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Sección

Doctrina
Los juristas y la ciudadanía política restringida
en los antiguos Territorios Nacionales.
Luis Emilio Pravato

Sumario: 1) Introducción. 2) Los juristas funcionales al sistema de ciudadanía política restringi-


da en los Territorios Nacionales. 3) A modo de conclusión.

1) Introducción.
Hace más de una década, en las páginas de la Revista Argentina del Régimen de la
Administración Pública, analizamos como un olvidado capítulo en la construcción del
Estado Nacional, la inequitativa situación de los ciudadanos de los antiguos Territorios
Nacionales, regulados por la Ley Nº 1.532, que en clara violación del mandato de la
Constitución Nacional (1853/1860), carecían de derechos políticos activos y pasivos1.
Ampliando dichas reflexiones cabe señalar que, una cuestión que consideramos im-
portante en el análisis de los Territorios Nacionales, en la historia institucional argentina,
consiste en advertir el papel capital que tuvieron los juristas para presentar como “nor-
mal”, una inequitativa situación que afectaba a un sector de la ciudadanía nacional.
En esta investigación haremos referencia a los juristas especializados en derecho
constitucional y en derecho administrativo, principales ramas del derecho público.

1
Pravato, Luis Emilio, “Una historia olvidada: la desigual situación de los ciudadanos en los antiguos
territorios nacionales”, Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública –Rap: 358,
Buenos Aires, Ediciones Rap, 2008. Ver, asimismo, del citado autor: “La administración de justicia
en la construcción del Estado nacional y provincial (Río Negro)”, Revista Argentina de Régimen de
Administración Pública –Rap: 491, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2019, pp. 7-60; “La jurisprudencia de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la situación de ciudadanía restringida de los ciudadanos de
los territorios nacionales durante la vigencia de la Ley Nº 1.532”, La Ley Online, septiembre de 2017, cita
online: AR/DOC/2438/2017; “Los ‘delegados de los territorios nacionales’ de la Patagonia a la Cámara
de Diputados de la Nación”, La Ley Patagonia, diciembre de 2016. Cita online: AR/DOC/2342/2016.

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A partir de una interpretación descontextualizada, a contrapelo de los derechos
reconocidos en la primera parte de la Constitución2, en especial la garantía de la
igualdad ante la ley, los ciudadanos de los entonces Territorios Nacionales se vieron
impedidos de votar representantes en la Cámara de Diputados, como así también de
participar en la elección de Presidente de la Nación3. Por ello, durante más de medio
siglo, un número importante de ciudadanos argentinos carecieron de derechos polí-
ticos plenos.
Debe tenerse presente que una regla básica del Estado Liberal de Derecho, crista-
lizada en los respectivos procesos históricos que desencadenaron la revolución inglesa
(siglo XVII), la norteamericana y la francesa (siglo XVIII), es el principio de que no
debe haber “tributación sin representación”. Es decir, los ciudadanos de los Territorios
Nacionales no solo carecían de derechos políticos (activos y pasivos), sino que como
contribuyentes, estaban constreñidos a solventar tributos sin contar con representación
en la Cámara de Diputados, ámbito que el Constituyente de 1853, en resguardo de la
citada clave de bóveda del orden liberal burgués, delimitó como exclusiva Cámara de
origen en los proyectos de ley de creación de tributos4.
Lo apuntado se halla corroborado durante el propio trámite parlamentario del
proyecto que devendría en la Ley Nº 1.532, en la Cámara de Diputados de la Nación5.
Así, el miembro informante (y jurista destacado), diputado Ramón Cárcano, reco-
noció expresamente que la norma esbozada desconocía toda entidad política a los
futuros Territorios Nacionales y no otorgaba derechos de representación a sus ciu-
dadanos. No obstante, agregaba, ello se revertiría cuando los mismos se organizaran
en provincias6.
Quien así hablaba ostentaba una amplia trayectoria en el campo de la política.
Ramón José Cárcano (1860-1946) fue un historiador, político conservador y abogado
argentino, nacido en Córdoba el 18 de abril de 1860 y muerto en Buenos Aires el 2 de
junio de 1946. Como político fue elegido diputado a los 24 años. Siendo presidente
de la juventud propuso la candidatura presidencial de Julio Argentino Roca. Ejerció
los cargos de Director General de Correos, Gobernador de la provincia de Córdoba en
dos períodos (1913-1916 y 1925-1929) y Director del Consejo Nacional de Educación

2
Arts. 16, 22 y concordantes, Constitución Nacional.
3
El Art. 81 de la Constitución de 1853-1860 establecía que la elección del Presidente y Vicepresidente de
la Nación se haría del siguiente modo: la Capital y cada una de las provincias nombrarían por votación
directa una junta de electores, igual al duplo del total de diputados y senadores que enviaban al Congreso.
4
Linares Quintana, S.V. (1937), reconoce la contradicción del sistema, al imponer ilegítimamente
al contribuyente de los territorios nacionales tributos pese a no tener representación en la Cámara de
Diputados de la Nación.
5
Para un estado de la cuestión sobre el discurso hegemónico, convalidante de la ciudadanía restringida en
los territorios nacionales Favaro, 1997; Favaro y Arias Bucciarelli, 1995; Leoni, 2001.
6
Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones, 1884, vol. I, p. 1068.

