La prudencia La prudencia proviene del verbo “provideo”, que significa ver
de lejos o prever. Esta previsión es el acto más importante de la prudencia,
saber ver las dificultades que se nos van a presentar. La prudencia es el arte de vivir; quien es prudente sabe vivir, vive bien y adecuadamente, con una forma que corresponde a una adecuada es el comportamiento orientado hacia la felicidad, la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación. Definida por los escolásticos como la recta ratio agibilium (la razón que juzga rectamente sobre lo que se ha de hacer), para diferenciarla del arte, recta ratio factibilium (el Arte es el exacto conocimiento de lo que se debe hacer). También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar con precaución para evitar posibles daños. Epicuro nos dice que “la prudencia, decide a través de la comparación y el examen de las ventajas y desventajas qué deseos conviene satisfacer, y con qué medios, es más valiosa incluso que la propia filosofía, y que de ella provienen todas las demás virtudes". ¿Qué importancia tiene la verdad, si no se sabe vivir? La prudencia es como un saber vivir real no simplemente aparente como podría ser la urbanidad. A veces rechazamos muchos placeres, explica Epicuro, porque pueden ocasionarnos un desagrado mayor, o buscamos tal dolor porque nos permite evitar dolores peores o conseguir un placer más intenso y duradero. ¿Quién va al dentista por placer? ¿Por qué hacemos si no los trabajos desagradables? La prudencia tiene en cuenta el futuro, pero no de la manera en que lo tiene, él cuenta la esperanza, pues esta sólo sirve para presentarnos como posible lo que deseamos. No, la prudencia, además de la deliberación que conlleva, no depende de la mera esperanza, que es más bien pasiva, sino de la voluntad. La R.A.E. define prudencia de tres formas: 1. Templanza, cautela, moderación. 2. Sensatez buen juicio 3. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno y malo, para seguirlo o huir de ello. A través de estas definiciones de prudencia, podemos ver lo que entienden las personas, hoy en día, cuando hacen referencia a este concepto (hablando en forma general), la entienden como buen juicio, como una virtud de discernimiento para seguir el bien y evitar el mal, etc. Está estrechamente relacionada a la ética y a la moral. Evita incomodar a los individuos que conforman la sociedad. La prudencia implicar el poner en práctica el valor del Respeto. Se basa en la armonía, el amor y la tolerancia. Es un factor importante en las relaciones públicas. Constituye la base de las relacione diplomáticas, tanto internacionales como nacionales. Busca resguardar la seguridad del individuo y de la comunidad.
Para la Iglesia católica, la prudencia dispone la razón de cada persona a
discernir el verdadero bien para cada circunstancia, y a elegir los medios adecuados para realizarlo. Es, junto a la justicia, fortaleza y a la templanza, una de las cuatro virtudes cardinales. Es guía de las demás virtudes, indicándoles su regla y medida por lo que es llamada “auriga virtutum” (virtud que guía directamente el juicio de la conciencia y que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien). Es una virtud de carácter intelectual, por eso radica en la inteligencia y la razón práctica, es decir, la inteligencia en cuanto aplicada a la acción, no en la razón especulativa como en el caso de la ciencia. La prudencia dirige el obrar, no el hacer. Es la recta razón del obrar; es, por tanto, una razón preceptiva que nos dice cómo actuar. En la virtud, el acto permanece en el sujeto y por lo tanto su materia es de carácter moral, porque lo que orienta es la conducta para que sean buenas las acciones; ser buenas implica que estén acordes al fin último de la persona. La prudencia es virtud cardinal por que de ella derivan otras y su función es dirigirlas; es decir, los actos fundamentales de la prudencia son la deliberación, el juicio y el mandato. Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles dice que “la prudencia es la regla recta de la oración”. No debe confundirse con la doblez o el temor, la disimulación o la timidez. Gracias a la virtud de la prudencia las personas pueden aplicar los principios morales en casos particulares sin incurrir en error. Por otro lado, cada persona puede aclarar las dudas que tenga sobre el bien que puedan hacer o el mal que deben evitar. La prudencia como virtud es un hábito en tanto si se hace actos justos ejerciendo la justicia y practicándola constantemente, obtendrá su sustento práctico de experiencia deliberada. La prudencia se practica y sólo el hábito hará al hombre un ser virtuoso. Y esta concepción de la prudencia es un llamado a identificar y a desconfiar de un tipo de individuo que, valiéndose de justificaciones teóricas u oratorias sin sustento práctico, se muestra como virtuoso. Sin embargo, la importancia de la prudencia es muy difícil de especificar, debido a su carácter subjetivo y lo explicaremos con las diversas ideas de autores que hablan sobre su importancia En resumen, la prudencia es la recta razón en las materias. Pero en lo que hace a las virtudes por las cuales un hombre es llamado simplemente bueno, esto no es posible, puesto que al estar presente la prudencia, que es una, estarán presentes al mismo tiempo las demás virtudes.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una
acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento