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Apunte Derecho Comercial
Apunte Derecho Comercial
Este fenómeno que caracteriza al tráfico mercantil exige un derecho especial no formalista
que no entraba ni dificulte la realización en serie de los actos mercantiles. Por ejemplo, la
compraventa es mercantil cuando se celebra con la finalidad de vender arrendar o
permutar la cosa comprada. Esta finalidad se relaciona con la intención del comprador,
cuestión subjetiva que solo podría comprobarse después.
Sin embargo, el dato que muestra y acredita esa intención, es la relación de la compra con
la serie de actos Que ejecuta el sujeto en la serie orgánica de operaciones propias de su
industria.
Límites
Pero no todos los contratos mercantiles son consensuales o carecen de regulación legal en
cuestiones de fondo o contenido estos límites se explican por razones de seguridad en el
tráfico o por otras razones de interés público o privado.
El código de comercio siguiendo a sus modelos francés y español regula solo ciertos
contratos tal vez los más importantes al menos en la época de su situación y que hoy
algunos conservan su importancia como la compra venta el seguro el transporte la
sociedad etcétera.
Todos los arriba nombrados son los llamados contratos mercantiles típicos o nominados
pero la autonomía privada o el ejercicio de la libertad contractual ha ampliado el abanico
de contratos de aplicación frecuente en la actividad mercantil surgiendo los llamados
contratos mixtos y atípicos.
Los contratos puramente atípicos se regulan por el propio contenido que le han dado las
para pues las reglas generales aplicables a todo contrato teniendo especialmente presente
el principio de la autonomía de la voluntad en todo aquello que no contraviene al derecho
chileno y ciertamente por la costumbre mercantil en cuanto les resulte aplicable.
La empresa y el contrato
el contrato es un instrumento jurídico que permite la circulación de la riqueza en el
comercio resulta un instrumento valioso pues la cadena de operaciones propias de la
empresa se desarrolla jurídicamente a través del contrato. Ello sin perjuicio del Uso y rol
de los títulos de crédito o títulos de valores según veremos. El empresario comerciante
entra en relaciones jurídicas con sus contrapartes o clientes a través de un proceso masivo
por lo que en muchos casos les resulta imposible discutir con cada uno de ellos los
diversos aspectos que van envueltos en una contratación. Surgen entonces las figuras del
contrato tipo y del contrato de adhesión los cuales suponen la pre redacción de un
contrato que posteriormente se impuesto a la contraparte.
Se dice que este fenómeno atenta a la libertad contractual porque una parte impone a la
otra el contenido del contrato sin posibilidad de discusión o negociación. de ahí que el
estado asuma 2 roles frente a este fenómeno en ciertos casos el estado impone a las
partes un modelo tipo que salvaguarda los intereses de los contratantes por ejemplo en
las pólizas de seguro y en otros dicta normas de protección y poniendo las obligaciones
del contratante poderoso o restando eficacia a ciertas cláusulas abusivas o contrarias al
interés legítimo del contratante más débil en este caso la ley de protección al consumidor.
El contrato tipo
Constituyen modelos de contratos redactados por una parte o por empresarios con
actividad e intereses convergentes cuyo contenido se basará ulteriormente en los
contratos que se celebren con los clientes. En rigor el contrato tipo debiera ser el
resultado de una negociación de los representantes de las dos categorías de contratantes,
pero en la realidad no siempre es así. A veces el rol del representante de una de las partes
es subido por el estado. También se da el fenómeno del contrato tipo unilateral.
Sin duda que en las épocas de claro intervencionismo estatal el dirigismo ha sido más
fuerte conservándose hoy en día en las contrataciones donde el poderío de una de las
partes es ostensible entre paréntesis contrato de trabajo o donde la actividad económica
tiene especial relevancia económico social (mercado de valores).
El mandato mercantil
Cuestión previa los agentes auxiliares del comerciante
el comerciante o si se quiere derechamente la empresario se caracteriza por ser él quien
asume el carácter de titular de los derechos y obligaciones que se generen a propósito de
su actividad mercantil.
Sin embargo no es necesario –y desde un punto de vista práctico resulta imposible- que el
comerciante ejecute por sí mismo todas y cada una de las operaciones mercantiles de su
giro.
Por lo mismo el comerciante constantemente requiere del auxilio de otras personas para
poder desarrollar su comercio. A veces va a necesitar de intermediarios que busquen
negocios para el comerciante que hagan los contactos para que oportunamente el
comerciante celebre y concluyan un determinado contrato otras veces el comerciante
requiere de otra persona que ejecute directamente el contrato por cuenta del
comerciante punto eso propósito de esta figura donde encontraremos la institución del
mandato comercial.
En general todas estas personas que auxilien el comerciante en el ejercicio de su actividad
comercial se denominan agentes auxiliares del comerciante punto dentro de ellos desde el
punto de vista de la forma en que se relacione con el comerciante podemos distinguir 2
tipos de agentes auxiliares: Los auxiliares independientes: los auxiliares toman este
carácter cuando entre el comerciante y el auxiliar no existe un vínculo jurídico en
subordinación o dependencia. Estos auxiliares pueden prestar servicios a diversas
personas con las cuales no estén subordinadas jurídicas ni económicamente. Algunos de
estos agentes son a su vez comerciantes punto su actividad comercial precisamente
consiste en facilitar las operaciones mercantiles de otras personas y al desarrollar esta
actividad en forma habitual para sí mismos y con ánimo profesional pasan a ser
comerciantes. incluso pueden llegar a explotar un establecimiento de comercio.
Dentro de este tipo de auxiliares independientes encontramos a los comisionistas los
corredores los martilleros los agentes de valores etc.
Los auxiliares dependientes: estos prestan servicios a un solo comerciante con el cual
están subordinados jurídica y económicamente punto están ligados por vínculo laboral al
principal e integrar la estructura empresarial del comerciante punto aquí encontramos a
los factores y dependientes de comercio. Cuando los auxiliares dependientes realizan su
labor no realizan el comercio para sí mismos lo cual es un requisito esencial para calificar a
una persona de comerciante. En efecto ellos están actuando por cuenta del principal.