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en 1932. Como historiador es uno de los más importantes representantes del enfoque
liberal de la historia argentina7.
Sin embargo, en el citado colectivo, resulta conveniente desagregar o diferenciar
a los distintos grupos de juristas en razón del período en que actuaron, conforme lo de-
sarrollaremos en el presente trabajo. Así, la participación de los juristas entre 1930 y
1943 operó como variable convalidante de la concepción restringida de ciudadanía en
los Territorios Nacionales, que se había cristalizado en el período 1884-1930, ya que sus
argumentaciones resultaron mayoritariamente justificadoras del formato territorial plan-
teado por el Estado Nacional, incidiendo efectivamente en la jurisprudencia y en la toma
de decisiones de no innovar por parte del gobierno nacional sobre la temática territorial.
Se relacionaron en forma estrecha con el gobierno nacional, fundamentalmente durante
la presidencia de Agustín P. Justo (1932-1938), gobierno de origen electoralmente frau-
dulento, que gobernó en gran parte del período bajo la declaración de Estado de Sitio y se
caracterizó por una política represiva de los derechos humanos8.
El escenario se modificará con el advenimiento del peronismo en 1946 y los juristas
se reposicionarán doctrinariamente frente al nuevo paradigma de ampliación de la ciu-
dadanía política y el derecho de representación y quedarán fragmentados en dos grupos
diferenciados: los juristas tradicionales, continuadores del criterio liberal-individualista
de la codificación, y los juristas actuantes en la reforma constitucional de 1949 y en el
gobierno de Juan Domingo Perón. En este contexto la relación entre ambos grupos de
juristas (los tradicionales y los peronistas) se presenta con algunas tensiones y posturas
disonantes y concordantes vinculadas a diferencias de orden político y no doctrinario9.
Ambos segmentos del campo jurídico terminarían sosteniendo la obligación cons-
titucional de reconocer la representación en la Cámara de Diputados de la Nación a los
ciudadanos de los territorios, pero lo harán con posturas de una pretendida “visión cien-
tífica”, “autónoma” y “objetiva” del campo jurídico de los tradicionales o liberales, sin

7
Fue miembro de la Academia Nacional de la Historia. Sobre Ramón J. Cárcano puede citarse
Blacha, Luis, “Los Cárcano: entre la política y la academia”, en Graciano, Osvaldo y Gutiérrez,
Talía (Dir.), El agro en cuestión. Discursos, políticas y corporaciones en la Argentina 1870-
2000, Buenos Aires, Prometeo, 2006, pp. 63-86.
8
Por ejemplo en 1933, en Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Misiones serían escenario
de alzamientos radicales, que se saldaron con más de mil detenidos. El expresidente Hipólito
Yrigoyen, gravemente enfermo, fue devuelto a Buenos Aires y mantenido bajo arresto
domiciliario. En diciembre, en ocasión de la reunión de la convención nacional de la UCR, un
alzamiento conjunto de militares y políticos se desató en Santa Fe, Rosario y Paso de los Libres.
José Benjamín Ábalos, ex ministro de Yrigoyen, y el coronel Roberto Bosch fueron detenidos
por el alzamiento, y los convencionales y dirigentes del partido encarcelados en Martín García.
Otro expresidente, Marcelo T. de Alvear, antiguo padrino de Justo, se exiliaría, mientras que la
mayoría de los convencionales serían retenidos en el penal de Ushuaia.
9
Pravato, Luis Emilio, “La irrupción del peronismo y la articulación de un nuevo discurso jurídico”,
Revista Argentina de Régimen de Administración Pública –Rap: 492, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2019,
pp. 7-31.

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involucrarse directamente con el gobierno nacional y formando parte en su mayoría de la
oposición antiperonista.
En definitiva, el sector de los juristas peronistas será el más importante pues apor-
tará el nuevo discurso que estructurará jurídicamente la política “transgresora” de Juan
Domingo Perón. Este sector se conformará con juristas de distinta y a veces enfrentada
orientación ideológica. Así, juristas de clara formación aristotélica tomista, como Arturo
Sampay; nacionalistas rosistas y seguidores de la teoría decisionista de Carl Schmitt,
como Joaquín Díaz de Vivar; y teóricos de clara formación marxista como John William
Cooke, se aunarán para combatir las interpretaciones liberales de los derechos consti-
tucionalizados y denunciar a los juristas tradicionales como funcionales a la República
oligárquica de la etapa anterior al peronismo10.

2) Los juristas funcionales al sistema de ciudadanía política restringida en los


Territorios Nacionales.
A la fecha de la sanción de la Ley Nº 1.532, orgánica de Territorios Nacionales (1884),
desde las Facultades de Derecho de las universidades nacionales de Córdoba y Buenos
Aires, a las que se sumaría en la primera década del siglo XX la Universidad Nacional de
La Plata, distintos especialistas en derecho constitucional, al desarrollar la temática del
federalismo, trataron tangencialmente la situación de los Territorios Nacionales.
Por ejemplo, José Manuel Estrada (1842-1894), de decisiva influencia en la dis-
ciplina, indicaba que los Territorios Nacionales no habían sido aún ocupados en forma
efectiva, destacando que habían sido diseñados con el solo propósito de asegurar los
derechos territoriales de la Argentina (Estrada, 1883). Esto justificaba que el Estado
nacional asumiera el control directo de esas gobernaciones. Respecto a la organización
de los mismos, Estrada decía: “¿Cómo deben adaptarse a la índole del federalismo las
leyes destinadas a organizar los territorios? Se adaptan a la índole del federalismo,
organizando el gobierno de tal suerte que, sin disminuirlo hasta hacerlo impotente,
tampoco se le aglomere en un solo núcleo de autoridad, de suerte de hacerlo peligroso.
Es decir, que se adapten al federalismo organizando el gobierno bajo el principio de la
descentralización. Se adapta también a este objetivo, encaminando su régimen a prepa-
rar la conversión del territorio en provincias, como veremos que lo hace la legislación
de los Estados Unidos” (Estrada, 1895:167).
Pero debemos destacar que además de ser un profesional del derecho, Estrada de-
sarrolló una intensa vida política marcada sobre todo por su firme rechazo al laicismo
de las presidencias de Roca y de Juárez Celman, postura que eventualmente lo condujo
a formar parte de la Revolución del Parque. Se desempeñó en dos ocasiones como di-
putado nacional por la Unión Católica y ocupó el cargo de Rector del Colegio Nacional
de Buenos Aires. Estrada dictó durante algunos años clases de Derecho Constitucional
y Administrativo en la Universidad de Buenos Aires, ganando una reputación no des-
preciable en tal materia.
10
Ídem.

