental de la oración nace
de nuestra participación por el Espíritu en el Misterio de
Jesucristo, que vive en íntima comunión con el Padre su infinito
amor a los hombres”. (Cons. 35)
“La asimilación progresiva del espíritu de los Ejercicios de San
Ignacio nos forma en una oración que nos lleva a la unidad de
vida y nos enseña a amar a Dios en todas las cosas y todas las
cosas en Dios. Para ello son imprescindibles tiempos fuertes de
oración personal y comunitaria”. (Cons. 37)
La familiaridad con Dios crea el deseo creciente de conocer su voluntad y
un dinamismo constante para colaborar con ella. “Secundar enteramente la
divina voluntad”, como Paula, en una sociedad en que el individuo se hace
el centro absoluto de todo, es un gran desafío que forma parte del testimonio
de la vida cristiana, hoy.

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“Mi manjar es cumplir la voluntad de quien me envió”. (Jn. 4,34)

“… no se amolden al mundo éste, sino váyanse transformando


con la nueva mentalidad, para ser ustedes capaces de distinguir
lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, conveniente y acabado”.
(Rm 12,2)
Las múltiples y sangrantes heridas de nuestro mundo producen, cada vez
más, la sensación de impotencia, y una gran dificultad para creer que Dios
sigue “presente y activo” en él, amándolo y recreándolo con corazón
compasivo y misericordioso. Por eso, proclamar y encarnar en nuestra vida
las palabras inspiradas de María en su Canto del Magnificat, es otro fuerte
reto de hoy:
“Y cuya misericordia se extiende de generación en
generación…”. (Lc. 1, 50)
“La misericordia renueva y redime, porque es el encuentro de
dos corazones: el de Dios, que sale al encuentro, y el del hombre.
Mientras este se va encendiendo, aquel lo va sanando: el corazón
de piedra es transformado en corazón de carne (cf. Ez 36,26),
capaz de amar a pesar de su pecado. Es aquí donde se descubre
que es realmente una «nueva creatura» (cf. Ga 6,15): soy amado,
luego existo; he sido perdonado, entonces renazco a una vida
nueva; he sido «misericordiado», entonces me convierto en
instrumento de misericordia”. (Misericordia et Misera, 16)
“…en un total abandono al Padre, no tienen otra intención ni otro
deseo que hacer su Voluntad”. (Cons. 6)
Vivir totalmente para hacer la Voluntad del Padre como Jesús y con Jesús,
continúa siendo hoy el eje y el motor que impulsa en el camino espiritual,
sólido y profundo, a quienes viven la experiencia de Dios según Paula.

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Jesús es el camino que conduce al Padre y que llama a un seguimiento que
orienta su existencia y que pide un compromiso total para vivir en intimidad
con El y seguirlo a donde quiera que vaya. (cfr. V.C. 18)
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn. 14, 5)
“Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo
no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de
colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo,
aun en medio de las pruebas. En esta línea, todas las expresiones
de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero
que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. No se trata de
fomentar un relativismo estético, que pueda oscurecer el lazo
inseparable entre verdad, bondad y belleza, sino de recuperar la
estima de la belleza para poder llegar al corazón humano y hacer
resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado. Si, como
dice san Agustín, nosotros no amamos sino lo que es bello, el Hijo
hecho hombre, revelación de la infinita belleza, es sumamente
amable, y nos atrae hacia sí con lazos de amor”. (EG 167)
Seguir a Jesús es fuente de una alegría que se mantiene en los momentos de
dificultad y es expresión de la libertad de los hijos de Dios.

“La Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los


que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son
liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del
aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En
esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para
invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa
alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los
próximos años”. (EG 1)

Entrar profundamente en el Misterio de Cristo es gracia que sólo se puede


recibir con una gran disponibilidad y fidelidad a la acción del Espíritu.

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En efecto, es el Espíritu quien suscita el deseo de entrar en este camino con
la mirada y el corazón apasionados, y es el Espíritu quien alimenta el deseo,
orienta la respuesta y la conduce hasta la madurez de la identificación con
Cristo.
“Y vieron aparecer lenguas como de fuego, que se distribuían
posándose sobre cada uno de ellos. Quedaron todos llenos de
Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas diversas, según el
Espíritu les impulsaba a expresarse”. (Act. 2,3; cfr. todo el
Capitulo)

“Entre ustedes tengan la misma actitud del Mesías Jesús:

El, a pesar de su condición divina, no se aferró" a su categoría


de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición
de esclavo, haciéndose uno de tantos. Así, presentándose como
simple hombre…”. (Fil 2, 5-7)

“… toda forma de vida cristiana, es por su naturaleza dinámica,


y cuantos son llamados por el Espíritu a abrazarla tienen
necesidad de renovarse constantemente en el crecimiento hasta
llegar a la unidad perfecta del cuerpo de Cristo”. (C.C. 20)
“La acción del Espíritu continúa dando sentido a nuestra
vocación en la Iglesia”. (Cons. 2)
La experiencia espiritual es personalizada pero no aislada, pues es en
comunidad donde la Palabra puede ser compartida y confrontada con la vida.
Requiere, por tanto, que cada persona y la comunidad descubran, en la
escuela de la oración y de la vida, el modo propio y único con que Dios le
habla. En ese camino, nacerá y crecerá su relación personal y única con
Cristo, que irá ocupando siempre más el centro de su vida, hasta la intimidad,
conformación y transformación en El.

Es ésta la profunda aspiración del corazón humano, que Paula vivió


apasionadamente.
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“…Quien permanece en mí y yo en él, éste produce fruto copioso,
porque separados de mí nada podéis hacer”. (Jn. 15,5)

“Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos


míos”. (Jn. 8,31)

“Vivir la espiritualidad significa sobre todo partir de la persona


de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, presente en su
Palabra, primera fuente de toda espiritualidad…
La Palabra de Dios es el alimento para la vida, para la oración
y para el camino diario, el principio de unificación de la
comunidad en la unidad de pensamiento, la inspiración para la
constante renovación y para la creatividad apostólica”. (C.C. 24)
“Jesucristo, centro de nuestra vida en comunión, se hace presente
entre nosotros de un modo especial en la Eucaristía…”. (Cons.
34)
“El proceso de nuestra transformación en Cristo unifica toda
nuestra vida…” (Cons. 6)
El camino de intimidad y de identificación con Cristo, siendo un camino de
amor, nos lleva necesariamente a penetrar hasta lo hondo en el
acontecimiento de la Cruz, del Amor Crucificado para enseñarnos a amar,
como El, hasta el fin.
Nos lleva a comprender el camino pascual en su verdadero y profundo
significado y a abrirnos a la gracia de vivirlo con y como Cristo lo vivió.
Nos lleva a contemplar a Cristo Crucificado en el rostro desfigurado de los
“crucificados”, de los excluidos de nuestro mundo y a comprender que estar
a su lado es camino pascual de muerte para dar vida.
“Levantemos la mirada hacia Jesús guía y con-ductor de nuestra
fe; el cual, en vez del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz, sin

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hacer caso de su ignominia y está sentado a la derecha del trono
de Dios”. (Heb. 12,2)
“…si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda él
solo. Mas si muere produce abundante fruto”. (Jn. 12, 24)
“El grito de Jesús en la cruz (…) no traiciona la angustia de un
desesperado; es la oración del Hijo que ofrece su vida al Padre
en el amor, por la salvación de todos”. (N.M.I. 26)
“La búsqueda de la belleza divina mueve [los creyentes] a velar
por la imagen divina deformada en los rostros de tantos
hermanos y hermanas, rostros desfigurados por el hambre,
rostros desilusionados por promesas políticas; rostros
humillados de quien ve despreciada su propia cultura; rostros
aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; rostros
angustiados de menores; rostros de mujeres ofendidas y
humilladas; rostros cansados de emigrantes que no encuentran
digna acogida; rostros de ancianos sin las mínimas condiciones
para una vida digna”. (V.C. 75)
“… nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la
intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida
social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las
instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los
acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién
pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san
Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no
podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e
individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el
mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de
nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde
Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con
todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con
sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y
22
todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y
del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no
puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia».
Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a
preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se
trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo
positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en
ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del
corazón amante de Jesucristo. Al mismo tiempo, une «el propio
compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social las demás
Iglesias y Comunidades eclesiales, tanto en el ámbito de la
reflexión doctrinal como en el ámbito práctico»”. (EG 183)
“La conciencia de la situación de pecado que divide a los
hombres, nos obliga a comprometernos por la justicia en
solidaridad efectiva con la causa de los pobres…”. (Cons. 17)
Dios Trinidad quiso asociar íntimamente a María al Misterio de la Salvación:
Hija predilecta del Padre, Esposa del Espíritu Santo, Madre del Verbo hecho
carne, Madre de la Iglesia…
Y quiso que su maternal guía y protección fuese instrumento privilegiado en
nuestro proceso de identificación con Cristo y en la misión de la Iglesia de
anunciar y construir el Reino.
Comprender profundamente este lugar de María en la economía de la
Salvación, contemplarla con los ojos del corazón, encontrarse diariamente
con ella para confiarle la vida y pedirle consejo, recurrir con filial
confianza a su maternal protección…, no sólo nos ayudará a amar siempre
más a su Hijo, sino también a “darlo a conocer y a amar por muchos
otros”, como lo vivió y enseñó Paula.
“¡Bienaventurada la que ha creído! Se cumplirá lo que se le ha
dicho de parte del Señor”. (Lc. 1,45)

23
“La Madre de Jesús le dijo: no tienen vino… Dijo la Madre de
Jesús a los criados: haced lo que El os diga”. (Jn 2, 3 y 5)
“…la Santísima Virgen… aquella que, después de Cristo, ocupa
en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a
nosotros”. (LG 54)
“Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la
Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer
en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que
la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los
fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse
importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa
a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió
vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar
en nuestra búsqueda de justicia. Es también la que conserva
cuidadosamente «todas las cosas meditándolas en su corazón»
(Lc 2,19). María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios
en los grandes acontecimientos y también en aquellos que
parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en
el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de
todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es
nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para
auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de
justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es
lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le
rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la
Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos
los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo”.
(EG 288)
“María, íntimamente unida a su Hijo en la obra de la Redención,
nos enseña a seguirlo en su total respuesta al Padre y a los

24
hermanos y nos anima a integrar en la vida el misterio del dolor,
con la esperanza firme de la resurrección”. (Cons. 9)

El encuentro personal con Dios en Jesucristo se realiza en la Iglesia y


conduce a ella. De Jesús recibió la misión de estar al servicio de su Proyecto
de Salvación sobre el mundo, de su sueño de hacer de toda la Humanidad
una sola familia, la Familia de los Hijos de Dios.

“¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías, que,


por medio del Mesías, nos ha bendecido desde el cielo con toda
bendición del Espíritu! Porque nos eligió con él antes de crear
el mundo, para que estuviéramos consagrados y sin defecto a sus
ojos por el amor; destinándonos ya entonces a ser adoptados por
hijos suyos por medio de Jesús Mesías -conforme a su querer y a
su designio-, a ser un himno a su gloriosa generosidad. La
derramó sobre nosotros por medio de su Hijo querido, el cual,
con su sangre, nos ha obtenido la liberación, el perdón de los
pecados; muestra de su inagotable generosidad. Y la derrochó
con nosotros -y ¡con cuánta sabiduría e inteligencia!-,
revelándonos su designio secreto, conforme al querer y proyecto
que él tenía para llevar la historia a su plenitud: hacer la unidad
del universo por medio del Mesías, de lo terrestre y de lo celeste.
Por su medio, pues por él Dios hizo de nosotros su heredad (a
esto habíamos sido destinados, conforme al proyecto de aquel que
activa el universo según su plan y su designio), para que los que
ya esperábamos en el Mesías fuéramos un himno a su gloria. Y por
él también, ustedes, después de oír el mensaje de la verdad, la
buena noticia de su salvación, por él, al creer, fueron sellados con
el Espíritu Santo prometido, garantía de nuestra herencia, para
liberación de su patrimonio, para himno a su gloria”. (Ef 1,
3-14)

“El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la


preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de
un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas
25
pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo
marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de
habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de
colaborar para construir nuestra casa común”. (LS 13)

“La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros


que primerean, que se involucran, que acompañan, que
fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este
neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el
Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn
4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin
miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los
cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo
inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado
la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva.
¡Atrevámonos un poco más a primerear!”. (EG) 24

“La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e


instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el
género humano…”. (L.G. 1)

“…nuestra vida en comunión que en la Iglesia y como Iglesia,


quiere ser signo y servicio para la transformación del mundo en
la gran familia de Dios”. (Cons. 4)

“Sentir con la Iglesia es permanente exigencia de universalidad,


prontitud y compromiso en nuestra actitud de servicio al Reino”.
(Cons. 8)

26
Capítulo 2

27
I - Un modo de ver según nuestra espiritualidad

Ver todo como Dios lo ve sólo es posible a quien, como Paula, vive de fe, a
quien proyecta en su mirada la luz que brota de su relación íntima con Dios.
En efecto, Paula vivió apasionadamente en la “fe y fe viva” que aconseja a
sus hijas:
“Dios que la mandó ahí, pensará a su tiempo en todas las
necesidades, por lo tanto “fe y fe viva”. (C. 268,4)
“…esté tranquila por Vd y por nosotras: vivamos de pura fe,
cuanto sea posible”. (C. 532,8)
“…aprenda a vivir de fe y no se deje engañar por el demonio”.
(C. 294,6)
Esta actitud permanente la lleva a reconocer en la vida “los signos” de la
presencia de Dios y a descubrir y asumir en los acontecimientos sus “divinas
disposiciones”. Profundizando siempre más la mirada de Dios, entrando en
su dinamismo, descubre y asume Paula lo que El le “dice” en cada momento.
Es su modo de vivir la fe, es su modo de comprender la vida que nace del
amor y que da la verdadera paz.

“…es necesario inclinar la cabeza ante los adorables designios


de Dios; cuanto dispone es todo para nuestro bien”. (C. 37,2)

“Dios sea bendito también por esto ya que, con toda seguridad,
no ha sucedido casualmente, sino por disposición divina y para
nuestro bien”.
(C. 747,1)

“…puesto que no se mueve una hoja sin que Dios lo quiera,


recibamos todo este contratiempo de sus manos, en perfecta
conformidad con su voluntad y el sacará de esto su gloria”.
(C. 490,5)

28
“…de que gran paz goza el corazón vacío de sí mismo y poseído
solamente por el amor de Dios!”. (C. 316,3)

Porque Paula es un corazón pobre, abierto permanentemente a su Dios, acoge


con plena “adhesión” el don gratuito de la fe. De su “conformidad” con las
“divinas disposiciones” , que son siempre “para nuestro bien”, brota y se
alimenta su total confianza, tranquilidad y abandono “en las manos de
Dios”:

“Demos también nosotras la cosa más querida que tengamos,


esto es, nuestra voluntad, dejándonos de aquí en adelante
manejar por El cómo el barro en manos del alfarero,
persuadidas de que todo lo que Dios haga de nosotras, todo será
para nuestro bien. ¡Qué paz tendríamos si llegásemos a este
completo abandono en Dios!”. (C. 102,5)

“…el Señor quiere que las pobres Doroteas se apoyen


únicamente en El ya que El las… sabe guiar bien… Confiemos
en El, confiemos en El, confiemos en El y nada nos faltará”. (C.
269,3)

De la fe, luz que construye equilibrio, incluso entre “contrarios”, procedía la


armonía de vida que caracterizaba a Paula y que le daba un particular
atractivo.

“… nos hacía esta comparación: la vida es como un hermoso


bordado que se está realizando y del que no vemos más que el
revés; todos los hilos se entremezclan confusamente y no nos
dejan descubrir la belleza del dibujo; pero Dios ve el derecho y
armoniza admirablemente todos los colores, de modo que lo que
a nosotros nos parece muchas veces un desorden, es un trabajo
maravilloso”. (Mem. 480)

Recomendaba mucho la igualdad de ánimo y la serenidad de rostro, que


tanto edificaban en ella, y solía decir:
29
“La cruz la formamos nosotros con nuestra falta de conformidad
con la voluntad de Dios, y lo hacemos así: la voluntad divina es
siempre recta. Cuando nuestra voluntad se conforma con la de
Dios, no hay cruz, porque dos paralelas no forman cruz; pero
cuando la nuestra se atraviesa a la voluntad divina, entonces se
forma en seguida la cruz, y ésta permanece hasta que aceptamos
su voluntad”. (Mem. 480)

Ver a la luz de la Voluntad de Dios, fue criterio fundamental de la vida


de Paula, que le lleva a desearla apasionadamente y a poner a su servicio
los valores de su vocación de mujer y de mujer consagrada.

“…esté tranquila, que no sucederá sino lo que sea de mayor


gloria de Dios. Debemos querer esto con todo el corazón, con
toda el alma y con todas las fuerzas: Voluntad de Dios, tú eres
mi paraíso”.
(C. 573,6)

“Encontraba sus delicias en realizar lo más perfectamente


posible la divina voluntad y solía decir que había dado a Dios
carta blanca”. (Mem. 483)

Desearla y, por eso, buscarla. Paula, sin emplear la palabra, vivió en continuo
discernimiento, usando los medios que le son propios, para descubrir lo que
Dios quería de ella y de su Instituto, en las diversas situaciones, y así poderlo
cumplir.

“Nuestra santificación depende del cumplimiento de la


Santísima Voluntad de Dios, por lo tanto, todo nuestro interés
debe consistir en conocerla”. (C. 234,2)

“Deberíamos desconfiar moderadamente de nosotras mismas,


porque nuestro amor propio es un tanto mentiroso y nos hace
ver lo que muchas veces no existe: nos hace ver blanco lo negro
y negro lo blanco, y a veces nos confunde de tal modo que nos
30
quita la razón. Por tanto, hay que estar atentas a esto y ponerle
solución con el conocimiento de nosotras mismas pidiéndoselo
a Dios con frecuencia…”. (C. 293,5)

“Yo estoy en perfecta indiferencia: únicamente me interesa que


las dos casas funcionen bien”. (C. 510,2)

“… si es voluntad de Dios no lo sé: lo conoceré según vayan


sucediéndose las cosas y por los consejos que tenga”. (C. 9,7)

“Este pensamiento mío, como le dije, lo consulté con Dios;


después con su Eminencia… y con el Padre G. y con el Padre B.
y fue aprobado por todos. Comunique por tanto esto al P. G., a
Don F. y a mi hermano y después escríbame diciendo también
su parecer, sin embargo, sólo después de haber hecho oración”.
(C. 29,2)

“Rece y pida que recen… para que el Señor se digne darnos oído
fino, inteligencia clara y voluntad dócil, para que podamos
secundar enteramente la divina voluntad”. (C. 467,3)

“Encomiendo también este asunto al Corazón Santísimo de


Jesús, para que, si la elección no es según su voluntad, la
impida”. (C. 511,9)

“Yo desearía conocer la voluntad de Dios sobre esa casa


nuestra, para poderla cumplir en seguida”. (C. 633,2)

“Recemos mucho para que el Señor se digne darnos a conocer


su Santísima Voluntad y nos dé los medios y las gracias
necesarias para poder cumplirla”. (C. 266, 11)

Hijas de la Santa Fe, primer nombre del Instituto, expresa con claridad la
fuerza-luz de los orígenes: un Instituto, en la Iglesia, que vive y transmite la
fe, que sirve al crecimiento de la fe, “al modo de ver de Dios”.
31
Y fueron motivos apostólicos los que le llevaron a cambiar el nombre

“Asumido el proyecto de D. Lucas y con el fin de comprometerse


en la Pía Obra, nuestra Madre determinó que se llamarían
Hermanas de Santa Dorotea en lugar de hijas de la Santa Fe y
que se obligarían con voto a promoverla”. (Mem. 28)

32
II - Itinerario formativo para un modo de ver según nuestra
espiritualidad

Los criterios que mueven el mundo en que vivimos entran constantemente en


nuestras vidas como un aire que se respira y del que no siempre nos damos
cuenta, en forma de «desinformación» y superficialidad, de información
manipulada por intereses de mercado y de poder. Un mundo donde el derecho
internacional tiende a desaparecer ante la «ley del más fuerte» y donde los
valores no cuentan.
En este mundo, que manifiesta un «modo de ver» contrario/distante al modo
de ver evangélico, se hace cada vez más urgente vivir y transmitir la
sabiduría que viene de la fe, asimilar los valores y criterios de la vida de
Jesús, «el modo de ver de Dios» que marcó tan profundamente el modo de
ver de Paula.

