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Taller de Sociedad y naturaleza en América

Latina

Módulo 4

EL AMBIENTE EN LA ETAPA DE SUSTITUCIÓN DE


IMPORTACIONES

Objetivos
• Examinar la situación de América latina tras la crisis de 1930 y el modo en
que repercutiría el desarrollo industrial sobre el ambiente y la sociedad.
• Enumerar los motores de la explosión urbana en América latina.
• Comparar el crecimiento de las diferentes urbes latinoamericanas durante la
primera mitad del siglo XX.
• Relacionar el crecimiento urbano con la contaminación y la alteración
ambiental.
• Describir el concepto de sostenibilidad urbana.
• Correlacionar la construcción de represas con la alteración del ambiente
natural.
• Analizar cronológicamente las condiciones de la deforestación en América
latina durante el siglo XX.
• Representar la relación entre deforestación, avance agropecuario, sequía y
deterioro ambiental.
• Examinar el concepto de deterioro agrícola y representar regiones afectadas
en un mapa de Sudamérica o de la Argentina.

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Contenidos
✓ Explosión urbana en América latina.

✓ Expansión industrial y condición atmosférica urbana en las grandes


urbes de América latina.

✓ Casos comparativos de las ciudades de los valles en cuanto al


fenómeno de smog y los principales contaminantes atmosféricos.

✓ La huella ecológica y la invasión de Brasilia sobre la selva.

✓ Los récords mundiales de contaminación en la primera metrópoli de


San Pablo.

✓ Las represas y la alteración ambiental.

✓ Riesgos de energía nuclear.

✓ La explotación mineral ejemplificada en diversas ciudades.

✓ Deforestación en América latina tanto de las empresas privadas como


de los pueblos originarios y residentes pobres.

✓ Deterioro agrícola en diferentes regiones del continente y de nuestro


país.
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Introducción
En gran parte de América Latina, la crisis internacional de la década de 1930 y la
Segunda Guerra Mundial funcionaron como un proteccionismo de hecho. Países
habituados a vender productos agropecuarios o mineros e importar manufacturas, se
encontraron con dificultades para comprar o vender al exterior.
Esto los llevó a desarrollar industrias, muchas de las cuales fueron inversiones de las
mismas empresas multinacionales que antes los abastecían desde sus respectivas casas
matrices.
Como consecuencia de esto, se produjeron grandes movimientos migratorios hacia las
ciudades donde se establecieron las fábricas, con los consiguientes cambios sociales,
políticos y ambientales. La industrialización genera importantes migraciones del campo a
las ciudades. Un nuevo proletariado urbano ocupa los bordes de las grandes ciudades
latinoamericanas, donde la tierra más apta para vivienda ya está ocupada. En algunas
ciudades, como Buenos Aires, bajan hacia las zonas inundables. En otras, como Río de
Janeiro y Caracas, ocupan los cerros donde estarán expuestos a derrumbes y deslaves.
Aquellos países que no lleguen a crear una industria significativa, se transformarán en
expulsores de población, como Uruguay y Paraguay.
Esta etapa incluye la Guerra Fría en su totalidad, con la consiguiente amenaza de
holocausto nuclear. Al respecto, es sugestivo el que la mayor parte de los estudios
ambientales referidos a este período hayan omitido completamente los peligros de guerra
nuclear. Durante casi medio siglo se mantuvo el riesgo cotidiano de desaparición de
nuestra especie y de la mayor parte de la vida sobre la tierra. Se produjo, sin embargo,
una naturalización de estas condiciones extremas, las que llegaron a ser consideradas
como la normalidad de la vida cotidiana. Visto en perspectiva, llama la atención la
relativamente escasa atención que mereció el que fue, de lejos, el tema político y
ambiental más importante de ese medio siglo.
Ésta es, además, la etapa de descolonización, con la emergencia de muchas nuevas
naciones independientes. El Tercer Mundo deja de ser un espacio residual en la política
internacional. También es la etapa en la que cientos de millones de personas en todo el
mundo ingresan a la economía monetaria. Esto significa que cobran salarios en dinero y
que compran bienes y servicios que antes no podían comprar. Se llamó “sociedad de
consumo” a este período, en el cual el consumo de los particulares fue el componente
más dinámico de las economías nacionales y de la economía mundial. Fueron las fábricas
automotrices las que dinamizaron la economía de los Estados Unidos. En otras
sociedades, la gente tuvo acceso a una bicicleta, una heladera o una radio, bienes cuya
existencia apenas habían imaginado. Con altibajos, con profundas desigualdades, con
sangrientos conflictos sociales, el período que va del final de la Segunda Guerra Mundial
en 1945 hasta la crisis del petróleo de 1973 fue la etapa de mayor crecimiento económico
de la historia humana. Nunca antes se había producido algo así y, hasta ahora, no volvió
a repetirse. En América Latina, el elemento dinámico de estos cambios son las industrias.
Pero industrializar no es sólo agregar fábricas a lo ya existente. En muchos casos, se
cambian importaciones de manufacturas por inversiones extranjeras en el sector
industrial. Al darles otros usos a los recursos naturales, cambian los enfoques políticos de
los Estados Nacionales. En cada país parecen agotarse los modelos económicos liberales
y se inventan o se reinventan distintas formas de intervención estatal en la economía y
especialmente en el manejo de los recursos naturales. Se crean empresas estatales que
explotan el petróleo y otros recursos. Se nacionalizan ferrocarriles, teléfonos y diferentes

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compañías prestadoras de servicios públicos. Se crean instituciones científicas
encargadas de estudiar los recursos naturales de los respectivos países y sus
posibilidades de aprovechamiento económico.
Con respecto a la ocupación del territorio, América Latina pasa de 104 millones de
habitantes en 1930 a 437 millones en 1990. Una consecuencia de esto es el fin de
algunos de los grandes espacios vacíos que habían caracterizado a este continente en
las etapas anteriores. El desierto sobre el cual se expanden las sociedades empieza a
dejar de existir en muchos sitios.

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A. LA EXPLOSIÓN URBANA

Las ciudades latinoamericanas en esta etapa crecen a un ritmo sin precedentes, mayor al
de otras regiones del mundo. La ciudad latinoamericana va tomando cada vez más la
apariencia de las grandes capitales del Primer Mundo. Edificios cada uno más alto que el
anterior, moles de acero y de vidrio calcadas de las de Manhattan, trasladan a San Pablo,
a Buenos Aires, a Ciudad de México, una única imagen de ciudad: la gran urbe, rodeada
de humo y de agua contaminada. Así, es frecuente que algunos autores de esta etapa
hablan de una sociedad dual, cuyas ciudades tienen los problemas del Primer Mundo y
las áreas rurales los del Tercero o quizás los del Cuarto. Un análisis más profundo revela,
sin embargo, algunas especificidades latinoamericanas en la forma de hacer ciudades y
de contaminarlas.
Las capitales quedan rodeadas de un cinturón de viviendas precarias, carentes de
servicios básicos, cuyas condiciones ambientales son extremadamente deficitarias.
Es la época en que los organismos internacionales sostienen que hay que atender
primero los problemas relacionados con el nivel de vida para ocuparse después de la
calidad de vida. Sin embargo, los sectores de menores recursos son los que no tienen
acceso al agua potable ni al saneamiento, edifican sus viviendas entre basurales
abandonados y respiran las emanaciones de la industria química y petroquímica. En el
siglo XX, los temas de nivel de vida y los de calidad de vida son, sencillamente, los
mismos.
Los niveles más críticos se encuentran en las ciudades ubicadas en valles, debido a las
dificultades de circulación del aire. Un fenómeno meteorológico llamado de “inversión
térmica” fue observado primero en Los Ángeles y después en Ciudad de México,
Santiago de Chile, San Pablo y Caracas. Los cordones de montañas que rodean la
ciudad detienen los vientos que podrían actuar sobre el humo. Una capa de aire frío se
estaciona en la atmósfera e impide que el aire contaminado ascienda y disperse los
gases emitidos en la ciudad. Por a poco se eleva la concentración de esos gases,
originados en automotores y en chimeneas de fábricas.
Cuando el dios Quetzalcoatl eligió el emplazamiento de la actual Ciudad de México pensó
en un sitio que había sido calificada como “la región más transparente del aire”. Pero el
crecimiento de la ciudad no se hizo sólo sobre un amplio territorio sino también sobre su
atmósfera, a la que empleó como espacio de descarga de contaminantes. En los meses
de invierno, el cielo tiene un tinte opaco y las enfermedades bronquiales recrudecen. Hay
días en que es necesario declarar la alarma ambiental y suspender actividades. Estuve un
par de veces en enero en esa ciudad. Intenté usar los lentes de contacto, que me dolieron
como si me pincharan los ojos. “Es la contaminación”, me dijeron.
En ese lugar, cadenas montañosas de más de tres mil metros encierran una cuenca cuya
altitud media es de dos mil doscientos cincuenta metros sobre el nivel del mar. Esta
situación hace más difícil la renovación del aire. Además, la radiación solar y la altura
inciden sobre el contenido de oxígeno de la atmósfera, dificultando las combustiones.
Durante siete meses, de noviembre a mayo, casi no llueve, con lo que se agravan las
i
"inversiones térmicas" que son habituales en los meses más fríos . Esto llevó a empeorar
la contaminación del aire, lo que hizo que se declararan varias situaciones de emergencia
ambiental.

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Uno de los principales contaminantes de la zona metropolitana es el ozono, cuya
concentración es la mayor del mundo. Paradójicamente, la misma sustancia que protege
la vida si está en la estratósfera, es fuertemente nociva si se cruza con nosotros al nivel
del suelo. El ozono no es emitido directamente por ninguna fuente. Se genera por acción
de la luz del sol sobre los contaminantes emitidos por fábricas y automotores,
principalmente óxidos de nitrógeno e hidrocarburos.
Pero el principal responsable no es la cantidad de habitantes sino la irracionalidad de un
sistema de transporte basado en el automóvil individual. El ochenta por ciento del
combustible que se quema en la zona metropolitana de México se utiliza para automóviles
privados, en los que se desplaza apenas el veinte por ciento de la población. La mayor
parte de los intentos por restringir la emisión de contaminantes fueron resistidos por los
automovilistas. Por ejemplo, la prohibición de circular automóviles de patentes con
números pares o impares en ciertos días de la semana, alternadamente, llevó a aumentar
la cantidad de vehículos. Así, el martes salen con un auto y el miércoles con el otro,
enviando la misma cantidad de contaminantes que contribuyen a ennegrecer lo que al-
guna vez fue "la región más transparente del aire". La misma medida, adoptada también
en Caracas, arrojó los mismos resultados. Es decir, aumentar el parque automotor en vez
de reducirlo. México es, así, el mejor ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no se le
ponen límites al crecimiento del parque automotor.
Santiago de Chile repite el drama de Ciudad de México. Desde hace milenios, los mejores
lugares para el asentamiento de nuestra especie son los valles. Disputados en las
guerras, cantados en la literatura, a partir de esta etapa los valles son sitios en los que el
aire circula con dificultad y cuyos habitantes maldicen en el momento en que la autoridad
ordena una emergencia ambiental y la economía y el tránsito se detienen a la espera de
una brisa salvadora.
Así como el verano es la época de la escasez de agua, el invierno es el tiempo de la
escasez de aire, ya que es el momento de mayor frecuencia de inversiones térmicas.
Para el caso de Santiago de Chile, así como en otras ciudades latinoamericanas, la mayor
proporción de la contaminación atmosférica proviene del transporte, sector que es la
fuente principal de emisión de óxidos de nitrógeno, hidrocarburos y monóxido de carbono.
Las medidas adoptadas son las previsibles: restricciones al tránsito de vehículos, control
de humos, etc. El problema es la difícil compatibilización de la vida cotidiana, en una
ciudad que no puede quemar petróleo y, al mismo tiempo, necesita hacerlo.
En el caso de Santiago, la ciudad no avanza solamente sobre el aire respirable, sino
también sobre la tierra de cultivo. En un país estrecho y montañoso, con escasez de
tierras fértiles, el Área Metropolitana de Santiago devoró una gran cantidad de tierras de
uso agrícola que la sociedad necesita para hacer frente al aumento de la población. Entre
1956 y 1970, la provincia de Santiago perdió sesenta y dos mil hectáreas bajo riego,
ocupadas por los centros urbanos.
Al mismo tiempo, un modelo económico orientado casi exclusivamente a la expansión de
los negocios privados, pero que descuidó bienes tan públicos como el aire, parece ser el
principal acelerador de este mecanismo. Por detrás de ésta y de otras situaciones
ambientales críticas está la errónea extensión de algunos principios liberales hacia áreas
en las que esos principios no parecen aplicables en forma lineal.
Porque parece consistente suponer que la producción de ciertos bienes y servicios se
regule por la oferta y la demanda, en tanto el sistema de precios se las arregle para incidir
sobre ciertas conductas humanas. Es decir, si por ejemplo aumenta la demanda de
camisas, eso hará aumentar su precio. Pero eso mismo provocará que haya más

