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¿Qué entendemos por eco-antropología?

Horacio Larra in Barros

http://eco-antropologia.blogspot.com

¿Por qué nos hemos decidido a publicar este Blog? Hemos sentido una
imperiosa necesidad de entregar a nuestros ex alumnos, jóvenes
estudiantes y público culto en general, reflexiones y pensamientos que
creemos pueden ser un aporte novedoso en el campo de la
Antropología Cultural. Esta ciencia más y más ha ido asumiendo roles
más amplios y se ha ido perfilando como una instancia tanto de
reflexión e investigación, como de comentario y denuncia ante la
aparente incuria de muchas instituciones sociales que han dejado de
lado su preocupación por el medio ambiente, olvidando el mandato de
nuestra Constitución que exige velar por el derecho ciudadano a vivir en
un ambiente sano y libre de contaminación.

La excesiva dispersión de dinero y esfuerzos, en innumerables


Ministerios, Secretarías, Reparticiones y Oficinas públicas, hace cada vez
más difícil coordinar esfuerzos en pro de un real mejoramiento de la
calidad de vida y, a la vez, de un mejor cuidado y protección de nuestro
deteriorado medio ambiente.

Creemos firmemente que una visión antropológica, mucho más ligada a


la Ecología y anclada en una geografía percibida y amada como el
"paisaje humano" en el que nos ha tocado vivir y donde hemos hecho
"morada" permanente, se abre paso hoy con fuerza, ante la inminencia
de situaciones límite a las que nos ha conducido un manejo
descontrolado, irracional y a veces suicida, de nuestros recursos, sobre
todo los hidrocarburos.

Esta nueva visión es la que hemos rotulado como la Eco-


antropología.

Pero antes se hace necesario hacer una breve "Declaración de


Principios". ¿En qué creemos nosotros? ¿Cuáles son los principios
rectores de nuestro pensamiento?. ¿Por qué levantamos hoy nuestra voz
de alerta?. ¿Qué defectos o fallas percibimos en la manera de entregar
hoy, a través de la educación, los conocimientos científicos?. ¿Por qué
existe tal abrumadora distancia entre la ciencia de los científicos y su
entrega concreta mediante la Educación?. ¿Qué provoca tan fuerte
distanciamiento, a veces sideral? Y por fin, ¿cómo podemos contribuir a
un diálogo más intenso y cordial entre Ciencia, Educación y Conducta
concreta?.

Iniciamos este Blog con unas citas para nosotros muy iluminadoras,
acerca del rol del científico educador en el mundo de hoy. En ellas
hemos visto reflejado nuestro propio pensamiento. La primera,
pertenece al gran escritor vasco Miguel de Unamuno. Ella retrata bien
nuestro afán por dar a conocer a otros lo que la experiencia y la ciencia
nos han enseñado:

"ES DETESTABLE ESA AVARICIA ESPIRITUAL QUE TIENEN LOS QUE,


SABIENDO ALGO, NO PROCURAN LA TRANSMISIÓN DE ESOS
CONOCIMIENTOS". (Unamuno).

Explícita queda en esta cita una reconvención a los científicos puros que
no intentan enseñar, con lenguaje sencillo, lo que ellos han llegado a
conocer y saber. El conocimiento debe ser transmitido a través de la
educación. Y si no, ¿para qué sirve?.

La segunda, nos la entrega un venerable escritor francés, Francois


Rabelais, quien apuntaba respecto a la responsabilidad que a nosotros
nos cabe como científicos:

"SCIENCE SANS CONSCIENCE N´EST QUE RUINE DE L´AME" ["La


ciencia sin conciencia, no es más que ruina del alma"]; ( cit. en Jean
Brun, L´Estoicisme, P.U.F. 1958). Rabelaís apunta sagazmente aquí a
algo de mucha actualidad hoy: la responsabilidad ética del científico.
No se puede experimentar con cualquier cosa o de cualquier manera,
inventar cualquier cosa, aplicar cualquier cosa, sin medir las
consecuencias ambientales, sociales y morales de su accionar. El
científico no es un Robinson Crusoe aislado y solitario en una isla
recóndita: vive en y para el servicio de la comunidad. Por eso debe
tener conciencia social.

Las dos citas anteriores nos hablan de la necesidad de transmitir los


conocimientos alcanzados, y de la responsabilidad ética propia del
científico ("conciencia"). Ambas son pilares fundamentales del actuar del
científico en el mundo en cualquier tiempo de la historia hoy más que
nunca..

Pero estos dos elementos no bastan. El genio alemán Johann


Wolfgang von Goethe nos indica que algo muy importante estaría
faltando aún:
ES IST NICHT GENUG ZU WISSEN, MAN MUSS AUCH ANWENDEN; ES
IST NICHT GENUG ZU WOLLEN, MAN MUSS AUCH TUN". ["No basta
saber, también se debe aplicar; no basta querer, también es preciso
actuar (hacer)"].

Goethe apunta con toda razón a la necesidad de actuar, de obrar en


forma consecuente con nuestras ideas. Y aquí viene, a nuestro
juicio, la gran falla de nuestro sistema educativo: la brecha entre lo que
se sabe y lo que se hace, entre el grupo que detenta el conocimiento
científico y el grupo que pone por obra la labor educativa (profesorado)
y las políticas concretas (políticos).

Creemos que los pensamientos de estos tres autores nos


señalan, en forme precisa y clara, el camino a seguir. Un auténtico
educador, pues, debe ser fiel a esas tres premisas básicas:

1). saber entregar una gama de conocimientos, considerados como


ciertos ("científicos"), a aquellos a que tenemos el deber de formar, y a
tantos otros que nos quieran escuchar, como nos enseña Unamuno;

2). saber ser plenamente responsables tanto ante la sociedad


("responsabilidad social") como ante la Naturaleza de la que formamos
íntimamente parte ("responsabilidad ecológica"), como nos exige
Rabelais.

3). saber actuar en consecuencia, llevando a los hechos lo sabido y


proclamado como verdadero, como nos propone Goethe.

Quisiéramos, a través de este Blog, ser fieles a estos tres postulados


básicos. Ellos serán nuestro norte. Ojalá lo logremos en alguna medida.

Con estos principios rectores in mente, abordaremos nuestra concepción


de la Antropología y Arqueología hoy, en su actuar concreto en una
sociedad que, aparentemente, se encamina hacia un colapso, si no
cambia su mentalidad frente al paisaje y a los seres que en ellos han
hecho su morada, como fruto de una evolución inteligente.

Necesidad de replantear los estudios en Antropología


(Arqueología).

Nuestro objetivo en este Blog es derechamente replantear los


estudios antropológicos de campo, en arqueología y/o antropología
social, mediante un escrutinio y análisis previo, más profundo, de los
recursos y elementos que ofrece el respectivo ambiente natural.
Sostenemos que no pocas investigaciones de campo pecan por
desconocimiento o examen superficial de los aspectos medioambientales
significantes que deben considerarse a la hora de estudiar todas las
manifestaciones de una determinada cultura. Porque el grupo humano
crea cultura en un ambiente y territorio dado, el cual plasma al hombre
así como el hombre, a su vez, lo va transformando con su presencia y
con todas sus actividades de sobrevivencia.

Cómo entender el "territorio" ocupado por un grupo humano.

Este "territorio" es mucho más extenso que su mero lugar de residencia


habitual o campamento base; es también toda el área que recorre
buscando su alimento, persiguiendo a su caza, o recogiendo
estacionalmente los frutos de la tierra, el agua de sus escasas vertientes
o los elementos que necesitará para confeccionar su arsenal de caza o
las cimas de cerros donde realizará su actividad cúltica o sagrada, o
donde depositará a sus muertos. Para los, romanos (Varronio)
"territorium" es todo el "distrito cercano a la población", de donde el
grupo humano obtiene lo necesario para vivir y en donde realiza todas
sus actividades culturales, sociales y económicas. Ese espacio, que el
grupo considera como suyo y en el cual ejerce un dominio efectivo
preferente, es "su territorio", en oposición al área de ocupación o
influencia de otros grupos.

Espacios de acción que comporta un "territorio".

