cumplido 18, me gustaban las chicas pero era muy tímido y me costaba mucho acercarme a ellas, por la imposibilidad de tener relaciones hetero, empecé a masturbarme imaginando que tocaba una mujer, me acariciaba la cola y jugaba con mis pezones pensando que se lo hacía a una chica pero a mi mismo, la cola que acariciaba era la mía, hasta que comencé a jugar metiendo mis dedos en el ano, y esto me daba placer, aunque lo hacía simulando que alguien me obligaba, era mi manera de limpiar la culpa que me producía sentir que me comportaba como una hembra, eso me atormentaba y cada vez que tenía un orgasmo de esa forma, mi angustia era terrible.
Una noche luego de salir con un grupo de chicos y
chicas del club al que iba, tratando de tener lo que yo pensaba, tenía que ser una vida normal, se me hizo algo tarde y llegué a tomar el último micro de la noche que iba para mi casa.
Cuando logre tomarlo era ya más de la una de la
madrugada (1 a.m.) a medida que iba llegando al final del recorrido, que era donde yo bajaba, iba quedando menos gente, llegó un momento en que quedó solo un hombre y yo.
Al quedar solos este hombre empezó a mirarme
insistente, se notaba que estaba buscando conocerme o levantarme como se dice comúnmente, me miraba y me hacía gestos inequívocos de cuales eran sus intenciones.
Empecé a ponerme nervioso, porque si bien hacía
rato que rondaba en mi cabeza, la idea de tener sexo con un hombre, no estaba seguro ni decidido a hacerlo, me daba miedo, sentía que no estaba bien.
Cuando el hombre me miraba, trate de mantener la
vista en él como para que note que me interesaba, pero no quería ser demasiado evidente, no quería que el chófer se diera cuenta, estaba aterrorizado pero igual pensé que podía ser la oportunidad que estaba esperando, en algún lugar pensé que si lo dejaba pasar, jamás iba a poder concretar mi fantasía de estar con un hombre.
Era un tipo de apariencia agradable, después supe
que tenía 39 años, o sea que doblaba mi edad y además tenía casi la de mi padre, cosa que me asustaba más. Tenía labios gruesos, y un poco de cara de morboso, bueno, yo lo veía así, estaba tratando de convencerme de que no debía entablar una charla con él, en realidad sentía una lucha entre mi deseo y mi temor.
En un momento me guiñó un ojo e hizo un
movimiento con la cabeza indicándome que vamos, y de pronto se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta trasera del micro, al hacerlo se acercó casi a mi lado y en voz baja me dijo "DALE BAJÁ" en ese instante, no pude razonar y tuve el impulso de obedecer su pedido, y sin pensarlo más, me baje con él, aunque faltaban unas cuadras para llegar a mi destino, creo que pensé, es ahora o nunca, unos segundos después estaba en la calle con él.
Me baje temblando, me saludó, me preguntó mi
nombre y dando todo por sobreentendido me propuso que lo acompañe hasta la casa que quedaba a unos 400 metros de allí, acepte y en el camino yo iba petrificado, y casi mudo, la calle era muy oscura y por la hora, no había nadie más que nosotros dos andando por ahí.
En el camino me tomó de una mano como si
fuéramos una pareja, anduvimos unos metros así pero apareció un auto de pronto y lo solté por vergüenza.
Llegamos a su casa y me dijo si quería pasar un
rato, le pregunté tímidamente si no había nadie y me contestó que vivía con su madre, pero podíamos quedarnos en el pasillo de entrada y jugar un poco, ¿no puede venir nadie? pregunté y me respondió que a esa hora no entraba ni salia nadie, era una casa antigua, el pasillo conducía a la entrada de tres apartamentos, y los vecinos y su madre a esa hora dormían.
Pasamos, hizo que nos paremos a un par de
metros de la entrada, el lugar estaba bastante oscuro, solo entraba un poco de luz de la calle por un vidrio opaco que tenía la puerta, si pasaba alguien por la calle no nos podían ver.
Se apoyó contra una de las paredes, me hizo poner
frente a él, empezó a desprenderse el pantalón sin decir agua va y me ordenó que me levante bien la remera, yo me quedé mirándolo atónito, me miró y me dijo imperativamente “vamos levantate bien la remera”, al hacerlo mire lo que él hacía y quedó ante mis ojos su pene ya medio duro, no tenía ropa interior así que su pedazo apareció inmediatamente, "ay Dios mío" dije, “¿qué pasa nene, te gusta?”, "es enorme" respondí, sentí que mis ojos se ponían vidriosos, sería por el miedo, los nervios me paralizaron.