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personas dispuestas a ofrecer camisas y eso hará que bajen los precios otra vez por
exceso de oferta. Pero no veo de qué manera el sistema de precios se las va a arreglar
para que las plantas aumenten su capacidad de fotosíntesis, los ríos mejoren su
capacidad de autodepuración y aparezcan vientos que dispersen los contaminantes en el
momento en que el mercado lo requiera.
Entender que la naturaleza tiene sus reglas propias, distintas de las que se fijan a sí
mismos los seres humanos, y difícilmente regulables por los mercados, podrá ayudarnos
a resolver el problema. Un tema que despierta tanta angustia que en algún momento se
discutió el proyecto de dinamitar uno de los cerros de Santiago para facilitar la circulación
ii
de los vientos . ¿Es más fácil cambiar la naturaleza que las costumbres y la forma de vivir
en una ciudad?
A partir de 1926, cuando el petróleo pasó a ser el primer producto de exportación de
Venezuela, se inició un éxodo masivo hacia Caracas. A medida que se va saturando el
valle, los recién llegados se van ubicando en sitios de cada vez mayor riesgo geológico,
sobre los cerros que rodean la ciudad.. Los desbordes y aludes fueron el comienzo, ya
iii
que esa población pasó a estar en situación de riesgo ante deslaves y terremotos .
El caos urbano de Caracas fue una consecuencia combinada de las políticas urbanísticas
de dictadores y demócratas. Por una parte, la monoproducción petrolera fue vaciando el
interior del país de fuentes de trabajo. Las divisas originadas en el petróleo crearon una
economía de importación. Mientras el resto de América Latina se industrializaba,
Venezuela vendía petróleo y compraba afuera casi todo lo demás. La mirada de amplios
sectores de población del interior se dirigió entonces a la capital. Allí el dictador Marcos
Pérez Jiménez impuso un modelo urbano que copió todos los errores ambientales de Los
Ángeles, California. La capital del país petrolero sería la ciudad del automóvil.
Antes del petróleo, Caracas había sido conocida como “la ciudad de los techos rojos”.
Innumerables artistas pintaron las panorámicas de sus tejados, con las montañas del
Ávila como fondo. En el brevísimo lapso de una generación, los tejados se transformaron
en rascacielos unidos por redes de autopistas. El antiguo modelo de la cuadrícula
española significaba una proporción constante entre los espacios construidos y las
superficies destinadas a la circulación (calles y avenidas). Pero el nuevo modelo de
autopistas significó destinar superficies crecientes al automóvil. Recordemos que el
espacio es siempre el bien más escaso en una ciudad. Mucho más, en una ciudad que en
esta etapa satura el valle en el que vive, como es Caracas.
Al cerrarse las fuentes de trabajo del interior del país y al definir un modelo irracional de
uso del espacio urbano, sólo les quedaba a los pobres la autoconstrucción en las laderas
de los cerros. Después de la caída del dictador, los demócratas hicieron su aporte a la
construcción del caos urbanístico. En un país en el que la riqueza petrolera había
generado un empobrecimiento masivo, se definió una política de subsidios a la
desocupación, que sólo podían ser cobrados en la capital. Lo que equivale a decir, que se
le pagaba a la gente un sueldo para que residiera en Caracas, sin ofrecerle un trabajo
productivo allí. Con el valle saturado, construyeron cientos de miles de viviendas
precarias en las laderas de los cerros. Bajo la apariencia de ofrecer una respuesta a un
problema social, se generaban muchos otros en el futuro. Y se creaban las condiciones
para poner en situaciones de riesgo ambiental a grandes contingentes de población.
Sin embargo, las ciudades ubicadas en llanuras abiertas tampoco están libres de tener
fenómenos semejantes. Y es que una gran ciudad genera alteraciones climáticas en su
propio territorio. En primer término, en la ciudad hace más calor que en el campo. Esto se
debe a los materiales con que ha sido construida, que no disipan la energía solar como

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las hojas de los árboles y los pastos en el campo, sino que la acumulan y después la
devuelven. Asimismo, en la ciudad llueve más, porque la contaminación proporciona una
gran cantidad de núcleos de condensación que transforman en lluvia el vapor de agua.
La idea de que las ciudades edificadas en llanuras están “abiertas a los cuatro vientos” es
una ilusión. Lo están, pero por encima de la edificación, donde los vientos no tienen
obstáculos. Pero al nivel del suelo, o, mejor aún, al nivel del sistema respiratorio de sus
habitantes, cada calle se comporta como si fuera un valle, y obstaculiza la circulación de
los vientos. Los “malos aires” que tanto preocuparon a los urbanistas del Renacimiento,
han regresado.
El resultado es que una gran ciudad se comporta como si estuviera cubierta por una
cúpula de polvo y gases, que dificulta la circulación de gases y que genera frecuentes
inversiones térmicas que agravan el problema.
Ante la pregunta obvia: “¿de qué gases se trata?”, la respuesta más honesta es decir que
no lo sabemos. Por supuesto, cada vez que se quiere investigar, se llega a saber
bastante sobre los gases emitidos: hidrocarburos y óxidos de nitrógeno de los
automotores, monóxido de carbono de las combustiones de cualquier tipo, químicos
específicos de cada una de las industrias.
La parte que aún desconocemos es la que se refiere al comportamiento de esos
contaminantes en la atmósfera. Muchos de ellos son sustancias químicas inestables, que
se combinan mutuamente. Algunas de esas combinaciones se aceleran por la luz solar,
formando el llamado “smog fotoquímico”. Esto quiere decir que la composición de la
atmósfera de una ciudad cambia de minuto a minuto según las cantidades relativas de
contaminantes que emitan vehículos e industrias. Y también según la forma en que esas
sustancias se combinen entre sí, ya que lo hacen de una forma en la penumbra del
amanecer y de otras distintas bajo el duro sol del mediodía.
Llamamos sinergia a este fenómeno que genera nuevas sustancias químicas
(frecuentemente tóxicas) en la atmósfera, y también en nuestro propio cuerpo, ya que las
interacciones químicas no se detienen cuando los tóxicos ingresan al organismo humano.

Brasilia es la última utopía construida por un Estado latinoamericano.

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B. BRASILIA, LA CAPITAL EN LA SELVA

El avance sobre la selva tiene un lugar destacado en los imaginarios brasileños. La


construcción de Brasilia tiene mucho que ver con esa concepción del espacio nacional,
heredada de los bandeirantes, que considera la urbanización de la selva tropical como
una epopeya. Entre 1957 y 1960 se construye en la selva una ciudad monumental, de
diseño futurista, destinada a albergar los funcionarios de los ministerios y las embajadas
extranjeras.
El resultado de hacer una Brasilia central futurista fue el crecimiento desordenado de las
ciudades satélite. “En Brasilia el plano-piloto (área central) constituye una especie de
fortaleza cuyos muros serían invisibles: la única frontera que separa la capital de las
iv
ciudades satélite, instaladas a considerable distancia, es un cinturón verde” .
La construcción del plano-piloto exigió la contratación de más de 100 mil obreros,
procedentes del nordeste brasileño. Durante la construcción, los obreros se instalaron en
barracones de madera en los límites del plano-piloto. Después de la inauguración oficial
de Brasil, en 1960, los barracones fueron declarados “favelas ilegales”. Los trabajadores
se quedaron y llegaron cientos de miles de inmigrantes más. Para evitar la invasión del
plano-piloto, las autoridades tuvieron que crear la infraestructura de varias ciudades
satélite para albergar a los inmigrantes.
En el centro del plano-piloto hay una gigantesca terminal de autobuses, a la cual llegan
diariamente cientos de miles de personas procedentes de las ciudades satélites. Algunas
de ellas son barrios cerrados, pensados como fortalezas para proteger a sus dueños de
los pobres y otros son favelas, cuyas condiciones ambientales son, previsiblemente,
desastrosas.
Brasilia iba a ser el comienzo, el símbolo del ingreso de Brasil a la modernidad. Pero
también representó el cierre de una etapa, lo que la acerca más al pasado que al futuro.
Fue la última gran urbanización estatal. Es decir, diseñada y gestionada por el poder
público y con objetivos públicos. Más tarde, por supuesto, habrá otras. Pero serán
urbanizaciones a cargo del sector privado, como Puerto Madero en Buenos Aires, donde
el Estado aporta la tierra, la infraestructura y la reglamentación, y los agentes de negocios
se ocupan de lo sustancial: qué van a edificar allí y para qué se va a usar.

