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CAPÍTULO 7
DEL DERECHO DE PROPIEDAD
a) El dominio y la cuestión social
Sin perjuicio de reconocer la existencia de la propiedad en ordenamientos
jurídicos tales como el hebreo, donde se aprecia, sin duda, una regulación de la
propiedad fuertemente teñida de contenido moral y ético, que se integra dentro del
marco de la religión, entendida como una norma de vida que reglamenta todo el
comportamiento del individuo; o el mismo Código de Hammurabi, es sin duda en Roma
donde este instituto se regula de un modo sistemático y desde donde la gran mayoría de
los civilistas analizan la propiedad partiendo justamente delordenamiento romano.
Es opinión en doctrina que originariamente la única forma de propiedad
conocida en Roma era el dominium ex iure quiritum, reservada solamente a los
ciudadanos romanos y referida a las res mancipi. (aquellas cuya transmisión debía ser
operada por solemnidades especiales, como ser la mancipatio o la in iure cessio, se
comprendían en esta denominación los fundos itálicos, las servidumbres prediales
rústicas constituidas sobre dichos fundos, los esclavos y las bestias de tiro y carga). Este
tipo de propiedad estaba protegida por la reivindicatio.
Junto a este tipo de propiedad, en una época imprecisa, comenzó
paulatinamente a configurarse la propiedad pretoriana, conocida por los jurisconsultos
romanos con la expresión in bonis habere. Esta propiedad era protegida por el pretor,
por lo que en la práctica podía equipararse con el dominio quiritario, aunque
jurídicamente no estaba en la misma situación que el propietario ex iure quiritum.
En cuanto a la concepción romana sobre el dominio, los jurisconsultos clásicos no
dieron una definición precisa de él (completamente de acuerdo con al mentalidad
romana poco amiga de las definiciones y de las generalizaciones), sino que más bien se
limitaron a analizar sus beneficios y caracteres. De allí que los glosadores y
comentaristas posteriores, al analizar los escritos romanos acuñaron la conocida
expresión alusiva al derecho de propiedad: ius fruendi, ius utendi, ius abutendi; es decir,
la propiedad comprende el derecho de gozar, usar y abusar de la cosa.
De esto se desprende que el propietario romano tenía sobre la cosa un poder
absoluto; aunque la ley le imponía algunas restricciones al ejercicio de su derecho (el
deber de dejar libre un espacio de dos pies y medio en el límite con el vecino, el deber
de abstenerse de la realización de trabajos que puedan cambiar el curso de las aguas de
lluvia, etc.), sin embargo, lo expresado no quiere decir en ningún sentido que el
concepto de la propiedad llegue a los extremos individualistas de la doctrina capitalista
liberal.
Es así como a pesar de que se haya sostenido que uno de los caracteres del
derecho de propiedad en Roma haya sido su absolutismo, esta afirmación es correcta
solamente respecto de los primeros períodos de la evolución romana, cuando los
poderes del jefe de la gens romana se concentraban sobre el territorio que éste
dominaba; sin embargo, desde muy temprano esos poderes del dueño, originalmente
irrestrictos, comenzaron a verse limitados tanto convencional como legalmente.
Una vez producida la caída del imperio romano y la sucesivas y frecuentes
invasiones bárbaras, los territorios invadidos, y las personas que vivían en elloshan
tenido que soportar modificaciones en el sistema jurídico, en el ordenamiento
económico, en la forma de vida. La institución de la propiedad no podía dejar de
resentirse a consecuencia de estos cambios.
En la Edad Media pueden encontrarse dos modos de organización de la
propiedad. Tenemos así la propiedad alodial, constituida por aquel tipo de propiedad
libre de cargas y servicios que era ejercida libremente, constituyendo en cierto modo
a.2. El marxismo
Como se acentuaron la miseria, las diferencias, las luchas de clases y el número
de indigentes, el capitalismo no confirmó sus expectativas.
Las reacciones que esto ocasionó, fueron sumamente radicales y entre ellas,
merece especial atención el marxismo.
Esta doctrina distingue entre:
1) Propiedad privada de los medios de producción: su consecuencia inevitable
es permitir que los más fuertes y hábiles se apropien de ellos, en tanto que los demás,
mucho más numerosos, deben limitarse a alienar su trabajo.
La producción privada engendra relaciones sociales de desigualdad y
explotación del hombre por el hombre, de una clase social por otra, lo cual deriva en
una lucha de clases originada en la división de la sociedad en dos campos hostiles.
2) Propiedad privada de los bienes de uso: no configura ninguna explotación. El
mismo Manifiesto Comunista sostiene que su intención no es la de abolir la apropiación
personal de los productos del trabajo indispensables para la reproducción y
desenvolvimiento de la vida humana.
