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ARQUEOLOGÍA DE LA ESCUELA – VARELA / ÁLVAREZ URÍA

Introducción

Las piezas maestras de la institución escolar se articularon en las sociedades europeas en el momento de la formación de los
nacionalismos y en un clima de guerras de religión.

La maquinaria escolar

La universalidad y la pretendida eternidad de la escuela la hacen tan natural como la vida misma, pero son algo más que una
ilusión. La escuela es una de tantas instituciones que son naturalizadas al mismo tiempo que el orden burgués se reviste en
una aureola de civilización.

Las condiciones sociales de aparición de una serie de instancias a nuestro juicio fundamentales son las que, al coagularse a
ppios de este siglo, permitieron la aparición de la llamada escuela nacional:

 Definición de un estatuto de la infancia.


 Emergencia de un espacio específico destinado a la educación de los niños.
 Aparición de especialistas con tecnologías específicas y saberes elaborados.
 Destrucción de otros modos de educación.
 Institucionalización de la escuela e imposición por ley de la obligatoriedad escolar.

Definición del estatuto de infancia

Al igual que la escuela el niño, tal como lo percibimos actualmente, no es eterno ni natural, es una institución social de
aparición reciente ligada a prácticas familiares, modos de educación y, consecuentemente, a clases sociales.

Los moralistas y hombres de la Iglesia del Renacimiento pondrán en marcha todo un conjunto de tácticas cuyo objetivo
consiste en que la Iglesia pueda seguir conservando, y si es posible acrecentando, su prestigio y poderes.

A partir del Concilio de Trento de 1545 la iglesia sufre muchos cambios internos para luchar contra los herejes y mantener la
ortodoxia.

El fanatismo religioso es una de las claves de la modernidad. Los jóvenes y niños se convirtieron en blancos privilegiados en la
ortodoxia católica o protestante, pues son especialmente aptos para ser objeto de inculcación y moralización.

Los reformadores católicos pondrían especial empeño en constituirse en preceptores y maestros de príncipes herederos. Los
jesuitas se convierten en la avanzada de la Contrarreforma.

Los hijos d los pobres serán a su vez objeto de paternal protección ejercida a través de instituciones caritativas y benéficas
donde serán recogidos y adoctrinados. El Concilio de Trento decreta que deberá existir un canónigo en cada iglesia catedral
para instruir al bajo clero y a los niños pobres. Nuevas órdenes religiosas se encargarán de las clases populares: Clérigos de la
Madre de Dios, Doctrinos, Escolapios, Hermanos de las Escuelas Cristianas, etc.).

Los moralistas elaboran programas educativos para la juventud y surge así el destinatario de todo esto: “la infancia”.
Empezando por la infancia angélica del Príncipe, siguiendo por la infancia de calidad de las clases acomodadas y terminando
en la infancia ruda de las clases populares.

La progresiva constitución de la infancia responde a tres influjos:

 Acción educativa institucional


 Acción educativa de la recién estrenada familia cristiana
 Acción educativa difusa, vinculada a prácticas de recristianización

En esta especie de laboratorios se aplicaron prácticas concretas que contribuirán a hacer posible una definición psicobiológica
de la infancia, se extrajeron saberes respecto a cómo orientarla y dirigirla haciendo posible la aparición de la ciencia
pedagógica.

Emergencia de un discurso institucional: el espacio cerrado


A partir de finales del siglo XVII se produce un cambio en el estado de las costumbres analizadas: la escuela sustituye al
aprendizaje como medio de educación. El niño deja de estar mezclado con los adultos y deja de conocer la vida directamente
en contacto con ellos. Comienza así un largo proceso de encierro de los niños que se extenderá hasta nuestros días: la
escolarización. Aparece una institución de encierro para separar a los jóvenes del mundo y sus placeres, sobre la base del
modelo del convento.

Las nuevas instituciones cerradas tienen en común con el convento esta función ordenadora, reglamentadora y
transformadora. Estos espacios cerrados no son en absoluto homogéneos, cambian en función del origen social.