“El Padre de Nuestro Señor Jesucristo… os otorgue el espíritu


de sabiduría y os revele el pleno conocimiento de él. Además,
que, iluminados los ojos de vuestro corazón, podáis conocer a
qué esperanza os ha llamado…”. (Ef. 1, 17-18)

“…alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los


criterios de juicio, los valores determinantes, los centros de
interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los
modelos de vida de la humanidad…”. (E.N.19)

“Para obrar bien, no basta «juzgar adecuadamente» o saber


con claridad qué se debe hacer, aunque esto sea prioritario.
Muchas veces somos incoherentes con nuestras propias
convicciones, aun cuando sean sólidas. Por más que la
conciencia nos dicte determinado juicio moral, en ocasiones
tienen más poder otras cosas que nos atraen, si no hemos
logrado que el bien captado por la mente se arraigue en nosotros
como profunda inclinación afectiva, como un gusto por el bien
que pese más que otros atractivos, y que nos lleve a
33
percibir que eso que captamos como bueno lo es también «para
nosotros» aquí y ahora. Una formación ética eficaz implica
mostrarle a la persona hasta qué punto le conviene a ella misma
obrar bien. Hoy suele ser ineficaz pedir algo que exige esfuerzo
y renuncias, sin mostrar claramente el bien que se puede
alcanzar con eso. ”. (AL 265)
Vivir y transmitir hoy el «modo de ver de Dios», como Educadores
cristianos, pide una permanente atención del corazón a los signos de la
presencia de Dios y una continua conversión para salir de nuestros
esquemas, de nuestro modo habitual de ser y actuar, y entrar en la
inseguridad de buscar constantemente su Voluntad sin saber a dónde nos
llevará.
Nos pide que entremos en el dinamismo de la mirada de Dios, profundizando
cada vez más, para descubrir lo que nos quiere decir en cada momento y para
asumirlo, colaborando efectivamente con Él a través del ejercicio cotidiano
de la Fe.
Solo un corazón Pobre que vive en total entrega el Amor, tiene condiciones
para abrirse a la Voluntad de Dios en Obediencia fiel, como Cristo obediente
al Padre.

Pero la Voluntad de Dios, objetivo constante en la vida de Paula, como


búsqueda del mayor bien posible aquí y ahora, nos llega envuelta en formas
humanas y por eso se tiene que buscar en discernimiento.
Somos llamados a vivir el discernimiento personal y comunitario como
actitud y práctica habitual para que juntos podamos leer los signos de la
presencia de Dios y descubrir el modo de pensar, de juzgar y de vivir según
los criterios de Dios, vividos y enseñados por Jesucristo en el Evangelio, y
así ir construyendo una conciencia y una voluntad común, capaz de ser
fuerza profética en la sociedad actual. Para eso, “mantenemos vivo el
espíritu para discernir la acción de Dios en la Historia y colaborar con ella
en cada situación concreta”. (Const. 5)

En el discernimiento comunitario, que exige a todos saber leer los signos de


la presencia de Dios, tiene un papel fundamental la autoridad, a quien

34
compete suscitar la participación de todos en la búsqueda común, en orden
a que las decisiones sean tomadas en conformidad con la Voluntad de Dios.

«Cuando veis subir una nube por el poniente decís enseguida:


‘Va caer un aguacero’ y así sucede. Cuando sopla el sur decís:
va a hacer bochorno, y sucede. Hipócritas: sabéis interpretar el
aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar
el tiempo presente? (Mt, 6, 2- 3)

Para leer los tiempos, para leer nuestro tiempo, es necesario observar los
signos, no “en el cielo”, sino en nuestro mundo, en todas las realidades
humanas. Se trata de elevar los ojos y de escrutar una realidad, que es, al
mismo tiempo, cotidiana y nueva, para interpretarla. Para reconocer los
signos de los tiempos es necesario creer y comprender que es el mismo y
único Espíritu de Dios quien actúa en el universo, en la historia y en el
corazón de las personas. Leer los acontecimientos humanos para encontrar
los signos de Dios.

“El tiempo es superior al espacio. Este principio permite


trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados
inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles
y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de
la realidad. Es una invitación a asumir la tensión entre plenitud
y límite, otorgando prioridad al tiempo… Darle prioridad al
espacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto en el
presente, para intentar tomar posesión de todos los espacios de
poder y autoafirmación. Es cristalizar los procesos y pretender
detenerlos. Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar
procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los
espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una
cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno. Se
trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos
en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las
desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes
acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí
convicciones claras y tenacidad”. (EG 223)
35
El discernimiento no es para optar entre el bien y el mal, por eso se hace
difícil. El discernimiento es un dinamismo movido por la ley del Amor que
nos lleva a descubrir, entre dos bienes o situaciones que en sí son buenas,
cual es la mejor, es decir, cual es la que Dios quiere de nosotras en ese
momento. Es el “magis” ignaciano que pide una actitud de “indiferencia”, de
libertad interior, fruto de un trabajo constante y profundo que, liberando
interiormente, capacita para, cuando es necesario, renunciar a proyectos que
pueden ser muy buenos, pero no responder a lo que Dios quiere.

“discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad


de razonar o un sentido común, es también un don, es también
un don que es necesario pedir. Si lo pedimos confiadamente al
Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por
desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen
consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad
espiritual.” (GE 166)

“Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto


particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece
enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las
presenta como si fueran todas válidas y buenas”. (EG 167)

“Somos libres, con la libertad de Jesucristo, pero Él nos llama


a examinar lo que hay dentro de nosotros – deseos, angustias,
temores, búsquedas – y lo que sucede fuera de nosotros – los
«signos de los tiempos» –, para reconocer los caminos de la
libertad plena: «examinadlo todo; quedaos con lo bueno» (1 Ts
5, 21)”.(GE 168)

“El discernimiento no solo es necesario en momentos


extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o
cuando hay que tomar una decisión crucial. Es un instrumento
de lucha para seguir mejor al Señor. Nos hace falta siempre,
para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su
gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para
36
no dejar pasar su invitación a crecer. Muchas veces esto se
juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la
magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano. Se trata
de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello,
pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega
de hoy. (…) Al mismo tiempo, el discernimiento nos lleva a
reconocer los medios concretos que el Señor predispone, en su
misterioso plan de amor para que no nos quedemos solo en las
buenas intenciones”. (GE 169)

Lo que más nos ayuda a crear y a mantener una constante actitud de


discernimiento, es una escucha activa que nos capacita para leer los signos
de la presencia de Dios y lo que Él va queriendo en lo concreto de cada día.

“Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más


que oír. Lo primero en la comunicación con el otro, es la
capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la
cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos
ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos
desinstala de la tranquila condición de espectadores. Solo a
partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden
encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el
deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al
amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha
sembrado en la propia vida”.(EG 171)

“Sin embargo, podría ocurrir que en la misma oración evitemos


dejarnos confrontar por la libertad del Espíritu, que actúa como
quiere. Hay que recordar que el discernimiento orante requiere
partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a
la realidad misma que siempre nos desafía de maneras diversas.
Solo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para
renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente, a sus
costumbres, a sus esquemas. Así está realmente disponible para
acoger una llamada que rompe sus seguridades pero que lo
37
lleva a una vida mejor, porque no basta que todo vaya bien, todo
esté tranquilo. Dios puede estar ofreciendo algo más, y en
nuestra distracción cómoda no lo reconocemos”. (GE 172)

Este modo de ver ofrece a la sociedad un sentido nuevo de autoridad. La


autoridad en nuestro mundo es un poder. Se pone por encima, da órdenes,
domina, usa privilegios... La autoridad en el Evangelio es un servicio.
Servicio de animación y de mediación para que la Comunidad viva en
constante dinamismo de búsqueda y de realización de la Voluntad de Dios,
en función del Reino. Cada uno de nosotros, aunque a diversos niveles, ejerce
una autoridad.

“Se suscitó entre ellos un altercado sobre quien de entre ellos


era considerado como el principal. Jesús les dijo: «Lo reyes de
los pueblos los tiranizan y los que los avasallan se llaman
bienhechores. No será así entre vosotros. Antes bien, el mayor
entre vosotros hágase como el menor y el que preside como el
que sirve”. (Lucas 22,24-26)

La enseñanza a los discípulos sobre el ejercicio de la autoridad, comienza


con una pregunta de Jesús a la que se sigue un comprometido silencio, pero
Jesús no reprende a los discípulos, los mortifica, o condena el deseo y el
esfuerzo por ser grandes, sino que les da una certera orientación
comunicándoles la medida de la verdadera grandeza.
«Si alguien realmente quiere ser el primero debe hacerse el último de todos
y el siervo de todos». Siervo indica una función: es aquel que durante una
refección no come, sino que se pone a disposición de los otros para que ellos
coman. Siervo es quien se pone a disposición de alguien, quien se interesa
vivamente por las necesidades del otro y actúa concretamente en su favor.
Exige una actitud continua, un compromiso permanente y no tanto un
servicio que otro. El único criterio de orientación no puede ser la simpatía o
la preferencia, sino la necesidad de cualquier persona. Para vivir con libertad
el servicio de la autoridad es necesario encontrar un centro en torno al cual

38
unificarse. Las palabras de Jesús sugieren que es la relación con Él, mediante
la escucha de su Palabra la que da unidad y hace bueno el propio servicio.
“La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida,
o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un
momento más de mi existencia. Es algo que yo no puedo
arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión
en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que
reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión
de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.” (EG
273)

Jesús consiguió escuchar la llamada del Padre incluso en medio del ruido
ensordecedor de la violencia y de la injusticia. En esa situación, continuó
revelando el Amor y manifestando misericordia y perdón.
Continuó obedeciendo al Padre en situaciones negativas, injustas,
pecaminosas… que lo condujeron a la muerte. También en las situaciones
difíciles tenemos que seguir buscando el “modo de ver de Dios”, cómo
comunicar su amor y hacer fluir la vida.

“Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida… Nadie


me la quita, sino que yo voluntariamente la entrego”. (Jn. 10,
17-18)

“Así es posible sentirse guiados por el Espíritu Santo y


sostenidos, incluso en medio de grandes dificultades, por su
mano segura”. (V.C. 92)

“La mirada creyente es capaz de reconocer la luz que siempre


derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad, sin olvidar
que «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rm 5,
20). Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede
convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de
la cizaña”. (EG 84)

39
40
Capítulo 3

41
I - Un modo de relacionarse según nuestra espiritualidad

Amar como Jesús amó y nos enseñó a amar, es el valor, el criterio definitivo
que Paula asumió en su vida y que marcó profundamente su modo de
relacionarse con Dios, con las personas, con la creación.

“Un solo corazón y una sola alma en el Corazón dulcísimo de Jesús”

Paula comprendió bien que la fuerza constructora de la comunidad está en


la revelación suprema que Jesucristo nos entregó como testamento en la hora
íntima y densa de la Ultima Cena, la revelación de la Comunión Trinitaria:
“Que sean uno como nosotros somos uno”.
Así lo expresa con convicción en las Constituciones (cfr. Cons. 1851,429):

“El lema, pues, de los miembros del Instituto sean estas


palabras: Cor unum et anima una in Corde Jesu”. (Cons.
1851,429)

“La caridad, la unión fraterna que hace de tantos corazones un


solo corazón, es la virtud que tanto amaba y promovía en sí y en
los otros nuestra Madre Fundadora…”. (Mem. Vasallo, 96)

Su intimidad con Jesús dio a Paula la comprensión profunda del Misterio del
Amor y la gracia de encarnarlo en su vida.
“Haced que, con Vuestra Gracia, yo me haga una perfecta
imagen de Jesús, que me haga toda a todos, para ganarlos a
todos para Jesucristo; que no viva ya para mi misma, sino que
sólo Jesús viva en mi”. (Fórmula de la Profesión Perpetua de la
Madre Fundadora)

Paula, profundamente convencida de que lo que verdaderamente nos debe


mover y guiar en la vida es la caridad, reina, alma y vínculo de todas las
virtudes, no duda en proponerla y recomendarla insistentemente.

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“…[debe] movernos la interna ley de la Caridad y el amor que
el Espíritu Santo suele grabar e imprimir en los corazones”.
(Cons. 1851, Prólogo)

“Recuerden que la caridad es el alma y el vínculo de todas las


otras virtudes, por lo que si ése se rompe, todas las otras
virtudes se debilitan y desaparecen”. (C. 867,11)

De esta “verdadera caridad que Dios quiere de nosotras”, deriva un modo


concreto de relacionarse, que Paula vive, transmite y enseña.

“Era tan acogedora que todas acudían a ella con plena


libertad; y, si en su presencia se tenía algunas veces algún
sentimiento como de temor, desaparecía apenas pronunciaba las
primeras palabras de ánimo”. (Mem. 468)

“… deben estar atentas para adquirir en su mayor perfección la


caridad: caridad en los pensamientos, no sospechando nunca
mal de nadie, compadeciéndose, es más, disculpando los
defectos ajenos; caridad en las palabras, no diciendo jamás
ninguna que pueda ofender, ni aun de lejos, esta bella virtud.
Finalmente, caridad en las obras, ayudándose mutuamente en
las necesidades unas de otras, aun a costa de sacrificios, pero
con buena voluntad, con buena cara y con maneras delicadas,
suaves y amables”. (C. 789,5)

En el modo de relacionarse de Paula destaca la sencillez, que le daba un


particular atractivo y despertaba la confianza, no sólo de las Hermanas, sino
de cuantos la conocían. Sencillez que recomienda con insistencia.

“Amarán y desearán con todo el corazón la hermosa sencillez,


tan grata a Jesucristo, sencillez que rechaza todos los
fingimientos y disimulos, aleja la vana búsqueda del amor
propio, busca siempre con preferencia el camino más directo y

43
común, trata con el prójimo sin pretensiones, sin afectación y
sin artificio…”. (Cons. 1851,119)

Paula vivió en grado eminente la caridad, que tanto deseaba en todas,


porque su corazón, vacío de sí, se dejó poseer “solamente por el amor
de Dios”, para lo cual son necesarias y recomienda, mucha atención,
esfuerzo y generosidad.

“…se persuadirán bien de que Dios es todo, y el resto nada, y


así se elevarán, ayudadas por la divina gracia, sobre la
debilidad de la naturaleza, de la sensibilidad y del amor propio,
atendiendo sólo a la gloria de Dios y a honrar y agradar al
Corazón de Jesús”. (Cons. 1851, 483)

Todos reconocían en Paula su caridad universal, que expresaba a través de


la “bondad y gentileza” con que trataba a todos y que reiteradamente
recomendaba.

“Tenía una cordialidad y liberalidad de alma a toda prueba, así


como un corazón agradecido a quien le prestase algún servicio
a ella o a su Instituto… Era una verdadera madre para todos,
religiosas, alumnas, externos…”. (Mem. 524)

“…deseo que ellas salgan del Orfanato sin ninguna señal de


resentimiento y que traten a todos con bondad y delicadeza,
tanto a los amigos, como a los que no lo son”. (C. 700,5)

“…De manera que quien trate una vez con las Hermanas desee
volver de nuevo”.
(cfr. Cons. 1851,238)

La continua contemplación de Jesús - y de Jesús Crucificado – lleva a Paula


a descubrir, con la intuición y delicadeza de su corazón sensible, que el amor
compasivo es el modo de acoger y de ir al encuentro del otro, en particular
de los que son menos amados, de los más necesitados. Participando de las
44
mismas preferencias de Dios, se entrega con particular dedicación a las niñas
menos atrayentes y que más lo necesitan, a las hermanas enfermas y
extranjeras, a los pobres, a los enemigos…

“Siempre era cariñosa con todas, pero era evidente que sus
predilectas eran las menos dotadas… Yo prefiero a la otra, como
me sucede siempre con las niñas menos agraciadas y esto tanto
porque generalmente son menos queridas como porque en las
mismas me parece ver la pura imagen de Dios, sin marco”.
(Mem. 73)

“Sean muy solícitas en informarse si hay niñas difíciles y


descuidadas en la parroquia, y con éstas, como más necesitadas
de ayuda, procuren esforzarse de manera particular…”. (Cons.
1851,232)

“Recordando el sacrificio que habíamos hecho al abandonar la


patria, hacía todo lo posible para que nos resultase suave,
esmerándose en un trato más afable y cariñoso que nunca. Tenía
con nosotras delicados detalles…”. (Mem. 510)

El corazón de Paula, corazón de mujer, prestaba atención a todas las cosas,


hasta las más pequeñas, viviendo lo cotidiano como lugar privilegiado para
el encuentro con Dios.

“Aprenderán de los mismos sentimientos de Jesucristo cuál es


el valor y la importancia de las pequeñas cosas en el servicio de
Dios…”. (Cons. 1851, 429)

“Lo que les aconsejo de modo particular es que tengan cuidado


con las pequeñas cosas, tanto en evitar defectos, como en la
práctica de las virtudes. Graben bien en la mente y en el corazón
que nunca es pequeño lo que puede desagradar a Dios, y que
nunca es de poca importancia lo que puede darle gusto”. (C.
685,4)
45
El amor de Paula se abre y se extiende a toda la Creación. Su delicadeza
de corazón, su capacidad de ir al encuentro, de encantarse, de contemplar y
admirar… le hacen vibrar con todo lo creado: los canarios que nacen, los
árboles y las calabazas que crecen… todo le interesa.

“Nacieron cinco canarios más. Pobres los dos “pezzatti” ¡qué


familia numerosa! ¡23 hijos!”.
(C. 511,13)

“En mis árboles todavía no puedo apoyar la escalera, pero van


creciendo. Las calabazas se estropearon. Las otras semillas de
flores hicieron más o menos la figura de aquellas que vio
floridas. Las plantas que llevó ahí L. ¿cómo están? ¿Vive el
ficus?”. (C. 516, 25)

“… Paula salió al encuentro de Mariana y, según lo propuesto,


se fueron al monte Moro. Se sentaron sobre la hierba y, ante el
espectáculo impresionante de la Naturaleza, comenzaron sus
santas conversaciones. Lo mismo hicieron el domingo siguiente
y domingos sucesivos”. (Mem. 15)

“… cuando hacía bueno, le gustaba que los recreos fuesen al


aire libre; y la contemplación de la campiña o de un hermoso
cielo estrellado le infundían una paz y una alegría celestial. A
veces cogía una fruta, e invitándonos a hacer lo mismo, decía
con gratitud: miren, Dios desde toda la eternidad, ha pensado
en darnos este refrigerio en este momento”. (Mem. 479)

46
II - Itinerario formativo para un modo de relacionarse según
nuestra espiritualidad

Solo en el amor se encuentra la realización, la felicidad y la plenitud humana.


Por eso, la humanidad que vive hoy una profunda crisis de amor, busca,
incluso inconscientemente, el amor.
“Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo,
creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las
criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser
viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del
universo podemos encontrar un sinnúmero de constantes
relaciones que se entrelazan secretamente. Esto no sólo nos
invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las
criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra
propia realización. Porque la persona humana más crece, más
madura y más se santifica a medida que entra en relación,
cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con
los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia
existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella
desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a
madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota
del misterio de la Trinidad”. (LS 240)

Este dinamismo trinitario es para nosotros una llamada urgente a vivir el don
del amor, con y como lo vivió Jesús.

Es El quien nos enseña que toda la ley y los profetas se encierran en el


mandamiento del amor: “amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo
como a nosotros mismos”.
Es Jesús quien nos revela que el Proyecto del Padre es la comunión de todas
las personas entre sí y con Dios, a imagen de la Trinidad. En efecto, Él quiso
47
salvar y santificar la humanidad, no individualmente, sino haciendo de ella
un pueblo. (cfr. L. G. 9)
La Iglesia, consciente de toda esta realidad, siente hoy con más urgencia la
llamada a ser “casa y escuela de comunión”. (cfr. C.C. 28)
El camino espiritual de seguimiento de Jesús, al estilo de Paula, se expresa
en un modo de relacionarse y de vivir en comunión que asume todos estos
desafíos de hoy y nos interpela fuertemente.
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; que
os améis unos a otros como Yo os he amado. En esto conocerán
que sois discípulos míos en que os amáis unos a otros”. (Jn 13,
34-35)

“[La] salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la


Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse
a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha
elegido convocarlos como pueblo y no como seres
aislados. Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado
ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la
compleja trama de relaciones interpersonales que supone la
vida en una comunidad humana”. (EG 113)
“El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y
comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través
del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se
formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor,
está íntimamente presente en el corazón del universo animando
y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres
Personas como un único principio divino, pero cada una de ellas
realiza esta obra común según su propiedad personal. Por eso,
«cuando contemplamos con admiración el universo en su
grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad». (LS
238)
48
“Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión
trinitaria lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno
una marca propiamente trinitaria”. (LS 239)
La contemplación de la comunión trinitaria despierta en nosotros el deseo
de ser comunidad, pero solo la participación en el misterio de la Eucaristía
nos constituye y nos construye como comunidad.