Por lo mismo a diferencia de lo que ocurre con los auxiliares independientes la labor de
los auxiliares dependientes no puede llegar a constituir una actividad mercantil separada
de la principal porque los actos que estos auxiliares dependientes realizan son ejecutados
dentro de la estructura empresarial del comerciante con el cual están ligados por un
vínculo de subordinación o dependencia.
El contrato de mandato.
el código civil lo define en el artículo 2116 inciso primero el mandato es un contrato en
que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra que se hace cargo de ellos
por cuenta y riesgo de la primera. El código civil regula el mandato en el título XXIX del
libro cuarto “del mandato” artículos 2116 y siguientes estas normas se aplican
supletoriamente al mandato comercial.
El código de comercio define el mandato comercial en el artículo 233 estableciendo que es
un contrato por el cual una persona encarga la ejecución de una o más negocios lícitos de
comercio a otra que se obliga a administrar los gratuitamente mediante una retribución y
a dar cuenta de su desempeño. El artículo 234 el código de comercio nos dice que hay 3
especies de mandato mercantil: 1) la comisión, 2) el mandato de los factores y mancebos
o dependientes de comercio y 3) La correduría.
El código de comercio regula el mandato en el título sexto del libro segundo del mandato
comercial el artículo 233 y siguientes.
En cuanto a la tercera acepción se dice que es la más propia y responde de mejor manera
en la regulación establecida respecto del mandato. Desde esta perspectiva puede ser
objeto del mandato la ejecución de negocios jurídicos provinciales y también la ejecución
de negocios de índole económica que darán lugar a la ejecución de actos jurídicos (como
la administración o conservación de un establecimiento).
4) En cuanto a sus efectos: Los efectos del negocio cuya ejecución se ha encargado el
mandatario corren por cuenta y riesgo del mandante. Este es el elemento característico
de este contrato ya que de la ejecución del negocio se derivarán una serie de
consecuencias jurídicas y económicas las cuales en último término interesarán al
mandante.
En otras palabras las consecuencias derivadas de la gestión del mandatario en definitiva
no afectan a este último atendido que no realiza la gestión para sí sino que obra por
cuenta y riesgo del mandante. Sobre el particular precisamos que el mandatario siempre
actúa por cuenta y riesgo del mandante. Sin embargo al ejecutar el encargo puede que
contrate a nombre propio o a nombre de su mandante. Así lo reconocen los arts. 2151 CC
y 254 CCm.
Ahora bien la forma en que obre el mandatario es decir a nombre propio OA nombre de
su mandante será importante para determinar responsabilidad del mandante y del
mandatario frente a los terceros con quienes hayan contratado con ocasión del ejercicio
del esto nos lleva a referirnos a la figura de la representación.
La representación.
Es una figura jurídica en virtud de la cual lo que una persona ejecuta a nombre de otra,
estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del
representado iguales efectos que si hubiera contratado él mismo.
De acuerdo con lo expresado, dos son las fuentes de la representación: una, la convención
y la otra, la ley.
En Derecho Comercial la fuente más fecunda de esta ficción es la convención de las
partes. La representación legal la encontramos en el caso del capitán en una nave, ya que
representa al naviero respecto de ella y a los cargadores respecto de la carga. Para que se
produzca el efecto principal de la representación, esto es, para que los derechos y
obligaciones nacidos del contrato celebrado por el representante se radiquen en el
patrimonio del representado se requiere la concurrencia de dos presupuestos: capacidad
para representar y contemplatio domine.
Capacidad para representar. El mandato no confiere naturalmente al mandatario más que
el poder de efectuar los actos de administración (art. 2132 del Código Civil). Para todos los
actos que salgan de estos límites se requiere poder especial (mismo artículo).
Por su parte, el artículo 340 del Código de Comercio dice: “Los factores se entienden
autorizados para todos los actos que abrace la administración del establecimiento que se
les confiare, y podrán usar de todas las facultades necesarias al buen desempeño de su
encargo, a menos que el comitente se las restrinja expresamente en el poder que les
diere”.
1º Cuando tal contrato corresponda al giro ordinario del establecimiento que administran;
2º Si hubiere sido celebrado por orden del comitente, aun cuando no esté comprendido
en el giro ordinario del establecimiento;
La capacidad.
Pueden ser factores no sólo las personas que tengan la libre administración de sus bienes
sino también, de acuerdo con el artículo 13 del Código del Trabajo, los que sean capaces
para celebrar el contrato de trabajo, esto es, los mayores de 18 años y los menores de 18
años pero mayores de 15, siempre que obraren con el consentimiento de su
representante legal o de las personas que los tengan a su cuidado. Respecto a los menores
de 15 años, además, es necesario que hubieren cumplido con la obligación escolar.
Todo mandato implica actos de administración, pero las facultades pueden restringirse
por la voluntad del mandante, de suerte que, para calificar los poderes, es necesario tener
a la vista el instrumento en el cual se ha conferido el mandato.
En la práctica, pueden presentarse tres situaciones con respecto a las facultades de los
factores, a saber: 1) que el comitente en su mandato se limite sólo a reproducir el
contenido de la disposición del artículo 340 del Código de Comercio; 2) que le dé al factor
menos facultades que las indicadas en dicho precepto legal, y 3) que amplíe las facultades
del artículo 340, otorgándole más poderes que los allí consignados.
El artículo 329 indica la forma de hacer efectiva la acción en el caso que estudiamos; el
tercero puede dirigirla contra el factor o contra el principal, pero no contra los dos juntos.
Esto evidencia que el factor también queda obligado y a la postre puede ser él quien deba
cumplir las obligaciones.
En consecuencia, surge la necesidad de regular las relaciones entre mandatario y principal.
El mandatario alegará que al contraer dichas obligaciones se encontraba en alguno de los
casos de excepción del artículo 328 del Código de Comercio, de donde resulta la
importancia que tiene otorgar el poder en forma y practicar la inscripción
correspondiente, puesto que en caso contrario el mandato es nulo entre factor y principal.
