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Serie web elegida: Un mundo horrendo

Cantidad de capítulos: 8 (de 6 minutos aproximadamente)

Participaciones: Esteban Mennis, Muriel Santa Ana, Mercedes Morán, Facundo Pastor,
Violeta Urtizberea, entre otrxs

Año de realización: 2016

Producción: UNTref TV

Los territorios de la posmodernidad

El tono narrativo habitual de las series web que proviene de la interminable usina de
Untref TV tiene un común denominador en lo narrativo: relatos que desde el tono
humorístico o drámatico registran una narrativa permeada de sarcasmo, cuando no
cinismo sobre el modo en que se despliegan los conflictos inherentes a la sociedad
posmoderna. Esta continuidad narrativa además tiene otra caracterización específica: la
de su delimitación geográfica y simbólica. Las series de la UNTREF recogen en general
el derrotero de interlocutores de clase media, en escenarios de la porteñidad que “miran”
con ojos autocríticos la construcción de su propia subjetividad de clase. Narrativas de
personajes de Palermo para audiencias de Palermo podría ser un slogan
malintencionado para describir este tipo de producciones. Todo esto acompañado por la
exacerbación de los conflictos existenciales de una “clase media sobre psicologizada”.
La pérdida de la juventud, la identidad a los 30, la amistad, las relaciones mediadas por
el uso de lo tecnológico. Un mundo de jóvenes tardíos asalariados que viven en PHS y
departamentos 2 ambientes en Almagro. Un mundo horrendo se sitúa en este escenario
de realización, y con alguna de estas caracterizaciones propone en tono humorístico
radicalizar hasta el extremo el sarcasmo, la ironía y el cinismo para narrar en 5 minutos
los grandes problemas que atañen a la condición humana. Un Mundo Horrendo,
recupera una mirada ácida y absurda sobre la muerte, el trabajo, los lunes (como
sinónimo del “sinsentido de la vida”), las redes sociales (como narrativa de los modos
en que se vinculan los sujetos).

Esteban Mennis es el conductor/animador de un programa de TV que se propone a


través de entrevistas a diferentes personajes componer una mirada profunda y crítica
sobre estos “grandes temas”. Claro que la ruptura del esquema narrativo del “programa
informativo” se produce desde el primero de los capítulos. El conductor no logra
sostener un estado anímico que le permita abordar estos temas con la “objetividad
necesaria” y de modo permanente introduce disrupciones que de algún modo
“retroalimentan” esos abordajes. Desde el punto de vista narrativo el programa tiene
otro gran hallazgo: construye un relato coral integrado por los personajes entrevistados.
A medida que avanzan los capítulos estos personajes se integran para narrar
experiencias sobre otras temáticas. Este recurso es llevado incluso puesto en tensión
cuando los propios personajes se responden sus propias intervenciones, se cuestionan,
se descalifican entre si (demostrando en definitiva la imposibilidad para construir lazos
humanos edificantes). Por último, en esta narrativa coral intervienen personalidades
conocidas de la TV y el cine (Facundo Pastor, Mercedes Morán, Muriel Santa Ana,
Violeta Urtixberea) Estos personajes aparecen ridiculizados y puestos en “condiciones
de igualdad” con rostros desconocidos. Son tan “indignos como los anteriores”, guardan
ciertos aires de superioridad, aunque el programa termina por demostrar que todxs
estamos en las mismas condiciones: en la de la miseria humana (Muriel Santa Ana en
un capítulo aprovecha su intervención para promocionar su obra de teatro). Todo esto
ocurre con mucha velocidad: sacando títulos de presentación y créditos, la duración del
programa no excede en ningún capítulo los 5 minutos. La velocidad y lo expeditivo del
abordaje de los grandes temas es sin duda otra de las marcas semióticas del programa:
no hay mucho para decir y para profundizar. Nada importa demasiado. Y en esto existen
licencias que en algún punto pueden cruzar los límites de lo políticamente correcto: se
ridiculiza el suicidio, la depresión, se agrede con terminología machista y homofóbica.
Todo está permitido.

Como todas las de su condición en su estructura narrativa, la serie pone el ojo y


ridiculiza los conflictos de un sector de la sociedad: adultxs urbanos que no logran
construir utopías de vida trascendentales que ordenen un universo de acción de
comunidad. De allí los conflictos existenciales, acompañados en muchos caso por un
fuerte desinterés por el otrx, la ausencia de lazos comunitarios que alberguen un
proyecto social trascendental , la imposibilidad de guiarse por relatos “ordenadores,”, es
decir, la primacía de lo posmoderno y sus fatídicas consecuencias. Y a partir de esto
último, se desprende el abordaje de los dicursos de época: la autoayuda, el
emprendedurismo, las redes sociales, la fama. Todos órdenes simbólicos que vienen a
suplantar la desintegración de los grandes relatos.
Un Mundo Horrendo es entonces una exquisita pieza audiovisual para que pensar los
modos en a través del humor se asume la crítica de un orden social que mantiene en
permanente disconformidad a una generación. Un modo de desarticular los sentidos de
este nuevo orden, sin límites en el ejercicio del sarcasmo, de una acidez radicalizada, de
un cinismo que permite entre otras cosas poner en el terreno de la miserabilidad a una
adulta mayor y a Mercedes Morán en el mismo movimiento. El absurdo como un
recurso que “entra y sale” de la narración con el sólo objeto de mostrarnos que en
definitiva los límites entre lo aceptado y lo inaceptado permanece difuso en la sociedad
posmoderna.

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