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John Soluri, Claudia Leal y José Augusto Pádua (2019) Un pasado vivo.

Dos siglos de
historia ambiental latinoamericana. Fondo de Cultura Económica.

Tomás Villegas, 31/03/2024, Informe #2.

Villa Inflamable es el primer espacio revisado por los autores, pero ¿por qué? Porque Villa
inflamable en argentina, según Soluri et al.,(2019), sería el ejemplo de las políticas
neoliberales tomadas desde el gobierno donde se asocian tanto problemáticas ambientales
como sociales de manera inequívoca (pág. 11). Este ejemplo nos adelanta los fenómenos
socioambientales extractivistas y la participación del Estado en ellos a revisar en la
introducción., construyendo así lo “latinoamericano” en la historia ambiental de América
latina.

Nos cuentan que la historia ambiental latinoamericana es un fenómeno reciente del siglo
XXI, ya que en otros países (Estados Unidos) y continentes (Europa) esta categoría ya
estaba insertada desde inicios del siglo XX. Y que la primera forma de interés en
investigación ambiental nace desde la industrialización y mercantilización de los bosques
para estudiar los efectos socioeconómicos de la deforestación, abarcando también a las
comunidades defendiendo sus territorios (bosques) ante los intereses neoliberales del
Estado. Igualmente, a través de un interés de economías agrarias y su exportación, se ha
investigado la subsistencia rural y su paisaje, y en base a este acercamiento al interno del
país comienza las investigaciones sobre el consumo interno de recursos naturales.
Consumo que se vió favorecido por la expansión del modelo ISI (industrialización por
sustitución de importaciones), gracias a el aumento de inversión e intervención del Estado.

También se aborda la conservación ambiental en América latina, pero esta conservación fue
utilizada para la “nacionalización” de la naturaleza, por ejemplo, controlar áreas fronterizas
tanto en Brasil, Argentina y Chile (pág. 17). Podemos ir concluyendo que la historia
ambiental ha sido focalizada en espacios que han sido estratégicos en el desarrollo de la
nación y el Estado, ya que lugares como ríos, estuarios, arrecifes, glaciares, sabanas y
desiertos no han tenido la suerte de ser un foco de estudio en la actualidad. Nos confirman
los autores que existe una noción general acerca de la historia ambiental, y es que esta nos
brinda “herramientas” para modificar leyes y orientar la política contemporánea (pág. 19).

Sin embargo, esta no es toda la historia ambiental. Tampoco la más relevante. Sino que
existen procesos de transformación de la naturaleza que son más antiguos que las naciones
misma, ya que la introducción del humano al territorio americano sucedió a catorce mil
años, interviniendo el espacio casi como una condición inherente. Pronto vendría esta
segunda “introducción” al continente por parte de los europeos, procediendo a explotar el
suelo sistemáticamente a través de la minería y la deforestación, o sea, aumentando la
intervención y, por descuido, contaminándolo. Tal como pasó en las minas de plata del
Potosí en 1626 con el agua de la represa que reventó y liberó 19 toneladas de mercurio
(pág. 21). Y es que no fue el único “aporte” de los europeos, también la introducción de la
urbanidad sería la antítesis de la naturaleza misma, forjando así el camino a la modernidad
que vendría cuando los estados se consoliden.

En lo que llamamos modernidad, gracias a los procesos de industrialización, los estados


comienzan a intervenir mucho más en la naturaleza a través de las reformas agrarias y
“modernizaciones” agrícolas (pág. 25). Por lo que, luego de tener un control de las tierras
americanas, el comercio internacional aparece y el proceso interoceánico se hace realidad,
y las epidemias agropecuarias, enfermedades de plantas y animales se intensifican a nivel
continental (y mundial). Para su solución los Estados piden ayuda a los científicos, domando
las consecuencias “negativas” del procesos interoceánico, y, como consecuencia de esto,
podemos concluir que la idea de una américa indomable desaparece, asomándose un
concepto de tropicalidad hermosa y regenerativa de la humanidad. Esta idea propulsa el
comercio turístico, acompañado de una preocupación internacional de los bosques
húmedos tropicales dañados por la intervención humana.

Al momento de querer abarcar estos procesos de la naturaleza y el humano, haría una


reflexión a partir del progreso de las monarquías y luego los estados que se han instalado
en el continente americano desde 1492, analizando las necesidades de recursos naturales
que han tenido esas instituciones para construirse como las conocemos. Por ejemplo: La
necesidad de riquezas y minerales codiciados por la corona española, o la explotación del
salitre en Chile para los tiempos de la guerra del pacifico y previo a la segunda guerra
mundial.

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