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C. EL RECORD MUNDIAL DE CONTAMINACIÓN

Durante mucho tiempo, el récord mundial de contaminación le correspondió a un poblado


de Brasil, próximo a San Pablo, llamado Cubatao. En ese lugar está situado el parque
industrial más grande de América del Sur.
Los que alertaron sobre la existencia del problema fueron los propios empresarios. Llegó
un momento en el que los industriales de Cubatao consultaron a las Naciones Unidas por
los derrumbes y aluviones de barro que amenazaban sus fábricas. La ciudad está en un
valle y la contaminación del aire había matado toda la vegetación de las laderas que
daban al valle. Las lluvias tropicales suelen ser torrenciales y cada lluvia provocaba el
desprendimiento de la tierra que antes estaba retenida por la vegetación y ahora había
quedado suelta.
Los estudios revelaron una situación de una sordidez insospechada. La primera fábrica
que se instaló fue una petrolera que atrajo a empresas productoras de fertilizantes,
herbicidas, pinturas, resinas. Esas fábricas juntas lanzan al aire una enorme cantidad de
contaminantes; dióxido de azufre, óxidos y otros compuestos de nitrógeno, benceno,
xileno, tricloroetileno, fluorine, tetracloroéter, más metales como níquel, mercurio y cobre.
Esas sustancias se estacionan en la atmósfera y forman un espeso velo que no alcanza a
disiparse. La cadena montañosa que rodea a Cubatao impide que lleguen los vientos del
mar y empujen esos gases en otra dirección.
"El conjunto de sustancias que estas empresas emiten al aire ha sido calificado como una
'sopa química' por diversos especialistas, los que señalan que su composición está
continuamente cambiando por reacciones químicas que ocurren en el aire, estimuladas
por la luz solar. Este efecto fotoquímico crea continuamente nuevos compuestos, muchos
v
de los cuales son más peligrosos aún que los que las fábricas emiten directamente" .
La política seguida en Cubatao ha sido la radicación de industrias contaminantes,
dándoles el permiso para emitir cualquier sustancia sin ninguna clase de control. La
combinación de esta actitud tan permisiva con lo desfavorable de las condiciones
geográficas, ha creado una situación explosiva.
El subsuelo de Cubatao está formado por un complejo laberinto de cañerías que conectan
las diversas fábricas entre sí y que llevan sustancias químicas de unas a otras. Al estar
debajo de la tierra, es muy difícil mantenerlas y saber en qué estado se encuentran. De
hecho, la forma más frecuente de saber si un caño está fallando es cuando se produce un
escape de gases tóxicos, con envenenamiento de personas o cuando hay alguna pérdida
de gasolina. En 1986, una de esas pérdidas provocó un incendio del que se
contabilizaron noventa y tres muertos.
Las principales víctimas de esta situación son los niños. Villa Parisi, la favela de Cubatao
es uno de los lugares más insalubres del mundo, donde la mortalidad infantil alcanzó el
treinta y cinco por ciento. Allí era frecuente que las madres debieran correr hasta el hospi-
tal donde un tubo de oxígeno aguardaba a las víctimas de los ataques de asma. También
eran frecuentes los nacimientos deformes debido a las alteraciones genéticas provocadas
por la contaminación. Uno de ellos se denomina anencefalia: los bebés nacen sin cerebro
y es tan frecuente que tiene su nombre en el lenguaje popular. La gente llama a esta
enfermedad "cara de rana", porque nacen con el rostro achatado.
Todo esto, sin embargo, no reflejaba una situación catastrófica, sino apenas el
funcionamiento habitual de Cubatao. Esto quiere decir que esta población estuvo siempre

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al borde del desastre, porque cualquier escape excepcional de gases tóxicos no podrá ya
ser diluido por una atmósfera tan saturada. Lo que en cualquier otra ciudad sería un
accidente menor en Cubatao podría provocar una mortandad masiva, precisamente
porque su aire ya no puede recibir más contaminantes.
Hemos visto, sin embargo, que estos temas son controvertidos. Podemos encontrar una
opinión opuesta en un trabajo de Naciones Unidas en el que se afirma que 'cinco años
después de una gestión concertada por varios sectores de la ciudad, se crearon
vi
condiciones ambientales que conciliaron las necesidades de trabajo y residencia." . En
cambio, la revista Time pensaba que la situación en Cubatao no había mejorado
vii
sustancialmente: "Allí -dice- la muerte azota a la gente" .

D. GRANDES REPRESAS: LA INDUSTRIA NECESITA ENERGÍA


El modelo productivo de esta etapa es de una gran voracidad energética. La literatura
económica considera que el consumo energético es un indicador del desarrollo, sin poner
el acento en la eficiencia con que esa energía se utiliza. Se lanza una carrera para
producir más y más energía, sin que en ningún momento se contemplen programas de
uso racional de la misma. El Banco Mundial y entidades semejantes financian obras para
aumentar la oferta energética, sin preocuparse por su impacto ambiental.
La publicidad muestra a la energía hidroeléctrica como una forma limpia, rozable y sin
impactos ambientales. Sin embargo, los sitios en los cuales se construyen las represas
son singularidades geográficas. Cuando el barro que trae el agua en suspensión colmata
(es decir, llena) el lago de la represa, eso significa que allí hay más tierra que agua. La
represa ha terminado su vida útil. Lo que significa que la energía hidroeléctrica es un
recurso no renovable, ya que no se puede inventar una caída de agua allí donde no la
hay.
Argentina construye la represa de Futaleufú inundando un área protegida del Parque
Nacional Los Alerces. Con la mayor irresponsabilidad, se dejan los árboles en pie, los que
se pudren lentamente y envenenan las aguas. Acampé en ese bosque poco antes de que
quedara bajo las aguas. La experiencia de despedir un ecosistema que va a ser destruido
viii
es particularmente intensa . En la mayor parte de los viajes, podemos guardar la ilusión
de un retorno. Pero la última mirada a los altos alerces, los arroyos correntosos y los rojos
arrayanes tiene el sentido de lo irreversible.
Para no ser menos, Brasil destruye la maravilla geológica de Sete Quedas para
reemplazarla por la represa de Itaipú. La represa más grande del mundo moviliza miles
de trabajadores en condiciones laborales infames. Muchos de ellos vienen de la selva,
nunca han sido albañiles y desconocen los riesgos de la gran industria de la construcción.
Allí, alguien califica de “sarasas” (maricones) a los que utilizan el casco y demás
elementos de seguridad. Como cuidar la propia vida es una vergüenza, muchos desechan
el casco y así mueren. Al igual que en la Gran Muralla China, el enorme paredón de la
represa guarda los huesos de los que allí cayeron. Algunas estimaciones dicen que Itaipú
costó un muerto por día.
Poner una pared en un río y transformarlo en un lago significa reducir la velocidad de sus
aguas. Como resultado, se reducen las poblaciones de ciertos seres vivos y aumentan las
de otros, que proliferan mejor en esas condiciones. Como la fiebre amarilla, la
esquistosomiasis llegó a América con los esclavos y se mantuvo en una baja intensidad
durante un par de siglos, hasta que la construcción de represas la puso en movimiento.
En muchas zonas los caracoles fueron contagiados por los propios trabajadores que se

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desplazaban de una obra a otra, y así extendieron la enfermedad. El “mal de las represas”
es otro de los costos del vértigo de construir grandes obras sin programar su impacto
ambiental. En el mundo hay 200 millones de personas con esta enfermedad y 650
ix
millones viven en zonas endémicas . No sabemos si hay estudios que indiquen qué
porcentaje de afectados se debe a las represas o a otras causas.
Para hacer la represa Chixoy en Guatemala, y la represa Miguel Alemán en México, se
x
desplazó a los pobladores locales mediante la violencia . Lo mismo ocurrió con muchos
otros grupos indígenas en todo el continente, cuyos intereses no fueron contemplados por
los planificadores de las obras.
Existen algunos desarrollos más cuidadosos, como el proyecto argentino-uruguayo de
Salto Grande, donde se intentaron minimizar los impactos sobre la salud y el ambiente.
Sin embargo, la actitud predominante en esta etapa es no prestarle ninguna atención a
estos temas. Aún más: uno de los muchos administradores del proyecto de represa
argentino-paraguaya de Yacyretá, manifestó que primero se iba a hacer la obra (por
supuesto, sin tener en cuenta el ambiente), y después se trataría de corregir los
problemas que aparecieran.

E. LOS RIESGOS DE LA ENERGÍA NUCLEAR

Los desarrollos nucleares son, tal vez, el mejor ejemplo del optimismo tecnológico de esta
etapa. La producción de electricidad a partir de la energía nuclear se inicia en escala
industrial antes de completar los conocimientos necesarios para hacerlo. Cuando se
inicia, nadie sabe de qué manera se desmantelarán las centrales atómicas cuando
lleguen al fin de su vida útil ni qué se hará con los residuos radiactivos. Ni, mucho menos,
cuánto dinero costará hacerlo. Pero la confianza en la ciencia es ilimitada: lo que hoy no
sabemos hacer, el avance del conocimiento nos lo proporcionará mañana. Ese mito le
permite a un mitómano venderle a Perón la bomba atómica y la fusión nuclear en frío, en
un conjunto de misteriosos artefactos copiados de las películas de Flash Gordon y que,
previsiblemente, nunca funcionaron.
En diversos países de América Latina, los proyectos nucleares se inician con un fuerte
discurso nacionalista. En mensajes que parecían calcados unos de otros, se anunciaban
los proyectos nucleares como un acto de soberanía nacional. Era frecuente repetir que se
hacían a pesar de la oposición de las grandes potencias, que no querían el desarrollo
nuclear independiente de los países de América Latina. El argumento nacionalista hizo
que los desarrollos nucleares tuvieran un importante apoyo político por parte de la
población. A esto ayudó también la falta de controles externos (común a todos los
desarrollos nucleares del mundo), que no generó información independiente sobre sus
riesgos.
Sería difícil explicar, sin embargo, por qué los proyectos nucleares más significativos se
hicieron comprando esas tecnologías a las grandes empresas del Primer Mundo.
Argentina, por ejemplo, compró una central atómica a Siemens (Atucha 1) y otra a
Westinghouse (Embalse). Es claro que, si los países de origen de esas tecnologías
hubieran querido impedir esas ventas, lo habrían logrado. Nunca hubo un bloqueo nuclear
contra el Tercer Mundo, comparable al bloqueo comercial norteamericano contra Cuba.
Hubo sí, un simulacro de bloqueo que sirvió para fortalecer políticamente a los miembros
del lobby nuclear. Por el contrario, la venta de instalaciones nucleares a países de la
periferia fue especialmente alentada por aquellos que en apariencia la iban a impedir. Aún

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más, el Auditor General de Canadá llegó a la conclusión de que para vender un reactor a
la Argentina la empresa canadiense había pagado sobornos de millones de dólares a los
mismos funcionarios que anunciaban que lo construían oponiéndose duramente a las
xi
grandes potencias . Como se ve, nunca hubo un antiimperialismo tan rentable.
Hay, por lo menos, un par de razones importantes para estimular esas actividades en los
países del Sur:
Las ventas nucleares a los países del Sur ayudaron a financiar la investigación de
nuevos desarrollos tecnológicos del sector, realizados en el Norte, y
Se procura probar las tecnologías de riesgo en un país extranjero, antes que en el
propio.
Del mismo modo que los grandes laboratorios prueban sus nuevos medicamentos con
xii
pacientes del Tercer Mundo , también las empresas nucleares prueban sus instalaciones
en países del Sur. Por ejemplo, la primera central atómica de Siemens se construye en
Argentina (en Atucha, provincia de Buenos Aires) no en Alemania. En caso de un eventual
accidente nuclear, estaba claro que la prioridad de la empresa y de su gobierno era que
ocurriera en otro país.
La dictadura argentina iniciada en 1976 y terminada en 1983 proyectó un enorme
repositorio (basurero) nuclear, que recibiría los residuos rechazados por numerosas
centrales de todo el mundo. Esto permitiría financiar un ambicioso plan nuclear, que
incluía varias centrales y un laboratorio de reprocesamiento de plutonio, que podría
utilizarse con fines militares. El retorno a la democracia permitió intensos movimientos
sociales de rechazo a la importación de residuos tóxicos y radiactivos. Finalmente, una
cláusula constitucional en 1992 bloqueó ese tipo de importaciones, lo que dejó sin
financiamiento a todo el conjunto.
Un episodio emblemático fue el de la muerte de varias personas por contaminación
radiactiva en 1987, en Goiania, capital del estado brasileño de Goias, en el principal
accidente nuclear ocurrido hasta ahora en América Latina. Nos interesa como un ejemplo
significativo de lo que ocurre cuando se moderniza un sector de la sociedad y el resto
permanece en el atraso y la ignorancia.
Todo empezó en una clínica de radioterapia abandonada, donde dos personas robaron
una cápsula radiactiva, un pequeño cilindro de algunos centímetros que les llamó la
atención por la fosforescencia. Rompieron la cápsula y ésta dejó escapar el polvo de
cesio 137. Lo vendieron a un negociante de chatarra, que lo abrió a martillazos con la
esperanza de vender el envase de plomo. En su interior encontró un fabuloso polvo azul
que brillaba en la oscuridad. Fascinado por la novedad, regaló vasitos llenos de polvo a
sus amigos y parientes. La primera muerta fue su hija de seis años, que jugaba con el
cesio. Entre las otras víctimas hay hombres y mujeres que creyeron que untarse la cara
con cesio 137 era una buena forma de prepararse para ir a bailar. Se contaminaron 129
personas; 20 fueron hospitalizadas con quemaduras, vómitos y otros efectos de la
radiación. Hubo 8 muertos y 600 personas fueron víctimas de algún grado de radiación
xiii
excesiva .