Así, todo grupo humano en el pasado poseyó y explotó diversos tipos de


espacios: el de caza, el de recolección, el de pesca o marisqueo, el de
culto o adoración, el de cantera o explotación mineral, el de ritos de
pasaje o, finalmente, el de muerte y sepultura. Pero todos estos
"espacios" no tienen por qué ser contiguos o colindantes entre sí y
muchas veces, pueden encontrarse muy distantes unos de otros. Y la
sumatoria de todos ellos, constituyen una unidad tanto mental como
física para su "dueño". A medida que los grupos humanos van ocupando
la tierra, se producen roces y luchas por el acceso al territorio. Hasta
que se fijan, de alguna manera, por el peso de la costumbre, sus
linderos.

El criterio de "sitio tipo" `para los arqueólogos: esbozo de


crítica.

Siendo un territorio, por lo aquí señalado un conjunto de espacios de los


que el grupo social se sirve para sus necesidades, el criterio del "sitio-
tipo" de los arqueólogos del pasado parecería distorsionar gravemente
esta rica diversidad tanto paisajística como ecológica o productiva, fruto
de su permanente actividad en movimiento. Amenazaría con minimizar
la presencia y acción de la vida cultural del hombre, máxime en el
pasado remoto, anterior al sedentarismo, cuando el hombre para
sobrevivir se vió urgido a visitar y explotar muy diversos nichos de vida
o recursos básicos, de acuerdo a las necesidades sentidas en el
momento.

Mientras más antiguo es el poblamiento, más amplio parecería ser su


radio de acción, su movilidad y su capacidad migratoria, sobre todo en
un hábitat de recursos escasos (desierto), como es el caso del Norte de
Chile, patria de etnias altamente móviles que transitaban
incesantemente a través de espacios enormes.

La técnica actual de las prospecciones arqueológicas: su talón de


Aquiles.

Por lo tanto, la técnica de la mera "prospección" por parte de los


arqueólogos de una determinada porción de territorio contiguo (costero,
de pampa interior o de altiplano), bien poco nos puede decir acerca de
la real magnitud, superficie real y/o área de control de su actividad
creadora de cultura, la que teóricamente puede extenderse por cientos
de kilómetros en una transecta este-oeste (a través de valles o
montañas) o, igualmente, en una extensa dimensión norte-sur. El
concepto antiguo de "territorio" de las etnias, poco o nada tiene que ver
con el actual, sujeto a fronteras estrechas y a límites arbitrarios
definidos por los mapas.

La "morada" del grupo humano ancestral y el "control de


diversos pisos ecológicos.

Un excelente ejemplo de lo que venimos afirmando, nos es dado por la


cartografía histórica colonial y lo tenemos explicitado y confirmado en el
"control de diversos pisos ecológicos" estudiado y propuesto como
teoría de poblamiento, por el arqueólogo norteamericano John Murra.
Esta forma de "territorio insular" o "archipiélago vertical" -como lo
ha llamado el propio Murra- queda corroborado explícitamente por una
copiosa documentación etnohistórica de lo siglos XVI y XVII en el sur
peruano (Chucuito) y Norte chileno.(Chiuchíu, San Pedro de Atacama o
Tarapacá).

Necesidad de una relectura ecológica de antiguos documentos.


Se hace urgente, por lo tanto, una "relectura y reflexión
arqueológica" atenta de estos testimonios antiguos de
desplazamientos étnicos, que nos arrojan las "Visitas" coloniales o los
certificados de Bautismo, Matrimonio o Defunción, de las antiguas
parroquias católicas de los siglos XVII y XVIII.

Prospecciones y conclusiones sobre el poblamiento humano.

Esta suma de antecedentes nos hará ser sumamente cautos al momento


de querer sacar conclusiones precipitadas sobre la base de
"prospecciones" de segmentos predeterminados de territorio actual
(costa, pampa o precordillera). Tales "prospecciones" aceleradas, de
espacios físicos previamente establecidos en laboratorio, solo nos
pueden arrojar fotos muy parciales y fácilmente sesgadas de una
realidad que, sobre todo en el período arcaico temprano, se caracterizó
por una extrema movilidad de los grupos humanos, a causa de la
escasez alimentaria, la deficiente tecnología de caza o recolección, o los
imperativos del climas local o regional.