Las prohibiciones del factor. Guardan relación con la naturaleza del encargo que se le
confía y son una consecuencia de él. En general, puede decirse que les está vedado
ejecutar por su cuenta los mismos actos cuya ejecución se les ha encomendado, lo que
equivale a decir que se les exige dedicación exclusiva a los negocios que el mandato
comporta. De no existir esta prohibición, resultaría que el mandante o principal podría
verse fácilmente perjudicado por la competencia desleal que pudiera hacerle su propio
factor, sin recibir ninguna sanción. Esta prohibición dura lo que rige el mandato; no puede
extenderse más allá, porque carecería de valor.
1) Contrato a plazo fijo. El artículo 332 expresa que “no es lícito a los factores o
dependientes ni a sus principales rescindir sin causa legal los contratos que hubieren
celebrado entre sí con término fijo…”
Por su lado, el artículo 333 del Código de Comercio señala cuáles son las causales que
justifican la terminación del contrato por parte del principal. Otro tanto hace el artículo
334 del mismo cuerpo legal, que indica las causales que autorizan al factor o dependiente
para poner término al contrato.
2) Contrato sin término fijo. No teniendo plazo determinado el desempeño del mandato
de los factores o dependientes con sus principales, cualquiera de ellos podrá darlo por
terminado, avisando al otro con un mes de anticipación. El principal, en todo caso, podrá
hacer efectiva, antes de vencer el mes, la despedida del factor o dependiente, pagándole
la mesada que corresponde (art. 335 del Código de Comercio). (Véase el artículo 155 letra
f) del Código del Trabajo.)
Para ser dependiente de comercio hay que tener capacidad para celebrar el contrato de
trabajo de conformidad con lo prevenido por el artículo 13 del Código del Trabajo.
Facultades y derechos.
Deben distinguirse dos situaciones:
1) Dependientes encargados de ventas al por menor.
Estos, a decir verdad, casi no tienen ninguna calidad de mandatarios y no obligan
ordinariamente a sus comitentes más que en los actos de que están encargados.
Esta autorización para representar al comitente o principal es tácita; rige, como quedó
dicho, para los dependientes de bancos, tiendas, almacenes, etc., y se explica por las
dificultades prácticas que implicaría la verificación de un poder para actuar. Además, si no
existiera esta autorización tácita, sería difícil la celebración de contratos, ya que nadie se
arriesgaría a concluir una negociación que a la postre pueda resultar nula.
Esta autorización para representar al comitente o principal es tácita; rige, como quedó
dicho, para los dependientes de bancos, tiendas, almacenes, etc., y se explica por las
dificultades prácticas que implicaría la verificación de un poder para actuar. Además, si no
existiera esta autorización tácita, sería difícil la celebración de contratos, ya que nadie se
arriesgaría a concluir una negociación que a la postre pueda resultar nula.
Los contratos que celebre el dependiente con personas a quienes su comitente le haya
dado a conocer por circulares como autorizado para ejecutar algunas operaciones de su
tráfico, obligan al principal, siempre que los contratos se circunscriban a las negociaciones
encomendadas al dependiente. Serían también de responsabilidad del principal las
obligaciones que el dependiente contraiga por cartas, siempre que haya sido autorizado
para firmar la correspondencia del mismo principal, y se haya anunciado la autorización
por circulares.
Finalmente, el artículo 344 señala que los dependientes pueden realizar determinados
actos y contraer las obligaciones correspondientes en representación del principal, que
deberá expresarlo así en poder constituido por escritura pública o inscrito en el Registro
de Comercio (art. 22 Nº 5). Las obligaciones y derechos de los dependientes son comunes
a los de los factores; nos remitimos a lo expresado en su oportunidad.
La Comisión Mercantil.
El artículo 2125 del Código Civil contempla el caso en el cual el silencio de una de las
partes se mira como aceptación para los efectos de la formación del consentimiento y
expresa: “Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos,
están obligadas a declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una
persona ausente les hace, y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como
aceptación”.
El Código de Comercio, por su parte, en el artículo 243 dispone: “El comisionista puede o
no aceptar a su arbitrio el encargo que se le hace, pero rehusándolo quedará obligado
bajo responsabilidad de daños y perjuicios:
1º A dar aviso al comitente de su repulsa en primera oportunidad;
2º A tomar, mientras no llegue el aviso al comitente, las medidas conservativas que la
naturaleza del negocio requiera, como son las conducentes a impedir la pérdida o
deterioro de las mercaderías consignadas, la caducidad de un título, una prescripción o
cualquier otro daño inminente”.
Como en nuestro país no existe la profesión de comisionista, la aceptación tácita que
queda reservada a los profesionales no es aplicable, según nuestra jurisprudencia, a los
comisionistas accidentales.
Con respecto a la segunda obligación del artículo 243 del Código de Comercio se aplican
las reglas de la responsabilidad contractual, de suerte que tal obligación sólo existe por un
tiempo razonable y no en forma indefinida.
Si después de avisado el comitente no eligiere dentro del plazo razonable al sustituto, el
comisionista puede pedir al tribunal el depósito de las mercaderías consignadas y la venta
de parte de ellas para reembolsarse de los gastos que hubiera anticipado (art. 244 del
Código de Comercio).
La capacidad para ser comisionista.
El Código no señala reglas especiales al respecto, por lo que se deduce, de acuerdo con las
normas generales, que basta tener capacidad para comerciar.
¿En qué caso el comisionista puede no ejecutar la comisión encargada? Cuando existe una
causa legal que lo autorice para suspender o renunciar al cargo, como ocurre por ejemplo
cuando para llevar a término el mandato necesita provisión de fondos y ésta no se hace
por el comitente (art. 272 del Código de Comercio).
En ningún caso el comisionista podrá alterar la marca de los efectos sin expresa
autorización del comitente (art. 247).
¿Qué debe hacer el comisionista para liberarse de responsabilidad cuando las cosas están
deterioradas o se pierden? El artículo 249 del Código de Comercio se limita a señalar que
debe dar aviso al comitente sin demora y hacerle constar este deterioro o pérdida. ¿De
qué forma puede hacerlo constar legalmente? El Código nada dice a este respecto, por lo
que debe recurrirse a las reglas dadas en caso de avería, de suerte que si ésta está
manifiesta, debe iniciar juicio y se nombrará tasador, y si la avería no está manifiesta,
tiene plazo de 48 horas para hacer la denuncia ante el juzgado donde lleguen las
mercaderías.