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F. LA EXPLOTACIÓN MINERA
Fuera de las ciudades, en las áreas remotas, las condiciones del ambiente laboral son
especialmente brutales. Las condiciones ambientales de la actividad minera fueron
extraordinariamente duras a lo largo de toda la historia humana. En el primer tomo de esta
obra hablamos de los daños sanitarios y ambientales provocados por la explotación de la
plata en Potosí durante la época colonial. La forma en que se desarrolla esta actividad
continúa siendo penosa y origina numerosos conflictos sociales. En la elaboración del
salitre en Chile, “los obreros trabajan con grandes sacrificios; en algunas faenas en forma
casi cruel con un calor abrasador y sin seguridad para el trabajo; por eso las
enfermedades y los accidentes son mayores en ellas” (…) “Las condiciones de higiene y
seguridad para los obreros en las diversas faenas, eran, la mayor parte de las veces,
deficientes: los locales en que trabajaban carecían de suficiente luz, ventilación y
desagües; el polvo en las chancadoras (trituradoras del mineral) les molestaba hasta
obligarlos a trabajar con frecuencia con el rostro cubierto por telas o pañuelos de mano, y
el calor y el desprendimiento de gases venenosos en los cachuchos (donde se disuelve el
salitre por medio del agua y del calor) los obligaba a trabajar casi desnudos, hasta
agotarles las fuerzas. Las máquinas, o no estaban protegidas, o lo estaban en forma
defectuosa, sin aparatos preventivos de accidentes, por lo cual era frecuente la caída de
los obreros a los calderos hirviendo. Con frecuencia se ocupaban niños en máquinas y
xiv
calderos con tareas abrumadoras para sus cortos años” .
La siguiente afirmación hecha para la minería chilena, puede extenderse al continente
entero: “En este período el tema de los recursos naturales no renovables y el desarrollo
productivo de la minería en relación con el medio ambiente estuvo prácticamente ausente.
La literatura revisada no deja ver ningún indicio de preocupación por temas relacionados
con la contaminación y los altos requerimientos de agua derivados de las actividades
mineras, sino más bien todas las políticas asumidas apuntaban hacia un aumento de la
xv
productividad sin consideraciones ni reparos de tipo ambiental” .
La industrialización lleva a generalizar el mismo modelo tecnológico en todos los países,
modelo que se caracteriza por un uso masivo del petróleo y sus derivados. En todas
partes, las formas de uso de la energía cambian sustancialmente. Por ejemplo, en
Ecuador, en 1970, el 74,5 por ciento de la oferta de energía primaria estaba compuesta
por leña; en 1995 su aporte fue de apenas el 11 por ciento. Recíprocamente, el petróleo
incrementó su participación de un 22,7 por ciento en 1970 al 77 por ciento en 1995.
El costo ambiental de este cambio energético ha sido, sin embargo, profundo. Desde
1972, compañías petroleras internacionales en colaboración con la compañía nacional,
Petroecuador, han extraído millones de barriles de petróleo de la Amazonía ecuatoriana.
Durante este proceso, se calcula que se han derramado en el medio ambiente millones de
galones de sustancias tóxicas, gas y petróleo. Se realizó un estudio para investigar las
condiciones ambientales y el estado de salud de la población que vive en comunidades
rurales rodeadas por pozos y estaciones de petróleo en la Amazonía del Ecuador. Los
resultados mostraron niveles de contaminación muy superiores al límite aceptado para el
uso humano en los ríos de las comunidades expuestas. Las mujeres de comunidades
contaminadas presentaron mayor riesgo de padecer determinados síntomas relacionados
con la exposición a los químicos del petróleo y sufrir abortos que las mujeres que vivían
donde no había explotación petrolera. La incidencia de cáncer fue también superior en los
xvi
sitios donde existe explotación petrolera .

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A partir de las experiencias de contaminación, la sola presencia de instalaciones
petroleras pasó a representar una situación de conflicto potencial con las comunidades
locales.
En esta etapa, las explotaciones mineras de América Latina adquieren ritmo industrial y
generan formas de impacto ambiental también semejantes a las de la gran industria.
Entre los casos de contaminación del aire por explotación minera, uno de los de mayor
repercusión es el de Cerro de Pasco en Perú. En 1902, una empresa norteamericana
crea la Cerro de Pasco Mining Co. y comienza el proceso de reducción del cobre. En los
primeros tiempos, la altura de la zona y el régimen de vientos reducen el impacto
ambiental. En 1923 la empresa se traslada y “casi inmediatamente los humos empezarían
a causar daño a la vida humana, animal y vegetal, que se complica posteriormente con
xvii
los circuitos para obtener plomo y zinc a partir de minerales complejos” .
Con el aire contaminado de sus altos hornos, dolosamente desprovistos de filtros, Cerro
fue matando el ganado y las tierras de cultivo de las comunidades campesinas, para que
esas tierras se tornaran improductivas y así poderlas adquirir a precios increíblemente
xviii
bajos . De esta forma la compañía obtuvo un latifundio de 320 mil hectáreas hacia
mediados de 1924. “Los campesinos, empobrecidos o sin tierras, pasaron a formar parte
del personal de las minas o de la misma fundición. La compañía inició entonces la
instalación de un sistema de recuperadores en la fundición para que sus humos dejaran
de ser tóxicos. Así, durante las décadas de 1930 a 1960 quedó en posesión del mayor
xix
latifundio de Perú, cambiando el uso del suelo a ganadería fina de ovinos y bovinos” .

G. LA CONDUCTA AMBIENTAL DE LAS DICTADURAS

Los latifundios de la etapa anterior estaban en manos de los grandes grupos de poder
local. En esta etapa hay un fuerte crecimiento de los latifundios pertenecientes a
empresas multinacionales, a menudo asociadas a sistemas industriales.
Su influencia en las decisiones sobre los recursos naturales y la propia gestión política en
general ha sido tan grande que llevó a incorporar al lenguaje corriente la expresión
“republiqueta bananera”. La calificación banana republic fue acuñada por el escritor
norteamericano O. Henry en una novela casi olvidada llamada “Coles y reyes”, publicada
en 1904, en la cual describe de esta forma al dictador de Anchuria (Honduras): “En cada
ciudad hacía erigir su estatua adornada de largas leyendas que celebraban su grandeza.
En el frontispicio de cada edificio público había placas alusivas a su esplendor y la gratitud
de sus súbditos. Sus estatuillas y retratos, diseminados por todo el país, se encontraban
en cada casa o choza. Un adulador de su corte lo había pintado como un San Juan, con
xx
aureola y séquito de acompañantes en uniforme de gala” .
Las dictaduras latinoamericanas se caracterizaron por facilitar el saqueo de los recursos
naturales de sus respectivos países. El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo
otorgó a sus propias empresas, manejadas por testaferros, grandes concesiones
madereras sobre los bosques nativos. Lo mismo hicieron otros dictadores emblemáticos
como “Papa Doc” Duvalier de Haití, Alfredo Strossner de Paraguay o Anastasio Somoza
de Dominicana.
Las obras públicas de los dictadores de esta etapa pueden llegar a tener un absoluto
desprecio por sus consecuencias ambientales. El dictador imaginario de García Márquez
entrega a los norteamericanos el mar territorial, lo que en la novela significa que se llevan

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el agua con grandes exclusas y dejan la capital –antes costera- junto a un gran desierto
de arena.
Muchas de las grandes obras diseñadas en tiempos de dictadura tuvieron el mismo
carácter irracional que el resto de sus políticas. El dictador cubano Fulgencio Batista
intentó construir un canal navegable que atravesara su país para acortar los tiempos de
navegación. Lo iba a llenar con agua de mar (el de Panamá utiliza agua dulce) lo que
habría significado la salinización de cursos de agua y napas subterráneas en una amplia
zona.
Por su parte, Alfredo Strossner impuso una traza absolutamente irracional para la represa
argentino-paraguaya de Yacyretá, que encareció desmesuradamente la obra, para evitar
la inundación de un palacio que usaba para ocultar sus actividades de pedofilia.

H. LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA REFORMA AGRARIA

Durante este período el latifundio sufre un importante rechazo social en todo el continente,
lo que llevará a diferentes reclamos de reforma agraria. Del conjunto de reformas que se
realizan, las más significativas son la primera y la última. Es decir, la que se realiza en
México y la que se lleva a cabo en Cuba.
Así como en la etapa anterior la tierra es manifestación de poder y prestigio, en esta fase
se pone el acento en el carácter parasitario de los grandes terratenientes. La lucha contra
los latifundistas es un objetivo político en gran parte del continente. A menudo se
identifica el campo con el atraso y con el régimen feudal y se lo contrapone con la
industria, a la que se identifica con el capitalismo moderno. En todas partes se estudian
los regímenes de tenencia de la tierra y se proponen reformas agrarias.
En México el Plan de Ayala es el programa de distribución de tierras entre los campesinos
pobres. Es, también, la promesa de que las comunidades indígenas recuperarán las
tierras que les fueron usurpadas durante el siglo XIX. El mencionado Plan establece que
“se expropiarán, previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios a los
xxi
poderosos propietarios de ellos " . Uno de sus redactores fue Emiliano Zapata. Este
programa se refuerza en la Convención de Aguascalientes (1916), que reclama destruir el
latifundio, crear la pequeña propiedad, devolver a los pueblos los ejidos y aguas de que
habían sido despojados.
Es sugestivo que el líder popular más famoso de la Revolución Mexicana, Pancho Villa,
sea quien haya tenido una de las posiciones más conservadoras sobre el reparto de
tierras entre los campesinos pobres, ya que proponía que los propios campesinos las
pagaran, lo que obviamente, estaba fuera de sus posibilidades y hubiera anulado toda
xxii
posibilidad de reforma agraria . En México, entre 1915 y 1958 se entregaron a los
campesinos más de 40 millones de hectáreas, extensión superior a la superficie total de
xxiii
muchos países . Pero esta reforma agraria se hizo pensando más en la tenencia de la
tierra que en su conservación. En muchos casos, los cambios tecnológicos asociados a lo
que se consideraba como modernización en ese momento, dejaron fuera a tecnologías
indígenas, más adaptadas a esos ecosistemas que las nuevas. Por ejemplo, en Yucatán
se abandonó la vieja práctica maya de corte y quema selectivos y se la reemplazó por tala
rasa. Pero, al igual que en las tribus del Amazonas, “la tumba milpera no arranca los
árboles de raíz, sino que deja los tocones, como si fuera una poda, para que rebroten. La

