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Sección

Doctrina

El concepto de ideología en la teoría del derecho.


Luis E. Pravato

SUMARIO: I. Introducción. II. El derecho como ideología. El marxismo frente al derecho. III. Crítica
a la crítica marxista del derecho. IV. Kelsen y la ideología. V. Carlos Cossio. VI. Ideología y hege-
monía. VII. A modo de conclusión.

I. Introducción.
Señala Cárcova1 que el polisémico término ideología, empeñado en dar cuenta de
la apariencia, termina disolviéndose en una multiplicidad de sentidos. Un credo político,
las ideas dominantes de una formación social determinada, la falsa conciencia, el discurso
legitimador, entre otros supuestos, pueden ser alcanzados por la citada categoría.
No obstante ello, desde las ciencias sociales ha continuado el interés por dicha pro-
blemática, potenciada por los nuevos aportes del psicoanálisis, la sociología del conoci-
miento, la teoría lingüística, el análisis del discurso y las teorías sistémicas.
Se ha advertido que el primer antecedente registrable en el pensamiento occidental
sobre la materia se lo hallaría en Francis Bacon2 (1561-1626), quien desarrolla, en su

1
Cárcova, Carlos María, La opacidad del Derecho, Madrid, Trotta, 2006, 2ª edición, p. 122 y sigs.
2
Se propuso, ante todo, reorganizar el método de estudio científico. Percibió que el razonamiento deductivo
destacaba, entonces, a expensas del inductivo y creyó que, eliminando toda noción preconcebida del mundo,
se podía y debía estudiar al hombre y su entorno mediante observaciones detalladas y controladas, realizando
generalizaciones cautelosas. Para ello, el estudio que el hombre de ciencia hace de los particulares debe realizarse
mediante observaciones que deben validarse. Los científicos deben de ser, ante todo, escépticos y no aceptar
explicaciones que no se puedan probar por la observación y la experiencia sensible –empirismo–. Los escritos
de Bacon se engloban en tres categorías: filosófica, literaria y política. Sus mejores obras filosóficas son El
avance del conocimiento –1605–, un análisis en inglés sobre la conciencia de su propio tiempo, y Novum
Organum o Indicaciones relativas a la interpretación de la naturaleza –1620–. Su Novum Organum influyó
mucho en la aceptación en la ciencia de una observación y experimentación precisas. En esta obra, mantenía
que había que abandonar todos los prejuicios y actitudes preconcebidas, que llamó en griego eidola o ídolos,
ya fueran la propiedad común de la especie debido a modos comunes de pensamiento –Idola tribu– o propios

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Novum Organum, la teoría de los idola, considerados fuentes de error, que afectan el
entendimiento humano3.
Tradicionalmente, se cita a Destutt de Tracy4 como creador del término ideología,
acuñado para mentar el estudio de la formación de las ideas y el lenguaje, de las ideas y
las sensaciones.
Con Napoleón Bonaparte adopta el término un sentido negativo y despectivo, que
implicaba desapego de la realidad, imaginería y confusión. En síntesis, la falsa filosofía
que había instado a la rebelión, al pretender que los principios políticos podían determi-
narse a través del razonamiento abstracto.
Dice Cárcova5 que la contribución de Marx consistió en haber recogido el término,
en la versión negativa de origen napoleónico, pero reelaborándolo mediante la sistema-
tización de la moderna teoría de la ideología6.
En La Ideología Alemana, texto en coautoría con Federico Engels, menta el término
en cincuenta oportunidades7, con la carga negativa dada por Napoleón, para criticar y
satirizar a una serie de autores hegelianos de izquierda, que, a criterio de Marx y Engels,
sobreestimaban el papel de las ideas en el curso de la historia. Entre las diferentes con-
ceptualizaciones del término ideología, se pueden señalar las siguientes8:
1) Utilizando la metáfora de la cámara oscura, definen a la ideología como un proceso
de inversión de la realidad que responde a factores socio-históricos, de forma similar a
como la inversión de los objetos en la retina responde a procesos físicos.
2) Las visiones ideológicas son el resultado de la división social del trabajo –manual
e intelectual–, generando el trabajo intelectual ideas que tienden a desvincularse del proceso
material que les dio origen y a concebirse como autónomas respecto a él.

