Está en la página 1de 8

1

INTRODUCCIÓN

Cuestiones preliminares

A. ¿Para qué la Antropología Filosófica?

Este breve manual está dirigido a estudiantes universitarios que se dedicarán a las Ciencias
Económicas y Empresariales, a las Ciencias de la Información y al Derecho, quienes en su mayoría por
primera vez cursan una asignatura de Antropología Filosófica.

Por tanto, y para centrar bien las expectativas, tenemos que precisar desde el comienzo que este
libro no es para especialistas en Filosofía; sólo pretende ser una ayuda para introducir a los alumnos de
nivel universitario en el difícil problema del conocimiento del ser humano, lo cual atañe a su propio ser y
es la realidad más importante de sus futuras carreras profesionales.

Quienes se dedicarán a las Ciencias Económicas y Empresariales, a las Ciencias de la Información y


al Derecho, tendrán siempre que trabajar con personas humanas; y si es de sentido común que quien
trabaja con el acero se aplique primero a estudiar su naturaleza y propiedades, y quien trabaja haciendo
estatuas de mármol se interese por conocer cómo es éste para saber cuáles son sus posibilidades, etc.,
cuánto más quienes se dediquen a tratar con personas tienen que tener un conocimiento de su naturaleza,
de sus actos y operaciones.

Esta exigencia es mayor cuando por poco que nos adentremos a la realidad humana nos
encontramos ante el ser más complejo que existe en este mundo. Nosotros mismos tenemos la experiencia
de lo intrincado que es nuestro ser. Sin embargo, los seres humanos tenemos el gran peligro de pasar por
alto lo más evidente. Por esto no es de extrañar que el hombre actual se encuentre en crisis y por
consiguiente que las Instituciones humanas, familia, empresa, organizaciones políticas, etc., se encuentren
hoy en situaciones muy críticas. Estas crisis tienen muchas causas, pero una de ellas, la más básica es que
nos desconocemos increíblemente a nosotros mismos y a los demás.

Por otra parte, el tratar de hacer un pequeño manual introductorio de una ciencia tan amplia y
profunda como lo es la Antropología Filosófica, puede resultar temerario si no es por la necesidad que de
él tienen los alumnos en este nivel. Seguir un plano inclinado, partir de la experiencia que poseen los
alumnos, y paulatinamente ir elevando esa experiencia a concepto, es un procedimiento didáctico que
trataremos en lo posible de seguir en el tratamiento de los temas.

Sin embargo, a pesar de reconocer la importancia que tiene la didáctica, estoy convencida también
de que a los problemas difíciles o complejos no se les puede responder con soluciones o explicaciones
fáciles o simples. Por ello, trataré en lo posible de lograr unir los recursos didácticos con el planteamiento
de las dificultades que comporta la comprensión filosófica de] hombre.

Se trata de hacer accesible este conocimiento, para que el alumno no caiga en la confusión o en el
desánimo, pero sin evitar el tratamiento de sus dificultades. El que los alumnos entiendan esto es además
muy formativo, porque la tendencia imperante es la de pretender obtener las cosas más valiosas, incluso
la sabiduría, sin costo alguno, con lo que se suele llamar la ley del mínimo esfuerzo.

Así pues, para emprender el presente estudio podemos contar con una gran motivación que va más
allá del deseo de aprobar la asignatura, y es el interés por conocemos a nosotros mismos y a los demás.
¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Cómo son los demás?, ¿Cómo aprovechar mejor mis posibilidades de
2
desarrollo9 ¿Cuál es el sentido de mi vida?, son preguntas que normalmente nos las haremos todos más
pronto o más tarde.

La Antropología Filosófica trata de responder a estas interrogantes de una manera radical. A lo


largo de la asignatura nos acercaremos al conocimiento de la vida humana. A partir del conocimiento del
alma o principio vital, iremos profundizando en ese mundo interior que existe en nosotros y que raramen-
te comprendemos. Veremos, entonces, el modo como se despliega nuestra actividad, especificada por las
facultades racionales, de manera que podríamos advertir la riqueza de nuestra dimensión personal y la de
los demás.

En el estudio de los principales actos humanos, partiremos de la consideración del conocimiento


humano desde el nivel más básico como es el sensible, trataremos sobre la naturaleza de los sentidos
(temas como la mirada humana, la imaginación, son importantes asuntos antropológicos). Asimismo,
veremos los principales sentimientos y pasiones, la alegría, el dolor, el por qué nos entristecemos y por
qué nos alegramos, etc. Un tema muy importante en antropología filosófica es el del amor humano y si
bien su tratamiento merecería por lo menos un libro aparte, aquí haremos su planteamiento inicial.