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quema se sabe hacer de modo que se protegen y respetan muchas especies valiosas
xxiv
que preservan parte del bosque en el Yucatán rural” .
Por su parte, la ley guatemalteca de Reforma Agraria de 1952 (derogada muy pronto por
una oportuna dictadura) establece áreas de reservas forestales, con un criterio
xxv
conservacionista .
Nada de esto aparece en las reformas agrarias de Bolivia (1953) y de Perú (1964), en las
que el reparto de las tierras significó una muy fuerte presión de los campesinos sobre los
inestables ecosistemas de los Andes. Después de varios siglos de latifundio, en amplias
zonas se perdió la antigua cultura de prácticas conservacionistas, que caracterizó a los
Andes en la etapa prehispánica. La reforma agraria no incluyó ningún esfuerzo por
xxvi
recuperar esos conocimientos tradicionales .
Así como la reforma agraria mexicana puso el acento en los pequeños productores, su
equivalente cubano se basó en el sector estatal. Las dos reformas agrarias realizadas en
Cuba repartieron determinadas tierras a los campesinos, pero la mayor parte -los grandes
latifundios ganaderos, arroceros y cañeros- se convirtieron primero en cooperativas de
trabajadores que al poco tiempo fueron convertidas en granjas estatales.
En la primera reforma agraria (17 de mayo de 1959) se expropiaron las tierras con más de
30 caballerías (402 hectáreas) absorbiendo el Estado el 40 por ciento de las mismas. La
segunda reforma agraria (3 de octubre de 1963) limitó la propiedad individual a 67
hectáreas, con lo que el Estado se convirtió en el poseedor del 70 por ciento de las tierras
xxvii
del país. En 31 de diciembre de 1989 la propiedad estatal ascendía al 82,3 por ciento .
De un modo coherente, el campesino mexicano producía para el mercado (a menudo
fuertemente concentrado) y el campesino cubano para el sistema estatal de distribución.
En su etapa inicial, el modelo cubano estaba basado en monocultivos para la exportación.
Manteniendo un rol semejante en la división internacional del trabajo, Cuba había pasado
de ser proveedor de azúcar de los Estados Unidos a serlo de la Unión Soviética. Como
los soviéticos pagaban el azúcar cubano por encima de su precio del mercado
internacional, se mantuvo un fuerte incentivo al monocultivo, con sus conocidas
consecuencias ambientales.
La respuesta fue un programa de “quimización de la agricultura”, impulsado durante la
década de los 80, que tomó un modelo tecnológico semejante al norteamericano. La
incorporación masiva de productos químicos al agro generó los mismos problemas de
xxviii
contaminación que en otros países del Tercer Mundo .

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En una estampilla se exhibe la deforestación del bosque de caldén como
la producción característica de la provincia argentina de La Pampa.

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I. LA DEFORESTACIÓN DE AMÉRICA LATINA

Los procesos de expansión industrial y urbana se realizan con fuertes daños sobre los
bosques nativos. Se mantiene la ilusión de que los recursos naturales de los distintos
países latinoamericanos son infinitos, aunque son muchas las voces de intelectuales que
advierten la destrucción ambiental. Por ejemplo, en “Cambio de Piel”, de Carlos Fuentes,
leemos:
“-Dijiste que diez años antes este rumbo estaba lleno de bosques.
“-Los mexicanos no saben conservar su riqueza.
“Soltaste la mano de Franz. Apoyaste la frente en el vidrio y miraste hacia fuera; hacia los
muñones de árbol, la tierra erosionada de la barranca, el agua rápida, despeñada, que
arranca la tierra de las montañas y aplana las colinas y nos entrega este país de mierda,
xxix
seco, sofocado, hostil” .
En Paraguay, la superficie boscosa pasó de 84 mil kilómetros cuadrados en 1945 a 35 mil
en 1985. Paraguay ha tenido la tasa más elevada de deforestación de Sudamérica entre
los años 1981 y 1990.
Las montañas Yvytyrusu en el Departamento de Guaira están cubiertas por bosques
húmedos subtropicales característicos de la región oriental de Paraguay. En la década de
1960, la dictadura del Gral. Stroessner promovió una reforma agraria en la zona, con el
apoyo de los organismos financieros internacionales. “La transformación de las tierras de
bosques para diferentes usos agrícolas ha sido promovida por el concepto prevaleciente
de que la cubierta forestal era clasificada como tierra improductiva. La política impuesta
fue fomentar la transformación de esta tierra en tierras agrícolas. Créditos para los
agricultores de pequeña escala que podrían haber promovido el uso sostenible de los
bosques y su conservación o para cualquier alternativa productiva nunca se han visto en
xxx
Yvytyrusu” .
En ese país, “los planes de reforestación han fracasado por diversos motivos, con
excepción de una empresa privada que de 1986 a la fecha (escribe en 1990) ha plantado
xxxi
750 hectáreas” . En otras palabras, que se perdieron unos 4,9 millones de hectáreas de
bosques naturales y se plantaron 750 hectáreas de bosques artificiales.
La deforestación de esta etapa está ligada a grandes procesos de producción. Algunos
son formas de expansión de las fronteras agropecuarias sobre tierras de bosques. Otros
son extracción de materias primas forestales, realizados en gran escala. La expansión
urbana es una muy fuerte presión a la extracción de maderas para construcción. La mata
atlántica, el bosque tropical brasileño próximo a las costas, comienza a talarse para
emplear sus maderas en la expansión de Río de Janeiro y São Paulo. Pronto se cortan en
tablones las gigantescas araucarias y se las exporta con el nombre de pino Brasil para
armar en Buenos Aires incontables encofrados de hormigón. A comienzos del siglo XX
estos pinares ocupaban 50 millones de hectáreas en el estado de Paraná. A fines de la
década de 1970 había 641 mil hectáreas con formaciones densas de esta especie y 2,5
xxxii
millones con formaciones más claras .

La selva amazónica no es, como a menudo se cree, el pulmón del mundo. Se trata de un
sistema complejo que funciona como si fuese cerrado, y que consume prácticamente todo
el oxígeno que produce. Más allá de los mitos que circulen sobre esta región, lo cierto es

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que su apariencia de fertilidad inagotable ha sido la causa de tantos proyectos fracasados
sobre la región. Desde los lejanos tiempos del marqués de Pombal, siempre se vio a la
Amazonia como la tierra de promisión, donde cualquier cultivo tendría rendimientos
infinitos, casi sin esfuerzo alguno. El retraso económico de la región se explicaba con
argumentos de tipo racista, sobre la indolencia de los nativos y la necesidad de algún
capitalista extranjero capaz de explotar esas riquezas con visión de futuro.
El primero de los salvadores modernos del Amazonas fue Henry Ford, quien en 1927
compró un millón de hectáreas en el estado de Pará, junto al río Tapajós. Era un
momento de grandes dificultades económicas en el mercado mundial del caucho. La
economía norteamericana se apoyaba en la industria automotriz, que necesitaba de
neumáticos de caucho. Por lo cual parecía una buena idea hacer una gigantesca
plantación de caucho en su misma tierra de origen. La forma de obtención del caucho era
tan primitiva y artesanal, que parecía el sitio ideal para llevar a la práctica los principios de
división del trabajo, mecanización y organización en gran escala que caracterizaron al
fordismo. Los trabajadores caucheros (seringueiros) van buscando en la selva ejemplares
de este árbol, que van sangrado periódicamente. Hacen incisiones en la corteza, recogen
el líquido en una lata y después lo ahuman sobre una fogata y entregan esta materia
prima en bruto a un acopiador, vinculado a un monopolio de la comercialización. Los
trabajadores están atados a deudas eternas y controlados por bandas de pistoleros que
impiden cualquier reclamo.
Ford diseñó una explotación moderna, que combinaría los criterios industriales de
eficiencia para el cultivo del caucho y la extracción y exportación de maderas duras. La
ilusión de abundancia de la naturaleza era tal que a nadie le importó conocer cómo era
realmente la selva. A la distancia sorprende la ignorancia ecológica de quienes intentaron
realizar los grandes proyectos en el Amazonas. Por una parte, tenían una ilusión de
homogeneidad, que les hacía creer que era lo mismo una parte de la selva que otra. La
tierra elegida tenía colinas y suelos arenosos, que dificultaron el uso de maquinarias. El
rey de los motores a explosión tuvo que retornar a las viejas carretas de bueyes, las
únicas capaces de circular por esos terrenos.
Pero además, se realizó el emprendimiento sin tener los mínimos conocimientos sobre la
ecología de la selva. Les pareció que si crecían esos árboles inmensos también crecería
cualquier otra cosa, con sólo plantarla. Por ejemplo, nadie se preguntó por qué en la tierra
de la Hevea brasiliensis (árbol del caucho) no había bosques de Hevea. En todo caso, era
un simple error de la naturaleza, que la ciencia y la técnica corregirían rápidamente.
Pronto empezaron a crecer miles de hectáreas con monocultivos de caucho. Sucede, sin
embargo, que es más sencillo hacer plantaciones de caucho en Malasia donde este árbol,
por ser exótico, no tiene los enemigos naturales que han coevolucionado con él. En
Amazonia, en cambio, están todos allí y la defensa natural de la Hevea fue siempre crecer
separadamente para evitar las plagas. La ambición llevó a plantar los árboles tan juntos
que sus ramas se rozaban. Apenas crecían, los hongos y los insectos destruyeron una
plantación tras otra. Para combatirlos, se trajeron variedades que parecían resistentes,
pero la extraordinaria capacidad de mutación de los insectos fue generando nuevas
plagas. Las 53 variedades se volvieron susceptibles, y no menos de 23 variedades de
xxxiii
insectos depredadores también atacaron los cultivos .
Cualquier forma de lucha contra las plagas tenía que ser intensiva en el uso de mano de
obra. Pero la zona era demasiado remota, con una densidad de población muy baja y la
poca gente que había estaba separada de la civilización industrial por un enorme abismo
cultural. El resultado fue que las personas con mentalidad de obreros no querían irse a la