del individuo –Idola especus–; ya se debieran a una dependencia excesiva del lenguaje –Idola fori– o de la
tradición –Idola teatri–. Los principios que se plantean en Novum Organum tuvieron gran importancia en
el subsiguiente desarrollo del empirismo. Como escritor, se le debe, además, la creación del género ensayístico
inglés. En su Nueva Atlántida ofrece la primera utopía tecnológica, donde los gobernantes serán los científicos
de la “Casa de Salomón”, especie de gran universidad donde se concentraría el conocimiento. Previó en su época
grandes adelantos científicos, como máquinas voladoras, submarinos y telecomunicaciones –conforme htpp:/
/es.wikipedia.org/wiki/Francis_Bacon–.
3
Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 124.
4
Antoine-Louis-Claude Destutt, Conde de Tracy –nacido en París el 20 de julio de 1754 y muerto en París
el 9 de marzo de 1836–, fue un aristócrata, político, soldado y filósofo francés de la Ilustración, quien puso
en circulación el término “ideología” en 1801, en el período de la Revolución Francesa, con el significado de
ciencia de las ideas, tomando ideas en el sentido amplio de estados de conciencia –conforme htpp://es.wikipedia.org/
wiki/Destutt_de_Tracy–.
5
Cárcova, Carlos María, op. cit., p.126.
6
En la nota 4 de la p. 27 de la obra citada, Cárcova individualiza los trabajos más representativos de la extensa
bibliografía sobre la materia. Así, se menciona a Marí, Enrique, Neopositivismo e ideología, Buenos Aires,
Eudeba, 1974 y “La teoría de la ideología y sus orígenes modernos”, en Papeles de Filosofía II, Buenos
Aires, Biblos, 1997; Horowitz, I. L., Historia y elementos de la sociología del conocimiento, Buenos Aires,
Eudeba, 1964; Zeitlin, I., Ideología y teoría sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1986.
7
Conforme Arne Naess –1974–, citado por Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 127.
8
Seguimos la síntesis de Cárcova, Carlos María, op. cit., pp. 127/130.

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3) La ideología prevaleciente es la de la clase dominante. Quienes disponen de la
fuerza material en la sociedad, disponen también de la intelectual. Una dominación opera
universalizando los intereses particulares de una clase.
4) De tal modo, se suma a la connotación gnoseológica de la conciencia falsa, la
connotación sociológica de la forma de dominación9.
Un tema debatido por las distintas corrientes marxistas resulta de la vinculación del
concepto de ideología con el de superestructura10; todo ello, a partir de la conocida
metáfora utilizada por Marx en el Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía
política, donde señala: “En la producción social de su existencia, los hombres con-
traen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, rela-
ciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de
sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva
un edificio jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de la
conciencia social”11 –superestructura–.
Invocando la autoridad de autores como Gramsci, Althusser y Poulantzas, Cárcova
infiere que la noción de superestructura fue malversada por interpretaciones canónicas
del estalinismo, que conformaron una vulgata marxista, burda simplificación reduccionis-
ta del complejo y crítico pensamiento marxista.

II. El derecho como ideología. El marxismo frente al derecho.


En general, desde la óptica marxista, se argumenta que describir al derecho, desde
un supuesto punto de vista científico –por ejemplo, “como un conjunto de normas”–, es un
simulacro ideológico.
Hans Kelsen considera que las interpretaciones tradicionales del pensamiento de
Marx sobre la teoría jurídica implican que:
1) El derecho forma parte de la superestructura.
2) El derecho es una forma ideológica.
Se ha señalado que en la teoría marxista, en especial a partir de lo expresado en La
Ideología Alemana, el derecho es bifrontal. En tal sentido, pueden encontrarse dos tesis
aparentemente contradictorias:
a) El derecho está completamente determinado por las relaciones sociales de pro-
ducción.
b) El derecho es puesto por las clases dominantes de acuerdo con sus intereses de
clases.

9
Marx desarrolla este concepto, en especial, en Contribución a la crítica de la economía política –1859–.
10
Es decir, concebir la ideología como un mero reflejo de las condiciones históricas y materiales de la sociedad.
11
Traducción efectuada por Scaron, Murmis Pedro – Arico, José para la edición de los Cuadernos de Pasado
y Presente, citada por Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 131. Ampliar en Cárcova, Carlos María, Las teorías
jurídicas post positivistas, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2007.