Desde el comienzo del curso insistiremos en la importancia de las facultades humanas superiores, la
inteligencia y la voluntad. Estas facultades, aunque no son las únicas (ya que el ser humano no es sólo
espíritu sino que tiene una dimensión corpórea), sin embargo especifican la actividad del ser humano
como tal y le diferencian de otros seres inferiores; por medio de ellas el ser humano puede gobernar su
sensibilidad y todos los actos de la vida práctica, y son las que permiten el avance de las ciencias y de la
historia de las sociedades. El ejercicio de estas facultades nos llevará a actividades que se prolongan hasta
el infinito.

Finalmente nos ocuparemos de nuestro ser personal, en el cual está sostenida toda la actividad
anterior. Esta profunda realidad de ser personas, es más que ser simplemente seres humanos, porque. la
naturaleza humana la tenemos todos por igual, en cambio el acto de ser personal es de cada quién, único e
irrepetible, es lo que hace que nuestra intimidad se abra intelectual, libre y donalmente al resto de seres
especialmente a otra u otras personas.

Es oportuno advertir, desde el principio, que aunque detengamos la atención de manera especial en
cada dimensión del ser humano, al mismo tiempo haremos alusión a la complejidad de sus interrelaciones
y a su realidad personal; de manera que no se trata de separar analíticamente al ser humano, como si
tuviera compartimentos estancos, el detenernos un poco más en uno de sus aspectos o dimensiones es sólo
requerido por la exposición didáctica.

En cierta- manera, se podría decir que uno de los propósitos del libro es el de ser una ayuda para la
vida práctica, algo así como una especie de manual de instrucciones, o manual de funcionamiento del ser
humano. Se trata de iniciarse en saber cómo es el ser humano, con qué facultades o capacidades
contamos,'ómo se activan, cuáles son sus actos u operaciones propias, para ver corno se las puede usar
mejor, y cómo se puede ser coherente con la dimensión personal que el ser humano comporta.

Para algunos éste es el inicio de un gran descubrimiento y puede serlo de una apasionante aventura,
la de dirigir la propia vida a su finalidad más propia y más alta. Por tanto, el presente libro tiene además
de una finalidad teórica, también una tácita invocación práctica. No basta con saber que tenemos alma y
qué es la vida, ni de saber de memoria las funciones de la imaginación, o de la inteligencia, o saber cómo
se controla una pasión; esto quizá podría llevar a aprobar, con suerte, la asignatura, pero lo que sí es
seguro es que nos llevaría a un gran aburrimiento.

La temática del curso de Antropología Filosófica no puede sernos indiferente. Cada segundo de
nuestra vida estamos desplegando innumerables movimientos, operaciones y actividades de todo tipo,
desde la que se realiza en la célula más elemental de nuestro organismo hasta los movimientos de la
3
imaginación, de las emociones y las más potentes, las de nuestra inteligencia y voluntad. Precisamente,
algunos alumnos suelen comentar al final de la asignatura que han descubierto «cosas», por ejemplo, que
tienen alma y que «algo les pasa allá adentro». Cuando alguna vez se les ha comentado que de alguna
manera eso todos lo saben, han respondido que lo sabían como un dato general,'pero que no «les decía
nada» personalmente.

Sin embargo, el reto del estudio de la Antropología Filosófica, es que sea muy formativo
personalmente y esto ya es tarea de cada quien. En ella se trata de estudiar al ser humano, personal, que
somos. Si se estuviera estudiando el mar y los peces, o los astros y sus órbitas, etc., podríamos decir que
en cierta manera aquello no «nos toca» directamente.

En cambio, en esta asignatura tenemos el reto es incorporar esos conocimientos a la vida personal,
tratar de relacionar lo que se va aprendiendo con lo que le ocurre a cada uno, e ir respondiendo, poco a
poco, las interrogantes que se planteen. Por otra parte, ésa es la ventaja que proporciona la auténtica
ciencia: iluminen la experiencia concreta con los principios radicales o universales.

Como decíamos, esto depende de cada quien, de su libertad. Aún con todo, al saber cómo es el
hombre, al entender sus causas y principios más últimos, al ver las consecuencias que tienen los propios
actos, etc., al menos queda la advertencia; luego hará cada uno libremente lo que quiera, pero por lo
menos estará en condiciones de saber las consecuencias de lo que está haciendo.