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selva y los escasos pobladores locales no se adaptaron el trabajo industrial o los
pistoleros que los esclavizaban les impidieron trabajar en Fordlandia.
En 1941 la Compañía Ford del Brasil tenía 2.723 empleados trabajando sus plantaciones,
En 1945, después de una inversión total del orden de los 10 millones de dólares, Henry
Ford II vendió sus tierras al gobierno brasileño por 500.000 dólares. Parte de ellas
seguían intactas y otra parte había sido irreversible e inútilmente deforestada.
La evolución de las políticas mexicanas con respecto a sus bosques es un caso que
merece ser analizado. La distribución de tierras en gran escala entre los campesinos,
como consecuencia de las políticas iniciadas en la Revolución Mexicana, genera una
nueva clase de conflictos ambientales. El dilema de si proteger los ecosistemas o las
comunidades pobres adquiere un sentido particular.
El naturalista Miguel Ángel de Quevedo pensaba que los campesinos habían sido
responsables de una gran parte de la destrucción de los bosques del país, y temía que si
no se fijaban límites a la redistribución de la tierra, los bosques de México estaban
condenados. Insistía en que los campesinos "a quienes se adjudicaran tierras, deberían
xxxiv
dejarlas inalteradas si no eran adecuadas para la agricultura" .
La Secretaría de Agricultura de la administración de Álvaro Obregón (1920- 1924)
informaba que: "Esta Secretaría ha recibido diariamente muchas quejas sobre cómo la
tala de bosques destruye no sólo la provisión de madera, sino de cómo provoca
resultados más graves al secarse las corrientes de agua y al producirse desastrosas
inundaciones que dejan una estela de tierra estéril y desértica ".
La primera actitud en materia de conservación de recursos naturales es la de preservarlos
en tanto objetos físicos, sean árboles o animales destacados. Posteriormente se atiende a
preservarlos debido al rol que cumplen en determinado ecosistema. Llamamos servicios
ambientales a esa función. Por ejemplo, se protegen las aves rapaces porque se comen
los roedores que actúan como plagas. O se conservan los bosques ubicados en las
nacientes de los ríos para evitar aluviones o inundaciones aguas abajo, o para cuidar las
fuentes de abastecimiento del servicio de agua potable. Es el caso de los bosques
protectores en México.
A comienzos de la Revolución se discute si puede prohibirse a los campesinos pobres la
xxxv
extracción de leña de los bosques protectores de la Ciudad de México . La discusión
política de ese momento era si no se trataba de un pretexto para obligar a esos
campesinos a abandonar sus actividades de subsistencia y enviarlos a trabajar a las
condiciones de extrema explotación de las grandes haciendas.
En 1932 se declara zona protectora forestal a los bosques de la "Cañada de Contreras"
en el Distrito Federal. Y en 1933 se establece como zonas protectoras forestales los
terrenos arbolados de las cuencas hidrográficas que rodeaban los sistemas nacionales de
riego. También, y por el mismo motivo, se protegen bosques para asegurar el
abastecimiento de agua a las ciudades de Chihuahua y Guadalajara. Además, se declaró
zona protectora forestal para detener los aluviones catastróficos que afectaban a la ciudad
de Río Blanco, en Veracruz.
Por su parte, el gobierno de Lázaro Cárdenas declara la necesidad de “conservar los
bosques existentes en las zonas que constituyen las cuencas superiores de los ríos”. En
la década de 1930 hubo una política muy activa para la protección de los servicios
ambientales prestados por los bosques. El uso de bosques protectores en las partes altas
de las cuencas hídricas es la forma más eficaz y barata de evitar aluviones e
inundaciones. Me gustaría saber cuántos gobiernos latinoamericanos actuales lo están

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haciendo, ya que la política habitual es tomar un crédito internacional para realizar una
gran obra pública, con enorme consumo de cemento, impactos ambientales significativos
y escasos resultados.
Este conservacionismo de los primeros momentos fue reemplazado por una gran
permisividad, a medida que los grupos industriales se hacían políticamente más poderosos.
En 1944, siguiendo las políticas industriales gubernamentales, el Congreso mexicano
modificó los límites del Parque Nacional Colima para quitar la protección de casi todas las
áreas arboladas y permitir su explotación por una fábrica de papel. Durante los años sesenta,
el gobierno mexicano llevó a cabo un programa masivo de construcción de carreteras para
facilitar la extracción de los árboles de caoba, cedro y ceiba que todavía quedaban en la
zona. Al mismo tiempo que la industria forestal adquiría un auge explosivo en Chiapas, los
inmigrantes que no podían mantenerse en suelos que eran rápidamente privados de sus
nutrientes, vendieron sus tierras a ganaderos, quienes, apoyados por políticos locales,
convirtieron gran parte de la selva en tierras de pastoreo. En 1940, la selva lacandona cubría
1,3 millones de hectáreas; en 1990 sólo quedaban 300.000.
Así, lo que era pobreza con acceso a medios de subsistencia naturales pasó a ser miseria
sin esperanzas. Los indios siguieron mirando desde afuera a una sociedad que los ha
privado de sus formas de vida tradicional sin darles otras nuevas, y que les mostró el lujo
de los que se hicieron ricos lucrando con los ideales de la Revolución Mexicana.
Entretanto, en uno de los palacios más impresionantes del mundo, el del Museo Nacional
de Antropología, residen unos indios de cera, la imagen oficial de un país que es mestizo,
pero que se niega a aceptarlo en los hechos.
Es frecuente la realización de maniobras económicas y políticas para la obtención de
concesiones de explotación maderera, que se realizan sin ninguna evaluación de las
xxxvi
condiciones de renovabilidad de los recursos naturales involucrados .

J. LOS BOSQUES DEL SUR DE CHILE


En Chile, la destrucción del bosque nativo va asociada a la plantación masiva de especies
forestales, con destino a diversas industrias y a la exportación. En una primera etapa,
estas actividades recibieron una buena adhesión por parte de la población, que no suele
diferenciar entre bosque nativo y bosque implantado. En buena parte del continente, la
cultura popular de esta etapa supone que cuando se tala un árbol debe plantarse otro,
aunque no sean de la misma especie ni cumplan funciones equivalentes en los
ecosistemas. Es decir, es trasladar a escala de un país lo que puede ser cierto en una
forestación urbana, donde podemos poner una especie u otra con fines decorativos.
Sólo a mediados de 1945 el organismo estatal CORFO manifestaba que de no mediar
protección “con los sistemas actualmente (utilizados) en 100 años o menos la riqueza
maderera chilena puede estar agotada (ya que) el sistema de explotación puede ser
denominado “a muerte”, pues, por lo general, se explota el bosque de una vez para
siempre”-
El aumento del valor internacional de maderas finas hacia la década del ´60 determinó
una fuerte expansión de la demanda. Las innovaciones tecnológicas en los camiones, las
torres de extracción y las motosierras eran capaces de explotar los bosques más tupidos
y en laderas más abruptas. Empresas forestales norteamericanas fijan su atención en los
bosques templados y húmedos del cono sur americano. Había llegado el momento para
los últimos alerces de Chiloé continental. En las montañas de Contao al sur del Seno
Reloncavi, escondidos por escarpadas laderas estaba el que tal vez fuera era el bosque

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mas antiguo del planeta; los alerces de valle del Patamai ubicado en las laderas del
Volcán Apagado y que serían sometidos a una tala rasa que dio cuenta de los ejemplares
mas anchos y altos en una explotación que duro casi 10 años (1960-1970) y que tumbó la
“mayor catedral verde” de Chile. Las autoridades del gobierno de Frei alarmadas por las
escandalosas noticias que recibían de este crimen ecológico establecen un reglamento
para la corta del alerce que en sus considerandos decía que “la especie arbórea
denominada alerce, se encuentra sometida, a lo largo del territorio nacional, a una
explotación intensiva y sin control, por lo que existe el serio peligro de extinción de dicha
especie”.
Selva Valdiviana de Chile

Cuando ya habían sido cortados casi el 80 por ciento de los bosques de alerces
existentes a la llegada de los españoles y ante la presión de las nuevas ideas de
conservación se dictó en 1976 el decreto supremo 490 que prohíbe el corte de alerces
vivos. Gabriela Mistral escribió: estoy con “el mismo alerce patagónico que tal vez nos ha
visto en indiada suelta, luego en colonia rigurosa, luego en república, ¡y sabe Dios
xxxvii
cuántos trances más nos ha de ver todavía!”

K. LOS POBRES TAMBIEN DEFORESTAN

Además de la gran hacienda, a menudo se atribuye a los pobladores de menores ingresos


el sobrevivir a costa de la destrucción de los bosques. Por ejemplo, se afirma que “el
sistema de cultivos de milpa en El Salvador, que expone los terrenos a cultivos intensivos
hasta agotarlos, la quema de bosques como forma de habilitación de dichas superficies y
la introducción de la ganadería por los españoles son algunas de las causas que han
xxxviii
contribuido a la devastación de los bosques en El Salvador” .
Por otra parte, en muchos países, el otorgamiento de la propiedad de la tierra requiere
que el interesado la ocupe y le haga mejoras que indiquen su voluntad de explotarla
productivamente en vez de tenerla como bien de especulación. La deforestación suele ser
considerada una mejora, de modo que el acceso a la propiedad de la tierra puede pasar
por destruir su cobertura vegetal. Con ella se suele destruir también su fertilidad.

L. LO QUE QUEDA CUANDO SE HA DESTRUIDO LA VEGETACIÓN


NATURAL
El vinal es un arbusto que crece en las áreas secas de la región chaqueña de Argentina,
Paraguay y Bolivia, que puede alcanzar de tres a cinco metros de altura. Tiene espinas de
25 centímetros de largo, con las que es frecuente que las vacas pierdan los ojos. Ocupa e
inutiliza campos ganaderos, en los que no permite el crecimiento de los pastos, además
de impedir la entrada del ganado.
La invasión del vinal es un ejemplo de alteraciones de las condiciones ambientales en
áreas marginales. Antes de la colonización del Chaco, el vinal no podía expandirse
porque la sombra provocada por los pastizales impedía el crecimiento de las plántulas.
Además, los indios quemaban cada tanto los campos para cazar, y estas quemazones
perjudicaban a las leñosas. El pastoreo excesivo le da al vinal el sol que necesita en sus
primeros estadios de crecimiento. Este proceso comenzó a partir de la guerra del Chaco,
durante la cual algunas zonas sirvieron de área de pastoreo a los ganados usados

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durante la guerra. El sobrepastoreo llevó a la expansión del vinal, lo que a su vez condujo
al traslado del ganado a otros campos -que ya tenían uso ganadero- lo que significó
también sobrepastorearlos. De este modo, al haber menos pasto se facilita el crecimiento
del vinal. Al mismo tiempo, el ganado come los frutos y "siembra" las semillas con sus
deyecciones, con lo cual acelera la invasión. El vinal afectó en grados diferentes a unos 2
xxxix
millones de hectáreas. Se lo intentó controlar con defoliantes y tractores con cadenas .
El plaguicida que se recomendó para malezas leñosas es el 2,4,5-T (triclorofenoxiacético).
Este producto químico fue usado como arma durante la guerra de Vietnam y sus efectos
fueron tan nocivos que se lo incluyó entre las armas que debían prohibirse en los
conflictos armados. Como los defoliantes son sustancias que matan las plantas, los
rociaban con helicópteros para "limpiar" la selva donde se escondían los vietcongs y
poder verlos desde arriba. Decenas de miles de hectáreas fueron rociadas con una
sustancia capaz de matar los enormes árboles de las selvas tropicales. Pero parece que
nadie dijo que un veneno capaz de matar árboles quizás fuera también nocivo para las
personas. En las zonas afectadas provocó nacimientos deformes e innumerables casos
de cáncer, que afectaron también a los soldados que lo manipulaban. Por estos efectos,
se prohibió su uso como arma de guerra. Sin embargo, fue reciclado para usos civiles,
con graves daños sobre la salud humana y los ecosistemas. Una vez prohibido en
Estados Unidos, se lo siguió fabricando, exclusivamente para exportarlo al Tercer
xl
Mundo .
Además de la contaminación, estas soluciones tienen costos elevados, que no pueden
afrontar los productores que se han visto obligados a sobrepastorear sus campos por falta
de ingresos. Aún en el caso de poder aplicarlas, son sólo paliativos: es necesario
alambrar los campos para evitar que el ganado lleve las semillas y esta inversión no está
al alcance de los ganaderos medios de la zona. En otras palabras, que los bajos ingresos
obligan a los pequeños ganaderos a sobreutilizar sus campos y que esa sobreutilización
abre el camino a las leñosas. Las soluciones de fondo pasan por otro manejo del recurso,
porque aunque se destruyan las malezas, "si se debilita el pasto por pastoreo continuo,
"xli
las leñosas van a volver . Y son condiciones sociales las que impiden un uso racional de
este recurso, lo que equivale a decir que el problema del vinal no tiene solución si no se
modifican dichas condiciones sociales.
En distintos ecosistemas, la destrucción de la cobertura vegetal originaria dispara la
expansión de especies nocivas. Es sugestivo el paralelo entre el vinal chaqueño y la
plaga del marabú en Cuba. Se trata de una leguminosa, cuyos frutos come y dispersa el
ganado y que crece en tierras deforestadas y que han sido sobrepastoreadas. Introducida
en la isla por motivos ornamentales, se transformó en plaga a partir de la guerra de 1898.
Como en el caso anterior, el disparador es la guerra, pero el fenómeno se consolida por el
uso social de los recursos naturales.
“Se cree que las tropas españolas, durante la guerra, se convirtieron en propagadoras
inconscientes, al acampar varias veces fuerzas de caballería en la finca La Bola y sus
alrededores. Los caballos, que comían los frutos, esparcían luego las semillas por
distintos lugares cuando se salía de operaciones o se producía un cambio de
campamento. De hecho, la importancia del factor humano en la distribución del marabú
parece quedar constatada por su presencia frecuente a lo largo de los caminos y
xlii
carreteras, además de los cursos de los ríos” .

