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17 de marzo del 2024

Miguel Ángel Ortiz Arango


Grupo 2.6

CAPITULO 2: ORIGENES DE LA EDUCACION PUBLICA EN MEXICO

La educación es un hecho social crucial para todos los seres humanos, tanto en el
ámbito familiar como en la comunidad y las instituciones educativas. Es fundamental
en la reestructuración de la sociedad y está relacionada con las características y
problemas de cada época. La educación prepara a las nuevas generaciones para el
progreso social y cultural, creando una nueva mentalidad. Los jóvenes deben
entender el legado cultural recibido para normar su acción presente y preparar la
sociedad del futuro. La responsabilidad educativa recae en la sociedad en general, no
solo en el Estado y la escuela. La educación ha sido tradicionalmente guiada por
diversas instituciones, como la Iglesia, para asegurar el orden social. Durante el siglo
XVIII, hubo grandes cambios en el pensamiento y la política que llevaron a una nueva
concepción del Estado más moderna y responsable con la sociedad. Se enfocaron en
la educación, basada en conocimientos científicos, para ofrecerla a más personas en
cada país. Así, la educación se convirtió en parte fundamental de la organización del
Estado, reflejando la mentalidad del gobierno y formando hombres capaces de
resolver problemas nacionales. En la educación pública, se considera prioritaria la
enseñanza elemental y la formación de profesores, aunque en ocasiones discrepen
de la política gubernamental. Es importante que el Gobierno se enfoque en estos
aspectos y no permita que instituciones privadas los administren de manera
independiente.

