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El poder del miedo

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Felix Garcia Moriyon


Universidad Autónoma de Madrid
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Análisis 131

EL PODER DEL MIEDO

FÉLIX GARCÍA MORIYÓN


Profesor de Filosofía

LAS RAÍCES DEL MIEDO tinuación sentir que el mundo es predecible y que
nuestros peores temores no se van a cumplir. Sen-

L
as emociones forman parte de nuestra consti- tirnos a salvo es un deseo profundamente enraizado
tución como seres humanos. Son fundamenta- en nuestro ser (Muiño, 2014). El problema, claro está,
les en la génesis de la motivación que nos lleva surge porque somos seres sumamente vulnerables y
a actuar y son también básicas para afrontar los pro- dependientes. Son muchos los peligros que nos ace-
blemas de identidad personal, es decir, el tipo de per- chan y poca la capacidad que tenemos, sobre todo en
sona que queremos ser, y de identidad colectiva, esto la infancia y la vejez, para afrontarlos con éxito y eso
es, la clase de sociedad en la que queremos vivir. Per- nos convierte en vulnerables. Si bien podemos ganar
cibirlas de manera apropiada, lo que implica interpre-
ciertos niveles significativos de autonomía y de inde-
tarlas adecuadamente, no es tarea sencilla, y exige un
pendencia en nuestro proceso de maduración, niveles
largo proceso educativo y de crecimiento ético perso-
que caracterizan la vida adulta o la madurez, a lo largo
nal. Los psicólogos suelen hablar de desarrollo moral
cuando investigan sobre esta parte crucial del proceso de todo el ciclo vital seguimos siendo dependientes y
evolutivo del ser humano (García Moriyón, 2005) y go- vulnerables: estamos sometidos a riesgos de forma
za de bastante actualidad y amplia aceptación el cons- constante y dependemos siempre de otras personas
tructo «inteligencia emocional». en casi todas nuestras actividades.
Como enfoque orientador, admito la distinción clara Las situaciones que percibimos como arriesgadas o
entre una dimensión humana sustancialmente cogni- conflictivas, como peligrosas para nuestra subsisten-
tiva (la neurología actual la sitúa preferentemente en cia, normalmente provocan incertidumbre, descon-
el lóbulo prefrontal) y otra sustancialmente afectiva cierto y miedo. Estos sentimientos son en parte algo
emocional (situada preferentemente en la amígdala). positivo, pues nos protegen de males destructivos,
La distinción es sobre todo analítica, si bien es muy
nos hacen esforzarnos en la búsqueda de soluciones
importante cuando aparecen desajustes entre ambas
novedosas y pueden también incitar a la colaboración
o cuando en una u otra existen disfunciones o disca-
con quienes viven con nosotros esas mismas situacio-
pacidades. Eso sí, debemos ser muy conscientes de
que en la vida cotidiana y en la propia identidad per- nes. Evitar a toda costa el riesgo no parece sensato si
sonal están siempre estrechamente vinculadas. Para- queremos llevar una vida plena, pues no se alcanza la
fraseando una afirmación de Kant, las emociones sin plenitud sin afrontar riesgos y proponerse metas que
la cognición son ciegas y perturbadoras, y la cogni- exijan un apreciable esfuerzo personal. Y, obviamen-
ción sin emociones es estéril e inerte. Desde luego, te, emprender un proyecto valioso implica aceptar el
algo que ya dejó claro Platón en su analogía del auriga miedo ante un posible fracaso. De modo similar care-
y los caballos, las relaciones entre esas dimensiones cer totalmente de miedo podría ser altamente nocivo
son complejas y difíciles. para nuestra propia supervivencia: una lesión como la
El miedo es una de las emociones más básicas y calcificación bilateral simétrica en los lóbulos tempo-
profundas. Si aceptamos la pirámide de Maslow —
rales mediales puede afectar a la amígdala cerebral y
que es un buen enfoque de las motivaciones huma-
provocar una total incapacidad de sentir miedo, lo que
nas ampliamente reconocido—, el miedo está rela-
puede ser muy peligroso (Jorge, 2017). El comporta-
cionado con el segundo bloque de necesidades: se-
guridad y protección. Satisfechas las necesidades miento antisocial de los adolescentes y el de los psi-
fisiológicas básicas (hambre y sed), buscamos a con- cópatas suele ir acompañado de falta de miedo, algo

