Está en la página 1de 7

Se deja constancia de que Sebtastián Godoy participó en calidad de Expositor en las VI Jornadas Internas del IECH

“Abrir el Diálogo”, que tuvieron lugar los días 9, 10 y 11 de noviembre de 2022 en el Instituto de Estudios Críticos
en Humanidades (IECH, UNR-CONICET).
Mesa 3: Dispositivos de representación derivados de la perspectiva: mapa y paisaje

Perspectivas y prácticas cenitales y horizontales, sinópticas y localizadas


Reflexiones y presentación del caso de la formación de las Artes Urbanas en Rosario

Sebastián Godoy (IECH, CONICET/UNR)

La pregunta por los mapas y los paisajes como dispositivos de representación remite a las
perspectivas de las que se nutren. Las operaciones que vinculan al mapa y al paisaje ponen en
contacto dos posiciones relativas.
“Desde arriba”: la proyección acimutal o proyección cenital, que se consigue proyectando una
porción de territorio sobre un plano tangente. La operación exhibe un espacio plano,
homogéneo y abstracto. El mapa construye su lectura del espacio y produce relaciones entre
los elementos que lo constituyen desde tal mirada cenital, sustraída del dominio de la
contingencia y traductora de toda textura en una grilla planimétrica. Tal enfoque “se interesa
en la distribución de la cosa [no tanto en la profundidad], en su posición y en las relaciones que
mantiene geográficamente” – dominadora: “voluntad de todo ver para todo saber y todo poder”
(Raffestin, 1988). Permite ver el objeto desde una posición lejana, despojada de implicancias
directas con el espacio y del peso del cuerpo de quien observa: posición imposible. Postula un
arriba, concebido cenitalmente, con aspiraciones totalizadoras y de articulación legible de del
espacio a escrutar.
Por su parte, “desde abajo” (o al mismo nivel), la mirada horizontal “se apropia de lo sensible
en un campo dado de observación, buscando restituir la apariencia, la profundidad, la textura”
– contemplativa (Raffestin, 1988). Si bien el paisaje como dispositivo de representación es el
emergente de una genealogía de modalidades de visión-dominación occidentales, capitalistas,
patriarcales, raciales, etc.; su perspectiva se comunica con la experiencia de las subalternidades
que la sostienen. La estetización de los elementos superpuestos en el horizonte postula el abajo
de la mirada cenital, ya sea por reproducción parcial, representación subordinada o
directamente las omisiones y silencios de la espacialidad de sus practicantes ordinarios. Estos
no solamente contemplarían el espacio horizontal, sino que se sumergirían en él. Apropiación
por inmersión, los practicantes del espacio horizontal pueden experimentarlo, vivirlo y, sobre
todo, habitarlo.
Los contrapuntos entre ambas instancias abundan en Henri Lefebvre (2013), Michel de Certeau
(2000) y una larga lista de comentaristas. Vertical-horizontal, visibilidad-ceguera,
transparencia-opacidad, intelección-corporalidad, teoría-práctica, producción-creación,
estrategia-táctica, isometría-rugosidad y un largo etcétera. En sus Heterotopías, Michel
Foucault (2010) coloca ese contraste en terrenos perceptivos y texturas oníricas: ligero, repleto,
etéreo, rocalloso, cimas, barro, fluido, cristalizado. En un escenario suma-cero, postulado en
una naturalizada oposición, cada término podría desenvolverse en detrimento del otro. El arriba
ganaría en altura, claridad y dominio conforme se sustrajera del suelo. El abajo proliferaría
murmurando a la sombra de la elevación, plegada y subterráneamente.

Modos de ver, modos de conocer y proceder: perspectiva sinóptica y prácticas situadas