Agrega, además, que ese tipo de apropiación, no deja ningún beneficio líquido
que pueda dar un poder sobre el trabajo del otro.
Sin lugar a dudas, el marxismo pretende abolir la propiedad de los medios de
producción, en cuanto ella está realizada por el trabajo social, y no puede pertenecer a
nadie, privadamente, ya que tal situación configuraría la existencia de un poder en
manos de un sector que determinaría la explotación de otros.
El marxismo no mira al capital como fuerza personal, sino como fuerza social,
que se obtiene por medio del trabajo colectivo; no se está intentando aquí abolir la
propiedad privada en cuanto ella tenga el carácter de un bien de uso que no sea utilizado
para apropiarse del trabajo de los demás.
Por el contrario, la propiedad de los medios de producción, debe ser abolida
porque institucionaliza la explotación del hombre por el hombre.
La teoría marxista parte de la afirmación de que lo que es de propiedad del
hombre no son las cosas, sino su trabajo, de allí, surge la observación de que es libre
aquél que trabaja para sí; porque el que trabaja para otro, vende su fuerza de trabajo y se
vende a sí mismo. La propiedad privada, en especial, la de los medios de producción,
determina inevitablemente que sean los más fuertes quiénes seapoderen de ella,
mientras que los demás, la inmensa mayoría, deben limitarse a malvender su trabajo y
sobrevivir como sea, por lo tanto, concluye Marx, que la propiedad privada acarrea
desigualdad, explotación y división de la sociedad en grupos hostiles, lo que genera
fatalmente, la lucha de clases.
a.3. Función social de la propiedad
Se debe al prestigioso estudioso francés León Duguit, la construcción de la
doctrina de la función social de la propiedad, en contraposición tanto al individualismo
exagerado del capitalismo liberal como a la supresión absoluta de la propiedad
impulsada por el marxismo.
Duguit presenta a la propiedad como un derecho conferido en miras a una
función social, que el propietario tiene el deber de cumplir a través de un ejercicio
correcto de su derecho. Así, el propietario tiene el derecho de usar y gozar de la cosa,
pero subordinado a la obligación de no dejar sus bienes sin aprovechar, y a permitir el
empleo de la cosa de su propiedad para actividades de interés social y común, como ser
la instalación de hilos telefónico, conductores de electricidad, acueductos, etc., con una
indemnización proporcional al daño causado a su propiedad.
religiosa, sino también todas aquellas cuestiones en que está involucrada la dignidad del
hombre como persona hecha a imagen y semejanza de Dios.
Toda la actividad del hombre que queda enmarcada por la ética y la moral, es
tema que debe ser tratado y examinado por la Iglesia y por ello no puede ser acusada de
invadir espacios de la sociedad temporal, tales como la política, la economía o la
biologia, por ejemplo.
A este nivel, que no es puramente teórico, ni técnico, sino de elevada
responsabilidad pastoral, se SITÚAN lúcidas enseñanzas de la Iglesia, que tratan de
conciliar el derecho particular del propietario con los intereses sociales, entre las que se
incluyen:
a) Rerum Novarum: escrita por el Papa León XIII en 1891. La época en que fue
redactada esta Encíclica se caracterizó por la gran problemática existente en la
economía industrial, la cual no fue condenada en sí misma, pero sí se condenaron sus
ideologías: liberalismo, socialismo, comunismo, etc.
Se considera a la propiedad como la base material para el desarrollo de la
personalidad humana, con carácter privado y función social.
Como no era posible la colaboración entre las clases sociales, el conflicto entre
ellas era un hecho.
Esta Encíclica está considerada como la Carta Magna de la cuestión social.
El Papa responsabiliza al Estado como intermediario en la solución de los
problemas entre patrones y obreros y afirma que la colectivización constituye un
despojo y que la propiedad es un derecho inherente al hombre, un derecho natural, por
lo que la autoridad pública no puede abolirla, sino solamente moderar su uso y
compaginarla con el bien común.
De la Encíclica se deduce que debe rechazarse de plano, la fantasía del
socialismo de reducir a común la propiedad privada, pues se daña a esos mismos a
quienes se pretende socorrer, repugna a los derechos naturales de los individuos y
perturba las funciones del Estado y la tranquilidad común, por lo que cuando se plantea
el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como
fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable.
b) Quadragessimo Anno: escrita por el Papa Pío XI en 1931, a los cuarenta años
de la publicación de la Rerum Novarum. Pío XI actualiza el pensamiento de la Iglesia
en materia social, realizando una reflexión sobre los frutos de la Encíclica de León XIIl
y afirma que la Iglesia jamás ha negado ni puesto en duda el doble carácter de la
propiedad -el que llaman individual y el que dicen, social- según que atienda al interés
de los particulares o mire al bien común, afirmando que, por la naturaleza o por el
Creador mismo, se ha conferido al hombreel derecho de dominio privado, tanto para
que los individuos puedan atender a sus necesidades propias y a las de su familias
cuanto para que, por medio de esta institución, los bienes que el Creador destinó a toda
la familia humana sirvan efectivamente para tal fin, todo lo cual no puede obtenerse, en
modo alguno, a no ser observando un orden firme y determinado.
