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MI PRIMER HOMBRE

Esto sucedió hace muchos años, recién había


cumplido 18, me gustaban las chicas pero era muy
tímido y me costaba mucho acercarme a ellas, por
la imposibilidad de tener relaciones hetero, empecé
a masturbarme imaginando que tocaba una mujer,
me acariciaba la cola y jugaba con mis pezones
pensando que se lo hacía a una chica pero a mi
mismo, la cola que acariciaba era la mía, hasta que
comencé a jugar metiendo mis dedos en el ano, y
esto me daba placer, aunque lo hacía simulando
que alguien me obligaba, era mi manera de limpiar
la culpa que me producía sentir que me
comportaba como una hembra, eso me
atormentaba y cada vez que tenía un orgasmo de
esa forma, mi angustia era terrible.

Una noche luego de salir con un grupo de chicos y


chicas del club al que iba, tratando de tener lo que
yo pensaba, tenía que ser una vida normal, se me
hizo algo tarde y llegué a tomar el último micro de
la noche que iba para mi casa.

Cuando logre tomarlo era ya más de la una de la


madrugada (1 a.m.) a medida que iba llegando al
final del recorrido, que era donde yo bajaba, iba
quedando menos gente, llegó un momento en que
quedó solo un hombre y yo.

Al quedar solos este hombre empezó a mirarme


insistente, se notaba que estaba buscando
conocerme o levantarme como se dice
comúnmente, me miraba y me hacía gestos
inequívocos de cuales eran sus intenciones.

Empecé a ponerme nervioso, porque si bien hacía


rato que rondaba en mi cabeza, la idea de tener
sexo con un hombre, no estaba seguro ni decidido
a hacerlo, me daba miedo, sentía que no estaba
bien.

Cuando el hombre me miraba, trate de mantener la


vista en él como para que note que me interesaba,
pero no quería ser demasiado evidente, no quería
que el chófer se diera cuenta, estaba aterrorizado
pero igual pensé que podía ser la oportunidad que
estaba esperando, en algún lugar pensé que si lo
dejaba pasar, jamás iba a poder concretar mi
fantasía de estar con un hombre.

Era un tipo de apariencia agradable, después supe


que tenía 39 años, o sea que doblaba mi edad y
además tenía casi la de mi padre, cosa que me
asustaba más. Tenía labios gruesos, y un poco de
cara de morboso, bueno, yo lo veía así, estaba
tratando de convencerme de que no debía entablar
una charla con él, en realidad sentía una lucha
entre mi deseo y mi temor.

En un momento me guiñó un ojo e hizo un


movimiento con la cabeza indicándome que vamos,
y de pronto se levantó de su asiento y se dirigió a
la puerta trasera del micro, al hacerlo se acercó
casi a mi lado y en voz baja me dijo "DALE BAJÁ"
en ese instante, no pude razonar y tuve el impulso
de obedecer su pedido, y sin pensarlo más, me
baje con él, aunque faltaban unas cuadras para
llegar a mi destino, creo que pensé, es ahora o
nunca, unos segundos después estaba en la calle
con él.

Me baje temblando, me saludó, me preguntó mi


nombre y dando todo por sobreentendido me
propuso que lo acompañe hasta la casa que
quedaba a unos 400 metros de allí, acepte y en el
camino yo iba petrificado, y casi mudo, la calle era
muy oscura y por la hora, no había nadie más que
nosotros dos andando por ahí.

En el camino me tomó de una mano como si


fuéramos una pareja, anduvimos unos metros así
pero apareció un auto de pronto y lo solté por
vergüenza.

Llegamos a su casa y me dijo si quería pasar un


rato, le pregunté tímidamente si no había nadie y
me contestó que vivía con su madre, pero
podíamos quedarnos en el pasillo de entrada y
jugar un poco, ¿no puede venir nadie? pregunté y
me respondió que a esa hora no entraba ni salia
nadie, era una casa antigua, el pasillo conducía a
la entrada de tres apartamentos, y los vecinos y su
madre a esa hora dormían.