Además, como ya señalamos anteriormente, intentaremos seguir (especialmente en las clases), una
exposición rigurosa y académica pero también haremos algunos breves comentarios referidos a las
inquietudes que hoy por hoy tienen los alumnos. Nos quedará entonces la seguridad de que el tratamiento
de estos temas no se acaba aquí, ni en la clase, sino que se prolonga después, cuando en el asesoramiento
y de modo personal comente o comentemos más despacio estos temas tan propios por ser tan humanos.

Podemos entonces aprovechar la asignatura para aclararnos una serie de dudas que existen hoy
sobre la persona humana y para descubrimos a nosotros mismos. Nunca como en los momentos actuales
se ha hecho necesaria una Filosofía sobre el hombre. En los tiempos que corren muchas ciencias han
invocado una explicación del ser humano. Esto es una exigencia de siempre, porque para que el hombre
realice algo para sí o para los demás tiene que partir del conocimiento de sí y de los otros.

Como decíamos esa necesidad de aclararnos es mayor en la actualidad y lo será de modo decisivo
en el siglo venidero, ya que la posibilidad de acceder a la ingente y múltiple información y a la cantidad
de medios disponibles se incrementará considerablemente. Se avecina la llamada sociedad del conoci-
miento, pero junto con el aumento del conocimiento sobre los medios disponibles, sobre el universo,
sobre los asuntos humanos, irá apareciendo la pregunta sobre nosotros mismos, y cada vez más surgirá el
imperativo de hacer jugar todos aquellos recursos a favor y no en contra de los propios seres humanos.

El acierto no está garantizado de antemano, dependerá de las disposiciones que tengamos; pero la
tarea se impone por sí misma, ya que en la futura sociedad del conocimiento sería irónico que sepamos
mucho de casi todo y no sepamos casi nada acerca de nosotros mismos.

Para poder acertar en el manejo de la multiplicidad, del los medios, del conocimiento, etc. se precisa
un cultivo suficiente del ser humano, de la posesión de los criterios y de los hábitos necesarios para hacer
frente a los retos que los nuevos problemas le planteen, de lo contrario puede ser que no le fallen las
cosas, ni las técnicas, ni los medios que cada vez estarán más a su alcance, pero puede fallar él y entonces
ninguna de sus empresas puede tener éxito realmente.

Tenemos una dificultad inmediata y es que la aceleración de los cambios en este -fin de siglo y en
los años venideros pueden hacer perder la serenidad y llevar al desconcierto. A veces pareciera que en los
tiempos que corren' no queda tiempo para reflexionar, cuando es justamente lo más perentorio.
4

Las prisas, el atractivo de los reclamos externos, hacen que el hombre queme caprichosamente su
vida en cada momento que pasa, sin lograr y ni siquiera desear buscar lo que realmente vale, tratando de
ahogar su vacío interior en medio de un gran activismo externo o de compensaciones estériles.

Sin embargo, en medio de esa vorágine y desasosiego, el ser humano más que nunca necesita saber
el qué y el por qué de sus reacciones, de sus impulsos, de por qué llora y por qué ríe, de sus deseos de
felicidad y de sus sufrimientos, de sus proyectos y actividades, de su conocimiento y dé sus amores, de su
trabajo, de su vida en sociedad, y qué sentido tiene todo aquello.

La Antropología Filosófica puede ayudar mucho en ese cometido, ya que tiene como pretensión dar
razón del ser humano desde unos principios radicales, seguros, asombrosamente permanentes y entonces,
implícitamente, invocar su crecimiento. Contribuir a ese esclarecimiento es el propósito del presente
libro.

B. ¿Qué estudia la antropología filosófica?

La Antropología Filosófica estudia desde la perspectiva filosófica la naturaleza, la esencia y el


ser personal del hombre; sus actividades más propias, su origen y su destino.

Etimológicamente el término antropología alude al tratado sobre el hombre (antropos- hombre,


logos- estudio), Por esto se suele decir que su materia de estudio (objeto material) es el hombre. Sin
embargo, se puede estudiar al hombre desde diferentes puntos de vista (lo que se suele llamar objeto
formal). Precisamente la antropología filosófica es el estudio del ser humano y de todo lo que a él
pertenece, pero desde la perspectiva filosófica.

