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G énero : R abia , R itmo, R uido

: R isa yiR espon s -habilidad


MARISA BELAUSTEGUIGOITIA RIUS
COORDINADORA
G énero : R abia , R itmo, R uido,
R isa y R espon s -habilidad
m /iio sa eeiAUSTceuieoma rius
COORDINADORA
C atalogación en la pu blicació n UNAM. Dirección G en e ral de B ibliotecas y Se rv ic io s Digitales
de Inform ación
N om bres: Belausteguigoitia Rius, Marisa, editor.
T ítu lo : Grrrrr. Género: rabia, ritmo, ruido, risa y respons-habilidad / Marisa Belausteguigoitia Rius,
coordinadora.
Otros títu lo s: Género: rabia, ritm o, ruido, risa y respons-habilidad.
D escripción : Primera edición. | Ciudad de México : Universidad Nacional Autónom a de México, Centro
de Investigaciones y Estudios de Género, 2022. | Este libro recoge algunas p onencias presentadas en el
XXVIII Coloquio del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, G rrrrr Género: rabia, ritmo, ruido,
risa y respons-habilidad, llevado a cabo del 10 al 12 de noviem bre de 2021.
Id e n tifica d o re s: LIBRUNAM 2172242 (im preso) | LIBRUNAM 2172244 (libro electrónico) | ISBN (impreso)
| ISBN (libro electrónico).
Tem as: Fem inism o - Congresos. | Fem inism o - Aspectos sociales - Congresos. | Fem inism o - Flumor
- Congresos. | Fem inism o y m edios de co m unicación masiva - Congresos. | Mujeres - Actividad política
- Congresos.
C la sifica ció n : LCC FIQ1233.G77 2022 (im preso) | LCC HQ1233 (libro electrónico) | DDC 305.42—dc23

D. R. © 2022, Universidad Nacional Autónom a de México


Ciudad Universitaria, alcaldía Coyoacán, 04510, Ciudad de México

Centro de Investigaciones y Estudios de Género


Torre II de Flum anidades, piso 7, Circuito Interior, Ciudad Universitaria, 04510.
Ciudad de México
https://cieg.unam .m x

Primera edición electrónica: octubre de 2022, CIEG-UNAM

ISBN: 978-607-30-6611-2
DOI: 10.22201/cieg.9786073066112e.2015

Coordinación editorial: Marisa B elausteguigoitia Rius


Asistencia editorial: Mitzi Valeria Rom ero M orales y Nictexa Ytza Páez

Flecho en México
ÍNDICE

pees

PROLOGO
Marisa Belausteguigoitia Socorro Venegas
O IT M 0 i 2 CONSONANCIAS Y DISONANCIAS
E& uS Lh ENTRE ACADEMIA, ARTE Y ACTIVISMO
RITMO
Rían Lozano

A MI PROFESORA NO LE GUSTA EL PERREO:


(DES) ENCUENTROS ENTRE FILOSOFÍA FEMINISTA
Y MOVIMIENTO FEMINISTA. HACIA UNA FILOSOFÍA
POR DEMANDA
Fernanda Cruz

ESTO NO ES MÁS UN PAISAJE. GLITCH


EN LA MAQUINARIA COMUNICATIVA
TRANS*FEMIGENOCIDA
Una Pardo Ibarra

#TEBUSCAMOSWENDY: LA MANIFESTACIÓN GRÁFICA


PARA NO DEJAR ESPACIO AL OLVIDO
Isabel Rentería

LA AMISTAD: UNA PRÁCTICA DE RESISTENCIA


ÉTICO-POLÍTICA-AFECTIVA EN INVESTIGACIONES
FEMINISTAS
Karina Fulladosa-Leal, Itziar Gandarias Goikoetxea
y Daniela Osorio Cabrera
RÁFAGAS RÍTMICAS: ¿CÓMO PODEMOS SEGUIR
SIENDO CALLE/SIENDO LUCHA, SIENDO HISTORIA,
Y SIENDO NOSOTRAS?
O.R.G.I.A
(Beatriz Higón, Carmen G. Muriana, Tatiana Sentamans)

TRANSLOCAS: LA POLÍTICA DE LA PERFORMANCE


DRAG Y TRANS PUERTORRIQUEÑA
Lawrence La Fountain-Stokes

5 ' 5. ECOLOGIAS CRITICAS


AO V FEMINISMOS ECOPOLÍTICOS:
¿HAY UN MUNDO POR VENIR?
LOS BARANDALES
DE LA RESPONS-HABILIDAD
Belén Romero Caballero

TRABAJO Y CRISIS REPRODUCTIVA


¿ES POSIBLE PENSAR EN LA REPRODUCCIÓN
DE LA VIDA EN EL CONTEXTO DE PANDEMIA
DESDE EL FEMINISMO?
Andrea González Medina

NUTRIR Y FLORECER. ALGUNAS NOTAS PARA UNA


SOMÁTICA QUE DEFIENDA LA RABIA Y SUS RUIDOS
David Gutiérrez Castañeda

PRÁCTICAS POLÍTICAS EN LA REVOLUCIÓN


FEMINISTA
Irazú Gómez

29S
MARISA BELAUSTEGUIGOITIA RIUS

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TAClON • * » •

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l feminismo está ahora, más que nunca, Lo que este libro propone es entonces la organi­
presente en el espacio público. Es urgen- zación de las secuelas de esa rabia en la escuela,
teanalizarsu energía: su rabiayalgarabía en la construcción de lo que Cristina Rivera G ar­
en la calle, y su ritmo y rima en la academia.
za El
—en la conferencia magistral que incluimos
xxvill Coloquio del C entro de Investigaciones en este libro a modo de preámbulo— denomina
y Estudios de Género, grrrrr: Género, Rabia, Escuela de la Rabia: una propuesta de administra­
Ritmo, Ruido, Risa y Respons-habilidad, llevado ción, reorientación y disposición de secreciones
a cabo del 10 al 12 de noviembre de 20 21 —que corporales y dispositivos como la rabia, la risa, la
este libro que recoge—, se pregunta tanto por rima y el ruido, para la construcción de saberes,
la fuerza crítica del activismo —la risa y el ruido prácticas y alianzas que busquen generar un pen­
de las olas verdes y m oradas— como por el ti­ samiento crítico y una comunidad en igualdad.
po de ritmo y rima que se genera en su relación Este libro contiene propuestas pedagógi­
con la academia. cas, intervenciones artísticas y conceptuales ca­
El centro generador del coloquio —del li­ paces de orientar la producción de ideas, peda­
bro y de los movimientos, conceptos y acciones gogías, políticas y proyectos —en las fronteras
fem inistas analizados— es la rabia, ese grrrrr entre el activism oy la academia— que analicen y
estruendoso que explotó y articuló la toma de traduzcan la estruendosa rabia —el grrrrr— que
instituciones académicas y espacios públicos.1 nos sacudió. Pero tal vez a lo que más queremos
apuntar es hacia la importancia que en la Escue­
la de la Rabia tiene el recreo: ese momento de
1 En lo que toca a las tomas y al ruido que cambió el
juego, de entrega a la imaginación, de explosión
ritmo académico en la UNAM —creo que por mucho
de alegría y desfogue entre aulas —entre espa-
tiempo—, apunto a las tomas de más de 33 instala­
ciones universitarias (algunas por un día), llevadas
a cabo por el colectivo MOFFYL (Mujeres Organiza­ desde el 3 de noviembre de 2019 hasta el inicio de
das de la Facultad de Filosofía y Letras), entre otros, la pandemia. Estas tomas en contra de la violencia
quienes detuvieron la vida académica de más de 80 de género representaron una intervención feminis­
mil estudiantes por razones de violencia de género ta nunca antes vista.
d o s— donde termina e inicia el trabajo escolar cios activistas, artísticos y académicos? ¿Cuáles
o académico. En definitiva, lo que proponemos son las alianzas y los procesos que es necesario
con este libro es la transformación de la rabia articular para activar la academia, acercar el acti­
y sus secuelas en una escuela que privilegie el vísimo al pensamiento crítico y ambos a laauto-
espacio de recreación y de análisis imaginativo rreflexión?¿Q ué papel tienen las prácticas a rtís­
de lo que los feminismos, colectivas, académi­ ticas en la generación de pensamiento teórico y
cas, activistas y artistas estamos haciendo, hacia acciones críticas? ¿Cómo hacer de las relaciones
dónde caminamos y lo que es necesario hacer entre academia, arte y activismo un puente que
desde un espacio donde podamos reunim os, lleve hacia la definición de objetivos y caminos
confabular, insinuare imaginar. comunes?¿Cómo calibrar la importancia de la no
La idea del libro es recoger —durante el violencia en el trazado de soluciones efectivas?
recreo— el trabajo enrabiado, explosivo y arti- Una de las finalidades de Grrrrr es ubicar
culador del coloquio y subrayar sus estrategias la academia pública, el salón de clase y los es­
pedagógicas y políticas. Su objetivo es intentar pacios universitarios de formación de pensa­
analizar y contener la violencia de género, en miento crítico como esta interfase —espacio
tiempos de tomas y de estruendo público, al re- oblicuo—, esta zona fronteriza de reflexión y,
vitalizar y animar lenguajes conceptuales y ac­ sobre todo, de construcción de relaciones que
ciones colectivas. El carácter no violento de las pueda contribuirá la conformación de un imagi­
acciones feministas, que no implica que algunas nario político y pedagógico vivo, incandescente
de ellas no sean fuertem ente agresivas, resulta y profundamente crítico aun del propio movi­
imprescindible para unirlo más punzante del ac­ miento feminista, de sus aciertos, sus excesos y
tivismo y lo más crítico de la academia. sus formas inconmensurables de protestar. En
Para generar las alianzas imprescindibles este sentido, la academia que proponemos es
que erradiquen la violencia de género, es nece­ activa, puede y debe interactuar crítica y positi­
sario tabular y confabular conversaciones que vamente con la protesta, las movilizaciones y la
contribuyan a consolidar alianzas entre grupos militancia feminista.
activistas y académicos, pero también vislum ­ Grrrrr pretende visib ilizar y debatir el rui­
brar las paradojas y dilemas que los separan. En do del activismo en la academia y la rima de la
una palabra, hayquedefinir los lím itesde la rabia academia en el activismo, con el fin de profun­
y la respons-habilidad (Haraway 2020), a partir dizar en su ritmos y consonancias —así como
del calibrar de ritmos, ruidos y rimas entre fe ­ en sus disonancias— a partir de otras pregun­
minismos académicos y activistas, en el trazado tas: ¿qué alianzas, vínculos y relaciones es im­
de posibles soluciones colectivas que articulen prescindible alentar con el fin de reforzar una
alianzas basadas en estrategias no violentas. academia que entienda histórica y teóricamente
Nos interesa favorecer debates y conver­ la militancia? ¿Qué mecanismos y prácticas hay
saciones entre colectivas, estudiantes, personal que echar a andar para fortalecer al activismo, en
académico, artistas y activistas a partir de las si­ frontera con la academia, como espacio de reso­
guientes preguntas. ¿De qué manera es posible nancias y construcción de lo común, la igualdad
incrementar el pensamiento crítico en los espa­ y la justicia social? ¿Hasta dónde investigado­
ras y académicas deben o pueden ser entendidas de alianzas entre estudiantes, profesoras, acti­
como activistas? ¿En qué medida sería producti­ vistas y artistas.2
vo un activismo más informado académicamen­ Algunas veces el feminismo es más prescrip-
te? ¿Qué tipo de intervenciones pedagógicas, tivo que abierto en sus alianzas; en ocasiones
artísticas o políticas sería importante introducir los enemigos del patriarcado están rígidamente
o fortalecer en el currículo universitario con el predefinidos y las posturas diferentes, prescri­
fin de activar el conocimiento académico y teo­ tas y proscritas. Ese feminismo de la militancia
rizar el activismo? feroz puede tener el lugar que surge cuando es
Lo que Grrrrr intenta producir es una rima necesario hacer fuerte un planteamiento; sin
y un ritmo diferentes de conectividad entre lo embargo, es estratégico que gire muy pronto al
pensable, lo decible y lo visible en los campos ámbito de las alianzas que favorecen la imagina­
de acción y reflexión de los feminismos que hoy ción no regida por la lógica de lo enemigo:
nos agitan y alientan: una escena de respons-ha-
bilidad, es decir, de conectividad animada, que Es fundamental minimizar la posibilidad de
posibilite el trabajo político pedagógico entre que los conflictos adopten una forma antagó­
ambos espacios. Según Diana Taylor (2017), lo nica [...] una revisión de la relación entre teo­
animativo es, en primera instancia movimiento, ría y práctica con el fin de construir espacios
como en la animación visual: parte identidad, ser, de diálogo y deliberación [...] para pensar qué
espíritu o alma. Lo primero que perdemos con está pasando, qué estoy haciendo, qué es ne­
la afectación de un daño —con la violencia— es la cesario hacer. También para entender lo que
capacidad de relatarla, de animarse a relatar, de siento (Lamas 2021: 12).
conectar y hacerse presente frente a la ley, fren­
te a compañeras de aula, patio o celda, frente a Lo que parece sugerente de la especulación
sí mismas, narrando lo sucedido animadamente. —como movida contraria a la prescripción y la
Es imprescindible que generemos conversa­ proscripción— es que justam ente los amigos y
ciones y convergencias que permitan continuar los enemigos no estén consistentemente prede­
con la construcción de instituciones, lenguajes, finidos y proscritos. Este libro anuncia alianzas
proyectos y acciones que conjugen el grrrr, en y amistades inesperadas; sugiere encuentros en
particular la rabia, con expresiones tentaculares los espacios y con las personas menos anticipa­
como el ritmo, la rima, la risa y el ruido. Todas das y así amistad, hospitalidad y vida en lo im­
ellas son reacciones sustantivas, maniobras en previsto, como lo señala Donna Haraway (2020)
contra de todo lo que irrumpe en los escenarios
feministas, minimiza y destruye la fuerza de la
2 La asignatura Género, Violencia y Ética Comuni­
conversación, la convergencia y la confabula­
taria es uno de los logros encauzados por las MO­
ción. A sí llegamos a construir la asignatura G é­
FFYL (Mujeres Organizadas de la Facultad de Filo­
nero, Violencia y Ética Comunitaria en la Facul­ sofía y Letras). Fue una de las once demandas para
tad de Filosofía y Letras, gracias a las demandas levantar el paro de la Facultad de Filosofía y Letras,
de las Mujeres Organizadas de la Facultad de que inició el 3 de noviembre de 2019 y concluyó el
Filosofía y Letras ( m o f f y l ), concretada a partir 14 de abril de 2020.
con su invitación a construir genealogías raras e raciones, cortes y nudos; crean una diferencia,
inesperadas, parentescos raros. La perspectiva de pero también una resonancia; tejen senderos
género es una invitación a la aventura de mirar y consecuencias, pero no determinismos, son
desde abajo y desde las periferias, lateralmen­ abiertos y a l a vez anudados» (2 02 0: 61). Son
te y en zigzag (Lemebel 1994). Significa un paso de manufactura especulativa. De allí la noción de
en el descenso y desplazamiento hacia las fron­ feminismo especulativo que Haraway traza des­
teras de los mundos que vamos descubriendo, de la ciencia ficción, como hecho frontera con lo
para desde allí generar alianzas y estrategias humanista y lo científico (61).
que conformen mundos zurdos como los de Glo­ Lo más importante de los seres tentacula­
ria Anzaldúa, donde todo lo fronterizo, lo exclui­ res (los de la rabia, la rima, la risa, el ruido y la
do —todo lo raro e inesperado— cabe (1988: respons-habilidad) es su comprensión y acción
167-168). sobre las cosas y las personas, es su capacidad
Dispositivosfluidosyflexibles,com o la rima, de imaginar, de tabular y confabular entrelaza­
la risa, el ruido, el ritmo y la habilidad responsa­ das y entrelazando registros afectivos, intelec­
ble, funcionan como mecanismos sensibles (ten­ tuales y estéticos. Feministas como Gloria A n ­
táculos) que distribuyen agencia con cada uno de zaldúa, Octavia Butler, Donna Haraway, Virgina
sus brazos: la rima que hipnotiza y atrae; el ruido Woolf, Silvia Rivera Cusicanqui, Cristina Rivera
que rompey confunde las repeticiones que mini­ G arza y Rosario Castellanos han recurrido a la
mizan y lastiman; el ritmo que nos lleva a contar ficción, a la literatura fantástica o a la ciencia fic­
y a ser tomadas en cuenta; la risa que nos recar­ ción para hacer «caber» a las mujeres, es decir,
ga y agudiza la creatividad. «Tentáculo» proviene imaginar —rotunda y m aterialmente— mundos
del latín tentaculum, que significa «palpitante», posibles con ellas al centro o con ellas absolu­
y tentare, que implica «sentir» e «intentar» (Loza­ tamente presentes. La imaginación y la ficción
no 2021). También refieren a capacidades ocula­ son antídotos capaces de anticipar, explicar y
res extraordinarias. La rima, la risa, el ruido y el analizar la violencia y sus coordenadas, como es
ritmo son conectores sensibles que, al tantear y perceptible en el libro El verano invencible de Li­
tentar, al conjugar palpitaciones, conforman un liana de Cristina Rivera Garza, el cual entrelaza
acto pedagógico y pol ítico i nesperado que puede la narrativa forense con la literaria en la búsque­
sorprendernos. da de justicia por el feminicidio de su hermana.
La tentacularid ad —noción de Eva Hay- Planteo con estas escritoras que la ciencia fic­
w ard — como capacidad subraya la vida a tra ­ ción y la ciencia forense son caminos para hacer
vés de líneas curvas que figuran cuerdas, que aparecer a las mujeres, a aquellas cuyos cuerpos
unen colectivos, investigaciones, activism os y buscamos, a las que están por desaparecer y a
prácticas artísticas como una serie de senderos las que demandan hacerse visibles.
entrelazados que nos permiten pensar, a ratos, Hannah Arendt sostiene la idea de que la
entre/tenidas (Haraway 20 20 : 62). Los seres verdadera comprensión no es ni la pura reflexión
tentaculares que proponemos como agentes ni el puro sentimiento; el acto de pensarque nos
del cambio se enredan, se entrelazan, se alian en aleja de la negligencia anticipa la idea de la ne­
la generación de vida: «Crean sujeciones y sepa­ cesidad de un corazón comprensivo que haga so­
portable la vida en común. Esto significa que la CORAJE ESPECULATIVO
comprensión —y su antecesor, el pensamiento
sensible— radica en la facultad de imaginación,
FEMINISTA
que no es fantasía ni irracionalidad, sino diálogo
y círculo virtuoso. Es la amplitud de espíritu (co­ Durante esta cuarta ola hemos testificado fo r­
nectividad) y corazón, como quisiera Zambrano, mas de protesta profundamente expresivas y
mezcla exacta de razón y sensibilidad, media­ explosivas de lo que Haraway llama coraje espe­
ción entre experiencia y conocimiento a través culativo feminista (2020: 261) en las interven­
de la imaginación, que constituye lo que pode­ ciones públicas de las mujeres jóvenes contra la
mos llamar esa «brújula interna de la razonabili- violencia, pero también otras formas de crítica
dad» (Gómez Campos 2 0 0 2 :1 6 2 -1 7 1 ). que albergan la especulación. En el coloquio
La socióloga aimara Silvia Rivera Cusi- grrrrr, cuyas ponencias se recogen aquí, los
canqui explica que, en lengua guaraní, pensar temas centrales fueron la imaginación, la ta­
equivale a «sentir con el hígado». Esto alude a bulación, y la fuerza crítica del activismo y sus
un pensar «memorioso y reflexivo» que, al igual fronteras con la academia. Cuando hablo de ta­
que el amuyt'aña de su pueblo, no tiene como bulación y ejercicio de la imaginación, no quiero
sede el cerebro, sino «el centro vital en el llama­ decir que se trata de crear historias con castillos
do chuyma, donde el corazón vibra al ritmo de la de torres puntiagudas, de hadas cursis o magos
respiración y del entorno natural». De este modo, a los que les salen chispas de los dedos. Se tra ­
«el pensamiento es un metabolismo con el cos­ ta de utilizar la imaginación para averiguar qué
mos, que se nutre de savias vitales más vastas y nos paraliza, qué nos impide reorganizar(nos),
densas que el mero cálculo racional» (Zerda Sar­ apilar nuestra rabia y concretarla en actos pe­
miento 2012: 8 y 93). dagógicos y políticos. ¿Qué nos lleva a repetir la
¿Cómo desarrollar acercamientos palpitan­ tradición masculina y romántica del heroísmo,
tes (entre la razón y el corazón)? ¿Cómo avan­ de aniquilar a lo que consideramos enemigo?
zar tentando y no bateando, en ambos sentidos ¿Qué nos hace pensar que no hay remedio y que
(dejar pasar y destruir con palos)? ¿De qué for­ las instituciones están perdidas, o que el único
mas nuestras maniobras se inclinan a acciones remedio es term inar con ellas o lastimarlas y
tentaculares —tentar y tantear— más que a criticarlas al punto de extinguir su potencial vi­
romper? ¿Cómo entrelazar tentacularm ente las talidad? Y ¿qué nos lleva a asumir calladamente
generaciones de feministas jóvenes con las mu­ cualquier planteamiento aglutinador de enemi­
jeres pulpo que lanzaron sus propuestas hace gos fáciles u optar por el silencio o el lengüetazo
décadas? de fuego,en lug ard econstruiren lógica ahueca­
da, horizontal y oblicua?
Lo imaginado según Cornelius Castoriadis
no es una fantasía, representa un conjunto real
y complejo de imágenes (avanza lo que somos y
lo que queremos ser); abre el mundo. La imagi­
nación radical, según Castoriadis (1997: 130),
favorece un espejo cóncavo que devuelve, en entrelazan para reforzar las capacidades de re­
una capacidad especular oblicua, trazos y hue­ lacionar lo visible y lo invisible, de rastrear fon­
llas de lo que no es posible ver o no está para dos en las superficies, márgenes en los centros
ser visto, pero cuya presencia es parcialmente y huellas, rastros de eso que aún no puede ser
perceptible. Gloria Anzaldúa propone una ca­ pensado, pero que sin duda ha dejado un cami­
pacidad para identificar estas presencias y es­ no que es posible leer y cuya dirección es im­
cenas imprevistas. La facultad es una conciencia prescindible descifrar en colectivo. A partir de
aguda que facilita un tipo de especulación y un estos contactos (entre activismo y academia)
tipo de sensibilidad que percibe el fondo, lo que y haciéndonos aparecer reflejadas en espejos
aparece detrás al mirar la superficie, o lo que se cóncavos, el verbo especular se convierte en
percibe de perfil. Es una habilidad metonímica: sustantivo, lo Especular. Speculum refleja los
«Quien posee esta sensibilidad, está terrib le­ campos académico y activista que se rozan ge­
mente abierto al mundo» (2015: 98). nerando relaciones, confabulando.
Ursula K. Le Guin comenta que «entrar en Creo que es necesario seguir con el proble­
el corazón de la imaginación implica dirigirte ma, recurrir a nuestra imaginación y hablar con
de forma deliberada y directa hacia el compro­ las diferentes, convocar al enemigo a nuestras
miso con el mundo real y la in/visibilidad de sus filas, vigilarnos y vigilarlo, y a veces también di­
desigualdades e injusticias» (2020: 952). Es un rigirnos hacia allí, con la suavidad y la gentileza
juego de percepciones de las injusticias y des­ que solo lenguas y cuerpos ahuecados y tenta-
igualdades entre la opacidad y la luminosidad. culares pueden lograr. Es imprescindible gene­
La imaginación, agrega Butler, rar conversaciones y convergencias, y también
disonanciasy distancias, pero inesperadas (no las
nos permite delinear lo impensable, lo que previamente anticipadas). Es decir, tomar la bolsa
aún no podemos representar, pero que de al­ (Le Guin) redonda y ahuecada, echarla a la espal­
guna manera está presente aún invisible o im­ da y sacar la lengua, confabular y contar las his­
perceptible. La imaginación resultará crucial torias que todas las mujeres, las estudiantes, las
para examinar los argumentos sobre la rabia académicas, las activistas, las artistas, las que han
y su no-violencia, dado que en este momento ocupado cargos institucionales, tienen que con­
estamos éticamente obligados y dispuestos a tar: hacer de la sinuosidad, opacidad y el ahueca­
pensar más allá de lo que se plantea como los miento de la bolsa una de las formas de narrar lo
límites realistas de lo posible (2020). que nos está ocurriendo.
Ursula K. Le Guin tardó dieciocho años en
Desde Castoriadis hasta Butler, pasando por volver para reconocer el tipo de mujer en que se
Anzaldúa, la imaginación alienta la especulación había convertido Therru, la niña quemada, vio­
y así la aparición de aquello que falta a la escena lentada y abandonada, para poder describir el
de las interrelaciones —de los vínculos— tanto mundo que estas mujeres, que no caben en las
en la política como en el aprendizaje crítico. La historias, eran capaces de crear y de contar.
pedagogía (espacio del aprendizaje) y la política En Borderlands, en la entrevista que le hace
(de las relaciones) —academia y activismo— se Karin Ikas, Anzaldúa nos cuenta que está en
proceso de hacer una novela de ciencia ficción constelaciones que unen puntos fugaces, con­
(1999: 227-246). Sabemos que era lectora de tribuyen a evitar la Tragedia. Es decir, apuesta
Octavia Butler y de Ursula K Le Guin. Uno de a su opuesto: si la tragedia silencia y devasta, la
los últimos libros que quiso escribir era de fic­ animación genera convergencia y convivencia.
ción, donde la protagonista principal se llama­ La i ra y la furia sin escuela significan la ruptura de
ría Dolores, basada en su hermana Hilda, «que vínculos necesarios para hacer política; no hay
es opuesta a mí» (Anzaldúa 1999: 245); quería huellas que seguir ni receptáculo de relaciones,
también ficcionalizar Hilgard, un pueblo de jo r­ solo el fuego.
naleros mexicanos en el sureste de Texas donde Butler nos aclara que el primer efecto del
vivió de niña. uso de la violencia es la ruptura de vínculos, la
fractura de la articulación afectiva e intelectual
que conforma colectivos. La violencia nos deja
ESCUELA DE LA RABIA solas. La articulación del vínculo —de las conste­
laciones— será entonces producto de acciones
Hacer política —lo que surge de las tragedias no violentas, no necesariamente no agresivas,
que las mujeres rotas entrelazadas cantan y que constelen la imaginación, los afectos y los
cuentan con tanta dificultad y tanta animacion­ corazones. «Cuando un sujeto actúa con vio­
es entonces un ejercicio de reconfiguración y lencia no solo anula su conciencia, sino también
confabulación de voces y huellas, un tabular las amenaza su vida social, los lazos que sostienen
alianzas para vislumbrar los caminos entre gol­ la vida en sociedad» (2 0 2 1 :1 8 ). Butler continúa
pe e incandescencia, entre puño y letra, ritmo y con esta urgente elaboración sobre las secue­
rabia, y entre fuego y juego. Suceder a la rabia, las de la violencia —en la Escuela de la Rabia— al
escolarizarla en una academia activada y un acti­ definirla como aquellas acciones que lastiman
vismo crítico, en un espacio que intercambia ani­ precisamente las capacidades de encontrarse y
mosidad por animación y violencia por vínculos, confabular. La violencia es entonces un «ataque
significa proponer el tránsito por nuestros espa­ a la interdependencia, es un ataque contra per­
cios, nuestras aulas, nuestros pasillos, nuestras sonas, pero de manera más fundamental es un
torres de marfil, calentadas —incandescentes— ataque contra vínculos» (2 0 2 1 :1 8 ).
con energía que articule diferentes alianzas y La escuela que queremos construir, que
poderes confabulatorios (están muy frías las au­ se prefigura en estos ensayos, es la de la rabia
las y estamos tan lejos). Proponemos una escue­ cantada, decantada, la que está en el tarareo, en
la que contenga la rabia como quien sostiene — el ritmo de los cuerpos en la plaza, en la calle y
alberga— experiencias y objetos, contener como también en el aula, donde caben muchas huellas
resguardo, como cuidado, como una forma del y pisadas que anuncian caminos hacia todo tipo
rastreo, del tanteo y de lotentacular. de relaciones. Mediante la animación, la ira de
La Escuela de la Rabia y sus secuelas, lejos las mujeres puede trocarse en poder. «Mi ira y
de la animosidad y del lado de la animación, de tus miedos concomitantes son estallido de luz,
la conectividad —como estelas de luz— genera estelas luminosas, de los que podemos valer­
nos para orientarnos como quien descubre una afectivas opuestas que enmarcan los víncu­
constelación de puntos de luz al unirlos y vincu­ los inesperados.
larlos» (Lorde 2017).
La agenda feminista basada en la imagina­ Esta propuesta de rabia escolarizada se encuen­
ción y la especulación colectiva, que entiende tra dispuesta en este libro en cinco tiempos.
la política como una pedagogía que administra
alianzas, tabula cam inosy delinea huellas, cons­ 1. Rabia. Enunciados de la rabia: configuracio­
tituye un acto, que requiere gestos académicos nes de lo público. Pintas, murales y grafiti.
en la frontera con el activismo. Algunos de es­ 2. Ritmo. Consonancias y disonancias entre
tos mecanismos de especulación de administra­ academia, arte y activismo.
ción de huellas, estelas y rastros se encuentran 3. Ruido. Desvíos y apropiaciones inapropia­
contenidos en lo que, inspiradas por Cristina das en la academia.
Rivera Garza, definimos como Escuela de la Ra­ 4. Risa. Humores feministas: agudeza, chispa
bia. Algunos de sus rasgos son la imaginación, la y otras secreciones.
confabulación en un espacio de aulas errantes 5. Respons-habilidad. Ecologías críticas y fe­
y con variados y múltiples recreos, donde se in­ minismos ecopolíticos. ¿Hay un mundo por
tegren historias nuevas que cuenten lo sucedi­ venir?
do desde 20 16 (huelgas, tomas, ocupación del
espacio público en lo que se entiende como la Rabia, ritmo, ruido, risa y respons-habilidad nos
cuarta ola), pero indagando en sus laberintos, acercan, nos alertan y nos permiten vivir una aca­
en sus horizontes vinculados con lo inesperado. demia habitable solo cuando hacemos frontera
Resalto en esta escuela cuatro rasgos cruzados con prácticas que activen su conocimiento. Creo
que configuran una mecánica sensible incluyen­ que debemos sostener una confianza vigilante,
te y colectiva. activa y atenta para que las instituciones puedan
acoger acciones de transform ación y generar
1. Construir relatos cóncavos, suaves por den­ otro tipo de interacciones y relatos. C reo que
tro, ahuecados y colectivos. el trabajo institucional, de la mano, la lengua y
2. Cuidarse de la construcción exagerada de la corporalidad incandescentes de estudiantes,
lo enemigo, centrarse en la imaginación que personal académico y autoridades, es real y es
abre todo tipo de alianzas. posible, pero puede ser fugaz y evanescente si
3. Subrayar que lo importante no es term inar no se sostiene y se trabaja en colectivo para eva­
la historia o resolverla a todo costa, sino se­ luar, articular y proteger los cambios de forma
guir con el problema de articular poderes, constante.
de nombrar y resignificar. Hay que saber que las instituciones, si no se
4. Aceptar la interdependencia como una con­ les vigila, incita y alienta al cambio, no lo sosten­
dición para la igualdad. Aceptar la ambiva­ drán y si nos descuidamos —por inercia conser­
lencia que nos lleva a emociones contradic­ vadora—, volverán a su estado anterior. Para eso
torias pero sin perder de vista las realidades existe el feminismo, para reconocer los avances
y retrocesos en el terreno que pisamos, y para que cimbra tanto plazas y avenidas como aulas y
calibrar los enormes retos y luchar para trans­ recintos académicos.
form ar las instituciones desde adentro y no ce­
jar en que cumplan con los compromisos que
adquieren o están por adquirir. Sin embargo, REFERENCIAS
creo que hacerlo desde la mecánica de la lanza y
de la confrontación nos compromete con aque­ Anzaldúa, Gloria. 1999. Borderlands/La Frontera.
llo mismo contra lo que luchamos. The New Mestiza, San Francisco, Aunt Lute
Books.
Ciertamente, Arha/Tenar satisfaría más los . 2015. Borderlands/ La frontera: la nueva
ideales feministas si lo hiciera todo sola. Pero mestiza, trad. Norma Elia Cantú, Ciudad de
la verdad tal y como yo la vi, no podía. Nuestra México, Programa Universitario de Estu­
imaginación no proporcionó un escenario en dios de Género de la Universidad Nacional
el que pudiera, porque nuestra especulación Autónoma de México.
nos indicó de forma incontrovertible que nin­ Arendt, Hannah. 20 0 2 [1953]. «Comprensión
guno de los géneros podrían llegar muy lejos y política (las dificultades de la compren­
sin los otros (Le Guin 2020: 316). sión)» (en línea). Daimon. Revista Interna­
cional de Filosofía, núm 26, pp. 1 7 -3 0 . D is­
Hay relatos complejos necesarios por construir ponible en <https://revistas.um.es/daimon/
queavanzarán los vínculosy alianzas para imagi­ article/view /12041>.
nar entre/tenidas, en colectivo aun con nuestras Butler, Judith. 2021. La fuerza de la no violencia,
diferencias. Historias que nos permiten dar res­ trad. Marcos Mayer, Buenos Aires, Paidós.
puestas potentes, que a la vez favorezcan cuidar Castoriadis, Cornelius. 1997. Ontología de la
y nutrir lo que aún no es pero puede llegar a ser. creación, trad. José Malaver, Bogotá, Ensa­
Contar bien las historias para construir dedica­ yo y error.
da y delicadamente las alianzas desde puntos de De Mattos de Mesquita, Rui, Francisco Ramallo
vista inesperados es una de las tareas que este y Emeline Apolónia de Meló. 2012. «Pedago­
libro propone. Los esfuerzos, los proyectos y las gías descolonizadoras y encuentros con lo
experiencias —como estos ensayos muestran— no humano en nuestras escuelas: una inda­
necesitan articulaciones colectivas, alianzas ima­ gación desde los "saberes otros” de las narra­
ginativas para integrar la tremenda energía que tivas del baobá en Pernambuco» (en línea).
hemos invertido como comunidad para reducir Revista Entramados. Educación y Sociedad,
la violencia de género, constelar nuestros pun­ núm. 4. Disponible en <http://otramerica.
tos de luz y diseñar un mejor porvenir. com/personaies/para-descolonizar-la-con-
Este libro es un aporte a que imaginemos ciencia-notas-sobre-si Ivia-rivera-cusica n-
juntas, a que confabulemos las alianzasy las his­ a u i/2 0 1 7 >.
torias, los fuegos y los juegos que alterarán los Gómez Campos, Rubí de María. 2002. «Las mu­
ritmos, articularán la rabia y desbordarán la risa jeres y la filosofía» (en línea). Devenires. Re­
estruendosa, esa algarabía, ese ruido armonioso vista de filosofía y filosofía de la cultura, núm.
6, julio, pp. 162-171. Disponible en <ht-
tps://deveni res.umich.mx/deveni res/i ndex.
php/devenires/article/view/663>.
Haraway, Donna. 2020. Seguir con el problema:
generar parentesco en el Chthuluceno, trad.
Helen Torres, Buenos Aires, Consonni.
Instituto de Investigaciones Estéticas unam . 5
de octubre de 2021. x lv c ih a . Epistemolo­
gías situadas - Inauguración y Conferencia
inaugural, YouTube. [Riánsares Lozano, «Un
pulpo en un garage. Aprender y enseñar
desde el imprevisto»]. Disponible en <ht-
tps:/A/vww.vou tu be.com A/vatch?v=fGbT-
BH SiUQ o& t= 3s>.
Lamas, Marta. 2021. Dolor y política. Sentir, pen­
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Le Guin, Ursula K. 2020. Los libros de Terramar.
Edición completa ¡lustrada, Barcelona, Mino-
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Lorde, Audre. 2017. Burst of Llght: and Other Es-
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Moraga, C h e rrie y Ana Castillo. 1988. Esta puen­
te mi espalda. Voces de mujeres tercermundls-
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Rivera Garza, C risti na. 2021. El Invencible verano
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Taylor, Diana. 2017. «¡Presente! La política de la
presencia», Investigación Teatral, vol. 8, núm.
12, agosto-diciembre.
SIEMPRE i ■ ■ ■ i

p ro lo g o
• •
:

• • ♦

• • •
M U ntes de recibir el Premio Xavier Villau- somos maestras aquí, abriendo caminos o tra ­
rrutia por su inmenso libro El Invencible tando, al menos». En otro momento, se pregun­
W ■ verano de Liliana, la escritora Cristina ta: «¿Por qué no están ellas aquí y por qué yo
Rivera G arza inauguró con una conferencia sí estoy aquí?». Cuánto dolor hay en estas pre­
magistral el xxvm Coloquio Internacional de Es­ guntas, que parecieran dirigirse a una sola per­
tudios de Género grrrrr, Género: Rabia, Ritmo, sona: Liliana, la hermana de la escritora, víctima
Rima, Ruido y Respons-habilidad, organizado en de feminicidio, cuya historia es narrada, docu­
la u n a m por el Centro de Investigaciones y Estu­ mentada y denunciada en el libro premiado.
dios de Género en noviembre de 2021. Las pala­ No creo que sea posible escribir sobre vio­
bras de esta autora en el coloquio y, después, en lencia sin referirnos a las mujeres. En Bellas A r­
el Palacio de Bellas A rtes en julio de 2022, don­ tes, en esa insólita ceremonia en la que Cristina
de fue galardonada, pertenecen a dos momen­ tuvo que pedir ver a las mujeres y no a sus victi­
tos de un discurso, de una visión que dinamita la marios, profundizaba el surco de sus palabras en
noción de autor en la literatura y de una postura el coloquio universitario. En días posteriores a
ética que nos han sacudido y nos llaman no solo la premiación escribió en The Washington Post:
a reflexionar, sino a movilizarnos a favor de las
mujeres. Son dos momentos, y entre ellos están Es crucial escucharlas a ellas, verlas a ellas,
las visiones y experiencias recogidas en estas ponerles atención a ellas. Eso, que parecie­
páginas. ra del todo posible, casi una cuestión de mera
En su conferencia dentro del coloquio, adap­ elección, no resulta, sin embargo, tan sencillo.
tado a modo de preámbulo en este volumen, Ri­ Para contar esas historias de otra manera, de
vera G arza trasladó a los participantes una pro­ esa otra manera que viene desde la experien­
puesta poderosa y vibrante en el corazón de cia material de la víctima, tenemos que inte­
la universidad, habló de una escuela de la rabia rrogar y reconstruir todo nuestro sistema de
y señaló la necesidad de hacer una genealogía: percepción y todo nuestro sistema narrativo.
«Hay maestras en la escuela de la rabia, las que
nos abrieron el camino, y al mismo tiempo, todas
Los sistemas que la escritora nos pide cues­ del otro». Tampoco se trata de citar. Es quizá la
tionar y reconstruir configuran el corazón de la convocatoria más fiel: presentar a Liliana y su
tarea reflexiva a la que se abocan muchos de los voz a través de los archivos que esta alimentó
textos de este volumen. Cada inicial en el nombre minuciosamente a lo largo de su corta vida; su
de este encuentro señala su repercusión: G éne­ uso subvertido, inesperado, trasladado al libro
ro, Rabia, Ritmo, Ruido, Risa y Respons-habi- donde se narrará su feminicidio, nos permite co­
lidad. Lejos de lo que pudiera pensarse en una nocerla, diríase, en primera persona.
recopilación de este tipo, aquí el discurso acadé­ Si nos situamos en ese umbral, los ensayos
mico intenta acoger al lector no especializado. de Grrrrr nos dejarán escuchar a la legión de
Incluso hay espacio para hablarde la precariedad creadoras que los/nos habitan. Acompañando
académica, como hace Cam Roqué López. Son a quienes escriben sobre ellas, están ellas. Aquí,
páginas de pensadorxs generosxs que buscan su sus palabras. Sus denuncias. Sus risas. Ya en su
conexión con los lectores. Marisa Belaustegui- libro Los muertos indóciles, Rivera se pregunta­
goitia trenza los ejes del libro: la fuerza crítica del ba: «¿Cuáles son los diálogos estéticos y éticos
activismo, la academia y las prácticas artísticas. a los que nos avienta el hecho de escribir, literal­
En la mayoría de los textos predomina la volun­ mente, rodeados de muertos?». Algunos de esos
tad de imaginar, de subvertir la realidad terrible diálogos los descubrirán aquí.
con formas de pensamiento propositivas, poten­ En Grrrrr hay preguntas frontales y desa­
tes. Se cita a Ursula K. LeG uin para «entrar en el fiantes, como las de Am neris Chaparro:
corazón de la imaginación».
Este es un volumen rico y desafiante, un Pero ¿qué pasa con la rabia entre feministas?
libro para agradecer. Ningún lector quedará in­ O sea, cuando lo que genera rabia es el anta­
diferente: hay que abrirse con él, hay que na­ gonismo entre nosotras mismas. ¿Qué pasa
vegar y seguir sus ondas expansivas. Leerlo me cuando la rabia es interna y pone de manifies­
ha hecho sentir que aprendí, que crecí. Es un to nuestras propias diferencias? ¿Es posible
libro onomatopeya, como lo describe Rían Lo­ vivir esas vidas feministas como un cuerpo
zano. Ella misma propone otras erres: la de re- común cuando hay choques que parecen irre­
escritura y la de reconocimiento, «gestos [que], a conciliables?
pesar de poner en marcha diferentes estrate­
gias, comparten su forma de operar siguiendo el Concuerdocon Karen Valadez:
modelo de la crítica cultural y acercándose a la
propuesta de reescritura que define la práctica Se nos tiene permitido dolemos pero no ha­
desapropiacionista de Cristina Rivera Garza». cer doler a otros; llorar pero no dejar que
Esto último es central. La escritora reconoce a otros lloren. Es nuestra responsabilidad te­
su hermana como coautora de El invencible ve­ ner siempre un abrazo a su alcance, la mano
rano de Liliana. No se trata, como ha escrito en tersa que da la caricia y sirve la sopa, la pre­
otro de sus textos, del paternalista «dar voz» ocupación por el otro pero nunca la propia.
ni de la ingenuidad de «ponerse en los zapatos
Me interesa la manera en quetrabaja Isabel sitarysoportarel miedoy el dolor, las mujeres
Rentería con la palabra memorar para estudiar la también tienen derecho y merecen protestar
desaparición de mujeres en México y el impac­ desde la alegría, la ternura radical, el placer, el
to de redes so cialesy memoriales digitales. A su goce y la colectividad.
vez, Alejandra Nallely Collado Campos habla de
una insurrección feminista digital, de la toma de Qué subversivo sigue siendo reivindicar el
espacios tecnológicos tradicionalmente asocia­ derecho al placer de las mujeres. Si alguien aún
dos a los hombres, e introduce análisis sustan­ tiene dudas sobre por qué o cómo mirarlas a el las,
ciales sobre «la configuración y reconfiguración debe adentrarse en este libro que abre muchas
del espacio público digital, de la identidad femi­ puertas y ventanas para llegara mujeres siempre
nista, de las formas de representarnos, de hacer vivas: en estas páginas, retenerlas en la vida es el
ecos, de acuerparnos, pensarnos, conectarnos y trabajo del lenguaje. Verlas es escucharlas, ha­
comunicarnos». blarles, percibirlas, abrazarlas.
Otros ensayos documentan distintas movili­ Necesitamos esa revolución que nos lleve
zaciones feministas; en ese río verbal y emocio­ a comprender que, si no somos capaces de mi­
nal resuena de nuevo Cristina: hay que verlas a rarlas, nos perdemos. Nos urge reprogramar el
ellas. Es que no podemos dejar de sentir que las mundo, como propone la pensadora española
miramos, aunque ya no estén al alcance de nues­ Remedios Zafra, citada por Una Pardo. Si algo ne­
tros brazos; eso sería asumir que no volverán ni cesitamos es esa rabiosa esperanza.
sabremos de su destino,y no puede cederse nada
en esa dirección. Hay que seguir buscándolas, exi­
gir que las autoridades den cuenta de sus inves­
tigaciones, de sus paraderos, de sus agresores,
incomodar con la memoria más viva a todas esas
autoridades omisas y revictimizantes. Y tampoco
se trata solo de alcanzar la verdad, de encontrar a
las desaparecidas (queya es una odisea), sino de
lograr la reparación y protección de las personas
y colectividades vulneradas, lleana Diéguez cita
a la gran María Galindo: «No fundamos comuni­
dades ideales, nos instalamos donde nuestro tra­
bajo desmitificador mayor irritación produce».
La propuesta de Tania Gisel Tovar es refres­
cante:

Estas elaboraciones que acompañan la rabia


con ritmo y rima nos han enseñado que, si
bien la rabia es una fuerza fundante para tran-
EL ESPACIO SIEMPRE LLENO de que los espacios por los que avanzaba, aun­
que aparentemente vacíos, estaban llenos. Había

f
n 2019, cuando me propuse localizar marcas, ecos, rastros. Una muchedumbre ahí. Y,
el expediente judicial del feminicidio de mientras más me internaba en ellos, más cuida­
Liliana Rivera Garza, mi hermana me­ do tenía que emplear para no chocar contra los
nor, ocurrido treinta años antes el 16 de fantasmas.
julio
de 1990, sabía que estaba por iniciar una rela­
ción estrecha y laberíntica con las instituciones
a cargo de impartir justicia en México, pero no CAMINAR CONTIGO
tenía una idea cabal de lo que esto implicaba. En
«Azcapotzalco», el capítulo con el que abre El In­ José Revueltas habló mucho y elocuentemente
vencible verano de Liliana, invito al lector a acom­ de cómo la superficie del mundo no es nunca
pañarme en un recorrido iniciático por las insti­ una tabula rasa: nuestros pies se amoldan a las
tuciones y por la ciudad sin sacarle la vuelta a las huellas que han dejado otros antes que noso­
demoras, los malos entendidos y la desorienta­ tros. Invisibles pero ardientes, m ateriales en
ción. Fue en uno de los días del principio, cuan­ su médula misma, esas huellas guían nuestros
do todavía caminaba a prisa entre escritorios de pasos, limitándonos a veces, invitando a la deri­
fórmica y ventanillas de plexiglás ya empañado va otras. ¿Por qué no están ellas aquí y por qué
por el tiempo, que me detuve de súbito, presa yo sí estoy aquí? Esa, según Revueltas, es la pre­
de una cautela que no me esperaba. ¿De dón­ gunta fundamental que toda escritora, y todo
de venía esta precaución que la lentitud de los ser humano en general, tiene la responsabilidad
pasos volvía patente? ¿Qué me había asustado de plantear y, en algún momento, de responder
sin yo saberlo, o qué de entre todo eso me había para sí misma y para con los otros. Saber qué
sorprendido tanto como para pararme en seco y huella habitamos es, visto así, una cuestión de
ponerme a observar todo a mi alrededor, como pertenencia: los pasos detrás de esas huellas
si estuviera dentro de un faro? Daba la impre­ nos conectan al pasado ligándonos irrem edia­
sión, me dije a mí misma en voz baja entonces, blemente a él, pero también nos conducen ha­
cía el futuro. ¿Con quién caminamos sin ciarnos claro. M ujeres exhaustas y juntas. Hartas ya,
cuenta?¿En las huellas de qué pies van nuestros ya para siempre enrabiadas.
propios pasos?

AQUILES CONTRA USÍSTRATA


EXHAUSTAS Y JUNTAS
La rabia tiene mala reputación, especialmen­
Había puesto atención a las noticias y estaba al te cuando se la relaciona con las mujeres, pero
tanto de las recientes movilizaciones de los con­ en todo caso es una reputación larga. Ya Peter
tingentes feministas en la Ciudad de México. De Sloterdijk la rastreaba en los orígenes mismos
hecho, había escrito un artículo para un medio de las tradiciones europeas cuando Homero la
en inglés sobre una de las marchas que congre­ introdujo en la primera línea de la llíada: «Can­
gó a muchas mujeres jóvenes frente a la puerta ta, oh, Diosa, la ira del Pelida Aquiles». En Ira y
de la Procuraduría para exigir justicia por otro tiempo, el controvertido filósofo alemán discute
hecho de violencia cometido contra una mujer, la ira menos como la simple frustración de un
por el mero hecho de ser mujer. Esta vez, las chi­ deseo, o el resultado de una elección racional o
cas habían arrojado diamantina rosa a la cabeza estratégica, y más como una emoción timótica
del burócrata que salió del edificio para asegu­ generada en la autoestima, el reconocimiento y
rarles que se estaba siguiendo un proceso y el orgullo. La rabia, nos aseguraba, es una ener­
haciendo todo lo que estaba en sus manos. El gía capaz de movilizar energías. La rabia, que
gesto, tan espectacular como pacífico, puso de muchas veces parte del resentimiento, puede
manifiesto el hartazgo y la creciente frustración acumularse por años para luego ser despilfarra­
que generan la falta de seguridad y la impuni­ da en un dos por tres por sus administradores
dad rampante en la ciudad, pero también dejó varios. Valdría la pena preguntarse si esa rabia
ver la algarabía que con frecuencia acompaña que movilizó a Aquiles lanzándolo a la guerra
a la rabia, enalteciéndola y volviéndola cerca­ sería la misma fuerza positiva o generadora que
na al mismo tiempo. El eco de sus voces toda­ estuvo detrás de Lisístrata, el personaje central
vía retumbaba contra las paredes, cambiando de la obra de Aristófanes, cuando decidió orga­
la consistencia del aire. Sus huellas, ágiles y nizar a todas las mujeres en sentido contrario,
trem ebundas sobre el cemento, estaban ahí, es decir, contra la guerra. Lo sabemos bien: un
palpitantes todavía bajo mis pies. Las huellas hombre con ira puede convertirse en un héroe
de tantas más: fam ilias enteras que, desahu­ y comandar regimientos en batallas que con toda
ciadas y tristes, buscan información sobre desa­ seguridad pasarán a la historia, pero hay una gran
parecidas o asesinadas; madres hechas pedazos, probabilidad de que una mujer enrabiada term i­
hermanas de mirada anhelante, amigas con los ne en el manicomio o la cárcel o, cuando menos,
puños en alto. Abriendo brecha, marcando el ca­ en la maledicencia pública. La histérica. TheAn-
mino, esas huellas, solo aparentemente vacías o gry Black Woman. La loca esa. La que no entiende
invisibles, me guiaban dándole también sentido razones. La exagerada.
a todo mi quehacer. Iba con ellas, eso me quedó
COMUNIDADES EMOCIONALES teresa el concepto de wake work que introduce
Christina Sharpe en In The Wake: On Blackness
Y EL WAKE WORK and Being. A sí como la geología ha generado el
concepto de tiempo de residencia para designar
Nos queda claro, en todo caso, que las emo­ el tiempo que tarda una sustancia en desapare­
ciones no son experiencias psicológicas o aisla­ cer de la superficie de la tierra, las sociedades
das, sino prácticas públicas y colectivas que se humanas han practicado el wake work por gene­
aprenden y, dependiendo de los contextos de raciones enteras: se trata del trabajo de duelo o
raza, género y clase, pueden llevar a la parálisis trabajo de conciencia, según el significado que
más extrema o a la acción directa. Las emocio­ se le dé a la palabra wake, que implica en cual­
nes, nos recordaba Sara Ahmed, forman cuerpos quier instancia ese ritual de hacer con otros, de
y producen realidad. Aún más: las emociones recoger con otros, de compartir en condiciones
son acción, movimiento permanente, para bien seguras la memoria y la experiencia creando
y para mal. Por una parte, utilizadas para demar­ prácticas alternativas de conexión y de cuida­
car límites precisos con el otro —juntando, por do. Con el wake work mantenemos a los que se
ejemplo, a las que sienten una rabia similar, pero han ido en nuestro entorno no solo de manera
diferenciándolas de aquellos contra los que se metafórica, sino de un modo material que inci­
siente esa rabia—, las emociones funcionan como de, así, en nuestra práctica cotidiana y nuestra
un vínculo identitario que, con frecuencia, confir­ construcción defutu ro.
ma en lugar de interrogar la desigualdad social
existente. Pero las emociones también pueden
constituir, como lo argumentaba la antropólo- LAS CORAJUDAS
ga colombiana Myriam Jimeno Santoyo, comuni­
dades emocionales: En Translated Woman: Crossingthe Borderwith Es­
peranzas Story, traducido al español como Cuén­
Estas son comunidades de sentido en las que tame algo, aunque sea una mentira. Las historias de
se entretejen las narrativas de memoria, el la comadre Esperanza, la antropóloga Ruth Behar
testimonio personal como víctimas y la crea­ explora críticam ente los fundamentos sobre los
ción de referentes morales con profundas que se asentaron las muchas pláticas que sostu­
cargas afectivas. El dolor trasciende la indig­ vo con Esperanza, una mujer pobre de Mexqui-
nación y alimenta la organización y la movili­ tic, San Luis Potosí. A medida que la interacción
zación pública amplia en torno a la verdad y avanzaba, Behar se dio cuenta de que su con­
la justicia. cepto de historia de vida, con sus fases prees­
tablecidas y su énfasis en ese contarlo todo tan
Pero el salto de la carga afectiva de la indigna­ estadounidense, no concordaba con la forma
ción hacia la movilización con otros no es natural en que Esperanza hilaba sus propias historias:
ni directa. Se trata de un camino sinuoso y tem ­ una serie de relatos densamente entreverados
peramental que, con toda seguridad, compar­ en los que resaltaba, sobre todo, la función y el
timos con muchos otros. Aquí es donde me in­ lugar del coraje como detonante de conciencia y
de acción. El concepto en sí mismo es maleable LA ESCUELA DE LA RABIA
y poliédrico. El coraje puede ser un enojo, pero
también una forma de valentía. Hay audacia y Las movilizaciones de mujeres, fem inistas tan­
bravura, incluso agallas en su contenido, pero tas de ellas, que han tomado el espacio y el len­
también furia y a veces parálisis. Para Esperanza, guaje público por asalto nos han enseñado que
el coraje no era una mera anécdota o una emo­ la rabia, que tan a menudo parece ser más una
ción descontrolada, sino una fuerza catalizadora imposición en un contexto de desigualdad y no
que le permitía interrogar y cruzar límites esta­ una elección, mucho menos una oportunidad,
blecidos, como por ejemplo las convenciones de puede convertirse también en un parteaguas
género que desdefuera le imponían loque podía en nuestros modos de estar en el mundo. Pero
o no podía hacer, con lo que abrió nuevos d erro­ ¿cómo llegamos desde la orilla de un enojo or­
teros e inauguró, de paso, nuevas etapas de su gánico, producto de tantas desigualdades y pre­
historia de vida. En concreto: el coraje le ayuda­ cariedades varias, a concebiry llevar a cabo, por
ba a reconocer la trasgresión que se ejercía en ejemplo, Un violador en tu camino, la performance
su contra y a reaccionar contra ella conforme con la que el colectivo chileno LasTesis incendió
a su entendimiento del mundo, que en su caso nuestras conciencias en noviembre de 2019?
incluía la participación en una práctica más bien La rabia, por supuesto, está ahí, en su médula
fluida de un culto a Pancho Villa. A sí se armó de misma, identificando con toda claridad las vio­
valor para enfrentar a su marido e inventó una lencias pequeñas y las grandes violencias que se
vida autónoma, como marchanta de mercado, le pegan al lenguaje y que pasan por historia ofi­
hasta encontrar (¿producir?) a la antropóloga cial. Y la rabia está ahí, también, en cada partici­
que nos compartiría su historia. pante que, a voluntad, se suma a la performance
También Anna Fierling, la Madre Coraje de colectiva para entonar, en tantos idiomas como
la obra de teatro de Bertolt Brecht, era una hay en la tierra, el poderoso refrán: «Y la culpa
vendedora ambulante que seguía en su famoso no era mía / ni dónde estaba / ni cómo vestía».
carromoto al ejército sueco y, como Esperanza, La rabia está en la lectura, la interpretación y la
negociaba con suma astucia y a veces humor, selección del m aterial conceptual tanto de Rita
con las fuerzas desatadas de la guerra. En mi Segato, la activista argentina, como de los mis­
propia familia, mi abuela Petra Peña gozó du­ mos carabineros chilenos, dándoles la vuelta,
rante su vida la fama de ser de carácter fuerte, subvirtiéndolos, forzándolos a decir lo que nun­
una mujer de mecha corta, a tal punto que toda­ ca quisieron decir. La rabia está en el tarareo, el
vía hoy se cree que su muerte, acaecida cuando canto, el ritmo que producen los cuerpos juntos
tenía apenas 29 años, estuvo relacionada con cuando nuestros pies, siempre dentro de las
un coraje. No hace falta investigar mucho para huellas de tantas otras, se mueven para avanzar
encontrar, cada una por su cuenta, la larga tra ­ en otra dirección, hacia otro futuro.
dición de mujeres corajudas de las que nacen En esa escuela de la rabia aprendemos a
nuestros distintos linajes. le e ry a releer los materiales que nos vienen del
pasado, para actualizarlos y ponerlos en modo
de producir presente. En la escuela de la rabia
reescribim os constantem ente las tradiciones
que reconocemos como impuestas, pero que el
trabajo colectivo puede, sin embargo, reinven-
tar como justam ente propias. En la escuela
de la rabia, sobre todo, nos encontramos para
respirar, comer y beber, para nutrirnos como
la materia espiritual que somos o podemos ser.
Ahí hacemos las preguntas posibles y también
las imposibles. Ahí, más que reconocernos, nos
desconocemos; es decir, nos reconocemos como
otras, como las que íbamos a ser antes de la des­
gracia del patriarcado, después de la hecatombe
del patriarcado. Se puede llegar a cualquier hora
a la escuela de la rabia porque no hay horarios
preestablecidos, se puede asistir a clase o no, se
pueden tomar notas en pequeños cuadernitos
hechos a mano o conminar todo a la memoria
colectiva. Hay maestras en la escuela de la ra­
bia, las que nos abrieron el camino, y al mismo
tiempo, todas somos maestras aquí, abriendo
caminos o tratando, al menos. En la escuela de la
rabia, sépanlo bien, chicas, siempre hay recreo.
*
RESPUESTA
IA CRISTINA
RIVERA GARZA
*
f
l libro G rrrrr Género: Rabia, Ritmo, Rui­ para detectarlas, las huellas y los llamados?
do, Risa y Respons-habilidad se pregun­ ¿Qué clase de aula —de pedagogía— permite
ta por la rabia y sus huellas, su ruido y sus escuchar este llamado a la acción?
ecos, sus secuelas y, sobre todo, su escuela. Al Cuando centramos la rabia —como en este
centrar la rabia y sus derivas (ruido, ritmos, risa) libro— estamos pensando —contigo— en la tra­
se pregunta por la fuerza crítica del activismo, la gedia, en las tragedias de este país, pero des­
academia y las prácticas artísticas. Te hago ocho plazadas desde el grito de Antígona, desde su
preguntas que resuenan con esta maravillosa llamado a desobedecer a Creonte y a sepultar
reflexión y con tu trabajo. a Polinices; y también desde ese llamado que te
hace ese estudiante que entra a tu aula por su
ventana en Condolerse y te pide que escribas, te
UNO pide que enseñes, que derives una pedagogía y
una escritura de este desconsuelo en que nos
Lo primero que destaco de tu reflexión a modo sume la violencia.
de preámbulo es la referencia —en este largo
andar de protestas que las jóvenes han ace­
lerado desde 2 0 1 6 — a la noción de huella. La PREGUNTA: ¿QUÉ S E MUEVE ENTRE EL ACTIVISMO QUE
huella, esa especie de hueco, vacío delineado, PONE EL CUERPO Y EL QUE PONE LA PALABRA EN EL
que dirige los pasos; esa forma opaca y delica­ AULA V LA ESCRITURA EN EL ESPACIO PÚBLICO?
da del aprendizaje (las huellas pueden borrarse

s
y ocultarse), que aunque frágil, perdura y no in­
vita solo a sutilezas; dices que la pisada puede
ser palpitante, trémula o tremebunda, volcánica
o amorosa. ¿Qué tipo de llamados hace una
huella? ¿Cómo seguirlos? Un llamado siempre
es una invitación imperiosa, ineludible a actuar.
¿Cómo hay que caminar —en la acad em ia-
DOS
PREGUNTA: ¿QUÉ DESATA LA SENSACIÓN DE QUE
En este seguir las huellas, las pisadas, hay otras «AHORA, DESPUÉS DE TANTO TIEMPO, UNA
huellas que también nos interesan: las de la POR FIN ESTÁ LISTA PARA AFRONTAR LA TRAGEDIA
lengua, las de la voz. Como huellas, quedan los Y EL CONOCIMIENTO DE LA TRAGED IA» 12 0 2 1 :4 9 )?
ecos de las protestas, residuos de las pintas y ¿D E QUÉ FORMA EL AULA Y LA ESCRITURA HAN
sus borraduras —palimpsesto—, lo rayado sobre SIDO ESPACIOS Y MECANISMO - PARA TI-
lo que ya había sido escrito, lo gritado sobre lo DE IMAGINACIÓN Y REPARACIÓN?
que ya estaba dicho; resonancias, ecos, huellas
y pedestales vacíos. Un repetir y un replantear
constante.
CUATRO
PREGUNTA: ¿PUEDE EL AULA RECOGER ESTOS Muchos años lleva indagar sobre nuestras muer­
VESTIGIOS, ESTAS HUELLAS Y ECOS? tes, nuestras muertas, sobre los feminicidios. Es
imprescindible acortar ese tiempo acompañan­
do y previniendo la tragedia. Las respuestas de
las mujeres jóvenes en el espacio público (sobre
TRES todo desde 2016) constituyen exclamaciones
que —a la vez que demandan reparación y ju s­
No hay mejor manera de indagar entre eco, voz ticia— tratan de evitar nuevas tragedias, como
y huella que escuchar, pero —como este libro haría un coro griego, instruyendo a tiranos y go­
plantea— haciendo uso de la imaginación; ima­ bernantes (como en Antígona) con lo que debe o
ginar las voces, los gritos y sus ecos, vislum brar no hacerse para evitar el daño repetido, el dolor
las huellas bajo lo andado, lo mucho por and ary incalculable y la desproporción de la violencia,
figurar en conjunto, lo mucho por decir. Eso es que se desata en el evento trágico. Las feministas,
hacer política: un ejercicio de configuración de mujeres jóvenes en su toma del espacio público,
voces y huellas, un tabular los mensajes, con­ parecen alertar —anónimamente— al clamor de
fabular las alianzas para encontrar los caminos, los coros en las tragedias griegas sobre los rum ­
para poder sobre todo escuchar entre fuego y bos que hay que tomar, las huellas que hay que
golpe,entre rim ay ritmo las palabrasque las tra ­ seguir y las nuevas rutas que hay que diseñar,
gedias de tantas mujeres rotas cantan con tanta para no term inar con una insoportable tragedia
dificultad. más. El coro exhorta a C reonte a que rectifique
Tu libro El Invencible verano de Liliana es una su sentencia, perdonea A ntígonaydésepultura
evidencia bellísima y muy dolorosa de la posibi­ a Polinices. El coro grita las reivindicaciones que
lidad de crear, de imaginar, de tabular. se han abierto paso, teniendo como mecanismo
la protesta, sus movilizaciones y las iniciativas
de muy diversos grupos feministas. En la trage-
día griega el lamento acontece después de la de forma deliberada y directa hacia el compro­
ira y suele ser tardío. Es el coro anónimo que se miso con el mundo real y sus desigualdades
reúne y canta ante la rabia impulsiva, la ira des­ e injusticias». Gloria Anzaldúa, en su «Carta a
comunal, que lamenta por adelantado el pesar mujeres del te rcer mundo», nos invita a escribir
por llegar. más allá de la habitación propia y la herencia de
Virginia W oolf: «Escribe en la cocina, enciérrate
en el baño. Escribe en el autobús o mientras ha­
PREGUNTA: ¿QUÉ CONOCIMIENTO - Q U É C A N T O - ces fila en el Departamento de Beneficio Social
S Í COREA CUANDO LA RABIA CIRCULA EN LAS AULAS, o en el trabajo durante la comida, entre dormir
EN UNA ACADEMIA ACTIVADA COMO TU ESCUELA DE y estar despierta». Sin cuarto propio ni herencia,
LA RABIA? ¿QUÉ TIPO DE ESCRITURA, DE PEDAGOGÍA, Anzaldúa nos anima: «Pon tu mierda en el papel».
E S POSIBLE DERIVAR DE ELLA ?
Tira lo abstracto y el aprendizaje académico,
las reglas, el mapa, el compás. Tantea para to­
car a más gente. Las realidades personales y
CINCO lo social se tienen que evocar —no a través de
la retórica— sino a través de la sangre, la pus
Lo que leo en tu preámbulo y lo que queremos y el sudor.
afirmar en este libro es la imaginación, la tabu­
lación, la confabulación, sobre todo la necesidad
de la especulación, de la conversación. La pala­ PREGUNTA: ¿QUÉ LUGAR TIENE LA IMAGINACIÓN
bra no surge desde una condición de desánimo, EN LA POSIBILIDAD DE « AFRONTAR LA TRAGED IA»?
de subalternidad o de furia, y si surge su poten­ ¿QUÉ PAPEL TIENE LA FIGURACIÓN, LA FA8ULACIÓN,
cia política está muy comprometida. ¿Hace fal­ EN LA NECESIDAD DE DAR CITA A LA POLÍTICA
ta mesurar la rabia y aumentar el coraje? ¿Qué Y A LA PEDAGOGÍA?
opinas de la idea de coraje especulativo feminis­
ta? (Noción que deriva Donna Haraway de Eve
Kosofsky Sedgwick, un tipo de ejercicio que hace
Marta Lamas en su último libro, Dolor y política, y SEIS. WAKE
Rita Laura Segato en sus pedagogías de la cruel­
dad). ¿Podemos entenderlo como una especie En este libro exploramos el papel de la imagina­
de efecto, de secuela de la escuela de la rabia ción (ruido, ritmos, risa enlazada con la rabia),
que integra la imaginación fem inista? ¿Qué lu­ para construir caminos políticos y acciones pe­
gar tiene para ti la tabulación, la confabulación dagógicas. Tú eres escritora de ficción, ¿las jó ­
y la especulación (el imaginar en conjunto) en la venes están volteando a la ciencia ficción y a la
construcción de caminos conjuntos no violentos? ficción como fuente de inspiración? ¿Qué nos
Ursula K. Le Guin (escritora de ciencia fic­ puedes decir de la ficción y la posibilidad de
ción) nos dice con respecto a la ficción: «Entrar construir a partir de ella formas precisas de la
en el corazón de la imaginación implica dirigirte realidad?
Un ejemplo de esto es tu alusión a la noción Tú usas esa metáfora, la de la estela, de la huella
dewake, estela: huelladeuncuerpoal moverse en de un cuerpo en movimiento y la de la custodia,
el agua. Metáfora acuática que Sharpe convierte el velar y proteger a quien se duele, para mar­
en concepto teórico. Huella que atrae, es c e n trí­ car en un solo golpe el movimiento, la pinta y
peta, como especificaste muy al principio de tu la rayadura, y por otro el cuidado, la relectura, la
reflexión, como la estela que deja un barco en el reflexión, la autocrítica: hacer y deshacer con
mar. La estela como fuerza centrípeta de atrac­ otros, recoger con otras, creando prácticas al­
ción. Wake es, por un lado estela, rastro que deja ternativas de conexión y de cuidado, de huella y
tras de sí en el agua o en el aire un cuerpo en mo­ de eco. Poner palabras a ese gran dolor.
vimiento; es el efecto de un movimiento, como la Háblanos por favor del trabajo de duelo, o
tracción o como huella de fuerza aglutinadora trabajo de conciencia, que implica el ritual de
y tractora; la estela, el surco que deja el velar, hacer con otros, de recoger con otros, de com­
custodiar, acompañar el duelo, el proteger en co­ partir, en condiciones seguras, la memoria y la
lectivo. Hablas de una especie de movimiento si­ experiencia, creando prácticas alternativas de
deral del cuidado. La noción de «estela» da lugar conexión y de cuidado. Hay mucho dolor y mucha
y enuncia un dolor indescifrable, impronunciable. rabia. Para aliviar, reparar, es necesario extender
nuestra vida, nuestros duelos y experiencias a
Mi padre se adueña del azadón y —a sus 84 otros: es necesaria la imaginación, ¿qué lugar
años— se dedica a quitar toda la maleza con­ juegan las alianzas imprevisibles, aquellas que no
cienzudamente, inclinándose para arrancar anticipamos? Nos movemos demasiado con las
la hierba más testaruda o para deshacer los iguales y las que piensan y aceptan lo mismo que
terrones con las manos cuando nada más pa­ nosotras.
rece funcionar. Resopla. Hace pausas. Suda
copiosamente. Y, mientras se agacha sobre
la tierra, llora con discreción, siempre en si­ PREGUNTA: ¿QUÉ RELACIÓN TIENE LA VIGILIA,
lencio, y me pregunto cuántas veces al día se EL MOVIMIENTO COMO ESTELA - T R A C C IÓ N - QUE
acuerda de Liliana, de la cantidad de dinero CONGREGA EN TORNO AL DUELO , CON EL ACTO POLÍTICO
que le exigieron en la Procuraduría hace ya Y PEDAGÓGICO - D E GENERACIÓN DE CONCIENCIA-
casi tres décadas para continuar con la investi­ QUE ESTAMOS BUSCANDO PRODUCIR Y REPRODUCIR?
gación del feminicidio de Liliana. [...] Cuántas
veces al día retumban las palabras soeces,
las palabras bestias de fauces abiertas con
que los comandantes y agentes se refirieron al
cuerpo de Liliana. [...] ¿Cuántas veces al día
murmura la palabra justicia? Uno nunca está
más inerme que cuando no tiene lenguaje (El
invencible verano de Liliana: 42).
SIETE. SECUELAS SALIDA. EL ENOJO
Y ESCUELAS OE LA RABIA Alguna vez azoté la puerta después de una tri­
fulca familiar a la hora de la comida. Mi madre
La estela desaparece en el agua, las pisadas en el me esperó a que regresara y —en completa
concreto, pero quedan las huellas del cuidado y calma—, con la cocina ya perfectamente limpia,
los ecos de las conversaciones en las vigilias del me informó que eso era lo que hacía otra gente
duelo. Treinta años para encontrar y seguir las cuando se enojaba, nosotros no. Nuestra gen­
huel las de tabulación y sobre todo de confabula­ te, de la que venimos había incluso sobrevivido
ción que permite la reparación y el acto político a la epidemia de influenza de 1918. Nosotros
y pedagógico de contar para ser tomada en cuen­ —y eso lo decía de maneras sutiles y de mane­
ta. Para hacer el tipo de política y enseñar la pe­ ras honestas— estamos vivos de milagro, y el
dagogía que requerimos, nos sugieres transitar milagro era nuestra redención. Que se deses­
como cuerpos de agua,fluidos que se atraen, co­ peren los otros. Que los otros azoten puertas
nectados, vitales, en esa estela del duelo en movi­ cuando no podían usar la inteligencia, o la ca­
miento, que vela, protege y acom paña. En este pacidad de observación, o la paciencia. Que los
libro tú, con nosotras y con otras, invitas a seguir otros perdieran el tiempo y desperdiciaran sus
las huellas de seres acuáticos, estelares (de vigilia talentos, porque nosotros que veníamos de
y duelo colectivo) y tentaculares, efectos del mo­ tan lejos, nosotros que éramos libres, nosotros
vimiento, del cuidado conjunto. que lo venceríamos todo, teníamos cosas que
La rabia como secuela, como huella, como hacer. ¿De acuerdo? (El Invencible verano de Li­
escuela, ¿nos arropa cuando puede tran sita r liana: 62).
entre la vigilia y la conciencia? ¿Y nos devasta
cuando solo se duele? Cuesta mucho entender
estos treinta años si no comprendemos que pa­ PREGUNTA: ¿HAY QUE « QUEMARLO TODO»,
san por un tipo de elaboración que circula por la « ROMPERLO TODO » PARA QUE OBTENGAMOS
escritura, el aula, los estudiantes, la creatividad, RESPUESTA (REFERENCIA AL BLOQUE NEGRO Y SU
la imaginación. ¿Podemos pensar que escribes VIOLENCIA Y DAÑO A M U JER ES POLICÍA, A EDIFICIOS
como efecto de la vigilia como ser estelar, sideral HISTÓRICOS Y PERSONAS «SO SPECH O SA S»)? ¿CÓMO
y acuático? Tu escritura deja huellas, concentra ARTICULAR, HACER POSIBLES « E S A S COSAS QUE
ecos centrípetos y centrífugos como esos duelos TENEMOS QUE H A C ER »? ¿QUÉ LUGAR TIENE
que tardan décadas en acuatizarse, en hacerse LA ESCRITURA, LA PROTESTA, LA IMAGINACIÓN
invitaciones a la vigilia y la conciencia. Y LA ESPECULACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN NO VIOLENTA
DEL CAMINO Y EL ACCESO A LA JUSTICIA?