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Lucio V. López (1848-1894), otra figura relevante en el campo de las ciencias jurí-
dicas hacia fines del siglo XIX, se ocupó de la temática territorial. López pertenecía a
una familia de importante protagonismo en la vida política del país. Era hijo de Vicente
Fidel López y nieto de Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno Nacional
de 1813. Además de desarrollar su carrera en el ámbito del derecho y de dedicar algún
esfuerzo a la literatura –reflejado en libros como La gran aldea (1884)–, Lucio inter-
vino también en el campo político y al igual que Estrada, en el sector antirroquista.
Elegido diputado nacional por el Partido Autonomista Nacional en 1880, fue otro de
los desencantados con los sucesos políticos de esa década y en 1890 participó, como
Estrada y otros, en la Revolución del Parque (González Arrilli, 1963). Por un breve
período ocupó el cargo de Ministro del Interior durante la presidencia de Luis Sáenz
Peña (1822-1907) y poco tiempo más tarde fue designado Interventor Federal en la
provincia de Buenos Aires, tras el estallido de la revolución radical de 1893. Fallecido
en 1894 a causa de un duelo con un militar, López fue considerado por otros destaca-
dos pares, como Enrique García Mérou, “el verdadero iniciador del estudio de nuestro
moderno derecho administrativo”11.
López creía que muchos de los problemas que el país exhibía en su orden insti-
tucional derivaban de la falta de adecuación de la normativa a los caracteres específicos
de la sociedad argentina. Afirmaba que los Territorios Nacionales constituían entidades
particulares debido a que eran gobiernos de excepción y temporarios en nuestro orden
federativo, debiendo convertirse en provincias cuando lo permitiera el desarrollo de su
población y de su riqueza. El citado infería que el Congreso sería el que oportunamente
elevaría a la condición de provincias autónomas a los territorios, incorporándolos así
en forma plena al sistema federal. Ahora bien, entretanto y mientras se preparaba pau-
latinamente dicho acontecimiento constitucional, aclaraba López que los territorios
dependían del gobierno central; careciendo de poderes políticos. Sus afirmaciones tex-
tuales eran las siguientes: “Los gobiernos de los Territorios Nacionales son gobiernos
de excepción y temporarios en nuestro orden federativo. Por el desarrollo de su po-
blación y de su riqueza están destinados a ser provincias argentinas. El Congreso está
facultado para elevarlos a Estados autónomos y dentro de la forma federal llegarán a
serlo un día como ha sucedido en los Estados Unidos con motivo de la creación de los
nuevos Estados. Entretanto y mientras se prepara paulatinamente este gran aconte-
cimiento constitucional, los territorios dependen del gobierno central, sus rentas son
nacionales, su administración se ejerce bajo la inspección del Poder Ejecutivo, son
dependencias de la Nación, no son entidades independientes, carecen de Constitución
propia y, por consiguiente, de poderes públicos como los Estados” (López, 1902:179).
No obstante, López es uno de los primeros autores que plantea la cuestión de la
representación de los Territorios, asunto que también había sido previsto en el proyecto
original de Ley de Territorios Nacionales de 1883. Así manifestaba que a todo territo-

11
En 1902, con el propósito de establecer un homenaje, sus familiares establecieron el premio “Lucio
Vicente López” a la mejor obra de derecho o ciencias sociales argentina (López, 1902: 9).

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rio nacional debería acordársele la participación en el gobierno general, facultándolos
para enviar un delegado a la cámara de Representantes de la Nación, que como en los
Estados Unidos, no tendrá voto, pero que podrá tomar parte en las discusiones que se
susciten (López, 1902).
Coincidiendo con lo expresado anteriormente, respecto al déficit de la repre-
sentación, en la tesis doctoral de Carlos Galigniana Segura (1875-1922)12, defendida
en 1895, titulada Territorios Nacionales, Universidad Nacional de Buenos Aires, se
insistía en la necesidad de establecer algún tipo de representación de aquellos espacios
en el Congreso nacional. Para Galigniana Segura, esa representación era ante todo
necesaria porque “formando la población de los Territorios Nacionales parte del
pueblo de la Nación, no podía negarse el derecho de representación establecido por
una Constitución en la que estaba consagrada la soberanía del pueblo”. Esto aparecía
como un imperativo más fuerte en la medida que advertía la contradicción entre la
negación de representación para los Territorios Nacionales y el reconocimiento de la
misma para la Capital Federal, distrito que también se encontraba bajo la dependencia
del Estado nacional (Gallucci, 2011).
Otras tesis doctorales que subrayaron el desconocimiento de los derechos políticos
en los Territorios Nacionales fueron las de Ávila Méndez, Manuel (1894), Organización
y gobierno de los Territorios Nacionales, dirigida por el Dr. Miguel Nogues, Buenos
Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, p. 14, y también Villanueva, Torcuato
(1900), Derecho Constitucional y Administrativo. Territorios Nacionales, Tesis doc-
toral para optar al título de Doctor en Jurisprudencia, Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Imprenta Oswald y Cía.
Ampliando el análisis de las citadas tesis doctorales, se puede esquematizar el
siguiente análisis.

I) Tesis de Carlos Galigniana Segura (1875-1922), defendida en 1895, titulada


Territorios Nacionales, Universidad Nacional de Buenos Aires.
Principales argumentos desarrollados en la tesis:
- Desarrolla una concepción racista y euro-céntrica, manifestando un profun-
do desprecio por los Pueblos Originarios. Propicia la colonización de los Territorios
Nacionales de la Patagonia por población argentina y europea, pero no chilena.
- Parte de la idea de que la Ley Nº 1.532 y normas complementarias sobre los
Territorios Nacionales carece de originalidad, importando una mera copia de los ante-
cedentes de EE. UU.

12
Galigniana Segura fue prosecretario del departamento de Obras Públicas en 1894, diputado provincial
en Mendoza, ministro de Gobierno de su provincia en 1900, gobernador de la misma en 1903, diputado
nacional en 1907 y 1910.

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- Infiere que la escasa población de los Territorios Nacionales, su falta de concen-
tración en centros urbanos y de preparación cultural obstaban al autogobierno. Así,
cuestiona el Artículo 4º de la Ley Nº 1.532, que determinaba el piso de 60.000 habi-
tantes para poder acceder a un territorio a la provincialización, por ser un límite vago e
impreciso. A su criterio, además, debía exigírsele al Territorio en cuestión la existencia
de, como mínimo, un centro poblado de mas de 10.000 habitantes.
- Infiere que crear nuevas provincias de Territorios Nacionales sin recursos pro-
pios sería aumentar el número de Estados Provinciales pobres que deben ser subsidia-
dos por el presupuesto del Estado Nacional.
- Cuestionando el texto originario de la Ley Nº 1.532, considera que los Jueces
Letrados no deben ser designados en forma vitalicia, sino por un período de cuatro
años (modificación que luego se corporizó en una ley del Congreso).
- En lo que respecta al déficit de ciudadanía en que se encontraban los ciudadanos
territorianos, cuestiona la figura del Delegado Parlamentario, que se hallaba incluido
en el proyecto de ley originario, enviado por el presidente Julio A. Roca y su Ministro
del Interior, Bernardo de Irigoyen, y que habían tomado de los antecedentes nortea-
mericanos. En el mismo sentido, infiere que debe interpretarse de modo amplio el
Artículo 37 de la Constitución Nacional, y de esa manera, equiparar a los ciudadanos
de la Capital Federal con los territorianos, pudiendo, en consecuencia, estos últimos,
elegir diputados nacionales.