El estudio del hombre que es el objeto material de la filosofía, puede ser compartido por otras
ciencias, como la biología, la medicina, la psicología, la sociología, etc. Pero la diferencia está en que
cada una de estas ciencias estudian al ser humano desde diferentes perspectivas, con métodos distintos.
Así por ejemplo, en la actualidad, un médico en cuanto tal, estudia al ser humano de una manera diferente
al filósofo, puesto que su estudio es prioritariamente fisiológico, quedándose ordinariamente en su
aspecto anatómico. Este conocimiento no es despreciable, ya que el cuerpo humano, su fisiología, las
funciones de sus diversos sistemas orgánicos, etc., son aspectos y operaciones importantes de la vida
humana.

De manera similar, un psicólogo, aunque, como el médico y el filósofo, tenga como materia de
estudio al ser humano, lo aborda desde un punto de vista diferente, ya que básicamente se ocupa del
estudio de los diferentes estados del alma humana. Al estudiar las causas de la conducta humana,
normalmente trata con hechos que influyen o que desencadenan tales fenómenos. También esta
perspectiva es importante en el conocimiento del ser humano, la observación, el análisis, las íntimas
relaciones de los diferentes factores que componen la conducta humana es un aporte bastante esclarecedor
de los fenómenos psíquicos.

Sin embargo, la perspectiva filosófica es más ambiciosa, va más allá de aquellos análisis y
relaciones que se dan en la fisiología y en la conducta humana. El método filosófico, como es sabido, se
caracteriza por sus planteamientos profundos, radicales, tanto de la naturaleza, operaciones y principios
del ser humano.

Las averiguaciones que se han realizado sobre el ser humano desde la perspectiva filosófica han
sido abundantes durante casi 25 siglos. A lo largo de las diferentes épocas, los diversos filósofos han ido
aportando un caudal de descubrimientos filosóficos sobre el hombre.
5
La Antropología Filosófica actual tiene la posibilidad de nutrirse con los aportes más significativos
y tiene el reto de integrarlos en una visión coherente y radicalmente profunda de la realidad humana y
tiene la misión de continuarlos, en lo posible, ya que el saber filosófico es un saber siempre abierto.

Trataremos inicialmente de hacer un breve recorrido por la historia de la Antropología Filosófica,


señalando brevemente los aportes más significativos, para desarrollarlos luego a lo largo de la exposición
del presente manual. Precisamente por esto, puede ser mejor pasar rápidamente por los siguientes
apartados, y entrar directamente al siguiente capítulo, ya que a lo largo del presente manual se podrán ir
viendo los aportes significativos que hasta el momento se han hecho, y que a continuación presentarnos
de manera sintética.
6
F. El estudio del hombre y las Ciencias Particulares.

En los últimos años, debido al gran desarrollo de las Ciencias Particulares, los saberes sobre el
hombre se han incrementado mucho en número, en amplitud y en cierta profundidad. Sin embargo, tales
estudios no siempre han ido convergiendo y han entrado en conflicto en diferentes niveles. La integración de
todos los saberes, especialmente los de las llamadas antropologías físicas y antropologías culturales, corres-
ponde en último término a la Antropología Filosófica que en tanto saber filosófico es el saber que en el
plano natural es el que mejor puede integrar todos aquellos aportes. La filosofía es un saber integrador que
puede y debe integrar los saberes particulares en un nivel de comprensión más profundo y más acorde con la
exigencia de saber del espíritu humano que aspira a la verdad.

Las ciencias experimentales por su parte estudian al hombre en sus dimensiones corpóreas y fácticas.
Aunque no llegan a considerar al ser humano suficientemente (debido a las limitaciones de su método
propio), proporcionan importantes conocimientos que son incluso indispensables para profundizar en
algunos aspectos de las operaciones del hombre. y es deber de los filósofos que se dedican al estudio del ser
humano, tratar de entenderlos.

Por ejemplo, los modernos desarrollos de la neurobiología son importantes para comprender algunos
mecanismos que intervienen en el conocimiento, en la afectividad, y en la conducta humana. Aunque el
cerebro no es propiamente el «órgano» de la inteligencia, ni de la voluntad (que son facul tades espirituales)
del ser humano, es las base fisiológica de muchas de sus operaciones.

Sin embargo, los avances de la biología humana han llevado en ocasiones, a posturas reduccionistas,
que -como sucede en otros ámbitos- extrapolan los resultados científicos más allá de lo posible, e ignoran los
hechos que conducen a admitir la espiritualidad del alma humana. Actualmente hay muchos intentos de
reducir al hombre a lo puramente material, inclusive el pensamiento y actos espirituales de alto nivel aún
cuando no se expliquen ahora se suele decir que llegarán un día en que se entenderán, cuando las ciencias
avancen en sus investigaciones. Se trata de posturas que ya se dieron en la antigüedad, y que ahora
pretenden apoyarse en las ciencias.

