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2
Pagani, Wanda
Introducción al estudio de las ciencias sociales : conceptos y meto-
dologías / Wanda Pagani ; Bárbara Altschuler ; Laura Niño. - 1a ed.
- Bernal : Universidad Virtual de Quilmes, 2022.
Libro digital, PDF
ISBN: 978-987-774-052-3
Íconos
LL
Leer con atención. Son afirmaciones, conceptos o definiciones destacadas
y sustanciales que aportan claves para la comprensión del tema que se
desarrolla.
PP
Para reflexionar. Propone un diálogo con el material a través de preguntas,
planteamiento de problemas, confrontaciones del tema con la realidad,
ejemplos o cuestionamientos que alienten la autorreflexión.
Texto aparte. Contiene citas de autor, pasajes que contextualicen el desa-
rrollo temático, estudio de casos, notas periodísticas, comentarios para for-
mular aclaraciones o profundizaciones.
Pastilla. Incorpora informaciones breves, complementarias o aclaratorias de
N algún término o frase del texto principal. El subrayado indica los términos a
propósito de los cuales se incluye esa información asociada en el margen.
CC
Cita. Se diferencia de la palabra del autor de la Carpeta a través de la inser-
ción de comillas, para indicar claramente que se trata de otra voz que ingre-
sa al texto.
Ejemplo. Se utiliza para ilustrar una definición o una afirmación del texto
principal, con el objetivo de que se puedan fijar mejor los conceptos.
AA
Para ampliar. Extiende la explicación a distintos casos o textos como podrían
ser los periodísticos o de otras fuentes.
KK
Actividades. Son ejercicios, investigaciones, encuestas, elaboración de cua-
dros, gráficos, resolución de guías de estudio, etcétera.
SS
Audio. Fragmentos de discursos, entrevistas, registro oral del profesor expli-
cando algún tema, etcétera.
EE
Audiovisual. Videos, documentales, conferencias, fragmentos de películas,
entrevistas, grabaciones, etcétera.
II
Imagen. Gráficos, esquemas, cuadros, figuras, dibujos, fotografías, etcétera.
WW
Recurso web. Enlaces a sitios o páginas web que resulten una referencia
dentro del campo disciplinario.
OO
Lectura obligatoria. Textos completos, capítulos de libros, artículos y papers
que se encuentran digitalizados en el Repositorio de materiales didácticos.
RR
Lectura recomendada. Bibliografía que no se considera obligatoria y a la que
se puede recurrir para ampliar o profundizar algún tema.
Índice
Las autoras............................................................................................ 6
Introducción............................................................................................ 7
Problemática del campo.......................................................................... 8
Reflexiones acerca del aprendizaje de la asignatura en el entorno virtual.... 9
Mapa conceptual.................................................................................. 11
Objetivos del curso................................................................................ 12
Introducción al estudio de las ciencias sociales: conceptos y metodologías Pagani, Altschuler y Niño
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Introducción al estudio de las ciencias sociales: conceptos y metodologías Pagani, Altschuler y Niño
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Las autoras
Wanda Pagani
Licenciada en Sociología y profesora de Enseñanza secundaria, normal y
especial en Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Máster en
Metodología de la investigación científica de la Universidad Nacional de Lanús
(UNLa). Docente en el Ciclo introductorio del Departamento de Economía y
Administración de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) en la asignatu-
ra Lectura y escritura académica, y docente de la cátedra de Didáctica del
Profesorado en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Participante
de proyectos de investigación en la UNQ desde el enfoque de Investigación
Acción Participativa (IAP).
Bárbara Altschuler
Doctora en Ciencias Sociales por el Instituto de Desarrollo Económico y
Social y la Universidad Nacional de General Sarmiento (IDES-UNGS), máster
en Desarrollo Económico de América Latina (Universidad Internacional de
Andalucía, España) y Licenciada en Sociología (Universidad Nacional de Cuyo).
Es docente e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)
desde 2011. Desde 2018 se desempeña como Directora del Observatorio
del Sur de la Economía Social y Solidaria “CREES” de la UNQ. Entre 2012 y
2017 fue directora de la Especialización en Gestión de la Economía Social y
Solidaria (EGESS-UNQ) y del Diploma Enfoques, Experiencias y Aprendizajes
en Economía Social y Solidaria (2016-2017). Es docente de la Tecnicatura
Universitaria en Economía Social y Solidaria (TUESS-UNQ) y docente de posgra-
do en diversas universidades argentinas (UNQ, FLACSO, UNDAV, entre otras).
Especializada en temáticas de enfoques y debates del Desarrollo, Territorio y
Desarrollo Local, Trabajo y Desigualdad Social, Metodologías de Investigación
y Acción Social. Directora de diversos proyectos de Investigación (UNQ) desde
el enfoque de Investigación Acción Participativa (IAP).
Laura Niño
Licenciada en Psicología (Universidad Santo Tomás, Bogotá, Colombia).
Docente, investigadora y extensionista de la Universidad Nacional de Quilmes
(UNQ) desde 2015. Entre 2016 y 2020 integró el equipo de trabajo de la
Incubadora universitaria de economía, mercados y finanzas solidarias de la
misma universidad, y desde 2022 es su directora ejecutiva. Docente de la
Tecnicatura Universitaria en Economía Social y Solidaria (TUESS) y de Contador
Público, ambas en la UNQ. Participante de proyectos de investigación en la
UNQ acerca de temas vinculados con Circuitos cortos de comercialización de
la economía social y solidaria y la agricultura familiar desde el enfoque de
Investigación Acción Participativa (IAP).
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Introducción
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Mapa conceptual
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KK A partir de la lectura del texto “Casi todo podría ser de otra manera”,
de Vicent Marqués (1982), sociólogo y escritor valenciano, responda
las siguientes consignas:
a. ¿Podemos distinguir en el texto las acciones “sociales” del Señor
Timoneda (primer relato), separándolas de las acciones “biológicas”?
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Algunas formas de vida distintas de las vigentes tienen gracia, indudablemente. Para
mejor y para peor, las cosas podrían ser de otra manera y la vida cotidiana de cada uno y
cada una, así como la de los “cadaunitos” sería bastante diferente. La persona lectora no
obtendrá de este libro recetas para cambiar la vida ni –sin que vayamos a hilar demasiado
fino sobre la cuestión– grandes incitaciones a cambiarla, pero sí algunas consideraciones
sobre el hecho de que las cosas no son necesariamente, naturalmente, como son ahora y
aquí. Saberlo le resultará útil para contestar a algunos entusiastas del orden y el desorden
establecidos, que a menudo dicen que “es bueno y natural esto y aquello” y poder decir-
les educadamente “veamos si es bueno o no, porque natural no es”.
Consideremos un día en la vida del señor Timoneda. Don Josep Timoneda I Martínez
se ha levantado temprano, ha cogido su utilitario para ir a trabajar a la fábrica, oficina o
tienda, ha vuelto a casa a comer un arroz cocinado por su señora y más tarde ha vuelto de
nuevo a casa después de tener un pequeño altercado con otro conductor a consecuencia
de haberse distraído pensando en si le ascienden o no de sueldo y categoría. Ya en casa,
ha preguntado a los críos, bostezando, por la escuela, ha visto un telefilme sobre la delin-
cuencia juvenil en California, se ha ido a dormir y, con ciertas expectativas de actividad
sexual, ha esperado a que su mujer terminara de tender la ropa. Finalmente se ha dormido
pensando que el domingo irá con toda la familia al apartamento. Lo último que recuerda
es a su mujer diciéndole que habrá que hablar seriamente con el hijo mayor porque ha
hecho no se sabe qué cosa.
Este es el inventario banal de un día normal de un personaje normal. La vida, dicen.