PREGUNTA: ¿CÓMO HACER LA RABIA PARTÍCIPE DE


LA ESTELA, DEL MOVIMIENTO QUE S E PRODUCE
DESDE LA VIGILIA, EL CUIDADO Y LA CONCIENCIA?
ENUNCIADOS DÉ LA RABIA:}
CONFIGURACIONES DE LO PÚBLICO.]* • • • •
PINTAS,
. . ♦
MURALES Y GRAFITI » •______________
••••••

• • • • •
RRRRABIA
AMNERIS CHAPARRO

Todas las mañanas salgo con mi mensaje Una manera de analizar y conversar sobre
lo digo qué es la rabia es pensar cómo se manifiesta. La
lo canto última década ha sido testigo de formas rabio­
lo grito sas, irreverentes y hasta musicales, en que mu­
Aveces lo siembro con cuidado jeres cis y trans han resignificado los ataques en
a veces lo escupo a la cara contra de sus cuerpos, sus identidades, sus vidas.
a veces lo clavo como un puñal en el vientre SlutWalks, 8 de marzos, 25 de noviembres, pin­
o lo pongo en el ojal como un clavel. tas, murales, intervenciones, antimonumentas,
lanzallamas, rituales, palos, piedras, uñas, marti­

f
ste poema de Patricia Rodríguez se lla­ llos, bombas molotov, glitter. Todas son expresio­
ma «Feminista», y nos remite a una serie nes, instrumentos, objetos y sujetos a través de
de emociones y afectos presentes en el los que se ha canalizado la rabia.
corazón de las luchas en contra de la deshuma­Es posible decir que nada rabioso debe ser­
nización, las violencias, la invisibilización, la des­ le ajeno al feminismo. La rabia ha motivado a lu­
igualdad y la precariedad. char en y por todos los espacios otrora negados
Los artículos que corresponden a esta sec­ a ciertas personas. La rabia, nos dice Tallulah
ción del libro forman parte de un corpus crecien­ Lines, es una forma de subversión que, ade­
te de trabajos académicos, artísticos y activis­ más, contribuye a un choque que —yo diría— es
tas que nombran, clasifican, conceptualizan, se también epistemológico: descoloca y recoloca,
apropian de y resignifican la rabia. Podemos ver nombra y resignifica, crea formas de conoci­
que no existe un consenso sobre su significado: miento y formas de hacer conocimiento. Pero
la rabia es un concepto altamente contestable, también crea comunidad, es catártica e inspira­
es decir, no existe una definición unívoca sobre dora, ha sido el punto de unión de feministas
ella: es un afecto, una emoción, un sentim ien­ a lo largo de los territorios, periferia y centro.
to, una pasión política, un fuego interno, un acto, Ahora bien, Karen Valadez sugiere que la ra­
una estrategia, o todo al mismo tiempo. Tengo bia es un disparador, mas no puede ser la úni­
más preguntas que respuestas, debo decirles. ca estrategia porque ello supondría agotar un
mensaje político ya de por sí difícil de colocar Los ensayos nos dejan ver cuán fascinante
en espacios de visibilización y hegemonía. En es la rabia. En este sentido, no puedo dejar de
otras palabras, la rabia es necesaria pero no su­ pensar lo siguiente: la rabia feminista, las fem i­
ficiente para los nuevos manifiestos feministas. nistas aguafiestas, las pintas y el vandalismo es­
Si la rabiaesunaem ociónjusta,¿quéconsti- tán dirigidos a un objeto externo; en general,
tuye una emoción injusta?¿Quién lo decide?¿Es ese objeto externo es el patriarcado encarnado
lo mismo una emoción justa que una emoción le­ en instituciones androcéntricas donde la im­
gítima? ¿Hay resquicios de la rabia que son justos punidad y el desdén son una marca de origen
o que son injustos? La rabia está acompañada de y una de las principales causas del hartazgo que
ruidos, rimas, risas, rebeliones, reivindicaciones estalla en rabia. Pero ¿qué pasa con la rabia entre
y recreos, como señala Cristina Rivera Garza en feministas? O sea, cuando lo que genera rabia es
el preámbulo de este libro. De hecho, la división el antagonismo entre nosotras mismas. ¿Qué
conceptual es meramente analítica, porque en la pasa cuando la rabia es interna y pone de mani­
realpolitik hay fusiones y los límites entre estos fiesto nuestras propias diferencias? ¿Es posible
conceptos no son rígidos, son más bien poro­ vivir esas vidas feministas como un cuerpo co­
sos. Empero, la traducción política-social de la mún cuando hay choques que parecen irrecon­
rabia y los cuerpos de las mujeres y sujetos femi- ciliables?
nizados se encuentra absolutamente generiza-
da: hay cuerpos para los que no está permitido
expresar rabia; cuando lo hacen son aún más
estigmatizados, vilipendiados, violentados. Si la
rabia está generizada, ¿hay que desgenerizarla?
¿O qué supone apropiarla y reivindicarla desde
los feminismos?
Uno de los efectos políticos y teóricos de la
rabia se asocia con la creación de memoria colec­
tiva. En particular, considero que se subvierten
esas nociones tradicionales de una feminidad
apacible, callada, modosita, rosa. Asimismo, la
creación de la memoria implica una memoria que
recuerda aquello que está en falta. Las mujeres
están en falta de una manera doble: como vícti­
mas de la violencia —las que nos faltan— y como
enemigas no enunciadas de los regímenes de go­
bierno —las innombrables— que, a la más vieja
usanza, el gobierno no sabe qué hacer con ellas
y entonces prefiere desubjetivizarlas, cuando no
es que las reprime.
KAREN VALADEZ

Este manifiesto busca problematizar las actuales formas de ser y hacer de las
mujeres en el espacio público a partir de elementos más allá de lo políticamente
correcto y desde el generar con que permiten los parentescos lejos de la consan-
guineidad. Se cruzan las letras a partir de tres ejes: la rabia, la ira y el dolor, pre­
sentando en cada apartado algunos elementos que dan cuenta de las maneras
en que algunas mujeres fem inistas los han resignificado a partir de propuestas
artísticas y políticas en las calles. Lo anterior se basa en algunas propuestas teóri­
cas de Donna Haraway, Martha Nussbaum, Audre Lorde y Cristina Rivera Garza.
Para este propósito, tomo como referente empírico la performance Un violador en
tu camino de la colectiva chilena LasTesis.
INTRODUCCION reveses de la figura de las mujeres en el espacio
público, de donde se desprende la necesidad
Se nos tiene permitido dolemos pero no hacer de generar-con para cre ar otros lazos y otras
doler a otros; llorar pero no dejar que otros llo­ posibilidades de apropiarse del espacio público.
ren. Es nuestra responsabilidad tener siempre un Más adelante, el documento cruza sus letras a
abrazo a su alcance, la mano tersa que da la ca­ partir de tres ejes: la rabia, la ira y el dolor, presen­
ricia y sirve la sopa, la preocupación por el otro, tando en cada apartado algunos elementos que
pero nunca la propia. ¿Qué podemos ser y ha­ dan cuenta de las maneras en que algunas mu­
cer, y dónde? En este ensayo se problematiza jeres feministas han resignificado estos tres sen­
la configuración de una nueva manifestación de tires a partir de propuestas artísticas o políticas
s e ry hacer en el espacio público de las mujeres a en las calles. Me valgo, como referente, de la per­
partir de elementos más allá de lo políticamente formance Un violador en tu camino de la colectiva
correcto: la rabia, la ira y el dolor, pero también chilena LasTesis.
desde el generar-con1 que permiten los paren­ El anclaje teórico para cada apartado será
tescos más allá de la consanguineidad, abriendo principalmente en textos de Donna Haraway
los lazos y extendiendo los brazos hacia lugares (2019), Martha Nussbaum (2 0 0 6 ,2 0 1 8 ), Audre
insospechados de creación conjunta. Lorde (1984) y Cristina Rivera Garza (2011).
El documento está estructurado de la si­
guiente manera: en un primer momento se pre­
senta un análisis muy general de los cambios y ESPACIOS PÚBLICOS
GANADOS: GENERAR-CON
1 Esta palabra compuesta hace referencia a la sim-
poiesis que, de acuerdo con Haraway: «Es una pa­ PARA RESISTIR
labra para configurar mundos de manera conjunta,
EN LAS CALLES
en compañía. La simpoiesis abarca la autopoiesis,
desplegándolayextendiéndola de manera genera­ Los espacios públicos nunca han sido nuestrosy,
tiva». (2019:99). en realidad, no tendrían que ser de nadie. Si una
se detiene a reflexionarlo, los espacios —públicos, Desde hace varias décadas las mujeres de­
privados y sus fro nteras— deberían ser solo el jaron de encontrar en el espacio privado el úni­
lugar donde acontece la vida; sin embargo, esta co lugar para estar y hacer. La cocina se volvió el
aproximación cambia cuando se piensa a nivel lugar para rabiar, y la recámara, un espacio para
político. escribir; la ida al mercado se convirtió en un re­
Históricamente, así como el sistema sexo- conocimiento de sí en un lugar que no les fue
género2 ha fragmentado el mundo en dos polos, dado. Y así, con este aparente andar estereo­
los espacios y sus configuraciones han tomado tipado, empezaron a pensarse de otras formas:
ese ordenamiento simbólico y social para desti­ estudiando, trabajando, luchando por reducir
nar a unas personas a los espacios privados y a la precariedad de los empleos y el despojo de las
otras a los públicos, pese a que esta dicotomía tierras, pero también reconociendo que su lucha
público-privado es inoperante para la mitad de era otra —esa y otra— Se atrevieron las pri meras
la población. La propuesta aquí planteada no tie­ a marchar codo a codo, ya no con su compañero,
ne que ver con un desdibujamiento de lo público sino con otras pares, con las mismas dolencias y
y lo privado —por lo menos no por ahora—, pero falencias, pero ahí, tomando ese espacio que no
sí intenta pensar, con base en Fraser (1997), que estaba destinado para ellas pero que se apropia­
la esfera pública como la entiende Habermas, ron y que al día de hoy se lucha por mantener:
pese a ser necesaria para la teoría social crítica
y la práctica política democrática, debe ser in­ Habitar, aunque sea por un breve lapso de
terrogada y construida nuevamente a la luz del tiempo, espacios de enunciación histórica­
feminismo. mente masculinizados, negados a otras sub­
Fraser señala un elemento interesante que jetividades. Espacios en los cuales se puedan
resulta de mirar la esfera pública como una plu­ escuchar nuestras voces, nuestras demandas,
ralidad de posibilidades de espacios, lo que com- nuestras denuncias, nuestras ideas (LasTesis
plejiza la mirada dicotómica y, en cierta medida, la 2021: 105).
supera. A nivel práctico, se hace urgente pensar
en una concepción posburguesa de la esfera pú­ Las calles de las ciudades, con su asfalto, sus fa­
blica que incluya no solo dos espacios separados rolas y su tanta contaminación —la que se ve y
y dos identidades que los constituyan, sino que atraviesa los pulmones, pero también la que no
se bifurque en caminos y espacios con fronte­ se ve y atraviesa las mentes—, hoy se aparecen
ras más difusas que planteen también espacios como uno de los muchos espacios que posibilitan
para generar comunidad, colectividad y opinio­ otras formas de mostrarse en masa: rabiosas,
nes que sean puestas a discusión en el ámbito de iracundas y dolientes. Para generar ruido por la
lo político. rabia masiva que asusta; para perm itirse rom­
per, rasgary putear donde nunca antes se les dejó
siquiera pasear, andar ni em itir palabra; y para
2 Concepto traído a los debates teóricos por Gayle enunciar en un solo grito el dolor de miles —a
Rubin (1996). las que les cortaron el grito y las que gritan por
ellas—
Pero, para todo esto, ¿cómo se genera esa páginas de este documento, reflexionando sobre
comunidad a contracorriente? Haraway apues­ lo que acontece cuando estas mueven a la acción.
ta por la necesidad de replantear que «seguir
con el problema requiere generar parentescos
raros: nos necesitamos recíprocam ente en co­ UN GRITO RABIOSO:
laboraciones y combinaciones inesperadas, en
pilas de compost caliente» (2019: 24); es decir,
LAS PROTESTAS
pensar que puede haber otras formas más va­ NO-PACÍFICAS EN LAS CALLES
liosas e incluso productivas de cruzar cuerdas,
de crear relaciones tentaculares y generar lazos La rabia, en el reino animal, puede contagiarse
fuertes y resistentes. Esta propuesta no es nue­ cuando un animal clava sus dientes en el cuerpo
va, las relaciones se han conformado así en este de otro. El virus viaja desde donde se produjo
y otros movimientos, en esta y otras épocas, pero la herida hasta el cerebro. Primero, provoca
sin duda sigue arrojando luz sobre esas otras ma­ una inflamación y, después, la muerte.
neras de encontrar calor y brillo. Pero a esta inherente capacidad mortal
De estas posibilidadesy cruces en el mundo, de propagar la enfermedad incurable,
más allá de la filiación generacional tan fuerte­ podríamos sumar otro tipo de rabia. Una que
mente promovida como la más «real y genuina», lleva siglos sin cura. Un sistema atávico y rancio
dan cuenta LasTesis en su andar: que también ataca el cuerpo. Nuestros cuerpos.
Nos hiere, nos inmoviliza y nos mata.
Nosotras mismas hemos decidido generar y
L a s T e s is
habitar otras constituciones familiares, en las
que las filiaciones sexoafectivas y de sangre
dejan de ser las únicas relaciones posibles. Ele­ He oído decir en repetidas ocasiones que, a
gimos a nuestra familia, la pensamos y vivimos diferencia de los hombres, a las mujeres se les
en lo comunitario, y en ese sentido, lo afectivo permite expresar sus emociones con libertad.
va mucho más allá de esos añejos paradigmas En este tema hay que ser cautelosas. Las muje­
(LasTesis 2021:35). res tienen derecho a llorar, a estar tristes y de­
primidas, incluso preocupadas, pero ¿qué pasa
Habrá que tomar en cuenta que estas alianzas, con aquellas que empiezan a expresar su enojo,
compañías y relaciones nunca son estériles y que su descontento, su rabia? ¿No son acaso tacha­
algunas generan desde el arte, otras desde la teo­ das de histéricas?3 Por estas incongruencias
ría, otras desde la política y unas más desde la coti­ entre expresar algunos sentimientos y no otros,
dianidad de las actividades diarias. Y dentro de es­
tas posibilidades hay también quien suma desde la
3 Es pertinente pensar en la etimología de la pala­
alegría y la emoción, con las afectividades a flor de bra —del griego hyaterá (útero)—y las cargas sexis­
piel, pero también quienes generan desde el mie­ tas que tiene al asociarse a la supuesta enfermedad
do y la angustia, desde la rabia, la ira y el dolor. En de mujeres inestables o con problemas psicológicos
estas últimas propuestas centraré la mirada en las y emocionales.
se hace necesario hoy —incluso habría que ser esperaba que entre tantas curitas, medicinas y
críticas con ello— justificar esos actuares. La remedios que no lograban erradicarla, se tuvie­
colectiva de LasTesis, por ejemplo, anuncia esta ra aún la calma de escupirla, vomitarla y gritarla
perplejidad ante la idea de que a tientas y con precaución?
¿Qué son entonces las protestas si no una
nuestra rabia los intranquiliza. Quieren que si­ manera de exp resar el hartazgo? Prim ero, de
gamos en nuestras casas como si nada pasara. estar destinadas al encierro, a lo privado, pero
Les molesta que salgamos con una venda en también de tantas violencias e injusticias que
los ojos, vestidas con ropa ligera, nocturna y se viven ahí y, ahora también, en lo público. Por
sugerente para cantarles que los violadores las mordeduras salvajes que además escondían
son ellos. Pero nosotras no nos cansamos de rasguños, empujones, salivazos, cachetadas, ro­
gritar. Hasta que esa rabia se convierta en re­ ces, palabrerías. Es una rabia impropia que tuvo
volución (2021: 24). que tomarse así, en su estado más puro y vul­
gar, para ser resignificada y conjugada de otras
¿Cómo entender la rabia? ¿Qué es? La rabia, maneras para volverse potencia creadora, y fue
dicen LasTesis, «puede contagiarse cuando un entonces que se hizo posible empezar a pensar
animal clava sus dientes en el cuerpo de otro. que «la gente se conjuga en espacios públicos,
El virus viaja desde donde se produjo la herida se acoplan transversalm ente en el tiempo y en
hasta el cerebro. Primero, provoca la inflama­ el espacio para hacer que pasen cosas significa­
ción y, después, la muerte» (2021: 20). ¿Por qué tivas» (Haraway 2 0 1 9 :1 7 0 ).
estamos rabiosas? ¿Cómo ocurrió que después Yo no sé cuántas de nosotras, mujeres, he­
de tanto silencio —que en realidad nunca lo mos tenido la oportunidad de estar en una mar­
hubo, pero sí que había manera de acallarlo— cha en las calles, esas que se visten de una rabia
esta rabia se hizo potencia? ¿Será que este virus, que hace añicos las ventanas de los edificios,
que nos fue dado y que nos recorría las venas y pinta de consignas los monumentos que, lejos
las entrañas desde tiempos inmemoriales, ya no de proclamar lo que la historia dice que han de
necesitaba la m ordedura para producirla? Se rememorar, aparecen como estructuras monolí­
quedaba en el cuerpo en estado latente, pero ticas y rígidas que ya no nos dicen nada de la su­
se iba haciendo más y más fuerte cuando una mi­ puesta libertad, victoria y justicia que proclama
raba que otras también eran mordidas, y poco a su estatuario ser. Por eso no son Laura, Cinthia
poco iba haciendo ebullición dentro hasta que o Ernestina quienes pintan el muro o derriban
todas mordisqueadas de machismo y violencias, la puerta, no es el grupo radical o el anarquista:
esa rabia empezó a tomar la forma de consignas, #SomosTodas, y es la rabia de nuestras abuelas y
de gritos que se iban haciendo una voz, una ra­ tías, de nuestras madres y hermanas, de la amiga
bia —que en realidad ya eran muchas— que en y la conocida, de la otra que es como yo y su rabia
las calles y los espacios públicos encontró el es­ la hace vulnerable pero también poderosa.
pacio para ser derramada por fin. A sí como ve­ Habrá que seguir por el camino de resignifi­
nía, ¿cómo iba a ser una rabia pacífica? ¿Cómo se cación de la rabia que, en masa, muchas veces se
hace arte. El grito de «el violador eres tú» se con­ LA IRA COMO POTENCIA
vierte en un himno que, como muchos se atreven
a pregonar, no resuelve nada ni ayuda en mucho,
CREADORA: DEMANDAS
pero que llena nuestros cuerpos de una vitali­ POLÍTICAS A PARTIR
dad rabiosa que después se hace fuerza para
actuar, para reconocer la urgencia de sumar, de
DEL ARTE
generar-con y unir cuerdas, las de la ciencia y el
arte, la teoría y las calles, las del sentido común No es mi ira la que lanza naves espaciales,
y los mercados, las de los pueblosy las ciudades, gasta más de sesenta mil dólares por segundo
en misiles y otros instrumentos de guerra y
generando-con y enredándose-con los tenta- muerte, asesina a los niños en las ciudades,
culares, que se enganchan y aguijonean por almacena gases letales y bombas químicas,
un continuo Chthuluceno generativo. [...] Es­ viola a nuestras hijas y nuestra tierra.
tas configuraciones de mundos de arte-ciencia
Audre Lorde
son holobiomas, u holoentes, en los que cientí­
ficos, artistas, miembros de comunidades y se­
res no humanos se van plegando mutuamente Como casi todo en el mundo, cuando se piensa
en los proyectos de los demás, en las vidas de en algo, en la escala de valoraciones hay una ten­
los demás; llegan a necesitarse mutuamente dencia de virar la mirada hacia lo positivo/bueno
de maneras diversas, apasionadas, corpóreas y o hacia lo negativo/malo. Es así que, cuando se
significativas. Cada uno de ellos es un proyec­ mezclan la ira y las mujeres, el resultado apunta
to motivador en tiempos mortíferos (Haraway generalmente hacia lo negativo:
2019:117).
Con demasiada frecuencia, la ira se convierte
Cerraría el apartado apelando a reconsiderar la en un sustituto seductor de la aflicción, pues
rabia, no para negarla o en el entendido de que promete acción y control cuando están ausen­
no es «la vía correcta» para la protesta, sino para tes de la situación real. [...] La manera de tratar
cambiar la mordedura que deja rabioso al perro con la aflicción es justamente la que se po­
por el aguijoneo que mata a la abeja al producir dría esperar: duelo y, finalmente, una acción
la herida. Hay que pensar en una rabia que no constructiva con miras al futuro para reparar
perdure en quien muerde ni en quien es mordi­ y continuar la vida. La ira suele estar bien fun­
do, para que el aguijón mate de raíz la violencia al dada, pero también es demasiadosimpledes-
picar, dejando solo una ámpula que recuerde lo viar el proceso de luto necesario. Por lo tanto,
ocurrido, una inflamación localizada que con el la transformación de ira en duelo —y, final­
tiempo deje de doler, y para que no sea posible la mente, en pensamientos con miras al futu ro -
repetición, porque el aguijón se llevará con la pi­ debe preferirse ampliamentesobre el cultivoy
cadura el tracto digestivo, los músculos y nervios alimentación de la ira (Nussbaum 2018: 137).
que le daban vida.
Quise comenzar con esta cita para ponera jugar solidaridad, el miedo, el dolory un sinfín de entre­
la racionalidad, la emotividad y otros elementos lazamientos de cuerdas, da como resultado po­
que constituyen las subjetividades, y que son juez tentes puestas en escena como la performance
y parte de las decisiones que tomamos al avanzar Un violador en tu camino. Más que negar estas
en la vida. Si bien es cierto lo que plantea Nuss- emociones, habría que reconocerlas y tom ar­
baum para pensar la ira más allá de una emoción las como motivo, porque «cuando volvem os la
que invade arrasando con la cordura —y que espalda a la ira, también se la volvemos al cono­
por este motivo puede no traer nada positivo—, cimiento, pues con esa actitud estamos diciendo
también es cierto que este proceso, pensando que solo vamos a aceptar las ideas ya conocidas,
en cultivarla con miras al futuro, es un elemen­ las ideas cómodas y mortíferamente familiares»
to que pocas veces se medita cuando una está (Lorde 1 9 8 4 :4 7 ). ¡Habrá entonces que tomar lo
invadida. desconocido, ponerle nombre y hacerlo sentir
Con estos debates ambivalentes, la ira de fuera y dentro como lo que es!
las mujeres tiene una doble apuesta —y a la vez Ya decía antes que la ira nos envuelve de
afrenta— en el espacio público. Primero, muestra forma similar por lo acontecido a los cuerpos
un malestar común que, con sus particularidades feminizados (y algunos otros precarizados e his­
y bemoles, señala una incomodidad generaliza­ tóricamente vulnerados), aunque los contextos
da —que a veces deviene rabia—, una que envuel­ y circunstancias puedan ser muy singulares y
ve a todas lasque marchan: «Esel dolor motivado generar episodios más extraños para unas que
por las distorsiones que nos afectan a todas, y su para otras. Las coincidencias son varias y un
objetivo es el cambio» (Lorde 19 8 4 :4 6 ). Además, caso que da cuenta de esto es el fenómeno que
como las otras emociones, sentimientos y senti­ suscitó la performance de LasTesis, que inició en
res, puede ser la potencia que invita a la acción 2019 en Val paraíso y le dio la vuelta al mundo, las
pero, en este sentido, se aparece como una afren­ autoras dicen:
ta para quienes la toman como bandera de pro­
testa, pues puede ser vista por propias y extraños Si en la mayoría del mundo las mujeres co­
como un mecanismo poco resolutorio que vuelve rearon nuestra puesta en escena es porque
a caer en la trampa de la violencia contra la que se estamos viviendo similares experiencias. Por­
marcha, algo sobre lo que Nussbaum reflexiona, que nos sentimos amenazadas por similares
por ejemplo, al hablar de una «persona razona­ motivos. Y estamos gritando similares consig­
ble» (2006). nas (2021: 36-37).
El dilema es difícil de sobrellevar; sin em ­
bargo, lo importante es reconocer que más que Este es un primer anuncio de cómo la ira avan­
encontrar la rabia o la ira como elementos aisla­ za de un estado de impotencia y rabia hacia la
dos o dominantes de un movimiento social como creación colectiva. Y pese a que el proceso puede
las protestas en las calles, esta aparece mezclada ser más lento y confuso, los resultados también
junto con otras más que la acompañan y la con­ pueden aspirar a resultados tan potentes como
vierten en un híbrido que, junto con el amor, la los de esta performance.
Una vía para entender por qué es tan com­ requisitos, muchas veces es invisibilizado, otras
plejo desenmarañar estas emociones es la que incluso violado y castigado (LasTesis 2021: 90).
menciona Nussbaum al sugerirque
Mostrar la ira en las calles, la rabia en los espacios
son maneras en las que negociamos tensiones públicos, al desnudo y al descubierto después de
profundas involucradas en el hecho mismo de un silencio atroz, es un enorme paso, primero
ser humanos, con las altas aspiraciones y los para reconocernos otras, con otras posibilidades
duros límites que tal vida implica. Pero su con­ de ser que quizá no descubriríamos por cuenta
tenido cognitivo es problemático y su opera­ propia sin el arropo de otras miles, saltando y
ción social plantea peligros para una sociedad gritando en una marcha; pero también para las
justa (2006: 88). que no participan encuentren en quienes mar­
chan una figura que después consideren para
Esto adquiere sentido cuando pensamos en lo enunciarse a sí mismas, o para que quienes miran
difícil que debe de ser digerir emociones tan desde lejos se den cuenta de que se puede ser
fuertes, contradictorias y, por las injusticias so­ mujer desde muchos vértices, desde la que es
ciales y jurídicas, dolorosas como el feminicidio, violentada, la que violenta, la que siente tristeza
las violencias sexuales, psicológicas y físicas, por y la que llora, pero también desde la que grita,
mencionar las más visibles. la que es iracunda y está rabiosa por las injusti­
Habrá que em pezar a norm alizar —pen­ cias que la golpean directamente en el cuerpo: el
sando aquí en una normalización que implique propio e individual pero también el colectivo,
hacer más común algo para la vista de otros— el cuerpo masivo suyo y de sus compañeras, las
otras formas de constituirnos como sujetas y que brincan y corean a su lado, pero también
como agentes, con afectos y emociones diferen­ las que no están.
tes, no solo con las que se nos asocia tradicional e
históricamente, para abandonar las expectativas
propias y ajenas, para que nos acuerpen en las RESIGNIFICAR EL DOLOR:
calles y en todo espacio público o privado como
todo lo otro que se nos ha negado o se nos ha li­
LA PERFORMANCE
mitado a ser cumplido solo de determinada ma­ UN VIOLADOR EN TU CAMINO
nera, porque
Cuando todo enmudece, cuando la gravedad
Cuando no es para gestar, criar, amamantar, de los hechos rebasa con mucho nuestro
enseñar, amar, cuidar: cuando no busca la be­ entendimiento e incluso nuestra imaginación,
lleza, la limpieza, el decoro, el refinamiento, la entonces está ahí, dispuesto, abierto, tartamudo,
sutileza, la blancura, la suavidad, la inteligen­ herido, balbuceante, el lenguaje del dolor.
cia —pero cuidado, tampoco tanta—, estrate­
ga mejor, pero ojalá con mención en economía
familiar, cuando tu cuerpo no cumple con esos
De ahí la importancia de dolerse. [...] construye de otras maneras con la generación
De ahí la urgencia estética de decir, en el más de esos parentescos raros de los que habla Ha-
básico y también en el más desencajado raway (2019) y que «siguen con el problema»,
de los lenguajes, esto me duele. siguen jalando los hilos de la madeja para des­
enm arañar la rabia que no se entiende, el do­
Cristina Rivera
lor que no cesa y que, en colectivo, se hace una
voz fuerte y activa. Dolerse, como se piensa so­
Imágenes desgarradoras en los medios de comu­ cialmente, no implica necesariamente ser débil,
nicación, en las redes sociales, incluso todavía en indefenso y vulnerable, es reconocer que se ha
los periódicos. No solo imágenes, sino también causado un daño y que ese daño provoca en mí,
notas llenas de palabras que parecieran sacadas en ti, en muchas, un eco que es lastimoso, que no
de una novela de ficción o una mala historia de hace bien y que, por ello, ha de ser denunciado.
vaqueros. Con los mismos tintes machistas que Y, hablando de denuncias, se hace necesario pre­
acom pañan el hum or m exicano, pero con la cisar que las vías para la reparación del daño y el
sangre real y doliente de mujeres con nombres bienestar de quienes han sufrido violencias o de
y apellidos, con hijos y hermanas, con trabajos y quienes sobreviven, van más allá del acto puniti­
sueños truncos, con miedo y angustia, historias vo de encarcelar, multar, sentenciar o castigar.
plagadas de injusticias. ¿Cómo no dolerse ante el Es entonces cuando las manifestaciones artísti­
escenario desolador de once muertes diarias de cas, el acompañamiento colectivo, el mero acto
mujeres en el país? Sin embargo, siguiendo este de escuchar —por mencionar algunos— se con­
hilo y para que no se me mal interprete, me gus­ vierten en otras vías de aliviar las almas ante la in-
taría demarcar esta idea de la pasividad del dolor justicia que muchas veces no encuentra ni lugar
hacia loque puede producir este estado. Siguien­ ni salida.
do a Rivera, coincido con lo que puede ser más Y es que
allá del sentir que desgarra el alma:
el feminismo es un acto de resistencia y va­
Condolerse, que no es el discurso de la victi- lentía a una herencia histórica fundada en el
mización ni mucho menos de la resignación, miedo y el terror como método de control a
sino una práctica de la comunidad generada en las masas disidentes, siendo los cuerpos feme­
la experiencia crítica con y contra las fuentes ninos y feminizados aquellos con mayor carga
mismas del dolor social que nos aqueja, que de violaciones a sus derechos humanos y civi­
nos agobia, que acaso también nos prepare les (LasTesis 2021: 51).
para alterar nuestra percepción de lo posible y
lo factible (2011:19). Si bien hay que celebrar las demandas que se
han hecho y se siguen haciendo, además de las
Y, otra vez, estos sentires, que generalmente que se han logrado materializar en políticas pú­
se vuelcan hacia lo negativo, se vuelven un acto blicas, normativas y sanciones, no hay que tomar
masivo que puede ser muy propio pero que se esta vía como única ni como la más valedera: las
puestas públicas en escena, el levantamiento de mado desde las redes sociales —que sus muchos
la voz y las apuestas artísticas tienen impacto aportes tiene, claro que sí— Junto con LasTesis
hacia afuera, pero muy hacia adentro también, me atrevo a decir que
para los afectosy el cobijo de una misma. Son una
forma de honrar ese dolor que no encuentra en creimos y creemos fervientemente que el tras­
dónde encauzarse. Y uno de los motores que tie­ lado de estas ideas a otros lenguajes, el poder
nen performances como Un violador en tu camino acercarnos a ellas no solo desde lo teórico, desde
es que priorizan que las palabras, sino que también a través de su
interpretación y traducción a lo visual, textil,
para poder sentir conexiones con otras, otres, sonoro y corporal, contribuye a su difusión de
otros, debemos conectar primero con nues­ manera más amplia (2021:107).
tras sensaciones, con nuestros cuerpos. [...] La
propia exploración es el camino hacia la liber­ Abramos los oídos, los brazos y los ojos, abramos
tad para expresarte con otras, otres y otros de el cuerpo, las ganas y los medios; pensemos lo
forma saludable (LasTesis 2021: 94). imposible, pero juntas generando-con, para que
todas las posibilidades que se vayan sucediendo
Sentir dolor está bien y que el otro lo sepa, tam­ nunca sean de apertura y cierre, sino de pauta
bién. para continuar pensando, dibujando, ensayando.
Ese «juntas» implica, al mismo tiempo, reconocer
nuestras diferencias, nuestras particularidades y
CONCLUSIONES luchas: lo que nos hace rabiar, doler y lo que nos
enciende la ira.
Lo que ocurre en las calles, las manifestaciones Somos mujeres pero no todas somos las
públicas de las m ujeres en un grito contra la mismas, algunas somos lesbianas, negras, indíge­
violencia, pero también contra la precariedad la­ nas, trans; hay quien lucha por sus tierras, quien
boral y contra la invisibilización de otras marcas busca educación, quien quiere dejar de ser com­
identitarias como etnias, razas y clases, son mo­ prada por los hombres y vendida por sus padres,
vimientos de reiteración, de una petición urgente la que quiere un mejor empleo y la que aspira a
que duele, causa rabia y desemboca en ira, pero un cargo político, somos muchas y muy diversas,
es también «re-memorar, con-memorar, es repe­ en nosotras mismas y en conjunto con otras. Es
tir, revivir, retomar, recuperar de manera activa» así que proclamo con Lorde:
(Haraway 2019: 53), hacer posibles otras vías de
enunciación en espacios que se apropian y se in­ Si no logro reconocerlas a todas ellas como
ventan con el avance de los pasos, pero que son rostros de mí misma, estaré contribuyendo
llevadas ahí por circunstancias por demás comu­ a su opresión y también a la mía; así pues, la
nes para las mujeres. ira que se alza entre nosotras debe ser utili­
No basta con reflexionar en las aulas, con zada en pro de la claridad y el fortalecimiento
publicar un artículo potente, con hacer un lla­ mutuos y no para evadir culpas y ahondar la
separación. Yo no soy libre en tanto haya otra REFERENCIAS
mujer que no lo sea, aun cuando sus grilletes
sean muy diferentes a los míos (1984: 48). F ra s e r, N a n cy . 1997. «Pensando de nuevo la
esfera pública. Una contribución a la crítica
Y es que hay una fuerza mucho más grande en de las democracias existentes», en N. Fraser,
este reconocimiento de lo que no soy pero tam­ lustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde
bién existe, mucho más si se hace desde los la posición postsociallsta, Bogotá, Editores
afectos, desde la comprensión de las otras (Lor­ Siglo del Hombre, Universidad de los A n ­
de 1984) y lo otro, de ahí que una mirada inter­ des, Facultad de Derecho, pp. 95-133.
seccional ponga el acento en las diferencias que H a r a w a y , D o n n a . 2019. Seguir con el problema.
generan desigualdades particulares y no tanto en Generar parentesco con el Chthuluceno, San
la suma de características que dé como resulta­ Francisco, Consonni.
do una diversidad de subjetividades. Habrá que L a s T e s is . 2021. Quemar el miedo. Un manifiesto,
mirar el mundo desde esta interseccionalidad Ciudad de México, Editorial Planeta Mexica­
para dar cuenta de que estas características, más na.
que sumar y constituir subjetividades de cierta L o r d e , A u d r e . 1984. La hermana, la extranjera. Ar­
forma, llevan a tratos y oportunidades desigua­ tículos y conferencias, Madrid, Horas y Horas.
les, lo que también conforma nuestros cuerpos, N u s s b a u m , M a r t e ia . 2 0 0 6 . El ocultamlento de lo
nuestros afectos y emociones de otra manera, y humano. Repugnancia, vergüenza y ley, Buenos
la ira, el dolor y la rabia serán expresados desde Aires, Katz.
ahí. Partamos entonces considerando esto. ________ . 2018. La Ira y el perdón. Resentimiento, ge­
Cierro este manifiesto con una invitación nerosidad, justicia, Ciudad de México, Fondo
a que las risas, los insultos y las violencias con­ de Cultura Económica.
tinuas de otros sean aprehendidas solo como el R iv e r a , C r is t in a . 2011. Dolerse. Textos desde un
motor para nuestros pies cansados de correr de país herido, México, Surplus Ediciones.
miedo, que hinchen nuestro pecho que se infla R u b ín , G ayle. 1996. «El tráfico de mujeres: no­
de consignas. Hagamos de este y todos los ma­ tas sobre la economía política del sexo», en
nifiestos un arma que lastime a base de reconfi­ M. Lamas (comp.), El género: la construcción
guraciones y nuevas prácticas, que busque otras cultural de la diferencia sexual, México, Pro­
maneras de dar sentido a lo que somos, hacemos grama Universitario de Estudios de Género,
y dejamos —o no— que otros nos hagan. Universidad Nacional Autónoma de México.
Seamos más que rabiosas, iracundas y do­
lientes, que esa sea la potencia pero no el acto;
que sea la llamarada pero no la fogata, y que, de
entre uno y otro fuego que albergam os, cada
una se haga una llamarada gigante que encien­
da el mundo entero.
CARLA VERÓNICA CARPIO PACHECO

El periodo de aislamiento durante la pandemia que comenzó en 20 2 0 ha teni­


do impacto en diversas esferas de la vida social. Una de ellas es el trabajo de
cuidados que se multiplicó en los hogares y ha sido asumido por mujeres en su
mayoría, quienes tuvieron que dejar sus empleos o fueron despedidas. Una de
las opciones que encontraron ha sido la venta en bazares denominados «merca-
ditas feministas», que proliferaron en redes sociodigitalesy en las calles, plazasy
estaciones del metro. En este ensayo se mencionan las tensiones que han tenido
algunas de estas mercaditas con otros actores sociales, como los vendedores
ambulantes, de acuerdo con información recabada en redes sociodigitales y no­
tas periodísticas. Para ello, en la primera parte se desarrollan algunas coorde­
nadas conceptuales que arrojan luz para entender las disputas por el espacio
público en el marco del neoliberalismo actual y en la segunda parte se muestra
un caso de estudio.
Para obtener ingresos y al mismo tiempo conci­
liar con el trabajo de cuidados, una de las alter­
nativas que han encontrado muchas mujeres es
el autoempleo en la venta de ropa, utensilios de
belleza, zapatos y todo tipo de productos por
medio de redes sociales. Las llamadas «nenis»,
como se les denominó despectivamente en re­
des sociales, constituyen un ejemplo de este ti­
po de economía alternativa que, si bien existe
mucho antes de la pandemia de Covid-19, se in­
crementó durante esta.
Y es que tan solo en el primer trim estre
de 20 21 las mujeres representaban el 71% de
quienes no habían vuelto a trabajar; es decir,
siete de cada diez personas desempleadas por
la pandemia eran mujeres de acuerdo con la En­
cuesta Nacional de Ocupación y Empleo ( e n o e )
del Inegi. Estas alarmantes cifras no significan
que las mujeres no trabajen, sino que lo hacen
y mucho pero no remuneradamente, en espe­
cial en el trabajo de cuidados de niños, ancianos
yenferm os, locual ha implicado que abandonen
o reduzcan drásticam ente sus ingresos econó­
micos.
Frente a este panorama que imposibilita las
condiciones de subsistencia, algunos grupos de
mujeres se han organizado colectivamente para
la venta de productos de segunda mano o que
ellas mismas producen. Esta iniciativa se deno­
mina «mercaditas feministas» y en ella, además
de procurar la propia manutención, las mujeres
que se reúnen apuestan por un proyecto político
autogestivo de corte feminista. Las mercaditas
consisten en la organización de bazares para
vender e intercambiar productos y servicios, se
convocan por medio de las redes sociales y se lle­
van a cabo de forma presencial en algunas pla­
zas, calles y estaciones del metro en la Ciudad
de México y la zona conurbada del Estado de
México. También conocidas como bazarcitas, en
femenino para enfatizarsu posición política sepa­
ratista, se conciben como una forma de protesta
contra la violencia económica y un espacio de or­
ganización para hacer frente a la precarización la­
boral que padecen de forma particular las muje­
res. Por lo tanto, en palabras de ellas mismas, «el
acto de tomar la calle para vender y truequear»
no se trata solo de llevar a cabo bazares, sino «de
organizar una economía diferente entre muje­
res» (Castro etal 2021).
Asimismo, «las tendidas», como llaman a la
acción de ofrecer sus productos en la calle, pue­
den ser caracterizadas como actos político-cul-
turales ya que además de manifestarse y vender,
llevan a cabo talleres o intervenciones artísticas. jeres que ofrecen ahí sus productos. Lejos de la
Algu ñas de estas mercaditas también acompañan pretensión de competencia con quienes venden
otras movilizaciones, tales como pintas de mu­ en las calles desde hace tiempo, las mujeres orga­
rales o concentraciones públicas en apoyo a los nizadas argumentan que ambas formas de co­
familiares de víctimas de feminicidio, y por ello, mercio pueden ocupar el espacio publico, y aun­
a veces se llevan a cabo en fechas emblemáticas. que siempre se ha desarrol lado el ambulantaje en
Otras veces se convocan de forma espontánea y tensión con los gobiernos en turno, cuestionan
en otras ocasiones tienen días y lugares fijos para que sean sus acciones contra la violencia econó­
tenderse. mica el punto nodal de represión. Por lo tanto, me
Además de su presencia en la Ciudad de parece pertinente comenzar este análisis con al­
México y en municipios aledaños del Estado gunas aclaraciones conceptuales para problema-
de México como Chimalhuacán, Nezahualcóyotl tizar el espacio público.
o Iztapaluca, este tipo de espacios organizativos
se han replicado en otras ciudades del país como
Oaxaca, Guadalajara, Tulancingo y Campeche, COORDENADAS
hasta donde he podido documentar mediante el
seguimiento en redes sociodigitales que he reali­
CONCEPTUALES
zado desde abril de 2021.
En un trabajo más extenso analizo la vin­ Cuando se habla del espacio público no se trata
culación de las mercaditas con otras redes de de un lugar preexistente que solo hay que llegar
economías populares más amplias que se des­ y ocupar. En realidad, el espacio se construye re-
envuelven en el espacio urbano para resolver lacionalmente gracias a las acciones, prácticas y
las necesidades productivas y reproductivas de convergencia de cuerpos en las calles y plazas.
la vida de forma autogestiva, lo cual me parece Como señala Judith Butler, «los cuerpos en su
una veta muy importante de estudio. Sin embar­ pluralidad reclaman lo público, encuentran y
go, en esta exposición abordo otra de las vetas producen lo que es público a través del apropia-
importantes para entender la complejidad de miento y la reconfiguración de los entornos ma­
estos espacios organizativos, a saber, la apuesta teriales; y estos a su vez, son parte de la acción»
política que plantean en términos de ocupación (2019: 76). En este sentido, el reclamo político
del espacio públicoy lastensionesexistentes res­ de las mercaditas exige un lugar de aparición al
pecto a otros actores sociales que convergen en mismo tiempo que lo crea y lo transforma, ya sea
la ciudad. al salir y tenderse en las calles, plazas y estacio­
En particular me interesa la disputa que nes del metro, o bien desde las páginas de in­
existe en las plazas públicas con organizaciones ternet o redes sociodigitales donde se anuncian
de vendedores ambulantes del Centro H istóri­ y convocan.
co, así como en las instalaciones del Transporte Esta forma de apropiación del espacio ur­
Colectivo Metro, donde han intervenido cuer­ bano de forma colectiva tiene lugar a la par de
pos policiales para desalojary reprim irá las mu­ tensiones con el orden policial que, por medio
de sus cuerpos de seguridad y vigilancia, define en la apropiación de barrios, calles y plazas que
las formas permitidas de ocupación del espacio, fisuran el tejido social preexistente y van expul­
pero también con otros actores sociales que sando a los antiguos habitantes de la ciudad por
se dedican al comercio ambulante desde hace medio del incremento de impuestos.
décadas y que forman parte de la población so­ El objetivo último de este proceso es el au­
brante de los mercados laborales. Y es que, para mento de la rentabilidad en las propiedades que
pensar lo público en América Latina, es necesario se van construyendo a veces sobre edificios re­
tomar en cuenta la desigualdad como elemento modelados, así como el mejoramiento comercial
que atraviesa la experiencia urbana. En ese sen­ en las inmediaciones donde se encuentran las
tido, se puede afirmar que el espacio público que nuevas viviendas, oficinas y centros comerciales
emerge en el siglo xxi en las ciudades latinoa­ con el fin de aumentar su valor en el mercado.
mericanas Como señala David Harvey, esto es contradic­
torio puesto que la ciudad es una producción
resurge en décadas recientes como el lugar social que realizan quienes la habitan mediante
común donde se expresan conflictos polí­ sus prácticas y por ello deberían tener derecho
ticos, sociales y culturales. En algunos casos a su uso en igual medida (2013). Por el contrario,
estos conflictos urbanos contribuyen a re­ son los capitales inmobiliarios quienes se benefi­
construir vínculos sociales, relaciones de coo­ cian del mejoramiento de infraestructura en los
peración y formas de cohesión que denuncian espacios públicos administrados por el Estado,
problemas y reclaman el derecho a la ciudad mientras que el «precariado» de trabajadoras y
colectivo y democrático. Cuestionan las insti­ trabajadores eventuales y sin organización que­
tuciones y las políticas urbanas que excluyen dan al margen, relegados únicamente al consumo.
las demandas ciudadanas, confrontan los po­ Al mismo tiempo que la gentrificación avan­
deres tácticos y al orden económico capitalista za, la flexibilización del trabajo y la precarización
(Ramírez Kuri 2015: 15-16). laboral que acompaña las políticas neoliberales
que se han implementado en los países latinoa­
En el contexto del neoliberalismo actual, el con­ mericanos desde los ochenta ha generado un
sumo se ha vuelto central como mecanismo que incremento de ambulantaje. También llamado
moviliza la economía, por supuesto en d e tri­ comercio informal, este tipo de comercio se ha
mento de las condiciones y calidad de vida de reinterpretado de muchas formas: algunas ligan
las personas y beneficiando a las empresas que su emergencia a las crisis económicas y otras
concentran el capital. Esto se ve reflejado en el coinciden en pensarlo como parte de la estabili­
diseño urbanístico promovido desde los noven­ zación necesaria para hacer frente a las constan­
ta, donde prolifera la masificación de espacios de tes crisis que produce el sistema (Gago, Cielo y
uso público impulsados o mantenidos por intere­ Gachet 2018).
ses privados, como algunos parques o plazas co­ Volviendo a la cita de Patricia Ramírez Kuri,
merciales. Asimismo, el proceso de gentrificación la emergencia de lo público en medio de conflic­
ha acelerado la inyección de capital inmobiliario tos en las ciudades de América Latina también
ha contribuido a construir formas de coopera­ como protesta social que reclama de forma ex­
ción y organización que reclaman su derecho plícita las condiciones laborales precarias de
a la ciudad. Si bien en una primera instancia el grandes sectores de la población, y en ese senti­
ambulantaje podría ser parte de estas formas, do procuran generar espacios donde además se
consideramos que hay otro tipo de economías creen vínculos sociales y otras relaciones con el
populares que persiguen el bien común y la re­ espacio publico, por ejemplo mediante la oferta
producción ampliada de la vida; es decir, el sos­ de talleres culturales, círculos de discusión, for­
tenimiento de las necesidades para la vida hu­ mas de intercambio no monetarias, grupos de
mana más allá de la acumulación de capital y de acompañamiento y denuncia en casos de vio­
la ganancia individual. lencia hacia las mujeres. Adem ás, los vínculos
En ese tenor, Harvey habla de la necesidad entre quienes conforman estos espacios no son
de pensar el espacio urbano como un bien co­ grem ialesy tienden más hacia la horizontalidad,
mún, que no es suficiente con que sea público, aunque en última instancia quienes participan
sino que debe ser apropiado mediante la acción obtengan algún tipo de ganancia económica de
política de algunos grupos. Por ejemplo, seña­ los productos que venden. Cabe señalarque, para
la que la calle puede transformarse en un bien las mujeres que participan, el hecho de plantarse
común mediante la acción política de los movi­ en las calles o en el transporte público también
mientos sociales. Los bienes comunes se definen ha servido para reapropiarse espacios donde sus
desde su punto de vista como «una relación social cuerpos son violentados cotidianamente.
inestable y maleable entre cierto grupo social au- Por ello, las mercaditas pueden ser consi­
todefinidoy los aspectos de su entorno social y/o derados espacios heterotópicos de acuerdo con
físico existente considerada sustancial para su el uso que hace Harvey de este término. Son un
vida y pervivencia» (Harvey 2 0 1 3 :1 1 5 ). espacio diferente al que implanta la lógica de
En el caso de los vendedores ambulantes mercado capitalista; tiende a generar alterna­
que mencionamos, si bien hacen uso del espacio tivas aunque no siempre tengan un plan defini­
público por medio de la venta de artículos, su do a futuro, y constituyen momentos de irrup­
práctica no persigue el bien común, sino única­ ción y disputa en su forma de actuar y habitar
mente la ganancia particular. Además, muchos las ciudades.
de ellos son grupos organizados que sirven a
intereses del gobierno en turno, con el que ne­
gocian el uso de las calles, plazas e instalaciones CASO DE ESTUDIO
del transporte público. Es decir, como ciudada­
nos, exigen su derecho a la ciudad y son tolerados Como se mencionó antes, la emergencia de
hasta cierto punto por el gobierno, aunque las mercaditas está relacionada con la crisis econó­
tensiones son constantes y pueden ser removi­ mica y social que detonó la pandemia a inicios
dos según intereses más grandes como los in­ de 2020. Una de las colectivas que he seguido
mobiliarios. a través de redes sociodigitales se autodenomi-
Sin embargo, las mercaditas, que son nues­ na Autogestión Feminista, quienes en su página
tro objeto de estudio, se plantean en principio de Facebook se describen como: «Mujeres con
pólvora en las venas, histéricas, históricas, autó­ dre u otras explanadas afuera de las estaciones, y
nomas, contra el Estado y el capital, y contra el dijo que se llevarían a cabo mesas de negociación
patriarcado en todas sus manifestaciones». donde, según sus declaraciones, no se pudo llegar
De acuerdo con el seguimiento que he rea­ a un acuerdo con el Frente Feminista contra la
lizado, este grupo constituye un espacio de ar­ violencia económica (Sarabia 2022).
ticulación y difusión de diversas iniciativas eco­ A pesar de la aparente tolerancia de las au­
nómicas feministas que además apoyan a otras toridades para reubicar las mercaditas en plazas
movilizaciones de mujeres. Por ejemplo, en julio públicas, este año en Bellas Artes también ha
de 2021 apoyaron la toma del inmueble destina­ habido operativos para desalojar a quienes se
do al Centro Integral de Atención a la Mujer, que agrupan como Autogestión Feminista, como el
las autoridades pretendían c e rra ry utilizar para que se llevó a cabo el 12 de febrero. Las mujeres
otro fin. Este lugar, antes conocido como el c ia m de esta colectiva han tenido que enfrentar ame­
Mariposas Iztacalco, fue declarado Okupa Mari­ nazas y agresiones de grupos de comerciantes
posas Iztacalco gracias a la organización de estas ambulantes organizados. En efecto, los episo­
m ujeres,y ahora son ellas quienes autogestionan dios de represión comenzaron en plena pande­
las actividades culturales y los servicios que se mia, cuando comenzaron a tenderse en 20 2 0 a
ofrecen ahí. Cabe señalar que durante la toma del un costado de la explanada de Bellas A rtes en
lugar se llevó a cabo la mercadita oriente, realiza­ el C entro Histórico de la Ciudad de México. A
da todos los sábados de julio y parte de agosto. partir de esa primera represión, «se regaron las
Parte de las mujeres articuladas como A u­ chicas por diferentes estaciones del metro y se
togestión Feminista también hacen «tendidas» jalaron a otras hasta que empezaron a crecer y
en diversas estaciones del metro, como Cuatro a haber por todos lados mercaditas», según pa­
Caminos y Etiopía, de donde han sido retiradas labras que una de las participantes de las mer­
por los cuerpos de seguridad del Metro en dife­ caditas pronunció en una charla pública a inicios
rentes operativos, como el de octubre de 2021, de este año.
cuando la administración capitalina señaló que Al respecto, Autogestión Feminista publicó
las estaciones del metro quedaron «libres de am- un comunicado en sus redes sociales el 27 de
bulantaje feminista». En el episodio de tensión marzo de 20 21 a propósito de un episodio de re­
más reciente, en enero de 2022, el secretario presión, donde se explica cómo fue el comienzo
del gobierno capitalino M artí Batres señaló que de su organización y las tensiones que tuvieron,
el objetivo de los operativos era liberar de ven­ así como los intentos por resolverlas:
dedores ambulantes en general todo el siste­
ma de transporte, sobre todo algunas estaciones A los inicios de nuestra protesta en el 2020
que son correspondencia con otras y donde se pensamos que las mujeres ambulantes lucha­
acumula mucha gente. En ese contexto, recono­ rían por su libertad y contra la opresión que
ció que las mercaditas son un «fenómeno nue­ reciben de líderes, maridos, familia, etcétera,
vo», y dijo que se buscaría asignarles un lugar en y compartimos la protesta con ellas y las invi­
plazas como la Bombilla, el Monumento a la Ma­ tamos, pues sabemos lo que es salir todos los
días a trabajar de manera informal, sin em­ con las vendedoras ambulantes como categoría
bargo, nunca pudieron prescindir de la vertica­ unificadora que les pudiera servir para entablar
lidad de sus organizaciones ni de las órdenes acuerdos, ya que el uso y apropiación del espa­
que les daban sus líderes, en su mayoría hom­ cio público que realizan es de corte separatista,
bres. [...] Sabemos y entendemos que la lucha como ellas mismas señalan. Por lo tanto, pode­
no es entre nosotras, nuestros enemigos NO mos decir que las diferencias entre estos grupos
son los que venden junto a nosotras, los que aún sin resolver tiene que ver más bien con la
salen a buscar el pan cada día, sin embargo, tensión existente sobre las concepciones acerca
también sabemos que el Estado siempre ha de cómo la vida debe ser vivida y la crisis econó­
buscado reclutar este tipo de organizaciones. mica, afrontada.
[...] Creemos firmemente en que las calles son
de quien las trabaja, creemos y hacemos lo
posible por generar espacios libres de compe­ LÍNEAS CONCLUSIVAS
tencia, donde rija la solidaridad de clase, la so-
roridad entre mujeres y el odio general a este Las mercaditas constituyen un entramado com­
sistema que nos mantiene peleando entre no­ plejo de formas de protesta y organización política
sotras mismas para desviar la mirada y perder que se inscriben dentro de los movimientos femi­
de vista el hecho histórico de la lucha contra nistas, pero que también los desbordan, puesto
el capitalismo y su sistema de clases sociales. que son parte de economías populares que coe­
xisten e interactúan dentro de la lógica capitalista
Como podemos ver, el espacio público que dispu­ hegemónica. Como se pudo observar, disputan el
tan las mercaditas feministas para ser vistas y espacio público con otros actores sociales que
escuchadas involucra al menos dos actores so­ intervienen para conservarel orden oficial y tam­
ciales con quienes se han generado tensiones en bién desde la informalidad como parte de otro
distintos momentos, a saber, el gobierno de la tipo de economías populares.
ciudad y las organizaciones de vendedores am­ Mediante sus acciones, las mercaditas modi­
bulantes. Como relata Autogestión Feminista, el fican el espacio de la vía pública al mismo tiempo
conflicto no tiene que ver con la venta ambulante que son afectadas por este, pues más allá de la ac­
en sí misma, sino con las formas agresivas de las ción concreta de vender productos y ofrecer ta­
organizaciones de vendedores que las ven como lleres en la vía pública, las mujeres que participan
competencia y recurren a la violencia como pri­ de forma regular se posicionan y apropian de un
mera instancia. espacio urbano donde cotidianamente son vio­
De acuerdo con el comunicado, a diferen­ lentadas.
cia de lo que pudieron pensar en un primer mo­ Al mismo tiempo, las acciones llevadas a
mento, no fue suficiente una identificación de cabo en las calles o inmediaciones del transpor­
clase social, sobre todo cuando la antigua idea te público presentan una forma particular de
de proletariado ha sido rebasada y nos encon­ protesta social que involucra una postura polí­
tramos hoy en día con un «precariado» diverso tica feminista expresada tanto en las pancartas
y complejo. También trataron de apelar al género que portan como en las actividades cultura­
les que realizan. De ese modo, constituyen es­ es inestable y maleable por las prácticas de quie­
pacios heterotópicos que irrumpen en el andar nes la habitan y disputan su derecho a la ciudad.
cotidiano de quienes habitan y transitan por la
ciudad, y que posibilitan una forma de acerca­
miento diferente hacia las protestas fem inis­ REFERENCIAS
tas para el resto de la ciudadanía, más allá de la
parcialidad de los medios de comunicación he­ B r a v o , E l b a M ó n ic a . 2021. «11 estaciones del
gemónico que las descalifican y del discurso ofi­ Metro, libres de ambulantaje feminista, dice
cial que subraya únicamente las acciones «vio­ director» (en línea). La Jornada, 22 de octu­
lentas». Todo ello sucede frente al orden espacial bre. Disponible en <https://www.iornada.
isotópico (Harvey 2013) que encarnan las dis­ com .m x/notas/2021/10/22/cap ital/ll-es-
tintas instancias del gobierno como vigilantes taciones-del-m etro-l i bres-de-am bul anta-
de la distribución del espacio y las form as de ie-feminista-dice-director/?fbclid=lwAR2i-
circulación en la ciudad, aunque como se men­ D 7Ko0xW ek>.
cionó anteriorm ente suelen variar su nivel de B u t l e r , J u d it h . 2019. Cuerpos aliados y lucha
permisividad con el comercio ambulante: son las política. Hada una teoría performativa de la
autoridades capitalinas quienes tienen la última asamblea, trad. María José Viejo Pérez, Bue­
palabra. nos Aires, Paidós.
Finalmente, se puede afirm ar que las m er­ C a s t r o C r u z , P e r l a M óNica, Luz Cecilia An-
caditas son espacios donde se tejen vínculos drade Reyes, Diana Hurtado, Aranza Busta-
que trascienden el momento de la acción y llevan mante, Martha Montoya, Kopilkoatzin Reyes
a generar redes de cuidado mutuo para hacer Aranda, Luz Patricia Hernández Sánchez.
frente a la violencia económica derivada de la 2021. «Mercaditas: la lucha de las mujeres
precarización laboral. Por lo tanto, más allá de por la sobrevivencia y el espacio público» (en
la venta de productos, este tipo de acciones dejan línea). Corriente alterna, Universidad Nacio­
ver la relevancia del trabajo de cuidados y de nal Autónoma de México, 13 de abril. Dis­
los trabajos no asalariados, así como la necesi­ ponible en <https://corrientealterna.unam.
dad de encontrar formas colectivas para sortear mx/genero/mercaditas-la-lucha-de-las-mu-
los problemas relacionados con el cuidado de ieres-por-la-sobrevivencia-v-el-espacio-pu-
la vida, en detrimento de lo que Amaia Pérez blico/>.
O rozco denomina un «modelo individualizado G a g o , V e r ó n ic a C r is t in a C ie l o y Francisco
de gestión de la cotidianeidad» promovido den­ Gachet. 2018. «Economía popular: entre la
tro de una lógica capitalista neoliberal (2014). informalidad y la reproducción ampliada»,
Como señala Silvia Federici (2013), «no hay Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 62,
comunes sin comunidad» y, en ese sentido, las septiembre, pp. 11-20.
mercaditas pueden funcionar como un ensayo de F e d e r ic i , S il v ia . 2013. «Comunes y comunidad
comunidad para pensar otras formas organizati­ ante las desposesiones del capitalismo», en
vas de ocupación del espacio público, un espacio P. Dobreé y N. Quiroga (comps.), Luchas
que por lo demás está siempre en construcción, y alternativas para una economía feminista y
emanápatoría, M ontevid eo, C o n se jo La ti­
noam ericano de C ie n c ia s Sociales, pp. 49-
62.
H a r v e y , D a v id . 2 0 1 3 . Ciudades rebeldes. Del de­
recho a la ciudad a la revolución urbana, trad .
Ju an m ari M adariaga, M adrid , A kal.
I n s t it u t o N a c io n a l de E s t a d ís t ic a y G e o g r a ­
f ía (in e g i). «Encuesta Nacional de O cupación
y Em pleo (e n o e ), población de 15 años y más
de edad», in e g i. D ispon ib leen <https://w w w .
inegi.org.m x/program as/enoe/15vm as/>.
P é r e z O r o z c o , A m a ia . 2 0 1 4 . «D el tra b a jo
d o m é stico al tra b a jo de cu id ado s», en C .
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feminista como apuesta teórica y política, M a­
d rid, La O veja Roja, pp. 4 9 -7 4 .
R a m ír e z K u r i , P a t r ic ia . 2 0 1 5 . «Espacio público,
¿espacio de todos? Reflexiones desde la ciu­
dad de M éxico», Revista Mexicana de Sociolo­
gía, vol.77, n ú m .l, enero-m arzo, pp. 7-36.
S a r a b ia , D a lí l a . 2 0 2 2 . «Retiran am bulantes del
M etro, reubicarán a m ercaditas fem inistas
en plazas públicas» (en línea). Animal político,
2 9 de enero. Disponible en <https://w w w .
a n iim a l- p o litic o .c o m / 2 0 2 2 / 0 1 /a im b u la n -
tes-m etro -cdm x-m ercad itas-fem inistas/>.
LINDA DANIELA VILLEGAS

Por medio del concepto del fláneur en su versión femenina, la fláneuse, exploro la
construcción de una subjetividad feminista desde las periferias de la Ciudad de
México. Inserto mi propia experiencia como habitante de la periferia a la par del
caminar, observar y fotografiar de la artista Sonia Madrigal en Ciudad Nezahual-
cóyotl y de los trayectos que realiza desde su ciudad en el Estado de México a
la Ciudad de México, materializados en su serie fotográfica Tiempos Muertos. De
esta manera construyo un hilo conductor en el que ocupar el espacio público pe­
riférico con una corporalidad femenina y de clase trabajadora que desmonta la
tradicional visión del hombre caminante despreocupado, de recursos económicos
altos, para dar paso a una flánerie, donde la mujer se apropia e interviene su espa­
cio, deviniendo en el desenvolvimiento de una subjetividad feminista periférica.
INTRODUCCION
En el presente texto argumento que la artista
mexicana Sonia Madrigal construye una identi­
dad feminista desde las periferias de la Ciudad
de México (c d m x ) a partir de caminar, observar
y fotografiar los trayectos que realiza desde
Ciudad Nezahualcóyotl, la ciudad donde habita,
a la Ciudad de México. Este recorrer y observar
las calles de las periferias con cámara en mano
lo caracterizo mediante la figura de la fláneuse,
que en lugar de ser un fláneur desvinculado de
su alrededor, masculino y de clase privilegiada
a la manera descrita por W a lte r Benjam ín, es
una fláneuse de clase trabajadora, mujer habi­
tante de las periferias de la cdm x, que transita
espacios corporeizados y se posiciona política­
mente desde el feminismo. Me enfocaré en una
de sus series fotográficas que condensan este
transitar en la periferia, Tiempos Muertos (2009-
20 19 ), y en mi propia experiencia como mujer
que recorre la periferia desde el norponiente de
la cdm x en contraste con el oriente de la cdm x,

de donde procede Madrigal. Este análisis se basa


en el estudio de Benjamín sobre la flánerie, las
recientes revisiones feministas de su definición
por parte de feministas negras poscoloniales,y el
análisis de lo visual de las imágenes fotográficas
desde los estudios visuales y los estudios cultura­
les en Latinoamérica. De esta manera, el ensayo
se inserta en la tradición que reclama la actividad
de la fláneñe para las mujeres y sobre todo de las
que recorren las periferias precarizadas.
Abordaré en la primera parte del texto el
concepto de fláneur partiendo de su origen eu­
ropeo en el siglo xix, para después enfocarme
en el debate de la existencia de la fláneuse como
mujer que recorre las urbes modernas. En el ter­
cer apartado, me centraré en la fotografía do­
cumental y su relación con el origen de Ciudad
Nezahualcóyotl y las conceptualizaciones en tor­
no a la periferia de la Ciudad de México. Poste­
riormente, analizaré Tiempos Muertos a partir del
marco metodológico de los estudios visuales, pa­
ra asíterm inarcon un debate sobre la posibilidad
de una fláneuse en las periferias de la Ciudad de
México.

EL ElANEUR

Históricamente, en las sociedades occidentales


la figura masculina ha sido caracterizada como
aquella que observa, camina y vive el acontecer
de la experiencia urbana de las ciudades. El crí­ en el siglo xix, el periodista y escritor modernis­
tico cultural británico Raymond W illiams señala ta mexicano Francisco Zarco se apropiaría de la
en su libro El campo y la dudad que la perspectiva flánerie en la narración de sus excursiones en la
sobre la ciudad ha sido asociada «con un hombre urbe, en la plaza, al autorretratarse como un flá­
que pasea a pie, como si estuviera solo, por sus neur en sus ensayos, entre ellos el conocido «Los
calles» (2001: 291). Ese hombre que hace suyas transeúntes», donde vive una tensión entre su
las calles se ha llegado a m aterializar en una cercanía a las masas y su deseo de sobresalir de
particular figura masculina perteneciente a la entre ellas. De igual manera, el cronista porfiria-
burguesía, que tiene los privilegios para pasear no Manuel Gutiérrez Nájera, quien escribía bajo
sin mayores percances y con todo el tiempo del el nom de plume de El Duque Job, utilizó el con­
mundo. Esa figura fue concebida como el fláneur cepto de la flánerie para describir sus caminatas
por Charles Baudelaire en su libro El pintor de en las bulliciosas calles de la Ciudad de México,
la vida moderna (1863), un dandi que pasea y se como lo hace en su cuento «Las misas de Navi­
pierde en las calles parisinas del siglo xix, obser- dad», publicado por primera vez en el periódico
vandoy escuchando el caleidoscopio de manifes­ El Nacional el 24 de diciembre de 1880: «He sa­
taciones de la vida de la ciudad moderna. lido a "flanear” un rato por las calles, y en todas
Fascinado por el París de la era moderna, partes, el fresco olor a lama, el bullicio y el rui­
W alter Benjamín retomó al fláneur en sus aná­ do de las plazas y la eterna alharaca de los pitos
lisis del deambular en las calles en su inacabado han atado mis pensamientos a la Noche Buena»
Libro de los pasajes: (1994: 487).

La calle conduce al fláneur a un tiempo desa­


parecido. Para él, todas las calles descienden, ¿UNA FIANEUSE?
si no hasta las madres, en todo caso sí hasta
un pasado que puede ser tanto más fascinan­ Griselda Pollock escribe que «no existe un equi­
te cuanto que no es su propio pasado privado valente femenino de la figura masculina por
(2005:422). excelencia, el fláneur: no existe y no podría exis­
tir una fláneuse femenino» (1988: 71, mi tra­
De observador de mirada acuciante a paseante ducción). Secundando a Pollock, Janet W olff
embelesado por lo que tiene que ofrecerle la ciu­ también asevera que la vida de una fláneuse o
dad, queda grabado que siempre es un él: el ob­ paseante femenina no era posible durante los si­
servador, el paseante, el descubridor. Y un él muy glos x i x y XX, pues las mujeres se encontraban li­
particular, uno que tiene el privilegio de clase y mitadas al espacio privado y las artistas mujeres
que deambula en ciudades europeas del siglo xix. no contaban con la libertad de explorar la urbe
Partiendo de esta figura del fláneur, origina­ para observar y retratar la vida moderna de las
da en la Europa occidental, resulta complicado ciudades europeas de ese entonces. W olff afir­
pensar en trasladarla a un contexto espaciotem- ma que «las mujeres no podían pasear solas en la
poral tan diferente como el latinoamericano y ciudad» (1 9 8 5 :1 4 1 , mi traducción).
más específicamente el de México. Sin embargo,
Sin embargo, difiero de ello puesto que, si Ahora bien, ¿tendrá vigencia el imaginario
bien las urbes han sido habitualmente concebi­ importado de la fláneuse en un contexto espa-
das como espacios masculinos, siempre ha habido ciotemporal tan diferente como lo es la Ciudad
mujeres en ellas, quizá como presencias reprimi­ de México y sus periferias? ¿Qué hay de las mu­
das, desobedientes al sistema o marginales, pero jeres en el espacio público con cámara en mano
siempre presentes (Buck-Morss 1986; Epstein en las urbes contemporáneas de Latinoamérica
Nord 1991; Gleber 1997). Deborah L. Parsons y más específicamente de México? ¿Acaso se po­
escribe que dría caracterizar a la fotógrafa Sonia Madrigal
en su caminar, observar y fotografiar los márge­
hay que reconocer la gran autoconciencia que nes de la c d m x como fláneuse?
las mujeres tienen de sí mismas como caminan­
tes y observadoras de la ciudad modernista.
Una observadora femenina correspondiente LA FOTOGRAFÍA DOCUMENTAL
a la figura social del fláneur se puede encon­
trar a finales del siglo XIX y principios del XX,
Y LA PERIFERIA DE CIUDAD
en los espacios públicos de la ciudad (2000: 6, NEZAHUALCOYOTL
mi traducción).
Desde los inicios de su irregular conformación
Pero ¿quiénes son estas figuras femeninas que en la década de 1940, se localizó Ciudad Ne-
pasean en las ciudades europeas de las que ha­ zahualcóyotl como un lugar al margen, fuera del
blan las autoras? ¿A qué desobediencia y margi- círculo de la ciudad central. Así, se le identificó
nalidad se refieren? Pese a que el paseo de las a partir de un sentido geométrico como parte
mujeres en las urbes encaja a la perfección con de la periferia de la Ciudad de México. Ubicada
el concepto de la flánerie, pues se camina a pie, en al oriente del Valle de México, en lo que fuera
la calle, a un ritmo pausado, sin rumbo definido e el lago de Texcoco, Ciudad Nezahualcóyotl limi­
implica el m irary caminar sin compañía, el cami­ ta al noroeste con el municipio de Ecatepec de
nar solas en las calles ha evocado preponderan- Morelos; al oeste con las alcaldías de Gustavo
temente connotaciones de prostitución desde A. Madero y Venustiano Carranza de la Ciudad
una mirada patriarcal. No obstante las descalifi­ de México; al este con los municipios de La Paz,
caciones en que se señala que solo las mujeres Chimalhuacán y Ateneo, y al surcon las alcaldías
que hacen trabajo sexual son las que ocupan el es­ Iztapalapa e Iztacalco. Está situada dentro de la
pacio público y por ende pueden encarnar el pa­ gran mancha urbana de la Zona Metropolitana
seo de la flánerie, queda claro que las mujeres en del Valle de México, que ocupa 7,954 kilóme­
sus distintas ocupaciones y experiencias, al ca­ tros cuadrados entre las dieciséis alcaldías de la
minar, mirar e intervenir con su presencia en las cdm x, los 59 municipios del Estado de México y
calles, demuestran que están en condición de ex­ un municipio del estado de Hidalgo, y cuenta con
perimentar la flánerie y de este modo confirman alrededor de veintidós millones de habitantes.
que las mujeres son y han sido fláneuses. De aquí la importancia de conocer de dónde
proviene el concepto de periferia y su aplicación
en lo urbanoy lo político. Periferia, del griegope- En el lenguaje popularde la zona metropoli­
ñphereia (perímetro), ha sido entendida desde la tana de la Ciudad de México, la palabra periferia
conceptualización matemática como el contorno ha sido usada desde la década de 1970 como
o superficie exterior de un cuerpo geométrico. sustituto de «arrabal», palabra que en sus orí­
Desde 1970 en los estudios urbanos en Lati­ genes en la lengua árabe significa barrio de las
noamérica (Assunto 1990; Hiernaux 20 00 ; Lin- afueras y que terminó significando en las ciuda­
dón 2003), se ha definido como periferia todo des latinoamericanas
aquello que rodea la ciudad, el margen, lo que
está alejado del centro. Es así que la periferia los barrios en donde se gestaba la criminali­
se refiere a los confines de la megalópolis de la dad, se procreaban modos de vida basados
Ciudad de México, donde personas habitan al en la marginalidad, en donde desaparecían las
margen de los equipamientos y servicios bási­ reglas morales legitimadas, en donde emergía
cos y de la infraestructura que el gobierno no les y se ocultaba lo que está fuera de la norma, lo
proveyó, empujando a quienes habitan las perife­ oscuro, lo incomprensible para los que viven
rias a luchar por los servicios básicos a través de en las áreas formales, en el centro (Hiernauxy
diversos movimientos populares, como el Movi­ Lindón 2004: 105).
miento de Restauración de Colonos ( m r c ) en el
caso de Ciudad Nezahualcóyotl (Bautista 2015). Es así que el concepto de periferia heredó la
Sin embargo, el térm ino periferia no sola­ connotación despectiva de la palabra arrabal,
mente remite a una circunferencia externa desde pese a que dicha palabra había caído en desuso
el lenguaje matemático, sino también a la teo­ en los estudios urbanos en el siglo XX y pese a
ría social latinoamericana de la década de 1960 que en Latinoamérica existen también perife­
que trajo a discusión la antinomia de los países rias de clases acomodadas que imitan el Ameri­
centrales y los periféricos, lo central y lo periféri­ can way of Ufe.
co dentro de una dinámica del capitalismo global. La palabra periferia contiene en sí misma
Esta postura se transfirió a los estudios de la ciu­ gran complejidad, puesto que tanto es el espacio
dad, evidenciando la rampante inequidad econó­ de vivienda de clases altas como de clases preca­
mica, política y territorial de las grandes urbes. rias y de las zonas industrializadas. Sin embargo,
Para Hiernauxy Lindón, se trata de hay que aclarar que las clases altas han sido pro­
veídas por parte de iniciativas gubernamentales
la diferenciación entre el centro y la periferia, y privadas de las condiciones básicas de vivien­
entre dominantes y dominados, pobres y ri­ da y espacio, e incluso han nombrado su lugar de
cos, países y regiones industrializadas y no in­ residencia como suburbio, desligado de la carga
dustrializadas. [...] La conjunción de ambas negativa del concepto de arrabal y con la ilusión
herencias vino a dar el nuevo sentido a la voz: la del derecho a la ciudad de la que hablaba Henri
circunferencia externa a la ciudad en la cual es­ Lefebvre (1968). Esto es por su aparente cerca­
tán los pobres, los dominados, los despojados nía al centro, su mayor contacto con la naturale­
(2004:111). za y conectividad funcional en contraste con las
poblaciones de bajos recursos que han sido deja­
das a su suerte, con escasas o nulas áreas verdes fico como meramente testimonial y al fotógrafo
y con la carga negativa del concepto de periferia. con una actitud totalmente neutral y de no in­
Los inicios de los asentamientos humanos tervención, se evidenció que estas creencias no
en la naciente Ciudad Nezahualcóyotl fueron permitían ver la gran gama de matices, formas
narrados desde la lente fotográfica de Héc­ interpretativas y alternativas de la fotografía
tor García y Rodrigo Moya entre 1940 y 1970, (Freund 1993; Fontcuberta 1997). La aparente
cuando se empezó a poblar la zona salitrera sur­ objetividad de la fotografía no permitía ver que,
gida de la desecación de gran parte del Lago de como cualquier otra representación, siempre im­
Texcoco. Sus fotografías documentan en blanco plica procesos, posicionamientos políticos, y con­
y negro las luchas de los primeros pobladores de textos sociales de parte de quien enfoca la lente.
Nezahualcóyotl por construir una casa propia y Es así como la mirada de García y Moya sobre
conseguir los servicios básicos de electricidad, Ciudad Nezahualcóyotl es una mirada externa,
agua potable, transporte y salud, ante el prácti­ masculina y más apegada a la figura tradicional
camente nulo apoyo del gobierno que solo hasta del fláneur en los márgenes de la ciudad. Pero
1963 lo constituyó como municipio del Estado ¿qué hay de las mujeres pobladoras, caminantes
de México. A modo de documento social bajo y con cámara en mano en la periferia de la gran
la mirada de García y Moya, a quienes caracte­ Ciudad de México? ¿Qué sucede cuando es una
rizo como fláneurs, las imágenes nos muestran mujer quien observa, camina en las cal les y las fo­
mujeres, hombres, niñas y niños que caminan en tografía? Sobre todo, ¿qué sucede cuando es una
amplios llanos, muchos de ellos encharcados; mujer de clase trabajadora y habitante de la pe­
hombres que instalan cableado eléctrico impro­ riferia precarizada quien retrata las vivencias en
visado; mujeres e infantes que llevan agua en cu­ las calles de su localidad y los trayectos entre su
betas desde la única toma de agua; una pequeña ciudad y la Ciudad de México?
vivienda con un letrero en letras mayúsculas: m é­

d ic o , p a r t o s ; y anuncios para obtener terrenos


con un enganche de 2,500 pesos, entre otras. TIEMPOS MUERTOS:
A partir de la fotografía documental, que para
mediados del siglo XX era la que predominaba en
UNA FIANEUSE
Latinoamérica, ambos fotógrafos capturaron las 0 DE CÓMO ENUNCIARSE
primeras imágenes de las nacientes colonias de
las periferias de la Ciudad de México. En térm i­
DESDE LA PERIFERIA
nos generales, la fotografía documental, que es
la que busca, o cree que busca, documentar lo «Desde el primer día que yo fui a la clase me
real como la realidad devolviéndole la mirada al sacaron a la calle a hacer foto, cuando por lo ge­
objeto/sujeto de la lente, ha generado una serie neral es al revés», rememoró Sonia Madrigal en
de debates que finalmente han demostrado que 2020 en entrevista con Reporte Indigo al contar
«la neutralidad documental es pura retórica» sus primeros acercamientos a la fotografía en
(González 1995: 146). Puesto que por mucho los talleres dictados por el fotógrafo estadou­
tiempo se consideró al documentalismo fotográ­ nidense Mark Powell en la Fábrica de A rtes y