Pasamos, hizo que nos paremos a un par de


metros de la entrada, el lugar estaba bastante
oscuro, solo entraba un poco de luz de la calle por
un vidrio opaco que tenía la puerta, si pasaba
alguien por la calle no nos podían ver.

Se apoyó contra una de las paredes, me hizo poner


frente a él, empezó a desprenderse el pantalón sin
decir agua va y me ordenó que me levante bien la
remera, yo me quedé mirándolo atónito, me miró y
me dijo imperativamente “vamos levantate bien la
remera”, al hacerlo mire lo que él hacía y quedó
ante mis ojos su pene ya medio duro, no tenía ropa
interior así que su pedazo apareció
inmediatamente, "ay Dios mío" dije, “¿qué pasa
nene, te gusta?”, "es enorme" respondí, sentí que
mis ojos se ponían vidriosos, sería por el miedo, los
nervios me paralizaron.

En ese instante comenzó a jugar con mis pezones,


apretándolos suavemente y retorciéndolos un poco,
cerré los ojos, la respiración se me aceleró, me
preguntó si estaba nervioso porque vio que me
temblaba todo el cuerpo, le dije que nunca había
estado con un hombre, se sonrió y preguntó “¿sos
virgen putito?”, intenté decir "no soy puto", pero me
replicó “¿y que estás haciendo acá conmigo?”.

De inmediato tomo una de mis manos y la llevo a


su pene, me ordeno que lo toque, lo toqué, me
ordeno que acaricie sus huevos, lo hice y volvió a
apretar mis pezones, ahora con más fuerza, solté
un gemido de dolor y enojado me dijo que no haga
ruido "callate marica, vas a despertar a todos".

Le pedí perdón y le dije que me dolió, me dijo que


era para que aprenda quién es el macho, entonces
preguntó “¿quién es el macho?”, "usted" conteste
“¿y quién es el putito?” y bajando la mirada por la
vergüenza, contesté "yo".
Pensando que me iba a coger, le dije que tenía
miedo que me duela, entonces me dijo que si
quería que me penetre, tenía que conseguir un
lugar donde pudiéramos hacerlo en una cama, eso
me decepciono un poco pero a la vez me
tranquilizó, realmente tenía mucho miedo que me
lastime, su pija era enorme para mí culito virgen.

Entonces acercó su boca a la mía, sus labios


carnosos se juntaron con los míos, los entreabrió y
me besó, sentí su lengua buscando la mía y al fin
se rozaron dentro de nuestras bocas, respondí
moviendo la mía y correspondiendo su beso, por
supuesto era la primera vez que le daba un beso
de lengua a un tipo, de verdad sentí un placer que
no creí que iba a experimentar, me chuponeo un
buen rato muy dulcemente y de pronto...

“Ponete de rodillas”, me dijo. Fue tan firme al


decirlo que no pude negarme, me arrodillé, su pene
enorme y goteando líquido preseminal quedo a la
altura de mi boca, “besala putito”, me dijo, "no sé"
contesté, “vas a aprender puto, empezá ya”.

Entonces comencé a darle besitos y él me ordenó


que se la lamiera toda, le pase la lengua por el
glande y luego por todo el tronco hasta llegar a su
base, allí se levantó la bolsa de los testículos y me
los hizo lamer y luego de un rato me tomó de la
cara, me dijo que abra bien la boca e introdujo su
miembro, primero su glande y luego empezó a
penetrarme hasta la garganta, haciendo que me
den arcadas y casi vomitar, los ojos se me llenaron
de lágrimas por el ahogo, ya que al introducir toda
esa verga casi no me dejaba respirar, de pronto un
torrente de semen espeso y áspero invadió mi
boca, al hacerlo me tomó de la nuca para que no
me la saque de la boca, me apretó contra su pelvis
y su leche pasó directo por mi garganta, al tiempo
que me ordenó con firmeza “tragatela toda putito”,
no tuve más remedio que hacerlo, no había forma
de que pudiera resistirme, en parte era mi fantasía,
ser obligado a satisfacer un hombre y no poder
evitar hacerlo, en mis fantasías, yo no tenía la
culpa de lo que había hecho.

