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Desbordes

Debates y metodologías
críticas en investigación
Rector: William Herrera
Vicerrector Académico: Bradley Hilgert
Vicerrectora de Investigación y Posgrado: Olga del Pilar López

DESBORDES
Debates y metodologías críticas en investigación
Los artículos que componen este volumen han sido
sometidos a un proceso de evaluación de pares doble ciego.
Ilustración de portada: Día de campo, 2022. Collage de Ybelice Briceño
Asistente en esta edición: Nicole Coronado

AUTORES
Marisela Montenegro, Ybelice Briceño, Alfonso Torres Carrillo, Amarela Varela-Huerta,
Encarni Pindado, Janaina Carrer, Rebecca Close

COLECCIÓN ENSAYO
D. R. © Universidad de las Artes
D. R. © de los autores

ISBN: 978-9942-977-53-3

Director: José Miguel Cabrera Kozisek


Diseño y maquetación: José Ignacio Quintana Jiménez
Corrección de textos: Silvia Daniela Zeballos Manosalvas

MZ14, Av. 9 de Octubre y Panamá


Guayaquil, Ecuador
editorial@uartes.edu.ec
Índice

Prólogo
Ybelice Briceño Linares....................................................................................................... 5

I. Aportes teórico-metodológicos

Politizar el conocimiento desde la barriga del monstruo


Marisela Montenegro e Ybelice Briceño Linares....................................................... 11

Saber es poder, poder es saber. La sistematización como


investigación desde las prácticas
Alfonso Torres Carrillo.....................................................................................................33

Por un fotoperiodismo de la migración en clave


feminista: autoetnografía de una reportera feminista
en el corredor migratorio Estados Unidos-Mesoamérica
Amarela Varela-Huerta y Encarni Pindado..............................................................53

II. Perspectivas en investigación-creación

Dis.autonomía: una conceptáfora y sus desplazamientos


en una investigación en artes
Janaina Carrer..................................................................................................................... 79

La investigación artística como gesto: conexiones eróticas


y formas de saber frente a la economía del conocimiento
Rebecca Close..................................................................................................................... 101

III. Entrevista

La investigación/creación en artes escénicas


Una conversación con Rubén Ortiz.............................................................................127
Politizar el conocimiento desde la
barriga del monstruo1
Dra. Marisela Montenegro
Universidad Autónoma de Barcelona, España

Dra. Ybelice Briceño


Universidad de las Artes, Ecuador

Introducción
En las últimas décadas, la universidad pública ha recibido fuertes
embates del entramado Estado-mercado (amparados en la excusa de
la crisis) que han redundado en la disminución de recursos para la
investigación, la reducción de las plantillas, la sobrecarga de horas de
docencia, la presión por publicar en revistas de impacto —muchas de
estas asociadas a grandes firmas editoriales del Norte global—, entre
otros procesos que precarizan cada vez más a las trabajadoras y dismi-
nuyen, por ende, los tiempos para desarrollar un trabajo de calidad y
relevancia en el ámbito universitario.
De allí la importancia de analizar estas lógicas y de impulsar
iniciativas para introducir una diferencia en el quehacer académico, en
especial si nos posicionamos desde posturas críticas. Es en este senti-
do que recuperamos la expresión de Donna Haraway, «desde la barri-
ga del monstruo»2. Esta autora, trabaja desde la academia de Estados
Unidos, un entramado político y económico desde el cual se produce y
difunde mucho de lo que se entiende como conocimiento científico en
este momento histórico. La metáfora nos sirve para pensar las maneras
en las que, desde la barriga del monstruo, en este caso el ámbito aca-

1 Una versión anterior de este texto fue presentada por una de las autoras como po-
nencia en el «Congrès d’Investigacions Feministes» en Transformación, Valencia, 24
de marzo de 2014. Esta ha sido actualizada incorporando nuevas consideraciones, en
diálogo con los aportes del proyecto «Laboratorio de investigación y creación femi-
nistas», desarrollado por su otra autora en la Universidad de las Artes, entre el 2018
y 2019.
2 Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres (Madrid: Cátedra, 1991/1995).

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DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

démico, un espacio no inocente, impuro, atravesado por diferen-


tes relaciones de poder y dominación, podemos decir algo sobre el
mundo e intentar cambiarlo.
Las reflexiones que siguen a continuación no son solo el re-
sultado de investigaciones propias, sino también producto de con-
versaciones colectivas en otros espacios. En especial, algunas que
realizamos en el grupo Fractalidades en Investigación Crítica, de
la Universidad Autónoma de Barcelona, desde hace ya un tiempo,
a partir de la preocupación sobre qué es lo que hacemos cuando
emprendemos procesos de investigación e intervención social.
Asimismo, debido a que estamos en el ámbito académico y activis-
ta, nos parece muy relevante reflexionar, junto con otros grupos
y colectivos, sobre qué implica una mirada crítica en este ámbito
o, como dice también en el título, cómo «politizar el conocimien-
to». En esta ocasión, nos interesa reflexionar sobre qué nos ofrece
la inspiración feminista para pensar en las maneras de producir
conocimiento con algún tipo de relevancia política, para la gene-
ración de mundos más habitables, como también dice Haraway3.

Conocimiento científico,
hegemonías y efectos de dominación
Crítica a la visión androcéntrica y etnocéntrica de la ciencia

En primer lugar, la inspiración feminista —y otras aportaciones


como el socioconstruccionismo, los estudios sociales de la ciencia,
la sociología del conocimiento y las perspectivas decoloniales—
alerta que la producción de conocimiento científico es una práctica
social como cualquier otra y, en ese sentido, está atravesada por
relaciones de poder y dominación propias de los contextos sociales
e históricos en los que se inserta.
Cuando desde las epistemologías feministas y decolonia-
les se denuncia el carácter androcéntrico y etnocéntrico de la
ciencia, estamos hablando del carácter situado de la producción

3 Donna Haraway, «Las promesas de los monstruos: una política re-


generadora para otros inapropiados/bles», Política y Sociedad, N.º 30,
(1992/1999): 121-163.