Enfoque eco-antropológico y "territorio étnico".

Este enfoque eco-antropológico que aquí propiciamos, supone, de


necesidad, el conocimiento íntimo y la valorización de todos los
elementos que componen los diferentes paisajes geográficos o
ecosistemas, parte integrante de un mismo "territorio étnico", en sus
vertientes climática, geomorfológica, biogeográfica, biológica y
ecológica. Tal "territorio" pasa a ser, por esencia, por así decirlo, pluri-
dimensional, pluri-espacial. Y ciertamente sobrepasa los exiguos límites
de un yacimiento determinado.

Multiplicidad de parámetros que comporta la "morada" humana.

En síntesis, examinando trabajos arqueológicos actuales, nos queda la


sospecha de que algunos antropólogos no conocen o no valoran
suficientemente, la multiforme diversidad de parámetros geográficos
que hacen a una cultura ancestral auto-sustentable en un amplio y
dilatado escenario físico natural. Por eso el firme y decidido acento en lo
"ecológico" y en lo "geográfico" propio de este enfoque. Si no logramos
penetrar en la geografía y biogeografía del hombre del pasado, reflejada
en "mapas" de su actividad y movilidad muy diferentes a los actuales
que nos ha impuesto el forzado sedentarismo urbano o pueblerino,
nunca llegaremos a entender las formas de ocupación del espacio
antiguo por el hombre.

Estrecha relación entre ecosistema y comunidad humana.

Además del concepto totalmente distinto de "territorio" como "morada"


del hombre del pasado, que debemos aprender a manejar, la relación
entre ecosistema, flora, fauna y comunidad humana es mucho más
íntima de lo que se suele destacar comúnmente. En este sentido, cada
brizna de información ambiental, cada retazo de información dada por
pobladores de sitios similares (en el pasado remoto o cercano),
contribuye poderosamente a enriquecer el cuadro del comportamiento
humano en dicho ecosistema, arrojando un nuevo haz de luz sobre el
mismo. Y, viceversa, cada aspecto ambiental que se desconoce, se
omite o se conoce insuficientemente, automáticamente pasa a ser una
rémora y obstáculo para la "reconstrucción" de la totalidad del medio
ambiente real en que vivieron los antiguos, tal como deben realizarlo los
antropólogos.

Perspectiva eco-antropológica de los grandes maestros del


pasado.

Por esta misma razón, hemos intentado rescatar en este Blog el legado
de antiguos maestros: geógrafos, etnólogos, antropólogos, arqueólogos
o naturalistas , con o sin título universitario, del pasado reciente o más
antiguos, que en sus escritos nos han mostrado en detalle el medio
ambiente de su época: suelos, clima, flora, fauna en su íntima relación
con el poblador humano. Ellos "han tenido ojos y oídos" para la
Naturaleza y, a través de sus escritos, nos han enseñado a entenderla y
"leerla" en su integridad. Ellos nos han transmitido que el hombre
construye cultura sobre la base de "todo" el ambiente natural
circundante, insertándose en él, utilizándolo y haciendo simbiosis con
éste.

Los antiguos relatos: fotografía momentánea de la actividad


humana en su paisaje geográfico.

Muy especialmente valiosos en este sentido, son los relatos de viajeros


o etnógrafos del pasado que fueron testigos de la actividad creadora de
cultura de los grupos altamente móviles o nómadas de su época, cuando
aún seguían sus patrones antiguos de desplazamiento territorial, a
través de distancias no pocas veces enormes. Cuando estos relatos nos
aportan fotografías costumbristas tomadas in situ, como es el caso del
geógrafo Isaiah Bowman, o pinceladas pictóricas, como nos trae Léon
Pallière o Rodulfo Amando Philippi para el caso del desierto de Atacama,
o el propio William Bollaert para la provincia de Iquique, el testimonio se
enriquece de modo considerable, abriéndonos a panoramas culturales
insospechados. Él sacerdote Martín Gusinde S.V. D., (su vida:1886-
1969), en su obra Die Feuerland Indianer (1931-1939), o el
misionero anglicano Lucas Bridges ( su vida: 1874-1949), en su sabroso
relato: Uttermost Part of the Earth (1950) son una muestra de la
capacidad descriptiva, apoyada por la fotografía en terreno, reveladoras,
en ambos casos, de su amor por los indios y su percepción el paisaje
circundante.

