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SUJETOS INTERVINIENTES EN LA LETRA DE CAMBIO.

En la letra de cambio pueden intervenir diversos sujetos, a saber:


A. Librador o Girador: Es la persona que crea la letra, que la emite, la gira, la libra. Se le
reconoce porque debe estampar su firma en el anverso del documento. El librador
siempre debe intervenir y lo hace mediante su firma, si falta su firma el documento no
vale como letra de cambio.
B. Librado o Girado: Es la persona a quien se comete la orden de pagar la cantidad girada.
También se dice que es la persona "a cuyo cargo" se gira la letra (art. 3 Ley 18.092).
¿Si falta la firma del librado, el documento valdrá como letra de cambio?
Sí. La firma del librado puesta en el documento implica su aceptación, acto en virtud el
librado adquiere responsabilidad cambiaría. Si falta la firma del librado, no se afecta la
validez de la letra, lo que ocurre es que el librado no contrae responsabilidad cambiaría y
será obligado al pago el librador, en cuanto tal.
C. Tomador o Beneficiario: Este sujeto no interviene mediante su firma. Sin embargo, no
puede faltar su indicación, pues él es el sujeto que estará facultado para cobrar la letra de
cambio. Al respecto, precisamos que no existen las letras de cambio al portador. La letra
de cambio puede ser a la orden o nominativa. Se le llama "tomador" sólo por una raíz
histórica, pues correspondía al sujeto que era parte del contrato de cambio. Actualmente,
el librador puede ser a la vez beneficiario, pero no en una letra girada para ejecutar un
contrato de cambio, sino que para otras funciones. El art. 3 de la ley 18.092 reconoce esta
posibilidad cuando nos dice que la letra puede ser girada "a la orden del propio librador".
Por cierto, el beneficiario o tomador no podría ser a la vez el librado, porque no pueden
coincidir las calidades de acreedor y de deudor en una misma persona
D. El Aceptante: Vale lo dicho respecto del librado, con la diferencia que el aceptante es
aquel librado que admite o acepta pagar la cantidad girada, y lo hará estampando su firma
en el documento.
E. El Endosante: Es la persona que transfiere la letra de cambio mediante endoso, pero
también lo es el que la constituye en prenda (mediante endoso en garantía) y el que la
comete o entrega en cobro (mediante un endoso en cobranza). Si pensamos en undoso
traslaticio de dominio, el primer endosante de la letra será el tomador o beneficiario, ya
que es el sujeto facultado para cobrar la letra y será su tenedor legítimo. Sin embargo, en
vez de cobrar la letra, el tomador puede endosarla. Luego podrá haber futuros endosos.
F. El avalista: Es la persona que avala la letra de cambio. También podemos decir que es la
persona que mediante su firma puesta en el documento, en una hoja de prolongación o
incluso en un documento separado, garantiza el pago de la letra. El acto jurídico mediante
el cual se avala la letra se denomina "aval", el sujeto que realiza este acto es el "avalista".
G. Portador o tenedor: Es el sujeto que detenta la letra. Puede ser un tenedor legítimo o
ilegítimo, según la letra haya llegado a sus manos por vía legal destinada al efecto, si está
de buena o mala fe. En rigor, no hay que confundir al tenedor con el poseedor del
documento. El tomador será normalmente el tenedor de la letra, en este caso tenedor y
poseedor coinciden, por cuanto el tomador tiene la letra con ánimo de señor o dueño, no
la tiene por otra persona. Lo mismo acontecerá respecto del último endosatario en
dominio. Pero si pensamos en un endoso en garantía o en un endoso en comisión de
cobranza, el endosatario no tiene la letra con ánimo de señor o dueño, sino que la tiene
en lugar y a nombre de otro. Ese otro, que es el endosante en garantía o en comisión de
cobranza, no será el tenedor, pero sí será el poseedor.

Los contratos y obligaciones mercantiles:


Rasgos característicos de la contratación en materia mercantil
La contratación masiva en el comercio
Los actos en masa o en serie
Caracteriza al comercio la ejecución de actos mercantiles en masa o en serie.
El comercio es vertiginoso y la serie de actos forman una cadena que va desde el
productor de bienes y servicios hasta el consumidor final. Esta es una nota distintiva del
comercio frente a los actos civiles, que suceden aisladamente y sin conexión continua
entre unos y otros.

Así la compra venta comercial y civil no se distingue en su esencia, sino en el propósito,


por y para el cual se ejecuta, que no es otro, desde el punto de vista del comerciante o
empresario, que intermediar los productos o servicios o revender la mercadería adquirida
a diferencia del consumidor que generalmente compra o adquiere para su propio uso o
consumo.

Este fenómeno que caracteriza al tráfico mercantil exige un derecho especial no formalista
que no entraba ni dificulte la realización en serie de los actos mercantiles. Por ejemplo, la
compraventa es mercantil cuando se celebra con la finalidad de vender arrendar o
permutar la cosa comprada. Esta finalidad se relaciona con la intención del comprador,
cuestión subjetiva que solo podría comprobarse después.
Sin embargo, el dato que muestra y acredita esa intención, es la relación de la compra con
la serie de actos Que ejecuta el sujeto en la serie orgánica de operaciones propias de su
industria.

Entonces podemos construir el siguiente principio o llegar a la siguiente conclusión el


derecho comercial regula los actos ejecutados en serie y el derecho civil regula los actos
ejecutados aisladamente.

La repetición del acto influye en su calificación. El derecho comercial visto Como el


derecho regulador de la actividad de la empresa.

Los actos mercantiles se realizan en serie en gran número se repiten continuamente. De


ahí que en el derecho comercial los usos y costumbres en las condiciones que señala la ley
pueden constituir una fuente formal del derecho comercial y surgen también los llamados
contratos tipos y de adhesión etc. Y como la ejecución de actos en masa o en serie exige
una organización que denominamos empresa la tendencia moderna es considerar el
derecho comercial como el derecho regulador de la actividad de la empresa. Se habla ya
de empresario más que comerciante.

Una tendencia se ve en nuestra legislación cuando por ejemplo mercantiliza ciertas


empresas en el código de comercio o cuando mercantiliza la sociedad anónima y cuando
mercantilizar la EIRL.
Limites De la libertad contractual en materia mercantil

Atendida la naturaleza de la actividad mercantil en materia contractual los actos y


contratos mercantiles cosas de mayores de autonomía tanto en cuestiones de fondo o
contenido cuanto en su forma en comparación con los contratos meramente civiles. Este
fenómeno se produce porque en el comercio van surgiendo nuevas formas de hacer
negocios que en el plano jurídico hacia aparecer nuevas figuras conceptuales cuyo
contenido es vaciado casi por entero por los contratantes a virtud del principio de la
autonomía contractual o autonomía de la voluntad.

También se observa este fenómeno en el hecho de que la mayoría de los contratos


mercantiles son consensuales y explica que fuera del código de comercio y no el código de
civil el que haya regulado la formación del consentimiento en el título primero del libro
segundo.

Límites
Pero no todos los contratos mercantiles son consensuales o carecen de regulación legal en
cuestiones de fondo o contenido estos límites se explican por razones de seguridad en el
tráfico o por otras razones de interés público o privado.

Ejemplos la existencia de contratos solemnes como la sociedad mercantil, la fianza


mercantil, el contrato de seguro entre otros .
En aspectos de fondo se ve más difícil encontrar limitaciones pero se observa una
tendencia a proteger el contratante más débil mediante normas de derecho público que
regulan ciertos aspectos del contenido o que restan eficacia a ciertas cláusulas como las
normas de ley de protección al consumidor.

Contratos típicos atípicos y mixtos en el en el ámbito del derecho mercantil

El código de comercio siguiendo a sus modelos francés y español regula solo ciertos
contratos tal vez los más importantes al menos en la época de su situación y que hoy
algunos conservan su importancia como la compra venta el seguro el transporte la
sociedad etcétera.

Hay entonces todo un repertorio legal de contratos regulados en cuestiones de fondo y en


ciertos casos en su forma.

El libro II de los contratos y obligaciones mercantiles en general luego de regular la


formación del consentimiento comienza con la compraventa mercantil el contrato
probablemente más importante incluso hoy en día en el mundo moderno ha adquirido
mayor relevancia aún sobre todo en el plano internacional con el avance de las
comunicaciones y el transporte.

En seguida regula la permuta y la cesión de créditos mercantiles que no es un contrato por


sus mercancías con la compra venta sigue el transporte por su techo relación con la
compraventa,el mandato y las sociedades comerciales, el seguro, la cuenta corriente, el
contrato de cambio, el préstamo, el depósito, la prenda y la fianza mercantiles.

Todos los arriba nombrados son los llamados contratos mercantiles típicos o nominados
pero la autonomía privada o el ejercicio de la libertad contractual ha ampliado el abanico
de contratos de aplicación frecuente en la actividad mercantil surgiendo los llamados
contratos mixtos y atípicos.

Desde esta perspectiva el contrato es mixto cuando el contrato negocio jurídico y


operación resulta de combinar prestaciones de otros contratos típicos por ejemplo el
diseño que combina aspectos de la compraventa el arrendamiento y la promesa.

En los contratos mixtos surge el problema de determinar la legislación de fondo aplicable


y para ello nace en diversas teorías como la de la absorción (identificada la prestación
principal el contenido es absorbido por la regulación legal del contrato dominante,
ejemplo: el leasing, en el cual la doctrina y la jurisprudencia prevaleciente y hace
aplicables las normas del arrendamiento de cosas) o la teoría de la combinación que
preconiza la aplicación de las reglas especiales del contrato semejante según cuál sea la
prestación contractual de que se trate.
Los contratos atípicos. En estricto rigor son aquellos que carecen de regulación legal
específica y que no resultan de combinar elementos de contratos típicos. Es difícil
encontrar contratos mercantiles atípicos puros por lo que se tiende a confundirlos con los
contratos mixtos; por ejemplo, el contrato de distribución o el de concesión mercantil que
contiene elementos propios de la compraventaa. Otro, la franquicia.

Los contratos puramente atípicos se regulan por el propio contenido que le han dado las
para pues las reglas generales aplicables a todo contrato teniendo especialmente presente
el principio de la autonomía de la voluntad en todo aquello que no contraviene al derecho
chileno y ciertamente por la costumbre mercantil en cuanto les resulte aplicable.

La empresa y el contrato
el contrato es un instrumento jurídico que permite la circulación de la riqueza en el
comercio resulta un instrumento valioso pues la cadena de operaciones propias de la
empresa se desarrolla jurídicamente a través del contrato. Ello sin perjuicio del Uso y rol
de los títulos de crédito o títulos de valores según veremos. El empresario comerciante
entra en relaciones jurídicas con sus contrapartes o clientes a través de un proceso masivo
por lo que en muchos casos les resulta imposible discutir con cada uno de ellos los
diversos aspectos que van envueltos en una contratación. Surgen entonces las figuras del
contrato tipo y del contrato de adhesión los cuales suponen la pre redacción de un
contrato que posteriormente se impuesto a la contraparte.
Se dice que este fenómeno atenta a la libertad contractual porque una parte impone a la
otra el contenido del contrato sin posibilidad de discusión o negociación. de ahí que el
estado asuma 2 roles frente a este fenómeno en ciertos casos el estado impone a las
partes un modelo tipo que salvaguarda los intereses de los contratantes por ejemplo en
las pólizas de seguro y en otros dicta normas de protección y poniendo las obligaciones
del contratante poderoso o restando eficacia a ciertas cláusulas abusivas o contrarias al
interés legítimo del contratante más débil en este caso la ley de protección al consumidor.

El contrato tipo
Constituyen modelos de contratos redactados por una parte o por empresarios con
actividad e intereses convergentes cuyo contenido se basará ulteriormente en los
contratos que se celebren con los clientes. En rigor el contrato tipo debiera ser el
resultado de una negociación de los representantes de las dos categorías de contratantes,
pero en la realidad no siempre es así. A veces el rol del representante de una de las partes
es subido por el estado. También se da el fenómeno del contrato tipo unilateral.

El contrato tipo y su relación con el contrato de adhesión


Suelen confundirse porque en ambos constatamos fijeza en su contenido y muchas veces
un contrato pertenece a ambas categorías. El contrato de adhesión es aquel que no
admite modificaciones relevantes o cláusulas especiales. Simplemente se acepta o se
rechaza por la contraparte.
La mayor semejanza se da entre el contrato tipo unilateral y el contrato de adhesión
cuando frente a él no cabe sino aceptarlo o adherida a él o rechazarlo. La diferencia
estriba en su origen pues el contrato tipo supone una elaboración que es obra de ambas
partes debidamente organizadas o de una de ellas que pre redacta un modelo al que sé
adecuarán los contratos singulares que se celebren.
El contrato dirigido
es aquí el reglamentado o fiscalizado por el poder público en su formación ejecución y
dirección o bien aquel en que el poder público fija su contenido oficial total o parcial de
sus condiciones o cláusulas del contrato. Ejemplos de contratos dirigidos son las pólizas de
seguro de suministro de energía de transporte ciertos contratos bancarios los mutuos
hipotecarios contratos de trabajo contratos de securitización, leasing habitacional, leasing
bancario, arrendamiento etcétera.