En ese instante comenzó a jugar con mis pezones,
apretándolos suavemente y retorciéndolos un poco, cerré los ojos, la respiración se me aceleró, me preguntó si estaba nervioso porque vio que me temblaba todo el cuerpo, le dije que nunca había estado con un hombre, se sonrió y preguntó “¿sos virgen putito?”, intenté decir "no soy puto", pero me replicó “¿y que estás haciendo acá conmigo?”.
De inmediato tomo una de mis manos y la llevo a
su pene, me ordeno que lo toque, lo toqué, me ordeno que acaricie sus huevos, lo hice y volvió a apretar mis pezones, ahora con más fuerza, solté un gemido de dolor y enojado me dijo que no haga ruido "callate marica, vas a despertar a todos".
Le pedí perdón y le dije que me dolió, me dijo que
era para que aprenda quién es el macho, entonces preguntó “¿quién es el macho?”, "usted" conteste “¿y quién es el putito?” y bajando la mirada por la vergüenza, contesté "yo". Pensando que me iba a coger, le dije que tenía miedo que me duela, entonces me dijo que si quería que me penetre, tenía que conseguir un lugar donde pudiéramos hacerlo en una cama, eso me decepciono un poco pero a la vez me tranquilizó, realmente tenía mucho miedo que me lastime, su pija era enorme para mí culito virgen.
Entonces acercó su boca a la mía, sus labios
carnosos se juntaron con los míos, los entreabrió y me besó, sentí su lengua buscando la mía y al fin se rozaron dentro de nuestras bocas, respondí moviendo la mía y correspondiendo su beso, por supuesto era la primera vez que le daba un beso de lengua a un tipo, de verdad sentí un placer que no creí que iba a experimentar, me chuponeo un buen rato muy dulcemente y de pronto...
“Ponete de rodillas”, me dijo. Fue tan firme al
decirlo que no pude negarme, me arrodillé, su pene enorme y goteando líquido preseminal quedo a la altura de mi boca, “besala putito”, me dijo, "no sé" contesté, “vas a aprender puto, empezá ya”.
Entonces comencé a darle besitos y él me ordenó
que se la lamiera toda, le pase la lengua por el glande y luego por todo el tronco hasta llegar a su base, allí se levantó la bolsa de los testículos y me los hizo lamer y luego de un rato me tomó de la cara, me dijo que abra bien la boca e introdujo su miembro, primero su glande y luego empezó a penetrarme hasta la garganta, haciendo que me den arcadas y casi vomitar, los ojos se me llenaron de lágrimas por el ahogo, ya que al introducir toda esa verga casi no me dejaba respirar, de pronto un torrente de semen espeso y áspero invadió mi boca, al hacerlo me tomó de la nuca para que no me la saque de la boca, me apretó contra su pelvis y su leche pasó directo por mi garganta, al tiempo que me ordenó con firmeza “tragatela toda putito”, no tuve más remedio que hacerlo, no había forma de que pudiera resistirme, en parte era mi fantasía, ser obligado a satisfacer un hombre y no poder evitar hacerlo, en mis fantasías, yo no tenía la culpa de lo que había hecho.
Entonces terminó de descargar hasta la última gota
sin importarle si yo quería acabar, me dijo que me arregle la ropa y que me vaya, mientras él se subía los pantalones. Antes de irme apunto su teléfono en un papel y me dijo que lo llame cuando consiga un lugar donde cogerme.
Me fui caminando por esas calles oscuras, llorando
por lo que había hecho, me sentí humillado y ultrajado por la forma que había cogido mi boca y obligado a tragar su semen, pero luego empecé a sentir que esa era mi obligación, si quería sentirme una hembra, debía satisfacer al hombre que quisiera tomarme y proporcionarle el placer que él requería. Comprendí que esa era mi manera de sentir placer sexual y que no podía luchar ni resistirme a eso. Así comenzó mi despertar homosexual, que un par de semanas después, lo fue por completo con la pérdida de mi virginidad anal. Al salir de la casa de Alberto, el hombre que conocí en el micro volviendo a mi hogar, caminé como les dije llorando por lo que había hecho, tenía un buen trayecto para hacerlo, así que tuve tiempo de reflexionar sobre lo que había pasado, a medida que me acercaba a mi casa iba teniendo cada vez más ganas de llegar y estar en mi cama, no había tenido orgasmo, por lo que estaba súper excitado, y ni bien llegué me encerré en mi habitación.
