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ESTUDIOS

LOS ORIGENES DE ISRAEL


Cinco respuestas a un enigma histórico

JosE Luis Sicre


Facultad 'de Teclogla
Granada

Resumen

Este articulo presenta un panorama de las diversas teorías que pretenden


explicar cómo Israel llegó a afianzar su presencia en Canaán: conquista, asen-
tamiento pacifico, revolución camaina, simbiosis, evolución progresiva. Tras un
análisis d٠e todas estas t^rías, el autor concluye que los resultados más !wsitivos
para el estudio de los orígenes de Israel deten es^rarae de la arqueología.

SummaT،y

This article presents a panorama of the different theories which have


attempted to explain how Israel managed to consolidate its presence in Canaan:
by means of a inquest, pacific settlement, posant revolt, symbiosis or simply
as a result of a progressive evolution. After analysing each of these theories, the
author reaches the conclusion that archeology will provide the most ^sitive
results regarding Israel’s origin.

Pocos problemas de la historia de Israel están siendo tan debati.


dos actualmente como el de los orígenes del pueblo. Por desgracia,
el lector de lengua española no tiene casi ninguna información sobre
este tema, especialmente sobre las teorías surgidas en los Ultimos
años(l). La finalidad principal de este articulo es-informar, recogien-
do datos dispersos a veces en libros y revistas de difícil acceso. Al
mismo tiempo, indicar dOnde radican los principales problemas.
(1) Sólo conozco dos artículos de j. Trebolle, La Hberadón de Egipto y la
liberación de Canaan. Sociología Hica y teología bíblica, en el homenaje a
j. Alonso Diaz (Madrid 1٥84) 259-268; Id., “Historia y constitución del antiguo
Israel”: Sal Teme 72 (1984) 331-340.
Estudios Bíblicos 46 (1988) 421-456
422 ESTUDIOS BÍBLICOS —José Luis Sicre

Las teorías propuestas sobre los orígenes de Israel podemos agru-


parlas en cinco apartados: conquista, asentamiento, revolución cam-
pesina, simbiosis, evolución progresiva 2)‫)؛‬. Pero, antes de entrar en
las distintas interpretaciones, recordemos brevemente cOmo expone
los hechos el libro de Josué. Las doce tribus, procedentes de Trans-
Jordania, atraviesan el Jordán bajo el mando de Josué, se apoderan
rápidamente de JericO y Ay, y someten las zonas vecinas mediante
un pacto con los gabaonitas. Precisamente este pacto provocará el
enfrentamiento con los reyes cananeos del sur, que terminará con la
conquista de toda esta zona. Y, como consecuencia de ella, se forma-
rá una coalición de reyes cananeos del norte, que también serán de-
rrotados. De este modo, en una rápida campana, en una especie de
"guerra relámpago", las tribus se hacen con el dominio de todo el
territorio de Canaán, salvo algunas excepciones, actuando cruelmen-
te con los pueblos vencidos, a los que aplican la ley del anatema.
Esta presentación choca aparentemente con la que ofrece el ca-
pitulo primero del libro de los Jueces, donde las operaciones milita-
res están guiadas por cada una de las tribus, independientes entre
si, donde no juega papel alguno la figura de Josué, y donde se subraya
mucho más la imperfección de la conquista, indicando los territorios
que no pudieron ser dominados.
Entre los representantes modernos de esta postura tradicional
podemos citar a Kaufmann (3). Aunque reconoce que los relatos de
(2) Una exposición de los tres primera muelos en M. L. Chaney, Andent
Palestinian Peasant Movement and the Formation of Premonarchic Israel, en
D. N. Freedman y D. E. Graf (eds.), Paldine in Transition: The Emergence of
Ancient Israel (Sheffield 1083) 72-83. Las dos primeras posturas las expone muy
bien R. de Vaux, Historia antigm de Israel (Ed. Cristiandad, Madrid 1^5) II,
17-28. De Vaux también conoce y ex^ne la teoría de Mendenhall sobre la “re-
voluciOn campesina”, pero no le concede excesiva importancia, hasta el punto
de que en la pág. 27 afirma: ،،En una glabra, están en conflicto' dos solucio-
nes principales: la de Alt-Noth (...) y la de Albright”. Al cato de pocos año,
la situación ha cambiado mucho. ‫ ﻣﻞ‬que ahora se dipute, después 'de la publi-
cación de la obra de Gottwald que más torde citaremos, es la atornativa entre
“revolución camaina” y “simbiosis” (Fritz) o “evolución gradual” (tomche).
Es clásica la obra de M. Weippert, Die Landnahme der israelitischen Stämme in
der neuren wissenschaftlichen Diskussion (FRLANT 92; Gotinga 1987). Una ex-
^sición y critica más detallada de los modelos de “conquisto” y “asentamiento
pacifico»’ en N. p. Lemche, Early Israel Anthropological and Histórica¡ Stáíes
on the Israelite Society Before the Monarchy (SVT XXXVII; Leiden 1985). Véan-
se también las aportación, de Gottwald, Hercmann, Krchavi, Mazar, Callaway,
Rudolph Cohen. Israel Finkelstein, stager y Tsevat en Bibliccd Archaeology To-
day. Proceedings of the International Congress on Biblical Archaeology. Jerusa-
lem, April 1984 (Jerusalén 1985) 31-95. G. w. Ramsey, The Quest for the Historical
Israel Reconstructing Israels Early History (tondreS 1982), introduce a las prin-
cipales teorías robre el periodo patriarcal, el éxodo, la alianza y el asentamiento.
(3) Y. Kaufmann, The Biblical Accmt of the Conquest of Palestine (Je-
rusalén 1953, reeditado en 1985); Id., “Traditions Concerning Early Israelite His-
tory in Canaan”: Scripta Hierosolimitana 8 (1981) 3Œ-34. Que los argumentos
militares y arquroló^cos prueban la probabflidad del relato de la conquisto, tel
LOS ORIGENES DE ISRAEL 423

la conquista están rodeados de una nube de leyenda, sostiene que


responden a la realidad histórica. La conquista fue obra de todas las
tribus, que se habían unido en el desierto en virtud de una alianza
religiosa y nacional. Josué fue un personaje de excepción, que com-
prendió que la conquista sólo se lograría si las tribus se mantenían
unidas en el combate y conservaban su moral. Por esto retrasó el
asentamiento hasta que se terminaron los combates: no ocupó ni re-
construyó ninguna de las ciudades conquistadas, sino que mantuvo
al pueblo en el campamento, adonde se regresaba después de cada
campaña. Sostuvo su moral con gestos que le infundían una confian-
za absoluta en la victoria: la erección de piedras en Guilgal después
de cruzar el Jordán, la maldición de Jericó después de tomar la ciu-
dad, el colgamiento del rey de Ay, el altar del monte Ebal, la mutila-
ción de los caballos y la destrucción de los carros después de vencer
a los reyes del norte. Josué no sólo comprende la psicología del pue-
blo; es además un estratega excelente‫ ؛‬si mantiene su campamento en
Guilgal es porque va devastando todo el pais a medida que lo con-
quista y porque debe sacar sus provisiones de Transjordania; por
otra parte, debe estar alerta contra una posible acción de Amón y
Moab, que podían atacarle por la espalda. El capitulo primero de
Jueces no ofrece una imagen opuesta. Narra lo que ocurrió después
de la muerte de Josué. Este había repartido el territorio, pero la con-
quista no estaba terminada, y las tribus tuvieron que continuar indi-
vidualmente la lucha para asegurarse la posesión de la tierra. Jue 1
es la continuación histórica del libro de Josué, no se halla en con-
flicto con él.
La teoría de Kaufmann resulta muy atractiva porque salva total-
mente los datos bíblicos. Pero el P. de Vaux, al que he seguido en
su síntesis de este autor, termina diciendo que es inaceptable: “No
tiene en cuenta los resultados mejor avalados de la critica literaria,
la critica de las tradiciones y la critica histórica. (...) Kaufmann des-
conoce o resta importancia a los elementos que se oponen a su teo-
ría: el tratado con los gabaonitas, la situación en Siquén, el estado
incompleto de la conquista. Resulta paradójico querer situar en la
época de Josué el mapa de las tribus y las listas de ciudades de
Jos 13-19. Finalmente, Kaufmann no tiene en cuenta los testimonios
externos de la arqueología 4)‫)ا‬.

como la cuenta el libro de Josué, incluso en sus detalles, 10‫ ׳‬defiende también
Y. Yadin, “The Conquest of Canaan in the Book of Joshua. Military and Ar-
chaeological Aspects‫”׳‬: Dor le Dor 13 (1985) 141-150.
(4) Historia antigua de Israel II, 10. La actitud negativa ante Kaufmann
se advierte también en quienes recensionan la reedición de su 0'bra en 1985.
De una, u otra manera, todos se preguntan a qué viene‫ ׳‬reeditar una expo'SiciOn
tan poco científica.
424 ESTUDIOS BÍBLICOS - José Luis Sicre

Más adelante veremos la versión matizada de la conquista que


representan Albright y sus discípulos, la llamada “escuela norteameri-
cana”. Pero ya que, en gran parte, esta opinión supone una respues‫״‬
ta a la teoría del asentamiento pacifico, defendida por Alt y Noth
(la “escuela alemana”), conviene exponer primero este punto de vista.

I. Modelo del asentamiento) pacífico

A comienzos de siglo, los historiadores de Israel dedicaron gran


atención a los problemas relacionados con la entrada de los Israeli-
‫־‬tas en Palestina: cuándo llegaron, de dónde venían, que relación es-
tablecieron con los habitantes anterioras del pais, cómo afectó esta
nueva situación a la vida y las ideas del pueblo (S). ,Sin embargo, para
responder a estas preguntas las tradiciones bíblicas resultan insufl-
cientes, y los autores deben rellenarlas con elementos hipoteticos que
hacen cada vez menos creíble el cuadro resultante. Por eso, en 1925,
Albrecht Alt decide adoptar un nuevo punto de partida, incluyendo
en el estudio materiales desaprovechados hasta entonces y que le per-
miten trazar una historia de las divisiones territoriales del pais antes
y después de la llegada de los israelitas a‫ ־‬Palestina (6).
A estos dos aspectos dedica las dos primeras partes de su intere‫־‬
sante articulo. No podemos entrar en detalles. Lo importante es que
Canaán estaba dividido en gran número de ciudades-estado desde co-
mienzos del segundo milenio. Pero la situación no era la mi'Sma en
la llanura y la montaña: las ciudades-estado se agrupaban en las llanu-
ras, mientras que en las regiones montañosas eran poco frecuentes,
y se formaron estados mucho mayores: Jasor en el norte, Siquén en
el centro. Fue en estas zonas montañosas, peor organizadas política-
mente y probablemente menos pobladas, donde primero se asentaron
los israelitas. En cambio, las antiguas ciudades-estado se vieron al
‫׳‬principio poco afectadas por su aparición y sólo en pequeña parte
fueron destruidas inmediatamente. Su conquista definitiva tuvo lugar
kcho más tarde, durante la monarquía, a comienzos del primer
‫׳‬milenio.
(5) Véase es^cialmente steuernagel. Die Einwanderung der Israelitischen
Stämme in Kanaan (1901); Ed. Meyer, Die Israeliten und ihre Näharstamme
(19^); Böhl, Kanaair und Hebräer (1911); Weinheimer, Hebräer und Israeliten
(1912); Sellin, Gilgal (1917); Burney, Israel’s Settlement in Canaan (1913); Weill,
UinUlation des Israelites en Palestine (1924), además de las Birrias de Is-
rael de Guthe, Kittel y Sellin.
(6) A. Alt, Die Laràahme der Israeliten in Palästina (Leipzig 1925) = Kleine
Schñften I, 89-125; 'traducido al inglés The Settlement of the Israelites in Pa!
lestine, en A. Alt, Essays on Old Testament Hîàry and Religion ,(Nueva York
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Estas ideas sobre el asentamiento, apenas esbozadas en el articu-


lo de 1925, las desarrollará Alt años más tarde (1939) en otro impor-
tante articulo (7).
En la primera parte (“las empresas militares”) comienza consta‫־‬
tando un becho extraño: si los israelitas (orno afirma la tradición
bíblica— conquistaron diversas fortalezas cananeas, lo lógico es que
las hubiesen convertido en centro politico de las respectivas tribus.
Pero no ocurre asi, como se advierte en las tradiciones de Jos y Jue 1
sobre la conquista de Jerusalén, JericO, Ay, Betel y Galilea. Por con-
siguiente, lo más probable es que no hubiese al principio conflictos ar-
mados. Estos tuvieron lugar más adelante, cuando de la etapa del asen-
tamiento {Landnahme) se pasó a la de consolidación y ampliación del
territorio {Landesausbau), ^tonces, ¿por qué conceden las tradicio-
nes bíblicas tanta importancia a las campafias militares durante la eta-
pa del asentamiento, si en reali'dad eso ocurrió más tarde? Hay di‫־‬
versos factores que lo explican: a) 10' que ocurrió realmente en los
primeros momentos se prestaba poco a ser contado, ya que carecía
del dramatismo necesario para que se grabase en la memoria‫ ؛‬en
cambio, las empresas militares de la etapa de consolidación se recor‫־‬
darían fácilmente‫ ؛‬b) los relatos de estas lU'Chas eran muy importan‫״‬
tes, ya que justificaban las pretensiones territoriales de cada tribu‫؛‬
c) quienes recopilaron estas tradiciones, aparte de que se vieron obli-
gados a respetarlas, difícilmente podían imaginar lo sucedido de for-
ma distinta.
Naturalmente, para admitir esta teoría de dos etapas principales
(asentamiento y consolidación) hay que probar la existencia de un
momento en el que no existieron conflictos entre las tribus israelitas
y las ciudades cananeas. A este tema dedica la segunda parte del ar-
ticulo (“el proceso pacifico”). Incluso las tradiciones más antipas
de ataques a ciudades (Betel, Jericó, Ay) dejan claro que los israeli-
tas no podían llevar a cabo un ataque regular contra ellos. Betel la
conquistan gracias a una traición. Ay con una estratagema, Jericó de
forma milagrosa. Es lógico que las tradiciones reflejen esta menta-
lidad. En el fondo, los autores estaban convencidos de que las tribus
venían del desierto ‫׳‬y no tenían las armas ni la experiencia militar
necesarias.
Esta idea de que las tribus proceden del desierto permite otras
consideraciones sobre la forma y el proceso del asentamiento.' El paso
de tribus del desierto a la tierra cultivada es un hecho normal en
Siria, Mesopotamia y Babilonia. Hay mucho material comparativo que
podemos y debemos utilizar para hacemos una idea de lo ocurrido
(7) “Erwägungen über die Landnahme der Israeliten in Palästina”: PJB 35
(193٥) 863‫ ־‬: Kleine Schriften I, 126-75.
426 ESTUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