Primeras Inquietudes De Materia Educativa


En México, la preocupación por la educación se remonta a nuestras civilizaciones
indígenas, como los mexicas, que formaban a los hombres en instituciones educativas
como los Tepochcalli y el calmécac para el beneficio de la sociedad. La conquista
española impuso una educación católica a través del clero, marcada por una cruzada
religiosa. A pesar de las medidas esporádicas del Estado español, la educación siguió
siendo controlada por la Iglesia. Durante la Independencia, hubo intentos de
modernizar la educación, pero solo se vieron reflejados en la lucha de los intelectuales.
La lucha entre liberales y conservadores después de la Independencia reflejó las
contradicciones sociales sin resolver. La educación sufrió altibajos, mostrando
avances y retrocesos en su organización. A pesar de las dificultades y tropiezos, los
liberales mexicanos promovieron la revolución de Ayutla en 1854, lo que llevó a
cambios trascendentales en el país a través de leyes como la Ley Juárez, Ley Iglesias,
Ley Lafragua, Ley Lerdo y la Constitución Política de 1857, estableciendo una
república federal, popular y representativa. Pese a la Constitución, los conservadores
desataron una nueva guerra, siendo vencidos tras tres años. Durante este conflicto,
los liberales se fortalecieron ideológicamente con las Leyes de Reforma. La
intervención europea liderada por Napoleón III supuso una nueva amenaza, pero el
pueblo mexicano, guiado por Benito Juárez, logró su triunfo en 1867, restaurando la
República y enfocándose en una sabia administración y en la educación como
prioridad para transmitir la filosofía del nuevo Estado mexicano.
La Preocupación Por La Instrucción
A principios del siglo XIX, la educación era una necesidad en México y en todo el
Estado español. Tanto liberales como insurgentes apoyaban la educación, con la
promulgación de la Constitución de 1812 en Cádiz, que incluía disposiciones para la
instrucción. Se creó una Dirección General de Estudios, se ordenó un plan de
enseñanza uniforme en todo el reino, y se facultó a las Cortes para organizar la
instrucción pública. A pesar de que la Constitución no se aplicó completamente en la
Nueva España, habría beneficiado a los sectores populares y coincidido con los
ideales libertarios de los insurgentes. Incluso durante la lucha por la independencia en
Chilpancingo y Apatzingán, se dedicaron artículos a la educación.
El Artículo 40 de la Constitución de 1814 garantizaba la libertad de expresión a través
de la imprenta, mientras que el Artículo 39 destacaba la importancia de la educación
para todos los ciudadanos. Los revolucionarios insurgentes, especialmente Morelos,
consideraban la educación como un servicio esencial que la sociedad debía respaldar
plenamente. Su objetivo era proporcionar educación a todos, sin importar su edad,
género o grupo social, trascendiendo así las prácticas de la época. A pesar de sus
ideales progresistas, la Constitución de Apatzingán nunca entró en vigor debido a la
captura y ejecución de Morelos, lo que llevó al declive de la insurgencia.
Los bandos conservadores y liberales, tras la independencia de México en 1821,
continuaron la lucha por el poder político y la organización institucional. Los
conservadores abogaban por el centralismo, mientras que los liberales preferían el
federalismo. Ambos mostraban interés por la educación, reflejado en acciones de
algunos estados y miembros del partido conservador, como Lucas Alamán. Este
destacado conservador mexicano reconocía la importancia de la instrucción para
lograr la libertad y eliminar las desigualdades sociales. La Constitución de 1824
promovía la educación, protegiendo los derechos de los estados federados para
organizarla según sus necesidades específicas.
En algunos estados de México, hubo intentos de establecer normas para la educación
en congresos locales. José María Luis Mora, en 1824, destacó la importancia de la
instrucción de la juventud como base de las instituciones sociales. Mora abogaba por
que el Estado organizara y controlara la educación para imponer la filosofía mexicana
y protegerla de grupos interesados en controlarla. Estas ideas de Mora enfrentaron
obstáculos en los congresos constituyentes de 1856-1857 y 1916-1917, y continúan
siendo un desafío en la actualidad, ya que hay grupos que prefieren la libertad de
enseñanza y se oponen al control estatal en la educación en México.
Libertad De Enseñanza
La libertad de enseñanza en la historia de la educación en México ha sido un tema
debatido con objetivos diversos a lo largo del tiempo. En un principio, se buscaba
acabar con el monopolio educativo de la Iglesia y promover la libertad en la educación.
Sin embargo, con el tiempo, se vio la necesidad de establecer un control estatal sobre
la educación para asegurar un sistema progresista y científico que estuviera en
consonancia con los intereses del nuevo Estado mexicano. A pesar de los esfuerzos
por establecer la libertad de enseñanza, fue invalidada por la reacción conservadora
que estableció la república centralista. La Ley del 23 de octubre de 1833 fue un intento
de garantizar esta libertad, pero fue anulada por la oposición conservadora.
Desde 1833 hasta 1855, los grupos progresistas no pudieron legislar, pero con el
triunfo liberal en 1855 se promulgaron varios instrumentos que reformaron las
instituciones nacionales. Se destacó el Estatuto Orgánico de 1856, bajo el gobierno
de Ignacio Comonfort, que enfatizó la libertad de enseñanza y evitó monopolios en la
educación. Pese a cierta confusión y debates en el Congreso, se impuso la posición
liberal que aseguraba el progreso de la nación. Los constituyentes, conscientes de
sus intereses partidistas, aprobaron la libertad de enseñanza como un paso hacia el
futuro, a pesar de las objeciones de aquellos que temían su mal uso. El discurso del
diputado Manuel Fernando Soto refleja esta lucha entre el pasado y el futuro, pero
resalta la importancia de la discusión libre y la verdad ante cualquier obstáculo.
Un gran número de diputados creían en la verdad y el conocimiento científico para
desafiar a las fuerzas reaccionarias en la educación. El Artículo 39 de la Constitución
Política de 1857 proclamó la libertad de enseñanza. Los liberales apoyaron este
precepto, como Ignacio Ramírez. Los cambios reformistas de la Reforma provocaron
la contrarreforma con el Plan de Tacubaya y una guerra para invalidar la nueva
Constitución. Pese a llamarse Guerra de Reforma, las leyes de Juárez en Veracruz
fortalecieron la reforma de 1856. La separación definitiva entre la Iglesia y el Estado
fue una de las principales conquistas. Mientras se define un consenso, el conflicto
podría ser llamado Guerra de los Tres Años.

