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San Juan Girón

En el siglo XVI, en el territorio que actualmente ocupa el departamento de Santander, se


encontraban establecidas las poblaciones de Vélez (1539) y Pamplona (1549). La
comunicación entre esta última ciudad y Mompox se realizaba por caminos que
conducían a los ríos Lebrija y Sogamoso, a través de los cuales se llegaba al río
Magdalena. Sin embargo, al peligro que implicaba el paso conocido como los Volcanes,
sobre el río Sogamoso, se sumaba el riesgo de ser asaltado por flecheros, muchos de los
cuales eran indígenas que se negaban a aceptar el dominio español. Con el mismo
propósito de asegurar este estratégico paso, el maestre de campo y regidor de la
población de Vélez, Francisco Mantilla de los Ríos, lideró una primera incursión en 1629,
y un año después fue autorizado por la Real Audiencia para fundar una ciudad a orillas
del río Sogamoso. Este fue el origen de San Juan de Girón, en el mes de enero de 1631,
cuyo poblamiento tuvo que ser suspendido al haberse hecho en terrenos que hacían
parte de la jurisdicción de la ciudad de Pamplona. Con el propósito de aclarar este lío
jurídico y defender sus derechos, Mantilla de los Ríos viajó a Santafé, pero murió de
manera repentina sin haber logrado su cometido. Esta empresa fue retomada por uno de
los primos de Mantilla de los Ríos, quien en 1536 inició de nuevo y sin éxito el proceso de
poblamiento. Esta vez fueron las enfermedades y las plagas las que llevaron a sus
pobladores a solicitar de nuevo autorización para trasladar, dos años después, la
incipiente villa al lugar que actualmente ocupa, a orillas del río de Oro, que debe su
nombre a la presencia de este mineral y que sin duda ayudó a tomar la decisión. Esta
nueva localización siguió las recomendaciones que para los nuevos poblados había
dejado por escrito, en 1617, desde Vélez, el oidor de la Real Audiencia Lesmes de
Espinosa Saravia, quien indicaba que “el sitio de cada una de estas poblaciones a de ser el
mas cumplido que ser pudiere, sano y que facilmente se pueda, entrar en ella a pie y a
cavallo, de buenas aguas y buenos ayres y ffertil para las rozas sementeras (…)”. Para el
trazado del pueblo, y como se puede constatar aún en Girón, sugería localizar un lugar
plano para la plaza, y que “della salgan todas las calles con sus solares conforme a la
cantidad de gente que hubiere”, así como levantar la iglesia y casa parroquial, que
serviría también como hospital.

Para comienzos del siglo XVIII, Girón ya se extendía hasta la ribera del río de Oro, y había
ocupado los terrenos que en el momento de la fundación se habían designado para los
ejidos y dehesas, que eran una zona de tierra que servía de reserva para la expansión del
núcleo urbano, además de ser la fuente proveedora de recursos como pastos y leña, y
podía emplearse para la “recreación” de todos sus vecinos. Contaba con una iglesia en la
plaza principal, y con la capilla de Nuestra Señora de las Nieves, una escuela y una cárcel,
que funcionaba en la sede del cabildo, y las principales vías de comunicación las
constituían el camino real, que comunicaba a Santafé con Maracaibo, y los que partían
con destino al río Magdalena. A nivel económico, en toda la provincia se cultivaba
principalmente cacao, algodón, tabaco, ajo y anís, y se producían alpargatas, azúcares,
mieles y conservas, que se llevaban hacia los mercados de Mompox y Cartagena. En el
siglo XIX, el destino de Girón dio un vuelco definitivo. En 1808 comenzó a depender de la
provincia de Pamplona, y la vecina población de Bucaramanga pasó de ser una villa en
1824 a convertirse, por motivos políticos, en la capital del Estado de Santander, en 1857,
estatus que perdió en 1861 con el Socorro, pero que volvió a recuperar a partir de 1886,
como capital ahora del departamento de Santander. Estos avatares políticos llevaron a
Girón lentamente, entre otras razones, a perder su preponderancia económica regional,
pero al mismo tiempo, y como sucedió con otras ciudades, como Popayán o Mompox, fue
uno de los factores que permitieron que se conservara el patrimonio urbano y
arquitectónico levantado principalmente en el período colonial. Esta situación llevó a
que su centro histórico fuera declarado como Monumento Nacional en 1963, por el
gobierno nacional, para así asegurar su protección legal.