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M. AMBIENTE Y SEQUÍAS

A pesar de una abundante bibliografía internacional que dice lo contrario, los desastres
naturales no existen. Hablar de desastres naturales es una forma de eludir las
responsabilidades de quienes ubicaron a una población en un área de riesgo. Un
terremoto en un desierto no es un desastre. Es un simple evento natural. Es necesaria la
conjunción de fenómenos naturales con determinadas situaciones sociales para que
podamos hablar de desastre. Lo que quiere decir que un desastre disparado por un
fenómeno natural es siempre un desastre ambiental.
La novela “Vidas secas”, de Graciliano Ramos, describe la emigración de una familia que
huye de la sequía en el nordeste brasileño. Es una caminata interminable bajo el sol del
desierto, los padres con sus hijos, los pocos objetos que pueden cargar, un perro y un
loro. En ese éxodo, el silencio de los humanos es tan profundo que el loro aprende a
xliii
ladrar .
Sequía
La sequía de 1932 afectó un área de 650 mil kilómetros cuadrados, “comprometiendo a
una población de 3.000.000 de personas. La migración hacia el litoral empezó en Ceará,
generalizándose rápidamente, produciéndose entonces asaltos y saqueos. Durante esta
sequía surgió el bandolerismo en el sertão, pues la población de Cansanço, en Bahía, fue
xliv
asaltada y saqueada por un grupo de bandidos” . En estas situaciones, el desastre
ambiental hace desaparecer el Estado y sus funciones quedan en manos de grupos
armados particulares.

N. LAS ENFERMEDADES AMBIENTALES

En cada etapa histórica, hay enfermedades características, ya sea por su mayor


prevalencia o por su presencia dentro de la cultura. Es el caso de cólera en el siglo XIX o
la lepra durante la Edad Media. En esta etapa, el mal de Chagas ocupa un lugar
significativo. Después de haber estudiado las enfermedades predominantemente urbanas,
en esta etapa comienzan a verse las que son más frecuentes en el medio rural.
En 1928 Carlos Chagas, descubridor de la enfermedad, le envía una carta al argentino
Salvador Mazza, en la que le dice: "Si desea investigar esta enfermedad, tendrá todos los
gobiernos en contra. A veces pienso que más vale ocuparse de crustáceos y batracios
xlv
que no despiertan la alarma de nadie" . Como toda enfermedad de la pobreza,
investigarla significa poner de manifiesto conflictos sociales. Mazza debió enfrentar a las
autoridades sanitarias de la época para convencerlos de la necesidad de quemar las
viviendas de paja y barro -habitat de las vinchucas- único medio conocido, en aquel
entonces, de combatir la enfermedad.
Es una endemia propia de los países latinoamericanos, que se trasmite por picadura de
un insecto portador (la vinchuca o Triatoma infestans), que inocula un parásito al paciente.
Hay dos formas fundamentales de esta enfermedad: la forma aguda es un cuadro
infeccioso que aparece a las pocas horas de la picadura. Solamente el uno por ciento de
los enfermos tienen estas manifestaciones visibles. Durante el período agudo, la enfer-
medad es curable.

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La fase crónica generalmente se manifiesta entre los 10 y los 25 años después de la
picadura, cuando el desarrollo de los parásitos ya ha producido lesiones cardíacas
irreversibles. En las zonas afectadas es frecuente la muerte repentina de personas jóve-
nes, sin causa aparente, debido a secuelas del Chagas. Se especula que la enfermedad
cardíaca de Charles Darwin haya estado asociada a esta enfermedad, adquirida durante
sus viajes por América del Sur.
La vinchuca anida en el techo de paja de los ranchos, en cada uno de los cuales pueden
encontrarse hasta 3.000 ejemplares. Es una enfermedad que afecta también a los
animales domésticos de sangre caliente, por lo cual es frecuente que vinchucas no
infectadas piquen a un animal enfermo y de allí transmitan la enfermedad al ser humano.
No hay cifras confiables sobre cantidad de enfermos de Chagas. La cantidad de casos
que se denuncian cada año varía según el interés de las autoridades de cada provincia en
encontrarlos o en ocultarlos. Lo que sí puede efectuarse es un cálculo de la población que
corre el riesgo de enfermar, sin que se pueda afirmar si ha contraído realmente la
enfermedad.
Es evidente que, si el habitat característico de la vinchuca es el techo de paja de los
ranchos, el problema no tiene solución mientras la población viva en ranchos. Mientras
tanto, hay algunos paliativos posibles, por ejemplo, la fumigación. El gammexane mata la
casi totalidad de las vinchucas de un rancho. Sobreviven algunas, que son las que poseen
resistencia natural al insecticida. Estas que sobreviven transmiten su resistencia a sus
descendientes, lo que obliga a desconfiar de las soluciones basadas en el uso exclusivo
de insecticidas.
Pero existen además factores culturales, que hacen que ni siquiera la construcción de
viviendas sea suficiente. Ello se debe a que la vivienda rural cumple funciones diferentes
a las de la vivienda urbana:
• En la zona algodonera formoseña, se entregaron viviendas a grupos de pobladores.
Las casas tenían detalles de diseño bastante cuidadosos, que las hacían "a prueba de
"
vinchucas . Pero al llegar la época de las lluvias, la gente guardó dentro de la casa los
fardos de algodón, los que sí estaban infestados.
• En las afueras de Clorinda (Formosa, Argentina) existe un grupo de casas construidas
según planes del Banco Hipotecario Nacional. El diseño responde a criterios
estándares, utilizados en otras partes del país. Solamente que, si el alero es un
elemento decorativo en el Gran Buenos Aires, en Formosa el clima subtropical lo hace
indispensable. Las casas carecían de alero y sus moradores les habían adicionado
uno, construido de paja según las mismas técnicas empleadas al construir los
xlvi
ranchos .

O. EL DETERIORO DE LAS TIERRAS AGRÍCOLAS


La llamada "Revolución Verde" es un ejemplo significativo de la aplicación de los criterios
industriales a la explotación de los ecosistemas. “En América Latina se han intervenido
casi todos los ecosistemas naturales, convirtiéndolos en agrosistemas con una alta
mecanización a base de grandes flujos de energía, especialmente petrolera. A medida
que la tecnología agrícola se modernizaba a raíz del desarrollo del capitalismo agrario
registrado en nuestro continente en las últimas décadas- mayor ha sido el subsidio
energético. La "Revolución Verde" ha debido llamarse "Revolución Negra" porque se ha
desarrollado gracias a un uso desmedido de petróleo, aprovechando que su precio era

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xlvii
bajo hasta principios de la década de 1970” . El principio básico de la "Revolución
Verde" es tratar de “superar” las diferencias naturales entre los distintos ecosistemas
mediante la adición masiva de agroquímicos. Esto supone producir semillas híbridas de
alto rendimiento que crecerán protegidas de las malezas y de los insectos por plaguicidas.
Se trata de artificializar el medio agrario mediante diferentes combinaciones de estos
agroquímicos.
Por un lado, las semillas híbridas significaron un avance en el proceso de monopolización
tecnológica. Tradicionalmente, los agricultores elegían una parte de su cosecha que
volvían a sembrar, para obtener plantas semejantes a sus padres. Pero los híbridos son
plantas que proceden de padres de dos variedades diferentes, no siempre conocidas. Si
el productor intenta sembrar los granos que han sido producidos por plantas híbridas, se
encontrará con una sorpresa desagradable: los híbridos no transmiten todas sus
características a su descendencia. Por supuesto, que si sembró trigo obtendrá trigo, pero
será un trigo de mucho menor rendimiento que el original, es decir, el que proviene de
semillas compradas a la gran empresa proveedora. Hay indicios de que la investigación
genética se orientó a lograr ambas cosas. Es decir, un trigo de alto rendimiento en la
primera generación y de bajo rendimiento en las siguientes, como una manera de obligar
al productor a seguir comprando semillas todos los años. En otras palabras, que el
desarrollo tecnológico no apunta sólo a producir más alimentos sino, muy especialmente,
a una significativa concentración del poder económico.
Este modelo productivo sólo puede funcionar con un alto nivel de contaminación por
agroquímicos. La artificialización del medio agrario supone ocupar amplias extensiones
con monocultivos. Pero cultivar una sola especie significa también cultivar y criar a sus
enemigos naturales. El modelo productivo sólo cierra con cantidades masivas de
plaguicidas. Los mismos plaguicidas se usaron para combatir los vectores que transmiten
diversas enfermedades, como el mosquito anofeles, que transmite la malaria, o la
vinchuca, que transmite el mal de Chagas. El que hayan sido exitosos en matar insectos
hizo olvidar al principio que contribuían a solucionar un problema pero generaban otro
nuevo.
Porque un plaguicida es un contaminante obligado. Es decir, que no es evitable como el
humo de una chimenea, sino que la única manera en que puede utilizárselo es
arrojándolo en los ecosistemas. La primera generación de plaguicidas (los clorados, por
estar basados en fórmulas de cloro, de los cuales el DDT es el más conocido) fue vendida
masivamente por su enorme poder residual. Es decir, que seguían siendo eficaces mucho
tiempo después de la fumigación. Esto significaba que no eran biodegradables y sus
xlviii
consecuencias sobre los ecosistemas se hicieron sentir pronto .
La obra “Primavera Silenciosa”, de la norteamericana Rachel Carson llamó la atención
sobre uno de los aspectos más destacados del impacto ambiental de los clorados:
producen algunos cambios en el metabolismo del calcio de las aves. Son cambios
pequeños, pero suficientes como para adelgazar la cáscara de los huevos. El resultado es
que el polluelo rompe el cascarón antes de ser viable y muere. Pronto la biosfera entera
quedó contaminada con clorados. Se acumularon en todos los ecosistemas del mundo y
también en las grasas humanas. Calificados como potencialmente cancerígenos, se
comenzaron a poner restricciones a su presencia en alimentos y se trató de encontrarles
un reemplazo eficaz.
Esto originó por lo menos dos situaciones de uso de un doble estándar ambiental:
Por una parte, algunos países latinoamericanos (como Argentina a partir de principios de
la década de 1970) prohibieron su empleo, pero sólo lo hicieron en los cultivos destinados

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a la exportación. Aquellos productos que iban al mercado interno siguieron contaminados
con clorados. Y lo que era una cuestión de salud pública se explicó como referido a las
características de los mercados, que por alguna razón incomprensible pedían alimentos
sin plaguicidas.
Del mismo modo, algunas empresas lácteas hicieron usinas de producción separadas
para poder exportar a los Estados Unidos productos con un menor contenido de
plaguicidas de los que se enviaban al mercado interno.
Pero además, el reemplazo de los plaguicidas clorados por otros nuevos, significó
proteger la salud del consumidor a costa de la salud del trabajador rural.
Para combatir las plagas de un modo eficaz y que no dejara residuos en los alimentos, las
empresas químicas decidieron utilizar plaguicidas que fueran biodegradables. Como
tenían poco tiempo para actuar antes de degradarse, la consecuencia lógica fue aumentar
su toxicidad, de modo que pudieran acabar con todos los insectos en poco tiempo y
después llegar limpios a las mesas de los compradores. Se usó para esto el parathion, un
gas neurotóxico que había sido desarrollado por los nazis durante la Segunda Guerra
Mundial. Esto dio lugar a otra familia de plaguicidas, conocidos comúnmente como
fosforados.

