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Prudencia

Introducción

La prudencia es el comportamiento orientado hacia la felicidad, la virtud de actuar de forma

justa, adecuada y con moderación. A lo largo de la historia de la filosofía varios autores han dado

su punto de vista acerca del pensamiento en base en la prudencia, ya sea en diferentes escenarios

de nuestra vida u orientado en varias áreas en la cual se puede aplicar, en fin, el actuar de modo

prudente forma una relación armoniosa con un círculo social, pero es importa arraigar los diferentes

pensamientos que trae consigo la prudencia, ya que se trata de una virtud y no de algo que se pueda

adquirir.

Contenido

El término prudencia proviene del latín prudentia, que es una cualidad que consiste en

actuar o hablar con cuidado, de forma justa y adecuada, con cautela, con moderación, con previsión

y reflexión, con sensatez y con precaución para evitar posibles daños, dificultades, males e

inconvenientes, y respetar la vida, los sentimientos y las libertades de los demás. La prudencia

requiere un buen sentido, un buen juicio, templanza, cordura, sabiduría, discernimiento, aplomo y

ser precavido. Si no se tiene una buena conducta o no se actúa con prudencia, por ejemplo,

conduciendo, se coloca en peligro o en riesgo la vida de otras personas y la suya propia.

Definida por los escolásticos como la recta ratio agibilium, para diferenciarla del arte, recta

ratio factibilium. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de

un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la

vida y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar

con precaución para evitar posibles daños. (Aguayo, 2002)

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Nombre: Jesica Duque
Por ser virtud, la prudencia es un término medio. En efecto, la propiedad medular de la

virtud, en cuanto tal, es ser "medio". El motivo es sencillo: la virtud, interna a la persona, una vez

adquirida, además de ser una fuerza (vir, de la que procede virtus), es una regla, por cuanto

prescribe cómo desempeñar una acción, la indicada por cada virtud específica. La acción

correspondiente debe ajustarse a lo prescrito, es decir, nada debe faltarle (defecto) ni sobrarle

(exceso); ha de ser precisa. Por eso es término medio entre defectos y excesos.

Los defectos y excesos de la prudencia son complejos: por defecto, precipitación o ligereza,

es decir, actuar sin pensar, inconsideración, negligencia, o sea, omitir los medios indispensables

para obtener algún fin; inconstancia o cambio constante de parecer, etc.; por exceso, engaño o

fraude, preocupación inmoderada del porvenir, huir del cumplimiento de los deberes y buscar,

exclusivamente, bienes materiales, ser astuto, i.e. perseguir fines para medios tortuosos siendo

desleal; engañar y cometer fraude, etc.I9 Como puede verse, tanto en los excesos como en los

defectos falta la reflexión serena. Por eso, saber pensar es un término medio entre el no hacerlo o

pensar sólo para buscar bienes materiales o para perjudicar al prójimo, o pensar demasiado, es

decir, darle vueltas y vueltas al mismo asunto.

Antiguamente, los egipcios solían representar a la prudencia como una serpiente con tres

cabezas (de león, de lobo y de perro). Se decía que un individuo era prudente cuando tenía la astucia

de las serpientes, el vigor y la fuerza de los leones, la agilidad y la rapidez de los lobos y la paciencia

propia de los perros.

Aristóteles define la prudencia como "aquella disposición que le permite al hombre

discurrir bien respecto de lo que es bueno y conveniente para él mismo". Así, es prudente el

hombre, prosigue Aristóteles, "no en un sentido particular, como para la salud y el vigor del cuerpo,

sino sobre las cosas que deben contribuir de modo general a su virtud y felicidad". Al ser una

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disposición, como dirá después, racional, verdadera y práctica, no cuenta como contenido de una

episteme teórica, sino más bien como la virtud directiva del conocimiento práctico. (Alarcón, 2005)

Estas definiciones señalan el objetivo de la prudencia: dirigir al hombre a un fin, el cual

debe ser, moralmente, bueno. Para lograrlo, menester es valerse de instrumentos o medios

adecuados, los cuales, junto con el fin serán conocidos por la razón práctica. En consecuencia, la

prudencia dirige a la razón, o la rectifica si se equivoca, para atinar tanto con los medios como con

los fines. Por último, la prudencia enseña la manera correcta de llevar a cabo la acción por la que

se obtendrá el bien. Dicho de otra manera: no basta que el fin sea moralmente bueno y los medios

adecuados a ese fin, ni que ambos medios y fin sean moralmente adecuados, además, no cualquier

tipo de acción, sino una conducente a dicho bien. Por eso, la prudencia es “moderación” de la

acción.

A los requisitos imprescindibles para que la prudencia se dé, Tomás de Aquino los llama

“partes cuasi integrales” de la prudencia. Conocido es su talante analítico. En el pormenorizado

examen de estas “partes” de la prudencia tendremos ocasión de comprobarlo una vez más. En

cuanto a la denominación, ¿qué significa "partes cuasi integrales" de la prudencia? Tomás de

Aquino constata que la prudencia está integrada por una serie de requisitos imprescindibles sin los

cuales esta virtud no puede ser tal, como las paredes, el techo y los cimientos son partes de una

case.

Según Tomás de Aquino tales integrantes son ocho. Las siguientes seis las tomó de

Macrobio: inteligencia, razón, docilidad, providencia, circunspección y precaución2. La memoria,

la inteligencia y la providencia, señala que también las había propuesto Tulio como partes de la

prudencia. Y una de éstas, la providencia, también la ofrecía Boecio". La eustochia la solercia o

sagacidad, las tomó de Aristóteles. Además, este conjunto de condiciones es dividido en dos

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grupos: a) cinco de ellas pertenecen a la prudencia en cuanto que es cognoscitiva: memoria, razón,

inteligencia, docilidad, y solercia o sagacidad, y b) tres en cuanto que es preceptiva: providencia o

previsión, circunspección y precaución. (De & Filosófico, 1999)

Conclusión

El pensamiento acerca de prudencia es verdadero ya que no se lo puede tratar como algo

que se puede adquirir sino como algo que nace innato o que nace de uno mismo, por tal razón se

considera como virtud ya que la prudencia en diferentes áreas trata con tacto a las personas en

diferentes tema ya que actúa de una manera que se podría considerar amigable pero sin envolverse

en un compromiso es decir, no pide nada a cambio de las buenas acciones, ya que no solo es actuar

bien sino hacerlo en el tiempo y espacio ideal, con la mayor calma, teniendo como resultado una

acción en un ambiente ideal, sin apuros.

En lo personal la prudencia sirve para tratar un tema de conversación o una acción con la mayor

cautela posible dando soluciones en cualquier escenario que se manifieste.

Bibliografía

Aguayo, E. (2002). LOS CONCEPTOS DE TOLERANCIA Y PRUDENCIA EN LA FILOSOFIA

DE MAURICIO BEUCHOT.

Alarcón, S. (2005). LA PRUDENCIA EN ARISTÓTELES.

De, C., & Filosófico, A. (1999). LA VIRTUD DE LA PRUDENCIA SEGÚN TOMÁS DE

AQUINO.

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