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Tarek Brust y Kenai Altherr crecieron juntos en un pintoresco vecindario de Ginebra,

Suiza. Desde pequeños, compartieron una amistad inseparable, tanto que a menudo los
confundían con hermanos. Sus padres, Mia y Stefan, eran mejores amigos desde que
nacieron y compartían la misma pasión por la justicia y la seguridad pública. Ambas
familias solían reunirse para cenas y eventos, y los dos niños crecieron como si fueran
parte de la misma familia extendida.
Aunque no tenían hermanos de sangre, Tarek y Kenai se consideraban entre sí como
hermanos. Su amistad era tan sólida que la falta de lazos de sangre nunca fue una
barrera. Compartieron risas, lágrimas y experiencias de vida, y se apoyaron mutuamente
en cada desafío que enfrentaron.
Mientras tanto, el padre de Tarek, Louis, llevaba una vida más tranquila como contable
en una empresa multinacional. Aunque su trabajo no era tan emocionante como el de su
esposa, siempre estuvo ahí para su hijo, brindándole apoyo y amor incondicional. En
cambio, la madre de Kenai, Agatha, trabajaba como abogada de oficio y varias veces la
llamaban para resolver casos en varias comisarías de Vienna.
Además, una curiosa coincidencia marcó el nacimiento de Tarek y Kenai. Las madres,
Mia y Agatha, pactaron intentar quedarse embarazadas al mismo tiempo. Aunque no
lograron dar a luz exactamente en la misma fecha, sus hijos nacieron en días
consecutivos, el 7 de febrero y el 8 de febrero, fortaleciendo aún más el vínculo especial
que compartían desde el principio.
Desde que tenían memoria, Tarek y Kenai siempre admiraron el trabajo de sus padres
como policías. Escuchaban emocionados las historias de persecuciones, arrestos y
resoluciones de casos. Aquellas narraciones alimentaban su deseo de seguir los pasos de
sus padres y convertirse en policías también.
La tragedia golpeó a Tarek cuando era joven, y una de las razones por las que estos
mejores amigos quisieron dedicar su vida a servicio y protección, fue la dolorosa muerte
de la madre de Tarek durante una redada planeada a una organización criminal que la
Interpol busca, sigue buscando desde hace varios años y que ahora están en paro
desconocido. Por suerte, lograron encarcelar a una persona que estaba en aquel suceso
por ser sospechosa de estar involucrada en aquella organización y para su juicio, la
madre de Kenai formo parte como abogada fiscal a favor del cuerpo policial
recomendada por su propio esposo.
A medida que crecían, su determinación solo se fortalecía. Al cumplir la mayoría de
edad, decidieron que era hora de tomar medidas concretas hacia su sueño y venganza.
Se inscribieron juntos en una academia de policía local, decididos a aprender todo lo
necesario para convertirse en agentes de la ley.
Tarek y Kenai acabaron convirtiéndose en la prioridad el uno del otro, siempre
dispuestos a sacrificarse y protegerse mutuamente en cualquier situación peligrosa que
enfrentaran en su trabajo.
Una vez completado su paso por la academia con éxito, Tarek y Kenai se vieron
preparados y con el conocimiento necesario para convertirse en lo que soñaban, pero
debían elegir hacia dónde dirigir sus pasos. Decidieron que el primer paso hacia ese
objetivo sería obtener experiencia en una comisaría.
Después de investigar varias opciones, llegaron a la conclusión de que Los Santos, una
de las ciudades más grandes y diversas de Estados Unidos, ofrecía las oportunidades y
los desafíos que estaban buscando.
Una vez que tomaron la decisión, comenzaron a prepararse para el viaje. Organizaron
sus pertenencias, revisaron sus currículums y se aseguraron de estar listos para enfrentar
cualquier desafío que se les presentara en su nueva aventura en Los Santos.

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