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HACIA EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO

Dra. Genara Castillo

INTRODUCCIÓN

Cuestiones preliminares

A. ¿Para qué la Antropología Filosófica?

Este breve manual está dirigido a estudiantes universitarios que se dedicarán a las
Ciencias Económicas y Empresariales, a las Ciencias de la Información y al Derecho,
quienes en su mayoría por primera vez cursan una asignatura de Antropología
Filosófica.

Por tanto, y para centrar bien las expectativas, tenemos que precisar desde el
comienzo que este libro no es para especialistas en Filosofía; sólo pretende ser una
ayuda para introducir a los alumnos de nivel universitario en el difícil problema del
conocimiento del ser humano, lo cual atañe a su propio ser y es la realidad más
importante de sus futuras carreras profesionales.

Quienes se dedicarán a las Ciencias Económicas y Empresariales, a las Ciencias


de la Información y al Derecho, tendrán siempre que trabajar con personas humanas; y
si es de sentido común que quien trabaja con el acero se aplique primero a estudiar su
naturaleza y propiedades, y quien trabaja haciendo estatuas de mármol se interese por
conocer cómo es éste para saber cuáles son sus posibilidades, etc., cuánto más quienes
se dediquen a tratar con personas tienen que tener un conocimiento de su naturaleza, de
sus actos y operaciones.

Esta exigencia es mayor cuando por poco que nos adentremos a la realidad
humana nos encontramos ante el ser más complejo que existe en este mundo. Nosotros
mismos tenemos la experiencia de lo intrincado que es nuestro ser. Sin embargo, los
seres humanos tenemos el gran peligro de pasar por alto lo más evidente. Por esto no es
de extrañar que el hombre actual se encuentre en crisis y por consiguiente que las
Instituciones humanas, familia, empresa, organizaciones políticas, etc., se encuentren
hoy en situaciones muy críticas. Estas crisis tienen muchas causas, pero una de ellas, la
más básica es que nos desconocemos increíblemente a nosotros mismos y a los demás.

Por otra parte, el tratar de hacer un pequeño manual introductorio de una ciencia
tan amplia y profunda como lo es la Antropología Filosófica, puede resultar temerario si
no es por la necesidad que de él tienen los alumnos en este nivel. Seguir un plano
inclinado, partir de la experiencia que poseen los alumnos, y paulatinamente ir elevando
esa experiencia a concepto, es un procedimiento didáctico que trataremos en lo posible
de seguir en el tratamiento de los temas.

Sin embargo, a pesar de reconocer la importancia que tiene la didáctica, estoy


convencida también de que a los problemas difíciles o complejos no se les puede
responder con soluciones o explicaciones fáciles o simples. Por ello, trataré en lo
posible de lograr unir los recursos didácticos con el planteamiento de las dificultades
que comporta la comprensión filosófica de] hombre.

Se trata de hacer accesible este conocimiento, para que el alumno no caiga en la


confusión o en el desánimo, pero sin evitar el tratamiento de sus dificultades. El que los
alumnos entiendan esto es además muy formativo, porque la tendencia imperante es la
de pretender obtener las cosas más valiosas, incluso la sabiduría, sin costo alguno, con
lo que se suele llamar la ley del mínimo esfuerzo.

Así pues, para emprender el presente estudio podemos contar con una gran
motivación que va más allá del deseo de aprobar la asignatura, y es el interés por
conocemos a nosotros mismos y a los demás. ¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Cómo son los
demás?, ¿Cómo aprovechar mejor mis posibilidades de desarrollo9 ¿Cuál es el sentido
de mi vida?, son preguntas que normalmente nos las haremos todos más pronto o más
tarde.

La Antropología Filosófica trata de responder a estas interrogantes de una manera


radical. A lo largo de la asignatura nos acercaremos al conocimiento de la vida humana.
A partir del conocimiento del alma o principio vital, iremos profundizando en ese
mundo interior que existe en nosotros y que raramente comprendemos. Veremos,
entonces, el modo como se despliega nuestra actividad, especificada por las facultades
racionales, de manera que podríamos advertir la riqueza de nuestra dimensión personal
y la de los demás.

En el estudio de los principales actos humanos, partiremos de la consideración del


conocimiento humano desde el nivel más básico como es el sensible, trataremos sobre la
naturaleza de los sentidos (temas como la mirada humana, la imaginación, son
importantes asuntos antropológicos). Asimismo, veremos los principales sentimientos y
pasiones, la alegría, el dolor, el por qué nos entristecemos y por qué nos alegramos, etc.
Un tema muy importante en antropología filosófica es el del amor humano y si bien su
tratamiento merecería por lo menos un libro aparte, aquí haremos su planteamiento
inicial.

Desde el comienzo del curso insistiremos en la importancia de las facultades


humanas superiores, la inteligencia y la voluntad. Estas facultades, aunque no son las
únicas (ya que el ser humano no es sólo espíritu sino que tiene una dimensión corpórea),
sin embargo especifican la actividad del ser humano como tal y le diferencian de otros
seres inferiores; por medio de ellas el ser humano puede gobernar su sensibilidad y
todos los actos de la vida práctica, y son las que permiten el avance de las ciencias y de
la historia de las sociedades. El ejercicio de estas facultades nos llevará a actividades
que se prolongan hasta el infinito.

Finalmente nos ocuparemos de nuestro ser personal, en el cual está sostenida toda
la actividad anterior. Esta profunda realidad de ser personas, es más que ser
simplemente seres humanos, porque. la naturaleza humana la tenemos todos por igual,
en cambio el acto de ser personal es de cada quién, único e irrepetible, es lo que hace
que nuestra intimidad se abra intelectual, libre y donalmente al resto de seres
especialmente a otra u otras personas.
Es oportuno advertir, desde el principio, que aunque detengamos la atención de
manera especial en cada dimensión del ser humano, al mismo tiempo haremos alusión a
la complejidad de sus interrelaciones y a su realidad personal; de manera que no se trata
de separar analíticamente al ser humano, como si tuviera compartimentos estancos, el
detenernos un poco más en uno de sus aspectos o dimensiones es sólo requerido por la
exposición didáctica.

En cierta- manera, se podría decir que uno de los propósitos del libro es el de ser
una ayuda para la vida práctica, algo así como una especie de manual de instrucciones,
o manual de funcionamiento del ser humano. Se trata de iniciarse en saber cómo es el
ser humano, con qué facultades o capacidades contamos,'ómo se activan, cuáles son sus
actos u operaciones propias, para ver corno se las puede usar mejor, y cómo se puede
ser coherente con la dimensión personal que el ser humano comporta.

Para algunos éste es el inicio de un gran descubrimiento y puede serlo de una


apasionante aventura, la de dirigir la propia vida a su finalidad más propia y más alta.
Por tanto, el presente libro tiene además de una finalidad teórica, también una tácita
invocación práctica. No basta con saber que tenemos alma y qué es la vida, ni de saber
de memoria las funciones de la imaginación, o de la inteligencia, o saber cómo se
controla una pasión; esto quizá podría llevar a aprobar, con suerte, la asignatura, pero lo
que sí es seguro es que nos llevaría a un gran aburrimiento.

La temática del curso de Antropología Filosófica no puede sernos indiferente.


Cada segundo de nuestra vida estamos desplegando innumerables movimientos,
operaciones y actividades de todo tipo, desde la que se realiza en la célula más
elemental de nuestro organismo hasta los movimientos de la imaginación, de las
emociones y las más potentes, las de nuestra inteligencia y voluntad. Precisamente,
algunos alumnos suelen comentar al final de la asignatura que han descubierto «cosas»,
por ejemplo, que tienen alma y que «algo les pasa allá adentro». Cuando alguna vez se
les ha comentado que de alguna manera eso todos lo saben, han respondido que lo
sabían como un dato general,'pero que no «les decía nada» personalmente.

Sin embargo, el reto del estudio de la Antropología Filosófica, es que sea muy
formativo personalmente y esto ya es tarea de cada quien. En ella se trata de estudiar al
ser humano, personal, que somos. Si se estuviera estudiando el mar y los peces, o los
astros y sus órbitas, etc., podríamos decir que en cierta manera aquello no «nos toca»
directamente.

En cambio, en esta asignatura tenemos el reto es incorporar esos conocimientos a


la vida personal, tratar de relacionar lo que se va aprendiendo con lo que le ocurre a
cada uno, e ir respondiendo, poco a poco, las interrogantes que se planteen. Por otra
parte, ésa es la ventaja que proporciona la auténtica ciencia: iluminen la experiencia
concreta con los principios radicales o universales.

Como decíamos, esto depende de cada quien, de su libertad. Aún con todo, al
saber cómo es el hombre, al entender sus causas y principios más últimos, al ver las
consecuencias que tienen los propios actos, etc., al menos queda la advertencia; luego
hará cada uno libremente lo que quiera, pero por lo menos estará en condiciones de
saber las consecuencias de lo que está haciendo.
Además, como ya señalamos anteriormente, intentaremos seguir (especialmente
en las clases), una exposición rigurosa y académica pero también haremos algunos
breves comentarios referidos a las inquietudes que hoy por hoy tienen los alumnos. Nos
quedará entonces la seguridad de que el tratamiento de estos temas no se acaba aquí, ni
en la clase, sino que se prolonga después, cuando en el asesoramiento y de modo
personal comente o comentemos más despacio estos temas tan propios por ser tan
humanos.

Podemos entonces aprovechar la asignatura para aclararnos una serie de dudas que
existen hoy sobre la persona humana y para descubrimos a nosotros mismos. Nunca
como en los momentos actuales se ha hecho necesaria una Filosofía sobre el hombre. En
los tiempos que corren muchas ciencias han invocado una explicación del ser humano.
Esto es una exigencia de siempre, porque para que el hombre realice algo para sí o para
los demás tiene que partir del conocimiento de sí y de los otros.

Como decíamos esa necesidad de aclararnos es mayor en la actualidad y lo será de


modo decisivo en el siglo venidero, ya que la posibilidad de acceder a la ingente y
múltiple información y a la cantidad de medios disponibles se incrementará
considerablemente. Se avecina la llamada sociedad del conocimiento, pero junto con el
aumento del conocimiento sobre los medios disponibles, sobre el universo, sobre los
asuntos humanos, irá apareciendo la pregunta sobre nosotros mismos, y cada vez más
surgirá el imperativo de hacer jugar todos aquellos recursos a favor y no en contra de los
propios seres humanos.

El acierto no está garantizado de antemano, dependerá de las disposiciones que


tengamos; pero la tarea se impone por sí misma, ya que en la futura sociedad del
conocimiento sería irónico que sepamos mucho de casi todo y no sepamos casi nada
acerca de nosotros mismos.

Para poder acertar en el manejo de la multiplicidad, del los medios, del


conocimiento, etc. se precisa un cultivo suficiente del ser humano, de la posesión de los
criterios y de los hábitos necesarios para hacer frente a los retos que los nuevos proble-
mas le planteen, de lo contrario puede ser que no le fallen las cosas, ni las técnicas, ni
los medios que cada vez estarán más a su alcance, pero puede fallar él y entonces
ninguna de sus empresas puede tener éxito realmente.

Tenemos una dificultad inmediata y es que la aceleración de los cambios en este


-fin de siglo y en los años venideros pueden hacer perder la serenidad y llevar al
desconcierto. A veces pareciera que en los tiempos que corren' no queda tiempo para
reflexionar, cuando es justamente lo más perentorio.

Las prisas, el atractivo de los reclamos externos, hacen que el hombre queme
caprichosamente su vida en cada momento que pasa, sin lograr y ni siquiera desear
buscar lo que realmente vale, tratando de ahogar su vacío interior en medio de un gran
activismo externo o de compensaciones estériles.