II) Tesis de Ávila Méndez, Manuel (1894), Organización y gobierno de los


Territorios Nacionales, dirigida por el Dr. Miguel Nogues, Universidad de Buenos Aires.
Principales argumentos desarrollados en la tesis:
- Parte también de una concepción racista y euro-céntrica.
- Defiende la figura del Delegado Parlamentario, de origen norteamericano. Así,
por dicha vía, los ciudadanos territorianos tendrían una especie atenuada de represen-
tación política en la Cámara de Diputados de la Nación y no se violentaría el Artículo
37 de la Constitución Nacional.
- Analiza los siguientes antecedentes de EE. UU.: 1) Ley del Congreso Continental
(Confederación) de 1784. 2) Ordenanza del Territorio del Noroeste del río Ohio, a
la que considera la incubadora de veinticinco (25) nuevos Estados de la Unión
Norteamericana. 3) La organización por la legislación federal de las Legislaturas de
los Territorios en EE. UU. Dichos órganos legislativos estaban compuestos por una
Cámara de Representantes de diez (10) legisladores, elegidos por la ciudadanía del
respectivo Territorio, y, por un Consejo Legislativo, integrado por cinco (5) represen-
tantes, designados por el Congreso federal.
- Hace una exégesis del articulado de la Ley Nº 1.532 y de sus antecedentes (ley
de creación de la Gobernación del Chaco –772– y de la Patagonia –954–).

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III) Tesis de Villanueva, Torcuato (1900), Derecho Constitucional y
Administrativo. Territorios Nacionales, Universidad de Buenos Aires.
Principales argumentos desarrollados en la tesis:
- Comienza comparando la legislación de EE. UU. con la Ley Nº 1.532. Imputa
importantes diferencias entre ambos sistemas. Predica desconocimiento de los derechos
políticos de los ciudadanos territorianos argentinos, que no elegían diputados nacionales.
- Critica severamente la variante de los Delegados Parlamentarios, que previera
el proyecto de ley del Poder Ejecutivo, enviado por el presidente Julio A. Roca y su
Ministro del Interior, Bernardo de Irigoyen, que habían tomado de los antecedentes
norteamericanos.
- Defiende la implementación de las Legislaturas en los Territorios Nacionales,
que a su criterio debían incluir a los extranjeros, tener mandato por cuatro (4) años, y
ser la función de dichos legisladores “ad-honorem”.
- Analiza la competencia de los jueces letrados de los Territorios Nacionales, con
su doble jurisdicción: 1) la federal, con apelación ante la Corte Suprema de Justicia; y
2) la ordinaria, con alzada ante la Cámara de Apelación de los Tribunales nacionales
ordinarios de la Capital Federal.
Con relación a la relevancia de las tesis doctorales, más allá de la importancia
que las mismas representan para los investigadores de las ciencias sociales, no fueron
ni son utilizadas como “fuentes de Derecho”. Es decir, la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y como consecuencia, la de los tribunales inferiores,
que constituyen el derecho “vivo”, apoyan sus decisiones en las respectivas causas ju-
diciales en precedentes de la propia Corte, de la Corte federal norteamericana, en otros
tribunales extranjeros, como el Consejo de Estado francés y en doctrina de publicistas
consagrados extranjeros y nacionales. En este último supuesto, en causas de derecho
público, como es la temática de los Territorios Nacionales, la Corte suele remitirse a
escasísimos autores, como Joaquín V. González, o titulares de cátedra universitaria
consagrados, como Rafael Bielsa o Miguel Marienhoff. No obstante ello, hemos in-
corporado en esta investigación los aportes de tales tesis por ser sus autores juristas
versados sobre la cuestión territorial.
En el citado colectivo, el jurista intelectual político más representativo y que en
forma sistemática se ocupó de analizar y convalidar la situación de los Territorios
Nacionales fue Joaquín V. González (La Rioja, 1863 - Buenos Aires, 1923). Ejerció
los cargos de Ministro del Interior, de Justicia e Instrucción Pública y de Relaciones
Exteriores. Integró la Junta de Historia y Numismática (antecedente de la Academia
Nacional de la Historia). Colaboró en los diarios voceros de la elite dominante, La
Nación y La Prensa. Participó en la fundación de la Universidad Nacional de La Plata
en 1905, que presidió en repetidas oportunidades. En 1910 integró la Corte Permanente
de Arbitraje de La Haya, y en 1921 fue designado miembro de la Corte Permanente
Internacional de Justicia, organismo creado luego del Tratado de Versalles, en el marco
de la Sociedad o Liga de las Naciones (Roldán, 1990).