“Jesucristo, centro de nuestra vida en comunión, se hace


presente entre nosotros de un modo especial en la
Eucaristía…renovación de la Alianza de Dios con los
hombres…”. (Cons. 34)
En la Eucaristía, renovación de la Alianza de Dios con los hombres la
comunidad celebra la fe, fortalece la unión y renueva el compromiso de dar
la vida al servicio del prójimo para transformar el mundo en la grande familia
de Dios. (cfr. Const. 34 y 4)

Con Paula, consideramos esencial vivir profundamente la comunión


expresada en el “lema” del Instituto, encarnándola en nuestras comunidades
educativas.
“No te pido solo por ellos, te pido también por los que van a
creer en mí mediante su mensaje: que sean todos uno como tu
Padre, estás conmigo y yo contigo; que también ellos estén con
nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he
dado ellos la gloria que tú me diste, la de ser uno como nosotros
lo somos, yo unido con ellos y tú conmigo para que queden
realizados en la unidad; así sabrá el mundo que tú me enviaste
y que los has llamado a ellos como a mí”. (Jn 17, 20-23)

Nos parece importante subrayar


“[…] que el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe
entender en el sentido que tiene el verbo «amar» en hebreo: es
«hacer el bien». Como decía san Ignacio de Loyola, «el amor
49
se debe poner más en las obras que en las palabras». (EE 230)
Así puede mostrar toda su fecundidad, y nos permite
experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de
donarse sobreabundantemente, sin medir, sin reclamar pagos,
por el solo gusto de dar y de servir”. (AL 94)

Vivir y construir comunión, es sólo posible a partir de una fuerte vivencia


de la Caridad, del Amor teologal cuya fuente gratuita es Dios mismo. Este
amor se expresa en el modo de relacionarse con Dios, con las personas y con
la creación. La fuerza del amor de Dios puede obrar grandes cosas en el modo
de vivir el amor humano.

Esto comporta tener el corazón libre y en proceso constante de purificación


y discernimiento, para relacionarse con las personas con verdad y libertad,
sin pretender “poseerlas” ni dejarse “poseer” por nadie. Es amar al otro, a
todo otro, siempre, independientemente del sentimiento que provoca en
nosotros.
“Seguid conmigo que yo seguiré con vosotros. Si un sarmiento
no sigue en la vid no puede dar fruto solo; así tampoco vosotros,
si no seguís conmigo. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el
que sigue conmigo y yo con él, es el que da fruto abundante,
porque sin mí no podéis hacer nada ( Jn 15, 4-6 ).

En esto existe el amor. No porque amáramos nosotros a Dios,


sino porque él nos amó (…) Amigos míos, si Dios nos ha amado
tanto, es deber nuestro amarnos unos a otros. A Dios nadie lo
ha visto y si nos amamos unos a otros Dios permanece en
nosotros y su amor llegó a la perfección en nosotros. […]
El que diga yo amo a Dios mientras odia a su hermano, es un
embustero, porque si no ama a su hermano a quien está viendo,
a Dios no puede amarlo. Y este es precisamente el mandamiento
que recibimos de Él: quien ama a Dios ame también a su
hermano” (1Jo 4,10-12.19-21)

50
Es la comunidad, la familia y las relaciones el ámbito más inmediato para
concretizar nuestro amor universal y construir la comunión a que somos
llamados en el modo como Paula la vivió y nos la transmitió.

Para conseguirlo, debemos reconocer y aceptar, con humildad agradecida,


que solo Dios nos hace capaces de amar, de abrirnos con sinceridad a su
amor, a su acción y de comprometernos decididamente en la dinámica de la
relación en el amor, que comienza con la acogida de cada persona.

“Es tiempo favorable para gustar el amor de Dios que sale al


encuentro en nuestra vida, que es fuerza y pasión para ir al
encuentro de los demás, para acercarnos a ellos. Es el tiempo
favorable para aunar lazos de amistad […] amigos, como Paula
lo ha sido con sus compañeras desde el Monte Moro hasta el
final de su vida, amigas capaces de relaciones que ponen en el
centro a la persona con su historia, sus recursos, sus debilidades
y su deseo de Dios, aunque sin expresarlo”. (CG XXI)
“Este es el que os améis unos a otros como yo os he amado. No
hay amor más grande que dar la vida por los amigos. (Jn 15,
12-13)

“El amor de amistad se llama «caridad» cuando se capta y


aprecia el «alto valor» que tiene el otro. La belleza —el «alto
valor» del otro, que no coincide con sus atractivos físicos o
psicológicos— nos permite gustar lo sagrado de su persona, sin
la imperiosa necesidad de poseerlo”. (AL 127)
Aceptar al otro/a como es y fomentar una buena comunicación, es condición
indispensable para construir comunión. La comunicación, esto es, informar,
dialogar, compartir… es lo que influye más en la calidad de nuestras
relaciones fraternas, posibilita buscar juntos la voluntad de Dios y hace
crecer el sentido de pertenencia a una familia que Dios escogió para nosotros.

51
Pero, tratándose de un camino humano, es normal que aparezcan momentos
de tensión o conflicto que es necesario procesar y superar con el diálogo, el
perdón, la reconciliación sincera que lleva a emprender de nuevo la marcha
con la mirada puesta en el horizonte del Reino.
“Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen
adelante como si nada pasara […]. Otros entran de tal manera
en el conflicto que quedan prisioneros […]. Pero hay una
tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto.
Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el
eslabón de un nuevo proceso”. (EG 227)
“De este modo, se hace posible desarrollar una comunión en las
diferencias, que sólo pueden facilitar esas grandes personas que
se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los
demás en su dignidad más profunda. Por eso hace falta postular
un principio que es indispensable para construir la amistad
social: la unidad es superior al conflicto. La solidaridad,
entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así
en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los
conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una
unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por
un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la
resolución en un plano superior que conserva en sí las
virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”. (EG 228)
El amor se hace visible también en el modo de entrar en relación:

“La alegría y la serenidad, la amistad sincera, el olvido propio


y la delicadeza en el trato son expresión de una comunión
fraterna, marcada por la sencillez que caracteriza nuestro
espíritu de familia. A la vez, dan a la comunidad capacidad de
apertura y acogida”. (Cons. 32)

52
“Amar también es volverse amable […]. Quiere indicar que el
amor no obra con rudeza, no actúa de modo descortés, no es
duro en el trato. Sus modos, sus palabras, sus gestos, son
agradables y no ásperos ni rígidos. Detesta hacer sufrir a los
demás. La cortesía «es una escuela de sensibilidad y
desinterés», que exige a la persona «cultivar su mente y sus
sentidos, aprender a sentir, hablar y, en ciertos momentos, a
callar». Ser amable no es un estilo que un cristiano puede elegir
o rechazar. Como parte de las exigencias irrenunciables del
amor, «todo ser humano está obligado a ser afable con los que
lo rodean». (AL 99)
En esta línea, comprendemos más profundamente la actualidad de las
palabras del Apóstol Pablo:

“El amor es paciente, es afable; el amor no tiene envidia no se


jacta ni se engríe no es grosero ni busca lo suyo, no se exaspera
ni lleva cuenta del mal, no simpatiza con la injusticia, simpatiza
con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre,
aguanta siempre.”. (1Cor 13,4-8)

Cuando el amor que nos mueve, descubrimos su rostro sobre todo en los
rostros de aquellos con los que El mismo se ha querido identificar:

“En verdad les digo: Siempre que hagan esto a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi me lo hacen” (Mt 25,40)

En la Cruz, Jesucristo nos reveló que Dios es Amor, que desea amar «hasta
el extremo», y hacerse compañero de todos los seres humanos crucificados,
próximo y presente en todos aquellos cuya dignidad de hijos e hijas no es
reconocida ni respetada.

Este Amor es el origen del amor de Jesucristo, del Corazón Misericordioso


de Dios, de la Compasión que mueve todo su actuar. El corazón de Paula

53
también se involucró en este dinamismo de misericordia y compasión hasta
el punto de hacer suyas las “preferencias de Jesucristo”.

“¿Qué te parece? ¿cuál de esto tres se hizo prójimo del que cayó
en manos de los bandidos? …El que tuvo compasión de él.»
Jesús le dijo: «Pues anda haz tú lo mismo»”. (Lc 10,36-37)

“Jesús, el evangelizador por excelencia y el Evangelio en


persona, se identifica especialmente con los más pequeños
(cf. Mt 25,40). Esto nos recuerda que todos los cristianos
estamos llamados a cuidar a los más frágiles de la tierra”. (EG
209)

El amor no sería completo si no abrazase también la tierra creada por Dios


con todas sus criaturas; todos los seres creados estamos fuertemente ligados
al Padre creador y proveedor universal.

Jesús fue un contemplativo de la naturaleza y con frecuencia la hace objeto


de sus enseñanzas en parábolas: el grano de mostaza, los campos de trigo, el
sembrador, los lirios del campo, las aves del cielo, las raposas…

Amar la Tierra que Dios nos dio, contemplarla admirarla, cuidarla y ser
verdaderos educadores, también en el campo de la ecología, es hoy un gran
desafío, que pide de cada uno un verdadero proceso de conversión.

“Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan


para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En
primer lugar implica gratitud y gratuidad, es decir, un
reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del
Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de
renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los
reconozca […]. También implica la amorosa conciencia de no
estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los
demás seres del universo una preciosa comunión universal.
Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino
54
desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos
ha unido a todos los seres. Además, haciendo crecer las
capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión
ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su
entusiasmo, para resolver los dramas del mundo”. (LS 220)

“[…] ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si


no está en paz consigo mismo. Parte de una adecuada
comprensión de la espiritualidad consiste en ampliar lo que
entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de
guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con
el cuidado de la ecología y con el bien común, porque,
auténticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado
unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad
de la vida. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero
¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de
la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia?
Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que
las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse
ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a
atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un
impacto en el modo como se trata al ambiente. Una ecología
integral implica dedicar algo de tiempo para recuperar la
serena armonía con la creación, para reflexionar acerca de
nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al
Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya
presencia «no debe ser fabricada sino descubierta, develada»”.
(LS 225)

“Jesús nos enseñaba esta actitud cuando nos invitaba a mirar


los lirios del campo y las aves del cielo, o cuando, ante la
presencia de un hombre inquieto, «detuvo en él su mirada, y lo
amó» (Mc 10,21). Él sí que estaba plenamente presente ante
cada ser humano y ante cada criatura…”. (LS 226)

55
56
Capítulo 4

57
I - Una forma de actuar de acuerdo con nuestra espiritualidad

Para Paula, fue evidente desde el principio el propósito del Instituto que Dios
la llamó a fundar y las metas a alcanzar en todo lo que logró. Así lo fue
expresando, con insistencia, a lo largo de su vida y nos legó como una
hermosa herencia:

«... para la mayor gloria de Dios y el bien de los demás, el único


fin de nuestro Santo Instituto y la meta de todas nuestras obras,
palabras y aspiraciones". (C. 89.4)

La mayor gloria de Dios, del Reino y de su Justicia son el horizonte sobre


el que Paula dirige su vida y su Obra; son la aspiración más profunda de su
corazón apasionado, la motivación y el fin de todas sus acciones... y porque
la gloria de Dios es el bien de la persona humana, se entregó totalmente al
"mayor bien de las almas".

«... que se puede reconocer que, en su trabajo, el Instituto sólo


desea la gloria de Dios y el bien de las almas". (Const. 51, 249)

"Busquemos el reino de Dios, su justicia y su mayor gloria, para


que todo lo demás no vale un higo". (C. 473.8)

Así Paula vivió la convicción de que la misión confiada a ella, así como al
Instituto, es totalmente de Dios, y que "sin Él no podemos hacer nada";
por el contrario, con Él podemos hacer todo. Esta convicción de que Dios
es todo la lleva a dar un valor decisivo a la pobreza, que elige como "madre"
y "muro sólido" del Instituto. La certeza de que "la misión es de Dios" va
acompañada de sentimientos de profunda gratitud, de total confianza y de
abandono filial.

"la misión es de Dios; Le incumbe sostenerlo, dilatarlo y hacerlo


para su gloria. Por tanto, valentía, abandono filial en Dios...".
(C. 331.5)

58
"Sin Dios todos somos muy incapacitados para hacer el bien,
pero con Dios podemos hacer todo, todo". (C. 536.4)

"Doy sinceramente gracias a Dios y le pido que continúe


derramando sus copiosas misericordias en esta misión, que,
para su mayor gloria, espero que me conceda". (C. 342.1)

La convicción de que la Misión es de Dios llevó a Paula a desear, con todas


sus fuerzas, ser un instrumento en sus Manos, "reconociendo que sin Él sólo
podemos robarle el honor y la gloria que le corresponden". (Const. 51, 289)

«... Veo en cada uno de vosotros un instrumento que el Dios


misericordioso quiere servirse a sí mismo, para su mayor gloria
y para el bien de los demás". (C. 757.2)

"Anímense unos a otros a convertirse en instrumentos capaces


de realizar grandes cosas para la mayor gloria de Dios". (C.
790.4)

Lo que significó para Paula ser "instrumentos adecuados" en las Manos de


Dios, ella misma nos dice:

"Los medios más efectivos ... ellos son los que unen a sus
miembros más estrechamente con Nuestro Señor Jesucristo, y
están dispuestos a dejarse gobernar enteramente por la mano
divina. Tales son las virtudes sólidas, la caridad, la justa
intención de servir a Dios, la unión con Él en los ejercicios de
piedad, el celo sincero de las almas, sin buscar otro interés que
la mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo". (Const. 51, 419)

«... Los medios naturales, que hacen que la persona sea más útil
para los demás, también contribuirán ... si se adquieren
únicamente para el servicio de Dios y no para confiar en ellos,
sino para que respondan a la gracia divina, según el orden de su
infinita providencia. Ella quiere que los dones naturales que
59
nos da como criaturas, y también los dones sobrenaturales de la
gracia, sean guiados a su gloria". (Const. 51, 420)

Ser ardiente, es decir, consumarse siendo luz y calor para los demás, tanto
en la vida cotidiana como a través de las obras apostólicas que Dios la
inspiró, fue la aspiración y el deseo constante de Paula. Pero su propia
experiencia le dijo que esto sólo es posible para aquellos que se dejan invadir
por el santo Amor de Dios.

«... que el amor santo de Dios los investigue y los haga ardientes
antorchas que iluminan y calientan a los que vendrán." (C.
316.4)

"Que Dios los guarde en su amor santo, y que lo aumente día a


día, de momento en momento, para que puedan encender el
fuego dondequiera que hayan venido. Inflama a todos en amor
santo, inflama a todos los que se acercan a ti." (C. 363.9)

«... para ganar sus corazones. Lo lograrán fácilmente si sus


corazones poseen el amor de Dios, que bien sabrá sugerirles las
iniciativas más delicadas y santas para tratar con el fruto de
aquellas almas que le han costado sangre y vida a Jesucristo".
(Const. 51, 490)

Paula transmitió con su vida y sus palabras el celo apostólico que había en
su corazón.

No se contenta con hacer el bien a los demás, sino que, poseída por el amor
de Dios, movida por su gran celo y atraída por el "magis" ignaciano, busca
realizar, en todo momento y siempre, el mayor bien.

«... siempre tendrán en mente el mayor bien que puede resultar


para la mayor gloria de Dios nuestro Señor...". (Const. 51, 338)

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"¡Que mis queridas hermanas sean tan amables con la bondad
de Dios para con ustedes, amándolo mucho!... Buscad también
que sea conocido y amado por vuestro prójimo, en tantos como
sea posible; y cuando no puedas ayudarlo con la acción,
ayúdalo con la oración y con sacrificios generosos que ofrecerás
a Dios para su beneficio". (C. 750.3)

«... educarán a los jóvenes en el temor de Dios y eso es


suficiente. Lo que importa es que se haga el bien. Además, si el
Señor quiere usarnos, démosle gracias humildemente; Si se
considera mejor usar a los demás, lo bendecimos sin sombra de
envidia". (Mem. pág. 548)

Paula, totalmente abierta a la acción del Espíritu y atenta a la realidad de su


tiempo, de "deplorable descuido" en el campo educativo, en particular de
las mujeres, acoge con entusiasmo la llamada a participar en la misión de
Jesucristo a través de la educación y se entrega a ella con compromiso y
creatividad, según su propio estilo: "a través del camino del corazón y del
amor todo se puede lograr... pero poco a poco". (C. 663, 6)

«... buscará ganarse el respeto y cariño de las chicas. Lo hará


con gran mansedumbre, indulgencia y caridad, animándolas al
bien, reprendiéndoles con bondad, teniendo conversaciones
privadas con ellas, en las que puedes descubrir lo que hay en sus
corazones y ganar su confianza". (Const. 51, 305)

"Tendrás ... con todo el corazón de una madre, y ella buscará


ganarse su confianza con bondad, bondad y justicia". (Const.
51, 273)
"Finalmente, trate de tratar este tema con toda la energía, pero
con extrema prudencia en el camino del afecto". (C. 162.4)

"La gravedad y la firmeza de la mente unieron una simplicidad


de espíritu y una naturalidad en el tratamiento, que merecía el

61
respeto y la confianza de todos al mismo tiempo". (Mem. pág.
589)

El camino del corazón y del amor es la pedagogía que Paula quiso utilizar
con todas las personas, con un solo propósito: ganar corazones y guiarlos
a Aquel para quien fueron creados.

«... buscarán, según la gracia que Dios les comunique, ganar los
corazones de las niñas y de todas las personas... y dirigirlos
enteramente a aquel para quien fueron creados". (Const. 51,
238)

El objetivo final de la acción educativa de Paula no termina en la dimensión


personal, en hacer el mayor bien posible a las personas y cuanto más, mejor.
Su horizonte va más allá, su aspiración más profunda es colaborar con Jesús
para reformar el mundo y llevarlo a la vida verdadera, y preparar el
atolón para este propósito.

"Puedes decir ... que educar bien a los niños es reformar el


mundo y conducirlo a la vida verdadera, como Cristo manifiesta
en su doctrina". (Const. 51, 207).

«Al formar niñas, Pia Obra puede formar la mitad de la


generación que emerge. Si crece bien, y la influencia de la
educación de las madres en sus hijos es tan grande, la otra mitad
de ellas necesariamente debe mejorar". (Const. 51, 207)

«... cuando, después de vuestra educación, volváis a vuestras


familias, seréis para ellas verdaderos ángeles de paz y consuelo;
Y vuestros ejemplos atraerán a otras mujeres jóvenes, como tú,
a amar la virtud y practicarla. Serás así una sétola en medio del
mundo...". (C. 336, 2-3, a los estudiantes de Recife)

62
II - Itinerario formativo para una forma de actuar según
nuestra espiritualidad

Actuar para transformar el mundo era el horizonte de Paula. Su mirada de


fe, sus relaciones moldeadas por la caridad, sus acciones eficaces en la
sociedad están arraigadas en la esperanza y la hacen sembradora de
esperanza. Hoy parece difícil mantener viva la esperanza, mantener los
ojos en alto. En efecto:

La mejor manera de dominar y avanzar sin límites es sembrar


la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aún
disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. (...) Y de este
modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del
más fuerte. (FT 15)

Y es por eso que no podemos actuar como hombres y mujeres de esperanza


de una manera solitaria y aislada:

"Nos necesitamos unos a otros para mantener viva nuestra


esperanza en el mañana. (...) Las generaciones deben darse
esperanza mutuamente. Las personas mayores deben ofrecer
esperanza a los más jóvenes, creyendo en el futuro. Y los jóvenes
deben ofrecerlo a sus mayores, porque representan su futuro.
Me gusta mucho la palabra confiado. Viene del latín, confided,
que significa "creer juntos". (Timothy Radcliffe, Al borde del
misterio, Paulinas, 2016, pp. 15-16)

"La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos


compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo,
reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces de
reconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por
personas comunes que, sin lugar a dudas, escribieron los
acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida ...
comprendieron que nadie se salva solo". (FT 54)
63
La esperanza es capaz de transformar el momento presente, por difícil y
complejo que sea, en la certeza de un futuro posible.