El rol del estado en materia de contratación


Su rol consiste fundamentalmente en paliar el desequilibrio de los contratantes es decir la
aplicación del principio de que el contrato es una ley para ambas partes evitando los
abusos que Bueno en aras de tal principio se pueden cometer por el contratante más
fuerte. Este rol se puede cumplir por cada uno de los poderes públicos legislativo ejecutivo
y judicial.
En Chile el dirigismo parece haber entrado en una fase de atenuación desde el punto de
vista de los contratos singulares pues se observa una tendencia a la desregulación de las
actividades económicas pero esta tendencia es zigzagueante y dependerá de los
fenómenos o sucesos concretos que se desarrollen en el país.

Sin duda que en las épocas de claro intervencionismo estatal el dirigismo ha sido más
fuerte conservándose hoy en día en las contrataciones donde el poderío de una de las
partes es ostensible entre paréntesis contrato de trabajo o donde la actividad económica
tiene especial relevancia económico social (mercado de valores).

La ley de protección al consumidor


En 1997 se dictó la ley 19496 sobre protección de los derechos de los consumidores la que
ha tenido posteriormente varias reformas la ley 19955 introdujo importantes
modificaciones. El objetivo de la ley es regular las relaciones entre proveedores y
consumidores establecer infracciones en perjuicio de estos últimos así como un
procedimiento de reclamación. se entiende por proveedor una persona natural o jurídica
que habitualmente desarrolle actividades de producción fabricación importación
construcción distribución o comercialización de bienes o de prestación de servicios a
consumidores por lo que se cobre precio o tarifa. Los consumidores son los destinatarios
finales que adquieren utilicen o disfruten tales bienes o servicios. La ley contiene varias
definiciones destacamos Aquella que se refiere al contrato de adhesión. La ley indica que
es aquel cuyas cláusulas han sido propuestas unilateralmente por el proveedor sin que el
consumidor para celebrarlo pueda alterar su contenido.
Los contratos Y obligaciones mercantiles en general
El libro segundo del código de comercio se denomina de los contratos y obligaciones
mercantiles en general de lo primero bajo el grifo disposiciones generales contiene
normas aplicables a todos los contratos mercantiles sean terrestres o marítimos y no sólo
a los contratos típicos o sea los regulados por legisladores, sino también a los atípicos que
producto del principio de la autonomía de la voluntad pueden surgir en la práctica.
A partir del título II del libro segundo del código regula una serie de contratos que por ello
pasan a ser típicos punto así encontramos la compra venta la permutación la cesión de
créditos el transporte terrestre el mandato comercial el contrato de sociedad el contrato
de seguro el contrato de cuenta corriente el contrato de cambio el préstamo el depósito la
prenda y la fianza. Cabe señalar que estas normas del libro segundo se aplican a los
contratos y obligaciones mercantiles con preferencia a las normas del código civil así lo
establece el artículo 96 del código de comercio norma que concuerda con el artículo
segundo del mismo código punto por consiguiente toda la teoría del contrato y las
obligaciones reguladas en materia civil son pertinentes en materia mercantil pero el
código de comercio establece normas especiales que se aplican con preferencia.

El mandato mercantil
Cuestión previa los agentes auxiliares del comerciante
el comerciante o si se quiere derechamente la empresario se caracteriza por ser él quien
asume el carácter de titular de los derechos y obligaciones que se generen a propósito de
su actividad mercantil.
Sin embargo no es necesario –y desde un punto de vista práctico resulta imposible- que el
comerciante ejecute por sí mismo todas y cada una de las operaciones mercantiles de su
giro.

Por lo mismo el comerciante constantemente requiere del auxilio de otras personas para
poder desarrollar su comercio. A veces va a necesitar de intermediarios que busquen
negocios para el comerciante que hagan los contactos para que oportunamente el
comerciante celebre y concluyan un determinado contrato otras veces el comerciante
requiere de otra persona que ejecute directamente el contrato por cuenta del
comerciante punto eso propósito de esta figura donde encontraremos la institución del
mandato comercial.
En general todas estas personas que auxilien el comerciante en el ejercicio de su actividad
comercial se denominan agentes auxiliares del comerciante punto dentro de ellos desde el
punto de vista de la forma en que se relacione con el comerciante podemos distinguir 2
tipos de agentes auxiliares: Los auxiliares independientes: los auxiliares toman este
carácter cuando entre el comerciante y el auxiliar no existe un vínculo jurídico en
subordinación o dependencia. Estos auxiliares pueden prestar servicios a diversas
personas con las cuales no estén subordinadas jurídicas ni económicamente. Algunos de
estos agentes son a su vez comerciantes punto su actividad comercial precisamente
consiste en facilitar las operaciones mercantiles de otras personas y al desarrollar esta
actividad en forma habitual para sí mismos y con ánimo profesional pasan a ser
comerciantes. incluso pueden llegar a explotar un establecimiento de comercio.
Dentro de este tipo de auxiliares independientes encontramos a los comisionistas los
corredores los martilleros los agentes de valores etc.

Los auxiliares dependientes: estos prestan servicios a un solo comerciante con el cual
están subordinados jurídica y económicamente punto están ligados por vínculo laboral al
principal e integrar la estructura empresarial del comerciante punto aquí encontramos a
los factores y dependientes de comercio. Cuando los auxiliares dependientes realizan su
labor no realizan el comercio para sí mismos lo cual es un requisito esencial para calificar a
una persona de comerciante. En efecto ellos están actuando por cuenta del principal.

Por lo mismo a diferencia de lo que ocurre con los auxiliares independientes la labor de
los auxiliares dependientes no puede llegar a constituir una actividad mercantil separada
de la principal porque los actos que estos auxiliares dependientes realizan son ejecutados
dentro de la estructura empresarial del comerciante con el cual están ligados por un
vínculo de subordinación o dependencia.

El contrato de mandato.
el código civil lo define en el artículo 2116 inciso primero el mandato es un contrato en
que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra que se hace cargo de ellos
por cuenta y riesgo de la primera. El código civil regula el mandato en el título XXIX del
libro cuarto “del mandato” artículos 2116 y siguientes estas normas se aplican
supletoriamente al mandato comercial.
El código de comercio define el mandato comercial en el artículo 233 estableciendo que es
un contrato por el cual una persona encarga la ejecución de una o más negocios lícitos de
comercio a otra que se obliga a administrar los gratuitamente mediante una retribución y
a dar cuenta de su desempeño. El artículo 234 el código de comercio nos dice que hay 3
especies de mandato mercantil: 1) la comisión, 2) el mandato de los factores y mancebos
o dependientes de comercio y 3) La correduría.
El código de comercio regula el mandato en el título sexto del libro segundo del mandato
comercial el artículo 233 y siguientes.

Elementos del contrato de mandato en general


1)Es un contrato: convención generadora de derechos y obligaciones supone un acuerdo
de voluntades y por lo tanto el mandatario necesariamente debe aceptar el encargo punto
su aceptación puede ser expresa o tácita.
2)Es un contrato de confianza: se trata de un contrato “intuito personae” es decir la
consideración de la persona es un elemento esencial del contrato.
3)Tiene por objeto la gestión de uno o más negocios: ¿qué debemos entender por la
expresión negocios? en doctrina se distinguen tres posibilidades o acepciones: a) implica
la ejecución de actos de cualquier naturaleza sean jurídicos o materiales; b) Implica sólo la
ejecución de actos jurídicos; c) implica la ejecución ya sea de una serie de actos relativos a
la creación modificación o extinción de una relación jurídica o bien a un asunto más bien
económico que puede conllevar a la ejecución de uno o más actos jurídicos.
En relación a la primera acepción ella normalmente se rechaza, ya que el legislador de
haber querido incluir actos simplemente materiales habría utilizado la expresión actos o
hechos y no a negocios como si lo utiliza. Además, según veremos, el mandato
normalmente constituye una forma de representación convencional la cual cabe sólo
respecto de actos jurídicos por lo tanto se dice que no es posible abordar la expresión
negocio en un acto material sin consecuencias jurídicas.

En cuanto a la segunda acepción también se descarta ya que de la normativa que rige al


respecto se infiere una idea más compleja que la realización de actos jurídicos hay un
objeto de índole económica marcada de interés del mandante que supone la ejecución de
uno o más actos que se ubican dentro de un contexto relativo a un negocio.

En cuanto a la tercera acepción se dice que es la más propia y responde de mejor manera
en la regulación establecida respecto del mandato. Desde esta perspectiva puede ser
objeto del mandato la ejecución de negocios jurídicos provinciales y también la ejecución
de negocios de índole económica que darán lugar a la ejecución de actos jurídicos (como
la administración o conservación de un establecimiento).

4) En cuanto a sus efectos: Los efectos del negocio cuya ejecución se ha encargado el
mandatario corren por cuenta y riesgo del mandante. Este es el elemento característico
de este contrato ya que de la ejecución del negocio se derivarán una serie de
consecuencias jurídicas y económicas las cuales en último término interesarán al
mandante.
En otras palabras las consecuencias derivadas de la gestión del mandatario en definitiva
no afectan a este último atendido que no realiza la gestión para sí sino que obra por
cuenta y riesgo del mandante. Sobre el particular precisamos que el mandatario siempre
actúa por cuenta y riesgo del mandante. Sin embargo al ejecutar el encargo puede que
contrate a nombre propio o a nombre de su mandante. Así lo reconocen los arts. 2151 CC
y 254 CCm.

Ahora bien la forma en que obre el mandatario es decir a nombre propio OA nombre de
su mandante será importante para determinar responsabilidad del mandante y del
mandatario frente a los terceros con quienes hayan contratado con ocasión del ejercicio
del esto nos lleva a referirnos a la figura de la representación.

La representación.
Es una figura jurídica en virtud de la cual lo que una persona ejecuta a nombre de otra,
estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del
representado iguales efectos que si hubiera contratado él mismo.

De acuerdo con lo expresado, dos son las fuentes de la representación: una, la convención
y la otra, la ley.
En Derecho Comercial la fuente más fecunda de esta ficción es la convención de las
partes. La representación legal la encontramos en el caso del capitán en una nave, ya que
representa al naviero respecto de ella y a los cargadores respecto de la carga. Para que se
produzca el efecto principal de la representación, esto es, para que los derechos y
obligaciones nacidos del contrato celebrado por el representante se radiquen en el
patrimonio del representado se requiere la concurrencia de dos presupuestos: capacidad
para representar y contemplatio domine.
Capacidad para representar. El mandato no confiere naturalmente al mandatario más que
el poder de efectuar los actos de administración (art. 2132 del Código Civil). Para todos los
actos que salgan de estos límites se requiere poder especial (mismo artículo).
Por su parte, el artículo 340 del Código de Comercio dice: “Los factores se entienden
autorizados para todos los actos que abrace la administración del establecimiento que se
les confiare, y podrán usar de todas las facultades necesarias al buen desempeño de su
encargo, a menos que el comitente se las restrinja expresamente en el poder que les
diere”.

“Contemplatio domine”. Consiste en el hecho de hacer saber a la parte con la que se


celebra el contrato que el representante actúa en nombre del representado. Este
principio, propio del derecho civil, se cumple en la práctica poniendo antes de la firma del
representante “por poder de” o “por orden de”.
En derecho comercial la regla general está contenida en el artículo 328 del Código de
Comercio, que expresa: “Los factores o dependientes que obraren en su propio nombre
quedan personalmente obligados a cumplir los contratos que ajustaren; pero se
entenderá que los han ajustado por cuenta de sus comitentes en los casos siguientes:

1º Cuando tal contrato corresponda al giro ordinario del establecimiento que administran;

2º Si hubiere sido celebrado por orden del comitente, aun cuando no esté comprendido
en el giro ordinario del establecimiento;

3º Si el comitente hubiere ratificado expresa o tácitamente el contrato, aun cuando se


haya celebrado sin su orden;

4º Si el resultado de la negociación se hubiere convertido en provecho del comitente”.


“En cualquiera de los casos enumerados en el anterior artículo, los terceros que
contrataren con un factor o dependiente pueden, a su elección, dirigir sus acciones contra
éstos o contra sus comitentes, pero no contra ambos” (art. 329 del Código de Comercio).
Las especies de mandato comercial
El artículo 234 del Código de Comercio señala que hay tres especies de mandato
comercial: la comisión, el mandato de los factores y mancebos o dependientes de
comercio y la correduría, tratada en el Título III del Libro I.
MANDATO DE LOS FACTORES O GERENTES DE COMERCIO
Definición. “Factor es el gerente de un negocio o de un establecimiento comercial o fabril,
o parte de él, que lo dirige o administra según su prudencia por cuenta de su mandante”
(art. 237 inc. 1º del Código de Comercio).