El centro histórico de Girón se organiza alrededor de la plaza mayor, actual parque


principal, donde están localizadas algunas de las construcciones históricas más
representativas. Una de las particularidades que presenta esta población, frente a
otras trazadas durante el período colonial, es que la rígida geometría que caracteriza
sus manzanas se ve interrumpida por la presencia de las quebradas Padre Jesús y
Nuestra Señora de las Nieves. Estas fuentes fluviales y el río de Oro dotan al lugar de
una riqueza ambiental que se puede disfrutar recorriendo lugares como el malecón
turístico o las riberas de ambas quebradas, cuya reforestación y preservación aún se
encuentra pendiente, y que pueden ser fácilmente atravesadas a través de varios y
pintorescos puentes.

A lo largo de estas quebradas es posible visitar varios talleres artesanales vinculados


con la carpintería o sentarse en las terrazas de restaurantes que se benefician de la
agradable vista. Asimismo, se sitúan una gran variedad de vendedores de frutas y
dulces, que con sus coloridos productos animan y enriquecen los recorridos.

Los puentes sobre algunas de las calles que desembocan en las quebradas Padre Jesús y
Nuestra Señora de las Nieves han logrado asegurar la comunicación vial de Girón y se
convierten en uno de los elementos singulares de este centro histórico. A la llegada de
los españoles a América, se sorprendieron con la presencia de puentes colgantes o de
hamaca, formados por bejucos trenzados, y que fueron una innovación técnica que los
europeos desconocían. Pero, asimismo, los pueblos prehispánicos no conocían los
puentes de dovelas de piedra o de bóvedas de cañón, que requerían del uso de cimbras
de madera hasta cerrar el arco, que a su vez los españoles habían aprendido a construir
de los romanos. Son de este tipo los seis puentes de calicanto que se conservan sobre la
quebrada de Nuestra Señora de las Nieves, que cruza la población en sentido oriente-
occidente, y que con sus denominaciones recuerdan los antiguos nombres de sus calles:
el Antón García en la carrera 24; el San José sobre la carrera 25; el Moro en la carrera
26; San Benito sobre la carrera 27; las Nieves en la carrera 28, y finalmente Los Mirtos
en la carrera 29. Por su parte, el denominado puente “zarando”, que se levanta sobre el
río de Oro, es de la familia de los puentes colgantes prehispánicos, aunque el bejuco fue
reemplazado en esta estructura por cables de acero.

La iglesia advocada a San Juan Bautista se encuentra sobre la plaza principal, y fue
elevada a la categoría de basílica menor el 26 de julio de 1998. Se levanta en el mismo
lugar que ocupó la primitiva iglesia, en el marco de la plaza principal. Como lo
aconsejaba desde Vélez en 1617, unos pocos años antes de la fundación de Girón, el
oidor de la Real Audiencia Lesmes de Espinosa y Saravia, que “todo el pueblo junto haga
su Yglesia en un canto de la plaza (…) del grandor y tamaño que fuere el pueblo y algo
mayor, y a un lado se haga la casa del Padre doctrinero con aposento que sirva para
hospital dentro del patio de la dicha casa”. La actual construcción se organiza en torno a
una planta rectangular con una nave central y dos laterales, apoyadas en columnas
toscanas que sostienen arcos de medio punto y que están rematadas por balcones
longitudinales. Un arco toral anuncia sobre la nave principal el comienzo del presbiterio,
donde se sitúa el altar mayor en mampostería y en cuyos nichos se pueden apreciar las
imágenes de San Juan Bautista y del Señor de los Milagros, que se adora en este templo
desde 1870. En la fachada principal de destacan las dos altas torres, que enmarcan el
cuerpo central y en donde se ubican ocho campanas traídas desde Toledo (España) y el
reloj público.

La historia de las campanas de San Juan de Girón se mantiene viva en el recuerdo de