Además de las representaciones, estas perspectivas construyen modalidades de cognición y
praxis específicas. A pesar de las ambiciones totalizadoras propias de la cartografía, la
aplicación de la lente panóptica tiene un alcance limitado y solamente prueba su aplicabilidad
en los modestos espacios cerrados de la disciplina y la reclusión (Foucault, 2002). Si las
administraciones jerárquicas aspiran a gobernar extensiones mayores, ambicionando las
fronteras territoriales que se pierden en la intersección del cénit con el horizonte visible, es
menester el sacrificio de la amplitud en provecho del detalle de puntos singularizados.
Entonces, el conocimiento cenital puede nutrirse de una perspectiva sinóptica (Scott, 1998),
que supone un “estrechamiento de la visión” que privilegia un análisis intensivo de una fracción
acotada en detrimento de un paneo general y extensivo. Sacrificando la omnicomprensión, se
arriba a una imagen más pequeña, pero más nítida, legible y calculable. Mediante la
concatenación de observaciones contiguas, “se logra una mirada sinóptica de una realidad
selectiva, posibilitando un alto grado de conocimiento […] y manipulación”.
Para Scott, los Estados y las instituciones intentan hacer legibles a las sociedades, para adecuar
a la población a las funciones impositivas, bélicas y policíacas. Esas codificaciones, propias de
lo que llama esquemas alto-modernistas involucran una simplificación de los contingentes
espacio-poblacionales a través de una ingeniería social basada –paradójicamente– en formas
abstractas y generalizadoras de producidas a partir del accionar quirúrgico sobre áreas
específicas de las relaciones socio-espaciales.
De esa manera, se compendian conjuntos de prácticas que buscan hacer legibles paisajes
humanos y materiales. La suma de conocimientos focalizados propia de esta forma de
observación, se condice mejor con el diseño flexible y metastásico (por partes y por contagio)
de las urbes contemporáneas más que con los planes reguladores y de extensión, integrales y
funcionales, propios de mediados del siglo XX. Los esquemas estandarizados de identificación
que genera designaciones excluyentes y exhaustivas.
En contraposición, las prácticas, miradas y habitares de la perspectiva horizontal producen
perspectivas situadas o –como define Scott– formas vernáculas de conocimiento. También
llamado mētis, el conocimiento local y situado de construye a través de la experiencia directa,
la experimentación, la adaptación a las contingencias. Requiriendo de la concatenación de
relaciones perceptivas y somáticas imposible de transmitir cómo código teórico, se vuelven
inaprensibles en por el conocimiento esquemático del proceder cartográfico. Si bien práctico,
el conocimiento situado puede acudir a “reglas de pulgar”, marcos generales de
aplicación que se pueden enseñar como arte, pero, debido al carácter singular de cada
ocasión o contingencia, buena parte del trabajo consiste en saber qué reglas generales
aplicar, en qué orden y cuándo descartarlas e improvisar. La mētis es aplicable a
situaciones similares, pero nunca exactamente idénticas entre sí, que requieren una adaptación
rápida y practicada que se convierte casi en una segunda naturaleza para el practicante. Las
habilidades de la mētis bien pueden implicar reglas generales, pero tales reglas se
adquieren en practicando y cultivando combinatorias posibles. La mētis se resiste a la
simplificación en principios deductivos que pueden transmitirse con éxito a través del
aprendizaje puramente intelectual, porque los entornos en los que se ejercen son tan complejos
e irrepetibles que los procedimientos formales de toma de decisiones racionales son imposibles
de aplicar. En cierto sentido, mētis se encuentra en ese gran espacio entre lo real del genio, al
que no se puede aplicar ninguna fórmula, y lo real del conocimiento codificado, que se puede
aprender de memoria. Saber cómo y cuándo aplicar las reglas generales en una situación
concreta es la esencia de la mētis. Las sutilezas de la aplicación son importantes precisamente
porque la mētis es más valiosa en escenarios que son mutables, indeterminados […] y
particulares. Refiere a las operaciones que requieren un ajuste constante al movimiento entre
sujetos y entre sujetos y espacios. [Hay] aspectos cooperativos y […] competitivos de mētis
solamente enseñables mediante el encare y la participación en su práctica mancomunada,
habilidades que requieren coordinaciones “ojo-mano” que vienen con la capacidad de “leer”
los árboles de acciones.

La intervención cenital en la sociedad (o en la naturaleza) con cualquier fin requiere la creación


de la cartografía o la óptica necesarias para su legibilidad. Las formas jerárquicas de ingeniería
social apelan a la uniformidad, las grillas que decantan en reduccionismos planimétricos y otras
formas sinópticas con miras a rentabilizar las relaciones socio-espaciales a gobernar. Con todo,
pueden introducirse ciertos matices.
Matices:
Si bien la perspectiva cenital, suele producir fórmulas estandarizadas de legibilidad, a veces se
complementa con diferentes formas de mētis, en tres sentidos. En primer lugar, debido a que la
lógica de agregación de la mirada sinóptica es compartida por el conocimiento práctico, que
produce bricolages (Lévi-Strauss, 1997), es decir, innova mediante una recombinación de
elementos existentes. Se puede recurrir al caso estudiado, en el que la planificación local, a
través de sus etapas diagnósticas, se orientó hacia la utilización de lo múltiple disponible en el
espacio fluvial (prácticas, estructuras, lógicas sociales). El procedimiento agregativo, también
se corresponde con el encastre de las intervenciones puntuales diseminadas en la línea costera.

En segundo lugar, porque, según Scott, existen ejemplos de mecanismos institucionales de


carácter plástico, multifuncional y adaptable que, en la búsqueda de sus propios intereses,
promueven ciertas modulaciones de la mētis que introducen versatilidad en sus sistemas. Por
ejemplo, los dispositivos de proximidad y participación de los municipios, de manera
controlada y mediada, introduce algunos aspectos de la inventiva de los habitantes. Se trata de
una integración subordinada.