3º Comunicar el estado de las negociaciones. La ley exige que el comisionista tenga al
tanto de las negociaciones al comitente. La razón es lógica: el comisionista está supliendo
la actuación personal del comitente.
El artículo 250 del Código de Comercio consagra esta obligación del comisionista, que
tiene por objeto permitir al comitente confirmar, revocar o modificar las instrucciones que
haya impartido para la ejecución del mandato. Varias disposiciones, entre otras los
artículos 267, 273, 279 y 302 del Código de Comercio, confirman esta obligación.
Las prohibiciones a que está sujeto el comisionista. En este contrato, como en ningún
otro, el legislador ha reglamentado estrictamente las prohibiciones. La razón de ello radica
en el hecho de que la comisión es un mandato en que una persona asume la
representación de otra, radicándose los efectos del acto o contrato encomendado en el
patrimonio del representado. De ahí que la ley se interese en proteger al mandante para
que de la actuación del mandatario no resulte un perjuicio en su contra. Estas
prohibiciones son, a saber:
1)La prohibición de alterar las marcas (art. 247 del Código de Comercio). Establece esta
disposición que en ningún caso podrá el comisionista alterar la marca de los efectos sin
expresa autorización de su comitente. La sanción al incumplimiento de esta obligación es,
desde el punto de vista contractual, la indemnización de perjuicios, de la que se hace
acreedor del mandante y, desde el punto de vista penal, el comisionista se hace reo del
delito de estafa.
2) La prohibición de lucrarse con el mandato (art. 278 del Código de Comercio). Fuera del
salario o remuneración el comisionista no puede recibir lucro alguno de la negociación
que se le hubiere encomendado. En consecuencia, deberá abonar a su comitente
cualquier provecho directo o indirecto que obtuviere en el desempeño de su mandato.
Dentro de esta prohibición existe otra contemplada en el artículo 252 del Código de
Comercio, por la cual se le impide al comisionista dar en prenda, para seguridad de
obligaciones propias, objetos que le hubiere entregado el mandante. Si el mandatario
infringe esta prohibición, la prenda subsiste; el mandante para liberar sus especies deberá
pagar al acreedor prendario hasta la cantidad concurrente al valor de las mercaderías, a
menos que probare que el acreedor, al recibirlas, tuvo conocimiento de que no
pertenecían al comisionista, en cuyo caso tendrá derecho a reivindicarlas.
Don Gabriel Palma se pronuncia en este caso por la nulidad relativa y sostiene que el acto
puede ser ratificado. A juicio de don Raúl Varela Varela, la sanción es la inoponibilidad del
acto.
4) La prohibición de delegar. En el derecho civil la delegación del mandato está permitida,
a menos que se prohíba hacerla. En el derecho comercial, en cambio, esta situación es
justamente inversa: se prohíbe la delegación del mandato, a menos que se autorice para
realizarla. Hace excepción a este principio el artículo 262 del Código de Comercio, que
permite la delegación respecto de los “actos subalternos que según la costumbre del
comercio se confían a los dependientes”.
El artículo 261 del Código de Comercio contiene esta prohibición y se desprende de él que
la autorización para delegar puede ser: a) expresa, cuando se hace en términos formales y
explícitos, por ejemplo en el contrato mismo; y b) tácita, se desprende de la forma en que
se ha hecho la comisión.
El artículo 264 contempla un caso de delegación implícita, que tiene lugar cuando el
comisionista estuviere impedido para obrar por sí mismo y hubiere peligro en la demora.
1) Formas para hacer la delegación. El comitente puede o no designar las personas que
van a servir de delegados. El Código de Comercio en esta materia es extremadamente
detallista: “Autorizado explícitamente para delegar, el comisionista deberá hacerlo en la
persona que le hubiere designado el comitente.
Finalmente, el artículo 267 del Código de Comercio establece que en todos los casos en
que el comisionista delegue la comisión deberá dar aviso a su comitente de la delegación y
de la persona delegada.
2) La renuncia del comisionista. En principio la renuncia está permitida, pero debe darse
aviso al comitente dándole tiempo suficiente para que provea personalmente o nombre al
sustituto (arts. 2167 del Código Civil y 242 del Código de Comercio).
Si la renuncia se hace sin observar la obligación de dar aviso y de ello se siguen perjuicios
graves para el comitente, se puede hacer efectiva la responsabilidad contractual del
comisionista para que le indemnice los daños.
No debemos olvidar, por otra parte, que la renuncia está permitida en todos aquellos
casos en que para la ejecución del mandato el mandatario requiera provisión de fondos y
ésta no se hace por el comitente (art. 272 del Código de Comercio).
3) La muerte del comitente. El artículo 2163 Nº 5º del Código Civil expresa que el mandato
termina por la muerte del mandante o del mandatario. El Código de Comercio contempla
una solución diversa: la comisión no termina por la muerte del comitente, pues se trata de
cumplir una o varias operaciones determinadas y existe interés para el comisionista en
poner término a su mandato.
Las obligaciones del comitente se transmiten a sus herederos (art. 240 del Código de
Comercio). Distinta es la situación que se produce en caso de muerte del comisionista,
pues el encargo es estrictamente personal. Si el comisionista fuere una persona jurídica,
se ha dicho que subsiste la comisión, a menos que la muerte del encargado de cumplirla
ponga término a la sociedad.
– Comisión para vender. Al igual que en el caso anterior, se trata de una operación de
comercio determinada: la venta. Se aplican también las reglas generales de la comisión. El
artículo 312 del Código de Comercio contiene una norma de carácter especial: “El
comisionista deberá verificar la cobranza de los créditos de su comitente en las épocas en
que se hicieren exigibles, y no haciéndolo, responderá de los perjuicios que causare su
omisión”.
– Comisión para el transporte. El artículo 318 del Código de Comercio la define señalando:
“Comisionista de transportes es aquel que, en su propio nombre pero por cuenta ajena,
trata con un porteador la conducción de mercaderías de un lugar a otro”. Combina
elementos del contrato de transporte y de la comisión. Se le aplican, de la misma manera
que en los casos anteriores, las reglas generales de la comisión o mandato mercantil.