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131 Análisis

que no parece ser muy positivo. Lo más apropiado, y nuidad con lo que ocurre en otras especies animales.
también la única posibilidad que nos queda, es vivir Lo primero que sucede es un conjunto de respues-
con el miedo, emoción que brota con fuerza, que nos tas fisiológicas: contracción muscular que prepara pa-
provoca comportamientos no siempre adecuados, pe- ra la lucha o la huida; aceleración cardiaca y respirato-
ro de la que podemos aprender para afrontar situacio- ria; caída de la actividad inmunológica y digestiva para
nes futuras (Ariza, 2011). reservar energía; dilatación de las pupilas… Esas reac-
Tiene también su lado negativo. Y por eso es ne- ciones inmediatas e involuntarias son los síntomas o
cesario gozar de ciertos niveles de seguridad sin los señales del miedo que nos ayudan a salir huyendo,
cuales la vida podría ser insoportable. La seguridad se buscando un refugio u ocultándonos si fuera posible.
convierte en algo tan importante que debe ser garan- También nos ayudan a afrontar el peligro, a luchar con
tizada por las formas de gobierno de las que se dota el enemigo, mejorando nuestras prestaciones físicas.
una comunidad humana. La seguridad pasa a ser una Una segunda reacción, justo la contraria, es quedarse
condición necesaria para la legitimidad de todo gobier- totalmente paralizado, estrategia que parece ser efi-
no y se plantea como derecho fundamental: «Todo in- caz en el caso de algunas especies animales: al ha-
dividuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la se- cerse el muerto, la presa aleja a su potencial depre-
guridad de su persona» (art. 3, Declaración Universal dador que desiste de devorarlas. La variante humana
de los Derechos Humanos). El crecimiento de la in- de esa parálisis, frecuente en las clásicas películas del
seguridad provoca miedo y origina crisis personales y oeste, es la de no hacer nada, aceptar pasivamente la
sociales, que con cierta facilidad pueden llevar a regí- situación confiando en que la mejor manera de sobre-
menes políticos que sacrifican otros derechos para ga- vivir a situaciones en las que estamos amenazados es
rantizar esa seguridad, lo que concita un gran apoyo no incrementar la violencia de quienes nos amenazan.
de amplios sectores de la sociedad. Si nos ceñimos al Creemos que nuestra pasividad les apaciguará y que
plano personal, puede provocar terror o pánico, esta- acabarán primero con quienes se resisten. Una frase
dos anímicos claramente negativos que distorsionan célebre expresa una buena variante de esta actitud:
la cognición humana, lo que lleva a tomar decisiones «quien se mueva, no sale la foto». Y una segunda va-
