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La comuna 4 de Medellín, también conocida como Aranjuez, lleva entre sus calles,
museos, espacios públicos y en sus habitantes un sinfín de historias que con el tiempo
han demostrado cómo las necesidades sociales y la integración del trabajo y el esfuerzo
de sus habitantes, logran crear un espacio lleno de cultura, educación, de comercio, de
naturaleza y un espacio que es verdaderamente habitado por personas de todas las
clases sociales y con un amor especial por el sector en el que viven, en el que estudian,
en el que trabajan, en el que pueden recrearse. Un lugar pensado en el bienestar de la
sociedad.
La historia de Aranjuez comienza entre las montañas verdes de Medellín, entre riachuelos
y quebradas, que fueron esenciales para los habitantes de sus alrededores, en ellos
lavaban su ropa,los usaban como baños públicos y también se recreaban. Cabe resaltar,
que precisamente esas corrientes fluviales, fueron las que desencadenaron la
construcción de comunidad, a sus alrededores se dio la construcción de viviendas, calles
y acueductos.
Durante muchos años, estas tierras se mantuvieron en gran parte sin desarrollar, con solo
unas pocas casas y parcelas dispersas. Este espacio por ser considerado un atractivo
natural,empezó a ser habitado por las familias adineradas de Medellín, ellas en su
mayoría desencadenaron, un gran desarrollo para el sector, gracias a que empezaron a
construir grandes fincas ganaderas, de descanso o de recreación. Para ellos, y en
general, para las personas de la época que habitaban Medellín, era un esencial, visitar el
famosísimo “Baños del Edén”, esta era una inmensa finca, administrada por las hermanas
Gómez y alquilada a las familias de la ciudad, que en ese entonces se conoce que tenía
alrededor de 40.000 habitantes. En esta finca las personas podían pasar el día disfrutando
de la gastronomía popular, bañarse en los ríos, escuchar música y compartir en familia.
Un informe del Jardín Botánico actual relata que “iban los señores de la Villa en coche o a
caballo por el camellón de Bolívar o por la carretera del norte, a tomarse sus copetines
con mujeres hermosas y generosas, conversar, hacer negocios y concertar alianzas
matrimoniales”
.
En sus comienzos, esta zona era rural y se encontraba en las afueras de la ciudad. La población
solía disfrutar de momentos de esparcimiento en lugares como los Baños del Edén, reconocidos
por sus aguas cristalinas.
https://www.medellin.gov.co/es/sala-de-prensa/noticias/de-casa-de-banos-del-eden-a-jardin-botanico-de-medellin/
Con el tiempo este sector de la ciudad empezó a ser proyectado para crear espacios
diferentes para la comunidad, es por eso que a mediados del año 1842, fue fundado el
cementerio de San Pedro, en un espacio conocido como Villa de la Candelaria que
apenas contaba con 9.000 habitantes. En este tiempo en especial, se caracteriza por
tener grandes cambios en esta villa, como por ejemplo el incremento demográfico, la
creación del ferrocarril, el nacimiento de la industria y la gestación de nuevas
mentalidades, culturas y valores.
Los asociados decidieron comprar a don José Antonio Muñoz Luján un terreno ubicado en
el cerro de El Llano (hoy Carrera Bolívar) con una longitud de 125 varas por 200 varas de
ancho, y la escritura de compra se firmó el 30 de septiembre de 1842. El área que
originalmente se llamó El Cementerio Nuevo, de Particulares o de San Vicente de Paúl
hasta 1871, pasó a llamarse Cementerio de San Pedro en ese año. Fue establecido por
líderes empresariales, políticos e intelectuales de la época y ganó fama como el
"Cementerio de los Ricos" o la "Ciudad Blanca" debido a su gran cantidad de tumbas y
esculturas elaboradas en mármol de Carrara, muchas de las cuales fueron importadas de
Italia.
Ya para el año de 1889, llegaría a la comuna una nueva construcción que marcaría
fuertemente el legado histórico y cultural de la comunidad, gracias a que el gobernador
Marceliano Pérez, el arquitecto Juan Lalinde, el ingeniero Luis G. Jhonson y una comisión
de la Academia de Medicina, conformada por Manuel Uribe Ángel, Ramón Arango y
Francisco Antonio Uribe, empezaron la búsqueda para la construcción de su nueva casa
para los “alienados”, ellos encontraron precisamente en el corregimiento de Berlín un
paraje conocido como Alto de Bermejal o Ceja de los Bermejales en las afueras de la
zona urbana. Un espacio adecuado para fundar su manicomio, pues vieron en este lugar,
beneficios que aportarían en la salud de sus enajenados, como lo era la naturaleza, el aire
puro y la amplitud del lugar. “La detención forzada y la camisa de fuerza quedarán
reservadas a los infelices que padezcan locura furiosa e indomable, pero los otros
pacientes obtendrán de la pureza del aire, de la frescura de los baños, de la limpieza de la
atmósfera y de la belleza del medio en que vivan grandes efectos saludables” (citado por
José Silva en Espacio, cuerpo y subjetividad en el Manicomio Departamental de
Antioquia: 1875-1930).