sus habitantes y se confunde con la leyenda. Se cuenta que cuando faltaba poco para
terminar la construcción de la iglesia actual, el párroco de la misma, José Alejandro
Peralta, cayó en la cuenta de que las torres no tenían campanas, y estaba decidido a
que fueran las mejores. José Ortiz, quien escuchó las preocupaciones del prelado,
afirmó con vehemencia que las mejores campanas se elaboraban en Toledo (España),
a lo que Peralta le preguntó: “¿pero quién va allá por las campanas?”. Pedro Alcántara
Rueda, que era el sacristán, se ofreció para el viaje, y cuando le preguntaron que
cuándo podía salir, luego de mirar su reloj y sin dudarlo, afirmó que “en dos horas”. En
efecto, en ese plazo se apareció con su vestido de dril, alpargatas y sombrero de
jipijapa; recibió el dinero que el padre tenía ahorrado para la compra de las campanas,
y salió sin más con destino a Toledo. Al año, sin tener noticias del sacristán, se realizó
una misa en su memoria, pensando que había muerto, y se decidió hacer una nueva
colecta y comprarlas en Chiquinquirá. Fue en ese justo momento cuando llegó la
noticia de que Pedro Alcántara Rueda había llegado al puerto de Marta, a seis horas de
la población, con ocho campanas toledanas. Luego de un multitudinario recibimiento,
y al preguntarle por la razón de la demora, este confesó que el dinero asignado no
alcanzó para la compra, y que tuvo que trabajar más de año y medio en la fábrica para
abonar la suma faltante. Fue tan desgastante el esfuerzo realizado en la tarea por
Rueda, que se dice que la primera vez que los gironeses escucharon el tañido de las
nuevas campanas, fechadas entre 1882 y 1891, fue para anunciar su muerte.

Alrededor del parque principal, además de la basílica menor se encuentran varias de


las principales edificaciones de Girón, como la Romería del Señor de los Milagros, el
Museo de Arte Religioso, la Mansión del Frayle y la casa consistorial o casa de
gobierno, que sirvió de sede para la casa del gobernador de la provincia de Girón y del
cabildo de la ciudad. Se debe recordar que el cabildo, en la Colonia, era el órgano
municipal por medio del cual los vecinos velaban por los problemas de diferente
índole. Dentro de sus funciones económicas, era el órgano regulador del comercio de
la ciudad y se encargaba del control de pesas y medidas, precios y aranceles.
Asimismo, regulaba los oficios artesanales y se encargaba del mantenimiento y
construcción de las vías, así como del cobro de rentas e impuestos, entre varias
funciones más. El aspecto exterior de este inmueble fue transformado en 1930, y de
acuerdo con las tendencias estéticas del momento, se le eliminaron los balcones y se le
incorporó un ático, que ocultó su cubierta de teja de barro. A raíz de un incendio que
afectó el edificio en 1977, las autoridades municipales aprovecharon para darle el
aspecto actual. En su interior aún funciona la alcaldía municipal de San Juan de Girón.

Las empedradas calles de Girón se encuentran definidas por viviendas principalmente


de un piso de altura, algunas de ellas construidas en la segunda mitad del siglo XVII,
aunque datan sobre todo de los siglos XVIII y XIX. Es común que en estas edificaciones
civiles se sitúe el salón de las viviendas sobre la fachada, con la excepción de los
inmuebles situados en la plaza principal, en los cuales esta zona se aprovecha para el
uso comercial. Se organizan en torno a un primer patio, al que se accede desde la calle
a través de un zaguán, alrededor del cual se sitúan otras alcobas, y en el paso al
traspatio o patio de servicio se localiza el comedor, que conduce a la parte posterior,
donde estaba la cocina, el horno, la despensa y los cuartos del servicio o cuartos para
monturas y elementos de campo. En los contados casos de viviendas de dos pisos, que
suelen estar sobre la plaza mayor, como sucede en Girón con la denominada Mansión
del Frayle, el cuerpo que da sobre la fachada se destinaba en el primer piso al uso
comercial y en el segundo estaba el salón. Se accede al patio desde el exterior a través
del zaguán, alrededor del cual, en el primer nivel, a depósitos, lugares de trabajo,
cocina y alojamiento del servicio, mientras que las alcobas lo circundan en el segundo,
donde se encontraba también el comedor. Los planos de fachada en Girón se
caracterizan por ser de color blanco, decisión tomada por la alcaldía en el siglo
pasado, y solo se interrumpen por los vanos de las puertas de acceso y las ventanas
trabajadas en madera y pintadas de color marrón.

En la casa parroquial o pastoral, situada sobre el parque principal, funciona también


desde 1978 el Museo de Arte Religioso, por iniciativa del entonces párroco Isaías Duarte
Cancino (1939-2002). Monseñor Duarte Cancino es recordado en Girón por este museo.
Consciente del valor patrimonial representado en los distintos objetos litúrgicos, como
cálices, candelabros, jarrones, acetres, aguamaniles, vinajeras o incensarios, así como
tallas y pinturas de diferentes períodos históricos, se realizó un inventario de las piezas,
y se conservan en este lugar, que puede ser visitado.