Como regla de tipo especial, el artículo 321 del Código de Comercio le exige al
comisionista de transportes asegurar las mercaderías que remitiere por cuenta ajena,
teniendo orden y provisión para hacerlo, o dar pronto aviso a su comitente si no pudiere
realizar el seguro por el precio y condiciones que le designaren sus instrucciones.
LA LETRA DE CAMBIO
El giro o libramiento de una letra de cambio
El giro de una letra de cambio es el acto jurídico mediante el cual una persona, llamada
girador o librador, la crea y pone en circulación, emitiendo la orden de pago.
El giro de la letra es un acto jurídico unilateral y como tal requiere de voluntad y capacidad
para realizarlo.
Sin embargo, la capacidad para ejecutar ésta, como en general cualquiera otra de las
operaciones sobre letras de cambio, se rige por las disposiciones generales que sobre
capacidad contempla el Código Civil, ya que, según se explicó en el Capítulo IV de este
libro, el Código de Comercio sólo da reglas especiales en materia de capacidad en relación
a los comerciantes (artículos 7º y siguientes) y en las letras de cambio pueden intervenir
tanto comerciantes como quienes no lo son. Naturalmente que si intervienen
comerciantes en las operaciones sobre letra de cambio y pagarés, en ejecución de sus
actividades profesionales, su capacidad se regirá por la normativa especial del Código de
Comercio.
Por regla general, en el otorgamiento de una letra concurren tres personas: librador,
librado y tomador. Puede ocurrir, sin embargo, que falte la tercera persona, o que el
librador y tomador sean una misma persona. A este último tipo de letras se refiere el
artículo 3º de la ley. Estas letras son perfectamente legales y muy comunes en la práctica,
debido a que facilitan enormemente los traspasos.
Esta letra se llama letra domiciliada o "letra con cláusula de domicilio", y la persona en
cuyo domicilio se pagará se llama "domiciliatario".
El domiciliatario no contrae ninguna obligación ni figura para nada en la letra.
El tercero en cuyo domicilio se paga la letra puede tenerlo en la localidad en que el
librador tenga el suyo o en otra distinta.
Las ventajas de esta modalidad de letras se presentan en los siguientes casos:
Cabe tener en cuenta que, según el número 6º del artículo 1º, "si la letra no indica el lugar
del pago, éste deberá hacerse en el domicilio del librado señalado en el documento".
Según las reglas generales, si una persona actúa a nombre de otra sin poder para
representarla, el representante no se obliga personalmente, salvo su responsabilidad
extracontractual.
En materia de letra de cambio, el artículo 8º sienta el principio opuesto, al decir que "la
persona que firma una letra de cambio como representante o a ruego de otra, de la que
no tiene facultad para actuar, se obligará por sí misma en virtud de la letra; y si hubiere
pagado tendrá los mismos derechos que tendría el supuesto representado. La misma regla
se aplica al representante que se ha excedido en sus poderes".
La disposición se refiere a todo el que firme una letra como representante o a ruego de
otro. La expresión representante incluye a los representantes legales y también a los
mandatarios que obran a nombre de su mandante (artículo 1448 del Código Civil).
Responsabilidad del librador
El artículo 10 de la ley dispone que "el librador garantiza la aceptación y el pago de la letra
de cambio. Puede eximirse de la responsabilidad de la aceptación; pero toda cláusula por
la cual se exima o limite su responsabilidad por el pago se tendrá por no escrita".
a)Garantía de aceptación
En concordancia con lo anterior, el artículo 81 de la ley dice que "el portador puede
ejercer su acción antes del vencimiento de la letra: 1) Si se hubiese protestado la letra por
falta de aceptación del librado".
Se afirma que la obligación del librador de pagar el monto de la letra constituye, en este
caso, una especie de indemnización de perjuicios. A nuestro juicio, se trata de la
responsabilidad legal que contrae quien pone en circulación la letra, si el librado no acepta
la orden de pago y que se encuentra estrechamente relacionada con la garantía de pago.
b) Garantía de pago
En virtud de ella, el librador responde del pago del documento. Si el librado da su
aceptación, pero no paga al vencimiento del documento, el portador tiene, previo
protesto por falta de pago, derecho a cobrar el importe de la letra al librador (artículo 79
de la ley).
Es evidente que esta norma, que constituye hoy en día un anacronismo, es aplicable no
solamente al giro de la letra, sino a cualesquiera otros actos jurídicos que se efectúan en
relación con la letra, como el endoso, la aceptación, el aval, etc.
El endoso
El endoso está definido en el artículo 17 que dice: "el endoso es el escrito por el cual el
tenedor legítimo transfiere el dominio de la letra, la entrega en cobro o la constituye en
prenda". Recordemos que las reglas legales sobre el endoso, contenidas en la Ley Nº
18.092, sobre Letras de Cambio y Pagarés, se aplican a cualesquiera otros títulos de
crédito emitidos con cláusula a la orden de, a favor de, a disposición de u otras
equivalentes, cualquiera fuere la denominación con que se designare a dichos
instrumentos, según dispone la ley Nº 18.552. En consecuencia y en cuanto a su
naturaleza jurídica, el endoso es, por regla general, la forma de transferir los títulos a la
orden. Es la cesión de los créditos de esta clase.
Según dispone el artículo 25, inciso 2º, un endosante puede prohibir un nuevo endoso y,
en tal caso, no responde ante los endosatarios posteriores de la letra. No hay duda de que
en este caso la letra puede ser también cedida conforme a las reglas de la cesión de
créditos, porque lo que la ley establece es que el portador puede prohibir un nuevo
endoso, pero no dice que no pueda transferirse por otros medios.
Clases de endoso
Los analizaremos a continuación, previo examen de los requisitos de fondo que todos
deben cumplir.
a) El artículo 19, inciso 1º, dice que el endoso debe ser puro y simple. Toda condición a la
que se subordine el mismo se reputa no escrita. El endoso parcial no produce efecto
alguno.