Mis padres dormían y no me escucharon entrar, así
que pasé a mi cuarto y me desnude completamente, estaba muy caliente y acelerado por lo que había hecho con Alberto o mejor dicho, lo que él me hizo, después de soñar durante mucho tiempo con tener sexo con un macho de verdad, al fin había tenido mi primer experiencia, no había sido completa porque no me había penetrado, cosa que por el momento me alegraba, estaba aterrado con eso, y más sabiendo lo grande que era para mí la verga de Alberto, pero a su vez, lo deseaba intensamente.
Como dije antes, me desnude y me metí en mi
cama para tocarme y masturbarme pensando en él, reviviendo sus besos de lengua, y sus caricias y apretones en mis pezones, estaba encendido, siempre había fantaseado con hombres, pero ahora tenía en mi mente y en mi piel la verdadera sensación de haber tocado un macho, y haber disfrutado sentirme hembra por un ratito, y solo por haberle hecho sexo oral, ay por Dios, estaba en la cama sintiéndome una puta, caliente como una perra, no podía dejar de pensar en cuando llegaría el día de entregarme y perder mi virginidad completa.
Acariciaba mis pezones como el lo había hecho,
relamia mis labios mojandolos con mi lengua imaginando sus besos y ese instante supremo en que me sentí mujer por primera vez en mi vida, teniendo su verga en mi boca, enseguida comencé a jugar con mis dedos en mi ano, imaginando como sería cuando mi macho me tuviera en una cama a su disposición y me penetrara.
Enseguida empecé a planear como podía hacer
para concretar ese segundo encuentro y al fin cumplir mi sueño de ser cogido, (follado para los españoles), de a poco y con el correr de los días, esa idea se fue transformando en una obsesión y ya no podía admitir echarme atras, sabía que de tanto en tanto, mis padres hacían una escapada de fin de semana a la costa y yo podía quedarme solo en casa y tener el lugar que necesitaba para acostarme con mi hombre.
A los pocos días mi padre me dijo que iban a salir
el finde y si queria ir con ellos, inventé una excusa y le dije que prefería quedarme esta vez, en alguna ocasión me había quedado y no era inusual que lo haga, así que la oportunidad que deseaba, imprevistamente se me presentó antes de lo esperado, ese mismo día llamé a Alberto y le conté lo que ocurria, esperando que acepte venir a mi casa ese sábado siguiente. Por teléfono me pregunto si estaba seguro y si estaba decidido a ser su putito, sin dudarlo le dije que si y quedamos en que el viernes le confirmaría que la casa estaría libre para que venga el sábado.
Ese viernes a la tarde, mis padres se marcharon y
un rato después llamé a Alberto para confirmar nuestro encuentro, me puso algo nervioso porque por teléfono me advirtió que no le haga perder su tiempo y luego le salga con arrepentimientos o nada por el estilo, me dijo que tenía que tener bien claro que iba a suceder, me dio miedo la forma en que lo dijo, pero le aseguré que estaba dispuesto a hacerlo, volvió a reiterar que esperaba que me entregue completamente y no salga con caprichitos, me volvió a decir que esperaba que me comporte como una putita sumisa y obediente y le aseguré que ese era mi sueño, y por último me dijo que me prepare bien la cola, que la tenga bien limpita y depilada porque me iba dar la chupada de orto de mi vida. Colgué el teléfono temblando pero ya el paso estaba dado y no había lugar para volver atrás.
Al fin llegó el día y pocos minutos después de la
hora acordada, sono el timbre de mi casa, yo me había dado un buen baño y preparado como me ordenó mi hombre, lo esperé envuelto en el toallon con el que me habla secado, ni bien llego lo hice pasar y se sorprendió de que este casi desnudo, “veo que estas apurado putito”, me sonroje e intente disculparme, “no esta bien, llevame al cuarto de tus padres, me da morbo cogerte en la cama de tus viejos”.