UArtes Ediciones 16
I. Aportes teórico-metodológicos

de conocimiento en términos de sujetos concretos que están en las


instituciones de producción de conocimiento, la reproducción de
las relaciones de dominación de la sociedad a partir del conoci-
miento producido y de la condición de saber incuestionable que se
atribuye a la ciencia, que dificulta los procesos de reflexión crítica
en torno a la misma4.
En cuanto al primer punto, la estructura de producción aca-
démica no solamente ha excluido sistemáticamente a las mujeres de
los lugares de producción de conocimiento (esto es, de la definición
de cuáles fenómenos son los más importantes de estudiar, cómo
abordarlos y qué se puede hacer a partir de los resultados), también
ha excluido a otros grupos subalternos, tales como clases populares,
comunidades indígenas, afrodescendientes y minorías étnicas. De
este modo, la mayoría de lo que es considerado como conocimien-
to científico se genera desde la experiencia de varones blancos del
norte del mundo. Con ello, una amplia gama de saberes y formas de
conocer, generadas a través de prácticas y procedimientos diversos,
quedan fuera de lo que se legitima como conocimiento válido.
En el segundo punto nos referimos a los efectos de los cono-
cimientos producidos. Las maneras en las que se define y concibe,
desde la ciencia, a ciertos fenómenos, temas y grupos sociales, tie-
nen consecuencias de carácter político. En este sentido, el movi-
miento feminista desde la academia, y también desde el activismo,
ha sido muy claro en denunciar la discriminación de las mujeres (y
de temas que pueden ser de interés para sus agendas) dentro del
conocimiento considerado científico, y también han visibilizado
formas de violencia que están en la base del entramado saber-po-
der en el mundo Occidental, como es el caso de muchas prácticas
ginecobstétricas que se despliegan dentro del sistema médico.

4 En torno a estos debates puede verse: Sandra Harding, Whose Science?


Whose Knowledge? Thinking from Women’s Lives (London: Milton Keynes Open
University Press, 1991); Sandra Harding, Ciencia y feminismo (Madrid: Edi-
ciones Morata, 1996); Karin Knorr-Cetina, The Manufacture of Knowledge: An
Essay on the Constructivist and Contextual Nature of Science (Oxford: Pergamon
Press, 1981); Helen Longino, «Subject, Power and Knowledge: Description
and Prescription in Feminist Philosophies of Science», en Feminist Epistemo-
logies, ed. de Linda Alcoff y Elizabeth Potter (Nueva York y Londres: Routle-
dge, 1993), Edgardo Lander, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias
sociales (Caracas: UCV-UNESCO, 2000); Santiago Castro-Gómez, La Hybris
del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816) (Bo-
gotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2005).

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DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

En tercer lugar, vemos que, como la ciencia se erige como


un conocimiento no cuestionable, sobre la base de la idea de que se
hace de manera controlada, sistemática y verificable, que está va-
lidada por la institución desde la que se produce y que es desinte-
resada (en el sentido de que supuestamente no representa ninguna
posición en particular), las narraciones que allí emergen son difí-
ciles de discutir y rebatir. Así, la credibilidad de la construcción de
verdad que se hace desde el conocimiento llamado científico define
de manera poderosa las formas de entender a los grupos sociales
en un contexto dado.
Las decisiones que se toman en los procesos de construcción
de conocimiento no son neutras, sino que tienen efectos políticos.
Por ello, siguiendo a Sandra Harding5, consideramos que cerrar los
ojos ante las implicaciones políticas de las opciones que tomamos,
que de hecho modelan el proyecto y los métodos científicos, en
verdad no nos exime de la política, solo nos hace ser ignorantes
sobre la política que se está haciendo.
De manera que la denominación «ciencia androcéntrica y
colonial» es producto de un movimiento académico y político de
denuncia de estas formas de opresión de la ciencia tradicional y
que busca tambalear la legitimidad absoluta de la producción cien-
tífica, mostrando que esta se hace desde lugares específicos en el
entramado social. Así también busca cuestionar aquellas formas
de opresión que se desprenden de algunas narraciones científicas
hacia los colectivos minorizados. Incluso, se pretende denunciar
cómo la ciencia ha contribuido a la minorización de dichos colec-
tivos (mujeres, comunidades indígenas y afrodescendientes, per-
sonas GLBTIQ+), a través de ciertas formas de definición de estos.

Testigo modesto

Las perspectivas feministas han hecho una crítica fecunda a la cien-


cia positivista contemporánea «que todo lo ve» y que se sitúa «en
ninguna parte». La metáfora del ojo divino es utilizada para explicar
esa posición que, supuestamente, no es influenciada por ningún in-
terés mundano y que, desde lo alto, todo lo ve y todo lo sabe.

5 Sandra Harding, Feminism and methodology: social science issues ed. de San-
dra Harding (Indiana: University Press Bloomington, 1987).