El factor es en realidad un mandatario con facultades generales de administración. El


artículo 340 le acuerda las facultades necesarias para ejecutar todos los actos que abrace
la administración del establecimiento que se le confiare. Resalta la representación que
tiene del comitente o principal, y aun cuando las relaciones con éste estén en la práctica
regidas por un contrato de trabajo, como mandatario se rige por el Código de Comercio.
Desde luego, tiene facultades más amplias que las que nacen de un simple contrato de
trabajo en que el dependiente debe estar subordinado a su empleador o patrón.

Forma y prueba de este mandato


Los factores deben ser investidos de un poder especial otorgado por el propietario del
establecimiento cuya administración se le encomienda.
El poder será registrado y publicado en la forma prescrita en el Párrafo I, Título II del Libro
I, artículo 339.
Esto significa que el mandato debe otorgarse por escritura pública para los efectos de la
prueba y que se trata de uno de los actos que deben inscribirse (art. 22 Nº 5º del Código
de Comercio).

La capacidad.
Pueden ser factores no sólo las personas que tengan la libre administración de sus bienes
sino también, de acuerdo con el artículo 13 del Código del Trabajo, los que sean capaces
para celebrar el contrato de trabajo, esto es, los mayores de 18 años y los menores de 18
años pero mayores de 15, siempre que obraren con el consentimiento de su
representante legal o de las personas que los tengan a su cuidado. Respecto a los menores
de 15 años, además, es necesario que hubieren cumplido con la obligación escolar.

Las facultades y deberes del factor.


El mandato de los factores tiene por objeto confiarle a una persona la administración de
un negocio. De lo que se desprende que son de la naturaleza de este contrato todas las
facultades de administración (art. 340 del Código de Comercio).

Todo mandato implica actos de administración, pero las facultades pueden restringirse
por la voluntad del mandante, de suerte que, para calificar los poderes, es necesario tener
a la vista el instrumento en el cual se ha conferido el mandato.
En la práctica, pueden presentarse tres situaciones con respecto a las facultades de los
factores, a saber: 1) que el comitente en su mandato se limite sólo a reproducir el
contenido de la disposición del artículo 340 del Código de Comercio; 2) que le dé al factor
menos facultades que las indicadas en dicho precepto legal, y 3) que amplíe las facultades
del artículo 340, otorgándole más poderes que los allí consignados.

El Código de Comercio ha exigido, como ya dijimos, escritura pública para la celebración


de este contrato; pero vale la pena destacar que la omisión de dicho instrumento no
acarrea la nulidad del acto con respecto a los terceros (art. 24 del Código de Comercio).

La omisión de la inscripción del contrato tampoco anula el acto frente a terceros. La


escritura pública y la inscripción tienen por objeto permitir que los terceros se enteren de
las limitaciones o modificaciones conferidas a los factores en cuanto a sus facultades, de
suerte que, si no cumple con esta formalidad de publicidad, siendo el mandato nulo entre
mandante y mandatario, no podrán alegarse las limitaciones en contra de los terceros y el
acto celebrado en virtud de este mandato obligará al mandante si se ha ejecutado dentro
de las facultades que la ley confiere a los mandatarios, aunque en el caso concreto de que
se trate no las tenga.

La forma en que actúa el factor


Fundamentalmente actúa de dos maneras: 1) a nombre del mandante, y 2) a nombre
propio.
Actúa a nombre del mandante. En este caso no se presenta ninguna dificultad, puesto que
se produce el efecto propio de la representación, vale decir, el factor obliga al mandante,
llamado principal (art. 237 inc. final). La regla general es que el factor actúa a nombre del
principal, haciendo uso de un mandato con representación y normalmente lo expresará en
la antefirma de los documentos que suscribiere por poder (art. 325 del Código de
Comercio).
2)Actúa a nombre propio. El artículo 328 expresa que los factores pueden actuar a
nombre propio. Se trata de un caso de mandato sin representación; el principal dice a su
mandatario: “Señor, no me represente en este encargo, actúe en su nombre”. Sin
embargo, no debemos olvidar que el mismo artículo 328 se encarga de indicar que el
principal responde de las obligaciones nacidas del acto celebrado por su mandatario
frente a los terceros en los casos que señala, de donde resulta que, no obstante obrar el
mandatario en nombre propio, obliga al mandante. El factor deberá acreditar que a él no
le corresponde responder de las obligaciones, porque de otra manera no se libera de su
cumplimiento.

El artículo 329 indica la forma de hacer efectiva la acción en el caso que estudiamos; el
tercero puede dirigirla contra el factor o contra el principal, pero no contra los dos juntos.
Esto evidencia que el factor también queda obligado y a la postre puede ser él quien deba
cumplir las obligaciones.
En consecuencia, surge la necesidad de regular las relaciones entre mandatario y principal.
El mandatario alegará que al contraer dichas obligaciones se encontraba en alguno de los
casos de excepción del artículo 328 del Código de Comercio, de donde resulta la
importancia que tiene otorgar el poder en forma y practicar la inscripción
correspondiente, puesto que en caso contrario el mandato es nulo entre factor y principal.

Los derechos del factor. Son fundamentalmente dos:


1) Derecho a la remuneración. Es una consecuencia de la relación jurídico-laboral que
existe entre el factor y su mandante. El artículo 336 del Código de Comercio contiene
algunas normas al respecto, pero hay que entenderlas modificadas por el actual Código
del Trabajo.
2) Derecho a pedir indemnización de los gastos en que incurrió. Constituye una afirmación
del principio ya reconocido por el Código Civil (art. 2115 Nos 2º y 5º), que se encuentra
establecido en el artículo 336 Nº 2º del Código de Comercio.

Las obligaciones del factor. Son principalmente:


1) Cumplir con el encargo hasta su término, respondiendo del dolo o de la culpa en que
incurriera durante su ejecución. Se trata de una obligación de hacer, lo que interesa tener
presente para los efectos de su cumplimiento forzado y sanción.
2) Debe rendir cuenta de su mandato. Obligación inherente al mandato en general.
3) Le corresponde cumplir con las normas relativas a la contabilidad (art. 341 del Código
de Comercio).
4) Entregar al principal los efectos de su propiedad, relacionados con el negocio cuya
administración se le encargó; por ejemplo: dinero, bienes, etc.

Las prohibiciones del factor. Guardan relación con la naturaleza del encargo que se le
confía y son una consecuencia de él. En general, puede decirse que les está vedado
ejecutar por su cuenta los mismos actos cuya ejecución se les ha encomendado, lo que
equivale a decir que se les exige dedicación exclusiva a los negocios que el mandato
comporta. De no existir esta prohibición, resultaría que el mandante o principal podría
verse fácilmente perjudicado por la competencia desleal que pudiera hacerle su propio
factor, sin recibir ninguna sanción. Esta prohibición dura lo que rige el mandato; no puede
extenderse más allá, porque carecería de valor.

Si el factor contraviene esta prohibición y como consecuencia de ello se produce un daño


para el principal, está obligado a una indemnización de acuerdo con las reglas generales.
Ejemplo: mal uso de una patente o de una marca de fábrica. La contravención tiene
señalada, por lo demás, una sanción en el mismo artículo 331 del Código de Comercio,
que expresa que por el hecho de contravenir a la prohibición se aplican al comitente los
beneficios que produzcan las negociaciones del factor o dependiente, quedando las
pérdidas de cargo exclusivo de ellos.
Finalmente, diremos que en la práctica resulta más conveniente establecer la prohibición
contractualmente que dejar esto entregado a la reglamentación legal.
La segunda prohibición consiste en que no puede delegar el mandato, salvo autorización
expresa al respecto en el instrumento constitutivo del poder. Esta prohibición se justifica
porque el contrato es intuito personae.
Existe un caso en el cual debe hacerse una delegación forzosa: cuando el factor del
demandado actúa ante los tribunales de justicia y requiere de un abogado habilitado para
el ejercicio de la profesión. Sin embargo, esta delegación es más aparente que verdadera,
por cuanto delega el poder para los efectos de que el profesional represente a su principal
en el juicio de que se trata.
En general, podría producirse la delegación del poder cuando fuera necesaria para la
buena administración del negocio encargado de acuerdo con el artículo 340 del Código de
Comercio, pero se ha estimado que esta delegación sólo puede existir para casos
expresamente señalados y no puede tener un carácter general.
La terminación del mandato de los factores.
La causal más común por la que se pone término al mandato es la revocación que de él
hace el mandante.
En materia civil existe amplia libertad para revocar el mandato, aunque recientemente, y
en especial en Francia, ha surgido la tendencia que sostiene que sólo se puede revocar el
mandato siempre que no resulten perjuicios para el mandatario.
En derecho comercial es discutible, sobre todo si se tiene en cuenta que el mandato de los
factores participa de las características de la prestación de servicios y del mandato
propiamente tal. El Código de Comercio distingue dos situaciones:

1) Contrato a plazo fijo. El artículo 332 expresa que “no es lícito a los factores o
dependientes ni a sus principales rescindir sin causa legal los contratos que hubieren
celebrado entre sí con término fijo…”
Por su lado, el artículo 333 del Código de Comercio señala cuáles son las causales que
justifican la terminación del contrato por parte del principal. Otro tanto hace el artículo
334 del mismo cuerpo legal, que indica las causales que autorizan al factor o dependiente
para poner término al contrato.
2) Contrato sin término fijo. No teniendo plazo determinado el desempeño del mandato
de los factores o dependientes con sus principales, cualquiera de ellos podrá darlo por
terminado, avisando al otro con un mes de anticipación. El principal, en todo caso, podrá
hacer efectiva, antes de vencer el mes, la despedida del factor o dependiente, pagándole
la mesada que corresponde (art. 335 del Código de Comercio). (Véase el artículo 155 letra
f) del Código del Trabajo.)

LOS DEPENDIENTES DE COMERCIO


Concepto.
Es muy semejante su situación a la de los factores, a tal punto que la mayoría de las
disposiciones legales son comunes para ambos. Sin embargo, conviene tener en vista que
en el dependiente se acentúa más el carácter de empleado, sujeto a un vínculo de
subordinación o dependencia, que en la característica de mandatario que tienen los
gerentes o factores.
En una definición más práctica que jurídica el artículo 237 expresa que son dependientes
“los empleados subalternos que el comerciante tiene a su lado para que le auxilien en las
diversas operaciones de su giro, obrando bajo su dirección inmediata”.

La regla general es la de que “los dependientes no pueden obligar a sus comitentes, a


menos que éstos les confieran expresamente la facultad de ejecutar a su nombre ciertas y
determinadas operaciones concernientes a su giro” (art. 343 del Código de Comercio).

Para ser dependiente de comercio hay que tener capacidad para celebrar el contrato de
trabajo de conformidad con lo prevenido por el artículo 13 del Código del Trabajo.

Facultades y derechos.
Deben distinguirse dos situaciones:
1) Dependientes encargados de ventas al por menor.
Estos, a decir verdad, casi no tienen ninguna calidad de mandatarios y no obligan
ordinariamente a sus comitentes más que en los actos de que están encargados.

Los dependientes de almacenes y tiendas se entienden autorizados para vender, entregar


mercaderías, percibir el precio en el mismo sitio, no sólo de mercaderías vendidas en ese
momento, sino también de las que hayan vendido con anterioridad. Pueden además
acordar rebajas, dar ciertos plazos autorizados por el uso, dar muestras, etc.
En los casos señalados cumplen los dependientes las funciones de verdaderos
mandatarios que representan a su principal frente a la clientela.

Esta autorización para representar al comitente o principal es tácita; rige, como quedó
dicho, para los dependientes de bancos, tiendas, almacenes, etc., y se explica por las
dificultades prácticas que implicaría la verificación de un poder para actuar. Además, si no
existiera esta autorización tácita, sería difícil la celebración de contratos, ya que nadie se
arriesgaría a concluir una negociación que a la postre pueda resultar nula.

2) Dependientes encargados de ventas al por mayor. Gozan de igual facultad: cobrar el


producto de las ventas, con tal que otorguen recibo a nombre del comitente, los
dependientes que vendan al por mayor, siempre que las ventas se verifiquen al contado y
que el pago se haga en el mismo almacén que administren. Si las ventas se hicieren al
fiado o debieren verificarse los pagos fuera del almacén, los recibos serán firmados
necesariamente por el comitente o por la persona autorizada para cobrar (art. 346 del
Código de Comercio).
Estos, a decir verdad, casi no tienen ninguna calidad de mandatarios y no obligan
ordinariamente a sus comitentes más que en los actos de que están encargados.