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Según la primera tesis, el orden jurídico en tanto normatividad no es un producto
deseado, nace directamente de la realidad social, la refleja12.
De acuerdo con la segunda tesis, por el contrario, el derecho es tal en cuanto es
puesto, positivo, fruto deseado y estatuido por un sujeto social determinado –acto social
determinado por la situación de clase dominante–.
Estas dos tesis, a su vez, influenciaron en su momento a diversos autores del derecho
soviético. Así, se pueden señalar las siguientes posiciones:
1) El derecho es un conjunto de relaciones sociales, especialmente económicas13.
2) El derecho es el conjunto de relaciones sociales entre productores de mercancías14.
3) El derecho es expresión normativa de la voluntad o de la ideología de la clase
dominante15.
4) El derecho se extingue con la desaparición de las clases por la desaparición del
capitalismo, con la llegada de la sociedad comunista16.
Debe destacarse que, de todos los citados autores marxistas, Pashukanis es el teórico
del derecho más penetrante y formado y el que más influencia ha tenido en las discusiones
jusfilosóficas del siglo XX17.
Como se viera precedentemente, el destino del derecho en la literatura marxista no
surge claramente. Dos posiciones se disputan la resolución del problema.
La primera es la que predica que en la sociedad comunista no habrá derecho de
ningún tipo.
Por el otro lado, Pashukanis reformula la idea engelsiana de una “administración de
las cosas” que vendría a sustituir el “Gobierno sobre los hombres”. De tal manera, en la
sociedad comunista no habrá reglas jurídicas, pero sí existirán de otro tipo: las llamadas
reglas técnicas. Una regla técnica prescribe los medios idóneos para alcanzar un fin
determinado que no esté prescrito: “si quieres obtener A, debes hacer B”.
Vinculado con la teoría del derecho, también podemos individualizar la concepción
de la justicia en Marx. En su obra conocida como Crítica del Programa de Gotha, Marx
formula tres tesis que pueden resumirse en una teoría de la justicia:
1) Los criterios de la justicia son mutables y dependen, en particular, de los diferentes
modos de producción.
2) El criterio distributivo de la sociedad capitalista, “a cada uno lo suyo según su
trabajo”, es un criterio aparentemente igualitario. En efecto, se trata de una regla con-
servadora de desigualdad, pues trata de modo igual a individuos desiguales.
12
Conforme Guastini, Ricardo, “Kelsen y Marx”, en El otro Kelsen.
13
Conforme Stucka y Pasukanis.
14
Tesis de Pasukanis.
15
Conforme Rejsner, Stucka y Vusisnskji.
16
Conforme Pasukanis.
17
Conforme Venier, Carlos, “Kelsen y la Teoría Marxista del Derecho”, en D´Auria, Aníbal – Venier, Carlos
–coordinadores–, Derecho y Política, Buenos Aires, LL, 2005, p. 8, Proyecto UBACyT, período 2000-2003,
de la Universidad de Buenos Aires, realizado en el ámbito del Instituto Gioja de la Facultad de Derecho.

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3) El doble principio regulador de la sociedad comunista debe ser: “de cada uno según
su capacidad, a cada uno según sus necesidades”.
En nombre de Marx se han dicho, respecto del derecho, muchas afirmaciones, que
en realidad no sabemos si él hubiera aceptado como propias. Se trata, sobre todo, de
interpretaciones de su pensamiento, toda vez que en sus escritos pocas veces se refiere
sistemáticamente al análisis del derecho.
Entre tales interpretaciones, se destaca la producida por el llamado marxismo-leni-
nismo, a partir de una hermenéutica de los textos del mismo Marx y, sobre todo, de Engels,
que, conforme creen ciertos autores, se ha revelado simplificadora y, por ello, impropia
para explicar, entre otros fenómenos, el derecho18.
Por lo que nos interesa respecto del derecho, la vulgata marxista se ha abroquelado
en la tesis según la cual la base económica es la realidad y las superestructuras, por el
contrario, resultan un reflejo engañoso o fantasmagórico.
El derecho es, entonces, “producto” de las relaciones de producción, originándose
las siguientes conclusiones:
1) Como la sociedad capitalista está dividida en clases antagónicas, el derecho es
establecido por la voluntad de la clase dominante, que lo utiliza como instrumento de
explotación.
2) Constituye un engaño, mediante el cual la clase dominante presenta sus intereses
como lo “justo”, apoyándose en el uso de la fuerza.
3) Es un “reflejo” de la base económica; por lo tanto, cuando cambie ésta, cambiará
el derecho.
4) Producida la sociedad comunista, el derecho se extinguirá.
5) En definitiva, si el derecho es un reflejo engañoso de la “realidad” –lo económico–,
entonces, de suyo, no presenta interés reflexionar acerca de ello.

III. Crítica a la crítica marxista del derecho.


Desde la teoría del derecho, algunos autores han intentado refutar esta interpretación
simplista de la obra de Marx. Así, se han formulado las siguientes observaciones:
1) El conocimiento de lo social implica lo jurídico, sin lo cual la sociedad no resulta
inteligible.
2) El derecho es otro espacio abierto a la política, esto es, a las tensiones por la
dominación. Lo contrario sucede cuando el derecho es pensado como “instrumento” de
la clase dominante. Por ejemplo, en el caso del derecho del trabajo, el derecho es la forma
normativa de la correlación de fuerzas existentes entre trabajadores y patrones.
3) El derecho no es el resultado final de la lucha de clases. Es su forma normativa
actual. Existe una fuerte tendencia de las lecturas marxistas a ver las normas como el
resultado de la contienda: el que gana impone su norma; como si en el mundo moderno
18
Conforme Correas, Óscar, Kelsen y los Marxistas, México, Ediciones Coyoacán, 1994.