Se examinan las relaciones del capital, del trabajo y del salario y se hace un
llamado final a la unión y a la cooperación. De la índole misma individual y social del
dominio, se sigue que los hombres deben tener presente en esta materia no sólo su
particular utilidad, sino también el bien común y cuando la necesidad lo exige y la ley
natural no lo determina, es cometido del Estado. Por consiguiente, la autoridad pública
puede decretar puntualmente, examinada la verdadera necesidad del bien común y
teniendo siempre presente la ley, tanto natural como divina, qué es lícito y qué no a los
poseedores en el uso.
mundo y al hombre, al que ha dado la tierra para que la domine con su trabajo y goce de
sus frutos (Génesis 1, 28-29).
Dios ha dado la tierra a todos los seres humanos para que ella sustente a todos
sus habitantes sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno, esta es la primera raíz del
destino universal de los bienes de la tierra.
Mediante su trabajo, el hombre, usando su inteligencia y su libertad, logra
dominar la tierra y hacer de ella su digna morada; de este modo, se apropia de una parte
de ella, la que ha conquistado con su trabajo y origina la propiedad privada individual.
Obviamente, el hombre no puede impedir que otros hombres obtengan su parte
del don de Dios, es más, debe cooperar con ellos para dominar juntos toda la tierra.
Finalmente, el Papa sostiene que existen otras formas de propiedad en nuestro
tiempo, que tienen importancia no inferior a la de la tierra: la propiedad del
conocimiento, de la técnica y del saber. En estos otros tipos de propiedad, mucho más
que en la de los recursos naturales, se funda la riqueza de las nacionesindustrializadas.
El problema de la propiedad ha sido y continúa siendo un tema que produce
estudios y análisis por parte de juristas, políticos, economistas, por parte de la Iglesia,
etc.
En este sentido, el artículo 109 de la Constitución Nacional establece la garantía de la
propiedad privada, fijándole límites legales, sin olvidar su función social y económica;
además, compromete al Estado a promover los medios para hacerla accesible a todos,
admitiéndose la expropiación por ley, en cada caso y porrazones de utilidad pública o
interés social, previo pago de una justa indemnización y, en el pensamiento de la
Iglesia, el trabajo y el contacto con la naturaleza, favorecen al hombre y lo ayudan a
acercarse al Creador, a pesar de que mucha gente, en un afán de acumular el mayor
número posible de riquezas, consideran a la propiedad como algo absoluto y se olvidan
de su subordinación al derecho de uso común y al destino universal de los bienes.
Es innegable, entonces, la capital importancia del problema de la distribución de
la propiedad privada y su íntima relación con las desigualdades sociales. Desde el inicio
de los tiempos, el dominio y su vinculación con la riqueza privada ha mantenido su
actualidad como problema.
La propiedad privada comporta, por su misma naturaleza, una función social
que corresponde a la ley del destino común de los bienes y, cuando este sentido social
es descuidado, se convierte en múltiple tentación de ambiciones y graves desórdenes
hasta dar pretexto a la impugnación de los derechos puestos en peligro.
En países donde se privilegia la propiedad individual sobre el interés social, la
brecha entre ricos y pobres se ensancha casi irreversiblemente.
Se imponen reformas que tengan por objeto el aumento de las condiciones de
vida y trabajo de las personas, aparte del estímulo a las iniciativas en el trabajo y al
reparto equitativo de las propiedades hasta ahora no aprovechables.
Esto debe ir acompañado de servicios indispensables como asistencia técnica,
educación, salud e infraestructura vial que aseguren el apoyo necesario para la
promoción de los sectores menos beneficiados. Y, cuantas veces el bien común lo exija,
debe imponerse una expropiación forzosa, previa indemnización valorada según la
equidad, teniendo en cuenta todas las circunstancias.
Hoy, tras haber empezado nuestra andadura por el siglo XXI, podemos decir
que la solución capitalista liberal ha sido superada. Parece haberse comprendido que no
puede dejarse al arbitrio del propietario el ejercicio desmedido de su derecho, sin
preocuparse del efecto nocivo que puede llegar a tener sobre las demás personas,
especialmente, sobre las menos favorecidas. La solución marxista también demostró su
ineficacia con la caída de la Unión Soviética y la liberalización económica subsiguiente