Los dependientes de almacenes y tiendas se entienden autorizados para vender, entregar


mercaderías, percibir el precio en el mismo sitio, no sólo de mercaderías vendidas en ese
momento, sino también de las que hayan vendido con anterioridad. Pueden además
acordar rebajas, dar ciertos plazos autorizados por el uso, dar muestras, etc.
En los casos señalados cumplen los dependientes las funciones de verdaderos
mandatarios que representan a su principal frente a la clientela.

Esta autorización para representar al comitente o principal es tácita; rige, como quedó
dicho, para los dependientes de bancos, tiendas, almacenes, etc., y se explica por las
dificultades prácticas que implicaría la verificación de un poder para actuar. Además, si no
existiera esta autorización tácita, sería difícil la celebración de contratos, ya que nadie se
arriesgaría a concluir una negociación que a la postre pueda resultar nula.

2) Dependientes encargados de ventas al por mayor. Gozan de igual facultad: cobrar el


producto de las ventas, con tal que otorguen recibo a nombre del comitente, los
dependientes que vendan al por mayor, siempre que las ventas se verifiquen al contado y
que el pago se haga en el mismo almacén que administren. Si las ventas se hicieren al
fiado o debieren verificarse los pagos fuera del almacén, los recibos serán firmados
necesariamente por el comitente o por la persona autorizada para cobrar (art. 346 del
Código de Comercio).
Limitaciones a sus facultades.
La representación del dependiente de su principal es sólo efectiva dentro del
establecimiento. Tampoco pueden realizar ellos actos prohibidos por el mandante. La
violación de las instrucciones, la apropiación del resultado de una negociación o el abuso
de confianza por parte de los factores o dependientes, no exoneran a sus comitentes de la
obligación de llevar a efecto los contratos que aquéllos hagan a nombre de éstos (art. 327
del Código de Comercio).
El fundamento de esta disposición lo encontramos en el hecho de que las facultades del
dependiente están establecidas en beneficio del público en general.

Dependientes con facultades especiales.

Los contratos que celebre el dependiente con personas a quienes su comitente le haya
dado a conocer por circulares como autorizado para ejecutar algunas operaciones de su
tráfico, obligan al principal, siempre que los contratos se circunscriban a las negociaciones
encomendadas al dependiente. Serían también de responsabilidad del principal las
obligaciones que el dependiente contraiga por cartas, siempre que haya sido autorizado
para firmar la correspondencia del mismo principal, y se haya anunciado la autorización
por circulares.
Finalmente, el artículo 344 señala que los dependientes pueden realizar determinados
actos y contraer las obligaciones correspondientes en representación del principal, que
deberá expresarlo así en poder constituido por escritura pública o inscrito en el Registro
de Comercio (art. 22 Nº 5). Las obligaciones y derechos de los dependientes son comunes
a los de los factores; nos remitimos a lo expresado en su oportunidad.

La Comisión Mercantil.

Definición del contrato.


De conformidad con lo prevenido en el artículo 235 del Código de Comercio, el mandato
comercial toma el nombre de comisión cuando versa sobre una o más operaciones
mercantiles individualmente determinadas. La comisión es, entonces, una especie de
mandato comercial. Según la definición legal, para que exista la comisión mercantil deben
reunirse los siguientes requisitos:
– Que se trate de una o más operaciones mercantiles, y
– Que dichas operaciones estén individualmente determinadas.
Especie de mandato mercantil.
En nuestro derecho, la mercantilidad de la comisión se determina atendiendo a la
naturaleza del acto que se encomienda y no a la intervención que puede caberle al
comisionista. Tanto la comisión mercantil como el mandato civil son contratos
consensuales, vale decir, que se perfeccionan con el solo consentimiento de las partes que
concurren a formarlos.Se perfecciona con la voluntad de las partes y no requiere
escrituración.

Formas de expresar el consentimiento.


Se puede manifestar el consentimiento en forma expresa, cuando se hace en términos
formales y explícitos, y en forma tácita. Sobre esta última manera de expresarlo existen
reglas especiales que debemos analizar.

El artículo 2125 del Código Civil contempla el caso en el cual el silencio de una de las
partes se mira como aceptación para los efectos de la formación del consentimiento y
expresa: “Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos,
están obligadas a declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una
persona ausente les hace, y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como
aceptación”.

El Código de Comercio, por su parte, en el artículo 243 dispone: “El comisionista puede o
no aceptar a su arbitrio el encargo que se le hace, pero rehusándolo quedará obligado
bajo responsabilidad de daños y perjuicios:
1º A dar aviso al comitente de su repulsa en primera oportunidad;
2º A tomar, mientras no llegue el aviso al comitente, las medidas conservativas que la
naturaleza del negocio requiera, como son las conducentes a impedir la pérdida o
deterioro de las mercaderías consignadas, la caducidad de un título, una prescripción o
cualquier otro daño inminente”.
Como en nuestro país no existe la profesión de comisionista, la aceptación tácita que
queda reservada a los profesionales no es aplicable, según nuestra jurisprudencia, a los
comisionistas accidentales.

Con respecto a la segunda obligación del artículo 243 del Código de Comercio se aplican
las reglas de la responsabilidad contractual, de suerte que tal obligación sólo existe por un
tiempo razonable y no en forma indefinida.
Si después de avisado el comitente no eligiere dentro del plazo razonable al sustituto, el
comisionista puede pedir al tribunal el depósito de las mercaderías consignadas y la venta
de parte de ellas para reembolsarse de los gastos que hubiera anticipado (art. 244 del
Código de Comercio).
La capacidad para ser comisionista.
El Código no señala reglas especiales al respecto, por lo que se deduce, de acuerdo con las
normas generales, que basta tener capacidad para comerciar.

Las obligaciones del comisionista.


La comisión es un contrato fundado en la confianza que el comitente deposita en la
persona del comisionista, de donde resulta que para garantizar su cabal cumplimiento, el
legislador se ha visto en la necesidad de reglamentar detenidamente los efectos de este
contrato, tanto respecto de las obligaciones que debe cumplir el comisionista cuanto de
los derechos que le asisten.
1º Ejecutar o concluir la comisión. El artículo 245 señala al respecto: “Aceptada expresa o
tácitamente la comisión, el comisionista deberá ejecutarla y concluirla, y no haciéndolo sin
causa legal, responderá al comitente de los daños y perjuicios que le sobrevinieren”.

¿En qué caso el comisionista puede no ejecutar la comisión encargada? Cuando existe una
causa legal que lo autorice para suspender o renunciar al cargo, como ocurre por ejemplo
cuando para llevar a término el mandato necesita provisión de fondos y ésta no se hace
por el comitente (art. 272 del Código de Comercio).

¿Cómo cumple con el encargo el comisionista? Hay que distinguir:


a)Si el comitente ha dado instrucciones precisas. El comisionista deberá sujetarse
estrictamente a ellas en el desempeño de la comisión. Pero si creyere que cumpliéndolas
a la letra debe resultar un daño grave para su comitente, será de su deber suspender la
ejecución y darle aviso en primera oportunidad. En ningún caso podrá obrar contra las
disposiciones expresas y claras de su comitente (art. 268).

b)Si el comitente no ha dado instrucciones. En todos los casos no previstos por el


comitente, el comisionista deberá consultarlo y suspender la ejecución de su encargo
mientras no reciba nuevas instrucciones.
Si la urgencia y el estado del negocio no permitieren demora alguna, o si estuviere
autorizado para obrar a su arbitrio, el comisionista podrá hacer lo que le dicte su
prudencia y sea más conforme a los usos y procedimientos de los comerciantes
entendidos y diligentes (art. 269).
2º Conservar y custodiar los efectos sobre que versa la comisión.
El comisionista es responsable de la custodia y conservación de los efectos sobre que
versa la comisión, cualquiera que sea el objeto con que se le hayan entregado (art. 246).

En ningún caso el comisionista podrá alterar la marca de los efectos sin expresa
autorización del comitente (art. 247).

¿Desde cuándo existe la obligación de conservación y custodia? Desde el momento en que


las cosas quedan a disposición del comisionista. ¿Y hasta qué momento? Hasta que las
expida por cuenta del comitente. Aquí termina la responsabilidad del comisionista y
aparece la del comitente, salvo, naturalmente, una estipulación expresa en contrario (art.
299). Esta disposición se funda en el hecho de que el contrato está establecido en
beneficio del comitente, por tanto el comisionista no puede seguir respondiendo de una
cosa que ya no le interesa.

¿Qué debe hacer el comisionista para liberarse de responsabilidad cuando las cosas están
deterioradas o se pierden? El artículo 249 del Código de Comercio se limita a señalar que
debe dar aviso al comitente sin demora y hacerle constar este deterioro o pérdida. ¿De
qué forma puede hacerlo constar legalmente? El Código nada dice a este respecto, por lo
que debe recurrirse a las reglas dadas en caso de avería, de suerte que si ésta está
manifiesta, debe iniciar juicio y se nombrará tasador, y si la avería no está manifiesta,
tiene plazo de 48 horas para hacer la denuncia ante el juzgado donde lleguen las
mercaderías.
3º Comunicar el estado de las negociaciones. La ley exige que el comisionista tenga al
tanto de las negociaciones al comitente. La razón es lógica: el comisionista está supliendo
la actuación personal del comitente.

El artículo 250 del Código de Comercio consagra esta obligación del comisionista, que
tiene por objeto permitir al comitente confirmar, revocar o modificar las instrucciones que
haya impartido para la ejecución del mandato. Varias disposiciones, entre otras los
artículos 267, 273, 279 y 302 del Código de Comercio, confirman esta obligación.

4º Rendir cuentas. La comisión es una especie de mandato mercantil y, como ya hemos


dicho, todo mandato supone la obligación de rendir cuentas de su ejecución. El Código de
Comercio ha sido muy estricto respecto de esta obligación en el contrato en estudio.
Evacuada la negociación encomendada, el comisionista está obligado a poner en manos
del comitente, a la mayor brevedad posible, una cuenta detallada y justificada de su
administración, devolviéndole los títulos y demás piezas que el comitente le hubiere
entregado, salvo las cartas misivas (art. 279 del Código de Comercio).
La cuenta debe ser justificada con documentos; si el comisionista fuere comerciante, hará
constar la comisión en sus libros; en caso contrario será acusado del delito de estafa (arts.
279 y 280).
Ahora bien, una vez evacuada la comisión, si el comisionista no rinde cuentas, debe
intereses a su comitente desde la fecha que se ha constituido en mora (art. 281 del Código
de Comercio).

El artículo 2155 del Código Civil establece la posibilidad de relevar al comisionista de la


obligación de rendir cuentas: “El mandatario es obligado a dar cuenta de su
administración.
Las partidas importantes de su cuenta serán documentadas si el mandante no le hubiere
relevado de esta obligación”.
El efecto de esta relevación se encuentra consagrado en el inciso 3º de esta disposición,
que expresa: “La relevación de rendir cuentas no exonera al mandatario de los cargos que
contra él justifique el mandante”.

Como corolario de la obligación en estudio aparece para el comisionista el deber de


devolver a su mandante los títulos y efectos que recibió para llevar a cabo la negociación
(art. 279 Nº 2, parte final, del Código de Comercio).

5º La obligación de reintegrar los saldos en favor del comitente. El comisionista no sólo


está obligado a entregar al comitente el producto del negocio mismo, sino que también
debe reintegrar todo saldo que quede en favor de él. Ejemplo: para la ejecución de un
mandato el mandante entrega al mandatario la suma de $ 1.000.000, de los cuales sólo
invierte $ 800.000. Al rendir cuenta debe reintegrar los $ 800.000 en el producto invertido
y los $ 200.000 restantes. Esta obligación está contenida en el artículo 279 Nº 3º del
Código de Comercio.
¿De qué forma debe practicar la devolución de los saldos?
En primer término, hay que atenerse a lo estipulado por las partes en el contrato mismo.
A falta de disposición expresa de los interesados, debe hacerse la devolución conforme a
los usos generales del comercio.
Entre nosotros se recurre al pago por consignación.

Las prohibiciones a que está sujeto el comisionista. En este contrato, como en ningún
otro, el legislador ha reglamentado estrictamente las prohibiciones. La razón de ello radica
en el hecho de que la comisión es un mandato en que una persona asume la
representación de otra, radicándose los efectos del acto o contrato encomendado en el
patrimonio del representado. De ahí que la ley se interese en proteger al mandante para
que de la actuación del mandatario no resulte un perjuicio en su contra. Estas
prohibiciones son, a saber:

1)La prohibición de alterar las marcas (art. 247 del Código de Comercio). Establece esta
disposición que en ningún caso podrá el comisionista alterar la marca de los efectos sin
expresa autorización de su comitente. La sanción al incumplimiento de esta obligación es,
desde el punto de vista contractual, la indemnización de perjuicios, de la que se hace
acreedor del mandante y, desde el punto de vista penal, el comisionista se hace reo del
delito de estafa.
2) La prohibición de lucrarse con el mandato (art. 278 del Código de Comercio). Fuera del
salario o remuneración el comisionista no puede recibir lucro alguno de la negociación
que se le hubiere encomendado. En consecuencia, deberá abonar a su comitente
cualquier provecho directo o indirecto que obtuviere en el desempeño de su mandato.