Años más tarde, Alfredo Cock utilizó argumentos similares para desarrollar sus terrenos
en Berlín, dando inicio a la formación del barrio de Aranjuez, que se integró al área urbana
de Medellín. Después de 1910, se destinó el segundo piso del pabellón de los
pensionados para empleados de minas o del Ferrocarril de Antioquia.
En ese mismo año, se preparaba una conmemoración memorable del primer centenario
de la Independencia de Antioquia y la región. Liderada por destacadas organizaciones
civiles y estatales, la Junta Organizadora de la Celebración del Centenario y la Sociedad
de Mejoras Públicas de Medellín lograron obtener un auxilio del gobierno nacional. Este
subsidio, de $15,000, se destinó a la celebración y a la adquisición de un terreno para
crear un nuevo bosque para Medellín.
Surge allí el primer hipódromo de la ciudad, con una pista doble de carreras de caballos.
Aprovechando las aguas existentes, se crea un lago donde los visitantes podían pasear
remando en barcas, las primeras cubiertas de remiendos de brea, las siguientes ya
seguras. Cerca se construye un edificio para bar, restaurante y pista de baile. En lo que
hoy es el Salón Restrepo, un sitio de eventos, funcionaba una pista de patinaje. Además,
el Bosque de la Independencia contaba con vivero, canchas de tenis, trencito, juegos
infantiles, un incipiente zoológico y hasta el servicio de venta de animales domésticos
(perros y gatos).
Durante muchos años, estas tierras se mantuvieron en gran parte sin desarrollar, con solo
unas pocas casas y parcelas dispersas. Algunas familias decidieron convertir estas fincas
en barrios urbanizados. Manuel José Álvarez desarrolló el barrio Berlín, dotándolo de
servicios básicos como agua y alcantarillado, y luego procedió a urbanizar Aranjuez con
más atención a la calidad arquitectónica y las comodidades para una clientela más
selecta. Gabriel Sanín V., Cock Bayer e Hijos, y la familia Villa hicieron lo mismo en
Campo Valdés, ofreciendo terrenos a precios asequibles y en plazos largos para que
familias de bajos recursos pudieran construir sus hogares. En 1919, la Sociedad
Urbanización Mutuaria desarrolló el barrio Manrique con una planificación técnica
cuidadosa, incluyendo espacios públicos, iglesias y escuelas.
Estas urbanizaciones se realizaron cumpliendo con las leyes y regulaciones, con una
planificación adecuada que incluía áreas públicas, sociales y de servicios. Además, hubo
colaboración entre las compañías urbanizadoras y el municipio para mejorar la
infraestructura. Durante las décadas de 1930 y 1940, se continuó expandiendo la ciudad
con la apertura de nuevos barrios.
El barrio Aranjuez, dividido en Berlín arriba, San Nicolás y San Cayetano, se convirtió en
un ejemplo de orden en la ingeniería urbana. Desde sus inicios, fue reconocido por su
diseño meticuloso y sus hermosas casas, siendo considerado un referente para la ciudad.
En 1923, se inauguró la línea Manrique del tranvía, marcando un hito en la evolución del
transporte público en la región. Esta iniciativa fue fundamental para mejorar la movilidad
de los residentes del área y facilitar el acceso a los visitantes. La gestión de varias
urbanizadoras de Medellín fue clave para hacer posible este avance en el sistema de
transporte.
Más tarde, el señor Joaquín Restrepo inició en 1942 el loteo de la finca La Legua trazando
vías y manzanas. Los predios fueron vendidos a través de la emisora La Voz del Triunfo.
La urbanización del barrio Andalucía se fue desarrollando lentamente, y logró
consolidarse hacia 1972. Este mismo año, los ingenieros Gustavo Arango y Jorge Correa
Tobón iniciaron la construcción del parque principal del barrio Berlín, hoy parque de
Aranjuez.