claramente erróneas que nos perjudican a nosotros riante, muy actual por cierto, es la de negar el peligro,
mismos y a quienes nos rodean. Ese es el caso de los pensar que no existe ninguna amenaza real y que, por
sesgos y prejuicios que provoca la polaridad ellos-no- tanto, no hay que hacer nada, excepto silenciar o erra-
sotros, muy relevante para la vida humana: el miedo dicar esas señales fisiológicas en el caso de que apa-
al otro, al diferente, lleva a proyectar en él rasgos ne- rezcan. Ingenuamente creemos que el paso del tiem-
gativos que pueden ocasionar la exclusión y el maltra- po disolverá las amenazas.
to, y arraigar en diversas formas de fobia: xenofobia, Casi simultáneamente, pues el peligro está ahí, po-
aporofobia, homofobia, racismo, y también las fobias nemos en marcha todos los mecanismos a nuestra
a las personas asociadas a los grupos que difieren de mano para lograr superar y resolver lo que nos está
nosotros (Sapolsky, 2019). Se establece en cierto sen- amenazando. En muchas especies, la respuesta es
tido un círculo vicioso entre el miedo y el mal: teme- solidaria, es decir, implica a varios o todos los miem-
mos lo que percibimos como malo para nosotros y ha- bros de grupo, buscando maximizar las posibilidades
cemos malo a todo lo que tememos, incluidas perso- de salir bien parados. Los humanos, especialmente
nas o grupos humanos de diverso tipo. Es lo que lleva vulnerables en muchos aspectos, hemos sido muy
al psiquiatra Boris Bandelow a decir que el origen del potentes en este tipo de respuestas sociales, apoya-
mal es el mismo que el origen del miedo, y sentir el dos en dos rasgos fundamentales: el lenguaje y la in-
miedo, como ejecutar el mal, generan adicción, al mo- teligencia. Ahora bien, una vez tomada la decisión de
do en que lo generan las drogas. Y quizá sea también hacer algo (incluso de no hacer nada), sigue un pro-
la afición que muchas personas tienen a ver películas ceso nada sencillo de deliberación. Hace falta eva-
de miedo y terror, buscando probablemente sensacio- luar lúcidamente la situación ante la que nos encon-
nes fuertes que ponen en riesgo la propia estabilidad. tramos, lucidez difícil y también onerosa cuando las
O a practicar deportes de alto riesgo. emociones están desbocadas. Evaluado el riesgo que
corremos, hay que explorar diferentes alternativas; si
decidimos huir, debemos diseñar la huida más pro-
LAS REACCIONES ANTE EL MIEDO metedora posible, que nos aleje definitivamente del
peligro. Si decidimos afrontar el peligro, el asunto es
Si nos fijamos en las reacciones básicas frente a las quizás algo más complicado porque se presentan va-
situaciones del miedo, podemos encontrar una conti- rias posibilidades y hay que seleccionar cuál es la me-