UArtes Ediciones 18
I. Aportes teórico-metodológicos

Se trata de la autoinvisibilidad del sujeto de conocimiento


mayoritariamente masculino, blanco, heterosexual y de clase aco-
modada que, en cuanto tal, ocupa una posición dominante y tiene
intereses concretos de control y ordenación (de los cuerpos, las
poblaciones, las realidades naturales, sociales y maquínicas). Un
sujeto cuya corporeidad y posición se desvanece en procedimien-
tos científicos, que aparentemente hacen que las cosas del mundo
hablen por sí mismas.
Donna Haraway, a la vez inspirada por el análisis del libro de
Steven Shapin y Simon Schaffer, Leviatán y la bomba de vacío: Hob-
bes, Boyle y la vida experimental, cuenta las maneras en las que Ro-
bert Boyle se erige, entre 1650 y 1660, como el precursor del método
experimental6. Haraway retoma los análisis de Shapin y Schaffer
sobre el nacimiento de la química y la ciencia moderna, subrayando
cómo el trabajo de Boyle fue fundamental en la generación de tres
tecnologías centrales en este nuevo modelo de conocimiento:

Una tecnología material, encarnada en la construcción y fun-


cionamiento de la bomba de vacío; una tecnología literaria, por
medio de la cual los fenómenos producidos se difundirían, a
través de la escritura, a los testigos no presenciales; y una tec-
nología social, que incorporaría las convenciones que los filó-
sofos experimentales deberían usar en el trato entre sí y en la
consideración de los reclamos de conocimiento.7

La clave del funcionamiento de esta tecnología de portavoces


del objeto se basaba, por un lado, en que el testimonio debía ser
de carácter público y colectivo, pero en el que no podía incluirse
a cualquiera, ni cualquiera podía atestiguar de manera creíble el
acontecimiento. Las mujeres, sigue Haraway, podían asistir a las
demostraciones de la bomba de vacío, pero no podían atestiguar-
las. Aunque las exhibiciones del funcionamiento de la bomba de-
bían hacerse en un lugar público, estas se hacían a altas horas de
la noche para prevenir la presencia de mujeres, incluso de la clase
social a la que pertenecía el científico8.

6 Donna Haraway, Testigo_Modesto@Segundo_Milenio.HombreHembra©_


conoce_Oncoraton® (Barcelona: Editorial UOC, 2004), 257.
7 Steven Shapin y Simon Schaffer (1985) citados por Haraway, Testigo..., 42.
8 Haraway, Testigo..., 50.

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DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

La filósofa de la ciencia Elizabeth Potter, explora también


el proceso mediante el cual el hombre adquirió poder epistemo-
lógico al convertirse en testigo modesto (transparente y des-
interesado) de la metodología experimental de Boyle9. Potter
analiza descripciones de experimentos con la bomba de vacío, y
relata una demostración a la que asistieron mujeres de alta so-
ciedad. En esta los pájaros eran asfixiados por la evacuación de
aire en el espacio en el cual se encontraban, motivo por el cual
las damas irrumpieron deteniendo el experimento para salvar a
los pájaros10. Ellas, entonces, son descritas como atrapadas en
sus pasiones: su afán por preservar la vida de los pájaros las em-
puja a actuar a costo de entorpecer el avance de la ciencia y del
conocimiento lo confirma.
Los caballeros, en cambio —de cierta ascendencia y clase
social— son vistos como portadores de la cualidad de la modestia,
la moderación y el equilibrio. Por ello se convierten en los sujetos
legítimos para testificar, pasando a ser como los ventrílocuos del
mundo real. Mientras estos son construidos como agentes, trans-
parentes y desinteresados, ellas son marcadas por su visibilidad,
corporeidad y emocionalidad.

El tipo de visibilidad —del cuerpo— que las mujeres conservaron


se rebajaba a ser percibidas como «subjetivas», es decir, infor-
mado solo sobre la persona, el perjuicio, lo opaco, lo no objetivo11.

En la representación de los experimentos del cuadro An Experiment


on a Bird in the Air Pump, de Joseph Wright, en 1768, vemos cómo las
mujeres y niñas se involucran, ponen de sí sus cuerpos y sus senti-
mientos, no son aptas para atestiguar el trascendental hecho acae-
cido. Estas podían estar presentes, pero no poseían el estatus o la
credibilidad necesaria para dejar constancia de ello, por lo cual sus
nombres jamás aparecían en la lista de los informes experimenta-
les12. Así, tanto mujeres como hombres de clases populares son des-
pojadas de agencia y de capacidad de atestiguar un hecho científico.

9 Elizabeth Potter (1988) citada por Haraway, Testigo...,50.


10 Elizabeth Potter (1988) citada por Haraway, Testigo..., 50.
11 Haraway, Testigo...,50.
12 De hecho, la autora señala que van a pasar casi trescientos años (hasta 1945),
para que las mujeres pudieran ingresar en sociedades científicas como la Socie-
dad Real. Verlo en Haraway, Testigo..., 50.

UArtes Ediciones 20
I. Aportes teórico-metodológicos

Esta reflexión ayuda a repensar una cuestión clave sobre la


producción de conocimiento: ¿quién puede conocer? A través de la
generación de la forma de vida experimental, se crea una comu-
nidad científica de observadores en las que se excluye a las muje-
res y otros sujetos minorizados en la generación de conocimiento.
Se instala, asimismo, la posibilidad de réplica de los resultados a
través de la sistematización de los hechos atestiguados, por medio
de una comunicación impersonal que tiene como efecto desligar
el conocimiento producido de su contexto de producción y el re-
forzamiento de la lógica de representación en el sentido que esta
comunidad de científicos se erige como quien puede hablar por la
naturaleza. Los científicos actuarían como agentes no interesados
que darían voz a los objetos y al mundo natural, en este caso con-
creto, a la bomba de vacío.

La auto-invisibilidad y transparencia de la versión de Boyle


del testigo modesto −-es decir, 'la independencia' basada en
el poder y en la invisibilidad de quienes sostienen, de hecho,
la vida y el conocimiento propios−-, son precisamente el punto
de mira de la crítica feminista y multicultural de finales del
siglo veinte hacia las formas sesgadas de 'objetividad' en la
práctica tecnocientífica, en tanto se produce a sí misma como
'la cultura de la no cultura'.13

Las reflexiones de Haraway no pretenden insinuar que este único


hecho resume toda la historia de la ciencia experimental moderna,
pero sí apuntan a mostrar cómo este legado, que está en el naci-
miento de la misma, y cómo, aunque reconfigurado, este continúa
siendo poderoso en la narrativa científica. Por otro lado, muestra
cómo la idea de objetividad ha dejado una impronta importante, de
la cual es muy difícil deslastrarse14.