Para el año 1950, Juan de Dios Cock, dueño de las tierras donde se asienta el barrio
Brasilia, inició el lote de su finca y vendió los lotes a precios módicos. Algunas familias
compraron, y otras invadieron los terrenos sin mayores consecuencias legales. Gracias a
una donación de la primera dama de Brasil, se construyeron las dos primeras escuelas.
Se propuso el nombre de Brasilia en homenaje a la cooperación de ese país
Dos años después, comenzó a crecer la población del sector conocido como Bermejal. El
proyecto de urbanización presentado por la familia Rodríguez Fernández ante la oficina
del Plano Regulador de Medellín dio paso a la construcción del barrio Los Álamos.
En 1951, se dieron los primeros pasos del Parque Norte con la compra de terrenos por
un valor de $280.000, los cuales anteriormente habían sido utilizados como basurero
municipal. Este proceso culminó en la apertura oficial del parque en 1974, presentando a
los visitantes un total de 15 atracciones para su disfrute.
Este espacio que se convirtió en un vertedero de basura, fue ocupado de manera informal
por familias desplazadas que buscaban un lugar en la ciudad en busca de mejores
oportunidades económicas, huyendo de la violencia en las zonas rurales. Gradualmente,
familias llegaron y se instalaron cerca de los rieles del Tranvía. En medio de la pobreza, la
basura se convirtió en el sustento de muchas familias, quienes encontraban alimentos,
ropa y otros materiales que podían vender en las tiendas cercanas para sobrevivir
Esta problemática se intensificó con el anuncio del Concejo de Medellín en 1976 sobre la
creación oficial de un vertedero municipal. En 1984, el vertedero fue clausurado, pero el
"Morro" de basura llegó a alcanzar los 70 metros de altura en un área de
aproximadamente 7.5 hectáreas.
A finales de los años 90, Medellín experimentó una transformación tras décadas de
violencia asociada al narcotráfico, gracias a la implementación del Metro de Medellín. Este
sistema de transporte revolucionario mejoró la infraestructura y la conectividad para los
residentes, beneficiando a la comuna 4 con líneas desde la Estación Caribe a la Estación
Hospital.
En el año 2006, la Alcaldía realizó una inversión destinada a una remodelación completa
del Parque Norte y dos años más tarde esta renovación se completó. Por otro lado, en
2009, nace la Corporación Ruta N y la ciudad se consolida como un Distrito Tecnológico
y de Innovación. Este distrito, abarca la revitalización urbana del área comprendida entre
el río Medellín y las estaciones del Metro de Universidad, Hospital y Prado, así como una
intervención completa en el sector de Carabobo Norte.
Esta evolución ha generado una serie de beneficios para la ciudad. En primer lugar, ha
contribuido significativamente al desarrollo económico local, creando empleos y
oportunidades comerciales. Sin embargo, este proceso de gentrificación también ha traído
consigo desventajas. Por un lado, ha generado desplazamientos de algunos habitantes
debido al aumento de los costos de vivienda y el cambio en las dinámicas en el sector.
En términos de ventajas, el desarrollo de esta área trae consigo una mayor prosperidad
económica para los residentes. El crecimiento del turismo y la actividad comercial podría
generar más empleos y oportunidades de negocio, lo que podría mejorar el nivel de vida
de la comunidad en general. Además, la inversión en infraestructura y servicios públicos
en la zona podría llevar a una mejora en la calidad de vida de los habitantes locales, con
mejores servicios de transporte, educación y salud.
Por otro lado, el Parque de los Deseos ha experimentado una notable transformación
impulsada por los movimientos estudiantiles y la activa participación de los jóvenes.
Recientemente, su nombre ha evolucionado para reflejar su nueva identidad, ahora se le
conoce como el Parque de la Resistencia.
Estos ejemplos reflejan la creciente importancia de estas zonas urbanas como destinos
turísticos y espacios de encuentro social y cultural. Actualmente, la zona de Carabobo
Norte es un sector con importantes puntos de interés turístico, que además son lugares de
encuentro tanto para los habitantes de la comuna como para toda el Área Metropolitana.
En los próximos años, se espera que la Zona Norte de Medellín experimente cambios
significativos que promuevan el desarrollo de un modelo urbano enfocado en la ciencia, la
tecnología y la innovación. La Universidad de Antioquia lidera un proceso de colaboración
con las entidades presentes en la zona para planificar estratégicamente y aprovechar al
máximo su potencial distintivo.
La historia de una comuna es una narrativa extensa, pero es a través de ella que
comprendemos cómo las áreas evolucionan y se transforman. En este caso, la Zona
Norte de Medellín se ha convertido en el epicentro de la innovación, gracias a los
procesos de renovación urbana que se iniciaron en 2002.
Bibliografía