En otros términos, el endoso no puede estar sometido a condición alguna y si se transfiere
el documento debe hacerse por la totalidad del mismo, no pudiendo, por ejemplo,
endosarse por $ 5.000 una letra que ha sido girada por la suma de $ 10.000.
b) El artículo 17 requiere que el endoso sea hecho por un tenedor legítimo, entendiéndose
por tal aquel que, conforme al artículo 26, justifica su derecho con una serie no
interrumpida de endosos, aunque el último esté en blanco. Si a un endoso en blanco sigue
otro endoso, se reputa que el firmante de éste ha adquirido la letra por el endoso en
blanco.
A fin de determinar al portador legítimo de la letra, deben tenerse por no escritos los
endosos tachados o borrados (artículo 26, inciso 2º).
De la aplicación de las reglas generales debemos concluir que el endosante debe ser
capaz, porque el endoso es una forma de obligarse. Además, el artículo 7º de la ley se
refiere a la incapacidad de algunos de los signatarios de la letra de cambio, entre los
cuales debe considerarse a los endosantes, con lo que se concluye que dichos signatarios
deben ser capaces.
Endoso traslaticio
a) En blanco, o
b) Completo.
a) El endoso en blanco consiste en la sola firma del endosante (artículo 23) y produce los
mismos efectos que el endoso completo, según se deduce del artículo 24.
Desde luego, la simplicidad de la forma del endoso constituye la primera diferencia entre
el endoso y la cesión ordinaria. Esta simplicidad formal nació, sin duda, de la necesidad de
dar mayor velocidad al título en su circulación, librándolo de las ataduras que significan las
solemnidades del Derecho Civil.
Del endoso resulta para los endosantes una responsabilidad solidaria, que en la ley está
expresamente consagrada en el artículo 79, que dice que "todos los que firman una letra
de cambio, sea como libradores, aceptantes, o endosantes, quedan solidariamente
obligados a pagar al portador el valor de la letra, más los reajustes e intereses, en su
caso".
A su vez, el artículo 25 dispone que quien efectúa el endoso traslaticio de dominio
garantiza la aceptación y pago de la letra.
La obligación de garantía del endosante es igual que la del librador, a la cual ya nos hemos
referido. El endosante garantiza tanto la solvencia presente y futura del librado,
solidariamente con los otros obligados.
Esta obligación, sin embargo, no es de la esencia del endoso, sino de su naturaleza,
porque el endosante puede exonerarse de ella, mediante una cláusula expresa estampada
al dorso del documento. La fórmula que generalmente se inserta para estos efectos son
las palabras "sin garantía".
Es importante tener presente que esta cláusula se refiere tanto a la garantía de aceptación
como a la de pago, en tanto que el librador sólo puede eximirse de la garantía de
aceptación.
Este principio está consagrado en el artículo 28 de la ley que dice: "la persona demandada
en virtud de una letra de cambio no puede oponer al demandante excepciones fundadas
en relaciones personales con anteriores portadores de la letra".
Si relacionamos este efecto del endoso con el que consiste en transferir el dominio de la
letra, que ya estudiamos, podemos afirmar que en la negociación de la letra, lo que se
transfiere no es el derecho del cedente (de lo contrario el cesionario hubiera podido
oponer también sus excepciones), sino el derecho derivado del título mismo.
Dicho de otra manera, la inoponibilidad o purga de las excepciones fluye del hecho de que
lo único que se transfiere por el endoso es el derecho que aparece del examen externo del
título. El endosatario tiene un derecho propio, de carácter autónomo, que es
independiente del que tenía el cedente.
La seguridad, rapidez y eficacia de las transacciones comerciales ha impuesto la necesidad
de dar al título a la orden el máximo de posibilidades de circulación, sin que se vea
entorpecida ésta por las diversas situaciones jurídicas que pueden haberse producido en
operaciones anteriores. Por eso, la falta de capacidad de un endosante, la falta de causa
de algunas de las obligaciones, la falsificación de una firma u otros vicios, no entorpecen la
eficacia del documento, y el portador sabe que, existiendo la aparente regularidad externa
del título, no podrá ver lesionado su derecho de crédito con excepciones latentes u
ocultas.
Según el artículo 32 de la ley, "el endoso de una letra vencida o protestada por falta de
pago no tiene más valor ni produce otro efecto que el de una cesión ordinaria".
Esto significa que este endoso, en los casos señalados, no producirá sus efectos propios,
sino que producirá aquellos que ya referimos al tratar de la cesión de créditos ordinaria,
tanto en cuanto al traspaso de las excepciones como a las garantías de las cuales responde
el cedente.
En el hecho no es un endoso, sino una simple cesión y, por lo tanto, cedente y cesionario
no quedan ligados por la reglamentación del endoso y pueden pactar lo que les convenga.
Endoso en garantía
El endoso en garantía es el escrito por el cual el tenedor legítimo constituye una prenda
con la letra de cambio, para caucionar una obligación contraída con un tercero.
El endosante puede haber contraído una obligación con un tercero (acreedor) y para
caucionar el cumplimiento de dicha obligación le entrega en prenda una letra de cambio,
para lo cual la endosa con una cláusula con la fórmula "valor en prenda", "valor en
garantía" u otra equivalente. Cuando el endoso contiene alguna de estas cláusulas,
importa constitución en prenda (artículo 21).
Desde el punto de vista formal, la cláusula necesaria para identificar este endoso es la de
"valor en garantía" u otra equivalente.
En cuanto a sus efectos, este endoso viene a limitar los efectos normales de todo endoso
y, por lo mismo, el endosatario no puede traspasar el título mediante nuevos endosos de
disposición; esto, por una razón muy simple: porque el dominio de la letra lo conserva el
endosante. El endosatario en garantía tiene un título de mera tenencia, pero de él nace un
derecho especial y muy efectivo para el endosatario: cobrar la letra y aplicar sin más
trámite su valor al pago de su crédito, conforme al artículo 30. El cobro puede ser judicial
o extrajudicial y exige al endosatario en garantía rendir cuenta al endosante.
Mientras el endosatario mantenga la letra en su poder debe practicar todas las diligencias
necesarias para conservar los derechos emanados de ellas. Esto se refiere a la obligación
de protestar la letra (artículo 30, inciso 1, parte final).
El endoso hecho por el endosatario en garantía sólo vale como endoso en cobro.
En este caso, la persona demandada en virtud de una letra de cambio endosada en
garantía no puede oponer al endosatario demandante excepciones fundadas en
relaciones personales con anteriores portadores de la letra (artículo 30, inciso final, en
relación con el artículo 28).