La fumigación masiva con fosforados provocó una importante mortalidad en los


trabajadores rurales de todo el continente. En ocasiones, las tragedias ocurrieron por
ignorancia o simple negligencia en el manejo de un producto de toxicidad tan elevada que
una gota basta para matar a una persona. Las empresas no advirtieron todas las
implicancias de su toxicidad y fueron frecuentes los casos de envenenamiento por
emplear los envases vacíos como recipientes para llevar el agua. Rigoberta Menchú, la
dirigente indígena que recibió el Premio Nóbel de la Paz relató que su hermano murió
cuando el dueño del campo en el que estaba empleado olvidó evacuar a los trabajadores
antes de realizar una fumigación aérea con parathion.
En otras circunstancias, el daño aparece de un modo más insidioso. La intoxicación
aguda con parathion provoca la muerte instantánea, pero la intoxicación crónica con este
neurotóxico puede provocar profundas depresiones. El resultado fue un índice
elevadísimo de suicidios en la zona algodonera del Chaco argentino, donde las
fumigaciones eran tan intensas que los pobladores sentían continuamente el olor acre del
parathion.

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Actividades
1. Haga un breve resumen de la repercusión de la crisis de 1930 sobre el modelo
agroindustrial y ligar este crecimiento a la degradación ambiental del continente.

2. Enumere los principales contaminantes de la atmósfera y relacionarlos con el


desarrollo industrial durante el siglo XX.

3. Haga un cuadro comparativo entre la situación de México y Santiago en cuanto a


contaminación urbana atmosférica.

Situación ambiental Ciudad de México Santiago de Chile

4. Analice el concepto de huella ecológica (avance de la ciudad sobre los


ecosistemas naturales) a partir del caso de Brasilia.

5. Analice el ciclo de vida del “mal de las represas”, una enfermedad causada por
un gusano que es transmitido por un caracol de agua dulce (su vector) y explique a
partir de él por qué este estancamiento del agua en un dique produce una
expansión de la enfermedad.

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6. Explique el concepto de enfermedad ambiental y ejemplifíquenlo con la situación
en diferentes ciudades y regiones tal como se menciona en este módulo.

i “El reto ambiental del desarrollo en América Latina y el Caribe". CEPAL-PNUMA, Santiago
de Chile, 1990.
ii Se trata de un proyecto imaginado durante la dictadura del general Augusto Pinochet. Es
decir, en un momento en que se intentó resolver todos los problemas mediante el uso de la
violencia ejercida desde el poder.
iiiSarli, Alfredo Cilento: "Sobre la vulnerabilidad urbana de Caracas" Revista Venezolana de
Economía y Ciencias Sociales vol.8, n.3, Facultad de Economía y Ciencias Sociales
Universidad Central de Venezuela, septiembre-diciembre de 2002.
iv Valladares, Licia y Jacot, Martine: “Las rejas de la otra Brasilia”, en: El Correo de la
UNESCO, París, junio de 1999.
v Brailovsky, Antonio Elio: "El negocio de envenenar". Ed. Fraterna, Buenos Aires, 1987.
vi "El reto ambiental...", op. cit.
vii Cit. en: Brailovsky, Antonio Elio: "El negocio de envenenar", op. cit.

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viii Viaje de campo del autor, enero 1967.
ix Organización Mundial de la Salud: “Schistosomiasis”, en:
http://www.who.int/schistosomiasis/en/
x Castro Soto, Gustavo: “Impacto y Consecuencias de las Represas”, en: Ecoportal.net,
8/6/2005.
xiAdams, Patricia: “Deudas odiosas: un legado de insensatez económica y saqueo ambiental”,
Buenos Aires, Planeta, 1993.
xii Véase la película de Meirelles, Fernando: “El jardinero fiel”, Londres, 2005, que
describe en forma novelada este tipo de operaciones de algunos grandes laboratorios
internacionales.
xiii Nepomuceno, Eric: “El brillo azul de la muerte”, en El País, Madrid, 1/11/1987.
xiv Valdés Tagle, Elías: “El Problema Obrero en las Salitreras y su posible solución”,
Imprenta
Cervantes, Santiago de Chile, 1922.
xvCamus, Pablo y Hajek, Ernst: “Historia ambiental de Chile”, Andros impresores, Santiago
de Chile, 1998.
xviSan Sebastián, Miguel: “El impacto de la explotación petrolera en la salud de poblaciones
rurales de la Amazonia del Ecuador”, en: Siic Salud, 2003.
xviiTantaleán Varini, Guillermo: “Recursos Metalúrgicos”, Universidad Nacional de San
Marcos, virtual data, Lima, s/f.
xviii Cit. en Vitale, Luis: "Hacia una historia del ambiente en América Latina", México,
Editorial Nueva Imagen, 1983.
xix Cunill Grau, Pedro: “Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano,
1930-1990”, Fondo de Cultura Económica, México, 1995.
xx Ver comentarios en: Pérez-Brignoli, Héctor: “El fonógrafo en los trópicos: sobre el
concepto de banana republic en la obra de O. Henry”, en Iberoamericana, VI, 23, 2006.
xxi Silva Herzog, Jesús: “La Revolución Mexicana”, México, Fondo de Cultura Económica,
1965. El Plan de Ayala fue firmado en la ciudad del mismo nombre el 25 de noviembre de
1911.
xxii Silva Herzog, Jesús: “La Revolución Mexicana”, op. cit.
xxiii Carranza, Carlos P.: “Reforma agraria en América”, Buenos Aires, Asociación Argentina
por la Libertad de la Cultura, 1961.
xxiv García Quintanilla, Alejandra: “Las mujeres y la nueva milpa. Equidad genérica en la
agricultura peninsular del mañana”, en Nah Molay, Primer Congreso de Mujeres Mayas
(Mayan Women First Congress). UNIFEM. 1999.
xxv Ley de Reforma Agraria, cit. en: Selser, Gregorio: “El Guatemalazo, la primera guerra
sucia”, Buenos Aires, Ediciones, Iguazú, 1961.
xxvi Eckholm, Eric: “La Tierra que perdemos”, Buenos Aires, Ediciones Tres Tiempos, 1977.
xxvii Sánchez Herrero, Manuel y Ramos Lauzurique, Arnaldo: “El sector agropecuario cubano bajo
el socialismo de Estado”, en Boletín No. 8 del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna para el
Análisis de la Situación Económica Cubana, Diciembre de 1997.

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xxviii Vega Bolaños, Luisa; Arias Verdés, José A.; Conill Díaz, Tomasa y González Valiente,
María L.: “Uso de plaguicidas en Cuba, su repercusión en el ambiente y la salud“, en Revista
Cubana de Alimentación y Nutrición, 1997.
xxix Fuentes, Carlos: “Cambio de piel”, Suma de Letras Argentina, Buenos Aires, 2003.
xxx Núñez, Francisco: “La deforestación en las montañas de Yvytyrusu, Paraguay”, en:
“Abordando las causas subyacentes de la deforestación y la degradación de los bosques:
estudios de caso, análisis, y recomendaciones de política”, The Tides Center - Biodiversity
Action Network, Agosto de 1999.
xxxi Lloret, María Teresa: “Problemas ambientales en América Latina: el caso paraguayo”,
en: “Latinoamérica, Medio Ambiente y Desarrollo”, Instituto de Estudios e Investigaciones
sobre el Medio Ambiente, Buenos Aires, 1990.
xxxii Cunill Grau, Pedro: “Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano, 1930-
1990”, op. cit.
xxxiii Hecht, Susanna y Cockburn, Alexander: “La suerte de la selva”, op. cit.
xxxiv Cit. en: Simonian, Lane: "La defensa de la tierra del jaguar: Una historia de la
conservación en México", 1995.
xxxv Cabrera, Luis, cit. en: Silva Herzog, Jesús: “La Revolución Mexicana”, op. cit.
xxxvi “La selva lacandona y Montes Azules, manifestación de las demandas incumplidas a los
o
pueblos indígenas”, en: Chiapas al día, N 347, Chiapas, México, 2003.
xxxvii Ramírez Morales, Fernando: “Breve relación de la historia de la explotación del alerce”,
Universidad de Chile.
xxxviii Schriften, de: Geographisches Institut, Universität Kiel - Geography – 1961.
xxxixBrailovsky, Antonio Elio: “Marginalidad y subdesarrollo. El caso de Formosa”, en:
Realidad Económica Nº 38, Buenos Aires, enero-marzo de 1980.
xl
En Argentina fue prohibido a partir de un juicio iniciado por el abogado Alberto Kattan, el
director de cine Juan Schroeder y el autor de este libro.
xli
Papadakis, Juan: “Posibilidades agropecuarias de las provincias argentinas”, en:
Enciclopedia Argentina de Agricultura y Ganadería, Buenos Aires, ACME, 1974.
xlii
Funes Monzote, Reinaldo: “El fin de los bosques y la plaga del marabú en Cuba”, en Ilé,
Anuario de Ecología, Cultura y Sociedad, Nº 1, La Habana, 2001.
xliii
Ramos, Graciliano: “Vidas secas”, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1987.
xliv
“Relación histórica resumida de las sequías del Nordeste”, Servicio Público Federal,
Ministerio de Planificación y Presupuesto. Superintendencia de Desarrollo del Nordeste,
o
Brasil, en: Desastres y Sociedad /N 5/ Año 3.
xlv
Cit. en la película: Stagnaro, Juan Batista: "Casas de fuego”, protagonizada por Miguel
Ángel Solá. Buenos Aires, 1995.
xlvi
Viaje de campo del autor a la provincia de Formosa, noviembre de 1978.
xlvii
Vitale, Luis: “Hacia una historia del ambiente en América Latina”, op. cit.
xlviii
Brailovsky, Antonio Elio: "El negocio de envenenar", op. cit.

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