Dentro de esta prohibición existe otra contemplada en el artículo 252 del Código de
Comercio, por la cual se le impide al comisionista dar en prenda, para seguridad de
obligaciones propias, objetos que le hubiere entregado el mandante. Si el mandatario
infringe esta prohibición, la prenda subsiste; el mandante para liberar sus especies deberá
pagar al acreedor prendario hasta la cantidad concurrente al valor de las mercaderías, a
menos que probare que el acreedor, al recibirlas, tuvo conocimiento de que no
pertenecían al comisionista, en cuyo caso tendrá derecho a reivindicarlas.

Por el mero hecho de la constitución de la prenda el comisionista comete abuso de


confianza, haciéndose acreedor de una sanción penal por delito de estafa. Desde el punto
de vista contractual debe responder de los perjuicios al comitente.
Los artículos 2152 del Código Civil y 317 del Código de Comercio establecen la posibilidad
de que se convenga un pacto de garantía o solvencia, por el cual el mandatario toma
sobre su responsabilidad “la solvencia de los deudores y todas las incertidumbres y
embarazos del cobro”.
En este caso, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 317 inciso 1º del Código de
Comercio, a contrario sensu, tendrá derecho a una remuneración especial aparte del
salario convenido. Este precepto no contiene una regla positiva, pues expresa: “El
comisionista que asegurando la solvencia de los deudores no corriere riesgo alguno, no
tendrá derecho sino al pago de la comisión simple”. En síntesis, este artículo supone que
el mandante acepta el pacto de solvencia, pero si éste no comporta riesgo alguno para el
comisionista, no está obligado a pagarle mayor remuneración. La razón de esto radica en
que este pacto es una especie de seguro, y sabemos que no hay seguro sin riesgo.

3) La prohibición de representar intereses contrapuestos. En el fondo En el fondo, lo que


esta prohibición importa es negar al comisionista la posibilidad del autocontrato. Le está
vedado al comisionista representar intereses incompatibles, toda vez que de ello puede
resultar perjuicio para alguien. Se ha discutido bastante en la doctrina si el autocontrato
tiene o no valor. Lo propio se hace respecto de si éste tiene acogida en nuestro derecho
positivo.
En el derecho civil se prohíbe al mandatario celebrar con su mandante y en su
representación los contratos de compraventa y de mutuo. En los demás contratos no
existe prohibición.
En el derecho comercial el Código prohíbe al comisionista, a menos que se le autorice
formalmente, hacer contratos por cuenta de dos comitentes o por cuenta propia y ajena,
siempre que para celebrarlos tenga que representar intereses incompatibles.
Así, no puede:
1º) Comprar o vender por cuenta de un comitente mercaderías que tenga para vender o
que esté encargado de comprar por cuenta de otro comitente;
2º) Comprar para sí mercaderías de sus comitentes, o adquirir para ellos efectos que le
pertenezcan (art. 271).

Si el comisionista obtiene autorización de su mandante para la celebración de un


autocontrato, tiene derecho a percibir la mitad de la remuneración que le corresponde
(art. 276).
Dada la redacción del artículo 271: “Se prohíbe al comisionista…”, pareciera ser que la
sanción al incumplimiento de esta prohibición fuera la nulidad absoluta del contrato
celebrado, pero la jurisprudencia de nuestros tribunales se ha inclinado por la nulidad
relativa, lo que no deja de ser favorable toda vez que permite la confirmación posterior
del acto o contrato. No obstante, la Corte Suprema en un fallo ha dicho: “Sin formal
autorización del comitente, no puede el comisionista, en la celebración de un contrato,
representar intereses incompatibles, por lo cual le está expresamente prohibido comprar
para sí mercaderías de su comitente, o adquirir para éste efectos que le pertenezcan.
Tales ventas son nulas de nulidad absoluta”.

Don Gabriel Palma se pronuncia en este caso por la nulidad relativa y sostiene que el acto
puede ser ratificado. A juicio de don Raúl Varela Varela, la sanción es la inoponibilidad del
acto.
4) La prohibición de delegar. En el derecho civil la delegación del mandato está permitida,
a menos que se prohíba hacerla. En el derecho comercial, en cambio, esta situación es
justamente inversa: se prohíbe la delegación del mandato, a menos que se autorice para
realizarla. Hace excepción a este principio el artículo 262 del Código de Comercio, que
permite la delegación respecto de los “actos subalternos que según la costumbre del
comercio se confían a los dependientes”.

El artículo 261 del Código de Comercio contiene esta prohibición y se desprende de él que
la autorización para delegar puede ser: a) expresa, cuando se hace en términos formales y
explícitos, por ejemplo en el contrato mismo; y b) tácita, se desprende de la forma en que
se ha hecho la comisión.
El artículo 264 contempla un caso de delegación implícita, que tiene lugar cuando el
comisionista estuviere impedido para obrar por sí mismo y hubiere peligro en la demora.

1) Formas para hacer la delegación. El comitente puede o no designar las personas que
van a servir de delegados. El Código de Comercio en esta materia es extremadamente
detallista: “Autorizado explícitamente para delegar, el comisionista deberá hacerlo en la
persona que le hubiere designado el comitente.

Si la persona designada no gozare al tiempo de la sustitución del concepto de probidad y


solvencia que tenía en la época de la designación, y el negocio no fuere urgente, deberá
dar aviso a su comitente para que provea lo que más conviniere a sus intereses.
Si el negocio fuere urgente, hará la sustitución en otra persona que la designada” (art.
263).
“El que delega sus funciones en virtud de autorización explícita o implícita, no habiéndose
designado la persona por el comitente, es responsable de los daños y perjuicios que
sobrevinieren a éste, si el delegado no fuere persona notoriamente capaz y solvente, o si
al verificar la sustitución hubiere alterado de algún modo la forma de la comisión” (art.
265).

2) Efectos de la delegación. Es menester distinguir dos situaciones:


a) Delegación a nombre del comitente. Se pone término a la comisión puesto que el
comitente actúa ahora a nombre propio;
b) Delegación a nombre del comisionista. Subsiste la comisión con todos sus efectos
legales, y se constituye una nueva entre el delegante y el delegado.

Finalmente, el artículo 267 del Código de Comercio establece que en todos los casos en
que el comisionista delegue la comisión deberá dar aviso a su comitente de la delegación y
de la persona delegada.

Derechos del comisionista.


Los principales derechos del comisionista son los siguientes:
1) Derecho de remuneración. La comisión es por naturaleza asalariada (art. 239 del Código
de Comercio). La remuneración se determina:
a) Por las partes en el contrato suscrito;
b) Si las partes no hubieren fijado las cuotas de retribución, el comisionista podrá exigir la
que fuere de uso general en la plaza en que hubiere desempeñado el encargo, y en su
defecto, la acostumbrada en la plaza más cercana.
No resultando bien establecida la cuota usual, el juzgado fijará la suma que deba abonarse
al comisionista, calculándola sobre el valor de la operación, incluso los gastos (art. 275 del
Código de Comercio).
2) Derecho a provisión de fondos. El comitente debe proveer al comisionista de los fondos
y efectos necesarios, cuando la comisión requiera de ellos (art. 272).
3) Derecho a la devolución de anticipos, gastos e intereses que hubiere significado la
comisión. Este derecho puede hacerlo efectivo el comisionista una vez que haya cumplido
con el encargo y rendido cuenta justificada de él. Aun antes de cumplir con el encargo
también puede el comisionista exigir que se le paguen al contado sus anticipos, intereses y
costos, para lo cual deberá rendir cuenta justificada con documentos. Los intereses que se
le deben son los corrientes.
4) Derecho de retención y solidaridad. El comisionista tiene derecho para retener las
mercaderías consignadas hasta el preferente y efectivo pago de sus anticipos, intereses,
costos y salario, concurriendo estas circunstancias: 1º) que las mercaderías le hayan sido
remitidas de una plaza a otra; 2º) que hayan sido entregadas real o virtualmente al
comisionista (art. 284 del Código de Comercio).
La extinción de la comisión.
En términos generales, puede decirse que se extingue por las mismas causales que el
Código Civil establece para la terminación del mandato (art. 2163 del Código Civil). Sin
embargo, vale la pena destacar que el Código de Comercio introduce modificaciones
respecto de la revocación, de la renuncia y de la muerte del comitente.

Veamos estas tres situaciones:


1) La revocación de la comisión. El Código Civil establece que el mandante puede revocar
libremente el mandato, aun cuando existe la tendencia en doctrina a restringir esta
facultad. En el Código de Comercio la situación es otra, toda vez que el comitente no
puede revocar a su arbitrio la comisión aceptada, cuando su ejecución interesa al
comisionista o a terceros. El contrato interesa al comisionista por la remuneración a que
tiene derecho y a los terceros por la celebración del acto encargado.

2) La renuncia del comisionista. En principio la renuncia está permitida, pero debe darse
aviso al comitente dándole tiempo suficiente para que provea personalmente o nombre al
sustituto (arts. 2167 del Código Civil y 242 del Código de Comercio).
Si la renuncia se hace sin observar la obligación de dar aviso y de ello se siguen perjuicios
graves para el comitente, se puede hacer efectiva la responsabilidad contractual del
comisionista para que le indemnice los daños.
No debemos olvidar, por otra parte, que la renuncia está permitida en todos aquellos
casos en que para la ejecución del mandato el mandatario requiera provisión de fondos y
ésta no se hace por el comitente (art. 272 del Código de Comercio).

3) La muerte del comitente. El artículo 2163 Nº 5º del Código Civil expresa que el mandato
termina por la muerte del mandante o del mandatario. El Código de Comercio contempla
una solución diversa: la comisión no termina por la muerte del comitente, pues se trata de
cumplir una o varias operaciones determinadas y existe interés para el comisionista en
poner término a su mandato.
Las obligaciones del comitente se transmiten a sus herederos (art. 240 del Código de
Comercio). Distinta es la situación que se produce en caso de muerte del comisionista,
pues el encargo es estrictamente personal. Si el comisionista fuere una persona jurídica,
se ha dicho que subsiste la comisión, a menos que la muerte del encargado de cumplirla
ponga término a la sociedad.

Reglas especiales respecto de ciertas comisiones.


Estas son las relativas a:
– Comisión para comprar. En este caso aparece de manifiesto la operación encomendada
y es perfectamente determinada: la compra de algo.
Se aplican las mismas reglas generales de la comisión, pero existe una norma especial
contenida en el artículo 296 del Código de Comercio, que expresa: “No podrá comprar
efectos por cuenta de su comitente a mayor precio del que tuvieren en la plaza los que se
le han pedido, aun cuando el comitente le hubiere señalado otro precio más alto.
Contraviniendo a esta prohibición, el comisionista abonará al comitente la diferencia entre
el precio de plaza y el precio de la compra”.

– Comisión para vender. Al igual que en el caso anterior, se trata de una operación de
comercio determinada: la venta. Se aplican también las reglas generales de la comisión. El
artículo 312 del Código de Comercio contiene una norma de carácter especial: “El
comisionista deberá verificar la cobranza de los créditos de su comitente en las épocas en
que se hicieren exigibles, y no haciéndolo, responderá de los perjuicios que causare su
omisión”.

– Comisión para el transporte. El artículo 318 del Código de Comercio la define señalando:
“Comisionista de transportes es aquel que, en su propio nombre pero por cuenta ajena,
trata con un porteador la conducción de mercaderías de un lugar a otro”. Combina
elementos del contrato de transporte y de la comisión. Se le aplican, de la misma manera
que en los casos anteriores, las reglas generales de la comisión o mandato mercantil.
Como regla de tipo especial, el artículo 321 del Código de Comercio le exige al
comisionista de transportes asegurar las mercaderías que remitiere por cuenta ajena,
teniendo orden y provisión para hacerlo, o dar pronto aviso a su comitente si no pudiere
realizar el seguro por el precio y condiciones que le designaren sus instrucciones.

El inciso 2º de este artículo agrega: “Ocurriendo la quiebra del asegurador, pendiente el


riesgo de las mercaderías, el comisionista deberá renovar el seguro, aun cuando no tenga
encargo especial al efecto”.