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alguien ganara sin condiciones, o como si no fuera necesario luchar para conservar el
poder.
4) Atento que el derecho es la forma normativa en que se presentan las relaciones
sociales, corresponde preguntarse por la génesis de su forma. Así, en la medida que la
forma normativa es forma ideológica de apropiación del mundo, esto trae al centro de
la discusión la cuestión de la actuación de los intelectuales –juristas– que producen las
normas en concreto, y las representaciones acerca de ellas19.
Kelsen20 se ocupa de la ideología como categoría bajo análisis, en su controversia con
los juristas marxistas.
El contrapunto entre la teoría kelseniana y el paradigma marxista ha sido desarrollado
por Kelsen en varios de sus libros y artículos, en especial, en La Teoría Comunista del
Estado y del Derecho. En dicha obra, despliega una detallado análisis sobre la teoría del
derecho que surge de los escritos de Marx, Engels, Lenin, Stuchka, Reisner, Pashukanis,
Vishinsky, Golunskii y Strogovich21.
Kelsen señala que la filosofía jurídica marxista ha transitado por dos períodos, esen-
cialmente diversos. El primero analiza al derecho como incompatible con el socialismo,
esto es, el derecho es un fenómeno superestructural del capitalismo, incompatible con la
sociedad comunista. En el segundo período, se abandona esta noción de incompatibilidad.
Podemos estructurar las principales críticas de Kelsen a la vulgata marxista en lo
referente al derecho, en las siguientes:
1) El derecho no puede ser identificado con la economía o con las relaciones sociales,
porque, entonces, se confunde la forma jurídica, o sea, el prescribir como tal, con el contenido
de esa forma, es decir, los comportamientos prescritos –mandatos prohibidos, permitidos,
etcétera–, que son, obviamente, comportamientos sociales y económicos.

19
Conforme Correas, Óscar, Kelsen y los Marxistas, México, Ediciones Coyoacán, 1994, pp. 47/48.
20
Debemos individualizar a Hans Kelsen como el exponente más riguroso en la crítica de la teoría jurídica
marxista.
Hans Kelsen nació en Praga, en 1881. Estudió en Heidelberg y más tarde en Berlín, alcanzando sus grados
académicos en Viena. Su formación filosófica inicial abreva de manera fundamental en el kantismo y el neokan-
tismo de la Escuela de Marburgo.
En su obra clásica, La Teoría Pura del Derecho, expone que la ciencia del derecho tiene un objeto que debe
ser depurado de elementos valorativos, políticos, económicos, etcétera. Sólo ha de contener proposiciones
desprovistas de consideraciones sociológicas, axiológicas o políticas. Asimismo, en dicha obra predica que
el principio de causalidad es inadecuado, desde el punto de vista epistemológico, para relacionar normas,
debiendo ser reemplazado por la imputación. Esta categoría, a diferencia de la causalidad, une condiciones
de aplicación con consecuencias normativas.
Kelsen infiere que la noción de validez, que en un sentido normativo es la fuerza obligatoria de una norma,
solamente puede ser dada por otra norma. Una norma es válida –existe, tiene fuerza obligatoria– solamente
si pertenece a un sistema jurídico.
21
Kelsen, Hans, Problemas Capitales de la Teoría Jurídica del Estado, México, Porrúa, 1987; Teoría General
del Estado, México, Editora Nacional, 1979; Socialismo y Estado, México, Siglo XXI, 1982; Teoría Comunista
del Derecho y el Estado, Buenos Aires, Emecé, 1957; Teoría Pura del Derecho, Buenos Aires, Eudeba, 1974.

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2) El derecho no puede ser identificado con las relaciones sociales existentes, pues,
de esta manera, se confunden las normas con los hechos. Las relaciones y los compor-
tamientos sociales difundidos constituyen regularidad de comportamiento. Pero el dere-
cho no es descripción de regularidad, sino más bien imposición de reglas.
3) El derecho no puede ser identificado con las relaciones capitalistas por una razón
posterior: todos los ordenamientos jurídicos existentes disciplinan también relaciones que
no son mercantiles.
4) La tesis que sostiene que el derecho es el conjunto de relaciones sociales es
contradictoria con la posición que afirma que el derecho es la manifestación de voluntad
de la clase dominante. En la sociedad comunista habrá, evidentemente, relaciones socia-
les y, por lo tanto, deberá haber derecho.
5) Es empíricamente falso que el derecho tutele siempre y únicamente los intereses
de la clase dominante. A veces protege también intereses de la clase oprimida.
6) El derecho no es más que una técnica de control social.
Desde el punto de vista kelseniano, derecho y Estado son dos términos que mentan
el mismo concepto. El Estado es una hipostatización –personificación– de un orden ju-
rídico centralizado. De tal manera, sobre la doctrina de la extinción del derecho se pueden
predicar las mismas críticas que a la teoría de la extinción del Estado.
En consecuencia, la sociedad sin Estado –y, por ende, sin derecho– sería un proyecto
irrealizable por las siguientes razones:
1) Aún sin conflictos económicos-sociales, es probable que una sociedad colectivista
sufra conflictos de otro tipo. Para regular dichos conflictos, de la naturaleza que sean, es
necesario un ordenamiento coercitivo, como lo constituye el derecho.
2) El proyecto de una sociedad sin Estado –y, por ende, sin derecho– no está fundado
sobre experiencia alguna.
3) Este proyecto está destinado a contradecir la naturaleza humana –donde prima
el egoísmo individual–.
En las individualizadas críticas, que si bien las sistematiza Kelsen, ya habían sido
formuladas a finales del siglo XIX, se puede encontrar el origen de la variante producida
por Engels y retomada con énfasis por Lenin, en el sentido de que en la sociedad comu-
nista no habría “Gobierno sobre los hombres”, sino “administración de las cosas” y “di-
rección de los procesos productivos”.
Regular las cosas y los procesos productivos implica disciplinar coercitivamente la
conducta humana. Solamente el comportamiento humano hacia las cosas puede ser guiado
por reglas.
Por lo tanto, la forma engelsiana intenta, sin éxito, salvar la contradicción de la tesis
marxista de una sociedad comunista sin reglas coercitivas.