Producción de conocimiento
y la construcción de sujetos/objetos

Según Lorraine Code, la discriminación de las mujeres y de otros


colectivos minoritarios en gran parte del conocimiento considerado

13 Haraway, Testigo..., 51.


14 Haraway, Testigo..., 51.

21
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

científico, ha generado procesos de dependencia y vulnerabilidad,


fundamentados en la legitimación de determinadas narrativas15.
Lo importante aquí no es señalar con un dedo acusador a
aquellas personas que han ocupado tradicionalmente los lugares
legitimados para la producción de conocimiento, sino ver cómo las
lógicas que subyacen al conocimiento científico funcionan como
un sustrato sobre el cual se asientan procesos de investigación e
intervención social en la actualidad, así como visibilizar las impli-
caciones y consecuencias políticas que esto tiene.
Para ello nos interesa comentar brevemente una línea de
investigación desarrollada desde el grupo Fractalidades en Inves-
tigación Crítica, en la que buscábamos algunas lógicas de inter-
vención en servicios sociales ofrecidos a mujeres inmigrantes en
la ciudad de Barcelona. El objetivo era repensar estos procesos de
intervención, no mirando a ese sujeto marcado llamado «mujer
inmigrante», sino las lógicas de poder en el entramado de inter-
vención. Inspiradas en las epistemologías feministas16, la idea fue
generar un conocimiento crítico sobre estos espacios, así como co-
laborar con la construcción de lógicas diferentes en ellos (a través
de la producción de materiales para los servicios y reuniones de
devolución con técnicas y usuarias de los mismos).
A través de entrevistas semiestructuradas y observación
participante en servicios de atención a mujeres inmigrantes, bus-
camos analizar las maneras en las que se contribuye a la construc-
ción y reafirmación de ciertas categorías de sujetos: las «unas» y
las «otras», las de «aquí» y las de «allí», las «interventoras» y las
«intervenidas». Siguiendo a Avtar Brah, entendemos que los pro-
cesos por los cuales se marcan las diferencias son relaciones so-
ciales sistemáticas que se dan a través de prácticas institucionales
y de discursos económicos, culturales y políticos17. Por eso, aquello

15 Lorraine Code, What can she know?: Feminist theory and the construcion of
knowledge (Cornell: Cornell University Press, 1991).
16 Marisela Montenegro, Karla Montenegro, Laura Yufra y Caterine Galaz,
«MDG’s in a global world. Gender equity and empowerment in service pro-
vision for migrant women in Barcelona», Journal of Health Management,
N.° 11 (2011); y Marisela Montenegro, Caterine Galaz, Laura Yufra y Karla
Montenegro, «Dinámicas de subjetivación y diferenciación en servicios
sociales para mujeres inmigradas en la ciudad de Barcelona» Athenea Digital,
N.° 11 (2011).
17 Avtar Brah, Cartografies of Diaspora: contesting identities (Londres and Nueva
York: Routledge, 1996).

UArtes Ediciones 22
I. Aportes teórico-metodológicos

que constituye una diferencia significativa o marca de opresión en


un contexto determinado no es un atributo fijo y estable, sino una
relación contingente y situada que se moviliza en cada práctica. De
ahí que en ocasiones una determinada marca de identidad pueda
ser el espacio no marcado para la actuación de otra18.
En estas investigaciones hemos observado cómo los signi-
ficados relativos al género, al origen nacional (asociados a atribu-
ciones culturales) y a la posición socioeconómica, funcionan como
marcadores de diferencia en las prácticas y discursos referidos a
las mujeres inmigradas en el contexto europeo actual. Nos enfren-
tamos con marcadores de diferencia imbricados en una compleja
interseccionalidad y que se actualizan performativamente en prác-
ticas cotidianas e institucionales, estructuradas por complejas ar-
ticulaciones de estamentos legales, estructuras de gobierno, espa-
cios físicos y relaciones sociales19.

En este sentido, y en relación con los aspectos «étnico-ra-


ciales», habría que apuntar cómo éstos no resultan ser reflejo
de una realidad biológica, ni sólo efecto de interpretaciones y
ordenamientos sociales, sino producto de múltiples relacio-
nes profundamente desiguales entre elementos como cuerpos,
aparatos legislativos, imágenes periodísticas, lugares concre-
tos, fiestas, comidas, acentos, miradas, controles policiales,
vestidos, miedos, actividades científicas, economía globaliza-
da, descripciones del genoma humano, papeles o su falta, posi-
ciones en el mercado laboral, racismos, etc.20

Estas marcas —a las que el conocimiento experto ayuda a refor-


zar— contribuyen a consolidar el racismo y el sexismo como sis-
temas interconectados de dominación, al colocar cierta caracte-
rística como una diferencia profunda y naturalizarla. A través del
estudio en los servicios sociales que atienden a mujeres migrantes,
hemos observado mecanismos por las cuales las mujeres inmigra-
das son marcadas como «otras culturales» para quienes su cultura

18 Avtar Brah, «Diferencia, Diversidad y diferenciación», en Otras


inapropiables. Feminismos desde las fronteras, ed. de bell hooks, Avtar Brah,
Chela Sandoval y Gloria Anzaldúa (Madrid: Traficantes de Sueños, 2004).
19 Carmen Romero y Silvia García, «Saturaciones identitarias: de excesos, ma-
terialidades, significación y sus (in)visibilidades», Clepsydra, N.° 2 (2003).
20 Carmen Romero, «Los desplazamientos de la “raza”: de una invención política
y la materialidad de sus efectos» Política y Sociedad, N.° 40 (2003), 125.