Pero atención!, si el señor Timoneda es un personaje “normal”, “medio” y este es un día
normal, es porque estamos en una sociedad capitalista de predominio masculino, urba-
na, en etapa que llaman de sociedad de consumo y dependiente culturalmente de unos
medios de comunicación de masas subordinados al imperialismo. El personaje “normal”,
si la sociedad fuera otra, no tendría que ser necesariamente un varón, cabeza de familia,
asalariado, con una mujer que cocina y cuida de la ropa y con un televisor que pasa tele-
filmes norteamericanos.
Hablando de José Timoneda Martínez, consideremos ahora cómo incluso su nombre
está condicionado por una red de relaciones sociales. Oficialmente no se llama Josep
Timoneda I Martínez sino José Timoneda Martínez, vuelve la cabeza cuando alguien lo
llama Pepe, se cabrea en silencio cuando es el jefe de personal quien le llama Timoneda
sin el señor adelante y, enérgica y explícitamente, cuando es un subordinado suyo quien lo
hace; insiste o no en hacerse llamar Pepe por una mujer según el aspecto que ella tenga y se
siente bastante orgulloso de ser cabeza de familia, porque así los niños han de nombrarlo
según su cargo doméstico de “papá”. Hay mucho más, sin embargo, en su nombre mismo.
No diré simplemente que si hubiese nacido en África quizás se llamaría Bambayuyu, que
es un nombre muy sonoro y de un exotismo justificable por la diferencia de lengua. No.
Sin salirnos de nuestro ámbito, observaremos que no naturalmente habría de componerse
su nombre del nombre de un santo de la iglesia católica, de un primer apellido que trans-
mitirá a sus hijos y que le vincula al padre de su padre y un segundo que no transmitirá y
que le vincula al padre de su madre. Es solamente una forma. Podría llamarse Josep hijo
de Joan Timoneda o hijo de Empar Martínez, Timoneda Josep o tomar el nombre de su
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origen y resultar Timoneda de Borriana, o haber podido elegir, al llegar a mayor, el nom-
bre o cuál de los dos apellidos prefería llevar delante. Podría ser de otra manera, pero ésta
es la que le ha correspondido, ya que vive aquí. Son costumbres. ¡Atención, sin embargo!
Hay quien dice que “son costumbres”, como si, reconocido el carácter no natural de las
maneras de vivir éstas fueran resultado de un puro azar, cuando en realidad nos reenvían
una y otra vez a los datos fundamentales de la sociedad.
El nombre del señor Timoneda nos da pistas sobre la influencia de la iglesia católica y
sobre el hecho de que los padres “pintan” más que los hijos y el padre más que la madre.
Eso en el nombre solamente. Los actos cotidianos del señor Timoneda nos proporcionan
muchas más pistas.
El señor Timoneda podría haber pasado el día de muchas otras maneras. Nada en
su biología se lo impide. Podría haber trabajado en su casa, si es que se puede hablar de
casa al mismo tiempo a propósito de un espacio de 90 m2, en un sexto piso y a propó-
sito de un edificio que fue la casa de los antepasados y sigue siendo taller. La mujer del
señor Timoneda podría haber estado haciendo parte de la faena del taller y el hijo mayor
también mientras aprende el oficio del padre. El más pequeño de los críos podría haber
pasado el día en la calle o en casa de otros vecinos, sin noticia ni deseo de escuela alguna.
O bien, el señor Timoneda podía haber pasado el día cocinando para la comuna,
por ser el día que le tocaba el trabajo de la casa, mientras los demás trabajaban juntos en
el campo, en la granja o en los talleres, grandes o pequeños, todos proporcionalmente a
sus fuerzas y habilidades; y al atardecer reunirse todos para reírse ante una televisión más
divertida o para discutir ante emisiones más informativas.
O el señor Timoneda podía haber trabajado aquel día doce horas –seis en las tierras
del amo y seis en las que el amo le dejaba cultivar directamente– y haber regresado a la
barraca donde vive amontonado con familiares diversos para comentar que el amo les
había vendido junto con las tierras y preguntarse qué tal sería el nuevo señor. O escuchar
al abuelo recitar historias, seguro de ser escuchado, seguro de ser el personaje principal
de la familia.
El día del señor Timoneda podía haber sido, pues, muy distinto y también el de las
personas que le rodean. Sería un error pensar que sólo podría haber sido distinto de haber
nacido en otra época. Con el nivel tecnológico actual son posibles diferentes formas de
vida.
Esta pequeña introducción impresionista a “una sociología de la vida cotidiana”
insistirá siempre sobre esa misma idea: que las cosas podrían ser –para bien y para mal–
distintas. Dicho de una manera más precisa: que no podemos entender cómo trabajamos,
consumimos, amamos, nos divertimos, nos frustramos, hacemos amistades, crecemos o
envejecemos, si no partimos de la base de que podríamos hacer todo eso de muchas otras
formas.
A menudo, cuando se muere un pariente, te atropella un coche, le toca la lotería a un
obrero en paro, se casa una hija o te hacen una mala jugada, la gente dice:
–¡es la vida!”
o bien:
–¡es la ley de la vida!”.
Lo que hacemos no es, sin embargo, la vida. Muy pocas cosas están programadas por
la biología. Nos es preciso, evidentemente, comer, beber y dormir; tenemos capacidad
de sentir y dar placer, necesitamos afecto y valoración por parte de los otros, podemos
trabajar, pensar y acumular conocimientos. Pero cómo se concrete todo eso depende de
las circunstancias sociales en las que somos educados, maleducados, hechos y deshechos.
Qué y cuántas veces y a qué horas comeremos y beberemos, cómo buscaremos o rechaza-
remos el afecto de los otros, qué escala y de qué valores utilizaremos para calibrar amigos
y enemigos, qué placeres nos permitiremos y a cuáles renunciaremos, a qué dedicaremos
nuestros esfuerzos físicos y mentales, son cosas que dependen de cómo la sociedad –una
sociedad que no es nunca la única posible, aunque no sean posibles todas– nos las defi-
na, limite, estimule o proponga. La sociedad nos marca no sólo un grado concreto de
satisfacción de las necesidades sino una forma de sentir esas necesidades y de canalizar
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nuestros deseos. Así, pensar una bomba nueva, desear una lavadora de otro modelo, comer
más a menudo platos variados aunque congelados, valorar a los demás por el número de
objetos que poseen y dedicar los esfuerzos afectivos a asegurar el monopolio sentimental
sobre una persona no es más “humano”, no es más “la vida”, no es más “natural” que
pensar nuevos trucos de magia recreativa, desear más sonrisas, hacer una fiesta el día en
que comes “pollo-pollo” o valorar a una persona porque tiene más capacidad de gozar
que tú y está dispuesta a enseñarte.
El amor, el odio, la envidia, la timidez, la soberbia... son sentimientos humanos. Pero,
¿en qué cantidad y a propósito de qué los gastaremos? ¿Es lo mismo odiar a los judíos que
a los subcontratistas de mano de obra? ¿Es igual envidiar ahora la casa con jardín y piñada
de un poderoso cuando quedan ya pocos árboles, que cuando eso sólo representaba un
símbolo de poder o de prestigio? ¿Es igual amar a una persona sometida que a una perso-
na libre? ¿Se puede ser tímido del mismo modo en un mundo donde es conveniente ser
presentado para hablar con otro que en una sociedad donde todos se tutean, tratando de
imponer una familiaridad que no siempre deseamos?
“Nacer, crecer, reproducirse y morir”. De acuerdo, eso hacemos. Pero ¿acaso no
importa cómo y cuándo naces, qué ganas y qué pierdes al crecer, por qué reproduces y de
qué y con qué humor te mueres?
El señor Timoneda se levanta cuando el satélite artificial se hace visible en el cielo de su
ciudad. Antes de salir de su cápsula matrimonial mira a su compañero, dormido todavía
y se coloca la escafandra individual.
Hoy es un día especial; la lotería estatal sortea simultáneamente los quince que serán
autorizados para procrear, los mil treinta y uno que se someterán a las pruebas de gue-
rra bacteriológica y sesenta y dos viajes a los carnavales de Río para dos personas y una
mutante. Sale a la calle y ya dentro de su aeromóvil choca enseguida con otro. Se matan
los dos conductores y el viudo del señor Timoneda es obligado a seguir la costumbre de
suicidarse en la pira funeraria.