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IV. Kelsen y la ideología.
Específicamente, respecto a la noción de ideología, Kelsen individualiza dos acep-
ciones. La primera, muy genérica, mentaría todo aquello que no es realidad natural. El
segundo sentido haría referencia a una mentira consciente, formulada con el propósito de
esconder o adulterar22.
Kelsen infiere que la ciencia como conocimiento tiene siempre la tendencia inmanen-
te a poner su objeto al descubierto, mientras que la ideología vela la realidad, por responder
a intereses y elementos no racionales23.
Cárcova nos señala que Kelsen, al desconocer el efecto de estructura que determina
una visión adulterada del mundo, no como consecuencia de ninguna manipulación, sino
como resultado objetivo de la forma en que el poder se articula en una sociedad escindida,
y toda sociedad histórica lo es, no puede comprender el papel ideológico del derecho24.
Otro autor importante, desde la sociología del conocimiento, es Kart Mannheim25,
quien en Ideología y utopía –1929– desarrolla una noción neutra de ideología. Así, dis-
tingue una concepción particular de ideología, esto es, engaño deliberado, de una concep-
ción total, la que define como la estructura global de una época o de una clase.

V. Carlos Cossio.
Carlos Cossio26 se ocupa del concepto de ideología, en especial, en su trabajo “La
gnoseología del error” –publicado en la revista de jurisprudencia LL, Tomo 101, p. 1079
y sigs.– y en “La crítica de la jurisprudencia dogmática como crítica de nuestra época”
–LL, Tomo 108, p. 1088 y sigs.–.
22
Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 139 y sigs.
23
Prólogo a la Teoría Pura del Derecho.
24
Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 142 y sigs., quien amplía fundamentos citando a Slavoj Zizek –1994–: “La
ideología no tiene nada que ver con la ilusión. Un punto de vista puede ser perfectamente verdadero en cuanto
a su contenido objetivo, pero completamente ideológico. A la inversa, la idea que una visión política propor-
ciona de su contenido social puede revelarse equivocada, pero no tener nada de ideológica. Estamos dentro
del espacio ideológico cuando una expresión, verdadera o falsa, si verdadera tanto mejor, es funcional
respecto de alguna relación de dominación social –poder, explotación– de manera intrínsecamente no trans-
parente”.
25
Karl Mannheim, Budapest, Hungría, 1893, Londres, Reino Unido, 1947, fue un sociólogo de origen húngaro.
Estudió en las Universidades de Budapest, Berlín, París y Friburgo. Entre 1920 y 1933 fue profesor en
Alemania, fundamentalmente en la Universidad de Fráncfort, pero tras la llegada del nazismo decidió salir de
Alemania y desde 1934 hasta la fecha de su muerte desarrolló su labor docente en Inglaterra. Muy influenciado
por el pensamiento de Karl Marx y contemporáneo de Georg Lukács, fue uno de los sociólogos más consi-
derados por Raymond Aron en su ensayo “Sociología alemana contemporánea” –1935–. Es una personalidad
de gran relevancia en el debate acerca de la sociología del conocimiento, muy candente en Alemania en los años
veinte. Mannheim otorgaba mayor valor a las creencias subjetivas que a los hechos comprobables. Una de
las obras más importantes de Mannheim fue Diagnóstico de nuestro tiempo –conforme htpp://es.wikipedia.org/
wiki/Karl_Mannheim–.
26
Carlos Cossio, Tucumán 3-2-1903, Buenos Aires 24-8-1987, realizó los estudios primarios y secundarios
en Tucumán y se trasladó a Buenos Aires para estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires, en donde se vinculó al movimiento reformista siendo uno de los líderes del Centro de Estudiantes.

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También en su obra –inédita– Ideología y Derecho27 sistematiza las investigaciones
al respecto. Dichas conclusiones, tratadas en extenso en el trabajo citado de Cárcova 28,
pueden esquematizarse del siguiente modo:
1) Sobre la problemática de la ideología, recurrirá a la teoría de Marx, en particular
a La Ideología Alemana.
2) Rechaza las acepciones inspiradas en Destutt de Tracy y en Hegel.
3) Reivindica el tema de la ideología en su tradición napoleónico-marxista.
4) Propone una reinterpretación existencial del marxismo a partir de definir tres cuestiones:
a) Visualizar la ideología situacionalmente, en tanto el hombre se realiza de diferentes
modos esenciales y no sólo por el trabajo, como quería el marxismo. b) Percibir que el
conocimiento no sólo es pensamiento abstracto. Hay también un saber encarnado en la
acción. c) En relación con la división social del trabajo, comprender el papel monopólico
ejercido por los juristas, ya señalado por Savigny y que determina el papel de las ideologías
científicas como modelos de justificación y reproducción del orden existente.
5) Por lo expuesto, la ciencia del derecho no importa un saber lineal y acumulativo,
sino un conocimiento polémico, donde no sólo se debe descartar el error, sino también
develar la ideología y, con ello, remover obstáculos sociales.