La Última Cena parecía el final, la comida final; en cambio, fue


el comienzo, la primera Eucaristía. Jesús llevó a cabo dos
acciones extraordinarias. En primer lugar, dio a sus discípulos
espacio y tiempo. Él estaba, precisamente, con ellos. En segundo
lugar, se entregó a ellos. Toda esperanza amorosa, todo amor
confiado, necesita estos dos aspectos, el don del espacio y el don
de sí mismo. (...) Jesús expresó su esperanza, permaneciendo
tranquilo entre ellos, compartiendo una comida y sus últimas
palabras, hablándoles. "Ahora" es el único momento que hay.
Ahora es cuando comienza el futuro. Dios nos ama ofreciéndonos
espacio. (...) El otro aspecto de nuestro rico amor a la esperanza
es entonces ofrecernos a los demás (...). Cada Eucaristía nos
recuerda el momento en que parecía que no había más futuro
que la cruz ... y Jesús, por el contrario, hizo ese extraordinario
acto de generosidad y esperanza". (Timothy Radcliffe, Al borde
del misterio, Paulinas, 2016, pp. 18-23)

La esperanza nos invita a soñar en gran tamaño, a desear con gran amor
actuar atraídos por lo que es grande, por la medida de Dios.

"Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está


enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente
de las circunstancias concretas y los condicionamientos
históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración,
de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo
grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas
grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el
amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la
comodidad personal, de las pequeñas seguridades y
compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a
grandes ideales que hacen la vida más bella y digna»". (FT 55)

64
Jesús vino a proclamar la BUENA NOTICIA de que es posible transformar
el mundo según el Corazón de Dios. Él mismo es el HOMBRE NUEVO que
vive y proclama los valores del Reino, nos ha dejado el Espíritu como
"Agente del Reino" y confía a la Iglesia la misión de vivir y enseñar que la
meta de toda actividad humana debe ser la construcción de este mundo
nuevo cuya ley es "verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz".

Como Paula estamos llamados a vivir hoy, con Cristo, la pasión por el Reino,
a poner a su servicio todos los dones de nuestra vocación, y así ser profecía
para nuestro mundo sin Esperanza.

«... Fui yo quien te eligió y te designó para ir y dar fruto, y tu


fruto para permanecer...". (Jn 15,16)

"Se puede decir que el Espíritu Santo es el principal agente de


evangelización... Sólo Él despierta la nueva creación, la nueva
humanidad a la que apuntará la evangelización... A través de él
... el Evangelio penetra en el corazón del mundo, porque es Él
quien discierne los signos de los tiempos, los signos de Dios, que
la evangelización descubre y valora en la historia". (EN 75)

«... la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea,


totalmente dedicada a continuar la misión de Jesucristo en el
mundo". (Const. 1)

"Sentir con la Iglesia es una exigencia permanente de


universalidad, disponibilidad y compromiso en nuestra actitud
de servicio al Reino". (Const. 8)

Vivir y testimoniar el Reino requiere identificarse con los criterios de la


acción de Jesús, contrario a la corriente del mundo que exalta, sobre todo, el
conocimiento, el tener y el poder.
Jesús realiza su misión como un servicio, cuya eficacia viene del Padre y
pasa por el misterio pascual.

65
«... el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir
y dar su vida por el rescate de muchos". (Mt 20, 28)

"No puedo hacer nada por mí mismo... porque no busco mi


voluntad, sino la voluntad del que me envió". (Jn 5,30)

"Jesús revela gradualmente las características y exigencias del


Reino a través de sus palabras, sus obras y su persona.
... Trabajar por el Reino significa reconocer y favorecer el
dinamismo divino que está presente en la historia humana y la
transforma". (R.M. 14)

Estamos llamados a colaborar en la misión de Jesucristo, en la construcción


de su Reino, reconociendo ante todo que Dios reina discretamente en el
tiempo y en la historia.

"La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4: 43); se trata de


amar a Dios, que está en el mundo. En la medida en que logre
estar entre nosotros, la vida social será un espacio de
fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Por lo
tanto, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a
tener consecuencias sociales. (...) Sabemos que "la
evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la
pregunta recíproca que el Evangelio y la vida concreta, personal
y social de los hombres se hacen constantemente". (...) Su
mandato de caridad alcanza todas las dimensiones de la
existencia, a todos los pueblos, a todos los ambientes de
convivencia y a todos los pueblos. Nada del humano puede
parecerle extraño". La verdadera esperanza cristiana, que
busca el Reino escatológico, genera siempre historia". (EG 180-
181)

El amor se manifiesta más en los hechos que en las palabras, enseñaba san
Ignacio de Loyola, por lo que colaborar con Dios significa, para nosotros,

66
hacer gestos concretos de inclusión para "encarnar" los sueños de
fraternidad y amistad social.

" Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la


reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de
eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con
un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se
quede en las palabras". (FT 6)

" Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la
dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer
entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He
ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una
hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente.
[…] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude
y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante.
¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo
de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se
construyen juntos»[6]. Soñemos como una única humanidad,
como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta
misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de
su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos
hermanos.". (FT 8)

Seguir a Jesucristo en su modo de actuar requiere vivir y manifestar al


mundo que Dios es la única riqueza del hombre, su verdadera seguridad y la
auténtica fuente de esperanza.

Quien descubre a Dios como el gran tesoro por el que vale la pena "venderlo
todo", le da el protagonismo de su propia vida; Con un corazón pobre,
agradecido y alegre considera todo lo demás secundario y, en lugar de los
"bienes" en su verdadero valor, los usa con discernimiento y al servicio del
amor.

67
De esta libertad interior en continuo movimiento de conversión, de esta
tensión de esperanza, gratuidad, desapego, aceptación de límites, propios y
no relacionados, la alegría de compartir, la entrega generosa al servicio de
los demás, en particular de los pobres, de los pequeños...

Nace la llamada a vivir un estilo de vida sencillo, sobrio y austero, libre "de
la esclavitud de las cosas y necesidades artificiales, a la que arrastra la
sociedad del consumo...". (PdC 22)

El compromiso en la defensa de la justicia nace también para superar las


grandes y crecientes desigualdades que existen y construir un mundo justo,
donde los "bienes" estén al servicio del crecimiento de la Persona y de la
Comunidad, testimoniando, al mismo tiempo, el "todavía no", la serena y
feliz certeza de que sólo Dios es plenitud para el ser humano.

"Habiendo convocado a los doce, ... los envió a proclamar el


Reino de Dios y a sanar a los enfermos, y les dijo: "No toméis
nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni
tener dos túnicas"...". (Lc 9, 1-3)

"La espiritualidad cristiana propone una forma alternativa de


entender la calidad de vida, fomentando un estilo de vida
profético y contemplativo, capaz de generar una alegría
profunda sin obsesionarse con el consumo. Es importante
adoptar una enseñanza antigua, presente en diferentes
tradiciones religiosas y también en la Biblia. Es la convicción de
que "cuanto menos, más". De hecho, la acumulación constante
de posibilidades de consumo distrae el corazón y te impide dar
el debido aprecio a cada cosa y cada momento. (...) La
espiritualidad cristiana propone un crecimiento en la sobriedad
y una capacidad de alegrarse con poco. Es un retorno a la
simplicidad que nos permite dejar de saborear las pequeñas
cosas, agradecer por las posibilidades que ofrece la vida sin
aferrarnos a lo que tenemos o llorar por lo que no poseemos".
(LS 222)
68
El estilo del discípulo del Señor Jesús se caracteriza por una sobriedad
liberadora.

"La sobriedad, vivida libre y conscientemente, es liberadora. No


es menos vida, ni vida de baja intensidad; Es todo lo contrario.
(...) Es posible necesitar poco y vivir mucho, especialmente
cuando uno es capaz de dar cabida a otros placeres,
encontrando satisfacción en los encuentros fraternos, en el
servicio, en el fruto de los propios carismas, en la música y el
arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad
requiere saber limitar algunas necesidades que nos adormecen,
permaneciendo así disponibles para las múltiples posibilidades
que ofrece la vida". (LS 223)

"Seguir a Cristo pobre requiere una pobreza radical de corazón


que nos abra a Dios y a los demás y nos haga capaces de ser
evangelizados permanentemente, especialmente por los más
pobres". (Constitución 16)

"La conciencia de la situación de pecado que divide a los


hombres nos obliga a hacer justicia en solidaridad efectiva con
la causa de los pobres...". (Constitución 17)

Paula, atenta a la voz de Dios y a las urgencias de su tiempo, acogió con


entusiasmo el llamado a participar en la construcción del Reino con
Jesucristo a través de la Misión Educativa.

La educación sigue siendo una urgencia y un gran potencial para la


evangelización porque, hoy más que nunca, es urgente ayudar a la persona
a descubrir que es amada por Dios y a creer en ese amor, para que pueda
crecer hasta la plenitud de la madurez en Cristo (cf. Const. 26) y contribuir
a la transformación del mundo.

"Evangelizar a través de la educación" (Const. 26) es una Misión que los


amplios y profundos cambios de la sociedad hacen cada vez más urgentes y
69
que no se reduce a acciones y tiempos concretos, a obras visibles y
reconocidas que, debidamente actualizadas, siguen siendo áreas y canales de
educación.
Es sobre todo con la vida y la vida donde se educa a evangelizar: relación
con Dios, contactos humanos, relaciones fraternas, uso de las cosas,
actividad apostólica... En la vida cotidiana de toda persona educadora, a
través del "camino del corazón y del amor", todo debe llevar al otro a hacer
la experiencia de ser amado (cf. Const. 51, 596).