¿Es natural eso?
Esa sociedad imaginaria resulta ser capitalista, postnuclear, despótica, de atmósfe-
ra precaria y homosexual neomachista. Es una sociedad posible. Podría ser anticipada
proyectando y acentuando los rasgos de la sociedad capitalista actual y suponiendo que
hubiese tenido lugar, tras una rebelión feminista aplastada, una eclosión de la homose-
xualidad reprimida acompañada de un explícito culto al macho.
La persona lectora tiene ante sí ahora otra sociedad. ¿Es la única posible? Tal vez diga que
no, porque personalmente apuesta por el socialismo. ¿Pero qué socialismo? ¿Un socialismo
donde solo cambie la forma de gestión del capitalismo? ¿Una sociedad igual a esta excepto
en el precio más barato de los electrodomésticos? Ah!!! Un poco de distancia respecto de su
entorno no le vendría nada mal al lector o a la lectora.
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PARA AMPLIAR
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Decimos entonces que la ciencia tiene historia. Según Roxana Ynoub (2015),
la ciencia irrumpió en la cultura hace no mucho tiempo y se abrió paso sin
detenerse a examinar estrictamente cuáles eran los métodos que usaba o los
caminos que seguía:
CC
Al igual que ocurrió con cada nueva conquista de la humanidad desde el len-
guaje, la escritura o cualquier otra producción cultural, la ciencia hizo camino al
andar. Una vez que el camino se fue trazando, conforme la práctica científica
se consolidaba, fue posible retornar sobre la senda recorrida e interrogarse so-
bre sus peculiares características (Ynoub, 2015: 5).
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CC
Una perspectiva teórica compartida y reconocida por la comunidad de científicos de
una determinada disciplina, fundada sobre adquisiciones que preceden a la discipli-
na misma, y que actúa dirigiendo la investigación en términos tanto de: a) identifica-
ción y elección de los hechos relevantes a estudiar; b) formulación de hipótesis en-
tre las que situar la explicación del fenómeno observado; y c) preparación de las
técnicas de investigación empíricas necesarias (Corbetta, 2007: 5).
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https://youtu.be/dGW70habqX0
https://youtu.be/uskPjbJyyD8
Ahora bien, este aporte fundamental de Kuhn –que en sí mismo podemos con-
siderar una revolución paradigmática, al incluir la noción de tiempo, cambio y
de comunidad científica en el modo de concebir el desarrollo de las ciencias–,
resulta claramente aplicable a las ciencias naturales, ya que a través de los
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CC
Esta alternativa implica mantener todos los elementos que componen la no-
ción de paradigma, con excepción del requisito de que sea compartido por to-
da la comunidad de científicos. De esta forma, se podría decir que para la
Sociología, un paradigma es una visión teórica que define la relevancia de los
hechos sociales, proporciona las hipótesis interpretativas, orienta las técnicas
de investigación empírica, pero no es compartida por toda la comunidad cientí-
fica. Desde esta interpretación la Sociología aparece como una ciencia “multi-
paradigmática” (Corbetta, 2007: 6).
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Para comprender e identificar las diferencias más importantes entre los dis-
tintos paradigmas tomaremos cinco dimensiones básicas a partir de pregun-
tas disparadoras. Autores como Guba y Lincoln (2002), Ander-Egg (2001) y
Batthyány y Cabrera (2011), presentan tres de ellas, veamos:
•• Dimensión ontológica: ¿qué y cómo es la realidad que se estudia? y por lo
tanto, ¿qué es lo que podemos conocer de ella?
•• Dimensión epistemológica: ¿qué conocimiento científico se puede cons-
truir? y ¿cuál es la relación del científico con el objeto de estudio?
•• Dimensión metodológica: ¿cómo se construye ese conocimiento? ¿Qué
herramientas usamos para acercarnos a ella?
A estas tres dimensiones, la psicóloga comunitaria venezolana Maritza
Montero (2004) incorpora dos dimensiones nuevas que, al igual que las ante-
Maritza Montero (Venezuela,
riores, caracterizan los paradigmas científicos. 1939) es licenciada en Psicología
Las dimensiones que propone Montero (2004) son: por la Universidad Central de
Venezuela, Magíster en Psicología
•• Dimensión ética: ¿cómo se define al otro? ¿qué nivel de participación en por la Universidad Simón Bolívar
la autoría y propiedad del conocimiento producido tiene? y Doctora en Sociología por la
•• Dimensión política: ¿cuál es la finalidad del conocimiento producido? ¿Cuál Escuela de Altos Estudios en
Ciencias Sociales de la Universidad
es su ámbito de aplicación? ¿Quiénes hablan en la investigación? de París Forma parte de un grupo
de intelectuales latinoamericanos/
Pero estas dimensiones tienen poco reconocimiento en los debates acadé- as que estudiaron las desigualda-
micos por ser consideradas “externalidades” de la ciencia, poco científicas o des sociales desde la perspectiva
teórica crítica de los y las oprimi-
características subjetivas de los/as investigadores/as. Sin embargo, incorpo- das y los procesos multidimen-
rar la dimensión ética y política resulta vital tanto para la perspectiva de los sionales (psico-socioculturales y
paradigmas, como antes señalamos, como para la investigación social, las económicos políticos) que inter-
ciencias sociales y sus disciplinas. vienen en la marginalización de
los pueblos latinoamericanos.
Veamos a continuación algunas características de los paradigmas científi-
cos en el marco de las cinco dimensiones antes señaladas. Para ello, propo-
nemos dos grandes paradigmas, el positivismo y las llamadas teorías críticas,
entendiendo que al interior de los mismos hay matices, corrientes y derivacio-
nes diversas. Por ello, realizamos aquí una primera aproximación general, la
cual podremos revisar con mayor detalle, al estudiar las diversas metodolo-
gías de investigación en la unidad 3.
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Fuente: https://www.extremetech.com/wp-content/uploads/2018/10/hubble3.jpg
Fuente: https://ep00.epimg.net/sociedad/imagenes/2013/07/23/actuali-
dad/1374548043_512079_1374548188_noticia_normal.jpg
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Fuente: https://www.hiresafe.com/wp-content/uploads/2016/06/background-screening-program.jpg
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CC
[las proposiciones sociológicas] chocan con intereses sociales, con los intere-
ses de los que son dominantes, cómplices del silencio y del “buen sentido”
(que indica lo que es, debe ser, y no puede ser de otra forma), con los intere-
ses de los portavoces, de los altoparlantes, que necesitan ideas simples, sim-
plistas, slogans. Por ello se le exigen mil veces más pruebas (lo cual, en reali-
dad, está muy bien) que a los portavoces del “buen sentido”. Y cada
descubrimiento de la ciencia pone en marcha todo un trabajo de “crítica” retró-
grada, que cuenta con todo el orden social (créditos, puestos, honores, y, por
ende, la creencia) y cuyo objetivo es volver a cubrir lo que se había descubier-
to” (Bourdieu, 1993: 4).
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PARA REFLEXIONAR
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CC
La disciplina es una categoría organizadora dentro del conocimiento científico; insti-
tuye en este la división y especialización del trabajo y responde a la diversidad de los
dominios que recubren las ciencias. Por más que esté inserta en un conjunto cientí-
fico más vasto, una disciplina tiende, naturalmente, a la autonomía, por medio de la
delimitación de sus fronteras, por el lenguaje que se da, por las técnicas que tiene
que elaborar o utilizar y, eventualmente, por las teorías propias (Morin, 2001: 115).