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DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

es una especie de trasto o carga que les dificulta su vivencia en la


sociedad de recepción. Esta construcción de sujeto, a su vez, con-
tribuye a oscurecer las diferentes materialidades y significados
presentes en la sociedad de recepción que contribuyen a su subal-
ternización, como, por ejemplo, las leyes de extranjería, los nichos
laborales destinados a ellas o el patriarcado propio de la sociedad
de instalación.21
Dentro de esta construcción, las usuarias son entendidas
como pertenecientes a otra cultura y como personas con necesida-
des económicas y educativas que requieren ser cubiertas para vivir y
adecuarse a lo pautado en la sociedad receptora. La idea de la cultura
como algo homogéneo obvia las diferencias entre las mujeres y las
coloca en el lugar de la falta, al provenir del llamado «tercer mun-
do», lugar marcado por el signo de atraso y la carencia. Se construye
así en el imaginario la figura de la «mujer del tercer mundo», como
señala la feminista postcolonial Chandra Mohanty.22
Es esa construcción particular de las mujeres de diversos
orígenes, y la implícita autorrepresentación de la mujer europea
y «experta» que interviene a través los servicios sociales, la que
justifica prácticas humanistas occidentales que se basan en la idea
de una «otra» construida a partir de la diferencia de género y la
distancia sociocultural. Así, la diferencia del tercer mundo incluye
una actitud paternalista hacia las mujeres marcadas como origi-
narias de esos contextos.23
Dentro de este imaginario, la mujer del tercer mundo no
solo vive una vida truncada a causa de su género (recluida en el
hogar, sexualmente restringida), sino también porque pertenece a
esa región y, por tanto, es significada como pobre, no escolariza-
da, tradicional, familiar y religiosa. Todo esto, en contraste con la
autorrepresentación de las mujeres occidentales como educadas,
modernas, que poseen control de sus cuerpos y su sexualidad y son
libres para tomar sus propias decisiones.24

21 Karla Montenegro y Marisela Montenegro, «Governmentality in Service Provi-


sion for Migrated Women in Spain», Social and Personality Psychology Compass, N.°
7 (2013), 338.
22 Chandra Mohanty, Feminism without borders. Decolonizing theory, practicing soli-
darity (Durham y London: Duke University Press, 2003).
23 Mohanty, Feminism…
24 Mohanty, Feminism…

UArtes Ediciones 24
I. Aportes teórico-metodológicos

Esta perspectiva puede apreciarse en el siguiente testimonio


recogido en el marco de la mencionada investigación:

Sería fantástico que las mujeres fueran independientes, que no


tuvieran tanta dependencia de sus maridos, sería un logro por-
que están muy marcadas, no como nosotras. Creo que la religión
que tienen es muy marcada, vienen con unos límites (…) Ese sería
uno de mis deseos como mujer que soy, occidental, que las mu-
jeres se quieran ellas mismas, que luchen y que no tengan tanta
dependencia del hombre (técnica de servicios en Barcelona).25

En algunas de las instancias de servicio social que integraron el es-


tudio, uno de los objetivos de la intervención era el de trabajar des-
de una perspectiva de género. A través de la investigación se pudo
reconocer que las prácticas y discursos de los servicios respecto de
las relaciones generizadas, también se basan en la diferenciación
entre las mujeres «de aquí» y aquellas que han migrado, o «in-
migrantes». Al reproducir la construcción de la «mujer del tercer
mundo» en los servicios, las extranjeras se construyen como más
necesitadas de apoyo que las nacionales en términos de las relacio-
nes de opresión por razón de género. Esto debido a que se entiende
que este tipo de opresión está más resuelta en el mundo Occidental
que en otras formaciones culturales. La mujer del «tercer mundo»,
desde esta perspectiva, es un sujeto sin agencia, constreñida abso-
lutamente por su condición de género.26

A partir de la crítica de Mohanty (2003) al feminismo de la


segunda ola u “occidental”, sabemos que esta manera de
conceptualizar la lucha feminista ha calado hondo no sólo en
las maneras en las que se construye como único sujeto a la
“mujer blanca”, a partir de la diferencia sexual y “racial”,
sino también en los códigos que el feminismo occidental uti-
liza para leer, y por lo tanto actuar sobre, las diversas “ex-
periencias de opresión” que viven las mujeres en cualquier
parte del mundo.27

25 Entrevista concedida a la autora, el 30 de marzo del 2007.


26 Mohanty, Feminism…
27 Montenegro, Galaz, Yufra y Montenegro, Dinámicas…,13.

25
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

Este ejemplo puede ayudar a ver la potencialidad de las propuestas


de las epistemologías feministas en una investigación concreta.
Una mirada crítica a las maneras en las que se definen los sig-
nificados en los entramados de poder-saber nos ayuda a desna-
turalizarlos y a identificar sus consecuencias. En nuestro caso,
se puede ver cómo esa construcción de la mujer migrante, por
un lado, alimenta la imagen de la mujer europea como educa-
da, avanzada, activa y liberada del patriarcado (contribuyendo a
invisibilizar las relaciones de opresión de las que es objeto). Por
otro, alimenta esa asociación de la migración con un «problema
social»: el problema social de la migración.28 Y, también, cómo
puede tener efectos perversos en términos de procesos de homo-
geneización, asimilación, estigmatización y discriminación del
colectivo migrante.29
La forma en la que se define, desde la producción de conoci-
miento y la intervención social, a ciertos colectivos, entonces, pue-
de ser entendida como un asunto político. Por un lado, porque está
determinada en matrices de poder (en este caso, entre otras, una
matriz geopolítica que define centros y periferias; un entramado
de servicios sociales con agentes bien delimitados: interventoras
e intervenidas, etc.). Y por otro, porque tiene consecuencias en las
maneras en las que se construyen significados que impulsan o re-
fuerzan determinadas prácticas de dominación.30
La dimensión ética, el deber ser de la investigación y la
intervención social, no está desvinculada de lo político, en la
medida en que se relaciona a concepciones de la vida, modelos
de sociedad y patrones de bienestar que, lejos de ser naturales,
constituyen un terreno de constante controversia. El horizonte
ético no está dado de antemano, sino que emerge de un cúmulo