Entonces terminó de descargar hasta la última gota


sin importarle si yo quería acabar, me dijo que me
arregle la ropa y que me vaya, mientras él se subía
los pantalones. Antes de irme apunto su teléfono
en un papel y me dijo que lo llame cuando consiga
un lugar donde cogerme.

Me fui caminando por esas calles oscuras, llorando


por lo que había hecho, me sentí humillado y
ultrajado por la forma que había cogido mi boca y
obligado a tragar su semen, pero luego empecé a
sentir que esa era mi obligación, si quería sentirme
una hembra, debía satisfacer al hombre que
quisiera tomarme y proporcionarle el placer que él
requería. Comprendí que esa era mi manera de
sentir placer sexual y que no podía luchar ni
resistirme a eso. Así comenzó mi despertar
homosexual, que un par de semanas después, lo
fue por completo con la pérdida de mi virginidad
anal.
Al salir de la casa de Alberto, el hombre que conocí
en el micro volviendo a mi hogar, caminé como les
dije llorando por lo que había hecho, tenía un buen
trayecto para hacerlo, así que tuve tiempo de
reflexionar sobre lo que había pasado, a medida
que me acercaba a mi casa iba teniendo cada vez
más ganas de llegar y estar en mi cama, no había
tenido orgasmo, por lo que estaba súper excitado,
y ni bien llegué me encerré en mi habitación.

Mis padres dormían y no me escucharon entrar, así


que pasé a mi cuarto y me desnude
completamente, estaba muy caliente y acelerado
por lo que había hecho con Alberto o mejor dicho,
lo que él me hizo, después de soñar durante
mucho tiempo con tener sexo con un macho de
verdad, al fin había tenido mi primer experiencia,
no había sido completa porque no me había
penetrado, cosa que por el momento me alegraba,
estaba aterrado con eso, y más sabiendo lo grande
que era para mí la verga de Alberto, pero a su vez,
lo deseaba intensamente.

Como dije antes, me desnude y me metí en mi


cama para tocarme y masturbarme pensando en él,
reviviendo sus besos de lengua, y sus caricias y
apretones en mis pezones, estaba encendido,
siempre había fantaseado con hombres, pero
ahora tenía en mi mente y en mi piel la verdadera
sensación de haber tocado un macho, y haber
disfrutado sentirme hembra por un ratito, y solo por
haberle hecho sexo oral, ay por Dios, estaba en la
cama sintiéndome una puta, caliente como una
perra, no podía dejar de pensar en cuando llegaría
el día de entregarme y perder mi virginidad
completa.

Acariciaba mis pezones como el lo había hecho,


relamia mis labios mojandolos con mi lengua
imaginando sus besos y ese instante supremo en
que me sentí mujer por primera vez en mi vida,
teniendo su verga en mi boca, enseguida comencé
a jugar con mis dedos en mi ano, imaginando como
sería cuando mi macho me tuviera en una cama a
su disposición y me penetrara.

Enseguida empecé a planear como podía hacer


para concretar ese segundo encuentro y al fin
cumplir mi sueño de ser cogido, (follado para los
españoles), de a poco y con el correr de los días,
esa idea se fue transformando en una obsesión y
ya no podía admitir echarme atras, sabía que de
tanto en tanto, mis padres hacían una escapada de
fin de semana a la costa y yo podía quedarme solo
en casa y tener el lugar que necesitaba para
acostarme con mi hombre.