En tercer lugar, gracias al carácter local y situado del conocimiento práctico, muchos esquemas
generales de legibilidad lo emplean para pormenorizar los contornos más específicos de su
aplicación. Como si se tratara de terminaciones nerviosas, las formas más concretas de
conocimiento experiencial funcionan a menudo como superficies de transición para la
producción de una intervención más amplia. Esto puede ser pensado para algunos de los casos
analizados. No son pocos los intentos, con resultados aún muy parciales, por inventariar y
reencauzar los saberes locales.

Presentación del caso:


El caso que analizamos es la formación de las Artes Urbanas (AU) en Rosario, que no
constituye un proceso lineal, sus mecánicas no obedecen estrictamente a opciones racionales y
sus condiciones de posibilidad oscilaron dependiendo de las coyunturas. En la óptica del
gobierno, el fenómeno de la codificación de prácticas magmáticas y microbianas requiere de
la absorción de sus elementos legibles y el descarte de sus porciones inteligibles o no
procesables. En el caso estudiado, tales elementos codificables variaron contextualmente. La
primera asignación de subsidios se sostuvo en conexiones capilares incipientes con la política
cultural y se orientó a la versatilidad organizativa y técnica de los elencos artísticos. El ingreso
de las AU en un programa promovido y financiado por un organismo internacional se debió a
la capacidad de los talleres para la contención territorial del riesgo social. Posteriormente a la
crisis de 2001, la sobrevida informal de las AU frente al gobierno local radicó en el
sostenimiento de la articulación territorial autogestiva y la actuación en eventos oficiales. En
2008, la auditoría de otro organismo internacional recomendó la consolidación de la EAU en
el delineamiento de un futuro waterfront urbano. Cabe destacar que las entidades multilaterales
involucradas en la formación de las AU, el BID y la UNESCO, intervienen en la gestión global
del patrimonio cultural inmaterial. Finalmente, la institucionalización de la EMAU capitalizó
la conformación de un dispositivo pedagógico con experticias construidas y recursos
recolectados previamente.
Del otro lado, la formalización de las AU implicó el deshecho de sus aristas no codificables.
El centro cultural okupa de 1997-1998 fue desalojado por el municipio, que permitió la
ocupación informal del galpón 17 entre 2002 y 2006. En ese período, el gobierno local destinó
sus recursos al pago de funciones oficiales en detrimento del sostenimiento económico de los
talleres barriales. Por su parte, los agentes practicantes de AU también barajaron sus opciones
de integración, modulando –en lo posible– su legibilidad. En 2001, los artistas tomaron
resoluciones cooperativas y utilizaron los contactos previos entre arte y política para acoplarse
al PAGV. Desde 2002, cuando los practicantes y referentes circenses dirigieron el espacio, el
amplio abanico de disciplinas del proyecto inicial se comprimió en torno al circo.
Concomitantemente, en un nivel terminológico tácito, las AU privilegiaron sus aspectos
escénicos en detrimento de apropiaciones espaciales más diversificadas, lo que se verifica al
comparar las definiciones del folleto de 2001 (“modalidades de encuentro”) con las de su
director en 2014 (“hacer una función”). Asimismo, es posible que la concentración de las
prácticas artísticas en el galpón portuario haya sido tramitada entre talleristas y funcionarios.
Por último, el corrimiento del eje de los talleres flexibles hacia la currícula estructurada
constituyó una táctica de regularización y jerarquización buscada por los animadores de la
EAU, devenida EMAU. Tales opciones y transacciones establecieron la adecuación de unas
AU específicas, útiles a los agentes gubernamentales y sociales involucrados, tamizadas a partir
de artes prexistentes en el espacio urbano.
La formación de las AU posibilita la pregunta por los mecanismos que habilitan el ingreso de
determinados aspectos de lo múltiple como parte de una política (Foucault, 2006). En ese
sentido, las políticas culturales operan procesos de legibilidad y codificación (Scott, 1998) para
definir, a partir de prácticas y significaciones preexistentes, qué es “lo cultural” a politizar. En
el caso estudiado, ciertos repertorios artísticos pasaron de paliar distritalmente situaciones de
riesgo social a auxiliar en la patrimonialización de galpones portuarios como dispositivos
oficiales de una “Ciudad Creativa”. Las AU son el emergente histórico de esas operaciones de
estabilización relativa de un magma sociocultural heterogéneo. Representan la formalización
y el emplazamiento en la vidriera urbana costera de los elementos asimilables y las estrategias
coyunturales de distintas artes tramadas en Rosario.

Bibliografía:
De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano. 1 artes de hacer. México: Universidad
Iberoamericana.
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.
Foucault, M. (2010). “Espacios diferentes (heterotopías)”. En El cuerpo Utópico. Las
heterotopias. Buenos Aires: Nueva Visión.
Lévi-Strauss, C. (1997). El pensamiento salvaje. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.
Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.
Raffestin C. (1988) “Le rôle de la carte dans une société moderne”, Photogrammé-
trie, Génie rural, 4/1988 (Bern).
Scott, J. (1998). Seeing Like a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condition
Have Failed. New Haven: Yale University Press.

También podría gustarte