LA LETRA DE CAMBIO
El giro o libramiento de una letra de cambio

El giro de una letra de cambio es el acto jurídico mediante el cual una persona, llamada
girador o librador, la crea y pone en circulación, emitiendo la orden de pago.

El giro de la letra es un acto jurídico unilateral y como tal requiere de voluntad y capacidad
para realizarlo.

La voluntad se manifiesta a través de la sola firma del librador estampada en la letra de


cambio. El giro es una operación de letra de cambio y, de acuerdo al artículo 3º, es un acto
de comercio.

Sin embargo, la capacidad para ejecutar ésta, como en general cualquiera otra de las
operaciones sobre letras de cambio, se rige por las disposiciones generales que sobre
capacidad contempla el Código Civil, ya que, según se explicó en el Capítulo IV de este
libro, el Código de Comercio sólo da reglas especiales en materia de capacidad en relación
a los comerciantes (artículos 7º y siguientes) y en las letras de cambio pueden intervenir
tanto comerciantes como quienes no lo son. Naturalmente que si intervienen
comerciantes en las operaciones sobre letra de cambio y pagarés, en ejecución de sus
actividades profesionales, su capacidad se regirá por la normativa especial del Código de
Comercio.

Modalidades del giro de la letra


Las modalidades de giro de la letra están contempladas en los artículos 3º y 5º de la ley y
son las siguientes:
1. Giro a la orden del librador;
2. Giro a cargo del propio librador, y
3. Letra girada para ser pagada en el domicilio de un tercero.

Las examinaremos a continuación:

1. Letra girada a la orden del librador

Por regla general, en el otorgamiento de una letra concurren tres personas: librador,
librado y tomador. Puede ocurrir, sin embargo, que falte la tercera persona, o que el
librador y tomador sean una misma persona. A este último tipo de letras se refiere el
artículo 3º de la ley. Estas letras son perfectamente legales y muy comunes en la práctica,
debido a que facilitan enormemente los traspasos.

2. Letra girada a cargo del propio librador

Es el caso en que el librado asume la posición de librador y de librado. La utilidad práctica


de esta forma de libramiento consiste en la posibilidad de girar sobre una propia filial o, a
la inversa, que una sucursal del establecimiento gire sobre la casa matriz

3. Letra girada para ser pagada en el domicilio de un tercero

Esta letra se llama letra domiciliada o "letra con cláusula de domicilio", y la persona en
cuyo domicilio se pagará se llama "domiciliatario".
El domiciliatario no contrae ninguna obligación ni figura para nada en la letra.
El tercero en cuyo domicilio se paga la letra puede tenerlo en la localidad en que el
librador tenga el suyo o en otra distinta.
Las ventajas de esta modalidad de letras se presentan en los siguientes casos:

a) Cuando el librador sabe que el aceptante no se encontrará en el lugar del pago a la


fecha del vencimiento;

b) Cuando el aceptante tiene su domicilio en el campo y el banco con el que trabaja lo


tiene en la ciudad.

Cabe tener en cuenta que, según el número 6º del artículo 1º, "si la letra no indica el lugar
del pago, éste deberá hacerse en el domicilio del librado señalado en el documento".

La representación en el giro de la letra de cambio

Según las reglas generales, si una persona actúa a nombre de otra sin poder para
representarla, el representante no se obliga personalmente, salvo su responsabilidad
extracontractual.

En materia de letra de cambio, el artículo 8º sienta el principio opuesto, al decir que "la
persona que firma una letra de cambio como representante o a ruego de otra, de la que
no tiene facultad para actuar, se obligará por sí misma en virtud de la letra; y si hubiere
pagado tendrá los mismos derechos que tendría el supuesto representado. La misma regla
se aplica al representante que se ha excedido en sus poderes".

La disposición se refiere a todo el que firme una letra como representante o a ruego de
otro. La expresión representante incluye a los representantes legales y también a los
mandatarios que obran a nombre de su mandante (artículo 1448 del Código Civil).
Responsabilidad del librador

El artículo 10 de la ley dispone que "el librador garantiza la aceptación y el pago de la letra
de cambio. Puede eximirse de la responsabilidad de la aceptación; pero toda cláusula por
la cual se exima o limite su responsabilidad por el pago se tendrá por no escrita".

En conformidad a este precepto legal, el girador contrae dos obligaciones diversas:

a) Garantiza la aceptación de la letra, y


b) Garantiza el pago de la letra.
Esta doble responsabilidad del deudor es la consecuencia natural y lógica de su calidad de
creador de la letra o emisor del documento.

a)Garantía de aceptación

La garantía de aceptación afecta al librador cuando el librado no acepta la letra y es


protestada por falta de aceptación. Si la letra es protestada por falta de aceptación, el
portador de ella tiene derecho a exigir del librador y endosantes, aun antes del
vencimiento, el pago del importe de la letra.

En concordancia con lo anterior, el artículo 81 de la ley dice que "el portador puede
ejercer su acción antes del vencimiento de la letra: 1) Si se hubiese protestado la letra por
falta de aceptación del librado".

Se afirma que la obligación del librador de pagar el monto de la letra constituye, en este
caso, una especie de indemnización de perjuicios. A nuestro juicio, se trata de la
responsabilidad legal que contrae quien pone en circulación la letra, si el librado no acepta
la orden de pago y que se encuentra estrechamente relacionada con la garantía de pago.

b) Garantía de pago
En virtud de ella, el librador responde del pago del documento. Si el librado da su
aceptación, pero no paga al vencimiento del documento, el portador tiene, previo
protesto por falta de pago, derecho a cobrar el importe de la letra al librador (artículo 79
de la ley).

Exención de responsabilidad por la aceptación

El librador puede, mediante cláusula expresa, escrita en la letra, eximirse de la


responsabilidad por la aceptación. La cláusula por la cual el librador declara exonerarse de
la responsabilidad por la aceptación, es válida. Pero el artículo 10 agrega que "toda
cláusula por la cual se exima o limite su responsabilidad por el pago se tendrá por no
escrita".

Resulta, entonces, que el librado puede eximirse de responsabilidad por la falta de


aceptación, pero no puede eximirse de la responsabilidad por el pago. El efecto de la
exoneración de responsabilidad por la aceptación es, en el fondo, que el portador del
documento sólo tiene acción contra el librador si el librado no paga al vencimiento, previo
protesto.

El giro mediante la impresión digital

El librador puede emitir la letra estampando su impresión digital, en el lugar de su firma,


siempre que lo haga ante un notario o ante un oficial del Registro Civil, si en la localidad
no hubiere notario (artículo 9º).

Es evidente que esta norma, que constituye hoy en día un anacronismo, es aplicable no
solamente al giro de la letra, sino a cualesquiera otros actos jurídicos que se efectúan en
relación con la letra, como el endoso, la aceptación, el aval, etc.
El endoso

El endoso está definido en el artículo 17 que dice: "el endoso es el escrito por el cual el
tenedor legítimo transfiere el dominio de la letra, la entrega en cobro o la constituye en
prenda". Recordemos que las reglas legales sobre el endoso, contenidas en la Ley Nº
18.092, sobre Letras de Cambio y Pagarés, se aplican a cualesquiera otros títulos de
crédito emitidos con cláusula a la orden de, a favor de, a disposición de u otras
equivalentes, cualquiera fuere la denominación con que se designare a dichos
instrumentos, según dispone la ley Nº 18.552. En consecuencia y en cuanto a su
naturaleza jurídica, el endoso es, por regla general, la forma de transferir los títulos a la
orden. Es la cesión de los créditos de esta clase.

En cuanto a su forma, el inciso 2º agrega que el endoso debe estamparse al dorso de la


letra misma o de una hoja de prolongación adherida a ella. Sin embargo, el inciso 4º
agrega que, bajo la responsabilidad del endosante, su firma podrá estamparse por otros
procedimientos que se autoricen en el reglamento en los casos y con las formalidades que
en él se establezcan. Este reglamento no se ha dictado.

La letra, incluso la no librada expresamente a la orden, es transferible por endoso. Vimos


que, según el artículo 1º, número 3º, de la ley Nº 18.092, en la letra debe indicarse el
nombre y apellido de la persona a que debe hacerse el pago o a cuya orden efectuarse.
Por lo tanto, la cláusula "a la orden" no es un elemento de la esencia de la letra, sino que
perfectamente puede omitirse. En este caso, aun cuando la letra no contenga la cláusula
"a la orden", es transferible por endoso.

La cláusula "no endosable“


Conforme al artículo 18, el librador puede insertar en la letra las palabras "no endosable"
o una expresión equivalente. En este caso, la letra sólo podrá transferirse o constituirse en
prenda conforme a las reglas aplicables a los créditos nominativos.

Según dispone el artículo 25, inciso 2º, un endosante puede prohibir un nuevo endoso y,
en tal caso, no responde ante los endosatarios posteriores de la letra. No hay duda de que
en este caso la letra puede ser también cedida conforme a las reglas de la cesión de
créditos, porque lo que la ley establece es que el portador puede prohibir un nuevo
endoso, pero no dice que no pueda transferirse por otros medios.

Clases de endoso

En cuanto a sus finalidades y efectos, el endoso puede ser traslaticio de dominio, en


garantía o pignoraticio y en cobro.

Los analizaremos a continuación, previo examen de los requisitos de fondo que todos
deben cumplir.

Requisitos de fondo del endoso

Los requisitos de fondo del endoso son dos:


a) El endoso debe ser puro, simple y total, y

b) El endoso debe ser hecho por tenedor legítimo y capaz.


En efecto:

a) El artículo 19, inciso 1º, dice que el endoso debe ser puro y simple. Toda condición a la
que se subordine el mismo se reputa no escrita. El endoso parcial no produce efecto
alguno.
En otros términos, el endoso no puede estar sometido a condición alguna y si se transfiere
el documento debe hacerse por la totalidad del mismo, no pudiendo, por ejemplo,
endosarse por $ 5.000 una letra que ha sido girada por la suma de $ 10.000.

b) El artículo 17 requiere que el endoso sea hecho por un tenedor legítimo, entendiéndose
por tal aquel que, conforme al artículo 26, justifica su derecho con una serie no
interrumpida de endosos, aunque el último esté en blanco. Si a un endoso en blanco sigue
otro endoso, se reputa que el firmante de éste ha adquirido la letra por el endoso en
blanco.

A fin de determinar al portador legítimo de la letra, deben tenerse por no escritos los
endosos tachados o borrados (artículo 26, inciso 2º).

De la aplicación de las reglas generales debemos concluir que el endosante debe ser
capaz, porque el endoso es una forma de obligarse. Además, el artículo 7º de la ley se
refiere a la incapacidad de algunos de los signatarios de la letra de cambio, entre los
cuales debe considerarse a los endosantes, con lo que se concluye que dichos signatarios
deben ser capaces.

Endoso traslaticio

El endoso traslaticio es un escrito por el cual el tenedor legítimo transfiere el dominio de


la letra (artículo 17, inciso 1).

El endoso traslaticio puede ser:

a) En blanco, o
b) Completo.
a) El endoso en blanco consiste en la sola firma del endosante (artículo 23) y produce los
mismos efectos que el endoso completo, según se deduce del artículo 24.

b) Endoso completo es aquel en que se indica, además de la firma del endosante o de la


persona que lo extiende a su ruego o en su representación, las siguientes menciones: el
lugar y fecha de su otorgamiento, el nombre del endosatario y la calidad del endoso, en su
caso.

El endoso en que se omite el lugar de su otorgamiento se presume hecho en el domicilio


del endosante; el endoso sin fecha se presume extendido antes del vencimiento de la letra
(art. 22). Por lo tanto, debe estimarse como endoso completo el que contenga solamente
el nombre del endosatario y la firma del endosante, porque según la ley, se presumirá que
es un endoso traslaticio de dominio hecho en el domicilio del endosante y extendido antes
del vencimiento de la letra.

Efectos del endoso traslaticio

El endoso traslaticio de dominio produce efectos de diversa naturaleza sobre la propiedad


de la letra, la responsabilidad de los endosantes y las excepciones que el deudor cedido
puede oponer al último tenedor del documento.
Los efectos descritos pueden resumirse en los siguientes tres puntos:

1.Transferencia del dominio del endosante al endosatario;


2. Responsabilidad solidaria del endosante por la aceptación y pago de la letra, y
3. Purga o inoponibilidad de las excepciones.

1.Transferencia del dominio del endosante al endosatario

El principal efecto del endoso es el de transferir la propiedad o dominio de la letra.


En realidad, el endoso constituye, como ya dijimos, una cesión de créditos, pero debemos
agregar que es una cesión sometida a reglas especiales, pues entre el endoso y la cesión
común existen diferencias sustanciales.

Desde luego, la simplicidad de la forma del endoso constituye la primera diferencia entre
el endoso y la cesión ordinaria. Esta simplicidad formal nació, sin duda, de la necesidad de
dar mayor velocidad al título en su circulación, librándolo de las ataduras que significan las
solemnidades del Derecho Civil.

Enseguida, el adquirente de la letra por el endoso tiene un derecho propio, autónomo,


que no deriva del derecho que tenía el cedente, sino que nace del propio documento. Por
eso no pueden oponérsele las excepciones que afectan al derecho del cedente; el
endosatario no es sucesor del endosante, y siempre va a tener los derechos que el título
otorga sin que tenga que entrar a averiguar la validez y eficacia de las relaciones jurídicas
de sus antecesores, sino solamente la regularidad formal del encadenamiento de endosos.
En la cesión común, en cambio, el cesionario adquiere el crédito con las limitaciones que
tenían los derechos de su antecesor. Nuevamente veremos este punto al tratar la
inoponibilidad de excepciones.

2. Responsabilidad solidaria de los endosantes

Del endoso resulta para los endosantes una responsabilidad solidaria, que en la ley está
expresamente consagrada en el artículo 79, que dice que "todos los que firman una letra
de cambio, sea como libradores, aceptantes, o endosantes, quedan solidariamente
obligados a pagar al portador el valor de la letra, más los reajustes e intereses, en su
caso".
A su vez, el artículo 25 dispone que quien efectúa el endoso traslaticio de dominio
garantiza la aceptación y pago de la letra.

La obligación de garantía del endosante es igual que la del librador, a la cual ya nos hemos
referido. El endosante garantiza tanto la solvencia presente y futura del librado,
solidariamente con los otros obligados.
Esta obligación, sin embargo, no es de la esencia del endoso, sino de su naturaleza,
porque el endosante puede exonerarse de ella, mediante una cláusula expresa estampada
al dorso del documento. La fórmula que generalmente se inserta para estos efectos son
las palabras "sin garantía".

Es importante tener presente que esta cláusula se refiere tanto a la garantía de aceptación
como a la de pago, en tanto que el librador sólo puede eximirse de la garantía de
aceptación.

3. Principio de la purga o inoponibilidad de las excepciones

Este principio está consagrado en el artículo 28 de la ley que dice: "la persona demandada
en virtud de una letra de cambio no puede oponer al demandante excepciones fundadas
en relaciones personales con anteriores portadores de la letra".

Fundado en esta disposición, puede decirse que la inoponibilidad de las excepciones


consiste en el hecho de que el aceptante de la letra de cambio no puede oponer al
portador sino aquellas excepciones que deriven del título mismo, y las excepciones que
aquél hubiere podido invocar contra el último endosante o contra los endosantes
anteriores, quedan purgadas.

Si relacionamos este efecto del endoso con el que consiste en transferir el dominio de la
letra, que ya estudiamos, podemos afirmar que en la negociación de la letra, lo que se
transfiere no es el derecho del cedente (de lo contrario el cesionario hubiera podido
oponer también sus excepciones), sino el derecho derivado del título mismo.

Dicho de otra manera, la inoponibilidad o purga de las excepciones fluye del hecho de que
lo único que se transfiere por el endoso es el derecho que aparece del examen externo del
título. El endosatario tiene un derecho propio, de carácter autónomo, que es
independiente del que tenía el cedente.
La seguridad, rapidez y eficacia de las transacciones comerciales ha impuesto la necesidad
de dar al título a la orden el máximo de posibilidades de circulación, sin que se vea
entorpecida ésta por las diversas situaciones jurídicas que pueden haberse producido en
operaciones anteriores. Por eso, la falta de capacidad de un endosante, la falta de causa
de algunas de las obligaciones, la falsificación de una firma u otros vicios, no entorpecen la
eficacia del documento, y el portador sabe que, existiendo la aparente regularidad externa
del título, no podrá ver lesionado su derecho de crédito con excepciones latentes u
ocultas.

ENDOSO DE LETRAS VENCIDAS O PROTESTADAS POR FALTA DE PAGO

Según el artículo 32 de la ley, "el endoso de una letra vencida o protestada por falta de
pago no tiene más valor ni produce otro efecto que el de una cesión ordinaria".

Esto significa que este endoso, en los casos señalados, no producirá sus efectos propios,
sino que producirá aquellos que ya referimos al tratar de la cesión de créditos ordinaria,
tanto en cuanto al traspaso de las excepciones como a las garantías de las cuales responde
el cedente.

El artículo 32 agrega que, en caso de endoso posterior al vencimiento, o al protesto por


falta de pago, "el cedente y el cesionario podrán ajustar los pactos que les convengan".

En el hecho no es un endoso, sino una simple cesión y, por lo tanto, cedente y cesionario
no quedan ligados por la reglamentación del endoso y pueden pactar lo que les convenga.

Endoso en garantía

El endoso en garantía es el escrito por el cual el tenedor legítimo constituye una prenda
con la letra de cambio, para caucionar una obligación contraída con un tercero.

El endosante puede haber contraído una obligación con un tercero (acreedor) y para
caucionar el cumplimiento de dicha obligación le entrega en prenda una letra de cambio,
para lo cual la endosa con una cláusula con la fórmula "valor en prenda", "valor en
garantía" u otra equivalente. Cuando el endoso contiene alguna de estas cláusulas,
importa constitución en prenda (artículo 21).

Desde el punto de vista formal, la cláusula necesaria para identificar este endoso es la de
"valor en garantía" u otra equivalente.
En cuanto a sus efectos, este endoso viene a limitar los efectos normales de todo endoso
y, por lo mismo, el endosatario no puede traspasar el título mediante nuevos endosos de
disposición; esto, por una razón muy simple: porque el dominio de la letra lo conserva el
endosante. El endosatario en garantía tiene un título de mera tenencia, pero de él nace un
derecho especial y muy efectivo para el endosatario: cobrar la letra y aplicar sin más
trámite su valor al pago de su crédito, conforme al artículo 30. El cobro puede ser judicial
o extrajudicial y exige al endosatario en garantía rendir cuenta al endosante.

Salvo cláusula en contrario, el endosante no responde de la aceptación o pago de la letra.

Mientras el endosatario mantenga la letra en su poder debe practicar todas las diligencias
necesarias para conservar los derechos emanados de ellas. Esto se refiere a la obligación
de protestar la letra (artículo 30, inciso 1, parte final).

El endoso hecho por el endosatario en garantía sólo vale como endoso en cobro.
En este caso, la persona demandada en virtud de una letra de cambio endosada en
garantía no puede oponer al endosatario demandante excepciones fundadas en
relaciones personales con anteriores portadores de la letra (artículo 30, inciso final, en
relación con el artículo 28).

Endoso en comisión de cobranza

Es el escrito puesto al dorso de la letra, por el cual el endosante la entrega en cobro. Se


materializa mediante la cláusula "valor en cobro", "en cobranza" o cualquiera otra
mención equivalente.
Este endoso implica un simple mandato por el cual se faculta al portador para ejercitar
todos los derechos derivados de la letra de cambio, salvo el de endosar la letra en dominio
o garantía.

El endoso en cobro practicado por el endosatario sólo produce los efectos propios del
endoso en cobranza.

El endosatario en cobranza puede cobrar y percibir, incluso judicialmente, y tiene todas las
atribuciones propias del mandatario judicial, comprendidas también aquellas que
conforme a la ley requieren mención expresa. Con todo, el mandatario sólo puede
comparecer ante los tribunales en la forma que exige la ley.
Por la naturaleza de este endoso, la letra nominativa o no endosable es susceptible de
endoso en cobro (artículo 29).

De la aceptación del librado y sus efectos

Debido a sus características, la letra de cambio es, en buenas cuentas, una orden escrita,
no sujeta a condición, dada por el librador al librado de pagar una cantidad determinada o
determinable de dinero a una persona cierta y determinada (o a cuya orden debe
efectuarse el pago) en el lugar y época prefijados.

En el giro de la letra intervienen sólo dos personas: el librador, que es el que contrae la
obligación de pagar una cantidad de dinero y emite el documento para cumplir su
obligación (deudor), y el tomador o beneficiario.

El librado, o sea, la persona contra quien se da la orden de pagar el documento, es un


extraño al acto de emisión o creación de la letra, y mientras se mantenga en tal carácter,
ninguna obligación contrae. Sólo pasa a obligarse desde el instante en que acepta el
encargo que se le hace y se compromete a cumplir la orden de pago a favor del tomador y
tenedor del título. Desde tal momento, entonces, el librador se transforma en deudor
directo y principal y pasa a denominarse "aceptante". "Aceptante, es el librado que
admite el mandato de pagar la letra", decía el antiguo artículo 623 del Código de
Comercio.
De lo dicho puede deducirse la importancia de la aceptación.

Definición de la aceptación

La ley no define la aceptación, pero podemos decir que ella es el acto jurídico unilateral
por el cual el librado acepta la orden que se le hace en la letra de cambio, de pagarla a la
persona que sea portadora legítima de ella en el día del vencimiento.

El efecto fundamental de la aceptación es el de constituir al aceptante (anteriormente


librado) en obligado a pagar la letra.

La aceptación no constituye un requisito de existencia de la letra de cambio y, muy por el


contrario, veremos enseguida que la regla general es que la presentación de la letra de
cambio para su aceptación es facultativa.

En todo caso, para que el librado se obligue cambiariamente, debe manifestar su voluntad
con las solemnidades que establece la ley y que resumiremos luego.

Reglas sobre la aceptación

I. Reglas de forma sobre la aceptación

La letra de cambio tiene, según hemos dicho, un carácter eminentemente formal, de tal
modo que las reglas de forma tienen gran importancia en la validez de la letra, y es por
eso que la ley las ha establecido en forma bastante estricta.
a)La aceptación debe darse por escrito. Este es un principio de carácter universal, que
consagra el artículo 33: "la aceptación debe constar en la letra misma por medio de las
palabras 'acepto', 'aceptada' u otras equivalentes y la firma del librado. La sola firma de
éste puesta en el anverso de la letra importa 'aceptación'";

b)La aceptación debe darse en la letra misma, y

c)La firma del librado es esencial. En su parte segunda, el artículo 33 dice que "la sola
firma del librado puesta en el anverso de la letra importa aceptación". El librado debe
firmar la letra haciendo constar su aceptación mediante las palabras acepto, aceptado u
otra equivalente. Sin embargo, estas expresiones pueden omitirse, no son esenciales, pero
lo que no puede omitirse nunca es la firma de la letra, porque este sí es un requisito
esencial.

La firma del librado puesta en el anverso en la letra de cambio importa aceptación, sin
necesidad de ningún agregado. Esta es la regla general.
Decimos esto, porque hay casos en que es necesario agregar en la aceptación la fecha o el
domicilio o la residencia en que haya de hacerse el pago.

1.Caso en que debe fecharse la aceptación

Trata este caso el artículo 36 de la ley, que dice que si la letra fuera girada a un plazo
contadero desde la vista o si ella debe ser presentada a la aceptación en un plazo
determinado en virtud de cláusulas especiales, el librado deberá fechar la aceptación.

Esta fecha deberá ser la del día en que la aceptación fuere dada, a menos que el
requirente exija que se ponga la del día de su presentación.

A falta de fecha, el portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y el
librador, debe protestar la letra. El término para pagar la letra girada a un plazo contadero
desde la vista correrá, en este caso, a partir del día del protesto.
El protesto a que se refiere la ley es el protesto por falta de fecha.
2. Caso en que hay que indicar el domicilio o residencia para el pago
El caso está contemplado en el artículo 43 que dice: "el librado puede señalar en su
aceptación un domicilio o residencia diferente del que resulte del texto de la letra, para
que en ella se efectúe el pago, siempre que esté ubicado en la misma provincia".

La aceptación para pagar en cualquier lugar fuera de dicha "provincia" produce los efectos
señalados en el inciso segundo del artículo precedente. Esta situación es distinta a la que
contempla el artículo 5º de la ley, que se refiere a las letras giradas para ser pagadas en el
domicilio de un tercero, ya sea en la localidad en que el librado tenga el suyo o en otra
distinta. Se refiere, pues, al caso en que el librador fija el domicilio de un tercero. En
cambio, el artículo 43, inciso 1º, se refiere a la situación en que el librado señala un
domicilio o residencia distintos del que resulta del texto de la letra. Este domicilio puede
ser otro diferente al señalado por el librador. La ley lo faculta para ello, con tal de que esté
ubicado en la misma provincia.

Este cambio que puede hacer el librado respecto al lugar del pago es una facultad que le
concede la ley para facilitar el pago y es, además, una excepción al principio del artículo
42, inciso 2º, que dispone que "cualquier reserva o declaración por la cual se modifique el
contenido original del título equivale a un rechazo de la aceptación".