al antiguo Israel. Este material nos permite advertir que se trata de


un proceso muy lento que implica a una serie de generaciones. Por
otra parte, este proceso se desencadena por las necesidades de la zona
en que viven estas tribus y por su tipo de economía. Al ser pastores,
deben buscar nuevos pastos cuando llega el verano, y sólo los en-
cuentran en el borde y el interior de la tierra cultivada. Asi, los pas‫־‬
tores nómadas pasan más o menos regularmente del desierto a la
tierra cultivada. Y este paso es aún más frecuente entre los pastores
seminOmadas. Cuando empiezan las lluvias, se retiran al desierto y
los campesinos siembran. Entre nómadas y sedentarios hay mucho
intercambio comercial, pero son grupos netamente distintos.
Lo mismo ocurrid con las tribus israelitas. Este paso anual de la
estepa a la tierra cultivada fue la etapa previa al asentamiento (re‫־‬
cordar .la tradición de Simeón y Levi en Siquén). La ausencia de tra-
diciones sobre conflictos demuestra que al principio se trató de un
fenómeno pacifico. Probablemente se instalaban en zonas retiradas de
las ciudades cananeas, poco aptas para la agricultura, donde no en-
contrarían muchos habitantes y podían ponerse fácilmente de acuer‫־‬
do con posibles pastores cananeos.
Esta primera etapa no podemos llamarla propiamente de asenta‫״‬
miento. Pero basta un pequeño impulso para que se producá el paso
definitivo a la tierra cultivada. El impulso pudo ‫׳‬deberse en ocasiones
a que los pastos de invierno se veían amenazados por otras tribus
del desierto 0 de la estepa (aquí podría enraizar la tradicional enemis-
tad con los amalequitas). Pero más decisivo fue el cambio en la eco-
nomia de las tribus, que las hizo dedicarse a la agricultura. No hacia
falta renunciar a cambiar anualmente de pastos, ya que el cultivo era
poco intenso y bastaba que se quedasen unos grupos mientras otros
emigraban con el ganado. Las cosas cambiaron cuando una tribu con‫־‬
siguió limpiar el monte para dedicarlo a la agricultura. Entonces hace
falta más gente que adopte una vida sedent-aria. A este proceso con-
tribuyó también la adopción de ganado mayor, con menos movilidad
que ovejas y cabras. Tal estado podemos llamarlo de asentamiento,
y se llegó a él por pasos muy distintos, no de forma unitaria.
En la tercera parte ("el momento histórico”) indica Alt la dificul-
tad de situar cronológicamente estos hechos. En contra de lo que se
hacia antes, con su teoría resulta necesario analizar el c-aso de cada
tribu y los diversos estadios por que pasó cada una de ellas. Lo que
si podemos decir es que las etapas de asentamiento y consolidación
de las tribus se habían cerrado ya en el paso .del segundo al primer
milenio. Las conquistas que ocurren más tarde, especialment en tiem-
pos de David, pertenecen a un fenómeno distinto, ,como lo demuestra
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 427

el hecho de que las ciudades y tierras conquistadas no se conviertan


en propinad de las tribus, sino de la corona.
Sin entrar en más profundidades, digamos simplemente que, se-
gún Alt, el asentamiento del primer grupo, la Casa de José, debió
ocurrir en los siglos χπ o XIII, y las luchas por la consolidación en
los siglos XII y XI. Pero en este contexto trata Alt, casi de pasada, un
tema de gran interés, el valor de la arqueología, al que tanta impor-
tancia concedía por entonces la escuela norteamericana para justifl-
car su teoría de la conquista militar. Recuerdo unas palabras de Alt:
“No toda destrucción experimentada por una localidad cananea en
tiempos del asentamiento israelita tiene que ser consecuencia de una
conquista, y no tÉ conquista tiene que ser obra de los israelitas;
las rivalidades entre los muchos monarcas cananeos, las oscilaciones
del dominio egipcio sobre el pais y 'de la actitud de los reyes locales
ante Egipto, la irrupción de los filisteos y de otros grupos extranje-
ros, ofrecen una multitud de posibilidades para la destrucción tempo-
ral 0 duradera de las antiguas poblaciones, sobre todo teniendo en
cuenta que eran centros de poder y, en cuanto tales, estaban más
expuestos a las consecuencias de los cambios en las grandes y ^que-
fias potencias políticas” (p. 1568).
A continuación, aim con peligro de repetir algunas ideas anteriores,
recuerdo cómo presenta Martin Noth (8) el proceso de la ocupación
del pais. “Las tribus penetraron en comarcas que en la Edad del Bron-
ce habían estado escasamente habitadas o no lo habían estado en
absoluto. (...) En las zonas ocupadas por los israelitas sólo había
escasos y dispereos poblados cananeos, que, más pronto 0 más tar-
de, las tribus debieron tomar por la fuerza: pero eso no si^iflca que
se produjeran luchas con la masa de los cananeos que no habitaba
los territorios israelitas. (...) En general, las tribus se instalaron en
el pais de forma tranquila, pacifica, sin que sus primitivos ocupantes
se preocuparan por ello. Podemos suponer que esto se produjo de ma-
nera parecida a lo que hacen en nuestros dias los seminómadas y su
ganado menor. (...) Los israelitas eran seminómadas ansiosos de tie-
rras, y al trashumar, cuando empezaron a penetrar en el pais, aca-
baron por establecerse en las regiones de escasa densidad de pobla-
cidn, desde las cuales fueron extendiéndose, aun cuando al principio
la expansión tuvo un carácter pacifico. Esto significa que la ocupa-
ción israelita fue un proceso que se prolongó bastante, no solamente
debido a que cada tribu necesite cierto tiempo para hacerse dueña
de su territorio, sino también porque no talas las tribus se asenta-
(8) Sigo literalmente su exposicion en Historia de Israel (Barcelona 1966)
76-89. Esta obra, cuya prtmera edición alemana es de 19», resume estudios an-
teriores.
428 ESTUDIOS BÍBLICOS —José Luis Sicre

ron al mismo tiempo". “La prehistoria ‫׳‬de las tribus y su instalación


constituyen hechos más complejos de lo que nos presenta más tarde
la tradición del Antiguo Testamento. (...) Parece cierto que la sangre
tuvo una fuerza básica en la formación de las tribus e incluso en la
yuxtaposición de algunas de ellas. Pero, además, hubo circunstancias
históricas particulares que provocaron la unión de los clanes m,ás
o menos emparentados hasta llegar a la formación de una tribu, y a
la fusión de cierto nUmero de tribus hasta formar un conjunto tri‫־‬
bal. (...) Algunas tribus israelitas llevan nombres de origen geográfico,
derivados del pais en que se instalaron (casos de Judá, Benjamin,
Efraim y posiblemente también de Neftalí)‫ ؛‬ocurrió en otros casos
que ciertas tribus adoptaron el que les fue impuesto por las circuns-
tancias en que tomaron posesión de su territorio (Isacar), lo cual
muestra que las tribus no adquirieron un nombre hasta después de
su asentamiento definitivo en Palestina. (...) De ello se deduce que,
antes de su asentamiento, las tribus no formaron asociaciones cerra‫־‬
das, limitándose a la reunión de algunos clanes, y que solamente se
transformaron en tribus después ‫׳‬de tener una vida comUn en Pa‫־‬
lestina".
Tras analizar el asentamiento de las distintas tribus a partir de
los datos sueltos que ofrece el Antiguo Testamento concluye afir-
mando que “los comienzos de la ocupación israelita deben fecharse
en la segunda mitad del siglo XIV a.c., y el final de la ocupación ha
d‫׳‬e fijarse por lo menos un siglo antes de la coronación de SaUl, es
decir, hacia el 1100 a.c. “No obstante, no debe llegarse a la conclu-
sidn de que la ocupación israelita necesitó dos siglos para comple-
tarse. Es probable que la toma de posesión se desarrollase en un
intervalo más r^ucido, quizá en unas decenas de afios. (...) En los
Ultimos tiempos, a menudo se ha intentado fechar la ocupación israe-
lita y algunos de sus aspectos gracias a la arqueología. (...) Pero
hasta ahora no hemos dado con un solo caso seguro. Las tribus no
obtuvieron sus territorios por la fuerza, ni destruyendo las ciudades
cananeas; los israelitas se instalaron de preferencia en centros pro-
pios de nueva fundación‫ ؛‬si gracias a la arqueología se pudiesen datar
exactamente los comienzos de estas nuevas fundaciones, poseeríamos
indicios para fijar la fecha de la ocupación. Pero esto resulta prác-
ticamente imposible”.
Por Ultimo, indica que “la ocupación de Palestina se integra en
un acontecimiento histórico de mayor repercusión. Hacia la misma
época, en todas las regiones fronterizas de Siria y Palestina y aun
Mesopotamia, entre los cursos superiores del Eufrates y el Tigris, y
en el Eufrates m^io, aparecieron pueblos en busca de tierras. (...) En
la inmediata vecindad de las tribus israelitas, el mismo movimiento
LOS ORÍGENES DE ISRAEL m

étnico había hecho que numerosos clanes se establecieran al sur de


Transjordania, que desde muchos siglos atrás estaba deshabitado.
(...) En Siria y Mesopotamia, esos pueblos eran conocidos con el
nombre genérico de ‘arameos’. Por esto se llama ‘invasión aramea’
al gran movimiento de elementos múltiples y variados, que, durante
el periodo de transición de la Edad del Bronce a la del Hierro, se lan-
zó desde el desierto siro-arábigo sobre las tierras de cultivo .y sus
alrededores. La ocupación israelita constituye una faceta especial que
debe tenerse en cuenta si se quiere evitar el error de tratarla como un
fenómeno aislado que se produjo de acuerdo con un plan previamen-
te concertado".
La exposición anterior, basada exclusivamente en la Histoâ de
Israel, no deja suficientemente acentuado el valor relativo de la ar‫־‬
queologia para Noth (igual que para su maestro, Alt). Según él, estas,
conclusiones, que deriva del análisis de las tradiciones bíblicas, no
debe ser modificado por el testimonio externo de la arqueología, ya
que sus datos se presentan a interpretaciones muy distintas (9). Por
ejemplo, el que encontremos una ciudad destruida no prueba auto‫־‬
máticamente que la destruyeran los israelitas‫ ؛‬pudieron hacerlo otros
pueblos, 0 ser la consecuencia final de una serie de conflictos intemos..
Además, Jericó estaba en minas cuando llegó Josué, Ay lo estaba des‫־‬
de mediados del tercer milenio. El Unico dato positivo de la arqueo‫״‬
logia lo constituyen las excavaciones de Jasor, que demuestran que
fue destraida e incendiada a finales del siglo XIII, lo cual esta de
acuerdo con Jos 11,1013‫־‬. En resumen. Noth piensa que la arqueolo‫־‬
gia no confirma el carácter histórico de los relatos de la conquista,
de Josué, sino los resultados de la critica literaria.
La teoría de Alt-Noth la defendió posteriormente M. Weippert(lO),
pero reconociendo que es posible modificarla, revalorizando las tra‫־‬
diciones de la Casa de José sobre una conquista por las armas y so‫־‬
bre el papel de Josué. Afios después, Weippert presenta la historia
primera de Israel en tres etapas (11): a) en el Bronce Tardío se si‫־‬

(9) Aquí radica el mayor conflicto con la “escuela norteamerirana", repre-


sentada -especialmente ^r Albright, de la que hablaremos luego, obre la p-
tura de Noth en este tema véanse ،،Grundsätzliches zur geschichtlichen Deutung
archäologischer Befunde auf dem Boden Palästinas”: PJB 34 (1938) 7-22‫ ؛‬Hat
die Bibel th Recht?, en Hom. G. Dehm (Neukirchen-Vluyn 1957) 8-22‫ ؛‬Der
Beitrag der Archäologie zur Geschichte Israels, en Congress Volume. Oxford (1960)
262-82.
(10) Die Landihme der israelitischen Stämme in der neueren Wissenschaft!
He Diskussion (FELANT 92‫^ ؛‬tinga 1967).
(11) M. Weippert, The Israelite “Conquest" and the Evidence from Transfer-
dan, en F. M. Cross (ed.), Sym0a celebrating the Seventy-Fifth Anniversary
of the Fining of the ASOR (1979) 16-34‫ ؛‬Id., Remarks on the History of
Settlement in Southern Jordan during the Early Iron Age, en A. Hadidi (ed.).
Studies in the History and Archaeology of Jordan (Amman 1982) 153-162.
430 ESTUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

Uan los patriarcas, que eran nómadas shasou; b) se forma un sistema


tribal, con culto al dios El; este sistema tribal esta testimoniado por
la estela de Memeptah; c) e-sta federación “se convierte” al culto a
Yahvé influida por grupos que han tenido la experiencia del Exodo
o del Sinai.
La teoría del asentamiento pacifico ha sido duramente criticada
por recurrir demasiado fácilmente a la etiología y por olvidar 0 me-
nospreciar el testimonio externo de la arqueología. En cuanto a lo
primero, se insiste en que la etiología no tiene por qué inventarse
los hechos, aparte de que sólo suele afectar a ciertos detalles del re-
‫־‬lato (12). La se^mda critica, basada en el menosprecio de la arqueo-
logia, ha de ser muy matizada, ya que los descubrimientos arqueold-
gicos recientes parecen dar razón a su postura, como reconocen Ko-
chavi y Callaway entre otros. En la actualidad, la mayor objeción que
le harían algunos es su idea de que los primeros israelitas eran pas-
tores semindmadas y todo el planteamiento del tema del nomadismo.
Pero antes de introducirnos en esta problemática, suscitada especial-
‫׳‬mente por Gottwald, nos fijaremos en el punto de vista de la llama-
da “escuela norteamericana”, con su replanteamiento del modelo de
la “conquista”.