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Maristella Svampa lo define como el último intelectual orgánico del período, que
con una prosa cuidadosa defenderá la acción política de la elite a la que pertenecía. No
obstante, reconoce que es un personaje difícil de encuadrar pues, si bien pertenece a
la generación fundadora del 80, cuando es cooptado por Roca, su reflexión crítica se
ubica también en los debates centrales que sacuden a la Argentina en el Centenario.
Así, González hace hincapié en 1893 en el “elemento exótico”, refiriéndose a la inmi-
gración, y menciona en 1904 la preocupación del Poder Ejecutivo por las “agitaciones
sociales”, en una época en que se acusaba a los inmigrantes de importar la noción
de lucha de clases. Sin embargo, ello no derivó en una posición reaccionaria. Por el
contrario, reconoció en la inmigración una de las fuerzas que más había contribuido
al progreso del país y propondrá la complementación de la Ley de Residencia con un
proyecto de Ley de Código del Trabajo (Svampa, 2005:113). Así, se lo identifica en el
sector de los liberales reformistas (Zimmerman, 1995).
Avalando esa posición alejada de un conservadurismo reaccionario, Adriana R.
Chiroleu resalta la actitud de Joaquín V. González como rector de la novel Universidad
Nacional de La Plata. A dicha casa de altos estudios pretendió destinarla desde sus
inicios, a la investigación y a la formación de graduados ligados a las ciencias y a
las técnicas, teniendo como meta el crecimiento material de la región. Por tal razón,
la universidad platense se adaptó con menos resistencias que las otras universidades
nacionales existentes –Córdoba y Buenos Aires, en que la enseñanza profesional había
relegado a segundo plano la investigación científica y la elaboración de la cultura–, a
las transformaciones planteadas a partir de la Reforma Universitaria (1918) (Chiroleu,
2000:VI-367-368).
Joaquín V. González, en su Manual de la Constitución Argentina13, obra que es
utilizada y citada frecuentemente por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para
fundar sus fallos, realiza una elogiosa glosa del Artículo 67, inciso 14, Constitución
de 1853-1860. Como se recordará, dicha disposición establecía que correspondía al
Congreso determinar por una legislación especial la organización, administración y
gobierno que debían tener los Territorios Nacionales que quedaron fuera de los límites
asignados a las Provincias.
González, intelectual que participa en la elaboración del discurso hegemónico
de las clases dominantes en la Argentina de finales del siglo XIX, encomia el citado
artículo, destacando que, en el caso, el constituyente argentino ha superado al modelo
norteamericano, pues, sobre el particular, ha conferido al Congreso expresas compe-
tencias. Así, resaltará: “La posición de los Gobiernos de los Territorios Nacionales no
es idéntica a los de las Provincias y de la Nación, siendo el objetivo principal de aque-

13
Esta obra, ya clásica en la literatura jurídica argentina, fue publicada en 1897. Las obras completas de
Joaquín V. González forman un total de 55 títulos, clasificadas por él en jurídicas y políticas, educativas
y literarias, incluidas en éstas las históricas. Como un homenaje de la Nación al citado estadista, y a
iniciativa de la Universidad Nacional de La Plata, de la cual fuera presidente, el Congreso sanciona el 22
de junio de 1934 la ley de edición de sus Obras Completas. En el año 2001 la editorial La Ley de Buenos
Aires realiza una nueva edición del Manual, actualizado por Humberto Quiroga Lavié.

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llos, el de educación y aprendizaje para el pleno ejercicio de los poderes de un futuro
gobierno de provincia. En cuanto los territorios se componen del pueblo, y éste es par-
te integrante de la nación, tienen todos los derechos civiles reconocidos a todo indivi-
duo, mas no así los derechos políticos, que son parte del gobierno mismo, y de los que
pueden ser privados hasta que obtengan plena capacidad” (González, 1897:411-412).
Así, convalidando las respectivas relaciones de dominación y, en particular, el
régimen de capitis deminutio que va a caracterizar a los habitantes de los Territorios
Nacionales, González, desde su prestigioso lugar en la sociedad civil, resaltará que:
1) La posición de los Gobiernos de los Territorios Nacionales no es idéntica a los de
las Provincias y de la Nación, siendo el objetivo principal de aquellos, el de educación
y aprendizaje para el pleno ejercicio de los poderes de un futuro gobierno de provin-
cia. 2) En cuanto los territorios se componen del pueblo, y éste es parte integrante
de la nación, tienen todos los derechos civiles reconocidos a todo individuo, mas no
así los derechos políticos, que son parte del gobierno mismo, y de los que pueden
ser privados hasta que obtengan plena capacidad. 3) Dicha conclusión surge de la
propia Constitución, al determinar que pueden admitirse y crearse nuevas provincias,
por las cuales se entiende territorios anexados, adquiridos o recobrados y los citados
Territorios Nacionales. 4) La Ley Nº 1.532, reglamentaria del Artículo 67, inciso 14,
Constitución Nacional, al organizar el gobierno de los territorios, contiene las bases
de los futuros poderes de gobierno de la provincia que en su momento surgirá. 5) Los
Poderes Legislativos se confieren a una Legislatura de Territorio, que se formará cuan-
do se haya alcanzado una población mínima de treinta mil habitantes. 6) Los Concejos
Municipales podrán crearse en localidades de más de mil habitantes, con poderes de
cobrar impuestos propios y promover la prosperidad del vecindario. 7) Existe un Poder
Judicial por vía de las funciones de los jueces letrados, designados por el Presidente de
la Nación con acuerdo del Senado, y los jueces de paz elegidos por el pueblo. 8) Las
funciones ejecutivas corresponden a un Gobernador nombrado por el Poder Ejecutivo
Nacional con acuerdo de la cámara alta, con atribuciones administrativas y colegisla-
tivas. 9) Cuando la población de un territorio alcance los sesenta mil habitantes tendrá
derecho a integrarse a la relación federal como Provincia. 10) Hasta tanto ello ocurra,
son meras dependencias del Gobierno Federal, que tiene sobre ellos jurisdicción exclu-
siva por medio de sus tres poderes.
En otras palabras, mediante una aparente y “científica” exégesis de la Ley Nº
1.532, González omite hacerse cargo del déficit constitucional de la citada norma, que
desconoce los derechos políticos de los ciudadanos territorianos, en tanto integrantes
del pueblo de la República y que debía materializarse en la posibilidad de votar a dipu-
tados nacionales y a electores en los comicios indirectos para la elección de presidente
y vice de la Nación.
Es decir, por imperativo de la lógica constitucional, los ciudadanos de los
Territorios debían estar ubicados en la misma situación que los de la ciudad de Buenos
Aires, distrito también, como aquellos, de jurisdicción federal. A modo de ejemplo y

