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El repertorio básico de los instrumentistas era la polifonía vocal, pero se les exigía improvisar
sobre ella disminuciones o glosas para enriquecerla. Además, las principales formas
instrumentales específicas de la época fueron:
• Formas derivadas de modelos vocales: al tocar habitualmente los
instrumentistas piezas vocales, compusieron formas similares, si bien sin texto: del motete
derivaron piezas polifónicas imitativas, llamadas ricercare, fantasía o tiento, mientras que de la
chanson derivó la canzona, generalmente más viva y más dividida en secciones que los
anteriores.
• Danzas: una de las funciones tradicionales de los instrumentistas era,
naturalmente, el acompañamiento de la danza. Solían estar escritas a cuatro voces, en una
sencilla textura homofónica. Hay abundantes ejemplos de danzas de todo tempo y compás,
como la baja danza, la pavana, la gallarda, la alemanda o la courante.
• Formas improvisatorias: los músicos anotaban a veces sus improvisaciones más
logradas. Podía tratarse bien de puras improvisaciones para un instrumento polifónico (toccata,
preludio, de nuevo tiento), bien de variaciones melódicas ornamentales sobre una o varias
voces de un modelo vocal preexistente.
Canon: imitación de un sujeto completo por parte de una o más voces a intervalos fijos de
altura y tiempo. Si las sucesivas imitaciones son fieles al tema inicial, el canon es estricto.
El madrigal es una composición de tres a seis voces sobre un texto profano, a menudo en
italiano. Tuvo su máximo auge en el Renacimiento y primer Barroco. Musicalmente reconoce
orígenes en la frottola, posee una letra en lengua italiana de temática profana, armonía
contrapuntística, y carácter popular.