A los pocos días mi padre me dijo que iban a salir


el finde y si queria ir con ellos, inventé una excusa
y le dije que prefería quedarme esta vez, en alguna
ocasión me había quedado y no era inusual que lo
haga, así que la oportunidad que deseaba,
imprevistamente se me presentó antes de lo
esperado, ese mismo día llamé a Alberto y le conté
lo que ocurria, esperando que acepte venir a mi
casa ese sábado siguiente. Por teléfono me
pregunto si estaba seguro y si estaba decidido a
ser su putito, sin dudarlo le dije que si y quedamos
en que el viernes le confirmaría que la casa estaría
libre para que venga el sábado.

Ese viernes a la tarde, mis padres se marcharon y


un rato después llamé a Alberto para confirmar
nuestro encuentro, me puso algo nervioso porque
por teléfono me advirtió que no le haga perder su
tiempo y luego le salga con arrepentimientos o
nada por el estilo, me dijo que tenía que tener bien
claro que iba a suceder, me dio miedo la forma en
que lo dijo, pero le aseguré que estaba dispuesto a
hacerlo, volvió a reiterar que esperaba que me
entregue completamente y no salga con
caprichitos, me volvió a decir que esperaba que me
comporte como una putita sumisa y obediente y le
aseguré que ese era mi sueño, y por último me dijo
que me prepare bien la cola, que la tenga bien
limpita y depilada porque me iba dar la chupada de
orto de mi vida. Colgué el teléfono temblando pero
ya el paso estaba dado y no había lugar para
volver atrás.

Al fin llegó el día y pocos minutos después de la


hora acordada, sono el timbre de mi casa, yo me
había dado un buen baño y preparado como me
ordenó mi hombre, lo esperé envuelto en el toallon
con el que me habla secado, ni bien llego lo hice
pasar y se sorprendió de que este casi desnudo,
“veo que estas apurado putito”, me sonroje e
intente disculparme, “no esta bien, llevame al
cuarto de tus padres, me da morbo cogerte en la
cama de tus viejos”.

A mi también me excitaba la idea de hacerlo ahí,


así que luego de que me besó en la boca,
caminamos al cuarto, al entrar a el, se empezó a
quitar la ropa y me ordenó que me desnude,
entonces totalmente avergonzado le dije, "espero
que no te moleste que tenga puesta una bombacha
de mi mamá" se sonrió y me dijo que no le
molestaba, entonces me dijo que me quite el
toallon y me deje la bombacha a ver como me
quedaba, cuando terminó de decir todo eso, ya
estaba desnudo y quedó ante mis ojos esa
hermosa y enorme verga, ahora a la luz del día, la
vi aún más grande y exclamé "Dios mío, que
grande la tenes", “ya la tuviste en la boca putita, ya
sentiste como es" dijo, "si, pero ahora me parece
más grande, me va a doler" dije entre preguntando
y afirmándolo, “un poco les duele a todos los putos
la primera vez, pero enseguida te vas a
acostumbrar, y agregó yo voy a hacer que te guste,
vas a ver que lindo es que te garche un macho de
verdad, te la vas a comer toda con ese culito
divino”.

Me temblaban las piernas, la respiración se me


había acelerado a mil, entonces me dijo que se la
chupe un poco, me acerque a él, me arrodille a sus
pies y lami sus testículos, mientras el estiró mis
pezones, “chupala toda putita, ponemela bien dura,
asi te hago bien la colita”, "por favor papi,
despacito" “si puta, tragatela toda”, de pronto se le
puso redura y más grande, me ordenó que me
suba al borde de la cama y me ponga en cuatro
con la cola expuesta hacia afuera, lo hice y casi
llorando le supliqué que no me lastime, sin
quitarme la bombacha, la corrió a un costado y dejo
mi pequeño agujerito a la vista, entonces sentí algo
muy suave y húmedo pasar por mi ano.