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PARA AMPLIAR
Cabe resaltar que los estudios parciales de los fenómenos sociales, como se
describe en el ejemplo de la desigualdad social, ponen de manifiesto un pen-
samiento disyuntivo (dual), reduccionista y simplificador a la hora de analizar
la realidad social. Observamos que las explicaciones de la desigualdad vincu-
ladas exclusivamente al ingreso monetario o las condiciones habitacionales,
que han sido especialidad de economistas, son insuficiente para explicar por
ejemplo, por qué las desigualdades son más profundas en las mujeres que en
los varones o por qué las comunidades migrantes enfrentan serias dificultades
para garantizar sus necesidades básicas con relación a los “nativos”.
Parte de este problema en las ciencias sociales se debe a la especializa-
ción desarticulada en que se desarrollaron las disciplinas que ya menciona-
mos, y que sostiene hasta la actualidad marcos teóricos de referencia y meto-
dologías de investigación científica que abordan los fenómenos sociales sin
contemplar la multidimensionalidad que requiere. Vemos, por ejemplo, a la
antropología abocada a los estudios culturales de la sociedad, la psicología
enfocada en el estudio de los procesos psicosociales de los sujetos, la cien-
cia política en el estudio de las estructuras de gobernanza y el poder, y así
con todas y cada una de las disciplinas que componen a las ciencias sociales
dificultando una mirada integral que contemple las múltiples miradas y dimen-
siones y su interrelación.
PARA REFLEXIONAR
PP ¿Tenemos una mirada parcial de lo que nos pasa como sociedad? ¿Se
potenciaría la comprensión de la realidad social si se tejiesen puentes
firmes entre las distintas disciplinas? Rolando García (Buenos Aires,
1919-2012) fue un científico
Como profesionales de las ciencias económicas y la administración, argentino referente de la histo-
¿trabajamos en soledad? ¿Es necesaria la vinculación y el trabajo articu- ria de la ciencia en la Argentina.
lado con otras profesiones y saberes? Fue miembro del Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades
(CEIICH) de la UNAM, e
Investigador del Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología de México.
1.4.2. Teoría de la complejidad y los sistemas complejos También fue vicepresidente funda-
dor del Conicet, Argentina.
Ante la problemática de la especialización de las disciplinas científicas vamos
a tomar la propuesta del científico argentino Rolando García (2006), quien
propone la teoría de los sistemas complejos como propuesta epistemológica
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CC
[un sistema] en el cual los procesos que determinan su funcionamiento son el
resultado de la confluencia de múltiples factores que interactúan, de tal manera
que el sistema no es descomponible sino solo semi-descomponible. Por lo tan-
to, ningún sistema complejo puede ser descrito por la simple adición de estu-
dios independientes sobre cada uno de sus componentes (García, 2006: 183).
Lo que nos dice García es que los fenómenos o problemáticas sociales (como
la desigualdad social) son en sí mismos complejos, es decir, que están com-
puestos por múltiples dimensiones que no pueden ser estudiadas por frac-
ciones, sino que requieren de un análisis integrado. En este mismo sentido,
Morin (1994) sostiene que lo complejo no debe confundirse con la completud,
que resulta, por definición, inalcanzable. Sino que, cuando se alude a “lo
complejo” se refiere a lo multidimensional dentro de cierta unidad y a las
relaciones recíprocas entre múltiples dimensiones. Se trata, claro, de un todo
estructurado de manera asimétrica y diversa, configurado sociohistóricamente
y atravesado por relaciones de poder (Altschuler, 2016).
García entonces propone la perspectiva de los sistemas complejos, enten-
diéndolos como una representación de un recorte de esa realidad, conceptua-
lizado como una totalidad organizada (de ahí la denominación de sistema), en
la cual los elementos no son “separables” y, por tanto, no pueden ser estu-
diados aisladamente (García, 2006: 21).
En ese sentido, tanto en la investigación científica como en la práctica pro-
fesional, estamos invitados/as desde esta perspectiva, a realizar comprensio-
nes más profundas de la realidad y las problemáticas sociales a las que nos
enfrentamos, incorporando la multidimensionalidad y multicausalidad en los
procesos de investigación e intervención.
Si analizamos el caso propuesto en la primera actividad de este apartado,
nos encontramos con una problemática concreta y común en las organizacio-
nes de productores hortícolas de la zona y de muchas regiones que, analiza-
da con detenimiento reviste una gran complejidad. Para investigar o intervenir
sobre esta situación concreta, se requiere una comprensión de las caracterís-
ticas económicas (producción, comercialización, flujos de dinero, rentabilidad),
sociohistóricas (características de quienes producen, trayectorias de vida,
escolaridad, migraciones), políticas públicas y regulaciones de diverso tipo,
así como también las características socioorganizativas (estrategias y mode-
los organizativos no formales), culturales (creencias, sentidos), étnicas (pro-
cedencia, prácticas sociales y relaciones interétnicas), de género (rol de las
mujeres) y territoriales (contexto, arraigo, propiedad de la tierra) entre otras.
Veamos al respecto, los conceptos de multidisciplinariedad, interdiscipli-
nariedad, con relación al estudio de sistemas complejos.
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PARA REFLEXIONAR
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al sujeto con su entorno cultural y los marcos de sentidos que otorga y cons-
truye cada cultura; o bien la “psicología social y comunitaria”, que entiende a
los sujetos en el marco de estructuras sociohistóricas que afectan el desarro-
llo psicosocial de las personas.
En este sentido, y tomando la propuesta de interdisciplinariedad de García,
los puentes interdisciplinarios se potenciarán por la articulación de enfoques
entre disciplinas, es decir, de paradigmas y formas de entender la sociedad,
los sujetos, los problemas sociales y, por ende también, los marcos de inves-
tigación e intervención social.
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Objetivos:
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PARA AMPLIAR
El nombre de la Rosa
PARA AMPLIAR
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Trabajan junto a toda su familia, padre, madre, hermanos y hermanas, cónyuge, hijos
e hijas, cultivando la tierra del señor feudal, a quien le entregan toda la cosecha anual
y, a cambio, el señor feudal les permite tomar una pequeña porción de la cosecha para
alimentar a toda la familia que vive en la misma casa.
Las casas donde viven constan de un solo cuarto con techo de paja y piso de tierra
apisonada. En la parte de abajo de la casa se suelen criar algunas gallinas y cerdos para
consumo de la familia. En el entrepiso de madera duerme toda la familia, en camas gran-
des con colchón de paja en las que entran tres personas.
Utilizan para su consumo todo lo que logran producir con su trabajo. Comen las
verduras, frutas, cereales, carnes, que ellos mismos preparan. También elaboran su propia
ropa con fibras naturales de las plantas de la zona en la que habitan, utilizan cueros y
pieles para abrigarse y calzarse. Aunque la ciudad de Londres está relativamente cerca de
sus casas es muy difícil conseguir permiso del señor feudal para ir de compras a la ciudad,
y aunque consiguieran el permiso, no tienen dinero para comprar las mercancías que allí
se venden.
La iluminación nocturna se realiza con faroles de aceite, ya que todavía no se inventó
la electricidad ni se descubrió el petróleo. El combustible para iluminar de noche es muy
caro, por eso los siervos de la gleba se despiertan al amanecer y se van a dormir cuando
oscurece.
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plano de la epistemología, sitúa al ser humano como medida y centro de todas las cosas,
y en el de la ética defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que deben
recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa.
CC
El orden estamental del precapitalismo aseguraba una unificación entre lo so- perspectiva crítica del marxismo,
cial y lo político-jurídico. El capitalismo disolvería esta identidad entre lo públi- principalmente desde el legado
co y lo privado y con ello la idea de la armonía de un orden integrado. La socio- de Antonio Gramsci. Se exilió en
México durante la última Dictadura
logía arrancará de este dato para intentar reconstruir las bases del orden Militar. Fue decano de la Facultad
social perdido; de aquella antigua armonía sumida ahora en el caos de la lu- de Ciencias Sociales de la UBA
cha de clases (Portantiero, 1988: 15). y se desempeñó como asesor
del expresidente Raúl Alfonsín
(1983-1989).