El endoso en cobro practicado por el endosatario sólo produce los efectos propios del
endoso en cobranza.
El endosatario en cobranza puede cobrar y percibir, incluso judicialmente, y tiene todas las
atribuciones propias del mandatario judicial, comprendidas también aquellas que
conforme a la ley requieren mención expresa. Con todo, el mandatario sólo puede
comparecer ante los tribunales en la forma que exige la ley.
Por la naturaleza de este endoso, la letra nominativa o no endosable es susceptible de
endoso en cobro (artículo 29).
Debido a sus características, la letra de cambio es, en buenas cuentas, una orden escrita,
no sujeta a condición, dada por el librador al librado de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero a una persona cierta y determinada (o a cuya orden debe
efectuarse el pago) en el lugar y época prefijados.
En el giro de la letra intervienen sólo dos personas: el librador, que es el que contrae la
obligación de pagar una cantidad de dinero y emite el documento para cumplir su
obligación (deudor), y el tomador o beneficiario.
Definición de la aceptación
La ley no define la aceptación, pero podemos decir que ella es el acto jurídico unilateral
por el cual el librado acepta la orden que se le hace en la letra de cambio, de pagarla a la
persona que sea portadora legítima de ella en el día del vencimiento.
En todo caso, para que el librado se obligue cambiariamente, debe manifestar su voluntad
con las solemnidades que establece la ley y que resumiremos luego.
La letra de cambio tiene, según hemos dicho, un carácter eminentemente formal, de tal
modo que las reglas de forma tienen gran importancia en la validez de la letra, y es por
eso que la ley las ha establecido en forma bastante estricta.
a)La aceptación debe darse por escrito. Este es un principio de carácter universal, que
consagra el artículo 33: "la aceptación debe constar en la letra misma por medio de las
palabras 'acepto', 'aceptada' u otras equivalentes y la firma del librado. La sola firma de
éste puesta en el anverso de la letra importa 'aceptación'";
c)La firma del librado es esencial. En su parte segunda, el artículo 33 dice que "la sola
firma del librado puesta en el anverso de la letra importa aceptación". El librado debe
firmar la letra haciendo constar su aceptación mediante las palabras acepto, aceptado u
otra equivalente. Sin embargo, estas expresiones pueden omitirse, no son esenciales, pero
lo que no puede omitirse nunca es la firma de la letra, porque este sí es un requisito
esencial.
La firma del librado puesta en el anverso en la letra de cambio importa aceptación, sin
necesidad de ningún agregado. Esta es la regla general.
Decimos esto, porque hay casos en que es necesario agregar en la aceptación la fecha o el
domicilio o la residencia en que haya de hacerse el pago.
Trata este caso el artículo 36 de la ley, que dice que si la letra fuera girada a un plazo
contadero desde la vista o si ella debe ser presentada a la aceptación en un plazo
determinado en virtud de cláusulas especiales, el librado deberá fechar la aceptación.
Esta fecha deberá ser la del día en que la aceptación fuere dada, a menos que el
requirente exija que se ponga la del día de su presentación.
A falta de fecha, el portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y el
librador, debe protestar la letra. El término para pagar la letra girada a un plazo contadero
desde la vista correrá, en este caso, a partir del día del protesto.
El protesto a que se refiere la ley es el protesto por falta de fecha.
2. Caso en que hay que indicar el domicilio o residencia para el pago
El caso está contemplado en el artículo 43 que dice: "el librado puede señalar en su
aceptación un domicilio o residencia diferente del que resulte del texto de la letra, para
que en ella se efectúe el pago, siempre que esté ubicado en la misma provincia".
La aceptación para pagar en cualquier lugar fuera de dicha "provincia" produce los efectos
señalados en el inciso segundo del artículo precedente. Esta situación es distinta a la que
contempla el artículo 5º de la ley, que se refiere a las letras giradas para ser pagadas en el
domicilio de un tercero, ya sea en la localidad en que el librado tenga el suyo o en otra
distinta. Se refiere, pues, al caso en que el librador fija el domicilio de un tercero. En
cambio, el artículo 43, inciso 1º, se refiere a la situación en que el librado señala un
domicilio o residencia distintos del que resulta del texto de la letra. Este domicilio puede
ser otro diferente al señalado por el librador. La ley lo faculta para ello, con tal de que esté
ubicado en la misma provincia.
Este cambio que puede hacer el librado respecto al lugar del pago es una facultad que le
concede la ley para facilitar el pago y es, además, una excepción al principio del artículo
42, inciso 2º, que dispone que "cualquier reserva o declaración por la cual se modifique el
contenido original del título equivale a un rechazo de la aceptación".
El artículo 43, inciso 1º, faculta al aceptante para modificar el lugar del pago, pero siempre
que esté ubicado en la misma provincia. Por eso y porque, según veremos, "la aceptación
debe ser pura y absoluta", el inciso 2º del artículo 43 dispone que la aceptación para pagar
en cualquier lugar fuera de dicha provincia produce los efectos señalados en el inciso 2º
del artículo 42, esto es, equivale a un rechazo de la aceptación y, por lo tanto, la letra
debe ser protestada por falta de aceptación. Esto no obsta a que el aceptante que aceptó
con reservas quede siempre obligado en los términos de su aceptación.
Además, la aceptación sólo puede requerirse entre las 9 y las 18 horas, salvo que el lugar
señalado para la aceptación fuere el de una institución bancaria o financiera, en cuyo caso
sólo podrá hacerse dentro del horario del funcionamiento para la atención de público
(artículo 38).
Son requisitos especiales, propios del derecho cambiario, y cuya finalidad primordial es
dar garantía a la circulación de la letra de cambio. Los examinaremos a continuación.
1. La aceptación debe ser pura y simple (artículo 42)
El librado debe aceptar pura y simplemente, pero puede restringir su aceptación a una
parte de la suma librada.
Esta es la única excepción, puesto que cualquiera otra reserva o declaración por la cual se
modifique el contenido original del título equivale a un rechazo de la aceptación. El
aceptante, sin embargo, queda obligado en los términos de su aceptación.
