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El agujero imparable de la Seguridad Social: se ha multiplicado por seis en apenas un lustro

Déficit presupuestario y deuda se han convertido en los últimos años en la asignatura pendiente de
la economía española y también en s talón de Aquiles. Y el agujero de la Seguridad Social es el mejor
ejemplo. Los datos más recientes del Banco de España sitúan el saldo de la deuda de las
Administraciones Públicas en el pasado mes de enero en 1.424.425 millones de euros, un 5,6% más
que en el mismo mes del pasado año.

En los últimos cinco años, la deuda del conjunto de las Administraciones Públicas ha aumentado en
322.871 millones de euros, un 33,33%. Hay, sin embargo, dos datos que destacan en esta
pormenorización: el descenso de la deuda de la Seguridad Social en más de 82.000 millones, un
477,5% desde 2016.

El problema viene de lejos, pero aflora con la crisis financiera internacional de 2008. Cuando
comenzó el siglo XXI, la Seguridad Social presentaba unas cuentas inmaculadas. Superávits todos los
años, que llegaron a superar los 13.000 millones de euros (1,3% del PIB) en 2006 y 2007. Todo se
truncó en 2010, cuando aparecieron los primeros números rojos (déficit de 2.669 millones).

Desde entonces y hasta el pasado año, la suma de los déficits presupuestarios de estos doce últimos
ejercicios supera los 151.000 millones de euros. En este periodo de tiempo, el Estado ha aportado a
los presupuestos de la Seguridad Social más de 164.469 millones para equilibrar sus cuentas a costa
de incrementar el endeudamiento.

Ha bastado la irrupción de una crisis sanitaria de proporciones desconocidas, que paralizó las
actividades económicas durante varios meses y las ralentizó durante varios más, para poner al
descubierto los problemas de un estado del bienestar sustentando sobre una frágil estructura
económica, que solo funciona bien con el pleno empleo, pero que muestra muchas deficiencias
estructurales cuando las cosas no marchan bien.

Pero no todo es achacable exclusivamente a la pandemia. En los últimos ejercicios, algunas


decisiones políticas adoptadas por el Gobierno de coalición PSOE-UP, han tenido un impacto muy
importante en las cuentas públicas. Pedro Sánchez dejó claras sus intenciones desde el primer
momento; en le proyecto de la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2019, que acabó
tumbando el Congreso de los Diputados en febrero, pero cuyas medidas se llevaron igualmente a la
práctica.

En la primera página del “Libro amarillo”, los PGE de ese año señalaban que “el objetivo prioritario
del Gobierno consiste en el refuerzo del Estado del bienestar y la protección de los más vulnerables”.
Añade a continuación que “tiene una clara orientación social, con la finalidad de que los beneficios
del crecimiento económico pueden llegar a toda la ciudadanía, en especial a los colectivos más
perjudicados por la reciente crisis económica”.

La subida de las pensiones en 2019 en un 1,6% y en un 2,5% en 2022, la eliminación del factor de
sostenibilidad al que estaban vinculadas con Mariano Rajoy, la ampliación

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