Q
Oficios de O riente ( f a r o ). Fueron las calles de periferia por parte de Madrigal al autodenomi-
Ciudad Nezahualcóyotl las que Madrigal empezó narse como mujer periférica lo que contiene la
a fotografiar. La misma ciudad donde creció, vive, posibilidad de visibilidad y resistencia feminista
trabaja y narra profesionalmente desde 20 0 9 periférica a través de su discurso y práctica foto­
a partir de su lente, cuando inició su incursión gráfica?
en la fotografía. Como señaló recientemente en Ese lanzar la mirada hacia Nezahualcóyotl y
entrevista con el Sistema Nacional de Fototecas, contar el Nezahualcóyotl que había vivido, mas
«lancé la mirada a mi ciudad, para hablar del Neza no el contado desde el exterior, de lo cual habla­
que yo vivía, no el Neza que a mí me habían con­ ba Madrigal, también nos remite a ese tirar los
tado, que era del exterior». ¿Cuál es esa mirada de estigmas que caracterizan a quienes habitan los
la que habla Madrigal? ¿Cuál es esa otra mirada márgenes como la otredad. Son estigmas que de­
desde el exterior? ¿Qué Ciudad Nezahualcóyotl bilitan la construcción de redes de apoyo entre
cuenta la fotógrafa a través de sus imágenes? quienes habitan las periferias por el rechazo de
identificarse con una identidad social devalua­
Sonia Madrigal es una mujer periférica. [...] Me da ante los ojos de quienes aparentemente tie­
gusta decir que soy una mujer periférica que es nen mejores condiciones de vida (Bayón 20 15 ;
de Ciudad Neza y que, a partir no solamente de Paugman 2 0 0 7 ). Como refiere W acquant, la
la fotografía, a partir de recorrer las calles, de estigmatización territorial tiene como principal
transitar las calles, he encontrado una veta a efecto «exacerbar las prácticas de diferencia­
través déla cual me expreso, ción y distanciam ientos sociales internos que
contribuyen a disminuir la confianza interperso­
señaló la artista en el programa Itinerario de C a­ nal y a minar la solidaridad local» (2013: 213).
nal Once, transmitido en agosto de 2019. Cuan­ Hasta el momento, Sonia Madrigal cuenta
do Madrigal seautodenomina «mujer periférica», con cinco series fotográficas: Los espacios del olvi­
vienen a mi mente todas estas discusiones de do (en proceso), Tiempos Muertos (2009-2019), La
los estudios urbanos en relación con la periferia, muerte sale por el Oriente (en proceso), Te (2017)
la carga social negativa que se le ha impreso al y El Abance (2018), todo esto sumado a diversas
concepto mismo, y lo que implica para una mujer obras realizadas coyuntural mente en colectivo
joven reivindicar un término que ha invisibilizado con grupos de mujeres y feministas del Estado de
y señalado de excedente o sobrante a las y los ha­ México y la Ciudad de México. En todas sus pro­
bitantes de los márgenes de la Ciudad de Méxi­ ducciones, Ciudad Nezahualcóyotl es el territorio
co. Sin romantizar la precariedad experimentada geográfico protagonista y la experiencia de ser
en parte de las periferias, pero sí para erradicar mujer habitando la periferia metropolitana es el
el estigma vinculado con ellas, recurro a Judith eje de su obra.
Butler: «Cuando una persona recibe un insulto, En Tiempos Muertos, Madrigal recorre a pie,
es decir cuando le ponen un nombre insultante, en microbús y en metro las largas distancias que
esa persona, paradójicamente, recibe también separan el municipio de Ciudad Nezahualcóyotl
cierta posibilidad de existencia social» (1997: 2, de la Ciudad de México. En su travesía captura
mi traducción). Acaso ¿es el uso del concepto de imágenes de la vida cotidiana en el transporte
público, donde retrata a quien ella denomina Sonia Madrigal indiscutiblemente reclama
«población flotante», las personas que viajan to­ ver desde su mirada, crea fotografías que mues­
dos los días entre la periferia y distintos puntos tran un intercambio entre la espectadora y lo vis­
de la c d m x para trabajar, estudiar o divertirse. En to. Este intercambio deriva de su pertenencia
este caminar, transitar y fotografiar el trayecto a la comunidad, a la ciudad, a los trayectos que
de Ciudad Neza a la c d m x , Madrigal reclama una captura con su lente y del significado social dife­
subjetividad de mujer periférica y feminista, sin rencial de una mujer fotógrafa que camina, mira,
asumir el poder de un observador que convierte observa y toca con los ojos lo que la rodea, sin ser
en otredad a quien captura bajo la lente, pues ella una mirada externa que mira a Nezahualcóyotl
forma parte de ese mismo territorio periférico desde la otredad. La fotógrafa de la vida urba­
que observa, convirtiéndose así en una fláneuse na no solo habita dentro de la ciudad, sino que
periférica. también produce y vivencia una ciudad determi­
En una de las imágenes de Tiempos Muertos nada: aquella que va más allá del asfalto y que
se puede observar una escena propia del trans­ resulta de una corporalidad específica que re­
porte público que recorre el trayecto del pa­ vela la interacción entre la identidad de la ciudad
radero de microbuses de la estación de metro y la identidad de la fotógrafa que la habita y se ve
Pantitlán a Nezahualcóyotl, y viceversa. Se trata habitada por ella. Y es justo esa ciudad, la ciudad
del interior de un microbús, donde vemos a tra­ periférica de Ciudad Nezahualcóyotl, la que da
vés de los ojos de Madrigal la espalda del chofer forma a una observadora particular, la mujer pe­
de la unidad y a dos niñas menores de diez años riférica, que a su vez construye una nueva y parti­
sentadas a su lado, quienes miran por la ventana. cular observación sobre la ciudad misma.
Se entiende que posiblemente son sus hijas y que La actividad de Sonia Madrigal en los már­
no ha podido dejarlas al cuidado de ningún fami­ genes de la cdm x pareciese distar mucho de las
liar o en la escuela. Una de ellas, agotada por los experiencias del cam inar despreocupado de
trayectos, descansa al lado del tablero del micro­ Charles Baudelaire, de un dandi europeo del si­
bús mientras la otra, seguramente su hermana, le glo xix o incluso de Francisco Zarco, que se au-
sostiene las piernas para que descanse mientras toidentificaba como un fláneur en la Ciudad de
ella observa la calle. México del sigloxixen sus crónicas citadinas. Una
En otra imagen vemos con mirada curiosa mujer, de clase trabajadora mexicana y fotógrafa,
un par de botas blancas con tacón alto dentro que se mueve en los confines de la cdm x hacien­
de un vagón del metro. Las botas son picudas, de do uso del transporte público, desafía la idea de
piel, y arriba del filo superior se puede apreciar que las únicas corporalidades que tienen la expe­
el inicio de unas medias negras transparentes riencia de la flánerie son hombres de clase alta
con figuras de flores. Varios pares de piernas y que miran despreocupadamente sin ser mira­
un paraguas se arremolinan alrededor. Debe de dos. Susan Sontag mencionaba que «la fotografía
ser la época de lluvias. Es singular que a M adri­ al principio se consolida como una extensión de
gal le haya cautivado esta escena donde, como la mirada del fláneur de clase media» (2006: 85)
dijera José Joaquín Blanco, «todo el metro es y que, por lo tanto, se encontraba desencanta­
una sola plaza» (1990: 73-74). da de la distancia social que testimoniaban las
realidades sociales desde la distancia, como si se tido que tenemos de ellos [...] se estructuran re­
tratase de meras curiosidades. Sin embargo, en currentemente sobre la base de género» (1998:
el caso de Madrigal, quien fotografía y a quienes 40). Concuerdo con su postura puesto que el
captura en su lenteson pertenecientes a la misma autoconocimiento que Madrigal realiza a través
clase trabajadora y los espacios urbanos donde se de la fotografía va de la mano de vivirse con un
ubica ella, sus personajesy su experiencia son las cuerpo de mujer en la periferia, al descubrirse y
calles de Ciudad Nezahualcóyotl. descubrir Ciudad Nezahualcóyotl en cada una
Ya escribía Haraway que las cosas vistas des­ de sus caminatas, observaciones y obturaciones
de determinadas posiciones son más ciertas que como fláneuse de la periferia metropolitana, con
las que se ven «desde ningún sitio» (1991). Y es todos los riesgos que conlleva y con todas las
justo lo que hace Madrigal al posicionarse des­ aventuras, aprendizajes y autoconocimiento fe­
de adentro, al pertenecer a la periferia del orien­ minista que hace posible.
te de la Ciudad de México junto con todas las
vivencias que se experimentan en el día a día
como mujer, de lo que habla la fotógrafa a través REFERENCIAS
de su trabajo y lo que la lleva a nombrarse una
mujer periférica. Considero que al caminar, ob­ A ssun to , R o sario . 1990. «Nascita e morte de-
servar, mirar y tomar la cámara fotográfica desde Ila periferia», en A. Clementi y F. Perego,
su postura como una mujer periférica, Madrigal (coords.), Eupolis. La ñquaüfcazione delle cittá
desentraña las lógicas de la periferia y materializa ¡n Europa, vol. 1, Roma, Laterza, pp. 581-
la máxima feminista de que lo personal es político. 588.
Madrigal vive y hace de esta periferia una peri­ B a u d e l a ir e , C h a r l e s . 1999. Salones y otros es­
feria distinta, donde se hace historia y se cons­ critos sobre arte, Madrid, Visor.
truye memoria desde las mujeres, contraviniendo B a u t is t a , R a ú l . 2015. Movimiento urbano po­
la postura que dice que «la periferia sería un es­ pular. Bitácora de lucha 1968-2011, México,
pacio "sin calidad”, sin rugosidades, sin historia y, Casa y Ciudad.
en consecuencia, un espacio del cual no hay me­ B l a n c o , J o s é J o a q u ín . 1990. Los mexicanos
moria» (Hiernaux 2004: 112). ¿No es la fotogra­ se pintan solos. Crónica, paisajes, personajes
fía construcción de memoria? «Una, la memoria, de la Ciudad de México, Ciudad de México
lo hace de modo mental mientras que la otra, la Librería y Editora.
foto, lo hace de modo material» (González 1995: Bayón, M a ría C ris tin a . 2015. «La construc­
140). Y es a través de la fotografía que Madrigal ción del otro y el discurso de la pobreza.
va abriendo «una doble vía de ascesis hacia la Narrativas y experiencias desde la periferia
autoafirmación y el conocimiento» (Fontcuberta de la Ciudad de México», Revista Mexica­
2007: 56). na de Ciencias Políticas y Sociales, vol. 60,
Acaso ¿no es a través de la construcción de núm. 223, enero-abril, pp. 357-376.
memoria que construimos nuestra identidad en Benjam ín, W a lt e r . 2005. Libro de los pasajes,
relación con un lugar? Doreen Massey señala Madrid, Akal.
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CONSUELO DÍAZ MUÑOZ

México es el segundo país latinoamericano después de Brasil con las mayores


tasas de transteminicidios. Estos crímenes son la expresión final de una cadena
de violencias elementales que responden a un sistema cultural, social, político y
económico estructurado por el binarismo de género.
Para propósitos de este ensayo, se trabajarán los casos de Alessa Flores y Ken-
ya Cuevas, víctima y testigo, respectivamente, de dos transteminicidios ocurridos
en la Ciudad de México en 2016. El objetivo principal de este texto es revisar las
acciones culturales y activismos políticos ejercidos por ambas mujeres en torno a
estos crímenes de odio. Desde los tributos y homenajes para el Día de Muertas
hasta la Casa las Muñecas y Casa Hogar Paola Buenrostro, es posible observar
no solo un ejercicio de memoria colectiva, sino también la materialización de una
lucha política por la visibilización, reconocimiento yjusticia.
A lessana Flores (1 9 8 8 -2 0 1 6 ) era una chica
trans, activista política y trabajadora sexual. Su
mayor objetivo era visibilizar los asesinatos co­
metidos contra mujeres transexuales y transgé­
nero, así como la violencia social e institucional
ejercida contra esta población.
En noviembre de 2015 el jefe de gobierno
declaró que la Ciudad de México es una «ciudad
amigable l g b t i », negando los hechos de violen­
cia y la impunidad que ha padecido a lo largo del
tiempo la población disidente. En este contexto,
un par de días después, Alessa emitió una de­
claración frente al Monumento a la Revolución,
uno de los espacios más representativos y em­
blemáticos de la ciudad: «Cuando muere una
puta, nadie, absolutamente nadie, la recuerda,
más que otras putas» (Juventudes Trans 2015).
Flores sabía que era trabajo de las chicas
trans sexoservidoras el recordar a sus compa­
ñeras asesinadas. Para conmemorarlas, cada I o
de noviembre levantaba un altar de muertas en
la vía pública, a la salida de algún metro repre­
sentativo donde ellas ejercen su trabajo. El Día
de Muertos, celebración tradicional de la cultu­
ra mexicana, se transformó en una herramienta
para la memoria colectiva, recurso que tiene
como desafío superar las repeticiones, los olvi­
dos y abusos políticos, prom over el debate y la
reflexión activa sobre el pasado y su sentido para
el presente y el futu ro (Jelin 2 0 0 1 ). E ste ejercicio
de memoria, ejecutado en la calle, refleja una de
las fo rm as en que los h ab itan te s de la C iu dad
de M éxico se apropian del espacio público urba­
no a p a rtir de la instalación de altare s para v ír­
genes, santos y cru ces para sus m uertos, de tal
m anera que resignifican el entorno brindando un
c a rá c te r sagrado a u n lugar público y dejan una
huella en el te rrito rio urbano: esta iconografía
ancla la m em oria al te rrito rio (Portal 2 0 0 9 ). P re ­
cisam ente esta era la intención de A lessa: el altar
de m uertas se articula como una propuesta sim-
bó lica-cuItu ral para o c u p a r y (re )a p ro p ia rse de
un espacio, y no dar cabida al olvido. M ediante un
listad o de n om bres, o fre n d as, flo re s y calave ri-
tas ilu m in adas con ve las, se in vita a los tra n ­
se ú n te s a re c o rd a r y re fle x io n a r en to rn o a los
c rím e n e s im p un es co m e tid o s co n tra m u je re s
trans. A p artir de esta propuesta, es posible com ­
prend er la noción de m em oria como la plantea
Bidaseca (2 0 1 3 ),ya que las políticas del recuerdo
resisten al espiral del silencio y al laberinto te m ­
poral: las propuestas de la mem oria tensionan
om isiones, descuidos e invisibilizaciones gracias a
un trabajo activo, consciente y com unitario.
En 2 0 1 6 , Alessana no pudo montar el al­ racterizan una población: censarlas, saber dón­
tar. El 13 de octubre fue encontrada muerta en de habitan, a qué se dedican, su esperanza de
una de las habitaciones del Hotel Caleta en la vida, etcétera. Por lo tanto, una población no
Ciudad de México. Para este caso, fueron otras cuantificada, no registrada, es una población invi­
quienes se encargaron de recordar a Alessa en sible para el Estado. ¿Qué pasa con la población
el Día de Muertos. El asesinato de Flores forma trans? ¿A quiénes se cuenta como tales? ¿A quién
parte de una ola de transteminicidios concentra­ se identifica como trans? El discurso enunciado
dos en dos meses del año 2016, que suman un por Alessa en noviembre de 2015, en respuesta
total de ochenta crímenes. Unas semanas antes, a la «ciudad amigable l g b t i », mencionaba esta
el 30 de septiembre, se ejecutó otro asesinato problemática: la invisibilización de la población
de una trabajadora sexual trans: Paola Ledez- trans porpartedel Estadoy sus instituciones. Es­
ma (1 9 9 4 -2 0 1 6 ), también conocida como Pao- tas entidades carecen de datos y porcentajes res­
la Buenrostro,fue víctima de un cliente quien le pecto a los transteminicidios cometidos en Méxi­
disparó dentro de su auto en la intersección de co, a pesar de ser el país con la segunda cifra más
Puente de Alvarado y avenida Insurgentes. alta de asesinatos contra mujeres trans después
El transfem inicidio no es un simple ase­ de Brasil. Asimismo, tampoco evidencian que la
sinato, es un acto profundamente simbólico, ocupación de trabajo sexual es una de las que
pues arremete contra un cuerpo marcado como genera mayor riesgo no solo para las trans, sino
transgresor y, por lo tanto, castigable: es un para la población de mujeres en general. A partir
cuerpo que se ha vuelto vulnerable por esa mis­ de este punto, es posible entender por qué las
ma transgresión. Así, el travesticidio o transfe­ instituciones gubernam entales no cuestionan
minicidio (Guerrero 2018) es la expresión final los conceptos «transfobia» o «crímenes de odio»
de una cadena de violencias estructurales que (Martínez 2018; Guerrero 2018), en tanto estos
responden a un sistema cultural, social, políti­ brindan una lectura psicológica de las causas de
co y económico estructurado por el binarismo esta violencia, desconociendo su dimensión es­
de género. De acuerdo con esto, investigadoras tructural y reproduciendo un discurso errado
de la unam proponen el concepto de violencia que patologiza a los cuerpos trans como cuerpos
«transmisógina», que arroja a la mujer trans a la fallidos en necesidad de cura, que deben ser «to­
posición de objeto hipersexualidado porque no lerados», «soportados». «No se me respeta, se me
puede reproducirse y, por ello, su valor es úni­ tolera» (Memorias de una puta 2015), comentó
camente el placer libidinal que pueda aportar, Alessa respecto al hallazgo del cuerpo de una
relegándola a espacios marginalizados y fuerte­ mujer trans envuelto en una bandera mexica­
mente erotizados (Guerrero 2011). na en el estado de Chihuahua en junio de 2015.
Este tipo de violencia es ejercida tanto por El simbolismo que configura este escenario es
la sociedad como por las instituciones guber­ innegable, el cuerpo transgresor debe ser casti­
namentales. El Estado, como regulador de di­ gado y sacrificado para volverlo a su normalidad
ferentes elementos sociales, se encarga —por biológica, consagrando este acto con la alegoría
ejemplo— de cuantificar las dinámicas que ca­ de la patria y su jerarquía masculina: la bandera.
Imagínense —dijo Alessa a sus compañeras- cha por la dignidad de la vida en un momento so-
como si eso fuera que en México son machos. ciohistórico particular como lo es nuestra época
Imagínense: la envolvieron con la bandera de contemporánea en el contexto latinoamericano.
México, el legado de nuestros héroes, el sím­ También es posible entender la modificación del
bolo de nuestra patria, de nuestra libertad, de sexo-género como una politización del cuerpo, ya
mi libertad (Memorias de una puta 2015). que pasa de ser una cuestión personal a una de­
manda de inclusión y derechos en el ámbito pú­
Las características de estos tipos de crímenes blico (Escobar 2013). Estas demandas sociales se
nos recuerdan las palabras de Segato respecto encarnan en cuerpos como los de Alessa Flores y
al carácter simbólico de la violencia (2003). Las Kenya Cuevas.
formas de la violencia contemplan no solo una di­ Kenya Cuevas es una mujer trans de la Ciu­
mensión instrumental —un asesinato por robo o dad de México. Tuvo una infancia compleja y
por venganza, por ejemplo—, también proponen violenta que la llevó a huir de su casa a los nueve
un elemento simbólico: demostrar que se tiene años y comenzar a trabajar en el comercio se­
en las manos la voluntad y el cuerpo del otro es xual para sustentarse. Sin embargo, fueron sus
la finalidad de la violencia expresiva. Así, el trans- mismas compañeras quienes la ayudaron en su
feminicidio convierte la muerte en un acto expre­ transform ación, y en la búsqueda y reconoci­
sivo que delata estatus y valores diferenciados miento de su identidad. La vida de Kenya revela
en un mundo jerarquizado por la diferencia se- una biografía de resistencia ante una violencia
xo-genérica —entre tantos otros elem entos— estructural múltiple ejercida por la sociedad e
que, basado en un orden binario y heteronorma- instituciones gubernamentales: tras ser incrimi­
tivo, clasifica a las personas, sus identidades y nada injustamente, logró demostrar su inocencia
relaciones sociales de acuerdo con la diferen­ y salir de la cárcel por una condena de posesión
cia de los cuerpos en relación con la biología y de drogas que ninguna entidad tuvo la volun­
formas de deseo erótico (Gutiérrez 2020). Y es tad de cuestionar porque la sujeto del delito era
que no hay sexualidad sin relaciones de poder: una m ujertrans,trabajadorasexualyvm positivo.
el desplazamiento hacia la subjetividad feme­ Es decir, Cuevas era la corporización de una serie
nina significa abandonar la trilogía soberana de de elementos transgresores que no dan cabida
macho-masculino-heterosexual (Escobar 2013); a una presunción de inocencia ante los ojos de la
de esta forma, el discurso de lo trans aporta una ley y la sociedad. Una vez que Kenya retomó su
categoría para (re)afirm ar la diferencia, la propia vida luego de salir de la cárcel y rehabilitarse del
condición de una subjetividad femenina con sus consumo de drogas, volvió a trabajar en la ave­
propias luchasy reivindicaciones. nida Insurgentes. A fines de septiembre del año
Es necesario (re)valorar los procesos cons­ 2016, Kenya se transformó en la testigo princi­
titutivos de las y los sujetos capaces de auto- pal del asesinato de su amiga Paola Buenrostro
definirse y autonombrarse, pues esto revela la a manos de un exmilitar, quien contrató los ser­
resistencia de las subjetividades trans y, con ello, vicios de Paola pero cambió de opinión al darse
el carácter político de sus cuerpos. De esta forma, cuenta de que se trataba de una m ujertrans, por
cuerpo, poder y biografía se entrecruzan en la lu­ lo que detonó su arma contra ella. Arturo Felipe
Delgadillo Olvera fue liberado dos días después rado insuficiente el concepto de femicidio para
de su arresto por falta de pruebas y carencia de denotar el carácter masivo de los sucesos, por lo
testigos. La fiscalía desconoció el testimonio de que surge la necesidad de construir una noción
Cuevas al no ser una sujeto válida ni reconocida capaz de reflejar la responsabilidad individual de
por las instituciones. Este hecho, lejos de limitar a los perpetradores así como la dimensión insti­
Kenya, (re)activósu resistencia y activismo políti­ tucional y la corresponsabilidad del Estado por
co en pos de los derechos sociales y justicia para su inoperancia al prevenir y castigar este tipode
las mujeres trans. crímenes y, en este caso, el concepto de femini­
Esta serie de negaciones de justicia a suje­ cidio sería una categoría analítica más adecuada.
tos de derecho y vacíos legales revelan lo que Ahora, ¿qué pasa si estas observaciones se apli­
Marcela Lagarde (2012) denomina «colapso ins­ can a los asesinatos cometidos contra mujeres
titucional»: las entidades encargadas de legislar trans? Implementar esta discusión en el ámbito
y hacer valer los derechos de la ciudadanía son público e institucional significaría la visibilización
insuficientes —y negligentes— para cumplir sus de una problemática latente en los países latinoa­
funciones e integrar múltiples diversidades. En mericanos; es decir, existe la urgencia de plantear
el año 2007, con propósito de mejorar la justicia el debate de la conceptualización de este tipo de
y, con ello, la calidad de vida de las mujeres como crímenes en pos de generar recursos legales que
sujetos víctimas de feminicidios y violencia siste­ amparen a las víctim asy sancionen a los autores.
mática, surge en México la Ley General de Acce­ La figura legal de «falta de evidencias» que
so de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, dejó en libertad al asesino de Paola refleja que ser
que define tipos y modalidades de violencia y sus trans y trabajadora sexual determina la calidad
respectivas sanciones. Si bien este reglamento de acceso a la justicia que brindan las institucio­
ha sido de ayuda para la población afectada, no nes públicas encargadas de investigar, juzgar y
es suficiente para detener la violencia estructural sancionar. La batalla de Kenya Cuevas alcanzó
contra mujeres y cuerpos feminizados. Asim is­ diferentes organismos legales para evidenciar
mo, esta ley no especifica que las mujeres trans la discrim inación institucional y social ejercida
queden protegidas por dichas leyes; en té r­ contra ella y Paola: tanto la fiscalía como medios
minos efectivos puede favorecerlas, pero el no de prensa negaron sus derechos a la identidad al
ser nombradas específicamente habla de una re ­ insistir en denominarlas con nombres distintos y
lación de tensión y poca claridad en cuanto al pronombres masculinos a pesar de la insistencia
reconocimiento de la comunidad trans y al goce de Cuevas respecto a la forma correcta de nom­
de derechos (Guerrero 2011). brarlas. Gracias a su activismo, en el año 2019, la
Esta discusión sobre el tratam iento de los Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad
crímenes transfeminicidas es posible extenderla de México emitió, por primera vez en la historia,
desde lo que postula Laurenzo (2012) en torno a una recomendación para que la Procuraduría
la problematización de los términos «femicidios» General de Justicia tratara con perspectiva de
y «feminicidios». La autora realiza una observa­ género el transfeminicidio de Paola Buenrostro,
ción acertada y vigente al proponer que un sec­ para que hubiera reparación para Kenya Cuevas
tor del feminismo latinoamericano ha conside­ y para que se estableciera como modelo futuro
de investigación para crímenes de odio contra la transeúntes, con el pasar del tiempo, también
población LGBT+. Los puntos en común entre los realizan sus propios aportes para ornam entar el
casos de Alessana Flo resy Paola Buenrostroson altar de tal forma que esta obra se transforma
claros: transfeminicidios cometidos contra sexo- en la configuración de una memoria colectiva
servid orasy la impunidad que los acompaña. mediante voluntad, aportes y reconocimiento
Kenya tiene opiniones claras respecto al tra­ de la comunidad en general.
bajo sexual y considera que esta es una opción En torno a esta propuesta, la antropóloga
válida, sin embargo, no debe ser la única elec­ María Ana Portal (2009) menciona que estos al­
ción posible que pueda tener una m ujertrans. En tares o animitas se pueden denominar lugares
respuesta a esta serie de vulneraciones, Cuevas de memoria porque se constituyen como espa­
toma la iniciativa de fundar en 20 18 un espacio cios públicos que adquieren significados, no solo
de acogida llamado Casa de las Muñecas Tiresias, por su ubicación o por su uso, sino también por­
y el primer refugio destinado a las mujeres trans que a través de ellos se favorece la construcción
en México: la Casa Hogar Paola Buenrostro,fun­ de identificaciones sociales que alimentan las
dado en diciembre de 2019. El recuerdo de Paola identidades locales. Es decir, también es posible
configura un espacio seguro, de afecto y aprendi­ entender estos tributos como una reafirmación
zaje para albergar a trans mexicanas y migrantes, y reconocimiento de identidades tanto por parte
brindándoles la oportunidad de buscar un nue­ de las autoras como por los transeúntes. El altar
vo lugar en la sociedad mediante un proceso de como espacio de memoria se traduce en dotar de
acompañamiento que incluye asesoría médica y significado sagrado un lugar que, en la cotidianei-
psicológica, sesiones de estudio enfocadas en la dad, no tiene este carácter. Al mismo tiempo, esta
recuperación académica y espacios que fomen­ acción significa ocupar las calles para denunciar
tan la comunicación de sus emociones. la barbarie y, sobre todo, visibilizar el derecho
Para el Día de Muertos del año 2015, A les­ público de llorar la muerte: el hecho de que los
sana grabó un video para m ostrar el altar que altares sean construidos de manera comunitaria
construyó junto a sus compañeras. Ella mencio­ significa que las actoras sociales son capaces de
na uno por uno los nombres de las mujeres trans reconocerse en la pérdida, en la indignación, en
que murieron en la zona aquel último año por la queja, en la rabia (Diéguez 2016). Los recla­
diferentes razones como enfermedades, sobre- mos de esta parte marginada de la sociedad civil
dosisyasesinatos. «Espero no e staren este car­ han logrado tomar espacios públicos generando
tel nunca, pero eso es imposible porque no soy acciones concretas que corporizan el dolor y el
inmortal, pero espero no term inar aquí sino en trabajo por la memoria.
otro lado». Esta iniciativa de levantar altares de El Día de Muertos del año 20 2 0 fue Kenya
muertas en zonas urbanas cerca de estaciones Cuevas quien, junto a sus compañeras, levantó
de metro tiene como propósito principal recor- el altar de las muertas para recordar a Alessa,
d a raaq ue llaschicasq ueya no están. Este traba­ Paola y tantas otras chicas que han sido ase­
jo se realiza de manera colectiva entre compañe­ sinadas por su condición sexual en el último
ras que ordenan la estructura, decoran y aportan tiempo. En Puente Alvarado, donde mataron a
ofrendas; es un hecho interesante que las y los Paola cuatro años atrás, la Casa de las M uñe­
cas T ire sia s montó un altar a partir de ofrendas, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
frutas, flores, dulces, fotografías y elem entos sim ­ Universidad Nacional Autónoma de México.
bólicos que aportan a estas m em orias; al mismo G u t ié r r e z , A na. 2020. «Cambios y permanencias
tiem po, con m úsica y baile realizaron un hom e­ en la atmósfera cultural trans femenina de la
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dad, cuerpos y territorios, C iu d a d d e M é xico :
TALLULAH LINES

Este ensayo analiza, desde una investigación etnográfica, un ejemplo del arte anti-
teminicidioen el México contemporáneo: una serie de murales que retratan a nue­
ve víctimas de feminicidio, pintados en Quintana Roo entre marzo y septiembre
de 2021 por la colectiva feminista Las RestaurAmoras. Se centra principalmente
en el proceso de creación de los murales desde la perspectiva de las artistas-ac-
tivistas y del impacto que tiene en ellas crear arte antifeminicidio, pues, si bien es
un área menos estudiada en términos de política visual, se muestra que es esencial
para mejorar nuestra comprensión del papel complejo e intersectado que tiene el
arte en la política. El ensayóse relaciona con la erudición antifeminicidio que enfa­
tiza los factores políticos, económicos y estructurales que causan y perpetúan el
feminicidio en México. Se argumenta que, para las activistas de Las RestaurAmo­
ras, pintar los murales fomenta sus identidades politizadas y su conexión con los
cuerpos femeninos que dan sentido al movimiento feminista contemporáneo en
México.
AGRADECIMIENTOS
Quisiera extender mis más profundos y cálidos
agradecimientos a mis compañeras de Las Res­
taurAm oras y de Siempre Unidas. Ha sido un
honor compartir tiempo, espacio y amistad con
ustedes: me inspiran todos los días con su ener­
gía, pasiónycompromiso con la lucha fem inista,y
mi vida ha sido infinitamente mejor desde que las
conocí. Gracias por todo lo que hacen.

INTRODUCCIÓN
La violencia de género es la principal causa
de m uerte de mujeres entre 19 y 4 4 años en
el mundo (True 2012). El feminicidio1 es la ex­

1 El término «feminicidio» se ha utilizado como


categoría analítica para describir los asesinatos de
mujeres en México desde la década de 1990, cuan­
do Marcela Lagarde lo utilizó por primera vez para
enfatizar «las dimensiones estructurales» (Orozco
2019: 153) de los infames asesinatos de niñas y
mujeres en Ciudad Juárez. Otras académicas femi­
nistas latinas se han basado en el concepto de fe­
minicidio definido por primera vez por Lagarde para
presión más extrema de la violencia de género.
En México, las cifras oficiales indican que entre
diez y once mujeres son asesinadas por día en
promedio, siendo los primeros seis meses de
20 2 0 los más m ortíferos para las mujeres des­
de que se iniciaron los registros hace treinta
años (García 2021). Entre el 90 y el 97% de es­
tos asesinatos quedan impunes (Lagarde 2005;
Pérez Orozco 2020). Sin embargo, la negación de
la gravedad de la violencia de género, el feminici­
dio, la impunidad y sus causas estructurales, así
como la falta de acciones eficaces, es constante.
A rtistas-activistas fem inistas realizan un
trabajo crucial para actuar a favor de los dere­
chos de las mujeres, alzando la voz por las que
ya no están. Con frecuencia lo hacen a través
de la reapropiación de los llamados espacios pú­
blicos, para crear «contrageografías de violencia»

teorizar el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez


como «violencia sexual sistémica» (Monárrez Frago­
so 2004), «necropolítica de género» (Wright 2011),
y «una nueva guerra contra las mujeres» o «femi-
genocidio» (Segato 2013, 2014a, 2014b). Todas
las definiciones enfatizan la naturaleza sumamente
política del fenómeno del feminicidioy la implicación
del Estado.
que promueven una perspectiva feminista con líticas como mujeres, artistas y feministas, que
respecto a los feminicidios a través de medios a su vez están inextricablemente unidas a nues­
visuales (Veáse también Driver 2015, Castañeda tro «yo» personal. Además, el acto particular de
Salgado 20 16 y Orozco 2019). En la actualidad, pintar parece proporcionar una forma intensa
un creciente cuerpo de estudios analiza el impac­ de conectar con las víctimas del feminicidio, lo
to de estas intervenciones visuales y artísticas en cual según Gago (2018, 2020) y Félix de Souza
el público externo. (2019) da sentido al movimiento #NiUnaM enos
En este ensayo se analiza una expresión del en la Am érica Latina actual.
arte antifeminicidio en el México contem porá­
neo; en particular, una serie de murales que re­
tratan a nueve víctimas de feminicidio en Quin­ CONTEXTO CRÍTICO
tana Roo, pintados entre marzo y septiembre de
2021 por la colectiva feminista Las RestaurAmo- La mayoría de los estudios sobre el arte contra
ras. Dicho colectivo es parte de la organización el feminicidio se centran en Ciudad Juárez. So­
feminista con mayor presencia en Playa del C a r­ bre todo, analizan cómo la «funeralización» de
men, Siempre Unidas. la ciudad (Orozco 2017) a través del arte «efí­
El proyecto comenzó en marzo de 2021 mero» (Driver 2015) —por ejemplo murales, gra-
cuando Victoria Salazar fue asesinada por poli­ fiti, pesquisas, cruces de madera de color rosa y
cías en Tulum, Quintana Roo. Después de pintar negro— ha cambiado la experiencia física del es­
el mural de Victoria durante las protestas del 29 pacio público en Juárez y su memoria colectiva.
de marzo de 2021 en Tulum, el grupo fue invitado D river (2015) y O rozco (2 0 1 7 ,2 0 1 9 ) argumen­
por familiares y personas cercanas de víctimas de tan, de manera convincente que, al perturbar
feminicidio a pintar más murales. el paisaje con recordatorios visuales del fem i­
Este trabajo se centrará principalmente en nicidio, las artistas y activistas feministas están
el proceso de creación de los murales desde la visibilizando y criticando la naturaleza colonia­
perspectiva de las artistas-activistas y del im­ lista y misógina del espacio público (véase tam ­
pacto que tiene en ellas crear arte antifemini­ bién Castro Sánchez 2018). Además, cuando
cidio, pues, si bien es un área menos estudiada las artistas enfatizan la ausencia de las mujeres
en términos de política visual, se mostrará que desaparecidas y asesinadas, las rehumanizan
es esencial para mejorar nuestra comprensión (Gasea Macías 2019; Coronado 2020b) y lla­
del papel complejo e intersectado que tiene el man la atención sobre la falta de justicia para
arte en la política. M ostraré cómo lo «perso­ ellas, recordando al público «la naturaleza crim i­
nal es político» (Hanisch 1970, Morgan 1970, nal del Estado» (Orozco 2017: 358).
Heberle 2016) para Las RestaurAm oras, argu­ Hasta ahora, el efecto político del arte an­
mentando que estar inmersas, tanto en la pintu­ tifeminicidio en el público externo se ha investi­
ra de los murales como en la colectiva, provoca gado más a fondo que el que se produce en
momentos y acciones a través de las cuales se las mismas artistas. Sabemos que la identidad
fomentan y solidifican nuestras identidades po­ politizada de personas artistas es importante:
su política radical contribuye al valor subversivo 2018) y la experiencia vivida de la economía po­
de la obra de arte que crea, y también su integri­ lítica (Harman 20 1 7 y 2019, Callahan 2020).
dad puede ponerse en riesgo en sociedades con Tanto Vergine como Pollock centran sus análi­
regímenes opresivos (Rose 2016; Moller 2016; sis en la performance, argumentando que las y
Bogerts 2017; Coronado 2020a y 2020b). Pero los artistas que practican performance encarnan
el impacto que tiene el proceso de creación ar­ estados emocionales, psicológicos y filosóficos
tística en su política personal sigue sin estudiar­ puros y profundos a través de su arte. Vergine
se a fondo. argumenta que «en lugar de darnos una histo­
Las experiencias vividas están en el cora­ ria y un personaje, estos artistas se convierten
zón de la política y la epistemología feminista en historia y personaje» (2000: 9). Resulta in­
(Hanisch 1970). El movimiento fem inista fue teresante que ambas toquen el concepto de la
«el primer movimiento radical en basar su polí­ muerte en sus análisis, donde argumentan que
tica —y, de hecho, crear su política— a partir de a través de determinados tipos de performance,
experiencias personales» (Morgan 1970: xvil) la artista puede acercarse a encarnar dicho con­
y, como bien dice Heberle, para las feministas la cepto, mostrando con ello la profundidad de la
tesis «lo personal es político» es a la vez «un mé­ experiencia vivida en la creación de arte c ríti­
todo y un reclamo» (2016: 599). Ahmed capta el co (Vergine 2000: 9; Pollock 2018). Es poderoso
carácter activo de la frase en su concepción de leerlo en conjunto con los argumentos de G a­
vivir una vida feminista, que significa «convertir go (2018), Félix de Souza (2019) y Gago, Malo y
todo en algo cuestionable. La pregunta en torno Mason-Deese (2020), particularmente si toma­
a cómo vivir una vida feminista está viva como mos en cuenta el elemento performático del ac­
una pregunta además de ser una pregunta de to de pintar murales.
vida» (2017: 2). Tanto Gago (2018) como Félix Harman (2017 y 2019), Callahan (2020) y
de Souza (2019) argumentan que las políticas hasta cierto punto Pollock (2018) han subraya­
feministas encarnadas son primordiales para ex­ do que el proceso de creación y exposición de
plicar el inusual «tamaño masivo y radicalidad» obras artísticas en el contexto contemporáneo
del movimiento #N iU naM enos (Gago, Malo y está inextricablemente ligado a la economía polí­
Mason-Deese 2020: 620). Postulan que existe tica. Harman y Callahan, conscientes de esto,
una conexión visceral entre los cuerpos de las utilizan su producción cinematográfica como
niñas y mujeres asesinadas por hombres, y los una alternativa para construir teoría en la dis­
cuerpos de las activistas feministas. ciplina de relaciones internacionales. Al llamar
El proceso de creación de arte subversi­ la atención sobre cómo «lo personal es interna­
vo conecta lo personal con la alta política en, al cional» en el proceso de realización de películas,
menos, dos aspectos importantes que brindan enfatizan la cuestión de lo que sabe el arte sobre
una forma emocionante de hacer avanzar tanto las relaciones internacionales (véase también
la erudición como la práctica artística activista: a Parashar 2013), ampliando así la pertinencia y
través del uso intencional y visceral del cuerpo la relevancia del análisis de la artista como crea­
como proceso crítico (Vergine 2 0 0 0 :1 2 , Pollock dora politizada.
METODOLOGIA mi vida es feminismo». Por otro lado, Alejandra,
Lupe y Laura dudan al definirse como activistas,
El método principal empleado en esta investi­ pero al mismo tiempo explican que sus valores
gación es la etnografía feminista descolonial. El fem inistas están enraizados y se reproducen a
conocimiento obtenido por medio de la inves­ través de sus experiencias cotidianas. Para ellas,
tigación etnográfica se fortaleció a través de parece imposible hacer a un lado el feminismo
entrevistas semiestructuradas en profundidad en algún momento. Como lo define Alejandra,
con las otras cinco integrantes de Las RestaurA- es como si no hubiera paso atrás: «Una vez que
moras. Ellas son Jeni, Dayana, Lupe, Alejandra has abierto los ojos y entiendes esta realidad...,
y Laura (los nombres han sido cambiados pa­ actúas». Laura me cuenta en nuestra entrevista:
ra protegerlas).
En mi caso, mi propia «historia feminista» Practico feminismo en mi vida en general to­
(Ahmed 2017) influyó en mi decisión de estu­ dos los días desde que me despierto hasta
diar este tema, en mi consecuente experiencia que me duermo, y en mi trabajo también... Ya
en el campo y, después, en mi interpretación y ni siquiera es como que puedes decir que no
redacción de los hallazgos. Soy una académica quieres luchar, hay tanto alrededor de ti, tan­
y artista inglesa, y he pasado los últimos cinco tas cosas pasando, que es imposible decidir
años viviendo y trabajando entre Inglaterra y no hacer nada o no querer alzar la voz... Es un
México. También soy integrante de Las Restau- modo de vida.
rAmoras. Fui invitada a formar parte de la co­
lectiva después de participar en el activismo de Estas reflexiones demuestran la persistente y
Siempre Unidas. Aunque estaba en mi tercer año completa relevancia de que «lo personal es polí­
de trabajo remunerado en investigación acadé­ tico» en las vidas cotidianas de las mujeres. Todas
mica cuando comencé mi participación con Las las integrantes de Las RestaurAmoras vivimos vi­
RestaurAmoras, no me uní al grupo como inves­ das feministas y encarnamos valores feministas.
tigadora, sino como artista, activista y amiga de Si bien Alejandra, Lupe y Laura son cautelosas a
Dayana y Jeni. la hora de definirse como activistas, esto podría
deberse a que, como encontró Bobel, es menos
probable que las mujeres se llamen a sí mismas
VIVIENDO VIDAS FEMINISTAS activistas a pesar del trabajo político que realizan
(2007).
Las integrantes de Las RestaurAm oras viven v i­
das feministas (Ahmed 2017). Todas me explican
durante nuestras entrevistas cómo los valoresfe-
ministas se manifiestan en todos los ámbitos
de sus vidas. Dayana y Jeni son las más activas
en el movimiento y, hasta me cuenta Jeni, rién­
dose: «Mi vida es básicamente activismo. En mi
tiempo libre soy un ser humano pero el resto de
LA POLITICA ENCARNADA tasfem inistas. Porejem plo,aum entaron nuestra
legitimidad como creadoras de arte subversivo
EN LA PERFORMANCE (M oller 2016, Rose 20 16 , Bogerts 2017). Ade­
DE PINTAR más, parecían intensificar la experiencia emo­
cional y afectiva del proceso de pintar. Esto re­
Pintar los murales de víctimas de feminicidio fue cuerda tanto la observación de Pollock de que
un acto de protesta feminista de base, que hici­ a través del arte escénico «el cuerpo se vuelve
mos en mayor parte sin fondos y que cada una [...] un gesto significante, una acción, cargada de
de nosotras hacía en conjunto con nuestras otras afecto» (2018), como la de Vergine:
responsabilidades personales, profesionales y
educativas. Describo el contexto físico en el que El cuerpo [...] es la causa de las sensaciones. Es
se llevó a cabo la pintura de los murales en mis más que un instrumento de acción: contribuye
notas de campo, en Playa del Carmen en agosto a la vida de la conciencia y la memoria en un pa­
de 2021: ralelismo psicofísico de procesos que asumen
significado y alivio solo cuando están conecta­
Cada mural tarda al menos quince horas en dos (2000: 22).
pintarse, y la mayoría tardan mucho más. El
calor, los mosquitos y el tamaño o calidad de En nuestras en trevistas, todas las miembras
la pared dificultan la tarea de pintar. Termina­ de la colectiva describieron una mezcla sim i­
mos cada día cansadas, quemadas por el sol, lar de em ociones durante la pintura: fru stra ­
deshidratadas. Invitamos a participar a otras ción, enojo, impotencia, pero también felicidad
integrantes de la colectiva. Algunas vienen a y satisfacción. Estas emociones estaban vincula­
pintar, otras a documentar el proceso, otras das tanto con la práctica de pintar como con un
a traer comida y agua. Siempre nos acompa­ contexto más amplio, con el motivo de la pintura
ñan familiares y amistades de la víctima, quie­ y sobre todo la dualidad de la experiencia física y
nes pintan con nosotras, cuentan historias de emocional. Por ejemplo, Lupe y Alejandra son
su ser querida y en ocasiones las circunstan­ pintoras inseguras y dicen sentir frustración o
cias en las que fue asesinada. También nos falta de confianza en sus habilidades. Cuando
preparan comida casera y nos traen agua hela­ las y los fam iliares que nos acompañan hablan
da, gastando sus propios recursos en nosotras. de la impunidad del caso de su ser querida, o de
cuánto extrañan a esta persona, crece la sensa­
Estas condiciones físicas desafiantes eran in­ ción de impotencia y enojo en la colectiva y se
evitables dado el tiempo y el presupuesto li­ intensifica la presión autoimpuesta por pintar
mitados con los que contábamos. Esto es una bien, porque somos muy conscientes del papel
muestra del contexto político-económico de la que ocupan los murales en la búsqueda de la
intervención artística antifeminicidio de base y verdad, la justicia y la reparación de daños para
yo sostendría, sin pretender romantizar estas las familias (Fregoso y Bejarano 2 0 1 0 ; W right
condiciones, que impactaron profundam ente 2011; Orozco Mendoza 20 17 ; M onárrez Fra­
encóm onosdesarrollam oscomoartistas-activis- goso 20 18 ; C erva Cerna 20 20 ; Lamas 2021).
Las emociones y la empatia impulsan el activis­ V er también Gago 2 0 1 8 ). O rozco ha en fati­
mo (Lamas 20 21 ), pero es inusual estarta n cer­ zado la agencia de elementos no vivos en los
ca físicamente de la familia y con tanta responsa­ movimientos de protesta, refiriéndose particu­
bilidad literalmente en las manos: por medio del larmente a los objetos visuales colocados en
acto de pintar, estamos recreando algo de la víc­ Ciudad Juárez, que provocan una sensación de
tima, o como bien dice Jeni, «para los familiares ausencia de la vida de las mujeres (2019).
es como si les devolviéramos algo, una parte de En cada uno de estos argumentos se sugie­
quién fue su víctima». re que la empatia se genera porque las activistas
El proceso de pintar cada etapa de un mural feministas contemporáneas se ven reflejadas en
implica la conexión física y emocional con las de­ cada víctima de feminicidio. Las RestaurAmoras
más personas, creando un «cuerpo común» (Gago hacemos eco de este sentimiento. Parece que,
y Malo 2020: 624). Esta conexión corpórea está con cada pincelada, nuestras historias perso­
en el corazón de los lazos personales-políticos nales se entrelazan con las de las mujeres que
que se nutren a través del acto de pintar. Dayana pintamos, se vuelven parte de nuestras histo­
explica su perspectiva sobre cómo el acto físico rias feministas (Ahmed 2017). Esto nos motiva a
de pintar los murales alimenta los lazos persona- continuar nuestra participación en el activismo,
les-pol íticos. en particular dentro de la colectiva.
En nuestra entrevista, Lupe observa que
[Pintar] nos ayuda a encontrarnos, unirnos..., pintar los murales significa que «vemos el do­
juntas buscar esta manera de visibilizar lo que lor más de cerca... y nos conmueve..., nadie está
estamos viviendo pero también de buscar so­ lejos de una situación así». Quizá Lupe sea la más
luciones, ¿no?, y crear esta red de apoyo. Creo calificada para hablar por experiencia, dado que
que los murales han sido muchos momentos se unió al movimiento tras el feminicidio de su
bien especiales... Juntas o separadas, siempre amiga íntima. Pero Dayana también comenta lo
va a haber este lazo... Fue tan intenso, tan bo­ cerca que se siente el duelo a través del acto de
nito, tan real. pintar: «Nos hace másempáticascon el dolor aje­
no, que no tiene que ser el nuestro». Afirma que
eso hace que actuemos, porque siente que a tra ­
LA AGENCIA DE LO NO VIVO vés de los murales, cumplimos con la obligación
de mantener vivas a las víctimas de feminicidios.
Se ha argumentado que hay dos tipos distin­ Laura parece sentirse particularmente con­
tos de protagonistas en el movimiento fem i­ movida por la idea de que un día ella o una ser
nista contemporáneo: mujeres vivas y mujeres querida puedan convertirse en víctimas. Dubita­
asesinadas (Gago 2018; Félix de Souza 2019). tivamente, me dice en nuestra entrevista: «Todos
Cuando se habla de la capacidad del «cuerpo fe­ los hombres realmente... Hay una línea muy del­
menino muerto para construir resistencia», Félix gada entre convertirse en feminicidas o no ser­
de Souza casi imbuye a las víctimas de femini- lo». Quizá sea esta convicción lo que la conmueve
cidios de agencia en la lucha actual (2019: 90. tanto:
Sí es cierto, nos cansamos [pintando]..., pero retratar víctimas defeminicidio en murales es un
nada de este trabajo se compara con la muer­ acto revolucionario.
te de una mamá, una hija, una amiga... En el
caso de Natty, que hubiera sido mi mamá, en­
tonces si yo lloraba, sí lloraba por Natty, pero REFERENCIAS
en realidad yo lloraba porque sentía que tam­
bién mi mamá estaba muerta. Siento que ya A h m e d , S a r a . 2 0 1 7 . Livinga Feminist Life. D u r­
no puedo darme una vuelta atrás, no, porque ham, Duke U niversity Press.
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nal/92/204726/actio n-activism -and -art-
and-as-thought-a-dialogue-w ith-the-ar-
tw o rking-of-sonia-khu rana-a nd-suta pa-
biswas-and-the-political-theorv-of-hannah-
arendt/>.
CD
RITMO
RÍAN LOZANO

HANNAH ARENDT BAILANDO nentes, inconvenientes— O, por último, los sen­


tidos que producen «comunidades emociona­
REGGAETÓN: CONSONANCIAS les» (tomando la expresión de Cristina Rivera
Y DISONANCIAS ENTRE Garza), que también son comunidades de senti­
do, que se ponen en marcha cuando, por ejemplo,
ACADEMIA, ARTE las denuncias en redes sociales se hacen virales.
Y ACTIVISMO Además, parece que esta conformación de
sentido pasa, en los cuatro casos, por el «auxilio»

¿
as comunicaciones que se reúnen en es­ de las prácticas artísticas y culturales. Un auxilio
te apartado recogen temas muy hetero­ que pienso no tanto como compañía o como ve­
géneos relacionados de maneras diversas, hículo intermediario, sino como salvación. Una
inesperadas, tangenciales, con las «erres» de este
tabla de salvación (no protectora en térm inos
libro-onomatopeya: la rabia, el ritmo, el ruido y, religiosos, sino más bien liberadora en té rm i­
de manera más concreta, con las relaciones esta­ nos políticos) que saca a flote multitud de cuer­
blecidas entre academia, arte y activismo. pos y subjetividades negadas, invisibilizadas o
A pesar de reunir propuestas muy diferen­ visibilizadas de forma estigmatizada, por parte
tes, podríamos convenir que hay un elemento de los grandes sistemas de generación de sen­
común, una especie de hilo vertebrador. Y es que tido (académicos, institucionales, visuales). Una
pese a ser trabajos con cortes disciplinarios dife­ tabla —la de las prácticas que trabajan con lo
rentes, los cuatro están interesados en analizar sensible— que hace que estos cuerpos y estas
la producción de sentidos: los sentidos que, por experiencias se vuelvan nombrables, visibles y,
un lado, se producen cuando se intersectan pai­ por tanto, les devuelve la condición arrebatada
sajes o se «reflexiona en espiral». Por otro lado, la de sujetos de conocimiento: los cuerpos de las
formación de sentidos que intervienen cuando artistas perdidas, los de las fotógrafas, los cuer­
escuchamos reggaetón a todo volumen mientras pos que gozan perreando y abriendo los brazos
tratamos de leer a Hannah A rendt —producién­ a la Amistad.
dose estas intervenciones molestas, im perti­
FERNANDA CRUZ

A través de un contraste entre la labor de la filosofía feminista y queer desde la


academia y sus propuestas críticas de interpretación del mundo por un lado, y
las apropiaciones del género musical del reggaetón y su baile, el perreo, en di­
versas protestas feministas y queer por el otro, se propone una relectura del juicio
reflexionante entendido como juicio político. Dicha capacidad es comprendida
en térm inos de la reunión entre la actividad de pensam iento y los afectos o
deseos y su dimensión necesariamente corporal. A partir de dicho encuentro,
cuya base es una ruptura con la concepción dualista yjerarquizada entre mente
y cuerpo o pensar y acción, la relevancia de la fuerza performativa del lenguaje
como vehículo de regulaciones sociales sobre el género y la sexualidad se pone
en primer plano y, a su vez, abre la posibilidad para la resistencia corporeizada
frente a las mismas, gracias al reggaetón y el perreo.
Como en las olas anteriores, el movimiento femi­
nista contemporáneo ha mostrado su potencial
creativo en lo que a sus estrategias de lucha se
refiere. Concretamente, las formas de protesta y
de articulación organizativa ponen el acento una
vez más en apuestas radicalmente nuevas y, por
ello mismo, impactantes e inesperadas. Al tiem­
po, en términos de comprensión y análisis se es­
tán desarrollando debates (y disputas abiertas)
donde la participación de académicas está a la or­
den del día. Como todo movimiento y como toda
teorización, entre uno y otro frente parece haber
distancias insalvables, pero también reuniones
potencialmente habilitadoras.
Lo que el presente ensayo busca destacar
es la forma en que tanto la protesta feminista
y queer como la actividad filosófica como disci­
plina constituyen el espacio público-político al
poner en jaque o problematizar sus márgenes
establecidos. Si, siguiendo la ontología política
de Hannah Arendt (2009), es la acción discursi­
va y concertada la que inaugura el espacio públi­
co, entonces la protesta feminista reggaetonera
y perreadora evidencia, por un lado, la dimen­
sión corporal y de la fuerza política de los afec­
tos que dicho espacio tiene como base y, por el
otro, revela que el discurso político puede ser
(y de hecho es) desbord ad o por e stas fu e rzas
para su ap ertura ante nuevas perspectivas. Por
su parte, la academ ia filosófica, al problem ati-
z a r los térm inos estab lecidos de dicho d iscurso,
tam bién pone de m anifiesto al mismo tiem po los
lím ites de nuestros conceptos y categorías, y la
posibilidad de resignificarlo s para generar otras
concepciones y form as de habitar el mundo.
Bajo este panoram a, este trab ajo se plan­
tea como un prim er paso en la producción de un
en cu en tro en tre , por un lado, la filosofía de Ju-
dith B u tle r sob re la perform ativid ad del género
como filosofía del cuerpo y sus fu e rzas afectivas
o d esean te s que desbordan el d iscu rso y, por
otro lado, el planteam iento sob re el ju icio re ­
flexio n an te de M aría Pía Lara como actividad
de pensam iento dirigida a la com prensión de la
acción política p o re l in terreg n o de la plasticidad
del lenguaje. Lo an te rio r se hace en el e n te n ­
dido de que puede se r una vía efectiva para d e­
sa rro lla r un diálogo políticam ente h abilitado r y
tran sfo rm ad o r e n tre los m ovim ientos fe m in is­
tas y q u eer y la academ ia filosófica, al poner en
el cen tro la im portancia que tie n e la escucha
aten ta y detenida e n tre uno y otro ám bito de
la lucha por la em an cip ación fre n te al siste m a
sexo-genérico, cuyo núcleo está constituido por
la jerarquía y la dominación de los sujetos mas­ la idea que la pensadora política tiene de la ac­
culinos sobre los femeninos y las corporalidades ción política como un hecho inesperado y cuyas
fem inizadas, así como por el régimen hetero­ consecuencias no son previsibles de antemano y,
sexual. A sí pues, este acercam iento avanza en por tanto, demanda un ejercicio de pensamiento
el establecimiento de una de las bases para una que pueda ayudar a la comprensión de su carác­
ruptura con la concepción dualista y jerarquizada ter novedoso. El segundo elemento es la Ínter-
entre mente y cuerpo, o entre pensar y actuar, subjetividad del pensar que la facultad de juzgar
que ha permeado gran parte de la historia de la tiene de base, es decir, si bien se trata de una ac­
filosofía occidental. Y, de igual manera, se plantea tividad del pensamiento que se lleva a cabo «en
una interpelación dirigida a los espacios dedica­ solitario», ha de tomar en cuenta los puntos de
dos a la filosofía como disciplina, recuperando el vista de las y los demás como representaciones
lugar que Rita Segato (2013) otorga a la escucha en la imaginación. Así, para Arendt el juicio puede
en el campo de la antropología y, de esta manera, plantearse como una actividad eminentemente
dicha interpelación se convierte en una interro­ política, puesto que su punto de partida es la plu­
gante, a saber: ¿cuáles son las posibilidades de ralidad de seres singulares que se encuentran en
una filosofía (feminista) por demanda? el espacio público-político y que, en virtud de su
participación en la constitución del mismo, com­
parten sus perspectivas sobre los asuntos que
EL JUICIO REFLEXIONANTE conciernen al vivirjuntos.
En La condición humana (2 00 9), Hannah
Y SU FUERZA PERFORMATIVA Arendt ofrece una ontología política según la
cual el espacio público-político se constituye en
En sus Conferencias sobre la filosofía política virtud de la reunión de singularidades que, por
de Kant, Hannah Arendt plantea la posibilidad de el interregno de la acción discursiva, aparecen
llevar la capacidad de juzgar al terreno de lo po­ unas ante otras para ser vistas y oídas, así como
lítico, esto es, aquella facultad cuyos elementos para deliberar en torno a los asuntos que tienen
el filósofo de Kónigsberg desarrolló en el plano en común. Entendido de esta manera, el espa­
de la estética y, específicamente, para el caso de cio público-político es espacio de aparición y un
la obra de arte y la belleza. La relevancia que el mundo (material y discursivo) común a dicha plu­
juicio en su forma reflexionante1 comporta para ralidad de seres singulares. Según lecturas con­
Arendt radica en dos elementos: la ausencia de temporáneas cuyo énfasis está en la relevancia
conceptos o principios dados a priori bajo los cua­ que la pensadora alemana le otorga a la coimpli­
les subsumirel hecho particulary la búsqueda de cación entre acción y discurso (Butler 2017a; Je-
los mismos, lo cual está en correspondencia con rade 2021), el espacio político puede entenderse
como una articulación lingüística en virtud de la

1 Esto es a diferencia del juicio determinante, donde consideración de la fuerza performativa del len­
sí hay conceptos ya dados y universales. Esta forma guaje, es decir, de la fuerza que este opera para
del juicio (la determinante) es la que Kant desarrolla ejecutar lo que nombra o producir efectos a par­
en su Crítica de ¡a razón pura. tir de ello. Así, los términos propios del discurso
político son los que le dan forma, es decir, esta­ velatorias que facilitan la operación de una
blecen sus márgenes como proceso de significa­ apertura reflexiva respecto a los espacios de
ción (Muñoz 2004: 99). En correspondencia con aprendizaje moral (2009: 29).
esta concepción del espacio político, la facultad
de juzgar operaría, precisamente, como forma Lo que nuestra pensadora plantea como capaci­
del pensamiento dirigida a lo particular y articu­ dad develatoña del lenguaje es su fuerza perfor­
lada intersubjetivamente, esto es, una forma de mativa: la capacidad de materializar lo nombrado
pensar la acción política que produce nuevos como una apertura del espacio público-político
conceptos políticos o problematiza los que están frente a concepciones antes no consideradas
vigentes para dar cuenta del carácter novedoso e como parte del mismo y que, al aparecer, produ­
inesperado de aquella, y cuya base es la plurali­ cen un reordenamiento del discurso político
dad de perspectivas sobre el mundo que se hallan vigente y, por tanto, del espacio político como
en el espacio público. tal. El develamiento consiste, pues, en lo siguien­
Aun así, la veta política en la interpretación te: una narración literaria, un concepto nuevo o
de la facultad de juzgar inaugurada por Hannah una descripción histórica crítica remueven los
Arendt quedó incompleta. Por ello, nos servire­ límites establecidos de lo político al perm itir la
mos de una de sus recepciones contemporáneas, entrada de otras significaciones o interpretacio­
la cual de hecho recupera los dos elementos ya nes sobre acontecimientos políticos. Esta capa­
señalados anteriormente en torno al juicio y el cidad performativa del lenguaje o su fuerza ilo-
espacio público-político, a saber: el juicio enten­ cucionaria es lo que hace del juicio, según Lara,
dido como capacidad de transformación y pro­ una actividad de pensamiento constitutiva de lo
ducción de los térm inos propios del discurso público-político (2 0 0 9 :1 1 4 ). Dado que, al ser di­
político por un lado, y la concepción lingüística cho espacio una articulación lingüística, la pues­
(performativa) del espacio político por el otro. Se ta en circulación de múltiples interpretaciones
trata del trabajo de la filósofa mexicana María Pía del mundo (su comparación y la deliberación a
Lara (2009), para quien el juicio opera aperturas su alrededor) transform a la forma misma de
del espacio público-político frente a perspecti­ habitar en él, el discurso es acción en sí mismo
vas otrora no reconocidas y lo hace a través de y, como tal, con-forma al mundo, le da forma, lo
la plasticidad del lenguaje, es decir, la creación constituye. De ahí que se trate de una fuerza
de nuevos conceptos o la desestabilización de ilocucionaria: concreta lo nombrado, o bien, lo
los que ya se encuentran circulando en la esfera materializa ante la mirada del público.
pública. En sus propias palabras:
Un efecto ilocucionario es perceptible cuan­
El lenguaje puede ser develatorio al conmo­ do la dimensión de la realidad que el autor [o
cionar nuestra conciencia con nuevos senti­ autora] describe se materializa frente a los
dos y significados lingüístico-normativos que ojos del espectador [espectadora y especta­
nos estimulan a reorientar nuestro pensa­ dores], dado el término usado por aquel [o
miento. [...] El lenguaje posee capacidades de- aquella] (Lara 2009: 32).
Es en este punto donde el lugar de quienes No obstante, la sola tarea de exploración
llevan a cabo la labor filosófica, entendida como y creación lingüística desde la academia (para
una disciplina, se torna relevante. Según la pen­ el caso concreto que nos ocupa) no basta. La
sadora mexicana, quienes desde los espacios desestabilización de los límites del espacio pú-
académicos (aunque no solamente) se dedican blico-político y su apertura crítica requieren el
a la exploración de las posibilidades expresi­ encuentro entre quien ofrece interpretaciones
vas (develatorias) del lenguaje, tienen un papel novedosas y quienes las reciben:
sumamente relevante en la articulación de lo
público-político. «Normalmente [las y] los inte­ [Las autoras, filósofas, historiadoras, escrito­
lectuales, [las y] los escritores o [las y] los aca­ ras, etcétera] utilizan el lenguaje creativamen­
démicos participan en la esfera pública política te y [...] con la ayuda de sus juicios elaboran
y llaman nuestra atención hacia algo que desean sus interpretaciones, pero solo cuando estos
que el público comprenda» (Lara 2009: 19). Y lo se validan en la comprensión del evento pú­
hacen, precisamente, a través del uso creativo blicamente cabe decir que han tenido éxito
o problematizador del lenguaje: al rebatir las in­ [es decir, cuando su uso se repite en diferen­
terpretaciones ya dadas sobre el mundo, operan tes momentos y geografías] [...] Esto significa
la posibilidad de una apertura del espacio polí­ que tanto [la autora] como el público generan
tico hacia otras concepciones otrora excluidas. la «acción ilocucionaria» como el resultado
Tal ha sido indudablemente la labor de las aca­ de esta interacción comunicativa. El acto de
démicas feministas y queer que, al romper con comprensión surge como un proceso de comu­
las visiones masculinas, patriarcales y heterose- nicación entre [la autora] y [...] los públicos,
xistas, han hecho posible la entrada de pers­
pectivas plurales y críticas sobre las relaciones
de los derechos de la mujer y la ciudadana. En su di­
sexo-genéricas y la sexualidad, no solo al espacio
mensión productiva, los feminismos alrededor del
de la academia, sino que también trabajan en su mundo, y en diferentes momentos históricos, nos
promoción transversal en diversos ámbitos de la han proporcionado conceptos radicalmente no­
vida y, con ello, coadyuvan al trastocam iento de vedosos para comprender, criticar y transformar
las jerarquías, la discriminación y la desigualdad la realidad de la desigualdad y la opresión, como
que se vertebran en torno al género y la sexua­ podrían ser el de patriarcado (Millett 1995), o bien,
lidad.2 el de sistema sexo-género (Rubin 2013). La misma
Judith Butler (2002) ha rescatado la potencia po­
lítica de las prácticas queer y cómo reescriben las
2 Basta con mencionar algunos ejemplos en la histo­ concepciones sociales propias de la matriz hetero­
ria de estos movimientos y teorizaciones. En la di­ sexual y el binarismo femenino-masculino que es­
mensión crítica o problematizadora del juicio, la re­ tá en su base. Estos tres ejemplos nos revelan que
escritura de la Declaración de los derechos del hombre la interacción entre la academia y la acción política
y el ciudadano que hizo Olympe de Gouges en 1793 ha sido fundamental en los proyectos y estrategias
nos proporciona una ilustración precisa de cómo de emancipación política respecto de un sistema
funciona la desestabilización de los términos políti­ relacional cuyas vértebras son la desigualdad, la
cos vigentes, dando como resultado su Declaración opresión y la dominación masculina y heterosexista.
los cuales concretan una forma de acuerdo sido problemático en las mismas Conferencias
acerca de cómo visualizan mejor los eventos sobre la filosofía política de Kant impartidas por
interpretados. Esto permite generar un efecto Arendt en 1970 en la New School for Social Re­
ilocucionario: es decir, promueve un proceso search, a saber: la relación entre la sensibilidad y
de develamiento, ya que lingüísticamente se el entendimiento que establece el estudio kan­
abre una nueva perspectiva (Lara 2009: 32. tiano contenido en la Crítica del juicio. En dicha
Las cursivas son mías). obra, el filósofo de Kónigsberg establece que el
juicio es una forma de pensar lo particular que se
Recuperando la idea kantiana y arendtiana de la distingue por la libre asociación del entendimien­
intersubjetividad del juicio y conjuntándola con to y la sensibilidad que permite la imaginación
la concepción performativa del lenguaje, María o, en otros térm inos (Kant: 51), que no hay un
Pía Lara nos ofrece una lectura de dicha capaci­ concepto o principio a priori del entendimiento
dad como proceso de comunicación, esto es, de que organice los datos de la sensibilidad (lo que
interacción entre singularidades que da forma al marca la diferencia respecto al juicio determinan­
mundo gracias a la circulación y confrontación de te, donde tal concepto o principio sí está dado).
interpretaciones o concepciones diversas. En Además, según el mismo Kant, la ausencia de es­
este sentido, los movimientos feministas y queer, ta determinación a priori a su vez permite que la
de nueva cuenta, vienen al primer plano, ya que imaginación prepare el objeto para la reflexión
tal proceso de comunicación entre ámbitos aca­ como una representación que, en el momento
démicos y acción política, que es en sí mismo un reflexivo, produce el sentimiento de placer o dis­
proceso de significación, ha sido un rasgo funda­ placer. En el plano de la estética, tal sentimiento
mental de la historia de aquellos. es lo que permite atribuir o no el predicado de
Tanto si nos referim os al aspecto crítico o belleza al objeto particular.
problematizador del juicio, es decir, la desestabi­ En el ámbito político, la relación entre en­
lización de los términos políticos vigentes, como tendimiento y sensibilidad, así como el senti­
si nos concentramos en su dimensión creativa miento de placer o displacer, se reformulan para
o productiva de nuevos conceptos y categorías plantear la siguiente pregunta: ¿cuál es el lugar
dentro del discurso político, los movimientos femi­ (si lo tienen) de las emociones o los afectos en
nistas y queer, así como las teorizaciones homóni­ la constitución del ámbito público-político? Y
mas, nos proporcionan ejemplos diversos de este teniendo en cuenta que dicho espacio puede
proceso de comunicación, develamiento o efectos entenderse como una articulación lingüística en
ilocucionarios que las reinterpretaciones críticas virtud de la confluencia entre acción y discur­
del mundo llevan en su seno y, específicamente, so que la propia ontología política arendtiana
aquellas referidas a nuestras relaciones sociales y plantea, tal pregunta también puede formularse
su estructuración según regulaciones (y resisten­ en los siguientes términos: ¿cuál es la relación
cias) de género y sexualidad. que guardan los procesos de significación en
No obstante, hay un aspecto de la interpre­ el ámbito político y las em ociones o afectos?
tación arendtiana del juicio que ofrece Lara que Sin embargo, ni las Conferencias ni otras obras
no queda del todo esclarecido y que también ha de la propia Hannah Arendt nos proporcionan
una respuesta. Muy por el contrario, hay una re­ rio romper con las concepciones esencialistas
nuencia de esta pensadora a considerar que las y naturalistas sobre el cuerpo y la sensibilidad,
emociones tienen una relevancia (positiva) en así como recuperar una mirada distinta sobre
la articulación de lo público-político.3 los afectos (pasiones o emociones)4 que permita
Por su parte, María Pía Lara sí recurre a la su inserción en lo político sin considerarlos un
noción de sentimiento en su planteamiento del lastre.
juicio como facultad articuladora de lo públi-
co-político. Al respecto, plantea que el efecto
ilocucionario del lenguaje está implicado en la LOS AFECTOS
facultad de juzgar y esa materialización de la in­
terpretación que se ofrece al público consiste
EN EL REGGAETÓN
en la transmisión de un sentimiento: el de daño Y EL PERREO: LA POTENCIA
moral, esto es, el reconocimiento tanto del su­
frimiento como de la responsabilidad implica­
POLÍTICA DEL CUERPO
das en aquellas acciones encaminadas a la des­
trucción de la identidad humana, como serían La ontología social del cuerpo que Judith Butler
los campos de concentración (2 0 0 9 : 53). No ha desarrollado a lo largo de su obra nos permi­
obstante, más allá de este señalamiento tan re­ tirá hacer la recuperación de la corporalidad que
levante, tal sentimiento no se conecta con la resulta necesaria para llamar la atención sobre
corporalidad ni con un tratamiento más exten­ el lugar que ocupan la sensibilidad y los afectos,
so de la sensibilidad o los afectos; tan solo nos tanto para los procesos de reflexión (el juicio)
otorga una apertura hacia dichos elementos al como para la acción política feminista y queer. A
considerar que el sentimiento de daño moral es través de un breve acercamiento a dicha ontología
una sacudida en la conciencia (2009: 29) y, por y su anudamiento con el acontecimiento de las
otra parte, al establecer una conexión entre di­
cho sentimiento y lo que según pensadoras y
pensadores contemporáneos es una reinter­ 4 Como bien señala Sara Ahmed, el tratamiento de
pretación de lo sublime kantiano, se resiste a la las pasiones, emociones o afectos se ha hecho des­
simbolización, es decir, a los procesos de signi­ de diversas perspectivas (psicológica, cognitiva
ficación del mundo (2009: 125-129). Teniendo o filosófica). El problema es que todas ellas se han
ambas consideraciones en cuenta, ahora debe­ basado en la distinción irrebatible y jerarquizada
mos recuperar el cuerpo y su potencia política (también generizada) entre mente y cuerpo. Al uti­
lizarlas como sinónimos (y junto a ellos también la
para estos procesos de (re)articulación crítica del
noción de deseo), en este trabajo estamos apelan­
espacio público-político. Para ello será necesa-
do a una ruptura con tal distinción jerarquizada, tal
como sugiere la propia Ahmed. «En la intensidad de
las respuestas corporales a los mundos hacemos jui­
3 Este tratamiento queda muy bien ilustrado en el cios sobre los mundos, y esos juicios son directivos
capítulo dedicado a la compasión que se encuentra aunque no siguen las reglas narrativas de secuencia:
en su Sobre la revolución (Arendt 2006). no conducen a acciones, son acciones» (2017: 315).
protestas fem inistas y queer que se sirven del regulaciones políticas y sociales buscan hacer
reggaetón y sus rituales dancísticos, será que y, en esa medida, se ven interrum pidas perma­
pondremos la atención sobre los (des)encuen- nentemente (2017a: 27). Así, el vínculo entre
tros entre los movimientos fem inistas y la filo­ las regulaciones so cialesy el cuerpo es siempre
sofía feminista. inestable, paradójico y ambivalente.
De acuerdo con Butler, el cuerpo no puede Ahora bien, ¿cómo pueden tales normas
considerarse una priori histórico o un dato natu­ actuar sobre el cuerpo? Para nuestra autora,
ral. Muy por el contrario, el cuerpo está hecho de las normas actúan vehiculizadas por el lenguaje
relaciones sociales, pues desde el principio está y, en virtud de su fuerza performativa, concretan
entregado a las otras y los otros, a instituciones (en el cuerpo) lo que nombra o produce efectos a
y organizaciones políticas (2 0 1 0 :1 5 ). La existen­ partir de ello. En otras palabras, las normas se
cia corpórea es siempre y necesariamente una materializan en el cuerpo como prácticas y, en
existencia social. En esa medida, la materialidad esa medida, su éxito coincide con su fracaso por
corporal está atravesada y moldeada por los té r­ el carácter paradójico ya apuntado más arriba,
minos que le vienen de fuera y solo en virtud de a saber: el sujeto-cuerpo es el lugar donde las
tal relación es que los sujetos adquieren recono­ regulaciones se repiten, pero nunca de forma
cimiento (social): mecánica o automática, sino que, al practicar la
norma, los cuerpos la desplazan y, con ello, se
Los sujetos se constituyen mediante normas produce la inauguración de su propia potencia
que, en su reiteración, producen y cambian los política (B utler 2017b). El caso paradigmático
términos mediante los cuales se reconocen. analizado por esta pensadora es el del género,
Estas condiciones normativas para la produc­ esto es, cómo las normas que establecen los sig­
ción del sujeto generan una ontología históri­ nificados de lo femenino, lo masculino y la se­
camente contingente, tal que nuestra misma xualidad socialm ente aceptada, son prácticas
capacidad de discernir y de nombrar el «ser» perform ativas:
del sujeto depende de unas normas que facili­
tan dicho reconocimiento (2010: 17). Lo que hacen más bien es dar forma a modos
de vida corporeizados que adquirimos a lo lar­
Según la formulación que la misma filósofa ofre­ go del tiempo, y estas mismas modalidades
ce en otro texto, las normas presionan sobre el de corporeización pueden llegar a convertir­
sujeto-cuerpo para moldearlo y exigir su ade­ se en una forma de expresar rechazo hacia
cuación a las regulaciones sociales (2017a: 25). esas mismas normas, y hasta de romper con
Sin embargo, la comprensión de la relación entre ellas (Butler 2017a: 36).
corporalidad y normas sociales está incompleta
si se considera solo de esta manera. Junto a tal Hasta aquí, sin embargo, queda pendiente toda­
pretensión de moldeamiento o regulación polí­ vía esclarecer el lugar que ocupan los afectos.
tica de la corporalidad, hay queteneren cuenta la Al respecto, es necesario indagar sobre el diálo­
resistencia que el cuerpo opone frente a las nor­ go que Butler entabla, a lo largo de su obra, entre
mas. Esto es, el cuerpo resiste la captura que las la dinámica del reconocimiento hegelianay el de­
seo tal como lo entiende el psicoanálisis. Hemos como bien apunta Butler, son existencias corpó­
dicho que la existencia social es necesariamente reas y deseantes.
una existencia corpóreay que las normas pugnan Hablar de deseo nos sitúa, precisam ente,
por moldear los cuerpos que, a su vez, resisten en el registro de la sensibilidad y los afectos que
tal impresión de las significaciones sociales. Pero la interpretación política del juicio no ha podido
hay un aspecto clave en este proceso: los víncu­ recuperar a cabalidad. Y hablar de deseo o afec­
los con las normas son vínculos apasionados, es tos es dirigirnos a un registro diferente, aunque
decir, movidos por el deseo. En otros términos: entrelazado con, al de la reflexión. Se trata de
los sujetos desean ser reconocidos socialmente un registro de fuerzas. Ya la consideración but-
y, en esa medida, no pueden simplemente des­ leriana de la resistencia corporal a las normas
vincularse de aquellos significados que en princi­ (de género), o bien, la idea del sentimiento moral
pio les son ajenos, pero que finalmente resultan como una sacudida, nos abrían el camino para la
constitutivos, pues otorgan existencia social. recuperación de esta otra dimensión. Una que el
reggaetón y el perreo, en el contexto de las pro­
Desear las condiciones de la propia subordi­ testas feministas y queer en sus muy diversas
nación es entonces un requisito para persistir configuraciones, ponen en el primer plano.5
como uno/a mismo/a [...] No se trata simple­ Tomemos como primer ejemplo las reapro­
mente de que el reconocimiento del otro sea piaciones que colectivos y colectivas feministas
necesario y la subordinación confiera una for­ han hecho de piezas correspondientes a este
ma de reconocimiento, sino más bien de que género musical, como puede ser el caso de la
uno/a depende del poder para la propia forma­ reescritura del éxito mundial «Despacito» que
ción, que dicha formación es imposible sin la hizo el movimiento #NiUnaM enos en Argentina
dependencia (2017b: 20). en 2016 y que sirvió como expresión potente
de la rabia por los feminicidios acontecidos en
Para decirlo con Lara y conjugar los plantea­ ese país; o bien, aquellas producciones del gru­
mientos hasta aquí revisados: la rearticulación po chileno Sailor Punk que también recurren a la
crítica de lo público-político (las interpretacio­ estrategia de reinterpretación (musical y lírica)
nes sobre el mundo que ya circulan entre los de algunas canciones populares, con el objeti­
públicos y están vigentes) no atiende a un mero vo de narrar la experiencia en las luchas recientes
voluntarismo de quien ofrece una interpretación de movimientos sociales o comunidades en re­
novedosa, sino que está inspirada por el deseo de sistencia e igualmente para plantear denuncias,
reconocimiento de quienes no han sido conside­ así como para funcionar como herramientas de
radas y considerados parte de la comunidad po­ reconocimiento de la experiencia afectiva que se
lítica según los límites establecidos en la esfera moviliza y emerge con las luchas feministas.
público-política. O bien: la apertura crítica de
lo público-político a nuevos térm inos y catego­ 5 Para acompañar la reflexión que sigue, recomen­
rías políticas lleva en su seno la posibilidad del damos acudir a la lista de reproducción que recoge
reconocimiento social de otras existencias que, todas las aportaciones reggaetoneras y perreado-
ras mencionadas (ver referencias).
Adem ás, hay que atender la producción para rearticular el mundo que habitamos es aún
intencionada de piezas reggaetoneras que ex­ más explícita. Para tales efectos, es importante
plícitam ente se dedican a la reivindicación de hablar de los espacios donde cotidianamente se
experiencias de género y la sexualidad no nor­ dan intervenciones dancísticas cuyo centro es el
m ativas. La exponente del lesbian reggaeton, rebote de nalgas, los movimientos de caderas
Chocolate Remix, es pionera en este sentido, y y el encuentro sensual entre cuerpos diversos.
encontramos también el aporte diverso de Sai- Estos lugares pueden ser los famosos bares gay
lorfag, donde destaca el hit «Amiga date cuenta». que han ganado cada vez más popularidad alre­
O bien, podemos referirnos al trabajo de algu­ dedor del mundo y especialmente en Latinoamé­
nas cantantes consideradas incluso ya clásicas rica. Junto a esta cotidianidad están los espacios
dentro de los círculos feministas y queer, como dedicados expresam ente a la experimentación
Rebeca Lañe, Miss Bolivia o Sara Hebe que, si corporal mediante técnicas cuyo centro son esas
bien se sitúan sobre todo en el ámbito del rap zonas históricamente marcadas por la exclusión:
y el hip-hop, también han hecho contribucio­ el culo, el ano, la pelvis y el conjunto que confor­
nes pioneras en la mezcla de géneros tropicales man con las piernas. Me refiero por un lado a los
como la cumbia y, por supuesto, el reggaetón. estudios de baile que ofrecen clases de twerking
Todos estos aportes han permitido visibilizar y (López 2017), pero también, por el otro lado, a
potenciar la emergencia de sexualidades no he- aquellos talleres que, desde un trabajo de crítica
teronormadas y el mensaje de que es necesario desde diversos frentes, utilizan estos bailes como
reconstruir la relación que los cuerpos mantie­ herramienta para recuperar la memoria y la es­
nen tanto consigo mismos como con los demás. critura de cuerpos marginalizados y excluidos,
Otra de las manifestaciones reggaetoneras como puede ser el proyecto transgeográfico Des-
que hoy pueden situarse como parte de esta culonización. Su creadora, Jenny Granado alias Dj
vinculación con los fem inism os y las existen­ Kebra, se refiere a la resistencia a la significación
cias queer es el llamado «Neoperreo» (Biurrun o moldeamiento por las regulaciones sociales que
2 019), cuyas exponentes más representativas opone el cuerpo:
son Tomasa del Real, Ms Nina, La Zowi y Bad
Gyal, entre muchas más. En la producción mu­ La investigación la hago sobre todo mientras la
sical de estas cantantes, el llamado a la confian­ hago, ¿me entiendes? Mientras sucede la expe­
za y la seguridad de vivirse como cuerpo diverso, riencia, es activando el cuerpo o escuchando
femenino, feminizado o sexo-disidente está pre­ música que me van cayendo los veintes y las
sente en la mayoría de sus canciones. Además, cosas van siendo resignificadas, se van actua­
han puesto en primer plano la relevancia de la lizando. [...] La Desculonización es una práctica,
sexualidad femenina ya no centrada en la repro­ un proceso, y no un fin en sí mismo. Se utilizan
ducción, sino en el placer y el disfrute propio y las caderas, los ligamentos, los músculos, la
con otras personas. grasa, las tripas y las visceras para empezar a
Si nos dirigimos más bien al baile que acom­ mapear y sentir la travesía y activar la memo­
paña este género musical, el perreo, la dimen­ ria. Esta técnica habita un orden de los sabe­
sión del deseo, los afectos y su fuerza crítica res que se transmite a través del cuerpo [...].
Es concebir que el cuerpo posee su propia gra- entre el ruido y su sentido que la palabra pare-
fía, una escritura incorporada, sus universos, ciera volverse acción (2020: 80-81).
sus memorias (2021).
¿Cómo podrían entonces los espacios dedi­
Como bien señala este comentario, el registro cados a la reflexión filosófica, a la emisión de
del cuerpo es diferente al de la reflexión. Se escri­ juicios crítico s fem inistas y queer específica­
be de una forma distinta: desde los afectos, des­ mente, recuperar la dimensión corporal, afec­
de el deseo y su fuerza movilizadora. A través de tiva y deseante que la protesta reggaetonera y
estas intervenciones corporeizadas, los cuerpos perreadora sacan a relucir como una forma de
que se frotan perreando al ritmo del reggaetón resistir al moldeamiento político y social del gé­
reescriben las pautas socialmente establecidas nero y la sexualidad? Para tratar de delinear una
para habitar el mundo (Butler 2017a: 87). Rein- respuesta a este cuestionam iento, es necesa­
terpretan lo que entendemos por acción política rio retornar a la relación entre procesos de sig­
y, con ello, demandan una apertura de los espa­ nificación y cuerpo y sus afectos, para poder
cios dedicados a la comprensión de la misma entender que no se trata de dos dimensiones
para considerar su dimensión corporal, afectiva y radicalmente separadas, exteriores entre sí, sino
deseante. Es un llamado de atención cuyo núcleo más bien anudadas permanentemente pero nun­
radica en el reconocimiento de la imposibilidad ca reducidas una a la otra.
de poner en palabras lo que acontece en la carne.
Tal como apunta Rodrigo del Río, hay una vincu­
lación estrecha e íntima entre la acción y el ruido HACIA UNA FILOSOFÍA
del reggaetón:
POR DEMANDA: EL QUIASM0
El dembow trae un resabio de ataque y aco­ Y LA ESCUCHA
metida porque nació de fuerzas centrífugas.
El reguetón mueve la cólera jaranera que no Para Judith Butler, la relación entre la m ateria­
pretende emancipar, pero que sí desarma vie­ lidad corporal y el lenguaje se entiende a través
jas sujeciones. Combinada con el dembow, la de la figura del quiasmo, ya que «están plena­
retórica del reguetón muestra un deseo sin mente inmersos uno en el otro, profundamente
metáforas..., o las somete a rimas e imágenes conectados en su interdependencia, pero nunca
de un fracasado refinamiento... Se afirma ono- plenamente combinados entre sí, esto es, nun­
matopeya gutural... y el eufemismo evidente... ca reducido uno al otro y, sin embargo, nunca
Es así que el reguetón responde con letras ren­ uno excede enteramente al otro» (2002: 111).
corosas, sin sospecha, que muestran la cruda Así, los procesos de significación o interp re­
presencia de su deseo. La poesía cortesana tación del mundo y la corporalidad no pueden
goza en la polisemia, disemina sus ruidos para desanudarse, así como tampoco los afectos
que adopten distintos significados: el reguetón, o deseos implicados en las diversas formas (crí­
en cambio, insiste en la intimidad tan cercana ticas o no) de habitar el mundo. Señalar este
carácter quiásmico de la relación entre ambas atención crítico a la incapacidad de nuestros for­
dimensiones es un punto de arranque para rear­ matos académicos para com prendery recuperar
mar el vínculo entre los movimientos feministas esa dimensión corpórea, carnal y deseante que la
y queer y la academia filosófica. En otros térm i­ acción política de la calle, cotidiana u organizada
nos, el quiasmo señalado por Butler ofrece ele­ en momentos precisos, sí está logrando articular.
mentos importantes para hacer una relectura de Es en tal sentido que la idea de una filosofía
la facultad de juzgar que, como bien reconoció por demanda se torna relevante: una filosofía cen­
Kant, tiene en su núcleo una confluencia muy trada en la escucha, tal como plantea Rita Segato
particular entre sensibilidad y entendimiento. a propósito de la antropología por demanda
Más aún, que Lara y Butler retomen la no­ que ella misma pone en práctica, esto es,
ción de perform atividad del lenguaje en sus
proyectos ya nos plantea el problema de la rele­ una antropología atenta e interpelada por lo
vancia que tiene el cuerpo en las formas de in­ que esos sujetos nos solicitan como conoci­
terpretar el mundo, así como de los afectos. «El miento válido que pueda servirles para acce­
habla es corporal, pero el cuerpo a veces excede der a un bienestar mayor, a recursos y, sobre
el habla; y el habla permanece irreducible a los todo, a la comprensión de sus propios proble­
sentidos corporales de su enunciación» (Butler mas. [...] [Lo que hace falta para lograrlo es] la
2004: 251). Así, las interpretaciones del mundo apertura a esa demanda del otro (la otra, Ix
que los públicos comparten siempre pueden ser otrx) sobre nosotros como método, teoriza­
rebatidas por los cuerpos y sus afectos, es decir, da, deliberada e inscrita en el discurso teórico
excedidas. Tal como muestran las múltiples mani­ (2013: 13).
festaciones feministas y queer del reggaetón y el
perreo, los cuerpos exceden las significaciones En breve, una filosofía (feminista) por demanda se
sociales del género y la sexualidad y, con ello, rei­ articula en virtud de la escucha. Se desplaza de
vindican racionalidades corporeizadas y desean­ la consideración de un privilegio sobre la produc­
tes que el proceder académico y filosófico, cen­ ción de juicios y cede ante la demanda que los
trado en la figura del pensador solitario e inmóvil cuerpos y sus fuerzas afectivas operan en su ac­
heredada por el pensamiento cartesiano, no ha tuar político a través del baile y el reggaetón. En
logrado comprender. ese sentido, esta filosofía por demanda no es in-
En esa medida, la relación quiásmica entre telectualista, ya que no rompe tajantemente con
cuerpo y lenguaje en el contexto del vínculo entre, el lenguaje común y radicalmente democrático
por un lado, la protesta reggaetonera y perrea- del reggaetón. No obstante, tampoco se pierde
dora que los movimientos fem inistas y de las su especificidad, pues finalmente se trata de un
disidencias sexo-genéricas de nuestros días nos quehacer cuyas características lo separan de
ponen enfrente y, porel otro, la laborde la filoso­ otros ámbitos y modos de referirse al mundo.
fía fem inistayqueercom o disciplina quetambién Haciendo eco del punto donde inició esta
repunta en los tiempos de la cuarta ola, ha de con­ reflexión, colocar la escucha en el centro de la
cebirse como una apelación a la escucha recípro­ interacción entre la protesta feminista y queer,
ca. En otros términos, se trata de un llamado de que tiene como una de sus herramientas la re­
apropiación del reggaetón y el perreo, y la aca­ . 2017a. Cuerpos aliados y lucha política.
demia filosófica feminista que busca problemati- Hacia una teoría performativa de la asamblea,
zar los términos del discurso que hoy vertebran trad. María José Viejo, Buenos Aires, Paidós.
nuestro mundo, nos permitiría mantener abierta . 2017b. Mecanismos psíquicos del poder,
la puerta al cuerpo y sus afectos, los cuales mo­ trad. Jacqueline Cruz, Madrid, Cátedra.
vilizan nuestra capacidad de juicio y, por tanto, C r u z , F e r n a n d a . 28 de abril de 2022. «A mi
de comprensión de nuestro pasado con miras a profesora no le gusta el perreo», lista de
una transformación radical de nuestro porvenir. reproducción, YouTube. Disponible en <ht-
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en ocho ensayos, Buenos Ai res, Prometeo.
UNA PARDO IBARRA

Entre 2018 y 2019, las artistas Alejandra Aragón (Ciudad Juárez) y Sonia Madri­
gal (Ciudad Nezahualcóyotl) realizan Paisajes paralelos, proyecto de fotografía co-
laborativae intervención en espacio público en el que contrastan las coincidencias
entre el paisaje de Ciudad Juárez (Chihuahua) y del Estado de México en términos
geográficos y de infraestructura, para evidenciar patrones de precariedad planifi­
cada y su relación intrínseca con la violencia trans*femigenocida. El texto es una
aproximación para comprender de qué forma esta producción de imágenes se
inserta en lo que Rita Laura Segato denomina la maquinaria comunicativa de dicha
violencia; para esto, hago una lectura del proyecto a partir de una analogía con
un término originalmente de la informática: glitch. Asimismo, reflexiono sobre el
potencial de contra-pedagogías de la crueldad que propone Segato para entender
este tipo de prácticas artísticas.
Uno de los principios geométricos de una rela­
ción paralela es la equivalencia de dos elemen­
tos con la condición de que no se intersecten ni
se unan. Alejandra Aragón y Sonia Madrigal, en
las cuatro imágenes que componen la serie fo­
tográfica colaborativa titulada Paisajes Para­
lelos, hacen visibles coincidencias entre los paisa­
jes de Ciudad Juárez (Chihuahua) y los de Ciudad
Nezahualcóyotl (Estado de México), de donde
ellas son originarias respectivamente. Estas simi­
litudes, en términos geográficos y de infraestruc­
tura, revelan patrones de precariedad planificada
en los que las violencias hacia las mujeres*1 están
intrínsecamente relacionadas (Pigeonutt 2021).
Los dos territorios de Ciudad Juárez y del
Estado de México reúnen condiciones simila­
res:2 su carácter fronterizo, el asentamiento de

1 A lo largo del texto la palabra mujer se encuen­


tra intervenida con un asterisco con la finalidad de
desestabilizar la noción biologicista de la categoría,
dando por hecho que hay mujeres cis y mujeres
trans. Las mujeres trans son mujeres.
2 En el documental Soles negros (2018), Julien Elie
evidencia que la escalada de la violencia feminici-
da en Ecatepec en el Estado de México muestra la
vigencia de condiciones y factores similares a las
maquiladoras y la existencia de terrenos despo­
blados los hacen lugares donde se recrudece y
se devela hiperbólica la lógica del capital en el
neoliberalismo, donde la riqueza y la pobreza
resultan inseparables como las caras de una
misma moneda. Allí, el asesinato de mujeres*
adquiere dim ensiones grotescas tanto en su
número como en sus form as, consagrando el
poder del capital, sus alcances por fuera de la
jurisdicción institucional y su funcionamiento es­
tatal subrepticio (Segato 20 16 : 17). Este hecho
ha sido analizado y descrito por Rita Laura Se­
gato desde los primeros años del siglo xxi como
violencia expresiva (2003), donde el feminicidio
se configura como una máquina comunicativa
que afianza el dominio territorial, económico y
político. Así, el patriarcado se apropia tanto del
cuerpo de las mujeres* como de los territorios
(Segato 2003).
Desde los noventa empezaron a escalar
las cifras de feminicidios en el Estado de Chi-

identificadas en Ciudad Juárez. Aun así es necesa­


rio, como nos recuerda la historiadora Emanuela
Borzacchiello, analizar la violencia feminicida en su
transcurrir histórico y reconocer en ella puntos de
cambioy continuidad (2021a).
huahua, particularmente en Ciudad Juárez, con entre otras, se intersectan (Pastrana 2021a) y
los casos lamentablemente paradigmáticos del generan «más posibilidades de que las violencias
Campo algodonero, donde ocho mujeres* fue­ permanezcan impunes» (Carrión 2021).
ron asesinadas y sus restos encontrados en un Si bien a inicios de la década del 20 00 se
predio sembrado de algodón el 6 de noviembre empezó a visibilizar mediáticamente, deman­
de 2001. De estos casos, tres fueron llevados a dar jurídicamente y profundizar analíticamente y
un proceso ante la Comisión Interamericana de metodológicamente sobre la violencia trans*-
Derechos Humanos: el de Esmeralda Herrera femigenocida en México (y en Latinoam érica
Monreal, Claudia Iveth González y Laura Bere- en general), lo cierto es que desde los seten­
nice Ramos M onárrez.3AI día de hoy, veinte años ta en México investigadoras como María Elena
después, sus fem inicidios siguen impunes. In­ M uñozy Guadalupe Murayama ya estudiaban y
concebiblemente lejos de disminuir la violencia analizaban las condiciones laborales de las mu­
trans*femigenocida (Segato 2018), esta ha esca­ jeres* en la maquila en Ciudad Juárez, así como
lado dramáticamente y se ha extendido a otros las afectaciones que esta dinámica laboral tenía
territorios, subrayando su carácter estructural sobre el territorio y sus cuerpos (Borzacchiello
en el que confluyen el crimen organizado, el po­ 20 21 ). Las activistas, fam iliares y académicas
der estatal y las lógicas neoliberales.4 Por esto, han señalado de diferentes form as5 la compli­
es un tipo de violencia que se ve magnificada cidad por parte del Estado y las autoridades
en escenarios donde se conjugan otros tipos de policiales que explican la desatención desde
violencia en la que las experiencias de clase, gé­ el inicio a esta problemática. En este sentido y
nero, sexualidad, racialidad,etnicidad, migración, bajo la lógica de Segato, la impunidad aquí no es
una causa sino una consecuencia, un efecto de la
violencia trans*femigenocida. «Los feminicidios
3 Se trata de la primera sentencia en la que la Corte de Juárez se pueden comprender mejor si deja­
adoptó la perspectiva de género, lo cual representó
mos de pensarlos como consecuencia de la im­
un hito en el acceso de las mujeres a la justicia en La­
punidad e imaginamos que se comportan como
tinoamérica. El 16 de noviembre de 2009, la Corte
productores y reproductores de impunidad»
Interamericana de Derechos Humanos emitió una
sentencia condenatoria contra el Estado mexicano (Segato 2 0 1 6 :4 3 ).
por los asesinatos de Esmeralda Herrera Monreal, Chimalhuacán, Ecatepec, Nezahualcóyotl
Claudia Iveth González y Laura Berenice Ramos y Tecámac son los municipios con mayor recu­
Monárrez. rrencia de feminicidios en el Estado de México
4 «Juárez y sus maquilas cambiaron el paradigma: de acuerdo con el O bservatorio Ciudadano Na-
las mujeres desaparecían y sus cuerpos eran locali­
zados en la vía pública o se esfumaban en el desier­
to. [Marcela] Lagarde agregó al concepto un signi­ 5 Por ejemplo, el documental Señorita Extraviada de
ficado político para denunciar la falta de respues­ Lourdes Portillo (realizado en el 2001) retrata de ma­
ta del Estado y definió el feminicidio como un crimen nera muy contundente la complejidad de esta pro­
de Estado: "una fractura del Estado de Derecho que blemática, al señalara responsables concretos y a su
favorece la impunidad”'» (Pastrana 2021). vez mostrar la naturalización de la impunidad.
cional del Feminicidio (2 01 9). Ecatepec, por miento y resistencia en diferentes ámbitos ante
ejemplo, es uno de los municipios más pobres y el abandono del Estado y de la sociedad civil en
uno de los más habitados del área metropolita­ general.7
na de la Ciudad de México. Dados sus problemas
de violencia, delincuencia y homicidio general,
ha sido considerado una de las ciudades más pe­ RELACIÓN PARALELA
ligrosas del mundo por el Consejo Ciudadano
para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. A si­ Paisajes Paralelos «junta», a modo de ensamble
mismo, su tasa deteminicidios en México es uno fragmentado, fotografías panorámicas de C iu ­
de los motivos por los que el Estado de México dad Juárez y del Estado de México para señalar
cuenta con doble Alerta de Violencia de Géne­ y desnaturalizar tanto las lógicas que las modu­
ro:6 «De acuerdo con el Observatorio Nacional lan como su propia representación. Las artistas
Ciudadano, en los primeros tres meses del año desarticulan la idea de paisaje que en una con­
20 20 aumentaron 58 por ciento los asesinatos cepción visual tradicional se (re)presenta frente
de mujeres, Ecatepec tuvo el mayor incremento» a nosotrxs, donde se reproduce la ficción de un
(Pigeonutt 2021). punto fijo de observación y con esto la defini­
Frente a este escenario atroz, las mujeres* ción de un horizonte que preserva distancia de
han tenido que hacer uso de estrategias singula­ quien observa, y con el que generalmente nos
res para caminar y vivir en sus territorios y sor­ relacionamos de forma contemplativa.
tear el miedo. Esto ha llevado al desarrollo de Los dos paisajes que ensamblan Aragón y
estrategias de cuidado colectivo, así como a la Madrigal en su proyecto fotográfico correspon­
formación autónoma de grupos de acompaña- den a territorios y lugares en los que sistem á­
ticamente se han encontrado cuerpos y restos
de mujeres* asesinadas, y donde fam iliares y
6 «Las Alertas de Violencia de Género contra las madres han exigido justicia por sus hijas. En una
Mujeres son un mecanismo de protección dentro de las fotografías de la serie, vemos la panorá­
de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una mica del campo algodonero que contrasta con
Vida Libre de Violencia para garantizar a las mujeres el límite de Ciudad Juárez entrelazada con una
y niñas una vida libre de violencia. La primera Aler­ imagen del río de La Compañía, que sirve como
ta de Género para el Estado de México fue declara­ frontera y vía de acceso entre los municipios de
da en julio de 2015 y contempla once municipios: Chimalhuacán y Ciudad Nezahualcóyotl en el
Chimalhuacán, Chalco, Cuautitlán, Ecatepec, Ix-
Estado de México. Se alcanzan a ver cruces ro­
tapaluca, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Tlalnepan-
tla, Toluca, Tultitlán y Valle de Chalco. La segunda
Alerta, enfocada a la desaparición de niñas, adoles­ 7 Algunos de estos colectivos y agrupaciones son:
centes y mujeres, fue declarada en octubre de 2019 la Asamblea Nos Cueremos Vivas Neza, Vivas en la
en siete municipios de la entidad: Chimalhuacán, Memoria, 25N Neza-Chimalhuacán, Mujeres del
Cuautitlán, Ecatepec, Ixtapaluca, Nezahualcóyotl, Oriente que Luchan, Colectiva Moradasy Liberta­
Toluca y Valle de Chalco» (ver referencias). ria Fanzine (Pigeonutt 2021).
sas; una reflejada en el agua y otras de menor cableado eléctrico, la arquitectura, los elementos
tamaño. Al fondo, la escultura monumental del naturales como el agua, la tierra y las plantas, y
G uerrero Ch¡ma11¡8 mira desde su altivez mo­ por el otro con la disociación permanente de sus
dernista hacia el canal de agua que se encuentra partes. Esta estrategia de dislocación visual lle­
en primer plano. va a buscar de manera intuitiva la coherencia o
A partir de cortes verticales y del desfase de una secuencia lógica para entender cómo funcio­
la parte superior e inferior de la imagen, se sin­ na esta i magen. De este modo, la pieza genera un
cronizan las espacialidades de los dos paisajes conflicto visual y con ello un esfuerzo para quien
de origen. Este ejercicio de deconstrucción y re­ mira; la dinámica que se nos presenta funciona
composición que realizan las fotógrafas nos deja en parte como una especie de rompecabezas o
ver códigos y relaciones comunes entre arqui­ de juego óptico al que nos vemos enfrentadxs.
tectura, traza urbana y naturaleza de estos dos Así, creo que las imágenes que proponen las
escenarios. Además, comprendemos de manera artistas generan incomodidad, nos exigen verlas
compleja el paisaje, no solo como el escenario repetidas veces, cuestionarlas y descifrarlas. Por
donde se encuentran mujeres* asesinadas. Las tanto propongo entenderlas, valiéndome del
artistas señalan el carácter activo y estructural vocabulario digital, bajo la lógica del glitch,9 al ser
del paisaje, cuyas condiciones especificas son una visualización momentánea de la constitución
reproductoras de violencia trans*femigenocida. de la materialidad digital. Muchas veces un glitch
También se evidencia al paisaje como una cons­ es percibido como un error; por el contrario, al
trucción humana y como dispositivo visual que no entorpecer el flujo o el proceso digital en el
puede reproducir y naturalizar narrativas, dis­ que se manifiesta, permite experimentar la con­
cursos y lógicas de un territorio y sus habitantes, figuración o la estructura del mecanismo de una
o por el contrario, cuestionarlas, confrontarlas y forma inusual o inesperada según la norm ativa,y
desestabilizarlas. de ahí distingo su potencial crítico dado que abre
Los co rtes en los que se ensam blan los la posibilidad de preguntarse por la lógica y cua­
paisajes perm iten observar sus sim ilitudes y lidad del mecanismo. En este sentido es que me
contrastes. La estructura entrecruzada e inte­
rrumpida resultante juega por un lado con la
correspondencia de ciertos elementos como el 9 La traducción literal de esta palabra es falla: «Un
pequeño problema o falla que impide que algo sal­
ga bien o funcione como debería» (Cambridge Dic-
8 El Guerrero Chima11i es una escultura realizada tionary, la traducción es mía). Respecto al carácter
por Enrique Carbajal, cuyo seudónimo es Sebas­ inesperado e incluso sorpresivo que un glitch com­
tián. La obra fue realizada en 2014, mide sesenta porta en el ámbito de la informática, es útil la defi­
metros y su realización costó treinta millones de nición disponible en Wikipedia: «En el ámbito de la
pesos, un hecho controversial por ser destinada informática o los videojuegos es un error que, al no
para un municipio en donde seis de cada diez per­ afectar negativamente el rendimiento, jugabilidad
sonas viven en algún nivel de pobreza. Fue conside­ o estabilidad del programa o juego en cuestión, no
rada por parte de la población como una imposición puede considerarse un fallo, sino más bien una ca­
en su territorio (Ortuño 2014). racterística no prevista».
parece útil el término como una analogía concep­ titla (Ecatepec de Morelos) en 20 18 por Sonia
tual para comprender la maniobra que proponen Madrigal junto a un grupo de mujeres* que com­
las artistas. La interrupción simultánea de estos partieron el espacio, y Alejandra Aragón se unió
dos paisajes fotográficos genera un tercero que a la acción de manera simultánea intervinien­
muestra elementos estructurales del territorio do un muro en Ciudad Juárez. En una segunda
que definen la vida de las mujeres*; así, la pieza ocasión, se realizó la misma actividad en C iu­
permite la convergencia de paisajes «distantes» dad Nezahualcóyotl con otras mujeres* artis­
que se han cristalizado como escenarios de vio­ tas en el evento «Mujeres desde la periferia»
lencias, como geografías del miedo, constituyén­ y en Ciudad Juárez en el marco de una activi­
dose como parte de la gramática de la violencia dad convocada por la Casa Centro X 1 6 11 que
trans*femigenocida y compartiendo elementos se llamó «Mujeres sin fronteras». El proyecto se
que se consolidan como lenguaje (Segato 20 16 : ha gestionado y financiado con los recursos y
45). De este modo, la cualidad deglitch que pro­ esfuerzos autónomos de las artistas, y aunque
pongo para comprender estas imágenes tiene Alejandra y Sonia esperan seguir realizando in­
que ver con la deconstrucción y recomposición tervenciones en el espacio público tanto en Ciu­
de los paisajes que hacen Alejandra Aragón y dad Juárez como en el Estado de México, el desa­
Sonia Madrigal para desestabilizar la forma acos­ rrollo de la acción se vio frenado por la pandemia
tumbrada y pasiva con la que son percibidos y de Covid-19.12
representados estos territorios: las artistas nos La intervención en el espacio público con
acercan a preguntarnos por el carácter estruc­ las fotografías insinúa un juego de miradas para
tural de este paisaje geopolítico para develar su Ixs observadorxs entre el paisaje en el que se en-
código. cuentranyel ensamblaje visual que les inquiere.
Esta maniobra de visibilizar la relación para­ Así, quien mira no está frente a la foto, sino que
lela de dichos paisajes se condensa en un segun­ esta en «medio» de los paisajes. Las imágenes
do momento en el que las autoras (en algunos Ixs invitan a «girarse», a «volteara ver» en dónde
casos con otras mujeres*) intervienen el espacio
público de Ciudad Juárez y el Estado de México
impresas que son pegadas generalmente con engru­
con la versión impresa de estas imágenes. Para
do. Si bien puede realizarse deforma individual, son
la comprensión de este proyecto fotográfico, es muy representativas las jornadas de paste up en
fundamental el interés que las artistas tienen las que se convoca a diferentes artistas callejerxs a
en la circulación de las imágenes dentro de los participar en la intervención de un muro en espa­
territorios que están representados en la serie cio público. Para Paisajes Paralelos, el tamaño de las
fotográfica. La circulación de estas imágenes se imágenes que pegaron las artistas fue de cien cen­
realizó en paste up o pega10 en Santa Clara Coa- tímetros de ancho por 150 centímetros de largo
aproximadamente.
11 Casa Centro X 16 es una casa cultural autogesti-
10 El paste up o pega es una técnica del arte calle­ va que se encuentra en el centro de Ciudad Juárez.
jero mediante la cual se intervienen muros en la 12 Sonia Madrigal, mensaje de WhatsApp, 5 de no­
calle con gráficas o ilustraciones hechas a mano o viembre de 2021.
se encuentran y preguntarse qué tienen en co­ Aquí la cámara fotográfica es una cámara que
mún esos dos lugares que se presentan ensam­ tiene cuerpo de mujer* que recorre un territorio
blados en la imagen. sembrado soberanamente por el terror.13 Tomar
fotos se convierte en un accionar frente a estos
parajes, es un posicionamiento en el que deciden
SOMOS MALAS. parar, ver y no seguir de largo. Tomar fotos es
un acto encarnado y en este caso una afrenta al
PODEMOS SEP MONTONES miedo. Después, en el ensamblaje de estos pai­
sajes, ellas se reúnen para decididamente «meter
Antes que hacer imágenes juntas mano», para interferir la imagen aparentemente
Alejandra y Sonia deciden compartirse. perenne de sus respectivos territorios, para des­
Antes que encontrarse como artistas naturalizar el pretendido aislamiento de estos
Alejandra y Sonia se encuentran como aliadas. escenariosyconjurarsu relación paralelaquede-
Antes que trabajar en colaboración fine la vida de miles de mujeres* para finalmente
Alejandra y Sonia devienen manada. intervenir el espacio público con las imágenes
Antes que entenderse como fotógrafas resultantes y hacer que los muros dejen de ser
Alejandra y Sonia se reconocen como mujeres* testigos mudos y hablen.
que habitan territorios precarizados La imagen antes mencionada nos presen­
y reproductores de violencias hacia ta «la espalda» de la ciudad y del municipio, el
sus propios cuerpos y existencias. campo algodonero y el canal de aguas con sus
historias de horror. Son escenarios custodiados,
Como Alejandra Aragón señala, este proyecto casi como una terrible broma, por un guerre­
surge al reconocerse mutuamente en su trabajo ro rojo, emblema fálico de los rezagos del arte
fotográfico: moderno, hecho por Sebastián, que con esta

Entendimos que los paisajes eran muy pareci­


dos no solo por nuestra mirada, la geografía o 13 Como afirma Segato: «El poder soberano no se
características naturales de nuestros respec­ afirma si no es capaz de sembrar el terror. Se dirige
tivos entornos, sino porque existe una deter­ con esto a los otros hombres de la comarca, a los tu­
minante correlación entre las infraestructuras tores o responsables de la víctima en su círculo do­
deambos lugares. La marginaciónynegligen- méstico y a quienes son responsables de su protec­
cia que devela el paisaje están profundamente ción como representantes del Estado; le habla a los
hombres de las otras fratrías amigas y enemigas para
ligadas a las violencias que sufren las mujeres,
demostrar los recursos de todo tipo con que cuen­
incluso los lugares donde son hallados sus
ta y la vitalidad de su red de sustentación; le confirma
cuerpos tienen una semejanza particular. Los
asusaliadosysociosen los negocios que la comunión
altos niveles de feminicidios que ocurren en el y la lealtad de grupo continúa incólume. Les dice que
Estado de México y en Ciudad Juárez no son su control sobre el territorio es total, que su red de
coincidencia. alianzas es cohesiva y confiable, y que sus recursos y
contactos son ilimitados» (2016:46).
pieza reproduce todos los lugares comunes de mujeres* por interferir en la maquinaria comuni­
la masculinidad hegemónica, tanto en el espacio cativa de la violencia trans*femigenocida (Segato
público como dentro de la producción artística. 2016). Por eso se juntan y se encienden, como
Es difícil no señalar la relación irónica entre el diría Ahmed, como estrategia contra la desola­
paisaje de Sonia y Alejandra y ese guerrero que ción, porque solas somos malas, pero podemos ser
no defiende a nadie más que a sí mismo, símbolo montones.
por demás del despilfarro de recursos públicos
en un escenario que definitivamente los podría
ocupar para subsanar problemáticas básicas OIOS NO LAS m e s,
como el acceso al agua.
Creo así que podemos entender esta serie
PERO ELLAS S Í SE JUNTAN
fotográfica como un tipo de materialización de
lo que Sara Ahmed llama voluntariedad cuando Más que una serie fotográfica o una obra de arte
menciona que el apelativo «voluntariosa» es la que podemos analizar en un sentido tradicional,
manera de descalificar a las mujeres* que expre­ me interesa para su lectura una afirmación que
san su voluntad, y que juzgarlas de ese modo hizo Emanuela Borzacchiello: «No podemos
funciona como una técnica de disciplinamiento analizar un feminicido como el robo de un coche»
heteropatriarcal sobre el cuerpo, voz y moral de (2021a). Quiero valerme de mi desempeño como
las mujeres*. Para Ahmed, «la palabra voluntario­ artista y actualmente como historiadora del arte
sa nos rodea cuando nos hacemos feministas» y apropiarla (quizás aún de una forma incipiente)
(2018: 105), pues expresa una voluntad que de­ para tensionar el acercamiento a producciones
sea, que no está conforme, que quiere cambio y como la que nos presentan en este caso Alejan­
por tanto no se puede quedar callada: «Hacerse dra y Sonia, así: no podemos analizar una obra
feminista significa hacerse audible, el feminismo de arte frente a la violencia trans*femigeno-
como rito para hacerse oír; gritar para hacer visi­ cida como una obra de arte cualquiera. Es­
ble la violencia; el feminismo como la adquisición pecialmente si entendemos que la producción
de una voz» (107). simbólica también es un lugar de disputa en la
Así, Alejandra y Sonia son voluntariosas al reproducción de distintas violencias, así vemos
interveniry desmantelar el paisaje que ha defini­ como la problemática también reside en la res­
do sus experiencias y la vida de muchas mujeres*. ponsabilidad de los medios masivos de comuni­
Pero, sobre todo, son voluntariosas porque cuan­ cación en general y especialmente de la prensa al
do las mujeres* sejuntan,com o propone Ahmed, reproducir narrativasy visualidades descarnadas,
hacen de la voluntariedad un proyecto (2018). Se ultra violentas y revictimizantes que perpetúan
trata de mujeres* que no solamente se recono­ y normalizan la basurización de las mujeres*14
cen en condiciones o experiencias similares, sino
que también «se reconocen mutuamente en esta
actitud voluntariosa» (2 0 1 8 :1 2 0 ) en el deseo de
señalar las injusticias, en la decisión de ser malas 14 Ver BardWigdor 2017, Juárez 20 17y Luna 2017.
com oenelcasolam entableyruinde Ingrid Esca­ a «regresar humanidad» (Borzacchiello 2021a) a
rní lia15y el trato que dio la prensa a su asesinato. las mujeres* asesinadas y desaparecidas, y con
Del mismo modo, es urgente preguntarse: ello a las personas en general. Frente a estos
¿cuál es el papel que tiene el arte frente a esta hechos atroces y a la producción simbólica que
problemática? No podemos olvidar que el arte detonan, lo que nos queda es involucrarnos en
no tiene una condición inherente que lo exima de reclamar la vida (Segato 2018).
reproducir violencias;16 por el contrario, ha sido Por ello me interesa reconocer en Paisajes
uno de los medios que ha estado al servicio del Paralelos la práctica de lo que Segato denomina
poder y, aún más, el arte es una categoría que se contra-pedagogías de la crueldad (2018), pues bus­
gesta y reproduce lógicas de dominio patriarcal ca desestabilizar la crueldad normalizada, recla­
racista capitalista y colonial (Pollock 2007). De ma el acto de desobedecer y especial mente por­
este modo, considero que una práctica artística que rescata los lazos comunitarios que pueden
feminista podría abonar sus esfuerzos y acciones restaurar las mujeres* y otrxs que son violenta-
dxs de múltiples formas en el sistema cishetero-
patriarcalblancocolonialcapitalista,17 a partir de
15 Ingrid Escamilla fue asesinada brutalmente en prácticas culturales, comunicativas y de cuidado
la madrugada del 9 de febrero de 2020 en la Ciu­ que no hacen parte de lo que Segato denomina
dad de México por su pareja Érick Francisco Ro­ como el proyecto histórico de las cosas, sino del
bledo Rosas. Las imágenes tomadas por los servi­ proyecto histórico de los vínculos (Segato 2016:
cios periciales fueron filtradas y difundidas en los 30), prácticas que se oponen cardinalmente a los
diarios ¡Pásala! y La Prensa, y en redes sociales. La intereses del capital que magnifica y usufructúa
organización de derechos humanos A rticlel9 el
las diferentes opresiones.
15 de febrero de 2020 condenó la filtración de las
Encuentro así que la circulación del proyec­
imágenes «dado que contravienen los protocolos
to en los territorios de Ciudad Ju á re zye l Estado
de actuación en la investigación de feminicidios y
de México, por medio del paste up en el que un
estándares internacionales de derechos humanos.
Por ello, estas acciones por parte de personal de la grupo de personas toma un espacio para inter­
[Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de Méxi­ venirlo visualmente, es aún más representa­
co] son una violación a los derechos humanos de las tivo en este caso porque se trata de mujeres*
víctimas y de las mujeres» (2020). tomando el espacio público desde la gráfica y la
16 Rigoberto Reyes Sánchez, en el artículo «Las fotografía. Hay una cualidad performática y re-
muertas de Juárez: producir arte desde el trauma lacional que prepara este espacio incluso antes
social» (2012), debate en torno a las políticas de la que la imagen sea dispuesta allí. Podemos se­
representación del dolor y la violencia en el mundo
ñalar que esta dinámica colectiva, que también
contemporáneo marcado por el exceso de lo visual
tiene un interés político feminista de apropiarse
que deviene en espectáculo. Para esto problemati-
las calles, genera y afianza vínculos entre muje-
za la instalación «Visite Ciudad Juárez», creada por
la artista Ambra Polidori, y se pregunta cómo puede
el arte hablar y dar imagen a esta problemática sin
contribuir a la revictimización y al trauma social ge­ 17 Sí, así de corrido, como en un rap, porque es así
nerado por la violencia exacerbada. de fulminante.
res* de estos territorios que han estado acos­ dejan entrever, como dice Remedios Zafra, que
tumbradas a moverse individualmente de otras «el mundo es reprogramable» (2 0 1 7 :1 5 ), que las
formas. Aquí, como parte de una colectividad mujeres* y otrxs no estamos solxs, que la apues­
comprometida, pueden habitar de otra mane­ ta es juntarnos y ser juntxs, como las juntas de
ra el espacio que generalmente las atemoriza y una construcción para fraguar modos de habitar
agrede. Esto permite considerar el impacto par­ que no solo nos protejan, sino que nos permitan
ticular de este proyecto en térm inos pedagógi­ la alegría y el amor.
cos y comunitarios.
De esta manera, la relación que Alejandra
y Sonia establecen entre fotografía y paisaje re­ REFERENCIAS
bate los acercamientos habituales desde pers­
pectivas etnográficas, turísticas e incluso artís­ Ahmed, S a ra . 2018. «Voluntariedad y subjetivi­
ticas, al menos en un sentido tradicional. Para dad feminista», Vivir una vida Feminista, Bar­
esto es útil el acercamiento que propone Rían celona, Edicions Bellaterra, pp. 97-128.
Lozano para entender prácticas culturales que A r t ic le 1 9 . 2020. «Ante el feminicidio de Ingrid
desbordan los límites de su accionar. Lozano se Escamilla, la Fiscalía de la C D M X debe po­
refiere a ner alto a las filtraciones», Articlel9, 15 de
febrero. Disponible en <https://articulol9.
las prácticas culturales como el conjunto hete­ org/ante-el-fem inicidio-de-ingrid-escam i-
rogéneo de actividades que han llevado a cabo I la-la-fiscal ia-de-la-cdm x-debe-poner-a I-
algunos teóricos, docentes, artistas, activistas, to-a-las-ñltrac¡ones/>.
etcétera, que superan los límites de sus activi­ B a r d W ig d o r , G a b r ie la y Paola Bonavitta.
dades tradicionales y abren el campo de actua­ 2017. «"No viajes sola”: el doble feminicidio
ción al sentar las bases para el desarrollo de un de mujeres argentinas en Ecuador» (en lí­
tipo de práctica colectiva. Aquí el sentido de co­ nea). Anagramas, vol. 15, núm. 30, enero-ju-
lectividad no hace referencia necesariamente a nio, pp. 165-182.
la autoría, sino a la persecución de objetivos B o r z a c c h ie l l o , E m a n u e l a . 2021a. "Feminici­
comunes: la respuesta a esas cuestiones polí­ dio: una revisión histórico crítica de la cate­
ticas (2010: 79). goría”. Conferencia presentada en el Semi­
nario de Redes Femeninas en la Historia y
De este modo, Paisajes Paralelos no es la ilustra­ Estudios de Género, El Colegio de Jalisco,
ción de una problemática social; más bien, puede Zapopan, 27 de mayo de 2021.
articular crítica, agencia y fortalecer procesos . 2021b. "Investigar sobre la violencia fe-
comunitarios con incidencia política real, que miniada: Un trabajo feminista de excavación
permite cruzar fronteras, yuxtaponer paralelos, arqueológica”. Conferencia presentada en
encontrar mujeres* que intentan otras formas la Red Interamericana Anti Femicida, 23 de
de ver, de convocar y que comparten una ética de septiembre de 2021.
hacer distinta. Al colarse a modo de glitch en la
máquina comunicativa trans*femigenocida nos
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ISABEL RENTERÍA

W endy Sánchez, artista y diseñadora gráfica tapatía, desapareció el 9 de enero


de 2021 en el trayecto de San Francisco, Nayarit, a Guadalajara, Jalisco. Desde
entonces, por medio del hashtag #TeBuscam osW endy, se convocaron movili­
zaciones digitales en las que la comunidad artística mexicana y de las redes socia­
les acudieron al llamado de publicar, entre otras cosas, manifestaciones gráficas
como exigencia para su pronta localización y para no dejarla en el olvido. La vira-
lización del caso de W endy Sánchez produjo una respuesta atípica en las autori­
dades ante su desaparición y, a su vez, se convirtió en un ejercicio de memoria.
En el presente trabajo, a partir de la estrategia de difusión y mediatización del
caso de W endy Sánchez vía Twitter, se indagará alrededor de la manifestación
gráfica en redes sociales, en el marco del fenómeno de la desaparición de las mu­
jeres en México, como mecanismo de resignificación de memorias colectivas.
A Wendy Sánchez, su familia y amistades.

Escapé a Guayabitos, Nayarit, los últimos días de tomar la carretera federal, nunca llegó a la caseta
junio. Desde el momento en que pisé el pequeño de Compostela.
estado rodeado de montañas, mi viaje estuvo en Desde el primer instante en que se perdió
constante compañía de carteles, murales, grafitis, la comunicación con W endy unas horas después
pancartas y la frase Te buscamos, Wendy. Recor­ de iniciar su trayecto, su familia decidió empren­
daba mientras miraba los árboles de la carretera
por la que la artista W endy Sánchez, dueña de la
tienda de arte Marea en San Francisco, Nayarit,
viajaba rumbo a Guadalajara el día de su desapa­
rición, que ella nos hacía falta. Cada rincón de la
Rivera Nayarit hacía eco de su ausencia porque
Wendy, su sonrisa, su cabello ondulado hasta
los hombros, sus cejas pobladas, los motivos
florales y las pecas que enmarcan sus ojos ca­
fés, se habían grabado en mí y en todo el mundo
luego de que la comunidad artística mexicana y
de las redes sociales nos inundaran con retra­
tos suyos bajo el hashtag #TeBuscamosWendy.
W endy Sánchez desapareció el 9 de enero
de 2021 en el trayecto de San Pancho a Compos-
tela, Nayarit. Un día antes le había confirmado
a su hermana, Karla, que saldría temprano de
casa para visita r a su fam ilia en G uadalajara,
nT£t?c/scfi/n6S wbno £ .
de donde es oriunda, como hacía con frecuencia.
Sin embargo, después de salir a las siete de la ma­
ñana en una Jeep Cherokee 2015 color blanco y

Mariana Lorenzo (Maremoto), «Van cinco días


y aún no sabemos dónde está Wendy»,
2021, retrato digital.
der su búsqueda y emitir un reporte ante el 911 posición y recursos, esto no fue suficiente. Poco
para levantar una carpeta de investigación. El 10 a poco el abandono del caso por parte de las au­
de enero de 2021, el hermano de Wendy, Baruc toridades del Estado se ha hecho latente y, a un
Sánchez, compartió una ficha de búsqueda vía año de su desaparición, no se han presentado
Twitter en la que se incluían todos los datos para avances sustantivos.
su pronta localización. Para el 11 de enero, la Co­ A pesar de ello, el caso de W endy Sánchez
misión de Búsqueda de Personas del Estado de cuenta con uno de los mayores índices de me-
Jalisco y la Fiscalía del Estado de Nayarit ya ha­ diatización y presencia en redes sociales, princi­
bían emitido la ficha de búsqueda oficial. Parale­ palmente vía Twitter, durante el 2021, en donde
lamente, entre esta fecha y el 14 de enero, Baruc el uso de la imagen como manifestación gráfica
se encargó de realizar tuits constantes arrobando cumple con un papel crucial. Su búsqueda re­
a figuras públicas, como Guillermo del Toro o el presenta el esfuerzo colectivo de la comunidad
equipo de fútbol Las Chivas, solicitando que re- artística mexicana y de las redes sociales por no
tuitearan la ficha para mediatizar el caso. dejarla en el olvido y exigir su pronta localización.
Además de iniciar los protocolos de búsque­ Por ello, en este texto, a partir de la estrategia
da correspondientes, como la emisión del Proto­ de difusión y mediatización del caso de W endy
colo Alba, mediante el cual se realiza la búsque­ Sánchez vía Twitter, indagaré al rededor de la ma­
da inmediata para la localización de mujeres y nifestación gráfica en redes sociales en el marco
niñas desaparecidas, y el cual facilita la actividad del fenómeno de la desaparición de las mujeres
en conjunto con las fiscalías, procuradurías y las en México como mecanismo de resignificación de
comisiones locales de búsqueda de personas, la memorias colectivas.1
familia de W endy decidió recorrer la autopista
preguntando en cada caseta y retén de la G uar­
dia Nacional si tenían información sobre su pa­ XTSBUSCAMOSWSNDY
radero. El 12 de enero iniciaron las labores de
búsqueda de campo por parte de las fiscalías La estrategia de difusión y mediatización efec­
de N ayarity Jalisco, mientras que las m ujeresy la tuada por Baruc Sánchez en redes sociales, prin­
comunidad de San Pancho tomaron la iniciativa cipalmente en Tw itter, fue de vital importancia
de pegar carteles, así como realizar búsquedas para la pronta respuesta por parte de las auto-
por los alrededores. ridadesal casodeW endyqueen múltiples ocasio­
A los siete días de su desaparición, familiares nes se consideró como atípica por la inmediatez
y amigos hicieron una manifestación pacífica en con la que las fuerzas del Estado desplegaron su
Casa Jalisco, donde el gobernador del estado de
Jalisco, Enrique Alfaro, electo en 2018 y militan­
1 Agradezco a Ernesto Priani Saisó y a mi familia,
te de Movimiento Ciudadano, se comprometió a
cuya lectura del primer borrador enriqueció la cons­
ponertododesu parte para la pronta localización
trucción de este texto; así como a Nely Esther Mal-
de Wendy. Sin embargo, a pesar de que durante donado Escoto y a Pietro Ameglio por introducirme
los primeros días de búsqueda las fiscalías de los en el mundo de los estudios de la memoria y en la cul­
estados de N ayarity Jalisco pusieron toda su dis­ tura de paz y no violencia, respectivamente.
búsqueda de acuerdo con los protocolos corres­ sumarse a una jornada de creación artística por
pondientes. Esta estrategia incluyó movilizacio­ Wendy. La invitación consistía en tuitear inter­
nes digitales, como la emisión de convocatorias venciones fotográficas o piezas propias bajo el
para jornadas de tuits masivos y de creación mismo hashtag para continuar con la difusión del
artística durante cinco días consecutivos del 11 caso. El 14 de enero se refrendó la invitación y
al 15 de enero de 2021, cuyo inicio estuvo de­ se convocó a una movilización digital que pedía a
marcado por la aparición del hashtag#TeBusca- las personas tomarse una fotografía sosteniendo
mosWendy. un cartel con su nombre, localización y el hash­
El 11 de enero de 20 21 , Baruc emitió una tag. Para ambas invitaciones se dio la instrucción
convocatoria en su perfil de Tw itter en la que in­ de incluir la palabra clave Wendy, interactuar
vitaba a realizar tuits masivos utilizando el hash­ con otros tuits, realizar un máximo de seis tuits
tag a partir de las 8 p. m. del mismo día, para posi- por hora, limitar el uso del hashtag a un solo tuit
cionarlo como trending topic nacional. Para las y arrobar las cuentas de Enrique Alfaro y Anto­
11:45 p. m. el hashtag #TeBuscamosWendy al­ nio Echeverría, gobernador de Nayarit. El 15 de
canzaba el número 1 en tendencias nacionales enero se convocó a una última movilización digi­
con poco más de 40 ,6 00 tuits (Baruc Sánchez tal masiva, y el 11 y 12 de enero se logró el posi-
2021). Se replicó la dinámica para el 12 de ene­ cionamiento del hashtag #TeBuscamosWendy y
ro ,y el 13 Baruc haría un llamado a la comunidad la palabra clave Wendy como tendencia nacional
artística mexicana y de las redes sociales para (Signa_Lab it e s o 2021).

Todos a twittear co n el hashtag

#T eBuscamosWendy
H a g a m o s tren d in g topic n a c io n a l para que todo
M é x ic o b u sq u e a W e n d y

Hoy Lu n es 11 c o m e n z a m o s a twittear a las 8 PM

Baruc Sánchez, «#TeBuscamosWendy», TweetBinder. análisis que muestra que en la semana


2021, cartel digital. del 25 de septiembre al 4 de octubre de 2021
se realizaron un total de 218 tuits, con 282,204
impactos potenciales.
Varios autores, memorial digital #TeBuscamosWendy, alojado en Google Fotos, 14 de enero - 22 de junio, 2021, collage.
El conjunto de actividades durante la prime­ un 23,54% son mujeres. El estado de Jalisco
ra jornada, así como en todas las posteriores, lo­ presenta el índice más alto de desaparición con
graron mantener un posicionamiento constante 11,081 personas desaparecidas, seguido de Ta-
del hashtag en Tw itter durante todo el 2021. Es maulipas y Sinaloa. W endy Sánchez forma parte
importante señalar que el uso de la imagen fue del 15,74% de mujeres desaparecidas entre los
crucial en el éxito de la difusión y mediatización estados de Jalisco y Nayarit, en comparación
del caso, con la participación de artistas como con el resto de la República. Es importante se­
Maremoto, Ladance, Eri's Harmony, Sofía Weid- ñalar que estas cifras son fruto del aumento en
ner, entre otros. Entre los tuits con contenido los casos de desaparición de mujeres en México
gráfico podemos encontrar ilustraciones aná­ desde 2007, que responden a
logas y digitales, fotografías, i ntervenciones foto­
gráficas, carteles de búsqueda e intervenciones a dos procesos macroestructurales vinculados
los mismos. Notoriamente estos han mantenido entre sí [que] participan en la producción de
mayor alcance que aquellos con solo texto. A si­ desapariciones de mujeres, niñas y adoles­
mismo, el llamado a la comunidad artística mexi- centes: [1] la desposesión de los cuerpos de
canay de las redes sociales a com partiry publicar las mujeres para la acumulación capitalista [...]
material gráfico para exigir la pronta localización y [2] la violencia sistemática contra las muje­
de W endy Sánchez continúa vigente. res [...] con la finalidad de propiciar el control
social y político de las mujeres y otros grupos
vulnerables (Velasco-Domínguez y Castañe-
EL USO DE LA IMAGEN da-Xóchitl 2020: 114).

EN EL EJERCICIO Parte de la violencia sistemática contra las mu­


DE LA MEMORIA AL INTERIOR jeres se traspone también en la ejecución de
los protocolos adecuados para su búsqueda,
DEL FENÓMENO así como en el despojo de su identidad durante
DE LA DESAPARICIÓN el proceso, como forma de olvido. Perdemos la
memoria de quiénes nos hacen falta: sus identi­
DE MUJERES EN MEXICO dades y anhelos se convierten en una cifra en un
conjunto de datos estadísticos, un cartel con sus
En México, de acuerdo con la base de datos del señas particulares y un número de investiga­
Registro Nacional de Personas Desaparecidas ción; son carpetas apiladas al interior de las fis­
y No Localizadas ( r n p d n o ), al 30 de septiem­ calías. No las recordamos. No sabemos sus nom-
bre de 2021 había un total de 77 ,4 73 personas
desaparecidas y no localizadas2 de las cuales
Materia de Desaparición Forzada de Personas,
Desaparición Cometida por Particulares y del Sis­
tema Nacional de Búsqueda de Personas (2021),
2 La distinción entre persona desaparecida y per­ radica en que la ausencia de la primera está relacio­
sona no localizada, conforme a la Ley General en nada con la comisión de un delito.
bres. No (re)conocemos sus rostros. En palabras Gráfica 1. Cantidad de mujeres y hombres
de Baruc, Karla y las amistades de W en, como la desaparecidos.
llaman de cariño, más que un cartel con los datos
para su búsqueda y una cifra, es una artista plás­
tica y diseñadora de interiores que en sus graba­
dos y esculturas encuentra su voz, que hace del
arte su forma de vida. Una mujer que tiene sue­
ños, que desea ser madre, vivir del arte, estar en
el mar (Díaz 2021). La importancia de memorar
en un mundo que olvida a nuestras desapareci­
das es un acto de justicia, un ápice de esperanza.
Es devolverles la dignidad que les arrebata la
deshum anización que presentan los fallos en
los procesos institucionales, muchas veces ne­ | Mujeres: 18,239
gligentes y llenos de impunidad. Significa decir: | Hombres: 58,959
«Aunque la institución te haya abandonado, te
seguiremos buscando siempre», porque para po­ FUEN TE: Registro Nacional de Personas
der buscarlas tenemos que recordarlas. Desaparecidas y No Localizadas (rn p d n o ).
La cuestión se encuentra en los modos y los
medios con los que las traemos a nuestra me­
moria. El poder de la imagen como un discurso Gráfica 2. Comparación de mujeres
situado3 contiene una potencia transformadora desaparecidas entre Jalisco, Nayarit
con injerencia en la memoria que, como proce­ y los demás estados de la República
sos de significación y resignificación subjetivos,
se ubica temporalmente en el espacio de la ex­
periencia en el presente: «El recuerdo del pasado
está integrado, pero de manera dinámica, ya que

3 Utilizo discurso situado como un paralelismo al con­


cepto propuesto por Donna Haraway (1991), co­
nocimiento situado. Según este, todo objeto de estu­
dio, investigación y producto del conocimiento no es
parcial, sino que se encuentra subyugado a los suje­
tos que lo enuncian y a un conjunto de condiciones
| Mujeres desaparecidas en los otros estados: 16,627
políticas, sociales, históricas, culturales, económi­
| Mujeres desaparecidas en Jalisco y Nayarit: 1,612
cas, etcétera, lo que otorga una serie de responsa­
bilidades en el quehacer científico. La imagen como | Mujeres desaparecidas en el estado de Jalisco: 1,445

un discurso situado significa, entonces, concebirla Mujeres desaparecidas en el estado de Nayarit: 167
como un producto subjetivo atado a su contexto.
FUEN TE: Registro Nacional de Personas
Desaparecidas y No Localizadas R n p d n o ).
las experiencias incorporadas en un momento
dado pueden modificarse en periodos posterio­
res» (Jelin 2012: 47). El uso de la imagen en el
ciberespacio, donde encuentra un soporte para
su difusión, la lleva a un espacio público que, debi­
do a sus particularidades, es capaz de propagarse
velozmente y de llegar a una cantidad de perso­
nas mayor que con otros medios contemporá­
neos, como el periódico o la televisión, además
de permitir una interlocución inmediata entre
usuarios. En este espacio se resignifica la desapa­
rición de las mujeres de tal manera que deja de
ser un fenómeno impersonal. Las memorias indi­

Dori, «¿Dónde estás, Wendy?», 2021, viduales se encuentran atravesadas y dotadas de


retrato digital. sentido por las representaciones, necesidades y
valores alrededor de lo que se recuerda, de las
form asen las que se recuerda y de la sociedad en

ftK tt/i n* CSTÁ itfEffly la que se está inserto.

IffltU é/ft: Lo colectivo de las memorias es el entreteji­


do de tradiciones y memorias individuales, un

z&TÁwe/str?. diálogo con otros, en estado de flujo constan­


te, con alguna organización social [...] y con al­

' tSTfl guna estructura, dada por códigos culturales


compartidos (Jelin 2012: 55).

La imagen transfigura las memorias colectivas


alrededor no solo de las víctimas de desapari­
ción, sino de la desaparición como fenómeno. El
cómo recordamos según el discurso con el que
las recordamos, es decir, el modo con el que se
recuerda sitúa al ejercicio de la memoria en­
tre un uso o abuso (Todorov 2 0 0 0 ).4 Imágenes
deshumanizantes con cargas profundamente

4 Es importante mencionar que considero que los


Baruc Sánchez, «¿Porqué no está Wendy?», 2021, medios para el ejercicio de la memoria también pue­
intervención fotográfica de un retrato de den situarla entre un uso o abuso.
Wendy Sánchez, realizado para pega masiva
de carteles a cinco meses de su desaparición.
violentas llevan a un memorar afín. Construyen,
en el caso de las mujeres víctimas de desapari­
ción, un discurso revictimizante donde siempre
es nuestra culpa el haber desaparecido, como un
panorama desolador. Sin embargo, es posible que
este memorar se dé como una forma de lucha y
resistencia no-violenta de esperanza a través de
la imagen como manifestación gráfica.
# TeBus ca,m o
Entiendo la manifestación gráfica como una #TeBus CO.Mo s
herramienta de lucha no violenta cuyos motivos WTe® us c<xrv\o $We>vcU
para su creación, o los usos que las personas ha­ # T & 6 u sc a iM o sW e iA c |jfe ^ ' ¿
gan de la imagen, se encuentren insertos en: #Te®usco.rviosWe.i'V ^

1. el marco de exigencias por la justicia y la "Ho.sfc& ver desde eL cielo uvi.0. estrello, fugaz,
verdad; y escuchar Los ca.cfco.ceos caKfcar eK el rviar,"
2. la demanda social o protesta en contra de la
-W en.de SaKcUez.
injusticia, la violencia o la opresión; o
Art by:
3. el marco de protestas sociales, moviliza­
ciones, revoluciones, movimientos, luchas, Tonnie Zanabria, «#TeBuscamosWendy, “Hasta
etcétera, en contra de la injusticia, la vio­ ver desde el cielo una estrella fugaz y escuchar
lencia o la opresión, o para la exigencia de los cactáceos cantar en el mar”», 2021, intervención
la verdad. fotográfica de un retrato de Wendy Sánchez.

La manifestación gráfica transfigura las memo­


rias colectivas y motiva a un ejercicio de la me­ sonriente, rodeada de flores y color, cuyo sig­
moria en un sentido positivo que las configura nificado es el de una lucha permanente, el de la
sobre casos particulares y de la desaparición exigencia por su pronta localización.5
como fenómeno: trae a las víctimas de desapari­
ción al espacio de la experiencia de una manera
digna y humanizada, como una lucha constante 5 Otro de los esfuerzos colectivos por localizar a
por su pronta localización. Asimismo, sitúa a la Wendy y no dejarla en el olvido es la creación de
desaparición de mujeres como un fenómeno sis­ memoriales digitales, es decir, espacios virtuales en
múltiples plataformas para recopilar material gráfico.
temático, no como casos aislados e individuales.
Más allá de ser un conjunto de imágenes publicadas
De acuerdo con la definición anterior, el conjun­
bajo el hashtag, son un objeto material de la perpe­
to de imágenes creadas en el marco de la cam­
tuación de las memorias a través de la imagen. En­
paña de difusión y mediatización para localizar tre ellos, destaco la cuenta de Instagram @tebusca-
a Wendy, particularmente aquellas realizadas el moswendy que, al 7 de octubre de 2021, contaba con
13 y 14 de enero, son manifestaciones gráficas. 3,402 seguidores y 290 publicaciones de las cuales
Estas nos traen a W en como una artista plástica un 30,34% eran manifestaciones gráficas realizadas
CONCLUSIONES do a la movilización y al ejercicio de la memoria,
como se señaló anteriormente.
Las movilizaciones digitales, cuando son repli­ Para finalizar, quiero destacar la fuerza de
cadas por una audiencia considerable, impactan la familia Sánchez y las amistades de Wendy,
en la movilización de las fuerzas del Estadoy las por hacer eco de su voz, por mantenerla viva en
autoridades pertinentes ante los casos de des­ nuestra memoria, así como el esfuerzo colectivo
aparición. Lamentablemente, a pesar de que la por parte de la comunidad artística mexicana y
viralización de una movilización digital es un es­ de las redes sociales. Agradezco las enseñan­
fuerzo colectivo y constante de los usuarios de zas y esperanzas sembradas por parte de todas
las redes sociales, muy pocas llegan a grandes las familias, colectivas, agrupaciones y agentes
audiencias. En parte esto se debe al funciona­ individuales que se mantienen en pie de lucha
miento y diseño de los algoritmos de las redes buscando a nuestras y nuestros desaparecidos,
que, en múltiples ocasiones, han sido señalados y señalo la ineptitud y negligencia del Estado
porsus políticas antiéticas y por la ocultación de mexicano para presentar avances sustantivos en
contenidos de relevancia social en los perfiles los casos. Destaco que falta Wendy, Mariela, Alit-
de múltiples usuarios, como aquellos relaciona­ ze, Esmeralda, Lilia, Mónica, Mextli, Kentia, Perla,
dos con protestas antirracistas, medioambien­ Beatriz, Karla y muchas otras. Que todas tienen
tales o feministas. Tampoco se sigue que del nombre, sueños, rostros, una vida que las espera
pronto despliegue o respuesta de las autorida­ con los brazos abiertos y que no debemos dejar­
des ante un caso de desaparición que logró me­ las en el olvido.
diatizarse, con el paso del tiempo, se presenten El 2 de noviembre de 20 21 W endy cumplió
avances sustantivos y se le dé un debido segui­ 34 años y transcurrieron 29 7 días desde que
miento, aunque signifique una diferencia para la nos hace falta.
pronta localización de las personas desapareci­ W endy, hasta encontrarte.
das. Sin embargo, una movilización digital, por Hasta encontrarlas a todas.
pequeña que resulte, incide en los procesos de
búsqueda, propicia la organización de búsque­
das autónomas y autogestivas por parte de las REFERENCIAS
comunidades y, además, posibilita la obtención
de información relevante para el caso. Pese a B a rra g á n , A lm ued a. 2021. «La desaparición
que una movilización digital sin manifestaciones de una joven entre Jalisco y Nayarit movi­
gráficas puede transfigurar las memorias colec­ liza a las redes sociales» (en línea). El País,
tivas, acompañarlas de ellas dota de otro sentí- 14 de enero. Disponible en <https://elpais.
com/mexico/sociedad/2021-01-15/la-des-
aparicion-de-una-ioven-entre-ialisco-v-na-
bajo el hashtag; y la página #TeBuscamosWendy, alo­
jada en Google Fotos, que agrupa algunas de las ilus­ varit-moviliza-a-las-redes-sociales.html>.
traciones realizadas del 14 de enero al 22 de junio B a r u c S á n c h e z (@_baruc_). 2014. Perfil, Twit-
del 2021 y, al 7 de octubre del 2021, contaba con un ter. Disponible en <https://twitter.com/ ba­
acervo de 105 elementos. ruc >.
. 2021. «Gracias a todos por tanto de H a r a w a y , D o n n a J . 1991. Ciencia, cyborgs y
parte de mi familia y mía, nos sentimos muy mujeres. La reinvención de la naturaleza, Ma­
acompañados en tan difícil momento. #Te- drid, Cátedra/Universidad de Valencia/Ins­
BuscamosW endy», Twitter, 11 de enero. tituto de la Mujer.
D isponible en <h ttp s://tw itter.co m / ba- J ELI N, E l iz a b e t h . 2012. Los trabajos de la memo­
ruc /sta tu s/1 3 4 8 8 6 8 8 1 0 9 1 3 1 0 7 9 6 9 >. ria, Lima, Instituto de Estudios Peruanos.
C o m is ió n N a c io n a l d e B ú s q u e d a (c n b ). s.f. L e y G e n e r a l en M a t e r ia d e D e s a p a r ic ió n
Registro Nacional de Personas Desapare­ F o r z a d a d e P e r s o n a s , D e s a p a r ic ió n C o ­
cidas y No Localizadas. «Entidades federa­ m etí da p o r P a r t ic u l a r e s y d e l S is t e m a N a­
tivas, estatus de la persona: personas desa­ c io n a l d e B ú sq u ed a de P erso n as. 2021.
parecidas y no localizadas, rango de fechas Diario oficial de la Federación, 20/5. Dispo­
de hechos: 15/03/1964-30/09/2021», Mé­ nible en <https://www.diputados.gob.mx/
xico, rn pd n o . Disponible en <https://ver- LevesBiblio/pdf/LGM DFP.pdf>.
sio n publica rnpdno.segob.go b.m x/Dash- P r io r , R a q u e l . 2021. «Redes sociales, esa he­
board/lndex>. rramienta para ayudar a buscar a las per­
C o m is ió n N a c io n a l p a r a P r e v e n ir y E r r a ­ sonas desaparecidas» (en línea), Cuestione,
d ic a r la V io l e n c ia C o n t r a la s M u j e ­ 12 de febrero. Disponible en <https://cues-
res (Conavim). 2021. «Protocolo Alba: La tione.com /nacional/redes-sociales-herra-
búsqueda inmediata de mujeres y niñas m ienta-avuda-buscar-personas-desapare-
desaparecidas», Conavim, 26 de enero. Dis­ cidas/>.
ponible en <http://www.gob.mx/conavim/ R e d a c c ió n A n im a l P o l ít ic o . 2021. «"Ya son
articulos/protocolo-alba-la-busqueda-in- 6 meses de vivir en la zozobra”: familiares
m ediata-de-m uieres-v-ninas-desapareci- continúan buscando a Wendy, desapare­
das-262178?idiom =es>. cida en Nayarit», Animal Político, 9 de julio.
D ía z , T ercero . 2021. «Desaparecer en Naya- Disponibleen <https://www.ani mal político.
rit. Un retrato de W en a través de sus ami­ coim /2021/07/wendv-6-m eses-desapare-
gas, México» (en línea). Noroeste, 6 de abril. cida-navarit/>.
Disponible en <https://www.noroeste.com. S ig n a _ L a b it e s o (@Signa_Lab). 2021. «El 11 de
m x/inndaga/desaparecer-en-navarit-un- enero la Fiscalía de Nayarit activó el Proto­
retrato-de-w en-a-traves-de-sus-am igas- colo Alba para la búsqueda de la joven. Los
D L 7 9 3 0 2 7 >. días 11 y 12 #TeBuscamos W endy se posi-
F lo r es, C h a n t a l . 2021. «W henW endy Sánchez cionó como tendencia en Twitter, y los si­
W ent Missing, Her Brother Built a Cam- guientes días se convocó aúna movilización
paign to Find Her» (en línea). The Verge, 9 digital en la que artistas se sumaron con
de marzo. Disponible en <https://www.the- ilustraciones», Twitter, 3 de febrero. Dispo­
verge.com /22312221/tebuscam oswendv- nible en <https://tw itter.com /Signa Lab/
w en d v-sa nchez-nava rit-d isa ppeara nce- sta tu s/1 3 5 7 1 0 0 6 3 0 1 0 8 7 3 7 5 3 9 >.
social-media-campaign>. T o d o r o v , T z v e t a n . 2 0 0 0 . Los abusos de la me­
moria, Barcelona, Paidós.
V e l a s c o - D o m ín g u e z , M a r ía d e L o u r d e s y frase: «¿Por qué no está Wendy?», realizado
Salomé Castañeda-Xóchitl. 2020. «Desapa­ para la pega masiva de carteles, 2021. Twit­
rición de mujeres y niñas en México: Apor­ ter. Disponible en <https://twitter.com/ ba­
tes desde los feminismos para entender pro­ ruc /sta tu s/1 4 0 2 6 7 4 5 0 7 7 8 1 9 0 2 3 4 1 >.
cesos macrosociales», Iconos, vol. 24, núm. I m a g e n 7 . Tonnie Zanabria, intervención foto­
67, mayo-agosto, pp. 95-117. gráfica de un retrato de W endy Sánchez
con el hashtag#TeBuscamosW endy y la fra­
se acuñada por W endy Sánchez: «Hasta ver
CRÉDITOS ICONOGRÁFICOS desde el cielo una estrella fugaz y escuchar
los cactáceos cantar en el mar», 2021. Twit­
I m a g e n 1. Mariana Lorenzo (Maremoto), retra­ ter. Disponible en <https://twitter.com/Ton-
to digital de W endy Sánchez con el hashtag nieVon/status/13495 32725 9 8 0 6 3 1 0 4 7 >.
#TeBuscamosW endy, 2021. Twitter. Dispo­
nible en <https://twitter.com/marmarmare-
m o to /statu s/1 34 95 54 16 335 77 90 20 9>.
I m a g e n 2 . Baruc Sánchez, cartel para la prime­
ra movilización digital masiva en el que se
hace el llamado a realizar tuits masivos con
el hashtag #TeBuscamosWendy, 2021. Twit­
ter. Disponible en <https://twitter.com/ ba­
ruc /sta tu s/1 3 4 8 7 6 4 5 4 2 4 0 3 1 0 8 8 6 4 >.
Imagen 3. Análisis rápido en TweetBinder, según
el cual en la semana del 25 de septiembre al
4 d e octubre del 2021 se realizaron un total
de 21 8 tuits, con 2 8 2 ,2 0 4 impactos poten­
ciales.
Imagen 4 . Collage con algunas de las ilustra­
ciones realizadas del 14 de enero al 22 de
junio del 2021 agrupadas en el memorial
digital #TeBuscamosWendy, alojado en Goo-
gle Fotos. Todos los derechos reservados a
las y los autores de las ilustraciones.
I m a g en 5. Dori, retrato digital de W endy Sán­
chez con la frase: «¿Dónde estás, W e n ­
dy?», 2 0 2 1 . Twitter. Disponible en <https:
/ / t w itt e r .c o m / d o r in d a m o ta / s t a tu s /
1 3 4 9 9 0 4 9 8 6 4 3 6 6 4 0 7 7 3 >.
I m a g e n ó. Baruc Sánchez, intervención fotográ­
fica de un retrato de W endy Sánchez con la
KARINA FULLADOSA-LEAL, ITZIAR GANDARIAS GOIKOETXEA
Y DANIELA OSORIO CABRERA

El presente texto tiene como objetivo realizar reflexiones teórico-epistemológi-


cas con base en nuestras experiencias articuladas en investigaciones activistas
feministas. A partir de un proceso dialógico, compartimos reflexiones en torno a
las dimensiones ético-político-afectivas de nuestros itinerarios de investigación.
Hablamos de la ética feminista de la transparencia y la incomodidad para cons­
truir relaciones de respeto y cuidado entre todas las involucradas. Reivindicamos
una posición híbrida y fronteriza, que se caracterice por tender puentes entre la
academia y el activismo, pero sin obviar ni negar las relaciones de poder y des­
igualdades existentes. Destacamos los afectos, las relaciones de confianza y la re­
ciprocidad no como un a priori, sino como fruto de una construcción posible en los
procesos de investigación. Finalmente, proponemos la Amistad epistémica1como
forma de resistencia y palanca para transform ar las formas neoliberales (compe­
titivas, solitarias y precarias) actuales de producción de conocimiento.