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conforme las investigaciones de Teresa Varela, en el año 1918 el Municipio de Viedma
presentó ante las autoridades nacionales un anteproyecto de ley para incluir como sec-
ción del distrito electoral de la Capital Federal a las gobernaciones nacionales14.
Otro jurista que se destaca ampliamente en la temática de los Territorios
Nacionales, por sus investigaciones, obras publicadas y enseñanza impartida desde
la cátedra universitaria, es Segundo Víctor Linares Quintana (7-8-1909/2-1-2013,
Buenos Aires, su ciudad natal). Abogado, egresado de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (1933), Doctor en Jurisprudencia
de la misma Universidad (1936), fue más tarde Doctor en Derecho Honoris Causa de
la Universidad de North Carolina, Chapel Hill, Estados Unidos.
En 1942, se desempeñó como Asesor Legislativo de la Biblioteca del Congreso
de la Nación, lo que motivó la amistad con Alfredo L. Palacios, su amigo de por vida.
Rodolfo Moreno, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, lo designó Director
General del Departamento de Trabajo.
En su condición de Secretario, integró una Comisión de Legisladores Nacionales,
y realizó un viaje de inspección a los Territorios Nacionales. A partir de ello, desa-
rrolló un estudio que abarcó todos los problemas de sus gobiernos y administración,
titulado “Representación Parlamentaria de los Territorios Nacionales” (1934), que fue
la base, más tarde, de su tesis doctoral: “Derecho Público de los Territorios Nacionales
Argentino y Comparado”, calificada de sobresaliente y que obtuvo los premios
“Accesit” y “Doctor Mario A. Carranza” a la mejor tesis de derecho constitucional
otorgado por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA15.
Estudioso de los problemas físicos de esos territorios y de las precarias condicio-
nes de vida de sus habitantes, agudizadas por las distancias, dificultades en las comu-
nicaciones y las débiles instituciones que lo regían, publicó en 1940 dos obras, una de
los cuales, El Gobierno de los Territorios Nacionales, tuvo en la época repercusión
política, jurídica y económica16.

14
“Entre las reformas a pedir se contará la elección de los gobernadores por los habitantes de los
territorios y […] gestionar la ampliación del Distrito electoral de la Capital entrando a formar parte como
secciones los Territorios, a fin de obtener participación en elecciones nacionales y elección de un diputado
al Congreso por cada Territorio”. AH-CMV-LAIII. 31-3-1918, pp. 285-286.
15
Entre sus más de 400 publicaciones se destacan: Tratado de la ciencia del Derecho Constitucional
(1953 y 1963), Derecho Constitucional e Instituciones Políticas (1970), Gobierno y Administración de
la República Argentina (1946), El poder impositivo y la libertad individual (1950), Sistemas políticos
y sistemas de partidos (1976), Teoría e Historia Constitucional (1958) y Tratado de Interpretación
Constitucional (2006, última edición). Fue distinguido con los Premios Mario Carranza y Accesit (1938,
UBA), B. Nazar Anchorena (1946) y José Berry (1950), dados por la Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales de Buenos Aires. Primer Premio Nacional de Ciencias (1957) y Premio en Derecho
de la Fundación Bunge y Born (Konex, 1981). Presidente de las Academias Nacionales de Derecho y
Ciencias Sociales de Buenos Aires y de la de Ciencias Morales y Políticas, y miembro de la Academia de
Ciencias de Buenos Aires.
16
Rodríguez Galán, Alberto, Diario La Ley del 13-3-2013.

30 Sección Doctrina Rap (512/513)


Linares Quintana (1937), a diferencia de sus colegas del derecho, en sus trabajos
reconoce la inconstitucionalidad de la ciudadanía restringida de los ciudadanos de los
Territorios Nacionales, lo que en sus palabras conlleva la violación de reglas consti-
tucionales básicas, como el derecho a votar en las elecciones para autoridades nacio-
nales, o de tener representantes en la Cámara de Diputados como condición básica
para ser contribuyente de un tributo. También resalta la violación de la garantía de la
igualdad ante la ley, pues los ciudadanos de las gobernaciones nacionales, territorios
federales, no tienen el mismo tratamiento que los ciudadanos de la Capital Federal, que
ejercían los mentados derechos políticos nacionales.
Debemos destacar que Linares Quintana es uno de los primeros juristas que plan-
tea la autonomía de la disciplina del derecho público de los Territorios Nacionales,
respecto del derecho constitucional, del derecho administrativo y del derecho público
provincial y municipal. Linares Quintana se destacó por distintas investigaciones so-
bre los Territorios Nacionales17. De las citadas obras, la más sistemática, que importa
un estudio integral del orden institucional de los territorios, es Derecho Público de los
Territorios Nacionales.
Por otra parte, como docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de la
Universidad de Buenos Aires, dirigió durante el año académico de 1939 un Seminario
de Derecho Público de los Territorios Nacionales.
Sin perjuicio de ello, y a través de la lectura de su obra, advertimos que Linares
Quintana no logra romper con el discurso jurídico oficial, manteniendo la interpre-
tación descontextualizada y asistemática del Artículo 37 de la Constitución de 1853.
En pocas palabras, había que reformar la Constitución para reconocer los derechos de
esa misma Constitución. Tanto en su Derecho Público de los Territorios Nacionales
como en La Representación Parlamentaria de los Territorios Nacionales infiere tres
soluciones para el problema de la falta de representación parlamentaria de los ciudada-
nos de las gobernaciones nacionales: 1) la reforma del Artículo 37 de la Constitución
Nacional; 2) la creación por vía de ley del Congreso de la figura del Delegado, con voz
pero sin voto, en la Cámara de Diputados de la Nación y 3) la institución de delegados
territoriales ante las comisiones internas del Congreso.
En relación a este último punto, Linares Quintana manifiesta que teniendo en
cuenta la importante función de las comisiones parlamentarias en la función legisla-
tiva –calificadas por Woodrow Wilson como los ojos y oídos de las Cámaras parla-

17
Entre ellas se pueden citar las siguientes: 1) “La representación parlamentaria de los Territorios
Nacionales. Los Territorios Nacionales y el Parlamento”, en Revista del Colegio de Abogados de Buenos
Aires, T. XII, p. 343. 2) “Una novísima rama del derecho público: el derecho público de los Territorios
Nacionales”, en Veritas, año VIII, N° 87, p. 409. 3) “Existencia del derecho público de los Territorios
Nacionales”, en Revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires, 1937, p. 365. 4) Derecho Público
de los Territorios Nacionales, Edición del autor, Buenos Aires, 1937. 5) Concordancias del Proyecto
de Ley Orgánica de los Territorios Nacionales, Boletín de la Biblioteca del Congreso Nacional, Buenos
Aires, 1940. 6) Gobierno de los Territorios Nacionales, Conferencia producida en el Instituto Popular de
Conferencias, Buenos Aires, 23 de agosto de 1941.

