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Crecer en la Virtud
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Ibid, nº 43
Él ponemos por Testigo de nuestros juicios; a Él daremos cuenta de nuestras
infidelidades.
Desde la más tierna educación debemos revalorizar el valor de la palabra
empeñada, para que cuando exista la necesidad de expresar un juramento,
no lo hagamos con liviandad, sino con la firme convicción de hacerlo en
nombre de Dios, cuyo ejemplo hemos de imitar, Él nunca defrauda a quienes
en Él confían.
Debemos implorar los Dones del Espíritu, para, enamorados de Cristo, ser
sus testigos en todo tiempo y en todo lugar; con el desafío de vivir creciendo
en Caridad, con aquellos más cercanos a nosotros, en primer lugar, nuestra
familia, y haciendo luego realidad un compromiso con la comunidad, en la
cual estamos llamados a vivir el compromiso bautismal.
La Mujer Educadora
"La " mujer ", como madre y como primera educadora del hombre
(la educación es la dimensión espiritual del ser padres), tiene una
precedencia específica sobre el hombre. Si su maternidad,
considerada ante todo en sentido biofísico, depende del hombre,
ella imprime un " signo " esencial sobre todo el proceso del hacer
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S.S. Juan Pablo II, "Mulieris Dignitatem", 1988, nº 18
crecer como personas los nuevos hijos e hijas de la estirpe
humana."5
El acto de ser o esse es siempre recibido (es puro don); en cuanto tal
es efecto propiamente hablando pues pide una causa del acto mismo de ser.
Y nadie puede existir antes de haber existido; de donde se sigue que la
contingencia de todo ente exige la existencia de la Causa que le confiere el
ser tal.
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Ibid., nº 19
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S.S. Juan Pablo II, Laborem Exercens, 1981, nº 19
Se puede ser efectivamente ateo en el orden práctico (negando a Dios en el
plano moral y hasta psicológico), pero no en el orden metafísico.
En consecuencia el hombre, no solamente es persona autoconsciente, sino
constitutivamente apertura al tú, y simultáneamente apertura a Dios.
Este proceso, como toda actividad se orienta hacia un Fin. Y el fin no es otro
que el hombre mismo, pero no sólo en cuanto a lo que él ya es, sino en
orden a su mayor perfección posible.
Por ello toda la escuela deberá procurar una adecuada educación en la Fe,
es más ello debe constituir el corazón de todo programa de formación,
María y la Educación
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S.S. Juan Pablo II, Catechesi Tradendae, 1979, nº 69
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Ibid., nº 40
La Virgen María, Madre de Cristo, así como su casto esposo San José, nos
muestran el camino en la docilidad a la Voluntad de Dios y a la acción del
Espíritu, educador por antonomasia
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Ibid, nº 82
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S.S. Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 1987, nº 44
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz y sígame" (Lc 9,23)
Jesús no pide renunciar a vivir; lo que pide es acoger una novedad y una
plenitud de vida que sólo Él puede dar.
El hombre tiene enraizada en lo más profundo de su corazón la tendencia
a 'pensar en sí mismo', a ponerse a sí mismo en el centro de los intereses y a
considerarse la medida de todo.
Quien sigue a Cristo rechaza este repliegue sobre sí mismo y no valora las
cosas según su interés personal. Considera la vida vivida como un don, como
algo gratuito, no como una conquista o una posesión: en efecto la vida verdadera
se manifiesta en el don de sí, fruto de la gracia de Cristo: una existencia libre, en
comunión con Dios y con los hermanos.
Este no es el camino que lleva a la vida, sino el sendero que desemboca en la muerte