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Análisis 131

jor y la más factible. Como es obvio, tras percibir una si fuimos valientes o temerarios al afrontar el peligro.
situación de peligro (ver) y deliberar para tomar una Además, no conviene olvidar nunca el verso de Joa-
decisión (juzgar) queda un tercer paso que es el fun- quín Sabina: «que ser valiente no salga tan caro, que
damental, ponerlo en práctica (actuar). Si lo anterior ser cobarde no valga la pena». Ser valiente cuesta y
no es sencillo, este tercer paso lo es todavía menos. hay contextos sociales y personales que lo convierte
Es imprescindible abordar este proceso desde una en especialmente costoso.
perspectiva moral, pues todo acto humano implica, de
manera más o menos explícita, una dimensión mo-
ral, que incluye el comportamiento, lo que hacemos. EL MIEDO COMO INSTRUMENTO DE CONTROL SOCIAL
Podemos seguir utilizando el modelo de Aristóteles,
que, en gran parte, está presente en todas las cultu- A lo largo de la historia, posiblemente ha sido el
ras y en todas las épocas: la única manera de afron- miedo un recurso ampliamente utilizado como instru-
tar el miedo es siendo valientes, es decir, el valor o el mento de control social. En la Edad Moderna europea,
coraje son los rasgos de la persona que reacciona co- dos autores lo dejaron claro. Maquiavelo (El Príncipe,
rrectamente ante las situaciones peligrosas o amena- 1513), justo en los inicios de este periodo, sostiene
zadoras. La gran ventaja del planteamiento de Aristó- que el príncipe debe buscar ser amado y también te-
teles es que nos habla de hábitos, por tanto, del com- mido por los súbditos, combinando la clemencia y la
portamiento puesto que, desde su enfoque, no basta crueldad según las circunstancias, por lo que, cuando
con saber qué es el bien, sino que hay que ser bue- está en juego la unidad y lealtad del reino, el prínci-
no. En este caso, no bastan con reconocer el peligro pe debe ser cruel con los sediciosos pues de ese mo-
y explorar las posibles alternativas. Hace falta actuar do evitará males mayores. Hobbes, con la experiencia
con valor y coraje. acumulada por las guerras que asolaban Inglaterra, pe-
Un caso extremo, que ya hemos visto, es el de no ro también Europa, volvió a insistir mucho más tarde
tener en ningún momento la emoción del miedo. Hay (Leviathan, 1651) en la importancia del miedo como
otro caso extremo contemplado por la justicia: el mie- factor generador de la sociedad política: es el miedo
do insuperable, que puede servir como eximente de constante a la otra persona, vista como rival en com-
responsabilidad penal al anular significativa, incluso to- petencia destructiva, el que lleva a aceptar una socie-
talmente, la voluntad del sujeto. Pero la conducta de dad fuerte en la que la obediencia a la ley se sustenta
todos los seres humanos se sitúa en un amplio es- en su utilidad protectora, pero también en el miedo al
pectro, con dos comportamientos extremos que po- castigo. No sin razón señala esa relación entre miedo
demos considerar viciosos, la cobardía y la temeridad. y obediencia a la ley, de tal modo que esta obedien-
La conducta que ha sido denostada prácticamente cia es la que proporciona la adecuada defensa contra
siempre y en todas las culturas es la cobardía, mien- el miedo proporcionando seguridad.
tras que la que ha sido siempre valorada positivamen- En ambos casos, pero sobre todo en el de Hob-
te, y en nuestra cultura constituye una de las cuatro bes, hay una clara conciencia de que el miedo es un
virtudes cardinales, es la valentía o el coraje. De un elemento perturbador importante, en especial en una
ser humano se espera que se aproxime a esa valentía época, el siglo xvii, en la que la población vivía en una
gracias a la cual afrontamos y superamos los peligros. situación de gran inseguridad generalizada. Delumeau
Sólo la práctica nos permite llegar al hábito-virtud de la ha ofrecido una espléndida exposición de los profun-
valentía: el reiterado comportamiento valiente permite dos miedos, naturales y culturales, que acosaron a los
que se convierta en un hábito (virtud) por lo que en fu- europeos del siglo xiv al siglo xviii (Delumeau, 1978),
turas ocasiones tenderemos a repetirlo puesto que ha miedos que generaron angustia y provocaron reac-
pasado a ser una segunda naturaleza, una naturaleza ciones de extrema violencia, como la quema de bru-
encarnada o situada. Y no estamos hablando de una jas que asoló el centro y el norte de Europa, miedos
especie de todo o nada, sino de un continuo de ac- que prácticamente se prolongaron hasta finales del si-
tuaciones que van desde una manifiesta cobardía has- glo xviii en Francia con su punto culminante, en cierto
ta una ejemplar valentía; y no somos igual de valien- sentido, en el Gran Miedo campesino que aceleró los
tes o cobardes en todas las situaciones. Las situacio- acontecimientos iniciados en la Revolución para de-
nes morales, así como las decisiones que tomamos sembocar en lo que se llamó el Terror. Son siglos en
en esos casos, están siempre situadas, son contex- los que predomina la cultura del miedo, reforzada por
tuales, algo que también indicaba con acierto Aristó- una tendencia del cristianismo, en todas sus iglesias,
teles: solo los detalles de la situación concreta permi- a destacar una visión pesimista del ser humano domi-
tirán saber si fuimos cobardes o prudentes al huir, o nado por el mal, la culpa y el pecado (Delumeau, 2006).