1 Como posicionamiento político, proponemos el uso de Amistad con mayúscula.


LA ESPIRAL COMO METAFORA
DE LAS FORMAS
DE PRODUCIR CONOCIMIENTO
FEMINISTA

Las reflexiones que compartimos tienen un


recorrido en espiral. Nos gusta esta metáfora
porque nos propone movernos en otro espa-
cio-tiempo, evitando una lectura lineal de nues­
tros procesos de investigación. Es una espiral
que articula ideas y reflexiones a partir del inter­
cambio y las conversaciones que hemos cons­
truido en el «entre academia-activismo».
La espiral tiene uno de sus puntos de en­
cuentro en nuestros trabajos de i nvestigación en
el M ástery luego en el Doctorado en Psicología
Social de la Universidad Autónoma de Barcelo­
na.2 Nos referirem os a las reflexiones que co­

2 Las tres coincidimos en el Máster de Investiga­


ción en Psicología Social durante el curso 2011-
2012 y después durante los años de doctorado.
El presente texto es fruto de los diálogos que
han seguido de la publicación del artículo «Conside­
raciones ético-político-afectivas en investigaciones
mienzan a articularse en el devenir activista en
tres experiencias de investigación con colecti­
vas: el estudio de la acción colectiva y del trabajo
de cuidados y migraciones en Sindihogar Sindi-
llar (Sindicato de Trabajadoras del Hogar y C ui­
dado de Cataluña); el diálogo entre economía
solidaria y la economía feminista en el Ateneo
Cooperativo La Base en Barcelona y la Xarxa
d'economia solidária de Catalunya; y el análisis
de la articulación entre mujeres migradas y fe­
ministas autónomas vascas en la Plataforma de
la Marcha Mundial de Mujeres en Euskal Herria.
Tomando la metáfora de la espiral, el ob­
jetivo de este texto es compartir algunas re­
flexiones teórico-epistemológicas colectivas en
relación con nuestras experiencias articuladas
de investigación, que han derivado en un cuer­
po de pensamiento en torno a la Amistad como
forma de resistencia epistémica en contextos
académicos-activistas. Para ello, a continuación
desarrollamos tres dimensiones que se entre­
lazan en nuestros procesos de investigación y

feministas: articulaciones situadas entre activismo


y academia», publicado en la revista Empina en el
año 2021, dentro de un monográfico sobre meto­
dologías feministas que las autoras coordinaron.
reflexión: lo político, lo ético y lo afectivo. Estas proyecto de investigación. Y no lo hacemos pa­
dimensiones han sido tanto la orientación de ra generar procesos autorreferenciales, sino
nuestros itinerarios de investigación como la para hacer evidentes sus efectos en la produc­
base para la construcción de la Amistad como ción de conocimiento. La herramienta de la re-
una herramienta política en el proceso de pro­ flexividad (Guber 2001) nos permite generar
ducción de conocimiento.2 ese puente que analiza las relaciones de poder
y cómo estas influyen en la producción de cono­
cimiento. Hablamos también de una reflexividad
TRES DIMENSIONES sobre las incomodidades en la producción de
conocimiento (Gandarias 2014; Pillow 2003).
PARA PENSAR Esto implica manifestar nuestros malestares,
UNA INVESTIGACIÓN incongruencias, mareos de sentido y bloqueos
que nos permiten estar alertas para ver cómo lo
FEMINISTA: LO ETICO, estamos haciendo: una incomodidad que se ex­
LO POLÍTICO Y LO AFECTIVO presa tanto a nivel epistemológico como a nivel
corporal (Osorio 2017).
Las claves que mencionamos aquí son parte de La primera incomodidad nos permite estar
los intercambios y conexiones construidos en alertas cuando estamos reproduciendo formas
este tiempo de trabajo juntas. No hay intencio­ tradicionales de hacer ciencia. Estar atentas a
nes de recetas ni de pasos a seguir, solo algunas los pasos que damos en la relación con las par­
reflexiones que entretejen lo que otras han di­ ticipantes de la investigación, evitar por ejemplo
cho y lo que nosotras experimentamos. Es decir, realizar un «como si» de procesos participativos
es una articulación generada entre nosotras, y coproducción de conocimiento. Implica tam ­
con otras autoras y las organizaciones y colecti­ bién el desafío de superar la lógica de la repre­
vos con los que nos relacionamos. Un decir plu­ sentación en nuestras formas de escritura, o en
ral que intenta dar un giro conceptual a nuestras la manera en que analizamos el proceso.
reflexiones, generando algunas pistas epistemo­ La segunda incomodidad nos da pistas para
lógicas que orienten nuestros procesos de pro­ orientarnos dentro de nuestros procesos de in­
ducción de conocimiento. vestigación. Necesitamos estar atentas a esos
malestares y momentos de angustia, identificar
los contextos en los que se expresan, porque se­
LO ETICO: LA ETICA guramente nos dirán cosas que están sucedien­
do en la investigación. Es imprescindible incor­
DE LA TRANSPARENCIA porar en nuestros procesos esa información
Y LA INCOMODIDAD encarnada para analizarla e integrarla al cuerpo
del texto que realizamos. Estamos convenci­
Con la ética de la transparencia nos referimos das de que allí residen elementos centrales en
a desvelar nuestros recorridos, pero también a nuestras investigaciones y aportan a pensar el
las tensiones y sinsabores que tiene cualquier campo-tema en el que nos estamos desplegando.
LO POLÍTICO: actividades de la organización que la realiza­
ción de la tesis quedó pausada por un periodo
DEVENIR ACTIVISTAS de tiempo. Por ello, como señala Osorio C abre­
TRANSFORMÁNDOLOS) ra en el equilibrio de posiciones, no podemos
perder de vista nuestro papel de investigadora
Además de la ética, las investigaciones fem inis­ y trabajarlo con el colectivo para que también
tas se caracterizan por su dimensión política, esté presente (2017).
donde las fronteras entre la producción de co­ En ese sentido, reivindicamos una posición
nocimiento y activismo se tornan difusas (Biglia híbrida y fronteriza alejándonos de las posicio­
20 06 ; Zavos y Biglia 2009). Nuestros procesos nes extremas y antagónicas que se viven a las
de investigación han estado marcados por un espaldas de lo que acontece en el día a día de
devenir activista en las organizaciones donde he­ la realidad social, o bien son reacias y rechazan
mos desarrollado nuestra tesis. A pesar de ser cualquier estudio o investigación que venga del
experiencias muy diversas, nos une que las tres mundo académico. Apostamos por ser puentes
hemos apostado por un compromiso radical con entre el mundo académico y los movimientos
los contextos con los que nos hemos relaciona­ sociales; traductoras del lenguaje académico en­
do, y esto ha tenido un impacto significativo en revesado aun lenguaje más coloquial y cercano a
nuestras vidas personales que desbordó y con­ la vida cotidiana. Tampoco queremos romantizar
tinuó más allá de la realización de la tesis. esta posición híbrida ni presentarla como un sal­
Algunas autoras denominan poner el cuerpo vavidas. Bajo una idealización de la investigación
o jugarse el cuerpo a esta relación profunda en la activista feminista ( ia f ), no podemos borrar las
que quien investiga no solo se involucra como relaciones desiguales de poder que nos atravie­
estudiosa, sino también como activista, acom­ san. No deja de ser una posición incómoda que
pañante e integrante de las organizaciones con implica revisar los mecanismos que utilizamos
las que lleva a cabo sus indagaciones (Castañe­ para deshacernos del m alestar de nuestro pri­
da 2019). Este jugarse el cuerpo ha significado vilegio respecto a las participantes con postu­
una dificultad para movernos entre dos mundos ras benevolentes y condescendientes hacia
que se relacionan y se miran escasamente: la ellas, lo cual acaba encubriendo relaciones de
academ iay el activismo. Al igual que la poeta val dominación.
flores, en ocasiones también nos hemos senti­
do «demasiado intelectuales para el activismo,
demasiado activistas para la academia» (2014:
LO AFECTIVO:
5). No queríamos que nos identificaran con la
imagen tradicional de las investigadoras como LA RECIPROCIDAD
usurpadoras del conocimiento. De hecho, nues­
tras prácticas han oscilado más hacia el lado Reivindicamos otro tipo de relaciones para
del activismo; tratamos de pasar desapercibidas acompañar(nos) y sostener desde otros lugares
hasta el punto de difuminarnos como investiga­ nuestros procesos de investigación. Para ello,
doras o nos involucramos de tal manera en las nombramos la reciprocidad como un término
que expresa el intercambio de bienes m ateria­ el espacio-tiempo, generan afectaciones singula­
les, simbólicos y de trabajos en cualquier cultu­ res y colectivas que tenemos que tener presen­
ra, que, si bien ha sido utilizado por la antropo­ tes a la hora de cerrar dicho proceso. Se trata de
logía, se ha ampliado a las ciencias políticas y la vínculos y relaciones que van mucho más allá
economía (Esteban 2017). En el caso concreto del punto final de la tesis y de dichas investiga­
de la producción de conocimiento, la noción de ciones desde lo académico, tanto para las otras
reciprocidad ofrece claridad a la hora de enten­ como para nosotras.
der los intercambios afectivos, que no necesa­ La propuesta, por tanto, es generar conoci­
riamente tienen que ser bidireccionales, sino miento desde otra racionalidad que involucre no
que muchas veces este tipo de intercambios son solo el pensamiento, sino también las relaciones
fluidos y se reproducen en una lógica no lineal y el entramado de afectos que estas producen.
que tiene que ver más con la circularidad. Dejarnos afectar, no dicotomizar los espacios
Nos referimos a relaciones que también se sino ponernos en relación, sumando y tensio-
tornan extensivas cuando se construye una red nando las diferencias. En resumen:
de apoyos mutuos entre investigadoras, parti­
cipantes, organizaciones y asociaciones que se Se trata de enfatizar la importancia impera­
apoyan y brindan solidaridad, estableciéndo­ tiva del vínculo afectivo, de comprender que
se una cadena de cuidados mutuos que es muy las relaciones humanas son todas relaciones
significativa (Juliano 2014). Esto posibilita crear de [inter]dependencia, siempre frágiles y dis­
lazos de confianza, tejer alianzas y cooperar en la continuas. Estas relaciones son fundamenta­
diversidad con las dificultades que esto puede les para la adquisición de las competencias
suponer; tanto políticas, raciales y económicas éticas y para convertirnos en seres humanos
entre los diferentes colectivos con los cuales nos autónomos (Alonso y Fombuena 2006: 105).
involucramos, como dentro de las propias orga­
nizaciones (Fulladosa 2017). En nuestras inves­ En ese sentido, no proponemos los afectos como
tigaciones, lo hemos puesto en práctica tomando un salvavidas. Ante la idea de la virtud neoli­
decisiones políticas que implican ponernos en beral de la autosuficiencia y la apropiación ac­
relación con la posibilidad de que estas relacio­ tual de los afectos por el capitalismo emocional
nes devinieran otras, y trascendieran nuestros (lllouz 20 07), nosotras apostamos por colocar
intereses o propósitos como investigadoras. en el centro nuestra vulnerabilidad y compartirla
Esta reciprocidad nos reorienta también como parte de una estrategia de construir en co­
en los compromisos asumidos con las perso­ mún (Ló pez2013). Elloim plicadesplegarycom -
nas o colectivos con los que nos involucramos. partir con las otras nuestros miedos, desánimo
Por eso, queremos resaltar y poner en valor y nuestro no saber, para convertirlos en motor y
la entrada al campo de investigación, la manera puente en la construcción y el reconocimiento de
de contactar y vincularnos con el campo-tema nuestras diferencias y cuidados mutuos.
(Spink 2003), y también la importancia de cerrar
dichos procesos. En la investigación activista,
nuestros cuerpos cobran ciertos significados en
CONSIDERACIONES FINALES: yen y transforman al mismo tiempo que contri­
buimos a la transformación social.
LA AMISTAD COMO PRACTICA No es una mirada ingenua, nos sabemos
DE RESISTENCIA en contextos de extrema competencia, de una
racionalidad neoliberal que permea la acade­
Las reflexiones teórico-epistemológicas sobre la mia y, por tanto, nuestros cuerpos, creando
ética, la política y los afectos resuenan con una fronteras y exclusiones. Sabemos que nuestras
idea central que atraviesa nuestros procesos propuestas son rechazadas en algunos espacios
y tiene que ver con la Amistad. Comprender la académicos por «poco científicas» o «demasiado
Amistad como una práctica de resistencia den­ emocionales» por una academia que se ha le­
tro de las investigaciones nos posibilita una re- gitimado con base en sus postulados de cono­
configuración del entramado relacional que se cimiento neutro. Por eso, sentimos, pensamos y
produce cuando compartimos conocimiento. Es escribim os desde la resistencia. Necesitamos
una trama de afecto que no solo desplegamos reconocernos entre nosotras, leernos, escuchar­
con las participantes y organizaciones donde nos, potenciar en el encuentro la capacidad de
nos hemos involucrado, sino que también la he­ afectar y afectarnos, para darnos cuenta de que
mos desplegado de igual manera entre nosotras, no estamos solas. Por esto también decidimos ha­
con otras colegas de investigación, con las auto­ bitar la frontera, para no perder de vista los con­
ras, con nuestras di rectoras y directores de tesis. textos con los que nos articulamos para producir
De esta manera proponemos pensar en la conocimiento, okupando la academia para de­
Amistad como una apuesta epistemológica por cir, deconstruir y amplificar voces. Tomamos ins­
circuitos del conocimiento feminista que se ar­ piración del movimiento okupa para señalar una
ticulan desde el afecto, la colaboración y el reco­ forma de habitar la academia que incomoda y v¡-
nocimiento de la otra. Una apuesta ético-política sibiliza otras formas posibles de convivencia.
por superar las lógicas individualizantes, compe­ En síntesis, y a modo de reflexión final, las
titivas y dicotómicas entre razón y emoción que reflexiones teórico-epistemológicas sobre la éti­
han predominado en las formas de hacer ciencia, ca, la política y los afectos presentadas anterior­
así como la jerarquización de las relaciones en mente nos interpelan a cuestionar cómo estamos
los circuitos de conocimiento, sin negar las rela­ construyendo el conocimiento y qué ciencia me­
ciones de poder que puedan entrecruzarse. rece la pena hacer y reivindicar. En ese sentido,
La Amistad nos invita a crear desde una éti­ apostamos por una radicalidad situada desde la
ca feminista del acompañamiento, de transitar «barriga del monstruo» de la academia y nues­
las dificultades y hacernos cómplices desde el tro compromiso activista para generar nuevas
goce. Es una práctica para dar cuenta de nues­ posibilidades de producción de conocimiento.
tros malestares, sin hacer eco de la queja, sino Lo hacemos desde las experiencias corporales,
politizándolos. Una Amistad que toma la articula­ los afectos y las diversas relaciones que vamos
ción situada para pensar nuestra posición dentro tejiendo y que sostienen nuestros procesos de
de las investigaciones en diálogo inacabado con investigación. Apostamos por la Amistad episté-
múltiples posiciones de sujeto que nos constitu­ mica como forma de resistencia, reivindicando
su com ponente político para co n stru ir co lectiva­ reflexiva», Athenea Digital. Revista de pensa­
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feministas y activistas desde una práctica
( D

D im o s Y APROPÍACIONES l l l l l Z l l
INAPROPIADAS EN LA ACADEMIA ••••••
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PEDAGOGIAS
DEL RUIDO
NINA HOECHTL

f
l «ruido» es un estado y término contro­ apuntar que la definición de aquello que consti­
vertido. Una definición usual equipara al tuye una señal, un sonido o un ruido, implica una
ruido con un sonido desagradable. Sin práctica política, dado que establece límites en­
embargo, lo desagradable no es en sí mismotre
unalo agradable y lo desagradable, lo deseable y
cualidad del sonido. El ruido se define más bien a lo indeseable, lo inteligibley lo ininteligible.
partir de la relación que el sonido guarda con las Los artículos del siguiente capítulo exploran
normas del tiempo, el espacio y los cuerpos. Un las pedagogías del «ruido», situando las experien­
sonido puede ser (volverse) ruido si «infringe» cias y encarnando a la rabia de las mujeres cu­
las pautas establecidas para un espacio o una banas; explorando la precariedad que causa un
situación. Si ocupa, por ejemplo, un espacio por ruido en los cuerpos que responden o tratan de
«demasiado tiempo». O se considera ruido al so­ responderá las exigencias académicas; pensando
nido producido por distintos cuerpos de acuer­ en los gestos feministas y formulando preguntas
do con una situación. Dicha situación puede de­ como ruido. Por ejemplo: ¿por qué se calla la re­
pender de variables como el género, la clase so­ sistencia y por qué se perciben las disputas como
cial, etnicidad, edad, e incluso de la especie. Otra ruido?¿Cómo se reescribe el ruido okupando los
definición empleada con frecuencia viene de la espacios públicos? Estas y otras preguntas in­
teoría de la comunicación, donde el ruido se en­ vitan a resignificar y revalorizar las razones que
tiende como aquello que interfiere con la señal; definen que algo/alguien se perciba como señal,
cualquier cosa que tenga el potencial de afectar así como las prácticas que definen al ruido como
o alterar un mensaje (información) que se trans­ parte de las políticas de los feminismos antipa­
mite entre remitentes y receptores. Aquí cabe triarcales, anticapitalistas y antiextractivistas.
RÍAN LOZANO

Este ensayo recoge reflexiones que, desde la visualidad, se relacionan con los rit­
mos y las pausas, con las situaciones de desencanto y agotamiento, con el desvío
y con las maniobras que cambian el sentido (el curso) de las cosas. Se parte de la
idea del gesto feminista como ese movimiento con el que transmitimos mensa­
jes y con el que expresamos afectos. A partir de las preguntas que plantea val flo­
res en Incitaciones transfeministas, exploro inquietudes sobre ¿cómo hacer desde
las prácticas artísticas feministas?, ¿para qué sirven las intervenciones culturales?,
¿cómo medirsu potencia,su efectividad? Así, me propongo pensaren gestos femi­
nistas que, más que generar imaginarios, buscan decididamente okupar, embarrar,
desorganizar, ensuciar los ya existentes y, con ello, suspender el curso del sentido
producido desde las políticas de la representación visual dominante: esas que in­
ciden, decididamente, en las vidas de todes nosotres.
CUATRO COMIENZOS
DISTINTOS

Esta es la cuarta vez que comienzo este texto.


He borrado tres veces lo que había escrito. He
cambiado tres veces de idea. Me he acercado a
tres temas distintos, dejándolos todos a medias.
Ahora que empiezo el cuarto intento, me pre­
gunto por qué tanto cambio y creo haber llega­
do, al menos, a dos conclusiones con las que —pa­
radójicamente— comenzar.
La primera es que me ha puesto nerviosa el
hecho de participar en este volumen como «ex­
perta». Las expertas hacen cosas especializadas
y yo, en cambio, estudié hace muchos años His­
toria del Arte, pero trabajo —con otras perso­
nas— pensando asuntos relacionados con los fe­
minismos. También soy una feminista que trabaja
con lasvisualidadestratandode hacer preguntas
a la historia (del arte) desde las inquietudes de la
perspectiva de género. Entonces, ni experta en
Historia del A rte ni especialista en estudios de
género. Ni una cosa ni otra.
A dem ás, la falta de esp ecializad ó n (de d e fi­
nición) s e h a v is to a ú n más en turb iad a d esde que
com enzara la pandem ia de C o vid -1 9 y tu vie ra
que em pezar a m ezclar estas indefiniciones, e s­
tas desespecializacio nes, con prep arar com idas
sin descanso, con lavar platos sin descanso, con
d o rm ir bebés sin d escanso, con re p asar las v o c a ­
le s —a ,e , i, o, u —y los nú m e ro s —del l a l 1 0 — sin
d escanso, con lee r y e sc rib ir y p re p ara r clases
y co n feren cias, tam bién sin d escanso, aunque
d esped azadam en te: a rato s, sin co n sistencia
tem po ral. Es como si h ablar de esp ecializació n,
de expertise, en este m om ento preciso, me sa c a ­
ra por com pleto de cu alq u ie r jugada: incluso de
la jugada de las esp e cialista s en o n o m ato p e y asy
sonidos fu rio so s, g r r r r r .
El segundo de los m otivos que, concluyo, me
ha llevado a cam biar tanto de idea, tiene que ve r
con el propio contenido, el llamado del que surge
esta publicación. Una onom atopeya que en cie ­
rra tan tas cosas, tan tas e rre s, que me ha llevado
a q u e re r hablar de la rabia, del ruido, de la risa,
del ritm o, de la respons-habilidad, para a cab arfi-
nalm ente decidiéndom e por casi las únicas e rre s
no presentes: la r de reescñtura y la r de reconoci­
miento. Espero con ello no ser, adem ás de d eses­
pecializada, dem asiado desordenada.
ENCUENTROS E INCITACIONES páginas de este volumen. Y fue justam ente en
uno de esos cruces recientes, con lleana Dié­
En las páginas que siguen quiero compartir algu­ guez cuando, después de leer un texto al que
nas reflexiones que se relacionan con los ritmos accedí gracias a ella, empecé a preguntarme al­
y las pausas, pero también con las situaciones de gunas cosas que no había pensado antes.
desencanto y agotamiento, con el desvío y con El pasado mes dejulio, lleana DiéguezyA na
las maniobras que cambian el sentido (el curso) Longoni me invitaron a presentar un libro que
de las cosas. Y lo voy a hacer desde el terreno ellas editaron con el título de Incitaciones Trans­
en el que trabajo: la visualidad, y partiendo de feministas: un volumen que surge como resulta­
un concepto que me ha resultado muy útil para do de un encuentro que tuvo lugar en la Ciudad
presentar estas ideas que son de especialista en de México, dos años antes, en el marco de la pri­
nada: el «gesto»; la idea del gesto feminista en­ mera reunión de la cátedra Pensamiento Situa­
tendido como ese movimiento con el que trans­ do: A rte y Política desde Am érica Latina.3 Este
mitimos mensajes y con el que expresamos afec­ libro es un dispositivo maravilloso: «una conver­
tos; un movimiento que puede ser mueca, patada sación», fue la definición que le dimos en aquel
o manotazo, que puede ser abrazo y cosquillas. momento. Entre otras muchas cosas, logra dar
Un gesto que, justamente por su carácter fem i­ cuenta de los afectos y efectos que se producen
nista, es el gesto —siempre— de una comunidad: en este tipo de espacios. Es una edición que no
el de las «enrabiadas» y las «corajudas», el gesto es recopilación de actas y, a su vez, es un catá­
de «las de la mecha corta»,1 el gesto que instau­ logo que tampoco recoge selección de obras: es
ran las «huellas», el gesto del «placer queer», el una publicación tan desespecializada como la
gesto —también— de las que nos divertimos en ubicación a la que me refería hace un momento.
los «recreos de la escuela de la rabia».2 Entre sus pági ñas aparece u n artícu lo escrito
Un gesto que podemos también leer como por val flores, cuya lectura —en combinación con
ese tipo de respuestas muy capaces —hábiles— el resto de los elementos ahí contenidos— me
que, siguiendo a Haraway, exploran en su propia hizo hacerme preguntas que todavía resuenan y
materialidad, en su misma mueca, formas de res­ que me unen a las inquietudes de muchas de las
ponder en y con el problema (Haraway 2019). autoras de este libro que se han cuestionado so­
El interés por pensar en estos gestos fe ­ bre el «cómo hacer» y el «para qué sirve»: ¿cómo
ministas, especialmente desde el terreno de hacer desde las prácticas artísticas feministas?,
lo cultural, me ha hecho cruzarme, a lo largo ¿para qué sirven las intervenciones culturales?,
de muchos años y en muy diversos escenarios ¿cómo medir su potencia, su efectividad?
(pedagógicos, artísticos, académicos, activistas, En «Esparcir la incomodidad. El presente de
artísticos), con amigas con las que comparto las los feminismos, entre la fascinación y el desen-

1 Ver el «Preámbulo» de este volumen. 3 La cátedra surge de una colaboración entre la


2 Todas estas son referencias a textos presentes en Universidad Autónoma Metropolitana (México) y
este libro, los de Marisa Belausteguigoitia, O.R.G.LA el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Es­
y Cristina Rivera Garza, respectivamente. paña).
canto», val flores —«escritora activista de la di­ de la representación visual dominante: esas que
sidencia sexual, tortillera feminista cuir mascu­ inciden, decididamente, en las vidas de todes
lina, maestra prosexo» (flores 2 0 2 1 :4 7 )— hace nosotres. Estos gestos, a pesar de poner en mar­
muchas cosas extraordinarias. Para empezar, cha diferentes estrategias, comparten su forma
dedica las tres primeras páginas a agradecer. de operar siguiendo el modelo de la crítica cul­
Nombra, una por una, a las compañeras de esa tural4 y acercándose a la propuesta de reescritu­
comunidad afectiva y política que, como explica, ra que define la práctica desapropiacionista de
juntes producen conocimientos. Y después de Cristina Rivera G arza.5
situar su trabajo feminista en el marco de lo que
llama «una fascinación perpleja, combinada con
una óptica del desencanto» (49), val se dedica a
lanzarnos preguntas y a mostrarnos argumen­
tos que merodean entre el placer y la violencia.
De manera muy clara nos presenta los espec­
táculos mediáticos que aceleran las ansiedades
del discurso de la violencia, aquellos que, ade­
más, piensan sobre la privatización y el puniti-
vismo dentro del propio movimiento; nos habla
sobre la segmentación atrofiante de las luchas:
un escenario, acaso —esto también lo plantea
como pregunta— de «agotamiento productivo»
de los imaginarios:

Aunque vivamos la profusión de imágenes y


acciones espectacularizadas de los feminis­
mos, ¿qué sentidos puede abrir el pensar que
estamos ante un momento de agotamiento de
imaginarios estéticos y políticos de este movi­
miento? (2021: 49).

Es en este punto en el que, retomando su pre­


gunta —y agarrando la mano que ella misma nos
tiende, al final del texto, para transform ar este
pasmo, este agotamiento, en algo productivo—,
me puse a pensaren esos gestos feministas que
más que generar im aginarios, buscan decidi­
damente okupar, embarrar, desorganizar, en­ 4 val flores utiliza esta referencia al trabajo de Ne­
suciar los ya existentes y, con ello, suspender el lly Richard. Véase flores 2021: 50.
curso del sentido producido desde las políticas 5 Véase Rivera Garza 2019.
Nirvana Paz, de la serie Victoria Alada, 2019, fotografía digital, fotomontaje.

IMAGINARIOS SOBREPUESTOS
Y DESACOMPASADOS

Para seguir transitando por los gestos, propon­


go detenernos en dos conjuntos de imágenes.
Las primeras son fotografías de la artista
Nirvana P a zy muestran las pintas realizadas en
la marcha de 2019, específicamente aquellas
realizadas en el basamento de la Victoria Alada
(antes Ángel de la Independencia), ubicada en
una de las arterias principales del paisaje urba­
no de esta ciudad: el Paseo de la Reforma.
Las segundas son imágenes de estudiantes
de arquitectura, miembros de colectivas y talle­
res. Estas fueron utilizadas en los diversos paros
y convocatorias que las mujeres organizadas de
esta facultad han sostenido desde que la Facul­
tad de Arquitectura de la Universidad Nacional
Autónoma de México comenzara un paro el 22
de marzo de 2021.
Su lectura comparada o, quizá mejor, acom­
pañada, nos llevará a ejemplificar cómo ciertos
gestos visuales feministas, relacionados con las
erres que nos reúnen en esta publicación, com­
parten además las cualidades de la sobreposi-

Nirvana Paz, de la serie Victoria Alada,


2019, fotografía digital.
ción y el desacompasamiento: dos característi­
cas que llevan la marca de la intervención direc­
ta y que no han sido celebradas —al menos de
manera general— a lo largo de la historia en los
procesos de conformación de sentido estético.
Dos características que, desde luego, no tienen
lugar —no son apropiadas— si pensamos en las
fases de refinación del gusto: «Las buenas ma­
neras y el buen gusto, dos nociones francamen­
te clasistas pertenecen, sin duda, al reino de lo
propio: eso que se comporta con propiedad; eso
que resulta siempre lo apropiado» (Rivera G ar­
za 2019: 66). Podemos decir entonces que es­
tos dos gestos, que son respuestas, nos acercan
a los principios de la escritura desapropiacionista
(la no apropiada), cuyas costuras nos muestra tan
elocuentem ente, como ya menciona, C ristina
Rivera Garza.

Valeria Martínez, «100 días en resistencia»,


2020, fotomontaje para video.
En agosto de 2 0 1 9 las calles de la Ciudad

i tu i
I Abor ra de México se llenaron de pintas fem inistas so­
brepuestas en algunos de los más emblemáti­
cos monumentos de la Ciudad. Desde entonces
nos sumergimos en un interesante debate so­

1Orqü'nO T |
bre la ocupación del espacio público y sobre el
sesgo patriarcal del patrimonio que nos llevó,
entre otras cosas, a pensar en la parcialidad del

[unsver
le , siTarioi
1 1
régimen visual constituido a través de los mo­
numentos.6
También desde las últimas tomas, las que
comenzaron antes de la pandemia y las que han

Marisa Belausteguigoitia, fotografía de pinta sobrevenido en los últimos meses, los muros de
en la Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 2020. algunas de nuestras facultades, en la unam , se
han llenado de murales, de grafitis, de tachadu­
ras, de pintas que emborronan el «orgullo» uni­
versitario.
De estos últimos acontecimientos es inte­
resante destacar la traslación que estas imáge­
nes/texto han tenido desde los muros físicos de
la universidad a los muros virtuales de las redes
sociales.
Los fotomontajes aquí reproducidos,7 reali­
zados por Valeria M artínez, miembro de la co-
lectiva-taller Morras Cetto, fueron utilizados
para el video «100 días en Resistencia». En ellos,
las «morras» han ocupado, sobrepuestas, los es­
pacios de esa facultad que les niega la escucha,
les limita su visibilidad y que —como ha ocurrido
con tantas otras— les dificulta la construcción de
una historia propia: en este caso la historia de las
mujeres arquitectas.

Valeria Martínez, «100 días en resistencia»,


2020, fotomontaje para video. 6 Para un análisis detallado sobre estas cuestiones
véase Belausteguigoitia, Borzacchiello y Lozano
2021 .
7 Agradezco a Laureana Martínez por su gesto gene­
roso al presentarme y compartirme estos trabajos.
CAMBIAR EL RITMO: hecho en lugar de por hecho: termina dándo­
lo, aún más, por hacer. [...] Cuando un escritor
TACHAR NO ES BORRAR. decide utilizar alguna estrategia de apropia­
OCUPAR NO ES DESTRUIR ción —excavación, tachadura o copiado— algo
queda claro y en primer plano: la función de la
En «Desapropiadamente: escribir entre/para lectura en el proceso de elaboración del texto
los muertos», el capítulo 11 del libro Los muertos mismo (2019: 65-66).
indóciles. Necroescrituras y desapropiación, C risti­
na Rivera G arza escribe: De este modo, tratando de proponer una lec­
tura desapropiacionista (quizá inapropiada) de
Reescribir es una práctica a través de la cual los gestos feministas que hemos convocado, po­
se vuelve a hacer algo que ya había sido he­ demos argum entar que, también en las calles,
cho con anterioridad. [...] Reescribir, en este en los monumentos, en nuestras universidades,
sentido, es un trabajo sobre todo con y en el desapropiar significa, de manera literal, «despo­
tiempo. Reescribir, en este sentido, es el tiem­ seer del dominio sobre lo propio» (Rivera Garza
po del hacer sobre todo con y en el trabajo 2019: 66). Desapropiar el patrimonio y el orgu­
colectivo [...] que implica volver atrás y volver llo universitario no es más que un gesto despa-
adelante al mismo tiempo: actualizar: produ­ trimonializador que, a su vez, se convierte en un
cir presente (2019: 65). gesto despatriarcalizador: el que interrumpe la
herencia por línea paterna. El que se pregunta:
En este acto tan material de producir presen­ ¿a quiénes, entonces, pertenecen estos «bie­
te, las pintas y los taches —como las reescritu­ nes»? ¿Desde dónde se producen sus sentidos?
ras— estuvieron acompañados de otro gesto de ¿A quiénes, en cambio, nunca representan? ¿El
resin ificació n : por un lado, aquel que volvió a orgullo de quién?
llamar Victoria al antiguo Ángel. Aquel también Pero si, en el caso del trabajo con el lenguaje
que, por su parte, llevó a las chicas de la Facultad escrito, esta poética de la desapropiación expo­
de Arquitectura a intervenir el espacio y a re­ ne, descubre, devela, que lo individual en realidad
nombrarlo nominal y visualmente, poniendo en esconde, entierra el trabajo de la comunidad —el
imágenes, imaginando su propio pliego petitorio. de ese lenguaje que nunca es solo mío, la inscrip­
Así, el auditorio Carlos Lazo será el nuevo teatro ción que me recuerda de donde vengo, las huellas
Estefanía Chávez: arquitecta y profesora mexi­ que son siempre habitadas, como nos recuerda
cana que, casualmente, aparece de la mano de Rivera Garza (2020: 67) citando a Revueltas—;
su padre, el ingeniero hidráulico Eduardo José si en el caso del trabajo escrito, la escritura desa­
Agustín Chávez, en Autobiografía del algodón, la propiacionista pone al descubierto «el andamiaje
penúltima novela de Cristina Rivera Garza: del tiempo y el trabajo comunal» (Rivera Garza
2019: 67), en cambio, en el caso del lenguaje
También es cierto que el proceso de reescri­ monumental y orgulloso, el gesto desapropiacio­
tura deshace lo ya hecho, mejor aún, lo vuelve nista (el que pinta, repinta, tacha, sobrepone) de­
un hecho inacabado, o termina dándolo por no mostrará que su aparente pertenencia colectiva
LAS
m m m Asimismo, los fotomontajes no son solo prác­

APARACE
ticas de jóvenes activistas con buen dominio tec­
nológico. Su uso, como dispositivo estético polí­
tico en las luchas feministas y en las prácticas de
muchas mujeres y cuerpos sexodisidentes, nos
conecta con los trabajos de Hannah Hóch o de
Remedios Varo, nos trae a primer plano la vida/
obra de Mónica Mayer, y su diálogo con Martha
Rosler, con Barbara Kruger, con O .R.G .I.A o con
Gabriela Álvarez. Y es que la ocupación de los es­
pacios académicos y las narrativas monumenta­
Serie de collage analógico les no son una estrategia «de moda». Las mujeres
Julio 2021
Gabriela Álvarez
llevamos hartas mucho tiempo.

Gabriela Álvarez, «Las mujeres aparecen», Como colofón de esa sensación que ha atra­
2021, Serie de collage analógico. vesado estas líneas, creo que rescatar nuestros
propios gestos, reinscribirlos en la narración de
nuestras historias —una y otra vez, sin pausa y
oculta, en realidad, un sesgo interesado. El valor con ritmo, aunque este sea desacompasado—
añadido, en eso consiste todo proceso de patri- puede ayudarnos (en respuesta a esa pregunta
monialización, lo convierte en un instrumento al de val flores con la que empezaba este escrito)
servicio del orden patriarcal y, desde luego, tam­ a dar sentidos al remolino estético y político en
bién colonial, clasista, capacitista, heterosexista. el que se producen las onomatopeyas que nos
Y es ahí donde pensamos que el bien, su orgullo, congregan y que se llenan de esas vibrantes al­
su pertenencia, no es de todes.8 veolares múltiples: r r r r r .
Además, pensar las pintas y los fotomonta­ Acabo como val flores empieza su texto:
jes como reescrituras feministas nos ayudan a agradeciendo de nuevo, otra vez, «ya para siem­
historizar nuestros propios gestos, y así recor­ pre», la compañía, el acompañamiento, la ayuda
dar que las cal les no fueron tomadas por primera y el sostén de tanta gente. Gracias, val flores y
vez en el año 2016; que la efervescencia feminis­ Cristina Rivera Garza. Gracias, Marisa. Gracias
ta, su radicalidad, no es exclusiva de esta década. a las manos que pintan las paredes y a las que
La rabia tampoco. Historizar nos ayuda a com­ cortan y pegan. Gracias, Valeria M artínez y Mo­
prender que, como argumenta lleana Diéguez, rras Cetto. Gracias, Laureana. Gracias, lleana,
«nuestra ira no es gratuita».9 L a rry y David. Gracias, Ixchel, Alejandra, Diego,
Paty, Nic.
Propongo, para terminar, que añadamos

8 Véase, para un estudio más profundo sobre la per­ una última erre a nuestra onomatopeya: la erre
tenencia del patrimonio, a Jiménez-Esquinas 2017. que levante el Reconocimiento. Porque, «¿y qué
9 Véase el ensayo de lleana Diéguez presente en otra cosa es reconocer si no un puro agradeci­
este libro. miento?» (Rivera Garza 20 19 : 78).
REFERENCIAS I m a g e n 4 . M arisa Belau stegu igoitia, fotog rafía
de pinta en la Facultad de Filo sofía y Le-
B e l a u s t e g u ig o it ia , M a r is a , Emanuela Borzac- tras-UNAM, 2020.
chiello y Rían Lozano. 2021. «Strikes, Sto- I m a g e n 5 . Valeria Martínez, «100 días en resis­
ppages, Occupations: Mexican Feminist tencia», 2020, fotomontaje para video.
W riting on the Walls», Critica! Times (en I m a g e n ó. Gabriela Álvarez, «Las mujeres apa­
prensa). recen», 20 21 , Serie de collage analógico.
D i Ég u e z , iLEANAy Ana Longoni (coords.). 2021.
Incitaciones transfeministas, Córdoba, Edi­
ciones DocumentA/Escénicas.
flo r es, v a l. 2021. «Esparcir la incomodidad. El
presente de los feminismos, entre la fasci­
nación y el desencanto», en lleana Diéguez
y Ana Longoni (coords.), Incitaciones transfe­
ministas, Córdoba, Ediciones DocumentA/
Escénicas.
H araw ay, D on na J . 2 0 1 9 . Seguir con el proble­
ma. Generar parentesco en el Chthuluceno,
Bilbao, Consonni.
J im é n e z E s q u in a s , G u a d a lu pe. 2017. «El pa­
trimonio (también) es nuestro. Hacia una
crítica patrimonial feminista», en Iñaki
A rrieta Urtizberea (ed.), El género en el patri­
monio cultural, Bilbao, Universidad del País
Vasco/EUFl, pp. 19-48.
R iv e r a G arza, C r is t in a . 2 0 1 9 . Los muertos in­
dóciles. Necroescritura y desapropiación, C iu­
dad de México, Debolsillo.
. 2020. Autobiografía del algodón, Ciudad
de México, Penguin Random House.

CREDITOS ICONOGRAFICOS
I m á g e n e s 1 y 2 . Nirvana Paz, de la serie Victoria
Alada, 2019, fotografía digital.
I m a g e n 3. Valeria Martínez, «100 días en resis­
tencia», 2020, fotomontaje para video.
CAM ROQUE LÓPEZ

En el marco de los procesos de «virtualización forzada», impulsados por la pande­


mia de Covid-19, parecen haberse visibilizado ciertos temas implícitos respecto
a lo que se entiende por corporalidad desde una matriz de inteligibilidad capi-
talista-productiva-neoliberal. Si bien algunas normatividades parecieran, en pri­
mera instancia, haberse puesto en entredicho, es imposible no observar cómo se
van produciendo reterritorializaciones que impactan particularmente en sujetes
subalternizades, en especial en aquelles atravesades por los ejes de la neurodi-
vergencia o de afectación en términos de salud mental. En esta comunicación,
pretendo reflexionar, de manera muy tentativa y situada, sobre algunos de ellos,
partiendo del lugar necesariamente limitado que implica la propia experiencia du­
rante la pandemia. En especial, me interesa cuestionar la reestructuración o no
de las tareas académicas en este periodo y la vivencia intrínseca de su precariza-
ción, haciendo foco en la escritura como actividad corporal.
INTRODUCCION son ¿quién puede escribir/leer qué en pandemia?
¿Quién puede pensar/escribir sobre la pande­
En el marco de los procesos de «virtualización for­ mia en pandemia?¿Qué implicancias tiene eso en
zada» impulsados por la pandemia de Covid-19, el tipo de experiencia de la pandemia que adquie­
parecen haberse visibilizado ciertos temas im­ re registro/reconocimiento académico?
plícitos respecto a lo que se entiende por corpo­
ralidad desde una m atriz de inteligibilidad ca-
pitalista-productiva-neoliberal. Si bien algunas ESCRITURA.
normatividades parecieran en primera instancia
haberse puesto en entredicho, es imposible no
DESGARRO, FUEGO
observar cómo se van produciendo reterrito-
rializaciones que impactan particularm ente en Dicen que no sé contar historias y desde que
sujetes subalternizades, en especial en aquelles me diagnosticaron de incomprensible,
atravesades por los ejes de la neurodivergencia enmudeció la ciudad que llevo dentro.
o de afectación en térm inos de salud mental o
C l a u d ia R o d r íg u e z
tareas de cuidado. En esta comunicación preten­
do reflexionar, de manera muy tentativa y situa­
da, sobre algunos de ellos, partiendo del lugar Al comienzo de su libro Ética tortillera, Virginia
necesariamente limitado que implica la propia Cano apela a la traducción/transcripción de una
experiencia durante la pandemia. En especial, me carta amorosa que escribiera en su juventud co­
interesa cuestionar la reestructuración o no de las mo un modo de m anifestaren la escritura loque,
tareas académicas en este periodo y la vivencia en sus propias palabras, describe como «la im­
intrínseca de su precarización, haciendo foco en posibilidad de dar con una práctica significante
la escritura como actividad corporal y en una que poblara el vacío de mi indecibilidad» (Cano
crítica a la productividad que parece term inar 2015: 22). El ensayo (y el libro publicado, pode­
expresándose, sin embargo, en una hiperproduc- mos agregar) en el que se la cita, entonces, viene
tividad académica. Las preguntas articuladoras a funcionar como una reescritura que le permite,
después de un vivendal hablar(se) con otres, rei­ de continuar, llegaba a su término. Como efec­
vindicarse en una condición de extranjeridad, en to de un trastorno generalizado de pánico, no
la cual el posicionamiento respecto a la acade­ obstante, mi relación con la lectura y la escritu­
mia juega un lugar para nada menor. Para com­ ra académica venía ya deteriorada desde hacía
pletar ese gesto, la autora cita más adelante la años; a pesar de desearlo y de disponer del tiem ­
carta de aprobación de su ingreso a c ic como in­ po necesario, no contaba con los antecedentes
vestigadora asistente, con el desglosado de los para continuarcon una carrera de investigación.
antecedentes que lo hicieron posible (26). Esta situación, con mínimas variaciones, se
La selección de este intertexto para iniciar extiende hasta el presente. Era (y sigo siendo)
mi ensayo no debe de resultar sorprendente. une male investigadore: no hejuntado los pape­
Después de todo, el objetivo es alumbrar, al de­ les, publicaciones o certificaciones suficientes
cir de Cano, «algunas de las tramas que rompen durante mi época de becarie como para solicitar
la lógica binaria que contrapone lo personal a un ingreso material más o menos constante. No
lo político, el adentro al afuera, la "burbuja de he saldado mi deuda, la que implicaba obtener
cristal” a la realidad, la ficción a lo real, la aca­ una beca en primer lugar: no me he promovido
demia al activismo y el amor a la investigación» estratégicamente en mis producciones y accio­
(23). Sin embargo, en el intento por dar cuenta nes como correspondería a un buen empresario
de la trama que me atraviesa, debo anticipar de sí (Foucault 20 16 : 265) dentro de estos ám­
que mis movimientos no serán tan articulados bitos. He fracasado. Lo que también se extiende,
ni simétricos. De hecho, más que romper con la no obstante, incluso a través de la pandemia, la
lógica binaria, debería decir que soy de quienes mala conectividad y los pánicos, es esta posición
se encuentran, al menos por el momento, per­ paradójica de seguir sosteniendo espacios de
fectamente rotes por ella. Con total honestidad, formación, intercambio e intervención académi-
no hay nada en esa posición-desgarro que me in­ ca-política a través de algo que no puedo llamar
terese reivindicar como deseable, subversivo o de otra forma que trabajo, las tareas del día a día
siquiera sostenible. De nuevo: no porel momen­ que permiten que ciertos espacios permanez­
to, al menos. No yo: quizá otres puedan. can. También, al decir de Cano, alguna forma de
A mediados del año pasado, tanto la pande­ amor, pero en el sentido de esa obcecada insis­
mia como las convocatorias a escritura/reflexión tencia que implica su carácter no pago.1Hacemos
por parte de la academia (que la tenían, previsi­ y sostenemos teoría, academia e investigación
blemente, como tema obligado) me encontraron por algo que pareciera orientado por fines más
en una situación bastante peculiar: en mi casa altos, del cual el activista no es menor, especial­
natal (zona rural), con casi nula conectividad y mente en los ámbitos que nos competen (género
llevando adelante tareas de cuidado de urgencia y sexualidades); queremos irrum pir en órdenes
en el marco de una conflictividad fam iliar y so­ epistemológicos y políticos, pero esta suerte de
cial que profundizaba la vulnerabilidad de todes proclama política y afectiva es la que deviene
les implicades. Mi único ingreso, una beca de
investigación en la que por circunstancias mate­
riales y de salud mental me veía imposibilitade 1 «Eso que llaman amor es trabajo no pago».
justificación moral de nuestras propias precari- pero también en su amenaza, en una distri­
zaciones.2 En otras palabras, si nos quedamos sin bución diferencial de la interrupción y de lo
ingresos, si no escribimos, si la academia nos ex­ interrumpible, aunque el mandato finalista y
pulsa, nos cabe, por no hacer las cosas bien. productivo haga que esas condiciones se ter­
Recibir y leer convocatorias en ese marco minen diluyendo o bien en la producción de
no me podía resultar sino algo cómico y des­ la palabra, o bien en el silencio. Supongo que la
alentador. A una de ellas, que versaba sobre la pandemia como acontecimiento parece dar
dificultad misma de la escritura académica en lugar a eso, pero en realidad me parece que
pandemia, respondía así: es algo que siempre está ahí (como la crisis
sistemática y constitutiva del capitalismo), y
Me gusta esa idea. Lo jodido, creo yo, es jus­ que de repente se pone más de plano. (Pien­
tamente que hay mucho que podríamos decir so: el capitalismo es el sistema que funciona
o problematizar desde nuestra situación en en constante crisis, que nunca es más capita­
este contexto, pero por esas mismas condi­ lista que cuando se reinventa a sí mismo, en
ciones se nos hace imposible «producir» se­ la reproducción de sus límites constitutivos a
gún los estándares académicos (de una publi­ escalas cada vez mayores. La moral capitalis­
cación, por ejemplo), o siquiera «estar al día» ta y la productividad académica también). [...]
con la conversación académica... Con lo cual Tengo muchas cosas agolpadas en la garganta
las voces que se terminan escuchando siem­ estos días y muy poca posibilidad de comu­
pre en última instancia responden a experien­ nicarlas, porque cuando consigo las condi­
cias específicas, más o menos clásicamente ciones materiales para hacerlo las ganas de
productivas, de la pandemia. Y ese es justa­ hablar me eluden, y termino prefiriendo mirar
mente el quid de la cuestión. Repensar las el fuego (Comunicación personal,8dejuliode
«ganas de escribir» como un entrelazamiento 2020 ).
de dispositivos materiales y complejos, y no
como una resolución (o no) individual: un en­ La alusión a mirar el fuego venía de una de las ta­
granaje tan precario y mierdoso que se hace reas de mi cotidianeidad: hachar leña y mantener
cagar fácilmente por diversas razones, pero los fuegos encendidos para la calefacción de mi
que tendemos a ignorar porque se privilegia casa, sin gas natural. En medio de otras decisio­
el resultado. Pensar, se me ocurre, cómo el nes y acciones más u rgentes, el momento de que­
encastre de esos dispositivos funciona siem­ darse controlando que un fuego no se apagara
pre en la posibilidad de la interrupción (un hacía una interrupción y un silencio ciertamente
cuarto propio, el escritorio del intelectual), deseados. En estos días, ciertamente, los deseé
como nunca: con los plazos de escritura de la po­
nencia encima y con la frustración de fracasar en
2 Agradezco a Luciana Almada por señalarme esta otros plazos anteriores, me resulta bastante iró­
arista moral en paciente y contenedora comunica­ nico estar haciendo este esfuerzo de traducción a
ción personal. escritura. «Destilar teoría de los textos de núes-

$
tras vidas», cita flores a Omosupe (flores 2013: En una conferencia dictada a finales del año
24); pero el gesto no se completa sin reparar en pasado, en el marco del doctorado en Estudios
su carácter nauseabundo y hasta algo hipócrita, de Género de la Universidad Nacional de C ó r­
dadas las circunstancias que lo hacen (im)posible. doba, Pascale Molinier volvía sobre algunas con­
sideraciones sobre las tareas y las políticas del
cuidado en el contexto de la pandemia por Co-
MUTISMO SELECTIVO, vid-19 (Molinier 2021). Señalando lo paradójico
de cómo esta crisis hace más evidente la relevan­
HABLAR FUERA OE LUGAR cia de estas tareas indispensables para la vida
social al tiempo que profundiza su precarización,
Esa gente escribe y escribe Molinier reparaba en el modo en que la produc­
su insoportablemente sabio blablablá ción de conocimiento en la academia de mujeres
como si la consigna fuese: y otres sujetes feminizades caía en picada en re­
primum scñbere, deinde philosophari. lación con el crecimiento de otras posiciones de
sujetos más favorecidos por estas condiciones.
F r ie d r ic h N ie t z s c h e
Un comentario común que surgía en nuestras
reuniones de investigación pasaba por eso: en
Creo que un lugar en donde he experimentado un esfuerzo redoblado por sostener las tareas
con más fuerza esta tensión de una posición no diarias que hacen posible la actividad académica
superadora ni disruptora, sino desgarrada por la en absoluto, compañeras y compañeres se veían
normativa académica, es en mi relación con el si­ imposibilitades de producir, esto es, dedicarse a
lencio. Como decía antes, el silencio se me hacía aquellas acciones, presencias, escrituras, pala­
(hace) un lugar deseable pero, al mismo tiempo, bras que sí tienen rédito académico y que suelen
un reducto que se vuelve insoportable. Debo, condensarse en la forma de publicaciones. Aun­
por supuesto, a Sedgwick la posibilidad de pen­ que con seguridad esto se hizo imposible de ob­
sar política y productivamente el silencio y la di­ viar con el aislamiento obligatorio (y de ahí que
mensión epistemológica de la ignorancia (1998); irrumpiera una y otra vez en nuestras reuniones
pero también, y quizá más inesperadamente, lo y actividades), también reconocíam os que no
debo al testimonio de sujetes neurodivergentes era una dinámica nueva. Es una lógica bien sabi­
con quienes comparto ciertas experiencias de da no solo en la investigación, sino también en
mutismo selectivo, algo que ciertam ente no pue­ la docencia universitaria: para que se puedan
de conceptualizarse en los términos simples de sostener cargos con salarios insuficientes, las
no querer!no poder hablar.3 tareas se reparten en los estratos inferiores con
salarios más bajos; pero también, en becaries ad

3 A principios de año esta problematización cobró


cierta presencia en la agenda pública, con las críti­
cas enunciadas por la comunidad autista hacia la tion First, en la forma de un recursero y un corto
película Music de la cantante Sia. Una réplica bas­ (Listen) elaborado pory para sujetes autistas no-ha-
tante interesante fue la ensayada por Communica- blantes (ver referencias).
honorem, quienes se hallan «pagando derecho de de reconocimiento de logros dentro de un año
piso» a través de esos trabajos no remunerados. particularmente difícil para todes les implicades,
El amor a la investigación (o a la academia), fue imposible no señalar este hecho con un aire
quiero decir, solo es posible en esa matriz de in­ beligerante. Después de que se aclarara que los
teligibilidad en la que se lo pone en relación con premios habían sido otorgados con un sistema
el trabajo no remunerado, justificado como un de anonimato (y aquí de nuevo nos convendría
pago (siempre insuficiente) de una deuda ante­ volver al desarrollo de Sedgwick sobre cómo
rior. A la academia (y a la educación universita­ «la ignorancia y la opacidad actúan en conniven­
ria, me gustaría agregar: mi experiencia como cia o compiten con el saber en la activación de
docente en una materia de primer año me ha corrientes de energía, de deseo, de productos,
hecho ver qué tan extendido está ese imagina­ de significados, y de personas» [1998: 15]), la
rio) une llega siempre endeudade; y a diferen­ pregunta subsistía: ¿quiénes habían podido es­
cia de las formas de endeudamiento literales cribir y mandar ensayos para un concurso? No
(como las del sistema de educación superior en tuvo eco entonces, pero sí una serie de comu­
los Estados Unidos, por ejemplo), sus alcances e nicaciones personales muy interesantes con
implicancias se hacen más difíciles de reconocer una colega,4jurado del proceso de selección del
a simple vista. En ese sentido, podemos trabajar concurso: algo que me llamó particularmente la
sin producir (académicamente) nada; hablar sin atención fue que, pese a realizar junto con otres
que se nos escuche; callarnos sin que eso tenga colegas el trabajo «más grueso» de leer todos los
consecuencias más que la pérdida de la propia ensayos y seleccionar de entre ellos a los finalis­
supervivencia académica. Hablar/escribir o callar tas, no se les mencionaba como parte del jurado
no es, por cierto, una opción que se resuelva fácil­ del concurso. Ese privilegio estaba reservado pa­
mente en los términos de un querer/poder (cuan­ ra otros nombres con más peso académico, que
do puedo, decía, me encuentro no queriendo; o recibían los ensayos ya seleccionados y elegían a
queriendo ver el fuego; expresiones que ahora los ganadores.
puedo reconocer, gracias al intercambio que he
podido establecer con otres sujetes neurodiver-
gentes, como de mutismo selectivo). PARA CONCLUIR: NO SOY
Quizá una imagen útil para pensar estas
tensiones sea otra de esas escenas que pare­
LE SUJETE OE LA REVUELTA/
cieron incrementarse exponencialmente en mi SUBVERSIÓN
vida académica el año pasado: una oscilación
algo violenta entre el mutismo selectivo y un ha­ Ahora bien, para finalizar, quiero advertir contra
blar fuera de lugar con resultados variables. En una interpretación fácil de todo lo que acabo
un acto de fin de año del centro de investigación de exponer: como ya dije al principio, no hay
al que (todavía) pertenezco, se anunciaban los
resultados de un concurso de ensayos sobre la
pandemia: de los diez ensayos premiados, solo 4 Agradezco el interés y los mensajes que inter­
dos pertenecían a mujeres. En el clima más bien cambió conmigo Juliana Enrico al respecto.
nada de esta posición (que he podido articular C ano , V i r g in i a . 2015. Ética tortillera. Ensayos
bastante precariamente, al filo de no escribir en en torno al éthos y la lengua de las amantes,
absoluto) que me interese reivindicar de por sí. Buenos Aires, Madreselva.
Se podría decir que hay algo de killjoy (Ahmed C o m m u n ic a t io n F ir s t . 12 de febrero de 2021.
2019) en lo que describo, por ejemplo, como ha­ LISTEN Movie, YouTube. Disponible en <ht-
blar fuera de lugar; sin embargo, creo que el ali­ tp s://www .voutube.conn/w atch?v= H7dc-
neamiento con esa categoría facilitaría pensarlo a 7 U 7 G I8 >.
como una suerte de movimiento contrahegemó- flo r es, v a l. 2013. interruqciones. ensayos de poé­
nico frente a un imperativo más generalizado de tica activista, Neuquén, La Mondonga Dark.
la felicidad, y en toda honestidad, no es así como Facu ltad de C ie n c i a s S o c i a l e s / U N C . 11 de
lo veo. Tampoco es así como veo (y vivo) ciertas febrero de 2021. Pandemia y políticas del
formas del silencio. Como señalé en uno de los cuidado. Dra. Pascale Moiinier. CEA/FCS, You­
últimos congresos a los que asistí en 20 19 (del Tube. Disponibleen <https://www.voutube.
que no puedo citar la ponencia, porque nunca coim/watch?v=im4Wp s lr 5 5 Q >.
pude escribirla), hay algo de terriblem ente cons­ F o u c a u lt, M ic f ie l . 2016. Nacimiento de la
titutivo y peligrosamente nebuloso en esa apela­ biopolítica. Curso en el Collége de France
ción a la subversión (y esa pervasiva necesidad de (1978-1979), B u e n o s A ir e s , F o n d o d e C u l­
identificarla y promoverla, como fines más altos) t u ra E c o n ó m ic a .
que vertebra el trabajo académico en nuestros R o d r íg u e z , C l a u d ia . 20 13 -20 14 . Cuerpos para
espacios, y que se entreteje con lógicas neolibe­ odiar, las travestís sobre nuestras muertes no
rales de (auto)precarización que me parece que sabemos escribir, Santiago de Chile, sin edi­
no hemos empezado a desanudar del todo. La torial.
pregunta no es solo quiénes (no) pueden produ­ S ed g w ic k , Eve K o so fsky. 1998. Epistemología
cir, sino también quiénes y cómo pueden reivin­ del armario, Barcelona, Ediciones de la Tem­
dicar la improductividad (frente a las lógicas y los pestad.
imperativos neoliberales) como un gesto político
(contrahegemónico o subversivo), por ejemplo,
especialmente en estos contextos pandémicos.
Ciertamente, no creo que esta misma comunica­
ción sea (ni deba ser) una respuesta satisfactoria
al respecto. Con suerte, espero, no lo es.

REFERENCIAS
A h m ed , S a r a . 2019. La promesa de la felicidad.
Una crítica cultural al imperativo de la alegría,
Buenos Aires, Caja Negra.
LUZ ÁNGELA CARDONA ACUÑA

Se presentan los resultados del análisis de cuatro movilizaciones feministas ocu­


rridas entre los años 2017 y 2020. Se sigue la propuesta teórico metodológica de
la sociología cultural, en particular sus postulados relativos a la teoría de la esfera
civil. En los cuatro casos se analizan las disputas por la interpretación del sentido
de las movilizaciones en las instituciones comunicativas. Se analizan las motiva­
ciones, relaciones e instituciones imputadas a las feministas, a las instituciones y
otros actores frente a cada movilización. Se encontró una disputa por los rasgos
de pureza/impureza que habilita a una feminista para hablar sobre el acoso; una
disputa sobre la civilidad/incivilidad de los medios de lo que puede ser nombrado
como nueva justicia feminista; otra sobre si las mujeres son víctimas, victimarías
o heroínas al usar la violencia en las manifestaciones; y final mente se observa una
disputa sobre la movilización feminista como opositora o no al gobierno federal.
UNA MIRADA
DESDE LA SOCIOLOGÍA
CULTURAL
El objetivo de este texto es analizar cómo se im­
putaron rasgos de pureza o impureza civil a las
instituciones, a diferentes actores y a las femi­
nistas que participaron en cuatro movilizacio­
nes que tuvieron lugar de 20 1 7 a 2020, a saber:
la movilización del #MeToo y La otra palabra de
octubre de 2017; la movilización digital en Mé­
xico que inició en 20 17 y que tuvo diferentes
expresiones en 20 1 8 y 2019, siendo de interés
la movilización digital de este último año en su
relación con el suicidio del músico Armando Ve-
ga-Gil; la marcha #NoM eCuidanM eViolan del
16 de agosto de 20 19 ; y el paro nacional convo­
cado el 9 de marzo de 2020.
Estas movilizaciones se han estudiado si­
guiendo la teoría feminista (Álvarez 20 20 , Cer-
va 2020, Lamas 20 18 , Varela 2020), el análisis
de tendencias y frecuencias de discursos en re­
des sociales (Almazán y Cassab 20 20 , Esquivel
20 19), y desde las teorías de movimientos so­
ciales o la teoría de redes (Pedraza y Rodríguez
20 19 , Benítez y Vélez 2018). Estos enfoques
perm iten el an álisis h istórico del activism o fe ­
m inista y un an álisis de las m ovilizacion es con
e nfoque de género. En el mism o sen tid o p erm i­
ten e sta b le ce r la m agnitud de las reaccio n es en
red es so ciales fre n te a dicho activism o. Tam bién
perm iten an alizar el papel de la estru ctu ra de las
relaciones sociales en los procesos de m ovili­
zación, en particu lar de las redes de acto res so ­
ciales. Sin em bargo, dichos enfoques poco ayu ­
dan a com p rend er las disputas sim bólicas que se
desatan por in te rp re ta r las m ovilizaciones.
E ste ensayo retom a la propuesta te ó rico
m etodológica de la sociología cu ltu ral, en p ar­
tic u la r los postulados de la te o ría de la e sfe ra
civil. Para su aplicación se estab leció la com p e­
te n cia por la im putación del sen tid o fre n te a
cada acon tecim ien to que tuvo lugar en la e sfe ra
civil, ese m undo de va lo re s e in stitu cio n e s que
«genera la capacidad de c rítica social e in te g ra­
ción d em ocrática al m ismo tiem po» (A lexan d er
2 0 0 6 : 4). Se asum e que la d em ocracia depende
de lazos de solid aridad que se co n stru ye n por
m edio del lenguaje d em ocrático, el cual rem ite a
va lo re s u n ive rsale s a b stracto s com o la libertad,
la ju sticia, el resp eto o la rep aración civil, pero
que individuos y grupos trad u cen en dem andas
co n cre tas de inclusión social (A le xan d e r 2 0 0 6 ).
Y ese acuerdo deriva de las disputas por el sen­ Las imputaciones sobre las virtudes o el vicio
tido de hechos sociales. cívico se dan en tres niveles: los motivos, las rela­
Los debates sobre cómo construir solida­ ciones y las instituciones (Alexander 2006). En el
ridad propician desacuerdos sobre las formas primero, se considera que un actor social o políti­
en que deben articularse los valores univer­ co está respaldado por motivos democráticos si
sales. En la democracia, los actores sociales se se interpreta que es autónomo, racional, razona­
enfrentan entre sí para definir la manera en que ble y realista; y se considera que es un actor anti­
debe construirse la solidaridad (Junker y Chan democrático si se juzga que sus motivos son irra­
2019). En algunas ocasiones las disputas term i­ cionales, no realistas o carecen de autonomía. En
nan p o re xclu irag ru p o sy a personas,atal grado el segundo nivel, se evalúan las relaciones de los
que estas traducen sus demandas de inclusión y actores sociales o políticos en términos civiles si
justicia en la alteración del orden social: dañan se estima que son abiertas, confiables, suscepti­
propiedad, bloquean carreteras u ocupan edifi­ bles de crítica y honorables; y se califican de anti­
cios públicos. Como sugiere la teoría de la esfera civiles si se evalúan como cerradas, sospechosas,
civil, estos actos pueden ser juzgados al mismo deferenciales, egoístas o tramposas. En el tercer
tiempo como expresiones de protesta legítima nivel, se valoran las instituciones a lasqueapelan
o ilegítima, lo cual genera disputas en torno a los actores, y se categorizan de civiles si se in­
la necesidad de incluir o no a quienes han inte­ terp reta que están reguladas por la ley y son
rrumpido el orden social. equitativas, inclusivas e impersonales; o de anti­
Los miembros de una sociedad tienen distin- civiles, si se valora que funcionan de manera ar­
tas interpretaciones de cómo debe cristalizarse bitraria, jerárquica, excluyentey para beneficio
la solidaridad, y expresan una y otra vez su des­ de una persona o grupo.
acuerdo sobre la forma en que se deben articu­ Los movimientos sociales expresan sus de­
lar las demandas individuales y las obligaciones mandas mediante acciones concertadas de carác­
colectivas. Actores y grupos sociales se confron­ ter dramático que pueden considerarse perfor­
tan de manera constante, porque se atribuyen mances, actos en los que se despliega el sentido
mutuamente cualidades de pureza o impureza consciente o inconsciente de su situación social
democrática, se juzgan como civiles o anticivi­ (Alexander y M ast 2 0 1 1 ). Por medio de estas
les y demandan —argumentan— con ello quién acciones simbólicas, los movimientos sociales
merece o no ser considerado en las membresías significan sus demandas de forma dramatizada.
de la inclusión y la solidaridad. El carácter demo­ La performance puede llegar a m ovilizar afec­
crático civil puro o impuro que se atribuyen los tos y apoyos al ser valorada como auténtica, o
actores y grupos sociales es relacional: así como puede ser objeto de crítica y rechazo por parte
«no hay religión desarrollada que no divida el de quienes la estimen inauténtica. Esto significa
mundo entre salvados y condenados, no existe que mientras para algunos miembros de la so­
discurso civil que no conceptualice el mundo en­ ciedad una performance puede resultar creíble,
tre aquellos que merecen la inclusión y aquellos para otros se trata de una puesta en escena falsa,
que no» (Alexander 2006: 55). montada para ocultar o distorsionar la realidad
(Alexander y Bartmanski 2012).
ANALISIS HERMENEUTICO los medios de comunicación construyen mensa­
jes que traducen situaciones concretas en códi­
ESTRUCTURAL gos civiles universales por medio de evaluacio­
nes y narraciones (2016: 284). De acuerdo con
Siguiendo la metodología de la teoría de la es­ Alexander, las columnas de opinión de los pe­
fera civil, se sigue un análisis hermenéutico riódicos dan cuenta de los motivos, relaciones
estructural con el que se identifican y analizan e instituciones que se imputan, sean estas con­
los códigos culturales en disputa. Se analizó el taminantes o purificadoras, con lo cual conectan
debate en las instituciones comunicativas, par­ con los presupuestos de la esfera civil (2006).
ticularm ente en la prensa en línea. Se realizó un Este sesgo es importante porque permite anali­
análisis textual de las imputaciones a los actores zar cómo las interpretaciones activan la disputa
o a los eventos. Se tomó en consideración el uni­ en la esfera civil.
verso de las columnas periodísticas porque per­
mite mapear la disputa simbólica y sus códigos.
Este análisis de hermenéutica estructural o de ANALISIS DE LA DISPUTA
análisis de códigos en disputa permitió una in­
terpretación con una sólida base empírica (Earl
POR LA INTERPRETACIÓN
eta l 2004: 67, Gupta 2015: 193, Río 2008: 60). DE LAS MOVILIZACIONES
En la tabla 1 se presenta la información del nú­
mero de columnas, la espacialidad de los medios Frente a la primera disputa entre el #MeToo y La
de comunicación y el rango de tiempo que cubre otra palabra, se encontró que los discursos tipifi­
el análisis de cada una de las movilizaciones. caron ambos posicionamientos como moralmen­
Se reconoce que las columnas periodísticas te justificados o no a partir de: i) las atribuciones
son parciales y sesgadas en las interpretaciones sociales e históricas que se hicieron a sus repre­
que ofrecen; como sostienen Butler y Luengo, sentantes; ii) la forma como se asume que las

Tabla 1. Descripción de la información analizada para cada manifestación

METOO Y LA OTRA METOO NO ME CUIDAN, PARO


PALABRA DIGITAL ME VIOLAN NACIONAL

Columnas 475 41 64 125

Iberoamérica,
Francia,
Espacialidad México México México
Estados Unidos,
Inglaterra

9/01/17 21/03/19 14/08/19 21/02/2020


Temporalidad a 27/03/18 a 17/04/20 a 31/08/20 a 15/03/20
55 días 26 días 18 días 25 días

F u e n t e : Elaboración propia.
feministas de cada posición evaluaron las capa­ ñalaron que, aunque se justificaba, su espíritu se
cidades liberadorasy opresivas de la sexualidad; había contaminado por mujeres atrapadas por
y iii) la forma como se asume que definieron las el rencor y la venganza y no buscaron en nin­
situaciones de acoso o seducción. La tipificación gún momento activar las estructuras y las insti­
se hizo a partir de los siguientes códigos bina­ tuciones de justicia (Cardona y Arteaga 2021).
rios: la clase social (pobre/rica), raza (blanca/no Finalmente, hubo quienes se opusieron al #Me-
blanca), temporalidad del activismo (antigua/ Too —pese a la necesidad de actuar contra el
nueva fem inista), posición moral (conservado­ acoso— señalando que sus promotoras estaban
ra/liberal), gravedad de la agresión (seducción/ impulsadas por valores anticiviles, es decir, eran
acoso), y centralidad de lo femenino (espíritu/ irracionales, imprudentes e incapaces de auto­
cuerpo) (Arteagay Cardona 2021). Los discursos crítica.
en competencia definieron una disputa simbóli­ Respecto al tercer evento, los actos de vio­
ca en relación con la reparación civil por actos lencia en la marcha #NoM eCuidanM eViolan
de violencia y acoso hacia las mujeres, así como desataron una disputa entre apoyar la movili­
interpretaciones diferenciadas sobre sus dere­ zación, un cuestionamiento a la civilidad de las
chos, la igualdad y la equidad de género. En otras mujeres y el desempeño gubernamental. En al­
palabras, se disputaron los rasgos civiles que se gunas columnas se justificó el uso de la violencia
supone que debe tener una feminista para ha­ como un medio para expresar las demandas. En
blar de feminismo y aquellos rasgos que la exclu­ otras se dijo que la violencia mostraba la inca­
yen de la esfera civil. pacidad de las mujeres para controlarsus impul­
La disputa que se desató frente al #MeToo sos. Al mismo tiempo, se desarrolló una disputa
y a La otra palabra permite advertir la presencia sobre la actuación gubernamental frente a las
de una esfera civil a escala global. Los discursos protestas. Algunos columnistas juzgaron que el
en competencia permiten observar un conjunto gobierno capitalino había alentado la protesta al
definido de códigos binarios a escala global que ignorar las demandas feministas de atender la
buscaron interpretar la posición de las actrices violencia contra las mujeres; «otros sostuvieron
estadounidenses y francesas. que el gobierno actuó de forma adecuada y que
En cuanto al #MeToo digital en México, se el vandalismo era responsabilidad de un grupo
encontró que la disputa se desató frente al suici­ acotado de feministas interesadas en afectar a
dio del músico Vega-Gil, quien había rechazado las autoridades» (Cardona y Arteaga 2020).
las acusaciones de acoso en su contra. Quienes Finalmente, se observa que el paro nacional
defendieron el #MeToo lo calificaron como puro se consideró como una expresión auténtica de
y juzgaron que las personas que administraban colectivos feministas y mujeres independientes
la cuenta en redes sociales y las denunciantes —calificadas como civiles— para expresar su har­
eran activistas y víctimas conscientes, informa­ tazgo frente al incremento de los feminicidios.
das, autónom as y críticas, im pulsadas por el Por otro lado, se juzgó como inauténtica acusan­
deseo de cambiar las cosas —en otras palabras, do que había grupos conservadores detrás —ca­
actores legítimamente civiles— Quienes critica­ racterizados como anticiviles—, que pretendían
ron el movimiento valorándolo como impuro se­ minar la legitimidad del gobierno federal.
El paro performativizó el hartazgo y el can­ sobre cuáles son las cualidades de una fem inis­
sancio frente a los feminicidios y la violencia ta pura/impura, a efectos de calificar con ello a
contra las mujeres: i) detonó la necesidad de quienes tienen la voz para expresarse sobre el
generar mecanismos de reparación por parte acoso, su erradicación y las formas de sanción.
de las instituciones regulativas de la esfera civil; La disputa del #MeToo y La otra palabra
ii) amplió el debate sobre el sentido de quiénes estableció un proceso de dicotomización moral
pueden ser o no consideradas feministas; iii) geográfica y temporal de las representantes de
abrió la disputa sobre las formas legítimas de cada movimiento: dependiendo de su ubicación
protesta; y iv) criticó la pretensión del gobierno y de adscripción generacional, se atribuyó cier­
de señalar si un actor es auténtico o no, civil o ta pureza o impureza moral a cada propuesta.
anticivil en sus demandas. En ese sentido, se dejó de lado el debate sobre
El logro principal de la convocatoria al paro y cómo propiciar reparación civil a las víctimas o
su realización fue la competencia porsignificarla; sobre los mecanismos de aplicación de justicia
puso el tema de la violencia contra las mujeres en requeridos para tal efecto.
el centro del debate, particularmente en los me­ El #MeToo digital desató una disputa con la
dios de comunicación y en las redes sociales, que se dimensionó el enorme desafío que tiene
donde se expusieron y discutieron casos de aco­ que enfrentar la justicia feminista ante casos de
so, hostigamiento, violencia contra las mujeres y violencia. Si bien las tres posiciones frente a la
feminicidios. Más allá de las descalificaciones, se movilización no cuestionan la justa demanda de
plantearon discusiones en los medios de comu­ las mujeres de castigar el acoso, hubo desacuer­
nicación sobre las posibles causas y soluciones a dos sobre mecanismos como el #MeToo para
los problemas que enfrentan las mujeres. enfrentarlo. De esta forma, lo que se ha deno­
minado como justicia feminista en las disputas
fue calificado por algunos actores como incivil o
CONCLUSIONES indeseable. Así, la disputa por la interpretación
de la movilización digital no generó un acuerdo
Se observa que la propuesta teórico metodológi­ sobre la denuncia en redes como mecanismo de
ca de la sociología cultural resulta adecuada para reparación civil.
el análisis de las disputas que se desatan frente a La disputa frente a la movilización #NoMe-
las movilizaciones feministas. El análisis herme- CuidanMeViolan en las instituciones comunicati­
néutico estructural permite la identificación de vas de la esfera civil —en particular la p re n sa-
los códigos culturales que se ponen en circula­ contribuyó a construiry concretar un nuevo con­
ción y con los que se disputa la pureza o impure­ junto de valores civiles, en los que las mujeres
za de las movilizaciones y sus protagonistas. aparecen al mismo tiempo como víctimas —de la
Se encontró que los discursos en disputa violencia—, heroínas —que toman las calles— y
imputaron al #MeToo y a La otra palabra cuali­ antiheroínas —por el uso de lo que fue califica­
dades como el lenguaje, la raza, el sexo, la clase do como violencia— La disputa se extendió ya
social y la etnia con el fin de atribuirles vicios y no a la pureza de las feministas como en el pri­
virtudes cívicas. Con esto se abrió un debate mer caso o a la civilidad de los mecanismos de
denuncia digital anónima como en el segundo, agravios contra las mujeres y cómo se amplían
sino que se debatió fundamentalmente sobre los márgenes de inclusión para las mujeres.
la civilidad de las feministas. Asimismo, el caso
puso en el centro del debate la eficacia del Esta­
do para atender los casos de presunta violencia REFERENCIAS
sexual contra las mujeres que habían desatado
la protesta. A l e x a n d e r , J e f f r e y . 2006. The Civil Sphere.
Finalmente, se observa un giro en las dis­ Nueva York, Oxford University Press.
putas por la interpretación del sentido del paro y Jason Mast. 2011. «The Cultural Prag-
nacional. Más allá de las descalificaciones, se matics of Symbolic Action», en J. Alexander
plantearon discusiones en los medios de comu­ (ed.), Performance and Power, Cambridge,
nicación sobre las posibles causasy soluciones a Cambridge University Press, pp. 7-24.
los problemas que enfrentan las mujeres. Pero y Dominik Bartmanski. 2012. «Mate-
sobre todo, resultó llamativo que la moviliza­ riality and Meaning in Social Life: toward
ción fuera interpretada como una acción contra an Iconic Turn in Cultural Sociology», en J.
el gobierno. De esta forma, el debate centró u na Alexander, D. Bartmanski y B. Giesen (eds.),
parte de la atención en la legitimidad de la movi­ Iconic Power: Morality and Meaning in Social
lización al mismo tiempo que era leído como un Life, Nueva York, Palgrave MacMillan, pp.
agravio al gobierno federal. 193-217.
El análisis de estos cuatro casos pone en evi­ A l m a z á n , M ó n ic a y Fiama Cassab. 2020.
dencia que las movilizaciones feministas activan «Ciberactivismo feminista en las estudian­
disputas en la esfera civil. Algunas de las disputas tes de la Universidad Autónoma M etro­
que se reflejan en las instituciones comunicati­ politana Unidad Xochimilco», Reencuentro.
vas muestran debates sobre la pureza/impureza Análisis de problemas universitarios, año 32,
que se imputan a dichas movilizaciones y se evi­ núm. 80, julio-diciembre, pp. 99-114.
dencia que estas disputas no siempre concluyen Á l v a r e z , L u c ía . 2020. «El movimiento fem i­
en un acuerdo generalizado sobre la legitimidad nista en México en el siglo xxi: juventud,
de los medios usados, las propuestas de repara­ radicalidad y violencia», Revista mexicana de
ción civil o las críticas al Estado. ciencias políticas y sociales, vol. 65, núm. 240,
Estudios posteriores podrían analizar la fo r­ septiembre-diciembre, pp. 147-175.
ma en que las disputas de las cuatro movilizacio­ A r t e a g a , N e l s o n y LuzÁngela Cardona Acuña.
nes consideradas en este texto son evocadas en 2021. «La disputa por el acoso en la esfera
disputas posteriores. Esto permitirá determ inar civil: # M etooy la Une autre parole», Nóesis.
cómo se van modificando o no los códigos cultu­ Revista de Ciencias Sociales, vol. 29, núm. 58-
rales con los que se interpreta el significado de 1, agosto-diciembre, pp. 1-2 3.
las movilizaciones y su pureza/impureza en la B e n ít e z , F a b io l a y G ra cie la V élez. 2018. « P rin ­
esfera civil. Estas interpretaciones resultan re­ cipales logros y reto s del fem in ism o en M é­
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ILEANA DIÉGUEZ

En este texto abordamos las implicaciones de las prácticas feministas situadas


en contextos donde se utilizan las llamadas políticas de género para enmascarar
o maquillar el sostenido ejercicio de las violencias contra las mujeres. Particular­
mente nos centramos en la criminalización del activismo y la insubordinación de
mujeres en países llamados socialistas, concretamente en Cuba, interesadas en
denunciar los patriarcados de Estado. Nos apoyamos en las reflexiones de pensa­
doras latinoamericanas como María Galindo y Ochy Cu riel para insistir en la nece­
sidad de considerar las prácticas despatriarcalizadoras y decolonizadoras para el
desmontaje de las falsas políticas hegemónicas que dicen condenar las violencias
hacia las mujeres mientras las propician. Asumimos que escribimos desde la ira y la
digna rabia porquetambién creemos en el poderde las palabras como una manera
de seguir accionando contra las violencias.
Tiene tantas raíces el árbol de la rabia que a veces
las ramas se quiebran antes de darfrutos.

A udre L orde

Nofundamos comunidades ideales,


nos instalamos donde nuestro trabajo
desmitificador mayor irritación produce.