VI. Ideología y hegemonía.


En Gramsci29 la categoría de ideología es reelaborada a partir de la noción de hege-
monía.

Realizó su tesis doctoral sobre el tema “La Reforma Universitaria o el Problema de la Nueva Generación”,
publicada en 1927. Entre 1934 y 1948 enseñó en la Universidad Nacional de La Plata, donde comenzó a
desarrollar su teoría egológica del derecho. Sus principales obras son: El concepto puro de la revolución –Barcelona,
Bosch, 1936–; La valoración jurídica y la ciencia del derecho –Santa Fe, UNL, 1941, 1ª edición; Buenos Aires,
Arayú; 1954, 2ª edición–; La Política como Conciencia –BuenosAires,Abeledo Perrot, 1955–; Ideología y Derecho
–Inédito, 1962–; La teoría egológica del derecho y el concepto jurídico de libertad –Buenos Aires, Losada,
1944, 1ª edición; Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1964, 2ª edición–; La plenitud del ordenamiento jurídico
–Buenos Aires, Losada, 1939, 1ª edición; Buenos Aires, Losada, 1947, 2ª edición y Los Andes, 2005–; El
Derecho en el Derecho Judicial –Kraft, 1945, 1ª edición; Buenos Aires, Abeledo Perot, 1959, 2ª edición y
El Foro, 2002; Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1967, 3ª edición–; Teoría de la verdad jurídica –Buenos Aires,
Losada, 1954; El Foro, 2007–; La opinión pública. La causa y la comprensión en el derecho –Juárez Editor,
1969, 4ª edición–; El fundamento filosófico de los métodos interpretativos –Santa Fe, UNL, 1940–; El principio
“nulla poena sine lege” en la axiología egológica –La Ley, 1947, conforme htpp://es.wikipedia.org/wiki/
Carlos_Cossio–.
27
Ver en relación a dicha obra inédita, la información presentada por Cárcova, Carlos María, op. cit., pp.
144/145 y nota 12.
28
Cárcova, Carlos María, op. cit., pp. 144/151.
29
Seguimos en este acápite, mediante una interpretación y síntesis personal, el riguroso texto con sus notas
de Aldao, Martín, “Lo jurídico y lo político en Antonio Gramsci”, en D´Auria, Aníbal – Venier, Carlos
–coordinadores–, Derecho y Política, Buenos Aires, La Ley, 2005, Proyecto UBACyT, período 2000-2003,
de la Universidad de Buenos Aires, realizado en el ámbito del Instituto Gioja de la Facultad de Derecho.

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Gramsci fue un intelectual marxista preocupado por conciliar la teoría y la práctica
revolucionaria. A lo largo de su obra, la clase hegemónica es la burguesía capitalista del
norte de Italia; la clase revolucionaria es el proletariado, especialmente, el de las fábricas
FIAT; el Estado es el Estado Italiano, en un primer momento, el de los liberales y, luego,
el organizado por el fascismo. La utilización que hace Gramsci de las categorías marxistas
está profundamente informada por las particularidades del proceso histórico italiano; en
especial, temas como el desarrollo económico del norte, el atraso del sur, el proceso de
unificación italiano y construcción del Estado-Nación, van a ser importantes variables en
su pensamiento30.
Gramsci es el primer autor marxista que se dedica a desarrollar en forma sistemática
el concepto de hegemonía, que ya había sido empleado por Marx, al referirse en el Manifiesto
Comunista al papel del Estado dentro del modo de producción capitalista, y por Lenin31.
Pueden individualizarse de la categoría gramsciana de hegemonía dos usos. En un
sentido, se refería a la capacidad del proletariado –o, en su caso, de cualquier otra clase
social– de convertirse en vanguardia de la sociedad, es decir, de influenciar sobre sus
aliados en el contexto de un movimiento revolucionario.
En otro sentido, más restringido, el ejercicio de la hegemonía sería la influencia que
la burguesía, en el modo capitalista de producción, ejerce sobre el resto de la sociedad para
imponer su ideología, evitando, así, que la clase proletaria pueda tomar conciencia de la
naturaleza revolucionaria que le es intrínseca.
A su vez, respecto de la segunda inteligencia, surgen tres nuevas acepciones del
término hegemonía.
Desde una primera lectura, la hegemonía aparece como la capacidad que posee la
clase dominante, desde la esfera de la sociedad civil, para imponer sus valores a las clases
subalternas. Tal inferencia presupone la distinción entre Oriente –Rusia– y Occidente
–países de Europa Occidental–, conjugando tres pares de conceptos antitéticos: Estado
y sociedad civil, coerción y consentimiento y, por último, dominación y hegemonía32.
Luego, el Estado fundaría su dominación en la coerción, y la sociedad civil basaría
su hegemonía en el consentimiento. En el momento histórico en que escribía Gramsci la
hegemonía no existía en Rusia, pues la sociedad civil era débil y desorganizada. Lo con-
trario ocurría en los países de Europa Occidental, donde, como en Italia, la sociedad civil
pudo imponerse a los movimientos obreros con relativa facilidad mediante los instrumen-
tos hegemónicos, especialmente culturales, tales como diarios, escuelas, libros, etcétera.
En un segundo enfoque, la hegemonía se repartiría entre el Estado y la sociedad civil,
debiendo, para ello, Gramsci desdoblar el citado concepto. Existiría una hegemonía po-
lítica ejercida por el Estado, que incluiría elementos coercitivos, y, simultáneamente, se
mantendría otra, de carácter predominantemente cultural. Este enfoque resultaría útil
para explicar cómo el Estado desde sus instancias inferiores, esto es, educación y justicia,
realiza una suerte de ejercicio de la hegemonía33.
30
Conforme Gramsci, Antonio, Escritos Políticos, México, Siglo XXI, 1990.
31
Conforme Buci-Gluksman, C., Gramsci y el Estado, México, Siglo XXI, 1995.
32
Conforme Anderson, Perry, Las antinomias de Antonio Gramsci, México, Fontamara, 1995.
33
Conforme Anderson, Perry, Las antinomias de Antonio Gramsci, México, Fontamara, 1995, p. 55.