LECTURA OBLIGATORIA
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La Revolución Industrial se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña y
se extendió en las décadas posteriores a buena parte de Europa Occidental y los Estados
Unidos de América, extendiéndose hasta casi mediados del siglo XIX. Se caracterizó por
el desarrollo y uso sistemático de maquinarias para la producción, así como por la utili-
zación de nuevas fuentes energéticas como el carbón y la máquina de vapor (desarrolla-
da por James Watt y patentada en 1769), especialmente en el sector textil. Más tarde, el
desarrollo de los ferrocarriles y barcos a vapor revolucionarán también el transporte y el
comercio mundial. A partir de la introducción sistemática de la maquinaria en la pro-
ducción industrial comienza el período de madurez del modo de producción capitalista.
Se estima que ha sido el proceso de transformación económica, social y tecnológica más
importante de la época moderna, implicando un punto de inflexión en la historia, al
modificar todos los aspectos de la vida cotidiana de una u otra forma. La multiplicación
de los volúmenes de producción y la disminución de los tiempos necesarios para realizar-
los implicaron el paso desde una economía rural centrada en la agricultura y el comercio
a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
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de los medios de producción y poseedora por tanto del capital. Esta nueva
estructuración de los grupos y clases sociales conllevó nuevas problemáticas,
protestas y conflictos sociales en demanda de mejoras en las condiciones
de vida de las clases más desfavorecidas, a lo que se llamó desde entonces
la “cuestión social”, así como nuevas ideologías y formas de organización y
acción política vinculadas al sindicalismo, el socialismo, el anarquismo y el
comunismo.
La llamada cuestión social emerge en la Europa del siglo XX para dar nom-
bre al conjunto de crecientes problemáticas que resultaban de los cambios
producidos por la Revolución Industrial, como los bajos salarios, largas jorna-
das y frecuentes accidentes de trabajo, inexistencia de leyes de protección al
trabajador, pobreza y malas condiciones de vida para campesinos y trabaja-
dores urbanos, epidemias de tifus, cólera y tuberculosis, entre otras. El soció-
logo francés Robert Castel, en su libro La metamorfosis de la cuestión social.
Una crónica del salariado (1995) señala que entre la década de 1830 “cuan-
do comienza a hablarse de la cuestión social” y hasta finales del siglo XIX,
esta aludía a los cambios acontecidos por la consolidación de la organización
social capitalista y la incipiente sociedad industrial.
En términos más generales podemos considerar la cuestión social como
las consecuencias sociales de la desigual relación entre trabajo y capital y, en
un sentido más amplio en la actualidad, como el conjunto de problemáticas
y su manifestación política, que se genera por la tensión entre integración y
desintegración en la sociedad moderna.
Fuente: http://www.manosanta.com.uy/contenidos/ceibal/public/historia/actividades/
mundo/006-el-trabajo-infantil-en-la-revolucion-industrial.html
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CC
Marx rechazaba de plano esa postura ideológica: consideraba que la historia
se rige por ciertas leyes inmodificables a través del mero accionar de un grupo
de personas y más allá de sus “buenas intenciones”, alusivas a una escala de
valores éticos y no a la realidad concreta […]. Únicamente el conocimiento de
la naturaleza y de las leyes del proceso histórico permite al ser racional com-
prender cómo debe actuar [...]. Se apela entonces a la razón de los hombres,
aunque no en forma ciega sino reconociendo la existencia de leyes correspon-
dientes al devenir histórico, cuyo descubrimiento requiere encontrar la eviden-
cia, de manera empírica, en los hechos reales, a través de la observación y la
experiencia (Lucchini et al., 1999: 56).
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CC
Esa legitimidad –tan parecida […] a la “autoridad moral” que respalda a los
comportamientos en Durkheim– puede estar garantizada por la tradición, por la
entrega afectiva, por el acatamiento a valores absolutos o por la adhesión a la
legalidad estatuida positivamente. Esta última es la legitimidad contemporá-
nea, sobre la que se construye el moderno tipo de dominación, legal y burocrá-
tica, racional (Portantiero, 1988: 29).
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Antecedentes:
La crisis de 2001 quizás haya sido el peor derrumbe social de la historia argentina. No se
trató, desde ya, de una mera crisis económica, sino que se puso en juego la posibilidad de
la continuidad del Estado nacional como entidad con capacidad de autogobierno.
Hacia fines de aquel año, la disolución de los vínculos políticos, económicos y sociales
llegó a un punto tal que no podían garantizarse las condiciones para la supervivencia “nor-
mal” de amplias franjas de la población. El colapso del aparato productivo, bancario y de
las finanzas públicas fue sólo la expresión económica del derrumbe de toda la sociedad. A
diferencia de un cataclismo, no fue un producto de la naturaleza, sino de la acumulación
de políticas contrarias a los intereses básicos de la Nación.
Por supuesto pueden encontrarse antecedentes de esta situación en los propios albores
de la Argentina, como por ejemplo su prematuro endeudamiento externo ya en 1824, la
presencia de fuertes intereses extranjeros en los propios centros de la decisión nacional
hasta bien avanzado el siglo XX, las dificultades del país para encontrar un lugar adecua-
do en la división internacional del trabajo cuando avanzó en el proceso sustitutivo de
importaciones.
Sin embargo, es posible afirmar que las condiciones materiales y sociales que desem-
bocaron en la crisis de 2001 comenzaron a gestarse un cuarto de siglo antes, en 1976.
La dictadura cívico militar que allí se inició dejó como principales legados una transfor-
mación en el poder social a favor de los sectores más concentrados en lo productivo y
financiero, y en el terreno económico un enorme endeudamiento externo que neutralizó
las capacidades estatales para continuar liderando el desarrollo económico. El cuadro de
fuerte endeudamiento fue el que favoreció la injerencia permanente de la tecnocracia
neoliberal del FMI sobre la definición de las políticas públicas. Si bien el “Proceso de
Reorganización Nacional” fracasó como proyecto político, triunfó en su voluntad de
reorganizar al país, a favor de las fracciones más parasitarias del capital, tanto local como
extranjero. El retroceso industrial y la precarización social se prolongaron durante las dos
décadas siguientes a la finalización de la dictadura, al debilitarse sustancialmente la inver-
sión productiva, la obra pública y la investigación y el desarrollo tecnológico. El retroceso
cultural y educativo acompañó al deterioro económico.
El periodo alfonsinista se mostró impotente para poder conciliar el crecimiento con
el pago de la deuda externa, y la presión de actores locales y externos sobre las menguadas
finanzas públicas crearon un escenario de inestabilidad macroeconómica recurrente.
La hiperinflación que concluyó con el gobierno radical creó un clima catastrófico pro-
picio para que los acreedores externos, aliados a fracciones empresarias locales, delinearan
un profundo programa de reformas estructurales, diseñado para maximizar ganancias
privadas a costa del patrimonio público y del ya debilitado proceso de acumulación local.
Serán las reformas estructurales de los ´90, acompañadas por el Plan de Convertibilidad
lanzado en 1991, las causas más próximas de la crisis de 2001.
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CC
Una clase es definida como un grupo de individuos conviviente en una socie-
dad dada y cuyo estilo de vida se encuentra modelado de acuerdo con la posi-
ción ocupada en el proceso de producción el que, en definitiva, determina la
configuración de la estructura social. Esa ubicación, definida por la base eco-
nómica, remite al concepto de “clase en sí” y representa la condición objetiva
de existencia de una clase social (Lucchini et al., 1999: 59-60).
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Así, mientras que el lugar ocupado por los hombres y mujeres en las relaciones
sociales de producción, por ejemplo, en el modo de producción capitalista, la
burguesía (en tanto propietaria de los medios de producción) y las y los prole-
tarios (propietarios solo de su fuerza de trabajo, la cual venden en el mercado
para emplearse como obreros asalariados) da cuenta de la clase social de
pertenencia en términos objetivos (“clase en sí”); la conciencia de clase, dada
por la percepción de sus intereses objetivos de clase, se expresa en la noción
de “clase para sí”, es decir, una clase que se constituye y percibe a sí misma
como tal, implicando además las dimensiones subjetivas de su existencia.