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131 Análisis

Las reflexiones de Maquiavelo y Hobbes, así como Según Mongardini (2007), el miedo es una de las
todas las manifestaciones culturales profundamente emociones más poderosas que articulan la sociedad
enraizadas en el miedo durante esa larga época, so- y por ello se presta bien a la manipulación política. La
bre todo en el xvii, buscan de manera prioritaria garan- primera manipulación consiste en diversificarlos y am-
tizar la seguridad de los ciudadanos para evitar así esa plificarlos, en sembrar el miedo: están los peligros que
insoportable sensación permanente de fragilidad y vul- amenazan al cuerpo de la persona; en segundo lugar,
nerabilidad, de poder perder todo por poco que sea. peligros más generales que atentan contra el orden
Lo que es interesante es el paso rápido del Gran Mie- social del que depende la seguridad del medio de vi-
do (le Grand Peur) al Terror (Terreur), que el dicciona- da (la renta, el empleo) o la supervivencia (invalidez,
rio de la Academia Francesa incluye en 1789, para re- vejez); y en tercer lugar, están los peligros que ame-
ferirse a un régimen político que impone un miedo co- nazan el lugar de la persona en el mundo: su posición
lectivo para romper la resistencia de un pueblo. Cinco en la jerarquía social, su identidad (de clase, de géne-
años después, el mismo diccionario incluyó el término ro, étnica, religiosa) y, en líneas generales, el riesgo
«terrorismo», con un significado político muy similar. de la exclusión. Según Bauman, los miedos que siem-
Podemos percibir con cierta claridad las dos caras del bran «son intratables y, de hecho, imposibles de erra-
poder del miedo: por un lado, el miedo percibido por dicar: no se van nunca: pueden ser aplazados u olvi-
las personas, por los pueblos, genera inestabilidad, in- dados (reprimidos) durante un tiempo, pero no exorci-
seguridad, malestar social que suele llevar a protestas zados. Para tales miedos, no se ha hallado antídoto ni
y revueltas que, en su momento pueden desembocar es probable que se invente ninguno. Son temores que
en revoluciones radicales o en apoyo a gobiernos muy penetran y saturan la vida en su conjunto, alcanzan to-
autoritarios con merma de otros derechos. Por otro la- dos los rincones y los recovecos del cuerpo y del al-
do, crece la tendencia a introducir el miedo en la vida ma y reformulan el proceso vital en un ininterrumpido
política como instrumento de control y transformación e inacabable juego del escondite, un juego en el que
social. Esto segundo es claro tanto en la etapa del te- un momento de distracción desemboca en una derro-
rror de la Revolución Francesa como en al Gran Terror ta irreparable» (Bauman, 2006, p. 45).
del Gulag ruso, contemporáneo, por cierto, del terror Razones hay para tener miedo, pero es igualmen-