Sobre la plaza principal, otro de los sitios que merece visitarse es la denominada
Mansión del Frayle, una casa de dos niveles que fue la vivienda de fray Eloy
Valenzuela Mantilla (1757-1834). Nacido en Girón, Valenzuela viajó a Santafé a
estudiar en el Colegio del Rosario, donde tuvo la oportunidad de conocer a José
Celestino Mutis, quien decidió en 1783 nombrarlo subdirector de la Real Expedición
Botánica, cargo que desempeñó por dos años, al cabo de los cuales se radicó en
Bucaramanga, hasta su muerte. Es un inmueble representativo de la arquitectura
doméstica colonial, con sus tres patios y diferentes elementos ornamentales. En él se
alojó el Libertador, Simón Bolívar, por primera vez en 1813, luego en 1820 y por
último entre el 6 y 8 de abril de 1828. El recuento de sus visitas se puede apreciar
también en el monumento que con este motivo se encuentra en el parque principal. Si
el paso del Libertador aún se recuerda, dejando la historia y volviendo a la leyenda,
sucede lo mismo con Antón García o el fantasma del Jinete Negro. Este mito, que se
comparte con otras poblaciones santandereanas, cuenta que García le encomendó a
Santa Rita de Casia, patrona de los imposibles, la recuperación de su esposa, que se
encontraba en agonía. El milagro se consumó, pero la promesa se olvidó. A la muerte
de García fue condenado a deambular “por los siglos de los siglos” sobre una mula
negra por las calles, ataviado con un sombrero negro de fieltro, que contrasta con su
blanca calavera, la cual aterroriza a quienes afirman haberlo visto en las noches
gironesas.

Una de las intenciones que tuvieron los pobladores españoles, al momento de fundar
ciudades, consistió no solo en lograr que los nuevos moradores criollos y europeos se
establecieran en territorios hasta ese momento inhabitados por ellos, sino congregar a
las tribus indígenas dispersas. En estas poblaciones se les enseñaba a vivir en “policía” o
de acuerdo con las nuevas normas traídas por ellos, que incluían el pago de tributos e
impuestos, así como convertirlos a la fe católica e incitarlos a abandonar sus creencias
ancestrales. Con este fin se construyeron iglesias, conocidas también como templos
doctrineros, desde donde justamente se “adoctrinaba” a los nativos. Al parecer, este es
el origen de la capilla de Nuestra Señora de las Nieves, que se levanta sobre la plaza del
mismo nombre. Este templo, que ya estaba levantado en 1757, cumplió un papel
fundamental en mayo de ese año, cuando los habitantes de la población, asolados por la
peste, que le atribuían a la “ira divina”, decidieron sacar en procesión a la imagen de
Nuestra Señora de las Nieves, y con éxito los enfermos recuperaron su salud. En la plaza
es frecuente encontrar mujeres pertenecientes a la población rom, o gitanas, que se
ofrecen a leer los designios del destino en la palma de la mano del interesado, por un
módico precio.

El tabaco se cultivó en los alrededores de Girón y el río de Oro, desde el período


colonial, como una alternativa a la explotación minera, y terminó por convertirse en la
planta emblemática de la región. Manuel Ancízar (1812-1882), en su libro La
peregrinación de Alpha, que escribió a mediados del siglo XIX, menciona que en las
tierras comprendidas por los ríos Sogamoso y Lebrija se encuentran “64 leguas
cuadradas de tierras inmejorables para cría de ganados y plantaciones de café, caña,
cacao y añil, pero aún no desmontadas ni utilizadas. El oro, los sombreros de jipijapa, el
cacao y el tabaco (…) son la riqueza exportable de la provincia”. En esta misma época y
durante la primera presidencia de Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849) se
promovió la exportación del tabaco de Girón, con las dificultades que esto implicaba al
tener que llevarse hasta el río Magdalena, mientras que el tabaco sembrado en
Ambalema se beneficiaba de la localización geográfica de este puerto fluvial. No deja de
ser paradójico que en la actualidad, a pesar de estas dificultades comerciales iniciales, la
actividad tabacalera de Girón se mantenga, mientras en Ambalema ha desaparecido casi
por completo.
El cultivo del tabaco no solo está aún presente en las tierras aledañas a Girón, y se
seca en los característicos caneyes que se divisan dispersos en el paisaje, sino que ha
sido fuente de inspiración de algunos poetas, como fue el caso del bumangués
Aurelio Martínez Mutis (1884-1954) con su Romancero del tabaco (1941):
Tiene cada ensartador
su redonda compañía,
en donde hacen el careo
de las hojas que caminan
las manos de los muchachos
y las manos femeninas.