II. El modelo moderno de la “conquista”

Si Alt y Noth se basaban casi exclusivamente en el análisis de las


tradiciones, la "‘escuela norteamericana”, capitaneada por Albright (13)
y sus discípulos 14)‫)׳‬, concede un papel preponderante a la arqueolo-
(12) La interpretación etiológica de los relatos sobre Josué se encuentra en
un articulo de Alt de 1936, publirado en BZAW 66, 13-29. ^bre el tema cf.
A. raáñez Arana, “Las narraciones etioOgicas en Jos 1-11”: Lumen 1969) 340-66;
B. Marconcini, “Giosué 1-12: Etiología storica in pros^ttiva religiosa: Bibbia e
Oriente 14 1972) 3-12. Sobre la etiopia en general, I. L. ^eligmann, “Aetiolo-
gical Elements in Bi'blical Historiography”: Zim 26 1961) 141-69; B. s. Childs,
“A Study of the Formula ‘until this Day’”: JBL 62 1963) 279-92; B. o. I*>ng,
The Problem of Etiological Narrative in the Old Testament (BZAW 108; 1^8);
F. Golka: “Zur Erforschung der Ätiologien im Altem Testament”: VT 20 (1970)
90-98; B. Diebner-H. Schult, “Aetiologische Texte im AT”: DBAT 5 (1974) 1-34;
6 (1974) 6-30; 7 1974) 2-17; 10 (1976) 2-9; F. V. Golker, “The Aetiologio in the
Old Testament”: VT 26 (1976) 410-28; 27 (1977) 2647‫־‬.
(13) Entre los numerosos estudios de este autor véase ^pecialmente w. F.
Albright, De la edad de piedra al (Étiamsmo. El marco histórico y cultural ‫־‬de
la Biblia (Santander 1959). obre el tema que nos ocupa recordemos The Ar-
chaeology of Palestine and the Bible (Nueva York 1923); “Archaeology and the
Date of the Hebrew Conquest of Palestine”: BASOR 58 (1935) 10-18; “The Is-
raelite Conquit of Palatine in the Light of Archaeol^y: BASOR 74 (1939)
11-2; Archaeology and the Religion of Israel ‫(׳‬Baltimore 1946); The Bilal Pe-
Hod from Abraham to Ezra (Nueva York 1963).
(14) De ellos, los más conwidos en Espafia son J. Bright, por su Historia
LOS ORÍG- DE ISRAEL 431

gia. Aunque no comparten la postura simplista de quienes interpretan


a la letra el libro de Josué, piensan que hubo realmente una conquis‫־‬
ta, cuya fase principal se desarrollo en la segunda mitad del siglo XIII.
“Los israelitas procedieron sin pérdida ‫׳‬de tiempo a destruir y ocu‫־‬
par ciudades cananeas en todo el pais. Betel pudo haber sido una
de las primeras en caer, como podría esperarse de su posición al
descubierto. Fue capturada durante el siglo XII y quemada hasta los
cimientos, como lo muestran los indicios de un incendio devastador,
hallados en las excavaciones de 1934. Laquis cayo hacia el 1220 a٠c٠,
o poco más tarde, como lo prueba una in-scripciOn hierática de una
taza encontrada en 1937 entre los escombros de la Ultima ciudad ca‫״‬
nanea. Qiriat -Sefer ‫(׳‬si se la identifica correctamente con Tell Beit
Mirsim) fue destruida a fuego hacia el mismo tiempo. (...) Excava-
ciones y exploraciones arqueológicas están iluminando cada vez más
el carácter de la ocupación israelita más antigua, hacia 1200 a.c٠”(15).
En todos estos casos, las ciudades cananeas son remplazadas, con
0 sin -intervalo, por una ocupación mucho más pobre: como esta ocu-
pación coincide con el asentamiento de los israelitas, éstos deben ser
tenidos por los responsables de las destrucciones. Ante la objeción
de que Jericó fue destruida en el siglo XIV, Albright responde que los
Ultimos estratos del Bronce Reciente fueron corroídos por el viento
y la lluvia durante los cuatro siglos .que separaron su destrucción, en
tiempos de Josué, de su reocupación, en la época ‫׳‬de Ajab. En el caso
de Ay, consta que fue destruida en el tercer milenio. Pero Albright
responde que la tradición transfirió a esta “ruina” (Ay) el relato de
la conquista de la cercana ciudad de Betel. En resumen, con palabras
de Wright, “la geografía histórica del pais, junto con los datos arqueo‫־‬
lógicos, hace que nos resulte imposible admitir los puntos de vista
de los anteriores investigadores, para quienes la conquista no fue
otra cosa que un proceso gradual de ósmosis”(16). Hay que afirmar
que los israelitas se establecieron por una conquista y que Josué des‫״‬
empeñó un papel en ella (17).
Como insinuamos antes. Noth no tardó en responder a esta con-
fianza tan optimista en los resultados de la arqueología. Los datos
de Israel, y G. E. Wright, por su Arqueología bíblica (Ed. Cristiandad, Madrid
1975). Pero téngase en cuenta que ambos se muestran en ciertos puntos más
escépticos que su maestro. Concretamente, Bright, en su Ultima edición, ha admi-
tido ciertos datos de la teoría de Mendenhall.
(15) De la edad de piedra al crlmismo, 219.
(16) Arqueología bíblica, 101.
(17) Al comparar los datos del libro de Josué con Jue 1 escrito Albright: “De
esto -se deduce, por ejemplo, que la tradición amplié el ^pel de Josué y que él
tuvo en realidad menos que ver con la conquista .de Judea y Galilea de lo que
ludria parecer de una lectura superficial del libro que lleva su nombre. Sin‫؛‬
embargo, la chuela de Alt no se justifica al considerar a Josué tan sólo como
un insignificante jefe local’» (De la edá de piedra al cristianismo, p. 217).
432 ESTUDIOS BÍBLICOS ‫ ־‬José Luis Sicre

que ésta aporta se prestan a distintas interpretaciones y, en los casos


de JericO y Ay, parecen estar expresamente en contra de las tradicio-
nes contenidas en el libro de Josué. Decir que los restos de JericO
correspondientes a la ciudad de tiempos de Josué se han perdido de‫־‬
bido a la erosión es una escapatoria injustificada que no la aceptan
ni sus discípulos. Lo mismo ocurre con la aplicación a Betel de lo que
se cuenta a propósito de Ay. Y a esto se une su interpretación de los
patriarcas como nómadas y del problema de los MbirU) que no es
aceptada por muchos investigadores actuales (18).
Sirvan como ejemplo estas categóricas palabras de Kochavi: “Los
datos arqueológicos indican que muchas de las ciudades cananeas que
se considera haber sido conquistadas por Josué —o que se alega
que fueron destruidas por los campesinos rebeldes— simplemente no
existían a finales del Bronce Tardío. Mitran aquí Jesbón, capital del
amorreo Sijón, Arad, JericO y Ay, ciudades cuya caída se describe con
detalle, otras ciudades, que se consideraba que habían sido destrui-
das como resultado de un levantamiento masivo o de una conquista
total en una campaña de sólo pocos años de duración, fueron en rea-
lidad destruidas paulatinamente en un periodo de varias generado-
nes. Jasor desapareció hacia 1275 a.c., mientras que Laquis fue des-
truida un siglo después, hacia 1160 a.c. otras ciudades, como Dan/
Lais, Gibeón y Yarmut, que se mencionan como destruidas por los
israelitas, ofrecen unos restos del Bronce Tardío tan escasos que de-
bemos aceptar que en esa época eran sólo pequeñas aldeas o simples
zonas de enterramiento" (19).
(18) Una exposición muy buena de los presupuestos y la opinión de Albright,
junto con una critica, en N. p. I^mche, Early Israel 48-82.
(19) M. Kochavi, The Israelite Settlement in Canaan in the Light of Ar·
ckeological Evidence, en Biblical Archaeology Tày (citado en nota 2) 54-89,
cf. 55. Ya antes de Kochavi se había expresado muy duramente j. M. Miller.
“W. p. Albright and Historical Reconstruction”: BA 42 (1^9) 37-47. Analizando
la épa de la conquista (ρ,ρ. 39-40) enumera 13 ciudad^ claves para la tesis
de Albright (Arad, Jormá, Jesbón, Jericó, Ay, Gibeón, Jerusalén, Jarmut, Laquis,
Hebrón, Debir, Jasor y Betel).. De ellas, tolo dos (Laquis y Jasor) ßden apoyar
su ,punto de vista. Aunque esto no significa que los disturbios que ocurrieron a
finales del Bronce Tardío no tengan nada que ver con los orígenes 'de Israel,
“simplemente insistimos en que, en contra de las pretensiones de Albright, la
arqueología no proporciona pruebas decisivas para fechar o clarificar el proceso
por el que los Israelites se aceraron de Canato. En todo caso, aumenta la con-
fusión” (p. 40). Una ptura más cercana a Albright, pero con notables diferen-
tías, es la B. s. j. Isserlin, “The Israelite Conquest of Canaan: A Comparative
Review of the Arguments Applicable’’: PEQ 115 (1983) 85.‫ ؛‬piensa que la
conquiste ‫(׳‬parcial) de Palestina “must be r٠ -d^' as at least a strong p-
sibility”, aunque queda ‫ י‬dilucidar si esta conquiste consistió en conflictos
individuales es^rádicos, campaña unificada, 0 en un suceso llevado a cabo en
diversas fases. De los argumento» en favor y en contra 'de Albright informa
A. Rolla. “La conquista di Canaan e larcheologia palestinese”: RivBiblt 28
(11) 89-96. obre el tema véase también p. Arate Mantovani, “La ‘conquiste’
d’Israele”: RivBiblt 36 (1988) 47-60‫ ؛‬E. Noort, “Geschiedenis ais brandpunt-over
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 433

III. El modelo de LA "REVOLUCIÓN CAMPESINA”

En 1962, G. E. Mendenhall rompe esta alternativa entre “asenta-


miento pacifico” y “conquista” proponiendo una nueva hipótesis to-
talmente revolucionaria (20) ٠ No es fácil resumir un articulo en el que
se dan frecuentes saltos adelante y atrás, y donde los análisis cienti-
ficos van acompañados de frecuentes invectivas profeticas.
SegUn Mendenhall, las dos teorías anteriores asumen expresa 0
tácitamente los siguientes puntos: a) .que las doce tribus entraron
en Palestina desde fuera, inmediatamente antes de la “conquista” 0
durante ellaj b) que las tribus israelitas eran nómadas o seminóma-
das; c) que la solidaridad entre las doce tribus era étnica y que el
parentesco era la base del contraste entre israelitas y cananeos.
Aun reconociendo que el primer y tercer puntos tienen su funda-
mento en la tradición del Antiguo Testamento, la idea de que los is-
raelitas eran nómadas o seminómadas se opone a la evidencia bíblica
y extrabiblica. En el fondo, los investigadores del tema dan por su-
puesto que los israelitas debieron ser nómadas antes de sedentari-
zarse para explicar las peculiaridades religiosas y culturales del anti-
guo Israel. Sin embargo, en tiempos antiguos el contraste primario
no se da entre pastores y agricultores, sino entre el campo y la ciu-
dad, ya que ésta oprimía a los campesinos. Los términos “hebreo”,
hab/piru, apiru, que aparecen en tantos documentos a partir del afio
2000 a.c. y en la Biblia hasta tiempos de David, se refieren precisa‫״‬
mente a estos individuos que se sienten desplazados de la sociedad
urbana y no encuentran protección en ella. Y el hecho de que “israe-
lita” y “hebreo” sean prácticamente sinónimos en la Biblia sugiere
otra interpretación de los acontecimientos.
de rol van de archeologie bij de vestiging van Israel in Kanaan”: GerefThTijd
87 (137) 84-102.
(20) G. E. Mendenhall, “The Hebrew Conquest of Palestine”: BA 25 (132)
8687‫־‬. Sobre el tema volverá más tarde en The Tenth Generation. The Origins
of Biblical Tradition (Baltimore 1073). véase especialmente págs. 10-31, sobre la
forma en que concibe Mendenhall la sucesión de los acontecimientos; el c. V
sobre los movimientos apiru durante el Bronce Tardío (págs. 122-141) y el c. VII
sobre tribu y estado en el mundo antiguo (págs. 174-197). Un interesante resu-
men de sus principales ideas lo ofrece Mendenhall en “ ‘Change and decay in all
around I see’ ”: Conquest, Covenant and the Tenth Generation”: BA 39 (1976)
152-157. En este articulo no aparece para nada el tema de la revuelta campesi-
na; el pequeño grupo de Moites atrae a la ablación de las aldeas, que se unen
en una ideología religiosa. La reacción d‫־‬e Mendenhall al libro de Gottwald, The
Tribes of Yahweh puede verse en su articulo Ancient IsraeVs Hyphenated History,
en D. N. Freedman y D. F. Graf (ed.), Palestine in Traätion. The Emergence
of Ancient Israel (Sheffield 1983) 91-103. Para una exposición y critica más de-
tallada de la opinión de Mendenhall véanse los artículos de Hauser y Thompson
citados en la nota 24 y Icrnche, Early Israel, 1-11.
434 ESTUDIO BÍBLICO-Joé Luis Sicre