A los pobres corresponde la máxima represión y un mínimo de saber. Según Vives no aprenden solamente a leer y a escribir,
sino, en primer lugar, la piedad cristiana y a formar juicio recto de las cosas. Después de la escuela elemental los niños pobres
debían aprender oficios.

Los hospitales (ahora casas de los niños) eran, según Pérez de Herrera, aquellas instituciones donde los enfermos son
mantenidos y curados, donde se sustentan un cierto número de necesitados, donde se educan los niños y las niñas, donde se
crían los hijos de nadie, donde se encierran a los locos y donde los ciegos pasan la vida.

Formación de un cuerpo de especialistas

Las órdenes religiosas dedicadas a la educación de la juventud se preocuparon por dar a los religiosos que se ocupaban de ese
menester una formación especial.

El maestro jesuita ha de ser fundamentalmente un modelo de virtud. Sustituirán los métodos drásticos de intimidación por
intervenciones dulces e individualizadoras. Se practicará una vigilancia amorosa, una dirección espiritual atenta, organización
del tiempo y del espacio, programación de los contenidos y aplicación de métodos de enseñanza que además de mantener a
los niños dentro de los límites correctos los estimulen al estudio y a convertirse en caballeros católicos perfectos.

La orden de los escolapios, discípulos de San José de Calazans, se ocupa preferentemente de la educación de los niños pobres
y evita los roces con los jesuitas. Cuando intentan ampliar su radio de acción en las ciudades, se generan roces con los
maestros pagados por los ayuntamientos. Los escolapios también se preocuparán por la formación de sus maestros, por los
libros que han de leer sus alumnos, por los métodos y técnicas de enseñanza. Serán más severos que los jesuitas en sus
sistema de disciplina y penalidad pedagógica.

La especificidad de las actividades de enseñanza en función del origen social de los alumnos se hará patente en el momento
en que el Estado pretenda, de acuerdo con los intereses de la burguesía, generalizar e imponer una formación para los hijos
de las clases populares. Los nuevos especialistas recibirán ahora una formación controlada por el Estado e impartida en
instituciones especiales, las Escuelas Normales. El objetivo primordial es que desempeñen funciones acordes con la nueva
sociedad en vías de industrialización.

Las disciplinas que deben aprender los maestros tienen el propósito de acatar la autoridad establecida y a mantener, cuando
sean maestros, la “subordinación y la regularidad entre sus discípulos.”

El Estado esperaba que el maestro se integre en una política de control encaminada a establecer las bases de la nueva
configuración social a través de la imposición del castellano como lengua nacional. La escritura y el cálculo deben capacitar a
los alumnos para conocer y cumplir los deberes ciudadanos y para la formación de un mercado nacional.

Esta enseñanza rudimentaria para gente ruda e ignorante no tiene por finalidad facilitar el acceso a la cultura, sino inculcar
estereotipos y valores morales en oposición abierta a las formas de vida de las clases populares y sobre todo imponerles
hábitos de limpieza, regularidad, compostura, obediencia, diligencia, respeto a la autoridad, amor al trabajo y espíritu de
ahorro.

La Normal hará del maestro un ser desclasado en perpetua aspiración de reclasamiento. Los maestros, salvo excepciones,
menospreciarán la cultura de las clases humildes, sus hábitos y costumbres, desprecio potenciado y justificado por los cursos
de la Normal, e intentarán transmitir su admiración por la cultura burguesa en la que no están completamente integrados y en
la que desean infructuosamente integrarse.

El pago que el maestro recibe por contribuir a producir seres híbridos y soportar su propia ambivalencia no será de orden
material sino de tipo simbólico: se lo comparará al sacerdote (como él ha recibido de Dios la vocación para una misión
evangelizadora), y se lo investirá de autoridad, dignidad y respetuosidad, falsas imágenes a las que deberá adecuarse no sin
dificultades.

Destrucción de otras formas de socialización

La escuela es una institución social que emerge enfrentándose a otras formas de socialización y de transmisión de saberes que
se verán relegadas y descalificadas por su puesta en marcha.

El largo proceso de destrucción y desvalorización intensiva de formas de vida diferentes y relativamente autónomas respecto
al poder político se inicia con la aparición de los colegios de jesuitas.