Fuerte aguja de macana


(con tres cuartas por medida),
que tiene en el ojo el cabo
de la cabuya de fibra,
está en el flanco siniestro,
por debajo de la axila,
la punta en alto. Las hojas
van acercándose en fila
al suplicio del degüello
en la aguda guillotina.
Con el diestro ensartador
igualarse no podrían
ni prestidigitadores
ni magos ilusionistas;
degollando van a un tiempo
las dos manos agilísimas;
se echan en apuestas donosas
en el empeño y la prisa.

Las “chicoteras” o fábricas de cigarros y cigarrillos aún se mantienen en actividad en


Girón, y algunas de ellas bien merecen la pena ser visitadas. Allí se puede ver todo el
proceso de manufactura, aún artesanal, de este producto, desde que llega seco en los
costales de fique hasta que se enfrenta a la “aguda guillotina” que menciona el poeta
Martínez Mutis en el Romancero del tabaco. Hábiles operarios enrollan las hojas y
elaboran los cigarros, en un proceso que sorprende por la velocidad y agilidad con la
que se realiza. Es un oficio que se enseña de generación en generación y que debe
aprenderse a temprana edad para lograr el desempeño óptimo que se exige.

La arquitectura de Girón se benefició de los materiales constructivos que fácilmente se


consiguen en sus alrededores, como la piedra de canto rodado de sus ríos o el barro que
se transforma en adobes al calor del sol o en ladrillos y tejas si se hornea. Varios de estos
chircales o tejares donde se trabaja el barro permanecen aún en funcionamiento y
pueden visitarse con facilidad. Allí se puede apreciar desde el momento en que un
animal de tracción pisa el barro y lo prepara para depositarlo en los moldes que le darán
forma a los adobes y ladrillos o que se convertirán en tejas. Se pueden apreciar también
los artesanales hornos para leña o carbón, de planta cuadrada o redonda con sus altas
chimeneas, donde se realiza el proceso de cocción. Así como las pilas de ladrillos, ese
simple y prismático elemento que luego será empleado por otros artesanos,
constructores y arquitectos, que lo continuarán usando en iglesias, edificios o casas como
las que se siguen levantando en Girón y sus alrededores.

La Casa de la Cultura cumple también un papel importante en la formación de personas


que quieren aprender oficios artesanales, como la cerámica. Aquellos interesados en
tomar estos cursos o que quieran adquirir productos artesanales de Girón y la región,
pueden dirigirse aquí. Otra de las áreas culturales que más se han beneficiado con la Casa
de la Cultura es la pintura, y anualmente se convoca desde aquí un concurso, para
promover a los jóvenes artistas mayores de 14 años que quieren reflejar en la pintura “el
valor arquitectónico, el amor y el respeto por la conservación del patrimonio del casco
antiguo de San Juan de Girón, Monumento Nacional”.

En los alrededores de Girón, en el camino que se dirige a la vereda del Corregidor, aún
se conserva una de las casas de haciendas, que perteneció al célebre alemán Geo von
Lengerke (1827-1882). Es una sencilla construcción rodeada por amplios corredores
definidos por pies derechos y protegidos del sol por un techo de tejas de barro cocido
que se apoya sobre ellos. Una piedra tallada, donde se pueden leer sus iniciales y la
fecha “1863”, es lo único que queda en este lugar de su pasada gloria. Lengerke llegó a
nuestro país hacia 1852, se estableció en Bucaramanga y se dedicó al negocio de venta
de sombreros de jipijapa y tabaco, lo que explica que haya comprado esta hacienda, que
aún se dedica a su cultivo. Sin embargo, no fue este negocio el que le permitió amasar su
fortuna sino la corteza de la quina, óptima para el tratamiento medicinal de varias
enfermedades, cuya explotación en la ciudad de Bucaramanga y sus alrededores
desencadenó un “tumulto” semejante al de la fiebre del oro en California, como lo han
afirmado varios historiadores. Con el fin de lograr exportar la quina, Lengerke
emprendió el mejoramiento de los caminos desde y hacia el río Magdalena, a la altura
del puerto de Barrancabermeja, y siguiendo los pasos de los españoles en los siglos XVI
y XVII, se encargó de apoyar el exterminio de los últimos indios flecheros, que
intentaron impedir este comercio por sus tierras. Muchos de los coloniales caminos
reales pueden ser hoy en día recorridos por caminantes, y en Santander son conocidos
como los “caminos de Lengerke”, quien asimismo colaboró en la migración alemana a
esta región del país.