Rap (512/513) Sección Doctrina 31


mentarias–, la creación de los delegados territoriales ante esas comisiones remediaría,
aunque fuera parcialmente, la ausencia absoluta de representación parlamentaria de los
ciudadanos de los Territorios Nacionales.
Cabe aclarar que en el ámbito de la Cámara de Diputados de la Nación desde las
primeras décadas del siglo XX existía una Comisión de Territorios Nacionales. Por el
contrario, en el Senado de la Nación, la misma no estaba creada.
En tal escenario se materializa una circunstancia que refleja la estrecha vinculación
de Linares Quintana con la élite gobernante durante el régimen fraudulento del presi-
dente Agustín P. Justo18, en especial, con una figura emblemática del orden conserva-
dor restaurado a partir del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930: el Senador por
Jujuy, el jurista Benjamín Villafañe (1877-1952). Este político del interior era dirigente
conservador, acérrimo crítico de Hipólito Yrigoyen y del gobierno radical. Graduado
en Derecho en la UBA, diputado provincial y en varias oportunidades presidente del
Consejo de Educación de Jujuy, gobernador de dicha provincia (1924-1927), Director
del Banco Hipotecario Nacional y Senador Nacional (1932-1941). Sus obras incluyen
Yrigoyen, el último dictador; Nuestros males y sus causas; Chusmocracia; El Petróleo
y la Constitución Nacional.
Así, Villafañe, el 28 de agosto de 1934, a partir de un ante-proyecto elaborado por
el propio Linares Quintana, presentó un proyecto de resolución ante el Senado de la
Nación, por el cual se creaba la Comisión de Territorios Nacionales, correspondiendo
a la misma examinar y dictaminar sobre todo asunto o proyecto relativo a la organi-
zación, administración, gobierno y fomento de aquéllos. En virtud de los Artículos 3º
y 4º de la norma esbozada, se instituía ante la citada comisión, el cargo de delegado
de los Territorios Nacionales, el cual sería cubierto por el Senado entre personas de
reconocida preparación en la materia. Duraría un período parlamentario en funciones,
teniendo derecho a una compensación, en carácter de indemnización, proporcional a la
cantidad de reuniones de la comisión que hubiera asistido. Tendría voz, pero no voto,
en el seno de la comisión (Linares Quintana, 1937:155-157). Pero este proyecto no fue
tratado.
En definitiva, Linares Quintana era consciente de la contradicción que se daba
en el propio seno del sistema institucional liberal burgués, al existir ciudadanos (los
territorianos) sin representación política. Intentaba salvar su conciencia, sin mucho
convencimiento, con razonamientos sofísticos propios de la mente abogadil, mediante
estas pseudo soluciones, que no eran más que híbridos institutos que no paliaban la
ausencia de legitimación del régimen19.

18
Las presidencias de Agustín P. Justo (1932-1938), Roberto M. Ortiz (1938-1942) y Ramón S.
Castillo (1942-1943) integran el período denominado “década infame”, obtenidas a partir de elecciones
fraudulentas.
19
En relación a la crítica que corresponde hacer al instituto de los delegados, nos remitimos a lo expresado
en el punto 3.

32 Sección Doctrina Rap (512/513)


Avanzando en el tiempo pero manifestando posturas similares a las ya men-
cionadas, Miguel Marienhoff (1964), al analizar en su clásico Tratado de Derecho
Administrativo, la naturaleza jurídica de los Territorios Nacionales20, convalidando el
estado de cosas y la injusta situación en que se hallaban los ciudadanos de los territo-
rios, infirió que se trataban de meras circunscripciones administrativas de la Nación. A
efectos de fundar dicha conclusión, recurrió a los pocos precedentes jurisprudenciales
al respecto, entre ellos, la sentencia del 29 de agosto de 1924 dictada por la Cámara
Federal de Apelaciones de La Plata21. Al analizar desde la dogmática jurídica la Ley Nº
1.532, Marienhoff se detiene en el instituto de la consulta, previsto por el Artículo 42,
por el cual los jueces letrados debían elevar en consulta, aún cuando no se interpusiera
recurso de apelación, todas las sentencias definitivas en asuntos en que hubieran sido
parte el fisco, menores, incapaces, etc. A partir de dicha regla jurídica, toda sentencia
definitiva, o auto que resolviere en definitiva una cuestión, causando un perjuicio irre-
parable, en que fuese parte el fisco, menores o incapaces, antes de quedar firme y en
consecuencia poderse ejecutar, debía ser elevada para su control por la Cámara Federal
de Apelaciones, la cual resolvía, en definitiva, aprobando o desaprobando lo actuado.
Con relación al tema, Marienhoff plantea dos cuestiones, a saber: 1) cuál era el
carácter jurídico de las resoluciones de las Cámaras Federales de Apelaciones que, en
su caso, aprobaban los procedimientos de los juicios llegados a ella en grado de con-
sulta; 2) qué trascendencia tuvo en la vida institucional de los Territorios Nacionales
dicho instituto.
Respecto al primer tema, glosando una sentencia de la Cámara Federal de La
Plata, nuestro autor concluyó que la aprobación de los procedimientos idos en consul-
ta, devenían en autoridad de cosa juzgada formal y material. Con relación a la utilidad
de la “consulta”, Marienhoff colige su importancia a partir de los problemas de comu-
nicación existentes en su época, entre los Territorios Nacionales y el gobierno central
y la circunstancia de que no todos los jueces letrados en funciones cumplían adecua-
damente la carga de la idoneidad moral y profesional. Por ello, a criterio del Profesor
Marienhoff, el citado procedimiento judicial habría evitado más de una ignominia.
Los “Territorios Nacionales” considerados como tales, y los ciudadanos que en
ellos residían, carecían de derechos políticos. Pero una vez constituidos en provincias,
iban a gozar de todas las competencias de los mentados entes autónomos en la relación
federal. En consecuencia, considera Marienhoff, sería en ese momento que sus ciuda-
danos devendrían en la plenitud de sus derechos (Marienhoff, 1967:561-564).
Resulta interesante destacar que entre los distintos juristas de derecho público que
hicieron doctrina, integraron las cátedras de las universidades y fueron citados por los
jueces de distintas instancias en sus sentencias, Marienhoff fue el único que desarrolló
su actuación profesional por décadas en la Patagonia profunda. A finales de la década
del veinte, del siglo XX, se gradúa en Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas
20
Los definió como “órganos de órgano”, al carecer de personalidad.
21
Publicada en la revista Jurisprudencia Argentina, tomo 13, p. 699.