A mi también me excitaba la idea de hacerlo ahí,
así que luego de que me besó en la boca, caminamos al cuarto, al entrar a el, se empezó a quitar la ropa y me ordenó que me desnude, entonces totalmente avergonzado le dije, "espero que no te moleste que tenga puesta una bombacha de mi mamá" se sonrió y me dijo que no le molestaba, entonces me dijo que me quite el toallon y me deje la bombacha a ver como me quedaba, cuando terminó de decir todo eso, ya estaba desnudo y quedó ante mis ojos esa hermosa y enorme verga, ahora a la luz del día, la vi aún más grande y exclamé "Dios mío, que grande la tenes", “ya la tuviste en la boca putita, ya sentiste como es" dijo, "si, pero ahora me parece más grande, me va a doler" dije entre preguntando y afirmándolo, “un poco les duele a todos los putos la primera vez, pero enseguida te vas a acostumbrar, y agregó yo voy a hacer que te guste, vas a ver que lindo es que te garche un macho de verdad, te la vas a comer toda con ese culito divino”.
Me temblaban las piernas, la respiración se me
había acelerado a mil, entonces me dijo que se la chupe un poco, me acerque a él, me arrodille a sus pies y lami sus testículos, mientras el estiró mis pezones, “chupala toda putita, ponemela bien dura, asi te hago bien la colita”, "por favor papi, despacito" “si puta, tragatela toda”, de pronto se le puso redura y más grande, me ordenó que me suba al borde de la cama y me ponga en cuatro con la cola expuesta hacia afuera, lo hice y casi llorando le supliqué que no me lastime, sin quitarme la bombacha, la corrió a un costado y dejo mi pequeño agujerito a la vista, entonces sentí algo muy suave y húmedo pasar por mi ano.
Me estaba lamiendo mi hoyito, de pronto me quitó
la bombachita, había tomado con sus manos y separaba mis nalgas, su lengua se deslizaba desde la línea donde colgaban mis testículos hasta bien el borde de arriba, mis piernas temblaban y sentía que se acalambraban, su lengua iba de abajo a arriba ida y vuelta empapandome con su saliva, gocé como una perra y comencé a gemir cada vez más fuerte hasta casi gritar, mientras me decía cosas sucias “goza perra, que puta sos, ya pronto te la vas a comer toda, te voy a llenar ese culito”.
De la calentura empece a contornear mi cuerpo,
previendo que ya me iba a penetrar, de pronto metio un dedo que se deslizó por la saliva, me sobresalté al sentirlo y y enseguida metió otro para ayudarme a dilatar mi pequeño agujero, enseguida quitó los dedos y entonces sentí que apoyo la cabeza de la pija o polla, como prefieran decirle, en el borde de mi ano, en ese momento me acobarde y comencé a suplicar que no lo haga, "por favor papi, no lo hagas" él respondió con un lapidario “ya es tarde para arrepentirte puto, te dije que no juegues conmigo”, pareció enojarse y empezó a penetrarme lenta pero firmemente, enseguida su glande venció la leve resistencia de mi agujerito y pasó completo por mi orificio, grité de dolor, apreté las sábanas por la desesperación.
Eso lo excitó aún más y siguió empujando despacio
pero casi sin detenerse, enseguida exclamó, “deja de lloriquear marica, ya tenes la mitad adentro", " no basta por favor no sigas" le rogué, “ya no te tiene que doler tanto, portate como un hombre”, se me hizo un nudo en la garganta, estaba a punto de llorar porque comprendí que no iba a detenerse.
Entonces dio el embate final metio todo su tronco y
me la clavó entera, sentí que me desgarraba, pero una vez que la tuve toda adentro hasta los huevos, se quedo inmóvil unos segundos y dijo, “relajate marica, si no te aflojas no va a dejar de dolerte”, entonces trate de relajarme y tal como él había dicho, pareció que mi ano se había dilatado un poco y de a poco dejo de dolerme, comencé a sentir una extraña sensación de placer, empezó a moverse de adentro hacia afuera sacándola casi entera y volviendo a meterla toda, empecé a gozar como perra y a gritar, pero esta vez de placer.
