Está en la página 1de 3

EL PRINCIPIO ANTROPOGÉNICO DE REALIDAD

Dr. Rodrigo Inostroza Bidart

¡Qué título tan condescendiente, tan tonto y tan inteligente a la vez!... De esta manera se
reviste mi necesidad de hablarles algo comprensible, aunque sea intrínsecamente
incomprensible. Disfruto y sufro tener que escribir todo esto. Ya hace rato se habrán dado
cuenta de que soy un ser dividido, un obstinado, escandaloso y hasta insoportable efectista
del oxímoron. Por todos lados me es inevitable. Como un crucificado. ¡Allá voy!...

No me canso de pensar, aunque sin éxito, cómo lograr ser claro y convincente, un
verdadero y eficaz “despertador de conciencias”, cuando constato que TODO ES
CONTRARIO A LA SUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA. [¡Yo mismo que soy tan
oscuramente inconciente y necio creyéndome saber algo más que ustedes, lo mismo que
una voluta de humo por un instante es más intensamente gris que las otras!] Tan extrema y
total es esta condición humana, que no sólo viene dada desde la constitución sicobiológica
(completa) de especie, sino también desde el universo físico y natural (completo), e incluso
la mayor y suprema de todas las trampas y limitaciones humanas: desde la naturaleza de la
CONCIENCIA-YO misma. He venido hablando de esto en ensayos anteriores 1, y recurro a
la repetición, aunque de una nueva manera, para intentar seguramente sólo otro nuevo
fiasco. ¿No hace el sol lo mismo cada mañana al levantarse por el horizonte como si fuese
la primera vez, aunque sólo pueda ser la última?... Y, aun así, hay algo de cierto en esa
absurda presunción de un “sol nuevo cada día”2.

Si hay algo con lo que tropiezo a cada instante como con una piedra dentro de mis dos
zapatos es la incapacidad de comunicarme y sintonizar con otro ser humano, aunque
incluso parezca que nos estamos comunicando, o que nos estamos conociendo, o estamos
compartiendo algo en común. [Sin embargo, pongo entre paréntesis la existencia del
AMOR, como una misteriosa excepción y anomalía trascendental de la condición humana
a este estado antropogénico ilusorio, pero que me requerirá hablar profusamente en otra
ocasión.] Por cierto, esta evidencia me resulta aún más penosa y triste cuando constato que
1
Véanse las Etiquetas acerca de “realidad” e “irrealidad”, en mi blog Conócete a ti mismo.
2
Heráclito, fr. 6 DK: “El sol nuevo cada día es”.
todas las personas humanas experimentan lo mismo, sólo que casi todas creen a pie juntillas
que sí se están comunicando y compartiendo con otros… La interacción humana es un puro
montaje ilusorio. Existe un monstruoso montaje colectivo ilusorio, porque un planeta es una
caja bien cerrada, o una sola sala de cine, como la caverna de Platón. Esto es lo que
conocemos y experimentamos como cultura, como ciencia, como sociedad, como pueblo,
como familia, como naturaleza, como economía, como historia, como raza, como
tecnología, como creencias, como matemáticas, como leyes, como saberes, etc., etc., etc.
¿A quién se le ocurriría cuestionar todo esto como ILUSORIO?... Si es lo más
evidentemente cierto y constatable; el pan de cada día; la necesidad de vivir aquí y ahora;
todo lo que tenemos; la grandeza de la existencia humana; la obra de Dios; lo más cierto y
seguro; lo que tiene tiempo incalculable hacia atrás y adelante; lo que ocupa un espacio
infinito, cuántico, y hasta multiversos; y blablablá… ¡Parece tan coherente y tan
consistente, y tan indudable, nuestra frágil y delirante realidad colectiva!... ¡Y si a eso
agregamos la delirancia individual, inevitable, tan insobornable, tan espontánea y natural,
tan inconciente, tan sicobiológica, como la colectiva! ¡Ésa que agregamos simplemente
porque existimos hasta la muerte como mente-yo y cuerpo-yo, clausurados dentro de un yo
único y exclusivo, delirante!... ¡El Universo interno!... ¡Uf!... Esto no lo hemos creado ex
nihilo nosotros. Sí lo hemos ratificado, lo hemos amado hasta con el instinto de
supervivencia, lo hemos validado desde que nacemos hasta que morimos, incluso aunque
nos suicidemos. Pero esto no nos hace ni culpables, ni imbéciles, ni miserables, ni
malignos; sólo nos manifiesta como co-responsables, co-imbéciles, co-miserables, co-
malignos, respecto de un ALGO CREADOR anterior y por encima de nosotros: el
verdadero “culpable”, “imbécil”, “miserable” y “maligno” de ESTO AQUÍ, EN TODAS
PARTES Y SIEMPRE ILUSORIO Y DELIRANTE. Aunque los conceptos y
experiencias de culpabilidad, miseria, imbecilidad y malignidad sean tan
sobresalientemente antropogénicos, es decir, EGO-ilusorios, y sólo de rebote le calcen
(antropogénicamente) a ese ALGO CREADOR…

Bueno, ¡tenemos que delirar!... Eso es en unas pocas palabras el “Principio Antropogénico
(PA) de realidad e irrealidad”. Pero es un delirio atractivo y recursivo, que se sustenta
desde un yo que delira mientras vive y que se alimenta de toda ilusión externa (objetiva) a
sí mismo, tan ilusoriamente convincente en conjunto que tenemos que aceptarlo como LA
REALIDAD. Pero, ¡que conste!, basta que escarbemos un poquito con entereza y osadía
para que comience a descascararse la pintura de la escenografía universal, y a cuartearse y
reblandecerse la consistencia sólida de los muros ontológicos auto-antropogénico-
sustentados. Nunca han resistido al espíritu-feto trascendente, al espíritu temerario, divino-
demoníaco, abierto y cuestionador que se gesta todavía en el útero de la EVA paradisíaca,
esa hembra-virgen arrastrada por un mandato eónico al AQUÍ Y EL AHORA NUESTROS,
TAN NUESTROS. Pero ¡qué difícil es encontrar estos fetos caminando ya por las calles de
un gran Santiago, o de un Pekín, o de un Washington, lo mismo que en los ashrams de la
India, o en las gompas del Tibet, o en los bosques chamánicos, o en las soledades de esta
Tierra!... Por ahora, esos Fetos andan volando por los cielos como ovnis y alienígenas, más
que en cualquier otra parte (híbridos).

Sí, es verdad que creo que es posible avanzar hacia una especie de más allá de la ilusión
delirante del Principio Antropogénico, aunque sea más difícil que cualquier otra cosa que
podamos experimentar intencional o naturalmente como seres humanos. ¿Qué puede ser
más difícil para una condición y naturaleza humanas que superar su propio deliro, y el
delirio universal, DELIRANDO que se puede superar, o cómo se pueda superar, o
simplemente delirando TODO?... Aunque tardemos miles y millones de años, reencarnando
karmáticamente, o por mera evolución natural, toda ilusión delirante antropogénica – lo
creo intuitivamente hasta hoy -, contiene inexorable, oculta y misteriosamente la entelequia
delirante de la autosuperación del delirio alucinante TOTAL…

Concluyo que somos basura cósmica, pero no acabada como basura3.

3
De igual manera pensaba Heráclito, fr.124 DK: “Desecho al azar amontonado, el más bello cosmos.”

También podría gustarte