Rap (512/513) Sección Doctrina 33


y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, y se radica en la ciudad de Río
Gallegos, capital del entonces Territorio Nacional de Santa Cruz. En dicha localidad
desarrollará una intensa actividad profesional por muchos años.
Pero no sólo los juristas desde Buenos Aires y demás centros importantes parti-
cipaban del citado discurso hegemónico. Desde los propios Territorios Nacionales se
coincidía en el mismo. Así, en el año 1939, Eduardo Beretta, Presidente del Colegio de
Abogados de Resistencia, Territorio Nacional del Chaco, en un opúsculo, en que crí-
ticamente analizaba el proyecto de ley modificatorio del régimen de la Ley Nº 1.532,
presentado por el Poder Ejecutivo el 12 de agosto de 1938 al Congreso de la Nación,
expresamente reconocía que era necesario la reforma del Artículo 37 de la Constitución
para que la ciudadanía de los Territorios pudiera elegir diputados al Congreso de la
Nación (Beretta, 1939).
Resulta interesante detenerse en la mencionada crítica, toda vez que Beretta incor-
pora la visión de los juristas de los Territorios Nacionales, los cuales si bien participa-
ban en líneas generales del discurso hegemónico, aportaban también voces disonantes,
ya que integraban las comunidades marginadas y en consecuencia sufrían en carne
propia la ciudadanía restringida.
Beretta se pregunta, respecto a la figura del “representante de los territorios” es-
bozado en aquel, tildándola de grotesca. A tal fin, sugiere, invocando los antecedentes
existentes en EE. UU., la implementación de un Delegado a la Cámara de Diputados.
En tal sentido, cita la autoridad de Woodburn y de González Calderón. Por el contra-
rio, a su entender, en el proyecto de ley de 1938 (título VIII, “Representantes de los
Territorios”), se ha creado un organismo que descalifica. Considera que bajo la de-
nominación de “Representación de los territorios” no se crea ninguna representación
parlamentaria22.
Más allá de la crítica que en el punto hace Beretta al proyecto, es dable desta-
car que el citado antecedente norteamericano invocado no era pertinente, toda vez
que existían profundas diferencias en la organización institucional de los territorios
norteamericanos respecto al modelo argentino cristalizado por la Ley Nº 1.532. En
otras palabras, desde el inicio de las comunidades, los ciudadanos de los Territorios
norteamericanos ejercieron derechos políticos (en su faz activa y pasiva), contaron
con instituciones de autogobierno y la Federación les reconoció los derechos políticos
básicos del common law23.

22
Textualmente, el Artículo 115 dice: “Los territorios que tengan más de 60.000 habitantes podrán
elegir, por votación directa, un representante ante los poderes públicos de la Nación”. Y continúa: “Este
representante tendrá la función de gestor ante los poderes públicos, de todos los asuntos de interés
general relacionados con el territorio y por el cual haya sido electo”. Y a este representante elegido por
los territorios con más de sesenta mil habitantes “[…] el gobernador del territorio podrá encomendarle
diligencias, impartiéndole las instrucciones que considere conveniente” (Art. cit., párrafo III). Deberá
sujetarse a las disposiciones que tome la Dirección de Territorios Nacionales
23
Pravato, Luis Emilio, “Los ‘delegados de los territorios nacionales’ de la Patagonia a la Cámara de
Diputados de la Nación”, La Ley Patagonia, diciembre de 2016. Cita Online: AR/DOC/2342/2016.

34 Sección Doctrina Rap (512/513)


Es decir, del esquema individualizado resultan, de modo evidente, las profundas
diferencias del modelo norteamericano respecto al nacional. En EE. UU., el proceso en
que devenía un Territorio en Estado era el resultado de la iniciativa de los ciudadanos
y gobiernos del propio Territorio. En la Argentina, en cambio, por mandato de la Ley
Nº 1.532, los Territorios Nacionales eran dependencias administrativas gobernadas por
el poder central, por intermedio de funcionarios nacionales, careciendo sus ciudadanos
de derechos políticos (salvo en materia de elección municipal, en ciertos casos), y la
decisión de convertirlos en provincias era una instancia heterónoma, que detentaba el
gobierno federal.
Por ello, la figura de los delegados territoriales del modelo norteamericano, recla-
mada por Beretta, e implementada con posterioridad por la Ley Nº 14.032, no alcan-
zaba para equiparar la situación de los territorios argentinos con los norteamericanos.

3) A modo de conclusión.
En diciembre de 1983, con otro discurso jurídico hegemónico, no obstante estar
vigente la misma Constitución de 1853, el entonces Territorio Nacional de Tierra del
Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur envió dos diputados a la Cámara de Diputados
de la Nación. Si bien, en su momento, los respectivos diplomas fueron impugnados con
la trillada interpretación del citado Artículo 37, Constitución Nacional, la aprobación
de los mismos se basó en un dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales,
presidida por el constitucionalista Jorge Reynaldo Vanossi, en que se estableció que la
falta de representación del pueblo del Territorio Nacional sería inconstitucional, ya que
se despojaría a un grupo de ciudadanos de sus derechos electorales activos.
Así, con un simple dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la
Cámara de Diputados de la Nación, se corrigió una inválida interpretación del históri-
co Artículo 37 de la Constitución Nacional de 1853, que por setenta años había dado
supuesto basamento constitucional para obstar la representación política de los ciuda-
danos de los entonces Territorios Nacionales.
La circunstancia de carecer de representación parlamentaria en la Cámara de
Diputados es indicativa de la función convalidante al statu-quo de determinado discur-
so jurídico y la falacia de la pretensión de un orden jurídico neutro, cuyo conocimiento
solo exige la organización y utilización de específicas reglas científicas.

Rap (512/513) Sección Doctrina 35

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