Dicho proceso se da en la práctica, concretamente en el desarrollo de la lucha
de clases, y en el contexto de relación con otros hombres y grupos sociales
(Lucchini et al., 1999).
Estado e ideología
Para Marx, el Estado al igual que las clases sociales son productos históricos.
En la perspectiva de Marx y Engels se trata de un Estado de clase, en tanto
constituye un instrumento político de la clase dominante para explotar a las
otras clases sociales, o bien, un aparato represivo de una determinada clase
social para mantener la opresión sobre otra clase.
Así, la concepción marxista del Estado es fruto de una determinada forma
de entender las relaciones de poder, en la que el Estado aparece como un pro-
ducto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, aun cuando
revista cierta apariencia de neutralidad o de mediador entre diversos intere-
ses de clase en determinados períodos históricos particulares (vinculados a
cierto equilibrio en la lucha de clases).
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PARA AMPLIAR
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nes o ideas de los individuos que no corresponden con las condiciones mate-
riales de existencia de las clases sociales dominadas, e incluso pueden estar
en contradicción con estas. Marx se proponía descubrir la relación que existe
entre las formas sociales de vida, las relaciones de clase y sus formas men-
tales y culturales, que configuran la conciencia social.
Cambio social
De acuerdo a lo desarrollado en el apartado anterior, el cambio social será
un tema central en la obra de Marx y las diversas corrientes marxistas que
le suceden. Como vimos, la filosofía o teoría del conocimiento marxista, el
materialismo dialéctico, toma de Hegel la concepción dialéctica de que las
cosas están en continuo movimiento, a partir de las fuerzas opuestas que
las constituyen, pero ello no será aplicado a las ideas sino a los procesos
materiales de la historia, dando lugar al materialismo histórico. Desde esta
perspectiva, el progreso de la historia es el resultado de una continua tensión
entre opuestos (los intereses opuestos de las clases sociales y la lucha entre
estas), lo cual conducirá a una crisis y su resolución a partir de un cambio
cualitativo, una síntesis social que configurará un nuevo tipo de sociedad.
Marx considera estos movimientos dialécticos de la historia como “leyes del
desarrollo social”, que determinan de manera inevitable el cambio y la transfor-
mación, dando lugar a diversos estadíos o modos de producción: el esclavista,
el feudal, el capitalista y el comunista.
Así, para el materialismo histórico el cambio social apunta centralmente al
cambio en el sistema social y económico de cada sociedad, lo cual se vincula
estrechamente al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y las relacio-
nes de producción que le subyacen en cada periodo histórico, así como de la
superestructura política, jurídica, moral y religiosa, y estará promovido por la
lucha de clases, en tanto motor de la historia. Estas clases adquieren dife-
rentes rasgos en cada época: amos y esclavos, señores feudales y siervos,
burgueses y proletarios.
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Max Weber identifica cuatro formas de acción social como tipos ideales.
Estas son:
•• la acción racional con arreglo a fines: determinada por expectativas en el
comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otras per-
sonas, y utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el
logro de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos;
•• la acción racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consis-
tente en el valor –ético, estético, religioso, etc.– propio y absoluto de una
determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea, pura-
mente en méritos de ese valor;
•• la acción afectiva: especialmente emotiva, determinada por afectos y esta-
dos sentimentales actuales;
•• y la acción tradicional: determinada por una costumbre arraigada.
Tipos de dominación
Weber entiende por dominación la probabilidad de encontrar obediencia dentro
de un grupo determinado para mandatos específicos. No es, por lo tanto, toda
probabilidad de ejercer poder sobre otras personas, porque un mínimo interés
de querer obedecer es necesario en toda relación auténtica de autoridad. Este
interés se apoya en motivos materiales, afectivos o racionales (relacionados
con los tipos de acción social definidos con anterioridad). Asimismo, plantea
Weber, ninguna dominación se contenta voluntariamente con tener como pro-
babilidades de su continuidad estos motivos, sino que habitualmente se les
añade otro factor: la creencia en la legitimidad.
Weber define tres tipos puros de dominación legítima. La validez de su legiti-
midad puede ser principalmente de carácter racional, llamada dominación legal:
fundada en la creencia en la legalidad de órdenes estatuidas y de derechos
de mando; de carácter tradicional, nombrada dominación tradicional: fundada
en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde
lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para
ejercer la autoridad; y de carácter carismático, denominada dominación caris-
mática: fundada en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o ejem-
plaridad de una persona y a las órdenes por esa persona creadas o reveladas.
En el caso de la autoridad legal se obedecen órdenes impersonales y objeti-
Introducción al estudio de las ciencias sociales: conceptos y metodologías Pagani, Altschuler y Niño
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LECTURA OBLIGATORIA
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Objetivos:
•• Reconocer la incidencia de los posicionamientos epistemológicos en las
elecciones metodológicas de la investigación científica en el área de las
ciencias sociales.
•• Analizar la relación existente entre la utilización de diferentes técnicas
de investigación, los objetivos y la fundamentación planteada en una
investigación.
•• Ejercitar la aplicación de herramientas metodológicas del campo de las
ciencias sociales desde una perspectiva crítica e interdisciplinaria para el
abordaje de casos prácticos a lo largo de la cursada.
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Por eso es importante, y constituye uno de los objetivos de esta materia dentro
de la carrera, que nos habituemos a ser reflexivos y críticos, por un lado, con
los conceptos que utilizamos en nuestra profesión (no solamente cuando hace-
mos investigación), y que realicemos el ejercicio de explicitar para nosotros/as
mismos/as como para otros y otras, el sentido de dichos conceptos, desde
la perspectiva en la que los estamos utilizando, ya que esto siempre tiene
implicancias, tanto conceptuales como políticas y prácticas. Por otro lado, que
incorporemos la práctica de ser críticos y reflexivos con las elecciones metodo-
lógicas y las técnicas a utilizar en cualquier relevamiento de información que
queramos realizar, como puede ser un diagnóstico, una visita a territorio, un
taller con emprendedores/ empresarios/ trabajadores o la evaluación de una
política o proyecto particular. Para eso debe servirnos también esta materia,
y esta unidad en particular.
Por dar algunos ejemplos, no es lo mismo hablar de pobreza que de
desigualdad social, de economía informal que de economía popular, de trabajo
en negro que de trabajo precario, etc. Todas estas categorías tienen pertenen-
cias e implicancias conceptuales y políticas que hay que analizar. Asimismo
y por otra parte, de poco nos serviría, por ejemplo, realizar una encuesta, si
no hemos pensado y definido previamente los fundamentos e hipótesis que
la sustentan, las variables que la componen y las unidades de análisis a que
se dirige, para precisar luego las preguntas y personas a quienes encuestar.
Entonces, en esta unidad pretendemos integrar lo visto en las dos unida-
des anteriores en un hilo de trabajo que abone a la comprensión del campo
de las ciencias sociales, las cuales incluyen a las ciencias económicas y de la
administración. Haremos énfasis en la construcción de los sujetos-objetos de
estudio, profundizaremos en los paradigmas de investigación social y conoce-
remos distintos tipos de abordajes metodológicos, reconociendo las técnicas
de investigación social asociadas a los mismos.
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Paradigma positivista
El positivismo es una corriente filosófica que surge en el siglo XIX y afirma
que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, el cual solo
puede surgir del método científico, asimilado este al método de las ciencias
naturales (particularmente la física). El mismo se basa en la observación y
la experiencia comprobada o verificada a través de los sentidos. Su principal
referente es Augusto Comte (Francia, 1798-1857).
El positivismo sostiene que la ciencia debe estudiar lo que “realmente exis-
te”, entendiendo por ello lo que puede comprobarse empíricamente. El posi-
tivismo entonces, supone la existencia de una realidad conocible externa al
sujeto que conoce, la cual debe ser explicada a través del método científico.