28 Esta tesis es ampliamente desarrollada por Enrique Santamaría, La incógnita


del extraño. Una aproximación a la significación sociológica de la «inmigración no co-
munitaria» (Barcelona: Anthropos, 2002).
29 Para un análisis de las distintas estrategias discursivas de construcción de la
inmigración en el Estado español, véase: Ybelice Briceño, «Inmigración, exclu-
sión y construcción de la alteridad. La figura del inmigrante en el contexto espa-
ñol», en Políticas de ciudadanía y sociedad civil en tiempos de globalización, ed. de
Daniel Mato (Caracas: FACES-Universidad Central de Venezuela, 2004).
30 En torno a este debate, ver: Marisela Montenegro y Joan Pujol, «Conocimien-
to situado: un forcejeo entre el relativismo construccionista y la necesidad de
fundamentar la acción», Revista Interamericana de Psicología. Interamerican Jour-
nal of Psychology, N.° 37 (2003): 295-307.

UArtes Ediciones 26
I. Aportes teórico-metodológicos

de procesos por los cuales diferentes agentes, inmersos en la


producción de conocimientos y de prácticas sociales, contri-
buyen a definir qué es lo «bueno» y lo «malo», lo «normal»
y lo «anormal», lo «saludable» y lo «enfermo», lo «correcto»
e «incorrecto», quién y cómo se define el «uno» y el «otro» y
qué relaciones son posibles entre estos. En resumen, se define
qué es lo que debe cambiar y qué no; cuál es el orden que debe
preservarse.
Un proyecto social y político inspirado por una mirada fe-
minista incluye como meta no solo la comprensión, sino también
la transformación de las relaciones sociales y las condiciones so-
ciales, culturales y económicas que legitiman y perpetúan ciertas
relaciones de subordinación.

Controversia de sentidos
y producción de conocimiento
El problema de la representación

Llegadas a este punto, podemos abordar el aspecto epistemológico


que subyace al carácter político de la investigación y la interven-
ción social. Como hemos señalado antes, las ideas no surgen en el
vacío, no son entidades naturales —ahistóricas— sino que habitan
y emergen en contextos sociales concretos. Tanto el conocimien-
to como los criterios que lo validan son el resultado de prácticas
sociales. Asimismo, los objetos de conocimiento, por ejemplo, los
«problemas sociales», no existen a priori, no están dados con an-
terioridad, sino que son el producto de un proceso de construcción
en el que intervienen perspectivas, marcos de inteligibilidad y ac-
ciones de actores sociales.
En este sentido, conviene preguntarse cuáles son mecanis-
mos a través de los que unos significados son aceptados y no otros.
Desde ciertas posturas feministas, cualquier fijación de significa-
dos corresponde a un proceso de decisión, no en términos de deci-
sión personal, sino como cierre de un conjunto de posibilidades de
significación sobre los fenómenos estudiados31. Esto, siguiendo la

31 Chantal Mouffe, «Descontrucción, pragmatismo y la política de la democra-


cia», en Desconstrucción y pragmatismo, ed. de Chantal Mouffe (Buenos Aires:
Paidós, 1998).

27
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

perspectiva de Ernesto Laclau, podríamos llamarlo una estructura


de indecidibilidad32.
Que la estructura sea indecidible significa que hay abiertos
varios cursos posibles de acción, sin un fundamento último o una
regla algorítmica, para escoger la mejor. Así, la decisión —cualquier
fijación de significados o definición, por ejemplo, de qué es conside-
rado en un momento dado como una situación problemática—, no
puede ser explicada de acuerdo a ningún principio exterior a la pro-
pia decisión. En este sentido, el fundamento parcial momentáneo
que se inventa en la decisión es un cierre que recorre la distancia que
separa una estructura indecidible con una decisión concreta.
Sin embargo, como diría José Ema, dicha indecidibilidad no
se da en un espacio totalmente vacío de significación, en la medi-
da en que se enmarca en un contexto sociohistórico específico33.
Como ha señalado Laclau:

…no (…) hay una ausencia radical de reglas y (…) no toda deci-
sión es enteramente libre. (…) la indecidibilidad es una indeci-
dibilidad estructurada, y que con lo que siempre nos enfrenta-
mos es con una desestructuración parcial que vuelve imperativa
la decisión.34

El proceso por el cual se fijan ciertos significados frente a otros en


ciertos contextos corresponde, según Chantal Mouffe, al proceso
de politización. Esto es, las maneras en las que se estabilizan par-
cial y contingentemente ciertas formas de comprender los fenó-
menos sociales35. Por ello, la politización no cesa nunca, dado que
la indecibilidad (esto es la contingencia de los significados socia-
les) sigue habitando la decisión (la fijación de significados en un
momento dado). Cada consenso aparece como la estabilización de
algo esencialmente inestable y caótico e implica siempre alguna
forma de exclusión de otros sentidos posibles.

32 Ernesto Laclau, «Política y los límites de la Modernidad», en Debates políticos


contemporáneos. En los márgenes de la modernidad, ed. de Rosa Buenfil (México:
Plaza y Valdés, 1998), 73.
33 José Ema, Del sujeto a la agencia. Un análisis psicosocial de la acción política (tesis
doctoral, Madrid: UCM, 2006), 38.
34 Laclau, Política..., 73.
35 Chantal Mouffe, Descontrucción...