Me estaba lamiendo mi hoyito, de pronto me quitó


la bombachita, había tomado con sus manos y
separaba mis nalgas, su lengua se deslizaba desde
la línea donde colgaban mis testículos hasta bien el
borde de arriba, mis piernas temblaban y sentía
que se acalambraban, su lengua iba de abajo a
arriba ida y vuelta empapandome con su saliva,
gocé como una perra y comencé a gemir cada vez
más fuerte hasta casi gritar, mientras me decía
cosas sucias “goza perra, que puta sos, ya pronto
te la vas a comer toda, te voy a llenar ese culito”.

De la calentura empece a contornear mi cuerpo,


previendo que ya me iba a penetrar, de pronto
metio un dedo que se deslizó por la saliva, me
sobresalté al sentirlo y y enseguida metió otro para
ayudarme a dilatar mi pequeño agujero, enseguida
quitó los dedos y entonces sentí que apoyo la
cabeza de la pija o polla, como prefieran decirle, en
el borde de mi ano, en ese momento me acobarde
y comencé a suplicar que no lo haga, "por favor
papi, no lo hagas" él respondió con un lapidario “ya
es tarde para arrepentirte puto, te dije que no
juegues conmigo”, pareció enojarse y empezó a
penetrarme lenta pero firmemente, enseguida su
glande venció la leve resistencia de mi agujerito y
pasó completo por mi orificio, grité de dolor, apreté
las sábanas por la desesperación.

Eso lo excitó aún más y siguió empujando despacio


pero casi sin detenerse, enseguida exclamó, “deja
de lloriquear marica, ya tenes la mitad adentro", "
no basta por favor no sigas" le rogué, “ya no te
tiene que doler tanto, portate como un hombre”, se
me hizo un nudo en la garganta, estaba a punto de
llorar porque comprendí que no iba a detenerse.

Entonces dio el embate final metio todo su tronco y


me la clavó entera, sentí que me desgarraba, pero
una vez que la tuve toda adentro hasta los huevos,
se quedo inmóvil unos segundos y dijo, “relajate
marica, si no te aflojas no va a dejar de dolerte”,
entonces trate de relajarme y tal como él había
dicho, pareció que mi ano se había dilatado un
poco y de a poco dejo de dolerme, comencé a
sentir una extraña sensación de placer, empezó a
moverse de adentro hacia afuera sacándola casi
entera y volviendo a meterla toda, empecé a gozar
como perra y a gritar, pero esta vez de placer.

A medida que yo iba demostrando que disfrutaba


cada vez más , él iba aumentando la intensidad de
sus embestidas, pronto estaba follandome como un
animal sin miramientos y sin piedad metia y
sacaba, penetraba y penetraba, hasta que después
de un buen rato de tenerme sometido o sometida
totalmente empezó a gritar que se iba a correr, yo
ya no podia más del dolor en mi ano, no me
pregunto si yo quería acabar, tampoco pareció
importarle, la verdad es que fue muy egoísta y solo
se preocupó por su propia satisfacción, en realidad
a mi me hizo un favor al no pedirme que acabe,
porque yo prefería mantenerme caliente para que
no baje la excitación, tenia miedo que al enfriarme
me invada la culpa y no soporte ni su presencia.

Entonces gritando como un desaforado, empezó a


largar toda la leche dentro de mi ano, y con cada
embestida hasta el fondo más semen le salía, sentí
como su leche recorría mi interior y la verdad que
me sentí toda una hembra en ese momento, “ya
sos mia puta”, me dijo, mientras se levantó fue al
baño y comenzó a vestirse, la verdad es que me
quedé con ganas de chuparsela un poco más,
tenía la idea de que me de esa lechita bien blanca,
espesa y dulce en la boca, y me la haga tragar toda
otra vez, pero me dijo que estaba muy cansado y
que él no era una vaca lechera para satisfacer una
puta como yo, entonces me dijo que si me había
quedado con ganas, en unos días me iba a llamar
cuando le presten la casa de un amigo y me iba a
llevar ahí para cogerme bien cogida otra vez.