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Por último, Gramsci identifica al Estado con la sociedad civil. El primero se convierte,
así, en coextensivo de la sociedad civil y, a su vez, todas las instituciones que surgen en
el seno de ésta –partidos políticos, sindicatos, familias, etcétera– se transforman en ele-
mentos del Estado. Este análisis resulta funcional al concepto que tiene Gramsci del derecho,
el cual excede el ámbito de lo estrictamente jurídico para proyectarse a todos los instru-
mentos de formación o control social.
Los escritos de Gramsci se podrían clasificar en dos planos: los vinculados a la teoría
revolucionaria –que mentan la conquista del Estado, la organización del movimiento obrero,
la guerra de posición y de movimiento– y los de tono descriptivo-teórico –escritos sobre
hegemonía, bloque histórico, función de los intelectuales, etcétera–. Es en este último
sector donde el análisis del derecho cumple una función importante.
Según Gramsci, la importancia que se le da al derecho, en los países de Europa Occidental,
responde a una situación de carácter ideológico –en la inteligencia marxista– y, por ende,
falsa. Es ésta la neutralidad del derecho, hipostasiada en los Estados liberales en el prin-
cipio de supremacía de la Constitución.
El Estado liberal-representativo, paradigma de neutralidad y garantía de igualdad y
justicia, es impugnado por Gramsci, al evaluar el papel cumplido por sus defensores
–fuerzas militares y policiales, tribunales de justicia– en la lucha de clases. Éstos defien-
den, al invocar la protección del orden jurídico, un determinado modelo de producción34.
En el plano de la lucha por la conquista del Estado, lo que Gramsci, en sentido amplio,
entiende por política, en el derecho no es más que una herramienta de “reacción” de la
clase dominante. El derecho constituiría, así, una suerte de reaseguro, más efectivo que
otros, en tanto cuenta con el respaldo directo del Estado35.
Cárcova nos señala que, en Gramsci, la ideología ha perdido su carga negativa,
apareciendo como un contenido de la hegemonía, que no es, sin embargo, reductible a
ella36. Por ello, concluye Cárcova, se plantea la cuestión de cómo enfrentarse al poder
cuando éste se ha transformado en “sentido común”, estando presente en nuestras prác-
ticas cotidianas, sin ser percibido como opresivo y ajeno.
Otro referente sobre el tema en cuestión es Althusser, quien en su oportunidad pro-
puso una relectura de la obra de Marx, diferenciando los textos de su juventud, influen-
ciados por el hegelianismo, de los de la madurez. A partir de una visión estructuralista y
antihistoricista, que niega la categoría de sujeto y toda forma de humanismo –la historia

34
Conforme Aldao, Martín, “Lo jurídico y lo político en Antonio Gramsci”, en D´Auria, Aníbal – Venier, Carlos
–coordinadores–, Derecho y Política, Buenos Aires, LL, 2005, Proyecto UBACyT, período 2000-2003, de
la Universidad de Buenos Aires, realizado en el ámbito del Instituto Gioja de la Facultad de Derecho.
35
Conforme Gramsci, Antonio, Escritos Políticos, México, Siglo XXI, 1990.
36
Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 153: “Hegemonía es el modo a través del cual un grupo social determinado
consigue presentar como universales los que son sus propios intereses particulares, obteniendo así consenso
y asegurando el establecimiento o la reproducción de su situación históricamente dominante. La ideología
es sólo una parte de la hegemonía y los aparatos de hegemonía serán todas las instituciones intermedias entre
el Estado y la economía […] que permiten el ejercicio del poder a través de la producción del consenso, lo
que Foucault llamará, más tarde, disciplinamiento o ‘normalización’ […]”.