Lo que se produjo, segUn testimonian los textos de Amarna y los


acontecimientos bíblicos, fue un proceso de alejamiento, no físico y
geográfico, sino politico y subjetivo, de amplios grupos de población
con respecto a los regímenes politicos existentes. “No hubo una in‫״‬
vasidn estadísticamente importante de Palestina al comienzo del sis-
tema de las doce tribus de Israel. No hubo un desplazamiento radical
de población, no hubo genocidio, no hubo expulsión a gran escala
de la gente, sólo de los administradores reales (¡،como era inevita-
blei). En resumen, no hubo una conquista real de Palestina en el
sentido en que se ha entendido habitualmente; lo que sucedió puede
ser denominado más bien, desde el punto de vista de un historiador
secular interesado sólo en los procesos sociopoliticos, una revolución
campesina contra la red de ciudades-estado cananeas” (p. 107).
Lo que hizo cristalizar ese movimiento fue la llegada de un grupo
de cautivos procedentes de Egipto, unidos por la misma fe en un
nuevo dios, Yahvé, con el que habían establecido una alianza (21).
La relación con esta divinidad estaba condicionada por una obedien-
cia absoluta a ciertas normas de conducta interpersonal y por una
lealtad absoluta al dios. Esta solidaridad resultaba atractiva para to-
dos los que sufrían bajo el yugo de la opresión, y les impulsó a re-
chazar las obligaciones religiosas, económicas y políticas relacionadas
con los poderes existentes. Este proceso los convirtió en “hebreos".
El primitivo Israel no puede entenderse como el paso gradual de una
sociedad primitiva que se vuelve urbana y luego civilizada. Implica
desde sus comienzos un rechazo radical de la ideología política y re-
ligiosa cananea, que diviniza el poder y los intereses económicos del
grupo (22). El concepto de Dios que tiene la primitiva religión de
Israel sólo podemos entenderlo aceptando que estos grupos padecie-
ron durante tiempo el mal funcionamiento de la monarquía cananea.
Por eso, la posesión de la tierra, la guia militar, la “gloria”, el dere-
cho a mandar, el poder, todo ello se niega a los seres humanos y se
atribuye sólo a Dios. Dicho de otra forma, como mejor se explica
la oposición tan patente en la Biblia entre “israelitas” y “cananeos” es
(21) Nunca subrayaremos demasiado el valor capitel que tiene la religión,
-n Mendenhall, en la formación del'primitivo Israel. Véanse - otras afir-
maciones:' “La antigua tesis de Causee, Du groupe ethnique à la communauté
religieuse, es exactemente 10 contrario ‫׳‬de la veÉd histórica. Israel comenzó
como una comunidad es^cificamente religiosa” (p. 118). “No puede dudarse
ya de que antes de Moisés no existía una base para la unidad de las doce tri-
bus; esta unidad fue la función ‫׳‬de la religión, y por eso durante este periodo
se acentuó tanto la obligación religiosa de relacionara con una sola divinidad”
(p. 119). Este punto será también de los más combatida por lemche y otros,
que ven la religión de Israel no como un punto de partida, sino como un punto
de llegada.
(22) Téngase presente este visión ten negativa de la religión cananea. Será
uno de los puntos en que mostrará Lemche su desacuerdo.
LOS ORIGENES DE ISRAEL 435

aceptando que los primeros israelitas estuvieron sometidos a las ciu-


dades cananeas y consiguieron alejarse de ellas.
En cuanto al proceso de la conquista, lo esboza de esta forma: el
pequeño grupo que escapa de Egipto consigue destruir, ya en tiem-
pos de Moisés, los dos reinos que dominaban las zonas más fértiles
de Transjordania, los de SijOn y Og. Es curioso que hubiese batalla
contra ellos, cuando no la habla habido contra Moab y Edom. Pero
SijOn se vio obligado a atacar porque sus vasallos se sentían atraídos
por la comunidad religiosa que representaba Israel. Su derrota fue
posible porque los israelitas contaron con el apoyo de gran parte de
los aldeanos y pastores de la región. Este proceso hizo inevitable la
expansión a Cisjordania, donde polarizaron la atención de todos los
habitantes‫ ؛‬unos se unieron a la comunidad‫ ؛‬otros (especialmente los
reyes) lucharon contra ella. Siguieron batallas y victorias, destruc-
ciOn de ciudades. E'S posible que la campaña del faraón Merneptah
pusiese fin al optimismo entusiasta de estos primeros momentos de
Israel.
Estas ideas, expuestas por Mendenhall en un breve articulo, sin
demasiado aparato critico, y sin justificar suficientemente algunas
afirmaciones bastante novedosas, encontraron un eco relativo (23) y
criticas muy duras (24). Quizá habrían pasado de moda bastante pron-

(23) . Diez años más tarde. De Vaux afirma: “I^s Unicas criticas razonadas
que conozco son las de M. Weippert, Die Landuhme, 59‫׳‬-123‫ ًا‬p. Lapp, "The Con-
quest of Palestine in the Light of Archaeology": Concordia Theological Monthly
38 283-300 (1957)‫׳‬, y j. A. Soggin, “La conquista israelítica della Palestina nei
sc. xm e XII e le scoperte archeologiche‫"׳‬: Protestantesimo 17 (1962) 194-208.
Sin embargo, en 1978, una revista entonces muy joven, Jirml for the study
of the Old Testament, dedica gran parte del cuaderno 7 a este tema con artículos
de A. j. Hauser (pp. 2-19), Th. L. Thompson (20-27), respuesta de Mendenhall
(28-34), respuesta de Hauser (35-36) y articulo de GO'ttwald (37-52). La publi-
caciOn de The Tenth Generation en 1973 y la critica de Weippert habían con-
tribuido a difundir la opinión de Mendenhall. Años después aparece D. N. Freed-
man-D. F. Graf (eds.), Palestine in Transition. The Emergence of Ancient Israel
(The Social World of Biblical Antiquity Series2 ‫؛‬. Sheffield 1983), que los edito-
res presentan como “a basically simpathetic attempt to reevaluate Mendenhall’s
original hypothesis”. El libro contiene artículos de w. H. stiebing, The Aman
Period (pp. 1-14)‫ ؛‬j. M. Halligan, The Role of the Peasant in the Amama Period
(pp. 15-24)‫ ؛‬N. K. Gottwald, Early Israel and the Canaanite Sociorneconomic Sys-
tern (pp. 25-37)‫ ؛‬M. L. Chaney, Ancient Palestinian Peasant Movements and
the Formation of Premonarchic Israel ‫(׳‬pp. 39-90); G. E. Mendenhall. Andent
Israel Hilieited History (‫>؛ע؟ן‬.
(24) A. j. Hauser, “Israel’s Conquest of Palestine: A Peasants’ Rebellion?”:
JSOT 7 (1978) 2-19, basándose no sólo en el articulo de 1962, sino también en
The Tenth Generation, le hace diez objeciones: 1) Mendenhall ‫׳‬explica el con-
texto sociológico de este periodo a la luz ‫׳‬de un esquema cíclico de desintegración
interna periódica que resulta muy simplista y plantea serias objeciones historio-
gráficas. 2) Su idea básica de que las condiciones materiales de vida constituyen
el influjo decisivo en el curso de la historia humana ignora la complejidad de
la historia y de la vida religiosa del antiguo Israel. 3) Su idea de que la ótica
es el corazón y núcleo de la experiencia religiosa, simplifica los complejos pro-
436 ESTUDIOS BÍBLICOS - José Luis Sicre

to si Gottwald no hubiese dedicado un inmenso trabajo de casi mil


páginas a justificarlas (25).
Las principales conclusiones a las que llega son las siguientes:
1) el primitivo Israel era una formación ecléctica de cananeos mar-
ginados y aventureros apiru, pastores trashumantes, campesinos y
-pastores nómadas organizados tribalmente y, probablemente artesanos
itinerantes y sacerdotes descontentos2 ‫ )؛‬Israel surgid de una ruptura
blemas a los que nos enfrentamos al estudiar la religión del antiguo Israel. 4) Su
metodología le lleva a tomar las tradiciones del Antiguo Testamento muy a la
ligera, con la conæcuencia de que su rtonstrucción esto muy influida, y de
forma acritica, por perspectivas modernas. ‫ )ة‬En las tradiciones bíblicas no hay
evidencia, ni siquiera indirecta, de que Israel se constituyese principalmente a
partir de campesina cananeos que aceptaron a Yahvé y destronaran a sus
autoridades ©proras. 6) Los israelitas ocuparon principalmente aquellas areas
de Palestina que estaban fuera ‫׳‬de la esfera de influencia de las ciudades-estado
cananeas. 7) Las tradición^ de Jueces (es^cialmente Jue 1) sugieran un lento
y gradual triodo de conquista por cada tri'bu y presentan a Israel evitando
los centros de poderlo cananeo, ya que no era capaz de vencerla. ٥) En el libro
de los Juets no se encuentra esa unidad que Mendenhall pretende que surgió
en relación con la conquista. ٥) Mendenhall ha infravalorado el pierio de los
jefes cananeos; a los campesinos d'ebía resultarles muy difícil destruir su !»der
militer. 10) El paradigma de Mendenhall de un alejamiento masivo de la socie-
dad ^r parte de campesinos que se convierten en apH y su idea de que los ter-
minos apiru* “hebreo” e “israelita” son prácticamente sinónimos hay que recha-
zarlos ^r falta de fundamento.
Por su parte, Th. L. Thompson, “Historical Notes on ‘Israels Conquit of
Palatine: A Peasants* Rebellion?*”: JSOT 7 (1978) 20-27, piensa que la critica
radical debe hacerse a partir de las ideas d‫׳‬e Mendenhall sobre el nomadismo,
el !»storeo trashumante y la polaridad social en el Bronce Tardío y la Edad del
Hierro. También ha manifestado su desacuerdo, basándose sobre todo en el ana-
lisis de los textos de Amarna y de la situación de GanaAn en aquellos tiernas
(B. Hal^rn, The Emergence of Israel in Canaan, 50-63); pero raconte que la
teoría de Mendenhall tiene ciertos‫ ׳‬méritos, entra ellos el de haber liberado a
Israel “de la ^Ivoriente maldición del nomadismo” (p. 63).
(25) N. K. Gottwald, The Tribes of Yahweh. A Sociology of the Religion of
Liberated Israel, 1250-1050 B.C.E. (SCM Press, Londras 1979). Gottwald se habia
preocupado ya del tema con anterioridad en una serie de artículos; Were the
early Israelites Pastoral NomÉ?, en Hi. ‫ل‬. Muilenburg I (1974) 223-55 (= Pro-
ceedings of the Sixth World Congress of Jewish Sties, 1973. Vol. I, 1977, 165-
189)‫“ ؛‬Domain Assumptions and Societal Models in the study of Pre-Monarchic
Israel*’; SVT xxvm (1^5) 89-100‫ ؛‬Early Israel and *‘The Asiatic Mi of Pro-
duction in Canaan" (^ciety of Biblical Literature 1976, Ominar Pa!»rs) 145-54;
“The Hypothesis of the revolutionary Origins of Ancient Israel; A Res^nse to
Hauser and Thomson”; JOST 7 (1978) 37-٠5٠2. Posteriormente ha vuelto sobre
el tema en Two Mils for the OHgins of Ancient Israel, en el Homenaje a G. E.
Mendenhall (1983) 524‫ ;־‬The Israelite Settlement as a Social Revolutionary Mo-
vement, en Biblical Archaeology Tày. Proceedings of the International Con-
gress on Biblical Archaeology. Jerusalem April 1984 (Jerusalén 1985) 34-46. La
evolución que ha ex^rimentedo el pensamiento de este autor la ex^ne muy bien
R. Op^rmann, “Die Rebellionsthese in Gottwalds ‘The Trites of Yahweh* ”;
BN 33 (1986) 80-99. Entre las numerraas recensiones relativas a The Tribes of
Yahweh pueden consultarse: Bib 62 (1981) 583-590 (Soggin)‫ ؛‬BiKi 2 (1983 59-64
(Jüngling)‫ ؛‬CBQ 43 (1981) 104-109 (Meyers)‫ ؛‬DTT 45 (1982) 16-39 (Icmche);
ET 92 (1981) 146-147 (Auld)‫ ؛‬Greg 62 (1981) 553-561‫( ا‬Prato); ZAW 95 (1983)
197-209 (Wifall). Véase también ‫ل‬٠ Milgram, “Religious Conversion and the Re-
volt Model for the Formation of Israel”; JBL 101 (1982) 169-176.
LOS ORÍGENTO DE ISRAEL 437

fundamental dentro de la sociedad cananea, no de una invasión o in-


migración desde el exterior3 ‫ )؛‬la estructura social de Israel fue un
proceso deliberado y consciente de “retribalización”; 4) la religión
de Yahvé fue un instrumento capital para cimentar y justificar todo
el sistema social nuevo, marcado por un ideal igualitario frente al
precedente sistema feudal de los señores cananeos; s) la sociología
de la religión de Israel explica y justifica los rasgos distintivos de la
religión israelita, cosa que la teología bíblica sólo ha hecho de forma
muy imprecisa y con resultados confusos.
Ya que resulta imposible resumir en pocas lineas la enorme can-
tidad de ideas sugerentes .que encontramos en The Tribes of Yahweh,
prefiero recoger el resumen que el mismo Gottwald ofrece de su pos-
tura en la Ultima intervención suya que conozco sobre el tema(26).
Es una especie de “catecismo”, expuesto en el Congreso Internacional
de Arqueología Bíblica celebrado en Jerusalén en abril de 1934.