UArtes Ediciones 28
I. Aportes teórico-metodológicos

De modo que las concepciones que compartimos socialmen-


te sobre determinados temas responden a un entramado simbólico
(los significados y discursos que dan cuenta del tema en unos tér-
minos y no en otros) y material (los artefactos sociales que sos-
tienen esa concepción), que se organiza de modos concretos, que
no corresponde a una naturaleza última de los fenómenos que son
explicados y definidos, sino a momentos de estabilidad que se dan
en una compleja red de instituciones, conocimientos y actuaciones
dentro de la cual la idea o concepto es formado36.
Las acciones de definición respecto de las investigaciones e
intervenciones sociales en las que nos involucramos son, en estos
términos, un asunto político, en vista de que corresponden a una
situación particular de decisión37. Cualquier fijación de significado
es un acto de cierre momentáneo del flujo de los procesos de sig-
nificación. Se trata, por tanto, de un proceso de politización que no
acaba nunca, que está siempre en constante revisión.
La epistemología feminista hace un especial énfasis en las
relaciones de poder que hay en juego en toda investigación y, por
lo tanto, en la necesidad de una organización social de la investi-
gación basada en el paradigma de la reflexividad y en criterios de
transparencia, responsabilidad y democracia.

Conocimientos situados

La epistemología feminista propone la idea de un sujeto de co-


nocimiento encarnado e inserto en una estructura social con-
creta. Se trata de un sujeto sexuado, racializado y enclasado, que
habita un contexto sociohistórico y que produce conocimientos
en el marco de determinadas condiciones de posibilidad. Des-
de esta perspectiva, todo conocimiento se produce en el marco
de unas coordenadas concretas y, por tanto, todo conocimiento
está localizado.
Desde esta mirada se cuestiona la pretensión de universalidad
de la ciencia occidental moderna, cuyo sustento es una idea de objeti-
vidad basada en noción de la representación y reflejo del mundo real,

36 Ian Hacking, ¿La construcción social de qué? (Barcelona: Paidós, 2001).


37 Chantal Mouffe, «Feminism, citizenship and radical democratic politics»,
en Feminist theorize the political, ed. por Judith Butler y Joan Scott (Nueva York:
Routledge, 1992).

29
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

que, como hemos visto, se lograría a partir del método científico que
aparentemente hace que el mundo se exprese por sí mismo.
Donna Haraway, de las más destacadas exponentes de esta
propuesta, defiende la idea del conocimiento situado, encarnado y
localizado, pero no renuncia con ello a la idea de objetividad. Por
el contrario, señala que «solamente la perspectiva parcial prome-
te una visión objetiva»38, pero que esta perspectiva parcial exige
una política de la localización y de la implicación en un territorio
concreto desde el cual se habla, se actúa y se investiga. Esto re-
quiere una suerte de honestidad epistemológica (reconocer el lugar
desde donde hablamos), pero también un compromiso ético que
pasa por la responsabilización de los efectos e implicaciones del
conocimiento producido.
Estas consideraciones conducen a la pregunta de cómo y
desde dónde actuar políticamente, si todas las aseveraciones que
hacemos del mundo son productos contingentes sociohistóri-
camente situados. ¿Cómo podemos investigar si no hay realidad
«externa» que pueda ser alcanzada o a la cual podamos referirnos
fuera de las tecnologías de representación que la producen? ¿Hasta
qué punto estas posiciones nos llevan a la inmovilización o a una
suerte de todo vale?
Ante esta disyuntiva, Haraway también asume una postura
crítica. Cuestiona las perspectivas relativistas que, al proponer que
no existe ninguna verdad absoluta, asumen que todas las posicio-
nes y construcciones son potencialmente válidas. Lo hace colo-
cando la discusión en las maniobras de poder y retórica que utiliza
la ciencia para su propia legitimación, pero produciendo conoci-
miento desde un supuesto «no lugar». En sus palabras:

El relativismo es una manera de no estar en ningún sitio mien-


tras se pretende igualmente estar en todas partes. La “igual-
dad” del posicionamiento es una negación de responsabilidad y
de búsqueda crítica. El relativismo es el perfecto espejo gemelo
de la totalización en las ideologías de la objetividad. Ambos nie-
gan las apuestas en la localización, en el encarnamiento y en la
perspectiva parcial, ambos impiden ver bien.39

38 Haraway, Ciencia…329.
39 Haraway, Ciencia... 329

UArtes Ediciones 30
I. Aportes teórico-metodológicos

En contraste con estas posturas, la propuesta de los conocimientos


situados alude a encarnaciones (y visiones) en las que la posición
desde la cual se «mira» define las posibilidades de lectura y de ac-
ción. La autora defiende la idea de articulación entre perspectivas
parciales y localizadas. La idea sería buscar esas conexiones de en-
tre los conocimientos producidos por diferentes actores, desde sus
miradas, localizadas, parciales y contingentes.
Esta propuesta descansa en tres premisas. Por un lado, la
idea de responsabilidad en el sentido de poder responder y dar
cuenta de las aseveraciones que se hacen sobre el mundo (una
doctrina de la objetividad utilizable que sirve para políticas con-
cretas, pero no inocente porque no pretende representar verdades
universales). En segundo lugar, la noción de posicionamiento que
reconoce la localización del conocimiento producido en contextos
y momentos históricos determinados. Y, por último, la parcialidad
que se deriva de la especificidad y particularidad de la mirada. Para
Haraway, «las versiones de un mundo 'real' no dependen, por lo
tanto, de una lógica de 'descubrimiento', sino de una relación so-
cial de 'conversación' cargada de poder»40.