"Tanto los amamos y queremos que no sólo les habríamos


anunciado la buena noticia de Dios, sino que, de haber sido
necesario, hasta habríamos dado nuestra vida por ustedes.".
(1 Ts 2.8 e ss)

"El misionero es el hombre de la caridad: para poder anunciar


a cada hermano que es amado por Dios y a quien puede amar a
sí mismo, debe dar testimonio de caridad a todos, dando su vida
por los demás". (R.M. 89)

"Por nuestra vocación en la Iglesia somos enviadas a


evangelizar a través de la educación, con preferencia por los
jóvenes y los más pobres.
Educar para nosotras significa dejarse poseer por la pedagogía
del Evangelio que lleva al hombre a descubrir que es amado por
Dios, a creer en ese amor y a crecer como persona hasta la
plenitud de la madurez en Cristo". (Const. 26)

"En una civilización paradójicamente herida por el anonimato


y, al mismo tiempo, obsesionada con los detalles de la vida de
los demás, descaradamente harta de la curiosidad morbosa, la
Iglesia necesita una mirada comprensiva para contemplar,
moverse y detenerse ante la otra, tantas veces como sea
necesario. (...) Debemos dar paso al sano ritmo de la cercanía,
con una mirada respetuosa y compasiva, pero al mismo tiempo

70
sanar, liberar y animar a madurar en la vida cristiana". (EG
169)

Pablo VI exhorta a todos los verdaderos evangelizadores a ser dignos de esta


vocación y a no descuidar las condiciones que la harán no sólo posible, sino
también activa y fecunda (cf. EN 74). La parte principal de estas condiciones
debe llevarse a cabo bajo la acción del Espíritu, como es evidente en el envío
de los discípulos por parte de Jesús. Sólo si se vive bajo la acción del
Espíritu, nuestra Misión Educativa ayudará a crecer en humanidad (cf. PdC
39) con el Reino como objetivo de todas las acciones.

Nuestra Misión tiene un carácter de universalidad que nos lleva a realizarla


en diversas partes del mundo, en particular donde las emergencias son
mayores, lo que nos da la posibilidad de entrar en comunión con diferentes
formas de cultura. Esto requiere tener un corazón abierto y universal;
misericordioso y con atención prioritaria para los excluidos de hoy; humilde
y capaz de escuchar, pero al mismo tiempo creativa para inculturar el
Evangelio con la "fantasía de la caridad" (P.C. 36).

"Y los buenos me preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con


hambre y te dimos de comer? ¿Cuándo tuviste sed y te dimos de
beber? ¿Alguna vez tuviste que salir de tu país y te recibimos en
nuestra casa, o te vimos sin ropa y te dimos qué ponerte? No
recordamos que hayas estado enfermo, o en la cárcel, y que te
hayamos visitado.” Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron
para ayudar a una de las personas menos importantes de este
mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo
hubieran hecho para mí.”
". (Mt 25.37-40)

"En un momento en que se invoca una nueva fantasía de


caridad... [no se puede] dejar de sentir la urgencia de continuar,
con la creatividad del Espíritu, sorprendiendo al mundo con
nuevas formas de amor evangélico eficaces para las necesidades
de nuestro tiempo". (PdC 36)
71
La creatividad del Espíritu nos atrae a un horizonte común, aunque podamos
alcanzarlo con diversas modalidades: crear las condiciones para el desarrollo
integral de cada ser humano.

“El mundo existe para todos, porque todos los seres humanos
nacemos en esta tierra con la misma dignidad. Las diferencias
de color, religión, capacidades, lugar de nacimiento, lugar de
residencia y tantas otras no pueden anteponerse o utilizarse para
justificar los privilegios de unos sobre los derechos de todos.
Por consiguiente, como comunidad estamos conminados a
garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga
oportunidades adecuadas a su desarrollo integral.” (FT 118)

"Hoy, creyentes y no creyentes están de acuerdo en que la tierra


es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deberían
beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en una
cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo
para todos". (LS 93)

"Así comenzó la cultura de lo "desechable", que de hecho viene


a ser promovida. Ya no es simplemente el fenómeno de la
explotación y la opresión, sino una nueva realidad: con la
exclusión, se duele, en la raíz misma, pertenecer a la sociedad
donde uno vive, porque los que viven en los barrios marginales,
en la periferia o sin poder ya no están en ella, sino fuera. Los
excluidos no son 'explotados', sino residuos, 'sobras'". (EG 53)

Uno de los activos que poseemos y que necesitamos aprender a gestionar y


compartir mejor es el tiempo que se nos ofrece como regalo.

"Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino,


que había sido asaltado. Pasaron varios a su lado pero huyeron,
no se detuvieron. (…) Uno se detuvo, le regaló cercanía, lo curó
con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y se
ocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso
72
retaceamos tanto: le dio su tiempo. Seguramente él tenía sus
planes para aprovechar aquel día según sus necesidades,
compromisos o deseos. Pero fue capaz de dejar todo a un lado
ante el herido, y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle
su tiempo.". (FT 63)

El tiempo dado también se convierte en un espacio de sanación y acogida


para promover la cultura del encuentro.

"Nos hace falta reconocer la tentación que nos circunda de


desentendernos de los demás; especialmente de los más débiles.
Digámoslo, hemos crecido en muchos aspectos, aunque somos
analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles
y débiles de nuestras sociedades desarrolladas. Nos
acostumbramos a mirar para el costado, a pasar de lado, a
ignorar las situaciones hasta que estas nos golpean
directamente.". (FT 64)

"hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo


nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto,
tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha
convertido en deseo y en estilo de vida." (FT 216)

"En nuestra acción educativa, también nosotros buscamos, en


fidelidad a las orientaciones de la Iglesia, promover la justicia
y la fraternidad universal". (Const. 27)

La promoción y la construcción de una fraternidad universal y una amistad


social pasan también por nuestro modo de actuar juntos.

"El samaritano buscó a un hospedero que pudiera cuidar de


aquel hombre, como nosotros estamos invitados a convocar y
encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que la suma
de pequeñas individualidades; recordemos que «el todo es más

73
que la parte, y también es más que la mera suma de ellas»". (FT
78)

"Este enfoque, en definitiva, reclama la aceptación gozosa de


que ningún pueblo, cultura o persona puede obtener todo de sí.
Los otros son constitutivamente necesarios para la construcción
de una vida plena. La conciencia del límite o de la parcialidad,
lejos de ser una amenaza, se vuelve la clave desde la que soñar
y elaborar un proyecto común". (FT 150)

Desde la observación de un desastre ecológico que lo hace inhóspito y


enemigo del hombre vastas áreas del planeta, llega un llamado urgente a
nuestra Misión Educativa: poner nuestra intuición y creatividad al servicio
de la educación en el campo de la ecología.

«... tanto el mundo, la vida, la muerte, el presente y el futuro,


todo es tuyo, pero tú eres de Cristo y Cristo es de Dios". (1
Corintios 3,22-23)

"Deseo proponer a los cristianos algunas líneas de


espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de
nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos enseña tiene
consecuencias en nuestro modo de pensar, sentir y vivir. No se
trata tanto de proponer ideas, sino de hablar de las motivaciones
que se derivan de la espiritualidad para alimentar la pasión por
el cuidado del mundo". (LS 216)

"Por lo tanto, carecen de una conversión ecológica, que implica


dejar que todas las consecuencias del encuentro con Jesús
afloren en sus relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la
vocación de guardianes de la obra de Dios no es algo opcional
o secundario de la experiencia cristiana". (LS 217)

El cuidado de la Creación revela la calidad de nuestro estilo de vida.

74
"El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que
implica la capacidad de vivir juntos y de estar en comunión. (...)
El amor fraternal sólo puede ser gratuito, nunca se puede pagar
a los demás por lo que han hecho, ni un adelanto por lo que
esperamos que haga. Por lo tanto, es posible amar a los
enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el
viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro
control. Así que podemos hablar de una hermandad universal".
(LS 228)

"Una ecología integral también está hecha de simples gestos


cotidianos, mediante los cuales rompemos la lógica de la
violencia, la explotación, el egoísmo". (LS 230)

«... imitamos la actitud de Jesucristo hacia los bienes de la


creación. Porque los valoramos, queremos hacer verdadera la
fraternidad universal compartiendo cuánto somos y tenemos;
Porque no los absolutizamos, queremos usarlos con un corazón
libre, en el despojo y la austeridad". (Constitución 15)

Comprometerse en la construcción de un mundo de comunión en el "modo


de actuar", implica hoy necesariamente una colaboración activa con los
demás, personas y cuerpos, que ponen sus ideales, sus proyectos y sus
fuerzas al servicio de la causa común del Reino. Esto no es sólo por razones
de eficacia, sino sobre todo porque "la fuerza de la evangelización está
ciertamente vinculada al testimonio de unidad dado por la Iglesia". (EN 77)

Y Paula, con su decisión de construir la unidad apostólica con los demás,


asumiendo la Pía Obra de Santa Dorotea, preparó a su Congregación para
llevar a cabo la misión educativa encargada por el Espíritu, en colaboración
con otras vocaciones, animada únicamente por el espíritu profundo de
"buscar siempre y en todos la mayor gloria de Dios el mayor servicio a los
hombres". (Const. 1)

75
"Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; hay una
diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo; hay
diferentes maneras de actuar, pero es el mismo Dios quien
realiza todo en todos. A cada uno se le da la manifestación del
Espíritu, para beneficio común. Al uno se le da, por la acción
del Espíritu, una palabra de sabiduría; a otro, una palabra de
ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu;
a otro, el don de curaciones, en el único Espíritu; a otro, el poder
de hacer milagros; a otro, profecía; a otro, el discernimiento de
los espíritus; a otro, la variedad de idiomas; a otro, finalmente,
la interpretación de idiomas. Todo esto, sin embargo, logra el
único y mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno, como le
plazca". (1 Cor 12.4-11)

"En particular, la comunión de acción entre los diversos


carismas no dejará de garantizar, además del enriquecimiento
mutuo, una eficacia más incisiva en la misión". (V.C. 74)

"El amor implica entonces algo más que una serie de acciones
benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y
más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello,
más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro
por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo
en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles
la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta
a todos." (FT 94)

76
«Santa Paula también os indicó el camino de la misión.

Recibió el carisma de "evangelizar educando y educar evangelizando".

Esta es la misión que Dios te ha confiado

Y esa se ha convertido en tu misión. Y en la medida en que seáis fieles a esta

misión, seréis una presencia generadora en la Iglesia.

Así es como todos lo sabemos por experiencia, porque todos tuvimos la experiencia de

ser educados, en la familia, en la escuela, en la parroquia...»

Encuentro del Papa Francisco con las Hermanas Capitulares el


18 de marzo de 2022

77

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