brutal impuesto por el régimen nacionalsocialista en te cierto que existe una manipulación desde las ins-
Alemania. Terminada la II Guerra Mundial, el miedo, tancias del poder para generar un miedo que parali-
más bien el terror a la destrucción mutua total de las ce la capacidad de reaccionar contra las medidas neo-
dos superpotencias, gravitó igualmente con ese doble liberales que buscan una solución de esas situaciones
sentido: defenderse de un gran peligro y amenazar peligrosas que favorezca a quienes detentan el poder,
con una descomunal violencia destructiva. esas élites extractivas que apenas sobrepasa el 10%
La situación actual indica que el papel del miedo si- de la población mundial. Quedó claro en el golpe de
gue muy vigente. Las raíces en estos momentos pue- Estado contra Pinochet, justo en los años en los que el
den centrarse en un concepto desarrollado por Bos- neoliberalismo estaba cuajando como doctrina política
trom (2013): estamos haciendo frente a crisis existen- dominante y Melanie Klein desveló la planificación in-
ciales y globales, es decir, a amenazas que ponen en tencionada de atemorizar a la población bajo el nombre
cuestión incluso la supervivencia de la humanidad, visi- de la doctrina del schock, libro que, más allá de posi-
bles en el efecto invernadero, la extinción de las espe- bles simplificaciones y algunas generalizaciones abusi-
cies y los procesos de globalización, así como en desa- vas, ponía de manifiesto la política intencionada y bien
rrollos tecnológicos que afectan a la identidad humana. planificada de atemorizar a la población consiguiendo
Esto genera incertidumbre entre la gente que ve ame- así acabar con toda posible oposición y lograr el con-
nazadas sus condiciones de vida materiales (escasez sentimiento pasivo de la mayoría. El uso manipulador
de recursos y degradación ambiental) y también exis- de los miedos ha permitido consolidar el incremento
tenciales (pérdida de referentes identitarios que doten disparatado de las medidas y empresas de seguridad,
de sentido a la propia vida vinculada a amplios movi- ha hecho posible un deterioro generalizado de las con-
mientos migratorios). Para los sectores más críticos, diciones laborales, ha abierto el camino a partidos po-
esos riesgos son el síntoma de un mal profundo: un pulistas y al autoritarismo, con restricciones de liber-
modelo de relaciones sociales de producción que pivo- tades democráticas… Los miedos están siendo utili-
ta exclusivamente sobre la maximización del beneficio. zados como mecanismos de protección de las élites
Los riesgos pueden ser entendidos como síntomas de cuya intención es conseguir que la ciudadanía acepte
ese mal y en eso están de acuerdo pensadores como la imposición de medidas que perjudican a los sectores
Riechman (2011) o el papa Francisco (Laudato si). más débiles de la población (Estefanía, 2011).