Rap (382) SECCIÓN DOCTRINA 89


entendida como proceso sin sujeto–, elabora una teoría de la ideología, desarrollada en
su obra “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”37, que combina el psicoanálisis
lacaniano y ciertos aspectos de la teoría de Gramsci.
Mediante el siguiente esquema conceptual intentaremos presentar una introducción
a la citada teoría:
1) Distingue el Aparato Represivo del Estado –AE–, que en la teoría tradicional del
marxismo comprende al Gobierno, la Administración, los tribunales, el ejército, la policía,
etcétera, de los Aparatos Ideológicos del Estado –AIE–, conformados por el sistema de
las distintas iglesias, la organización familiar, el sistema educativo, la cultura jurídica, los
medios de comunicación, el régimen de los partidos políticos, el mundo de la cultura, etcétera.
2) Todos los aparatos del Estado funcionan, a la vez, mediante la represión y la ideo-
logía, con la diferencia de que el Aparato Represivo del Estado –AE– lo hace en forma
predominantemente represiva, mientras que los Aparatos Ideológicos del Estado –AIE–
funcionan con la ideología.
3) En tanto que el Aparato Represivo del Estado –AE– constituye un todo organizado
cuyos diferentes miembros están centralizados bajo una unidad de mando –la de la política
de la lucha de clases aplicada por los representantes políticos de las clases dominantes
que tienen el poder de Estado–, los Aparatos Ideológicos del Estado –AIE– son múltiples,
distintos, relativamente autónomos, susceptibles de ofrecer un campo objetivo a contra-
dicciones que expresa la lucha de clases.
4) En tanto que la unidad del Aparato Represivo del Estado –AE– está asegurada
por su organización centralizada y unificada bajo la dirección de representantes de las
clases en el poder; la unidad entre los diferentes Aparatos Ideológicos del Estado está
asegurada por la ideología de la clase dominante.
Cárcova sostiene que el aporte de Althusser a la teoría de la ideología fue extraor-
dinario, instalando una nueva concepción. Así, la ideología no implica sólo la falsa con-
ciencia, o un reflejo distorsionado entre nosotros y la realidad, ni es un efecto automático
de la producción de mercancías. Es un medio indispensable para la producción social de
formas propias de subjetividad38.

VII. A modo de conclusión.


La síntesis de teorías individualizadas precedentemente no pretende constituirse en
un estado de la cuestión. En tal sentido, por ejemplo, importantes corrientes de la llamada
filosofía posmoderna, que importan un giro lingüístico, como la desarrollada por Hans
Georg Gadamer39 –la hermenéutica–, no han sido tratadas.

37
Althusser, Louis, “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”, en AA VV, Ideología. Un mapa de la
cuestión, compilado por Slavoj Zizék, Buenos Aires, FCE, 2003, pp. 115/155.
38
Cárcova, Carlos María, op. cit., p. 155, donde amplía la conclusión, manifestando que la función de la
ideología determina que el individuo real ingrese en un estereotipo que lo define y lo constriñe.
39
Filósofo alemán. Nació en Marburgo en 1900, y ha sido profesor en Leipzig –1939–, Fráncfort –1947–
y Heidelberg –desde 1949–. Desde 1953 dirigió la Philosophische Rundschau. Su formación inicial se situó

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Simplemente, en el actual contexto de la llamada globalización, hemos interpretado
que la problemática de la ideología ha regresado como instrumento necesario para ela-
borar un pensamiento crítico.
En tal línea de ideas, es necesario rescatar y profundizar las investigaciones que en
su momento desarrollara Carlos Cossio, publicadas por la revista La Ley, que colocaron
a la iusfilosofía argentina en un primer plano académico internacional.

en el horizonte de la influencia neokantiana y de la fenomenología, y en el estudio del pensamiento griego.


Estudió filosofía en Breslau y Marburgo con P. Natorp y N. Hartmann. Posteriormente, fue discípulo de
Husserl y de Heidegger en Friburgo, y estudió filología clásica con Paul Friendländer. Su tesis de habilitación,
dirigida por Heidegger, versaba sobre la filosofía griega. Pero su actividad filosófica se sitúa en la corriente
de pensadores como Nietzsche, Dilthey, Husserl y, especialmente, Heidegger, y desemboca en la formación de
la hermenéutica filosófica. Su investigación se dirige al estudio de las condiciones de posibilidad de la inter-
pretación y la comprensión, especialmente en las ciencias humanas, y entiende dicha comprensión como rasgo
constitutivo del Dasein humano. Su teoría hermenéutica establece los rasgos básicos de una teoría general de
la comprensión –de raigambre heideggeriana– y efectúa un giro ontológico hacia el ser que es el objeto de la
comprensión: el lenguaje –conforme entrada del Diccionario de Filosofía Herder, Jordi Cortés Morató y Antoni
Martínez Riu, http://www.nietzscheana.com.ar/sobre_gadamer.htm–.

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