Una postura bastante difundida, aunque contradictoria es el emergentismo. Sus defensores advierten
que en el hombre hay aspectos inexplicables por el materialismo. Pero, al no admitir el espíritu (o
pretendiendo que la ciencia sea «neutral» ante él), afirman que lo específicamente humano ha emergido a
partir de la materia en el curso de la evolución. Como luego veremos, esta emergencia es sólo un nombre
para designar un tránsito imposible de lo inferior a lo superior, con lo cual se pretende que aquello dé algo
de lo que carece.

Tampoco faltan los intentos de explicar la inteligencia humana mediante analogías con supuestas
inteligencias artificiales, como la de las computadoras que serían capaces de realizar algunas operaciones
iguales o mejor que el hombre. Se olvida entonces que la actividad intelectual del hombre no se puede
reducir a la lógica (a cualquier lógica en general, no sólo a la binaria que sustenta los procesos digitales) y
aunque el discurso lógico es muy importante, hay actos intelectuales cuyo nivel es sobradamente superior no
sólo porque no dependen y trascienden netamente lo material, sino que con ellos se alcanza a conocer
principios y más verdad que la que puede dar la computadora más sofisticada.

Con cierta frecuencia se ha intentado hacer una antropología filosófica con métodos experimentales.
En el nivel de las ciencias positivas, tanto biológicas como socioculturales, se consideran los hechos
humanos y sus relaciones, tratando de explicarlos enunciando las leyes generales que los abarcan,
considerándolos simplemente como casos de una ley general. La ciencia positiva establece las leyes que
regulan las relaciones o interacciones de los fenómenos biológicos o los socioculturales.

En definitiva, las diferentes ciencias sobre el hombre estudian al ser humano bajo diversos aspectos,
mediante sus métodos propios, cuyo valor hay que reconocer, pero para estar rectamente orientadas,
7
necesitan contar con una potente filosofía del hombre que sea capaz de integrarlas desde una visión más
abarcante y profunda.

Por ejemplo, la Sociología y la Historia han de tomar como dato básico la existencia de la libertad
humana, estudiada por la Filosofía del Hombre. En caso contrario, se presentarán como científicas
conclusiones falsas, puesto que no existen realmente leyes sociológicas o históricas deterministas. La
Sociología exige una base filosófica y ha de contar con una acertada concepción sobre la libertad humana,
para no reducir el comportamiento humano a factores externos que no dan razón de sus dimensiones éticas.

La Psicología Experimental también necesita en sus planteamientos de una adecuada Antropología


Filosófica, lo cual no implica que sus conclusiones se deriven directamente de ella.
En realidad toda teoría psicológica conlleva una concepción filosófica sobre el hombre, incluso aquella que
la abiertamente la desprecia.

Por lo demás, la Antropología Filosófica completa a la Psicología experimental, ya que da las razones
últimas sobre el ser humano. Un psicólogo puede decirle a una persona el por qué de su estado, por ejemplo,
la causa de su tristeza: "Usted está triste porque le ha sucedido esto y como Ud. tiene estas experiencias, este
carácter y la persona en cuestión puede decirle: "gracias por el dato", hasta es posible que ya lo haya sabido.
Sin embargo, la razón última de la tristeza no se la puede decir sino desde la Antropología Filosófica que da
explicaciones más allá de la relación inmediata causa-efecto, porque más allá de saber por qué esta persona
está triste, está la pregunta de ¿por qué le acaece al ser humano la tristeza? y va más allá todavía de poner
delante el hecho de las carencias y el modo de identificarlas o desvelar aquellas que son falsas, llegando a
dar incluso el «sentido» último de las verdaderas carencias, del sufrimiento, del dolor, del mal en definitiva.

En general, las Ciencias Biológicas, las Ciencias Históricas, las Ciencias Sociales, la Antropología
Cultural, etc., han tenido un desarrollo en cierto modo autónomo y heterogéneo en relación con el tema del
hombre. Precisamente por eso dicho tema aparece como muy fragmentario, amplio, disperso y
consiguientemente, casi como inabarcable, pero tal integración es uno de los retos de la Antropología
Filosófica actualmente.
8

También podría gustarte