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Análisis 131

No se trata ya de los miedos tradicionales a la muer- can han hecho de su propia vida una equivocación.
te, el infierno, la enfermedad, la vejez, la indefensión, En todo caso, este es el punto central del problema:
el terrorismo, la guerra, el hambre, las radiaciones nu- la constitutiva fragilidad del ser humano que le con-
cleares, los desastres naturales, las catástrofes am- vierte en persona vulnerable y dependiente que sien-
bientales…, que también son problemas. Se trata de te miedo y busca seguridad por caminos correctos y
un miedo más difuso al poder de los mercados, go- también incorrectos. Justo en esa tesis insiste Mar-
bernados por personas desconocidas que tienen ca- tha Nussbaum: el miedo domina nuestra personali-
pacidad sobrada de condicionar las políticas de los go- dad como emoción negativa que no logramos contro-
biernos —todos con caras conocidas y casi todos ele- lar (Nussbaum, 2019).
gidos democráticamente— para que logren preservar Recordemos lo dicho al principio: el miedo puede
el vigente equilibrio totalmente asimétrico en la dis- provocar parálisis, pero también una gran actividad,
tribución del poder y de los recursos. En las revuel- que con cierta frecuencia se torna en violencia dura.
tas generalizadas tras la gran crisis de 2008, el ene- Miedo tenían los romanos cuando arrasaron Cartago;
migo quedó identificado, por ejemplo, en España, con miedo tenían los clérigos cuando pusieron en marcha
la «casta» y las «puertas giratorias», términos afortu- la terrible maquinaria inquisitorial; miedo tenía Robes-
nados, pero algo difusos y confusos; en Estados Uni- pierre cuando impuso el terror de la guillotina; miedo
dos se habló expresamente de los 13 banksters, de- tenía la gran burguesía alemana cuando financió y apo-
nunciando que se había producido un golpe de Esta- yó al partido nazi; miedo tenían la burguesía española,
do encubierto y tranquilo (Johnson, 2009). Pero se la chilena o la argentina cuando decidieron perpetrar
mantiene la sensación de que estamos sometidos a sus sangrientos golpes de estado. Y miedo tiene cual-
un poder excesivamente concentrado, pero al mismo quier empresario cuando se esfuerza por aniquilar de
tiempo difuso y anónimo (Fernández, 2019), salvo las raíz cualquier posibilidad de que los trabajadores sean
programadas reuniones de grupos como Bilderberg o algo más que mercancías. O los hombres que perpe-
el foro de Davos. túan la violencia y la dominación contra las mujeres.
La combinación de los riesgos existenciales vincu- Reacciones violentas al miedo que encuentran la com-
lada a esta sensación de que, aun sabiendo quiénes plicidad involuntaria de quienes no se atreven a exi-
controlan el mundo en líneas generales, el poder per- gir sus derechos y reclamar justicia, quienes, en defi-
manece difuso, oculto, escurridizo, expande a gran ve- nitiva, tienen miedo, como bien decía Erich Fromm, a
locidad un nuevo temor entre la ciudadanía. Es algo la libertad y buscan la seguridad de líderes carismáti-
que aparece en casi todos los sondeos que se publi- cos que les seducen con el señuelo de que actuarán
can; un temor que por un lado provoca cierta parálisis por su bien.
(véase, por ejemplo, la impotencia, casi inoperancia, Para romper esa dinámica, para recuperar respues-
de los sindicatos para frenar una indiscutible degrada- tas articuladas en torno al valor y el coraje, es bueno
ción de las condiciones laborales) y empuja a la gen- comenzar por una acertada aportación de Max Neef
te a propuestas autoritarias, populistas, que desvían la (1991) al distinguir entre las necesidades (en este ca-
atención hacia chivos expiatorios (concretos, como los so él habla de la necesidad de protección) y los sa-
inmigrantes, o más abstractos como la globalización o tisfactores, es decir las respuestas que damos para
el avance tecnológico) que en realidad dificultan supe- atender a esas necesidades. Pues bien, distingue va-
rar el miedo y encontrar y aplicar soluciones que pue- rios tipos de satisfactores: Violadores o destructores
den realmente devolver la seguridad perdida. (como centrar la seguridad en armamentos y cuerpos
especiales de seguridad); Pseudo-satisfactores (los
chivos expiatorios, la prostitución); Inhibidores (la cen-
LAS RESPUESTAS FRENTE AL MIEDO sura); Singulares (programas asistenciales, comedo-
res sociales); y Sinérgicos (basados en apoyo mutuo
No es fácil: no podemos nunca olvidar que el ser hu- y la cooperación). Sin entrar en un análisis detallado,
mano es frágil y vulnerable, lo que le sitúa en perma- nos interesa aquí distinguir entre los primeros y los úl-
nente situación de riesgo: podemos ver truncadas timos, pues son muy pertinentes. Esa es la gran op-
nuestras expectativas, incluso las más básicas y en- ción de base: optar por enfoques que buscan fomen-
contrarnos con problema amenazadores. El miedo es tar el control social y blindar la protección de nuestra
insoslayable y solo nos queda gestionarlo de mane- pequeña parcela o bien optar por propuestas basadas
ra provechosa. Cierto es que siempre podemos equi- en el apoyo mutuo y la cooperación autogestionada.
vocarnos, pero eso va vinculado a lo anterior hasta el En la primera, muy reforzada por el miedo incontrola-
punto de poder decir que quienes nunca se equivo- do, el escenario final más plausible es la división radi-