Michael Foucault sostiene que la “cantinela humanista” consiste en hacernos creer que somos más libres cuanto más
sometidos estamos. Los colegios de los jesuitas comienzan por estar separados del poder político, los colegiales están
desgajados de su comunidad e individualizados pierden prácticamente sus privilegios corporativos y quedan excluidos del
derecho a ejercer el control de la institución. Los alumnos son tratados como colegiales y ya no como estudiantes. Los jesuitas
dan comienzo a una expropiación que sienta las bases para una tutela y una infantilización que no ha dejado de agrandarse
hasta nuestros días.

Respecto al saber, el colegio se convierte en un lugar en el que se enseñan y aprenden un cúmulo de banalidades, del mismo
modo que más tarde la escuela y el trabajo escolar preceden y sustituyen al trabajo productivo.

El saber es propiedad personal del maestro. Estos saberes separados de la vida social y política no sólo convierten en “no
saber” los conocimientos vulgares de las clases populares, sino que además, a través de mecanismos de exclusión, censura,
ritualización y canalización de los mismos, impondrán una distancia entre la verdad y el error.

Los colegios de jesuitas son una forma de preservación del contagio (de aprendizaje) de las multitudes. Desde ahora la
memoria de los pueblos, los saberes adquiridos en el trabajo, sus producciones culturales, sus luchas, quedarán marcadas con
el estigma del error y desterradas del campo de la cultura, la única legítima porque está legitimada por el mito de la
neutralidad y de la objetividad de la ciencia.

En la Edad Media los artesanos se socializaban en la misma comunidad de pertenencia. El aprendizaje implicaba un sistema de
transmisión de saberes que se hacía de forma jerarquizada en el taller, que era lugar de trabajo, de educación, de instrucción
y hábitat. Los aprendices aprendían en contacto con la realidad que los rodeaba, un oficio.

La imposición de la escuela obligatoria romperá de forma definitiva esos lazos, lo que supondrá un impulso para la aparición
de la infancia popular asociada a la inculcación del moderno sentimiento familiar en las clases trabajadoras.

Edad Media Antiguo Régimen Sociedad Burguesa

Socialización Comunidad Familia Familia conyugal

Aprendizaje de oficios Colegios Escuela

La escuela, al igual que el colegio de jesuitas, hará suya la concepción platónica de los dones y las aptitudes: si el niño fracasa
se debe a que es incapaz de asimilar esos conocimientos y hábitos tan distantes de los de su entorno, por lo tanto la culpa es
suya y el maestro no dudará en recordárselo, lo que a veces significa enviarlo a una escuela especial para deficientes.

La maquinaria escolar irá produciendo sus efectos transformando esta fuerza incipiente, tabla rasa, en un buen obrero.

Institucionalización de la escuela obligatoria y control social

La educación de las clases populares ocupa un papel primordial para resolver la cuestión social y la lucha de clases en la
segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. La educación del niño obrero no tiene como objetivo principal enseñarle a
mandar sino a obedecer, no pretende hacer de él un hombre instruido y culto sino inculcarle la virtud de la obediencia y la
sumisión a la autoridad y la cultura legítima. En el siglo XIX se expresa de diferentes formas que cuestan menos las escuelas
que las rebeliones.
Emerge pues la escuela fundamentalmente como un espacio nuevo de tratamiento moral en el interior de los antagonismos
de clase que durante todo el siglo XIX enfrentan a la burguesía y a las clases proletarias: escuela que no era posible al
comienzo del capitalismo en virtud de una imposibilidad material en la época del liberalismo, el trabajo infantil.

La imposición de la escuela pública es el resultado de luchas y supone cerrar el paso a modos de educación gestionados por las
propias clases trabajadoras.

El maestro, a su poder de representante del Estado, suma la posesión de la “ciencia pedagógica” adquirida en las Escuelas
Normales. La clase se convierte en una pequeña república platónica en la que la minoría absoluta del sabio se impone sobre la
mayoría inútil de los que son incapaces de regirse por sí mismos.