Eso se los contaré en la próxima parte de mi relato


sobre mi despertar homosexual.

Debo aclarar que esto sucedía hace muchos años


cuando todavía no se sabía mucho sobre la peste
rosa, hoy llamado HIV, por eso en esa época tenía
sexo sin protección y disfrutaba tragar semen, me
fascinaba hacerlo y me hacía sentir muy mujer
tragarlo, lamentablemente con la aparición del virus
y su difusión, deje de hacerlo completamente y por
suerte parece que la decisión fue acertada y a
tiempo porque logré mantenerme sano a pesar de
no haberme cuidado en los primeros años. Espero
que les haya gustado y pronto les contaré la
tercera parte con Alberto en casa de su amigo.
Una semana después de aquel sábado en el que
Alberto me desvirgo la cola en mi casa y me
convirtió en su puta, me llamo para decirme que
consiguió que un amigo le preste un departamento
para volverme a coger, sin permitirme preguntar
mucho, me indicó que vaya para la esquina de su
casa al día siguiente a las 6 de la tarde.

Me preocupaba saber dónde iba a estar el amigo,


la verdad me daba miedo que hubiera otro hombre
mientras él me sometía, pero no me dio tiempo a
preguntarle.

Realmente después de las cosas que me hizo en


nuestros dos encuentros anteriores, su forma
autoritaria y dominante, me atraía y me hacía sentir
que le debía obediencia, de ahí me quedo para
toda la vida la atracción que me producen los
hombres dominantes, pero no podía dejar de
temerle, cosa que también me calienta, en el fondo
el miedo es excitante.

Así con todas las dudas y temores que tenía, fui al


encuentro acordado en la esquina de su casa, él
iba a salir y me iba a llevar hasta la casa del amigo,
yo seguía sin saber si íbamos a estar solos, la
calentura que tenía por él, me empujaba hacia él,
era tal la atracción que ejercía sobre mi, por mi
corta edad, falta de experiencia contrarrestando a
su madurez y manera de dominarme, me hicieron
creer que en mi papel de hembra sometida, me
estaba enamorando de este hombre que me
doblaba en edad y un poco más.

Ni bien llegué al encuentro, abrió la puerta de su


casa y se asomó a ver si yo estaba, al verme me
hizo una seña que espere y salió un minuto
después.

Me indico que caminemos un par de cuadras hasta


la casa del amigo, en el trayecto pude preguntar
dónde iba a estar el dueño de casa, y me
respondió que nos iba a abrir la puerta y nos iba a
dejar solos en una de la habitaciones, mientras él
se iba a quedar en otra parte del departamento. No
me gustaba mucho la idea de que un desconocido
me vea y sepa seguramente que Alberto me iba
coger, sabiendo que eran muy amigos y que se
conocían bien, no era muy difícil deducir que yo era
el puto que iba a ser garchado, pero no tuve más
remedio que confiar en la palabra de mi hombre y
aceptar que el dueño de casa nos iba a dejar solos.

Al llegar, el amigo bajó a abrirnos, y subimos los


tres en un ascensor muy pequeño, yo me quedé
mudo por la vergüenza que me daba la situación,
mientras noté que el amigo me miraba
insistentemente, cosa que me puso más nervioso
todavía mientras Alberto disimuladamente me
manoseaba la cola.

Entramos al apartamento y el tipo, un gordo feo,


desaliñado y mayor que Alberto, realmente me
resultaba desagradable, pero tal como había dicho
mi macho, dijo que pasemos al dormitorio del fondo
y que nos pongamos cómodos allí, antes de que
entremos al cuarto, nos deseó que la pasemos
bien, cosa que me puso más incómodo, pero ya
estaba ahí y aparentemente iba a estar a solas con
mi hombre.