M a r ía G a l in d o

Quizá sea un lugarcomún insistiren que las prác­


ticas feministas están situadas. Quizá no lo es si
necesitamos o deseamos desuniversalizar las
causas y enfatizar las disidencias que nunca son
iguales ni tienen las mismas consecuencias, se­
gún el lugar donde sucedan. Nuestra rabia, como
nuestros cuerpos, está situada. La rabia es tam­
bién personal e inevitablem ente social y colec­
tiva. Cada una carga su rabia, la rumia y la suelta.
La rabia, como la ira, es un recurso mítico ances­
tralmente femenino. La ira de las Erinias, su sed
de justicia contra un hombre que asesina a una
mujer. La ira de Deméter mientras busca a su hija
desaparecida, raptada por los poderes del infra-
mundo. Esa rabia arcaica sigue encarnándose en
todas las mujeres en cualquier parte del mundo
(Diéguez 2021).
En México se ha expandido la expresión «la
digna rabia».1 Viene del campo de la vida, que
pienso que es el sitio del que emergen las ideas
más revulsivas: del dolor a la rabia y de allí a la
acción, es una problemática reflexionada por
distintas/os pensadoras/es. En esta parte del
mundo donde vivimos fue colocada en el esce­
nario académico y social por la socióloga colom­
biana Elsa Blair, cuando planteó el «inmenso po­
tencial político del dolor» y la necesidad de recu­
rrirá las narrativas de la memoria como «una vía
para poner el dolor en la escena pública» (2002:
9). Ese texto de Blair inspiró a jóvenes estudian­
tes de la Universidad de Antioquia, sede Puerto
Berrío, a buscar y animar a las madres de per­
sonas desaparecidas en esa zona del Magdalena
Medio para realizar de manera conjunta accio­
nes de memoria que visibilizaran el dolor por la

1 Remito al comunicado del subcomandante insur­


gente Moisés desde el caracol de Oventik, el 15 de
noviembre de 2014, al terminar el acto con los fa­
miliares de los estudiantes de Ayotzinapa desapa­
recidos entre la noche del 2 6 y la madrugada del 27
de septiembre de 2014.
ausencia y la falta de información respecto al académico. Ha sido y es el espacio público el que
paradero de sus seres queridos. soporta nuestras olas de enrabiadas, porque la
Pero también tenemos que decir que mu­ ira puesta en acción viene de colectividades que
cho antes de que la academia reflexionara y so­ han alzado su voz para luchar porel derecho a la
cializara estetópico, las m adresy especialmente vida digna.
las mujeres en distintas partes del mundo hicie­ En sus reflexiones sobre los usos de la ira,
ron del lamento y del dolor por la pérdida una Audre Lorde manifiesta que ha sido necesario
estrategia de lucha y reclamo en los espacios aprender de la ira para transitar del silencio y el
públicos. Es lo que podemos constatar en Mé­ miedo a la acción (2003), y expone la dificultad
xico, no solo en estos tiempos de tanta pérdida para escucharnos cuando se trata de mujeres
por el exceso de violencia que acota nuestras que defienden distintas causas. Pienso mucho
vidas, sino también desde la década de 1970, en esos ejemplos reflexionados por Lorde por­
cuando se fundó el Comité ¡Eureka! a partir de que necesitamos concientizar los modos en que
las acciones de búsqueda emprendida por Rosa­ se diseccionan los escenarios de luchas fem i­
rio Ibarrade Piedrayotras madres mexicanas. O nistas (del mismo modo en que fueron fragmen­
en la búsqueda emprendida por las madres ar­ tadas las opresiones), y porque es importante
gentinas, organizadas en abril de 1977, cuando incluir las circunstancias situadas en que suce­
iniciaron las rondas frente a la casa de gobierno den las distintas luchasy la importancia de escu­
en Buenos A ires dando lugar al histórico movi­ char a quienes por esas mismas circunstancias
miento Madres de Plaza de Mayo. O también en están silenciadas.
la búsqueda iniciada en el desierto de A tacam ay Cuando he expresado la necesidad de aten­
sostenida por más de cuarenta años por las ma­ der las condiciones situadas de las prácticas y
dres, hermanas, esposas e hijas de los 26 presos luchas feministas, entre tantas cuestiones de­
políticos de Calama, asesinados el 19 de octubre seo destacar dos problemáticas: una, seguir in­
de 1973 como parte de las acciones que realizó la sistiendo como lo han hecho ya varias mujeres,
Caravana de la Muerte al mando del general Ser­ activistas y pensadoras, en que el accionar fe­
gio Arellano y por órdenes expresas de Augusto minista desborda las problemáticas de género,
Pinochet. A sí lo hacen hasta hoy las m adresy mu­ que las situaciones de clase, de raza y las con­
jeres que en Cuba ponen el cuerpo y la vida por diciones económicas determinan decisivamente
visibilizar la violencia extrema del Estado contra las violencias como los reclamos ante ellas y la
las personas que disienten, como lo hicieron en visibilización que les damos. Y dos, que las accio­
ese escenario y continúan haciéndolo las Da­ nes ante las violencias (y particularm ente ante
mas de Blanco y las madres de las y los jóvenes las de Estado) contra las mujeres se configuran
reprimidos y encarcelados por participar en las de manera específica según el Estado y el con­
protestas del 11 de julio de 2021. Los aconte­ texto en el que inciden, y que determinan que
cimientos que afirman el movimiento del dolor esas violencias se visibilicen o invisibilicen por
a la rabia vienen de los espacios de la protesta nosotras y por otras/otros.
pública, de la ira de las mujeres por la defensa Acotar los escenarios de luchas impulsa­
de la vida, y mucho después ha sido un tópico dos por mujeres a la perspectiva única de poli-
ticas de género podría contribuir a contener la veintiocho años de cárcel. Ente ellas había pe­
potencia de acciones que requieren pensarse riodistas, activistas, escritores y disidentes que
desde un tejido de complejidades. Los levanta­ fueron considerados por Amnistía Internacio­
mientos y las luchas de las mujeres constituyen nal como «presos de conciencia» por «ejercer
acciones contundentes ante cualquier forma de pacíficamente su derecho a las libertades de
opresión, y muchas de esas opresiones han sido expresión y asociación» (1 99 7), lo que según
convenientemente ocultadas dentro del posible el Estado cubano constituye una amenaza de
uso hegemónico institucionalizado tras la enun­ pensamiento y acción. Entre los detenidos había
ciación de «políticas de género», minimizando o una sola mujer: Martha Beatriz Roque Cabello,
igualando distintos tipos de formas de violen­ también detenida en 1997 a causa del proyecto
cias. Pongo el ejemplo del Estado cubano y su colectivo «La patria es de todos». Por cuestiones
política de supuesta corrección hacia las muje­ de salud fue liberada y en 2005 fundó la Asam ­
res según las narrativas revolucionarias y el aura blea para la Resistencia. Los encarcelamientos
mítica que se ha construido en torno a ellas, pa­ de las 75 personas generaron la creación del
ralizando prácticamente cualquier crítica o nu­ movimiento pacífico Damas de Blanco, integra­
blando la visión real de los hechos. Bajo el marco do por mujeres fam iliares de las y los detenidos
de una supuesta igualdad de género, el Estado que demandan ju sticia y liberación para las y
cubano ha ejercido y sigue ejerciendo la violencia los presos políticos, y para ello enviaron v a ­
contra las mujeres que disienten, reclaman y se rias cartas a las autoridades cubanas sin recibir
posicionan ante la represión ejercida hacia cual­ nunca respuesta. Después de haber logrado la
quier persona que se manifieste críticamente, liberación de un considerable número de pri­
en pensamiento o en acción. El uso de la fuerza sioneros, ellas y nuevas integrantes continúan
civil, militar o paramilitar contra mujeres disiden­ luchando hasta hoy a favor de nuevas y nuevos
tes en Cuba, y en cualquier parte del mundo, no detenidos. Sus formas de protesta se realizan
solo viola todas las supuestas políticas a favor del a través de caminatas silenciosas hacia las igle­
género, sino que desenmascara la violencia ejer­ sias, donde asisten a misa vestidas de blanco
cida por parte de quienes reclaman la defensa a con imágenes impresas de sus seres queridos
ultranza de las ideologías. Y este es el procedi­ y llevando gladiolas en las manos como símbolo
miento legitimado por estados patriarcales que de paz.2 Las continuas agresiones a estas mu­
consideran tener derechos soberanos sobre las jeres, con golpizas y arrestos domiciliarios por
y los civiles, y que mientras maquillan su aparien­ parte de los órganos policiales y paramilitares,
cia con legislaciones, atropellan, violan, encarce­ han sido ampliamente conocidas a través de las
lan y aniquilan a las mujeres. informaciones circuladas en prensa y redes so-
En marzo de 2003, decenas de domicilios
cubanos fueron allanados por las fuerzas de la
2 Las Damas de Blanco recibieron el Premio Sá-
Seguridad del Estado. Se decomisaron distin­
jarov a la Libertad de Conciencia, otorgado por el
tas pertenencias como máquinas de escribir y Parlamento Europeo. Fue asignado en 2005, pero
libros, y 75 personas fueron detenidas y con­ no fue sino hasta 2013 que pudieron recibirlo pre­
denadas a periodos que oscilaron entre seis y sencialmente.
cíales, pero siempre sobre la disidencia en Cuba giendo sus derechos y el cambiode lascondicio-
se ha impuesto un silencio cómplice que justifica nesdevida, porqueal sa lira lascallesy tomarlas
la represión contra sus ciudadanas y ciudadanos, pacíficamente muchas mujeres han sido encar­
mientras en otros países se defiende el derecho celadas en Cuba y en muchos casos han sido
a la protesta pública. víctimas de desaparición forzada al ocultar sus
No dudo de la necesidad de posicionarnos paraderos de sus familiares durante varios días.
ante gobiernos neoliberales y capitalistas en cu­ Mientras escribo estás páginas hay decenas de
yas estructuras y con cuyos fondos realizamos mujeres detenidas en cárceles o lo han estado, sin
mayormente nuestros trabajos deseando des­ procedimientos jurídicos durante meses, por el
montar sus fines, pero es urgente manifestarnos único hecho de protestar pública y pacíficamen­
críticam ente contra todo gobierno represor, in­ te, o están condenadas por ello a años de cárce­
cluyendo los socialismos y los patriarcados de les, o no pueden salir de sú s casas en donde son
izquierda que declaran las políticas feministas vigiladas, o son continuam ente am enazadas y
como prácticas de Estado mientras condenan violentadas corporalmente por las fuerzas del
a las mujeres a las más inimaginables formas mismo Estado que dice defenderlas. Las mu­
de violencias. La revista feminista cubana Alas jeres opositoras que defienden el derecho a d¡-
Tensas, realizada a través de su O bservatorio, ha sentirson criminalizadas porsu activismo. Según
publicado que en 20 21 se registraron 36 fem i­ las informaciones publicadas por Alas Tensas,
nicidios en la isla, una cifra superior a la de años
anteriores (32 feminicidios en 2020). Como de­ el régimen cubano continúa sus acciones re­
nuncia este órgano: presivas contra las mujeres que han decidido
ejercer su derecho a participar en la política
En la isla, y pese a las exigencias de feministas de su país, a través de los destierros, los arres­
y activistas, no existe una Ley Integral contra la tos arbitrarios, el acoso a familiares, y de lar­
violencia de género, no está tipificado el femi- gas sanciones penales (2022).
nicidio dentro del código penal, no hay casas de
acogidas para mujeres maltratadas, no se rea­ Desde el seguimiento realizado por la platafor­
lizan campañas públicas de sensibilización, no ma Justicia 11J, 74 mujeres han sido detenidas
hay estadísticas oficiales de los feminicidios, y en cárceles tras las manifestaciones del 11 de
además, se criminaliza todo activismo feminis­ julio de 2021. De ellas, 67 fueron juzgadas por
ta relacionado con la violencia de género o con los delitos de desorden público y desacato con
otras problemáticas sociales (2022). peticiones fiscales de quince años y condenas de
hasta cinco años, y varias de ellas son madres
Si bien en países como México, C h ile y Argenti­ de hasta cuatro hijos menores de edad (Alas Ten­
na, por solo nombrar algunos, mareas de muje­ sas 2022). En esta plataforma se puede acceder
res toman las calles para denunciar la violencia también a la información sobre las personas que
y las complicidades de los estados contra las están siendo juzgadasy los casos de menores de
mujeres, es necesario decir que no en todos los edad detenidos y bajo petición fiscal, así como
países las mujeres pueden estaren las calles exi­ los casos de mujeres trans que han sido recluidas
junto a hombres en centros penitenciarios y ex­ Surgen inevitablemente las preguntas: ¿por
puestas a la violencia política y sexual. qué tienen tanto miedo a las mujeres? ¿Qué
A partir de las represiones a las y los ma­ poder de convocatoria o de incidencia social y
nifestantes en las protestas colectivas del 11 moral tienen las mujeres al manifestarse públi­
de julio de 20 21 , las mujeres han sido foco de camente? Desde Séneca hasta Nicole Loraux se
persecuciones y violencias; han sido el blanco ha insistido en la obstinación del dolory la indig­
de amenazas, vigilancias sostenidas, prisión do­ nación de las mujeres, en su perseverancia y en
miciliaria, desalojos, agresiones sexuales, robos la politicidad de sus actos y demandas públicas.
de sus herramientas de trabajo, destierros o Los textos clásicos hablan del mítico poder de las
exilios forzados, prohibición de regresar al país Erinias, capaces de desplegar y sostener su furia
y condenas a prisión por varios años a pesar de sobre aquellos a quienes se proponen juzgar
ser madres de menores, todo esto como formas por haber cometido actos de violencia hacia sus
expresivas del poder ejercido desde un Estado consanguíneos. La rabia de las Erinias es larga y
machista y patriarcal. A las mujeres disidentes persistente. «Del dolor a la cólera» es la potente
se les golpea y se les desaparece sin que fami­ enunciación de Nicole Loraux cuando reflexiona
liares ni amigos puedan conocer su paradero la transformación del doloren «cólera negra»,en
durante horas o días. Se les «suelta» en lugares actos de subversión protagonizados por figuras
apartados o se les mantiene detenidas bajo acu­ míticas, teatrales y sociales de la Antigua G re ­
sación de desacatoy la amenaza de juicios suma­ cia. El poder político d élas mujeres y la transfor­
rios en los que se les condena por varios años. mación del dolor en reclamo fue nombrado por
También se les amenaza con daño a fam iliares y Loraux como «memoria-cólera», la ménis (2004:
personas conocidas si no salen del país inmedia­ 56). La visceral cólera negra de una madre re­
tamente. Uno de los casos recientes de destie­ clamando a sus hijas o hijos es una fuerza quizá
rro o exilio forzado ha sido el de la historiadora demasiado temeraria para la organización arti­
del arte C arolina B arrero , obligada a sa lir de ficial de los estados, sobre todo de aquellos que
Cuba en un plazo de 4 8 horas por haber acom­ despliegan el espectáculo desigual de su fuerza
pañado en las protestas del 31 de enero a ma­ contra una mujer o un reducido grupo de muje­
dres y fam iliares de personas detenidas por el res sin más armas que la decisión y el valor.
1 1 J que estaban siendo juzgadas en el tribunal Experiencias concretas y situadas como es­
del municipio Diez de Octubre en La Habana. La tas nos hacen saber que el Estado socialista
amenaza implicaba la detención de las personas es patriarcal y paternalista, no tolera formas de
que estaba acompañando si no salía inmediata­ vida y trabajo independiente. No tolera el cues-
mente del país. A la activista e historiadora del tionam ientoy mucho m enostolera a las mujeres
arte Anamely Ramos, como a la periodista Karla que interpelan al poder, particularmente cuan­
Pérez, se les impide regresar a su país natal aun do son mujeres negras o afrodescendientes,
cuandoessu único lugarde residencia legal por­ mayormente pobres y marginadas, posiciona-
que el Estado cubano decide quién vive, quién das también ante las políticas heteronormati-
mal vive, y quién entra o sale del país. vas sostenidas por una «matriz de dominación
caracterizada por opresiones interseccionales»
(Hill Collins 2012: 101) que implican la raza, la mujeres, las y los disidentes sexuales o de pen­
clase, el género, la sexualidad, la religión e inclu­ samiento, y los cuerpos racializados que margi-
so el estatus de ciudadanía o pertenencia «na­ naliza, es un régimen abiertamente represivo y
cional». Esta noción —«matriz de dominación»—, patriarcal.
que ha sido propuesta por Patricia Hill Collins Es im prescindible desm ontar las «políticas
y retomada en Latinoamérica por Ochy Curiel de género» ejercidas desde agendas ideológi­
desde las reflexiones de un feminismo decolo- cas diversas que institucionalizan a convenien­
nial, hace referencia a la organización total del cia los fem inism osy se focalizan en darasistencia
poder en la sociedad: a las mujeres mientras se les revictimiza o se les
condena y crim inaliza por ser activistas, agen­
El feminismo descolonial no solo critica al tes de cambio o por realizar acciones de insu­
feminismo hegemónico, sino también a los bordinación que ponen en crisis a los aparatos
movimientos y las teorías sociales que creen del poder. Las llamadas agendas de género, in­
que actuando solo sobre la clase se va a trans­ sisto, son usadas por los más diversos poderes
formar el mundo, y a los machos de izquierdas con distintos colores partidistas e ideológicos
que creen todavía que «el asunto» de la mujer para seguir permitiendo y propiciando el uso de
tiene que venir después, pero que incluyen el la fuerza y la violencia contra las mujeres. Lo ha
género para aparentar lo políticamente co­ dicho insistentemente María Galindo:
rrecto (2014).
Podríamos decir en términos generales que
Ochy Curiel se refiere abiertamente al uso de la categoría de género ha sufrido un proceso
las políticas de género por parte de los estados de banalizaciónysimplificación extremas pro­
—particularm ente los conocidos como demo­ vocado de manera directa y deliberada por la
cráticos o socialistas— para aparentar solidari­ dinámica de las oenegés y la cooperación in­
dades o compromisos contra las violencias hacia ternacional. Al punto que la categoría de gé­
las mujeres mientras propician diversas formas nero no supone un problema ideológico para
de violencias. Todas las form as de violencia proyectos eclesiales, fundamentalistas, parti­
amenazan la vida y con ello cualquier práctica distas o de explotación colonial. Tampoco su­
social, intelectual, artística o política. De todas pone un problema ideológico para gobiernos
las formas de violencia, la que es ejercida como tan dispares como el de Evo Morales, el de Fu­
violencia de Estado es probablemente la más jimori o el de Peña Nieto. Todos tienen su co­
perversa, porque implica la legitimación de la rrección política de género en algún apartado
fuerza y de todo el aparato legal y estatal en fun­ gubernamental parqueada para contento de
ción de la represión y la muerte de las personas los organismos internacionales (2015: 29).
que están bajo su control y que en principio de­
berían ser resguardadas o protegidas. En estas Por eso la dimensión de las demandas y las lu­
situaciones el Estado, que decide qué cuerpos chas es mucho más compleja y no cabe en las
importan m ientras propicia, legitima o tolera políticas de «prioridades» hacia el género que se
el uso de la violencia contra los cuerpos de las ha convertido en una «retórica tramposa y ma-
quilladora» (Galindo 20 15 : 29), incluyendo los y que trabajan desde la autonomía. Las luchas
proyectos de patriarcas socialistas, como sugie­ colectivas e individuales que libran las mujeres
ren estas reflexiones de Rita Segato: se activan contra toda índole de mandatos pa­
triarcales. La desobediencia personal —no sujeta
Basta escuchar atentamente el discurso «pro­ a un cuerpo ideológico— de cada mujer frente al
gresista» de los representantes del socialismo disciplinamiento patriarcal, sea cual sea la cultu­
de Estado para percibir la jerarquía consolida­ ra, edad, clase social o lugar al que pertenezca, es
da y equivocadísima de lo que importa más y para María Galindo una práctica de «feminismo
lo que importa menos, de lo que suponen es intuitivo» que nace de la vida, que no se alinea a
de interés general y valor universal, y de lo una ideología, partido o discurso hegemónico y
que postergan como minorizado y despresti­ que se derrama en las calles:
giado, transformado en particular y secunda­
rio, de gentes menos importantes como noso­ Lo que llamamos el feminismo intuitivo, que
tras, las mujeres. Su reiterado y cíclico fracaso es la desobediencia personal de cada mujer
en conducir desde el Estado la tan esperada frente al disciplinamiento patriarcal sea cual
reorientación de la historia hacia sociedades sea la cultura, edad, clase social o lugar al que
más benignas muestra a las claras que hay un pertenezca. Una desobediencia personal no a
error fatal en su concepción revolucionaria, partir del acceso a un cuerpo ideológico, sino
por habernos relegado siempre a la posición a partir de sí misma y de sus decisiones exis-
de no pensantes y haber vuelto inaudible tenciales instaladas en su cotidiano (2015: 3).
nuestra voz. Nos damos cuenta entonces de
que es de nuestra mano que la historia tendrá Nuestra ira no es gratuita, y como dice Lorde,
que caminar (2016: 104). «está cargada de inform ación y de energía»
(2003: 142). La rabia es apenas la expresión de
Si hablamos desde la rabia es porque nuestros muchísimas acumulaciones, de muchísimas hu­
cuerpos no toleran más las negociaciones y dis­ millaciones, de nombres y cuerpos que faltan o
posiciones de los consorcios patriarcales de cual­ que no están donde deberían o que están donde
quier sistema económico y político que intentan no deberían estar. La práctica feminista como la
pactar y decidir sobre nuestras vidas. Es impres­ decolonial es una práctica activista, no es una
cindible atender los diversos reclamosy las estra­ asignatura teórica, sino como propone O chy
tegias de interpelación que buscan desmontar a Curiel al pensar la decolonización sostenida por
los poderes como a los mitos que los sostienen Aimé Césaire, es un ejercicio de «cimarronaje
y a las narrativas patriarcales que están en el intelectual» (2015: 13). En nombre de ninguna
centro de eso que se ha nombrado utopía. La ideología ninguna mujer ni ningún ser humano
despatriarcalización entendida como «una ac­ puede ser humillado, y si lo toleramos y lo calla­
ción permanente de desestructuración» (Galindo mos debemos saber nuestra cómplice implica­
2016: 174) es la más insistente práctica decolo- ción. ¿O acaso ello es posible porque como ha
nial defendida por activistas, pensadoras, teóri­ dicho María Galindo, «existe un pacto patriarcal
cas y artistas de la región renombrada Abya Yala de silencio sobre la subordinación de las muje­

i
res» (2 01 5: 36) y el poder otorgado a ciertos sobre todo fuera de la academia o en los bordes,
pa triarcad o s, tam bién por m ujeres en d iv e r­ en los umbrales, y proponiendo otras genealo­
sas partes del mundo? gías más situadas en lo que se mueve por fuera
El feminismo decolonial, como explícita de lo académico y hacia las contaminaciones del
Ochy Curiel, ha hecho «una apuesta que des­ cuerpo, la clase y la raza, donde nacen los fem i­
estructura el supuesto sujeto del feminismo nismos bastardos e intuitivos que enuncia Ma­
hegemónico institucionalizado y esencialista» ría Galindo.
(2015: 22) asumiendo la práctica política como Pienso que es importante seguir insistiendo
un conjunto de problemáticas de género, raza, en la proliferación de epistemologías situadas
sexualidad y clase, situando las diversas formas que incluyan lo personal y lo subjetivo, incluso
de opresión y desmontando los imperativos como parte del discurso académico, pues habla­
ideológicos utilizados para crear mundos de mos desde un tiempo y lugar específico, desde
obediencia debida. una historia y realidad específica, desde cuerpos
Repetidamente me pregunto cómo abordar específicos y experiencias encarnadas y sabe­
el sentido de una práctica que de antemano está mos que no hay discursos neutros, como ha di­
establecida hacia zonas de corrección ideológi­ cho Grada Kilomba (2019: 58).
ca. Más de una vez al compartir información so­ Intento comunicar mi rabia, no precisamen­
bre lo que viven muchísimas mujeres en Cuba y te hablar sobre ella. He acumulado mucha ira
conversar con mujeres latinoamericanas que sí ante tanto silencio cómplice. No puedo jugar
pueden salir a las calles sin ser inmediatamente los roles de corrección que se sostienen cuando
encarceladas, he tenido como respuesta el silen­ se visibilizan las prácticas anticapitalistas pe­
cio o la supuesta disculpa. Me pregunto qué está ro se silencian las prácticas opresivas, violato-
por fuera de tanta visibilidad accionista, qué zo­ rias, patriarcales y machistas de los llamados
nas de lo no dicho están aún entre el accionismo socialismos de Estado. Como nos han recorda­
feminista y la violencia patriarcal que nos atra­ do otras y otros, la rabia puede ser un carburante
viesa. ¿Son selectivas las agencias feministas que para el pensamiento y la acción (Bauman 2015).
se ponen en función de los afectos ideológicos? La rabia y la ira nos enseñan cómo accionar y
Hemos construido una performatividad extra­ luchar también con palabras: «Si tienen rabia, lu­
ña, seccionada, donde los relatos ideológicos chen con palabras», aconseja el sabio y chamán
parecen anular los afectos. Quizá sea necesario yanomami, Davi Kopenawa (2015: 453). Hay
entender las poéticas de aquellas narrativas una agencia en esa ira, en la performatividad de
que performeamos para entender qué estructu­ la rabia, de la digna rabia que ha movilizado a
ras estamos mimetizando. pueblos indígenas y a miles de mujeres en cual­
Es desde estas circunstancias que de distin­ quier parte del mundo. Y como bien dice Marta
tas maneras vivo y enuncio, que me ha interesa­ Lamas, esa rabia no es coyuntural, sino que es
do dar sentido a la frase «experiencias situadas/ inevitablemente un síntoma de algo muy grave
rabias encarnadas» en cuanto prácticas situadas que está ocurriendo hace muchísimo tiempo y
o emplazadas, palabra que tiene algo de empa­ sigue sucediendo en nuestros territorios (2021:
lizada o barricada (Diéguez 2019), instaladas 13). Ojalá un día podamos decir que no tenemos
motivos para estar enrabiadas, pero mientras B l a i r , E l s a . 2 0 0 2 . «M em oria y narrativa. La
existan necesitamos que esa rabia nos siga ali­ puesta del dolor en escena pública», Revista
mentando, que pueda contagiar «nuevas formas de Estudios Políticos, núm. 21, julio-diciem-
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Palabras de la Com andancia G eneral del e z ln
en el caracol de O ven tik, 15 de noviem bre.
Disponible en <https://enlacezapatista.ezln.
org.im x/2014/11/15/palabras-de-la-com an-
d a n c ia -g e n e ra l-d e l-e z ln -e n -v o z -d e l-s u b -
co m an d a n te - in s u r g e n t e - m o is e s - a l- t e r ­
m in a r - e l- a c t o - c o n - la - c a r a v a n a - d e - f a ­
m ilia re s - d e - d e s a p a re c id o s - v - e s t u d ia n -
tes-de-avotzinapa-en-el-caracol-d/>.
S e g a t o , R it a . 2 0 1 6 . La guerra contra las mujeres,
M adrid, T rafican te s de sueños.
HUMORES FEMINISTAS:
; AGUDEZA, CHISPA
Y OTRAS SECRECIONES
■ ♦ * ♦ • • # t • • # 0 9 V 9 V W W ^
PROTESTAR
DESDE LA RISA
TAÑIA GISEL TOVAR CERVANTES

¿
a presencia del activismo feminista en el y tomen un recreo en La Escuela de la Rabia, (de
espacio público ha dejado ver un tipo de la que nos habla la escritora mexicana Cristina
protesta muy particular de la ya nom­ Rivera Garza en el preámbulo de este libro). La
brada cuarta ola del feminismo: aquella donde
risa vinculada a la protesta feminista, y expresa­
la rabia, el hartazgo y la indignación son expre­ da a través de memes, chistes, carnavales, come­
siones necesarias para que las mujeres resistan y dia, fiestas, stand up y parodias, ha demostrado
se sostengan frente a las violencias que a diario ser una respuesta suvbersiva, creativa, crítica,
enfrentan. Esta cuarta ola también ha dejado al reparadora y divertida para denunciar las prác­
descubierto diversas formas de protesta de las ticas de violencia, dominación y opresión hacia
jóvenes activistas, que van desde imponentes las mujeres, sin que esas expresiones signifiquen
pintas de monumentos, rupturas de vidrios, to­ que ellas (las mujeres) deban estar siempre «de
mas de espacios, bengalas, glitter rosa y morado buenas», o que la rabia pierda su potencia.
hasta otras elaboraciones cre ativas vincula­ Usualmente, en los contenidos de redes
das con prácticas artísticas, pedagógicas y cultu­ sociales y chistes culturales, son las mujeres el
rales, como tejidos, bordados, bailes, fotografías, objeto de risa, burla y troleo. En los textos que
fanzines, ilustraciones, performance, rapy come­ a continuación se presentan, las escritoras re­
dia. Estas elaboraciones que acompañan la rabia flexionan sobre el uso político, pedagógico y
con ritmo y rima nos han enseñado que, si bien creativo de la risa como forma de protesta —tan­
la rabia es una fuerza fundante para transitar y to en el nuevo espacio público digital como en la
soportar el miedo y el dolor, las mujeres tam ­ comedia, la escritu ra, el campo de las artes y
bién tienen derecho y merecen protestar desde la performance— al subvertir el orden simbólico
laalegría, la ternura radical,el placer,el gocey la de las cosas; pero también llaman a la autocrítica,
colectividad. a identificar las relaciones de poder y violencias
La risa, una expresión que manifiesta felici­ implícitas en algunos chistes con connotaciones
dad, diversión y libertad, ha funcionado como he­ misóginas, clasistas, machistas, sexistas y racis­
rramienta de reivindicación política-pedagógica tas, aunque tengan lugar o procedan de espacios
que transforma y transita la enunciación de la denominados feministas.
rabia, para que las jóvenes feministas descansen
ALEJANDRA NALLELY COLLADO CAMPOS

Este ensayo se propone identificar y analizar la crítica feminista en en páginas


de temática geek en redes sociodigitales, particularmente a través de memes en
Facebook, así como los elementos propios de la virtualidad que enriquecen y
complejizan el entorno de la tecnopolítica feminista. Se presenta una propuesta
de análisis del discurso multimodal de memes feministas, compartidos particu­
larmente a partir del año 2020, mismo en el que, a raíz de las medidas de confi­
namiento por Covid-19, las actividades físicas y presenciales se trasladaron a un
escenario virtual. Los memes mencionados registran expresiones de jóvenes fe­
ministas sobre las diversas violencias que han vivido a razón de su género. Como
sujetas emisoras, politizan un discurso que circula y se codifica en lo cotidiano,
lo entretenido y lo hegemónico, que luego se decodifica en cuestionamiento y
oposición, en pedagogías y risas, en contrahegemonía y LOLÍtica, características
propias del carnaval político digital en la memésfera de Facebook.
INTRODUCCION
La motivación inicial de este ensayo es, por un
lado, la observación y el uso cotidiano de memes
en los procesos comunicativos, así como la com­
prensión de estos como una fuente de entrete­
nimiento, información y denuncia. Por otro lado,
me motiva un creciente interés en observar y
conocer los procesos mediante los cuales Inter­
net se ha convertido, a una velocidad vertigino­
sa, en un medio de comunicación en el que se lle­
van a cabo actos comunicativos con audiencias
cada vez más particulares, con capacidades in­
terp retativas y de formación de comunidades,
además de una observación continua al Estado,
los medios y los discursos hegemónicos. Es en
este contexto que surge la presente investiga­
ción en la cual se desarrollan conceptos como
memésfera feminista, LOLÍtica y la noción del
carnaval político digital.
Se presenta una propuesta de análisis del
discurso multimodal en memes feministas di­
fundidos en páginas de Facebook de temática
geek,1 cuyo auge se ha dado particularmente a
partir del año 20 20 , mismo en el que, a raíz de
las medidas de confinamiento tomadas por las
autoridades de todos los países, las actividades
físicas y presenciales se trasladaron a un esce­
nario virtual. Los memes se analizaron desde su
estructura y contenidos a partir de los modos
lingüístico, visual y digital con la finalidad de es­
tudiar los procesos culturales, comunicativos
y sociopolíticos que hicieron posible la crítica
políticay la resignificación del discurso hegemó-
nico a través de memes feministas en el femini-
verso geek.2

1 La traducción del inglés del término geek es adic­


to. La comunidad geek es conocida por su afición al
consumo de distintos productos culturales, parti­
cularmente aquellos relacionados con los cómics,
películas y series de ciencia ficción, videojuegos,
anime y manga, etcétera, así como por su cercanía
y constante actualización de habilidades tecnológi­
cas. También se les conoce como nerds, frikis, ño­
ños y otakus.
2 Adaptación feminista de la expresión Universo
Geek o Multiverso Geek, que se refiere a los víncu­
los, uniones y conjuntos de personajes, historias,
arcos narrativos, etcétera, de los productos cultu­
rales en cuestión. En este sentido, el Feminiverso
Los objetivos de esta investigación se cen­ ¿POR QUE HABLAR
tran en identificary analizar la crítica fem inistay
la resin ificació n del troleo3 machista y misógi­
OE MEMES?
no en redes sociales a través de memes en Face-
book en las páginas con temática geek, así como Nos encontramos ante la configuración y recon­
analizar los elementos propios de la virtualidad figuración del espacio público digital, de la identi­
que enriquecen y complejizan el entorno de la dad feminista, de las formas de representarnos,
tecnopolítica feminista; y caracterizar los deba­ de hacer ecos, de acuerparnos, pensarnos, co­
tes, temas, cuestionamientos y críticas que su r­ nectarnos y comunicarnos. Parte de este proceso
gen desde el feminismo geek que utiliza el meme implica que, tanto los procesos de comunicación
como herramienta de apropiación y subversión. como los roles del medio, el mensaje, la audien­
Los memes mencionados registran las ex­ cia y el sentido se han ido renovando de ma­
presiones de las jóvenes feministas sobre las nera significativa a partir de la llegada de las
diversas violencias que han vivido a razón de su nuevas form as de comunicarnos que ha traído
género, y en ellos se encuentra una resignifica- la tecnología.
ción cambiante y fluida que no mantiene el dis­ En la vastedad de fenómenos sociales, po­
curso en un solo lugar. Como sujetas emisoras líticos y culturales que podemos analizar en In­
politizan un discurso que circula y se codifica en ternet, se encuentra la existencia de las redes
lo cotidiano, lo entretenido y lo hegemónico, y sociodigitales, definidas por Fernández y Panla­
luego se decodifica en cuestionamiento y oposi­ gua como comunidades virtuales que informan
ción, en pedagogías y risas, en contrahegemonía e interconectan a personas con gustos e inte­
y LOLÍtica, características propias del carnaval reses en com ún,y «configuran una de las herra­
político digital en la memésfera de Facebook. mientas características en donde el usuario es el
Si bien la capacidad desestabilizadora de verdadero protagonista» (2012: 2). De acuerdo
los memes no es total, su potencial depende más con C astells, «las redes sociales son espacios
de las actoras que idealmente utilizan el meme vivos que conectan todas las dimensiones de
feminista como vehículo de debate, expresión, la experiencia personal» (1997: 18), un terreno
m anifestacióny de crítica reflexiva hacia el papel en el que se generan contenidos y vínculos que
de las mujeres y del feminismo en la sociedad. Se desvanecen los límites del tiempo y el espacio,
espera que el modelo de análisisy los conceptos trascendiendo más allá del espacio digital en
aquí presentados resulten de utilidad para otras una esfera también física y local y permitiendo
investigaciones. el desarrollo de comunidades virtuales, en las
que sus integrantes comparten significados y
reconfiguran lenguajes diluyendo contextos y di­
Geek se refiere al conjunto de páginas de Facebook
mensiones de espacios en flujos líquidos.
de feminismo geek, la mayoría de ellas centrados en
personajes, películas y series de dicho universo. De las cinco redes sociodigitales más popu­
3 Termino castellanizado del inglés troll. En la jerga lares en México, Facebook se erige como la más
de Internet significa molestar, ofender públicamen­ popular. El 99% de los usuarios mexicanos de
te y acosar.
Internet (Statista 2020) cuenta con un perfil ac­ popular contemporánea como un breve y prác­
tivo en Facebook, y la Ciudad de México ocupa tico descriptor de una idea grande, compleja y
el te rcer lugar en usuarios de Facebook a nivel difícil de manejar (Pérez, Aguilar y Guillermo
mundial (Villamil 20 17 : 173). Esta red sociodi- 2014: 79-102) que, además, tiene la capacidad
gital se ha consolidado no solo como un canal de extenderse y perdurar sea cual sea la utili­
de entretenimiento y distracción, sino también dad o el sentido que tenga. Por esta razón no es
como una herramienta de trabajo en el perio­ extraño que movimientos sociales como el fem i­
dismo y otros ámbitos, un lugar de organización nismo hagan uso del meme como una h erra­
y comunicación entre activistas, y un espacio pú­ mienta de resin ificació n , información, subver­
blico en el que hay cierta libertad de expresiones sión y entretenimiento.
y opiniones, así como la facilidad de crear con­ Los cambios culturales en el mundo digital
tenidos a través de herramientas que generan son tam bién resultado de las tran sfo rm acio ­
nuevas literacidades en la producción de discur­ nes sociales en otros ámbitos y subculturas, en­
sos. En estos escenarios, el papel de las usuarias tre las que podemos encontrar la cultura geek,
ocupa un lugar primordial, no solo por su mo­ otro de los espacios considerados como una
dalidad activa y su carácter de consumidoras, apropiación primordialmente masculina: tecno­
sino también por la posibilidad de apropiación, logía, videojuegos, cómics, cultura popular, series
resignificación y producción de contenidos y de televisión, cine y literatura, particularm en­
discursos, dentro de la cual podemos identificar te de ciencia ficción y fantasía. La insurrección
elementos particulares como los memes. feminista digital también se materializa en la
Los memes fueron definidos por Dawkins subculturageek, en la que las jóvenes feministas
como «unidades de transmisión cultural», o «uni­ se erigen como creadoras y consumidoras de
dades de imitación» (1976: 218), que transfieren esta expresión cultural, pero no solo eso; con los
inform acióny se reproducen en un medio deter­ memes y la cultura geek como herramienta, rea­
minado, transform ándose durante el proceso y lizan crítica y resignifican las violencias de la cul­
difundiéndose como un virus. Para PérezyAgui- tura popular en discursos paródicos feministas
lar, a diferencia de los genes y los virus como los en los que los memes, como señala Facundo Re,
abordó Dawkins, los memes no se replican a sí permiten la comprensión de «un hecho político
mismos para poder sobrevivir utilizando a las más complejo en un contenido multimedia bre­
y los individuos para reproducirse, sino que re­ ve, poderoso y efectivo que genere una reacción
quieren que un grupo de personas lleve a cabo inmediata, ya sea a favor o en contra, pero que a
su retransmisión. Dicha operación se da a partir nadie le sea indiferente» (2014: 39).
de las motivaciones y satisfactores que obten­ Lo que aquí se argumenta es que los me­
gan como resultado quien lostransm ite (P érezy mes que circulan en comunidades de Facebook
Aguilar 20 14 : 83). Desde la investigación social, de feminismo geek tienen la posibilidad de sub­
el término meme es utilizado para hacer refe­ vertir el discurso violento machista dominante,
rencia a la rápida circulación de los fenómenos resignificándolo en un nuevo discurso feminista
culturales. El meme se ha filtrado en la cultura de corte humorístico a través de su deconstruc­
ción paródica y satírica. La fiesta, la risa, la mú­ radian al machismo y se enfrentan cada día a
sica, las máscaras y las groserías son elementos las violencias normalizadas y a las partes tam ­
centrales de las formas de resistencia de la cul­ bién oscuras de la esfera digital: más violencia
tura popular en la que no existe el refinamiento. simbólica, grupos de machitroles6 organizados
Sin embargo, las condiciones y dinámicas para violentar, redes de pederastía y pedofilia,
bajo las que estos discursos circulan a través de discursos de odio y la constante pugna por los
memes se encuentran mediadas por Facebook, espacios de poder. Nos encontramos, enton­
que es finalmente una plataforma empresarial ces, no solo reconfigurando el espacio público
con intereses particulares, con la posibilidad de digital, sino el propio feminismo, las formas de
bloqueary censurar lo que le venga en gana, y a hacer política: politizamos la praxis cotidiana di­
la que puede convenirle, en térm inos de tráfico gital. En este contexto, son múltiples las aristas
y consumo, nuestro subversivo carnaval digital. desde las cuales emplazar la mirada, una de el las
Entonces, ¿qué hay después del carnaval digi­ es el proceso de apropiación y ocupación digital
tal de las meméticas feministas? ¿Acaso el al­ durante la emergencia sanitaria por Covid-19.
goritmo de Facebook solo nos muestra lo que Aunado a las características enunciadas, es
queremos ver? ¿Son nuestras revoluciones un posible identificar el protagonismo ascendente
cúmulo de Hkes y shares que benefician a la he­ del sentido del humor para resignificar discursos,
gemonía de Facebook? en este caso a través de memes. Desde su abor­
daje como objeto de estudio se han acuñado con­
ceptos nuevos como trolling (Burroughs 2013) y
LO DIGITAL ES POLÍTICO memenauta (González y González 2013), mis­
mos que apuntan a la práctica de la creación, mo­
En el contexto de la esfera digital y de las redes dificación y compartición de memes como una
sociales, asistimos, entre muchos otros fenó­ manera de hacer política desde Internet, demo­
menos, a la expansión del discurso feminista cratizar el activismo en línea y subvertir el dis­
en el espacio público digital, protagonizado por curso dominante a través del humor (Huntington
diversas identidades, grupos, colectivas, orga­ 2013, Borromeo 2016).
nizaciones e instituciones que gritan su rabia, Dentro de lo que conocemos como espacio
escrachean4 a sus agresores, se organizan, hac- público digital podemos encontrar lo que ha sido
kean5 el sistema y el lenguaje, trolean al macho, denominado como memésfera (Collado 2020): un
se convierten en virus, en fanpages, en acciones lugar de producción, intercambio y circulación
directas digitales; concientizan m ientras pa- de memes. Esos memes pueden tener un discur­
so político o no, pero sí generan temas de con­
versación, de discusión, interacción y un tipo de
4 Manifestación pública de denuncia y protesta
participación en temas políticos, nuevamente re-
hacia una persona que ha violentado, generalmen­
te realizada en su lugar de trabajo o domicilio, y en
ocasiones con la intención de boicotear o anular un 6 Troles (acosadores) machistas, dedicados especí­
acto público en que participará dicha persona. ficamente a realizar acciones para afectar páginas
5 Introducirse en el sistema para transformarlo. feministas.
tomando la discusión sobre la esfera pública y el lamente de estos, sino de la experiencia y las
espacio público entablada por Habermas (1973) emociones politizadas. Este reacuerpamiento,
y posteriormente porTrejo (2009) y Papacharissi este replegarse para enfrentar las violencias se
(2002). La memésfera se consolida a través de las da también a través de la risa y la irreverencia
redes sociales, de las comunidades virtuales y como formas de resistencia polifónicas, carna­
las aplicaciones digitales. Las integrantes de las valescas, amplias y diversas. El troleo, la desin­
comunidades virtuales aquí mencionadas son formación y el discurso hegemónico sexista son
las agentes que hacen posible la dispersión de modificados, burlados y parodiados desde la cul­
ideas replicablesa través de una difusión rápida y tura geek. En este caso, la plaza pública es el es­
masiva, es decir, lo viral, que en términos semán­ pacio público digital en el que, a través de la risa
ticos se refiere al virus, a una infección que se y el carnaval, se responde a la cultura dominante
dispersa y se contagia de manera rápida. con un discurso resignificado.
Politizar la experiencia cotidiana en lo digi­
tal es a lo que apunta la tecnopolítica, explicada
por Javier Toret como EL CARNAVAL FEMINISTA
la reapropiación de las herramientas y espa­
DIGITAL Y LA L0LÍTICA
cios digitales para construir estados de ánimos
y nociones comunes necesarias para empode- Lasobras literarias de Frangois Rabelais,analiza­
rarse, posibilitar comportamientos colectivos das por Bajtín en 1936, son acerca de compren­
en el espacio urbano que lleven a tomar las der el hum ory la cultura popularcomo elemen­
riendas de los asuntos comunes (2013: 45). tos que pueden develar realidades y discursos
que a primera vista provocan simplemente risa.
La tecnopolítica no necesariamente es llevada Desde esta perspectiva, la risa y la irreverencia
a cabo por activistas o especialistas en un tema, son maneras de resistencia que se presentan en
tampoco está centrada en la parte técnica de forma de discursos polifónicos, carnavalescos,
las herramientas de Internet como se postula­ amplios y diversas interpretaciones que pueden
ría desde el ciberfeminismo: la tecnopolítica es darles sentido. Dentro de las obras de Rabelais,
una acción colectiva «impropia, inapropiada, la cultura oficial y el discurso del poder domi­
es la irrupción política de los cualquiera» (44). nante (en este caso, una cultura predominante­
Como dicen Pedraza y Rodríguez, «el eje de la mente androcéntrica, machista y misógina) son
propuesta tecnopolítica feminista [...] es poli­ destruidos y ridiculizados afirmando una reno­
tizar las prácticas digitales en la vida cotidiana vación popular de la cultura. La vigilancia per­
de las mujeres» (2019: 73) con la finalidad de manente por parte de la llamada cultura oficial
reconstruir vínculos entre realidades diversas es modificada, burlada y parodiada desde la cul­
y reacuerparse. tura popular; le transfiere su visión del mundo y
Mucha de la praxis feminista que podemos de la vida desde la plaza pública digital.
encontrar en el entorno digital no proviene ne­ La caracterización del carnaval está satu­
cesariam ente de conceptos teóricos, o no so­ rada de personajes grotescos, enmascarados,
bufones, carcajadas y bobos, y la finalidad de la El discurso carnavalesco es una forma de resis­
risa estruendosa digital (el meme, el me divierte) tencia que, no obstante, está también mediada
es oponerse a la cultura hegemónica, acallarla por una estructura social que vuelve a la nor­
con la risa, impugnar lo normal, lo naturalizado malidad en cuanto termina el carnaval. En este
y estandarizado; es invertir los papeles, produ­ sentido, Bajtín define estos procesos, entre do­
cir discursos oposicionales a través de la risa y minantes y subalternos, como dinámicos, que
el entretenimiento en la Red: cada usuaria tiene continuamente se están influyendo de manera
la capacidad de producir sus propios discursos, recíproca, de tal manera que entre ambos exis­
opuestos o críticos a la hegemonía instaurada. te un desarrollo permanente de relaciones de
En el carnaval político digital, la vulgaridad y la préstamo, resistencia y dominación.
grosería también son elementos centrales de En este punto, el concepto de LOLitics en­
las formas de resistencia de la cultura popular, cuentra sentido: Geniesa Tay los define como
características presentes en los discursos resig- «textos digitales productos de la cultura popular
nificados por quienes producen y reproducen creados por individuos comunes como respues­
los memes feministas en estas páginas. De esta ta a eventos noticiosos o errores cometidos por
forma, en los memes en cuestión es posible dar figuras políticas» (2012-2015); en términos sim­
cuenta de la existencia de: ples, la combinación de memes de Internety hu­
mor político. La razón de existir de estos textos
• El vocabulario de la plaza pública: groserías, (es decir, de estos memes) se da dentro de la in­
insultos, jergas, vulgaridad, chistes locales, tersección entre el «juego» impulsado por el pla­
albures, referencias locales. cer y (posiblemente) el discurso político genuino
• Las imágenes de la fiesta: las reacciones de (Tay 2 0 1 5 ). El térm ino está compuesto por la
me divierte, los comentarios, los gestos, las abreviatura lo l, que significa laughing-out-loud
muecas, las respuestas con otros memes, o laugh-out-loud, cuya traducción es reír a car­
las onomatopeyas, referencias a música, cajadas o carcajearse, mientras que el sufijo de
bromas populares, etcétera. la palabra es -itics, que en inglés hace referencia
• Las imágenes de lo grotesco: los gestos, las a la palabra «política». Los puntos clave de esta
muecas, la expresión del personaje repre­ categoría son:
sentado en el meme, la descontextualiza-
ción de una imagen o frase para convertirlo • Las LOLitics son creadas por la ciudadanía
en algo ridículo. «común y corriente».
• Las imágenes de lo inferior: representan al • Surgen como respuesta a sucesos políticos
personaje del meme como un ser inferior, y sociales de cualquier índole y, por lo tan­
tonto, que no merece respeto, humillado, ri­ to, aumenta su proliferación en coyunturas
diculizado, o bien el personaje del meme in­ noticiosas.
terpela a un ser inferior a través de la mofa • Tienen un alto nivel de replicabilidad y pro­
y la humillación. pagación.
En la LOLÍtica, la legitimidad de los discursos he- general con el que se posicionan. En los memes
gemónicos que niegan, invisibilizan y violentan se analiza el mensaje lingüístico, el mensaje visual
a las mujeres y al feminismo son también una y las características propias del meme, así como
carcajada, así como la credibilidad en los medios su función discursiva, tipo de humor, intertextua-
que informan asuntos relacionados con esos ám­ lidad, nivel de interacción, repetición de palabras
bitos. Los personajes violentadores y sus discur­ en los comentarios, reacciones, debates, temas y
sos se convierten en algo divertido, entretenido. respuestas, elementos todos que forman parte
«Ya no sé si reír o llorar», decimos entre la risa y de la memésfera. En este sentido, se destaca el
la indignación, para term inar riendo en espera de carácter multimodal del discurso que se estudia
más memes que nos hagan reír y que podamos en estos memes, cuyo análisis busca superar el
compartir. abordaje aislado de sus componentes tom an­
do en cuenta que los memes son resultado de
interacciones entre sujetos sociales situados
LA PROPUESTA en contextos sociales concretos, y que producen
significados, portan posicionamientos sociales
METODOLÓGICA e ideológicos, bagajes históricos y demás cons­
trucciones textuales que al interactuar definirán
La combinación de memes feministas y cultura cómo será el acto de significación.
geek se expresa en diversidad de fanpages y co­ Los memes que aq uíse analizan se conside­
munidades en Facebook entre las que sobresa­ ran actos discursivos, ya que son formas en las
le la página Bob Feminista, vinculada con otras que el lenguaje y la sociedad se relacionan en
comunidades como Fem inigeeky Otaku Femi­ las prácticas comunicativas cotidianas. Siguiendo
nista.7 La elección de realizar este análisis de fan­ a Pardo, «los discursos son hechos comunicati­
pages en Facebook tiene que ver con la popula­ vos, que integran diversos materiales capaces
ridad de la red social y la circulación de memes de portar significado» (2012: 34) en los que «el
en esta, así como con la existencia de grupos y emisor legitima "su” mundo» (Mendizabal 1999:
comunidades creadas específicamente para pro­ 113). Tenemos un discurso compuesto por imá­
ducir y compartir memes feministas geek. Una de genes modificadas vía aplicaciones o software
las características más sobresalientes de Face­ de edición de imagen, a las que se superponen
book como comunidad es el sentido de perte­ otras imágenes, iconos, referentes culturales y
nencia,ya sea por motivos laborales, académicos mensajes lingüísticos que, además, son compar­
o personales. tidos en distintas comunidades de Facebook,
Entre los criterios de selección de las fanpag­ Twitter, I nstagram y otras plataformas, así como
es se encuentran aquellas con mayor cantidad chats personales. Adicionalmente, el meme es
de seguidoras e interacción, así como el discurso compartido, comentado, apropiado y vuelto a
modificar por público usuario y administrado­
ras/es de fanpages y comunidades.
7 Lastres páginas pueden consultarse en Facebook El contenido de estos memes es un discur­
con los nombres mencionados. so, pero también lo es la forma, la plataforma y
el contexto: «El análisis de discurso también se nicas (resistencia, creatividad, transformación)
relaciona con el uso del lenguaje en contextos detectadas en los contenidos analizados.
sociales y, concretamente, con la interacción o
el diálogo entre los hablantes» (Stubbs 1987 en
Mendizabal 1999: p. 17). El análisis crítico del POLIFONÍAS
discurso multimodal acdm (Pardo 2012) transi­
ta mayormente a través de los nuevos medios, y
OF LA MEMESFERA FEMINISTA
puede profundizar en los elementos constituti­
vos de los discursos actuales que abundan en el Las páginas seleccionadas tienen ciertos aspec­
espacio digital. Retomando la idea del discurso tos en común: se autonombran fem inistas, se
como acción social, se da la posibilidad de crear consideran parte del feminiverso geek, tienen va­
mecanismos de resistencia. O tro aspecto que se rias administradoras (mismas que firman las pu­
toma en cuenta desde el análisis multimodal en blicaciones que hacen con seudónimos) y utilizan
la comunicación es la mediación de los discursos el meme como forma de comunicación nuclear
a través de dispositivos tecnológicos, cuestión con sus usuarias, muchas de ellas compartidas
que también afecta los discursos al entre páginas, igual que con otras páginas del
feminiverso. Aquí se presenta una breve descrip­
abordar los dispositivos mediáticos, no como ción de cada fanpage.
objetos o bienes culturales, sino como agen­
cias de sentido o instituciones de socialización 1. Bob Feminista es una fanpage creada en
involucradas en los procesos de producción y septiembre de 20 19 que alcanzó su mayor
circulación de los recursos simbólicos y ma­ auge durante la pandemia de C ovid-19.
teriales que sustentan la cultura. La partici­ Al momento cuenta con 13 4,77 0 likes8 y
pación de los medios en los procesos de pro­ 146,591 seguidoras. Fundadoras de «Los fi­
ducción permite evidenciar los roles, lugares tas».9 Los memes compartidos en esta pági­
y posiciones que asumen, en tanto actores so­ na tienen como protagonistas a personajes
ciales, en las relaciones de producción de las
que se derivan procesos de significación, de
reproducción y de poder (Pardo 2012: 74). 8 Nota de las editoras: los números de ¡ikes y segui-
dorasfueron actualizados enjunio de 2022.
Pardo, además, incluye en su análisis las clasi­ 9 «Los tifas» es otra forma de referirse a los machi-
troles que se acercan a la página. Esto fue a raíz de
ficaciones de algunas estrategias construidas
la muerte del futbolista Diego Armando Maradona,
desde el discurso hegemónico (2008), anali­
sobre la cual hubo un posicionamiento en la fanpage
zando las tácticas y recursos lingüísticos que
como un personaje pedófilo, machista y violento al
se encuentran presentes en los mensajes con que no se iba a extrañar, a lo que muchos machi-
una finalidad y resultando las estrategias hege- troles respondieron que al menos él había ganado
mónicas (objetualización, espectacularización, campeonatos de fútbol. Debido a su fanatismo por
naturalización y ocultamiento) y contrahegemó- el fútbol, se les comenzó a llamar «fitas».
de la caricatura Bob Esponja y toman como análisis de los personajes y su relación con la
referencia mensajes, comentarios y publi­ violencia que hemos vivido niñas y mujeres
caciones hechas por los machitroles o fitas, históricamente. Con 27 ,5 88 Hkesy 30 ,5 84
resignificando el discurso original. seguidoras, retoman lenguajes y contexto
Feminigeek fue creada en enero de 2021, de otras páginas del feminiverso geek, y tam­
en plena etapa de confinamiento por la pan­ bién resignifican los intentos de b u rlaytro -
demia. Cabe mencionar que la existencia de leo de los machitroles, además de los post
Bob Feminista marcó la pauta para la crea­ analíticos sobre personajes o historias de
ción de muchas otras fanpages de esta temá­ mangas y animes. Además de referirse a los
tica, lo que constituye ahora el feminiverso machitroles como fitas o tifosos, utilizan el
geek. Feminigeek cuenta con 59 ,6 2 0 Hkesy término kokuns en referencia a una jerga es­
63 ,9 16 seguidoras. Se describen como una pecífica sobre el personaje Gokú, de Dragón
página de «memes feministas geek» que se Ball Z. Sus contenidos, entonces, retoman
encuentran protagonizados por personajes contenidos, narrativas y personajes de ani­
femeninos de películas con temáticas de su- me, así como frases o intentos de troleo de
perhéroes, cómics y ciencia ficción. páginas detractoras.10
Como fem inistas geeks, utilizan su fan-
page como una plataforma para nombrar y Como es posible vislum braren estas breves des­
visibilizar personajes femeninos de películas, cripciones, en las tres fanpages existe una combi­
a los que normal mente se les resta importan­ nación de contenidos del fandom,11 referencias
cia y se les sexual iza, y los cuales cumplen con a sucesos de la cultura popular, del espectáculo,
todos los estereotipos femeninos asignados del espacio público digital y de la coyuntura fe­
cultural y socialmente. Al igual quesuscom - minista. En cuanto a la materialidad que hace
pañeras del fem iniverso geek, utilizan el té r­ posible estos contenidos y sus posteriores im­
mino fitas para referirse a los machitroles y plicaciones se encuentran: la mirada feminista,
retoman sus frases, expresiones, mensajes el conocimiento del contexto y el dominio de he­
de acoso y demás como el elemento central rramientas tecnológicas, ya que las jóvenes que
que les da sentido a sus memes, pero resig- administran estas páginas son nativas digitales.
nificando el mensaje. Esto lo hacen, además, Los contenidos provienen de comentarios,
tomando frases y referencias de películas insultos e intentos de ridiculización de los fitas,
propias de la cultura geek.
Otaku feminista fue creada en noviembre
10 Existe un equivalente a estas páginas de memes
de 2 019, bajo el lema: «Somos otakus en de­
geek pero en su versión machista. Muchos de los
construcción porque el anime también será
contenidos que se resignifican vienen de ese tipo
feminista». Como esta descripción lo dice, de páginas.
esta fanpage es utilizada para hacer una 11 Otra forma de llamar a los grupos de seguidores
crítica a las representaciones y narrativas de ciertos temas. Se traduce como aficionados o fa­
femininas de historias de anime, así como náticos.
así como de discursos misóginos recurrentes en malmente en fanpages feministas y antifeminis­
el fandom, la cultura popular, del espectáculo, el tas con temas fandom.
ámbito digital (otras fanpages, youtuberos, tik- El tipo de humor predominante es la sátira
tokers). A través de estos contenidos, las usua­ y el sarcasmo, lo que nos habla de un contenido
rias retoman el discurso hegemónico palabra politizado y de cuestionamiento. Algunos chis­
por palabra y le dan otro significado, que es prác­ tes suelen ser locales por el tema del fandom,
ticamente contrario al discurso «original» que pues su humor no está desvinculado de la crítica
suele ser violento o desinformado. de las series y personajes de los que son fans,
Conocer, dom inary politizar las estrategias o del propio lenguaje y expresiones de dichas co­
del troleo es otra de las características que se munidades. El humor no solo está en los conte­
evidencian en la estructura de las páginas y con­ nidos de las fanpages, sino en toda la interacción
tenidos, lo que permite vislumbrar que las admi­ con sus seguidoras y los mensajes creados por
nistradoras de la página han tenido que aprender estas. En su humor, lenguaje, contenidos, contex­
estrategias de autodefensa digital. Si bien los con­ tos y posicionamientos es posible encontrar las
tenidos retoman de manera literal un mensaje de estrategias contrahegemónicas utilizadas para
burla y violencia para dar una respuesta pública, confrontar las estrategias hegemónicas de la cul­
también tienen un componente pedagógico y di­ tura y discurso oficial (sexista, racista, misógino,
dáctico que explica de manera sintéticay divertida clasista, etcétera). De esta manera, las estrategias
una problemática compleja. Otra caracterización del discurso hegemónico (objetualización, espec-
importante de esta forma de hacer tecnopolítica tacularización, naturalización y ocultamiento) se
se muestra en el posicionamiento amoroso en resignifican en las estrategias contrahegemóni­
determinados temas, denuncias, acuerpamiento, cas de resistencia, creatividad y transformación.
escucha/lectura/interacción con las seguidoras y En los memes podemos encontrar discursos
temas que conciernen a las integrantes de las co­ polifónicos, dimensiones ideológicas y simbóli­
munidades en su diversidad de polifonías. cas, componentes sígnicos de producción hu­
En lo que se refiere a la interacción, las re­ mana que se van implantando en la cultura y tie­
acciones predominantes son: me divierte, me en­ nen incidencia en las formas de socialización. El
canta, me importa y me sorprende. Son comunes factor tecnológico, además, también concierne
los comentarios con otros memes y los grandes a la distribución de significados: «la modificación
hilos de respuestas en los que se comparten de las formas de producción, distribución y esta­
experiencias, se generan grupos y hay organiza­ bilización de significados ha repercutido sobre
ciones para las marchas. La figura del carnaval las maneras como se construyen las represen­
digital está presente en el lenguaje, en la forma taciones sobre la realidad y sobre la posibilidad
en la que se nombran, se presentan y se dirigen de expresarlas» (Pardo 2012: 39). Kress y van
a compañeras feministas. También hay agresio­ Leeuwen (2001) establecen, al mismo tenor,
nes y burlas por parte de los kokuns y los fitas que el discurso está compuesto también por
que van a sus publicaciones a insultar y exigir conocimientos socialmente construidos en con­
debates. Esta forma de interacción se da nor­ textos específicos. En este sentido, los memes
feministas que circulan en fanpages de temática sociodigitales, aplicaciones y software de edición.
geek expresan posturas e identidades políticas a Su espacio y ámbitos son la plaza pública digi­
través de discursos ya existentes, reapropiados, tal, el mundo geek, el mundo otaku, las calles y
modificados y difundidos. la memésfera, es decir, espacios de producción,
intercambio y difusión de discursos. Todos estos
espacios y elementos siguen siendo agentes im­
CONCLUSIONES portantes en la transformación de la praxis fe­
minista y en la formación de opiniones con pers­
El meme no es un virus, aunque tiene un com­ pectivas distintas al discurso hegemónico, mien­
portamiento parecido en lo que se refiere al tras que los medios de comunicación de mirada
contagio; es más bien un vehículo de sentido que feminista también construyen narrativas y dis­
traslada loque sus creadoras y usuarias ponenen cursos oposicionales.
él. El impacto real no depende del contenido del Los memes que circulan en comunidades
meme per se, ni del sentido que sus autoras/es le de Facebook de feminismo geek tienen la posibi­
dieron originalmente, sino de las apropiaciones lidad de subvertir el discurso violento machista
e interpretaciones que se le hayan dado. En este dominante resignificándolo en un nuevo discur­
sentido, los memes como portadores de crítica, so feminista de corte humorístico a través de su
sátiras, parodias y demás fungen como herra­ deconstrucción paródica y satírica. La fiesta, la
mienta de subversión y resistencia (Tay 20 12 , risa, la música, las máscaras y las groserías son
Burroughs, Huntington 2013, Borromeo 2016). elementos centrales de las formas de resisten­
Si bien el meme es solo un aspecto de todo cia de la cultura popular, en la que no existe el
lo que puede encontrarse en las comunidades refinamiento, la intelectualidad y erudición de la
de Facebook en materia de sátira política, y a esfera pública propuesta por Habermas (1978),
pesar de que su politización puede ser débil en sino lo popular, lo plebeyo y lo cotidiano, otro
muchos casos, sigue siendo un registro de la tipo de materialización de lo político y lo público.
crítica gestada por comunidades al margen del Sin embargo, las condicionesy dinámicas bajo las
poder, y por la ciudadanía que tiene acceso a la que estos discursos circulan a través de memes
información y a los medios técnicos requeridos. se encuentran mediadas por Facebook, una pla­
Esto quiere decir que por más líquida que sea la taforma empresarial con intereses particulares.
existencia de los memes, sigue atentando con­ La LO LÍtica es posicionamiento de agen­
tra las estructuras existentes. La viralizacióny el da, resignificación, resistencia, crítica, cuestio-
humor son sus estrategias para hacer eco. namiento y creativid ad, pero también puede
Un meme no puede viralizarse sin sujetas haber trivialización, despolitización, naturaliza­
emisoras que estén politizando el discurso que ción, justificación y distracción. N ecesitam os
circula. Las usuarias que administran y siguen que la risa de la LOLÍtica no se convierta en un
estas páginas se apropian de las herram ien­ estruendo que impida escuchar la reflexión polí­
tas, espacios y ámbitos politizando la praxis coti­ tica: accionar desde la memésfera feminista, con
diana. Sus herramientas son Internet, las redes sus herram ientasy también fuera de ella.
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d isciplinan/ In stitu te /U n iv e rsita t O b e rta
de C atalu n ya.
O.R.G.I.A
(BEATRIZ HIGÓN, CARMEN G. MURIANA,
TATIANA SENTAMANS)

Este texto pretende ser un statement autocrítico, poroso y pegajoso, a partir del
cual repensar con otres (en un acto de exposición y confrontación) nuestro intrin-
cado devenir entre activismo, creación artística, academia y vida.
Nuestro motor ha sido generar estrategias de súper-vivencia individual y co­
lectiva —esto último en un sentido extendido— ante las múltiples formas de opre­
sión y discriminación. Para o . r . g . l a , la investigación artística es un medio y un fin
para intentar ser más felices (Butler, Vila...) o, al menos, ser más nosotras. Esto ha
tomado forma mediante nuestra aportación grupal propia y colaborativa: en la
construcción de otros lugares simbólicos plausibles que ocupar y que alimenten
nuestros deseos; en la resignificación de la disidencia identitaria como un espacio
habitable; en la vindicación de derechos fundamentales para una vida digna des­
de el reconocimiento de una diferencia basada en una coexistencia respetuosa; y
en el mismo placer de hacer imágenes y aprender haciendo.
La onomatopeya que da nombre a esta publica­ punk en una receta variable e indigesta para el
ción, y que suena como un rugido en la acade­ hetero-patriarcado noventero (que obviamente
mia, resuena en nuestra cabeza desde nuestros tiene antecedentes puntuales desde los seten­
primeros años de facultad a partir del Riot G rrrl, ta). Y a pesar de su origen anglo y su choque con
una escena contra-cultural conocida fundamen­ nuestro contexto cultural, nos aprovisionó, de
talmente en su faceta musical con bandas como manera indirecta, de un conjunto de referentes
Bikini Kill, Bratmobile, Sleater-Kinney, Huggy y estrategias antes y durante nuestra trayecto­
Bear o L7, y fanzines como Jigsaw, Girl Germs o ria académica: estética rompedora y transgre­
Miau! El Riot G rrrl surgió como una actitud con­ sión de roles identitarios (masculinización en
testataria que combinaba feminismo e ideología apariencia y actitudes, sexualización politizada
del espacio escénico); reocupación de un espa­
cio vedado para las mujeres (el punk-rock); fó r­
mulas de expresión mediante letras desafiantes,
explícitas y críticas (sobre la propia sexualidad,
la violación, la desigualdad o los abusos); soni­
dos disonantes y distorsionados; o el fanzine, y
con este formato,

1. la gestión de intereses comunitarios fuera


de lo mainstream (de manera individual y
colectiva),
2. la escritura creativa y subjetiva, y la auto-
rrepresentación,
3. el apropiacionismo y las lógicas corta-pega
como el fotomontaje,

O.R.G.l.A. Estamos hartas de super-héroes, 4. la autogestión bajo el paraguas de los lemas


2008, fanzine, en Erreakzioa/Reacción. «Házlo tú misma» y «Házlo con otres»,
5. además de una forma situada de producir ples ámbitos de la vida que la reorganizan al­
y compartir conocimiento a partir del mar­ rededor del eje privilegio versus opresión. Y
gen de acción y experimentación abiertos, donde entendemos la opresión como lugar para
que permiten obviar los medios y canales las resistencias.
preestablecidos (porque no se puede o por­ - Decimos: ¡¡¡¡¡O R R R R R R R R R G IA !!!!!
que no se quiere acceder a ellos).

Todas estas vías de acción siguen formando par­ REMOLINOS


te de la caja de herramientas de 0.R .G . 1.A; unos
útiles que hemos ido rimando con otros saberes Nuestro soplido es uno más entre los que im­
académicos y para-académicos, en un proceso pulsan el glitch feminista para irrum pir en el sis­
donde la plasticidad del lenguaje y su manipula­ tema, una partícula de este torbellino coral que
ción retórica han resultado clave. aspira a alcanzar su raíz (y de ahí lo de radicales)
para hackearlo. Removemos, giramos, descolo­
camos y enredamos siguiendo una metodología
RUIDO proyectual. Nuestro propósito es subvertir las
representaciones, los significados y los se n ti­
Para empezar nuestra cadencia de hoy y toman­ dos con los que no estamos conformes porque
do una muestra sonora de nuestro proyecto nos constriñen. Para ello, reivindicamos la visi­
Flori-cultura subversiva ( 0.R .G . 1.A 2 0 1 7 b ; Romero bilidad de otras narraciones, imágenes, cuerpos
2 0 1 7 ), vamos a definirnos como chicharras:
C —: chich,
T —: charrar,
B —: chich-charrar
[coda] [...]

RABIA
Como transfem inistas, nuestra producción ar­
tística es nuestro medio de expresión, nuestra
arma de combate, nuestro escudo de protec­
ción, nuestro modo de pensar y de producir
sentido. Nuestro frente de batalla fundamental
y común son las hegemonías establecidas, sus
convenciones naturalizadas, sus lim itaciones
y sus violencias para mantenerse y proliferar, y O.R.G.l.A. Walk Likean Egyptian, 2017-2018,
por lo tanto, los restrictivos sistemas en múlti­ caliza y hierro, 50 x 60 x 11.5 cm.
y vidas invisibilizadas. Y cuestionam os cómo ticas y las prácticas colectivas invadan un mayor
se elabora la historia del conocimiento y cómo se campo de disciplinas artísticas. Este es el caso
construye el régimen visual normativo (también del tallado en piedra o la fundición en metal, pro­
desde dónde y quiénes lo han hecho y lo hacen). cedimientos muy físico sy ruidosos debido al uso
Somos parte del remolino que agita el pa­ de herram ientas de percusión y de corte, ta n ­
sado y el presente para imaginar y proponer al­ to mecánicas como eléctricas y neumáticas.
gunos futuros posibles, levantando el polvo de Esta manera de trabajar suele producir
parte de los anales de la historia, de la mitología, estridencias en la academia que no solo la agu­
del arte, de la ciencia, del lenguaje, etcétera, y jerean desde dentro y fuera, sino que también
en definitiva, ensuciando los saberes estableci­ nos atraviesan y nos afectan materialmente,
dos. Esto supone poner en juego procesos de como refleja la serie fotográfica SculptureLab
investigación y experimentación que nos llevan Riot (o.R.G.l.A 2014). Este trabajo documenta
a construir y plantear obras críticas y metodo­ nuestro drag específico o draglab y retrata otra
logías propias, como nuestra «Arqueología de la arista crítica del proceso; nuestra propia trans­
sospecha» ( 0.R .G . 1.A 2 0 1 8 ) . formación corporal a raíz de la transformación
del material en un baile performativo identita-
rio. ScultureLab Riot es también un autorretra­
RUIDO... EN EL TAUER to grupal como cuerpos de taller. Aunque aquí
ejercitemos nuestra faceta de bolleras fem inis­
En contra de la especialización disciplinar, usa­ tas gafapasta.
mos medios de expresión muy diversos entre sí.
No empleamos solo técnicas con las que nos sen­
timos cómodas, si no que nos excita el reto de po­
ner en práctica procesos que controlamos poco
y que debemos ejercitar para llevar a cabo cada
proyecto. Esto provoca el placer del aprendizaje,
como una masturbación del oído, y a su vez una
cierta incomodidad académica y profesional en
la lectura de nuestro trabajo (que resquebraja la
noción no solo disciplinar, sino de estilo).
En línea con este «hacer ruido», una de nues­
tras vindicaciones es repolitizar y resexualizar
determ inados m ateriales y procesos ligados a
una tradición más academicista, individualista
y androcéntrica de las artes plásticas, que ade­
más no son usados habitualmente por el arte
feminista (y mucho menos por colectivos). Así,
hemos querido abrir una fisura disciplinaria, mo­ o.R.G.l.A, SculptureLab RIOT, 2014,
vidas por el deseo de que las perspectivas crí­ fotografía en BN sobre PVC, varias dimensiones.
OTRO RITMO tomar una decisión final, horizontal y consen­
suada, nunca democrática (o todas o ninguna).
Nuestros modos de hacer dan lugar a procesos El hecho de no atarnos al ritmo y demandas
lentos y largos, ritmos discontinuos cuyo tempo exógenos nos permite una libertad en nuestros
no se adapta al que marcan las lógicas de pro­ tiempos, temas y modos de abordarlos. La otra
ductividad capitalistas de las economías del sa­ cara de esta moneda es la precariedad a la que
ber y del mercado artístico. Los debates y el tra ­ el trabajo artístico feminista va tan ligado. En
bajo sobre las ideas se encadenan y contaminan nuestro caso, como en el de muches compa-
entre sí hasta que dilatamos lo suficiente para ñeres, hemos tenido y tenemos otros medios
de subsistencia que nos permiten autogestio-
narnos, autoproducirnos y ser independientes,
como por ejemplo: camareras de bares y restau­
rantes, relaciones públicas de discotecas y pubs,
cuidadoras, monitoras deportivas, forradoras
de libros, dependientas, cortadoras de hilos de
zapatos, repartidoras de pizzas y guías telefó­
nicas, pintoras de brocha gorda, gestoras de
amanecederos, montadoras de imperios y, en la
actualidad, como dilderas y profesoras e investi­
gadoras en la universidad.
En el espacio heterotópico de 0.R.G.1.A, la
política feminista y el placer de producir no en­
tienden de tiempos, lo que hace que colisione­
mos una y otra vez con la realidad. Hayuna a rrit­
mia sostenida entre el investigar, el pensar, el
hacer y el ser, y el mostrar y compartir, para co­
nectar nuestra labor con nuestro entorno y tra­
tar de incidir críticam ente en el mismo. En este
sentido, la propuesta de participación en expo­
siciones, publicaciones y foros y sus dinámicas
y deadlines nos empuja a acelerar algunos pro­
cesos para llegar a tiempo, reventando nuestra
particular burbuja. Pero también ir a des-tiempo
juega a nuestro favor,ya que nos fuerza a pausar
(o en el peor de los casos, mal-conciliar) nuestras
obligaciones laborales y fam iliares para cerrar
nuestros proyectos (aunque después los volva­

O.R.G.l.A, Bastos, Copas, Oros, Espadas y Dildos. mos a abrir). Ira contrarreloj nos pone las pilas.
Los Reyes de la Baraja Española, 2005, taller drag king.
RIMA
Si algo define a O .R .G .I.A , por encima de todo, es
ser un grupo, y haber rimado los ritmos, sabe­
res, imaginarios y deseos de las diferentes per­
sonas que formamos parte del mismo o que han
pasado por él. También el habernos a-rrimado a
una red con la que nos retroalimentamos: la red
transfem inista del Estado español y Latinoamé­
rica, incluso antes de llamarse así. Esto ha sido
posible gracias al encuentro, las afinidades afecti­
vas —y sexo-afectivas—, y al hecho de compartir
lugares de resistencia y posicionamientos polí­
ticos críticos comunes. Esto ha provocado tam­
bién tanto rimas asonantes como consonantes
en función de la acentuación de los tempos y de
los contextos dispares.
N uestros proyectos han resonado en es­
pacios institucionales del arte, y también en espa­
cios autogestionados por redes cercanas y otres
biches parlanchines, donde activismo rima con
creación artística. Todos estos encuentros (y los
que vendrán), no solo nos han conformado como
grupo artístico, sino también como familia políti­
ca elegida.
Activism o también rima con red. Y uno de
nuestros trabajos, en el que se acompasan arte,
activismo y academia, es la performance 4 0 años
SON. Hablar de este proyecto es hablar, con la
lengua de la performance, de nuestras genealo­
gías político-activistas y artísticas.
Este memorial de 40 años de nuestra his­
toria del activismo callejero LG T B IQ + (en el Es­
tado español, de 1977 a 2017) nos ha llevado a
re-anudar, más conscientes que nunca, el cor­
dón umbilical que nos une a todas aquellas per­
sonas cuyas vidas y muertes, todas importantes,
nos han posibilitado enunciar, aq uíy ahora: «So- q . r .g . l a con fotografías de Nacho Sarrais, 40 años
mos calle / somos lucha, somos historia, somos 5q n 2017 performance 30'
nosotras» ( 0.R .G . 1.A 2017a, 2019a, 2019b).
RAFAGA o .R .G .l.A se sitúa dentro de la línea de fue­
go genealógica que desnaturaliza diferentes
Estar a la intemperie, expuestas —en su doble cuestiones determinantes en la definición de los
acepción— ha sido nuestro hábitat principal. La sistemas de opresión y discriminación de una
fricción con otros cuerpos, los debates identita- forma interseccional. Nuestros variopintos pro­
rios, los cuestionamientos en torno al género y yectos nacen de un lugar compartido: a partir de
a la sexualidad, han producido la chispa de mu­ la confrontación con los límites que custodian el
chos fuegos regeneradores y destructores. In­ espacio de lo normal y lo naturalizado. Y las sos­
vocando a Bomba Estéreo: «Y grita fuego, man- pechas resultantes sobre lo dicho, lo escrito, lo
ténlo prendido, fuego, y no lo dejes apagar». representado y sobre cómo todo esto ha sido
Y mantener el fuego prendido es conectarnos y emitido, publicado y expandido, se han m ateria­
trab ajar con nuestras genealogías fem inistas lizado en diferentes trabajos. A través de un uso
y LGTBIQ+. Pero también es declarar su ascen­ retórico del cuerpo, de la prótesis, del lenguaje
dencia en nuestro quehacer e incluso incorpo­ y del espacio-tiempo, hemos planteado cuer­
rar referentes a posteriori como una forma de pos y géneros mutantes, especímenes botáni­
reconocimiento y vinculación en bucle. cos sexuados y objetos históricos especulativos

&

o.R.G.l.A, O.R.G.l.A - O.R.G.l.A [Objetos Reversibles de Género Indefinido y Anómalo / Ontología de Representaciones
Gastadas e Indumentaria Arbitraría], 2004-2005, libro reversible de artista (fragmentos).
O .R.G .l.Ay Elena/Urko, J.Oda a Jodo, 2020, ilustración sobre papel.

repolitizados sexualmente, o prácticas sexuales O .R .G .I.A y Parole de Q ueer 2020) reinterpreta-


no normativas y no reproductivas. mos cinco cartas del tarot en clave queer/cuir,
Tiramos de los conceptos y de las imágenes ensanchando las lecturas más allá de la hetero-
en dirección opuesta a la tendencia hegemó- normatividad y poniendo así otros cuerpos, de­
nica, arrancándolos de su orden naturalizado seos y posibilidades sobre el tapete.
para desplazarlos a otros lugares, para fabricar
otros imaginarios sobre el cuerpo y sobre sus
deseos. Esto es, por ejemplo, algo que form al­
mente hemos hecho con el peloy con el vello en
ciertos trabajos visuales y sonoros.
En 20 0 4 acuñamos el término J.Oda para
hackear el habitual homenaje u oda a ciertas
obras y posicionamientos artísticos falocéntri-
cos. Hasta el momento componen esta ráfaga
J.Oda a Man Ray y J.Oda a Jodo, y puede que en
breve J.Oda a Saura, J.Oda a Puccini, entre otras
porvenir.
J.Oda a Man Ray es un video-performan-
ce donde, mediante la acción de un cuerpo
trans-mutante con cabeza de útero-pene, de- De izquierda a derecha: O.R.G.I.A , Ajuar funerario para
construimos el cuerpo para resignificar, de otro petite mort [daga para petite mort], 2010-2017, latón,
modo, el cumshot o plano de la corrida del por- alabastro, cuero y metacrilato, 54,5 x 62 x 12,5 cm;
no normativo. Y en J.Oda a Jodo (Elena-Urko, O.R.G.I.A, La Faraona [sarcófago], fotografía digital a
color sobre duratrans siliconado tras metacrilato,
caja de luz y caja de transporte, 234 x 97 x 28 cm,
2010-2017 (fragmento).
En MNH o Museo Natural de Historia —un RISA
proyecto todavía incandescente (2 01 0-...)—, to­
mamos como referente el imaginario de una de La risa es una herramienta política además de un
las culturas base de la «civilización» occidental, la poderoso conectar en nuestro proceso de comu­
del Antiguo Egipto. Sus códigos y sus silencios nicación. La risa es una respuesta a un estímulo
históricos, como el de la faraona Hatshepsut una (interno o externo). Libera en el organismo va­
vez muerta, nos sirven para abordar las rela­ rios compuestos como endorfinas, serotonina,
ciones de poder para hablar de las historias no dopamina y adrenalina, responsables quím i­
contadas o eliminadas y, en este sentido, para cam ente de la felicidad, la relajación, el placer
ampliar el imaginario de prácticas sexuales no y la agitación. La risa atraviesa nuestro cuerpo y
normativas basadas en la dominación y en la su­ lo zarandea, y puede provocar una onda expan­
misión ( 0.R .G . 1.A 2 0 1 4 y 2018). siva en otros cuerpos: la risa es contagiosa al
Para ello, en MNH desvelamos los mecanis­ igual que un virus.
mos utilizados por la historiografía, la arqueo­ Para nosotras, el potencial político del hu-
logía y el museo que validan una visión única y m orfem inista es ilimitado porque implica múlti­
unlversalizante de la historia. Nos apropiamos ples modos de transform ar la opresión en resis­
de sus lenguajes, de sus dispositivos expográ- tencia crítica (y también autocrítica). Cuando no
ficos, museísticos y documentales, con el fin de es intencionado, reírse supone un acto involun­
plantear otras historias que pongan en cuestión tario y un reflejo, y escapa en primera instancia
sus planteamientos etnocéntricos, heterocen- al control (puede ser reprimida solo cuando ya
trados y patriarcales. se ha producido).

BIENVENIDOS . WELCOME

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EXCMO. AYUNTAMIENTO DE BENIDORM

O.R.G.l.A, We love Benidorm, 2017,fanzine para foto-libro.