¿En qué fecha se formó Israel?


Israel se configuró como un grupo históricamente visible en el pe-
riodo entre1250-1150 ‫ ׳‬a.c.

¿Donde tuvo lugar la formación de Israel?


El punto de origen de los israelitas infinitamente más atestiguado
fue propiamente Canaán. Ehtre estos israelitas de origen cananeo ha-
bía tradiciones de orígenes y aventuras extracananeos que formaban
parte de las prehistorias de subgrupos dentro de Israel y son de dis-
cutible credibilidad histórica. Incluso la más prominente de estas tra-
diciones, la que testimonia la esclavitud de los israelitas en E'gipto,
también defiende que la antigua patria ‫׳‬de este grupo esclavizado se
encontraba en Canaán.

¿Tuvo Israel um identidad como pueblo antes de confederarse


en Canán?
Los rasgos de una identidad preconfederada o protoisraelita, tal
como se egresa en las sagas de los patriarca-s, del exddo y del de-
sierto, se refieren estrictamente sólo a la identidad de los subgrupos.
Israel sólo se formó como pueblo cuando los israelitas consiguieron
el poder en tierra de Canaán.
(26) The Israelite Settlement ‫ وه‬٥ Social Revolutionary Movement, en Biblical
Archaeology Tày, 34-..
2
438 STUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

¿Podemos reconstruir los pasos hístóñcos en la formación de Is-


rael en CaÉn?
Hay cierto grado de probabilidad en el relato bíblico de que los
israelitas emigraron a Canaán desde Egipto..Pero sOlo se trata de
una parte de la sociedad israelita. No sabemos cOmo hay que relacio‫־‬
nar la entrada de este grapo en Canaán con las historias de los otros
subgrupos. Ninguna de las diversas reconstrucciones de la historia del
asentamiento pasa de ser posible. Hay motivos para creer que existía
en Canaán una antigua y pequeña asociación israelita, quizá de pue‫־‬
blos que daban 'Culto a El, antes de que entrase el gmpo de Egipto y
antes de que la confederación israelita se expandiese.

¿Cual era el modo de producción predomimnte entre los pñmeros


israelitas?

La Biblia y la arqueología atestiguan que el modo primario de


producción era la agricultura, con la ganadería y la artesanía como
modos secundarios, ^ntro de la ganadería, el nomadismo pastoral
era un medio de vi'da muy poco importante para el conjunto de los
israelitas, aunque pudo ser el principal modo ‫׳‬de producción para
ciertos subgrupos pequeños de la confederación.

¿Cual fue la organización social de los pñmeros israelitas?


Los israelitas comprendían una coalición de “tribus" basadas en
la aldea, con tendencia a la jefatura. El fin de esta coalición era rete-
ner los excedentes agrícolas y ganaderos en manos de los agriculto‫־‬
res y pastores, de acuerdo con principios estrictamente igualitarios.
Es erróneo aplicar a esta confederación la analogía anfictiónica, no
sólo .desde el punto de vista de la comparación estructural, sino tam-
bién, lo que es más grave, porque esta analogía acentúa excesivamen-
te la unidad religiosa, descuidando una explicación suficiente de la
base sociopOlitica y cultural del pueblo israelita.

¿Cuál era la orientación de estos pñmeros israelitas hacia los


otros habitantes de CaÉn?
La oposición de los israelitas a los cananeos no se basaba prima-
riamente en pretensiones territoriales. Ni se fundaba en una identi­
LOS ORÍG- DE ISRAEL 43‫ا‬9

dad étnica israelita que excluía a priori la cooperación 0 fusión con


todos los que no participaban de esa identidad por su nacimiento o
por su historia común. Las impresiones de disputas territoriales y de
enemistades basadas en la nacionalidad son el resultado de perspec‫־‬
tivas redaccionales tardías, durante la monarquía y el exilio. En las
fuentes más antiguas, las disputas entre los israelitas y los habitan-
tes del lugar se deben a un rechazo radical' del sistema tributario
agrario, con el cual las ciudades-estado obligaban a sus súbditos a
pagar impuestos, al trabajo obligatorio y al servicio militar. Aparte
de esta diferencias de economía política y, consiguientemente, de ideo-
logia religiosa, los israelitas participaban en alto grado de la cultura
cananea. Lo lógico es pensar que los israelitas eran también cananeos,
en el sentido de que eran habitantes del pais que tomaron parte en
un amplio movimiento de la zona inferior de la sociedad o de fuera
de los circuios del poder con vistas a crear una sociedad nueva y otra
forma de organización.

¿Por qué medios llegaron los israelitas al poder y consiguieron


um identidad propia?
El movimiento popular israelita usó al menos los siete medios si-
guientes de autofoiroación: 1) acciones militares y paramilitares‫؛‬
2) propaganda, agitación y guerra psicológica3 ‫ )؛‬tratados y matrimo-
nios mixtos4 ‫ )؛‬crecimiento de población5 ‫ )؛‬cultivo de tierras anti-
guas y nuevas con una tecnología adaptada y con esfuerzos comu-
nales aunados6 ‫ )؛‬ayuda mutua entre las tribus y las subsecciones tri-
bales7 ‫ )؛‬desarrollo de una nueva cultura y religión, que favorecían
las instituciones agrarias libres, y de una ideología de apoyo.
Habla Gottwald a continuación de los modelos sociales que ayu-
dan a explicar el primitivo Israel: revolución campesina, revolución
social, desarrollo fronterizo y bandidaje social.

Rebelión campesim
El primitivo Israel muestra muchos signos 'de haber surgido a tra-
vés de una serie de rebeliones campesinas unidas por un programa
de agricultura y pastoreo no tributarios, por la organización en una
confederación tribal basada en la aldea y por el culto' al dios que
los liberó, Yahvé, dios al ,mismo tiempo de la naturaleza y de la his-
toria. A estos campesinos rebeldes se unieron mercenarios, bandidos,
nómadas pastores, artesanos y sacerdotes. Algunos de estos miem-
bros no campe'sinos sirvieron de lideres del movimiento.
440 ESTUDIOS BÍBLICOS - José Luis Sicre

Revolution social
El efecto específico fie estas rebeliones fue una revolución social.
La nueva sociedad era de campesinos libres, carecía de una forma de
gobierno estatal y de sistema de clases. Esta revolución se prolongó,
avanzando y retrocediendo durante dos siglos, mientras los habitan-
tes del pais se unían, se oponían o permanecían al margen, segUn
interviniesen distintos factores de clase, situación geográfica y fuerza
del movimiento israelita. En cuanto modelo, la revolución social se
distingue de la rebelión campesina, ya que no todas las rebeliones
campesinas, incluso las que logran suprimir determinado régimen,
consiguen ‫׳‬de hecho un amplio cambio de propietario de los medios
de producción.

Desarrollo fronterizo

La nueva sociedad arraigó en las montafias de Juda, Samaria, Ga‫־‬


lilea y Galaad. Consiguientemente, tenia el rasgo distintivo de una
sociedad que se desarolla en las fronteras y posee autonomía politi-
ca, aunque corre el peligro de ser reconquistada por el ‫׳‬poder estatal.
El confinamiento de la rebelión y la revolución a las.regiones monta-
fiosas, y por tanto su éxito limitado, parece haber sido el resultado
de complejos factores de topografía, tecnología, comunicación, con-
flictos internos, equilibrio militar de poder y quizá limitaciones en
la estrategia y las técnicas.

Bandidaje social
La irregularidad militar y la confusión política de la revolución
social descentralizada y descentralizadora fomentó acciones preda-
torias por parte de indivi'duos y de pequeños grupos. Estos actos de
bandidaje estuvieron dirigidos contra las ciudades-estado, pero tam-
bien a veces contra israelitas, de formas contradictorias, que se com-
prenden teniendo en cuenta el amplio espectro del bandidaje social
que precede y acompafia a las rebeliones y revoluciones.
Aunque Gottwald parece exponer estos cuatro modelos como cua-
tro etapas en la formación del antiguo Israel, inm^iatamente afiade
que se trata de utilizar o combinar los que parezcan más opor-
tunos (27).
(27) Según Gottwald, quien mejor ha expuesto la im^rtoncia de estos mode-
los explicativa relacionándolos con las distintas clases de evidencia del antiguo
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 441

Es difícil valorar la obra de Gottwald, por la enorme cantidad de


temas que relaciona. Comenzaré por tres objeciones de principio. La
primera se reflere a la teoría de la revuelta campesina. Creo que no
acaba de convencer plenamente. No por falta de datos, algunos de
ellos muy valiosos, sino porque su valoración resulta demasiado uni-
lateral y porque el mismo Gottwald no parece totalmente convenci‫־‬
do de la fuerza probativa de sus argumentos. Quizá su error consista
en extender a todas las áreas geográficas y grupos algo que sOlo pa-
rece claramente atesti^iado para la zona norte. La segunda objeción
se dirige al enorme optimismo del autor, reflejado en la insistencia
con que habla del “ideal i^ialitario” del Israel premonárquico. Es
sintomática, por ejemplo, la lectura tan distinta que hace )Gottwald
y Lurje del Canto de Débora. Nuestro autor descubre en él la revuelta
campesina contra los señores feudales cananeos. Lurje captaba la exis-
tencia de clases sociales desde los mismos comienzos de Israel (2δ).
Esta se^mda lectura, que no excluye plenamente la primera, me pa-
rece más objetiva. A idénticos resultados nos llevaría, según pienso,
el análisis de otras tradiciones, ^sde los comienzos advertimos dife-
rencias entre familias, clanes y tribus que tiran por tierra el mito
del “ideal i^1alitarío”(29). Y, si éste cae, desaparece uno de los pi-
lares básicos del sistema de Gottwald, provocando la ruina de todo
el edificio. La tercera objeción se refiere a la elección de un modelo
materialista 0)‫“ ׳‬materialismo históricoeultural", como él lo llama)
para explicar la religión de Israel. No porque el materialismo me pa-
rezca inaceptable como modelo explicativo, sino porque estos presu-
puestos no bastan para explicar una realidad tan compleja. Una vez
más considero que el fallo de Gottwald es la polarización excesiva
en un punto de vista, prescindiendo de otros aspectos del problema.
A estas objecciones de principio debemos afiadir los resultados
de la arqueología. De los participantes en el Congreso de Jerusalén
(1984), ni uno sólo encuentra justificada esta teoría, y algunos de ellos
la niegan expresamente (30). En cuanto a los aspectos sociológicos del

Israel ha sido M. L. Chaney Anden Pétinian Peasant Movements and the For-
mation of Premomrchic Israel, en D. N. Freedman y D. F. Graf (eds.), Palestine
in Transition, 39-90.
(28) Cf. M. Lurje, Studien zur Geschichte der wirtschaftlichen und sozialen
Verhältnisse im israelitisch-jüdischen Reiche GBZAW 451927 ‫)؛‬.
(29) Cf. j. L. Sicre, ،،Con los pobres de la tierra‫״‬. La jila social en los
profetas de Israel (Ed. Cristiandad, Madrid 1985) especialmente 52-62.
(30) “El escenario arqueológico no incluye un sólo signo de la revolución SO'-
cial 0 de los refugiados del sistema “feudal” cananeo de que habla Gottwald”
(A. Kempinski, en el diálogo recogido en Biblical Archaeology Tày, 90). “Cuan-
do intento comparar los hallazgos de diferentes regiones del tercitorio de Israel,
veo que no se dio un movimiento revolucionario en todo el pais, ni hubo conquista
militar en todo el pais, sino que en las distintas regiones existieren pre-
sociales muy diversos” (C. Schäfer, O.C., 91).
442 ESTUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

problema (a los que Gottwald conche tanta importancia), la critica


de Lemche es ‫׳‬demoledora: sus hipótesis básicas sobre los nómadas,
los habitantes del campo y de la ciudad, sistemas tribales, y la fecha
de la tradición panisraelita del Antiguo Testamento son erróneas y
equivocan el lector (31).