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131 Análisis

cal de la sociedad entre unos grupos, cada vez más


REFERENCIAS
reducidos, que logran un buen nivel de seguridad glo-
bal y el resto de la humanidad en condiciones cada
Ariza, L. M. (2011). «Vivir con miedo». El País.
vez más precarias. Es un escenario frecuente en el
29/05/2011.
cine distópico de ciencia ficción, que tiene ya ejem- Bauman, Z. (2006). Miedo líquido. La sociedad
plos reales: los rohinjas en Bangladesh, la franja de contemporánea y sus temores. Barcelona.
Gaza, los guetos de marginación que existen en mu- Paidós.
chas ciudades o, en España en concreto, el creciente Bostrom, Nick (2013). «Existential Risk. Preven-
grupo de personas que viven en condiciones de vul- tion as Global Priority». Global Policy. 4 (3):
nerabilidad, una parte significativa en una situación de 15-31. doi:10.1111/1758-5899.12002.
creciente exclusión. La segunda opción también es- Delumeau, J. (1978). El miedo en Occidente
tá muy extendida, pero se sitúa, en general en zonas (siglos xiv-xviii): una ciudad sitiada. Madrid.
marginales, alejadas de los centros de poder real, aun- Taurus.
que difundiendo y poniendo en práctica modelos dife- — (2006) «Le péché et la peur en Occident». En
Dillens, Anne-Marie (dir.) La Peur. Émotion,
rentes de satisfacer las necesidades humanas, no so-
passion, raison. Bruxelles. Presses de l’Uni-
lo las realizadas con la seguridad, sino con el resto de versité Saint-Louis, pp. 31-42.
las que proponía Maxlow. Es un enfoque solidario que Estefanía, J. (2011). La economía del miedo.
requiere de coraje y virtudes cívicas Barcelona. Editorial Galaxia Gutenberg.
Se trata de una opción drástica; inclinarse por una Fernández, D. (2019). «Los diez fondos que
conducta timorata, acobardada, que casi se reduce a controlan la bolsa». El País. 17/05/2019.
un insolidario sálvese quien pueda, o por una conduc- García Moriyón, Félix (2005). «Los sentimientos
ta asertiva, solidaria y valiente que parte de que la so- y la vida moral». Diálogo Filosófico. vol. 21,
lución solo es posible si tiene en cuenta a todas las n.o 62, pp. 188-221.
personas. Es además la opción antes mencionada: — (2019). «Dicotomías perjudiciales: más allá
quedarse en pequeños parches que no afrontan la raíz del decrecimiento y del colapso». Revista
de Economía crítica. Pendiente de publica-
de estos peligros, el modelo socio-económico domi-
ción.
nante, en lugar de un modelo radicalmente distinto.
Johnson, S. (2009). «The Quiet Coup». Atlantic
Tenemos que optar por lo segundo y, a partir de esa Monthly. May 2009, Vol. 303, Issue 4.
opción, afrontar con cierto rigor, pero sabiendo que la Jorge, M. (2017). «Esta mujer no sabe lo que es
tarea no es en absoluto sencilla, la búsqueda de las el miedo, y como ella solo existe un peque-
mejores estrategias para afrontar los riesgos y superar ño grupo de personas en el mundo». Giz-
los miedos (Sunstein, 2009) avanzando hacia una so- modo, 10/13/17.
ciedad más justa y más solidaria. Son muchas y diver- Max Neef, Manfred (1991). Desarrollo a escala
sas las propuestas que se están haciendo en estos humana. Conceptos, aplicaciones y algunas
momentos, en general desde sectores críticos con el reflexiones. Montevideo-Barcelona. Nor-
modelo dominante, con diversos grados de optimis- dan-Icaria.
Mongardini, C. (2007). Miedo y sociedad. Ma-
mo o pesimismo, con más o menos sólidos grupos de
drid. Alianza Editorial.
intervención social y política (García Moriyón, 2019).
Morán San Juan, L. (2018) El relato del miedo
Los límites de este artículo no permiten un tratamien- en las noticias de televisión. Análisis de los
to detallado de esas propuestas. No elude el problema informativos de TVE 1 y Telecinco. Tesis
planteado por el título; hemos apuntado a la raíz de Doctoral Universidad Complutense de Ma-
ese poder y sus negativas consecuencias, y la pro- drid.
puesta global apunta también a la raíz, siguiendo un Muiño, Luis (2014). «En defensa del miedo». La
potente principio agustiniano: ama y haz lo que quie- Vanguardia. 25/04/2014.
ras. Adaptado a nuestro tema, sed valientes y manos Nussbaum, M.C. (2019) La monarquía del mie-
a la obra. Llevando la contraria a los bellos versos de do. Una mirada filosófica a la crisis política
Sabina, no cuesta tanto y desde luego ser cobarde no actual. Barcelona. Paidós.
Riechman, Jorge (2011). «Frente al abismo».
merece la pena y termina costando mucho más.
Papeles de relaciones ecosociales y cam-
bio global. Nº 115 2011, pp. 27-48.
Sapolsky, Robert M. (2019). Compórtate. Ma-
drid. Capitán Swing.
Sunstein, C. R. (2009). Leyes de miedo. Más
allá del principio de precaución. Madrid-Bue-
nos Aires. Katz.

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