Para nosotras, humor, placer y diversión son humor es un arma afilada, urticante y lubrican­
agentes revolucionarios. Tradicionalmente, una te, tremendamente comunicativa y por ello muy
gran parte del humor tiene que ver además con valiosa para la subversión dediscursos monolíti­
la construcción y estigmatización identitaria, ya cos dominantes.
que gira alrededor de los estereotipos sociales,
tanto en la referencia al otro como en la autorre-
ferencia. Su uso crítico y volteado también tiene RESPONS-HABILIDAD
q u everco n el giroqueerdel insulto (comodecía
Butler en su teorización del movimiento social Como artistas, nos tomamos muy en serio la
activista y callejero). respons-habilidad (Haraway 2019) que conlle­
Nuestro humor particular en este sentido va construir imágenes y discursos, y su reper­
es un coctel de teoría, cultura visual —en un cusión en los debates y en la construcción de
sentido amplio— y cultura pop. En o . r .g . l a , le otros imaginarios simbólicos. Como profesoras
damos la vuelta a ciertas enunciaciones asu­ e investigadoras, medimos mucho la selección
midas y las relanzamos al revés (ridiculizando de contenidos y referentes, las implicaciones de
sus formas) para evidenciar sus mecanismos nuestros comentarios o la incidencia de nuestras
naturalizantes. En definitiva, para nosotras el propuestas epistem ológicas a través de nues­

O.R.G.l.A con fotografías de Nacho Sarrais, 4 0 años SON, 2017, performance, 30'.
tras publicaciones, ponencias o clases. Como A lo que añadimos: ¿cómo podemos seguir sien­
activistas queremos integrar todas las pers­ do calle/siendo lucha, siendo historia y siendo
pectivas, aunque cada vez tenem os más con­ nosotras?
tradicciones cuando nuestros privilegios como
blancas, euracas y u n ive rsita ria s chocan con
nuestras opresiones como mujeres, bolleras y REFERENCIAS
disléxicas de clase trabajadora y del sur de Eu­
ropa. Y como personas queremos hacer lo que E g a ñ a , Lu cía. 2016. «Demasiado feministas
nos gusta y ser felices, y al mismo tiempo vivir para la academia» (en línea). Diagonal, 24 de
como pensamos, y esto no es tarea fácil (ni en el abril. Disponible en <https://www.diago-
ámbito de la alimentación ni en el de la ecología, nalperiodico.net/saberes/30006-dem asia-
ni en el de los cuidados, ni en el de las relaciones do-feministas-para-la-academia.html >.
sexo-afectivas, por poner solam ente algunos E len a - U rk o , o .R .G .l.A y Parole de Queer. 2020.
ejemplos). «La papitriz, l'enamoradey la loca. Un breve
Es difícil sostener un posicionamiento de revolcón transmarikabollo con el tarot», en
respons-habilidad concillando vida, activismo, Varias Autoras, (h)amor5 húmedo, Madrid,
academia y práctica artística. Y debemos acep­ Continta me tienes, pp. 91-111.
tar el fracaso como una posibilidad más (esto lo flo r es, v a l. 2021. Romper el corazón del mundo.
llevamos mejor cuando leemos a Jack Halbers- Modos fugitivos de hacerteoría, Madrid, Con­
tam que cuando nos atraviesa). tinta me tienes.
Fracasar en la academia por demasiado ar­ H araw ay, D onna J . 20 1 9 [2016]. Seguir con el
tistas, problema. Generar parentesco en el Chthulu-
fracasar en el arte por demasiado activistas, ceno, trad. Helen Torres, Bilbao, Consonni.
fracasar en el activismo por demasiado aca­ o .R .G .l.A . 2005. «Bastos, copas, oros, espadas y
démicas, dildos. Los reyes de la baraja española», en
fracasar en la vida personal por hacer de­ Rían Lozano, Johanna C. Moreno y G ui­
masiadas cosas. llermo Cano (coords.), Fugas subversivas.
Como dice nuestra querida Esther Ferrer, Reflexiones híbrida(s) sobre la(s) identida-
«de fracaso en fracaso hasta el éxito final». d(es), Valencia, Universidad de Valencia, pp.
Y a propósito de la anterior paráfrasis (flo­ 84-95.
res en Egaña 20 16), retomamos las palabras de . 2008. «Estamos hartas de super-hé-
val flores en Romper el corazón del mundo: roes», en Erreakzioa/Reacción (Azucena
Vieites y Estíbaliz Sadaba) (eds.), ¡Aquí y
¿Cómo se hace una calle o un piquete en la Ahora! Nuevas formas de acción feminista,
teoría? ¿Qué experiencia erótica vivimos en Bilbao, Sala Rekalde.
el hacer teórico? ¿Qué callejeos teóricos atra­ . 2014. «SculptureLab r io t & Egyptian
viesan nuestras prácticas políticas y artísticas? f is t . Un ejercicio de arqueología sexual de
¿Cómo una práctica artística (des)compone estilo "cóñico” [explorando los bajos de la
una práctica teórica? (2021: 46-47). pirámide y practicando la morfología del
loto]», en f id e x (ed.), El Aula Invertida. Estra­ tidades en lucha, Valencia, Barlin Libros, pp.
tegias pedagógicas y prácticas artísticas desde 102-118.
la diversidad sexual, Valencia, Fundación La y Amanda Moreno. 2020c. «Autodefini-
Posta, pp. 30-39. des #121», entrevista, Afán de Plan, Valen­
. 2017a. «40 años SON», Arte y Políticas cia. Disponibleen <https://afandeplan.com/
de Identidad, núm. 16, junio, Universidad de autodefmides-orgia-col/>.
Murcia, pp. 189-204. R o m e r o C a b a l l e r o , B e l é n . 2017. «Flori.cultu­
. 2017b. «Flori-Cultura Subversiva: re­ ras subversivas: maniobras ecológicas desde
presentación en un acto. (Pantomima de el Sur re-existente», Re-visiones, vol. 7. Ma­
credibilidad científico/artística para cuatro drid, Universidad Complutense de Madrid.
cuerdas). Partitura», en Alejandro Simón,
(ed.), Desiderata, Madrid, Universidad Com ­
plutense/Editorial Desiderata, pp. 81-91. CRÉDITOS ICONOGRÁFICOS
. 2017c. «Follarse la ciudad: we [love]
Benidorm», en A Lovely Love, Valencia, pa- I m a g e n 1 . o . r .g . l a . Estamos hartas de super-hé-
sionporloslibros, pp. 61-70. roes, 2008, fanzine, en Erreakzioa/Reacción
. 2017d. «#kontra», Atlas Técnico-Con- (véase o . r .g . l a . 2008).
ceptual del Grupo de Investigación Fidex. Mi- I m a g e n 2 . o . r .g . l a . WalkLikean Egyptian, 2017-
cropolítica en la investigación contemporánea 2018, caliza y hierro, 50 x 60 x 11.5 cm.
en Bellas Artes, Elche, Universidad Miguel I m a g e n 3 . o . r .g . i .a , SculptureLab RIOT, 2014,
Hernández, pp. 72-88. fotografía en BN sobre PVC, varias dimen­
. 2018. «ArqueolORGIA. Una excavación siones.
froteurista en busca de nuestra piedra Ro­ I m a g e n 4 . o . r .g . l a , Bastos, copas, oros, espadas y
seta [fascículo 1]», En los Bajosde la Pirámide dildos. Los reyes de la baraja española, 2005,
Invertida, Murcia, Centro Cultural Puertas taller drag king, en Identidades Estratégicas.
de Castilla y Ayuntamiento de Murcia, pp. Prácticas de intervención cultural, Universitat
80-85. de Valéncia (véase O.R.G.I.A 2005).
. 2 0 1 9 a. «Encarnando el archivo. So­ I m a g e n 5 . o . r .g . l a con fotografías de Nacho
mos calle, somos lucha, somos historia, Sarrais, 4 0 años SON, 2017, performance,
somos nosotras», en Gracia Trujillo y Alber­ 30', El Porvenir de la Revuelta: memoria y de­
to Berzosa (eds.), Fiestas, memorias y archi­ seo l g t b iq , Madrid, C entroCentro Cibeles.
vos. Política sexual disidente y resistencias I m a g e n ó . o . r .g . l a , o . r . g . i .a - o . r . g . i .a [Objetos
cotidianas en España en los años 70, Ma­ Reversibles de Género Indefinido y Anómalo
drid, Brum aria, pp. 229-250. / Ontología de Representaciones Gastadas e
. 2019b. «Partitura para una perfor- Indumentaria Arbitraria], 20 04 -20 05 , libro
mance-memorial a tres voces. 40 años SON: reversible de artista (fragmentos).
genealogías, activismo y deseo LGTBIQ+», en Imagen 7 . o .r.g .la y Elena/Urko, J.Oda a Jodo,
Ana Navarrete y Virginia Paniagua (eds.), Yo 2020, ilustración sobre papel (véase Ele-
también soy... Una historia de cuerpos e iden­ na-Urko, o.R.G.l.Ay Parole de Q ueer 2020).
m a g e n 8 . De izquierda a derecha: 0.R .G . 1.A,
Ajuar funerario para petite mort [daga para
petite mort], 20 10 -20 17 , latón, alabastro,
cuero y metacrilato, 54,5 x 62 x 12,5 cm;
0.R .G . 1.A, La Faraona [sarcófago], fotografía
digital a color sobre duratrans siliconado
tras metacrilato, caja de luz y caja de trans­
porte, 23 4 x 97 x 28 cm, 20 10 -20 17 (frag­
mento).
m agen 9 . 0.R .G . 1.A, WeloveBenidorm, 2 0 1 7 ,fan-
zine para foto-libro (véase 0.R .G .1.A 2017b).
m a g e n 1 0 . o .R .G .l.A con fotografías de Nacho
Sarrais, 4 0 años SON, 2017, performance,
30', El Porvenir de la Revuelta: memoria y de­
seo l g t b iq , Madrid, C entroC entro Cibeles.
LAWRENCE LA FOUNTAIN-STOKES
TRADUCCIÓN: MARTÍN RUIZ MENDOZA

Las y los artistas y activistas puertorriqueñas y puertorriqueños se valen del


transformismo y de la performance trans para efectuar complejas críticas socia­
les, culturales y políticas. Propongo el uso del neologismo «transloca» como ma­
nera de negociar dicha multiplicidad contradictoria y generativa. El texto ofrece
algunos de los lineamientos centrales del libro Translocas: The Politics of Puerto Ri­
ca n Dragand Trans Performance, publicado por la University of Michigan Press, en
2021, que traza las conexiones entre la experiencia puertorriqueña y el fenóme­
no más amplio latinoamericano y caribeño. Las dragqueens puertorriqueñas, las y
los performeros que emplean el travestismo, y las artistas transgénero o travestís
retan nuestras concepciones sobre el género y la sexualidad a la vez que ofrecen
intervenciones decoloniales en otros ámbitos sociales. El rescate de la palabra
loca y su alianza con el prefijo trans reta la hegemonía lingüística del término an­
glosajón gay.
Las translocas cabrean a la gente, pero a veces
también nos hacen reír e incluso llorar. Ellas
(o debería e sta r diciendo «nosotras», tra n slo ­
cas puertorriqueñas y caribeñas) son (o somos)
perturbadoras y estim ulantes, pero también
espantosas, redundantes y pasadas de moda.
H ilarantes pero a la vez aburridas. Herm osas
excepto cuando somos absolutamente horribles
o simplemente tediosas y simples. Políticas ex­
cepto cuando no lo somos. Vivas excepto cuan­
do estamos muertas: asesinadas, como la mujer
trans sin hogar Alexa Neulisa Luciano Ruiz en
20 20 , o el joven cantante de trap puertorrique­
ño Kevin Fret en 20 19 , o quemadas y desmem­
bradas como el adolescente Jorge Steven López
Mercado en 2009, o pérdidas por el sida como
Lady Catiria en 1999, o arrastradas por los vien­
tos de un huracán y abandonadas a la muerte
al lado del camino. Atrapadas en el pasado con
uñas postizas y chistes clichés, lanzando al pú­
blico hacia el futuro, sacando el presente de su
complacencia, desafiando su insistencia teleo-
lógica en narrativas de progreso, modernidad
e integración. Las translocas puertorriqueñas,
latinas y caribeñas (sean homosexuales o hete­
rosexuales, transgénero o cisgénero, muertas
o vivas, masculinas o femeninas, o simplemente
fabulosas) rom pen m oldes en d ife re n te s colo­
re s, idiom as y g eografías, pero e sp e cialm e n te
en los m últiples cru ce s tra n sa tlá n tico s y trans-
c arib eñ o s e n tre el inglés y el español, a rra stra n ­
do n u estro s legados cu ltu rale s bilingües, como
flo re s b rilla n te s o p ájaro s exótico s en el tró p i­
co o como cadáveres en el m atadero, destacando
y su b virtien d o las con no tacion es negativas del
térm ino «travestism o» como rep resentación fa l­
sa, ab surd a o d isto rsio n ad a, el cual la Real A c a ­
dem ia Española define en su D iccionario de la
lengua española com o «práctica c o n siste n te en
la ocultación de la ve rd ad e ra ap arien cia de a l­
guien o algo».
Las tran slocas de mala reputación —tra v e s­
tidas, afem inadas y tran sg é n e ro — nos transubs-
tanciam os, nos vom itam os y, en ocasiones, incluso
nos lim piam os, exp lo ran d o la ab yecció n tan to
como el glam ur. Som os su cias y d eso rd enad as,
in d eseables y ofen sivas, excepto cuando som os
b rillan tes y relu cie n te s com o jo yas, o tan medio-
c re s y d e lic a d a s q u e n o sd o rm im o s m utuam ente
y dorm im os a los dem ás. Las tran slo cas, ya sean
m ujeres locas, hom osexuales afem inados, a rtis ­
tas drag o su jetos tran sg énero , son dem asiadas
cosas en un mapa rizom ático transgeográfico en
co nstante expansión, el cual habita los trópicos
a la vez que los trasciende para engullir otros de pecho, almohadillas para cadera y glúteos,
espacios y lugares. Somos partes centrales y no ropa femenina, joyas y tacones altos, o cuando
reconocidas del Caribe y su diáspora en un con­ transformamos nuestros cuerpos y nos hace­
texto en el que, como lo ha señalado la escritora mos una cirugía de afirmación de género u otros
puertorriqueña M ayra Santos-Febres (2 0 0 5 , procedimientos cosméticos que cambian nues­
2 013), el travestismo puede ser una estrategia tra apariencia y traen nuevas identidades; espe-
de supervivencia. También somos nada, como cialmente cuando nos lanzamos a la calle, en un
las maricas, como Puerto Rico, como cuerpos escenario, en una pantalla de cine o televisión
muertos o desmembrados, como flores marchi­ o computadora, o en una página escrita o en el
tas, como yo. ciberespacio. Pero también puede ocurrir como
Porque las locas afeminadas, como lossissies, parte de actividades cotidianas e informales,
nellies, fairies, faggots, pansies, queens y queers en como simplemente fingiendo una muñeca floja,
inglés y las bichas (o bixas), y los veadosy travestís aplicando un poco de brillo labial, iluminando
en portugués brasileño, y las folies en francés, y una mejilla con brillantina, o hablando y cantan­
los massisi en criollo haitiano, y los batty bwoys do en falsete o en una manera afectada. Mi libro
y battymen y buller men en patois jamaiquino y Translocas: The Politics of Puerto Rican Dragand
en inglés de las Indias Occidentales, y las mari­ Trans Performance (2021) se trata precisam en­
cas y los maricones y las mariquitas y mariposas y te de esa incomodidad, del shock que creamos
muxes y los patos y pájaros y putos y las vestidas o de la banal aceptación que recibimos: la polí­
en una variedad de dialectos del español, pare­ tica de transformación, ya sea como una forma
cen causar estragos solo por existir, pero otras artística, una representación cultural, una expe­
veces simplemente irritan, molestan y aburren. riencia personal encarnada o un movimiento so­
Somos como los maricas, faeries, pájaros, jotos, cial por el reconocimiento de nuestros derechos
sarasas, apios, cancos, floras y adelaidas que el humanos fundamentales.
poeta español asesinado Federico García Lor- A pesar de ser objeto de frecuentes odios
ca invocó y condenó en su renombrada «Oda y antipatías, las translocas sobrevivimos y per­
a W alt Whitman» de 1930, donde Lorca acusó sistimos; performamos nuestras vidas y disfru­
hiperbólicamente a los de nuestra especie de tamos de esos actos performativos y de la com­
tener «pensamiento inmundo» y de ser «¡asesi­ pañía de los demás. En ocasiones como carrera
nos de palomas! Esclavos de la mujer, perras de profesional y otras veces como práctica artísti­
sus tocadores», en contraste con la camaradería ca, como estrategia de supervivencia, o como
masculina y la fortaleza barbada encarnada en forma de expresión de una identidad gay, cu ir, no
el poeta canónico estadounidense del siglo xix binaria o transgénero, las performances locas,
W alt W hitm an: un modelo a seguir más tolera­ drag, trans, activistas, teatrales, fílmicas y litera­
ble de homosexualidad conforme al género. rias puertorriqueñas que estoy invocando con el
La disru pción transloca, específica en térm i­ neologismo transloca hacen una miríada de co­
nos geográficos, pero también diaspóricamente sas. Las actuaciones de las translocas son bas­
promiscua, sucede particularmente cuando nos tante sim ilares pero también diferentes a lasen-
ponemos una peluca, maquillaje, moldeadores carnaciones afeminadas y a las actuaciones drag
y trans de otros grupos, etnias y nacionalidades cuir latinxs que causan estragos y ponen las co­
alrededo r del mundo: algunas absolutam en­ sas patas arriba. Esta tensión paradójica entre la
te impactantes, otras veces sorprendentemente irrelevancia y el peligro desemboca simultánea­
mediocres, como lo han discutido académicos mente en la desestimación y la sobrestimación:
como Esther Newton (1979 [1972]), Marjorie dejadas a un lado debido a nuestra supuesta
G arber (1992) y Laurence Selenick (2000), pero frivolidad, pero al mismo tiempo demonizadas
aquí refractadas a través de un lente caribeño o como amenazas horrendas.
cañbglobal, para usar el término que Rosamond Si bien los actos performativos de las trans­
S. King ha propuesto en su libro Island Bodies: locas (principalmente los actos de transform is­
Transgressive Sexualities ¡n the Cañbbean Imagina- mo) son típicamente entendidos como prácticas
tion (2014: 1 -7 ), donde destacan las especifici­ performativas alegres, intrascendentes y humo­
dades locales en un contexto global. Las translo­ rísticas, frecuentemente asociadas con hombres
cas evocan el estigma y la angustia claramente afeminados cisgénero, gay o cuir que, a veces, se
expresados por Lorca y mantienen la connota­ visten o actúan como mujeres o de manera fe­
ción potencialmente peligrosa de la palabra loca menina, denominados en Puerto Rico transfor-
en español, lo que el poeta y estudioso argen­ mistas, travestís y dragas —los cuales aparecen
tino Néstor Perlongher ha llamado «el sexo de en la televisión convencional y en los escena­
las locas» (1997: 2 9 -3 4 ), identificado por los rios teatrales prácticamente todos los días—, es­
activistas y performeros chilenos Pedro Leme- tas encarnaciones también emergen de sujetos
bel y V íc to r Hugo Robles como la ruptura de transgénero o no conformes con el género, así
las locas, cuestionando y desestabilizando las como de mujeres cisgénero que visten atuendos
normas dominantes: la mirada oblicua que de­ teatrales hiperfemeninos (lo que Laura G. G u ­
safía convenciones hegemónicas (Robles 2015: tiérrez [2 0 1 0 ,1 1 8 ] llama «mascarada del mismo
274). Esta práctica, que ha sido enfrentada con sexo y parodia de género»), o vestidas de manera
violencia e incluso a veces con la muerte, viola masculina. Estas representaciones son percibi­
la ley y las ortodoxias sociales y religiosas. Las das a veces como altamente cargadas, sesgadas
translocas también participan de lo que el artis­ o controvertidas: amenazantes, misóginas, ilega­
ta cuir brasileño Hélio Oiticica llamó tropicamp, les, inmorales, confusas o degradantes.
un térm ino inspirado en la performance camp En el nivel más simple, los actos performa­
(con inflexión caribeña, tropical y latinoameri­ tivos de las translocas con frecuencia desafían
cana) del artista drag puertorriqueño Mario narrativas de género hetero, homo y transnor-
Montez: una sensibilidad y práctica cuir cultural­ mativas, particularm ente cuando cuestionamos
mente específica, decididamente diferente a la las expectativas y convenciones sociales sobre
angloamericana, que evoca un universo distinto la masculinidad y la feminidad, aunque al mis­
de significaciones marcado por el glamur, el hu- mo tiempo corremos el riesgo de reinscribir
m ory los referentes de la cultura latinoamerica­ modelos hegemónicos de género y sexualidad
na. Las translocas también son «reinas signifi­ y de calcar los modelos neoliberales de consu­
cantes», lo que el académico cubano-americano mo y comercialización (Berlant 1997; Duggan
Ó scar Montero (1998) ha llamado a los sujetos 2003; Lopes 2002: 1 0 2 -3 ; Puar 2007; Snorton
y Haritaworn 2013; Vaid 1995), por ejemplo, a nácula latinoamericana y marco crítico, o como
través de la participación o recepción acrítica lo propone W ayar, siguiendo a D. W. W innicott,
de productos culturales como el concurso te ­ como «una teoría lo suficientemente buena».
levisivo RuPaul's Drag Race, un gran espacio de En este sentido, las translocas son más cuir que
representación drag y trans puertorriqueña. Al queer,s¡ entendem oscuircom o unavarianteor-
mismo tiempo, como sujetos latinoamericanos, tográfica de queer en español, que surgió como
caribeños, diaspóricos y coloniales cuir y trans una forma de m arcar una distancia con el idio­
de color, las translocas puertorriqueñas tam ­ ma inglés y con los marcos teóricos y activistas
bién negocian especificidades locales, regiona­ del Norte global, como señala Sayak Valencia
les, nacionales y transnacionales, marcadas por (2015). De forma similar, las translocas son más
historias particulares y contextos similares a los travestí que transgénero, siguiendo el uso del
ampliamente explorados por la crítica latinoame­ término travestí en Am érica Latina.
ricana en torno a este tema, como es el caso de La performance drag y trans es importante
Jean Franco (1 9 9 6 , 1999) y de la articulación para la nación y para nuestras form as de en­
de N elly Richard (1 9 9 3 , 20 1 8 ) de una políti­ tender lo puertorriqueño y la latinidad. En su
ca de la diferencia en los actos performativos de emblemático libro Performance in America: Con-
Francisco Casas y Pedro Lemebel, también cono­ temporary U.S. Culture and the Performing Arts
cidos como las Yeguas del Apocalipsis en C h i­ (2005), el estudioso queer latino David Román
le, o en la obra de Denilson Lopes (2002), Ben. destaca la centralidad del drag y de o tros t i­
Sifuentes-Jáuregui (2002), Héctor Domínguez pos de performance en los debates nacionales
Ruvalcaba (2007), Laura G. G utiérrez (2010), y las conceptualizaciones en Estados Unidos. A
Vek Lewis (2010), Giuseppe Campuzano (2008, través de diversos ejemplos, Román demuestra
2013) y Miguel A. López y Fernanda Nogueira las múltiples formas en que las artes escénicas
(2013), así como las discusiones matizadas de se enfrentan a problemas sociales complejos
Antonio Prieto Stambaugh (2000, 20 14 , 2019) que afectan a los estadounidenses y permiten
en torno a la representación cultural del traves- innumerables posiciones de sujeto y posturas co­
tismo latinoamericano a lo largo de muchas dé­ munitarias. De forma similar, en su libro Perfor-
cadas, pero también destacando cuestiones de ming Queer Latinidad, el académico queer puerto­
raza, particularm ente de la negritud y la afro- rriqueño Ramón H. Rivera-Servera ilustra cómo
descendencia. «la danza desempeñó un papel fundamental en el
En su especificidad y particularidad, la per­ desarrollo de la cultura pública latina en los Es­
formance transloca participa del ser marica (ser tados Unidos a finales del siglo xx y comienzos
o hacerse maricón) y de la inflexión marica que del siglo x x i» (2 0 1 2 : 6), un gesto que retoma, ex­
Paco Vidarte ([2007] 2010) y Diego FalconíTrá- pande y dialoga con las contribuciones de José
vez (2018) proponen como un desafío radical al Esteban Muñoz (1999, 2009, 2020a, 2020b)
alcance imperialista de la categoría angloame­ y con las ideas clave de Juana María Rodríguez
ricana gay, similar a la forma en que Marlene (2003, 2014) sobre la performance e identidad
W ayar (2 0 1 9 ,2 0 2 1 ) y otres postulan el término queer y trans de color. Muñoz está interesado
travestí (y no transgénero) como categoría ve r­ en particular en la performance drag como un
espacio para la contestación del racismo y el na­ mediada a través del humor camp: un compro­
cionalismo, como en la obra de la artista chicana/ miso político con la abyección como una estra­
afroamericana Vaginal Davis (1999: 93-115), tegia de empoderamiento y un reconocimiento
y para desafiar el chovinismo étnico y sexista, explícito de la colonialidad puertorriqueña a
como en la personificación drag king del afable través de un lente diaspórico queer y trans, así
y mujeriego chofer de autobús Pingalito Betan- como queer y trans de color. De manera similar,
court (1 99 9,1 28 -35 ), a cargo de la cubana ame­ si nos tomamos en serio las disrupciones cuir
ricana Carmelita Tropicana (Alina Troyano). Por y trans de lo marica y lo travestí, la performance
su parte, Rodríguez destaca las formas en que transloca debe ser entendida como una práctica
los individuos están obligados a actuar de cier­ política que desafía el statu quo.
ta manera para el Estado (por ejemplo, durante Translocas analiza esa multiplicidad a tra ­
procesos de asilo) o en línea (2003), y cómo ar­ vés de la exploración de prácticas artísticas muy
tistas como la chicana Xandra Ibarra (La Chica específicas (algunas más conocidas, otras me­
Boom) desafían radicalmente las convenciones nos) en el contexto de la cultura puertorriqueña
a través de su performance (2 0 1 4 :1 4 8 -5 1 ). translocal, marcada por la política, los despla­
Siguiendo las pistas de estos académicos, zamientos geográficos y la traducción. Dicho
en Translocas argumento que las prácticas trans­ libro documenta y analiza la vida y obra de un
locas puertorriqueñas y las performances y re­ grupo selecto de artistas y activistas cisgénero
presentaciones drag y transgénero, ya sea en y transgénero para mostrar los diferentes usos
la página, el escenario, la calle o la pantalla, son de la performance drag o trans y de la repre­
claves para comprender los imaginarios nacio­ sentación cultural o activista en Puerto Rico y
nales y procesos sociales puertorriqueños, es­ en los Estados Unidos. También se trata de la
tadounidenses, latinoam ericanos y caribeños recepción de esta obra y sus múltiples significa­
translocales, sirviendo, por ejemplo, como me­ dos para públicos diversos, así como la crónica,
canismo de memoria histórica y de transm isión el testimonio o la reflexión autoetnográfica de
intergeneracional del conocimiento, como cuan­ mi experiencia como transloca queer de Puerto
do una transloca o performer drag encarna una Rico, como fanático de la performance translo­
figura histórica del pasado, lo que David Román ca y como performer drag durante más de una
llama drag archivístico (2005: 137-78). Sin em­ década. Casualmente, mientras realizaba esa in­
bargo, como sugerí anteriorm ente a través de mi vestigación, fui invitado por el artista drag, per­
inclusión de referencias violentas, quizá inquie­ form er y podcaster puertorriqueño Fausto Fer-
tantes y abyectas, las translocas en las que me nós para actuar con él y su marido, Marc Felion,
centro también se mueven complejamente en­ en Cooking with Drag Queens, un programa de
tre el reconocimiento, el compromiso crítico y la cocina drag queen filmado en Chicago y que c ir­
experiencia de la violencia, la decadencia corpo­ cula en YouTube. Mientras me pintaba las uñas
ral, la muerte y la falta de futuro (la carencia de de negro y azul cuando era estudiante e incluso
una visión positiva del futuro por venir, una po­ usaba una falda a cuadros en ocasiones, nunca
sición crítica que no necesariamente suscribo), me había vestido de mujer, excepto quizás (sin
contrarrestada por una inclinación más utópica, muchas pretensiones) para un baile de disfraces
de Halloween en la Universidad de Harvard. El que se está expuesto, y las formas en que puede
hecho de que haya terminado actuando como llevar a los performers (o a la audiencia) a cues­
Lola von Miramar (mi personaje drag) mientras tionar la identidad sexual y de género de un
escribía sobre el drag como profesor titular en sujeto. He experimentado estas ventajas y des­
la Universidad de Michigan no es tan inusual: ventajas personalmente, lo que ha hecho pro­
numerosos investigadores, entre ellos Esther ductiva la experiencia de aparecer como Lola
Newton (1972, 2016), Jack Halberstam (1998; von Miramar, pero también a veces desafiante.
2 0 0 8 : 2 5 7 -9 4 ) y Leila Rupp y V e rta Taylor Es precisamente esta tensión entre la alegría y
(2003) también describen estar integrados en el miedo, el júbilo y la violencia, la esencia de la
las actuaciones de drag sobre las que estaban performance y de la vida transloca.
escribiendo, lo cual refleja el carácter altamente
participativo de este arte y de su acogida entre
adeptos diletantes. El académico de la diáspo- REFERENCIAS
ra sudasiática Kareem Khubchandani (2 01 5),
también conocido como LaW hore Vagistan, es B erla n t, L a u r e n . 1997. The Queen of America
un ejemplo de una drag queen cuya práctica ar­ Goes to Washington City: Essays on Sex and
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Practicar el drag como una forma de arte Perturbing Dress: Transvestism in Visual
permite una interpretación diferente y más ma­ Arts», Modernity and the Nation in Mexican
tizada, una experiencia encarnada que puede Representations of Masculinity: From Sensua-
complementar, expandir o transform ar percep­ lityto Bloodshed, Nueva York, Palgrave Mac-
ciones y nociones, como analizo en el capítulo millan, pp. 33-53.
seis de Translocas en relación con Jorge B. M er­ D u g g a n , Lisa. 2003. The Twilight of Equality?
ced. Si bien esta experiencia puede hacer que Neoliberalism, Cultural Politics, and the Attack
el proceso de investigación sea más divertido, on Democracy, Boston, Beacon Press.
también crea sus propios desafíos, particular­ F a lc o n íT r á v e z , D ieg o (coord.). 2018. Inflexión
mente dado el estigma asociado con la perfor­ marica. Escrituras del descalabro gay en Amé­
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ECOLOGÍAS CRÍTICAS ÍÍÍ££Í£ÍÍ£Í
yFEMINISMOS ECO PO UTlCO S,]l\ll\\l
¿HAY UN MUNOO POR VENIR? ¿ Z i Z Z i Z
LOS BARANDALES DE LA
RESPONSA-HABILIDAD
BELÉN ROMERO CABALLERO

esponder, en el sentido de obligarse, leerem os a continuación se han lanzado a su


de comprometerse con algo, es el ori- tránsito impulsadas por una rabia no reaccio­
gen etimológico de la primera parte del naria, sí rebelde, comprometida en un proceso ra­
término responsibility, aquel que nos proponía dical de transformación de la realidad. Asomadas
Donna Haraway, hace casi dos décadas, pensan­ por los entresijos de los travesaños de madera y
do los cruces entre la ecología política feminista los tirantes de cuerda trenzada, nos conducen
y el activismo crítico académico para imaginar por el abismo de luchas y re-existencias pasa­
un devenir vital ético con-junto humano y más das, presentes y futuras contra el patriarcado, el
que humano. El significado de la segunda parte, capitalismo y la colonialidad extractivistas. Sus
habilidad, se remonta a «tener disposición para textos maniobran con-tacto los barandales po­
ello», y también se refiere a «enredo dispuesto líticos de la escucha y el activismo para atrave­
con ingenio, disimulo y maña». La hache que las sar la grieta que separa naturaleza y cultura. Se
une en nuestro proceso de traducción es un gra- orientan por el ruido de los crujidos chirriantes
fema indivisible, un puente colgante que, por su de la alienación que colma el trabajo feminizado
propia organicidad y ecosistema de los te rrito ­ y racializado, junto a las condiciones de racismo
rios que habita, es inestable, movedizo, zigza­ ambiental que afectan a las mujeres tanto en el
gueante, incierto, pleno de tensiones e incluso campo como en la ciudad.
de rupturas, cuya travesía precisa ensayo y en­ Estas son las rimas con las que nos interpe­
trenamiento a cada paso, con cada gesto que lan desde la incertidumbre insoslayablemente
modifica y reacomoda recíprocamente sendos movilizadora para responder de manera prepo­
cuerpos: el que recorre y el recorrido. Pero son sitiva a la pregunta que encabeza nuestra dis­
justam ente estos rasgos los que nos ofrecen las cusión: un mundo p o rv e n irq u e y a está siendo,
condiciones de posibilidad para el surgimiento en defensa de la producción y reproducción eco-
de otros modos de existencia. Las autoras que sistémica de la vida.
ANDREA GONZÁLEZ MEDINA

La emergencia por Covid-19 reconfiguró las formas de reproducción social de­


bido a la intersección de la crisis económica/sanitaria sin trastocar el capitalismo.
Esto refleja una prolongación de la crisis reproductiva que parte de la contradic­
ción capital/trabajo. Para analizarla, se evoca el feminismo marxista, pues plantea
una apertura de la categoría de reproducción al integrar la noción de trabajo re­
productivo y sustenta que la reproducción requiere el trabajo productivo y el
trabajo reproductivo. Tras el confinamiento, ambos polos se encuentran en una
situación límite que refleja la crisis de la sociedad salarial y del trabajo del cuida­
do, así como el incremento de la carga global del trabajo de las mujeres, lo que
imposibilita la reproducción de la vida. El objetivo es tem atizar la reproducción
de la vida en el contexto de pandemia analizando la crisis reproductiva, así como
la necesidad de crear las condiciones para la reproducción de la vida, es decir,
vivir una vida vivible.
PLANTEAMIENTO

Desde hace tiempo, la literatura enuncia la


existencia de una crisis sistémica del modo de
producción capitalista. Sin embargo, en marzo
de 2 0 2 0 se experimentó uno de los momen­
tos de mayor irrupción, a tal grado que la vida
social se encontró sujeta a una reorganización
que, desafortunadamente, no trastocó la orga­
nización capitalista. Antes bien, la circulación de
mercancías continúa siendo algo intrínseco de las
formas de reproducción social, el dinero no deja
de ser uno de los principales mecanismos para
lograr la reproducción de la fuerza de trabajo y,
porsupuesto, la reproducción de la población en
general, aun frente a la existencia de una crisis
prolongada. En este contexto, la reproducción
se caracteriza por la contradicción capital/tra­
bajo. Dicha contradicción ha sido analizada por
el marxismo. Sin embargo, conviene mencionar
que en las últimas décadas dicha contradicción
ha sido reinterpretada por el feminismo marxis-
ta, el cual ha desarrollado la teoría feminista de
la reproducción.
Desde esta perspectiva, se amplía la cate­
goría de reproducción, razón por la cual se torna
necesario tem atizar el trabajo como elemento
central. Solo es posible sostener la vida a par­
tir del trabajo, tanto en su vertiente productiva
(producción de bienes y servicios) como repro­
ductiva (trabajo doméstico/trabajo del cuidado).
Cuando se ponen en jaque ambos elementos,
entonces la reproducción de la vida es imposi­
ble. En el contexto de pandemia, los salarios se
han reducido y los despidos se han incremen­
tado poniendo en peligro el trabajo productivo,
pero sobre todo el trabajo remunerado. Asim is­
mo, las jornadas laborales se han intensificado
a la par del incremento del trabajo de cuidados,
convirtiendo a las mujeres en uno de los sec­
tores más explotados al enfrentarse a dobles y
triples jornadas de trabajo. Todo esto provoca la
insostenibilidad de la vida, tanto en la incapaci­
dad de sum inistrar los valores de uso indispen­
sables como de los cuidados necesarios para
alcanzar la reproducción.
En este sentido, el objetivo del presente
trabajo es discutir hasta qué punto el feminismo
marxista permite tem atizar la reproducción de
la vida en el contexto de pandemia. Por ende, se
debe discutir la contradicción capital/vida deri­
vada de la crisis sistémica del modo de produc­
ción capitalista en el contexto de la crisis sanita­
ria,y al mismo tiempo tem atizar la posibilidad de
crear otra forma de organización de la econo­ la cultura y la política hasta los ámbitos micro-
mía, el trabajo y la reproducción social, lo que se estructurales encarnados en la vida cotidiana
traduce en la necesidad de pensary crear estra­ han modificado sus mecanismos de acción. A
tegias para la sostenibilidad de la vida mediante pesar de las transformaciones experimentadas,
espacios autónomos frente al capitalismo. Para se debe resaltar que dichos ámbitos continúan
desarrollar lo anterior, se plantearán dos ap ar­ marcados por la lógica del capital. Si bien es cier­
tados. En el primer apartado, se develará que to que la pandemia se ha tornado de un carácter
el capitalismo se reproduce a partir de la des­ profundamente disruptivo, este no impacta en
trucción de los elementos necesarios para su el modo de producción capitalista, el cual con­
reproducción (hombre/naturaleza), hecho que tinúa reproduciéndose día a día, pues la crisis no
desemboca en la contradicción capital/vida. A ha contrapunteado la organización de la econo­
dicha tesis serán añadidos los aportes del fem i­ mía a partir del mercado ni bloqueado la circula­
nismo m arxista para profundizar en la catego­ ción de mercancías.
ría de reproducción, con el objetivo de develar Al inicio de la pandemia, Slavoj Zizek apun­
la centralidad del trabajo reproductivo en dicha taba lo siguiente: «Tal amenaza global da lugar
categoría. En el segundo apartado, se discutirá el a la solidaridad global, nuestras pequeñas di­
impacto de la crisis sanitaria en el trabajo domés­ ferencias se vuelven insignificantes, todos tra­
tico y el trabajo de cuidados, para después plan­ bajamos juntos para encontrar una solución, y
tear la necesidad de construir la sostenibilidad aquíestam os hoyen la vida real» (2020: 24). Sin
de la vida a partir del paradigma de los comunes, embargo, es bastante notorio que los apuntes
poniendo de relieve lo común reproductivo y la positivos de Slavoj Zizek sobre la necesidad de
lucha anticapitalista. reorganizar la sociedad global y que esta no es­
tuviese a merced de los mecanismos del m erca­
do se encuentran demasiado lejos de la verdad.
PANDEMIA Y REPRODUCCIÓN Antes bien, tal parece que el capitalismo se ha
convertido en un sistema que propaga su propia
Desde 20 20 , la pandemia de Covid-19 ha cam­ reproducción a condición de la destrucción de
biado nuestras relaciones sociales y nuestra los dos elementos necesarios para su reproduc­
forma de interacción cotidiana agudizando el ción: el hombre y la naturaleza. Por ello, se de­
síntoma de la crisis sistémica a la cual nos en­ baten las múltiples dimensiones de la crisis, ta­
frentamos y que, en lo absoluto, responde a una les como la crisis económica, la crisis política, la
«mera crisis coyuntural o cíclica, sino a una crisis crisis ambiental, la crisis del tejido social, la crisis
de las relaciones sociales capitalistas» (López, civilizatoria y, por supuesto, la crisis sanitaria.
Roffinelli y Castiglioni 2021: 11). Sin lugara du­ Definitivamente, la pandemia ha venido a agudi­
das, la emergencia sanitaria representa uno de zar el síntoma de la crisis sistémica a la cual nos
los momentos de mayor irrupción al grado que enfrentamos. Y en este sentido, se puede obser­
la vida social se ha modificado. Así, desde los var un importante punto de intersección entre
ámbitos m acroestructurales como la economía, la crisis económica iniciada en 20 07 y la crisis
sanitaria, de donde se obtiene que «la pandemia carácter concreto del trabajo contenido en ellas
le dio una impronta particular y la convirtió en desaparece quedando reducido al mismo tra­
una crisis suigeneris» (Osorio 20 21 : 23). bajo humano, al trabajo humano abstracto que
Hasta ahora se ha hablado sobre la inmi­ es sustancia social de valor» (García 20 11 : 54).
nente reproducción del capitalismo. Sin em­ De aquí surgen dos aspectos fundamentales. El
bargo, en este punto conviene preguntar desde primero es el descubrimiento de la plusvalía, la
dónde se concibe la reproducción. La reproduc­ cual se concibe como aquel trabajo no pagado
ción ha sido uno de los temas que ha ocupado un al obrero. El segundo aspecto reside en el he­
lugar central en la economía política marxista. cho de que es el trabajo lo que le da realidad a
Incluso algunas lecturas de la economía política la mercancía. Es en este punto donde es posible
clásica han permitido develar algunos elemen­ visualizar el carácter reproductivo del trabajo,
tos de análisis en torno al tema de la reproduc­ ya que:
ción. Como se sabe, la perspectiva marxista se
reapropió de diversas categorías de la econo­ Allí donde la producción presenta forma capi­
mía política clásica a fin de comprender cómo talista, la presenta también la reproducción.
es gestionado el capitalismo. A pesar del gran En el régimen capitalista de producción el
volumen de textos publicados por Karl Marx, el proceso de trabajo no es más que un medio
texto donde la reproducción del capitalismo es para el proceso de valorización; del mismo
analizada a profundidad es El capital. Como se modo, la reproducción es simplemente un
sabe, el análisis del autor parte de la mercancía medio para reproducir como capital, es decir,
como elemento central para la comprensión de como valor que se valoriza, el valor desembol­
la riqueza dentro de dicho modo de producción. sado (Marx 1976: 370).
Los elementos característicos que permiten lo­
grar tal empresa son el valor de u so y el valorde Sin embargo, para M arx el trabajo no es anali­
cambio. M arx da un giro al tratam iento de dichas zado únicamente desde el punto de vista de la
categorías, pues no se les toma como algo natu­ reproducción del modo de producción capitalis­
ral, sino que pone de relieve el papel del trabajo, ta o, de manera más amplia, de la reproducción
el cual es entendido como «un gasto producti­ social. Antes bien, el trabajo es reproducción de
vo de cerebro humano, de músculo, de nervios, la fuerza de trabajo. Hay dos elementos centra­
de brazo. [...] No son más que [...] formas distin­ les para comprender cómo el trabajo permite la
tas de aplicar la fuerza de trabajo del hombre» reproducción de la población. Dentro del esque­
(1976: 32). A q uíse remarca que la mercancía es ma del capitalismo, cuando el hombre es separa­
producida por el trabajo. M arx explica este mo­ do de los medios de producción, no le queda otra
vimiento a partir de la conocida fórmula d-m-d, alternativa más que insertarse en el mercado de
la cual es sintetizada bajo el esquema de gastar trabajo para vender su fuerza y convertir su tra­
para ganar. En la medida en que existe una for­ bajo en asalariado. Es bastante tangible que el
ma general del valor, el trabajo queda oculto, a salario permite la reproducción de la fuerza de
tal grado que «en las mercancías como valores, el trabajo. El segundo aspecto reside en el carácter
productor del trabajo en térm inos de la pro­ textos de origen marxista que es El origen de la
ducción de los valores de uso necesarios para la familia, la propiedad privada y el Estado. En este
reproducción de la fuerza de trabajo. Desde este texto, Engels sugiere:
punto de vista puede entenderse que el trabajo
permite reproducir la fuerza de trabajo. Según la teoría materialista, el factor decisivo
Es evidente que la reproducción del ca­ de la historia es, en última instancia, la pro­
pitalismo se ha complejizado con el paso del ducción y reproducción de la vida inmedia­
tiempo, al grado de que, en la actualidad, el ca­ ta. Pero esta producción y reproducción son
pital financiero juega un rol supremo. A sim is­ de dos tipos. De una parte, la producción de
mo, las formas de concreción del trabajo se han medios de existencia, de alimentos, de ropa,
transform ado con el desarrollo de la técnica, la de vivienda y de los instrumentos necesarios
evolución de las relaciones sociales y las nuevas para producir todo eso; de otra parte, la pro­
formas que el capitalismo ha encontrado para ducción del hombre mismo, la continuación
producir capital. Por esta razón, existen nuevas de la especie. El orden social en que viven los
aproximaciones a la categoría de trabajo y, por hombres en una época o un país dados está
supuesto, a la categoría de reproducción que condicionado por esos dos tipos de produc­
buscan am pliarel sentido de estas nociones,con ción: por el grado de desarrollo del trabajo y
el objetivo de develar las dimensiones que po­ de lafamilia (2006: 11-12).
seen. Una de las perspectivas que se encargan
de dicha tarea es el feminismo marxista. Se sabe A partir de dicha tesis, la teoría feminista de la
que a lo largo de la historia han existido diver­ reproducción ha configurado la categoría de tra­
sos puntos de encuentro y desencuentro entre bajo reproductivo, reconociendo dos ámbitos
feminismo y marxismo que han generado dife­ centrales: el ámbito de la producción y el ámbi­
rentes vertientes. Sin embargo, en las últimas to de la reproducción. Definitivam ente, el ám­
décadas ha sido gestionada la teoría fem inis­ bito de la reproducción resulta sumam ente
ta de la reproducción, en la cual destacan auto­ extenso, ya que se aboca al amplio conjunto de
ras como Selma Jam es, Mariarosa Dalla Costa actividades que conforman el trabajo dom és­
y Silvia Federici. A pesar de los puntos de inter­ tico, el trabajo afectivo, el trabajo del cuidado
sección entre ambas corrientes, se debe apuntar y el trabajo sexual. A pesar de las múltiples fa­
que existen una serie de claroscuros al interior cetas que abarca el trabajo reproductivo, esta
de dicha tradición proveniente de la disputa de corriente reclama el reconocimiento de su es­
las categorías centrales de la economía políti­ tatuto, de su especificidad histórica y del papel
ca, tales como trabajo, valor, reproducción de la que juega en la reproducción de la fuerza de tra­
fuerza de trabajo, reproducción y capital, entre bajo y, en general, del capitalismo:
otras. Uno de los aspectos más polémicos pero
necesarios para tem atizar la problemática tra ­ Hoy en día, muchas personas consideran que
zada es la categoría de trabajo. Para configurar­ el trabajo doméstico es una vocación natural
la, las autoras plantean una apertura que parte de las mujeres, tanto que a menudo se etique­
de la reinterpretación de uno de los principales ta como «trabajo de mujeres». En realidad, el
trabajo doméstico, tal y como lo conocemos, del trabajo doméstico, el cual también ha sido
es una creación bastante reciente, que apare­ llamado trabajo reproductivo. Esta idea parte
ce afínales del sigloxixy las primeras décadas de la apertura del concepto de reproducción de
del siglo XX cuando la clase capitalista de In­ fuerza de trabajo. Así, la tradición marxista dedu­
glaterra y de Estados Unidos, presionada por ce que el valor de la fuerza de trabajo
la insurgencia de la clase obrera y necesitada
de una mano de obra más productiva, em­ se mide en función del valor de las mercancías
prendió una reforma laboral que transformó (alimento, vestido, vivienda) que se debe su­
la fábrica, y también la comunidad y el hogar ministrar al trabajador para «asegurar la sub­
y, por encima de todo, la posición social de las sistencia de su poseedor», es decir, se mide
mujeres (Federici 2018: 69). en función del tiempo de trabajo socialmente
necesario para su producción (Federici 2013:
Respecto a la especificidad histórica de dicho 156).
trabajo, la teoría feminista recurre a uno de
los puntos clave dentro del análisis del modo Sin embargo, para la perspectiva feminista es
de producción capitalista que es la acumulación necesario visibilizar que de un primer modo
primitiva. Este punto es central para entender es necesario el rol del suministro de todos es­
que durante este periodo existió una separación tos bienes para la reproducción de la fuerza de
estructural entre lo que se consideraba como trabajo, esto aunado a otra serie de aspectos
económico y lo que se consideraba como no eco­ como la procreación, el cuidado, la sexualidad
nómico, fro ntera que sería construida a partir y la afectividad. Es necesario rem arcar que no
de la producción de bienes y servicios dirigidos podemos prescindir de estas actividades para
hacia el m ercadoy que ha consolidado la invisibi- lograr nuestra reproducción dentro de la vida
lización del trabajo reproductivo: cotidiana, hecho que incluso es aceptado por
Marx en un pasaje de El capital. De lo anterior se
i) El desarrollo de una nueva división sexual obtiene que, tanto el trabajo productivo como
del trabajo que somete el trabajo femenino y el trabajo reproductivo, son indispensables para
la función reproductiva de las mujeres a la re­ lograr la reproducción dentro de la vida cotidia­
producción de la fuerza de trabajo; ii) la cons­ na, pero específicamente de la fuerza de trabajo
trucción de un nuevo orden patriarcal, basa­ que tiende a convertirse en una mercancía pro­
do en la exclusión de las mujeres del trabajo ductora de valor. Por ende, ambos tipos de tra­
asalariado y su subordinación a los hombres; bajo se encuentran inscritos dentro de la lógica
iii) la mecanización del cuerpo proletario y su del capital y resultan elementales para crear las
transformación, en el caso de las mujeres, en condiciones de producción de mercancías y de
una máquina de producción de nuevos traba­ la reproducción del capital. En este punto, toca
jadores (Federici 2010: 23). reflexionar que ambos tipos de trabajo no pue­
den suspenderse incluso en un escenario crítico
Ahora bien, la teoría feminista de la reproduc­ como al que nos enfrentamos ahora en la pan­
ción ha procurado teorizar el rol reproductivo demia, pues eso involucraría poner en jaque la

i
reproducción social. Por ende, el siguiente apar­ las mujeres conjugan la realización del trabajo
tado analiza la gestión de ambos trabajos en el rem unerado, trabajo dom éstico y trabajo de
contexto de la pandemia bajo una perspectiva cuidado. En el caso p a rticu la r de M éxico, la
feminista. Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (e n u t )
siempre ha sido reveladora para comprender las
desigualdades de género, pero sobre todo para
CRISIS REPRODUCTIVA asignar no solo un valor social al trabajo no re­
munerado, sino también comprender la dimen­
Y SOSTENIBILIDAD sión económica del mismo. Se debe subrayar que
DE LA VIDA esta cuestión se torna central desde el punto de
vista de la economía feminista, pues la dimensión
Ahora bien, se debe señalar que tanto el traba­ de lo económico no se ciñe únicamente a la di­
jo productivo como el trabajo reproductivo han mensión del mercado como se hacía en la econo­
entrado en tensión durante el contexto de la mía clásica que contribuía a la invisibilización de
pandemia, a tal grado que las condiciones nece­ dicho trabajo. Antes bien, la economía feminista
sarias para lograr la reproducción cotidiana se ha subrayado la idea de que «la reproducción
ven imposibilitadas. Así, existe una conjugación de la vida también es economía, sin embargo,
de la crisis de la sociedad salarial, la crisis sani­ el aprovisionamiento por parte del común de la
taria, la reorganización social, la modificación de gente de materiales de subsistencia no ha cons­
las actividades cotidianas, así como el ejercicio tituido una preocupación de la disciplina eco­
del trabajo, lo que lleva a un punto crítico, pues nómica» (Pessolano 20 16 : 193). Ahora bien, la
en general se apunta al incremento de la carga modalidad más reciente de dicha encuesta es
global del trabajo productivo, pero sobre todo la de 20 19 , justo antes del inicio de la pandemia.
reproductivo. En este punto se vuelve impor­ Los resultados de dicha encuesta son revelado­
tante preguntar: ¿cómo es posible lograr la re­ res, pues se sabe que mientras las mujeres dedi­
producción?, pero sobre todo, ¿quién soporta la can 67% de su tiempo al trabajo no remunerado
reproducción? Gran parte de la literatura fem i­ en los hogares y únicamente el 31% al trabajo
nista ha puesto énfasis en el hecho de que final­ para el mercado, los hombres dedican apenas
mente la crisis es soportada por los sectores más 28% de su tiempo al trabajo no remunerado en
vulnerables, entre los cuales destacan las muje­ los hogares, mientras que el 69% de su tiempo lo
res. Sin lugar a dudas, las mujeres han adquirido dedican al trabajo para el mercado (I negi 2019).
un rol central dentro de la crisis por Covid-19, Asimismo, si se realiza una comparación prome­
pues las medidas de prevención y aislamiento dio de horas a la semana del tiempo total de tra­
derivadas del mismo han supuesto nuevos retos bajo no remunerado, se obtiene que las mujeres
y cargas de trabajo para las mujeres. dedican 39.7 horas al trabajo no remunerado de
Antes de la pandemia se hablaba del con­ los hogares, mientras que los hombres dedican
cepto de doble jornada de trabajo para aludir a únicamente 15.2 horas. Si se considera el tiem ­
la conjugación entre trabajo doméstico y traba­ po de trabajo dedicado para el mercado, el tra­
jo extradoméstico. Se sabe que históricamente bajo no remunerado de los hogares y la produc­
ción de bienes para uso exclusivo para el hogar, dado y el incremento del trabajo del cuidado con
se obtiene una conclusión estrem ecedora, es la crisis sanitaria. Respecto al primer punto, el
decir, que «a nivel nacional, en promedio las mu­ aislamiento y las medidas de confinamiento han
jeres trabajan 6.2 horas más que los hombres, impedido el acceso de terceros a las casas, ra­
según el tiempo total de trabajo» (2019: 13). zón por la cual uno de los sectores laborales más
Esto permite notar que existe una diferencia es­ afectados tras la pandemia han sido las trabaja­
tructural entre las cargas de trabajo realizadas doras domésticas remuneradas. La ruptura de
por los hombres y las cargas de trabajo realiza­ las redes de cuidado también ha sido un punto
das por las mujeres. Como puede notarse, antes central que se visibiliza en el cierre de colegios
de la pandemia la carga de trabajo sostenida y centros infantiles que han obligado a estable­
por las mujeres sobrepasaba la carga de trabajo cer una educación en línea. Si bien ya se han pro­
que era realizada por los hombres. Sin embargo, pugnado varios modelos donde se lleva a cabo
esta cuestión se ha agudizado en el contexto de un modelo híbrido, gran parte de la educación si­
la pandemia: gue concentrada en el modelo en línea, lo que ha
llevado a las mujeres a hacerse cargo de la edu­
Según la o it , las mujeres tienen a su cargo cación académica de sus hijos. Así, «el contexto
76.2% de todas las horas del trabajo de cui­ Covid ha incrementado las demandas de cuida­
dado no remunerado (más del triple que los do de las niñas y niños» (Senado de la República
hombres), y son ellas quienes tienen doble 2021: 23), hecho que se suma a la desigualdad
o triple jornada laboral, situación que se ha preexistente en la división sexual del trabajo.
agravado con las medidas del confinamiento, Asimismo, existe un incremento de la carga de
particularmente en las familias con hijos/asen trabajo del cuidado cuando algún miembro de la
edad preescolar o que no pueden asumir de familia resulta contagiado del virus.
manera autónoma la educación a distancia. La Se debe enfatizar que la pandemia ha provo­
situación actual también ha empeorado en las cado un incremento tanto en el trabajo de cuida­
familias donde algún miembro sufre una en­ do como en el trabajo doméstico, lo que se tradu­
fermedad crónica o están al cargo de adultos/ ce en un incremento de la carga total de trabajo
as mayores dependientes, ambos grupos de de las mujeres, lo cual, aunque tiende a conside­
riesgo para el coronavirus (c im 2020:13). rarse como no grave, si se piensa que la carga
de trabajo de las mujeres es superior a la car­
Diversas han sido las situaciones que permi­ ga de trabajo total de los hombres, se traduce en
ten sustentar la idea de que, ante el escenario una sobrecarga para ellas. Respecto al trabajo de
de pandemia, se sabe que la jornada puede ser cuidado, es posible constatar que
triple o cuádruple. Se está al corriente de que
históricamente, las mujeres conjugan la reali­ en mayo de 2020, las mujeres dedicaron en
zación del trabajo remunerado, trabajo domés­ promedio 23 .7 horas a estas actividades
tico y trabajo de cuidado, configuración que se en contraste con 14.7 horas de los hombres.
incrementa tras la imposibilidad de tercerizar el En la ENOE del segundo trimestre de 2019,
trabajo doméstico, la ruptura de las redes de cui­ estos tiempos promedio fueron 21.9 horas
y 13.0 horas, respectivamente (Senado de la pandemia. Así, a nivel nacional e internacional,
República 2021: 24). se habla de una pérdida masiva de empleos de­
velando que tanto el mercado laboral nacional e
Respecto al trabajo doméstico, por su parte, es internacional han sido afectados por la crisis sa­
posible apuntar que «en mayo de 2020, las mu­ nitaria. Sin embargo, es necesario matizar el he­
jeres dedican en promedio 15.4 horas en con­ cho de que el mercado laboral se enfrenta a una
traste con 8.5 horas de los hombres. En 2019, segmentación importante en térm inos de géne­
las mujeres reportaron dedicar en promedio ro. De tal modo, los informes oficiales destacan
15.0 horas y los hombres, 7.0 horas» (Senado de que los sectores económicos más afectados son
la República 2021: 24). Esta situación se tradu­ los feminizados. En esta línea argumentativa,
ce en el hecho de que la pandemia como punto se nota que «los deterioros de los indicadores
crítico está imponiendo nuevas labores, tanto al económicos preocupan en un marco de agra­
trabajo doméstico como al trabajo de cuidado. vamiento de la situación sanitaria para la pobla­
Además de los datos otorgados anterior­ ción más empobrecida, con impacto especial so­
mente, los datos obtenidos de un sondeo reali­ bre mujeres y jóvenes» (Gambina 2 0 2 1 :4 8 ). Por
zado por Estudios y Estrategias para el D esarro­ tanto, es importante cuestionar cómo la pérdida
llo y la Equidad confirman que en general el tra ­ de empleos ha afectado de manera particular a
bajo doméstico ha incrementado y que las muje­ las mujeres. De lo anterior se deduce que
res han sido las más afectadas por este tipo de
carga ( e p a d e q 2020). A pesar de que en general el incremento de la inactividad entre las mu­
la carga de trabajo doméstico ha aumentado jeres, entonces, podría deberse, por un lado,
para todas las mujeres, las mujeres con hijos se y a diferencia de otras crisis, a que el empleo
llevan la parte más pesada. Esto evidentemen­ femenino corrió un mayor riesgo que el mas­
te ha afectado la calidad de vida de las mujeres, culino, en particular como consecuencia de
pues el tiempo libre que poseen para sí mismas los efectos de la recesión en el sector de los
ha disminuido. Lo anterior aunado a que existe servicios; y, por el otro, a que el aumento de la
un incremento del cansancio físico. carga de trabajo no remunerado que ha pro­
Asociado a las complicaciones en el espacio vocado la crisis afecta en mayor medida a las
privado, no se debe descuidar que el contexto mujeres que a los hombres (Senado de la Re­
económico a nivel mundial es bastante compli­ pública 2021: 18).
cado. De hecho, las estrategias clásicas como la
destrucción de empleos y la reducción de sala­ Como puede notarse, a raíz de la pandemia se
rios se encuentran más que latentes en el mer­ recrudecen las formas de violencia económica,
cado mundial. Se informa que «la pandemia ha donde los sectores históricamente más desfa­
asestado el golpe más severo a las cadenas mun­ vorecidos resultan afectados. La pandemia ha
diales de valor, lo que ha paralizado segmentos permitido exacerbar la violencia estructural pre­
y retardado la producción final de mercancías» existente. Sin lugar a dudas, la situación descri­
(Osorio 20 21 : 23). Por ende, es una realidad ta permite poner de relieve el hecho de que la
que la fuerza de trabajo ha sido afectada por la crisis sanitaria ha provocado que las mujeres se
enfrenten a formas muy específicas de violencia te lo suyo, al plantear la idea de la reproducción
económica que delatan la falta de acceso a los de la vida al lado de la noción de sostenibilidad.
mercados laborales, lo que obviamente se tra­ En este sentido:
duce en la incapacidad de comprar las mercan­
cías necesarias para su reproducción cotidiana, La «sostenibilidad de la vida» o la «reproduc­
pero sobre todo en el hecho de que el ejercicio ción de la vida» es una categoría central de
del trabajo doméstico y el trabajo de cuidado al la propuesta del Sumak Kawsay y también
darse sin una remuneración se enfrente a una de la economía feminista. Para cada paradig­
condición no de explotación, sino de superex- ma, tiene sin embargo distintas acepciones y
plotación, expresando un fondo de ahorro muy significados. En la propuesta de Sumak Kaw­
importante para el capital. Ante este escenario, say, el énfasis se coloca en la relación armó­
es necesario plantear la necesidad de repensar nica de la comunidad con la naturaleza, en el
y transform ar las condiciones de existencia y respeto y conexión con sus ciclos, pues de ella
esto implica reflexionar las circunstancias desde depende la continuidad de la vida económica
las cuales se ejerce el trabajo, en cuanto que ele­ y comunitaria. En la propuesta feminista, el
mento central para establecer las condiciones énfasis radica en el trabajo de cuidado que se
para la reproducción social y, en última instan­ realiza para atender las necesidades humanas
cia, para la reproducción de la vida. y que ha sido asignado culturalmente, princi­
Mucho se habla de la necesidad de regresar palmente a mujeres (Vega 2017: 44).
a la normalidad o de una nueva normalidad. De
hecho, esto representa el anhelo de las clases Como se puede observar, el concepto de soste­
desprotegidas, pero sobre todo de las clases em­ nibilidad de la vida es central para la economía
presariales. Por ello, se debe reflexionar sobre feminista. De hecho, esta es una de las nocio­
el trasfondo de dicho enunciado, en tanto que nes centrales de Amaia Pérez Orozco. Para la
«la "nueva” normalidad no es más que la volun­ autora, es necesario centrar el análisis en los
tad del capital de regresaren lo fundamental a la procesos de sostenibilidad de la vida, es decir,
situación previa a la pandemia, con modificacio­ los procesos de satisfacción de las necesidades
nes y ajustes menores» (Osorio 20 21 : 27). Aquí humanas. Producción y reproducción no tienen
es necesario preguntar si se pretende continuar el mismo valor analítico, es más, la producción y
enarbolando las relaciones sociales capitalistas, los mercados no tienen valor en sí mismos, sino
o bien, si este escenario crítico permite plantear en la medida en quecolaboranoim piden el man­
la pregunta de si es posible vivir una vida viví- tenimiento de la vida, que es la categoría central
ble. Esto ha provocado la necesidad de esbozar de análisis. A pesar de que la propuesta de Pé­
una distinción entre la reproducción del capita­ rez Orozco no se inscribe dentro del feminismo
lismo y la reproducción de la vida. Mientras que marxista y de que no existen indicios suficientes
la primera atenta contra todas las formas de re­ para trascender la sociedad de mercado, mere­
producción que encarnan la solidaridad y la ce la pena subrayar que la autora reconoce la
reciprocidad, la segunda la reivindica. Es en este importancia tanto del ámbito de la producción
escenario donde el feminismo hace nuevamen­ como del ámbito de la reproducción para lograr
la sostenibilidad de la vida. Esto resulta un avan­ son autoras que no se centran en el contexto la­
ce importante si se contrasta con otras pers­ tinoamericano y cada contexto responde a sus
pectivas que proponían una primacía, ya sea del propias especificidades, lo cierto es que ayudan
ámbito de la producción o bien del ámbito de la a discutir la idea de bienestar y sostenibilidad
reproducción. de la vida como elementos contextualizados.
O tro punto no menos im portante dentro De hecho, algo que también ha sido un legado
de la propuesta de la autora española es la ne­ importante del feminismo ha sido construir la
cesidad de cuestionar cuáles son los térm inos perspectiva interseccional, lo que permite hilar
desde los cuales se debe propiciar la sosteni­ analíticamente categorías como clase, raza, gé­
bilidad de la vida, o en otras palabras cuestionar nero, etnia, edad, entre otros ordenadores so­
qué es lo que implica sostener la vida. Este pun­ ciales. Entonces, en la medida en que la opresión
to es fundamental para continuar con el debate, toma caras distintas, se torna necesario reco­
pues la noción de sostenibilidad de la vida no nocer que hay diversas formas de comprender
«remite a un discurso miserabilista o de mera la lucha. Tal como Silvia Federici señala, se debe
supervivencia, "sino a que dicho proceso sig­ reconocer que las formas de lucha son variadas,
nifique desarrollar niveles de vida, estándares ya que eso implica pensar las form as de resis­
de vida o calidad de vida aceptables para toda tencia y de cambio. Sin embargo, también es
la población”» (Pérez O rozco 20 06 : 155). Esta importante comprender que existen ciertos me­
cuestión se posiciona como un punto de discu­ canismos para plantear relaciones mutuas.
sión importante respecto a los lineamientos de Tal parece que, aunque las autoras manejan
la economía clásica que se conformaban con un marcos teóricos, categorías y referencias dis­
criterio mínimo para reproducir tanto la fuerza tintas, una de las principales cuestiones reside
de trabajo como a la población. Sin lugar a du­ en mejorar las condiciones de vida, pero tam ­
das, la propuesta de Pérez Orozco da la bienve­ bién en mejorar dichas condiciones a partir del
nida a la necesidad de problematizar la idea de la intercambio mutuo. En este escenario crítico se
supervivencia. Tal parece que aquí está un punto torna vital plantear la pregunta acerca de cómo
central, que es cambiar la supervivencia por la re­ es posible generar alianzas que nos permitan
producción de la vida. La reproducción de la vida construir una agenda común que se posicione
puede generarse mediante la construcción de en contra de la violencia, la segregación y la dis­
los comunes que apelan a «modelos de vida co­ criminación. En la actualidad, se plantea la ne­
munales basados en "contratos solidarios”» (Fe- cesidad de establecer una gestión de ayudas,
derici 2013: 222). Es posible ejemplificar que lo cual no se encuentra muy lejano de la idea
existen diversas experiencias de organizaciones inicial de socializar el trabajo. Por esta razón, es
realizadas por mujeres que han puesto en jaque necesario pensar que otras formas de organi­
la estructura clásica de la organización del tra ­ zación tanto del trabajo productor de valores de
bajo de cuidados mediante el trabajo comunal. uso como del trabajo dom éstico y el trabajo
Si bien se puede cuestionar si los aportes del cuidado son posibles. Es necesario imaginar
de las autoras feministas citadas pueden ayudar y proyectar otras formas de organización para
a pensar en la reproducción de la vida, ya que poder construir espacios de resistencia. Dichos
espacios no pueden generarse desde una postu­ F e d e r ic i, S i l v ia . 2010. Calibán y la bruja. Muje­
ra intrínsecamente individualista. Antes bien, el res, cuerpo y acumulación primitiva, Madrid,
generar espacios de resistencia debe partir de Traficantes de sueños.
la necesidad de generar espacios comunes. En . 2013. Revolución en punto cero. Trabajo
suma, este es un periodo en el que se deben pen­ doméstico, reproducción y luchas feministas,
sar los marcos de gestión de la reproducción. Se Madrid, Traficantes de sueños.
ha llegado a un punto crítico en el cual se difi­ . 2018. El patriarcado del salario. Críticas
culta reproducir la vida, incluso al grado de que feministas al marxismo, Madrid, Traficantes
la propia supervivencia está casi imposibilitada. de sueños.
Esta situación puede ser reflexionada mediante G a m b in a , J u l io . 2021. «Crisis capitalista agra­
las herramientas feministas, pero sobre todo vada por la pandemia. Debate más allá
trastocada mediante un itinerario que se posi- de la crisis sanitaria», en Alejandro López,
cione en contra del capitalismo, el patriarcado Gabriela Roffinelli y Lucas Castiglioni
y la modernidad. Así, se debe plantear la idea (coords.), Crisis capitalista mundial en tiem­
de que otras formas de vida son posibles y, por pos de pandemia. Una mirada desde Nuestra
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Soledad Varea y Sofía Zaragocin (comps.),
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Cuenca, Pydlos Ediciones, pp. 44-52.
Z ize k , S la v o j 2020. «Coronavirus es un golpe
al capitalino al estilo de "Kill B ill” y podría
conducir a la reinvención del comunismo»,
en Pablo Amadeo (ed,},Sopa deWuhan, Pen­
samiento contemporáneo en tiempos de Pan­
demias, Buenos Aires, Aislamiento Social
Preventivo y Obligatorio, pp. 21-28.
DAVID GUTIÉRREZ CASTAÑEDA

Las rabias suenan. Pero ¿son escuchadas? Pauline Oliverio nos invita a pensar
la escucha profunda no como una atención a lo que suena. Sino como una inter­
pelación: dar cuenta las condiciones vibratorias de lo que suena atravesando el
cuerpo de quien no solo le escucha, sino que le atraviesa. Permitirse atravesarse
por como suena la rabia es un lugar de interlocución diferente, necesario, sobre
cómo reaccionar políticamente. Implica lo que Daniel B. Coleman y Dani d'Emilia
llaman «ternura radical». El presente texto quiere intuir desde estas coordenadas
para proponer que «nutrir y florecer» en la búsqueda necesaria de la justicia en
los feminismos implica atravesarse por la vibración rabiosa.
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Tania Solomonoff, Diagrama para Vivir Distinto,


2020. Diagrama para indagar sobre el proceso
material de la miel entre abejas, agua, humanxs,
tradiciones mayas y mercado en Ticopó,
Mérida. Archivo Tania Solomonoff.
No sé si me habrás visto
En alguna reunión
Soy [la] que está sentadla] sol [a] en el sillón
No te preocupes cuando
Te parece verme mal
Nada más estoy pensando
Que nada más estoy pensando
Cómo cambiar el mundo.

P ero tá C h in g ó y K ir o L a s l a s , «Se re s extraños».