IV. El modelo de "simbiosis"

He dudado en dedicar un apartado a esta postura, defendida muy


‫־‬recientemente por Volkmar Fritz (32), ya que parece una simple ac-
tualizacidn y mejora de la hipótesis de Alt-Noth. Si lo mantengo es
porque quizá en los próximos años se hable de ella como opinión in-
dependiente (33).
Es interesante conocer el punto 'de partida de Fritz. Durante los
años 1972 a 1975 había excavado Tell Masos (Khirbet el-Meshash) jun-
to con Aharoni y Kempinski. En los datos alli observados se basará
su teoría (34). Ya en 1931 llegaba a las siguientes conclusiones con
respecto a la zona de Négueb: 1) Los fundadores de este asentamien-
to llevaron consigo su propio estilo de arquitectura y continuaron
desarrollándolo. Crearon la planta de “tres habitaciones” y “cuatro
habitaciones” (35); de esto puede deducirse que los habitantes eran

(31) CL Earlÿ Israel, 407. A estas hipótesis básicas dedica Lemche práctica-
mente casi toda su extonsa obra.
(32) V. Fritz, “Conquest or Settlement? The Early Iron Age in Palestine”:
BA 50 (19Β7) 84-lW. El autor no indica cuándo terminó de escribir su articulo.
Resulta extraño que no cite obras posterioras a 1984 de gran importancia para
el tema (entre ellas Biblical Archaeology TÉy y el libro de Lemche, Early
Israel).
(33) De hecho. Kempinski la acepta expresamente, sin hacer referencia a la
opinión de Alt-Noth, aunque prefiere el termino “adapteción” al de simbiosis
(cf. Biblical Archaeology Tày, 90). Téngase en cuenta que el termino “simbio-
‫؛‬sis” lo usaba ya Alt en su articulo de 1939, aplicándolo precisamente a las rela-
ciones enter israelitas y cananeos: “Hier im Herzen Palestinas kam es so zum
ersten Male zu Jener Symbiose zwischen Israeliten und Kanaanäern, die dann
beim Ausbau des Reiches Israel durch David und seine Nachfolger auf das ganze
Land übergreifen und seine -äussere und innere Geschichte für Jahrhunderte
bestimmen sollte” {Erwägungen über die Landnahme der Israeliten in Palästinas,
en Kl Schriften I, 128.
(34) Cf. “The Israelite Conquest’ in the Light of Recent Excavations at
Khirbet el-Meshâsh”: BASOR 241 (1-981) 61-73. Las mismas ideas se encuentran
-publicadas un afio antes -en “Die kulturhistorische B^eutung der frtiheisenzeit-
liehen Siedlung -auf der Hirbert el-Msas und das Problem der Landnahme”:
ZDPV 96 (1980) 121-135.
35)‫ )ا‬La planta de !ratio central, rodado de habitaciones, se considera tipi-
camente cananea, mientras que las- casas de cuatro habitaciones se interpretan
como típicas de Israel. SO'bre el te-ma véanse los articula de Y. Shiloh: “The
Four-Room House. Its Situation and Function in the Israelite City”: IEJ 20
<1970) 180-190‫“ ؛‬The Four-Room Touse. The Israelite Type-House?”: Eretz Is-
LOS ORIGENES DE ISRAEL 445

un grupo étnico que no formaba parte de la población cananea, pero


que podia haber estado relacionado con ella. 2) La adopción y con-
tinuación de las tradiciones cerámicas y metalúrgicas del Bronce Tar-
dio muestran que estos grupos habían tenido un largo contacto con
la civilización de esta época antes de sedentarizarse en el Négueb. Lo
más probable es que se tratase de una forma de coexistencia en la
zona de las ciudades-estado cananeas durante el siglo XIII y antes.
3) La dimensión del asentamiento presupone que el grupo estaba con-
solidado antes de adoptar la vida sedentaria. Un clan amplio, 0 par-
te de una tribu formada de varios clanes, se convirtió en una comu-
nidad aldeana.
SegUn Fritz, estos datos son incompatibles con cualquiera de las
teorías existentes sobre la conquista y asentamiento (irrupción mili-
tar, revolución campesina, emigración pacifica) y sugieren más bien
un largo proceso de simbiosis. “Durante el siglo XIII y posiblemente
incluso antes, los moradores (del poblado) vivieron como seminóma-
das en las áreas entre las ciudades-estado cananeas y fueron eviden-
temente tolerados por ellas. Por tanto, su “migración” a aquel pais
debió de ocurrir en el siglo XIV 0 en el XV. Durante su coexistencia
con los cananeos retuvieron probablemente la forma de vida nómada
o seminómada” (36).
Naturalmente, estos resultados sólo son válidos, a lo sumo, para
el Négueb. Pero, unidos a otros de distintas regiones, sirven a Fritz
para elaborar una visión global en el articulo que indicábamos al
principio (37).
Comienza hablando de las tres explicaciones en vigor: invasión
(0 conquista), infiltración (o asentamiento) y revolución. A la primera
la acusa de aceptar ingenuamente las tradiciones del libro de Josué;
a la segunda, de .que no explica la calda de las ciudades-estado ca-
naneas; a la tercera, de explicar los hechos de manera forzada y sin
pruebas suficientes. “Además, ninguna de ellas ha tomado en cuenta
de forma satisfactoria los hallazgos arqueológicos más recientes”
(p. 84).
A este aspecto dedicará la mayor parte del articulo. Comienza refi-
riéndose al final de las ciudades del Bronce Tardío ((Jasor, Asdod, Me-
guido, Afek, Guézer, Laquis, Bet-Seán y Tell el-Farah), llegando a la
conclusión de que el declive de las ciudades cananeas no fue un he-
rael (1973) 277-285; “The Canaanite Wall, the Four Room House and Early
Planning in the Israelite City": BASOR 268 (1987) 3-15.
(36) The Israelite “Conquest”, 71.
(37) No he podido consultar V. Fritz, The Conquest in the Light of Archaeo!
logy. Proceedings of the Eight World Congress of Jewish Studies, Division A,
1981 (1982) 15-22. Por el resumen que conozco, parece que no había elaborado
aún su teoría de forma tan completa como en el articulo de 1987.
111 ESTUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

cho repentino, sino un proceso que se extiende durante un largo


periodo que abarcó al menos desde el 1200 hasta el 1150‫ ؛‬las destruc‫־‬
ciones deben ser consideradas como resultado de diversas conquistas,
sin que podamos identificar a los agresores, a excepción del caso de
ouzer, donde los responsables fueron los egipcios. Luego estudia los
nuevos asentamientos de la Edad del Hierro (Jasor, Tell Qiri, Kirbet
Raddana, Siló y Bet 'Gala, Jericd, Izbat 'Sarta, Tell Qasileh, Tell
es٠ba. Tel Isdar, Kirbet elMeshash), concluyendo que la mayoría de
estos asentamientos difieren de las ciudades cananeas y no pueden
atribuirse a sus habitantes ‫(؛‬como pretende la teoría de la revolución).
"La estructura de estos asentamientos parece indicar más bien un
grupo humano que no estaba relacionado con los cananeos y que de-
bemos identificar basándonos en su cultura material” (p. 96).
A este tema dedica la tercera parte del -articulo, estudiando la ce-
rámica y objetos de metal, con la conclusión de que “la cultura mate-
rial de Hierro antiguo representa un desarrollo de la cultura del Bron-
ce Tardío en todas las áreas, excepto en la arquitectura” (p. 97). Pero,
al no poder explicarse como producto de las anteriores ciudades ca-
naneas, la mejor forma de entender esta comunidad es por un con-
tacto prolongado de los nuevos habitantes con la cultura cananea,
contacto que debió de tener lugar durante el Bronce Tardío, antes
de que esta gente comenzase a sedentarizarse. Ahora bien, “el Unico
pueblo conocido que puede haber fundado los asentamientos fuera de
las anteriores ciudades-estado cananeas, y que difieren de- los cana-
neos y de los filisteos, son las tribus isrelitas. No ocuparon las ciu-
dades, sino que se asentaron en territorio “vacio”. (...) La dependen-
cia cultural de las tribus israelitas con respeto a los cananeos sólo
puede explicarse suponiendo que existían estrechas relaciones entre
ellos antes -del siglo XII. Este tipo de simbiosis es característico de
los llamados nómadas de tierra cultivada (culture-ld nomads), que
habitaba-n las llanuras alrededor ‫׳‬de la tierra cultivada y que perma-
necian alii durante largos periodos mientras buscaban pastos*’ (p. 98).
Al declinar gradualmente las ciudades-estado cananeas después del
1200, y con su colapso total después del 1150, desaparecieron las bases
para esta simbiosis‫ ؛‬como consecuencia de ello se produjo probable-
mente la ocupación de áreas de asentamiento y el abandono de la
forma de vida nómada.
El modelo .que propone Fritz, y él lo reconoce, se parece mucho a
la teoría de infiltración o asentamiento pacifico. La modificación que
introduce la expresa con las siguientes palabras: “Los diversos gru-
pos que se asentaron en el territorio a partir del siglo XII no pueden
ser considerados simplemente como antiguos nómadas. En su exis-
tencia nómada hay que incluir periodos de vida parcialmente seden-
LOS ORIGENES DE ISRAEL 445

taria; de otra forma no se explica la extensa adopción de cultura ca‫־‬


nanea durante la Ultima fase del Bronce Tardío" (p. 98). Por eso llama
a la nueva teoría hipótesis de simbiosis. Después de admitir que las
fuentes bíblicas no aportan detalles ("el libro de Josué carece de va-
lor histórico por lo que respecta al proceso de asentamiento”), indica
que, sin embargo, la hipótesis de simbiosis puede apoyarse en tres
textos, la estela de Merneptah, el Danto de Debora y la lista de ciuda-
dades no conquistadas en Jue 1.
Una postura parecida a la de Fritz se encuentra en Amihai Ma‫־‬
zar (38), que admite una fase seminOmada de los israelitas antes del
asentamiento, en la que estuvieron en contacto con la cultura cana-
nea y aceptaron parte de sus tradiciones. Kempinski acepta la opinión
de Fritz expresamente, aunque prefiere el termino de “adaptación” al
de “simbiosis” (39).
La critica más fuerte a esta postura ha venido, naturalmente, de
parte de Gott'wald(40). Ante todo, critica a Fritz el que acepte un
origen nómada de los habitantes de Tell Masos, aunque encuentra
datos que no encajan con esta idea (tradiciones bastante desarrolla‫־‬
das con respecto a la construcción y a la cerámica, gran cantidad de
ganado bovino y extenso comercio con la llanura costera y Transjor-
dania). Fritz es tan consciente de estas contradicciones que afirma que
Tell Masos no encaja en ninguno de los modelos propuestos. La ver-
dad —continua Gottwald— es que Tell Masos puede compaginarse
con cualquiera de los modelos (conquista militar, revolución social,
asentamiento pacifico).

V. Modelo DE LA “REVOLUCIÓN PROGRESIVA”

He dejado para el final la opinión de Lemche(41). Aunque el ma-


nuscrito de su libro lo terminó en 1982, sólo un año más tarde que
el primer articulo de Fritz, su punto de vista resulta más revoluciona-
rio, dentro de una linea parecida. Es imposible resumir aqui sus qui‫־‬
17،‫ ااًه‬TTie Israelite Settlement In Canaan In the Light of Arehaeolo-
gical Excavations, en Biblical Archaeology Today ‫(׳‬nota 2), 61-71.
(39) Cf. su intervención durante la discusión del tema en Biblical Archaeo-
logy Today, 90.
(40) Cf. The Israelite Settlement as a Social Revolutiomry Movement, en
Biblical Archaeology Tày, 34-46, especialmente 39ss. Téngase en cuenta que
Gottwald sólo conoce por entonces el primer articulo de Fritz, referente a las
excavaciones de Tell Masos.
(41) N. p. Lemche, Early Israel. Anthropological and Historical Studies on
the Israelite Swiety Before the Monarchy (SVT XXXVII; 198&). Posteriormente
a la redacción del manuscrito de esta obra publicó una historia de Israel Det
garnie Israel (Aarhus 1984), de la que existe traducción inglesa. Ancient Israel.
A New History of Israelite Society (Sheffield 1988).
446 ESTUDIOS B٥L1C0S —José Luis Sicre

nientas páginas, dedicadas en su mayoría a criticar la hipótesis de la


“revolución (42). Me limitaré a las conclusiones finales, donde propo-
ne su nuevo modelo (págs. 411.(435‫־‬
‫׳‬Comienza hablando sobre “El Antiguo Testamento y las teorías de
la inmigración”. La idea de .que unos israelitas seminómadas entran
en el pais carece de fundamento en las fuentes bíblicas (porque estas
tradiciones proceden de mediados del primer milenio y no sirven de
fundamento para reconstruir la historia de Israel anterior al afio 1000)
y, además, los datos arqueológicos “nos obligan a concluir que no
hay razón para creer que un pueblo nuevo y extranjero entró en el
pais en número si^ificativo en el periodo alrededor del 1200, a ex-
cepción de los Pueblos del Mar” (p. 412). Por consiguiente, es prefe-
rible descartar la hipótesis de Alt.
Nos quedan entonces dos hipótesis de trabajo: 1) Israel conquis‫״‬
tó Palestina desde dentro; 2) la conquistó desde fuera. La se^mda,
que es la de Albright, tiene en contra los datos de la arqueología. La
primera, la de revolución, carece de fundamento en el relato bíblico,
pero tiene la ventaja de que su ,idea básica puede concillarse con los
datos arqueológicos. Es un rasgo positivo que nos permite reformu-
lar la hipótesis de la revolución para que contenga la idea de un des-
arrollo interno en Palestina desde finales del segundo milenio hasta la
formación del estado bajo David. Sin embargo, para esto hay que
liberar a la hipótesis de sus contenidos ideológicos. En concreto, no
se puede considerar la hipotética experiencia religiosa de Israel (la
teofania del Sinai y la alianza) como punto de partida para esbozar
la historia de Israel.
Tras insistir en su desconfianza absoluto con respecto a las tradi-
ciones bíblicas anteriores al afio 1000, propone abandonarlas como
material legendario y utilizar exclusivamente los datos sociales, eco-
nómicos, culturales y politicos que poseemos sobre Palestina a fina‫־‬
les del segundo milenio. Este método tiene la ventaja de partir de
que los nuevos datos pueden ir mejorando la visión de conjunto sin
tirarla por tierra, mientras que aferrarse a la tradición bíblica tiene
el inconveniente de que hay que revisarla cada vez que surge un nue
vo descubrimiento.
Con este presupuesto pasa a exponer la situación en Palestina du‫־‬
rante el Bronce Tardío y la primera Edad de Hierro. De hecho, si
(42) La Unica exposición y critica algo detallada que conozco es la de w. Thiel,
«Von revolutionären zum evolutionären Israel? Zu einem neuen Modell der
Entstehung Israels”: ThLZ 113 (1936) 401-410. Anteriormente se había publica,-
do una extensa critica de la tesis doctoral de lemche: E. Nielan, ،،Israels oprin-
delæ, kritisk belyst”: DDT 50 1-18 (987'!)‫׳‬. No he ^dido consultar la amplia re-
censiOn de B. j. Diebner, «Es fragt sich, ob eine Landnahmetheorie erforderlich
ist...‫״‬: DBAT 22 (1985/86) 215‫د‬.
LOS ORÎG- DE ISRAEL 44η