Emerge en el interior de la escuela, en el momento de su institucionalización, un dispositivo fundamental: el pupitre, que


supone una distancia física y simbólica entre los alumnos de la clase y una victoria sobre la indisciplina. Este artefacto
destinado al aislamiento, inmovilidad corporal, rigidez y máxima individualización permitirá la emergencia de técnicas
complementarias destinadas a multiplicar la sumisión del alumno.

En la escuela se descalifican de forma directa y frontal otros modos de socialización y de instrucción. Se trata de una auténtica
invención de la burguesía para civilizar a los hijos de los trabajadores. Esta violencia, que no es sólo simbólica, se asienta en el
pretendido derecho de todos a la educación.

La educación popular ilustrada o cómo fabricar sujetos dóciles y útiles

Marco socio – histórico

A medida que la burguesía alcanza una mayor hegemonía social y política se profundizan y transforman ciertos procesos que
se habían iniciado con los humanistas y reformadores del Siglo XVI.

La Ilustración puso en marcha un conjunto de dispositivos para tendientes al desarrollo de la producción, al aumento las
riquezas, a una mayor valoración moral y jurídica de las relaciones productivas así como a un mejor desarrollo y conservación
de la población. Los programas ilustrados buscaron estimular los diferentes ramos de la producción y someter a la acción del
Estado añejas instituciones como la Iglesia y los gremios. Se desarrolló la estadística para censar a la población y se creó una
policía para ordenar y dirigir la vida social.

Una de las innovaciones importantes del Siglo de las Luces consiste en el establecimiento de esta relación entre utilidad y
docilidad, a la que contribuyó notablemente la educación. Los proyectos educativos ilustrados no tienen por objetivo logar
una igualdad real entre los ciudadanos, sino enseñarles a desempeñar el puesto que les asignen los poderes públicos, pues
según Jovellanos “la desigualdad no sólo es necesaria sino esencial a la sociedad civil.”

Surge un nuevo modelo de sociedad, sintetizado en el panóptico de Jeremías Bentham, en la que todo está bajo control y es
transparente al ojo del poder.

El redescubrimiento de la infancia

Hacia mediados del Siglo VXIII el niño de las clases altas y medias urbanas había adquirido ya un estatuto especial. Deja de ser
considerado un adulto en pequeño para adquirir una especificidad propia, dotado de formas peculiares de ver, sentir y pensar.

Los niños, sobre todo los de clases altas, dejarán de estar mezclados con los adultos para ser directamente cuidados por sus
padres, especialmente por su madre, en los primeros años. Después de la educación doméstica, serán educados en
instituciones específicas acordes con su estatuto y calidad.

Esta especificidad de la infancia, unida al interés del Estado por conservar y multiplicar la población, condujo a una intensa
política familiarista que adoptará formas diferentes según los grupos sociales.

Remodelación de espacio familiar

Sobre la fragilidad infantil y la necesidad de amamantar, criar y educar a los niños pequeños se instituyen las relaciones
familiares de la burguesía.
La familia se constituye en una institución social obligatoria para el hombre y la mujer al mismo tiempo que se erige –en las
clases pudientes- en la institución legitimada socialmente para educar a los hijos.

El espacio familiar burgués se reorganizó en torno de las nuevas teorías científicas.

Conviene distinguir entre familias burguesas y populares. En la burguesía se produce una alianza entre la madre y los nuevos
especialistas, especialmente el médico de familia. Por el contrario, las madres de clases populares no son consideradas
interlocutoras válidas del médico. Será el estado quien sustituya a la familia popular en el cuidado de los hijos de los pobres.

La fabricación del hombre interior

Los ilustrados criticaron los estilos de vida, el comportamiento y las formas de sociabilidad de la nobleza. Frente al campo
aristocrático visto como pasivo, los cánones ilustrados proponen un cuerpo activo, sano e higiénico. Es una concepción
productiva del cuerpo, sus teóricos son Locke, Condillac y especialmente Rousseau. Comienza la tiranía de la intimidad, el
arduo trabajo de hacerse a uno mismo, precisamente en el momento histórico en el que las diferencias sociales se vinculan
cada vez más a la propiedad y a las riquezas materiales.