La Educación Elemental
La Ley de 1865 establecía la instrucción primaria gratuita y obligatoria bajo vigilancia
de los ayuntamientos y el Ministerio de Instrucción Pública. Autorizaba a las
autoridades locales a garantizar la asistencia de niños a las escuelas públicas, y
otorgaba control estatal sobre la educación a través de los prefectos.
La Educación Superior
El gobierno de Maximiliano se preocupó por la educación y ordenó la supresión de la
Universidad en 1865. Se reorganizó la instrucción superior, creando seis carreras. Se
estableció un plan de estudios detallado para garantizar la calidad educativa. Se limitó
la influencia del clero en la educación, suprimiendo las plazas de capellanes y
sacristanes en los establecimientos públicos. Aunque las disposiciones del gobierno
terminaron con la derrota de los imperialistas, es destacable su intento de unificar la
educación a nivel nacional. También se legisló sobre instituciones de formación
estética y se impusieron limitaciones a la influencia religiosa en las escuelas.
La Educación Pública En México
El presidente Juárez regresó a México y tomó medidas para organizar la
administración pública tras años de desorganización por la lucha. La crisis en la
educación era notable, con escuelas limitadas y métodos obsoletos. Hubo
discrepancias entre liberales y positivistas sobre la libertad de enseñanza, la
obligatoriedad y el laicismo educativo. Se enfrentaron en la restauración de la
República, los liberales rechazando la obligatoriedad de la enseñanza y los positivistas
abogando por ello. Ambos aceptaron la educación laica, pero con enfoques diferentes.
Los positivistas abogaron por una educación orientada a destruir prejuicios y formar
hombres prácticos basados en ciencias positivas para lograr el progreso material del
país.
Teoría Pedagógica
La generación liberal liderada por el presidente Juárez se esforzó por modernizar
México, estableciendo un marco jurídico para la educación pública. Sin embargo, se
reconoció la necesidad de reformar los conceptos y principios de la teoría pedagógica
para renovar la educación mexicana. En la década de 1870, hubo un interés creciente
en mejorar la educación, especialmente en cuanto al método didáctico, la enseñanza
objetiva y la educación integral. Destacados maestros, como Antonio P. Castilla,
propusieron nuevos enfoques y sistemas de enseñanza, desafiando los métodos
tradicionales. Aunque sus ideas puedan parecer simples en comparación con la
pedagogía actual, sus contribuciones, como la revisión de libros de texto y la
clasificación de métodos de enseñanza, fueron valiosas para la época.
Se propuso la creación de escuelas normales y la reglamentación de la inspección
escolar para contar con profesores preparados en la educación. La enseñanza
objetiva, basada en el realismo pedagógico, generó confusión al principio, pero se
llegó a comprender que era un método aplicable a todas las materias. La educación
integral buscaba proporcionar una cultura general amplia, sin pretender que los
estudiantes adquirieran conocimientos específicos de diversas profesiones. Los
maestros reconocieron la importancia de buscar mejores caminos para mejorar la
educación, destacando el trabajo de pedagogos como Manuel Guillé, Manuel
Cervantes Imaz, Roberto Coss y Vicente Alcaraz. Su legado fue fundamental en la
implantación de la enseñanza objetiva en las escuelas, y su influencia se prolongó más
allá del gobierno de Benito Juárez.
Manuel Flores, médico de profesión, fue una importante figura en la pedagogía de esa
época. Promovió la enseñanza objetiva y concreta, basada en la observación y hechos
concretos, inspirado por las ideas positivistas de Mill. Tras la muerte de Benito Juárez
en 1872, se destacó su defensa de la Constitución Política de 1857 y la soberanía
nacional ante amenazas internas y externas, incluido el imperialismo europeo. Juárez
se preocupó por todos los aspectos de la administración pública, especialmente la
educación, con leyes y reformas pedagógicas significativas durante su mandato
presidencial. Estas acciones sentaron las bases para la definición de la educación
mexicana en periodos posteriores.

Opinión
No podemos terminar este trabajo sin reconocer la importante contribución de la
distinguida generación liberal de mediados del siglo XIX, la cual consideramos como
la principal responsable de la formación de la México actual. Con una gran
perspicacia, sentó las bases del Estado moderno mexicano y fundó muchas de las
instituciones que nos gobiernan actualmente. Además, junto con Juárez, ese conjunto
de mexicanos dejó marcados en nuestra historia los fundamentos de la educación
democrática que seguimos apoyando y disfrutando hasta hoy en día.
Es apropiado recordar también al destacado maestro Gregorio Torres Quintero, uno
de los más importantes de la pedagogía mexicana, cuyo sencillo enfoque
onomatopéyico para la lectoescritura ha sido aprovechado por millones de mexicanos.
Aunque Torres Quintero (1866-1933) no pertenecía a la época mencionada, se le
reconoce como continuador de las ideas pedagógicas de quienes iniciaron la
educación nacional, por su obra educativa en el siglo XX y su esfuerzo por hacerla
accesible a todos, especialmente a los grupos campesinos de México. Por lo tanto,
creemos importante recordar algunas de sus opiniones sobre los desafíos educativos
de su época. Torres Quintero sugirió cambiar las formas de enseñanza para educar
individuos en libertad y democracia. Quizás lo más relevante de su trabajo sea la
perspectiva que nos dejó sobre la educación pública y el rol del Estado en ella. Torres
Quintero afirmaba que el Estado, como representante de la sociedad, tiene la
responsabilidad de proteger a los niños de la ignorancia, ya que esta impide el avance.
Por lo tanto, es necesario aumentar el número de colegios y establecer la educación
primaria como obligatoria, secular y sin costo.

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