Al quedar solos Alberto me ordenó que me


desnude y él hizo lo mismo, se acostó boca arriba
con su hermosa verga a medio endurecer,
comenzó a tocársela para que se le pare y me hizo
poner a su lado en cuclillas sobre la cama,
tomándome con una mano sobre mi nuca, empujó
mi cabeza hacia abajo prácticamente obligándome
a comerme toda su pija, traté de chupársela de a
poco pero me forzó a tragarla completa hasta
empezar a darme arcadas

Tratando de resistirme para no ahogarme,


comencé a emitir quejidos, debo aclarar que por la
posición en la que me puso en la cama, dándole la
espalda a la puerta, mi culo quedó expuesto
mirando hacia la entrada del dormitorio que estaba
cerrado pero sin llave.

"Ay por favor papi, me estas ahogando, mmmm,


por favor amor, ahhh, déjame por favor, no puedo
respirar, te lo suplico". Alberto no contestaba y
seguía empujando mi cabeza hacia abajo, por toda
respuesta agarró un vibrador con forma de perita
ovalada que tenía como una colita que yo había
visto sobre la cama, me metió esa perita en el culo,
que yo calculo tendría que tener unos 6 o 7
centímetros de diámetro, inmediatamente empezó
a hacerlo vibrar con un interruptor que tenía en esa
colita que quedaba afuera de la cola, al introducirlo
me dolió un poco porque era bastante grueso para
mí recientemente desvirgado culito, además la
vibración adentro de mi cola empezó a hacerme
desesperar, al mismo tiempo apretaba con la otra
mano uno de mis pezones me ordenaba casi a los
gritos que no deje de tragarme esa verga hermosa,
chuparle la pija me tenía totalmente fascinada y la
forma en la que movía esa perita vibradora, hacia
adentro y afuera me volvía loca, además puso al
máximo la vibración y me hizo perder la razón,
comencé a gritar como una perra,

"ahh, por Dios, por favor amor, me volves loca, por


favor querido, mi vida déjame por favor, te lo
suplico, me volves loca ¿qué me estás haciendo
por Dios? No puedo más papi"

En el fragor de la calentura y las cosas que estaba


sintiendo en mi cola y mi dolorido pezón, no
escuché que el amigo había entrado
silenciosamente a la habitación, Alberto que estaba
de acuerdo con esto, me sacó el vibrador y el
gordo horrible que ya estaba desnudo se subió a la
cama detrás mío y me penetró, por la excitación y
mis propios gritos, casi no me doy cuenta que el
amigo acababa de penetrarme, grité como una loca
al darme cuenta "no por favor, que me hace papi,
no dejes que me coja por favor mi amor, no me
hagan esto", “vamos putita, si a vos te gusta, no te
hagas la histérica” me dijo, "hijos de puta por
favor", en eso Alberto me empujó sobre su pija y
me la hizo tragar nuevamente para que no grite al
tiempo que me decía, “callate puta, tragate la leche
y portate bien”.

Unos minutos más tarde Alberto me llenó la boca


con esa dulce leche blanca y espesa y me gritó que
me la tragué toda y no desperdicié ni una gota, el
amigo gordo hijo de puta, hizo lo propio en mi culo
y me lo llenó de leche también.

Se levantaron los dos y me dejaron tirada en la


cama, toda dolorida y humillada, le reproche a mi
macho que había permitido que el amigo me viole y
se río diciéndome que habían hecho lo que me
merecía por puta, y afirmó “vos ya sabias que esto
te iba a pasar, no habrás pensado que mi amigo
nos iba a dejar coger en su cama y no te iba a
tocar”.

Alberto me pidió que me vista y me vaya solo, y


esa fue la última vez que lo vi. Al poco tiempo
conocí un tipo por la calle con el que tuve una
historia bastante intensa durante unos meses, pero
claro, eso se los voy a contar en un próximo relato,
esta serie de mi primer hombre, termina aquí,
espero que les haya gustado
.

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