Articulación: agenciamientos
en la producción de conocimiento

La localización renuncia a la universalidad y la neutralidad del co-


nocimiento producido y hace suya la necesidad de responsabiliza-
ción ética y política respecto al entramado de relaciones en las que
este se produce, así como también de los posibles efectos sociales
y políticos que de él se desprendan. Esta perspectiva reconoce el
involucramiento o la implicación, y defiende la responsabilización
respecto a los saberes producidos.
El reconocimiento de la parcialidad y limitación de la pro-
pia mirada enfatiza la necesidad de la conexión y articulación con
otras posiciones desde la cual se produce el conocimiento41. Esta
conexión no sería desde un distanciamiento descriptivo y ventrílo-
cuo propio de las lógicas de investigación positivistas, sino a par-
tir del ejercicio de una «política semiótica de la articulación». Ello
implica generar articulaciones contingentes en las que se preste

40 Haraway, Ciencia..., 342.


41 Haraway, Ciencia...

31
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

atención tanto a las diferencias y conexiones entre los diferentes


elementos articulados como a las maneras en las que estas dife-
rencias y conexiones son constituidas como tales.

Así, el significado de las posiciones de sujeto concretas varia-


rá en función de las articulaciones que se producen entre ellas
a partir de la constitución de equivalencias (y diferencias) en-
tre los elementos que configuran cada posición (...) Bajo esta
perspectiva, los conocimientos situados, lejos de represen-
tar una realidad externa a nosotras mismas, son producto de
la conexión parcial entre investigadora y aquello investigado.
Conexiones porque hay lenguajes y experiencias compartidas
y parciales porque todas las posiciones difieren entre sí y se
conectan a partir de la tensión semejanza–diferencia que hay
entre ellas. Estas articulaciones producen significados y fijacio-
nes parciales de sentido sobre aquello que es estudiado que se
posicionan en relación antagónica respecto a otros significados
que operan en la comprensión del fenómeno. En este sentido el
conocimiento producido remitirá a una cuestión política y no de
representación de la realidad.42

Esta perspectiva permite una comprensión dinámica y política de


la actividad de investigación. Por un lado, asume la indecidibilidad
de lo social (esto es, el carácter contingente de los significados so-
ciales), por la cual la actividad investigativa no es percibida como
una «lectura» de una realidad pasada, sino una «fijación» de una
realidad futura.
Por otro lado, asume que la fijación de significados lleva a
la definición de un campo de acción política en el que se fraguan
los límites de sujetos, rango de opiniones, esquemas valorativos y
guías de acción. Finalmente, se reconoce que cualquier acción po-
lítica e investigadora implica un conjunto de inclusiones y exclu-
siones, sean estas de carácter voluntario o involuntario, explícitas
o implícitas, que están inmersas en redes de poder y autoridad. Si-
guiendo a García Dauder y Romero Bachiller:

42 Marisela Montenegro y Joan Pujol, «Investigación, articulación y agen-


ciamientos tecnológicos: el caso de “Generatech”», Athenea Digital, N.° 14
(2014): 34.

UArtes Ediciones 32
I. Aportes teórico-metodológicos

No aparece finalmente un único actor heroico capaz de hablar


por los que no tienen voz (humanos y no-humanos), sino que
las entidades colectivas son responsabilidad de todos los ele-
mentos que las constituyen y con los que establecen conexiones
parciales. No hay posibilidad de afueras que garanticen supues-
tas independencias, sino situaciones tremendamente encarna-
das y haces de relaciones entre elementos desiguales.43

Politizar el conocimiento desde la barriga del monstruo

Como hemos señalado, la localización defiende la necesidad de res-


ponsabilización ética y política respecto al entramado de conexiones
en las que el conocimiento se inserta. En esa medida, el objetivo no
sería «representar» (como postula la postura empirista) o «dar voz»
(como sostiene la teoría del punto de vista) al objeto de estudio, sino
expresar el efecto que el contacto con el objeto de estudio ha tenido
para la posición material-simbólica de partida y las «aperturas ines-
peradas que surgen». De este modo, el sentido de la investigación y la
intervención social estaría en problematizar y politizar el espacio de
generación de conocimiento y de práctica profesional.
En primer lugar, a partir de la generación de reflexiones al
interior —y exterior— del campo de la investigación y la inter-
vención que nos permitan mirar los procesos de fijación de sig-
nificados y sus efectos, con el fin de desarrollar herramientas de
problematización y, por tanto, de politización. En segundo lugar,
a través de la revisión crítica de los conceptos que utilizamos para
observar —y actuar sobre— los fenómenos sociales y, en tercer
lugar, en la creación de formas de actuación y articulación que de-
safíen los límites preestablecidos en el campo de la investigación y
la intervención social, que puedan contribuir a procesos de trans-
formación social y cuestionamiento de las relaciones de poder y
desigualdad en el mundo contemporáneo.
Quienes trabajamos en instituciones de investigación o de
educación superior estamos, como diría Haraway, en la barriga del
monstruo. Habitamos espacios en los cuales nos es posible pensar,
cuestionar y actuar sobre los límites de lo que implica investigar e

43 Silvia García y Carmen Romero, «Rompiendo viejos dualismos: De las (im)


posibilidades de la articulación», Athenea Digital, N.° 2 (2002): 55.

33
DESBORDES. Debates y metodologías críticas en investigación

intervenir en ciertas situaciones, pero también vemos cómo nues-


tras prácticas son constreñidas por los significados asociados a lo
que es y debe ser la investigación y la intervención social.
Repolitizar la investigación implica que, en lugar de can-
celar la controversia, invitemos a abrirla, a generarla, a poner en
cuestión lo que damos por sentado y ver qué efectos tienen nues-
tras prácticas. Implica ser suficientemente honestas para recono-
cer nuestro lugar de enunciación y ponerlo en diálogo con otras
perspectivas. Supone prestar atención a aquellas otras formas de
producir conocimientos no legitimadas, mirar hacia otras formas
de hacer y tener el valor de ensayar nuevas actuaciones y discursos.
En fin, darnos vuelta y ver qué pasa.

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UArtes Ediciones 36
Una publicación de la Universidad de las Artes del Ecuador,
bajo el sello editorial UArtes Ediciones.
Guayaquil, en junio de 2022.

Familias tipográficas: Merriweather, Merriweather Sans,


Hunter, Big Noodle Tiling y Uni Sans.

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