2. La aceptación es irrevocable
Una vez dada la aceptación, el librado no puede retractarse de ella, salvo el ya señalado
caso de excepción del artículo 44, que establece como condición básica para borrarla o
tacharla, que se haga antes de restituir la letra, debiendo agregar las expresiones "retiro
mi aceptación" y volver a firmar.
El portador de la letra, una vez que la ha recibido del librador o de su endosante, está en
condiciones de presentarla a la aceptación del librado. No debe olvidarse que mientras
éste no acepte, no es obligado cambiario; por el contrario, cuando acepta, pasa a ser
"aceptante" y, como tal, el principal obligado cambiario.
Pero el "portador" o "propietario" de la letra, como dice el artículo 34 de la ley, puede
presentarla a la aceptación, con lo cual se concluye, según se anticipó, que la presentación
a la aceptación es facultativa, por regla general.
Lo anterior lleva a hacer una distinción, para mejor comprensión de la materia, entre los
siguientes casos relacionados con la presentación de la letra a la aceptación:
A nuestro juicio, la disposición del artículo 49, en nuestro derecho, no deja lugar a dudas,
en el sentido de que la letra a la vista es pagadera a su presentación. Se afirma que en
estos casos la letra nació aceptada, o, en otros términos, el pago supone aceptación y la
negativa a pagar supone rechazo de la aceptación. Por lo tanto, no es necesario ni posible
presentarlas a la mera aceptación.
Son las letras giradas a un plazo de la vista (artículo 48). El artículo 50 añade que "el
término de la letra girada a cierto plazo a contar de la vista, corre desde el día de su
aceptación o desde su protesto por falta de aceptación o por falta de fecha de
aceptación".
El momento desde que se cuenta el plazo es el de "la vista" o aceptación, y de ello fluye
que, necesariamente, deben presentarse a la aceptación del librado. Según el artículo 36,
en las letras giradas a un plazo contado desde la vista, el librado deberá fechar la
aceptación, pues de otro modo, no es posible determinar desde cuándo se cuenta el
plazo.
La fecha debe ser la del día en que la aceptación fuere dada, a menos que el requirente
exija que se ponga la del día de su presentación.
A falta de fecha, el portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y el
librador, debe protestar la letra. El término para pagar la letra girada a un plazo contadero
desde la vista correrá, en este caso, a partir del día del protesto (artículo 36 incisos 2º y
3º).
En las letras a la vista, la diligencia de protesto por falta de fecha es una medida
conservativa de los derechos del portador contra los garantes solidarios (librador y
endosantes), de manera que si aquél no la cumple, caducan sus derechos.
Puede ocurrir que el librado no acepte; en este caso debe protestarse la letra por falta de
aceptación. Debe tenerse presente que el protesto por falta de aceptación dispensa la
presentación para el pago y el protesto por falta de pago (artículo 67).
En realidad, al librado poco le importa quién le traiga la letra, ya que, frente al que en
forma legítima pretende la aceptación, no tiene, hasta ese momento, ninguna obligación.
Pero si acepta, su voluntad se exterioriza literal y materialmente en el título.
Finalmente, el artículo 41 dispone que "el librado debe prestar o negar su aceptación en el
día en que el portador presente la letra al efecto, salvo que aquél exija que se le haga una
segunda presentación el día siguiente".
El inciso final del artículo 41 agrega que el requirente no está obligado a dejar la letra en
poder del librador.
El aval
Está definido en el artículo 46, que dice: "El aval es un acto escrito y firmado en la letra de
cambio, en una hoja de prolongación adherida a ésta, o en un documento separado, por el
cual el girador, un endosante o un tercero garantiza, en todo o en parte, el pago de ella".
Es necesario indicar que el aval es un acto jurídico unilateral, por el cual una persona
garantiza el pago de la letra de cambio. La persona que otorga el aval se llama avalista.
Desde luego, el aval es un acto jurídico unilateral y debe otorgarse por persona capaz de
obligarse. Además, el aval es un acto de comercio, pues constituye una operación sobre
letra de cambio o pagaré. Según la disposición transcrita, el aval puede ser dado por el
librador, un endosante o un tercero, quienes caucionan o garantizan, en todo o en parte,
el pago de la letra.
En cualquier caso, debemos advertir que el aval otorgado por el librador o uno de los
endosantes implica para éste una dualidad en la garantía, ya que el librador y los
endosantes responden solidariamente por el pago de la letra de cambio.
El aval tendrá, por tanto, real interés cuando es prestado por un tercero extraño a la letra
de cambio, porque con él se agrega otra persona responsable del pago de la letra.
En primer lugar, diremos que es facultativo para el aval determinar la persona a quien
garantizará: puede ser el librador, un endosante o el aceptante.
Si se constituye aval a favor del librador o endosante, el avalista tendrá la responsabilidad
de éstos en las mismas circunstancias y condiciones que la ley establece para ellos. Por
tanto, le favorecerá el perjuicio de la letra de cambio en los casos en que favorece a las
personas caucionadas.
En cambio, si nada se dice, o como señala la ley, "concebido el aval sin limitaciones, el
avalista de la letra de cambio responde del pago de ella en los mismos términos que la ley
impone al aceptante".
Esto significa que si no indica por quién otorga el aval, se entiende que lo otorga por el
aceptante. En otras palabras, lo mismo que el aceptante, no será favorecido con la
caducidad de las acciones del portador si éste no protesta la letra en tiempo y forma.
El artículo 47 dice "que el aval puede ser limitado a tiempo, caso, cantidad o persona
determinada; y en tal evento, sólo producirá la responsabilidad que el avalista se hubiere
impuesto".
Por lo tanto, no sólo a persona, sino también a tiempo, caso o cantidad puede limitarse el
aval. La limitación en cuanto a tiempo puede consistir en dar el aval sólo por un
determinado plazo. En cuanto a caso, puede consistir en una condición; y la limitación en
cuanto a cantidad, quiere decir que se cauciona el pago hasta un monto determinado.
Esto equivale a indicar sus requisitos de forma. Al respecto, el aval puede otorgarse en la
misma letra o en una hoja de prolongación o en un documento separado.
La ley establece que el acto que no reúna los requisitos señalados en el artículo 46 no
constituye aval.