Por eso, el científico de orientación positivista toma distancia del objeto
a conocer, de manera tal que pueda descubrir y explicar su funcionamiento
tal y como es, sin dejarse influenciar o sin “contaminar” la investigación con
cuestiones subjetivas del investigador (creencias, valores, historia de vida).
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LL lada a las ciencias naturales y a la física en particular, hizo que las cien-
cias sociales y humanas, cuyo desarrollo es posterior a aquellas, para ser
consideradas “científicas”, tendieran a imitar los procedimientos meto-
dológicos y epistemológicos de las ciencias naturales, e implementa-
ran métodos de investigación experimentales para explicar la conducta
humana y social, como es por ejemplo el caso de la psicología.
Paradigma hermenéutico-constructivista
La hermenéutica surge a fines del siglo XIX y comienzos del XX como crítica
profunda al positivismo de la época. Sus principales exponentes son los filó-
sofos de la ciencia Wilhem Dilthey (1833-1911), Gadamer (1900-2002) y Paul
Ricoeur (1913-2005).
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PARA AMPLIAR
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La obra introduce así por primera vez la noción tan utilizada en cien-
cias sociales desde entonces de “construcción social” –o constructo
social– en la teoría del construccionismo social.
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PARA REFLEXIONAR
Sin embargo, nos preguntamos: ¿las ciencias sociales, y dentro de Maria Cecília de Souza Minayo
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Sousa Minayo continúa advirtiendo sobre el camino que deben seguir las
ciencias sociales con relación a su perspectiva epistemológica y metodológica:
continuar y profundizar los postulados de las ciencias naturales positivistas,
a riesgo de empobrecer el estudio de la realidad social, o avanzar en cons-
trucciones críticas a los postulados de estas, construyendo otros esquemas,
criterios y principios de cientificidad que permitan estudiar la realidad social
desde su multidimensionalidad, comprendiendo que el investigador/a está
atravesado por cuestiones sociales, políticas, económicas que hacen parte e
influyen en el análisis de dicha realidad social.
CC
El rigorismo tecnológico que descansa sobre la fe en un rigor definido de una samiento ha ejercido una influen-
vez para siempre y para todas las situaciones, es decir una representación fi- cia considerable en la conciencia
jista de la verdad o, en consecuencia, del error como transgresión a normas in- humana y social, en especial de la
sociología francesa de la segun-
condicionales, se opone diametralmente a la búsqueda de rigores específicos, da mitad del siglo XX. Destacan
desde una teoría de la verdad como teoría del error rectificado (Bourdieu et al., la variedad de las temáticas que
2011: 26). estudió y el intento de llevar a
la práctica la construcción inter-
disciplinaria de diversos objetos
de estudio.
Por eso, proponen Bourdieu, Chamboredon y Passeron que es importante
oponer un ejercicio constante de “vigilancia epistemológica” a la tentación de
transformar los preceptos metodológicos en “recetas de cocina científica o
en chucherías de laboratorio” (2011: 20). Esta vigilancia epistemológica debe
subordinar el uso de técnicas y conceptos a un examen sobre las condiciones
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CC
El ejercicio de la vigilancia epistemológica debe ser constante y tendiente a su-
bordinar el uso de técnicas y conceptos a un examen continuo sobre las condi-
ciones y los límites de su validez. La ruptura consiste en alejar de la ciencia la
influencia de las nociones comunes, como manera de lograr la objetivación de
las técnicas de investigación. Para esto es preciso realizar una crítica lógica y le-
xicológica del lenguaje común con el objeto de elaborar y reelaborar las nociones
científicas. ¿Cómo romper con el empirismo, el teoricismo o el formalismo exce-
sivo de la ciencia? La respuesta se focaliza en ejercer la vigilancia epistemológi-
ca, como el modo general de actuación para la práctica de la investigación y por
su riqueza para descubrir conocimientos nuevos, así como también para des-
montar creencias y discursos (Batthyány y Cabrera, 2011: 14).
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Esto explica también el sorprendente hecho de que la esfera pueda entrar en la casa del
cuadrado aunque éste haya cerrado a ciencia y conciencia las puertas. Entra, naturalmen-
te, por arriba. Pero el concepto de “arriba” le resulta tan extraño al cuadrado que no lo
puede comprender y, en consecuencia, se niega a creerlo. Al fin, la esfera no ve ninguna
otra solución más que tomar consigo al cuadrado y llevarlo a Espaciolandia. Vive así una
experiencia que hoy calificaríamos de trascendental:
Un espanto indecible se apoderó de mí. Todo era oscuridad; luego, una vista terrible y
mareante que nada tenía que ver con el ver; vi una línea que no era línea; un espacio que no lo
era; yo era yo, pero tampoco era yo. Cuando pude recuperar el habla, grité con mortal angustia:
“Esto es la locura o el infierno.” “No es ni lo uno ni lo otro», me respondió con tranquila voz la
esfera, “es saber; hay tres dimensiones; abre otra vez los ojos e intenta ver sosegadamente” [4].
A partir de este instante místico, los acontecimientos toman un rumbo tragicómico.
Ebrio por la formidable experiencia de haber penetrado en una realidad totalmente nueva,
el cuadrado desea explorar los misterios de mundos cada vez más elevados, de mundos
de cuatro, cinco y seis dimensiones. Pero la esfera no quiere ni oír hablar de semejantes
dislates: “No existe tal país. Ya la mera idea es totalmente impensable”. Pero como el
cuadrado no ceja en sus deseos, la esfera, encolerizada, le devuelve a los estrechos límites
de Planolandia.
En este punto, la moraleja de la historia cobra perfiles sumamente realistas. El cuadra-
do se siente llamado a la gloriosa y acuciante tarea de predicar en Planolandia el evangelio
de las tres dimensiones. Pero cada vez le resulta más difícil despertar en sí el recuerdo de
aquella realidad tridimensional que al principio tan clara e inolvidable le parecía; además,
fue muy pronto encarcelado por el equivalente de la inquisición de Planolandia. Pero en
vez de acabar sus días en la hoguera, es condenado a cadena perpetua y encerrado en una
cárcel que Abbott describe, con admirable intuición, como fiel contrapartida de ciertos
establecimientos psiquiátricos de nuestros mismos días. Una vez al año, le visita en su
celda el Círculo Supremo, es decir, el sumo sacerdote, para averiguar si mejora su estado
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de salud mental. Y cada año, el pobre cuadrado no puede resistir la tentación de intentar
convencer al Círculo Supremo de que existe realmente una tercera dimensión. Pero el
sacerdote menea la cabeza y desaparece hasta el año siguiente.
Lo que Planolandia presenta es simplemente la relatividad de la realidad. Y por esta
razón sería deseable que los jóvenes hicieran de esta obra su libro de lectura. La historia
de la humanidad enseña que apenas hay otra idea más asesina y despótica que el delirio
de una realidad “real” (entendiendo, naturalmente, por tal, la de la propia opinión), con
todas las terribles consecuencias que se derivan con implacable rigor lógico de este deli-
rante punto de partida. La capacidad de vivir con verdades relativas, con preguntas para
las que no hay respuesta, con la sabiduría de no saber nada y con las paradójicas incer-
tidumbres de la existencia, todo esto puede ser la esencia de la madurez humana y de la
consiguiente tolerancia frente a los demás. Donde esta capacidad falta, nos entregaremos
de nuevo, sin saberlo, al mundo del inquisidor general y viviremos la vida de rebaños,
oscura e irresponsable, solo de vez en cuando con la respiración aquejada por el humo
acre de la hoguera de algún magnífico auto de fe o por el de las chimeneas de los hornos
crematorios de algún campo de exterminio.
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LECTURA OBLIGATORIA
OO unidad:
Hacking, I. (1991). “Capítulo 1”. En La domesticación del azar,
Barcelona: Ed. Gedisa.
Freud, S. (2002 [1930]). “Capítulo 1”. En El malestar en la cultura,
Librodot.