Este texto es un conjunto de referencialidades


y de p a ra -cito s para insistir en una sola idea con
raíz feminista radical: sentir, manifestar e insis­
tentemente hacer escuchar la rabia es tal vez
lo más sano que podríamos hacer por nuestras
y nuestros cuerpos y territorios. Ya lo indica­
ba Audre Lorde hace muy poco (1981). Es dar
cuenta de que nuestros cuerpos están habitan­
do el escozor. No es para menos. El escozor no
es ecuánime. Nunca podrá serlo. Por lo tanto este
excede el régimen de administración emocional
que exige el debido proceso instituido. El esco-
zor es potencia afectiva: es ruido en el sentido teriales y coordenadas (2 0 1 7 : pos. 1 3 8 ).1 Lo
en que se emancipa de los regímenes estableci­ indica María Galindo en Fem in ism o b a sta rd o al
dos para el cuerpo. Es el d e se o d e ca m b ia rlo to d o plantear que cada muerto por Covid-19 es una
porque los duelos, el miedo, la pobreza y el can­ celebración capitalista porque es una dosis gra­
sancio que son producto de violencias normali­ tuita de miedo con el cual inyectar la vitalidad
zadas ya nos tienen hartas. Ante las formas con­ (2021: 223). Este miedo se hace parte íntegra
vencionales de la ley, el escozor es inteligible. El de los radares, disposiciones y canales que per­
so m a del do lo ry la rabia son ruidosos. Cuidar la miten a nuestros cuerpos hacerse de un mun­
rabia es también hacer valer el ruido. Es activar do común y de prosperar una vitalidad posible.
políticamente una e s c u c h a p ro fu n d a . Em pezar a De manera similar, Verónica Gago indica que la
escuchar de forma profunda el ruido necesario deuda es, además de un aparato de gobierno, un
de la justa rabia es tal vez em pezar a dar amor aparato moralizador (2020: 123-161). Pagar la
a esos seres extraños que son las feministas. De deuda gobierna a los cuerpos y disposiciones,
esto se trata la resp o n se-a b ility (resp o n s-h a b ilid a d ). atenciones y orientaciones que los cuerpos se
permiten. El abigarramiento del dolor y la ra­
Si me ves por la calle bia (Lamas 2021) es también consecuencia de
(Si me ves por la calle) estas condiciones. En su ensayo, Galindo indica
Seguro que voy cantando que a las pandemias del patriarcado y capitalis­
Golpeando las manos o revolviendo el aire mo se les suma la administración de la muerte
Haciendo redoblar el pecho
Y cuando duermo boca abajo sueño
1 Cuando nuestras propias acciones, nuestros pro­
Que la tierra no está repartida entre los que
pios debates, nuestros propios trabajos y nuestras
tienen más poder
ejecuciones están vinculadas a sistemas de trabajo,
Esto es un ajedrez.
al sistema del capital que nos debilita, y cuando sis­
temáticamente nos debilitan y nos cansan, perde­
P ero tá C h in g ó y K ir o L a s l a s , «Seres extraños».
mos agencia para asumir la responsabilidad política.
Cuando Jasbir Puar pasa de la noción de disa bility a
Hacernos cargo de lo que implica el actual es­ la noción de debility (2017), el debilitamiento apare­
tado se n s a c io n a l de la vitalidad implica atrave­ ce entonces como un territorio de reconocimiento
sar la inestabilidad y las afectaciones reactivas político de la somática de los cuerpos. Estos traba­
jos necesitan cuerpos que puedan agenciarlos, que
que, desde los órdenes instituidos pero tam ­
puedan ejecutarlos energéticamente. Pero cuando
bién desde la expropiación de cuerpos y te rri­
hemos sido sistem áticam ente debilitados, caemos
torios, dejan la precarización y el debilitamiento
en esto que la economista y pensadora española
en nuestras existencias. Se nos ha precarizado y
Yayo Herrero llama la ausencia de responsabilidad
debilitado, y como indica Jasbir Puar, nuestros y extravío de la esperanza (2021). Si no podemos
cuerpos se han moldeado bajo estos imperati­ ejecutar ni atender la supervivencia propia y los
vos al punto de desplegarse con tan pocos ma­ cuidados propios, ¿dónde queda entonces la posibi­
lidad de agenciar la promesa de los proyectos?
en pro de economías neoliberalizadas de la en­ Pensando con Sara Ahmed en Cultura Po­
fermedad. Los padecimientos por Covid-19 vi­ lítica de las Emociones (2004), la rabia puede
nieron a manifestar con mayor claridad cómo ser considerada como una sensación muy rara,
las pandemias, todas ellas, son cuerpo y afecto. porque disloca el sentido establecido de las sen­
Contagio. Despliegan sensaciones y composi­ saciones que deben ser sentidas como «sanas»
ciones somáticas que participan activamente
de los regímenes de discurso y disciplina miento.
términos de horarios, modos de trabajo, salarios y
Se co-configuran. Es en el territorio del propio
prestaciones— de la producción liberal (2002) que
cuerpo en donde se disputan las insistencias de
compensa en su tiempo de descanso y recupera­
vitalidad frente/en medio de mecanismos de po­
ción, cada vez más individualizado, tecno-mediado
der. Estos regímenes, que actúan como matrices
y acortado por la demanda laboral, que en otrora se
de dominación (Curiel 2019: 63-83), operan en consideraban derechos laborales.
la normalización de existencias empobrecidas
Es a este sujeto político al que en esta intuición
y generan las condiciones de los sistemas rela­ vamos a llamar resiliente. Un cuerpo que compensa
ciónales entre cuerpos cada vez más ansiosos. con su propia vitalidad lo que le demanda la pro­
Los cuerpos resilientes ante las vicisitudes que ducción y luego, con lo poco que le queda, insiste en
toman los gobiernos para mantener sus estable­ restaurar su propia consecución de vida. ¿Por qué
cimientos tienden a entregar sus libidos y sus es debatible la afirmación de Preciado entonces?
potencias gaudendF a la subsistencia de lo insti­ Pensando con Silvia Federici (2018) y la activación
tuido. Y esto nos hace ruido porque nos da rabia. crítica que Verónica Gago (2020) y sus hermanas de
luchas han hecho, «trabajo» no puede ser solo mani­
festación de la satisfacción y su captura —esta sería
2 Aunque es debatible la rápida afirmación de Paúl una definición muy básica de deuda y consumo— El
B. Preciado de que el valor no surge de la expropia­ trabajo es un régimen de disciplinamiento de cuer­
ción del trabajo sino de la potencia de goce (2019), pos y disposiciones afectivas que se convierten en
en esta intuición-texto sí es importante insistir en todo lo que determina la posibilidad de existencia,
que el entusiasmo y la voluntad se configuran como cada vez más expropiada y despojada, precarizada
recursos para hacer valer las instituciones y la pro­ y endeudada. El trabajo se constituye como un arte­
ducción de trabajo flexible. La trabajadora lo entre­ facto de gobierno que a la vez se pone en el centro
ga a la «empresa». Las comillas indican que no solo —o tal vez la única manera— en que se puede ha­
es el empleo, a veces es el proyecto, y ¿por qué no?: cer una vida —como indica el mismo Preciado, esto
también lo es el activismo. Quiero leer de esta ma­ también incluye un régimen sexual que necesita el
nera la noción de potentiagaudendi, donde la fuerza binarismo reproductor y roles asociados— El ad­
orgásmica y la satisfacción erótica no se ejercen ministrar las condiciones del trabajo gobierna esas
solo en la sexualidad, sino que se declaran como sa­ vidas mismas. Precarizar las condiciones de trabajo
tisfacción del trabajo cumplido. El logro. De hecho, y operar el endeudamiento para la consecución de
se declara como compensación a la inversión de estas mismas condiciones, para luego moralizar por
energías vitales en el trabajo. Brian Holmes indica medio de la demanda del pago a tiempo con miedo a
que una personalidad flexible es un sujeto con ca­ los intereses bursátiles, no solo es política económi­
pacidad adaptativa a las condiciones mutables —en ca. Es también política de los cuerposy sensaciones.
o «pertinentes» en orientaciones públicas de la ferencia de los ojos, no cuentan con párpados
acción. Se nos ha enseñado a bloquear la rabia, para escapar de los estímulos sonoros... Ruido
a negativizarla, a norm ativizarla (en la nota 6 como molestia: un sentimiento desagradable
de esta intuición doy unos puntos al respecto). o una actitud negativa producida por un ruido
Aun así, ella nos atraviesa. No es para menos. Las no deseado o juzgado como innecesario en el
circunstancias ameritan estar rabiosas. Insistiré espacio vital del individuo [...] o como un sen­
en la somática como parte de esta inversión po­ timiento displacentero que surge al considerar
lítica de la rabia porque nos ayuda a explorar su que el ruido puede afectar negativamente la
relación con el ruido. Debido a la atención queer salud (2015: 118, mis cursivas).
que la historia feminista ha hecho de la rabia, su
reconocimiento y su participación activa en pro­ El ruido, como la rabia, se notan displacenteros
cesos de conjurar justicia, cuidado y sanación, im­ como marcos de resonancia y de relaciones. No
plican a las sonoridades gestuales que emergen es que las sonoridades en sí lo sean, sino que las
a su manifestación. Esta atención a la rabia nos configuraciones/orientaciones que se perciben
enseña también que no podemos demeritar sus en cuanto ruido lo constituyen displacentero.
ruidos. Ahora bien, me gustaría intervenir la apelación
Ana Lidia M. Domínguez Ruiz es una de las de Domínguez de que el ruido afecta negativa­
autoras mexicanas que mayor énfasis ha dado a mente la salud. En sus análisis, Domínguez se
estudiar los ruidos como parte íntegra de las ar­ refiere a sonoridades urbanas que irrumpen en
quitecturas urbanas. Ella plantea que el ámbito íntimo del hogar, esas sonoridades ex­
cedentes —como todo ruido— que se meten en
el sonido es un intruso por naturaleza ya que el cuerpo como campos vibratorios y de fuerzas
su comportamiento no obedece a la organi­ que desactivan la comodidad. Aunque me in­
zación espacial a la que estamos acostumbra­ teresa esta noción de ruido y estímulo que nos
dos y a partir de la cual solemos concebir la ayuda de modo queer a confrontar el confort
vida privada; es decir, aquella del sentido de legalizado del debido proceso, no puedo consi­
la vista y el tacto cuya sustancia concreta les derar el ruido como un afecto negativo. Como
permite definir de manera mucho más clara lo demuestra la misma Domínguez, las sonori­
un territorio. Pensemos esta diferencia, por dades urbanas que analiza producen afectacio­
ejemplo, a partir de las habitaciones delimita­ nes reactivas en los ritmos del sueño y la tran­
das por muros que hacen evidente el adentro quilidad. Más aún, aunque todo ruido confronta
y el afuera, y donde el cierre y la apertura de el confort, esta confrontación —como el reco­
puertas y ventanas constituyen un excelente nocimiento feminista de la rabia— no es necesa­
mecanismo para controlar el acceso a la mis­ riamente contraproducente. De hecho, como lo
ma. El sonido, sin embargo, no reconoce a es­ quiero incitar, ciertas perspectivas voluntario­
tas consistencias físicas como límites. El cuer­ sas y críticas —los activismos fem inistas— ha­
po mismo, en tanto territorio privado, no está cen prosperar somáticas políticas en extremo
capacitado para controlar la información que necesarias.
recibe a través de los oídos pues estos, a di­
Y cuando duermo boca abajo sueño cuerpos, pero como veremos más adelante eso
Y la mente se va a jugar por allá no quiere decir que rabia/ruido sean sus antóni­
Dejando el cuerpo acá no lo puedo alcanzar mos.3 Este conocimiento se educa activando en-
Cuando me acuesto miro el techo y pienso
En la cosa de mí que no soporto más
Pero no importa, el tiempo está para cambiar. 3 Dani d’Emilia y Daniel B. Coleman han escrito un
debate profundamente lúcido y anímico de los en­
P ero tá C h in g ó y K ir o L a s l a s , «Se re s extraños». trecruces entre somática, afecto y política. En el
manifiesto por una Ternura Radical de 2015, no solo
se desmenuza el término pedagógico queer de la
Es por ello que hay que hablar de somática. Si
Pocha Nostra, sino que aparecen las condiciones
bien el término filosófico y teórico tiene muchas de una suavidad política emergente además de in­
intervenciones, so m a como cuerpo ha ido perfi­ terpelar a una historia de los cuerpos disciplinados.
lándose como un conglomerado de percepcio­ En la investigación doctoral de Albeley Rodrí­
nes y materializaciones producto de las formas guez (2021), dirigida por Catherine Walsh, se ras­
dedisciplinamiento, pero también de las reaccio­ trea cómo la ternura radical implica un desmontaje
nes críticas que buscan experimentaciones para crítico de la suavidad como opuesta a la rabia, la ter­
hacerse un cuerpo sano y orgánico con fuertes nura al ruido. Y esto tiene implicaciones somáticas
consecuencias afectivas y políticas. El término profundas que deberíamos aprender y aprehen­
académico de so m á tic a se lo debemos a Thomas der. La masculinidad trans de Daniel le permite dar
cuenta de otra posibilidad donde la intensificación
Hanna (1970): una inquietud entre fisiología,
de ciertos atributos no implica el borramiento de
ergonomía y percepción orientada a la configu­
la suavidad y la sutileza. Comprende Rodríguez que
ración singularde cada cuerpo humano. Marcela
suavidad y sutileza, aunque en regímenes de colo-
Ponce (2021) insiste en que el uso correcto de nialidad del sexo se han atribuido a las mujeres (Lu-
la apelación sería Educación Somática —la cual gones 2021), son inherentes de cada cuerpo pero
reconoce a Moshe Feldenkrais, Rudolf Laban, la organización de roles de género sustancializa y
Frederick Matthias Alexander, entre otros como aprovecha la desactivación y la activación de los
sus iniciadores—, pues apela a una tradición de mismos en órdenes de gobierno. El poder necesita
ejercicios, materialidades e ingenio de técnicas suavidad en ciertos roles y desempeños y orienta a
transdisciplinarias afincadas en la medicina ana­ ciertos sujetos a sustancializarse con estos tempe­
ramentos. Pero no solo esto. También se organiza
tómica, la psicología, la danza, el deporte y di­
el tipo de disposición por la cual el afecto puede
versas tradiciones no occidentales que insisten
ser manifestado: la ternura, la suavidad y la sutile­
en un conocimiento «sutil» del cuerpo humano.
za deben ser lentos, de baja intensidad, asociados
La sutileza no está dada p e r se , sino que, aunque
a la compensación del escozor, opuestos a la vindi­
cada cuerpo humano tiene potencial de «suavi­ cación y dóciles a las formas de autoridad. Incluso
dad», las configuraciones relaciónales y colonia­ deben lubricar la instauración del mismo.
les en las que emerge un comportamiento, hacia Al des-identificarse (Muñoz 1999) Daniel logra
sí y hacia las y los otros, han desactivado dicho para síy para nosotras hacernos ver cómo el escen-
potencial. Una apuesta política es reclamar la cialismo sexo-genérico ha gobernado la suavidad y
sutileza por medio de otra educación de los la ha operacionalizado. El rescate crítico que Daniel
trenamientos, repetitivos y orientados, que van coloniales y también en modas económicas con
poco a poco aperturando percepciones óseas y intereses resilientes. Estos habitan las contradic­
musculares pero que tienen implicaciones linfá­ ciones en cada indicación y orientación política
ticas, cognitivas y nerviosas. Ponce hace parte —a veces capturada por la moralidad— Nociones
de una insistente interpelación feminista por los como lesiones, postura, o enfermedades psico-
cuidados al declarar que una orientación somá­ somáticas o autoinmunes y reumatismos, entre
tica en las labores de la danza reduce significati­ muchísimos más padecimientos, dan cuenta de
vamente las lesiones y desgaste acumulados en una serie de capas de sentido en tránsito, inesta­
los cuerpos de las y los bailarines. Podemos re­ bles, in/determinadas que ganan referencialidad
conocer a Nancy Topf, a Anna Halprin, a Bonnie cuando están situadas en vivencias singulares
Bainbridge Cohén y a Sondra Horton Fraleigh, bajo parámetros semiotécnicos específicos. Las
entre otras más, pero también el yoga, la ayur- interpretaciones y sus historias son claves en la
veda, la danza butoh, la acupuntura, el tai chi, la aprehensión del dolor, sus causas y consecuen­
ayahuasca, la psicoterapia, entre otras múltiples cias. Y también depende de qué régimen soma-
e inconexas tradiciones, como fundamentos de totécnico se convoque, pues cada una de las in/
esta experimentación. conexiones invita a un tipo de percepción de sí,
La educación somática, un saber realizado de elaboración de la biografía alimentaria, ma­
sobre todo por mujeres —somatólogas me gus­ terial y emocional, de comprensión orgánica de
ta llam arles—, es experimental, emergente, una las relaciones y los afectos, además de integrar
zona de contacto tal como lo plantearía Mary una serie de técnicas para compensarlas. El de­
Louise Pratt (1991). Nociones como atención bate por la educación somática no es inocente
plena, mindfulness, conciencia corporal y saber- ni mucho menos está absuelto de inquietudes.
del-cuerpo son artefactos prestados o a veces La vivencia de quienes participamos de sus car­
invitados desde medicinas tradicionales, formas tografías da muchos frutos pero también devela
de entrenam iento, herbolaria, oráculos y mo­ muchas resistencias. El disciplinamiento alópata
dos de meditación re-ensamblados en historias de los cuerpos genera bloqueos perceptivos con
graves consecuencias sociales y ecológicas.
Me interesa insistir en que no podemos
y Dani hacen de la ternura lo emancipan de dicha seguir apelando a los afectos sin considerar,
operacionalización rompiendo las dicotomías que a veces incluso de formas más-que-humanas,
administran la orientación moral de estos afectos
que los cuerpos son organismos —cosa que
—la suavidad y la sutileza pueden ser rabiosas y
parece obvia más no lo es en la práctica— No
ruidosas—, lo desidentifican de roles de género sus­
nos desplegamos solo en términos de lo que las
tantivos y lo intensifican como una ética feminista
consecuencias análiticas indican o los discursos
radical. No tengo espacio aquí para rastrear cómo la
educación somática, con todas sus contradicciones, de poder hacen sobre los cuerpos. Como orga­
ha generado una sinergia similar con respecto a la nismos, también se generan políticas sensoria­
suavidad, la sutileza y la ternura que produce tan les y performativas que entablan dimensiones
necesario manifiesto. propioceptivas y afectivas de necesario análisis
desde la educación somática —somatopol¡ticas4 imagen—. El camino evidentem ente será m¡-
o políticas som áticas—. Nociones como bloqueo, cropolítico. Suely Rolnik (2006), una de las pri­
entumecimiento, cuerpo vibrátil, descompensa­ mordiales somatólogas, insiste en que la micro-
ción y debilitamiento son vivencias políticas. política no es opuesta a la macropolítica —esta
Me voy a concentrar en las políticas de la se entiende como la política de lo instituido, de
escucha. Indiquemos solo que interesa aquí la es­ los mercados, estados y proyectos explícitos en
cucha como un medio de contacto —como toda la toma de decisión de lo que se trata la vida—.
La micropolítica es la faceta perceptiva y afec­
tiva de dicha política. A diferencia de la noción
4 Varias referencias al térm ino de somatopolítica foucaultiana de microfísica del poder, que tien­
provienen del trabajo de Paul B. Preciado. En esta
de más a describir la intensidad hegemónica a
intuición prefiero retom ar el trabajo de M arie Bar-
pequeña escala y entre pares —cosa que para
det, Isabelle Guinot, Joanne Clavel, entre otras
Rolnik tiene que ver más con la macropolítica—,
más, quienes le otorgaron el térm ino a Preciado.
la micropolítica produce/reacciona a modos de
Para ellas, los cuerpos son ensam blajes matéri-
co-anímicos. Son organismos. Y como organismos contacto, de temperamento y de resonancia que
participamos de la política. Un cuerpo no «es», sino se orientan a o generan el establecimiento ma-
que acontece en medio de campos de fuerza que cropolítico. Mi apuesta es considerar que la re­
hacen proclives ciertas organizaciones ecosistémi- lación entre rabia y ruido feminista es de orden
cas. Estas suceden en interacción con ambientes micropolítico. La usurpación ruidosa/rabiosa del
específicos. Cada cuerpo se transform a/pervive en espacio público instituido se puede —de hecho,
medio de cambios ambientales —que también son se debe— entender como apelaciones macropo-
profundamente sociales, emocionales y ecológi­
líticas con respecto a la justicia y la negligencia
cos— gracias a coordenadas propias de su constitu­
diplomática de anular el reconocimiento del su­
ción material. Las condiciones atm osféricas en que
jeto político feminista. Esto supera lo que esta
unos cuerpos —porque un cuerpo nunca está solo
intuición puede analizar ahora, pero sí podemos
en el mundo, siempre está con otras y otros— se en­
samblan tiene todo que ver con la política. Ciertas insistir en que la faceta micropolítica de estas
posibilidades inmunológicas son producto de cier­ manifestaciones implica una desactivación de la
tas interacciones dadas por hecho o normalizadas. rabia y una descalificación de la protesta como
En ese sentido, toda manifestación somática es la ruido. Siendo congénitas, el régimen micropo­
acción/reacción a una serie de políticas específicas lítico aprovecha su ensamblaje para desactivar
que generan territorios. Los entrenam ientos o los una por la otra y viceversa. Es por ello que a la
ejercicios, las rutinas y los ocios pueden ser leídos
demanda ética del dolor debemos ingeniar ope­
como prácticas de constitución m aterial que tie ­
raciones perceptivas difractadas5 que activen
nen que ver con la cultura y valorizaciones de qué
es lo que puede un cuerpo. Todo cuerpo es mutable
gracias a cómo se ensambla con su territorio. Para 5 En Primate Vision (1 9 8 9 ) y M odest_Witness@
estas autoras, los gestos son claves de interpreta­ SecondMillennium. FemaleMan Meets OncoMouse
ción de la mutación/ensamblaje de los cuerpos que (1997 ), Donna Haraway insiste en otras operacio­
nos permiten hacer cartografías somáticas y deve­ nes de percepción que no cumplan con el régimen
lar afectaciones políticas. de representación visual provisto por la validación
otras posibilidades somatopolíticas en que la perceptivo legalizado. El término que usó O live­
intensificación vibrátil se sume a la demanda de ros para este régimen es Sonosfera:
la justicia.
Para la guía de este debate, Pauline O liveros The Sonosphere is the sonorous or sonic enve-
(2011), no escuchar/no percibir es un esfuerzo lope of the earth. The Biospheric layer of the
somático de gran costo energético. Nuestros Sonosphere is irrevocably interwoven with
cuerpos poseen una capacidad discrecional de the Technospherical layer of the Sonosphere
atención en la cual, aunque esté «presente y sea [...] Humans sense the Sonosphere according
posiblemente perceptible», la intensidad afecti­ to the bandwidth and resonant frequencies
va de ciertas sonoridades tiene sentido ya sea and mechanics of the ear, skin, bones, meridi-
como ruido que produce molestia o como soni­ ans, fluids and other organs and tissues of the
do ambiental que desactiva su injerencia. En el body as coupled to the earth and its layers
caso del sonido ambiental, este se orienta al fon­ from the core to the magnetic fields as trans-
do, al background de la percepción. En el caso del mitted and perceived by the audio cortex and
ruido, este se avala como disconforme e irrumpe nervous system (All of this with great variation
en el régimen de atención de un cuerpo singular. of course). All cells of the earth and body ví­
Aprovechando este régimen moral que descali­ brate [...] We live in a sonorous environment.
fica a la rabia como debida sensación ante el es­ Most of the time we shut out sound that is ex-
tado de las cosas, se produce una interpelación traneous to our current purposes. It takes ener-
de sus sonoridades ruidosas que «las hacen» gyto ignore sounds. Our ears respond to sound
inteligibles por no operar en el mecanismo per­ involuntarily. It is the brain that processes
ceptivo legalizado. Aquí los adjetivos calificati­ sound to extrapólate meaning and take action
vos importan: el vandalismo es uno de los más [...] I havefaith in listening. Listening brings me
graves y urgentes, pues implica políticas de ma­ to faith— faith that I can believe my ears as
nifestación y entrecruces de materialidades que much as I can believe my eyes. Sound impacts
se escuchan/perciben como ruido. Los adjetivos my body and resonates within. Sounds keep
calificativos nos ayudan a entender las políticas returningto me as I listen. I think how limited
perceptivas de lo manifestado, en donde la di­ our vocabulary is when it comes to discussing
sociación, bloqueo y desactivación de la percep­ inner or mental sound and sounding. We have
ción, o donde subestimar lo manifestado, entre theword imagination. Imagination referstothe
otras operaciones, son mecanismos del régimen visual sense even though it is used to refer to
all senses— imaginative hearing, imaginative
touching, imaginative tasting, even imagina­
tive smelling (2011).
objetivante y su forma de gobierno. Implica insistir
en ver de forma refractada. Difractada es el término
La Sonosfera es un artefacto tanto somático
que usa. Con el deseo de ir más allá, en esta intui­
ción también queremos salimos del régimen per­ como cultural. Habla de cómo los ambientes cir­
ceptivo ocular e invitar a los cuerpos a políticas de cundantes se hacen de vibraciones. Algunas de
escucha y tacto como prácticas difractadas. ellas no son del todo perceptibles por los oídos
pero sí por la ¡ntegralidad del cuerpo. Me agrada rabia promueva inserciones de escucha activa en
la insistencia en el cuerpo que hace Oliveros, pues aquellos que no quieren o no deben escucharla. El
se escucha con los huesos, con los pulmones, con entrenamiento somático que propone Oliveros
la piel. No solo percibimos las vibraciones, sino es el deep Hsteningo la escucha profunda, un bo-
que somáticamente tenemos la capacidad de rramiento entre tacto y escucha:
percibir si un cuerpo está o no escuchando las vi­
braciones que nos rodean. A este mismo proceso Una práctica multi-dimensional creada con la
se le llamó cuerpo vibrátil (Rolnik 2006). De allí intención de elevar la atención al sonido y al
que afirmar que el escozor es profundamente hacer sonido para conectarse profundamen­
somático es mera consecuencia. El escozor se te con sensaciones, sentimientos, recuerdos
puede leer como la percepción del bloqueo, de la y sueños. La intención principal es la de ex­
desestimación del impulso o la neutralización de pandir la conciencia de escuchar y aprender
las orientaciones vibratorias. Como comentaba la diferencia entre escuchar y oír, la atención
arriba con respecto a la noción de debilitamiento focal y global usando la meditación, el traba­
de Jasbir Puar (2017), instaurar la no-escucha/ jo energético y el juego creativo[...] Mientras
no-percepción incita a convocar más energías vi­ escuchamos, las partículas de sonido deciden
bratorias para transm itir la justa rabia, más ener­ ser escuchadas. La escucha afecta lo que suena
gía para bloquearla y, como consecuencia, desac­ en una relación de tipo simbiótica (2015, mis
tivación y enfado. cursivas).
Aun así, conjuremos con Oliveros. ¿Cómo ha­
cer prosperar una somática de la escucha que no
desactive la rabia ruidosa, sino que permita el con­ dical de Dani y Daniel es tan necesaria. No vamos
a negar que la rabia es candente. Es composta. So
tagio de su ímpetu vibratorio? Es aquí donde nos
hot dirían Beth Stephens y Annie Sprinkle (2021).
toca imaginar todo el proceso somático de confi­
Es efusiva. Avienta del cuerpo que lo percibe toda
guración del ruidoysu manifestación,eintervenir
su energía hacia el exterior de lo instituido. La rabia
en la resonancia para reorientarla de afecto reac­
es hermana del reclamo. De allí que es condición
tivo a afecto proactivo:6 permitir que la ruidosa de la justicia. De hecho, el régimen colonial insiste
en gobernarla directamente con el debido proceso.
Desactivar su manifestación y yuxtaponerle el de­
6 De forma deliberada quise dejar hasta esta nota bido proceso requiere que la valoremos negativa­
una corta reflexión sobre los afectos tristes tan ca­ mente —brújula ética, llama Suely Rolnik a este pro­
ros a la filosofía de Spinoza. La ruidosa rabia pue­ ceso (2019)—. Necesita hacerla triste. Indeseable e
de hacerse inteligible en consideración de afectos indebida. Pero la rabia nos indica cuerpos que han
tristes que desactivan el entusiasmo y provocan logrado sentir. Re-sentir. Que han logrado ensam­
estados inmunodepresivos, bloquean la acción. blarse empáticamente con las circunstancias de
Pensando con María Lugones (2021), Sara Ahmed las matrices de opresión. Le reaccionan. La rabia
(2004), Audre Lorde (1981) y Albeley Rodríguez es motor de mucha voluntad (Ahmed 2014). Es el
(2021), entre otras, considero que este régimen brazo de la niña que se levanta en el cuerpo ente­
de inteligibilidad es consecuencia de la coloniali- rrado de los hermanos Grimm y que Sara Ahmed
dad de las emociones. Es por ello que la Ternura Ra- usa como figura en Willful Subjects (2014).
Mi propuesta es intervenir en la relación de tipo stand immediately then the risks of affirming
simbiótica que afecta lo que suena por lo que se willfulness, even if we take the word away
escucha. De esto se trata la transformación del from the scene of a crime. Willfulness tends
régimen perceptivo micropolítico que dispone a to imply a particular kind of subject, one that
los rabiosos ruidos como reactivos, para consi­ has intentions and knows her intentions[...j
derarlos proactivos. Esto implica operar direc­ A rebellious action does not always feel in­
tamente en el régimen de escucha y de cuerpos tentional. If our tongues can acquire will by
a través de no subestimar la somática imbricada speaking without consent, then we can be
en el poder. Esto suena vo lu n tario so ysílo es. En willful without being intentional. Ourtongues
Willful Subjects (2014), Sara Ahmed plantea que can disobeyfor us, as away of being impulsive,
away of summoningan impulse, a summoning
a willful action is one that is intentional, one which then, perhaps only retrospectively, is
that is done «with bad purpose» and ¡n full given the form of intent. When we are think-
knowledge of the law. I think we can under- ing about the part of willful parts, then, we are
thinking of the ways in which willing against
what has acquired momentum might require
Frente a la desactivación vía el debilitamiento, «party» support. A willful part might give its
la rabia es como una batería extra inesperada que will to other parts in the very refusal to obey:
energiza somáticamente a los cuerpos para que pue­ a willful gift as a feminist gift, as a queer gift.
dan lo que ha sido neutralizado. La rabia nos indica Those deemed the limbs of the social body
la sabiduría de los cuerpos. Y sus sonoridades ra­ might depend on being given agency by their
biosas hacen vibrar las sonosferas de formas cada own limbs (mis cursivas).
vez más interesantes. En el sentido en que planteo
aquí, para evitar las dicotomías y las sustancializa-
Nuestras lenguas se inmiscuyen en la sonosfera,
ciones coloniales, me interesa considerar las nocio­
nuestras extremidades se dejan llevar por la ra­
nes de proactivo/reactivo, pues nos hablan de las
bia, donde las intenciones del cuerpo exceden a
orientaciones del impulso afectivo. En este sentido,
lo que hace un afecto no es necesariamente feliz/ las intenciones de la ley. Invito a considerar que
triste, sino que es una manifestación que produce dar cuenta de las intenciones de los cuerpos
movimientos (emoción: e-motion) o bloqueos de es un camino para la escucha profunda, donde
despliegues. Un afecto es una capacidad perceptiva tanto la respiración como la vocalización son
del cuerpo de la atmósfera relacional. Algunas ve­ fundamentales. Dar cuenta de la respiración,
ces queremos con ella incentivar el movimiento o a de la entonación y del temperamento gestual
veces vale la pena bloquearlo. Hablar de proactivo/ —no para modularla a las convenciones del de­
reactivo no es moralizar los afectos. Es insistir en
bido proceso, sino indagando otras posibilidades
que hay brújulas éticas (Rolnik 2019) que plantean
experim entales de m anifestación— tienen la
orientaciones de su manifestación. Estas brújulas
potencialidad de hacer de la rabia una orienta­
éticas —más no las morales que tienden más al or­
den establecido— están imbricadas en la intuición. ción sumamente proactiva. No estoy invitando
Digámoslo sin tapujos: la educación somática es a «suavizar» la rabia (que implicaría moralizar
una pedagogía de los sentidos y de la intuición. la rabia). Lo que estoy proponiendo es que la
relación entre rabia y suavidad no es bajar la in­ cias alta s de las mujeres en conmemoracio­
tensidad, sino explorar la intensidad y las inten­ nes y eventos cuando les cantan duro y con
ciones (lo que implica orientar desde las éticas sentimiento a los arm ados, a los políticos o al
feministas). Explorar facetas perceptivas de ma­ Estado. [...] De esta manera, el movimiento y
nifestación y consid erar contagios sonoros y el proceso desde la composición en los días
vibratorios in u sita d o s, pues indagar por estas previos al evento por parte de alguna de las
experiencias disloca los regímenes de escucha y cantadoras mayores, su corrección y sus mo­
los fundados mecanismos de desactivación vi­ dificaciones durante la práctica grupal, hasta
bratoria. Estas experimentaciones, artísticas si la puesta en escena en un escenario público
se quiere, como invita O liveros, deben dar cuen­ [como la protesta podríamos decir aquí], m ol­
ta del estado anímico de los cuerpos, los meca­ dean una ecología de p rá ctica s en las que tanto
nismos de agregación, de contagio y ensamble el a fecto y el cuidado com o la denuncia e inter­
en el acontecimiento político. Esto implica una pelación actúan com o fu erza s reparadoras de las
mediación explícita entre lo que puede un cuer­ relaciones con los m undos de la vida y la m uerte,
po y lo que implica la intención. La respiración y com o a ctiva doras de fo rm a s de acción política
tiene todo que ver en política, pues rastrearla produ ctiva y visceral (2020, mis cursivas).
genera las aperturas a condiciones perceptivas
donde las intensidades rabiosas encuentran ju s­ Estos cantos son ritmos constituyentes de reg is­
to camino y causa. Estoy invitando directamen­ tro s a fe c tiv o s en ca rn a d o s. No son para las canta­
te a la Ternura Radical. doras, evidentemente, ruidos. Aunque sí tram i­
tan la rabia. Aun así estas sonoridades irrumpen
Y empezar a dar amor de nuevo en la representación proscrita de la víctima, y
Y empezar a dar amor ante el régimen de instauración del conflicto
Y a recibirlo si estás dispuesto a darlo. armado, le estorban porque performan la de­
nuncia en rastros tonales que estorban su con­
P ero tá C h in g ó y K ir o L a s l a s , «Se re s extraños».
fort. Estas ecologías de prácticas que para unas
nutren y florecen, convocan y respiran la rabia,
A propósito de las arengas que en el pacífico co­ pero para otras son displacenteras por lo que
lombiano muchas mujeres afro realizan como hacen presente, conjuran y embrujan ante el
práctica ritual y política, Pilar Riaño-Alcalá y Ri­ reconocimiento de los derechos, nos permiten
cardo Chaparro comentan lo siguiente: hablar de resp o n se-a b ility: de la capacidad de
respuesta, de la capacidad de hacerse cargo,
Se trata entonces de la escucha de las fre ­ del cómo ruidosa y rabiosamente habilitarse.
cuencias musicales bajas —vibraciones, to­ En W h e n S p e c ie s M e e t, Donna H araw ay insis­
nos, acentos y sentimientos— de estas prác­ te en operaciones, llamémoslas aquí v ib ra to ria s,
ticas vocales; de los lamentos, letanías y los que permiten compartir el dolor:
rezos que acompañan el dolor constante por
los muertos y desaparecidos a quienes no se Companion-species worlds are turtles all the
les pudo adornar con alabaos, y de las frecuen­ way down. Far from reducing everything to
a soup of post- (or pre-) modern complexity system at the end of its abilities to absorb
¡n which anything ends up permitted, com- insult after insult [...] These leaks and eddies
panion-species approaches must actually en- might help open passages for a praxis of care
gage ¡n cosmopolitas, articulating bodies to and response —response-ability— in ongoing
some bodies and not others, nourishing some multispecies worlding on a wounded térra
worldsand not others, and bearingthe mortal (56, 105, mis cursivas).
consequences. Respect is respecere—looking
back, holding in regard, understanding that La response-ability es fuerza, potenciaycapacidad
meeting the look of the other is a condition de hacer, que no busca ser sacrificio, que no bus­
of having face oneself. All of this is what I am ca ser un cuidado inmolado, pero que necesita
calling «sharing suffering.» It is not a game pensar, necesita energía, necesita comunidad. La
but more like what Charis Thompson calis posibilidad de la response-ability implica entonces
ontological choreography. I act; I do not hide asociarse con hechos, preocupaciones, pero tam­
my calculations that motívate the action. I am bién con cuidados, en extrañas figuras del cordel
not thereby quit of my debts, and it’s more que podrían ser especulaciones. Pero ¿qué cuer­
than just debts. I am not quit of response-abil­ pos pueden entonces hacerse cargo? Nutrirse y
ity, which demands calculations but is not fin- florecer implicará entonces poderse entrenar,
ished when the best cost-benefit analysis of poder aprender, poder construir regímenes de
the day is done (2006: 88-89, mis cursivas). vitalidad en los cuales podamos acceder a las ac­
ciones en las cuales nos habilitemos para poder
Las entonaciones que se hacen ruidosas, displa­ tener los criterios, las energías, las fuerzas y los
centeras, y disconfortantes a los escuchas a los ánimos que sostienen las disputas por un nuevo
que les estorban estas enunciaciones son con­ orden de coexistencia. La capacidad de respues­
juros para compartir el dolor. Son habilidades de ta necesita muchas más rabias ruidosas porvenir
respuesta, capacidades inquietas e inestables e intervenir en los marcos de percepción por los
de hacerse cargo de las deudas y demandas que cuales estas imputaciones tengan consecuen­
los cálculos del debido proceso no logrará asir. cias. No podemos subestim ar las sonosferas
Tornan los afectos encarnados desde la rabia y como parte íntegra de la justicia. Se puede nutrir
actúan incluso dando cuenta de los cálculos, pero de la rabia. Lo plantea Oliveros así:
excediendo en términos de justicia las falsas dico­
tomías que organizan lo que sí es posible deman­ Formas de sanación pueden ocurrir en rela­
dar y lo que no. Continúa Haraway algunos años ción con las actividades antes mencionadas
después en Stayingwith the Trouble (2016): cuando: 1. los individuos sienten lazos comu­
nes con los otros a través de una experiencia
Flourishing will be cultivated as a multispe- compartida: 2. cuando la propia experiencia de
cies response-ability without the arrogance of uno se hace manifiesta y es aceptada por otros:
the sky gods and their minions, or else biodi- 3. cuando uno toma conciencia y está conecta­
verse térra will flip out into something very do con el propio entorno: 4. cuando los propios
slimy, like any overstressed complex adaptive recuerdos o valores son integrados en el pre­
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JRAZÚ GÓMEZ

En este artículo ofrezco una reflexión acerca de los feminismos actuales en el con­
texto mexicano.1 Defino los feminismos como un movimiento histórico, político
e ideológico de amplias dimensiones, cuyo sentido de elaboración se encuentra
relacionado con modificar la subordinación estructural de las mujer-es.2 El com­
promiso feminista apuesta por la transformación desde múltiples campos, entre
los que se encuentran el activismo y la academia. Respecto a dichos ámbitos, a
continuación exploro la importancia de imaginar proyectos en común.

1 El feminismo mexicano comparte analogías, dinámicas e interacciones con los femi­


nismos europeos, estadounidenses y latinoamericanos; sin embargo, establecer una
perspectiva de análisis generalizada excede los límites del tema del presente artículo.
2 En este ensayo utilizo la palabra mujer-es. La redefinición implica romper nociones
tradicionales y formaciones discursivas legitimadas a través de ideas de estabilidad y
permanencia (Butler 1997: 3).
FEMINISMOS EN TIEMPOS
DESORGANIZADOS

De acuerdo con lo establecido por la Real Aca­


demia de la Lengua Española ( r a e ), la palabra
tiempo cuenta con tres acepciones principales.
La primera alude a «la duración de cosas suje­
tas a mudanza»; la segunda hace referencia a
una «magnitud física que permite ordenar una
secuencia de sucesos estableciendo un pasado,
un presente y un futuro»; y por último, se define
el tiempo como «época durante la cual se vive o
sucede algo» ( r a e 2 0 2 1 ). Al escribir las líneas
que dan forma a este ensayo, mi mente hace
una mezcla de las definiciones citadas. Pienso
en una época marcada por el «caos eterno que
es el mundo», pero que ha mudado su magnitud
normativa tradicional para ofrecernos, a cam­
bio, sucesos actuales un tanto descompuestos.
Vivimos una época pandémica, en la que
todas las personas sufrimos distintos tipos de
pérdidas en medio de la voracidad neoliberal,
característica de un capitalismo caníbal con las
fauces abiertas (Fraser 2021). Es una época
que nos obliga a mirarnos de manera recelosa,
a evadirnos en series de streaming por suscrip­
c ió n p a ra e v o c a r la e x is te n c ia , m ie n tra s d e n u n ­
c ia m o s la m is e ria y la in ju s tic ia e n re d e s s o c ia le s .
H e m o s a p re n d id o a e n c u b r ir el d e s a s o s ie g o y la
in c e r t id u m b r e del s e r in d iv id u a l y c o le c tiv o co n
s e lf e s y re a lid a d v irt u a l (H a n 2 0 2 1 ).
E n m e d io del p a n o ra m a al q u e d e n o m in o
tiem po desorganizado, la d e t e r m in a c ió n d e las
m u je r- e s y o t r o s c u e r p o s no b in a rio s , q u e e m ­
p uja n d e s d e el a c tiv is m o y la a c a d e m ia el d e s e o
f e m in is ta d e « c a m b ia rlo to d o » (G a g o 2 0 1 9 ) , s e
m a n ifie s ta en e n e rg ía c in é tic a q u e p ro d u c e f u e r ­
z a s c e n t rífu g a s y c e n t ríp e t a s : fo r m a s d is tin t a s
e n v irt u d d e su p o sició n d e p a rtid a , su a p a r ie n ­
c ia y a c e le r a c ió n . S o n c u e r p o s q u e in t e r a c tú a n ,
h is t o r ia s d e v id a , c u lt u r a y p siq u e c o m b in a d o s
e n un c h o q u e , re s u lta d o n e c e s a r io en la d ia lé c t i­
ca d e c u a lq u ie r m o v im ie n to p o lític o so c ia l.
C o m o p a rte d e las f u e r z a s im p a ra b le s del
e m p u je f e m in is ta a la s q u e hago r e f e r e n c ia , a l­
g u n a s v e c e s d ic h a s e n e rg ía s s e s o b re c a rg a n ,
c o n d u c ié n d o n o s a la a c u s a c ió n y el d is ta n c ia -
m ie n to . P a r t e del s e n tid o y la a lg id e z d e las
d is c u s io n e s q u iz á s e h a lle en u n a s u e r t e d e e s ­
p e c tro p re s c r ip tiv o q u e s u b lim a c ie r t a v ía m ás
o m e n o s a d e c u a d a p ara la e m a n c ip a c ió n q u e
t o d a s a n h e la m o s . S in e m b a rg o , a fin d e c u e n ta s ,
¿ q u ié n e s m á s o m e n o s fe m in is ta y q u é tip o d e
cuerpos tienen derecho a serlo? ¿Quiénes pue­ micas internas y praxis; no así la imposibilidad
den alzar la voz? ¿Quiénes son más o menos cul­ de establecer diálogos con verdadera escucha,
pables? ¿Quiénes son más o menos patriarcales? la falta de acuerdos y, de manera reciente, la op­
¿Quiénes son máso menos coloniales? ¿Quiénes ción de lo que se conoce en forma popular como
no pueden decidir por sí mismas?3 ¿Es posible la cultura de la cancelación o cancel culture.
establecer una definición absoluta al respecto? De acuerdo con las inquietudes hasta aquí
Las discusiones en cuanto a la praxis de los descritas, a continuación dialogo con las pro­
feminismos y los límites de comunicación entre puestas teóricas de hooks (2017), Arditi (2000),
grupos no son novedad, basta recordar los deba­ Haraway (2019), Butler (1997), Spivak (1989)
tes entre las feministas estadounidenses de la se­ y Lamas (2021), a fin de identificar si las dife­
gunda ola respecto a la sexualidad en los seten­ rencias entre grupos de académicas y activistas
ta o el de las estructuralistas y las esencialistas feministas en México pueden ser comprendi­
en los ochenta (Ferguson 1984, Lamas 2018). das a partir de la transform ación de la praxis en
En el caso de Latinoamérica, de manera gene­ estilo de vida, o bien de las fronteras estableci­
ral, las cuestiones en disputa han implicado en das desde el agravio, la identidad política y las
su mayoría consideraciones vinculadas con una emociones. Por último, reflexiono alrededor de
separación entre activismos y feminismos aca­ la posibilidad de generar alianzas y proyectos
démicos, que buscan alejarse del discurso domi­ comunes.
nante «occidental» para, en su lugar, legitimarse
con otros marcos de análisis y prácticas que
permitan visibilizar las dinámicas estructurales SER FEMINISTAS, ¿ESTILO
de violencia que han marcado la región.
Mi intención aquí no es llevar a cabo un re­
OE VIDA, IDENTIDAD
cuento pormenorizado del pensamientoy la epis­ 0 PRAXIS POLÍTICA?
temología feminista en sus distintas vertientes y
geografías. Lo que me interesa señalar para el Al reflexionar al rededor de la h istoriayel sentido
efecto del presente ensayo es que las discusiones que ha tenido la política feminista estadouniden­
acaloradas de perspectivas políticas y teóricas se, en el libro El feminismo es para todo el mundo
que ocupan a los feminismos activistas y acadé­ (2017), bell hooks argumentó la importancia de
micos son intrínsecas de su propia historia, diná­ transm utar un «sentimiento anti-hombres» para
centrarse, en su lugar, en una lucha por un tipo
de justicia de género que tuviera la capacidad de
3 Con esta pregunta aludo al trabajo sexual y la reconocer a la vez las desigualdades existentes
oposición que algunos feminismos mantienen para
alrededor de la clase y la raza. A partir del re­
escuchar a las compañeras trabajadoras sexuales y
conocimiento y el debate sobre las diferencias
apoyarlas en su exigencia de derechos. Un texto re­
resultantes de estas variables en conjunto, sería
comendable para comprender las problemáticas de
fondo que implican el trabajo sexual es El fulgor de la
posible la organización de una plataforma polí­
noche: el comercio sexual en las calles de la Ciudad de tica de amplio espectro para la transformación
México, de Marta Lamas (2017). (2017: 23).
El análisis en perspectiva de la política fe­ lado visiones «revolucionarias» para conseguir
minista elaborado por hooks le permitió identi­ poder económico en la estructura patriarcal? ¿El
ficar, dentro del propio movimiento estadouni­ feminismo blanco ocupa la mayor parte de los
dense, un abordaje erróneo de las diferencias de círculos académicos en un discurso dominante
raza, clase y género que, desde su perspectiva, para personas con «buenos estudios» y movili­
propició a su vez el borramiento de un tipo de dad social? ¿Las activistas se han visto borradas
feminismo más radical, pues «la mayoría de las por el llamado feminismo blanco?
mujeres blancas privilegiadas dejaron de tener Es probable que el concepto de feminismo
en cuenta las visiones feministas revolucionarias blanco esbozado por hooks pueda compren­
cuando comenzaron a conseguir poder económi­ derse como un «tipo ideal» (W eber 1982) con
co dentro de la estructura social existente» (25). el propósito principal de visibilizar un proble­
Para hooks, el problema se extendió a los ma en el ámbito del feminismo estadounidense
círculos académicos, lo que convirtió la toma de que se extendió a otras latitudes. Sin embargo, su
conciencia de grupos populares en un discurso sentido descriptivo, aplicado a la identificación
privilegiado para personas con «buenos estu­ de un grupo en particular de mujer-es, resulta
dios». Una de las consecuencias de este proceso problemático debido a que dicha conceptuali-
fue la concepción de un feminismo absorto en el zación debe pensarse como un punto de partida
tema de la igualdad, que posibilitó la movilidad para identificar un fenómeno social respecto al
de clase y un determinado «estilo de vida», con que, en la realidad práctica, se observan matices
mayor libertad dentro del sistema patriarcal (Sánchez de la Puerta 2 0 0 6 :1 6 ).
existente solo para ciertas mujeres, quienes a En otras palabras, considero que, aunque
su vez «podían contar con la existencia de una reveladores y de suma importancia para la ge­
clase de mujeres subordinadas y explotadas que nealogía y el hacer de la conciencia feminista,
harían el trabajo sucio que ellas se negaban a ha­ los planteamientos elaborados por hooks no
cer» (26). De este modo, «el feminismo se fue son aplicables en forma exacta al contexto del
vaciando lentamente de contenido político [pre­ feminismo mexicano para reflexionar el presen­
suponiéndose] [...] que las mujeres pueden ser te en relación con su falta de definición y, por
feministas sin desafiar la esencia y la cultura de supuesto, el distanciamiento entre feminismos
ellas mismas» (26). y fem inistas de los campos activistas y acadé­
Reconozco los argumentos de hooks en micos. Por tanto, quizá sea prudente añadir a la
cuanto al llamado estilo de vida feminista blan­ reflexión del estilo de vida el tema de la identidad
co; el sentido de estos, por demás cabales, pue­ política para finalmente hablar de la praxis, así
de ser aplicable a ciertos contextos del fem inis­ como de la posibilidad de coincidir en una plata­
mo mexicano, sin embargo, me pregunto qué forma de amplio espectro que permita una posi­
sucede si hacemos el ejercicio de trasladar la ble transformación social.
descripción intacta de dicho análisis a nuestros Respecto a la identidad política, Arditi se­
tiempos desorganizados entre activistas y aca­ ñala la manera en que la reivindicación de la
démicas. ¿Las feministas universitarias, algunas diferencia en las últimas décadas condujo a le­
de ellas posteriormente académicas, dejan de gitimar movimientos sociales marginados hasta
entonces. El reconocimiento de la diferencia, en evocamos elementos preexistentes al sujeto:
térm inos de identidad, ha sido un elemento una suerte de horizonte dado anterior a este
importante para denunciar la injusticia y com­ que determina su devenir en forma absoluta e
prender la memoria del agravio a fin de generar inapelable. Por otro lado, referir la invención
condiciones de igualdad. Sin embargo, al obser­ posibilita pensar en contextos que atraviesan
var el reverso de dichas diferencias es necesario las condiciones de vida de los sujetos históricos,
no perder de vista que «la continua reiteración lo que propicia determinados tipos de dominios
de agravios originales» conduce a dos proble­ culturales de sa b ery relaciones de poder. Así, la
mas centrales: primero, hay un límite impreciso palabra invención, aplicada a las dinám icasy pro­
entre las diferencias consideradas aceptables de cesos sociales, puede ayudarnos a comprender
aquellas que podrían calificarse como no acepta­ la manera en que han ocurrido en determinada
bles; en segundo lugar, se ha propiciado un cre­ época distintos dominios de saber y prácticas
ciente endurecimiento entre grupos (2000: 36). sociales, así como la urgencia de que estas sean
modificadas en beneficio del bien común (1998:
Si diferencias de género, raza, etnicidad o 13-33).
cultura son consideradas como valores ab­ En cuanto a la identidad política de los fe-
solutos, [...] en el límite, el mundo múltiple se m inism osy la limitante para una praxis transfor­
convierte en un mundo de particularidad pura madora de amplio espectro, me pregunto si alu­
donde [...] las articulaciones políticas transcul- dir a la invención del agravio, en lugar del origen
turales [para la praxis son] improbables (37). del agravio, nos ofrece una vía alternativa para
reconsiderar las diferencias que nos caracteri­
Por otro lado, es necesario no perder de vista zan dentro de un marco de referencia compar­
que «a la pluralidad de [identidades] feministas tido entre activistas y académicas, a fin de inten­
se suman las emociones» a partir de marcos de tar una reconfiguración de sentires, pensares y
referencia desiguales (Lamas 20 21 : 89). prácticas.
Al reflexionar sobre lo expuesto por Arditi
y Lamas respecto al reverso de la diferencia, e
intentar dialogar con la actualidad de los fem i­ HACER COSAS JUNTAS
nismos mexicanos en los campos de la academia
CON RESPONSA-HABILIDAD.
y el activismo, viene a mi mente el modelo pro­
puesto por N ietzschey retomado por Foucault PRÁCTICAS SOCIALES
para diferenciar el sentido de las nociones de
origen e invención. Los térm inos arriba citados
EN RIMA
se relacionan con los dominios de saber de las
personas y con las prácticas sociales que lleva­ Para pensar la modificación de la praxis política
mos a cabo a través del espacio y del tiempo. en el contexto del feminismo mexicano, y re­
Para comprender las relaciones de la verdad considerar la invención del agravio en lugar del
con aquello que se conoce, dice Foucault que origen de este, me gustaría retomar la noción
es necesario entender que al hablar de origen de respons-habilidad, planteada por Donna Ha-
raway en su libro Seguir con el problema (2019). y los sentimientos que nos afectan en distintas
Dicho término, utilizado de manera frecuente geografías y contextos? ¿Qué tipo de rimas po­
en distintos espacios académicos, resulta confor­ dríamos hacer posibles?
table para reflexionar nuestras prácticas sociales Al apuntar a tales cuestiones, no p reten­
internas y la relación entre grupos. Al señalar do establecer una respuesta en forma acabada
los «tiempos turbios y problemáticos» a los que ni esbozar un serm ón norm ativo relacionado
nos enfrentam os en el llamado Antropoceno, en con ser buenas o malas fem inistas. En lugar de
el texto citado Haraway indica la necesidad de ello, la idea es comenzar a reconocer las expe­
un resurgimiento que nos lleve a estar presen­ riencias que en términos políticos nos atraviesan
tes para entrelazar alteridades, «configuracio­ desde lugares distintos; una transformación de
nes inacabadas de lugares, tiempos, materias y prácticas sociales respecto a las diferencias y las
significados». Se trata de «criar y nu trir aque­ emociones que logre la aceptación y el aprendi­
llo que puede llegar a ser», sin por ello eliminar zaje, que abone a la escucha y aporte para com­
«lo que ha venido antes ni lo que viene después» prender las condiciones de producción y signi­
(19-20). La posibilidad de pensar el diálogo y ficación que conducen a situarnos y, en ocasio­
objetivos comunes entre feminismos y fem inis­ nes, a confrontarnos.
tas es una forma de contribuir a transform ar Insistir en señalar la experiencia feminista de
la realidad que nos afecta y que nos pone por forma situada respecto a la invención del agra­
delante, además de una crisis medioambiental vio, como una relación entre dominios de saber,
cada vez más evidente, escenarios de violencia tipos de normatividad, subjetividad y formas de
extrema, contextos de migración en circunstan­ aprehender la realidad, podría ser un elemento
cias desgarradoras y, por supuesto, el tema de la de fuerza para pensarnos hacia dentro de los fe­
salud y la precariedad como parte de un sistema minismos. Cabe señalar que apuntar hacia el diá­
económico asfixiante. logo y la escucha no pretende borrar ni negar
La rima, definida como una igualdad de so­ en ningún sentido la asertividad de emociones
nidos entre versos que logra crear vínculos en­ como la ira o el enojo para proteger la dignidad,
tre palabras disímiles de sentido y contenido, buscar la reivindicación y denunciar la injusticia.
obliga a hacer una primera distinción desde la Mucho menos se desea desdeñar los avances, el
semántica para diferenciarla del vacío que produ­ trabajo y la voz de un sinfín de mujer-es acti­
ce el ruido. En contraposición a la rima, el ruido vistas y académicas cansadas de los procesos
alude a la sensación auditiva de ondas sonoras de subordinación y las violencias de género, raza
estridentes en una mezcla imprecisa: un soni­ y clase que atraviesan a cada existencia. Sin
do carente de significado que, si bien logra el embargo, me parece que después de la ira y el
objetivo de interrum pir el silencio, es al mismo enojo, el ruido evanescente resultado de es­
tiempo evanescente. Reconocer esta distinción tas emociones debe dar paso a un proceso de
nos conduce a imaginar algunas preguntas cen­ suma que permita alcanzar objetivos políti­
trales: ¿los feminismos hacemos ruido o rima? cos comunes (Nussbaum 20 18 : 17). Transfor­
¿Cómo producir semejanzas en las líricas femi­ mar la sociedad desde la acción política hace
nistas? ¿Cómo hacer rima con las expresiones precisa la generosidad de identificarnos como
necesarias, conduce a la rima feminista y, por dichos con ceptos, y de los que se puedan su m ar
supuesto, a la alianza con otros movimientos a esta d iscusió n, puede se r útil para ab onar al
emancipatorios. diálogo de las realid ad es que habitam os a fin de
¿Cuáles serían las consecuencias prácticas co m e n zar a p en sar op osiciones y analogías au ­
de estas alianzas? Pienso que en el intento de daces y eficaces (Lam as 2 0 2 1 ) que re su lten en
hacer rima podemos comenzar a retomar las re­ puntos de en cu en tro y hacer-es.
flexiones alrededor del significado del sujeto po­
lítico del feminismo (Butler 1997), cuya postura
por parte de algunas feministas invita a la amplia­ REFERENCIAS
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Romper con dinámicas patriarcales es, entre jurídicas, B arcelo n a, G ed isa.
muchas otras cosas, intentar distinguir en qué F r a s e r , N AN CYy M osquera, M artín. 2 0 2 1 . «Nan-
momentos el uso de un esencialismo estratégi­ cy Fraser: se aproxim a un "capitalismo can í­
co se hace necesario y en qué otros interrumpe bal”», e n trevista, trad. Valentín H u arte, Jaco-
una posibilidad de resonancia política en rima. bin América Latina, T I de diciem bre. D isponi­
Desde mi perspectiva, los significados que se ble en <h ttp s://iaco b inlat.co m /2021/12/27/
construyen en la práctica feminista deben tran­ n a n c v - fra s e r- e l- c a p it a lis m o - c a n ib a l- e s -
sitar a veces en puntos extremos. De igual fo r­ ta-en -nu estro-h orizonte/>.
ma, propongo retom ar en este ejercicio reflexi­ G a g o , V e r ó n ic a . 2 0 1 9 . La potencia feminista. O
vo la discusión propuesta por Judith Butler al el deseo de cambiarlo todo, M adrid, Tra fica n ­
señalar la interrelación de nociones como vulne­ te s de sueños.
rabilidad y resistencia, cuyo riesgo principal de h o o k s , BELL. 2 0 1 7 . El feminismo es para todo el
acción recae en borrar la agencia de los cuerpos mundo, trad. B e a triz Esteban A g u stí, Lina
para acrecentar un conjunto de poderes pater­ Tatiana Lozano Ruiz, M ayra Sofía M oreno,
nalistas que terminan por reconducir conductas M aira P u e rtas Rom o y Sara Vega G o n zález,
(2018). Considero que insistir en la revisión de M adrid, T rafican te s de sueños.
H a r a w a y , D o n n a J . 2019. Seguir con el proble­
ma, trad. Helena Torres, Bilbao, Consonni.
H a n , B y u n g - C h u l (2021) No-cosas. Quiebras
del mundo de hoy, trad. Joaquín Chamorro
Mielke, Barcelona, Taurus.
L a m a s , M a r t a . 2 0 1 7 . El fulgor de la noche: El
comercio sexual en las calles de la Ciudad de
México, Ciudad de México, Océano.
. 2018. Acoso. ¿Denuncia legítima o victi-
mización?, Ciudad de México, Fondo de C ul­
tura Económica.
. 2021. Dolor y política. Sentir, pensary ha­
blar desde el feminismo, Ciudad de México,
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N u s s b a u m , M a r t h a . 2008. La ira y el perdón,
trad. V ictor Altamirano, México, Fondo de
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R e a l A c a d e m ia E s p a ñ o l a ( r a e ). 2 0 2 1 . Diccio­
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Sán ch ez de P u e r t a T r u j il l o , F e r n a n d o .
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W e b e r , M ax. 1982. Ensayos sobre la metodo­
logía sociológica, Buenos A ires, Am orrortu
Editores.
SEMBLANZAS
ALEJANDRA NALLELY AMNERfS CHAPARRO
COLLADO CAMPOS
Am neris Chaparro es investigadora asociada en
Doctora en Comunicación por la Universidad el Centro de Investigaciones y Estudios de G é­
Iberoamericana. Maestra en Estudios de la Mu­ nero y profesora de asignatura en la Facultad
je r y Licenciada en Comunicación Social por la de Ciencias Políticas y Sociales en la U niversi­
Universidad Autónoma Metropolitana Xochimil- dad Nacional Autónoma de México. Es doctora
co. Docente y tallerista en temas de autocuida- y maestra en Teoría Política por la Universidad
do, menstruación consciente, amor romántico y de Essex. Realizó una estancia posdoctoral en la
escritura autobiográfica de mujeres. Trayectoria Hoover C haire de Economía y Ética Social de
interdisciplinar en comunicación, cultura digital, la Universidad de Lovaina. Sus áreas de investi­
género y feminismos. Ponente en diversos colo­ gación se relacionan con la intersección entre la
quios, congresos, conversatorios, charlas, mesas teoría política feminista, los estudios de géne­
de trabajo y discusión. Publicaciones literarias y ro, la sociología y la filosofía. Ha participado en
académicas en medios impresos y digitales. For­ conferencias en México, Estados Unidos, Ingla­
ma parte de colectivas de mujeres con las que terra, Dinamarca, Chile y Colombia, entre otros,
realiza talleres, trabajo académico y comunitario. y ha impartido cursos a nivel de licenciatura y
Forma parte del equipo fundador de uam Radio posgrado sobre estudios de género, teoría fem i­
94.1 FM y actualmente es responsable del área nista contemporánea e investigación con pers­
de Comunicación Social del Centro de Investi­ pectiva de género. Es cofundadora e integrante
gaciones y Estudios de Género de la Universidad del Comité Ejecutivo de la Latin American Inter-
Nacional Autónoma de México. disciplinan/ Gender Network ( l a i g n ) y tiene el
nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores.
ANDREA GONZÁLEZ MEDINA como en el A rt & Ecology Program de la U niver­
sidad de Nuevo México (2013). Docente desde
Licenciada en Sociología y maestra en Filoso­ 20 17 del M áster en Estudios Culturales y A r­
fía por la Benem érita Universidad Autónoma tes Visuales, (Universidad Miguel Hernández,
de Puebla ( b u a p ). Docente de Ciencias Huma­ España). Miembro del grupo de investigación
nas y Sociales e Idiomas en la Facultad de Len- f id e x , del l+D+i en «Humanidades energéticas:
guas-BUAPyen la Universidad Mesoamericana. Energía e imaginarios socioculturales entre la Re­
Sus líneas de investigación son alrededor de volución Industrial y la crisis ecosocial» (Instituto
nociones de género y trabajo. Ha incursionado de Historia, Consejo Superior de Investigaciones
en el periodismo cultural en las revistas elec­ Científicas), así como del l+D+i «Visualidades crí­
trónicas El Puente y Neotraba. Cuenta con cer­ ticas: ecologías culturales e investigaciones de lo
tificaciones en francés ( d e l f B2), portugués común» (Facultad de Bellas Artes, Universidad
(c e l p e - b r a s B2) y alemán (ÓSD B l) . Ha presen­ Complutense de Madrid). Miembro de la plata­
tado ponencias a nivel nacional e internacional forma Red de Conceptualismos del Sur (coordi­
en lugares como Alemania, Uruguay, Costa Rica nadora del grupo Ecologías Críticas). En la actua­
y Colombia, y recientemente en el ll Congreso lidad trabaja como investigadora en el Instituto
de Sociología M arxista Latinoamericana, en de Investigaciones Estéticas de la unam , median­
Ecuador, y el vi Congreso Estatal de Economía te la obtención de una beca posdoctoral. Su tra­
Feminista en Valencia, España. Su publicación bajo se centra en el análisis, desde la Historia del
más reciente es el capítulo «La lucha por el reco­ Arte, las culturas visuales, y la ecología política,
nocimiento del trabajo doméstico: un problema de maniobras ecológicas, esto es, prácticas artís­
de justicia social» en el libro Lo vital y lo virtual. ticas y culturales de reexistencia (que sostienen
Reflexiones filosóficas sobre la cotidianidad en el la vida) y su vinculación con las epistemologías
mundo contemporáneo, coordinado por R. Chá- del Sur, la acción política, los feminismos descolo-
vez, L. Rojas y A. Pérez y publicado en 20 21 por niales y los conceptos de representación y poder.
la BUAP.

CAM ROQUE LÓPEZ


BELÉN ROMERO CABALLERO
Egresade del Diploma Superior y Programa de
Doctora Internacional en Historia del A rte por Actualización en Docencia U niversitaria (Sin­
la Universitat de Valéncia y miembro del Siste­ dicato de Trabajadores Docentes de la U niver­
ma Nacional de Investigadores ( s n i ) del Consejo sidad de Buenos Aires/Federación Nacional de
Nacional de Ciencia y Tecnología. Ha trabaja­ Docentes Universitarios/Facultad de Ciencias
do como investigadora en el Departamento de Sociales/C onsejo Latinoam ericano de C ie n ­
Historia del A rte de la unam (2 01 0-2014), y ha cias Sociales), doctorande en Estudios de G é­
realizado estancias de investigación en el C en­ nero en Centro de Estudios Avanzados ( c e a )/
tro de Investigación de Estudios de Género, así Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Córdoba ( f c s - u n c ) y licenciade en CONSUELO DÍAZ MUÑOZ
Letras Modernas con orientación en Estudios
Críticos del Discurso por la Facultad de Filoso­ Licenciada en Literatura por la Universidad Die­
fía y Humanidades (FFyH -U N C). Integrante desde go Portales y Magíster en Arte, Cultura y Pensa­
2 0 1 2 del Programa de Investigación en Estu­ miento Latinoamericanos del Instituto de Estu­
dios de Género ( c e a - f c s - u n c ). Miembro del dios Avanzados de la Universidad de Santiago.
proyecto de investigación «Feminismos y pen­ Ha desarrollado estudios sobre las dimensiones
samiento crítico: lecturas políticas de las teo­ de la violencia político-sexual ejercida contra
rías» (Secretaría de Ciencia y Tecnología de la mujeres durante las dictaduras de Brasil y C hi­
unc) y del proyecto de investigación p is a c - c o - le, y sobre cómo estas se manifiestan a través
v id - 1 9 - 0 0 0 9 8 : «Configuraciones discursivas en de los testimonios de prisión política y tortura.
la Argentina 2 0 2 0 . N arrativas emergentes en la Actualmente es candidata a doctora en Estudios
vida cotidiana: un abordaje desde los estudios Americanos de la misma institución y se encuen­
feministas», avalado y subsidiado por la Agencia tra investigando acciones y resistencias cultura­
Nacional de Promoción de la Investigación, el les ejercidas por agrupaciones transfem inistas
Desarrollo Tecnológico y la Innovación, Argenti­ autogestionadas en Argentina, C h ile y México.
na. Docente de la Cátedra Teoría Literaria de la
Escuela de Letras (FFyH -U N C ). Sus áreas de inte­
rés abarcan las industrias culturales y la tecno­ CRISTINA RIVERA GARZA
logía, con especial atención al rol que cumplen
las tecnologías digitales en la producción de la Autora. Traductora. Crítica. Sus libros más re­
subjetividad. cientes son Autobiografía del algodón (Literatura
Random House, 2 0 2 0 ), El invencible verano de
Liliana (Penguin Random House, 2 0 2 1 ), Grie-
CARLA VERÓNICA CARPIO PACHECO ving: Dispatches from a Wounded Country (The Fe-
minist Press, 2 0 2 0 , traducido porSarah Booker,
Socióloga y doctora en Estudios Latinoamerica­ finalista del 2 0 2 1 National Book Critics C ircle
nos por la Universidad Nacional Autónoma de Award) y New and Selected Stories, traducido por
México. Actualmente realiza una estancia pos- Sarah Booker y fue publicado por Dorothy Pro-
doctoral en el Centro de Investigaciones y Es­ ject en el 2 0 2 2 . Sus reconocimientos recientes
tudios de Género sobre las formas de protesta incluyen el Premio Shirley Jackson 2 0 1 8 , P re­
organizada contra la violencia económica en el mio Donoso 2 0 2 1 , Premio Nuevo León Alfonso
marco del movimiento feminista actual. Líneas Reyes 2 0 2 1 , Premio Mazatlán 2 0 2 1 , Premio Vi-
de investigación: protestas feministas, procesos llaurrutia 2 0 2 1 . En 2 0 2 0 - 2 0 2 5 obtuvo la beca
artísticos, corporalidades y emociones. M acArthur Fellowship. Profesora distinguida M.
D. Anderson y fundadora del doctorado en E s­
critura Creativa en español en la Universidad de
Houston.
DANfELA OSORIO CABRERA FERNANDA CRUZ

Doctora en Psicología Social por la u a b . Magíster Licenciada en Ciencia Política por la Facultad de
en Investigación en Psicología Social por la mis­ Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
ma universidad. Licenciada en Psicología por la Nacional Autónoma de México ( u n a m ). Maestra
Universidad de la República del Uruguay ( u d e - en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras
l a r ). En la actualidad, docente en el Instituto de de la misma universidad. Su trabajo se ha centra­
Psicología Social de la Facultad de Psicología y do en las críticas feministas a la filosofía política
en el Área Sector Cooperativo y Economía Social moderna, así como en los diálogos entre fem i­
y Solidaria del Servicio Central de Extensión y nismos, filosofía posestructuralista y psicoaná­
Actividades en el Medio, ambos en la u d ela r. In­ lisis. Actualmente se enfoca en el análisis de las
tegrante de la colectiva Desmadre (colectiva de condiciones sociopolíticas y subjetivas que dan
maternidades feministas) y el grupo interdisci­ forma al mandato de masculinidad en México,
plinario Mujeres, Luchas Socialesy Feminismos. con énfasis en su relación con el ejercicio de la
violencia sexual y feminicida.

DAVID GUTIÉRREZ CASTAÑEDA


fLEANA D/ÉGUEZ
Sociólogo de la Universidad Nacional de C o­
lombia (2006), Maestro en Historia del A rte por lleana Diéguez vive y trabaja en la Ciudad de
la UNAM (2011) y Doctor en Historia del Arte México. Escribe en torno a prácticas artísticas
(2016) por la UNAM con énfasis en estudios de y est/éticas, cuerpos, violencias, memoria, tea­
performance y género, arte y política en Am éri­ tralidades, performatividades y prácticas situa­
ca Latina, y museología contemporánea. Profe­ das. Curadora independiente de exposiciones
sor ordinario de carrera asociado C de tiempo vinculadas con estas problemáticas y expuestas
completo para la Licenciatura en Historia del en Ciudad de México, Medellín, Sao Paulo y Sal­
A rte en la Escuela Nacional de Estudios Supe­ vador de Bahía. Profesora invitada en varias uni­
riores ( e n e s ) Morelia-UNAM. Implementa el Se­ versidades latinoamericanas donde ha impartido
minario de Estudios del Performance y las Artes seminarios de posgrado. Profesora investigado­
Vivas y el programa de residencias de investi­ ra en la Universidad Autónoma Metropolitana
gación artística en la en es, plataforma abierta a Cuajimalpa, donde coordina desde 20 1 4 el Se­
procesos de experimentación performativa, ar­ minario de Investigación Cartografías Críticas:
tes procesuales, materialidades vivas y discusio­ Prácticas situadas. Doctora en Letras con estan­
nes acerca del género. Miembro del colectivo de cia posdoctoral en Historia del A rte por la Uni­
investigación Taller de Historia C rítica del Arte versidad Nacional Autónoma de México. Miem­
y de la Red de Conceptualismos del Sur. Gana­ bro del Sistema Nacional de Investigadores del
dor del Premio Nacional de Crítica de A rte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología nivel II.
Ministerio de Cultura de Colombia 2010. Sus más recientes textos son Cuerpos Liminales.
La performatividad de la búsqueda (Córdoba, A r­
gentina, 2021) y la coordinación junto con Ana de sus intereses se encuentran los estudios de la
Longoni del libro colectivo Incitaciones transfemi­ memoria, la no violenciay las humanidades digi­
nistas (Córdoba, 2021). tales, así como la construcción de narrativas que
entrecrucen la producción teórica y el quehacer
artístico para acercar la filosofía a las personas.
JRAZÚ GÓMEZ

Doctora en Antropología por la Universidad /TZ/AR GANDARfAS GOfKOETXEA


Nacional Autónoma de México. Actualmente se
desempeña como investigadora asociada C en Doctora en Psicología Social por la uab. Magíster
el Centro de Investigaciones M ultidisciplinarias en Investigación en Psicología Social por la mis­
sobre C hiapasy la Frontera S u ren la misma uni­ ma universidad. Es profesora de la Facultad de
versidad. Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto,
en Bilbao, y del M ásterde Psicología de la Inter­
vención Social en la misma universidad, donde
ISABEL RENTERÍA imparte m aterias sobre epistemologías y me­
todologías feministas y de exclusión social. Sus
Isabel Rentería, habitante de Valle de Chalco, áreas de interés de investigación son la teoría y
Estado de México, es estudiante de la licencia­ práctica de la interseccionalidad, las metodolo­
tura en filosofía por la Facultad de Filosofía y gías activistas y feministas y los aportes del femi­
Letras de la Universidad Nacional Autónoma de nismo a la intervención psicosocial. Participa en
México (FFyL-U N A M ), becaria del proyecto «Co­ el colectivo Mujeres del Mundo Babel.
lecciones digitales inclusivas. Análisis crítico de
los procesos de creación de las colecciones di­
gitales mexicanas» (Programa de Apoyo a Pro­ KAREN VALADEZ
yectos de Investigación e Innovación Tecnoló­
gica IG 4 0 0 3 2 2 ), miembro del Seminario Crítico Karen Valadez es maestra en Estudios de G é­
de Divulgación de la Filosofía e ilustradora del nero en El Colegio de México y maestra en Pe­
libro «Las filósofas que nos formaron» (Centro dagogía por la unam . Licenciada en Filosofía
de Estudios Humanísticos de la Universidad y en Psicología por la unam . Ha colaborado en
Autónoma de Nuevo León, 2 0 2 1 ), coordinado el Centro de Investigaciones y Estudios de G é­
por Jocelin M artínez M artínez y Aurora Bustos nero y el Laboratorio Nacional Diversidades de
Arel laño. Además, fue representante del sector esta misma casa de estudios. Sus líneas de in­
estudiantil en la Comisión Tripartita Autónoma terés versan sobre los cuerpos, las identidades
(FFyL-UN AM ) durante el periodo 2 0 2 0 - 2 0 2 2 y ha sexuales y la educación. Actualmente trabaja
participado en varios eventos académicos, artís­ como Consultora Externa para la Transversali-
ticos y de divulgación, entre los que destacan el zación de la Perspectiva de Género para la or­
5to Encuentro de Humanistas Digitales y el C o­ ganización Fundar. Sus líneas de interés versan
loquio de Mujeres a Través del Tiempo. Dentro sobre los cuerpos, las identidades sexuales y la
educación. Sus investigaciones actuales se cen­ 1999. Su libro Queer Ricans: Cultures and Sexuali-
tran, por un lado, en los cuerpos de las mujeres ties ¡n the Diaspora (2009) trata sobre migración
en el espacio público, particularmente en lo que y cultura homosexual puertorriqueña. También
tiene que ver con las protestas sociales y, por ha publicado Uñas pintadas de azul/Blue Finger-
otro lado, en los cuerpos en el espacio privado, nails (2009), Abolición del pato (2013), Un breve y
particularmente en el tema de maternidades di­ transformador relato de la historia queer (2016)
versas y comaternidades. Disfruta la escritura y y Escenas transcaribeñas: ensayos sobre teatro,
la lectura como formas de comprenderse y com­ performance y cultura (2 0 1 8 ). En 2 0 2 1 , publi­
prender el mundo. có Translocas: The Politics of Puerto Rican Drag
and Trans Performance, que trata sobre transfor­
mismo y la performance transgénero puerto­
KARfNA FULLADOSA-LEAL rriqueña. Ahora investiga la performance puer­
torriqueña contemporánea. Larry se presenta
Magíster en Investigación en Psicología Social artísticamente como Lola von Miramar desde
por la Universidad Autónoma de Barcelona ( u a b ) 2 0 1 0 y aparece en la serie Cooking with Drag
y Doctora en Psicología Social por la misma uni­ Queens en YouTube.
versidad con la tesis «Mujeres en movimiento:
ampliando los márgenes de participación social
y política en la acción colectiva como trabajado­ LINDA DANfELA VILLEGAS
ras del hogar y el cuidado» (2017). Trabaja en
el proyecto la Bonne y participa activam ente Doctora en Género y Estudios Culturales por la
en el sindicato de trabajadoras del hogar y de Universidad de Sídney en Australia. Su tesis de
los cuidados Sindillar Sindihogar de Cataluña. doctorado se titula «¡Vivas nos queremos! Fe-
Sus temas de interés están vinculados con los minist Activism in Hip-Hop Culture in México:
movimientos sociales, activismos fem inistas y Batallones Femeninos and Mare Advertencia
emergencia de otras metodologías desde las Lirika». Actualmente se encuentra realizando un
perspectivas fem inistas. posdoctorado en la línea de participación políti­
ca y feminismos en el Centro de Investigaciones
y Estudios de Género de la Universidad Autóno­
LAWRENCE LA FOUNTA/N-STOKES ma de México, bajo la asesoría de Marta Lamas.
Su proyecto es sobre activismos culturales fem i­
Lawrence La Fountain-Stokes es profesor de nistas desde la periferia de la Ciudad de M éxi­
cultura estadounidense, lenguas y literaturas co, particularmente enfocado en el trabajo de la
romances y estudios de género y la mujer en la fotógrafa Sonia Madrigal. Sus líneas de investi­
Universidad de Michigan, Ann Arbor. Recibió su gación se inscriben en los estudios culturales y
bachillerato en artes de la Universidad de H a r­ la teoría feminista en Latinoamérica, particular­
vard en 1 9 9 1 y su m aestría y doctorado de mente en los activismos feministas latinoame­
la Universidad de Columbia en Nueva York en ricanos, las prácticas y producciones culturales
feministas y de mujeres en México, girlhood stu- y posgrado (2001). Actualmente Directora del
dies, y representación de las mujeres en medios Centro de Investigaciones y Estudios de G éne­
de comunicación y cultura popular. ro y del Proyecto M ujeres en Espiral. Sistema
de Justicia, perspectiva de género y pedagogías
en resistencia de la unam , una propuesta en fa­
LUZ ÁNGELA CARDONA ACUÑA vor de mujeres en reclusión. Su trabajo analiza
las relaciones entre género, raza, sexualidad y
Doctora en Investigación en Ciencias Sociales cultura en Latinoamérica. Identifica y analiza
con mención en sociología y maestra en Pobla­ procesos de acceso a la justicia, en particular la
ción y Desarrollo de la Facultad Latinoamericana función de prácticas jurídicas, artísticas y peda­
de Ciencias Sociales. Psicóloga de la Pontificia gógicas en la construcción de discursos de re­
Universidad Javeriana de Colombia. Investigado- sistencia y agenciamiento jurídico y cultural de
ra en el Center for Cultural Sociology de la Uni­ mujeres en reclusión y de una universidad públi­
versidad de Yale de noviembre de 20 19 a agos­ ca vinculada a urgencias sociales. Las líneas de
to de 2 0 2 0 . Es profesora e investigadora del trabajo más recientes abordan el estudio críti­
Centro de Estudióse Investigaciones Interdisci- co de los colectivos de jóvenes feministas y su
plinarios de la Universidad Autónoma de Coahui- irrupción en la vida institucional y universitaria
la. Ha participado como docente en diferentes en México y América Latina.
diplomados del Centro de Investigaciones y Es­
tudios de G énero de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Es miembro del Sistema NINA HOECHTL
Nacional de Investigadores y fue becaria del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para Nina Hoechtl es una artista visual, investigado­
sus estudios de posgrado. Aborda sus investiga­ ra, curadora y docente. Estudió en la Universidad
ciones desde las corrientes sociológicas de inspi­ de Artes Aplicadas de Viena y en el Piet Z w art
ración pragmatista y está interesada en el análi­ Institute en Rotterdam. En 20 13 recibió su gra­
sis de procesos de inclusión/exclusión desde una do doctoral por parte del Goldsmiths, Universi­
mirada histórica, en la garantía de los derechos dad de Londres, y de 2 0 1 4 a 20 1 6 realizó una
humanos y en los procesos de democratización. estancia posdoctoral en el Instituto de Investi­
gaciones Estéticas de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Imparte docencia sobre
MARISA BELAUSTEGU/GO/T/A R/US de(s)colonialidades desde las prácticas artísti­
cas contemporáneas en el M áster Universitario
Profesora titular de tiempo completo en la Fa­ de Estudios Culturales y A rte (Universidad Mi­
cultad de Filosofía y Letras de la unam ( p r id e d, guel Hernández, Elche) y forma parte del grupo
sn i ll). Doctora en Estudios Étnicos y de G éne­ de investigación y acción internacional acerca de
ro por la Universidad de California en Berkeley. pedagogía queer_cuir Gender Bites: Wild Tongues.
Docente en los niveles de licenciatura (1984) Es miembro del colectivo feminista queer/cuir
in v a s o r ix en la Ciudad de México y co-inicia- editoriales como Barlin Libros, Brum aria, Bella-
dora de la Secretaría de Fantasmas, Políticas de terra o servicios de publicaciones universitarias.
Archivo y Vacíos (s k g a l ) en Viena. Su trabajo está
profundamente arraigado en prácticas colectivas
transnacionales feministas y descolonizadoras. RÍAN LOZANO

Investigadora del Instituto de Investigaciones


O.R.G.f.A Estéticas de la unam . Licenciada en Historia del
A rte (Prim er Premio Nacional) y doctora en Filo­
O .R .G .I.A es un colectivo artístico formado en sofía (área de Estética y Teoría de las Artes) por
2001 e integrado por Carmen G. Muriana, Bea­ la Universidad de Valencia. Realizó una estancia
triz Higón y Tatiana Sentamans. Algunos de sus posdoctoral en la Université Rennes 2 (Francia).
proyectos más emblemáticos han sido recogi­ Es miembro del Sistema Nacional de Investigado-
dos en comisariados de tesis y publicaciones res (Nivel 1). Ha sido profesora e investigadora
especializadas, reconocidos en selecciones com­ en diferentes universidades. Rían imparte cla­
petitivas y producidos por instituciones públi­ ses de posgrado en la unam y coordina el área
cas a nivel nacional e internacional. Ejemplos artístico-pedagógica del proyecto M ujeres en
de ello son sus participaciones en ¡Feminismos! Espiral, en el cefereso Santa Martha Acatitla.
(Centro de Cultura Contemporánea de Barce­ También ha trabajado como curadora indepen­
lona), Esther Ferrer (Tabakalera), El porvenir de diente y crítica de arte. Ha publicado diversos
la revuelta (CentroCentro Cibeles/M atadero), artículos en revistas internacionales especiali­
Alén dos Xéneros (Museo de A rte Contemporá­ zadas y en catálogos de exposiciones. El trabajo
neo de Vigo), Genealogías del feminismo (Museo de Rían se centra en el análisis, desde la cultura
de A rte Contemporáneo de Castilla y León) y visual y los feminismos, de prácticas culturales
Poéticas y prácticas ecofeministas (Centro C ultu­ a-normales (no normativas) y sus conexiones con
ral de España en México). Profesoras e investi­ la pedagogía, la creación de otras epistemolo­
gadoras de la Universidad Miguel Hernández, gías, la acción política, las visiones desde el su r,y
han impartido además conferencias y talleres las nociones de representación y poder.
en diversas sedes, como por ejemplo el Mu­
seo Universitario de A rte Contemporáneo en
la Universidad Nacional Autónoma de México, TALLULAH LINES
Arteleku, Hangar, Universidad Internacional de
Andalucía, Universidad de Castilla-La Mancha, Tallulah Lines es investigadora de la Universidad
Universidad Politécnica de Valencia o la U niver­ de York, Inglaterra, asociada con el Centre for
sidad de Valencia. Asimismo, han publicado dife­ Applied Human Rights. Es maestra en Métodos
rentes textos y partituras propias a propósito de de Investigación y Estudios de las Mujeres, y ac­
su investigación en la interesección de las prác­ tualmente es doctorante en el Departamento de
ticas artísticas, el activismo y los feminismos en Política en la misma universidad. Su doctorado
se trata del ¡ mpacto pol ítico de las ¡intervenciones UNA PARDO IBARRA
artísticas feministas en México. Sus intereses de
investigación incluyen el feminismo y estudios A rtista visual transfem inista. Su producción
de género en América Latina, movimientos socia­ artística e investigativa ha problematizado los
les y derechos humanos. Está particularmente procesos de subjetivación relacionados con el
interesada en utilizar metodologías creativas y consumo de productos culturales y su articula­
participativas en su investigación. Tallulah es artis­ ción con el género, la sexualidad, la racialidad
ta y activista feminista, cofundadora del proyecto y la clase. Forma parte de la colectiva cuir femi­
de arte feminista Las Iluministas e integrante de nista in v a s o r ix . Actualm ente, en su proyecto
Las RestaurAmoras en Playa del Carmen. doctoral en Historia del A rte de la Universidad
Nacional Autónoma de México, estudia las fo r­
mas, estrategias e intereses que las prácticas a r­
TAÑIA GISEL TOVAR CERVANTES tísticas feministas contemporáneas despliegan
fre n te a las violencias trans*fem¡genoc¡das en
Licenciada en Pedagogía por la Facultad de Fi­ México.
losofía y Letras de la Universidad Nacional A u ­
tónoma de México ( u n a m ) y egresada de la Maes­
tría en Estudios Latinoamericanos de la misma
institución. Es Coordinadora del Área de Investi­
gación del proyecto Mujeres en Espiral: Sistema
de Justicia, Perspectiva de Género y Pedagogías
en Resistencia de la Facultad de Filosofía y Le­
tras, un proyecto artístico, pedagógico y jurídico
que incide en la cárcel de mujeres Santa Martha
Acatitla, en la Ciudad de México. Es responsable
del Departamento de Prácticas Artísticas y Au-
toedición de la Secretaría de Proyectos Estraté­
gicos, del Centro de Investigaciones y Estudios
de G énero de la unam . Es docente en el C o ­
legio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía
y Letras de la unam . S u práctica profesional se
enfoca en repensar las formas de hacery pensar
la pedagogía como práctica y como disciplina,
desde los estudios de género, las pedagogías fe­
ministas y las prácticas artísticas.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Dr. Enrique Luis Graue W iechers


R ecto r

Dr. Leonardo LomelíVanegas


S e c r e t a r io G en era l

Dra. Guadalupe Valencia García


C o o r d in a d o r a d e H u m a n id a d e s

CENTRO DE INVESTIGACIONES
Y ESTUDIOS DE GENERO

Dra. Marisa Belausteguigoitia Rius


D ir e c t o r a

Dra. Am neris Chaparro M artínez


S e c r e t a r ia A c a d é m ic a

Lic. Daniela Miramontes Mercado


S e c r e t a r ia T é c n ic a

Lic. Rebeca Rojas Guzmán


S e c r e t a r ia A d m in is t r a t iv a

Mtra. Modesta García Roa


J efa d e l D epartam en to de P u b l ic a c io n e s
G r r r r r . Género: rab ia, ritm o, ruido, r is a y respo n s-h abilidad ,
editado por el Centro de Investigaciones
y Estudios de Género de la unam,
Formato PDF.
Ciudad de México, octubre, 2022.


Supervisión editorial: Modesta García Roa
Cuidado de la edición: A lejandra Tapia Silva, Ja n etG ry n b erg Ja sq u i
Corrección de estilo y de pruebas: Ja n a in a Maciel Molinar
Salm a Vásquez Montiel, Rigell Ayala Rivera y Sofía Reyes
Investigación iconográfica: Fabiola Buenrostro Nava
Diseño de portada: Eva Villaseñor Venegas y Lucero Elizabeth Vázquez Téllez
Diseño de interiores: Lucero Elizabeth Vázquez Téllez
Ventas y distribución: U baldoA raujo Esquivel <ventasl¡bros@c¡eg.unam.mx>

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