abandonamos la idea de una inmigración israelita, no tenemos que


adoptar la fecha de 1200 como punto de partida del proceso que ter‫־‬
mino en la formación del estado de Israel. El desarrollo pudo abar-
car .todo el Bronce Tardío, 0 incluso un periodo más amplio. Esta
epoca nos resulta conocida por las cartas de Amama, inscripciones
egipcias y algunas cartas, como la que se encontró en Afee. Si aña-
dimos otros datos, como los procedentes de Ugarit y Alalah, podemos
hacemos una idea de la sociedad del oriente Próximo en aquellos
tiempos.
Con respecto a los campesinos de Palestina poseemos pocos datos,
pero como hipótesis de trabajo propone un modelo de sociedad para
el territorio cananeo del ‫׳‬sur en el que no tienen cabida los campesinos
independientes. Mejor informados estamos sobre otros grupos den-
tro de las ciudades-estado ‫(׳‬oficiales administrativos y guerreros pro-
fesionales, que no deberían ser en Palestina muy numerosos). Con la
posible excepción de Jasor, todos los estados palestinos eran muy
pequeños y, sin duda, bastante pobres. No sabemos hasta qué punto
la administración central del palacio estaba equilibrada por la exis-
tencia de una clase independiente de ciudadanos, cuya autonomía se
basaba en el comercio y en cierta forma de “industria’». Dos gmpos
de personas no estaban obligados a vivir en las ciudades: los ndma-
'das y los habiru. Estos Ultimos constituyen un fenómeno parasocial,
el de los refugiados. En cuanto a los nómadas, se hallaban en las
zonas marginales del sur y del este y no representaban un peligro para
las ciudades‫ ؛‬en cualquier caso, su existencia esta ya atestiguada en
el periodo de Amama.
La aqueologia demuestra un declive cultural notable en Palestina
.a partir del siglo XIV. ¿Qué pudo motivarlo? Podemos enumerar seis
factores: guerras (en su triple modali'dad de guerras de conquista en
las que Palestina es presa de potencias extranjeras, guerras intestinas
entre las pequeñas ciudades-estado y guerras entre las grandes poten-
cias por las que Palestina sufre de manera indirecta), crisis del co-
‫־‬mercio, epidemias, cambios climáticos, problemas sociales y la pre-
sión ejercida por el imperio egipcio sobre los limitados recursos del
‫־‬pais. De todos ellos, los Unicos que parecen atesti^iados para la épo-
ca son los conflictos internos entre las pequeflas ciudades (que de-
hieron aumentar al ir declinando el poderío egipcio y que se vieron
'exacerbados con la llegada de los Pueblos del Mar) y las rivalidades
entre Egipto y los hititas (que provocó el paso de las tropas egipcias
'hacia los campos de batalla). Esto trajo consigo probablemente un
*descenso del comercio internacional a partir del siglo XIV. Y todo jun-
‫־‬to debió provocar una inestabilidad social, una caída del nivel de vida,
con grave descontento de la población.
448 ESTUDIOS BÍBLICOS - ‫ ل‬osé Luis Sicre

Reuniendo estos datos, propone Lemche como hipótesis de traba-


jo que, ya en la primera mitad del siglo XIV, las zonas montañosas‫׳‬
comenzaron a ser habitadas por un elemento parasocial, los kotoiru,
antiguos campesinos 0 empleados de las pequeñas ciudades situadas
en los valles y llanuras de Palestina. Las ciudades-estado cananeas no
fueron destruidas, sino que se debilitaron al irse despoblando. En el
periodo de Amama no se ha producido aUn esta resistencia política
0 social coordinada contra las ciudades-estado, a excepción de ejem-
plos aislados como Siquén.
¿Cómo se fueron integrando politicamente estos grupos refugiados
en las montañas? Las explicaciones existentes no son más que hipó-
tesis de trabajo. Pero en el caso de Palestina conocemos el resultado
del proceso en cuestión: la aparición de las tribus israelitas 0, más
bien, de un nUmero de tribus israelitas cuyas poblaciones quedaron
unificadas después de la formación del estado. De hecho, la estela de
Memeptah habla de “Israel”, y parece que debemos interpretar este
termino como la coalición de algunas de las tribus (probablemente
las relacionadas con Raquel) localizadas en la parte norte de la cordi-
llera central de P'alestina. Los miembros de esta sociedad no pueden
ser considerados ya como Mbiru, aunque el Antiguo Testamento da
testimonio de que hasta el año 1000 se los seguía llamando asi des-
pectivamente.
Por Ultimo habla de “perspectivas futuras sobre la religión de Is-
rael". Comienza rechazando la hipótesis de la inmigración (indemos-
trable arqueológicamente) y la necesidad de un elemento que dé sen-'
tido a la sociedad israelita desde sus mismos comienzos .(la religión).
“Es mucho más razonable considerar a Israel como una de tantas
sociedades no estatales que surgieron hacia fipales del Bronce Tar-
dio y a comienzos de la Edad del Hierro y que más tarde fueron co-
nocidas como las tribus y estados arameos, moabita, amonita y edo-
mita” (p. 433). El error fundamental de los investigadores ha consis-
tido en “teologizar” este proceso social, proyectando ideas posterio-
res en este momento inicial. “Como alternativa, subrayo la necesidad
de explicar los orígenes de Israel sin hacer referencia a un elemento
creador de sentido hasta que dicho elemento no pueda ser localizado
en un contexto que pertenezca al pasado y que no sea un fenómeno
social 500 años más joven. Esto abre perspectivas completamente nue-
vas para entender el desarrollo histórico de Israel y también para des-
cribir la historia de la religión israelita”.
En primer lugar, es un a ,priori suponer que la religión de Israel
era Unica desde sus comienzos, aunque ella pretenda serlo. Hay que
demostrarlo. Y, antes de ello, hay que demostrar que esa religión no‫־‬
era cananea, entendiendo este término en sentido amplio, con todos
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 449

SUS aspectos positivos (preocupación por la justicia y el derecho), no


sólo con los negativos (cultos de fertilidad, ritos de sangre, orgias).
Como hipótesis de trabajo podría asumirse que el fenómeno que se
convirtió en la típica religión de Israel fue básicamente lo que po-
driamos llamar el aislamiento de un aspecto particular de la cultura
cananea, a saber, el etico" (p. 434).
La siguiente fase de este análisis de la religión de Israel deberá
basarse en la sociología de la religión, porque es esencial intentar
saber si la religión etica de Israel era una religión urbana 0 una relim
gion rural “Aunque no puedo probarlo, me parece plausible .que la
religl étka derivó de los circuios urbanos, y concretamente de los
estratos superiores, ya que eran estos circuios los que estaban en si-
tuacidn ٠de permitirse el lujo de despreciar las fuerzas de la natura-
leza, rechazando de este modo la asociación entre rito y fertilidad.
Estos grupos estarían libres para perseguir otras normas” (p. 434).
Con esta hipótesis de trabajo no es preciso negar que existieron
tradiciones de una revelación divina en el Sinai, pero conviene evitar
nocio-nes preconcebidas sobre los contenido-s de esa revelación. Tam-
poco hay razón para negar que su dios, Yahvé, procediese de fuera
de Palestina: pero recordemos que cuando decimos de dónde viene
un dios no decimos nada de su naturaleza. Por Ultimo, no hay moti-
vo para relegar a Moisés como figura legendaria, pero Nielsen ha de-
mostrado recientemente que sólo en época tardía fue concebido como
legislador. “Estos puntos de vi'Sta encajan perfectamente en el mode-
lo de trabajo que hemos sugerido para un futuro estudio de la reli-
gidn israelita, que implica .que sus especiales características fueron
el resultado de un largo desarrollo histórico más bien que su punto
de partida” (p. 435).
.Citemos, por Ultimo, algunos autores que mantienen una postura
muy parecida. G. M. Ahlstróm(43) afirma que el origen de Israel no
se explica por invasión ni revuelta campesina‫ ؛‬las excavaciones de-
muestran, en su opinión, que durante el siglo XII a.c. no existe una
cultura material “típicamente israelita”, diferente 'de la cananea. Quie-
nes se asientan en la montafia son pioneros de la población cananea.
H. N. Rósel(44) también cree que la existencia de Israel no puede
explicarse con el modelo del asentamiento o con el de la invasión mi-
litar, en una oleada o en dos, sino que “fue un proceso que aconteció
principalmente dentro de Palestina”, pero no como producto de una
revolución. También p. Arata' Mantovani(45), que,, al parser no co-
(43) Who Were the Israelites? (Winona Lake 1936). -nsiôn en Bib 69
(1988) 280-282). Anteriormente lia publicado “The Early Iron Age settlers at
Hirbet el-Msas (Tel Masos)‫״‬: ZDPV 100 (1984) 32‫ة‬-‫ة‬.
(44) H. N. lei, “Israel-Gedanken zu seinen Anfgen”: BN 291-76 (1984) ‫ج‬.
(45) “‫‘ ﻫﺎ‬conquista* dTsraele”: RivBiblt 36 (1^8) 47-60.
450 ESTOMOS BÍB1as-José Luis Sicre

noce la obra de Lemche, piensa que no puede hablarse de una pobla-


cidn procedente de la franja del desierto, sino sólo de un nuevo tipo
de aprovechamiento de la tierra por parte de los campesinos de otras
zonas, que se adaptan a las nuevas condiciones políticas y ecológicas.
Se niega a admitir una dicotomía entre “cananeos” y ‘‘hebreos’) en épo‫־‬
ca antigua, ya que carece por completo de fundamento. Israel, como
comunidad religiosa, distinta del mundo entorno, no surge hasta la
época persa e incluso es muy difícil de captar antes de la helenística.
La religiosidad de Palestina durante la edad del Hierro se centraba
en diversas divinidades, entre las que Yahvé comienza a asumir un
papel importante a partir del siglo VII a.c.
En la postura de Lemche hay algo que parece muy positivo: su
deseo de partir de lo seguro para ir completando la imagen con el
curso del tiempo, a partir de nuevos datos también seguros. -Sólo de
esta forma conseguiremos no ir dando tumbos adelante y atrás. Pero,
dicho esto, debemos reconocer que el libro de Lemche tiene más fuer-
za destructiva que creativa (46). Baste advertir las pocas páginas que
abarca la exposición del nuevo modelo dentro de un volumen tan
extenso. Más en concreto, cualquier juicio sobre Lemche debe tener
en cuenta dos aspectos esenciales de su postura: 1) la desconfianza
radical con respecto a las tradiciones bíblicas2 ‫ )؛‬el reducir la for-
mación de Israel a un mero proceso social en el que la religión no
desempeña papel alguno. Y no digo esto desde un punto de vista de
fe, sino meramente histórico. ¿Se atrevería alguien a negar la enorme
importancia de la religión e'n la formación del Islam? ¿Por qué ne-
garla en el caso de los israelitas, cuando todas sus tradiciones apoyan
esta idea? No se trata de ser ingenuos y atribuir a tiempos antiguos
lo que surge siglos más tarde. Pero tampoco la hipercrítica represen-
ta un valor en si misma.
Por otra parte, resulta difícil admitir que la religión de Israel sea
simple desarrollo de un aspecto de la cultura cananea, el etico. Si los
cananeos consiguieron aunar durante siglos el sentido etico con los
cultos de fertilidad, ¿por qué un determinado grupo cananeo había
‫׳‬de considerarlos incompatibles en determinado momento e imponer
sus ideas a sus conciudadanos? ¿Y por qué sólo El se salvó de la
quema? ¿No es compatible el politeísmo con la etica? ¿Cómo fueron
descubriendo esos cananeos que Baal, Astaré, Bagan, y tantos otros
eran “dioses malos”, que debían eliminar? ¿Y qué necesi'dad tenían
esos cananeos de aceptar un nuevo dios, Yahvé, que termina convir-

(46) Pero adviérta«©, como indica Thiel, Vcm revolutionären zum evolutio-
áren Israel?, 406, que la teoría de Lemche esta bastante cercana a la de Gott-
wald, en cuanto que acepta que el origen de Israel hay que buscarlo entre la
población cananea.
LOS ORIGENES DE ISRAEL 451

tiéndose en el Unico? En definitiva, la religión israelita plantea pro‫־‬


blemas muy serios que no encuentran respuesta en posturas tan sim-
plistas como las de Lemche(47).