Por este mismo camino se pueden visitar varios chircales o tejares, así como campos
sembrados de tabaco. Aquellos interesados en la observación de aves pueden estar
atentos a divisar turpiales de la familia Icteridae; mirlas o Turdus grayi; la “cuchiga” o
roba huevos, o la “guacharaca” u Ortalis ruficauda, que los campesinos de la región
describen como “oscuritas, cantan y son raboncitas”. De otra parte, y a quienes les
interesen los árboles, encontrarán matarratón o Gliricidia sepium; cují, gallinero o el
cucharo, que se usa por su dureza para los pies derechos y las vigas de los techos. En
Semana Santa hay que estar prestar atención a las hormigas culonas, que salen entre los
meses de abril y mayo. Por último, en esta vereda se levanta la capilla del Señor de los
Milagros, que por tradición se dice que fue levantada en 1740. Allí acuden muchos
devotos a “depositar sus mandas” o promesas; sin embargo, la imagen del Señor de los
Milagros fue trasladada en 1870 a la basílica menor.
Información general

• PAÍS: Colombia
• DEPARTAMENTO: Santander
• MUNICIPIO: Girón
• LÍMITES: Oriente: Con los municipios de Floridablanda, Piedecuesta y
Bucaramanga. Occidente: Municipio de Betulia. Norte: Municipio de Sabana de Torres
y Lebrija. Sur: Municipios de Los Santos
y Zapatoca
• FECHA DE FUNDACIÓN: 15 de enero de 1631
• FUNDADOR: Francisco Mantilla de los Ríos
• EXTENSIÓN TOTAL: 475, 14 Km2
• POBLACIÓN TOTAL: 160.166 (censo de 2005)
• GENTILICIO: Gironés
• ALTITUD: 777 m.s.n.m.
• TEMPERATURA PROMEDIO: 24 °C
• ACTIVIDADES ECONÓMICAS: Agricultura (cacao y tabaco principalmente)
• DISTANCIA A BUCARAMANGA: 7 km

Cómo llegar

Girón está ubicado en el área metropolitana de la ciudad de Bucaramanga, capital del


departamento de Santander. A 10 minutos de los terminales aéreos y terrestres por la
carretera pavimentada.

De las ciudades principales está a una distancia prudente: 373 km de Bogotá, 532 km
de Santa Marta, 575 de Barranquilla, 692 de Cartagena y 195 de Cúcuta.

Los límites de Girón son:


Por el oriente: Floridablanca, Piedecuesta y Bucaramanga.
Por el occidente: Betulia.
Por el norte: Sabana de Torres y Lebrija.
Por el sur: Los Santos y Zapatoca.

Eventos y festividades

• Fundación de la ciudad. Enero 15


• Corpus Christi. Junio 14
• Feria del Tabaco. Agosto
• Día del Señor de los Milagros. Septiembre 14
• Concurso de fachadas. Se realiza entre octubre y noviembre, donde se premia
la mejor conservada.
• Novenas y el concurso de faroles. Diciembre 16 al 24.
• Fiesta de San Benito de San Palermo. Se celebra el 28 de diciembre, aquí los
feligreses se pintan la cara de negro, en homenaje a este santo.
• Desfile de carrancios. Diciembre 31
Servicios turísticos

La oferta hotelera en Girón es variada y su proximidad con Bucaramanga les permite a


los visitantes alojarse en el centro histórico o desplazarse desde esa ciudad. Sin
embargo, se recomienda quedarse a dormir para poder disfrutar de la rica actividad
nocturna, que tiene lugar alrededor del parque principal.

Dentro de los platos típicos se puede mencionar la fritanga, que tiene capón, carne de
cerdo, costilla, longaniza, maduro con queso y chicharrón. Asimismo, el sancocho con
chorotas, masas elaboradas con maíz pelado, rellenas con arroz, huevo o carne.
También se consiguen platos tradicionales de la cocina santandereana, como el
cabrito con pepitoria y el mute. Dentro de los postres se destacan las cocadas de
panela.

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