PARA REFLEXIONAR
Plantea Esther Díaz que la pertenencia del sujeto que investiga al universo
de estudio exige ser reconocida por la o el investigador. Porque aun cuando
analice culturas remotas o extinguidas, está avanzando por territorio humano.
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LECTURA RECOMENDADA
RR
Para quienes quieran ampliar sobre las condiciones de surgimiento de la ciencia, la
construcción del rol del investigador/a científico/a y el objeto de estudio les invitamos
a leer el siguiente texto:
Díaz, E. (2010). “Capítulo 2: Cuerpos”. En Las grietas del control. Vida, vigilancia y
caos. Buenos Aires: Biblos.
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KK Les pedimos que elijan un tema de interés que les gustaría investigar.
Puede ser de la coyuntura nacional o un tema específico de su área de
estudio como contador/a público. Una vez elegido el tema, les pedimos
que identifiquen los elementos o dimensiones que se desprendan del
mismo. Anótenlo en sus carpetas o cuadernos de trabajo de la materia.
Por ejemplo: el tema de interés a investigar es el aumento de la pobreza
en Argentina durante el 2021, vinculado, entre otras cosas, a las restric-
ciones y caída de la actividad económica producida por la pandemia de
COVID-19. Los elementos vinculados a este tema pueden ser: la pérdi-
da de ingresos de los trabajadores cuentapropistas, la suba en el precio de
los alimentos, el aumento de la demanda de alimentos en los comedores
comunitarios, la desnutrición infantil, las políticas sociales de asistencia.
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PARA AMPLIAR
CC
Una vez formulado el problema de investigación a partir del marco teórico y del
grado de conocimiento del fenómeno de estudio, se plantea una respuesta an-
ticipada y tentativa a la pregunta de investigación. Estas posibles respuestas
son las hipótesis. [Al igual que la propia formulación del problema:] Las hipóte-
sis se desprenden del marco teórico que le da sustento a la investigación y
hasta tanto no sean sometidas a prueba (contrastación empírica) no se valida-
rán ni rechazarán. Por ello, debe existir una estrecha relación entre el marco
teórico, el problema de investigación y las hipótesis.
LECTURA OBLIGATORIA
OO gía: elementos para una teoría de la investigación científica. 3ra ed. 7ma
reimp. Buenos Aires: Eudeba.
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PARA AMPLIAR
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PARA REFLEXIONAR
CC
Una encuesta por muestreo es un modo de obtener información preguntando a
los individuos que son objeto de la investigación, que forman parte de una
muestra representativa, mediante un procedimiento estandarizado de cuestio-
El Instituto Nacional de Estadística
nario, con el fin de estudiar las relaciones existentes entre las variables y Censos (INDEC) es un organis-
(Corbetta, 2007: 102). mo público desconcentrado de
carácter técnico, dentro de la órbi-
ta del Ministerio de Economía de
la Nación, que ejerce la dirección
La encuesta puede aplicarse a la totalidad de la población en estudio, en superior de todas las actividades
ese caso se trata de un censo, o a una parte representativa de la misma, a estadísticas oficiales que se reali-
la que se le denomina muestra. Un ejemplo de una encuesta realizada a la zan en la República Argentina. Ver
https://www.indec.gob.ar/
totalidad de la población es el Censo Nacional de Población 2022, realizado
por el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina.
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CC
No hay realidades cuantitativas, ni realidades cualitativas, o, si se prefiere, ca-
racteres cuantitativos o atributos cualitativos inherentes de los objetos. No las
hay, simplemente, porque no existen objetos externos, preexistentes e inde-
pendientes del sujeto observador. Es el sujeto, sea o no investigador social, el
que define las propiedades cuantitativas o cualitativas de los objetos
(Montañés, 2007: 15).
Montañés advierte que primero son los cuentos, y luego las cuentas, cuestión
que pasamos a analizar en el apartado siguiente:
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CC
Si formando conjuntos se puede proceder a cuantificar, desconfigurando con-
juntos podremos cualitativizar. Todo depende del cuento con el que se esta-
blezcan las diferencias y las identidades. Conclusión para hacer cuentas pre-
viamente se ha de contar cuentos con los que establecer identidades y
diferencias (Montañés, 2007: 16).
LECTURA OBLIGATORIA
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CC
La confrontación entre la experiencia histórica y la perspectiva eurocéntrica de
conocimiento permite señalar algunos de los elementos más importantes del
eurocentrismo: a) una articulación peculiar entre un dualismo (precapital-capi-
tal, no europeo-europeo, primitivo-civilizado, tradicional-moderno, etc.) y un evo-
lucionismo lineal, unidireccional, desde algún estado de naturaleza a la socie-
dad moderna europea; b) la naturalización de las diferencias culturales entre
grupos humanos por medio de su codificación con la idea de raza; y c) la dis-
torsionada reubicación temporal de todas estas diferencias de modo que todo
lo no europeo es percibido como pasado. Todas estas operaciones intelectua-
les son claramente interdependientes y no habrían podido ser cultivadas y de-
sarrolladas sin la colonialidad del poder (Quijano, 2000: 205).
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CC
La instrumentalización implícita de la metodología positivista, con su pretendi-
da “neutralidad valorativa”, fue criticada en la práctica y refutada en la teoría.
El énfasis comenzó a desplazarse de una exigencia interna a la lógica del in-
vestigador (búsqueda de coherencia, verificabilidad, operacionalización) a una
exigencia externa y políticamente comprometida: producir conocimientos y re-
sultados de investigación significativos no sólo para el investigador y la comu-
nidad académica, sino también para los intereses del grupo estudiado [...].
Estos eran entendidos por lo general en términos de necesidades de transfor-
mación radical de las condiciones de explotación y opresión a que se haya so-
metido (Rivera Cusicanqui, 1987: 6).
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LECTURA OBLIGATORIA
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10- La IAP es una propuesta metodológica, entre otras, con posibilidades y limitaciones:
“Para que la participación sea efectiva, tenemos que poder transferir ciertas ´tecnologías
sociales´: cómo estudiar la realidad, cómo realizar un diagnóstico, cómo programar, elaborar
proyectos y organizar actividades, cómo evaluar lo que se ha organizado” (Ander-Egg, 2003:
40). En este sentido, el equipo promotor debe garantizar los espacios de participación y las
estrategias que permitan saber cómo se puede participar.
PARA REFLEXIONAR
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pertinente y apropiada para construir nuevos sentidos y estrategias, y sobre todo para for-
talecer aquellas experiencias territoriales que desde sus prácticas construyen una economía
para la reproducción de la vida y no del capital.
En este sentido, proponemos alternativas metodológicas posibles, factibles y viables
para la continuidad del proceso de investigación, congruentes con las perspectivas de
la IAP (Fals Borda), la metodología crítica (Samaja, Ynoub), las epistemologías del sur
(Quijano, De Sousa Santos) y el enfoque de epistemología ampliada (Esther Díaz), que
hemos estudiado en esta unidad de nuestra carpeta. Propiciamos situaciones que posibi-
liten el aprendizaje y la utilización de técnicas y herramientas de investigación a través de
dinámicas de trabajo acordes con los principios y valores de la ESS.
Fuente: Altschuler, Niño y Pagani, 2020.
PARA AMPLIAR
Para conocer más sobre esta experiencia de IAP en la UNQ y las ini-
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CC
El debate entre técnicas cuantitativa versus cualitativas es un falso debate. Si
se quiere saber cuántas personas se decantan a favor o en contra de un signi-
ficante propuesto, la técnica más adecuada es la encuesta. Si, en cambio, se
quiere conocer por qué se decantan por una u otra opción propuesta, la técni-
ca más adecuada es el Grupo de Discusión. Ahora bien, si lo que se quiere es
dar cuenta de las realidades socioculturales que ocupan y preocupan al con-
junto de habitantes de una localidad, así como producir propuestas con las
que atender sus necesidades y demandas, es necesario implementar un pro-
ceso participativo conversacional (Manuel Montañés, 2007: 15).
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Referencias bibliográficas
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