VI. Modelos independientes

Las páginas anteriores no recogen todas las posturas sobre los


orígenes de Israel. Pienso especialmente en B. Ha!pern(48), represen-
tante de lo que podríamos llamar “modelo mixto”. Aunque no acep‫־‬
ta que Israel surgiese de una revolución campesina, considera muy
probable que ciertos elementos de su población tuviesen su origen
en habitantes de las ciU'dades de la llanura que se fueron refugiando
en las montañas centrales durante la E'dad del Bronce, especialmente
después de las conquistas de Tutmosis III. A estos se unieron otros
grupos que penetraron desde Transjordania y que formaron con ellos
una comunidad de intereses y étnica frente a otros habitantes de Ca-
naán, dando origen a la distinción entre “Israel” y los “cananeos”.
Israel afirmo muy pronto su distinción etnica, caracterizada en par-
te por la afiliación religiosa, sin que podamos excluir otros elementos.
También habría que incluir en este apartado a D. N. Freedman (49).
Basándose en Gn 49; Ex 15; Nm 23-24; Dt 33 y Jue 5, textos que fecha,
en los siglos ΧΙΙ-ΧΙ, sugiere el siguiente proceso: a) hacia el 1300 se
funda la federación israelita, con culto al dios El en Siquén; b) hacia
1230 tiene lugar una expedición egipcia que provoca la desaparición
de las tribus de ,SimeOn y Levi; c) hacia 1200 ocurre el éxodo, y el
grupo de Moisés trae la religión de Yahvé; d) hacia el siglo XI, Yahve
y El son adorados como el mismo dios; e) a fines del periodo premo-
nárquico se producen esfuerzos para restaurar la liga de las 12 tribus.
Véanse también las exposiciones de Coote-Whitelam ,(50) y Le-
maire (51).
(47) Lo mismo puede decirse de p. Arata Mantovani. Afirmar que Israel no
existe como comunidad religiosa ‫׳‬distinta del mundo entorno hasta el exilio, o
incluso hasta la é^ca helenística, es un lujo que habría acarreado el suspenso
a cualquier alumno‫ ؛‬sólo pueden permitírselo quienes escriben artículos y libros
"científicos”.
(48) B. Halpem, The Emergence of Israel in Canaan (SBL Monograph Se-
ries 29; Chico 1983).
(49) D. N. Freedman, Early Israelite Poetry and Historical Reconstructions,
en F. M. Cross (ed.). Symposia Celebrating the Seventy-Fifth Anniversary of
the ASOR (1979) 85-96.
(50) R. B. Coote-K. w. Whitelam, “The Emergence of Israel: ^cial Trans-
formation and state Formation Following the Decline in Late Bron^ Trade”:
Semeia 37 (1986) 107-146; Id., The Emergence of Early Israel in Historical Pers-
pective (Sheffield 1987).
(51) A. Lemaire., “Recherches actuelles sur les origines de !’ancien Israël:
JAS 270 (1924-5 (82‫ا‬.
452 ESTUDIOS BÍBLICOS —José Luis Sicre

Conclusión

Para no extenderme más, resumo el debate utilizando el método


catequético de Gottwald:

¿Hay un modelo espeálmáe aceptado en la adlidad?


Es difícil decirlo. Habría que efectuar una encuesta entre historia‫־‬
.dores y exegetas. Más bien podemos decir, negativamente, que el
antiguo modelo del “asentamiento” (AltNoth) no ha sido desbanca-
do, y para muchos continúa siendo el mejor. Otros, como el de “evo-
lucidn progresiva” o el de “simbiosis’‫״‬, son tan recientes que no han
tenido tiempo de abrirse camino.

¿Es preciso acudir a hipótesis y modelos explicativos o debemos


renunàr a ellos?
La exposición de opiniones encontradas provoca siempre cierto des-
animo en el lector. Parece que los biblistas se dedican a inventar
teorías por el simple placer de oponerse a lo dicho anteriormente. A
pesar de lo anterior, casi todos reconocen que es conveniente tener
hipótesis ya que, como indica Lohfink, las hipótesis son controla-
bles (52). Esta misma idea la defendió Gottwald en el Congreso de
Arqueología Bíblí'ca de Jerusalén (1904), y los arqueólogos -se mostra-
ban de acuerdo con él, aunque discutiesen la viabilidad de su modelo.
La postura más critica en este punto la representa Liverani, en un
articulo que deberían leer todos los interesados en este tema 53)‫)؛‬. En
linea partida, aunque no tan critica, se sitUan las palabras de Hal-
pem: “En estas circunstancias, cualquier explicación de los orígenes
de Israel será un ejercicio de especulación” (54). Pero no todos tienen
su humildad y sentido del humor al reconocer que su trabajo tiene
más de fantasia que de auténtica ciencia histórica (55).

(52) N. Lohfink, “Warum brauchen wir überhaupt Hypothesen über die Früh-
zeit Israels?”: BiKi 2 (198347-50 (‫ ;׳‬Id., «Warum wir weiter nach Israels Anfänge
fragen müssen. Was lässt sich con der ،LandnahmeJ wissen?”: KBl 110 (II)
160-175.
(53) M. Liverani, “Le ‘origini’ d’Israele progetto irrealizzabile di ricerca etno-
genetica”: RivBiblt 28 (1980) 9-32.
(54) The Emergence of Israel in Canaan, 81.
(55) “The succeding æction ... is less a work of scholarship than of sortition,
less a work of history than of fancy” (p. 81).
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 453

¿Existe algún acuerdo en medio de tantas diferencias?


Para confirmar la conveniencia de una discusión científica sobre
el tema, es interesante advertir el consenso que se va adquiriendo en
ciertos puntos: 1) La importancia capital de la arqueología. Ni el
más acérrimo di-scipulo de Noth se atrevería hoy a poner en discu‫־‬
siOn este punto. Naturalmente, siempre caben y cabrán diferencias
en el modo de interpretar los datos (56). 2) Los datos arqueológicos
se hallan más bien en contra de una conquista tal como la presenta
el libro de Josué, e incluso de la versión matizada de la “escuela nor-
teamericana”. 3) Un reconocimiento expreso de la importancia que
tiene en la formación de Israel el elemento cananeo, bien consideran-
dolos antepasados de Israel (Mendenhall, Gottwald, Lemche) o admi-
tiendo un largo proceso de simbiosis y de contacto con ellos (Fritz).

¿Basta un solo modelo explicativo) o debemos recurrir a varios?

La exposición anterior parece demostrar que cada autor se aferra


de manera rígida a su postura. Sin embargo, es frecuente reconocer
la complejidad del problema. “Estoy de acuerdo en que los arqueólo-
gos necesitamos un modelo, pero no se puede usar un modelo para
todo Canaán, ya que el proceso de asentamiento difiere en las distin-
tas regiones” (A. Kempinski)57)‫)׳‬. “Cuando intento comparar los ha-
llazgos de diferentes regiones del territorio de Israel, veo que no se
dio un movimiento revolucionario en todo el pais, ni hubo una con-
quista militar en todo el pais, sino que en las ‫׳‬distintas regiones
existieron procesos sociales muy diversos” (C. ,Schäfer, o. c., 91).

¿Qué recursos deben usarse al elaborar un modelo explicativo?

Quizá en este punto es donde se advierte más diversidad y donde


los enfrentamientos pueden resultar más duros. Para algunos, sOlo
tiene valor la arqueología, aun admitiendo la dificultad de interpre-
tar sus datos (Liverani). Gtros conceden gran valor al texto bibli-
co(58) o a la sociología. Hay quienes s-e basan en la arqueología y el

(56) Véase lo dicho a propósito de Albright y la bibliografía alli citada. Tam-


bién j. M. Miller, “Archaeology and the Israelite Conquest of Canaan‫^ ؛‬me
Methodological Observations": PEQ 1^ (1977) 87-93.
(57) Cf. Biblical Archaeology Tày, 90.
(58) T. Koizumi, “Toward the Establishment of a ^ientific History of Is-
rael-From the Nomadic Period te the Organization of the Four leading Tribes”:
AJBI 12 (1986) 29-76.
3
454 ESTUDIOS BÍBLICOS-José Luis Sicre

texto bíblico. Otros consideran indispensable un método complejo,


interdisciplinar, que tenga en cuenta arqueología, texto bíblico y cien-
cias sociales (59). Esta Ultima es la postura más frecuente. Los proble-
mas comienzan cuando alguno de los elementos se excluye de forma
radical (como hace Lemche con las tradiciones bíblicas) (60) o se
utiliza de forma acrítica (61). Este problema del método ha dado lu-
gar a una viva discusión entre Lemche y Otto y entre Lemche y Ma-
lamat en la que no podemos entrar aquí (62).

¿Qué factores intervienen en la formación del /primitivo Israel?


Todos estarían dispuestos a reconocer que se trata de un fenOme-
no muy complejo, con multiples factores. Al hablar de Gottwald veía-
mos .que, en su Ultimo articulo, admite siete factores distintos. Pero
es frecuente que se conceda la primacía a alguno de ellos: al econd-
mico (Coote y Whitelam), al religioso (Mendenhall), lo que provoca
nuevas disensiones Por ejemplo, para Mandenhall y ‫׳‬Gottwald el fac-
tor religioso es esencial y primario en la formación de Israel‫ ؛‬en cam-
bio, para Lemche no es punto de partida, sino punto de llegada, resul-
tado de una larga evolución.

(59) A. Lemaire, ،،Recherches actuelles sur les origines de !’ancien Israël”:


JAs 270 (1982) 5-24.
(60) También R. B. Coote y K. w. Whitelam afirman que hay que !iterarse
de las fuentes literarias “to capture the dynamics of production and exchange
of goods in relation to demopraphics...” (“The Emergence of Israel: Social Trans-
formation and state Formation Following the Decline in Late Bronze Age Tra-
de”: Semeia 87 (1986) lOT-147. Véase también K. w. Whitelam, “Recreating the
History of Israel”: JSOT 55 (1986) 45-70. donde insiste e-n que no ^demos ba-
sarnos en el texto, sino que detemos usar otros recuas (biología, arqueolo-
gia, ete.).
(61) La utilización precipitada de modelos sociológicos ha sido denunciada
por A. G. Herion, “The Impact of Modem and Social lienee Assumptions on
the Reconstruction of Israelite History”: JSOT 34 (1986) 3-33. Véase también
D. Fiensy, “Using the Nuer Culture of Africa in Underetanding the OT: An
Evaluation”: JSOT 38 (1987) 73-83, que da un toque de atención a los autores
(como Malamat, CrUsemann, Gottwald, Wilson, lehfink) que usan la metodolo-
gia y conclusiones de antropólogos como E. E. Evans-Pritehard, actualmente
desprestigiado. En la misma linea se expresa j. w. Rogerson, “Was Early Israel
a Segmentary &Cety‫”؟‬: JSOT 36 (1986) 17-26.
(62) E. Otto, “Historisches Geschehen - Uterliefemng - Erklärungsmodell. So-
zialhistorische Grundsatz- und Einzelprobleme in der Geschichtesschreibung des
friihen Israel - Eine Antwort auf N. p. lemches Beitrag zur Diskussion um eine
Sozialgeschichte Israels”: BN 23 (1984) 63-80: N. p. Lemche, “On Sociology and
the History of Israel. A Reply to E. otto - and Some Further Considerations”:
BN 21 48-58 (.1983)‫׳‬: A. Malamat, The Proto-History of Israel: A study in Method,
en el Homenaje a D. N. Freedman (Winona Lake 1983) 303-313; en alemán en
TZ 39 (19-83) 1-16. Véase la respuesta de N. p. lemche, “On the Noblem of
Studying Israelite History. A pro^s A. Malamafs View of Historical Research”:
BN 24 (1984) 94-124.
LOS ORÍGENES DE ISRAEL 455

¿Por dónde debe orientarse el estudio de los orígenes de Israel?


1) Pienso que los resultados más positivos debemos esperarlos de
la arqueología. Todo lo que esta ciencia proporciona será el funda‫־‬
mento más seguro para cualquier modelo explicativo. 2) Menos con‫־‬
vencido estoy de la utilidad de la sociología, al menos tal como se
viene utilizando. La inmensa mayoría de-los biblistas no son especia‫־‬
listas en esta materia. Quienes abordan este enfoque parece que se
indigestan durante uno o varios años de estos estudios, con el peligro
de limitarse a una escuela, e ignorando sus fallos y posibles alterna-
tivas. En cual-quier caso, seria de desear un mayor acuerdo con res-
pecto a conceptos tan capitales como el de nomadismo, seminomadis-
mo, tribu, sociedad fragmentaria, etc. 3) También seria importante
aclarar ciertos puntos concretos, como el problema de los ،apira (63)
(¿un grupo étnico, una designación sociológica de gente marginada?)
y su posible relación con los israelitas: o la interpretación de la este-
la de Memeptah(64).
En cualquier hipótesis, de una cosa podemos estar seguros: dentro
de algunos años surgirá un nuevo modelo explicativo de los orígenes
de Israel.
(63) La bibliografía es amplísima, i limito a uno de los Ultimos estudios,
O. Loretz. Habiru - Hebräer. Eine soziolinguistische Studie über die Herkunft des
Gentiliziums Hbñ vom Appelativum hdbiru (BZAW 160., Berlin 1984) (Cf. la
recensión de N. p. Lemche, “The Hebrew and the Seven Year Cycle”: BN 25
(19^) 65-75). N. Na’Aman, “Habiru and Hebrews: The Transfer of a 'Social Term
to the Literary Sphere”: JNES 45 (1986) 282-287.
(64) Véase, entre los últimos estudios, H. Engel, “Die Siegesstele des Mer-
neptah. Kritischer Überblick Uber die verschiedenen Versuche historischer Aus
Wertung des Schlussabschnitts”: Bib 60 (1979) 373-399 (en tiempos de Merneptah
existía en Palestina centra‫ !׳‬un Israel, '^ro queda ^r aclarar su relación con
los hijos de Israel de la Biblia). G. w. AhlstrOm y D. Edelman, “Merneptehs
Israel”: JNES 44 (1985) 61-59‫( ؛‬Israel no es un cuarto elemento en la campaña,,
tras AscalOn, Guézer y Yanoam. No se lo puede localizar en Galilea. “Rather
any attempt to locate Israel should be based on its use in the text in parallel
with Canaan, either as a synonym or as a contem^rarY subdivisional unit, to
designate the region of ancient Palestine”).

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