A medida que yo iba demostrando que disfrutaba
cada vez más , él iba aumentando la intensidad de sus embestidas, pronto estaba follandome como un animal sin miramientos y sin piedad metia y sacaba, penetraba y penetraba, hasta que después de un buen rato de tenerme sometido o sometida totalmente empezó a gritar que se iba a correr, yo ya no podia más del dolor en mi ano, no me pregunto si yo quería acabar, tampoco pareció importarle, la verdad es que fue muy egoísta y solo se preocupó por su propia satisfacción, en realidad a mi me hizo un favor al no pedirme que acabe, porque yo prefería mantenerme caliente para que no baje la excitación, tenia miedo que al enfriarme me invada la culpa y no soporte ni su presencia.
Entonces gritando como un desaforado, empezó a
largar toda la leche dentro de mi ano, y con cada embestida hasta el fondo más semen le salía, sentí como su leche recorría mi interior y la verdad que me sentí toda una hembra en ese momento, “ya sos mia puta”, me dijo, mientras se levantó fue al baño y comenzó a vestirse, la verdad es que me quedé con ganas de chuparsela un poco más, tenía la idea de que me de esa lechita bien blanca, espesa y dulce en la boca, y me la haga tragar toda otra vez, pero me dijo que estaba muy cansado y que él no era una vaca lechera para satisfacer una puta como yo, entonces me dijo que si me había quedado con ganas, en unos días me iba a llamar cuando le presten la casa de un amigo y me iba a llevar ahí para cogerme bien cogida otra vez.
Eso se los contaré en la próxima parte de mi relato
sobre mi despertar homosexual.
Debo aclarar que esto sucedía hace muchos años
cuando todavía no se sabía mucho sobre la peste rosa, hoy llamado HIV, por eso en esa época tenía sexo sin protección y disfrutaba tragar semen, me fascinaba hacerlo y me hacía sentir muy mujer tragarlo, lamentablemente con la aparición del virus y su difusión, deje de hacerlo completamente y por suerte parece que la decisión fue acertada y a tiempo porque logré mantenerme sano a pesar de no haberme cuidado en los primeros años. Espero que les haya gustado y pronto les contaré la tercera parte con Alberto en casa de su amigo. Una semana después de aquel sábado en el que Alberto me desvirgo la cola en mi casa y me convirtió en su puta, me llamo para decirme que consiguió que un amigo le preste un departamento para volverme a coger, sin permitirme preguntar mucho, me indicó que vaya para la esquina de su casa al día siguiente a las 6 de la tarde.
Me preocupaba saber dónde iba a estar el amigo,
la verdad me daba miedo que hubiera otro hombre mientras él me sometía, pero no me dio tiempo a preguntarle.
Realmente después de las cosas que me hizo en
nuestros dos encuentros anteriores, su forma autoritaria y dominante, me atraía y me hacía sentir que le debía obediencia, de ahí me quedo para toda la vida la atracción que me producen los hombres dominantes, pero no podía dejar de temerle, cosa que también me calienta, en el fondo el miedo es excitante.
Así con todas las dudas y temores que tenía, fui al
encuentro acordado en la esquina de su casa, él iba a salir y me iba a llevar hasta la casa del amigo, yo seguía sin saber si íbamos a estar solos, la calentura que tenía por él, me empujaba hacia él, era tal la atracción que ejercía sobre mi, por mi corta edad, falta de experiencia contrarrestando a su madurez y manera de dominarme, me hicieron creer que en mi papel de hembra sometida, me estaba enamorando de este hombre que me doblaba en edad y un poco más.
Ni bien llegué al encuentro, abrió la puerta de su
casa y se asomó a ver si yo estaba, al verme me hizo una seña que espere y salió un minuto después.
Me indico que caminemos un par de cuadras hasta
la casa del amigo, en el trayecto pude preguntar dónde iba a estar el dueño de casa, y me respondió que nos iba a abrir la puerta y nos iba a dejar solos en una de la habitaciones, mientras él se iba a quedar en otra parte del departamento. No me gustaba mucho la idea de que un desconocido me vea y sepa seguramente que Alberto me iba coger, sabiendo que eran muy amigos y que se conocían bien, no era muy difícil deducir que yo era el puto que iba a ser garchado, pero no tuve más remedio que confiar en la palabra de mi hombre y aceptar que el dueño de casa nos iba a dejar solos.
Al llegar, el amigo bajó a abrirnos, y subimos los
tres en un ascensor muy pequeño, yo me quedé mudo por la vergüenza que me daba la situación, mientras noté que el amigo me miraba insistentemente, cosa que me puso más nervioso todavía mientras Alberto disimuladamente me manoseaba la cola.