Sin embargo, en medio de esa vorágine y desasosiego, el ser humano más que
nunca necesita saber el qué y el por qué de sus reacciones, de sus impulsos, de por qué
llora y por qué ríe, de sus deseos de felicidad y de sus sufrimientos, de sus proyectos y
actividades, de su conocimiento y dé sus amores, de su trabajo, de su vida en sociedad,
y qué sentido tiene todo aquello.

La Antropología Filosófica puede ayudar mucho en ese cometido, ya que tiene


como pretensión dar razón del ser humano desde unos principios radicales, seguros,
asombrosamente permanentes y entonces, implícitamente, invocar su crecimiento.
Contribuir a ese esclarecimiento es el propósito del presente libro.

B. ¿Qué estudia la antropología filosófica?

La Antropología Filosófica estudia desde la perspectiva filosófica la


naturaleza, la esencia y el ser personal del hombre; sus actividades más propias, su
origen y su destino.

Etimológicamente el término antropología alude al tratado sobre el hombre


(antropos- hombre, logos- estudio), Por esto se suele decir que su materia de estudio
(objeto material) es el hombre. Sin embargo, se puede estudiar al hombre desde
diferentes puntos de vista (lo que se suele llamar objeto formal). Precisamente la
antropología filosófica es el estudio del ser humano y de todo lo que a él pertenece, pero
desde la perspectiva filosófica.

El estudio del hombre que es el objeto material de la filosofía, puede ser


compartido por otras ciencias, como la biología, la medicina, la psicología, la
sociología, etc. Pero la diferencia está en que cada una de estas ciencias estudian al ser
humano desde diferentes perspectivas, con métodos distintos. Así por ejemplo, en la
actualidad, un médico en cuanto tal, estudia al ser humano de una manera diferente al
filósofo, puesto que su estudio es prioritariamente fisiológico, quedándose
ordinariamente en su aspecto anatómico. Este conocimiento no es despreciable, ya que
el cuerpo humano, su fisiología, las funciones de sus diversos sistemas orgánicos, etc.,
son aspectos y operaciones importantes de la vida humana.

De manera similar, un psicólogo, aunque, como el médico y el filósofo, tenga


como materia de estudio al ser humano, lo aborda desde un punto de vista diferente, ya
que básicamente se ocupa del estudio de los diferentes estados del alma humana. Al
estudiar las causas de la conducta humana, normalmente trata con hechos que influyen o
que desencadenan tales fenómenos. También esta perspectiva es importante en el
conocimiento del ser humano, la observación, el análisis, las íntimas relaciones de los
diferentes factores que componen la conducta humana es un aporte bastante
esclarecedor de los fenómenos psíquicos.

Sin embargo, la perspectiva filosófica es más ambiciosa, va más allá de aquellos


análisis y relaciones que se dan en la fisiología y en la conducta humana. El método
filosófico, como es sabido, se caracteriza por sus planteamientos profundos, radicales,
tanto de la naturaleza, operaciones y principios del ser humano.

Las averiguaciones que se han realizado sobre el ser humano desde la perspectiva
filosófica han sido abundantes durante casi 25 siglos. A lo largo de las diferentes
épocas, los diversos filósofos han ido aportando un caudal de descubrimientos
filosóficos sobre el hombre.
La Antropología Filosófica actual tiene la posibilidad de nutrirse con los aportes
más significativos y tiene el reto de integrarlos en una visión coherente y radicalmente
profunda de la realidad humana y tiene la misión de continuarlos, en lo posible, ya que
el saber filosófico es un saber siempre abierto.

Trataremos inicialmente de hacer un breve recorrido por la historia de la


Antropología Filosófica, señalando brevemente los aportes más significativos, para
desarrollarlos luego a lo largo de la exposición del presente manual. Precisamente por
esto, puede ser mejor pasar rápidamente por los siguientes apartados, y entrar
directamente al siguiente capítulo, ya que a lo largo del presente manual se podrán ir
viendo los aportes significativos que hasta el momento se han hecho, y que a
continuación presentarnos de manera sintética.

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