El artículo 43, inciso 1º, faculta al aceptante para modificar el lugar del pago, pero siempre
que esté ubicado en la misma provincia. Por eso y porque, según veremos, "la aceptación
debe ser pura y absoluta", el inciso 2º del artículo 43 dispone que la aceptación para pagar
en cualquier lugar fuera de dicha provincia produce los efectos señalados en el inciso 2º
del artículo 42, esto es, equivale a un rechazo de la aceptación y, por lo tanto, la letra
debe ser protestada por falta de aceptación. Esto no obsta a que el aceptante que aceptó
con reservas quede siempre obligado en los términos de su aceptación.

3. Momento en que surte efectos la aceptación

La aceptación produce efectos para el librado desde el momento en que se da en algunas


de las formas señaladas por la ley.
4. Retractación de la aceptación
El artículo 44, no obstante, contiene una novedad, que consiste en que el librado que ha
estampado en la letra de cambio su aceptación puede borrarla o tacharla antes de
restituir la letra, debiendo en tal caso agregar la expresión "retiro mi aceptación" y volver
a firmar. Cumplidos estos requisitos, se considerará que la aceptación ha sido negada.
Es importante tener presente que la retractación sólo surte efectos cuando se hace antes
de restituir la letra.
5. Fechas y horas en que puede requerirse la aceptación

La aceptación no puede requerirse en días feriados, en días sábados ni el 31 de diciembre.

Además, la aceptación sólo puede requerirse entre las 9 y las 18 horas, salvo que el lugar
señalado para la aceptación fuere el de una institución bancaria o financiera, en cuyo caso
sólo podrá hacerse dentro del horario del funcionamiento para la atención de público
(artículo 38).

II. Reglas de fondo sobre la aceptación

Son requisitos especiales, propios del derecho cambiario, y cuya finalidad primordial es
dar garantía a la circulación de la letra de cambio. Los examinaremos a continuación.
1. La aceptación debe ser pura y simple (artículo 42)
El librado debe aceptar pura y simplemente, pero puede restringir su aceptación a una
parte de la suma librada.
Esta es la única excepción, puesto que cualquiera otra reserva o declaración por la cual se
modifique el contenido original del título equivale a un rechazo de la aceptación. El
aceptante, sin embargo, queda obligado en los términos de su aceptación.

También debe considerarse la facultad de señalar un domicilio o residencia diferente del


texto de la letra, a que ya nos referimos.

2. La aceptación es irrevocable
Una vez dada la aceptación, el librado no puede retractarse de ella, salvo el ya señalado
caso de excepción del artículo 44, que establece como condición básica para borrarla o
tacharla, que se haga antes de restituir la letra, debiendo agregar las expresiones "retiro
mi aceptación" y volver a firmar.

III. Efectos de la aceptación


El principal efecto de la aceptación es el de constituir al librado en deudor principal de la
letra, transformándolo en aceptante. En virtud de esta norma fundamental, el aceptante
queda personal y directamente obligado al pago de la suma consignada en la letra, y su
obligación es imperativa e ineludible.
El aceptante tampoco puede alegar al portador la falta de protesto o la circunstancia de
que la letra no fue cobrada oportunamente, ya que el perjuicio del documento sólo
favorece y libera a los obligados por garantía (girador, endosante o avalistas de éstos) y
jamás al aceptante.

IV. La presentación de la letra a la aceptación

El portador de la letra, una vez que la ha recibido del librador o de su endosante, está en
condiciones de presentarla a la aceptación del librado. No debe olvidarse que mientras
éste no acepte, no es obligado cambiario; por el contrario, cuando acepta, pasa a ser
"aceptante" y, como tal, el principal obligado cambiario.
Pero el "portador" o "propietario" de la letra, como dice el artículo 34 de la ley, puede
presentarla a la aceptación, con lo cual se concluye, según se anticipó, que la presentación
a la aceptación es facultativa, por regla general.

Lo anterior lleva a hacer una distinción, para mejor comprensión de la materia, entre los
siguientes casos relacionados con la presentación de la letra a la aceptación:

IV. La presentación de la letra a la aceptación

a) Letras de cambio que no es necesario ni posible presentar a la aceptación


Estas son las letras "a la vista" a que se refieren los artículos 48 y 49 de la ley. En efecto, el
artículo 49 señala que "la letra a la vista es pagadera a su presentación".
En todo caso, es importarte tener presente que se discute respecto de si la letra girada a
la vista puede presentarse o no a la aceptación. Según algunos autores, la aceptación y el
pago se confunden en un solo acto. Según otros, puede presentarse la letra a la
aceptación sin perjuicio de presentarla al cobro posteriormente.

A nuestro juicio, la disposición del artículo 49, en nuestro derecho, no deja lugar a dudas,
en el sentido de que la letra a la vista es pagadera a su presentación. Se afirma que en
estos casos la letra nació aceptada, o, en otros términos, el pago supone aceptación y la
negativa a pagar supone rechazo de la aceptación. Por lo tanto, no es necesario ni posible
presentarlas a la mera aceptación.

IV. La presentación de la letra a la aceptación

b) Letras cuya presentación a la aceptación es imperativa

Son las letras giradas a un plazo de la vista (artículo 48). El artículo 50 añade que "el
término de la letra girada a cierto plazo a contar de la vista, corre desde el día de su
aceptación o desde su protesto por falta de aceptación o por falta de fecha de
aceptación".
El momento desde que se cuenta el plazo es el de "la vista" o aceptación, y de ello fluye
que, necesariamente, deben presentarse a la aceptación del librado. Según el artículo 36,
en las letras giradas a un plazo contado desde la vista, el librado deberá fechar la
aceptación, pues de otro modo, no es posible determinar desde cuándo se cuenta el
plazo.

La fecha debe ser la del día en que la aceptación fuere dada, a menos que el requirente
exija que se ponga la del día de su presentación.

A falta de fecha, el portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y el
librador, debe protestar la letra. El término para pagar la letra girada a un plazo contadero
desde la vista correrá, en este caso, a partir del día del protesto (artículo 36 incisos 2º y
3º).

En las letras a la vista, la diligencia de protesto por falta de fecha es una medida
conservativa de los derechos del portador contra los garantes solidarios (librador y
endosantes), de manera que si aquél no la cumple, caducan sus derechos.

Puede ocurrir que el librado no acepte; en este caso debe protestarse la letra por falta de
aceptación. Debe tenerse presente que el protesto por falta de aceptación dispensa la
presentación para el pago y el protesto por falta de pago (artículo 67).

IV. La presentación de la letra a la aceptación

c) Letras que deben ser presentadas a la aceptación en un plazo determinado en virtud de


cláusulas especiales

Están consagradas en el artículo 36 y constituyen una aplicación del principio de la libertad


contractual. En cuanto a las formas de la presentación, debe entenderse que rigen las
reglas dadas para las letras giradas a un plazo contadero desde la vista.

d) Letras de cambio en que la presentación a la aceptación es facultativa


Son la regla general. Las normas correspondientes se aplican a las letras a un plazo
contado desde el giro y letras a día fijo y determinado.

Formalidades de presentación de la letra a la aceptación

La presentación de la letra para su aceptación depende de la forma de vencimiento con


que se puede emitir el título, y en su caso, esta presentación se hace indispensable para
determinar el plazo de la misma (letras giradas a un plazo contado desde la vista).
Se puede decir, en términos generales, que la presentación de la letra para su aceptación
es facultativa.
Sin embargo, este principio general tiene excepciones que se señalaron en el acápite
precedente, al analizar las clases de letras según la obligación o necesidad de presentarlas
para la aceptación.

Respecto de la persona que puede presentar la letra a la aceptación, el artículo 34 dice


que "el propietario de la letra puede presentarla a la aceptación por sí, o por mandatario
especial, aun cuando no la haya endosado a favor de éste". El inciso 2º agrega que "la
mera tenencia de la letra hace presumir el mandato y confiere la facultad necesaria para
presentarla a la aceptación y, en su defecto, requerir el protesto".

La expresión "propietario de la letra" debe entenderse como referida al "portador


legítimo" a que se refiere el artículo 26, aunque bien puede ser el beneficiario directo a
que se refiere el artículo 1º, número 4, esto es, la persona a que debe hacerse el pago o a
cuya orden debe efectuarse.
En todo caso, puede presentar la letra para la aceptación el portador legítimo o un simple
tenedor, entendiéndose por tal hasta un simple mensajero. Así se deduce del artículo 34,
inciso 2º.

En realidad, al librado poco le importa quién le traiga la letra, ya que, frente al que en
forma legítima pretende la aceptación, no tiene, hasta ese momento, ninguna obligación.
Pero si acepta, su voluntad se exterioriza literal y materialmente en el título.

Finalmente, el artículo 41 dispone que "el librado debe prestar o negar su aceptación en el
día en que el portador presente la letra al efecto, salvo que aquél exija que se le haga una
segunda presentación el día siguiente".
El inciso final del artículo 41 agrega que el requirente no está obligado a dejar la letra en
poder del librador.

El aval
Está definido en el artículo 46, que dice: "El aval es un acto escrito y firmado en la letra de
cambio, en una hoja de prolongación adherida a ésta, o en un documento separado, por el
cual el girador, un endosante o un tercero garantiza, en todo o en parte, el pago de ella".

Es necesario indicar que el aval es un acto jurídico unilateral, por el cual una persona
garantiza el pago de la letra de cambio. La persona que otorga el aval se llama avalista.

1.Quién puede otorgar aval

Desde luego, el aval es un acto jurídico unilateral y debe otorgarse por persona capaz de
obligarse. Además, el aval es un acto de comercio, pues constituye una operación sobre
letra de cambio o pagaré. Según la disposición transcrita, el aval puede ser dado por el
librador, un endosante o un tercero, quienes caucionan o garantizan, en todo o en parte,
el pago de la letra.
En cualquier caso, debemos advertir que el aval otorgado por el librador o uno de los
endosantes implica para éste una dualidad en la garantía, ya que el librador y los
endosantes responden solidariamente por el pago de la letra de cambio.
El aval tendrá, por tanto, real interés cuando es prestado por un tercero extraño a la letra
de cambio, porque con él se agrega otra persona responsable del pago de la letra.

2. A favor de quién puede otorgarse aval

En primer lugar, diremos que es facultativo para el aval determinar la persona a quien
garantizará: puede ser el librador, un endosante o el aceptante.
Si se constituye aval a favor del librador o endosante, el avalista tendrá la responsabilidad
de éstos en las mismas circunstancias y condiciones que la ley establece para ellos. Por
tanto, le favorecerá el perjuicio de la letra de cambio en los casos en que favorece a las
personas caucionadas.
En cambio, si nada se dice, o como señala la ley, "concebido el aval sin limitaciones, el
avalista de la letra de cambio responde del pago de ella en los mismos términos que la ley
impone al aceptante".
Esto significa que si no indica por quién otorga el aval, se entiende que lo otorga por el
aceptante. En otras palabras, lo mismo que el aceptante, no será favorecido con la
caducidad de las acciones del portador si éste no protesta la letra en tiempo y forma.

3. Otras limitaciones admisibles en el aval

El artículo 47 dice "que el aval puede ser limitado a tiempo, caso, cantidad o persona
determinada; y en tal evento, sólo producirá la responsabilidad que el avalista se hubiere
impuesto".
Por lo tanto, no sólo a persona, sino también a tiempo, caso o cantidad puede limitarse el
aval. La limitación en cuanto a tiempo puede consistir en dar el aval sólo por un
determinado plazo. En cuanto a caso, puede consistir en una condición; y la limitación en
cuanto a cantidad, quiere decir que se cauciona el pago hasta un monto determinado.

4. Cómo se otorga el aval

Esto equivale a indicar sus requisitos de forma. Al respecto, el aval puede otorgarse en la
misma letra o en una hoja de prolongación o en un documento separado.

a)Si el aval se da en la letra, puede serlo en el anverso o en el dorso o en una hoja de


prolongación de ésta30. Si se otorga en el anverso, el aval se constituye por la sola firma
del avalista, a menos que esa firma sea del girador o del librado. En todo caso, en la
práctica, el aval, mediante la firma del avalista, se otorga en el anverso y en sentido
transversal a la escrituración de la letra. Para evitar confusiones es aconsejable que a la
firma del aval se agreguen las palabras "por aval" u otras equivalentes;

b)Otorgado el aval en el dorso del documento debe contener, necesariamente, además de


la firma del avalista, la expresión "por aval" u otra equivalente. Así lo dice la parte segunda
del inciso 2º del artículo 46. Esta condición está establecida para evitar que la firma del
aval se confunda con la de uno de los endosantes;
c)Otorgado el aval en escrito separado debe, además de la firma del avalista, expresar que
el acto es un aval e identificar claramente la letra a la cual concierne. Los derechos que
emanan de un aval otorgado en documento separado no se transfieren por endoso.

La ley establece que el acto que no reúna los requisitos señalados en el artículo 46 no
constituye aval.

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