Etnología y perspectiva arqueológica: el caso de los Tehuelches.

En el caso, concreto por ejemplo, de los tehuelches o de los indios


pampas de la Patagonia argentina o sur chilena, cuya extrema movilidad
nos abisma hoy su increíble capacidad de desplazamiento por extensos
territorios, lo que era parte normal de su vivir nomádico. ¡Cuánto
tenemos que aprender todavía de la etnografía y etnología
comparada nosotros los arqueólogos!. En tales grupos tenemos un
pálido espejo de lo pudo ocurrir varios milenios antes, en el dilatado
desierto interior o en la extensa costa árida norte chilena, cuando la vida
humana trataba de sostenerse en un medio escaso en agua y en
alimentos.

Geógrafos de antaño: revalorizando antiguos cronistas.

También hemos querido, en este Blog, analizar con el mismo prisma


eco-cultural ciertas obras, descripciones o mapas de brillantes
personajes del pasado, como es el caso de don Antonio de O´Brien,
cartógrafo español del siglo XVIII. Obras que nos deslumbran hoy con
su perspicacia para hacernos entrever la amplitud del paisaje cultural de
su época, perceptible a través de las vías de comunicación, su geografía
y su flora nativa, descritos prolijamente en sus notables "Planos", o en
sus acuciosas "Descripciones".

Perspectivas históricas a-geográficas y a-ecológicas. Crítica a


una historia que no es verdadera "historia".

Hemos sido acostumbrados por la mayoría de los historiadores a ver en


tales "Descripciones" espejos de una realidad de época, trasunto de un
modo de vida dado "aquí y ahora" (hic et nunc), resabio de una realidad
política o social dada.

Es nuestra firme convicción que debemos dar un paso adicional e


incorporar audazmente y sin miedos la visión del geógrafo, del
biogeógrafo, del etnohistoriador, del biólogo, del antropólogo de campo.
Esta es mucho más rica y cautivadora de lo que nos transmiten muchos
historiadores, generalmente ávidos de mostrar "lo que realmente
sucedió" y " tal como sucedió" en su momento, o, tal vez, por qué
sucedió. Falta a nuestro juicio agregar el cómo sucedió, dónde
sucedió y en qué circunstancias geográficas, climáticas,
ambientales y ecológicas. Esto es, precisamente, lo que los
historiadores casi nunca nos ofrecen. Y por ello su visión, no pocas
veces, peca de manca y coja.

En suma, hace falta escudriñar, en todos sus aspectos, la


pluridimensionalidad de la "morada" humana.

Falta, en consecuencia, conocer más a fondo la "morada" antigua total


del poblador, su amplio y dilatado "territorio", ojalá aproximándonos, en
cuanto nos sea posible, a su "percepción" de "su territorio". Tarea
titánica pero no del todo imposible si aplicamos a este análisis la
conjunción de variadas ciencias del hombre y del espacio. Y esta
percepción que se abre a otras Ciencias, incorporando su rica visión
particular y propia, suele escapar al ojo del historiador común. Que nos
perdonen los historiadores, pero ésta es la percepción nuestra, venida
desde otras disciplinas del conocimiento del vivir y del actuar del
hombre como grupo social en el Planeta Tierra. Y estamos seguros que
este proceder nos acerca mucho más al verdadero "historein", en el
sentido profundo de los griegos.

Re-descubriendo antiguos observadores de la "morada" del


hombre.

Por tales razones nos parece descubrir en algunos eminentes personajes


del pasado (geógrafos, biólogos o antropólogos o simples descriptores
de época o "naturalistas") un tratamiento especial que reconocemos
aquí como eco-antropológico. Por ello a ellos les hemos querido dar -
y creemos con sobrada razón - el rótulo de Pioneros de una Eco-
antropología.

(Retocado el 07/08/2008 y el 08/08 2008; última revisión entre el o7


/o2/2009 y el 14/02/2009)

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