Entramos al apartamento y el tipo, un gordo feo,
desaliñado y mayor que Alberto, realmente me resultaba desagradable, pero tal como había dicho mi macho, dijo que pasemos al dormitorio del fondo y que nos pongamos cómodos allí, antes de que entremos al cuarto, nos deseó que la pasemos bien, cosa que me puso más incómodo, pero ya estaba ahí y aparentemente iba a estar a solas con mi hombre.
Al quedar solos Alberto me ordenó que me
desnude y él hizo lo mismo, se acostó boca arriba con su hermosa verga a medio endurecer, comenzó a tocársela para que se le pare y me hizo poner a su lado en cuclillas sobre la cama, tomándome con una mano sobre mi nuca, empujó mi cabeza hacia abajo prácticamente obligándome a comerme toda su pija, traté de chupársela de a poco pero me forzó a tragarla completa hasta empezar a darme arcadas
Tratando de resistirme para no ahogarme,
comencé a emitir quejidos, debo aclarar que por la posición en la que me puso en la cama, dándole la espalda a la puerta, mi culo quedó expuesto mirando hacia la entrada del dormitorio que estaba cerrado pero sin llave.
"Ay por favor papi, me estas ahogando, mmmm,
por favor amor, ahhh, déjame por favor, no puedo respirar, te lo suplico". Alberto no contestaba y seguía empujando mi cabeza hacia abajo, por toda respuesta agarró un vibrador con forma de perita ovalada que tenía como una colita que yo había visto sobre la cama, me metió esa perita en el culo, que yo calculo tendría que tener unos 6 o 7 centímetros de diámetro, inmediatamente empezó a hacerlo vibrar con un interruptor que tenía en esa colita que quedaba afuera de la cola, al introducirlo me dolió un poco porque era bastante grueso para mí recientemente desvirgado culito, además la vibración adentro de mi cola empezó a hacerme desesperar, al mismo tiempo apretaba con la otra mano uno de mis pezones me ordenaba casi a los gritos que no deje de tragarme esa verga hermosa, chuparle la pija me tenía totalmente fascinada y la forma en la que movía esa perita vibradora, hacia adentro y afuera me volvía loca, además puso al máximo la vibración y me hizo perder la razón, comencé a gritar como una perra,
"ahh, por Dios, por favor amor, me volves loca, por
favor querido, mi vida déjame por favor, te lo suplico, me volves loca ¿qué me estás haciendo por Dios? No puedo más papi"
En el fragor de la calentura y las cosas que estaba
sintiendo en mi cola y mi dolorido pezón, no escuché que el amigo había entrado silenciosamente a la habitación, Alberto que estaba de acuerdo con esto, me sacó el vibrador y el gordo horrible que ya estaba desnudo se subió a la cama detrás mío y me penetró, por la excitación y mis propios gritos, casi no me doy cuenta que el amigo acababa de penetrarme, grité como una loca al darme cuenta "no por favor, que me hace papi, no dejes que me coja por favor mi amor, no me hagan esto", “vamos putita, si a vos te gusta, no te hagas la histérica” me dijo, "hijos de puta por favor", en eso Alberto me empujó sobre su pija y me la hizo tragar nuevamente para que no grite al tiempo que me decía, “callate puta, tragate la leche y portate bien”.
Unos minutos más tarde Alberto me llenó la boca
con esa dulce leche blanca y espesa y me gritó que me la tragué toda y no desperdicié ni una gota, el amigo gordo hijo de puta, hizo lo propio en mi culo y me lo llenó de leche también.
Se levantaron los dos y me dejaron tirada en la
cama, toda dolorida y humillada, le reproche a mi macho que había permitido que el amigo me viole y se río diciéndome que habían hecho lo que me merecía por puta, y afirmó “vos ya sabias que esto te iba a pasar, no habrás pensado que mi amigo nos iba a dejar coger en su cama y no te iba a tocar”.
Alberto me pidió que me vista y me vaya solo, y
esa fue la última vez que lo vi. Al poco tiempo conocí un tipo por la calle con el que tuve una historia bastante intensa durante unos meses, pero claro, eso se los voy a contar en un próximo relato, esta serie de mi primer hombre, termina aquí, espero que les haya gustado .