Clases sociales, pedagogías y reforma educativa

Arqueología de la escuela obligatoria

Como mostró Durkheim el actual sistema escolar no nació de golpe, sino que es fruto de procesos históricos y sociales a través
de los que se han ido conformando y ensamblando sus piezas constitutivas. Las instituciones escolares hoy existentes son en
parte herederas de una forma modélica de educación elaborada y puesta en práctica por los colegios de los jesuitas en el Siglo
XVI, a partir de la Reforma Protestante.

Cuando las guerras de religión desgarraban a la Europa cristiana los jesuitas erigieron sus colegios para proteger a sus
discípulos.

De estos centros salieron un gran número de funcionarios que precisaban los nacientes estados administrativos.

Una versión empobrecida de esos colegios y de su pedagogía fue obra de los “hijos” de San José de Calasanz que crearon las
“Escuelas Pías” para niños pobres. Entre sus funciones estaba la de producir buenos católicos.

Frente a la escuela del silencio, de los pupitres, de los exámenes y de la disciplina autoritaria, la escuela nueva es aquella que
reconoce al niño como la única realidad en torno a la cual deberá efectuarse la programación escolar y la actividad profesional
del docente. La educación se hace paidocéntrica frente a las corrientes pedagógicas tradicionales que asignaban al educador
todo el esfuerzo y orientación del proceso educativo.

La Ley de 1970 es una simbiosis entre la escuela tradicional y las corrientes de renovación pedagógicas inspiradas en los ppios
de la escuela nueva.

La institucionalización de la escuela obligatoria se gestó a lo largo del Siglo XIX y tuvo lugar en España a ppios del Siglo XX. Se
realizó en el marco de la crisis del liberalismo, en conexión con el surgimiento del Estado Interventor que Bismarck promovió
en Alemania para combatir al socialismo.

La obligatoriedad escolar y la prohibición del trabajo infantil fueron una forma de protección de la futura fuerza de trabajo.

La arqueología de la escuela y de las distintas formas de educación formal puede ayudarnos a percibir el peso de las diferentes
formas de producción y reproducción de las desigualdades sociales.

El papel decisivo del lenguaje

Basil Bernstein ha subrayado la existencia de diferentes códigos lingüísticos y su incidencia en el fracaso escolar. Ha estudiado
las relaciones existentes entre códigos lingüísticos, clases sociales y socialización familiar, ya ha mostrado la oficialización de
los códigos de expresión de las clases medias en los centros escolares, lo que supone para los hijos de las clases trabajadoras –
urbanas y rurales- una desventaja de partida –y también de llegada- que explica en parte el elevado porcentaje de fracaso
escolar en los alumnos provenientes de dichas clases.
Los actos de enunciación ponen en juego determinados hábitos, determinadas capacidades lingüísticas, determinados códigos
adquiridos en el proceso de socialización familiar que varían en función de las clases y de las fracciones de clase. El acceso a
los metalenguajes, a las variadas formas que conforman la expresión, y correlativamente a los ppios que regulan la utilización
correcta de la lengua, en fin, el conocimiento de las normas lingüísticas y de las leyes gramaticales, puede resultar
fundamental no sólo para potenciar los aprendizajes de la lengua y las capacidades de expresión, sino también para
comprender, como ya se ha apuntado, como está estructurado el mundo social.

La lengua no es un capital natural repartido por igual entre los diferentes grupos sociales.

¿A quiénes favorecen las pedagogías psicológicas?

Las nuevas pedagogías hunden sus raíces en el Emilio, en la Escuela Nueva y en la psicología infantil.

Basil Bernstein lanzó la hipótesis de que el auge y extensión de las nuevas pedagogías no son ajenos a la emergencia de un
nuevo grupo social que irrumpe con fuerza en la escena social: la nueva clase media.

Los cambios que las pedagogías psicológicas o invisibles, lejos de favorecer a los niños de las clases más desfavorecidas son
funcionales a los intereses de la nueva clase media.

Bourdieu define que esa nueva pequeña burguesía exigiría ahora una reconversión de la escuela, de sus saberes, códigos y
pedagogías, más en consonancia con el sistema de valores de los grupos sociales en ascenso en las sociedades denominadas
de capitalismo avanzado o postindustriales.

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